Un nuevo Movimiento Feminista para el nuevo milenio1

Un nuevo Movimiento Feminista para el nuevo milenio1 Gabriela Castellanos Llanos Se nos ha convocado aquí para sacerdocio en la religión católica. S...
0 downloads 0 Views 1MB Size
Un nuevo Movimiento Feminista para el nuevo milenio1 Gabriela Castellanos Llanos

Se nos ha convocado aquí para

sacerdocio en la religión católica. Sin

examinar el estado actual de los

embargo, la situación social, econó­

movimientos sociales en el país, así

mica y política de la mujer en Colom­

como sus posibilidades de contribuir

bia es aún tan desventajosa en com­

a la construcción de una sociedad

paración con la del hombre que se

civil democrática. La misma invitación que se me hizo a hablar sobre el

subsanando

movimiento social de mujeres en este

entre

contexto es una señal de cambio: no

hablar de la construcción de la demo­

configura en un gran reto, pues sólo otras,

estas desigualdades, podemos

realmente

están muy lejanos los días en que las

cracia y de justicia social en nuestra

mujeres reclamábamos infructuosa­

sociedad.

mente un espacio de participación en

Efectivamente, según datos de

debates políticos y académicos simi­

1990, la remuneración salarial de las

lares. Esta señal positiva tampoco

mujeres, por igual trabajo y con igua­

aparece aislada; podemos situarla en

les cualificaciones, es sólo de un 75%

el contexto de grandes cambios en la

de la de los hombres en el sector for­

situación de la mujer a nivel nacional.

mal, lo cual quiere decir que las muje­

Sabemos, por ejemplo, que la partici­

res percibimos en promedio 75 cen­

pación de la mujer en la educación ha

tavos por cada peso que perciben los

avanzado tanto que en 1993 confor­

hombres en condiciones similares.

mamos más del 50% de la población

En el sector informal, la diferencia es

estudiantil universitaria (50.5%). Aun­

aún mayor, pues por cada peso per­

que aún no constituimos sino un

cibido por un hombre las mujeres per­

42.6% de la población económica­

ciben 61 centavos. El desempleo de

mente activa, la incorporación de la

las mujeres es superior al de los hom­

mujer al mercado de trabajo es más

bres, superándolo en casi diez pun­

acelerada que la de los hombres. No

tos porcentuales en el grupo de eda­

parece haber hoy en Colombia ningu­

des que oscilan entre los 20 y los 39

na actividad en la cual las mujeres no

años de edad (23,8% de mujeres

hayamos incursionado, a no ser el

desempleadas frente a

13,6% de

1 Este artículo fue presentado en "Movimientos Sociales en Colombra", un evento convocado por Foro por Colombia, y realizado en la Universidad del Valle, en Cali, en mayo de 1997. 2 Todos los datos anteriores provienen de Colombia paga la deuda social a sus mujeres, el Informe Nacional de la Presidencia de la República para la Cuarta Confe­ rencia Mundial de Mujeres en Beijing, en Septiembre de 1995.

25

hombres desempleados).2 Por otra

mos una mujer entre 25 hombres.4

parte, la participación femenina es

Vale la pena que recordemos, sólo

mayor en las categorías de empleo

por el valor simbólico de un dato que

menos remuneradas y de menor

todas y todos conocemos, que en

prestigio. Las mujeres en promedio

Colombia nunca ha habido presiden­

ocupamos cargos de más bajo nivel

ta de la República, ni siquiera una

decisorio que los hombres de cualifi­

candidata que haya sido tomada en

caciones similares en todos los cam­

serio.s Evidentemente, una sociedad

pos de la actividad social. Por ejem­

donde la mitad de la población está

los estamentos docentes

tan pobremente representada en los

plo, en

somos un 96% de los educadores de

cargos decisorios del Estado, no es ni

nivel pre-escolar, un 76% de los edu­

puede ser una sociedad democrática.

cadores de primaria, un 44% de los

Debo confesar que al escribir todo

de secundaria, y solamente un 22%

lo anterior he sentido un cierto temor

de los educadores a nivel superior.3

a llover sobre mojado, a repetir lo que

Por supuesto, nuestra participación

muchas personas ya conocen. Pero

es todavía menor en cargos a nivel

si he decidido presentar los anterio­

decisorio: la proporción de mujeres

res datos de todos modos, ha sido

decanas y rectoras es ínf1ma. Lo

porque sospecho que las personas

mismo sucede en los cargos de

que ya los conocen y los han oído

poder político: las mujeres en 1995

hasta la saciedad son mis compañe­

ocupamos el 8% de los ministerios,

ras del movimiento social de mujeres;

algo menos del 1 O% de los viceminis­

para muchas otras personas pueden

terios, el 3.7% de las gobernaciones,

resultar nuevos y aún sorprendentes.

y el 5.6% de las alcaldías en el país.

Hablo aquí hoy, entonces, a dos

En el poder legislativo las proporcio­

públicos

nes son aún menores: sólo hay 7

muchos más de dos), en lo que a

senadoras contra 95 senadores, y 6

conocimiento de mi tema se refiere.

diferentes

(posiblemente

representantes mujeres en la Cáma­

De hecho, trataré en este breve tra­

ra frente a 187 hombres. Ni en la

bajo de establecer un puente entre

Corte Constitucional ni en la Corte

los distintos públicos al examinar,

Suprema hay presencia femenina (ni

desde mi perspectiva personal, algu­

una sola magistrada), mientras que

nos de los procesos recientes de for­

en el Consejo de Estado encontra-

mación del actual movimiento social

3 Flacso, Mujeres latinoamericanas en cifras: Colomb1a, Instituto de la Mujer, San­ tiago de Chile, 1993, p. 66.

4 Presidencia de la República, Colombia paga la deuda social a sus mujeres, p. 30. 5 Un año después de h aber sido escritas estas páginas, ocurrió "el fenómeno" de Noeml Sanfn, candidata a la Presidencia de la República que obtuvo, en la denomida­ da "pnmera vuelta electoral", un número sin precedentes de votos para cualquier can­ didato, hombre o mujer, que haya aspirado al cargo por fuera de los dos partidos tradi­ cionales. La candidata Sanín, de la llamada "tercería", obtuvo casi tres millones de votos, que aunque no le permitieron pasar a la segunda vuelta, superan incluso la vota­ ción que en el pasado reciente obtuvieron los candidatos presidenciales ganadores.

26

de mujeres en Colombia, a su visión

puesto por varones blancos de la élite

a largo plazo y a algunas de sus

puede pensar que constituye el públi­

metas.

co, el único y verdadero, por el hecho

Este mismo hecho de que reco­ nozcamos la presencia de públicos

de que son ellos quienes controlan los medios de comunicación masivos

diferentes, es altamente significativo,

y los foros más poderosos e influyen­

pues esta diversidad no se limita a

tes. En realidad, como lo muestra

este auditorio, sino que está presente

Mary Ryan, "al mismo tiempo que el

en forma general en la mayoría de los

público burgués surgieron un sinnú­

debates modernos. De hecho, cuan­

mero de públicos contrarios en com­

do el público es uno, homogéneo,

petencia, incluyendo a los nacionalis­

debemos sospechar que ha llegado a

tas, los públicos populares de campe­

serlo como fruto de procesos de

sino, públicos de mujeres de la élite,

exclusión, es decir, como efecto de

y públicos de la clase obrera".7 Hoy

factores profundamente anti-demo­

en día, podemos añadir los públicos

cráticos. Sin embargo, la ilusión de la

compuestos por diversos sectores

existencia de un "ámbito público"

étnicos y por las mujeres de sectores

único es compartida por la tradición

populares. Por otra parte, los discur­

liberal y aún por algunos de sus críti­

sos que

cos. Como nos lo dice Nancy Fraser,

como los de los obreros, los negros o

empleamos las mujeres,

el mismo Habermas concibe "el con­

los indígenas, tienen otros estilos,

finamiento institucional de la

emplean retóricas diferentes. El estilo

vida

pública a un solo ámbito público

masculino,

dominante" como "un

hecho se constituye en una barrera

estado

de

burgués,

blanco,

de

cosas positivo y deseable, mientras

para la participación de los grupos

que la proliferación de una multiplici­

marginales; inclusive, puede decirse

dad de públicos representa un aleja­

que el empleo de estilos alternativos

miento de la democracia más que un

se convierte en uno de los elementos

acercamiento hacia ella" s A pesar de

decisivos para esta marginación. Por

que la historia y los análisis políticos

todo lo anterior, podemos concluir,

tienden a ocultarlo, siempre ha habi­ do "una gran variedad de maneras de

dad igualitaria y multicultural sólo

.

con Fraser, que "la idea de una socie­

tener acceso a la vida pública y una

tiene sentido si suponemos la exis­

multiplicidad de terrenos públicos".

tencia de una pluralidad de terrenos

Por esta razón puede inclusive decir­

públicos en los que participen grupos

se que, en cierto sentido, "la visión de

con diversos valores y retóricas. Por

la mujer como una excluida del ámbi­

definición, una sociedad de

to público... se basa en una noción de

índole debe tener una multiplicidad

esta

lo público con prejuicios de clase y de

de públicos". Sólo así lograremos una

género." El público burgués, com-

sociedad justa, donde prevalezca la

6 Nancy Fraser, "Repensar el ámbito público: una contribución a la crítica de la democracia realmente existente", en Debate Feminista, México, 1991, p. 39. 7 Mary Ryan, "Women in Public: Between Banners and Ballots", citado en Fraser, loe. cit., p. 31.

27

equidad y donde se haya logrado una

valentes, y debido a que, en mi con­

democracia participativa.

cepto, la definición que ellas nos ofre­

EJ movimiento social de mujeres

cen corresponde a "movimiento femi­

constituye uno de esos públicos, y no

nista" más que al movimiento social

sólo hoy, en 1997. Desde siempre ha habido mujeres en las luchas y en los

de mujeres, la emplearé como base para definir al movimiento feminista.

debates, mujeres con las armas en la

Llamaré, entonces, movimiento femi­

mano en la época republicana y

nista

mujeres participando en los clamores

organizaciones, redes y grupos

al

conjunto de personas,

sociales, aunque a menudo no hayan

que, en una sociedad determinada,

logrado acceso a los micrófonos y

perciben la situación de las muje­

hayan tenido que recurrir a las ollas y

res como signada por la subordi­

los cucharones para ser oídas. Sin

nación social a Jos hombres, y

embargo, las mujeres hemos sido

luchan por eliminar la discrimina­

quizá algo más escuchadas reciente­

ción hacia la mujer, establecer la

mente, nos hemos vuelto un tanto

igualdad de oportunidades entre

más visibles, a partir de los movi­

los sexos, y por lograr la equidad

mientos de lo que Julia Kristeva llamó

de género. El movimiento social de

"la segunda ola" del feminismo, para

mujeres, en cambio, es el conjunto de

diferenciarla de los primeras luchas

personas, organizaciones, redes y

feministas de este siglo, encamina­

grupos que, en una sociedad deter­

das fundamentalmente a lograrr acce­

minada, luchan de maneras diversas

so a la educación superior y a conse­

por mejorar determinados aspectos

guir el sufragio.

de la situación de las mujeres. La

Antes de esbozar algunos rasgos

diferencia entre el movimiento femi­

de este movimiento feminista más

nista y el movimiento social de muje­

reciente, y de considerar sus relacio­

res consiste en que las personas y

nes y diferencias con el movimiento

organizaciones

social de mujeres, debemos definir lo

segundo dirigen sus esfuerzos de un

que

integran

el

que entendemos por uno y otro térmi­

modo u otro a eliminar ciertas situa­

nos. Partiré aquí de la definición que

ciones adversas o inequidades espe­

nos ofrecen Geertje Nijeholt, Virginia

cíficas, sin ser necesariamente cons­

Vargas y Saskia Wieringa de lo que

cientes, como sí lo es el movimiento

ellas llaman el "movimiento femeni­

feminista, de que esta lucha se enca­

no": Entendemos como tal el espec­

mina a la eliminación de una situa­

tro total de peronas que actúan en

ción social generalizada, que puede

forma individual, consciente e incons­

ser caracterizada como subordina­

organizaciones y

ción de la mujer. Como vemos, los

cientemente,

de

grupos ocupados en aminorar los

objetivos que persigue el movimiento

diversos aspectos de la subordina­

feminista son más profundos y de

ción

genérica por cuestiones

más largo alcance que los del movi­

de

miento social de mujeres.

sexo.a En su trabajo, las autoras usan

Por otro lado, desde el punto de

los términos femenino y feminista

vista de la cantidad y diversidad de

indistintamente, como si fueran equi-

sus integrantes, el movimiento social

28

de mujeres es más amplio y general,

varias autoras latinoamericanas en

y en cierta forma puede decirse que

un artículo sobre los encuentros femi­

contiene al feminista, aunque este

nistas de América latina y el Caribe,

último sea capaz de trazar derroteros

"Las feministas latinoamericanas . .

y orientar al primero. Ahora bien, aun­

.son apenas una parte de un movi­

que el feminismo puede aparecer

miento de mujeres más amplio, multi­

como un sector dentro del movimien­

facético y política y socialmente hete­

to social de mujeres, de hecho, al

rogéneo".9 O, según nos lo señala

menos teóricamente, podemos plate­

Virginia Vargas, "la vertiente más

ar la posibilidad de un feminismo que

numerosa del Movimiento (social de

se sitúe por fuera de este movimien­

mujeres] la constituyen las mujeres

to. Podemos así distinguir entre femi­

que, a partir de su rol reproductor

nistras que considen importante parti­

doméstico, han accedido a espacios

cipar activamente en el movimiento

públicos para contribuir a la subsis­

social, y feministas aislacionistas que

tencia y el bienestar familiar". Estas

no lo hagan, por ejemplo por estar

mujeres, en su mayoría actuando

convencidas de que lo que se debe

como madres, "no ven en su nuevo

construir es un ghetto utópico, exclu­

papel una distinción tajante entre lo

sivamente femenino y separado del

privado y lo

resto de la sociedad. Este último tipo

desempeño exige mantenerse en lo

público, ya que su

de feminismo ha existido realmente

privado cuando se inserta en lo públi­

en países como Dinamarca y Suecia,

co".10 Por su gran número, y por la

sobre todo en la década de los 80;

fuerza sorprendente que estas muje­

este hecho histórico nos permite

res desarrollan cuando se les da la

establecer que, al menos hipotética­

menor oportunidad, este sector, y

mente, es posible ser feminista sin

todos los sectores populares y gru­

pertenecer al movimiento social de

pos de base, presentan el potencial

mujeres. Por otra parte, encontramos

más grande y más prometedor, la

en Colombia y en el mundo grupos

fuente más grande de esperanzas

de mujeres y mujeres independientes

para el movimiento social de mujeres.

que están activas en el movimiento

Por otra parte, el movimiento social

social pero que no son feministas.

de mujeres tiene en el feminismo uno de los motores que más lo energizan

Evidentemente, la participación mayoritaria de las mujeres en el

y lo impulsan, aunque no todas lo

movimiento no la podemos reclamar

saben ni lo aceptan. El feminismo es

las feministas. Como lo expresan

(o debe constituirse, si no lo es pie-

8

Geertje Lycklama a Nijeholt, Virginia Vargas, Saskia Wieringa, "Introducción",

Triángulo de poder, Bogotá: Tercer Mundo, 1996, p.6. 9 Nancy Saporta, Marysa Navarro, Patricia Chuchryk y Sonia Alvarez, "Feminismo en América Latina: De Bogotá a San Bernardo", en Mujeres y participación polt1ica. Avances y desafíos en América Latina, Magdalena León, compiladora, (coedición U.Nacional, Uniandes y Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1994), p. 75. 1O Magdalena León, "Presentación", en Mujeres y participación política. Avances y desaffos en América Latina, op. cit., p. 19.

29

namente) en el corazón y el cerebro

más liberales e ilustradas insisten en

del movimiento social de mujeres, en

no ser "ni feministas ni machistas",

el sentido de que las ideas feministas

como si estas dos posiciones corres­

deben servir y con frecuencia sirven

pondieran a dos peligrosos extremis­

de catalizador para que mujeres de

mos. Este tipo de aclaraciones, así

todas las clases sociales, profesio­

como la constante referencia en los

nes, edades, y regiones, se atrevan a

medios masivos a "las feministas"

sus derechos; por otra

como seres revanchistas y anti-hom­

parte, el feminismo debe contribuir, y

bres, se basan en una concepción

de hecho contribuye con sus análisis,

errónea y bastante generalizada de lo

reclamar

a develar injusticias que para muchos

que es el feminismo, según la cual

y muchas aparecen veladas y encu­

éste es simplemente la otra cara de la

biertas por la costumbre y la tradi­

moneda del machismo. Afortunada­

ción. Los principios de igualdad y

mente, existen otras definiciones del

equidad proclamados por el feminis­

término. Aún un monumento al tradi­

mo permiten a muchas despertar a la

cionalismo, e incluso al sexismo,

posibilidad de luchar por sus intere­

como el Diccionario de la Real Aca­

ses, aunque a menudo Intervienen

demia Española (DRAL) nos ofrece

otros factores (pienso aquí, por ejem­

una definición muy diferente: Femi­

plo, en el caso de madres que viven

nismo, nos dice este Diccionario, es

su rol reproductivo de una manera

una "Doctrina social favorable a la

muy tradicional, pero que en un

condición de la mujer, a quien conce­

momento dado se atreven a hacer

de capacidad y derechos reservados

una fuerte presencia pública para

hasta ahora a los hombres". No se

protestar contra los regímenes políti­

dice nada aquí sobre revanchas con­

cos, reclamando la aparición de sus

tra los hombres, ni de invertir los

familiares desaparecidos, torturados

papeles de dominación anteriormen­

o secuestrados).

te ejercidos por ellos para que que­ den ahora en manos de ellas. Ser

Sin embargo, por mucho que nos duela a las feministas, debemos

feminista,

reconocer que en Colombia somos

reconocer que en nuestras culturas y

pocas quienes nos

sociedades se ha pensado que las

reconocemos

entonces,

consiste

en

como tales. No sé cuál será la situa­

mujeres carecemos de capacidades

ción en otros países de América Lati­

intelectuales o morales que sí tienen

na, pero entre nosotras y nosotros, la

los hombres, pero que esta idea es

palabra feminismo ha llegado a con­

errónea, pues las mujeres, si se nos

vertirse en anatema. Con mucha fre­

educa para ello, podemos ejercer un

cuencia, las mujeres que desde el

liderazgo, desempeñar cualquier tra­

estado, desde las ONG's o desde

bajo y desarrollar cualquier actividad

grupos de base trabajan por mejorar

intelectual; que por otra parte ha

la condición de las mujeres, se creen

habido en nuestras sociedades tradi­

en la obligaciación de aclarar que

cionales derechos reservados a los

"ellas no son feministas", como si

hombres, que la justicia reclama que

serlo fuera un verdadero estigma.

eliminemos aquellas discriminacio­

Otras personas, queriendo mostrarse

nes que aún persisten y que debe-

30

mos lograr la igualdad de oportunida­

muchas personas en Colombia, no

des entre hombres y mujeres. Si

sólo el feminismo, sino los cambios

usted acepta estas ideas, según el

de las situaciones de las mujeres han

ORAL usted de hecho es feminista.

ido demasiado lejos. "Con todo lo que

Las feministas desde hace por lo

han logrado, ¿quieren más?", parece

menos dos décadas hemos preconi­

ser el grito de algunos caballeros. A

zado la liberación de ambos sexos de

personas como éstas sólo podemos

la tiranía de roles sexuales y roles de

repetirles las estadísticas que cité al

género constrictivos; buscamos que

principio, e invitarlas a reflexionar

la mujer conquiste la autonomía y

sobre el hecho de que las mujeres

que al hombre se le permita la ternu­

también somos seres humanos, que

ra y la libre expresión de sus senti­

tenemos tanto derecho a disfrutar del

mientos. La sociedad que avizora­

planeta, del país y de la ciudad como

mos es una sociedad más libre y más

los varones, y a decidir sobre los des­

igualitaria. De hecho, la contrapartida

tinos de cada uno de estos ámbitos.

del machismo podría ser el "hembris­

Por eso, una mujer que se incorpora

mo" o el "mujerismo", mas no el femi­

al mercado de trabajo es una mujer

nismo, que se opone al machismo de

que ejerce por primera vez un dere­

la misma manera en que la democra­

cho que siempre ha tenido, aunque le

cia se opone a la tiranía o la dictadu­

era negado, y no una mujer que le

ra ¿Por qué, entonces, se ha extendi­

"quita" el trabajo a un hombre, ni que

do tanto esa fea caricatura del femi­

lo desplaza. Una mujer que dirige una

nismo? No creo que haya una sola

empresa, o que conquista un alto

razón para ello, pero quizá una de las

cargo administrativo o político, no

más inmediatas sea la campaña anti­

está construyendo un matriarcado,

feminista que ha prevalecido en los

sino resarciendo levemente un dese­

medios masivos durante años entre

quilibrio milenario. Pienso que estas

nosotros. En Estados Unidos y en

posiciones serían fácilmente acepta­

muchos países de Europ;;�, aunque

das por la mayorfa de las integrantes

muchas personas consideran que las

del movimiento social de mujeres,

feministas estamos equivocadas en

aún aquellas que rechazan lo que las

algunos de los métodos que quere­

han acostumbrado a creer que es el

mos emplear para obtener la igual­

"extremismo feminista�. Ahora bien

dad de oportunidades entre hombres

debemos reconocer que al menos

y mujeres, sólo algunos sectores fun­

una parte de las razones por las cua­

damentalistas muy retrógrados nie­

les las feministas no hemos logrado

gan que este ideal feminista es justo.

convencer a grandes sectores de la

Algún día habrá que emprender la

sociedad, ni aún a la mayoría de las

labor de reconstruir la historia de

participantes en el movimiento social

cómo el término "feminismo" llegó a

de mujeres, pueden encontrarse en

tergiversarse tan radicalmente en

errores históricos nuestros, o más bien, posiciones que hemos tenido

este país. Por supuesto que no se trata

que ir modificando. Durante la segun­

solamente de deformaciones semán­

da ola del feminismo, de hace veinte,

ticas.

veinticinco, o más años, muchas de

Desafortunadamente,

para

31

nosotras tendíamos a hablar de "la

que nos permite verlas de una mane­

experiencia femenina", sin reparar en

ra diferente. Mientras anteriormente

el hecho de que lo que proponíamos

el poder aparecía como algo que o

como válido para todas se basaba en

bien se tenía o no se tenía, ahora nos

las vivencias de sólo un determinado

damos cuenta, con base en los plan­

sector social: el de las mujeres adul­

teamientos de Foucault, de que el

tas de clase media y de la etnia domi­

poder circula entre todos los actores

nante. Esta tendencia afortunada­

sociales, y que los dominados y las

mente ha cambiado. En este momen­

dominadas participamos activamente

to encontramos en el movimiento una

de muchas maneras en nuestra pro­

mayor conciencia de que ni las expe­

pia dominación, en parte a través de

riencias que vivimos ni los problemas

discursos discriminatorios que gene­

a los cuales nos enfrentamos las

ramos y repetimos. Mientras anterior­

mujeres son idénticos para todas,

mente el poder aparecía como algo

sino que difieren a menudo depen­

que surgía de la cúspide, de los que

diendo de la clase social, la etnia, la

ostentan las posiciones hegemóni­

edad. Aunque todas las mujeres

cas, y se desplazaba hacia la base

sanas menstruamos, todas tenemos

de la sociedad, hoy se tiende a con­

la capacidad de dar a luz, todas a

cebir el poder como algo que parte de

cierta edad llegamos a la menopau­

los discursos que todos empleamos y se desplaza en todas direcciones.

sia, estas experiencias corporales aparecen simbolizadas y vividas de

Mientras en el pasado considerába­

manera leve o profundamente dife­

mos el poder como algo que reprimía,

rente debido a diversos factores cul­

ahora lo vemos como algo producti­

turales y sociales. Además, ni las

vo, una capacidad de generar rela­

situaciones sociales, laborales, edu­

ciones, concepciones, y discursos.

cativas son idénticas, ni las relacio­

Desde esta nueva concepción, las

nes entre los géneros revisten las

mujeres no somos sólo el objetivo,

mismas características entre hom­

aquellas cuya dominación constituye

bres y mujeres de distintas clases, ni

la meta de la ideología patriarcal, y

de diferentes etnias o diferentes

que por ende sus víctimas, sino tam­

generaciones. Por eso, cada vez

bién las co-agentes y co-autoras de

más, insistimos en la diversidad de

esa ideología, a la vez que las cons­

feminismos y la diversidad de situa­

tantes productoras de múltiples for­

ciones de los distintos sectores de

mas de resistencia. Aquí, sln embargo, nos encontra­

mujeres.

mos con un problema. Por el hecho

Otra tendencia del pasado que ahora reconocemos como obsoleta,

de que estemos trascendiendo el

es la propensión a la queja, a conce­

nivel de las quejas, superando el sín­

bir a la mujer como una víctima de la

drome de la víctima inocente, ¿pode­

subordinación social que padecía y

mos acaso olvidarnos de nuestra rei­

padece. Hoy, partiendo de autoras

vindicaciones no conseguidas? A

como Joan Scott, Teresa de Lauretis,

algunos y algunas les podrá parecer

y otras, hemos incorporado una com­

repetitivo, aburrido, tedioso, que con­

prensión de las relaciones de poder

tinuemos reclamando lo que miles de

32

veces hemos exigido, sin conseguirlo

les, que informaron desde antes de

plenamente. Evidentemente es nece­

1970 sobre las propuestas feministas

sario ser creativas y renovar nuestros

y sus tendencias en Estados Unidos y

discursos, pero no por ello podemos

Europa".11 Efectivamente, recuerdo el

dejar de clamar en contra de la injus­

impacto de aquellas lecturas, algunas

ticia, de la inequidad. Debemos, ade­

sensacionalistas, simplistas, intentan­

más, hacerlo sin pedir nunca excu­

do reducir el movimiento a unas cuan­

sas, sin timidices ni reticencias, e

tas

incluso con una ira saludable que no

habían quemado un brassiere en algu­

nos permita caer en el resentimiento.

na calle norteamericana, y otras más

histéricas que

supuestamente

Porque no puede haber democracia

reflexivas, más simpatizantes. Otras

si es necesario excusarse por repetir un reclamo justo que no ha sido satis­

autoras, en cambio, ubican el naci­ miento del nuevo feminismo en la

fecho; si pedimos disculpas por exigir

lucha contra los regímenes militares

que se nos permita disfrutar de lo que

de la década de los 70: "Los feminis­

por derecho es nuestro, no podremos

mos contemporáneos en América Lati­

romper totalmente las ataduras de la

na nacieron ... intrínsecamente como

falta de autonomía, de la dependen­

movimientos de oposición... La segun­

cia, de la sumisión.

da ola feminista en América Latina

Dicho todo lo anterior, podemos

nació de la "nueva izquierda" . . . el

pasar ya a considerar algunos aspec­

prototipo de la activista femenina lati­

tos del resurgimiento del feminismo en Colombia, de esa segunda ola que

noamericana era una exestudiante radical militante o guerrillera y diffcil­

nos muestra muchos hilos de continui­

mente una "señora" burguesa obsesio­

dad con el movimiento actual. La refle­

nada con sus propios problemas,

xión sobre el pasado reciente nos

como muchos izquierdistas quisieron

puede dar luces sobre las fuerzas que

hacernos creer" .12 Para reconciliar

han estado y están todavía en juego.

estas dos visiones diferentes, pode­

Afortunadamente, contamos ya con

mos apelar a la posición más matizada

varios trabajos publicados sobre el

de Carmen Lucía Giralda, quien, si

tema. Estos, como era de esperarse,

bien reconoce que el surgimiento de

presentan algunas perspectivas dife­

"la etapa más reciente del movimiento

rentes. Norma Villareal, por ejemplo,

feminista" ocurre en los años 60 y 70

sostiene que "Para llegar a los oríge­

en países como Inglaterra y Estados

nes del nuevo feminismo en Colombia

Unidos, también lo ubica en el contex­

hay que considerar la difusión de artí­

to de "los movimientos radicales o

culos en revistas y periódicos naciona-

revolucionarios

con

los

que

se

11 Norma Villareal, "El camino de la utopía feminista en Colombia, 1975-1991", en i a Latina, Magdalena Mujeres y parlicipación política. Avances y desafíos en Amérc León, compiladora, (coedíción U.Nacional, Uniandes y Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1994), p.183. 12 Nancy Saporta, Marysa Navarro, Patricia Chuchryk y Sonia Alvarez, "Feminis­ mo en América Latina: De Bogotá a San Bernardo", en Mujeres y parlicipación polftica, op. cit., pp. 72-74.

33

encuentra aliado, o de los cuales se

la terminación de los convenios ente

ramificó: el movimiento estudiantil, el

la Universidad del Valle y fundaciones

hippismo, las luchas de los jóvenes en

norteamericanas como la Ford y la

todas sus variaciones y las luchas del

Kellogg. En él, quizá por primera vez

tercer mundo".13

en la historia caleña, una de las diri·

En relación con este tema, puedo también recurrir a mi propia experien­

gentes estudiantiles más prominen­ tes, más elocuentes y movilizadoras

cia como feminista aquí en Cali.

era una mujer, una estudiante de la

Según recuerdo, a partir de 1975 se

entonces Facultad de Trabajo Social,

produce en nuestro movimiento un

una jovencita diminuta con rasgos

fenómeno que podríamos llamar un ir

aparentemente orientales: Vicky Don­

y venir entre condiciones autóctonas

neys, a quien apodaban "la vietnami­

y situaciones internacionales.14 Gru­

ta". Sus dotes de líder, la fogosidad y

pos relativamente pequeños de muje­

coherencia de su discurso, y los mis­

res venían respondiendo a llamados

mos encarcelamientos que padeció,

provenientes del exterior a la vez que

la convirtieron en una leyenda en

basados en situaciones nuestras. En

Cali. A su vez, este movimiento, que

Cali, por ejemplo, desde 1970 había

tuvo su clímax en la muerte, el 26 de

venido gestándose un movimiento

febrero de 1971, de Jalisco, el estu­

estudiantil muy bien organizado y exi­

diante de Educación Física, Edgar

toso, que consiguió cambiar radical­

Mejía Vargas, se inspiraba, no sólo

mente la cara y todo el modus viven­

en la situación interna de la Universi­

di de la Universidad del Valle, cuyas

dad del Valle y del país, sino también en las luchas de los estudiantes nor­

estructuras internas eran rfgidas y autoritarias, y cuya composición estu·

teamericanos contra la guerra en

diantil era francamente elitista. Fue

Vietnam, y en los ideales del movi­

orientación

miento estudiantil de Mayo de 1968

izquierdista y con la participación de

en París. Poco después de que se

muchos jóvenes de clase media y

constituyera el Grupo Amplio por la

clase alta de esta ciudad, un movi­

Liberación de la Mujer, a raíz de la

un

movimiento

con

miento que culminó en la salida del

proclamación del Año de la Mujer en

Rector, Alfonso Ocampo Londoño, y

1975 (y posteriormente de la convo-

13 Carmen Lucía Giraldo, "Las nuevas protagonistas del movimiento social: el movimiento social de mujeres", en Discurso, Género y Mujer (Cali: Centro de Estudios

de Género, Mujer y Sociedad, Universidad del Valle, 1994), p. 250. 14 Este movimiento dialéctico entre lo extranjero y lo autóctono se presentaba ya en las luchas feministas de "la primera ola", que en Colombia podemos situar entre 1930 y 1957. A pesar de que algunas activistas colombianas de los años 30 veían a las sufragistas británicas y norteamericanas como extremistas "que llegaban al ridfculo", el discurso de las sufragistas colombianas planteaba "idénticas reivindicaciones emanci­ padoras" de la "servidumbre femenina" al de las feministas de ultramar. Al mismo tiem­ po, las realidades históricas de esa primera mitad del siglo en Colombia impusieron su propia lógica en la lucha de las mujeres (Véase Lola G. Luna, "Los movimieintos de mujeres: Feminismo y feminidad ,en Colombia (1930-1943)", en Boletn í Americanista, No. 35, Universitat de Barcelona, septiembre de 1986, pp. 172, 174).

34

catoria de la Conferencia Interna­

izquierda tuvo mucho peso sobre el

cional de la Mujer de México por las

feminismo latinoamericano, herencia

Naciones Unidas), Vicky entró a for­

que llevó a las primeras feministas a

mar parte de él. En este hecho

prvilegiar la lucha de clases sobre el

encontramos reunidos el activismo

género", pronto las mujeres descu­

político

brieron por lo menos dos razones

estudiantil

autóctono

de

orientación izquierdista, oponiéndose

para desafiar la noción de la izquier­

a la tiranía de una educación autori­

da sobre los feminismos buenos y

taria y tradicionalista, y la influencia

malos. En primer lugar, al trabajar

de un organismo internacional, la

con mujeres de las clases populares,

ONU, a su vez movilizado por el

las feministas aprendieron que los

movimiento feminista europeo y nor­

denominados temas tabú tales como

teamericano. Más allá de su caso

la sexualidad, la reproducción o la

personal, podemos ver en Vicky Don­

violencia contra la mujer eran de inte­

neys, líder-estudiantil-convertida-en­

rés e imporlancia para las mujeres de

feminista, un símbolo de los muchos

la clase obrera...

cambios

lo

Mientras los parlidos políticos

menos a un sector de la sociedad

intentaban manipular las organizacio­

caleña durante la década de los 70.

nes

Por

que

otra

sacudieron

por

parte, muchas

inte­

de mujeres imponiendo sus

agendas políticas al movimiento y la

grantes del grupo venían de partidos

izquierda masculina continuaba insis­

y organizaciones, pues la de los 70

tiendo en que el sexismo "desapare­

fue una década de un fervor revolu­

cería después de la revolución� las

cionario sin precedentes en toda

feministas encontraron una segunda

América Latina. Era ésta una época

razón para desafiar la noción de que

en la cual lo que estaba sucediendo

la lucha de género era inherentemen­

en Cuba, en el Chile de Allende, en

te divisoria. Al argumentar que los

Uruguay, en varios países de Centro

parlidos dominados por los hombres

América, producía una gran euforia

buscaban utilizar y dirigir las luchas

entre los izquierdistas, y una impre­

de las mujeres. la crítica feminista de la izquierda se hizo más aguda.1s

Sión generalizada de que se estaba a las puertas de un triunfo general del

En cualquier caso, también estas

socialismo en toda la reg1ón. Muchas

mujeres provenientes de los partidos y

mujeres participaron en estos proce­

las organizaciones de izquierda reci­

sos; una porción de ellas ingresaría

bieron

luego a las filas feministas. La mayo­

movimiento polftico internacional, que

ría de estas mujeres daba muestras

sin embargo se manifestaba de mane­

diversas

influencias de un

de una profunda decepción hacia las

ras distintas e interactuaba con las

entidades de izquierda, y resentfa su

condiciones particulares de cada país.

tendencia a manipular el movimiento

Otras mujeres, como yo, llegamos

de mujeres. Si bien "el legado de la

al movimiento feminista después de

15 Saporta, Navarro, Chuchryk y Alvarez, wFeminismo en América Latina: De Bogo­ 15 Saporta, Navarro, Chuchryk y Alvarez, "Feminismo

tá a San Bernardo", op. cit., pp

en América Latina: De Bogotá a San Bernardo", op. cit., pp. 77-78.

35

un trabajo pastoral libertario en la

tes (aunque inconsciente) era la de

Iglesia Católica, inspirado por la teo­

ejercer un liderazgo como mujeres en

logía de la liberación y todo el movi­

una organización tan patriarcal como

miento post-concilio Vaticano 11, tra­

la Iglesia Católica. Quizá por todo lo

bajo, sin embargo, que había sido

anterior, cuando el grupo se disolvió

perseguido y ahogado por la jerar­

me encontraba en una disposición

quía eclesiástica. Bajo la consigna de

especialmente favorable para recibir

"Jesús como Señor de la historia",

con agrado la invitación a integrarme

grupos de hombres y mujeres laicos

a un grupo feminista. Para mí, como

ejercíamos un apostolado considera­

para tantas otras, el llamado de las

do inseparable del proceso de la con­

Naciones Unidas se convertía en la

cientización del pueblo sobre su pro­

oportunidad

pia situación económica y política. Se

conciencia de necesidades latentes,

para

una

toma

de

pensaba la evangelización como ínti­

sentidos a lo largo de nuestra corta

mamente ligada a la construcción de

vida, la ocasión para un auto-descu­

comunidades de base; la ideología

brimiento, para reconocer y expresar

de nuestro "equipo de pastoral" se ali­

insatisfacciones que habíamos expe­

mentaba de la "Pedagogía del oprimi­

rimentado desde siempre.

do" propuesta por Pauto Freire; el

A partir de allí. nos embarcamos

ejemplo que nos marcaba el derrote­

en muchos estudios y reflexiones:

ro era el de Monseñor Helder Cáma­

nuestras lecturas iban de Simone de

ra, con su prédica y su participación

Beauvoir a norteamericanas como

en el trabajo en pro de los pobres de

Betty Friedan y Juliette Mitchell. Nue­ en

nuestro

debates

la

las favelas brasileñas. Por nuestra

vamente,

identificación con estas posiciones y

influencia extranjera interactuaba ine­

nuestra toma de partido por los sec­

vitablemente con realidades nues­

tores oprimidos de la sociedad caleña

tras. También realízamos actos públi­

fuimos severamente reprimidos: los

cos, marchas, trabajos académicos.

nuestro

En ocasiones nos aliábamos con

fueron trasladados a otras

organizaciones más antiguas, como

parroquias o inclusive a otros depar­

la Unión de Ciudadanas de Colom­

sacerdotes grupo

que .dirigían

tamentos, la trabajadora social fue

bia, con grupos que se movilizaban

despedida, y los laicos y las laicas

en torno a los derechos sexuales y

sufrimos denuncias, algunas de las

reproductivos, y teníamos algunos

cuales llegaron a manos de nuestros

vínculos más o menos indirectos con

empleadores. Algunas religiosas, que

algunos grupos de base y organiza­

empezaban a encontrar su propia voz

ciones de izquierda. Fuimos dura­

en el contexto seriamente sexista de

mente criticadas y riduculizadas por

las órdenes religiosas, sufrieron los

columnistas

peores castigos y restricciones. El

hecho, nos captamos sólo sectores

grupo en el cual yo militaba era

muy reducidos y marginales de la opi­

mayoritariamente

nión pública.

femenino;

en

y

caricaturistas.

De

retrospección, pienso que una de

Sin embargo, de esa experiencia

nuestras motivaciones más importan-

muchas salimos fortalecidas, dotadas

36

de una perspectiva femeninista que

dos en este país, al menos parcial­

ya no abandonaríamos. Algunas pro­

mente, por parte de algunos sectores

cedieron a fundar otros grupos, Inclu­

gubernamentales.

yendo organizaciones de asistencia a

década de los 80 comienza a verse la

Así,

desde

la

mujeres de diversos sectores; otras

formulación de políticas guberna­

incorporamos nuestra perspectiva

mentales como la de las Mujeres

feminista a nuestro trabajo en el

Rurales, (1984 y 1993), la de "Salud

mundo académico; aún otras pasa­

para las mujeres, mujeres para la

ron a trabajar con el estado, con fun­

salud (1992), y finalmente, la Política

daciones y otras orgamzaciones no­

de Equidad y Participación para la

gubernamentales o con la empresa

Mujer o EPAM (1994).

privada, y en ocasiones lograron tam­

Por

último,

la

movilización

bién darle una orientación feminista

nacional en torno a la Asamblea

al trabajo con mujeres, aún cuando

Constituyente nos toca con mucha

no siempre se les permitiera recono­

fuerza a las mujeres, que participa­

cerlo abiertamente en su desempeño

mos conformando mesas de trabajo

profesional. También se fundaron dos

cuya labor posteriormente serviría de

revistas: la segunda generación de

base para la creación de la Red

Cuéntame tu vida, y La Manzana de

Nacional de Mujeres. En la Constitu­

la Discordia. Un grupo de feministas

ción de 1991 quedan plasmados prin­

participó activamente en la concep­

cipios como la igualdad de derechos

ción y creación de la Oficina de la

y oportunidades entre el hombre y la

Mujer en la Alcaldía de Cali, que se

mujer (Art.

convertiría en modelo para muchas

todas las formas de discriminación

otras similares entidades o depen­

conta la mujer {Art. 13), la partici­

43),

la eliminación de

dencias municipales en el pafs. Ya en

pación de la mujer en niveles deciso­

esta década, se fundó el Centro de Estudios de Género en la Universi­

rios de la administración pública (Art 40), principios que deberán ser de

dad del Valle.

largo alcance, cuyas posibilidades

Paralelamente,

el

movimiento

para la construcción de la democra­

feminista en el exterior continuó ejer­

cia aún no hemos explotado sufi­

Ciendo una influencia cada vez más

cientemente. Desde 1995, se crean

mayor en organismos internaciona­

el Consejo Nacional y los Consejos

les, produciendo cambios de actitu­

Territoriales de Planeación, siempre

des y de políticas en fundaciones,

con participación femenina, y distin­

bancos, y en otros entes financiado­

tas entidades gubernamentales se

res de proyectos de desarrollo, así

empeñan en la implementación de la

como en las mismas Naciones Uni­

EPAM, a través de múltiples proyec­

das. Con el tiempo, el trabajo de

tos encaminados a la incorporación­

muchas organizaciones no-guberna­

de la perspectiva de género a los pla­

mentales de mujeres a nivel interna­

nes y programas de desarrollo. Evidentemente,

cional crea un clima de aceptación de

gran

parte de

feministas que

estos logros no habrían sido posibles

permite que algunos de nuestros pro­

sin la presión externa de organismos

pios planteamientos sean escucha-

internacionales. Pero si no hubiera

los planteamientos

37

habido en Colombia, tanto en la capi­

obreras, así como muchas organiza­

tal como en las regiones, mujeres con

ciones femeninas en el ámbito políti­

una trayectoria feminista y de partici­

co y académico estamos

pación en el movimiento social de

pasos para lograr articular nuestros

mujeres, lideres capaces de respon­

esfuerzos en torno a la consecución de nuestros objetivos.

der a estos retos, tales acciones

dando

como la promulgación de la EPAM y

Además, sabemos que nuestro

la creación de la Dirección Nacional

trabajo no se encamina a obtener

de Equidad para la Mujer no habrían

simples cambios puntuales. A lo que

encontrado un sentido propio; hubie­

apuntamos es a un cambio radical de

ran sido acciones importadas, sin nin­

toda la sociedad, de toda nuestra cul­

gún arraigo en nuestra realidad.

tura. Por eso les planteo la necesidad

Estos proyectos se construyeron con

de una utopía, no como una visión

la participación de mujeres que vení­

rígida que se convierta en dogma,

an de estos movimientos, y es por

sino como un sueño amable que

esta

debemos ir reconstruyendo siempre.

razón

que

las

mujeres

en

Colombia podemos reconocernos y

No

apoyarnos en ellos para adelantar

generalizada para todo el movimiento

nuestros intereses colectivos. Las feministas

no

podemos invocar una

utopía

social de mujeres, ya que, por defini­

éramos

ni

ción, un movimiento de este tipo es

somos muchas mujeres; quizá ni

heterogéneo, está conformado por

siquiera

una

grupos y personas con visiones y uto­

masa crítica, pero sí somos cada vez

pías diferentes. Existen, sin embargo,

más. Falta mucho camino por reco­

muchos elementos comunes en las

rrer para que las potencialidades de

diferentes visiones de los cambios

la Constitución se hagan realídad,

que la mayorfa de nosotras quiere

para

la

realizar. Podemos encontrar muchos

conciencia de un número significativo

de estos elementos en la Plataforma

constituyamos

que

logremos

aún

movilizar

de mujeres, a fin de que masivamen­

de Acción de la IV conferencia Mun­

te exijamos las condiciones necesa­

dial de la Mujer en Beijing, en algunos

rias para ejercer nuestros derechos.

lineamientos de la m1sma política

Evidentemente existe una inerc1a que

nacional (EPAM), en las diversas

se opone a la realización de estos

reflexiones sobre las maneras en las

objetivos, a nuestra inclusión equitati­

cuales podemos convertir en realidad

va en todos los niveles y secto res de

los principios consignado en la Cons­

la sociedad, así como existen facto­

titución de 1991, en nuestros propios

res políticos que tienden a convertir la

sueños de hoy y de toda la vida. Pero

participación de la sociedad civil en

es indudable que nadie puede arro­

una farsa. en el caso de las mujeres

garse el derecho a hablar sobre este

como en el de todos los ciudadanos.

tema en nombre de todo el movimien­

Pero la Red Nacional de Mujeres, la

to. La construcción de una plataforma

Red de Derechos Sexuales y Repro­

mínima para el movimiento social de

ductivos, la de Mujeres Negras, los

mujeres es una tarea que aún tene­

múltiples grupos y organizaciones de

mos por delante.

mujeres

indígenas,

campesinas,

Por lo tanto, sólo a manera de

38

ejemplo de una utopía feminista,

de derivar fuerza a partir d e la expre­

quiero compartir con ustedes la mfa

sión tanto de nuestras posibilidades

propia. Ella consiste en superar tanto

como de nuestra incompletud, así

las estrecheces del modelo tradicio­

como múltiples formas de lo masculi­

nal de femineidad, fundamentado en

no como autonomía e Independencia,

la dependencia y la falta de autono­

que no nos obliguen a adoptar la

mla, como las actitudes copiadas del

pose del dominador. Abracemos la

modelo masculino en que caemos

diversidad, para que haya mujeres

muchas veces quienes rechazamos

muy femeninas, y hombres igualmen­

la sumisión y la subordinación de la

te femeninos, si quieren serlo, a la

mujer. Mi propuesta es que trascen­

vez que hombres muy masculinos, y mujeres que también lo sean si ese

damos ambas posiciones, para que no seamos ni inermes, ni incapaces

es su deseo, así como seres bise­

de amrnos a nosotras mismas, como

xuales síquica y simbólicamente y en

el estereotipo de la mujer tradicional,

distintos grados, sin que esto impli­

ni arrogantes, con pretensiones de

que necesariamente homosexualis­

omnisciencia y omnipotencia, con

mo, pero sin que se rechace tampoco

dificultades para admitirnos capaces

a quienes ostenten esta orientación

de sentir dolor o incertidumbre, como

sexual. Y que todo esto suceda en el

el estereotipo del varón tradicional.

marco del respeto a los derechos de

Rescatemos, desde muchas posicio­

todos, sin discriminaciones ni subor­

nes de clase y de etnia, desde gene­

dinaciones. Que sea esta utopía la

raciones distintas, múltiples formas

que nos muestre el camino del ingre­

de lo femenino como una capacidad

so al nuevo milenio

39