EXPERIENCIAS MI EXPERIENCIA EN RIO DE JANEIRO

EXPERIENCIAS   MI EXPERIENCIA EN RIO DE JANEIRO   La Jornada Mundial de la Juventud permite que se puedan conocer y comunicar entre sí jóvenes de dis...
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EXPERIENCIAS  

MI EXPERIENCIA EN RIO DE JANEIRO   La Jornada Mundial de la Juventud permite que se puedan conocer y comunicar entre sí jóvenes de distintos lugares del mundo. Hemos peguntado a algunos de estos jóvenes, pertenecientes al Movimiento Juvenil Salesiano, por su experiencia en Río de Janeiro. Estos son algunos testimonios de sus testimonios, procedentes en concreto de chicos y chicas de Uruguay, Brasil, El Salvador y España.

  1. Maxi Souza (Uruguay) Fue una experiencia de encuentro con mi grupo de viaje y con jóvenes de otras culturas y países, en donde viví y experimenté la fe con mucha intensidad. Brasil es maravilloso en cuanto a sus paisajes y lugares, realmente fantásticas obras de Dios. La gente es muy cálida y siempre tiene esa simpatía y alegría que los caracteriza. Quedamos con la duda en nuestro grupo si no será también por ese clima tropical lindísimo, que te lleva a estar de buen humor siempre. Muchos momentos me quedan guardados de esta experiencia: el Papa con sus gestos recorriendo las calles hasta el escenario, mostrando su humildad y cercanía hacia la gente, abrazando, saludando, tomando un mate. ¡Qué lindo es sentirse representado, qué bueno es sentirse tan cercano a la representación de Jesús en la Tierra! Multitudes de gente pintando las calles de colores, representando sus nacionalidades a través de sus banderas, mostrando su felicidad de pertenecer a esta comunidad, comunidad de fe o “campo de la fe”, como muy bien dijo el Papa que somos, dejándome esa foto de que no estamos solo en este camino. ¡Qué bueno es ser católico, qué bueno compartir esta alegría! Palabras muy precisas para los jóvenes que participamos de la jornada: “Seamos revolucionarios en la fe, no tengamos un fe chirla”; “La fe la tenemos que producir, entrenar y cosechar”; “Hagamos discípulos, el testimonio es importantísimo; si no sabemos cómo, recemos para que Dios nos ayude a saber cómo hacerlo.” ¿Cuánto tiempo dedicamos a Jesús? ¿El tiempo que disponemos? ¿El que nos sobra? ¿No sería mejor hacernos el tiempo para encontrarnos con él? Dos integrantes de nuestro grupo tomaron la comunión por primera vez, fue un momento muy especial, después de haber compartido todos aquellos días y momentos  de encuentro, cansancio y cercanía, que ellos puedan haber recibido a Jesús como cierre de la jornada y en ese lugar, fue muy motivador y alentador. Ver nuevos discípulos recibiendo a Jesús me reafirma las palabras del Papa, en hacer nuevos discípulos y de lo bueno que está eso. Largas caminatas y recorridas por las calles y playas de Brasil que nos dieron oportunidad para conocernos más, compartir nuestra vida y nuestra historia. Que nos permitieron seguir entendiendo que podemos ser muy distintos, pero que estamos ahí por una misma razón, que compartimos los mismos valores, que podemos apoyarnos, que podemos celebrar la alegría de

pertenecer a una comunidad que trata de renovarse para transformarnos y trascender en nuestra vida y en la vida de los demás haciendo un mundo mejor y más humano. Fue lindísimo también conocer y compartir experiencias con la Obra Salesiana ubicada en la Favela Jacaré (Río de Janeiro); agradecemos mucho por el hospedaje y por el servicio al padre Gustavo. Al entrar quedamos impresionados por el tamaño y por el trabajo que allí realizan. Cuando llegamos a la capilla y nuestro silencio se hizo notar, creo que más de uno allí rezo por la gente que trabaja sin cansancio en este tipo de obras. Acordándonos también de nuestras familias y amigos que siempre están, y que nos bancan más allá de que muchas veces no estamos el tiempo que queremos o que necesitan para compartir nuestra vida al estar trabajando en actividades de alguna comunidad. “¡No balconeen la vida, métanse en ella. Jesús no se quedó en el balcón. Se metió. No balconeen la vida, métanse en ella como hizo Jesús” (Papa Francisco).   2. Fernando Lera (Sevilla, España) Describir en tan solo 300 palabras la experiencia de la JMJ de Brasil 2013 quizás sea bastante complicado; pero lo intentare con la mayor precisión.    La verdad  es que este viaje me ha aportado muchísimas cosas, pero me quedo con la grandísima y entrañable lección del pueblo brasileño de altruismo y humildad. Durante la semana misionera estuvimos en familias acogidos y ellos se encargaron de que, aunque no tuvieran muchos medios, no nos faltase de nada, privándose ellos en algunas ocasiones. A lo largo de la semana se nos fue contagiando la alegría y dinamismo de sus gentes, ya estuviéramos en una casa de acogida, un comedor social o en la parroquia misma. Personalmente creo que el nivel humano mostrado en la misión que llevamos a cabo fue espléndido, lo que me hizo crecer y reforzar mi yo interno y mi espiritualidad. Tras esta fantástica semana, partimos hacia San Sebastián de Rio de Janeiro. Surante el trayecto visitamos el colosal santuario dedicado a la Virgen de Aparecida, situado en la ciudad que lleva su mismo nombre. Ya en Río nos acogieron en un colegio salesiano ubicado en Niteroi, una pequeña ciudad cercana a la ciudad carioca. Allí visitamos el Cristo Redentor, la peculiar catedral metropolitana, el futurista museo de Niemeyer… Estuvimos en la misa de bienvenida al Papa, presidida por el obispo de Río, en la eucaristía del Papa y en la esperada vigilia. Todas estas ceremonias en un entorno inmejorable, la playa de Copacabana, que se vistió de gala para ellas. Copacabana se contagió, como no podía ser otra forma, de un halo festivo, ya que tres millones de personas expresaban su fe libremente de múltiples formas. Fue la gran fiesta de la fe. En definitiva, estos quince días nos han servido para renovar nuestra fe,  conocer una cultura peculiar y reflexionar sobre la revolución de un futuro que debemos afrontarlo a contracorriente.   3. Adriana Monteiro (Sao Paolo, Brasil) Mi nombre es Adriana, soy brasileña, tengo 24 años; trabajo en la “Obra Social Dom Bosco” en Itaquera (un barrio de la ciudad de São Paulo), y frecuento la parroquia “Nossa Senhora Aparecida”

desde hace diez años. La primera vez que oí algo sobre la JMJ, en evento, tampoco su proporción; pero un año después, estaba comunidad estudiando el “Youcat” y reuniéndonos para planear personas de varios países y qué actividades haríamos en la parroquia.

2011, ni imaginaba qué era este yo con varias personas de mi cómo recibiríamos más de 100 Semana Misionera de nuestra

Os confieso que esta tarea no me resultó tan fácil, muchas veces me desanimé; a veces parecía mejor quedarme en casa descansando o salir a pasear con mi novio, mis amigos... Muchas veces pensaba no ser digna de hacer aquellas cosas, pero algo en mi corazón me decía: “¡Ve! Eso es importante y quizá alguien necesite de ti”. Y así pasaron los días hasta la tan esperada semana que valió tanto la pena. Qué lindo recibir salesianos de todas partes. Cantar, bailar, orar, convivir, intercambiar experiencias… Sentir que éramos de hecho una familia y que compartíamos la misma fe. En una de las misas, en la homilía del padre Koldo, reflexionamos sobre la historia de Moisés –que subió al monte Horeb y habló con Dios. Y en aquella mañana, Koldo usó mi nombre como ejemplo y dijo: “… Y hasta hoy, Dios sigue llamando a cada uno de nosotros por nuestro nombre: ‘¡Adriana, Adriana!’. Y quiere que contestemos sin miedo, como Moisés: ¡Aquí estoy!” ¡Qué momento mágico! Mi corazón se llenaba de alegría, pues en aquel momento, sentía como si el propio Dios hablase conmigo. Pasados unos días, en la vigilia de la JMJ en Río de Janeiro, el Papa Francisco, reforzando la misma idea, nos dijo que el Señor sigue necesitando a los jóvenes para Su iglesia, que Él nos llama a cada uno a seguirlo y a ser misioneros. Y que no podemos tener miedo de hablar con Jesús. El Papa Francisco nos recomendó: “Vayan, sin miedo, a servir”. Total, que hoy me queda de la JMJ la seguridad de que no necesito tener miedo. No tendré miedo de ser misionera, sobre todo en mi propia tierra. Hoy me queda que seguir a Jesús no es fácil, ¡pero es lindo! No debo tener miedo de hablar con Él, en las horas buenas o malas, porque es mi amigo y no me abandonará. Puedo hablar con Jesús en cualquier momento para agradecer o pedir ayuda, pues los amigos no tienen miedo de conversar entre ellos. Y cuando Jesús me llame, para la próxima JMJ o para un trabajo o para ayudar a un hermano, cuando me llame sea para lo que sea, responderé sin miedo: ‘¡Aquí estoy!’.   4. Fernanda Silva (Uruguay) Mi nombre es Fernanda Silva, tengo 19 años y doy gracias a Dios por haber recibido la invitación para participar en la Jornada Mundial de la Juventud, que tuvo lugar en Río de Janeiro, Brasil. Como joven perteneciente al MJS, me fui con muchas expectativas, pero sobre todas las cosas con alegría para compartir. Al llegar allí, y ver tantas personas de todas partes del mundo, que se encontraban en la misma situación que yo, y con las mismas ganas de vivir días de espiritualidad y fe, mi corazón me dijo a gritos que estaba en lo cierto, ese era mi lugar, ahora solo tenía que disfrutar y dejarme llevar. Sin duda que mi experiencia fue única e irrepetible. Todo lo vivido me ha ayudado a  crecer en fe y a replantearme muchas cuestiones en mi vida personal y para la comunidad. Sin embargo, los encuentros con nuestro Papa Francisco fueron los momentos más significativos que viví en esta JMJ. El mensaje que Cristo nos envía es: “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos”, esta es nuestra misión como jóvenes, esto es lo que el Santo Padre quiere para nosotros hoy, “la única forma de contagiar a un joven es otro joven”. Estas palabras son las que quedaron grabadas en mi corazón y hoy, en lo personal, representan mi misión a cumplir, contando con el apoyo más que

nunca de Dios, para construir un mundo mejor. Llegamos a la Jornada Mundial de la Juventud como discípulos, hoy somos misioneros encomendados y guiados por nuestro padre del cielo.   5. Gille Gutiérrez (Uruguay) Pasados los días y volviendo a la rutina, muchas son las personas que me preguntan: “¿Qué viviste en Rio?” No me canso de contar una y otra vez lo que fue una de las experiencias más emocionantes de mi vida. En cada uno de los relatos algunas palabras claves se repiten: estoy FELIZ de comprobar que "nadie me ama como él", de reconocerme uno más junto a millones, pero sin dejar de ser único para Él. La vivencia de comunidad con más de 3.000.000 de personas, en la fe de que Jesús está vivo y entre nosotros, guiados por un pastor, Francisco, que se hace en cada gesto sencillo uno más de su pueblo, produce una energía muy especial. Estoy AGRADECIDO por todo lo vivido, sobre todo por la gente con quien lo compartí: por los amigos y amigas de siempre con los que caminamos día a día en la fe, por los conocidos que ahora, después de rezar y celebrar juntos somos amigos y por las nuevas personas (de todo el mundo y todos los idiomas) que tengo ahora en mi vida. Que me hacen darme cuenta de lo necesitado que estoy del otro para poder vivir y acrecentar mi fe. Estoy COMPROMETIDO con las palabras de Francisco: “Les pido que sean constructores del futuro, que se metan en el trabajo por un mundo mejor”. En Río, durante esos días, todos éramos “la juventud del Papa” y sentíamos “qué bien se está aquí", como exclamó Pedro al ver a Jesús transfigurado, y nos lo recordaba Francisco en la ceremonia de bienvenida. Pero el compromiso ahora es volver a cada uno de nuestros lugares y seguir siendo esa juventud alegre, pero que sobre todo mira por sus hermanos, que está atenta a sus necesidades, aún no siempre compartiendo las opiniones, ideologías o inclusive la fe. Me preguntan si esta JMJ marcó mi vida y yo respondo que sí. Me siento llamado a que mi vida sea caminar intentando vivir el evangelio en las experiencias más cotidianas; reconociendo que todo es regalo de Dios.   6. Juan Pablo Romero (Uruguay) Lo primero que se me ocurre responder ante la pregunta de lo que he vivido en Río es, sin lugar a dudas, que fue una experiencia inolvidable; yo diría: difícil de describir. Es una tarea complicada pasar a palabras lo que fue la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro 2013, la primera a la cual asistí. Más de 3 millones de personas en un mismo lugar por una misma causa. Más de 3 millones de seguidores de Cristo. Más de 3 millones de peregrinos que creen en que es posible la construcción de un mundo mejor. Que creen que con la fe se puede llegar muy lejos. Ver la playa de Copacabana inundada de peregrinos, inundada de jóvenes, te hacía poner la piel de gallina; realmente erizaba la piel. Era estar en un lugar donde todos estaban ahí por una misma causa. Los momentos claves de la JMJ, como son la misa de apertura, el ‘via crucis’, la vigilia o la misa de clausura, todos momentos que contaron con la presencia del Sumo Pontífice Francisco, fueron los que me mostraron —mediante el silencio— que Jesús estaba ahí con nosotros, sentado a nuestro lado. Muchas lágrimas se cayeron en esa última celebración del domingo, donde grupos de amigos de todas partes del mundo se abrazaron. Sin dudas, algo especial estaba pasando en ese instante clave. Sentí la piel erizada, sentí, con mucha calma, las palabras de Francisco; ese Papa que fue muy cercano a nosotros. Que con sus palabras nos ilusionó a todos para el futuro. “La mejor manera de evangelizar a un joven es con otro joven”, dijo Francisco. Y esas palabras

resuenan aún dentro de mi persona. Es que trabajo a diario con adolescentes en un colegio salesiano y creo que esas palabras son el motor para educar desde la fe a mis alumnos. Río fue un encuentro de fe, para reflexionar, orar y celebrar el encuentro con Jesús. Pero también es impresionante el intercambio de cultura, propiamente dicho, que se genera en esa semana. Jóvenes —y no tanto— de todas partes del mundo intercambian por algunos instantes diversas costumbres y hábitos. El cambiar algún elemento propio de cada país era algo usual y común durante esos días. Por eso, la experiencia de Río también me dio la posibilidad de vivir cercano a otras personas con costumbres totalmente diferentes a la mía; con un idioma distinto, pero que no era impedimento para lograr una linda comunicación. Realmente siento —y quiero— que lo que viví en esa semana en Rio de Janeiro haya sido un impulso para mi vida cotidiana. Un impulso de fe, un impulso para valorar aún más todo lo lindo que la vida nos regala y que, quizás, a veces, dejamos un poco de lado. Ya a unos días de esa magnífica experiencia, pensar y recordar la vivencias de Río me genera una sonrisa, algo lindo que quiero que se repita en Cracovia, en 2016.   7. Juanma Fernández (Uruguay) Parecerá repetitivo, pero no hay palabras para describir lo vivido en Río en la Jornada Mundial de la Juventud. Alegría constante en las calles, clima profundo de oración durante las celebraciones, el enriquecedor intercambio cultural en las calles, tiempo de compartir nuestra fe con los demás. Varias cosas me llamaron la atención y me dejaron muy contento. En primer lugar, la cálida bienvenida de los brasileños, su hospitalidad, cómo recibieron a todos los peregrinos sin importar de donde eran con una enorme sonrisa y ayudándonos en lo que podían. Ahí ya se vivía el ambiente de familia que ha de tener la Iglesia. Me acuerdo de un señor que en el ómnibus se bajó con nosotros para guiarnos hacia el colegio donde nos quedamos cuando apenas llegábamos a la ciudad, y que después se tomó otro ómnibus para seguir con su viaje. Después, el intercambio cultural con jóvenes de otros países, donde lo primero que se escuchaba era “cambiar”, “trocar”, “change”, y que luego de una foto juntos,  si se daba, nos poníamos a hablar. Tomar conciencia de que ellos también estaban por lo mismo que yo, me llenaba de esperanza. Visitar la feria vocacional también fue otro lindo momento. ¡Ni me imaginaba que la Iglesia tuviera tantos carismas! No me dio tiempo a visitar todos los stands, pero me gusta saber que hay lugar para todos en esta gran familia, y que cada uno tiene que encontrar su lugar entre tantas opciones. Sin lugar a dudas, los momentos más fuertes y de más emoción fueron los distintos encuentros con el Papa Francisco. ¡Qué Papa nos mandó Dios! No tiene un pelo de desperdicio. Su cercanía, sencillez, humildad, valentía... era lo que estaba necesitando la Iglesia. Su ejemplo me invita a ser protagonista de mi vida, como dijo él, a no balconearla sino a meterme adentro. Él, a pesar del lugar que ocupa (con sus responsabilidades, su edad, el famoso "protocolo"), sale de los esquemas y es fiel reflejo de Cristo. Visita a los más pobres, a los niños, a los enfermos. ¿Quién se puede quedar quieto después de ver esto y no ir a hacer por lo menos lo mismo que él? NADIE. A eso me invita, a salir de mí mismo e ir al encuentro con los otros, no sólo peregrinos, no sólo religiosos/as de mi comunidad, no sólo mi familia, sino a los que él se acerca, a los que Jesús se acercó, a los más indefensos y necesitados de amor. Escuchar sus palabras, en mi mismo idioma, como yo hablo, no es algo que se da todos los días. Ver a todos los jóvenes, en silencio, cómo le prestaban toda la atención cuando hablaba, fue un

momento único. Me dejó muchas invitaciones. A ir sin miedo para servir, algo que cuesta muchísimo porque muchas veces (y me incluyo) somos víctimas de la sociedad, de los prejuicios y nos quedamos quietos y callados. Francisco me dijo a mí y a todos que Jesús no dice “vayan si quieren”, sino que dice “¡vayan!, sin tener miedo” porque Él está con nosotros siempre hasta el final y que servir al prójimo, amarlo como a mí mismo, es la manera de alcanzar la verdadera felicidad. Pero ahora toca la segunda parte de esta JMJ que es, una vez renovados por esta experiencia de Dios, poder transmitir todo lo vivido a los demás. Principalmente en la vida cotidiana, en la de todos los días. Ese es el gran desafío que nos dejó el Papa luego de Río, el desafío de hacer discípulos a todos los pueblos.   8. Silvia Gómez (Uruguay) En la JMJ 2013 viví una experiencia que permanecerá viva en mi corazón por siempre. Fueron días donde me nutrí, donde me sentí mimada en medio de tantos jóvenes que compartían una misma fe, una misma forma de vivir. Sentí inmensamente la compañía de Jesús, como compañero de viaje; que según la circunstancia que estaba viviendo, él ponía en mi camino personas y momentos claves; hacía brotar en mí sentimientos que me permitían reconocer su presencia. Fueron unos días donde sentí que al fin sí nadaba según la corriente, y me sentía orgullosa y plenamente feliz sintiendo que esa era la voluntad de Dios. Me sentí protegida al ver a mi alrededor personas con un mismo proyecto; y me alegré aún más al ver que muchas de esas personas eran mis amigos, lo que me brindó tranquilidad, ya que junto a ellos será que, ahora, en nuestro lugar, en nuestra rutina, volveremos a nadar juntos contracorriente. Hoy, ya en casa, me siento animada, con ganas permanentes de salir a la calle y ser protagonista del cambio del pedacito del mundo al que Dios me envió. Todavía suenan en mi interior las palabras de nuestro Papa, lo que me impulsa a ir sin miedo a servir a aquellos que se encuentran alejados de Dios.   9. Vicky Osimani (Uruguay) Me enteré de la JMJ hace más de un año, pero no me imaginé que entraría la posibilidad como liceo de participar de la misma. Cuando nos dieron la noticia, pensé en que iba a estar en la facultad y me podía coincidir con algún examen, y así fue me coincidió, pero no me importó. Ver fotos y vídeos de las jornadas pasadas fue una de las motivaciones más grandes para decir: “¡Yo quiero estar ahí!”. Fue pasando el tiempo y la jornada dejaba de ser un sueño y se iba convirtiendo en realidad. Cuando este año a Francisco lo designaron Papa el entusiasmo iba a avanzando y las ganas de participar aún más. En definitiva, lo que me llevó a estar ahí era el encuentro con otros jóvenes de cualquier parte del mundo, que nos diferencian infinitas cosas, como las culturales, pero hay algo que nos hace semejantes y no es otra cosa, ni más ni menos: el amor a DIOS. Ya en la JMJ, participamos de varias actividades, entre ellas la misa de apertura en Copacabana, el encuentro mundial del MJS en Niteroi, la bienvenida a Francisco, el Vía crucis y la Vigilia, éstas últimas también en Copacabana. A pesar de la lluvia el encuentro del MJS fue una de las actividades que más disfruté. Me sentía en familia, a pesar de estar con otros 7.000 jóvenes que  no conocía. Al principio fueron momentos de

baile, canto, donde Uruguay estuvo presente. Terminó con un momento de adoración, que se disfrutó mucho. Otra de las actividades que más me quedó marcada fue la vigilia, escuchar las cercanas palabras de Francisco, que nunca las olvidaré, verlo tan de cerca y poder tomarle una foto, ese fue uno de los momento de más emoción que viví en la JMJ. También el encuentro con otros jóvenes lo destaco profundamente: hablar aunque sea unos segundos, quizás en un idioma con el que no te manejabas muy bien, pero que de alguna forma entendías y podías enriquecerte del otro. Muchas cosas me impresionaron en ésta JMJ, sobre todo la cantidad de gente que estábamos para lo mismo, unidas por amor a Dios. Ir por la calle y que la gente te salude (aunque a veces nos confundieran con Argentina), como si te conocieran de toda la vida. Esos son detalles que nunca me voy a olvidar. Tampoco voy a dejar de lado unas palabras de Francisco que llegaron a mi corazón: “Jesucristo cuenta con ustedes, la Iglesia cuenta con ustedes, el Papa cuenta con ustedes”.  ¡Qué más puedo pedir si ellos cuentan conmigo!   10. Alexander Ernesto Meléndez (San Salvador, El Salvador) ¡La gran experiencia de Iglesia universal! Es la mejor manera en que yo describiría este gran evento, que reunió a más de tres millones de personas, donde la barrera del lenguaje no fue problema pues se hablaba el lenguaje del amor de Cristo. Previamente a las fechas de la JMJ, realicé la jornada misionera en Lorena, Sao Paulo, donde pude compartir con niños, jóvenes y adultos el mensaje de salvación. Ha representado una experiencia única. Fue en esta semana misionera en la que pude ver las expresiones de cariño que ellos nos brindaban, abriendo sus casas para recibir la bendición del misionero, así como compartiendo con nosotros cuando asistíamos a los campos de juego en los oratorios. Tuve la oportunidad de visitar el templo de Nuestra Señora Aparecida, una gran obra donde se puede ver de una manera especial la humildad de la gente y la fuerza de la fe en diferentes manifestaciones. Ya en los días de la jornada propiamente, fue realmente impresionante vivir desde el primer momento la llegada del papa a Brasil por televisión, el poder  recibirlo y conocerlo en la catedral fue una bendición de Dios, ya que no estaba planeado por mi grupo asistir a eso y ni estábamos enterados, pero ver su “sonrisota”, esa que demuestra alegría, la cual ¡llena solo verlo! Fue una experiencia sin igual. Luego cada uno de los días nos encontramos con él, al verlo recorrer el paseo de Copacabana, en cada jornada que transmitía su entusiasmo, alegría y esa manera muy particular de hablar que hace sentir la cercanía, y se notó que conoce a quienes se dirigía al decir bien claro “no tengan miedo de arriesgarse por el evangelio”, o cuando hablaba en términos de futbol (“Jueguen siempre hacia adelante”), o palabras que para Latinoamérica son un poco fuertes, como cuando dijo: “Hay que ser parte de esta revolución… de la fe”, esto debido a las diferentes experiencias de revolución de nuestros países. Pero lo verdaderamente genial, fuera de toda la experiencia de compartir con esa multitud de gente que tenían un mismo objetivo y de estar tan cerca del Papa, fue encontrarse de una manera especial con Cristo, ya que todos de un modo u otro nos habíamos encontrado con Él; pero ahora

en esta jornada, la primera para muchos, como para mí, fue un encuentro quizá como el del apóstol Pablo… así de golpe para hacernos reaccionar en lo que estamos haciendo en nuestra vida y para la vida de la Iglesia. Ahora en nuestra parroquia vamos a dar todo eso que el Señor nos ha dicho y dado a través del Papa Francisco y -como él dijo-: “Hay que ir contra corriente y hay que tener la valentía de ser felices”.