Poder Obrero. Historias de vida y lucha sindical

Poder Obrero Historias de vida y lucha sindical Paco Ignacio Taibo II Janette Góngora Antonio Villalba Luis Hernández Navarro Margarito Mendoza Salva...
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Poder Obrero Historias de vida y lucha sindical

Paco Ignacio Taibo II Janette Góngora Antonio Villalba Luis Hernández Navarro Margarito Mendoza Salvador Arellano Esperanza Gómez Villa Víctor Castillo López Ana Rosario Flores Martínez Juan Carlos Cortés Castillo Jorge Alberto Fernández Jorge Robles

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Portada de Víctor Soler Claudín Corrección de estilo de Belarmino Fernández y Jorge Robles Primera edición, 2009

Las opiniones contenidas en este libro son responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente el pensamiento de la Fundación Friedrich Ebert

Se puede copiar todo o en parte, mencionando la fuente. Impresión: Power Color, S.A. de C.V. Diciembre de 2009

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Índice Poder Obrero. La lucha de los trabajadores de Spicer

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Antonio Villalba: la ceremonia del adiós

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Cómo se obtiene un registro sindical en el culo del diablo

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Soy obrero ¿y qué?

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Pagando por trabajar: la lucha por la dignidad en las gasolineras del D.F. 47 STRACC, la utopía alcanzable 50 Algunas historias que se desprenden de perseguir la utopía Contacto en Italia. La presencia del fascismo en la legislación laboral mexicana

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Poder Obrero La lucha de los trabajadores de Spicer Paco Ignacio Taibo II INTRODUCCIÓN Cuando este folleto que tenía por misión ser un instrumento más en la lucha de Spicer se encontraba en imprenta, las autoridades del Trabajo impusieron una “solución a nuestro conflicto”. Nos encontrábamos en el 27 día de huelga de hambre y llevaba nuestro conflicto 119 días. Cercados por la presión económica y el agotamiento físico, nos encontramos ante la disyuntiva de la represión o la retirada. En la última semana, habíamos sostenido firmemente la toma de la Secretaría del Trabajo, nuestras mujeres e hijos se habían mantenido en el interior de ésta, haciendo manifestaciones, los chavos, presionando incesantemente Los compañeros de Mexicana habían realizado una manifestación de apoyo en Atzcapotzalco, el Spaunam había vuelto a parar la Universidad, se habían celebrado dos mítines en el campamento, que habían culminado con marchas a la Secretaría del Trabajo. El segundo, coordinado por la Tendencia Democrática del Suterm, a que habían asistido secciones de provincia. En Chihuahua, la jornada de solidaridad con nuestra lucha había sido un éxito: en los mítines habían participado secciones del Minero Metalúrgico que no se someten a la tutela de Napoleón. En Europa, la televisión de algunos países había denunciado el “caso Spicer”. Había sido una semana más de lucha continua y agotadora. En esas condiciones, la Secretaría del Trabajo1 nos puso ante el ultimátum: O aceptar las condiciones, o represión (claro, no fueron estas las palabras usadas, fueron más elegantes). ¿Qué se nos ofrecía? A cambio de la desaparición de nuestro Sindicato Independiente en Spicer, reinstalaban a 485 compañeros, se les daba aproximadamente el 45% de salarios caídos, se les otorgaban 100 plantas a los eventuales, se les reintegraba a su turno y puesto. Se liquidaban con el 100% y el 100% de salarios caídos a 127 compañeros. Las plantas que dejaban libres también pasaban a nuestros compañeros que reingresaban. Se retiraban las demandas penales que existían contra buena parte de nuestro comité y asesores.

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Porfirio Muñoz Ledo, Secretario del Trabajo y Previsión Social

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No nos tentó el dinero. Pero cuando la asamblea general se preguntó: ¿Podemos sumar más fuerzas independientes en esta lucha, suficientes para derrotar al bloque de la patronal, al Con­greso del Trabajo y al Estado? ¿Podemos seguir resistiendo la huelga de hambre? ¿Podemos seguir a pesar del desgaste de la gran mayoría de la base? La asamblea resolvió que no. Para ese momento habían pasado 121 días de combate, la huelga de hambre había resistido 29 días. A pesar de que no hemos logrado el objetivo por el que se anunció nuestro conflicto, no hemos sido derrotados. O más bien, dentro de la derrota hay una gran victoria. Los despedidos saben que el camino de una lucha más larga se abre. Cumpliremos unos y otros con nuestros compromisos. La última asamblea del Sindicato Nacional de la Industria del Hierro y el Acero, Sección Spicer, no fue una asamblea de derrotados. Fue una asamblea de luchadores que habían sido batidos en una batalla, que se preparaban para seguir la guerra. En pie, los 612 que quedábamos, cantamos “No nos moverán” y “Venceremos.” Las lágrimas corrieron por nuestros ojos. La emoción nos trabó la garganta. El último grito, casi el aullido dé la última asamblea fue: ¡Viva la clase trabajadora! Y 612 compañeros, con el puño en alto, puestos de pie, agotados, quebrados por la emoción, gritamos: ¡Viva!

BANDERAS DE HUELGA La cosa explotó el treinta de junio. En la madrugada, cuando llegamos a trabajar, ya estaban puestas las banderas de huelga. Desde lejos se veían, pocos sabían cuándo iba a empezar la huelga, sólo el comité y los de más confianza. Nos teníamos que andar con cuidado pa’que la empresa no se adelantara despidiendo más gente y metiendo esquiroles. Nunca faltan los perros de oreja que quieren quedar bien con los patrones. Pero, eso sí, todos estábamos listos nomás esperando que estallara la huelga pa’entrarle. El comité, los asesores y algunos compañeros de otras secciones del Sindicato del Hierro habían estado toda la noche encerrados después de que se decidió la huelga, para evitar que se colara la información; y al amanecer se lanzaron a la fábrica. Salvador llegó con un megáfono y gritaba: ¡HUELGA! ¡HUELGA! La raza llevaba muchos días esperando y por fin llegaron los camiones que suben a La Presa, y la gente cuando se bajaba decía: ¿YA? ¿YA ESTALLO? Todos estábamos alegres... el miedo vino después... Apenas vimos el rojo y negro se corrió la voz, como una chispa en la pólvora. Al rato ya estábamos ahí todos bien puestos haciendo guardia, demostrándo-

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le a la empresa que estábamos unidos, decididos a todo. Y ahí nos quedamos hasta la mañana del día siguiente, por si intentaban romperla. Los capataces se espantaron. El perro de Sosa, el capataz mayor, decía: “No les va a durar ni un día. Ahorita regreso con cien mineros y se va a la chingada su huelga”. Pero se tragó sus palabras. Ya sabíamos que en cualquier momento podían meter esquiroles o traer a la montada pa’desalojarnos. Por eso nos fuimos todos a las puertas y nos quedamos las 24 horas, pa’que lo pensaran dos veces antes de aventarse. Ya teníamos nuestra conciencia. No en balde llevamos seis años en la pelea. Conocemos bien todas sus artimañas. Las empezaron a utilizar allá por el ‘69...

LA COSA VIENE DE LARGO Las empezaron a utilizar allá por el 69. En aquel entonces empezó un movimiento para pedir cambio de delegados. No nos representaban. Nunca nos consultaban ni hacían asambleas. Los obligamos a hacer una, pero los ánimos se caldearon y se suspendió porque el secretario abandonó la asamblea. A los pocos días empezaron los despidos. La bronca había empezado nomás contra los charros. Pero la empresa se metió a defenderlos. Primero despidió a los que más habían sobresalido. Pero la cosa no paraba. Se seguía distribuyendo un periódico con el que nos manteníamos comunicados todos. El periódico decía “tortuguismo” y nosotros disminuíamos la producción; decía “boicot” y nosotros perdíamos piezas claves. La empresa se volvió loca. Nos revisaba al entrar y al salir, pero nunca nos encontró nada. Nos llegó a vigilar hasta en los baños. Sólo pudo pararlo despidiendo más compas. Hasta 25 ó 30 fueron despedidos en los tres meses que duró ese movimiento. Estuvo fuerte la cosa. Aquella vez supimos con quién están las autoridades. La policía intervino, entró hasta las máquinas y sacó a los despedidos a punta de pistola. Por ahí dicen que fueron identificados por una fotografía que les tomaron en Conciliación cuando fueron a una audiencia... Y que el fotógrafo se ganó 4,500 pesos el muy jijo. En esa ocasión los patrones y los charros nos dieron en la torre, pero tuvieron que descubrir sus cartas. Ora ya se las conocemos y estamos preparados pa’ contestarles como se merecen. A ver ora de a cómo nos toca. En el 72 hubo otro movimiento. Los delegados seguían sin hacer asambleas, arreglándoselas siempre a puerta cerrada con la empresa. Algunos compañeros protestaron y se empezaron a mover, pero andaban muy aislados y casi no se atrajeron el apoyo de los demás. Todavía nos acordábamos de lo que sucedió en el 69. Acabó igual: despidieron a 10. Pero no estaban bien organizados, por eso no despertaron la confianza de la gente. Eso también nos sirvió de experiencia: si no jalábamos todos parejo no íbamos a poder doblar a la empresa.

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Ahorita estamos todos unidos y nadie se raja, pero la cosa no fue tan fácil. Algunos compañeros ya llevan año y medio metidos en esto, moviéndole por debajo del agua, hablando con todos nosotros, dándonos conciencia, animándonos y organizándose. Al principio no les respondíamos, o lo hacíamos por poco tiempo, pero ya ven, ahorita estamos todos al pie del cañón y no hay diferencias: todos unidos, con nuestra conciencia y decididos a no echarnos pa’tras. Sí, ahorita la cosa se ve muy bonita: las puertas llenas de compañeros haciendo guardia y discutiendo los problemas nuestros y de otras fábricas; un montón de mantas de apoyo; declaraciones de sindicatos; visitas de colonos y estudiantes que nos traen cooperación. Pero pregúntenle a don José cómo se veía en marzo del año pasado, cuando esto se empezó a formar. Fue a raíz de que los patrones quisieron meter un cuarto turno. Eso ya era demasiado. Aparte de lo que producimos sin que lo paguen, aparte de todas sus ganancias, querían ahorrarse las horas extras. Y traernos de un turno pa’otro, haciéndonos venir hasta los domingos. Algunas gentes protestaron. La empresa la agarró contra don José y lo despidieron. Pero él no se dejó. No quería dinero, sino su reinstalación. Se quiso defender, asesorado por un licenciado del Independiente, pero la empresa fue intransigente. Entonces sí que la cosa empezó en serio. Don José nos esperaba a la salida de la fábrica para hablarnos, y nos reuníamos para discutir los problemas y ver cómo resolverlos. Así se fue formando el primer grupo. Organizaban asambleas allá por Martín Carrera, donde se discutía el problema de los eventuales, lo del contrato colectivo y cómo organizarnos para ganarle la titularidad a la FAO. Estas asambleas duraron casi cuatro meses, hasta que alguien le dio el soplo a la empresa. Entonces nos fuimos al parque 18 de Marzo, pero ya éramos menos. La segunda vez fuimos como diez. Teníamos que reunir la firma de la mayoría para ganar el contrato. Nos la ingeniábamos como fuera para poder hablar con los compañeros fuera de la fábrica y convencerlos de que se unieran al Independiente. Sobre todo aprovechábamos los deportes. Luego continuamos las asambleas en un local que nos prestaron los de Vidrio Plano. Desde entonces fue mucha la solidaridad que tuvimos de otros trabajadores. Ya cuando tuvimos las firmas de la mayoría, metimos la demanda a la Secretaría del Trabajo, y el 23 de febrero hicimos la primera asamblea general en Martín Carrera. Nos juntamos como 250 compañeros allá. Fue chingón. Después de 7 años ya no sabíamos ni qué era una asamblea. Discutimos los asuntos que realmente nos interesan y conocimos los problemas de los demás compañeros. Cualquiera podía pedir la palabra y hablar claro. Pero al final nos llegó la policía y agarraron a don José, dizque por agitador. Hasta lo quisieron golpear. Pero no le pudieron demostrar nada y lo soltaron.

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Desde entonces aumentó mucho la participación. Las autoridades nos llamaron a una primera audiencia en la que nos pidió pruebas. Empezamos a reunimos en asambleas por departamento, allá en Vidrio Plano y nombramos delegados. Ya empezábamos a sentir que la cosa tomaba cuerpo y que íbamos ganando fuerza. Luego las autoridades nos quisieron jugar chueco. Primero nos llamaron a una audiencia en vacaciones. De todas formas ahí nos fuimos con pancartas como 150 compañeros. Exigiendo que se hiciera el recuento. Pero la empresa utilizó una y mil artimañas jurídicas y logró que antes del recuento se hiciera una inspección para ver si las firmas de afiliación a nuestro Sindicato Independiente eran reales. ¡Vaya farsa! Así, aunque saliera la mayoría a nuestro favor, la inspección no servía como recuento. Además lo podían haber hecho en un día y tardaron varios meses sin terminarlo. Nos mandaron una inspectora bien tranza. Pasaba entre 5 ó 6 por día y daba la casualidad que casi todos eran los de la FAO. Y cuando pasaba alguno de nosotros para confundirlo le pre­guntaba: “¿A qué sindicato pertenecías?” La demandamos y la tuvieron que sustituir. El que mandaron en su lugar se portó más decente, pero se atravesaron las vacaciones de mayo y todavía no es la hora que se para por aquí. La empresa no lo quería. Así las cosas, la bronca pasó a otro terreno. Viéndola perdida con la FAO, la empresa empezó a contratar mineros. La mayoría de ellos no sabía qué pasaba, muchos ni sabían leer, pero eso sí, se ponían a repartir volantes. Les pagaban $100.00 diarios, con el ofrecimiento de no descontarles impuestos. Pero les “pedían” que nos convencieran de pasamos a su lado; si no, los corrían. Los mineros eran esquiroles ya probados, capataces. charros chicos y perros de otras fábricas del Sindicato Minero Metalúrgico de Napoleón Gómez Sada. Habían llegado por acuerdo del Congreso del Trabajo para que el minero le entrara a revivir el cadáver charro de la FAO. Nosotros contestamos anulando a los mineros. Hablamos con ellos y a algunos los convencimos: aquí están con nosotros. Otros siguieron tercos. Entonces les rompíamos los volantes, hacíamos bola alrededor de ellos y les metíamos miedo. La empresa prefirió llevárselos al 3er. turno. Pero no sabían manejar las máquinas, así que también se llevó a los de nosotros que estaban en las máquinas clave. Con ellos si se portaron muy descarados. Cuando llegaban a trabajar el viernes en la noche, que les tocaba doble turno para no ir el sábado, el ingeniero les decía que se fueran al Bar del Coleadero. Ahí estaban esperándolos los meros meros del minero. Les invitaban a tomar cervezas y hasta les llevaban su sobre allá con la paga completa. Después de 3 o 4 semanas les sacaban el padrón del minero para que lo firmaran. Casi todos los compañeros siguieron firmes en el Independiente y los mandaron a volar, a pesar de que los amenazaron con que llevaban 3 faltas al trabajo

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y los podían despedir. Lo que sí ya les hicieron fue descontarles los días que faltaron, aunque había sido el ingeniero el que les había dicho que fueran allá. Eso del Coleadero duró como dos meses y medio. La empresa como que empezó a ver que la bronca era en serio y que todo le salía contraproducente, porque cambió de táctica. Para meternos miedo y acostumbrarnos a la sumisión, metió a unos halcones en lugar de la policía industrial que siempre hubo. Al entrar y al salir el turno nos esculcaban los bolsillos, la camisa, los calcetines, hasta en los calzones nos buscaban. Nosotros teníamos siempre el cuidado de revisar nuestra ropa por si algún supervisor o minero nos había dejado un regalito. Pero de todas formas lo que parece que les importaba más era sometemos a su poder porque ni modo que nos lleváramos un calabazo en los calcetines. Hasta que los del 2º turno nos organizamos y les hicimos frente, no dejándolos que nos esculcaran. Hasta corrimos a su jefe. Al día siguiente trajeron a unas personas para observar quien era el que nos organizaba y acusarlo de agitador, pero salimos tranquilitos y no pudieron agarrar a nadie. Como todo el tiempo discutíamos entre todos lo que pasaba, siempre teníamos claro qué era lo que había que hacer. Pero además nos lanzábamos a la ofensiva con movilizaciones. Empezamos con dos mítines dentro de la fábrica pidiendo pláticas con la empresa. La primera vez se negó, pero la segunda aceptó a una comisión. Sólo para amenazarnos: “están violando la ley interior del trabajo”, nos gritó. Las leyes que nos obligan a trabajar son las únicas que conocen esos señores. Y las únicas que hacen respetar las autoridades. Decidimos entonces hacer los mítines fuera de la fábrica. Eso nos sirvió además para hacerlos más grandes, porque así nos juntábamos dos turnos. Y luego nos juntamos todos en una marcha que hicimos desde Vidrio Plano hasta la colonia de aquí enfrente. Pero la empresa seguía intransigente y las autoridades seguían sin decidirse a hacer el recuento de ley. Andaban con el rabo entre las patas. Fue entonces que el domingo 29 de junio el comité llamo a los compas de mayor confianza y se encerraron para organizar la huelga. Para sorprenderlos nos habíamos reunido ya varias veces. Nunca supieron cuál era la buena. Y al día siguiente, al amanecer, cuando llegamos a la fábrica, las puertas ya se veían cubiertas con las banderas rojinegras. Ya había estallado la fiesta.

LA HUELGA De repente nos dimos cuenta de que teníamos una huelga entre las manos. Ahí estábamos, 500 o más de nosotros sin saber qué hacer. Y comenzó la organización: Las primeras guardias. Se hicieron guardias de 12 horas, dos turnos al día repartidos en tres puertas. Sirvió para que pudiéra-

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mos mantener grupos fuertes permanentemente ante la fábrica y que a diario asistiéramos todos. Luego las comisiones: Solidaridad, a buscar el apoyo, una de información y prensa. Los encargados de cada puerta. Los cajeros, la distribución de la comida, la preparación de las brigadas que salían a buscar colectas, los que se fueron en comisión de información a provincia, los encargados de conseguir cartón y lonas. Al rato aquello era un hervidero de trabajo y comenzaron a llegar las primeras mantas de apoyo que eran colgadas en las rejas: Alumex, Vidrio Plano, La Presa, Martín Carrera, Vidriera, Tosa, SUTERM tendencia democrática, Tesorería, Intersindical, Tecnomaya, Colonia Ajusco... Y salió el primer desplegado: “Estamos en una huelga libre exigiendo: Reconocimiento de la titularidad del Contrato para nuestro sindicato Independiente.” Y fuimos a nuestra primera manifestación. Organizada por la Tendencia Democrática del SUTERM en el D.F., el Sindicato Independiente de Trailmobile y los grupos sindicales de lucha de Xalostoc. Allí se escucharon nuestros gritos por primera vez: ¡SPICER... SPICER... SPICER...! ¡Pueblo, escucha, SPICER en la lucha! Fueron días muy duros. Ya ven que nos tuvimos que lanzar así nomás, a lo loco, como quien dice. No teníamos caja de resistencia, sólo algo que habíamos podido ahorrar en lo personal, pero muy poco. No esperábamos que fuera a durar tanto. Un error grave que se cometió fue no habernos preparado para una lucha larga. Nos confiamos mucho en el rumor que se corría de: “esto no dura una semana, no pueden aguantar”. Era parte de una visión exclusivamente económica de la lucha. La empresa lógicamente no podía aguantar una semana en huelga después del tortuguismo que se le había hecho desde un mes antes. Pero no fue la lógica económica, sino la lógica de un enfrentamiento político entre dos clases: obreros y patrones, la que dirigió toda la huelga. La empresa estaba dispuesta a perder millones, y los perdió. Este error nos costó caro, fue una de las fuentes de desgaste más grande que padecimos. Hizo necesario un gran trabajo de pláticas en las puertas, para que todos hiciéramos una reflexión sobre lo que estaba pasando, y nos preparáramos para una lucha larga que podría terminar en represión. Así surgió la teoría de la resistencia, que fue la que permitió resistir 38 días de huelga, la que fue haciendo de nosotros combatientes de una lucha larga y no de un combate de una semana. La resistencia se pensó, se creyó y se preparó. Con frecuencia nos poníamos a imaginar quiénes vendrían a reprimirnos, por dónde llegarían, cuántos serían, nos enfrentaríamos o saldríamos corriendo. Si eran cien, les dábamos en la madre, si venían 500 armados, correríamos como venados. ¿Correr pa’donde? Para La Presa.

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La Presa estaba dispuesta a recibirnos. La Presa estaba dispuesta a rajarse la madre junto con nosotros. Los cuetones estaban listos; si se venía la represión tronaríamos cuetes y La Presa se dejaría venir, o bien, subiríamos corriendo al cine Guevara, y ahí empezaríamos a organizar el brigadeo. Las resorteras también estaban listas. Para ello, hablamos con cientos de colonos, volanteamos, hicimos festivales gigantes y mítines. La gente de La Presa rápido supo que éramos parte de la misma cosa; SPICER empezó a ser parte de la vida de La Presa. Teníamos pensado empezar a luchar por La Presa: agua, drenaje, basureros, escuelas... No tuvimos tiempo. Estamos en deuda con ellos. Al principio pensamos que la empresa no iba a resistir mucho. Las automotrices se quedaron rápido sin ejes. Hasta empezaron a salir noticias en el periódico y la radio. Imagínense: las automotrices teniendo que disminuir y hasta parar la producción por falta de una pieza que sólo nosotros producimos. Los teníamos bien agarrados. Pero el gobierno entonces abrió las fronteras para que pudieran importar ejes. A nosotros no nos extrañó mucho, pero desde hace mucho sabemos que las autoridades están con los patrones. Con esa medida, lo que hicieron fue permitir que la empresa resistiera más tiempo. No les sirvió del todo, porque los ejes extranjeros no se adaptan bien a las necesidades de aquí, y les costaba más adaptarlas. Pero a las automotrices no pareció importarles mucho. Además la transnacional decidió pagar la diferencia en el costo. El resultado fue que todos los patrones, los de SPICER, los de las cámaras y los de las automotrices, se unieron en contra nuestra y se hicieron mucho más fuertes. Pero de nuestro lado la cosa también se estaba poniendo bien. Formarnos comisiones que fueran a informar de nuestro problema y a pedir apoyo a muchos lugares, aquí mismo en la capital y a provincia. La gente respondió a todo dar. De todos lados nos llegaron cartas de solidaridad y apoyo económico. De Campeche, Puebla, Tlaxcala, Guanajuato, de muchos lados. Hasta de Centroamérica y Europa. Fue una respuesta muy a todo dar, porque no solamente nos mandaban cartas y dinero los dirigentes, sino que la misma gente, los trabajadores, los colonos y los estudiantes, se venían aquí a platicar con nosotros y a demostrarnos su apoyo. Algunos hasta se pasaban aquí la noche haciendo guardia, y entonces discutíamos los problemas de todos. Suena muy bonito eso de la solidaridad. Pero la solidaridad no se levantó del aire. Fue producto de un trabajo duro, de hormigas. Sólo Vidrio Plano, Martín Carrera y Mexicana respondieron a la solidaridad rápido, y eso porque había información constante entre los grupos. Lo demás tuvo que hacerse poco a poco. Informando incansablemente. Convenciendo a los dirigentes de los Sindicatos independientes, hablándole a las bases. En algunos sindicatos bajo control charro, o bajo control de traidores dizque independientes como Ortega Arenas tuvimos que brincamos a las direcciones y llegar a la base.

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La solidaridad no sólo se construyó pidiendo. Se construyó dando, yendo a ayudar en la medida de nuestras posibilidades. A pesar de estar en lucha hicimos tantos actos de apoyo como pudimos. Y ahí fue donde se construyó la solidaridad con SPICER, en nuestra solidaridad con los que luchaban. Ningún movimiento sindical a pesar de estar en conflicto ha estado en tantos actos de apoyo a otras luchas como el de SPICER. Fuimos a todas las manifestaciones de apoyo a los electricistas que pudimos, acompañamos a los de Mexicana a lo largo de toda su lucha. Participamos en decenas de mítines de colonias. Acompaliamos a los de Shatterproof en el estallido de su huelga. La comida que nos sobró a veces la llevamos a huelgas chicas más necesitadas que nosotros como la de Alteza o la de Bujías MultiArc, y así. Si algo lamentamos es no haber podido ayudar más. No fue por falta de ganas. La solidaridad más importante en aquella época fue la de los compañeros de Mexicana de Envases, la sección hermana del Sindicato del Hierro. Llegaron a venir hasta 20 compañeros todas las noches a hacer guardias con nosotros. Los sindicatos independientes y algunas colonias, sobre todo Martín Carrera y La Presa, fueron quienes nos sostuvieron aquellos 38 días. Fue un apoyo muy parejo. Se notaba hasta en los camiones, cuando nos subíamos a botear. Todos cooperaban. En la Universidad hacían pintas y colectas especiales todos los jueves, día que fue declarado día de SPICER. Los colonos de aquí enfrente, de La Presa, se metieron de lleno en la huelga: además de todo el apoyo económico y moral que nos dieron, estaban dispuestos a jugársela con nosotros. Nos dijeron: “Si les mandan a la policía, ustedes nomás manden a alguien a tocar las campanas de la iglesia y allí nos bajamos todos a apoyarlos”. Ahí fue que las autoridades se tuvieron que agachar. Ya estaban contra los obreros de muchas fábricas y de muchos países, apoyados por colonos y estudiantes. La cosa ya estaba pareja, aunque les doliera. No se atrevieron a declarar inexistente la huelga y decidieron darle largas al asunto, esperando que nos desinfláramos. Así fue como paramos el primer ataque en serio de la empresa. Desde entonces las cosas las vimos distintas. Tuvimos más conciencia de quiénes eran nuestros enemigos, y quiénes los amigos. Desde entonces nos propusimos preparamos para cuando entráramos a trabajar. La bronca era demasiado dura para ganarla toda en una sola huelga. Empezamos a discutir y a organizamos para pelear desde dentro, para responder desde las máquinas e imponer de hecho el Poder Obrero y el Sindicato Independiente. Todos los días hicimos asambleas por departamento y por puerta y teníamos pláticas.

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EL CORAZON Y LA COLUMNA VERTEBRAL DE LA HUELGA En las guardias de 12 horas que hacíamos, divididos en dos turnos, construimos la organización real de nuestro sindicato: las pláticas sobre el Poder Obrero fueron creando su motor y dirección; la organización departamental se convirtió en la transmisión, los ejes y el diferencial. Para mí, el Poder Obrero es la lucha directa para destruir el poder de los patrones, para vencer su fuerza y destruir su organización; la lucha directa para ganarles la dirección de la producción y hacerles pedazos sus ideas, su seguridad, su orgullo y sus órdenes, e imponer a cambio nuestra fuerza, nuestra organización, nuestra dirección, nuestras ideas. Así entiendo el Poder Obrero, así lo entendimos todos en las pláticas, y así lo llevaremos allá dentro. Además, las pláticas fueron sacando a la luz ideas que teníamos desde hace tiempo en la cabeza sobre ¿quiénes son los patrones?, ¿quién la clase obrera?, ¿qué es el gobierno?, ¿qué es la explotación?, ¿cuál es la historia de las luchas obreras? La plática que se dio en todas las puertas sobre el poder obrero fue sencilla: explicaba los mecanismos mediante los cuales los patrones dirigen la fábrica y el mundo, y cómo estos mecanismos podían ser rotos. Ante los patrones que dirigen la producción: Poder Obrero. Ante el poder patronal que marca los ritmos de producción y los turnos: Poder Obrero. Ante el poder patronal que establece quiénes son los que dan las órdenes y que éstas deben ser siempre obedecidas: Poder Obrero. Ante el poder patronal que decide quién tiene trabajo y quién no, cuánto se cobra y cuánto no: Poder Obrero. Ante el poder patronal que nos desune, nos felicita o nos regaña, nos asciende o nos castiga: Poder Obrero. Ante la ideología patronal: Poder Obrero. Ante la mentalidad patronal de esto es bueno, esto es malo: Poder Obrero. También organizamos festivales los domingos. Algunos dicen que los festivales ayudan; nosotros no estábamos del todo convencidos, pero la verdad es que sí ayudaron. En 100 días de lucha escuchamos miles de canciones revolucionarias, algunas medio pesadas, otras buena onda; vimos hartos teatreros y hasta un mago solidario con la huelga: “Aquí tenemos a los charros, soplamos dos veces, y... ¿qué pasa?... soplamos tres veces, soplamos cuatro y ¡chingó a su madre el charro!”. El mago acompañó a la huelga en sus momentos difíciles y en los mejores también. Y qué decir del conjunto Hawai: “Nosotros nos solidarizamos con la huelga, por eso nos vestimos de rojo y negro. Y ahora, para todos los caballeros y damas que los acompañan: ¡Mazatlán!”

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De la huelga salieron animadores y compositores, seis corridos y un bolero; un compa es capaz de sostener él solo un festival en La Presa frente a 300 gentes durante 4 horas. Hasta exagerábamos a veces. Una vez tuvimos a la Conga Obrera de puerta en puerta, hasta seis horas, porque en todos lados los hacíamos repetir. Aumentó mucho la unión entre todos nosotros y la participación, a pesar de los rumores y chismes que metían los perros de oreja, porque todos podíamos hablar claro delante de todos y los problemas se discutían de frente. Lo hacíamos en “las departamentales”. Primero creíamos que eran algo así como reuniones nomás pa’ variarle. En las puertas más organizadas no fue difícil armarlas, porque sólo tenían dos o tres departamentos revueltos. La puerta uno, famosa por su eterno desmadre, a la que iban y venían comisiones, visitantes, con 20 departamentos ahí revueltos, juegos de dominó eternos, cantantes, magos, teatreros, grillos turistas, cineastas fantasmas, policías... en esa puerta fue un desmadre armar la departamental, pero se consiguió. Ya luego entendimos de qué se trataba: organizarnos de la misma forma en que estábamos divididos a la hora de estar trabajando, por departamento de producción. Los de engranes con engranes, los de mantenimiento con mantenimiento, los de ensambles con ensambles, y así hasta los 28 grupos en donde todos se conocieran a todos, donde se pudiera discutir más a fondo que en la asamblea y de donde salieran proposiciones a la asamblea general. Ahí podíamos discutir problemas personales como criticar a los derrotistas, a los desmoralizados... y también a los huevones, ¿cómo no? También en esas asambleas departamentales se podía controlar el trabajo diario y repartirlo, cosas que son necesarias hacerlas, pero que en la asamblea se armaría un relajo quererlas resolver. También en las departamentales podíamos discutir con más cuidado problemas más serios, como ¿qué es un sindicato revolucionario?, ¿qué es el charrismo?, ¿por qué nuestro sindicato es diferente? Y ahí preparamos la resistencia en el interior de la fábrica, formamos comisiones de Control Obrero sobre la dirección, las finanzas y los errores de la huelga y un chingo de cosas que salían de todos, porque a nadie le daba pena decir esta boca es mía. Nos enseñamos a adueñamos de las decisiones. A todos se nos informaba completamente de cómo iban las finanzas y las pláticas con las autoridades y discutíamos que había que hacer en cada momento, pero al mismo tiempo dábamos ideas de cómo evitar que los supervisores nos dominaran cuando entráramos a trabajar para hacernos producir más o dividirnos. La empresa, mientras tanto, se dedicó a su viejo juego de utilizar a los del Minero para querer asustarnos o comprarnos. Los mandaron por acá, a veces hasta armados, y nos agarraban cuando andábamos solos. Entonces nos recitaban las canciones que les habían enseñado los charros para crearnos desconfianza o darnos miedo. Algunos llegaron a provocarnos, pero siempre los dejábamos igual que a los charros: hablando solos.

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Contraatacamos al Minero haciendo marchas en la noche frente a su local. Una vez los colonos los amenazaron tumbarle su letrero a pedradas. Al día siguiente lo quitaron. También emplearon otra táctica al mismo tiempo: enviaban cartas o mensajeros a nuestras casas, a las esposas o las mamás de nosotros, acusándonos de no sé qué mentiras y haciendo amenazas.

LAS MUJERES Nuestras esposas y mamás reaccionaron al revés de como ellos pensaron. Le entraron con más ganas al movimiento. Desde el principio nos apoyaron mucho. Hasta se organizaron entre ellas y trabajaron duro. Formaron brigadas que organizaron la ayuda de los de La Presa, Martin Carrera, San Agustín, Providencia, Ticomán, Zacatenco. Consiguieron varias entrevistas para presionar a Muñoz Ledo, Zertuche, Hernández, López Mestre... y si no las querían recibir, le entraban por la fuerza. “A mí no me dejaba participar mi marido. Decía: Esto es cosa de hombres, el muy macho. No fue sino hasta las primeras acciones que realizamos, que comprendió que era una lucha de todos. Lo que nunca nos dejaron hacer era las guardias. En todo momento nos tuvimos que ganar a pulso el derecho a participar en nuestro lugar en la lucha de SPICER.” La verdad es que jugaron un papel decisivo. Se convirtieron en la columna fundamental de apoyo y aliento para todos nosotros. Muchos grupos políticos de izquierda se acercaron a nuestra lucha. Lamentamos decir que de la mayoría no guardamos buenos recuerdos. Llegaron a ver qué sacaban, a criticar desde las sombras, a dividir, O llegaron a ver los toros desde la barrera. Pocos llegaron a servir y a sumarse. Muchas veces les dijimos que si querían criticar lo hicieran en la asamblea. En la mayoría de los casos no se aparecieron. Otras veces, las menos, lo hicieron, pero sólo para insultar. Para explicarnos que nuestros dirigentes eran “reformistas”, “oportunistas”, “economicistas” y quién sabe cuántas chingaderas más. Siempre les respondimos lo mismo: “Si no les gusta la lucha de la clase obrera y no están dispuestos a compartirla: a la chingada”. Las sectas se negaban a reconocer que la lucha obrera, así como suena, éramos nosotros, y ellos los espectadores, los mirones. La lucha no siempre iba para arriba. Muchas veces prendió el cansancio entre nosotros. Y no era el cansancio de uno o dos, era el cansancio de todos. De repente una puerta entera estaba “agüitada”, nadie quería hacer nada, no había los voluntarios que siempre se presentaron para las comisiones. Hasta para traer los frijoles o cortar leña nos hacíamos de rogar. Coincidía con que dos o tres de nosotros fallábamos a las guardias y nos íbamos de “pedos”. Esto se dio muchas veces, durante la huelga. Siempre coincidía con los momentos en los que después de haber dado un gran empujón (una manifestación, un mitin, un gran apoyo solidario), no teníamos clara idea de cómo seguir la lucha.

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Contra el desgaste usamos dos recursos: sentarnos a discutir qué seguía, echamos imaginación, planeamos nuevas acciones, o nos lanzábamos en campañas de autoagitación. Una noche los de la puerta tres, discutimos qué era eso del desgaste, del cansancio, y decidimos hacer una manifestación hasta la puerta uno para decirle a los compañeros que estábamos firmes. La manifestación, de unos cincuenta compañeros, se fue gritando todo el camino, en descampados, en una vía del tren solitaria, en una carretera vacía. Ahí tronamos la garganta para oírnos solos. Pero qué sabroso, carajo. Nuestro nuevo grito fue “Ante el desgaste: ¡Poder Obrero!” Los de la puerta dos contestaron con otra manifestación. Nos pasamos la noche de manifestación en manifestación. Pueden decir que estamos locos, pero nos sentíamos mucho mejor; y de pasada espantamos a los del Minero al pasar frente a su local y agitamos un poco a los terceros turnos de las fábricas de al lado y a los trasnochadores de la colonia La Presa. El desgaste puede ser derrotado, si es analizado. El cansancio está en las cabezas y en la baja conciencia. Los espías de la empresa estaban desconcertados. Por eso no nos podían vencer, porque no nos podían entender. Lo único que logró la empresa con todas sus marrullerías fue darnos más coraje para la lucha y traernos más apoyo. Cada día ponía más al descubierto su porquería. Además todo el tiempo que dedicó a tratar de bajarnos los ánimos y comprarnos, como si fuéramos igual que ellos, nos sirvió para unimos más y organizarnos mejor para cuando entráramos a trabajar. Sí, ya para cuando llevábamos casi un mes de huelga todos sabíamos perfectamente cómo responder a las agresiones y provocaciones de la empresa a la hora de estar trabajando, y estábamos seguros que iban a ser respuestas parejas de todos los compañeros. Ya nadie iba a estar solo allá dentro. Por estas fechas la empresa quiso dar el golpe decisivo a nuestro movimiento. Los charros de la FAO ya estaban derrotados desde antes de la huelga. Para inclinar la balanza a su favor a la empresa sólo le quedaba atraerse a unos charros más pesados. Entonces hizo que la FAO le pasara el Contrato Colectivo a los del Sindicato Minero. Hasta sacaron grandes desplegados en los periódicos anunciando el “traspaso” Pero ni así pudieron. El 5 de agosto les contestamos con una marcha a la que asistieron 7,000 compañeros, pero 7,000 compañeros que asistieron por sus propias pistolas, sabiendo lo que querían y apoyándonos auténticamente. Dos días después, a la empresa no le quedó otra que sentarse a firmar el convenio y concedernos lo principal.

SE LEVANTA LA HUELGA Así, la presión a las autoridades le fue llegando a la empresa, que además estaba agarrada económicamente. Por eso le impusimos que se sentara a dialogar. Y se logró el esquema de un convenio. ¿Nos equivocamos al levantar la huelga?, ¿quién sabe? En aquel momento, la posibilidad de la represión se

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veía cerca. Con la huelga declarada inexistente las autoridades se lavaban las manos del conflicto y la empresa podía presionar a las autoridades del Estado de México para que nos echaran a la policía. Por otro lado, el entrar a trabajar ponía la lucha en los términos que a nosotros nos convenían. Permitía que recibiéramos algún dinero, y nos lanzáramos a probar, ante las agresiones que sabríamos vendrían de la empresa, el poder obrero que habíamos estado ensayando en las reuniones departamentales. Por eso se aceptó el convenio. Porque nos parecía que era un buen punto de partida para seguir en la lucha por el sindicato independiente. El convenio no era tan bueno como quisiéramos, pero detenía una represión que cada día veíamos más cerca y garantizaba algunos de los puntos de lucha que más nos habían preocupado: que la inspección se hiciera de inmediato, que no entraran nuevos trabajadores a laborar, la reinstalación de los despedidos, el 25% de salarios caídos, el reconocimiento en las negociaciones de nuestro comité, así como un compromiso de no represalias y prolongación de contratos individuales por 4 y 6 meses más. “Si cumplen el convenio, con lo que hemos ganado en la lucha, con todo lo que hemos aprendido y con lo organizados que nos encontramos, podremos derrotar a la empresa en el interior de la fábrica.” Pero no nos hacemos ilusiones. “Estamos conscientes que los papeles firmados sólo se respetan si son hechos valer por medio de la fuerza organizada de los trabajadores.” A las 8 de la mañana del viernes, cuando íbamos a levantar la huelga, llegaron las autoridades, pero también los mineros: cientos de esquiroles que se pusieron a cien metros de la puerta principal. Cuando los vimos, y nos dimos cuenta que éramos muy pocos, ya que confiados con el convenio muchos se habían ido a dormir o a cambiar, nos negamos a entregar la fábrica. La discusión empezó a subir de tono... todos andábamos inquietos... llegó la policía, pero también fueron llegando los nuestros. Parecía película de vaqueros: rodeados por los ladrones, sin municiones, con el agua al cuello, Pero de pronto, de 300 que éramos, en dos horas nos juntamos como 2,000. Llegaron marchando, coreando consignas, con sus mantas al frente: Martín Carrera, estudiantes de Ciencias, Economía y Ciencias Políticas, sindicato de Trailmobile, Vidrio Plano, trabajadores de Xalostoc, San Pedro de los Pinos, Mexicana de Envases, colonos de San Agustín, nuestras esposas e hijos, los vecinos de Ticomán y de La Presa, todos viejos aliados que con sus puros gritos hicieron retroceder a los perros y esquiroles. Un triunfo más. Los charros se fueron y entonces sí entregamos la fábrica. Fue la fiesta. Tiraron cuetes al aire, se corearon las consignas de la lucha: ¡Ante las tranzas de los charros, Poder Obrero! ¡Ante las autoridades corruptas, Poder Obrero! ¡ Ante la explotación patronal, Poder Obrero! A mí me agarraron por un lado y por otro para tomamos fotos. Cada departamento se fotografiaba, todos con el puño en alto.

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LA SEMANA DEL PODER OBRERO Se entró a trabajar con la clara conciencia que íbamos a la guerra. Los pocos de nosotros que no lo entendían así, y que guardaban esperanzas en el convenio pronto la realidad les dio de cachetadas. Dos ejércitos entraban a la fábrica el viernes, uno, el patronal entraba dispuesto a pasarse por debajo de los huevos el convenio. Sus fuerzas: capataces, supervisores (salvo honrosas excepciones), ingenieros, perros (FAO) y charros (mineros); con la ayuda más o menos disimulada de las autoridades, que se supone deberían hacer la inspección en un día o dos y fijar fecha de recuento. Nosotros éramos 750, fogueados por la huelga; con ideas claras de lo que teníamos enfrente y una buena conciencia, táctica y organización. El plan de la empresa consistía en meter esquiroles poco a poco para que los fuéramos entrenando, posponer la inspección al infinito e imponer su poder sobre nosotros a través de la presión, las amenazas, los gritos, las órdenes, el tenor... El viernes trataron de meter esquiroles y los sacamos donde los descubríamos. Metieron 5 en un carro y hubo un paro general hasta que salieron corriendo de la planta. La producción no se normalizaba ni se normalizaría mientras siguieran agrediendo. Tuvimos que organizar la resistencia con una velocidad enorme. Los primeros choques fueron en el segundo turno. En el departamento de calabazos se trató de imponer a Rangel que entrenara a un esquirol. Éste se negó. El supervisor que no reconocía a nuestros delegados no quiso hablar con ellos y entonces el departamento detuvo la producción. Corrió la voz por la planta. Llegó un ingeniero, la raza se le hizo bola y el ingeniero retrocedió. Tuvieron que llevarse al esquirol. Las autoridades inspeccionaban 6 o 7 por día y los capataces y supervisores recorrían la línea amenazando. Entonces chocaron dentro de nosotros dos posiciones que se hicieron muy claras en las asambleas de turno del martes: la mayoría sostenía que además de los paros generales de turno, dirigidos por el Comité de Lucha, cada departamento tenía autonomía para dirigir sus propias acciones contra las agresiones de la empresa. Así se decidió, y por eso la guerra que se desató en la planta era una guerra constante, sin frentes de batalla, que estallaba y se detenía inesperadamente, volviendo loca a la empresa, que sentía como su poder se caía en pedazos y cada vez era menos dueña de la planta. Los charros del Minero se presentaban todos los días a las entradas y las salidas de los turnos y presionaban con su actitud. La policía hacía también acto de presencia. La primera provocación se armó en la mañana en el departamento de ensamble; un esquirol le rompió un pómulo a Lucas con un fierro. Todo ensamble paró y se lanzó sobre el agresor que huyó corriendo, fue perseguido por toda la planta hasta que se escapó. El paro de ensamble se prolongó hasta garantizar que la empresa despedía al minero.

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En el segundo turno continuaron las agresiones y las respuestas. Un compañero acusado de tortuguismo en flechas fue reportado y se respondió con el paro. Además se impuso que la negociación fuera a través de nuestros delegados. En otros departamentos nos negamos a recibir los reportes. Los ritmos de producción y la forma de realizar las operaciones las decidíamos nosotros. De turno a turno se corría la voz para igualar la producción. Mantuvimos sobre los esquiroles y los capataces una guerra ideológica permanente. Ley del hielo, desobediencia, respuesta firme. A veces todos nos quedábamos mirando a uno hasta que no sabía donde meterse, quería que se lo tragara el suelo. Los grandes cacas de la fábrica adoptaron dos posiciones: o sonrientes y zalameros o déspotas y agresivos, pero las dos actitudes nos resbalaban. Sabíamos quienes eran, y sus pinches gestos sólo nos servían para ver el calibre moral de estos perros de presa del capitalismo. Sosa era de los segundos y así le fue. El departamento de relaciones industriales había sido centro permanente de represión y venganza antiobrera. Así le fue a Sosa. Uno de aquellos días estaba gritándole a la raza y volteó para ver en el buzón de “sugerencias” una pinta; “Sosa, chinga a tu madre”. Los baños estaban llenos de pintas y poco a poco éstas se fueron extendiendo a los talleres. La empresa nunca pudo durante aquellos 10 días controlar las paredes y cada vez que pegaba un comunicado éste era despegado o manchado con aceite. La empresa despidió a Lucas con el pretexto de que había provocado la pelea y el martes adoptamos el método de meterlo a fuerzas. “Reinstalación a huevo” se llamó la operación. En la mañana lo metimos dentro de la bola y los vigilantes que intentaron despedirlo fueron barridos por la ola. Lo pusimos en su máquina y durante tres días lo hicimos. Como no lo quisieron reinstalar, cambiamos de táctica. En otros departamentos comenzó la guerra psicológica. A los perros se les ladraba todo el día: “gua gua” y cantábamos una de las canciones del movimiento: “No nos moverán”. El martes, a la salida del primer turno y entrada del segundo, los mineros, cerca de 150, se acercaron a provocar y tratar de entrar a trabajar. Los del segundo turno se colocaron tras las rejas y comenzó un mitin: “No pasan, no pasan”. “Fuera charros del minero”, “Obreros sí, charros no”. Nos negamos a entrar a trabajar hasta que se retiraron los charros. Entre nosotros y los mineros quedaron 6 compañeros de los asesores del Sindicato Nacional del Hierro. Bien pegados a la reja porque si los trataban de agredir los charros, los metíamos a la fábrica. Llegó la policía y se desplegó. Patrullas y montados, policías con escopetas. Uno de los asesores se acercó a un policía y le preguntó: “¿Quién dirige la operación?” “-Aquí, todos- contestó el policía”. Ah carajo, que policías tan democráticos. Aquello olía muy feo. Menos mal que los del primer turno se dieron cuenta y empezaron a salir en bola. Al ver que éramos muchos, los mineros se retiraron y el primer turno salió a su asamblea en marcha.

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El miércoles, el departamento de ensamble comenzó a realizar paros exigiendo la reinstalación de Lucas. Media hora trabajaban y luego paro. Todo el primer turno se sumó a los paros. Se hicieron tres paros generales de 15 minutos. En los primeros paros de ensamble se gritaba: “Lucas, escucha, tus cuates en la lucha” y se oía el grito por toda la planta. La primera vez que Lucas lo oyó, lloró de la emoción. Cruces iba caminando por el patio cuando tocó la hora de paro. Miró su reloj y ahí se detuvo. A su lado se detuvo un montacargas con otro compañero, y ahí se quedaron platicando mientras duraban los quince minutos. Ahí llegó el supervisor a echarles la bronca, pero lo tiraron de a loco hasta que el paro acabó. Luego le dijeron: “Ahora sí, ¿dígame?” ¿Van a seguir haciendo paros?, gritó el supervisor. “Algunos”, contestó el compañero. En el departamento de Salustiano el supervisor invitó a los perros a tomar café y el departamento paró la producción porque estaba prohibido tomar café según el reglamento interno. “O todos o ninguno” dijeron a coro, y le quitaron la cafetera al supervisor... y se lo bebieron. Después de los primeros días, empezamos a romper los reportes que nos entregaban los supervisores. Otra medida que se tomó en algunos departamentos fue pedir que cuando reportaban a uno, reportaran a todos. Esto unido a que se acosaba a las autoridades laborales para que desarrollara rápidamente la inspección. Al principio tener ahí a los inspectores de la Secretaria del Trabajo nos frenaba, luego, cuando vimos la calaña de esos cabrones, ya no nos frenaba nada. Cada vez que se paraba se asomaban desde los ventanales de las oficinas a ver qué estábamos haciendo. Lo primero que se quebró fue el miedo. Actuábamos como un solo hombre, coordinados, sentíamos detrás de nosotros todo el peso de la fábrica y todo el poder. Luego perdimos el respeto a las estructuras de poder patronal. Una vez un gerente de producción se metió en medio de un paro a tratar de romperlo y hasta patadas le dimos, tuvo que volver a subir las escaleras guardando la figura. Nos burlamos de ellos como nunca: “Están haciendo un paro, eso es ilegal”. “¿Cuál?”, respondíamos. “Simplemente ustedes no están cumpliendo el convenio y nosotros no estamos a gusto.” El miércoles, la asamblea del segundo turno salió en marcha desde el local del cine Guevara en La Presa y llegó cantando hasta las puertas de la fábrica. Cuando los vigilantes esperaban que nos paráramos para checar tarjetas y entrar, seguimos en marcha hasta el interior de la empresa. Llegamos hasta donde estaban los inspectores que habían trabajado un chingo ese día (habían inspeccionado a ocho compañeros en 8 horas) y los presionamos con un mitin. A partir de ese momento, las marchas se sucedieron en el interior de la fábrica, manifestaciones de 10 a l00 compañeros a cada rato. Cada grupo que terminaba su trabajo salía hacia el comedor en manifestación, se regresaba de comer en manifestación. Y todas ellas coreando consignas. El segundo turno hizo tres paros el miércoles para imponer que se hiciera más rápido la inspección. Cada uno de esos paros de quince minutos fue

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acompañado de gritos y cantos. Era tan contagioso, que la mayoría de los esquiroles comenzaban a jalar con nosotros en los paros. La estructura patronal estaba destruida. Muchos supervisores querían renunciar (presentaron sus renuncias como 15), los gerentes de producción ya no bajaban a las líneas. Mestre, el gerente general, una vez que se asomó y le chiflaron, ya nunca volvió a aparecer. Éramos los verdaderos dueños de 1a empresa. La presión los obligó a que aceleraran la inspección y el jueves inspeccionaron a 80. Ese día suspendimos los paros generales y sólo sostuvimos el tortuguismo para obligar a la empresa a que no obstaculizara la inspección con artimañas como había venido haciendo. Jueves y viernes fueron días de tortuguismo solamente. La producción bajó al 10%. Éramos como un reloj que caminaba al revés, y no había capataz que pudiera enderezarlo. El viernes rematarnos la semana del poder obrero con una presión tremenda al tomar la oficina de nóminas Lo hicimos por que en nuestros sobres de raya venía descontada la cuota sindical para ser entregada al Minero, y porque además había un descuento por una defunción fantasma como antes acostumbraban los charros. Los tres pinches pesos no nos importaban, lo que nos importaba era que si se nos descontaban se le dieran a nuestro Sindicato y no a los charros. El mitin volvió locos a los de nóminas, pero la empresa resistió. Firmamos sobres bajo protesta, muchos ni los firmamos de recibido. Quizá lo más importante es que obligamos a la empresa a que le pagara a Lucas su semana. Todos los días que lo habíamos metido a huevo se los pagaron. Ahí si doblaron las manitas. Durante toda esa semana mantuvimos lazos con los grupos que nos habían apoyado en nuestra lucha. Participamos en dos visitas masivas a Mexicana de Envases, donde la empresa había tratado de sacar la maquinaria, un mitin frente a otra fábrica del charro Cerón, y una marcha de apoyo con los de Martín Carrera, que pedían: “Abajo las rentas, que se acaben los basureros en sus colonias”. La organización era sencilla: un comité de lucha, delegados departamentales que se reunían por turnos, asambleas de turnos, asamblea general, asambleas departamentales. Íbamos combinando todas estas reuniones para tratar los problemas de diferente nivel que nos afectaban. Así, se dirigía la lucha, o más bien que se dirigía, se marcaban los rumbos que la raza pedía, se analizaban las situaciones, se preparaban algunas de las acciones, pero sobre todo, se marcaban ideas que adentro se aplicaban según las necesidades. Por ejemplo, teníamos la consigna general de asamblea de impedir la entrada de esquiroles. En las departamentales se acordó parar a los que se metieran y sacarlos. En las de turno, hacer acciones conjuntas si la empresa no los sacaba. Para el sábado, todos los restos del poder patronal habían quedado quebrados en SPICER. Seguíamos fabricando ejes porque las máquinas no servían para otra cosa, pero si nos lo hubiéramos propuesto, hubiéramos hecho triciclos para nuestros chavos o tractores para los compañeros campesinos. El poder obrero había triunfado. El poder patronal estaba tronado, Los supervisores y el gerente se fueron a llorar a sus casas.

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EL TODO POR EL TODO La empresa no pudo soportar el fracaso de su plan y quedarse sin su poder dentro de la fábrica. Violó nuevamente los acuerdos respaldada por las autoridades. El lunes 18, al llegar a trabajar, nos estaban esperando: afuera, la policía; adentro unos gorilas dizque trabajadores de SPICER que nunca habíamos visto por ahí; y en la puerta Sosa con una lista en donde aparecían los nombres de 150 compañeros a los que se les impedía entrar. Entonces todos nos negamos a trabajar y nos fuimos formados de 4 en 4 al cine Guevara, allá en La Presa, para discutir qué hacíamos. Decidimos irnos a la Secretaria del Trabajo donde estuvimos todo el día. Luego nos instalamos en el Poli, donde quedamos acampados hasta el 29 de septiembre. Teníamos que volver a organizar todo el apoyo popular que tuvimos durante la huelga para lanzarnos nuevamente a la ofensiva. En Zacatenco pasamos más de 40 días. Sin embargo, no pudimos conmover gran cosa a un estudiantado apático y frío. No en balde parece que ahí se están formando los nuevos capataces de muchas fábricas. Es feo decirlo, pero muchas mañanas al acabar nuestras asambleas, hicimos marchas por Zacatenco, y lo más que logramos es un poco de apoyo económico y que se sumaran un escaso centenar de estudiantes a nuestra lucha. Zacatenco fue una etapa difícil de la lucha de Spicer. Pero le echamos ganas. Nos sentíamos desnudos sin nuestra fábrica, sin nuestro poder obrero, sin la colonia La Presa al lado. Aún así cada vez que salíamos de marcha por el Poli nuestros alaridos se oían un kilómetro a la redonda. La primera movilización que organizamos fue una marcha que salió de Zacatenco. Ahí el gobierno se volvió a descarar como aliado de los patrones. Desde la mañana la policía empezó a agarrar compañeros y no los soltó hasta que terminó la marcha. Además, la marcha fue reprimida. Primero no nos dejaban hacerla. Por fin nos dejaron salir, pero enviándonos por lugares poco poblados y por llanos. Hasta cortaron la luz, para acabarla de amolar. Y cuando íbamos llegando a la fábrica Luxus, ya de plano nos impidieron seguir. Todos nos desmoralizamos un poco, pero la mayoría siguió al pie del cañón, tratando de encontrar nuevas formas de continuar la lucha. Sólo 10 cuates se rindieron y regresaron a trabajar. Les faltó carácter. Fue una gran marcha a pesar de todo, mucho mayor que la que habíamos hecho en Ticomán, en Tacuba o en Indios Verdes; mucho más combativa, y además, nuevos grupos obreros y populares se sumaban al movimiento. Para nosotros era importante porque volvíamos a recuperar la solidaridad que después de la huelga se había debilitado enormemente por falta de información. Mientras estuvimos en Zacatenco sacamos seis millones de volantes gracias a los electricistas, y a las brigadas que los distribuían en los camiones todos los días.

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El 10 de septiembre citamos a una nueva manifestación que saldría de la Secretaría del Trabajo. De nuevo el gobierno la impidió, pero ahora con más fuerza y en forma bien salvaje; envió docenas de patrullas que circulaban con las sirenas prendidas, carros de bomberos, granaderos y motocicletas que eran lanzadas contra nosotros muchas veces y a grandes velocidades. La última vez seguidas por un camión de esos de pasajeros. De todas formas ahí nos quedamos haciendo un mitin. Si la represión quisiera detener a la dirección del conflicto de SPICER, necesitaría meter al bote a unos cien compañeros. La dirección de la lucha de Spicer siempre fue colectiva, y nunca fue de nombre o de nombramientos. Los dirigentes ganaron un lugar en las diferentes etapas de la lucha. Mientras se organizó la huelga la dirección era el Comité seccional y los asesores unas doce gentes, que se ampliaba con los delegados departamentales más activos. Durante la huelga fue el Comité de huelga (unos 20 compañeros) elegidos entre los más combativos, muchos de los que habían sido dirigentes en la primera etapa dejaron de serlo en la segunda por desgaste. En la semana del poder obrero la dirección la constituyeron los delegados departamentales (unos 40 compañeros). En el campamento de Zacatenco nuevos delegados departamentales probados por la lucha ocuparon lugares de dirección. Y ahora, durante la huelga de hambre nuevos compañeros han llegado a la dirección. Siempre ha sido una dirección compuesta de: Trabajadores de Spicer (enorme mayoría), asesores jurídicos, compañeros del Comité Nacional del Sindicato del Hierro. Pero esta dirección pudo funcionar, ser útil, porque estaba firmemente clavada en la base. Porque ejecutaba acuerdos de asamblea general, porque consultaba siempre, porque promovía discusiones de puerta o asambleas departamentales. Porque en la gran mayoría de los casos sometía a referéndum sus proposiciones fundamentales. Si algunas veces se tomaron decisiones antidemocráticamente fueron los menos. En la mayoría de los casos, la democracia directa funcionó. Por eso hemos podido estar más de 100 días en pie. El lunes 29 de septiembre hicimos una asamblea en un local que nos prestaron los trabajadores de El Ánfora. Ahí decidimos cambiar nuestro campamento al 5o. piso de la Secretaría del Trabajo para hacer más presión. Y allá nos fuimos. En la noche del día que nos instalamos allá, el Secretario dijo que le diéramos 48 horas de plazo para enterarse bien del problema, que porque era nuevo en el puesto. Otra vez la misma canción: darle largas al problema para hacer que nos ablandemos. Tuvieron el descaro de decirnos que las soluciones no se logran por la fuerza y que nos fuéramos a otro lado, que porque si no otros trabajadores iban a seguir nuestro ejemplo.

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El martes iniciamos otra forma de presión: la huelga de hambre. El Secretario se asustó y hasta se comprometió a resolver en 48 horas el conflicto. Como es natural, no cumplió su palabra. Cuando se cumplió el plazo tres de nuestras esposas se unieron a la huelga de hambre. La decisión del estallido de la huelga de hambre fue una medida casi desesperada. Se tomó después de una kermes que hicieron los de Martín Carrera para apoyarnos. No veíamos ya formas de aumentar la presión, la solidaridad estaba disminuyendo. Nuevamente entre nosotros había cansancio, agotamiento. Necesitábamos una acción que volviera a empujar la lucha de Spicer. Nos han criticado mucho la medida. Nosotros decimos: ¿nos quedaba de otra? Nos gusta tan poco como a ustedes, pero ¿nos quedaba de otra? Sabemos que le estamos dando el placer a la empresa de ver cómo 30 de nuestros mejores compañeros y compañeras desfallecen. Le hacemos fácil a un capitalismo que ha estado matando de hambre a nuestro pueblo durante años, la muerte de un grupo de nosotros... Pero ¿nos quedaba de otra? Fue una medida desesperada y dio resultado. Nuevamente nos pusimos de pie, nuevamente comenzó a caminar la solidaridad. Nuevamente ‘se levantó nuestra lucha... Ahora, no dejaremos morir a nuestros compañeros. Y si alguno cae, tiemblen, cabrones. Desde que se fueron a huelga de hambre, el apoyo y la participación ha aumentado mucho de nuevo. En la Universidad se han vuelto a organizar actos que además que nos ofrecen un apoyo económico fuerte, sirven mucho para presionar a las autoridades y extender nuestro movimiento para que muchos trabajadores y gentes del pueblo tengan conciencia de cómo están las cosas. Se han hecho mítines en la empresa (¡volvimos nuevamente!) donde los charros corrieron, en las oficinas de la empresa, en el quinto piso de la Secretaria que ya parecía nuestra segunda casa (no por los dueños, que nunca nos invitaron, sino porque a cada rato llegábamos y nos acomodábamos). Y luego los mítines en El Ánfora a los que acudieron organizaciones sindicales a damos apoyo. La ayuda más potente dada a nuestra huelga de hambre, ha sido el paro de dos horas realizado por los sindicatos de trabajadores y maestros de la U.N.A.M. que junto con los estudiantes paralizaron la Universidad a todo lo largo de la ciudad. Un paro que fue acompañado por 142 mítines que reunieron a todos los paristas y en cada uno de los cuales hablaron nuestros compañeros. El mismo día que se fueron a huelga de hambre las señoras, participamos en una manifestación para protestar por los crímenes en España y dar nuestro apoyo a los trabajadores españoles, que llevan una lucha igual a la nuestra. Los que la organizaron ya se estaban echando para atrás cuando estábamos todos reunidos. Pero nosotros ya sabemos que perro que ladra no muerde, y empezamos la marcha. Entonces se nos unieron los demás. A nosotros nos importaba mucho esa marcha para manifestar que las luchas de todos los trabajadores es una sola. Cuando empezamos nuestra huelga estábamos solos. Pero poco a poco se fueron viendo claro quiénes eran amigos y quiénes enemigos, hasta que se convirtió en una lucha de todos los trabajadores contra los mismos enemigos: los patrones.

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El lunes 20 de octubre, cuando 55 llevaban 21 días de huelga de hambre, las mujeres tomaron el 5º piso de la Secretaría del Trabajo y se realizó un mitin en el campamento al que asistieron 3 mil compañeros. Cerca de 40 organizaciones sindicales y populares dieron su solidaridad, que terminó con una marcha hasta la Secretaría que tomó por sorpresa a la policía y que no pudieron impedir. Ese mismo día en varios países europeos y en Canadá se realizaron actos de apoyo a nuestra lucha, y en provincia hubo varios mítines de apoyo. El martes 21 se celebra una nueva asamblea y se han citado un nuevo paro en la Universidad para el día 22, una marcha en Atzcapotzalco para el 23 y un mitin en el campamento el 24. El fin de esta etapa de nuestra lucha se acerca. Para el mitin del viernes 24, nuestros compañeros de la huelga de hambre llevarán 25 días de huelga y la lucha de Spicer desde que se inició la huelga llevará 117 días de lucha continua. No estamos tratando de implantar ningún récord, nadie nos escogió en México para que jugáramos ese papel, no somos los mejores ni los primeros, otros han luchado más y más fuerte que nosotros, pero hemos estado a la altura del compromiso que nos echamos. Si el pueblo es capaz de seguirnos apoyando y nosotros de resistir la presión económica y el cansancio, probablemente logremos doblar a Spicer, una compañía transnacional que se ha convertido en la más fiel y perruna defensora del capitalismo mexicano. Si no soportamos el desgaste producto de una lucha tan larga y a la debilidad de las fuerzas independientes de nuestro pueblo que no da para más, probablemente tendremos que aceptar una victoria a medias. Quizás la salida esta larga lucha sea la represión. Sea lo que sea, sepan que Spicer no es el final de nada. Es el principio. Al menos para los que vivimos Dondequiera que terminemos En Spicer, con nuestro sindicato Independiente, fuera de Spicer, trabajando en otras fábricas, en la cárcel o despedidos inscritos en las listas negras de la patronal sepan que nos hemos echado un compromiso encima: crear uno, dos, tres, cientos de Spicer, abrir el camino de la independencia y libertad de la clase trabajadora. Empezar a cavar la fosa del capitalismo mexicano. Ese es nuestro compromiso México D. F., a 2l de octubre del 75 Ante los charros, los patrones y las autoridades: ¡PODER OBRERO!

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Antonio Villalba: la ceremonia del adiós Luis Hernández Navarro Escasas semanas antes de morir, gravemente enfermo ya, Antonio Villalba fue homenajeado por sus compañeros y amigos de toda la vida con una fiesta. No obstante su debilidad física, bailó, comió y tomó, como siempre lo hizo. Casi al final de la celebración dirigió la palabra a los asistentes para recordar que la lucha obrera debía ser alegre. Al terminar su discurso sacó a bailar a su compañera como si fuera una boda o unos 15 años y no una ceremonia del adiós. Nacido en Chihuahua en 1944, simultánea y alternadamente dirigente y organizador sindical democrático, cooperativista, educador popular, asesor laboral y promotor de la lucha contra el libre comercio, nadó durante 45 años contra la corriente sin perder el buen humor y el ánimo. Falleció a los 64 años de edad devorado por un mal que le fue quitando la energía, pero no el compromiso con su causa ni la esperanza en otro mundo. Antonio Villalba militó toda su vida en el Frente Auténtico del Trabajo (FAT). Participó en la formación de varios sindicatos nacionales de industria y de importantes cooperativas. Ocupó distintos cargos dentro de la organización y fue uno de sus principales estrategas. Era conocido, apreciado y reconocido internacionalmente. Surgido originalmente de las filas del sindicalismo cristiano en 1960, el FAT se convirtió con el paso de los años en una organización nacional de trabajadores autónoma y democrática, dedicada a defender los intereses inmediatos e históricos de los trabajadores, y a la promoción y lucha por un socialismo autogestionario. Dentro de sus filas participan obreros industriales, empleados, campesinos y cooperativistas. Desde finales de la década de los 60, el FAT ha participado en algunas de las luchas obreras más importantes en el país. El intento de los trabajadores mexicanos de sacudirse el charrismo sindical y darse instrumentos de defensa legítimos, particularmente intenso durante los años 70, tiene en este frente uno de sus asideros fundamentales. Sus asesores legales han desempeñado un papel clave en el acompañamiento jurídico a otros sindicatos, que, sin ser parte del FAT, coinciden en la lucha por la democracia sindical. Antonio Villalba fue nombrado muy joven secretario general del sindicato independiente de la embotelladora Pepsi-Cola en Chihuahua. Allí vivió su primera prueba de fuego. Los trabajadores fueron despedidos y su huelga fue declarada inexistente. Durante meses tomaron las calles y plazas públicas de la ciudad. Algunos fueron detenidos. Nunca se les hizo justicia. La CTM, apoyada por la policía y reconocida por el gobierno, firmó un contrato de protección sindical con la empresa. Como resultado de esa lucha, Villalba fue boletinado, es decir, su nombre fue incluido en las listas negras elaboradas por los empresarios de Chihuahua para no contratar a “revoltosos”. Buscando trabajo se fue, como muchos otros paisanos, a Estados Unidos, de donde fue deportado.

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Villalba fue nombrado responsable del trabajo de organización del FAT en Chihuahua. En 1972 y 73 participó, junto con los maestros y los electricistas democráticos de Rafael Galván y colonias en la formación del Comité de Defensa Popular (CDP). Organizó cuatro sindicatos en ese estado: la Junta Municipal de Agua, la fábrica de escobas La Nacional, el aserradero Las Palomas y los mineros de La Perla. Desde ese entonces desarrolló las cualidades por las que fue conocido en el movimiento sindical: honradez e integridad, gran capacidad de comunicación y enorme facilidad para relacionarse con los trabajadores; constancia y audacia, disposición a aprender lo nuevo y a transmitir sus conocimientos con sencillez y paciencia; capacidad de negociación, combinación de la lucha legal con la acción directa en la fábrica y las calles. A pesar de las dificultades que implica la organización obrera independiente, Villalba no perdía el ánimo ni dramatizaba innecesariamente las cosas. En 1973-74 participó activamente en una de las tres grandes huelgas que sacudieron el movimiento obrero mexicano: la de Cinsa-Cifunsa, en Saltillo, Coahuila (las otras dos fueron la de la General Electric en Xalostoc y la de la Liga de Soldadores en la construcción de la refinería de Tula, Hidalgo). Villalba fundó allí una escuela de formación sindical y dio continuidad al movimiento. En 1975 asesoró en la ciudad de México, junto a Paco Ignacio Taibo II, la huelga de Spicer, experiencia clave de la lucha obrera en el país, con su legado de organización departamental, democracia directa y acciones sobre la producción. Cuando quedó claro que la clase obrera no iba al paraíso, derrotados los electricistas democráticos de Rafael Galván, burocratizado el sindicalismo universitario y agotada la fase de las grandes luchas fabriles, Antonio Villalba acompañó al movimiento en su derrota. Se trasladó a vivir a la ciudad de México, habitando un modesto departamento del FAT, y mantuvo su misma disposición de servir a los trabajadores de siempre. Para él no había lucha pequeña. Villalba desempeñó un importante papel en la lucha de las fábricas de vidrio Vidriera y Alumex, en Ecatepec, adjudicadas a los trabajadores, después de una larga huelga. Los obreros constituyeron una empresa autogestiva y nombraron a su antiguo asesor gerente de la empresa. Conoció bien el movimiento sindical internacional, particularmente el de Quebec y el de Estados Unidos. Su facilidad para hacer relaciones facilitó la construcción de puentes solidarios entre organismos gremiales de varios países con México. Durante unos pocos años vivió en España. Desde allí apoyó el trabajo internacional del FAT y la relación con las agencias de cooperación internacional. Como organizador sindical independiente, Antonio Villalba brilló con luz propia en los momentos más brillantes de la lucha sindical, y también en los más oscuros. Resistió la derrota y no perdió el piso con los pequeños triunfos. En un momento en el que la izquierda partidaria ha perdido todo interés en el movimiento obrero y en la democratización de los sindicatos, su trayectoria y su legado adquieren aún más relevancia.

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Cómo se obtiene un registro sindical en el culo del diablo Janette Góngora, entrevista con Antonio Villalba Las palomas es un aserradero situado en plena sierra, a cientos de Kilómetros de la ciudad de Chihuahua. En 1972, era apenas un poblado con unos quinientos habitantes y casas de madera, por donde no había pasado la revolución ni el cardenismo… ni la historia. La vida del poblado eran los 140 trabajadores del aserradero y sus familias. Antonio Villalba, viejo militante sindical, nos narra con todo detalle cómo fue que se obtuvo el registro del sindicato del aserradero, donde hasta un caballo fue defendido como un trabajador con plenos derechos laborales. El sindicato de Las Palomas se alió entonces al Frente Auténtico del Trabajo (FAT), organización que en ese mismo año consiguió el registro ante las autoridades laborales de otros dos sindicatos independientes de las estructuras oficiales: el de la compañía Minera La Perla y el de Escobas La Nacional. Nueve años antes, el FAT había obtenido, de manera sorpresiva, dada la estructura sindical en Chihuahua, el registro del sindicato de la Pepsi-Cola. Fuimos por enésima vez a la Junta Local de Conciliación y Arbitraje de Chihuahua a registrar al sindicato del aserradero. No había sido fácil, y tal como nos lo imaginamos, nos volvieron a poner miles de trabas. -Hay una serie de problemas para registrar a ese sindicato -dijo el presidente de la Junta- Ustedes saben que es necesario realizar una inspección en el centro de trabajo y está muy lejos; las vías terrestres son horribles y sólo se puede llegar por avioneta. Yo, francamente, no puedo ir, pero tengo un ayudante que… Bueno, si ustedes insisten y corren con todos los gastos… pues… tal vez podría enviarlo. -Totalmente de acuerdo- respondí. Si la inspección es lo único que falta para darnos el registro, adelante, nosotros asumimos todos los gastos. -Entonces, andando. Les voy a presentar a la persona que hará la inspección para que se pongan de acuerdo. Era un joven estudiante de leyes y, al parecer, todavía no tenía experiencia en estas cosas. Pero eso no me importaba, si se atrevía a ir al “culo del diablo”, ya era ganancia. -Vamos a irnos en tren -le dije-. Ahora que, si tú prefieres, nos vamos en avioneta; pero si viajamos en avioneta, nos van a dejar en una pista de aterrizaje lejísimos, como a siete horas del aserradero y de ahí hay que atravesar las montañas caminando toda la noche. La otra opción es irnos en tren, llegar a El fuerte de Sinaloa, y de ahí irnos en algún camión. El inspector no daba crédito. Abrió los ojos y quedó mudo un instante. -Mejor nos vamos en tren, porque las avionetas me dan miedo.

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-Hecho -respondí-. Nos vamos hoy mismo a las diez de la noche. Arregla tus cosas y paso por ti a las nueve y media. ¿De acuerdo? Ese mismo día nos fuimos en el tren pollero que salía de la ciudad de Chihuahua. Se veía entusiasmado y toda la noche platicamos sobre los problemas sindicales, los trámites legales, etcétera. Le comenté que allá, en el aserradero, a los trabajadores no les pagaban en efectivo sino con puros vales hechos en papel estraza, sin sello, sin nada. Para cambiarlos, tenían que ir a la tienda del cacique del pueblo y éste aceptaba el vale porque llevaba la firma del superintendente. Si la gente lo cambiaba por alimentos, les rebajaban 10% del vale, y si querían dinero en efectivo, les descontaba 20%. - En pocas palabras -le dije-, se asemeja a una tienda de raya de la época colonial. La compañía se negaba a pagarles en efectivo porque decía que había muchos asaltantes. Y el cacique, como tenía mucha feria –porque además era narcotraficante- se llevaba los vales en su avioneta a Chihuahua y allá la compañía se los hacía efectivos. En fin, platicamos de muchas cosas, y cuando llegamos a las barrancas del cobre, como a eso de las seis de la mañana, empezó a pegar un calorcito cabrón y el hombre aquél empezó a estornudar y a estornudar. -Nada más falta que éste se me enferme- pensé. No, no puede enfermarse ahora que vamos a la inspección. Pero si se enferma, ¿qué hago? No me importa, enfermo o no, me lo llevo al aserradero a practicar la inspección. -¿Qué le pasa inspector, le quiere dar gripe? -No, no se preocupe. Soy alérgico al calor, pero ahora que baje tantito el sol, se me quita el estornudo. -¡Ahora que baje tantito el sol! –pensé-. Pero si apenas son las seis de la mañana, para mediodía éste se va a morir cuando estemos a cuarenta y cinco grados. Estornudo tras estornudo, llegamos a El Fuerte de Sinaloa a las tres de la tarde. Se suponía que un camioncito hacía el recorrido hasta el aserradero dos veces por semana, pero ese día, precisamente ese día, se había descompuesto. -¡Yo me regreso! Si no hay manera de llegar, no es mi culpa. -Nada de que te regresas, ahorita vemos cómo, pero llegamos a güevo. Mientras el inspector se detuvo a tomar un refresco, yo anduve preguntando cómo le podríamos hacer para llegar a Las Palomas, hasta que alguien me dio una pista. -¡Inspector, inspector! Hay una persona que tal vez pueda llevarnos al aserradero. -Y, ¿quién es? -El Chamorro -¿Quiééén? -El Chamorro. Ni tardo ni perezoso fui a buscarlo. Era todo un personaje el tal Chamorro. Tenía un puesto en el mercado y una camioneta toda destartalada en la que transportaba su mercancía.

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-Sí, yo puedo llevarlos, pero será otro día. Ha llovido bastante y los caminos están intransitables. Además, no tengo a quien dejar en el puesto y la mercancía se me va a echar a perder. Se nos estaba echando pa’trás. Insistía en que había muchos asaltantes en el camino y que sería muy peligroso porque, como había estado lloviendo, la camioneta podría desbarrancarse. -Pues si no hay quien nos lleve, yo me regreso- insistió el inspector. -Ya te dije que aquí nadie se raja. Ahora llegamos porque llegamos. El Chamorro, nada tonto, aprovechó la situación y nos condicionó el viaje. -Bueno si me pagan dos mil pesos, me lanzo a llevarlos-¿Dos mil pesos? ¡Es un dineral! -Pues sí, pero es muy peligroso. Lo toman o lo dejan. El inspector se estaba medio frunciendo. Así que, en caliente, acepté pagarle lo que pedía. -Está bien Chamorro, te pago los dos mil pesos, pero salimos ahora mismo. -Trato hecho. Le aviso a mi familia, le pongo gasolina a la troca y listo, nos vamos tendidos. Mientras que el Chamorro hacia sus arreglos, nosotros fuimos a comer. Escogí un lugar con sombra, donde no pegara el sol directo, pero el inspector seguía estornudando. Yo nomás cerraba los ojitos y doblaba la cabeza. -Coma bien inspector, porque todavía falta lo mero bueno. -Sí, sí. Aaaachú. Ya voy, aaaachú. Salimos de El Fuerte con el Chamorro y dos parientes más que trajo por si la camioneta se atascaba o nos asaltaban en el camino. -Entre cinco -dijo-, nos iría menos mal. Y ahí vamos, llevando al inspector con su credencial, que nadie sabía que cosa era, pero, en fin, ahí llevábamos a una autoridad. Llegó la noche y nosotros subiendo y bajando montañas con unos precipicios altísimos. Al circundar una montaña por el lado derecho, la lluvia arreció y la camioneta se patinaba de un lado a otro chisporroteando agua. -¡Párate Chamorro!, yo me bajo. -¿Y a dónde va a ir caminando, inspector?. Aquí no vive nadie. -Me voy para atrás con tus parientes -Pero se va a mojar. No ve que está lloviendo. -Si pero no me importa, porque si la camioneta se cae para un lado, yo brinco para el otro. Así es que párate. El inspector realmente estaba asustado, y así, asustado, se fue rápidamente para atrás. Iba mojándose y batiéndose de lodo, pero creía que salvaría su vida si la camioneta se volcaba. Al cruzar los ríos, los cables de la camioneta se mojaban y el motor se paraba. Entonces, con el agua hasta el pecho, la empujábamos para sacarla del atolladero.

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-¡Ay, mamá! Mira nada más dónde anda tu licenciadito. ¿Qué van a hacer mis hijos si yo muero aquí? ¡Ay, mamá! Tú que querías que yo estudiara leyes. Cuándo me iba a imaginar que terminaría en esto. El hombre aquél iba encabronadísimo, no dejaba de gritar, respingar y estornudar. Como a eso de las doce de la noche llegamos a un lugar donde vendían comida. Despertamos a la señora y nos preparó de comer bien sabroso. Con el espíritu fortalecido por la botana, continuamos el camino. Total, fuimos a dar al aserradero al día siguiente a las siete de la mañana. En cuanto llegamos a Las Palomas, el inspector me dijo: -Junta inmediatamente a la gente porque vamos a hacer una inspección rápida. Yo tengo prisa por regresar a Chihuahua. Pero da la casualidad que el día anterior habían tenido una boda en el pueblo y todos estaban pedos, toda la gente hasta la madre. Al secretario general del sindicato, ni con agua lo podíamos mover. Tocábamos las puertas y las señoras abrían diciendo que se acababan de acostar. -Anoche hubo bailongo y tomaron mucha lechuguilla, ya sabrá señor que pega re duro y ahora ni quién los pueda levantar. Yo les había advertido que iría con el inspector de trabajo a levantar un acta para conseguir el registro sindical. Entonces las señoras comenzaron a despertar a gritos y cubetazos de agua a sus maridos. A las once de la mañana logramos juntar a la gente en la escuela; todos cayéndose de borrachos y hablando incoherencias. Ahí estaba el inspector sin creer lo que veía. -Quieres ir inspeccionando uno por uno, preguntándoles sus nombres, su voluntad, ¿quieres que se identifiquen? Aquí están todos y queremos el registro. -No, no, rápido, que respondan juntos. -¿Todos son trabajadores del aserradero?- les preguntó. -Sí, sí-, contestó la gente. Rájatelas, ya estuvo la inspección. Se supone que él tenía que inspeccionar a uno por uno, pedirles que se identificaran y pedirles su opinión, pero el hombre llevaba prisa y continuaba estornudando. -Ahora sólo necesito que el superintendente de la empresa me ratifique que todos éstos son sus trabajadores. Y ahí vamos a la casa del superintendente. Era un gánster gordo que trataba muy mal a los trabajadores. Sólo que el día anterior también se había emborrachado con ellos. Lo despertamos como pudimos y en cuanto abrió los ojos, el inspector se presentó. -Vengo de la ciudad de Chihuahua. Soy la autoridad del trabajo y quiero hacerle unas preguntas. ¿Toda la gente que hay aquí trabaja en la Compañía? -¿Dónde más? No me moleste, déjeme dormir- respondió el superintendente. Al mismo inspector le parecía una pregunta estúpida, en cientos de kilómetros no habíamos pasado por ningún otro poblado en el que pudieran trabajar, pero no quería pasar por alto esta formalidad.

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-Bueno inspector, ¿ahora que falta? -Nada, nada. Pero ya sabes, ahora tienes que ponerte a mano. -Claro que nos vamos a poner a mano, inspector, pero cuando nos den el registro. Mientras tanto, ¿por qué no se echa un sueñito? Ya lleva más de cuarenta y ocho horas sin dormir. -No, no. Ahora mismo nos regresamos. -Oiga, pero El Chamorro tampoco ha dormido y él necesita manejar. -Pues que le ayuden sus parientes, pero yo me regreso hoy mismo. -Bueno inspector, yo me quedo por acá. Tengo pendientes algunos asuntos que quiero arreglar, Nos vemos en Chihuahua. Le pagué a El Chamorro sus dos mil pesotes y me despedí de sus parientes. Yo tuve que ir a La Perla, una mina que estaba todavía más adelante, en donde asesorábamos a otro sindicato. Después regresé a Chihuahua para hablar con el presidente de la junta y todavía seguía poniendo trabas al registro. -A ver- redije, llame al inspector para que me explique qué falta. El inspector entró a la oficina. Aún tenía ojeras y una cara muy pálida. -Oye, licenciado, pues aquí el presidente quiere que nos echemos otro viajecito. ¿Tú que opinas? ¿Falta algo? -No, no- respondió inmediatamente. Toda está bien, ya le di mi informe y no falta nada. Todo está en regla, yo no vuelvo a ir. Así sacamos el registro del aserradero Las Palomas en 1972. Pero el asunto no terminó ahí. Luego demandamos la firma del contrato colectivo y exigimos que el pago fuera en efectivo, como lo establece la ley. Para ello conseguimos que unos policías rurales hicieran una escolta y trasladaran el dinero desde Chihuahua al aserradero. De esta manera, se evitaría la excusa de los asaltos. Cuando exigimos la firma del contrato, hubo algunas amenazas a los trabajadores. Les decían que los iban a despedir, pero como era la misma gente que habitaba el pueblo, pues de dónde agarraban otra gente para que entrara a trabajar al aserradero. Una vez que logramos la titularidad del contrato colectivo, que a la gente le pagaran en efectivo, que les dieran las mínimas prestaciones de la ley, nos dimos a la tarea de organizar a los trabajadores por departamentos. Y ahí empezó el jale. En uno de los departamentos se concentraban grandes cantidades de aserrín, y los tenían que ir a depositar a unas tolvas. No tenían cadenas o bandas para transportarlo, así qué, cómo podían, lo cargaban y lo sacaban de ahí. Pero un trabajador, nada tonto, llevaba a su caballo y con la ayuda del animal trasladaba el aserrín rápidamente. Prontamente aprendió que: “a trabajo igual, salario igual” y comenzó a protestar por el atropello que se cometía con él. -Yo acarreo tres veces más aserrín que los demás y me pagan igual. Eso no es justo, debo ganar otros dos salarios más.

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-Pero entiende- le decíamos, tú no trabajas más, al contrario, trabajas menos que los otros. -No sé si trabajo menos, pero lo que sí sé es que produzco el triple… Y tenía razón, pero qué solución le dábamos a su caso. El traía a su caballo por cuenta propia, nadie lo obligaba. Los compañeros, entonces, propusieron una reunión sindical para tratar el asunto del caballo. -Yo propongo -dijo alguien-que al caballo se le consiga un salario por el trabajo que realiza. -Pero ¿cómo le vamos a decir al superintendente que queremos un salario para el caballo? -Así tal cual: “Superintendente, si este caballo trabaja aquí, pues que tenga también algunos derechos mínimos como el salario. O, ¿acaso no tiene derechos como trabajador que es?” -No, no es posible plantear eso- les dije. -Pero se va a morir mi caballo de tanto trabajar y después qué hago sin él. Usted ha dicho que el trabajo tiene ciertos derechos, entonces, ¿cuáles son sus derechos? -Bueno, bueno, pues que se vote a ver si estamos de acuerdo. Francamente no sabíamos que cara iba a poner el superintendente. Yo había defendido los derechos de los trabajadores, pero de un caballo… que yo me acuerde nunca. No sé si agarramos borracho al superintendente, o se le hizo algo natural, el caso es que hasta un convenio con la empresa tuvimos que firmar, y en él se estipuló el salario y la jornada de trabajo del caballo. Pero ahí no paró el asunto. Alguien dijo que si defendíamos los derechos de un caballo, éste tenía obligaciones con el sindicato, y que su primera obligación, era precisamente la de afiliarse y pagar sus cuotas. -O qué, ¿queremos un esquirol en el aserradero?

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Soy obrero ¿y qué? Margarito Mendoza A mis compañeros obreros de Alumex y Vidriera A las esposas de los trabajadores que apoyaron el movimiento A los sindicatos solidarios, y a Ofelia, Toño Camargo y Lidia

Aburrido de una semana más de trabajo, me encuentro intranquilo este sabadito alegre; ardo en deseos de estar con mis cuates para echarnos dos o tres cervezas. Bueno eso de dos o tres es un decir porque juntándome con ellos es “pedo” seguro, y principalmente con Jorge; a ese cabrón, igual que a mí, le encantan las cervezas bien frías. Total me decido y salgo de la casa. “Orita regreso, jefa”. Directo a la esquina donde pasamos las tardes cotorreando. Me llevo gran sorpresa al encontrarme con el más educado de mis cuates que desde hace más de cinco años se metió a Chambiar en el honorable oficio de soldado y en todo ese tiempo no se había aparecido por aquí. -Qué tal Alfredo, qué milagro. ¿Cómo te fue en el tiempo que has estado tan lejos? -Pues regular… ¿y a ti, cómo te ha tratado esta vida tan contradictoria? -Pos aí la llevo- le respondo y pienso entre mí: “Pinche Alfredo sigue igual de mamón, tratando siempre de pronunciar bien las palabras, como quien dice, le echa un chingo de crema a sus tacos, pero es un cuate a todo dar; no tengo por qué hablar mal de él”. -¿Ya tienes rato aquí? -Como media hora- me contesta al tiempo que mira su reloj, un Orient nuevecito. -¿No has visto a Jorge? -Hace rato paso por aquí, dijo que venía de la chamba, que iba a llegar a su casa y que ahorita regresaba. -A ver si viene. Pásame un cigarro, ¿no traís? -Sí, pero no traigo cerillos. -Yo traigo- le digo mientras observo que saca una cajetilla de Raleig aún sin destapar. -Ah, caray, sigues fumando Raleig a pesar de lo caros que están. -Pues claro, hijo, que esperabas- me dice de manera muy presumida. -Tú sí sabes hijo, perjudicas tu salud con cosas finas; yo sigo fumando mis Delicados sin filtro. Se molesta al notar que lo cotorreo y me mira como diciendo, “Pinche gorrón”. Prefiero cambiarle la plática inmediatamente.

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-Entós qué, hijo, ¿vas a disparar o no? para celebrar que nuevamente estás con tus amigos. -Ya vas. Pero esperemos a Jorge, también él quiere que nos echemos unas, por eso me dijo que ahorita regresaba. Y sirve que aprovechamos para platicar algunas cosas serias. -Cabrón, hasta que dijiste algo bueno. Nomás no vayas a salir con que nos metamos de “sardos” como tú. -No hombre, es todo lo contrario- se pone muy serio y al instante continúa.Antes, cuando trabajaba de soldado creía que lo que decían y hacían los millonarios estaba bien. Pero he aprendido que los pobres son los que tienen la razón, por ejemplo, cuando los campesinos a la fuerza toman tierras para trabajarlas o los obreros hacen huelgas demandando mejores condiciones de vida. Ahora no sólo pienso que los trabajadores tienen razón sino que apoyo sus actos. Me quedo muy extrañado con todo esto, pues Alfredo antes pensaba exactamente lo contrario de lo que ahora dice. -Qué a toda madre hijo. Hasta que cambiaste tu manera de pensar- le digo, y al momento me contesta todavía más serio: -Así es, basta ver en nuestro derredor; mirar la miseria en que vivimos para darnos cuenta de que algo anda mal. Estamos en esta plática tan importante, cuando de pronto siento un patadón en las meras nalgas que me hace voltear rápidamente. Es Jorge, tan encajoso como siempre. -No chingues cabrón, duele regacho- le digo mientras me las sobo. -Entós qué, nos echamos unas o no- me dice, tratando con eso que se me olvide el madrazote que me recetó. -Te estábamos esperando- interviene Alfredo –Ahora que traigo para ponerme a mano con algunas frías. ¿Qué les parece?, compramos unas caguamas y nos las tomamos bajo la sombra de aquellos árboles, allá ni quien nos moleste. -Ora pues- dice Jorge. -¿Cuántas serán buenas? -Las que quieras- respondo y Alfredo manda por ellas de volada. -Tráeme seis caguamas, chavo, por favor. Toma el dinero y te quedas con el cambio. Después de un rato: -Aquí están pero nomás sobraron cinco pesos- dice el chavo muy enojado. -Ni modo- responde Alfredo-, tome cada quien las suyas y vámonos. Agarramos dos cada quién y emprendemos el camino. Pero antes doy otros cinco pesos al chavo que las trajo, se pone muy contento y se va corriendo hacia la tienda. -Qué buena está la sombra- dice Jorge-, cada quien destápese una para que tomemos parejos, así nadie se hace pendejo.

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A toda dar, pienso yo, pos la mera verdad me ando quemando. De un trago le bajo casi la mitad a la méndiga caguama. -Ora chúpenle. -Vamos parejos- alega Alfredo tratando de medir el líquido de una con otra. Se acomoda en la piedra donde está sentado, pone su caguama justo frente a él y me dice: -Pues si hijo, hace rato te decía que aprovecharíamos para platicar algo serio. Platícame qué se siente trabajar de obrero. -Uy güey, ¿es choteo o qué? -No te enojes, hombre, ya te expliqué que ser soldado es defender los bienes, los intereses de los ricos, nunca de los trabajadores, por eso quiero saber las penas que los obreros pasan dentro de las fábricas. La mejor forma de saberlo es estar trabajando dentro de una de ellas, pero llevo días buscando chamba y no he encontrado. Ustedes estuvieron trabajando en una fábrica de vidrio y muchos dicen que producir vidrio es un trabajo muy duro. -Muy duro es poco, cabrón, son madrizas. Rolando turnos, sin descansar domingos ni días festivos, los descansos eran entre semana. “Trabajar de noche siempre me ha caído gordo, cómo chingan las desveladas. El puesto de rayador-quebrador es el más duro dentro de la fábrica. Cada máquina productora de vidrio necesitaba de tres rayadores-quebradores: uno rayaba el vidrio con el cortador y los otros lo desprendían de la máquina, lo acostaban en una mesa especial para eso y le cortaban los lados que siempre deben salir gruesos. Se llaman bordes. Estaba tranquila la cosa cuando sacábamos vidrio de seis milímetros. Es el espesor más grueso que ahí se producía. Salía muy lento: una hoja, que medía dos sesenta, cada cinco minutos. Pero puta madre, daba miedo producir de dos milímetros, las hojas medían un metro y cada minuto salía una, además era muy delgado, fácilmente se rompía y nos accidentábamos constantemente. Pinches madrizas. Imagínate siete horas sin poderte apartar de la máquina ni siquiera un minuto, con un calorón de la chingada –más de 60 grados de temperatura-; sudábamos demasiado, no nos quedaba un sólo poro del cuerpo sin que brotara sudor. ¡No estoy exagerando hijo!, había ocasiones en que exprimíamos la camisola de tan mojada que estaba. Esto aumentaba en los meses que más calor hace, como abril y mayo. Al terminar nuestras horas de trabajo salíamos bien jodidos, ¿verdá, Jorge?” -Sí mano, sin ganas de nada. -En una ocasión un obrero no aguanto la chinga y se desmayó: cuando estaba a punto de desmayarse sólo decía “me mayo”. Ahora muchos le dicen “el Desmayao”. Tragábamos agua como burros. De veras que estaba dura la cosa. Recuerdo que una vez subieron muy chingones, el gerente general y un dizque licenciado a ver cómo trabajábamos, se metieron hasta donde cortamos el vidrio que es el lugar donde más fuerte se siente el calor. Pero por más que se hacían los fuertes, pretendiendo demostrar ante nuestras burlonas miradas

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que ellos también aguantaban el calor, antes de cinco minutos salieron de prisa limpiándose el sudor de la frente. Se me acercó un obrero y me comentó en voz baja: “A ver si es igual que estar en su oficina, sentadotes, sin trabajar, hijos de su pinche madre.” Siempre que algún obrero hablaba del patrón o de algún jefe de la fábrica lo hacía con coraje. Con rencor o con burla. Falta de seguridad social, de equipo de protección en el trabajo, bajos salarios y malos tratos para los trabajadores fueron algunos motivos de tantos que influyeron en nosotros para entender que el patrón es nuestro enemigo. Cambiamos de sindicato, de la CTM nos hicimos independientes. Esto costó un chingo, no creas que fue tan fácil. Al principio el patrón nos trataba muy mal, no cumplía con lo que nos prometía. Pero la cosa cambio cuando entendimos que si todos unidos exigíamos lo que necesitáramos, fácilmente lo conseguiríamos. Qué suave la pasábamos ya con el sindicato independiente, no podíamos decir al principio que era una cosa muy chingona, pero nos alegraba poder elegir libremente a nuestro comité ejecutivo, a nuestros delegados. En fin, la mayoría de los trabajadores en asamblea nombrábamos a quien debía representarnos ante el patrón. Cambiar de sindicato no fue tan fácil como se pudiera pensar; costó amenazas y despidos. Primero en Alumex y después en Vidriera. Las dos fábricas producían vidrio y eran propiedad de Francisco Campos. Los obreros le decíamos Pancho. En 1974 se constituye el sindicato independiente en Alumex y en 1975 en Vidriera, pero como las fábricas eran del mismo patrón, en 1978 obtuvimos algo muy importante: unificar la fecha de revisión de nuestros contratos y con esto las dos revisiones se hacían como una sola. En salarios, vacaciones y aguinaldo rebasamos lo que marca la ley, obtuvimos también el derecho exclusivo para que el sindicato contratara al personal necesario, pago de transporte y becas para nuestros hijos. Hasta un pavo para la cena de navidad con peso mínimo de cinco kilos marcaba nuestro contrato colectivo. Las friegas, las condiciones de trabajo, los salarios todo estaba de la chingada, pero con nuestro sindicato independiente fue mejorando muchísimo. Recuerdo la ocasión en que un obrero no podía levantar las láminas de vidrio porque pesaban mucho; el patrón le dijo: Álzale fuerte, hijo de la chingada, si no puedes vete a chingar a tu madre. Si estaban bien controladas las máquinas y la producción estaba saliendo a todo dar el patrón te felicitaba; si por algún error bajaba la producción, decía: Son muy pendejos, muy flojos, no saben trabajar; en fin nos llovía duro. Pero ya sintiéndose respaldado por el sindicato, que éramos todos, hasta el obrero más tonto protestaba: “¿Qué esto no está bien así?, pos hágalo usté.” Gracias a la fuerza sindical que fuimos adquiriendo vinieron los avances laborales y económicos. Tanto que el patrón, al darse cuenta que cada día podía menos con nosotros, intentó frenar nuestro avance con despidos, amenazas y hasta secuestros.“

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-¿Secuestros? -Sí. En 1977, a dos años de haberse constituido el sindicato independiente en Vidriera fueron secuestrados José María Arríaga, ex secretario general y Erasto Monroy, secretario de trabajo, quienes permanecieron ocho días en la una cárcel clandestina vendados y amordazados. Después de tantas presiones del sindicato los soltaron. Arríaga me platicó que había estado cabrón; que después de golpearlos y torturarlos feamente, metralleta en mano, les dijeron que si no dejaban de participar en el sindicato les iba a ir peor. Noté que no tenía vellos en las cejas y me dijo que les vendaron los ojos con cinta adhesiva que después de varios días se pego muy fuerte y al quitársela se le arrancaron. Los trabajadores supimos claramente que el patrón fue el único responsable del cobarde secuestro de nuestros dirigentes, porque sólo a él le perjudicaba que participaran en el sindicato; prueba de ello fue que los despidió por haber acumulado ocho faltas injustificadas y aun así los liquidó. Lo que no quería era tenerlos ahí porque ellos si lo atacaban macizo. A pesar de todo, seguíamos avanzando. Me vino a la memoria ahorita, el día en que Jorge estaba muy enfermo. Hacía como una hora que habíamos entrado a trabajar y se sentía demasiado mal. Pidió permiso para ir al Seguro Social y, diciéndole que se hacía pendejo, el jefe se lo negó. En un momento también yo llegué a pensar que se hacía güey para no trabajar. Pero cuando decididamente dijo que se sentía mal y que iba a ir al Seguro aunque lo corrieran del trabajo, vimos que la cosa era seria. El jefe accedió a darle el permiso pero aún de mala gana. Al otro día lo operaron de la apéndice, ¿sí o no, Jorge?” -‘Uta madre, ya mero me moría dentro de la fábrica. ”A los pocos días informamos por medio de volantes a los trabajadores de los otros turnos y a los de Alumex cómo se había portado ese jefe de la chingada. También advertimos al patrón que si no lo corregía nosotros lo haríamos. Así con problemas por aquí y por allá fue pasando el tiempo, luchando siempre contra las arbitrariedades del patrón y él pisoteando cuando podía nuestros derechos. Diario teníamos que exigir cascos de protección, guantes y otras cosas que era obligación de la empresa proporcionarnos. Los guantes era lo más necesario para trabajar el vidrio; por tanto uso se terminaban rápido y aunque hubiera un chingo almacenados la hacían cansada para darnos nuevos. A propósito hacía esto el patrón con el fin de que nuestros representantes se pasaran gran parte del tiempo exigiendo estas cosas y poco les quedara para la organización interna del sindicato. Para terminar con estas fregaderas del patrón, organizadamente decidimos no trabajar cuando no tuviéramos el equipo necesario. Con estas presiones tan chingonas cada que nos hacía falta algo para trabajar nos lo daban inmediatamente. Seguíamos avanzando. Más y mejores logros en cada revisión de contrato, por más que lo intentaba el patrón ya no podía detener nuestro rápido ascenso.

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El primer intento para acabar con el sindicato lo llevó a cabo el primero de noviembre de 1979. Realizó un paro patronal ilegal, solamente en Vidriera. Tengo bien presente que ese primero de noviembre era un día jueves, el policía al que ese día le tocó guardia no permitió la entrada a los trabajadores del primer turno, dijo que tenía órdenes superiores de no permitir la entrada a nadie. Para esto, en días anteriores, el patrón mandó desmantelar parte de la fábrica. Sacó de ahí y llevó a Alumex -su otra fábrica- partes de maquinaria importantes para la producción, plantas de luz, millares de tabique refractario, en fin, cosas de mucho valor. Su plan era tenernos un tiempo fuera para desesperarnos y deshacerse de nosotros y después reabrir la fábrica con un sindicato que él pudiera manejar a su antojo. Todo esto sin preocupación alguna, pues seguirían sus obreros de Alumex produciéndole enormes ganancias. Estas chingaderas las utilizó el patrón con el propósito de acabar, primero con nuestra organización sindical y después con el sindicato hermano de Alumex. Al iniciar el paro patronal inmediatamente hicimos asamblea general en la cual formamos comisiones para organizar el movimiento y poder resistir. Un coordinador, una comisión de finanzas encargada de administrar el dinero que entraba de solidaridad y de preparar los botes necesarios para los obreros que debían salir a “botiar”. La comisión de prensa era responsable de que se propagandizara al máximo el conflicto. Se debía solicitar el apoyo de los demás sindicatos y organizaciones independientes y de eso se encargó la comisión de relaciones. La comida para los obreros era hecha y distribuida también por una comisión. Qué a toda madre guisan los obreros, carajo. La comisión de eventos organizó dos festivales los únicos domingos que estuvimos fuera. Convivíamos la mayoría de los obreros con nuestras familias; qué a toda madre nos la pasábamos. Más que perjudicarnos con este paro el patrón nos benefició, porque aprendimos a organizarnos mejor para combatir sus fregaderas. Habíamos conquistado ya importantes prestaciones que el patrón no quería seguir pagando y si en ese año su intento de desaparecer al sindicato le falló, fue por la organización tan chingona que logramos con nuestros compañeros de Alumex. Sabíamos que la intención de Pancho era terminar primero con nosotros y después más fácilmente con ellos. Por eso fue que en asamblea general acordaron apoyarnos económicamente: 50 pesos semanales por trabajador y algo más importante todavía: sabotear la producción. Aunque se consideraba que era muy riesgoso se dijo que era necesario bajar la producción, porque al patrón no le importaba tener parada una planta mientras la otra le produjera ganancias. Y así se hizo, la producción bajo de 80 a 20 por ciento; esto le dolió mucho al patrón. Lo peor para él fue que el vidrio se rompía misteriosamente, nadie sabía por qué. En esos días hicimos un mitin bien chingón frente a las instalaciones de Alumex, sabíamos que el patrón estaba ahí. Los obreros que se encontraban tra-

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bajando se asomaban por las ventanas y hacían un ruidazo de la chingada. Agarraron como tambor las láminas de que está hecho el huacal de la fábrica y golpeaban con lo que tuvieran a la mano. Golpeaban y coreaban consignas. Qué a toda madre se oía: ¡Si cierras Vidriera, paramos Alumex! Recuerdo a un obrero a quien le decíamos Borrego, golpeaba fuerte las láminas y delante de los jefes gritaba. Era bien aventado. Con todo esto, a veinte días de haber cerrado la fábrica, el patrón decidió abrirla nuevamente, pero habíamos emplazado a huelga y había estallado el día 19 por lo que tuvo que negociar con nuestros dirigentes el levantamiento y las condiciones en que entraríamos a trabajar. Aceptó respetar nuestro contrato colectivo y pagar el cien por ciento de nuestros salarios caídos; no tenía otra salida. Sólo nos pidió por favor, que aceptáramos el aguinaldo de ese año en dos pagos porque en esos días de no producir se había quedado sin dinero. El 21 de noviembre entramos a trabajar. Nuestra organización, nuestra fuerza sindical se impusieron. Ganamos esa batalla.” Voy agarrando el hilo de la narración cuando Alfredo interrumpe: -Échate otro trago, hijo, para que hagas saliva y sigas contando, es muy interesante. -Pos destapa la otra, güey. -Yo no puedo, destápala tú, Jorge. Y a propósito, ¿ustedes qué tal se llevaban en la fábrica?- nos pregunta y Jorge contesta inmediatamente: -Pos a todo dar, siempre hemos sido buenos cuates; a donde iba uno iba el otro, ¿verdá, hijo? -Sí, siempre nos hemos llevado a toda madre. Recuerdo que cuando nos tocaba trabajar en el tercer turno, la hora que nos daban para cenar, como a las dos o tres de la mañana, la aprovechábamos para descansar acostadotes en el piso y bien acurrucados. En un tiempo acompañábamos a mi chava a la escuela, se pasaban las horas de prisa y llegábamos a la chamba siempre con la tolerancia, ¿te acuerdas, Jorge? -Hijo de la chingada, por tu culpa siempre llegábamos tarde a la fábrica. -Nuestros relevos al vernos llegar salían bien enojados del departamento, sin chistar nada, pero eso sí, con su mano hasta atrás nos marcaban una perfecta mentada de madre. -Y para qué sirvieron tantas carreras, sí a los pocos días te mandó a la chingada. -y ‘onde que estaba bien enamorado de ella. -¿Enamorado, güey? Te traía pendejo. Alfredo interviene con su caguamota en la mano: -Bueno por el momento olvídense de las chavas, tómense otro trago y vamos a seguir en lo que estábamos, ¿ya van? -¡Ya vas!- nos prendemos un cigarro, nos echamos otro trago y sigo platicándoles la historia.

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-Olvidaba decirte que también para triunfar en el ilegal paro patronal, tuvieron mucho que ver un grupo de concientes mujeres que formaron un comité de esposas de los trabajadores. Ayudaban a cocinar, boteaban y pedían sin pena alguna en las colonias cercanas, alimentos o algo para que los obreros pudiéramos resistir. Fue una ayuda valiosísima. “En los 20 días de paro patronal ocurrió otra cosa bien chida: tres obreros nos traicionaron. Obreros lambiscones; desde que empezó el movimiento no se presentaron a las guardias, sólo pasaban y se burlaban de nosotros; andaban de barberos con el patrón, creían que estando de su lado no les faltaría la chamba, no sabían que los patrones sólo se aprovechan cuando les sirves; cuando no, con una patada por las nalgas te mandan a la chingada. Así les pasó a estos cabrones. Cuando regresamos al trabajo, ellos también entraron como si nada hubiera sucedido. Pero se las hicimos gacha; los trabajadores no estábamos dispuestos a permitir que hubiera entre nosotros gente como esa. Cuando entraron a su lugar de trabajo sus ex compañeros con mucho coraje los provocaban: ¡Aguas unos perros! Nuestros representantes les decían que se salieran y se negaron. Un obrero enojadísimo se lanzó a golpes contra uno de ellos y otros con bolsas de hule o algún bote viejo que habían encontrado por ahí les echaban agua y hasta miados. Para que las cosas no pasaran a más, el sindicato notificó al patrón que esos obreros no debían entrar a la fábrica, que sus puestos los ocuparía gente nueva. Teniéndolos en su oficina sin hacer nada por unos días el patrón pretendió defenderlos, pero no los queríamos dentro de la fábrica y a la fuerza los hicimos firmar su renuncia del sindicato. Era difícil poderlos reacomodar y el patrón prefirió mandarlos a la fregada. ¡Esto y más debe pasarle a los obreros lambiscones! Seguía pasando el tiempo y el patrón trataba de ganar nuestra confianza. Un día aparecieron pegados en varias partes de la fábrica, memorándums en los que se invitaba a los trabajadores a una comida que el patrón nos obsequiaba, porque según él estábamos respondiendo en el trabajo. Comida y rifa de bicicletas al mismo tiempo. Casi todos los obreros asistieron, estábamos de acuerdo en arrancarle todo lo que se pudiera al patrón. Todo lo que nos daba lo aceptábamos siempre y cuando fuera para todos. En esa única ocasión, los trabajadores del turno en que andábamos Jorge y yo no quisimos asistir, todavía teníamos coraje de todas sus mamadas que nos hizo en el 79. También el doce de diciembre de 1980, día de la Virgen de Guadalupe, el patrón nos agasajó con una pachangota dentro de la fábrica: buena comida, cervezas y hasta mariachis. A pesar de todo, ya no le teníamos confianza; estábamos y siempre estaríamos en contra de él. Después del paro del 79, hasta marzo del 81, fue casi año y medio de intensa lucha. Nosotros a no dejarnos y el patrón a querer terminar, a como fuera, con nuestra organización sindical.

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Entre mayo y junio del 81, comenzó a hacer acciones más fuertes contra nuestro sindicato independiente: nos retuvo el dinero de las cuotas sindicales y el de la caja de ahorros. Todo esto con el fin de provocar a los trabajadores para que hiciéramos algo anormal y poder acusarnos de acciones ilegales. Un notario público estaba en esos días permanentemente en las dos empresas. No le dieron resultado esas maniobras y se aventó otra provocación más cabrona: decide no pagar nuestros salarios. Dijo no tener dinero y que le hiciéramos como mejor nos pareciera. El notario público seguía listo para dar fe de las reacciones ilegales que los trabajadores cometiéramos. Pero con la experiencia que habíamos adquirido en el sindicato, ante estas acciones del patrón nosotros utilizamos las vías legales; emplazamos a huelga para proteger nuestros intereses, pues empezaban a llegar representantes del seguro social. Petróleos Mexicanos y de la Comisión de Electrizad queriendo embargar porque, según ellos, la empresa debía grandes cantidades de dinero. Ya con el emplazamiento se la pelaron, no pudieron embargar nada. Las tres últimas semanas de agosto las pasamos sin recibir salario, sin embargo, seguíamos acudiendo puntualmente a las fábricas. Ya no había materia prima para seguir produciendo y sólo cumplíamos con el horario de trabajo que nos correspondía mientras la huelga estallaba. Entre esas semanas de agosto, hicimos asambleas los 480 trabajadores y nombramos el comité de huelga para que dirigiera el movimiento. Cada integrante del comité era responsable de una comisión. El martes primero de septiembre de 1981, estalló la huelga a la una veinte horas en Vidriera y a la una treinta en Alumex. Demandábamos: reapertura de las fuentes de trabajo, el pago de los salarios retenidos y respeto a nuestro contrato colectivo. El primer día de huelga, recuerdo bien, algunos obreros preparaban el campamento, otros abastecían la cocina de trastos y alimentos necesarios para la comida y los más jóvenes se trepaban emocionados a botear en los camiones. Domingo y Mariano, obreros integrantes del comité de huelga y responsables de organizar festivales y manifestaciones, ese primer día empezaron contratando un camión en el que asistimos a una marcha que habían organizado los trabajadores de Barrenas de México, que llevaban ya varios meses en huelga. Más de cien obreros participamos. Los encargados de las guardias y de la disciplina fueron Gabriel y Felipe, obreros integrantes del comité de huelga que participaron bastante. Los responsables de que se difundiera el movimiento fallamos mucho en esos primeros días, teníamos sólo un mimeógrafo para elaborar volantes y no era suficiente. Al principio hacíamos más de 30 mil; conseguimos otro mimeógrafo y la cosa se normalizó. La comisión de relaciones exteriores en pocos días visitó un chingo de sindicatos de los que consiguió ayuda económica de 10, 20 y hasta 50 pesos semanales por trabajador; además a sólo diez días de huelga, consiguieron más de cuarenta firmas para el primer desplegado que se publicó.

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Qué trabajo tan chingón realizaron estos obreros que también formaban parte del comité de huelga: Juan Sauza, Eduardo y Claudio. Al frente de finanzas y boteo estaban Montalvo y otro compañero a quien le decíamos Velador. Nunca se me olvidará, lo a toda madre que guisaban los obreros encargados de la cocina. Voy a contarte algunos actos tan chingones que hicimos, con el fin de que el patrón reabriera las fábricas (aunque no se ha conseguido). En primer lugar, en compañía de muchos obreros de organizaciones independientes, hicimos varias marchas del Monumento a la Revolución a la Secretaría del Trabajo. ¡Pero qué marchas tan a toda madre, deveras! Bien organizadas. Unos obreros repartían volantes y boteaban, otros ponían pegas en los aparadores de las calles y algunos otros pintaban en las bardas: ¡SOLUCION A LA HUELGA DE ALUMEX Y VIDRIERA! Cuando el recorrido por las calles terminaba, se iniciaba el mitin frente a la Secretaría del Trabajo. Un chingo de obreros tapizábamos con pegas los cristales de la puerta principal de la Secretaría, otros con pintura tapizaban de letras las paredes. En la primera marcha atacábamos duro. Cuando llevábamos mes y medio de la huelga realizamos una marcha más chingona todavía; ésta partió de la fábrica Altos Hornos, que tenía ya algunos días en huelga en Santa Clara, Estado de México, al Palacio Municipal de San Cristóbal Ecatepec. En el trayecto hubo provocaciones y enfrentamientos, el primero fue porque el empleado de una gasolinera impedía que se pintaran letras en una barda, golpeó a una compañera nuestra y como dos o tres obreros le dieron en la madre. El otro incidente estuvo más cabrón: un automovilista aventó su coche fuertemente contra una parte de los trabajadores manifestantes, hiriendo a cuatro de ellos; uno quedó atrapado entre las llantas y si esto no pasó a más fue porque rápidamente como 20 ó 30 compañeros lo detuvieron a pura fuerza. Recuerdo muy bien que ese cabrón aceleraba a todo lo que daba la máquina del coche, sin que éste pudiera avanzar, porque los obreros lo mantenían en el aire, otros aprovecharon rompiendo el parabrisas y golpeando a ese güey para que dejara de acelerar. Hijo de su pinche madre, le dieron una madriza y voltearon el coche con las llantas hacia arriba. Continuamos en la marcha como si nada hubiera sucedido. Los dos compañeros nuestros que salieron más lastimados, estuvieron unos días en la Cruz Roja, pero nunca se rajaron. En esos días cambiaron a los funcionarios de la Secretaría y llevamos a cabo un plantón para exigir que se recibiera a nuestro comité y poder exponer nuestro problema. ¡Qué plantón tan a toda madre! Aunque nomás éramos como cien obreros, hacíamos un gran escándalo y llenábamos los pasillos, unos sentados con las piernas bien estiradas y otros acostadotes en el piso. Sólo un día duramos ahí; nos prometieron que si desalojábamos el lugar al otro día nos recibirían. Y sí nos recibieron. Pero igual que antes sólo nos dijeron que pronto se solucionaría nuestro problema. Puras promesas.

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Presiones y presiones a los funcionarios de la Secretaría para que hicieran cumplir al patrón, ya los teníamos hasta el gorro, de todas maneras siempre se hicieron una con él. Recuerdo el día en que la Secretaría citó al patrón y a nuestro comité a platicar sobre el problema; sólo debían asistir nuestros representantes, pero acordamos asistir todos y cuando menos se lo esperaban armamos un griterío: ¡¡Solución, Solución!! Lo que más les dolía a los de la Secretaría del Trabajo era que pusiéramos pegas, y mucho tiempo se pasaban cuidando que no lo hiciéramos. Al entrar, muchas veces nos revisaban; pero escondidos en los calzones o en quien sabe dónde las pasábamos, el chiste es que había pegas en los baños, en los pasillos y hasta en las sillas donde sentaban sus nalgas los funcionarios… misteriosamente aparecían. Los asesores y los comités ejecutivos encabezados por Prisciliano y Francisco participaron a todo dar. Y de nueva cuenta en este movimiento, volvieron a colaborar con su valiosísima ayuda algunas mujeres esposas de los trabajadores. En los inicios del movimiento hubo otra cosa muy interesante que debo decirte: la participación tan chingona de los obreros que pedían ayuda económica boteando en los camiones. Fue una participación importantísima, entraba un chingo de dinero de boteo. Los primeros días a muchos les daba pena; putísima madre, después los hubieras visto, no los desanimaban ni las burlas, ni las mentadas de algunos pasajeros inconscientes. Muchos boteros fueron golpeados y amenazados por policías y disque agentes judiciales. A muchos compañeros nuestros los golpeaban, les quitaban el bote lleno de dinero y hasta el reloj o cosas de valor que llevaran. Y aunque se identificaran como trabajadores en huelga de Alumex, la identificación valía madre. A pesar de todo, los boteros no le sacaban; desde Coacalco, Estado de México, salían a botear hasta Guadalajara, Cuernavaca, Puebla, Pachuca y Tlaxcala, entre otros lugares. Qué participación tan a toda madre la de estos compañeros. Recuerdo a muchos de ellos que le echaron un chingo de ganas. Borrego, Carvajal, Ardilla, Mustang, Jesús, Ponciano, Jorge, Güero y dos Braulios, uno de Alumex y el otro de Vidriera… la hicieron gacha. En una plática muy importante con el patrón, como a dos meses que llevábamos de huelga, con el comité ejecutivo fuimos un chingo de trabajadores, y nos dijo su última palabra: no abriría las fábricas, porque no le eran costeables, no le convenían. Parece que sólo quedaba venderlas y liquidarnos. ¿Quién sabe? De esa fecha en adelante, avalúo, juicio de imputabilidad, juicio de adjudicación de bienes, en fin, un chingo de trámites que, la mera verdá, la mayoría de los trabajadores no entendemos. Meses se lleva cada trámite en nuestro favor. Rebasamos ya el año de huelga y la mayoría tuvimos que buscar chamba en otros lados, sólo quedaron en las fábricas guardias muy reducidas, las que se

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deben mantener con cuotas de los que estén trabajando. Diciembre de 1982. Sigue la huelga… ¿En que terminará?” -Pos, esto es más o menos lo que sucedió en Alumex y Vidriera. ¿Qué te parece Alfredo? -Es una historia muy buena, lástima que siga la huelga. -Tómense el último trago- dice Jorge. -¿Nos echamos otras? ó no, mejor mañana. -Sí porque ya es muy noche. -Aí nos vemos, pues. -Ya vas, pinche Jorge… fi, fi, fi, fi, fi.

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Pagando por trabajar: la lucha por la dignidad en las gasolineras del DF J. Alberto Fernández

Una de mis partes favoritas en la entrañable novela Los Días Terrenales, de José Revueltas, es aquella en la que Rosendo y Bautista, dos militantes del Partido Comunista, atraviesan un tiradero de basura –en donde también viven los pepenadores- para llegar a la zona industrial con el encargo de pegar propaganda del partido a las puertas de las fábricas. Como la propaganda debe estar en su lugar antes de la entrada del turno matutino, la travesía se realiza en plena madrugada. La absoluta oscuridad que los rodea sirve de marco a sus monólogos interiores, en los que cada uno de los dos interpreta un suceso que acaba de ocurrir (y que de hecho constituye el nudo de la novela, pero por ahora lo dejaremos de lado) de manera diametralmente opuesta a la del otro. En la narrativa magistral de Revueltas, el tiradero, la oscuridad y el ambiente en general que constituía el simple trasfondo de los monólogos, adquiere vida propia y termina por determinar los pensamientos y sentimientos de los camaradas, sobre todo de Bautista. En cierto momento el lector empieza a sospechar que la travesía del tiradero será interminable; Bautista y Rosendo están atrapados en ese limbo que se convierte en un vórtice temporal, y por un momento ya no queda claro si afuera los aguarda la ciudad industrial o la vieja Tenochtitlan. Aparecen imágenes dantescas: la tenue luz de un cerillo revela fugazmente a un perro devorando las entrañas de otro ser (¿un bebé abandonado?). Bautista pisa heces humanas y su asco se proyecta hacia los habitantes del tiradero, “seres infinitamente no humanos, pero vivos y terribles”. Y de pronto, cuando la esperanza está a punto de extinguirse, aparece el barrio industrial en toda su magnificencia. La muy breve pero vívida descripción del barrio industrial establece un absoluto contraste entre las tinieblas del tiradero y la diáfana luminosidad de la zona fabril, “aquel panorama de esfuerzo, de lucha, de activo combate... con sus fábricas, con sus músculos, con su rumor sano, con su fragancia de aceite y petróleo.” En suma, el bellísimo escenario del trabajo asalariado; un mundo inteligible que revela sus secretos con poco esfuerzo: la apropiación por parte del patrón del valor producido por el trabajo del obrero, el nivel de explotación del trabajo, la organización del proceso de trabajo que facilita la colaboración de los trabajadores (y que constituye la base de la solidaridad obrera). A semejanza de los jóvenes comunistas de Revueltas, muchos activistas de los derechos laborales, así como estudiosos del trabajo, partimos de esta concepción nítida del trabajo asalariado desarrollada en todos sus detalles por Marx desde la segunda mitad del siglo XIX. Nos permite entender de dónde pro-

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viene la ganancia del patrón y establecer una relación entre aquélla y nuestro salario (nivel de explotación). De esta manera, vemos que toda conquista en salario o prestaciones que le arranquemos al patrón se traduce en la reducción del nivel de explotación de nuestro trabajo y, por ende, en una posible reducción de sus ganancias. Incluso cuando enfocamos nuestras baterías contra los sindicatos charros, lo hacemos a sabiendas de que los charros son sólo un instrumento del patrón para acrecentar y asegurar la explotación de nuestro trabajo. Esta dependencia en la explicación básica del sistema del trabajo asalariado no es sólo nostalgia marxista, ni dogmatismo de ultraizquierda, tiene también su lógica en el hecho de que esta noción del trabajo asalariado tiene una expresión jurídica en el reconocimiento legal de la especificidad de la “relación de trabajo”. La Constitución de 1917 reconoció que el sistema del trabajo asalariado es esencialmente distinto de la simple transacción comercial entre dos individuos que libremente pactan la compra-venta de un producto. Entrar en una relación de trabajo (es decir, convertirse en trabajador asalariado) implica entrar en una categoría legal de la que se desprende una serie de derechos. Pero -,como diría Raúl Delasco-, aún hay más. Desde el Manifiesto Comunista el buen Marx afirmó que el sistema del trabajo asalariado tiene dos resultados esencialmente contradictorios desde el punto de vista obrero. Por un lado, obliga a los trabajadores a competir ferozmente entre sí por los escasos puestos de trabajo y por el acceso a las migajas de la “caridad” patronal. Pero por otro lado, la organización del trabajo en las fábricas tiene el efecto inmediato de fomentar la colaboración de los trabajadores entre sí (a fin de elaborar el producto) y constituye de hecho un formidable campo de entrenamiento en solidaridad y trabajo en equipo. Por ello, la clase trabajadora está tan bien equipada y capacitada para construir una sociedad más justa con base en la cooperación y no en la explotación. Ahora bien, la realidad, esa terrible señora que se resiste obstinadamente a encajar en la teoría, muchas veces nos muestra que este nítido esquema del trabajo asalariado se escurre por cualquier resquicio que le abre tanto la inventiva de la explotación patronal como las múltiples estrategias de supervivencia de los trabajadores. Entonces, un poco como Rosendo y Bautista en el tiradero, los activistas laborales nos encontramos en la más completa oscuridad conceptual y estratégica para encontrarle el sentido a ciertas situaciones laborales que se nos presentan “impuras”, por así decirlo. Porque, por ejemplo, y aquí -¡por fin!- entramos en materia, ¿cuál es el proceso de obtención de plusvalía en la venta de gasolina? ¿Cómo podemos reducir el nivel de explotación del trabajo cuando el patrón ni siquiera reconoce la existencia de una relación de trabajo? ¿Cómo logramos crear y mantener la solidaridad entre cierto tipo de trabajadores que son empujados a la competencia más despiadada sin el contrapeso de una organización cooperativa del trabajo? Llegados a este punto, digámoslo claramente: ¡el Sindicato de Trabajadores de Casas Comerciales, Oficinas y Expendios del Distrito Federal, “objetivamente” no debería existir! Pero el STRACC existe, y no sólo existe, sino que día con

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día crece y se fortalece. Así que vale la pena, para militantes y simpatizantes, creyentes y escépticos, echarle un ojo a la historia de esta “anomalía teórica”, que para muchos de nosotros es en realidad una prueba de la fortaleza e infinitas posibilidades de organización de mujeres y hombres trabajadores en lucha por sus derechos y por hacer respetar su inquebrantable dignidad. Pero vayamos por partes. El STRACC organiza a trabajadores y trabajadoras del sector de los servicios y su columna vertebral son los despachadores de gasolina. En el sector servicios en general y en otros ámbitos como la administración pública, los trabajadores han venido enfrentando desde hace ya algún tiempo una perversa forma patronal de eludir las obligaciones legales; ésta consiste esencialmente en la autonegación. El patrón simplemente dice: “yo no soy patrón, ni tú eres trabajador asalariado; tú sólo me prestas un servicio de vez en cuando y yo te pago por él, y luego cada quien a lo suyo.” En el gobierno esta forma de contratación está muy difundida. Los empleados, que tienen horarios fijos y cadenas de mando (pruebas legales de la existencia de una relación de trabajo), trabajan bajo contratos de prestación de servicios. De esta forma, el gobierno se ha llenado de “freelancers”, o contratistas individuales, cuando en los hechos las oficinas funcionan con la misma regularidad burocrática con el mismo ejército de empleados públicos. La situación que enfrentan los despachadores de gasolina es todavía peor. Aquí el patrón ni siquiera pretende contratar “freelancers”, ni pagarle a nadie por sus servicios (de hecho no paga nada). Su argumento es básicamente: “yo no soy tu patrón, ni tú eres mi trabajador, porque no tengo necesidad de tu trabajo, las bombas funcionan solas; pero como soy muy buena gente te presto mis bombas de gasolina para que te ganes una propina despachándoles gasolina a los clientes. Ahora bien, como te estoy dando chance de ganarte unos pesos en mi estación, espero que la mantengas en buen estado, me ayudes a vender mis productos y/o me dejes unos pesos como renta de la bomba.” Este argumento es burdo, por supuesto, y prueba de ello es que el patrón exige del trabajador la documentación necesaria para acreditar la relación de trabajo ante el IMSS y las autoridades del trabajo. Sin embargo, la inexistencia de la relación de trabajo es el argumento favorito que esgrimen los patrones gasolineros cuando buscan eludir su responsabilidad en los casos de accidentes de despachadores ocurridos en las estaciones de gasolina. Surge entonces una situación difícil de explicar y entender para activistas laborales que no están familiarizados con la táctica de la autonegación patronal, y ésta es que el reconocimiento de la propia condición de trabajador asalariado no es el punto de partida de la organización de los despachadores de gasolina, sino uno de sus primeros objetivos. En otras palabras, los despachadores se organizan en primera lugar no a partir de su condición de trabajadores asalariados, sino para llegar a ser trabajadores asalariados (al menos plenamente en el sentido legal). Marx se estaría rascando la cabeza. Por otro parte, es difícil encontrar una forma de organización del trabajo que aliente mayor competencia que las estaciones de gasolina. Cada despachador o despachadora debe competir incesantemente con sus compañeros para

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atraer clientes y ganarse una propina; cada cliente que gana un despachador es una pérdida para todos los demás. El único atenuante es cierta rotación que hace que los despachadores trabajen en pares o en equipos muy reducidos en cada “isla”. En este caso, cada par o equipo compite con todos los demás y el resultado es básicamente el mismo. La gerencia en cada estación generalmente hace su parte para acentuar la competencia a través de favoritismos, premios o castigos arbitrarios y la promesa de beneficios ligados al individualismo y la traición al grupo. Volviendo a las fuentes sagradas de la teoría. El proceso de trabajo en las estaciones de gasolina está diseñado para suprimir cualquier intento de cooperación a gran escala. ¿Por qué entonces los despachadores de gasolina afiliados al STRACC han formado un grupo increíblemente cohesionado que ha resistido el embate de patrones, charros y autoridades venales? ¿Por qué los trabajadores del STRACC están en primera fila no sólo apoyándose mutuamente cuando hay recuentos sindicales de otros compañeros gasolineros sino también demostrando su solidaridad con otras luchas de trabajadores? Quizá algunos antropólogos sociales podrían acercarse al STRACC y analizar todos los factores externos al proceso de trabajo que constituyen la base de la solidaridad interna del sindicato. Quizá encuentren que la experiencia sociodemográfica compartida y el hecho de que todos hablamos con el mismo acento del oriente del DF (de Aragón a Santa Úrsula) e idolatramos a Celso Piña, constituyen una base más sólida que la posición objetiva en el centro de trabajo. Los estudiosos de la educación popular resaltarán el papel de la formación política que lleva a cabo desde su fundación el Frente Auténtico del Trabajo, del que todos los miembros del STRACC reivindican una afiliación incondicional. Economistas y sociólogos verán en el STRACC un gran y promisorio ejemplo de la supervivencia del sindicalismo tras el fin del sistema del trabajo asalariado. Y otros veremos en el STRACC simplemente a un grupo de hombre y mujeres, unos más jóvenes y otros más maduros, que han decidido reivindicar su condición de trabajadores y tomar el futuro en sus manos, transformando la realidad con su acción y abriendo nuevas formas de entender la participación sindical en escenarios increíblemente adversos, con una visión radicalmente liberadora.

STRACC, la utopía alcanzable Salvador Arellano En las postrimerías del siglo XX, en el año 1998 se gestó un movimiento al interior de la gasolinera Servicio Santa Úrsula. Los trabajadores despachadores de gasolina nos inconformábamos, reclamábamos al patrón para que se respetaran nuestros derechos laborales, la situación de indefensión que veníamos padeciendo desde años atrás había llegado al límite. La forma que la

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empresa nos trataba nos llevó a un grado tal de desesperación que no hubo alternativa, luchamos por cambiar las condiciones denigrantes en que trabajábamos o vivíamos o mejor dicho, moríamos, acostumbrados ya a los grilletes que arrastrábamos. La decisión que se acordamos los despachadores fue la natural, “vamos a luchar por reivindicar los derecho que nos han sido conculcados durante toda una vida de trabajo en esta empresa”. El qué se había concretado, ahora venía lo más difícil ¿Cómo hacerlo? Lo más sorprendente al inicio del movimiento en Servicio Santa Úrsula fue que no teníamos la mínima idea de lo que era organizarse, sin embargo tomamos acuerdos sobre un plan de acción a seguir como si tuviéramos una vasta experiencia en el trabajo de organización. En primer lugar se cerró la información a los trabajadores que sabíamos incondicionales al patrón, esto provocó romper el esquema de división que prevalecía en la estación, porque la estrategia fue sumarlos gradualmente al esfuerzo organizativo para que en el momento que detonara el conflicto ellos fortalecieran el bloque, por los años al servicio del patrón y por la posibilidad de interlocución que tenían con la empresa. La situación en que trabajamos los despachadores de gasolina es totalmente desconocida para la mayoría de los habitantes del Distrito Federal, de igual manera para las organizaciones progresistas, sociales y sindicales. De tal forma que cuando el grupo de trabajadores despachadores de gasolina denuncia en los medios de comunicación su condición laboral, mucha gente no se explicaba como era posible que sucediera algo así en un país en el cual la democracia era el discurso de moda. Importante para el movimiento fue que la entonces autoridad laboral, funcionarios de la Subsecretaría de Trabajo del Distrito Federal cumplían con su función, dando cabal cobertura a los trabajadores cumpliendo lo establecido en la Ley Federal del Trabajo. Era el primer gobierno local elegido democráticamente. Los mismos trabajadores teníamos reticencias de que las autoridades hicieran prosperar la denuncia de unos simples despachadores de gasolina. Con poca asesoría pero con mucha decisión y resistencia aguantamos los primeros embates de la empresa, logramos que se nos pagaran los salarios y prestaciones, que no se nos asignaran tareas más allá de lo que les correspondía como despachadores de gasolina, pues si nuestro principal fuente de ingresos son las propinas, era muy injusto. Fue una lucha ardua, un desgaste físico, emocional, económico y sicológico. Pero sobre todo fue una experiencia religiosa para los trabajadores. La unión de la mayoría los trabajadores; la terminación de las disputas entre compañeros; el respeto que mostraba la empresa por ellos; todo era novedoso después de lustros de explotación y humillación. La decisión más importante fue el de no embelesarnos con lo que habíamos obtenido, el cuestionamiento era ¿ahora lo tenemos, pero cuánto tiempo va a durara? Que garantiza que podamos disfrutar nuestros derechos sin que algo los trastoque, lo único que puede darnos la posibilidad de que nuestra situación sea permanente es un sindicato. Así que se perfilo la necesidad de

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afiliarse a alguna organización sindical. Por supuesto los trabajadores desconocíamos que la empresa tenían sindicato de protección patronal y qué decir, o por lo menos aspirar a entender, lo que significaba la contratación colectiva. La siguiente meta se había definido: buscar un sindicato, pero ¿cuál? Por buena suerte o por causas del destino nos abocamos a esa tarea, éramos bastante desconfiados, no queríamos perder lo que tanto trabajo había costado. Visitamos a la CROC, CTM, CROM, CTC y hasta un sindicato que se autodenominaba independiente, pero ninguno nos inspiro confianza, todas las personas con las que hablamos ofrecían ingresar una demanda inmediatamente y ganar el asunto. Solo preguntaban cuantos trabajadores éramos y sin asesoría o información de por medio, nos hacían sujetos de cobertura. El desenlace de estas visitas fue que al informar a los compañeros de la situación, hubo una total decepción. Ninguno de los compañeros después de la información que se les llevó, voto por afiliarse con alguna de esas organizaciones sindicales. Circunstancialmente alguien nos proporcionó el nombre de Benedicto Martínez, del Frente Auténtico del Trabajo; llegamos tímidos y desconfiados al FAT, solicitamos asesoría y para nuestra sorpresa, no se nos dijo que tenían el asunto ganado, que había mucho por trabajar. Se nos comentó que era muy difícil entrar en una lucha por cambiar el sindicato, los trabajadores respondimos que no teníamos sindicato, Benedicto dio la primera sacudida a nuestra ignorancia: “ustedes no tienen sindicato, pero la empresa sí tiene un sindicato con el cual firmó un contrato, pactando las condiciones de trabajo en Santa Úrsula” Cuando informamos a los demás causó una gran sorpresa la diferencia abismal entre el FAT y las otras organizaciones a las que habían acudido. En el FAT no nos resolvieron el problema, nos enseñaron a organizar y a defender lo que hasta ese momento habíamos ganado. Después de algunas reuniones con los compañeros del FAT los trabajadores se convencierón plenamente de que lo más importante era la organización comprendiendo que este concepto implicaba toda una serie de acciones para poder reclamar el cumplimiento integral de sus derechos como trabajadores, la propuesta era la que habían buscado los trabajadores muestran interés y deciden participar en el FAT. El sistema jurídico mexicano, violatorio de la libertad sindical, no otorga registros a sindicatos independientes, pero ante la necesidad, desde el FAT nos lanzamos a la tortuosa aventura de sacar un registro sindical en base a la construcción de un sindicato real, construido a base de trabajo, militancia y formación. El FAT inició los trámites legales para constituir el sindicato para lo cual invitamos a algunas ONGs a ser parte de la constitución del sindicato de servicios; entre ellas estaban el Centro Social Obrero, Comunicación y Capacitación, Rostros y Voces, Movimiento Ciudadano por la Democracia, Trato Justo y Enlace. Sorprendentemente cuando se les propuso la idea, algunas organizaciones argumentaron que no les gustaba la idea porque tendría que cumplir con la ley y dar todos los beneficios a sus trabajadores y tal vez hasta podrían estallarles alguna huelga dentro de las organizaciones, como ellos eran organizaciones

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constituidas sin fines de lucro y no generaban utilidades esta parte sería complicada; confundidos por la actitud de dichas organizaciones, se pensó en la posibilidad de construir un sindicato exclusivo de gasolineras Finalmente estas ONGs aceptaron constituir el sindicato. Benedicto, Villalba y mi compadre Rubén se encargaron de recabar las firmas de documentos para la constitución del sindicato, esta parte del proceso no fue nada fácil porque los trabajadores de las ONGs no estaban muy convencidos de querer ser parte del sindicato y cuando los visitábamos en su trabajo se escondían. Mientras tanto Benedicto y Villalba correteaban las firmas de afiliación por teléfono, mi compadre llegó a hacer guardia en los domicilios de las ONGs, hasta que lograron encontrar a los trabajadores para que estamparan su firma. Paralelamente con el procedimiento legal por obtener el registro sindical, el trabajo de organización continúa, el grupo al interior de la gasolinera va ganando adeptos. Pero el movimiento en Santa Úrsula inquieta a otros trabajadores de la gasolinera Bonar que se encuentra ubicada algunos kilometro hacia el sur de Santa Úrsula. Los despachadores tienen reunión con ellos y se organizan para obtener el contrato colectivo de trabajo conjuntamente de la estación de Servicio Santa Úrsula y Servicio Bonar. El problema que se nos presentó después fue que la JLCA, como siempre le hace a los sindicatos independientes, nos negó el registro, argumentando que un registro para un sindicato de servicios tiene un radio de acción muy amplio. Cambiamos el radio de acción, quitamos servicios y pusimos expendios. Al mismo tiempo el trabajo de organización empezó a cobrar factura a los trabajadores. En Santa Úrsula se filtró información a la empresa de una eventual demanda de titularidad. La empresa inmediatamente llama a su sindicato de protección y se ponen de acuerdo para afiliar a todo el personal; los trabajadores se comunican al FAT preguntan se debe firmar la afiliación al sindicato de la CTM, la respuesta, es afirmativa, pues en la práctica no les obligaba a nada y los mantenía protegidos mientras se realizaba el trámite jurídico. La definición importante sería al momento de que se realizara el recuento. En el FAT aprendimos a desarrollar la democracia directa y participativa, es decir, si ellos eran los que directamente estaban involucrados, si eran ellos los que corrían los riesgos, ellos deberían tomar las decisiones, atendiendo o no las recomendaciones de los organizadores del propio FAT; los trabajadores decidieron no firmar las afiliaciones y confrontar de inmediato al charro y al patrón. La reacción de la empresa no se hizo esperar, pues condicionaron el pago del salario a la firma con la CTM. Los trabajadores decidieron entonces ¡no cobrar! Si llevaban más de diez años sin recibir salario, es más, pagaban derecho de piso por trabajar, nada perdían y sí recuperaban su dignidad. La patronal dio marcha atrás al ver que ni uno solo había se había afiliado ni cobrado, y terminó pagando la raya. El viernes 10 de diciembre de 1999 el setenta por ciento del personal fue despedido. Aun así los permanecimos en la estación durante todo el segundo turno, resistiendo el frio de invierno.

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A las ocho de la noche llegó Benedicto Martínez con los organizadores del FAT, recabó información del problema y nos invitó a denunciar el hecho en un foro que se realizaba en ese momento en la colonia doctores. Doce fueron los trabajadores, que como los apóstoles, emprendimos el camino hacia el foro; algunos otros compañeros y compañeras se quedaron a hacer guardia en el centro de trabajo. En el foro se decidió que yo hablara en nombre del grupo; Jamás había hablado en público y menos ante personajes como el Consejo General de Huelga de la UNAM, la Asociación Nacional de Abogados Democráticos, algunos sindicalistas democráticos y EZLN, entre otros. De regreso a la gasolinera encontramos calma chicha, pero las fuerzas de los dos bandos, la patronal y nosotros estábamos presentes, pues no se había retirado el personal administrativo y los despachadores continuaban en guardia esperando el plan de acción; fue pasada la media noche que, en asamblea decidimos retirarnos para regresar a la seis de la mañana. A las seis estábamos todos, hasta los que siempre llegaban tarde a trabajar. La acción fue la de entregar volantes a los clientes explicando la situación y solicitando de ellos el apoyo económico: en dos horas de acción juntamos el equivalente de las propinas de un día completo de trabajo. A las ocho treinta de la mañana llegó el compañero Eduardo Díaz, que además de ser abogado es miembro de la Coordinación Nacional del FAT, y llegó buscando entablar pláticas con la empresa en aras de evitar resolver lo más pronto posible el conflicto. La empresa acepto platicar y después de horas de negociación se llego al acuerdo de que todos los trabajadores serian reinstalados con excepción mía, de Santiago Lemus Vargas y de Aurelio Cedillo Rosales. A pregunta expresa del Abogado Eduardo Díaz, el patrón contesto que esos tres los mejores trabajadores, pero que eran muy grilleros. Esa navidad, lejos de ser triste y sin dinero se convirtió en el inicio de una nueva vida dedicada a la densa de los derechos laborales; los trabajadores en activo realizaron una colecta; aun recuerdo las palabras de Lalo Díaz un día antes de navidad: “resista compañero, no está solo, la lucha es digna y cuando se lucha siempre se gana, feliz navidad”. Al mismo tiempo, la alianza del FAT con el sindicato de trabajadores electricistas de Estados Unidos (UE), permitió que se posibilitara el apoyo económico, en base a colectas con trabajadores de base de ese sindicato, para que yo me concentrara en las tareas de organización en el gremio gasolinero, lo cual me convirtió en un organizador del FAT a tiempo completo. De hecho el nacimiento del STRACC es un buen ejemplo de lo que una alianza, internacional sindical, UE – FAT, se puede lograr. Iniciando el 2000, los despedidos gestionamos ante la Subsecretaria del Trabajo, inspecciones en las gasolineras en conflicto y nos reunimos con el diputado Vicente Cuellar Suaste de la comisión de trabajo de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, I Legislatura, en el mes de febrero se arma una conferencia de prensa conjunta en la cual se denuncia a la opinión publica la explotación

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de que son presa los trabajadores de las estaciones de gasolina, la conferencia tiene mucho impacto, se difunde la información por radio, televisión y medios impresos. Desafortunadamente en BONAR las cosas se tornaban cada vez más complicadas para los trabajadores. Una mujer que estaba despedida traiciona al movimiento, la empresa despide a todo el personal, ella cobra mil pesos por cada trabajador que liquida. El despido nos convierte en militantes casi de tiempo completo, con formación sindical intensiva. Después de las denuncias públicas e insistentes negociaciones del FAT en la subsecretaría de trabajo del DF y con la jefa de gobierno, en junio se otorgó el registro al Sindicato de Trabajadores de Casas Comerciales, Oficinas y Expendios, Similares y Conexos del Distrito Federal, STRACC. El STRACC nació de la carencia de representación auténtica de los trabajadores y trabajadoras en el área de servicios, y en particular de la lucha en las gasolineras, en los baños de la central de abasto, en empresas que construyen la infraestructura en eventos y exposiciones industriales y culturales. El reconocimiento legal es solo un aporte a la representación jurídica, pues los sindicatos auténticos nacen de la voluntad soberana de los trabajadores, le guste o no le guste al gobierno en turno y los patrones. Esta realidad, este sindicato, es producto de un grupo de locos despachadores de gasolina que creyeron que podían transformar su situación laboral para que mejorar su calidad de vida, de tal suerte que eso implicara cambiar un poco, solo un poco…el mundo.

Algunas historias que se desprendieron de perseguir la utopía Esperanza Gómez Villa Por circunstancias de la vida, mi marido fue despedido de la estación Nivel Superior de Servicio S. A. de C. V., donde trabajó durante cinco años y fue despedido por organizándose para cambiar de sindicato, fue de los primeros trabajadores que despidió la empresa. Por necesidad económica y tras quince años de ama de casa solicite a mi marido que le pidiera trabajo para mí a Salvador Arellano, la solicitud fue en tono de revancha por que yo no entendía todo lo que implicaba una lucha así es que yo pensaba que Salvador tenía la culpa de lo que nos estaba pasando: “Él es el responsable de que te despidieran, ahora dile que me consiga trabajo”. Por suerte sólo tardo algunos días en llamarme y entré a trabajar a Operadora GASOIL S.A. de C. V. una estación en la cual tenía pocos meses de haberse efectuado el recuento, el STRACC había ganado y ahora GASOIL formaba parte del sindicato.

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En esta estación trabajé durante cinco años, así que tuve la suerte de no padecer la violación de mis derechos laborales, poco a poco fui conociendo el trabajo del STRACC, sobre todo me di cuenta del esfuerzo que se había realizado para organizar a los trabajadores. Lo real es que yo no creía en los sindicatos, pensaba que sólo estaban para cobrar sus cuotas, pero me di cuenta que en el STRACC las cosas se manejaba de otra forma, el trabajo con la gente era genuino, transparente y franco. Una de las cosas que me atrajo de este sindicato es que todos los organizadores y hasta el Secretario General eran, en su mayoría, gente joven, la información que tenia de otros sindicatos era que eran dirigidos por personas adultas. Otra de las cosas que me gusto y hasta la fecha me agrada, es que las y los organizadores no solo se interesan de la cuestión laboral, sino que también les interesa conocer más de sus afiliados y tratan de convivir con ellos y con sus familias; el STRACC tiene esa calidad humana que no tiene ningún otro sindicato. Así durante el tiempo que estuve laborando en Operadora GASOIL S.A. de C. V., fui aprendiendo y trabajando con el sindicato. Uno de los motivos que me orilló a involucrarme a fondo fue que llegue a ser parte del comité seccional de la estación, para mí fue una responsabilidad que me dio la oportunidad de ver de cerca los problemas que enfrenta un trabajador en la empresa; también pude ver lo difícil de tomar algunas decisiones, que a veces pueden parecer contrarias a los intereses de los compañeros. Empezamos a asistir a talleres de formación, éstos nos fueron sirviendo para estar más seguros de nuestro actuar en el centro de trabajo, saber más de nuestros derechos como trabajadores y ser autogestivos, pues eso es uno de los principios que aprendimos de nuestra organización madre, el FAT. En el año 2006, después de haber pasado un largo proceso de formación tuvimos la oportunidad de contactar con un sindicato de servicios en Estados Unidos (SEIU), en el intercambio de información nos dimos cuenta que éramos organizaciones afines, que nuestros sindicatos son de los pocos que realmente tienen vida con sus afiliados. SEIU nos invito a que hiciéramos un intercambio sindical, en el STRACC hubo un proceso de selección para la gente idónea que asistiría a ese intercambio. Durante dos o tres meses nos dedicamos a prepararnos y al fin se selecciono a las personas, entre ellas me encontraba yo. No podía creer lo que me estaba sucediendo entre tantos compañeros y compañeras con capacidad y convicción. Al principio pensé que sólo eran palabras y que un trabajador nunca tendría ese tipo de oportunidades, pero ocurrió lo inesperado. El primero de octubre de 2006, seis compañeros del STRACC, con un cúmulo de emociones partimos rumbo a Denver. Para mí fue la experiencia más grande y bonita que nunca pude haber soñado, pero lo más sorprendente es que pude ver cómo cambio mi forma de pensar acerca de la forma de vivir de los trabajadores en otro país. Pude ver que a pesar de ser un país rico más que México, los trabajadores están desprotegidos

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en cuestión laboral, ya que allá no existe ningún tipo de seguridad social, visitamos trabajadores de seguridad, de limpieza, y trabajadores de apoyo en la educación, también fue importante para mí, conocer una ley Laboral diferente a la nuestra, pude comparar que es mucho mejor las de México, pero el problema es que hay demasiada corrupción en nuestro país y la Ley no se aplica. También estuvimos visitando trabajadores en los Ángeles, California, estuvimos quince días en aquel país. A nuestro regreso me di cuenta que no era la misma, que ese viaje había cambiado mi forma de ver la vida misma y me había dado la seguridad que nunca antes había tenido. A los pocos meses de haber regresado, fuimos invitados por esa misma organización a su congreso nacional en los Ángeles. El sindicato tomo la decisión que fuera yo quien representara al sindicato en ese evento, así que volví a viajar en marzo de 2007, solo conocí como llevan a cabo su congreso, cuando regresé de ese viaje, tome la decisión más importante de mi vida, dedicarme de tiempo completo al sindicalismo independiente y autogestivo. Renuncie a mi trabajo en “Operadora GASOIL S. A de C. V.” y a partir de ese momento me he preparado en la cuestión jurídica, ahora llevo toda la cuestión jurídica del sindicato en articulación con nuestro despacho. Tengo casi tres años laborando de tiempo completo en el STRACC y a partir del 2009 soy parte del Comité Ejecutivo General. En 2009 la universidad de California en Los Ángeles (UCLA) me hizo el honor de invitarme a co facilitar un taller sobre reclutamiento de mujeres jóvenes en el sindicalismo, fue una grata y excelente experiencia pues pude conocer a trabajadoras de otras partes del mundo con las cuales compartí mi experiencia sobre las condiciones laborales en México y las formas de lucha del STRACC. Siento que mi vida ha mejorado en todos los aspectos y veo que mis hijos tienen otra visión de la vida, mis compañeros me respetan y me ven de diferente manera, quiero seguir aprendiendo y luchando para que las condiciones laborales de todos los trabajadores y trabajadoras en este país y el mundo entero mejoren y si yo puedo aportar todo lo que eh aprendido en STRACC lo seguiré haciendo y pondré mi granito de arena para cambiar este mundo.

Víctor Castillo López Yo trabajaba en Operadora Gasoil, empresa que Roberto, un compañero de trabajo, sufrió una injusticia. El compañero fue despedido por no vender cierta cantidad de aditivos, Nos obligaban a vender productos, nuestro compañero no cumplió con la meta, entre varios compañeros solidariamente y para que no tuviera problemas le pasamos algunos aditivos y así cumplió con su cuota mensual. El gerente comunicó a Roberto que él nunca demostró capacidad cómo para vender más de 5 aditivos en un solo día, y que de todas maneras estaba despedido.

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Con impotencia fui testigo de la injusticia que se estaba cometiendo en ese momento, mi compañera Olga Núñez Soto me comentó que ella conocía a una persona que era de un sindicato y que si de verdad queríamos hacer un cambio que platicáramos con él. El primero de marzo de 2002 fuimos a la estación de Santa Úrsula, llegamos con uno de los compañeros despachadores que lo único que hizo fue darnos el teléfono de Salvador, Olga lo llamó inmediatamente y le dijo que si se acordaba de ella, que había trabajado en Servicio Bonar, pactaron una cita días más tarde en el sindicato del IMSS junto al metro General Anaya. El día de la cita conocí a Salvador Arellano Ayala, la plática fue muy rápida, concretamente nos dijo que si en verdad estábamos convencidos de organizarnos nosotros y nuestros compañeros, respondimos que sí. Básicamente lo que me motivo a encontrar al STRACC fue esa injusticia en contra de Roberto, entre nosotros solo nos preguntábamos “¿Quién sigue?” Tengo impresiones después del encuentro con Salvador, lo primero es darse cuenta que personas tan comunes y corrientes como nosotros te asesoraban sobre tus conflictos laborales, lo que más me confundió es que te decían las cosas que pasaban en mi centro de trabajo como si ellos estuvieran ahí. Yo pensaba que mi compañera Olga había informado sobre todos los conflictos, pero no, Salvador comentó sobre la lucha de Santa Úrsula y que todas las estaciones sufrían las mismas injusticias. En ese momento me di cuenta que había llegado al lugar indicado, y esto se reforzó con el tiempo porque empezaron a organizarnos, educarnos, apoyarnos, y lo importante fue que nos convertimos en camaradas. Mi vida dio un giro de 180 grados al conocer al STRACC, no leía, no me interesaba nada que no fuera ganar dinero. El STRACC y el FAT hicieron que me diera cuenta de todos los problemas que había en el país, la globalización, historia mundial y de México en general. Darme cuenta de mi situación laboral y de la de mis compañeros trabajadores, de cómo los empresarios y políticos nos han mantenido con la bota en el cuello. De hecho nos mantienen en condiciones de explotación como hace 200 años. Lo más importante es que aprendí que puedo hacer mi propia historia y no la dejo en manos de terceros. El STRACC me dio la oportunidad que años atrás dejé pasar: sentirme capaz de hacer cualquier cosa que me proponga, eso es tan significativo para mí que me llevo a adquirir seguridad. Durante mi militancia en el STRACC he conocido a trabajadores de SEIU que es un sindicato de servicios como el STRACC son uno de los sindicatos más grandes de Estados Unidos, y se dedican a limpiar las oficinas de los edificios del centro de la ciudad (horario nocturno). Ellos nos dijeron que son invisibles, porque nadie los ve, las personas que trabajan en esos lugares no los conocen La particularidad de los compañeros es que la mayoría, o todos, son latinoamericanos y hay similitud en las respuestas de los trabajadores que se están organizando. “¿Para que me organizo yo estoy bien con mi trabajo, que tal si me despiden?”

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En México los sindicatos te venden, pero nosotros ya sabíamos contestar porque en STRACC nosotros ya asesoramos a nuestros compañeros en lo organizativo. Otra parte interesante es que han llegado con acuerdos con los dueños de los edificios de las empresas de la limpieza en un pacto de no agresión; es decir, que el trabajador decide si afiliarse o no. El FAT es nuestra alma madre, todo lo que sabemos lo hemos aprendido de ellos. En las oficinas del STRACC han dado talleres Eduardo Díaz, Alfredo Domínguez, Jorge Robles, Benedicto Martínez, Jorge Belarmino y como olvidar a Antonio Villalba. Hemos abrevado de la infinidad de capacitaciones y congresos a los que asistimos en el FAT. El trabajo de organización hace 8 años era de la siguiente forma: hablábamos con cada compañero individualmente, luego hacíamos un grupo de 5 o 6 hasta que juntábamos a todos los trabajadores. Eso nos hacía más largo el proceso organizativo. Ahora los trabajadores llegan casi organizados, entendiendo que requieren cierta densidad para ganar su sindicato. Esto nos posibilita dar de alta a los trabajadores ante el IMSS, conseguir los contratos colectivos, prever la forma cómo nos van a jugar los sindicatos de protección y lo mas chido entender el manejo jurídico de los asuntos, cosa que parece sencilla, pero que ni el FAT podía descifrar cuando conoció la situación de los despachadores de gasolina. El hecho de que los trabajadores no tenían vínculos con la empresa era un campo inexplorado, pero se fue aprendiendo a resolverlo, ahora ya sabemos cómo se hace. Me gustaría que el STRACC tuviera una estructura funcional, desde los comités hasta la Secretaría General; que las carteras en verdad funcionaran, es decir, que en las diferentes funciones se desarrolle un trabajo proactivo y eficaz. Lo cierto es que contamos con un prestigio muy grande, prestigio que hemos ganado con base en trabajo honesto, eso lo saben los despachadores de gasolina y su patrones.

Ana Rosario Flores Martínez El haber padecido el despido injustificado de una Gasolinera Gasfar, Iztapalapa, para la cual trabajé dos años, me llevó a buscar trabajo en otra estación: Servicio Palacios (CORPOGAS). Ahí duré 2 meses aproximadamente, como exigían venta (10 productos diarios; pagar al chico que atendía el súper, realizar fajina y pagar 30 pesos diarios por concepto de derecho de piso; pintar al terminar tu turno ,pagar faltantes de dinero que uno no perdía robo de combustible, etc.). Ante tales circunstancias decidí buscar otra estación. Así fue que llegue a Operadora Gasoil, al entrevistarme me preguntaron si ya había trabajado en otra estación, contesté que no porque de lo contrario me hubieran negado el trabajo. Recibieron mis documentos y me dijeron que me

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presentara a la siguiente semana, con la consigna de que me consiguiera un overol porque ellos no tenían de mi talla. Cuando me presenté a laborar noté un ambiente hostil hacia los nuevos empleados, yo no entendía el motivo, tiempo después supe que el motivo era que mis compañeros ya estaban organizándose para que el STRACC fuera su sindicato. El tiempo seguía su curso, fui haciendo migas con los compañeros y compañeras y de prontó llego la notificación de la demanda que ellos ya habían ingresado La empresa empezó a intimidar a los compañeros, tomando acciones en contra de los mismos, ahí fue cuando se animaron a contarme su secreto y me pidieron que lo guardara así estuviera o no de acuerdo en unirme. Me invitaron a conocer a Chava, ahí en la entrevista me preguntó qué quién era yo, de dónde venia, qué es lo que buscaba y en dónde laboraba antes. Le dije que en otras gasolineras, le expliqué con tristeza y enojo que había sido despedida de la estación de Gasfar, Iztapalapa con otros tres compañeros, porque según yo había falsificado una firma en unos vales; que estaba indignada porque no era cierto y quería hacer algo pero no sabía que ni con quien; que se los comenté a otros dos compañeros y me dijeron que podía demandar pero que no iba a ganarle a la empresa, puesto que tienen abogados que ganan todas las demandas, que ya lo dejara así y que buscara otro trabajo. Me citaron en las oficinas y me dieron dos hojas blancas para que le plasmara mi nombre completo y firma, le pregunté qué para qué y me dijeron que era mi renuncia voluntaria, “Pero si yo no estoy renunciando”, le expresé a esa persona de recursos humanos. ella respondió que la firmara para que así pudiera regresar después de un tiempo, de nuevo a la estación; la otra hoja era mi finiquito, y si dije que esa sí NO la firmaría porque no me estaba dando ni un quinto. Al salir de ahí, me pregunté por qué el abuso al trabajador que deja años al servicio de una empresa, que no pagaba, exigía, intimidaba, explotaba, a cada uno de los trabajadores. ¿Por qué es así de Injusto? Salvador me explicó que es así como trabajan las empresas para deshacerse de los compromisos con los trabajadores sin ningún problema. También me pregunto que por qué no había venido antes, contesté que no tenía conocimiento del STRACC; me informó que tenía 60 días para demandar, y que podía cambiar mi situación laboral. Lo primero que dejó en claro es que el STRACC está para ayudar a las personas que llegan y quieren cambiar, aprender y ayudar a más trabajadores. He sabido por los propios trabajadores que no fue fácil tener este sindicato; el FAT organizó este sindicato y dio las herramientas adecuadas, me invitó a participar en los talleres que se impartían en el FAT y en el STRACC. Participé en varios mítines, una vez de apoyo a los compañeros de Rio Tuerto, fue mi primer participación en un mitin, admiré que los trabajadores pudieran exigir a su patrón sus derechos, mientras las consignas de madres de familia e hijos hacían eco en apoyo a sus seres queridos. Otras estaciones organizadas,

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solidarias con su lucha, nuestra lucha, me animaban a que coreara las consignas, yo con pena apenas si se escuchaba mi voz. En la tercera vuelta, el patrón que estaba desayunando con gerentes o familia, huyó pues ya lo habían visto los trabajadores: ¡el miedo pues el patrón tenía más que yo! Me gusta ser participe de las marchas del primero de mayo pues confluyen la mayoría de los sindicatos independientes y como FAT que somos, marchamos; muy animados gritamos consignas en contra de las reformas que nos friegan laboralmente, patrones, sindicatos charros. Cada vez hay más enojo por parte de los trabajadores; la marcha del 2009 me entusiasmaba por que ya habían llegado más estaciones al STRACC para organizarse, por lo tanto éramos el contingente del más grande del FAT: “somos un chingo y seremos más”, pero todo valió madre por la influenza. Conocido internacionalmente como SEIU y destacado por ayudar a la clase trabajadora, se da el intercambio sindical en el cual fuimos 6 a Estados Unidos, -no me imagine pisar del otro lado-. Empaparme de las experiencias organizativas gringas nos pone en el contexto del inmigrante, siendo difícil para los trabajadores en un país que no es el tuyo, con diferentes idiomas y miedo de que los agarre la migra; logramos que firmaran su afiliación. No existe mucha diferencia organizativa, lo que lo hace abismal son las leyes que rigen en México y los medios de comunicación. Lo que sí pasó es que asombramos a los extranjeros porque nosotros somos trabajadores, asesores, organizadores, sin retribución por parte del STRACC. La solidaridad es un valor bien aprendido, aplicado con compromiso para los demás, no sólo económico. No sabes qué poder tienen unas palabras de aliento, el estrechar las manos, unos abrazos, unas consignas cuando el otro está laborando, hacer el “vaquero” para que los “compas” tengan para el pasaje, y le den seguimiento a sus demandas, inspecciones centros de trabajo, etc. Y hablando de demandas, ¡qué buenos abogados tenemos!, es el equipo más solidario del mundo; eso es apoyo a los obreros, porque no nos cobran, ¿qué más podemos pedir?

Juan Carlos Cortes Castillo A partir de las todas las injusticias y condiciones precarias que tenemos en las estaciones de servicio, el andar como Chapulín de un lado a otro, el “encabronarte” en el despido pero no lograr nada mas, un “par de patadas” o el agacharte y no decir nada para poder regresar y que no te boletínen. Tal vez todo esto fue parte del proceso para poder conocer al STRACC. En ese entonces yo era muy incrédulo, no creía en los sindicatos, pensaba que todos eran charros, aparte de las experiencias que ya había tenido, por supuesto que creía mucho menos en ellos; en una ocasión, vendieron a veinte trabajadores, a mí no me despidieron porque ese día no me presenté a trabajar. En todo ese andar entré a trabajar a Servicio AJPA ahí conocí a Arturo y al Gansito que desde que empezaron a organizarse. Cuando me hablaron del sindi-

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cato (STRACC) pensé que era lo mismo que los otros, pero cuando empecé a ver gente que ya conocía y que también se estaban organizando, entonces me di cuenta que era la “neta”, en una reunión que hubo en su casa de Arturo El Caba a las 12:00 am conocí a Chava y a Lalo; ellos volvieron a reafirmar que el sindicato somos los trabajadores. Pero lo más poca madre era que ellos habían sido trabajadores, entonces, de no creer en nada, me di cuenta que había gente real, la verdad que no se andaban con rodeos, nos hablaron al chile y todo el tiempo nos cuestionaban o incitaban a decidirnos a luchar y a prepararnos, conocer nuestros derechos que en ese momento no conocíamos. Es más ni algunos sabían que teníamos derechos o un trabajo digno, con salarios, prestaciones y los mínimos de ley. Hasta antes de eso se aprovechaban de nuestra ignorancia, y de todo lo que nosotros permitíamos. Yo me mantuve al margen hasta que llegó la notificación de la demanda, y empezaron los chingadazos despidieron al Gansito y a los pocos días lo reinstalaron, después nos despidieron a Esteban y a mí, fuimos a contar nuestras quejas a la Procuraduría General de la Defensa del Trabajo, de ahí fuimos a hablar con el patrón Tostado. Con el puro miedo que le tenía a Esteban nos reinstaló, pero sin seguro social, yo me di cuenta porque mi mujer fue a consulta y no la quisieron atender. En ese lapso aparentemente no pasaba nada hasta que un día en la mañana empezó con despedir a todo el turno de la noche. El Garita, Esteban, Eloy, Gerardo, Don Pablo, Luis Ortiz, Arturo, todos empezaron a manifestarse, con el apoyo de Felipe El Pátula y Francisco El Pelón estos dos compas llegaron de apoyo por coincidencia, porque la verdad es que iban a echarse unos tragos después en el transcurso del turno llamamos a Víctor Castillo, llegó y empezaron a hacer cartulinas y pedir apoyo a los clientes. En ese momento lo que motivó a decidirme a luchar fue que su mujer de Luis Ortiz El Pingüino venía de una operación el día anterior, la acababan de dar de alta y ella junto con su mamá de El Pingüino se manifestaron; también apoyo Doña Blanquita que todo el tiempo nos apoyaba incondicionalmente. Tal vez mi error fue evidenciarme y apoyar a mis compañeros despedidos, pero en ese momento me sentía mejor estar afuera que adentro. El encargado Roberto Gómez del Campo, me pidió que firmara mi renuncia, lo cual me negué por que en la renuncia decía “Despido Voluntario”, pero yo nunca pedí que me despidieran, al contrario lo que quería igual que mis compañeros era seguir trabajando, pero con los condiciones que no se habían respetado. Y desde el 2005 hasta la fecha he encontrado motivos suficientes para poder, no nada más encontrarme si no ser parte del STRACC, que es neta. Y no creo, estoy seguro, que es el único sindicato que cumple con sus funciones: educar, apoyar y defender a los trabajadores, porque es el principio de STRACC, y porque algo que se me quedó, es que nosotros los trabajadores somos el sindicato. Desde que llegué al STRACC no he dejado de sorprenderme: he conocido gente, lugares inimaginables, creo que lo que paso en Estados Unidos a todos nos sirvió bastante porque no nada más íbamos a aprender si no que también fuimos a exponer lo que en STRACC habíamos aprendido. Fue algo muy padre,

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porque todo el tiempo anduvimos conociendo gente, lugares, nos metimos a las entrañas del sindicato con los organizadores y con la gente, íbamos a los edificios en la noche para poder platicar con ellos y afiliarlos a sus casas y me parecía más interesante. Hay una diferencia entre el antes y el después. El antes: trabajar e irme a mi casa, ya no vivía ni cotorreaba, llegaba de trabajar y me dormía, no hacia ejercicio, no leía, no bebía, lo único que hacía era fumar. El después: trabajo, paso el mensaje, cotorreo, vivo y todavía me da tiempo de hacer algunas cosas más, pero lo principal que he aprendido, que el tiempo que estoy en el sindicato y con mi familia es de calidad y lo disfruto bastante. Tal vez haya más cosas en que he cambiado pero lo chido de este proceso es que sigo aprendiendo. La verdad es que todo lo que hemos aprendido, nos lo ha enseñado el FAT. No sé muy bien cuales sean los principios, pero sí sé que toda la línea que llevamos es totalmente del FAT. Soy orgullosamente STRACC – FAT y me identifico con mi sindicato como con mi organización. Lo que la mayoría creemos es que si nosotros estamos bien, pues que todos de igual manera estén bien y puedan sentirse identificados igual que nosotros. Conozco al STRACC de hace 5 años y por lo platicado, los compas que antes la banda llegaba de 2 en 2 o de 1 en 1 y de ahí comenzar a construir ese proceso a mí también me toco ese proceso; pero ahora la diferencia es que la gente llega en blanco. Hay mucha gente valiosa en este proyecto que es el STRACC y día a día seguimos construyéndolo, sabemos que para poder crecer tenemos que prepararnos día con día, no dejamos de aprender, hay proyectos personales que no hemos cumplido, tal vez sea la carga de trabajo pero no hay pretexto. Lo mejor sería que en el STRACC haya mucha gente capaz y preparada. No cambiaría nada del STRACC, mas bien lo mejoraría, todos los aspectos y en todos los niveles, desde el secretario general hasta la base trabajadora, es lo más importante que hemos dejado de lado, ya que hay mucha gente que nada más se dedica a lo suyo y lo colectivo les vale madre. Debemos hacer que toda la gente participe y se identifique con su sindicato y su organización. Tal vez se diga fácil pero aunque sea muy difícil lo lograremos. ¡Ni un paso Atrás! ¡Por la Autogestión de la clase Trabajadora! ¡Con organización disciplina y trabajo! ¡Hasta el final!

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Epílogo, que bien podría ser Prólogo, para entender el carácter heroico del movimiento obrero independiente en México.

Contacto en Italia La presencia del fascismo en la legislación laboral mexicana Jorge Robles

Introducción Antes de la promulgación de la Ley Federal del Trabajo la tarea de los sindicatos no era fácil, pues ya estaban implementadas las Juntas Conciliación y Arbitraje como mecanismo de intervención en la vida sindical; el Departamento del Trabajo y la Secretaria de Industria Comercio y Trabajo (SICT), y era frecuente la intervención del ejército o la policía para reprimir los movimientos. A pesar de todo, la existencia de los sindicatos dependía únicamente de la voluntad soberana de los trabajadores para conformarlo, elaborar sus estatutos, establecer sus formas de lucha, sus tiempos de negociación bilateral con las empresas, el estallamiento de las huelgas y sus motivos, pudiendo coexistir dos y hasta tres sindicatos en una empresa. Después de 1917 cada presidente estableció su propia política laboral, algunos reprimiendo como Carranza, otros aprovechando el impulso sindical para ganar adeptos como De la Huerta, otros combinando concesiones con represión como Obregón y otros reprimiendo abiertamente al sindicalismo independiente como Calles. Mientras los generales se repartían el poder en el interior de la República, la presidencia se peleaba literalmente a muerte. Con la reelección de Obregón y su posterior asesinato el sistema de reparto del poder hizo crisis y el presidente en turno, Plutarco Elías Calles, resolvió formar un partido de Estado que regulara el reparto del poder. Para desarrollar este proyecto Calles se valió de intelectuales que recorrieron Europa para copiar modelos de estructura partidaria y mecanismos de gobernabilidad que le permitieran controlar a los grupos sociales: los sindicatos independientes y las organizaciones campesinas. El resultado de estas pesquisas en Europa, fue la formación del Partido Nacional Revolucionario (PNR) y del sistema de Estado corporativo que tiene bajo su dominio a los y las trabajadoras por medio del control de los sindicatos, el arbitraje obligatorio, la cancelación de la libertad sindical y del nacimiento de esta figura que ahora llamamos Contratos Colectivos de Protección Patronal.

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Aquí está contada de manera detallada la historia de este proceso y sus protagonistas por un lado, los sindicatos y sus luchas como actores sociales, los operadores políticos que establecieron lo que aquí llamamos El contacto en Italia, y que ocuparon el puesto de secretario de Industria, Comercio y Trabajo, dos de ellos ex embajadores en Italia: Manuel Y. de Negri y José Manuel Puig Casaunac; el operador político en la Cámara de Diputados, Aarón Sáenz, y uno de los más cercanos colaboradores de Calles, Abelardo L. Rodríguez, quién viajó de manera expresa a Europa para afinar el proyecto final de Ley Federal del Trabajo (LFT) y que después, como secretario del ramo, lo aplicó de manera implacable en contra de los sindicatos independientes; los operadores sindicales de Calles: primero Morones, luego Lombardo Toledano y al final Fidel Velásquez. están también en estás páginas los opositores al proyecto, Siqueiros, Campa, Velasco y los sindicatos cercanos a la Confederación Sindical Unitaria de México (CSUM). Y los benificiarios, los empresarios, entre ellos Eugenio Garza Sada, quién recién aprobada la LFT depositó, quizás, el primer Contrato Colectivo de Protección Patronal, el de la Cervecería Cuauhtémoc.

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Los Actores Sociales Los sindicatos En México, el proyecto de control corporativo sobre el movimiento sindical se vislumbra ya desde 1915, con el intento de agrupar a los trabajadores de la Casa del Obrero Mundial (COM) alrededor del constitucionalismo. Para esto, sesenta y siete militantes de la COM establecen un pacto con Carranza, el cual da origen a la formación de los famosos Batallones Rojos. Aunque, es importante mencionar, que ningún sindicato de los 32 afiliados a la COM lo firmó. Existió sólo una excepción, el caso del sindicato tranviario, cuando su secretario general, según él, fue secuestrado y obligado a firmar papeles en blanco, comprometiendo a los de su gremio, a afiliarse al constitucionalismo. No es casual que el principal promotor y negociador por parte de los constitucionalistas fuera el pintor Gerardo Murillo (Dr. Atl), quien años después, durante la Segunda Guerra Mundial, manifestó abiertamente su simpatía por los nacionalsocialistas alemanes. 1 De esa experiencia nace el proyecto de formar una central sindical ligada al Estado y, a convocatoria expresa del gobernador de Coahuila, Espinosa Mireles, nace la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) con Napoleón Morones a la cabeza. A menos de un año de vida (1919), sus dirigentes forman el Partido Laborista a través del cual consolidan su alianza con el Estado, recibiendo sus respectivas cuotas de poder como gobernaturas, diputaciones y hasta una cartera en el gabinete de Calles. Entre los principales participantes están los sindicatos minero, electricista y tranviario. El comité organizador fue conformado por reconocidos carrancistas como Alfredo de León, Juan M. Anzures y Juan Lozano. Morones no formó parte del comité organizador de este congreso, debido a que él y su grupo habían sido sancionados por haber formado, en 1916, el Partido Socialista Obrero2. La CROM aparece como heredera natural de ese grupo sindicalista de la COM que aprendió, en 1915, las ventajas de moverse de acuerdo a las necesidades del Estado. El carácter oficialista de la CROM lo determinaba no sólo el patrocinio gubernamental, la militancia a favor del presidente en turno, sino también el papel de operador como central sindical y grupo de presión del gobierno en 1

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Para revisar a detalle el qué, los quienes y el cómo del pacto de un grupo de sindicalistas de la COM con el Constitucionalismo ver: Alrededor de febrero de 1915, La COM, los batallones rojos, Atl y las huelgas. Fernández, Jorge et al. En Memoria del 2ª Coloquio regional de historia obrera Mérida Yucatán 3 -7 septiembre de 1979. CEHSMO, México. 1979. Tomo II pp.353 - 496 Treviño Valustri, Ricardo. Entrevista. Programa Historia Oral. Centro de Estudios Históricos del Movimiento Obrero (CEHSMO), México. s/f. Archivo CEHSMO

contra de cualquier opositor al presidente.3 El caso más obvio fue la toma de la iglesia de la Soledad por militantes de esta central para golpear a la Iglesia, convirtiendo este incidente en la primera acción de la guerra cristera. Morones, Celestino Gasca y Lombardo Toledano, entre otros, ocupan puestos en el gobierno. Durante el gobierno de Obregón la política obrera fue de dos manos: convivieron la represión con el diálogo. El gobierno protegió a la CROM mientras acorraló a la central independiente de la época, la anarcosindicalista Confederación General de Trabajadores (CGT)4, sin poderla vencer. Cuando Morones es nombrado secretario de la recién creada Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo5 por el presidente Plutarco Elías Calles, éste juega un papel determinante en la política oficial respecto al movimiento obrero. Durante su gestión se reglamentan las Juntas de Conciliación y Arbitraje, y se intentó que todos los conflictos obrero-patronales fueran resueltos por medio de ellas. En 1925 se presentó también un fallido proyecto de ley reglamentaria del artículo 123 constitucional.6 La CGT nace en 1921 recuperando a las organizaciones sindicales y militantes que rechazaron el pacto de los batallones rojos con el carrancismo y militantes que, aunque sí participaron activamente en él, llegaron a la conclusión que la perdida de la autonomía sindical había sido un costo muy alto que pagó el sindicalismo independiente. Entre sus gremios están entre otros, los telefonistas, tranviarios, trabajadores de la construcción, petroleros, industria del vestido y su columna vertebral, la federación del ramo textil.7 En el año de 1925 la CGT tiene que enfrentar no sólo la lucha cotidiana por mejorar las condiciones de trabajo, sino que al mismo tiempo debe encarar las embestidas de la CROM por copar sus espacios y apropiarse de ellos. A través de las Juntas de Conciliación y Arbitraje manejadas por Morones, se justifica legalmente la represión directa a las huelgas, como el caso de la toma por el ejército de las instalaciones de la Huasteca Petrolium Co., paralizada por la huelga del sindicato afiliado a la CGT. La toma fue comandada por el general Lázaro Cárdenas, lo que permitió la entrada de los esquiroles afiliados a la CROM8 y la posterior desaparición del sindicato independiente; otro aporte de 3 4 5 6 7 8

Castro, Pedro. El convenio De la Huerta-Lamont de 1922: la diplomacia financiera cómo arma de la revolución. En Economía, teoría y práctica. Nueva época, Número 7, 1997. México. http://www.azc.uam.mx/publicaciones/etp/ num7/ Consultada el 19 de enero de 2007 Rosemberg, Florence y Margarita Zarate Vidal, Informe CGT, en Historia y crónicas de la clase obrera en México, ENAH-INAH, México, 1981 No es el único cromista en el gabinete: Reynaldo Cervantes ocupa la dirección del Departamento del Trabajo. Lombardo Toledano es diputado federal por el XII distrito, Teziutlan, Puebla. Fernández del Castillo, Antonio. Derecho obrero. En Evolución del derecho mexicano (1912-1942), Escuela Libre de derecho, Editorial Jus. México, 1943. p 225. CONAPROS; La Confederación general de Trabajadores CGT. http://www.conampros.gob.mx/Efemerides006. html Consultada el 13 de enero de 2007 Informe del representante del departamento del Trabajo sobre la huelga de la Huasteca petroleum Co. Archivo CEHSMO, citado en Robles, Jorge. La huelga de la Huasteca y el fin del sindicato petrolero rojo. Mecanografiado, archivo CEHSMO, México, 1979.

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la JCA fue la declaraciónde ilegalidad a las huelgas por solidaridad.9 Como ejemplo de la combatividad de la CGT, en 1925 la Federación del Ramo Textil realizó cuatro huelgas generales, veinte huelgas parciales, el aumento significativo de sindicalización independiente y un saldo negativo de treinta y cinco militantes detenidos, cinco muertos y cincuenta heridos.10 La Confederación Nacional Católica del Trabajo (CNCT) nació en 1920, primero a nivel regional (Confederación Católica del Trabajo) convirtiéndose dos años después en organización nacional. Fue fundada por el Secretariado Social Mexicano (SSM)11 y rápidamente se extendió a más de 80 mil miembros, incluyendo sindicatos obreros, campesinos y cooperativitas, todas ellas asesoradas por el SSM. Ante su inesperado éxito, en 1924 su fundador Alfredo Méndez Medina P.J. fue retirado por su congregación y el episcopado mexicano nombró a Darío Miranda cómo director, quién cambió radicalmente el rumbo del SSM, abandonando la asesoría de los sindicatos y cooperativas contentando su acción en la formación de organizaciones cómo la Asociación Nacional de Padres de Familia. En 1925 el Comité Central de la CNCT informó a la Confederación Internacional de Sindicatos Cristianos (CISC), la intención de presentar en el congreso de la CNCT la afiliación a la central internacional para tomar el acuerdo de integrarse a la central internacional.12 El congreso no pudo reunirse nunca más. La CNCT sufrirá este año un ataque demoledor por parte del gobierno de Calles: golpeadores de la CROM toman de manera violenta la iglesia de La Soledad, impugnando por la formación de un culto católico nacional alrededor del padre Joaquín Pérez.13 Ante esta situación Darío Miranda director del SSM14, que ya había abandonado a su suerte a la central católica, se refugia en Italia. Al año siguiente los acontecimientos se precipitan con la implantación de la Ley Calles, que equiparó las infracciones en materia de cultos con delitos del fuero común, además de que limitaba el número de sacerdotes a uno por cada seis mil habitantes y se ordenaba que los sacerdotes se registraran ante las autoridades municipales, quienes les otorgarían una licencia para ejercer el sacerdocio. La Ley prohibió la libertad de enseñanza y el derecho de los padres a educar a sus hijos en la fe católica. Entrada en vigor, se clausuraran numerosos templos, capillas y conventos.15 9 El Demócrata, 26 de febrero de 1925. 10 Taibo II, Paco Ignacio y Ferrer A, Guadalupe. Los hilanderos rojos en Memoria del 2ª Coloquio regional de historia obrera Mérida, Yucatán 3 -7 septiembre de 1979. CEHSMO, México. 1979. Tomo II p. 735 11 Robles, Jorge. Historia del Secretariado Social Mexicano. En http://www.fatmexico.org/historia/historia_ssm.doc Consultada el 12 de febrero de 2007 12 Gómez Ceda, José. Cronología del sindicalismo internacional. 1801-2001 http://www.acmoti.org/IV%20 LIBRO%20.%20CRONOLOGIA%20DEL%20SINDICALISMO%20INTERNACIONAL.%20CAP.%20I.htm Consultada el 22 de febrero de 2007 13 Robles, Jorge et. al. De la autonomía al corporativismo. Memoria cronológica del Movimiento Obrero en México 1900/1980. El Atajo ediciones. Segunda edición, México. 1997 p 46 14 Robles, Jorge. Historia del … op.cit. 15 La Cristiada, o revuelta de los Cristeros. En ConoZe.com http://www.conoze.com/doc.php?doc=1500Consultada 22 de febrero de 2007

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El conflicto cristero fue acompañado de la simpatía ideológica a la Iglesia de un grupo de organizaciones simpatizantes del fascismo, comenzando por el Partido Fascista Mexicano, (PFM),16el Sindicato de Agricultores (SA) formado por terratenientes afines al PFM17, la Liga Política Nacional y los Caballeros de Colón. Los empresarios Por el lado de los empresarios, existen asociaciones en varios estados de la república, incluyendo a diversas organizaciones de comerciantes, industriales y banqueros: Confederación Fabril Nacional Mexicana, Cámara Británica de Comercio, Cámara Española de Comercio, Cámara Francesa de Comercio, Cámara Italiana de Comercio, Cámara Nacional de Comercio, Confederación de Cámaras de Comercio, Cámara Nacional de Minería, Unión de Comerciantes e Industriales, S. C.18 y Confederación de Cámaras Industriales de la República Mexicana.19 El grupo empresarial más importante era sin duda el encabezado por Eugenio Garza Sada, que incluye Vidriera Monterrey S.A., el Banco Mercantil, Fábricas de Monterrey (FAMSA), Compañía Hostelera Colonial S.A. Tapón Corona y Envases Titán entre otras.20 Eugenio Garza Sada nació en Monterrey en 1892, integrándose al trabajo del consorcio familiar en 1918, después de haber estudiado en Estados Unidos,21 donde aprendió los modelos de relaciones laborales del fordismo, adaptándolos el modelo a su emporio, convirtiendo a los empleados, obreros, proveedores en potenciales consumidores de sus productos, desarrollando desde los años veinte el esquema de subcontratación de materia de trabajo: por ejemplo, en una planta se producía la cerveza (Cervecería Cuauhtémoc), otra fabricaba las tapas de la botella (Tapón Corona), otra las cajas de cartón (Envases Titán), otra las botellas de vidrio (Vidriera Monterrey) y otra proporcionaba el financiamiento (Banco Mercantil). Para capitalizar el ahorro de los trabajadores fundó desde 1918 la Sociedad Cooperativa de Ahorros e Inversiones para los empleados y trabajadores de la Cervecería Cuauhtémoc. 16 MacGregor Campuzano, Javier. Orden y Justicia: El Partido Fascista Mexicano 1922-1923, 17 SA es “una asociación de protección y partido político, compuesto de propietarios de tierra y ganaderos, organizado con el propósito de proteger las propiedades productivas en contra de la aplicación de las leyes agrarias.” ���������� U.S. Military Intelligence Reports: México, 1919-1941. Reel I, 0549, G-2. Subject 3700, No. 177, Political Parties. México, April 23, 1925. Citado por MacGregor Campuzano, op.cit. 18 Sesión de la Cámara de Diputados del 28 de septiembre de 1925. Diario de debates de la Cámara de Diputados del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos. http://cronica.diputados.gob.mx/DDebates/31/2do/ Ord/19250928.html Consultada el 28 de enero de 2007 19 El primer Congreso de empresarios se realizo en junio de 1917; uno de sus resultados fue la conformación de la CONCAMIN al año siguiente. Puga, Cristina. La controversia sobre el proteccionismo en México. Ponencia presentada en el XIV internacional Economic History Congres, Helsinki, Finlandia, 21 to 25 Augost 2006. http:// www.helsinki.fi/iehc2006/papers3/Puga.pdf Consultada el 22 de febrero de 2007 20 FEMSA. En http://www.femsa.com/es/about/history/ Consultada el 23 de febrero de 2007 21 Tecnológico de Monterrey. Eugenio Garza Sada en http://www.mty.itesm.mx/daf/centros/cvep/noticias/social/ personalidades/home.htm Connsultada el 7 de febrero de 2007.

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Merece una mención especial el caso de las empresas de origen italiano, como la fábrica de chocolates La Suiza, los pequeños productores de lácteos del pueblo de Chipilo, las haciendas Nueva Italia y Lombardía, de la familia Cusi.22 A principios de 1925 se realizó en la Ciudad de México el segundo Congreso Industrial sin que los patrones permitieran la participación de los representantes de la central oficial, la CROM, a lo cual el presidente Calles respondió molesto: “Se extraña que los empresarios no quieran permitir que los trabajadores asistan a sus sesiones (…) esto debe ser recapacitado para las futuras conquistas, tanto más cuanto que redundará en beneficio para el capitalista y el trabajador”. 23 El Congreso en su declaración oficial manifestó la voluntad de los empresarios de mantener su autonomía con respecto al Estado y en particular de las JCA; defienden la bilateral como forma de relación laboral con los trabajadores y la necesidad de establecer Contratos Colectivos de Trabajo como mecanismo de regulación: “No se rechaza la agrupación sindical, sino que se acepta de buen grado y se pretende, por lo mismo, el contrato colectivo, reglamentado con responsabilidades para los sindicatos y para los patronos, con clausulados que precisen derechos y deberes para ambas partes (…) para facilitar la inteligencia entre la dirección y la mano de obra, se han propuesto los organismos mixtos en cada fábrica, compuestos por representantes de los trabajadores y de los patrones, para que entre ellos mismos se puedan conocer a fondo las verdaderas necesidades de unos y otros(…) Las Juntas de Conciliación y Arbitraje… no intervendrán para nada en las relaciones de la mano de obra con el patrón, sino que sólo servirán de organismos de observación, de cuerpo consultivo“ 24 Ya en estos años los empresarios sufrían la carga de corrupción y extorsión por parte de los funcionarios de la JCA y del Departamento del Trabajo, al mismo tiempo que tenían que enfrentar las reivindicaciones de los trabajadores en los centros de trabajo.

22 En 1927 un grupo de italianos, con el patrocinio de la embajada italiana, fundo el Fascio Italiano di Messico nombrando cómo Presidente a Eliseo Lodigiani, hijo del dueño de la fábrica chocolates “La Suiza. Ver Franco Savarino. BAJO EL SIGNO del “Littorio” la comunidad italiana en México y el  fascismo (1924-1941). Revista Mexicana de Sociología, vo. 64 nº 2, pp. abril-junio 2002, pp. 113-139. INAH-ENAH http://www.geocities.com/nihil0x/Sociologia. htm#_ftn40 Consultada el 23 de febrero de 2007. 23 El Demócrata. 2 de febrero de 1925. 24 El Universal 1 de abril de 1925. Las negritas son nuestras.

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Los Operadores Puig Casauranc25 fue diputado federal por Veracruz en 1921 y 1922 y senador por el Estado de Campeche en 1924-1926. Amigo personal de Calles, en 1926, siendo Secretario de Educación Pública y por el reconocimiento a su capacidad como intelectual, fue designado embajador en la Italia fascista, que no está por demás decir que este país estaba en plena reestructura política en manos de Benito Mussolini. En 1928 Calles lo llamó para sustituir a Morones en la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo para implementar la primera parte de la estrategia legislativa que culminó en la promulgación de la Ley Federal del Trabajo; también trabajó en la investigación de estructuras y funcionamiento de distintos partidos políticos en el mundo26, para definir la estructura y funcionamiento del Partido Nacional Revolucionario. 27 Después de la reforma política que canceló el sistema de gobierno del DF y después de haber cumplido su labor en la formación del PNR e iniciar el proceso de imposición de la LFT fue nombrado Jefe del Departamento del DF (1928 - 1929). En agosto de 1931 fue nombrado embajador de México en Estados Unidos pero con residencia en México, pues estaba comisionado por Calles a preparar una reorganización del poder ejecutivo, donde Calles ocupó en el nuevo gabinete, la Secretaría de Guerra y Marina y con ello el control directo del ejército.28 Ramón P. De Negri relevó a Puig Casauranc en la embajada de Italia. Nació en Hermosillo Sonora. Hijo de Casimira Pérez mexicana de origen estadounidense y francés y de Manuel De Negri, originario del sur de Italia. Inició su carrera en la administración pública cómo telegrafistas en el Estado de Sonora bajo el gobierno de José María Maytorena. Con Venustiano Carranza ascendió a jefe de oficina de Ferrocarriles y Telégrafos. Por su origen materno norteamericano participó en diversas comisiones financieras y diplomáticas en Estados Unidos: fue Cónsul General de México en San Francisco y Nueva York, además de encargado de negocios de México en Washington, D.C. En 1924 fue vocal de la Comisión Nacional Agraria, sustituyendo en 1924 a Antonio I. Villarreal en la Secretaría de Agricultura y Fomento durante el gobierno del también sonorense Álvaro Obregón.29 25 Gobierno de Campeche. Enciclopedia de los municipios de Campeche. CARMEN. http://e-local.gob.mx/work/ templates/enciclo/campeche/Mpios/04003a.htm Consultada el 11 de febrero de 2007 26 Meyer, Lorenzo. Periodo 1928-1934. en Historia de la revolución mexicana. Vo. 12. El Colegio de México. México. 1978. p 54 27 La redacción final fue responsabilidad de Basilio Vadillo en base a las consideraciones de Puig Casauranc. Meyer, Lorenzo, op.cit. p 54 y Puig Casauranc, José Manuel. La Galeta rebelde a varios pigmaliones (De Obregón a Cárdenas (antecedentes y fenómeno Mexicano actual). Ediciones Botas, México, 1938. 28 Ídem. pp154 29 Calles, Plutarco Elías. Pensamiento político y social, antología (1913-1936), México, Fondo de Cultura Económica, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1988. http://72.14.253.104/

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Fue presidente de los Ferrocarriles Nacionales (1922-1923) y fundador de la Escuela Nacional de Agricultura en Chapingo. Asumió la embajada de México en Italia30y Hungría durante 1928, en pleno auge del fascismo italiano, sustituyendo después a José Manuel Puig Casauranc en la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo. Recibió la encomienda de cabildear la reglamentación del artículo 123 constitucional. Él fue el responsable de implementar junto con Portes Gil, (secretario de gobernación entonces) la Convención Obrero Patronal para convalidar el proyecto de Ley Federal del Trabajo en 1928. Su experiencia italiana fue determinante en el enfoque legislativo de la ley, cosa que se nota en la gran similitud de principios de la LFT y el Código del Trabajo que impuso Benito Mussolini en Italia.31 Un tercer operador, fue Abelardo L. Rodríguez, que a diferencia de Puig y de Negri no fue embajador en Italia, pero por instrucciones Plutarco Elías Calles, viajó durante siete meses a Europa para investigar cuestiones relacionadas con el entrono laboral32. A su regreso Calles lo instaló cómo su subsecretario de guerra y desde ahí opero la modificación al texto original del 1928, asesorando a Calles que fungió cómo supervisor directo en las comisiones de trabajo de la Cámara de Diputados, cómo lo atestiguan los propios diputados: “que algunas de esas juntas (de las comisiones de trabajo de la Cámara de Diputados) fueron presididas por el señor Presidente de la República, con asistencia, cómo invitado de honor, del señor General don Plutarco Elías Calles, enérgico orientador de la Revolución, que no podía ni debía negar sus sabios consejos a obra de tanta importancia y trascendencia para el país.” 33 Aprobada la LFT sin discusiones de fondo, Abelardo L. Rodríguez fue nombrado Secretario de Industria, Comercio y Trabajo, quién de inmediato aplicó con precisión los mecanismos de control: Arbitró en contra de la Alianza de Tranviarios en su demanda de pago de horas extras, mutiló el CCT del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) reduciendo los días no laborales; negó registros sindicales independientes al mismo tiempo que reconoció de inmediato el registro del primeros sindicato de protección: la Unión de Trabajadores Cuauhtémoc y Famosa, en las industrias de Eugenio Garza Sada en Monterrey, quienes suscriben el primer contrato de protección con las empresas del grupo.34 search?q=cache:1dp1WuVOpYIJ:www.economia.unam.mx/secss/docs/tesisfe/OlveraLA/cap3.pdf+%22Ferrocarriles +Nacionales%22%2B%22De+Negri%22&hl=es&ct=clnk&cd=8&gl=mx Consultada el 3 de febrero de 2007 30 Secretaría de Relaciones Exteriores. Embajadores en Italia. http://www.sre.gob.mx/acervo/embitalia.htm Consultada el 3 de febrero de 2007 31 Carta del trabajo aprobada por el Gran Consejo del fascismo en 21 abril de 1927 y publicada en la Gaceta Oficial, 30 abril de 1927, nº. 100. Una copia en español se encuentra en Robles, Jorge. El estado corporativo y el movimiento obrero. Libertad Sindical Bouzas, Alfonso coordinador. Editado por UNAM, AFL-CIO, FAT y otros. México, 2002 32 Estado de Baja California. Biografía de Abelardo L. Rodríguez. s/f. http://www.cicese.mx/mexico/bc/biografias/abelardo_rodriguez.html Consultada el 13 de febrero de 2007. 33 Legislatura XXXIV Diario de debates. Viernes 10 de julio de 1931. - Año I - Período Extraordinario - Fecha 19310710 - Número de Diario 11 34 Palacios, Lylia Isabel. Construcción de una cultura del trabajo hegemónica en la gran industria regiomontana. 1918-

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El operador político Hasta ahora los operadores habían realizado un trabajo más técnico que político y no habían logrado ganar voluntades al proyecto. Calles necesitó de un buen operador político probado, y recurre a Aarón Sáenz, un obregonista de derecha que aspiraba a la presidencia de la república pero que se subordinó a la lógica del jefe máximo y declinó su pre candidatura para beneficio de Portes Gil. Sáenz había mostrado sus habilidades operativas cómo Secretario de Relaciones al lidiar con la embajada norteamericana en el conflicto cristero. Sáenz era el indicado para ocupar la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo y conseguir la aprobación del Código del Trabajo de Portes Gil. El operador sindical Vicente Lombardo Toledano fue sin lugar a dudas, un personaje fundamental para imponer un código laboral donde se sacrificaba la autonomía y la libertad sindical y con ello se dio origen al uso de los sindicatos como franquicia, y el derecho de huelga como mercancía y mecanismo de extorsión. Lombrado Toledano, licenciado en derecho vinculado a la CROM a través de su militancia en el Partido Laboral Mexicano y como fundador la Liga de Profesores del Distrito Federal. Con la llegada de Obregón a la presidencia, el cromista Celestino Gasca fue nombrado gobernador del Distrito Federal, y Morones como director de Abastecimientos Fabriles y Aprovisionamientos Militares; Lombardo Toledano trabajó como Oficial Mayor del Distrito Federal. Fue por unas semanas gobernador interino del Estado de Puebla (1924-1925), con residencia en México y diputado federal por el XIII distrito electoral correspondiente a Teziutlan, Puebla, donde nació. Su elección fue denunciada por presunto activismo del ejército, que se convirtió “en activa propagandista de la candidatura Lombardo, usando de la fuerza para amedrentar a la población civil y para estorbar la acción administrativa de las autoridades del Estado.”35 En el año de 1925, siendo diputado federal le tocó participar en uno de los intentos más serios para reglamentar el 123 constitucional, donde en su calidad de cromista presentó fiera batalla parlamentaria contra el también diputado y fundador de la Casa del Obrero Mundial, el zapatista Antonio Díaz Soto y Gama. El tema central del debate fue la libertad sindical y la Contratación Colectiva. Toledano tomó la defensa del articulo 114 del proyecto que en su redacción decía “En ningún caso y por ningún motivo las autoridades podrán reconocer, para los efectos del contrato de trabajo, la existencia simultánea de dos agrupaciones en una misma empresa” y por supuesto que reconocería exclusivamente a quién representara a la mayoría dentro de la empresa. 1954 http://mezcal.colmex.mx/historiadores/ponencias/162.pdf Consultada el 14 de febrero de 2007 35 XXXI Legislatura, Diario de debate, 16 de diciembre de 1924, http://cronica.diputados.gob.mx/DDebates/31/1er/ Ord/19241216.html Consultada el 13 de febrero de 2007

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Soto y Gama preguntó durante el debate: “¿Quién va a fijar la mayoría? ¿Quién va a hacer la declaración de que una agrupación obrera tiene la mayoría? ¿El ministro de Industria y Comercio? ¡Dios nos acompañe! (Risas). ¿Las juntas de Conciliación y Arbitraje, manejadas generalmente por los que están en el Poder? No salimos de apuros ni resolvemos el problema. ¿Qué autoridad va a ser la encargada de fijar la mayoría?” (…) ¿Y quién fija la mayoría? ¿El señor Morones? Acuérdense del caso de la Terminal, compañeros. (Una voz: ¡Le tiene miedo!) ¿Pero cómo no le hemos de tener miedo a un individuo que a la vez es secretario de Industria y jefe de una organización obrera? ¿Cómo no vamos a tener miedo a la parcialidad del que funge de juez y parte?36 Lombrado contestó: “¿quién va a fijar la mayoría? Ahí está el problema. ¿La Secretaría de Industria? No, ¡qué barbaridad! ¡Dios me libre, Morones calificando eso! No. Morones es el enemigo de las organizaciones obreras, etcétera. ¿Va a serlo el Gobierno del Distrito? ¿Y si el Gobierno del Distrito cae en manos de los laboristas? No. ¿La Secretaría de Agricultura? No. ¿La Secretaría de Hacienda? No. (…que) las juntas de Conciliación y Arbitraje sean las que vayan a justificar la existencia de la mayoría no le satisface al compañero Soto y Gama porque ahora gobierna el general Calles, (…) Pero todo mundo sabe que las juntas de Conciliación y Arbitraje se integran por obreros, por representantes del gobierno y por representantes del capital.”37 Lombardo defendió en este debate la necesidad de un sindicato único en cada centro de trabajo, expulsando de la empresa a los trabajadores disidentes. A los pocos meses Lombardo publicó su libro La libertad Sindical en donde afirmó: “La libertad sindical es, pues, en México, por el sentido gramatical de las Leyes, es un nuevo camino creado por el Estado para la emancipación integral del proletariado, y un derecho limitado a la defensa de sus intereses materiales, tratándose del capitalismo.”38 Durante un breve periodo en que Lombardo fue ayudante de Morones en la SICT, estallaron huelgas ferrocarriles y en la industria minera del Estado de Jalisco, huelgas organizadas por Siqueiros, las cuales fueron declaradas ilegales y sangrientamente reprimidas por el ejercito. El fallo fue firmado por Lombardo en su calidad de oficial mayor de la SICT.39 En 1928, justo antes de iniciar la discusión sobre la reglamentación del artículo 123, la polémica sindical sobre la contratación sindical estaba claramente definida, entre los sindicatos (CGT y algunas federaciones de CROM) que pugnaban por la firma de CCT y su extensión a carácter de Contratos Ley pactados de manera bilateral entre trabajadores y patrones y su contraparte, (representada por Lombardo Toledano), que impulsaba la firma de Contratos Sindicales de Trabajo por centro de trabajo, acompañados de previa expulsión de los trabajadores disidentes con el sindicato mayoritario por medio de la Cláusula de Exclusión.40 36 37 38 39 40

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Ibid Ibid Lombardo Toledano, Vicente. La libertad sindical en México. UOM, México, 1974 pp 25, 267 Campa, Valentín Entrevista. Anguiano, Arturo et. Al. Op. Cit. p 132-133 Lombardo Toledano, Vicente. El contrato sindical de trabajo. Citado por Salazar, Rosendo. Historia de las luchas

Los partidos En el país existían entonces al menos 55 partidos legalmente reconocidos, la inmensa mayoría se disolvió para integrarse al Partido Nacional Revolucionario, partido oficial, los que se quedan al margen cómo el Partido Laboral Mexicano (PLM) o el Partido Comunista Mexicano (PCM) son asediados por el poder al grado de ser reprimidos y declarados ilegales o eliminados de todo espacio de poder, desmantelando su base social y exiliando a sus principales dirigentes. Los comunistas Justo después de los primeros debates sobre el proyecto de Ley Federal del Trabajo 1928-29, y después de una declaración de Lombardo Toledano acusando a Siqueiros y a Campa de recibir instrucciones directamente de la embajada soviética,41 en junio de 1929, el Partido Comunista Mexicano es declarado ilegal, la policía tomó violentamente la imprenta del partido, El Machete, se expulsó a diplomáticos soviéticos cómo preludio al rompimiento de relaciones con la URSS, se desaforó al diputado comunista Hernán Laborde, se asesinó al principal estratega del partido, el cubano Julio Antonio Mella, impulsor de la formación de la Central Sindical Unitaria de México42, ligada al PCM, se expulsó del país a su compañera Tina Modoti, secuestran a Valentín Campa y se encarcela en las Islas Marías a los principales opositores sindicales- Siqueiros, Miguel Ratón Velasco, Evelio Badillo, José Revueltas entre otros-, se asesinaron en Durango y Tamaulipas al menos a 46 militantes43, se reprimió violentamente los movimientos sindicales vinculados a la Confederación Sindical Unitaria de México (CSUM) y se da un golpe de mano en la Liga Nacional Campesina, brazo campesino del PCM, desligándola del partido. proletarias de México. 2 tomos. Ed. Del autor. México 1956. Vo. II p. 38 41 “Lombrado hizo una canallada: cuando la polémica sobre la Ley Federal del Trabajo, Siqueiros y yo lo teníamos acorralado, usó un recurso, -entonces de mucho efecto en los medios de publicidad que existían, la prensa principalmente; la radio apenas comenzaba-, fue el siguiente(dijo) ¡todo lo que dicen aquí Campa y Siqueiros lo reciben cómo consigna de Moscú en las valijas diplomáticas de la embajada soviética’.Campa, Valentín en entrevista con Anguiano, Arturo, en Anguiano, Arturo, et. al. Cárdenas y la izquierda mexicana. Juan Pablos editor, S.A, México 1975 42 Sobre los sicarios que asesinaron a Julio Antonio Mella no se tuvo respuesta oficial. Para los estalinistas (Caridad Massón Sena) fueron sicarios mandados por el dictador cubano Machado, para la izquierda comunista ligada al trotskismo (Pino Cacucci) fueron agentes estalinistas por haber impulsado la formación de una central sindical comunista en México, estrategia diferente a los acuerdos de la III Internacional. Lo indiscutible es que el gran beneficiario del crimen fue el gobierno mexicano y ¿por qué no? quizá los sicarios contaron con la complicidad de mismo. Ver: Caridad Massón Sena. Mella y el movimiento obrero mexicano. Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana “Juan Marinello”. La Habana, Cuba, 2004, 14 pág. http://168.96.200.17/ar/libros/cuba/marin/mella.rtf Consultada el 2 de febrero de 2007; Cacucci, Pino. Los motivos por los que asesinaron a Julio Antonio Mella. La Jornada, 19 de junio de 2005, disponible en la web de la Fundación Andreu Nin: http://www.fundanin.org/cacucci.htm Consultada el 2 de febrero de 2007. 43 Gonzáles Prieto, Alejandro. Bibliografía de Hernán Laborde (1895-1955). En revista Memorial, Nº 156, Disponible en: http://www.memoria.com.mx/156/GPrieto.htm Consultada el 23 de febrero de 2007 y Peláez Ramos, Gerardo. Algunos comunistas caídos en México. En http://www.comunistas-mexicanos.org/index. php?option=com_content&task=view&id=49&Itemid=3 Consultada el 28 de febrero de 2007

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Los laboristas La batalla para acotar y eliminar al Partido Laborista Mexicano (PLM) se inició con el asesinato a Álvaro Obregón, pues Morones se había atrevido a mantener una disputa pública con él y su asesinato fue un buen pretexto para expulsarlo de la elite del poder. Fidel Velásquez, entonces compañero de Morones, sostiene que el verdadero motivo de la disputa y la caída de Morones fue que se atrevió a querer ser presidente.44 El Congreso nombró a Emilio Portes Gil, rival de Morones, con quien había tenido una relación conflictiva durante su gobernatura en el Estado de Tamaulipas; Portes Gil cómo gobernador retiró la administración del CCT de los ferrocarriles en Tamaulipas a la CROM para otorgársela a Alianza de Ferrocarriles Mexicanos45. En otros casos llegó a tener mayor consideración, casi nunca correspondida, con la CGT.46 La campaña de desprestigio contra Morones se dio no sólo en el ámbito político, sino también entre la opinión pública, con obras de teatro donde se satirizaba a Morones y a los dirigentes cromistas: “El desmoronamiento” y “Cromopolis” son algunos ejemplos en donde inclusive participaron actores sindicalizados y ex compañeros cercanos a Morones, cómo Roberto “el panzón” Soto con quién compartió fiestas, coñac y suripantas. En “Cromopolis”, Soto que representaba a Morones, aparecía en escena, “revolcándose en las alfombras, totalmente ebrio empinándose una botella y exclamando: ¡Arriba el proletariado!”. En “El Desmoronamiento”, también representada por “el panzón” Soto y escrita por José Moreno Ruffo e Ignacio Baeza, se “hacía una severa crítica de los procedimientos gangsteriles que usaron los directores del movimiento obrero en aquel entonces para imponer sus caprichos. Asimismo exhibía todas las lacras de que en su vida pública hacían ostentación algunos de dichos líderes, especialmente el señor Morones, quien en una de las escenas, aparecía en su famosa quinta de Tlalpan, presidiendo las grandes bacanales que noche a noche, y con asistencia de altos funcionarios del antiguo gobierno, se celebraban...” 47. Días antes de que Portes Gil asumiera la presidencia tuvo una reunión con dirigentes de la CROM, la que significativamente faltó Morones, donde se comprometieron a establecer buenas relaciones. Al día siguiente en la IX Convención de la CROM, Morones, en una demostración de fuerza frente al invitado especial, Plutarco Elías Calles, arremetió contra Portes Gil, contra el gobierno y al final, la Convención abandonó el Teatro Hidalgo en donde se realizaba el evento, pues era un espacio gubernamental. 44 Velásquez, Fidel. En entrevista con Jean Meyer, citado por Krauze, Enrique. Los obreros y el poder. Revista Vuelta Nº 147, febrero de 1989. pp. 26-29 45 Córdova, Arnaldo. Op. Cit. P 60 46 En 1925 Portes Gil invitó a la CGT a participar activamente en la formación de un Frente Único en la Huasteca tamaulipeca. Ver Nuestra Palabra. 23 de abril de 1925 47 Pérez Montfort, Ricardo. Tres prebostazgos en el México posrevolucionario: Luis Napoleón Morones, Maximino Ávila Camacho y Gonzalo N. Santos. Red de investigadores latinoamericanos por la democracia y la autonomía de los pueblos. s/f. http://www.ufg.edu.sv/ufg/red/montfort3.html Consultada el 14 de febrero de 2007

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La CROM retiró a todos sus cuadros que ocupaban cargos gubernamentales, incluyendo a los delegados de la CROM a la convención Obrero Patronal48 (entre ellos Lombrado Toledano y Ricardo Treviño49), dejando sin operadores sindicales pro gobierno a la Convención Obrero Patronal lo cual retrasó los planes de Calles para imponer el proyecto de legislación laboral. Este conflicto sólo atizó la incertidumbre en las dirigencias de los sindicatos nacionales y locales, que estaban acostumbrados a trabajar en contubernio con las autoridades en turno y provocó la desbanda de muchos sindicatos cromistas que salieron de la organización. La opinión pública sobre la posible complicidad de Morones en el asesinato de Obregón, era la comidilla cotidiana, pues se sabía que el caudillo sonorense había debilitado la influencia del PLM. La salida de la Convención Obrero Patronal y la renuncia a los puestos de gobierno resultaron funestas para la CROM: se estaban enfrentando ni más ni menos que al jefe Máximo. Calles les cobró caro esta insubordinación, en tres años de vivir en la oposición, la CROM perdió más de 349 organizaciones nacionales, locales y de empresa.50 El PNR La reelección del propio Obregón en el 28, la multitudinaria lista de micro partidos en los cuales se apoyaba Calles para gobernar, el conflicto cristero, la experiencia de la CROM cómo central obrera oficialista y su crisis después del asesinato de Obregón, el apoyo incondicional a Calles de un sector de la CROM ligada a Lombardo Toledano, la existencia de al menos 55 partidos políticos reconocidos legalmente según los requisitos establecidos en el artículo 106 de la Ley Electoral de Poderes Federales y la necesidad de integrar al sistema de control a los empresarios (la COPARMEX nace en 1929), más el auge ascendente de los partidos fascistas en el mundo y la necesidad de controlar desde el centro, el reparto del poder movió a Calles a fundar el Partido Nacional Revolucionario cómo ya vimos, comisionó a Puig Casauranc para presentar una propuesta para organizar el partido. Desde la convocatoria para la formación de un partido oficial, se advirtió la mano del ex embajador en Italia, comenzando con el nombre de Partido Nacional Revolucionario, y terminando con la identidad como partido de Estado: los delegados se contabilizaron en función del número de habitantes de cada entidad federativa y no por el número de afiliados; los delegados tenían que ser acreditados por los presidentes municipales. Todos los empleados públicos fueron considerados miembros y les retuvo un día de salario en calidad de aportación al partido; el periódico oficial del partido, El Nacional Revolucionario, era al mismo tiempo el periódico difusión del gobierno. 48 Meyer, Lorenzo. Op. Cit. Pp 40-41 49 Robles, Jorge et. al. Del corporativismo a la autonomía sindical, memoria cronológica del movimiento obrero en México, 1900-1980. Editorial El Atajo. México, 2ª edición 1997, pp.49-53 50 “El aparato de represión, control y patrocinio político que Morones había creado con la ayuda de gobiernos con los que se alió, fue usado por un gobierno muy hostil para hostigar a la CROM”. Carr, Barry. El movimiento obrero y la política en México, 1910-1929. México SepSetentas, 1976, TII, pp 154-155

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A nivel organizativo el PNR establecía una relación totalmente jerárquica y antidemocrática donde el Comité Ejecutivo Nacional era la instancia superior y donde Calles era jefe indiscutible: “Se le llamó Jefe máximo y se le dio el calificativo de hombre fuerte de México. La hoja del árbol no se movía sin su voluntad. Nada se hacía sin su autorización tácita o expresa. Su casa particular viose continuamente visitada por numerosa gente. Políticos de fuste y hombres de negocios pasaban a la residencia del general Plutarco Elías Calles, en donde siempre se encontraba el visitante con la figura de Luis N. Morones, gordinflón aún, con su cara atectónica, donde un ojo, el izquierdo brillaba cómo fuego. El mismo cuerpo diplomático, tan celosos de su contacto, le rendía homenaje. Muy amigos, muy íntimos, el general Calles y Mr. Dwith Morrow, embajador norteamericano.” 51 Una figura que recuerda al Duce. El modelo La Italia que les tocó vivir a De Negri y a Puig Casauranc fue la de la consolidación del Estado Corporativo que en palabras de los propios fascistas “representa una forma especial de actividad de gobierno del Estado, que en orden a la Economía, regula los problemas relativos a la producción, a la distribución y a la circulación de la riqueza.”52 El corporativismo italiano, es decir el proyecto fascista de Mussolini, consistió en la integración obligatoria de los ciudadanos al aparato de Estado por medio de corporaciones gremiales, es decir, los sindicatos, con la finalidad de garantizar por medio del principio de autoridad, el cumplimiento de los proyectos del Estado para lo cual requiere de mecanismos de control ideológico que le permitan funcionar de manera eficiente recurriendo al nacionalismo cómo motivo de unidad. Por otro lado pertenencia a los sindicatos era obligatoria, mientras que el Estado se encargaba de mantenerlos “ordenadas jerárquicamente, reconocidos o autorizados por el Estado que deliberadamente garantiza un monopolio de representación” 53 De Negri y Puig Casauranc encontraron en Italia una solución aplicable a la realidad mexicana, por lo menos digna de ser estudiada, dada la circunstancia de México, su crisis institucional y la diversidad de caudillos militares. Solución que incluían la formación de un partido de Estado con mecanismos de control sobre los sectores de la producción y que permitiera la gobernabilidad fundamentada en leyes y decretos, todo en nombre de la paz social, la estabilidad política y la económica del país. En la Italia que les toco vivir a Puig y De Negri, todos los partidos desaparecieron, se volvieron clandestinos o se integraron al Partido Nacional Fascista fundado 51 Salazar, Rosendo. Del militarismo al civilismo en nuestra revolución. Libro mex editores. México 1958. p. 329 52 Gay de Montellá, R. El Fuero del Trabajo y el sistema del Estado Sindical-Corporativo, Librería Santander, Valladolid, 1939, p.102 53 Schmitter, Philippe. “Ancora el secolo del corporatism? En La societá neocorporativa, a cura deMarco Maraffi, Ed Il Mulino, Bolognia. 198. 1Citado por Asís Nassif, Alberto. El estado mexicano y la CTM, Ediciones de la Casa Chata, México, 1989,pág.42

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en 1921. Todos los empleados públicos, desde el trabajador más humilde hasta el funcionario más alto son obligatoriamente miembros del partido, pagaban cuotas y se les prohibió, como funcionarios públicos, la integración en sindicatos para defender sus derechos laborales, pues lejos de ser considerados trabajadores se les denominaba representantes de la autoridad. Al final se les concedió del derecho de pertenecer obligatoriamente a un sindicato de empleados públicos, pero sin derecho a la contratación colectiva. En materia ideológica dominaba el nacionalismo como sustento ideológico pretendiendo que el Estado es la encarnando de la nación. De aquí viene el término de Estado Totalitario, es decir el Estado que abarca la totalidad de las relaciones sociales, económicas, políticas y espirituales de los gobernados:54 la subordinación del interés individual y particular al interés colectivo encarnado en el Estado como representante de la nación. ¿Y qué es la nación para el fascismo italiano?: “es un organismo que posee fines, vida, medios de acción superiores en potencia y en duración a los individuos aislados o agrupados que la componen. Es una unidad moral, política y económica que se realiza íntegramente en el Estado;”55. Y el Estado a su vez “comprende las actividades sociales, económicas, morales, políticas y culturales de la Nación.”56 “Nuestro mito es la nación nuestro mito es la grandeza de la nación” dirá Mussolini. 57 La lección fue aprendida por los embajadores mexicanos y el nacionalismo se convirtió como campaña publicitaria en el principio de identidad de los caudillos con el pueblo y expresada muy bien en la formación del Partido Nacional Revolucionario. En 1927 la CROM a través de de su secretario general, Ricardo Treviño, sometió “a consideración del gobierno del país y a las organizaciones patronales (un memorando) en beneficio de la nación y al concepto nacionalista del movimiento obrero.”58 Ya Calles siendo presidente declaró en tono de queja sobre “la inundación que ha estado sufriendo nuestro país de judíos”59. En 1931 la Confederación de Cámaras Industriales y de Comercio, la Confederación de Cámaras, la Cámara de Comercio Francesa y el Departamento del Trabajo del Distrito Federal convocaron a una gran manifestación nacionalista para el día 1 de junio, estableciéndolo, el gobierno de la capital, día de descanso oficial.60 Es aquí donde se forja el discurso del nacionalismo revolucionario del partido oficial. Lombardo Toledano lo expresa de manera espontánea en el debate con 54 Aranguren, José Luis L., Qué son los fascismos, La gaya ciencia S.A., Barcelona, 1976, pp. 31-32 55 Carta del trabajo aprobada por el Gran Consejo del fascismo en 21 abril de 1927 y publicada en la Gaceta Oficial, 30 abril de 1927, nº. 100. Cabe aclarar que en este documento al estado que se refiere es al estado fascista. 56 Gay de Montellá, R. op. Cit. p.92 57 Mussolini, Benito. Discurso del 24 de octubre de 1922. Citado por Guerin, Daniel. Fascismo y gran capital. Editorial Fundamentos, Madrid. 1973. p. 104 58 Treviño, Ricardo. El espionaje comunista y La evolución doctrinaria del movimiento obrero en México. Edición del autor. México 1952. p 116 59 Gojman de Backal, Alicia. Camisas, escudos y desfiles. Los dorados y el antisemitismo en México (19341940) FCE. México 2000. p. 103 60 Ibid

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Siqueiros y Campa sobre el carácter del proyecto de Ley Federal del Trabajo en 1929 “todos somos nacionalistas sociales.”61 En materia sindical y de contratación colectiva, Italia innovó los mecanismos de control sobre los sindicatos: Después de la marcha sobre Roma (1922) los trabajadores que conservaban aun su credencial sindical “son apaleados o pierden su empleo. Los patrones y las oficinas de colocación rechazan a los obreros que no llevan el carnet ‘sindical’ fascista. En algunos casos, los mismos industriales apuntan a todo su personal a los ‘sindicatos’ fascistas y retienen las cotizaciones de los salarios.”62 En diciembre de 1923 la Confederación patronal italiana y los sindicatos fascistas firmaron un acuerdo con el que forman una comisión mixta permanente, vigilada por la autoridad, para tratar todos los asuntos relacionados con el funcionamiento de las empresas. En 1924 el gobierno fascista publicó un decreto-ley donde autorizó a los gobernadores provinciales a destituir a los dirigentes obreros no afines al fascismo y disponer de los bienes de los sindicatos independientes y en octubre de 1925 se firmó un pacto entre la Confederación Industrial Italiana (Confindustria) y los sindicatos oficiales suprimiendo las comisiones obreras creadas durante las tomas de fábrica del 1922; al mismo tiempo el Gran Consejo fascista prohibió el derecho de huelga y la libertad sindical.63 La navidad de 1925 fue extremadamente fría para el pueblo italiano pues se aprobó el decreto que otorgó poderes absolutos al Duce Benito Mussolini. En 1926 Mussolini decretó la disolución de todos los partidos políticos y se suprimió las garantías individuales. Con la eliminación del parlamento, la cámara de los fascios y las corporaciones (sindicatos de trabajadores y empresarios) dan forma final al “Estado Corporativo”. En 1929, los dirigentes de los sindicatos fascistas que habían servido en la etapa de posesionarse en la clase trabajadora y por lo mismo, la que tenía más compromisos sindicales establecidos, son destituidos y algunos de ellos encarcelados pues su función de agitación, a criterio del Duce, había terminado y ahora el sistema corporativo necesitaba menos beligerancia y más colaboración.64 En Italia un trabajador común y corriente estaba obligatoriamente integrado aun sindicato, requisito necesario para conseguir empleo a pesar de que los sindicatos y sus dirigentes podrían no aparecer jamás en la vida cotidiana del trabajador. En un testimonio escrito por un trabajador afirma: “jamás he tenido la posibilidad de entrar en contacto con la organización, de discutir en las asambleas ni de expresarme libremente.”65 La afiliación a los sindicatos, oficialmente era libre y voluntaria, pero un desempleado no tenía posibilidad real alguna de conseguir trabajo. Para trabajar 61 62 63 64 65

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Cordova, Arnaldo. Op.cit. Guerin, Daniel. Fascismo y gran capital. Editorial fundamentos. Madrid 1973. p 259 y siguientes. Cronología de Gramsci 1922-1926 en http://www.gramsci.org.ar/3/1.htm Consultada el 3 de febrero de 2007 Guerin. Op.cit. p 276 El Universale, Florencia, 25 de abril de 1933. Citado por Guerin, Daniel. Op. Cit. P 262

tenía que hacerlo afiliándose al sindicato oficial. El trabajador que se encontraba ya trabajando durante la modificación del régimen sindical, podía mantenerse al margen del sindicato pero el nuevo sindicato oficial y el patrón determinaban sus condiciones de trabajo, su salario y si quería conservar el empleo sin afiliarse, tenía que cumplir con todas las obligaciones sindicales, como el de pagar cuotas sin obtener nada más que el derecho a trabajar. En materia de Contratos Colectivos de Trabajo el ministro de las Corporaciones, el equivalente al secretario de Industria, Comercio y Trabajo en México, elaboraba el documento en acuerdo con los patrones y era firmado por los representantes sindicales. El contenido de los CCT era casi siempre desconocido para los trabajadores, pero servía como justificación legal para determinar con toda precisión las obligaciones de los trabajadores incluyendo salarios y reglamento interno. En materia de conflictos laborales el Estado fascista ejerció el arbitraje obligatorio a través de sus diferentes organismos estatales ya sean los Comités Provinciales Corporativos o la Magistratura del Trabajo. Los organismos arbitrales eran tripartitos donde los funcionarios del Estado fingían mediar entre los intereses de la empresa y la de los trabajadores.66 Cuando se implantó en Italia el arbitraje obligatorio el impacto inmediato en las condiciones de trabajo fue: • El Reemplazo de los antiguos CCT nacionales de industria por CCT de empresa, siempre y cuando así lo solicitara la empresa. • La percepción económica de los trabajadores siempre fue, sin excepción, la reducción de salarios y la generación de grandes diferencias salariales entre regiones, y empresas de la misma industria. • Escala móvil de salarios, pero a la baja y a criterio siempre de la empresa. (Decreto del 1 de julio de 1926) • Movilidad y flexibilidad total de la mano de obra, también a criterio de la empresa y sin respeto al salario: Un trabajador podía ser removido a una categoría inferior con la reducción salarial correspondiente.67 En materia de prestaciones sociales, el sistema corporativo italiano estableció prestaciones y previsiones sociales básicas que permitieran la reproducción de la fuerza de trabajo sana y estable, para mejorar el rendimiento en calidad y cantidad en los centros de trabajo. El Estado garantizó asistencia médica y previsión social a pescadores y medieros, reglamentó el trabajo a domicilio, otorgó capacitación profesional a trabajadores, obligó a la indemnización en caso de despido injustificado, reglamentó el trabajo de mujeres y niños68, ofreció la semana de cuarenta horas y:

66 Revue des Vivants. La carta fascista del trabajo. Octubre de 1927. citado por Guerin, Daniel. Op.cit. p 264 67 Lazard, J. La Agricultura en la Italia del Norte. En Le Correspondant, 25 de octubre de 1933. Citado por Guerin, Daniel. Op.cit. pp 265-266 68 Discurso pronunciado por S.E.: Lantini, subsecretario de Estado para las Corporaciones, 23 de mayo de 1936, citado por Armando Cassiguo, op. cit., p. 344

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“ El perfeccionamiento del seguro de accidentes; La mejora y el aumento del seguro de maternidad; El seguro de enfermedades profesionales y de la tuberculosis cómo tendencia al seguro general entre todos las enfermedades; El perfeccionamiento del seguro contra la desocupación involuntaria; La adopción de formas especiales aseguradoras dotalicias para trabajadores jóvenes.”69 Hay que remarcar que el modelo italiano de Estado Corporativo basó su economía en el capitalismo con una importante intervención del Estado en materia de control, supervisión, producción y financiamiento.70 Esquema de Economía Mixta le llamó Mussolini. De todo esto abrevaron De Negri, Puig Casauranc, Abelardo L. Rodríguez y el mismo Calles en su viaje a Europa en 1930-31. La Ley Federal del Trabajo, el PNR, la Banca de Desarrollo, el Nacionalismo Revolucionario, la figura del Jefe Máximo no son meras coincidencias. No es coincidencia que Calles fundara el Banco de México en 1925 y Abelardo L. Rodríguez Nacional Financiera, el Banco Hipotecario y de Obras Públicas y la creación la empresa estatal Petromex. Por esto bien dice Néstor de Buen que las prestaciones de seguridad social establecidas en la LFT son parte de la estrategia fascista de control sindical71 y estas previsiones sociales están muy lejos del Estado Benefactor72, sobre todo en materia de democracia y libertad.73 La campaña pública del fascismo en México México era fundamental en la política internacional de Mussolini, el hecho de ser frontera con Estados Unidos y puerta de entrada para Latinoamérica obligó a los italianos a la realizar un importante esfuerzo de construcción de una imagen favorable al fascismo en nuestro país. El primer bombazo publicitario fue sacar a la luz pública que un hijo del mismísimo Garibaldi, Giuseppe Garibaldi había combatido al lado de las tropas constitucionalistas. Mussolini mandó al Ezio Garibaldi, hermano de Giuseppe, cómo diplomático encargado de valorar la situación mexicana. 69 Carta del trabajo, op. cit. 70 El Estado fascista italiano tiene un número importante de acciones en el Banca Comerciale, Credito Italiano, Banco de Roma y en los llamados Bancos de derecho público. Decretos y leyes del 12 de marzo de 1926. en Gazzeta Ufficiale, 16 de marzo de 1936. Citado por Guerin, op.cit. p 316 71 “Suele afirmarse en nuestro país que somos inventores –o poco menos- de los derechos sociales (…). Nuestros derechos sociales son la expresión del control estatal sobre la fuerza social de los trabajadores.” De Buen , Néstor entrevista con megía Prieto, Jorge. Fidel Velásquez: 47 años de historia y poder. Ed. Diana. México 1981 p. 145 72 Para muestra del carácter social del corporativismo basta observar el Fuero del Trabajo de Francisco Franco: Texto del preámbulo y del fuero del Trabajo de 9 de marzo de 1938. Ver anexo de Robles, Jorge. El estado corporativo y el movimiento obrero. Op. Cit. 73 Ver: Barba García, Héctor. El Corporativismo mexicano. Los contratos colectivos de trabajo de protección. http://www.fatmexico.org/analisis/CORPOCCP.doc Consultada el 28 de febrero de 2007 Díaz, Eduardo. Qué son los Contratos de Protección. En http://www.fatmexico.org/analisis/contratos de proteccion[1].doc

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En agosto de 1924, el gobierno italiano envió una gran comitiva internacional a visitar varios países de Latinoamérica para promover su imagen. La nave Italia tocó puerto en Veracruz. Iba cargada de una exposición de productos industriales y obras de arte: la delegación incluía a más de 700 personas relacionadas con la industria, el comercio, periodistas, políticos y militares. El gobernador del estado, Adalberto Tejada recibió personalmente a tan distinguida tripulación. La nave fue visitada por más de diez mil personas el primer día74, mientras que la prensa lanzo una campaña favorable al Duce.75 En 1927 con fondos de la delegación italiana se fundó el Fascio Italiano de México presidido por Eliseo Lodigiani, hijo del propietario de la fábrica de dulces y chocolates La Suiza. En una crónica periodística de 1928, Mario Appelius describió una visita a la comunidad italiana de Chipilo, Puebla: “... una muchedumbre de campesinos: de un lado los hombres, del otro las mujeres: machos aquéllos, fuertes, descamisados, cortados por una raza viril en un granito ciclópico: altas las mujeres y robustas [...] potentes en la gallarda femineidad de su porte”.76 La campaña del gobierno italiano en México había permeado a la opinión pública mexicana. Serán de dominio público las declaraciones y militancia pro fascistas de personajes cómo Vasconcelos77, el Dr. Atl, Ezequiel Padilla y Antonio Caso.78 Ezequiel Padilla, que fue Secretario de Educación Pública en 1929 y también embajador en Italia de abril de1930 a abril de 1932, en octubre de ese mismo año y en su calidad de diputado, durante el debate para la formación del Departamento Autónomo del Trabajo y de la Secretaría de Economía para sustituir la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo lanzó una apología del fascismo que además fue aplaudida por sus compañeros diputados: “Pasemos ahora al fascismo, ese otro ejemplo formidable de lo que significa en la vida moderna para la construcción económica de un país la lealtad de los principios claramente definidos. Así cómo los Estados Unidos sostienen su lucha de clases, su libre competencia, desatada y feroz en el campo de la lucha económica, y así cómo Rusia no admite la lucha de clases, sino el predominio inflexible de una sola clase, el Gobierno Fascista, el sistema Fascista, no quiere 74 Exelsior, 26 de agosto de 1924. Ciatado por Parés, Javier. Op. Cit. 75 Ibid 76 Sevarini Franco. Un pueblo entre dos patrias. Mito, historia e identidad en Chipilo, Puebla (1912-1943) Cuicuilco. Enero-abril. 2006 Nº 36. ENAH. México. Pp 277-291 77 La militancia pro nazi de Vasconcelos y el Dr. Atl los llevaron a realizar propaganda activa financiada por la embajada alemana en México. Entrevista del autor con Ricardo Mestre Ventura, abril de 1995. 78 “(Antonio) Caso piensa que el socialismo cuando es válido se combina con un enérgico nacionalismo; por ello la revolución de México, que tiene un perfil original, “debe desembocar en un gobierno enérgico, de amplio sentido social. Esto es lo que ha realizado en Italia Mussolini; lo que hoy pretende lograr Hitler en Alemania.” (…) y propone que “el oriente de la universidad sea el nacionalismo social mexicano” Torres Parés, Javier. La política y la Universidad: crónica del dogmatismo. en http://saturnales.tripod.com/cerezos/articulos/parres04.html Consultada el 1 Enero de 2007

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ni una ni otra cosa: busca el equilibrio, la coherencia, la cooperación de las clases. He allí su premisa fundamental. Ellos van a organizar la cooperación de clases, van a edificar una política económica sustentada en la cooperación de todas las clases productoras de la nación; y en este sentido van a crear los órganos de su dinámica económica. El sistema Fascista descansa fundamentalmente en el sistema de las corporaciones, y las corporaciones son un conglomerado de sindicatos; allí no preocupa la libertad individual; es necesario encontrar el órgano en donde todas las clases de la producción se coordinen, y se ha hecho obligando al sindicalismo de toda la Italia , de todas las fuerzas económicas, y al mismo tiempo a la coordinación de los sindicatos pertenecientes a una línea de actividades, en una corporación, que es la que juzga todos los conflictos, que es la que resuelve todos los encuentros y todos los choques entre los distintos sindicatos. Allí el trabajador no está abandonado, y en esto es necesario en gran parte combatir prejuicios. En la corporación fascista el trabajador no está aislado; en la corporación fascista el contrato colectivo que representa la conquista máxima práctica dentro de la lucha de clases, porque ya no es el hombre abandonado y sólo con su debilidad, sino que ya obra solidarizado en un sindicato que tiene personalidad y fuerza, es una conquista definitiva; la corporación, cómo digo, coordina todos los sindicatos; de la corporación se asciende a un Consejo de Corporaciones y por último se llega al Ministerio de las Corporaciones que es el eje del Gobierno Fascista. El Estado Fascista es el Estado cooperativo. Su tesis económica es que abandonar la nación la lucha de clases cómo en los Estados Unidos, abandonarla a las fuerzas naturales de la competencia económica, significa el caos; es la causa de las crisis continuas el no prever, el no disciplinar los factores de la producción y ordenarlos de manera que no se entrechoquen y se desgasten y no ocasionen otra cosa que el desbarajuste y el desorden; es la causa de las crisis periódicas y de esas alternativas pasajeras de prosperidades que no duran; por eso hay que conjurarlas y para eso hay que buscar la coordinación de las clases, labor que sólo puede realizar el Estado, porque sólo hasta él trascienden los intereses contrastantes de los individuos y los grupos en pugna. Repito, no deseo criticar ni estudiar sistemas; quiero sustentar otra vez mi propósito de que para estas arquitecturas económicas, lo fundamental, lo que las hace grandes, lo que las ha llevado a resultados estupendos, lo que las hace ser ejemplos de realizaciones y construcciones asombrosas, es el respeto consciente y profundo a líneas ideológicas que de antemano se han trazado cómo premisas fundamentales de su edificación. (Aplausos.)”79 Operativo Ley Federal del Trabajo 13 de diciembre de 1927: El senado anuncia que deja para el siguiente periodo legislativo la discusión de un proyecto de reglamentación al artículo 123 constitucional. 79 XXXV Legislatura, Diario de debates. 21 de octubre de 1932. http://cronica.diputados.gob.mx/DDebates/35/1er/Ord/19321021.html

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1 de julio de 1927: Álvaro Obregón, cómo candidato único, gana las elecciones presidenciales. 17 de julio de 1928: Es asesinado el presidente electo Álvaro Obregón. La figura de Morones, que tenía serias diferencias con el caudillo sonorense, se ensombrece por la sospecha de ser el autor intelectual, aunque lejos de tener evidencias, esta situación es aprovechada por sus adversarios políticos para dejarlo fuera de la carrera presidencial. De inmediato los comunistas convocan a la formación del Comité de Defensa Proletaria; participan sindicatos obreros y campesinos de Jalisco, Nayarit, Tamaulipas y Coahuila incluyendo la Liga Nacional Campesina (120 mil afiliados), para realizar un Congreso Obrero y Campesino. 21 de julio de 1928: Ante las dudas planteadas y la presión de los obregonistas, Morones y Celestino Gasca renuncian a sus cargos dentro del gobierno para “no ser un obstáculo en la investigación80” 28 de agosto de 1928: Emilio Portes Gil asume la Secretaría de Gobernación. 26 de septiembre de 1928: Portes Gil es declarado presidente provisional de la República por la Cámara de Diputados. 3 de noviembre de 1928: Se pública la convocatoria para la Convención Obrero Patronal para discutir la reglamentación del artículo 123 constitucional. 15 de noviembre de 1928: Se inaugura la Convención obrero-patronal en el Anfiteatro de la Escuela Nacional Preparatoria. Portes Gil, cómo secretario de Gobernación asume la presidencia de debates de la Convención con el apoyo del Puig Casauranc, Secretario de Industria Comercio y Trabajo. Por la representación obrera aparecen entre otros Vicente Lombardo Toledano y Ricardo Treviño, David Alfaro Siqueiros, Manuel Ratón Velasco y Valentín Campa; por los empresarios Eugenio Garza Sada y Joel Rocha; cómo asesores del gobierno, Manuel Gómez Morín (Fundador del Partido Acción Nacional, entonces colaboraba en el consejo del Banco de México) y Marte R Gómez (Secretario de Agricultura y Fomento)81. 19 de noviembre de 1928: Se discute la desaparición de los Códigos Estatales de Trabajo y retirar a los estados la injerencia en materia laboral. Siqueiros se opone, pues con ello se perdían algunos aspectos avanzados de las legislaciones locales. 20 de noviembre de 1928: El tema central de la discusión fue el de la contratación: Los empresarios pugnaron por la contratación individual, un sector de los trabajadores (Siqueiros y el bloque comunista) por la Contratación Colectiva de Trabajo mientras que Lombrado Toledano insistió en la Contratación Sindical basada en la cláusula de exclusión. 21 de noviembre de 1928: Se discute sobre el arbitraje por parte del Estado. El debate fundamental se da otra vez entre Siqueiros y Lombardo Toledano. Siqueiros: No intervención del Estado en los conflictos laborales y rechazo al arbitraje obligatorio. 80 Salazar, Rosendo. Op.cit. Vo. I. p.279 81 Ibid

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Lombardo Toledano: “Los obreros tienen confianza en el gobierno, porque representa los intereses de la revolución. El arbitraje obligatorio es necesario.”82 26 de noviembre de 1928: Ante la inminente toma de posesión de la presidencia el primero de diciembre, Portes Gil deja la presidencia de debates en manos de Puig Casauranc. 28 de noviembre de 1928: El tema de la autonomía sindical está en el debate. Ante la propuesta de registro sindical Siqueiros argumenta en contra: “El Estado no debe intervenir en la vida sindical, (…) El Estado no podrá decretar el desconocimiento o la disolución de los sindicatos (…) El régimen fachista da derecho al Estado para inmiscuirse en las cuestiones internas de las organizaciones. La causa de la división de los trabajadores ha sido la injerencia de las autoridades en la organización interior de los sindicatos. Permitir la intervención del Estado en los asuntos internos de los sindicatos sería tanto cómo permitir la destrucción de ellos”83 1 de diciembre de 1928: Toma posesión de la presidencia de la república Portes Gil. Entre las primeras acciones que toma es la de nombrar a Puig Casauranc jefe del Departamento del Distrito Federal y nombra a Manuel De Negri en la Secretaría de Industria Comercio y Trabajo. 3 de diciembre de 1928: El tema de discusión es la huelga. El proyecto violentaba el derecho de huelga, pues para no contradecir el texto del 123 que establecía sólo los criterios de licitud de las huelgas, el proyecto encontró el antídoto contra este derecho: el concepto de huelgas licitas pero “legalmente inexistentes”. La delegación de la comunista acusó al recién nombrado presidente Portes Gil de fascista criollo, este en represalia ordenó la aprensión de Valentín Campa y Siqueiros, pero los miembros de la convención de manera unánime se opusieron a ello y se nombró una comisión para que le pidiera al presidente que respetara la función de la Convención obrero patronal y que después hiciera lo que quisiera84… y así lo hizo después. 4 de diciembre de 1928: Se realiza la IX Convención de la CROM en el teatro Hidalgo. Se presenta Calles quién es aclamado y recibe una medalla al merito de la “Reconstrucción Nacional”. Se aprovecha la ocasión para reclamar el maltrato a los cromistas por el asesinato de Obregón. La llegada de Portes Gil a la presidencia no deja tranquilo a Morones, pues este se había enfrentado a la CROM cuando fue gobernador de Tamaulipas. La CROM decide romper todo trato con el gobierno y retira a sus delegados de la Convención Obrero Patronal. 9 de diciembre de 1928: Lombardo Toledano propone la disolución de PLM para integrarse plenamente al PNR. Su propuesta no fue atendida por los moronistas. 27 de enero de 1929: Cómo resultado del Congreso Obrero y Campesino convocado por el PCM se forma la CSUM, inician una campaña nacional contra el proyecto de ley. 82 Ibid 83 Ibid Vo. I. p 318 84 Campa, Valentín. Entrevista. Anguiano, Arturo. Op. Cit. p. 165

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En los meses siguientes la CROM se desmorona, cientos de sindicatos se separan de la central. Algunos se integran a la CGT otros forman nuevas federaciones cómo la Federación de Sindicatos de Trabajadores del Distrito Federal, donde Fidel Velásquez queda de secretario del interior. Al mismo tiempo se va conformando un bloque sindical que pretende llenar los espacios políticos que deja la CROM y exigen la apertura de espacios hasta ahora copados por esa central, llegando en algunos casos a la violencia física, cómo en las elecciones de representantes obreros en la JCA del siguiente año, en donde efectivamente la CROM pierde la mayoría de sus representantes. Fidel Velásquez es uno de los nuevos representantes. 4 de marzo de 1929: Se funda el PNR. De su congreso fundacional se nombra a Pascual Ortiz Rubio cómo primer candidato presidencial del nuevo partido. Se levanta en armas el general José Gonzalo Escobar, levantamiento que abarca los estados de Durango, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Sonora y Veracruz. Aunque los campesinos del LCN apoyaron al gobierno para acabar con la rebelión, en Durango, Zacatecas y La Laguna, se negaron a entregar sus armas después de ser derrotado el levantamiento, esto es usado cómo un pretexto más para cuestionar la legalidad del PCM. 6 de junio de 1929: Se inicia la represión sangrienta al PCM; los comunistas resultaron un hueso demasiado duro de roer y un protagonista importante en contra del proyecto de ley de Portes Gil. Un diputado desaforado, más de 30 militantes asesinados, entre ellos a Guadalupe Reyes den Durango, al menos 46 detenidos y locales saqueados es el saldo de la represión. 21 de junio de 1929: Portes Gil y el arzobispo Leopoldo Ruiz firman el acuerdo para terminar el conflicto cristero. Aarón Sáenz juega un papel fundamental en la relación diplomática con el embajador norteamericano Morrow, para que Estados Unidos presionara al Vaticano para que a su vez obligara a los líderes cristeros de deponer las armas. 10 de julio de 1929: la Federación de Fidel Velásquez exige que se promulgue de inmediato la Ley Federal del Trabajo: “Bastante hemos esperado ya y no podemos seguir inactivos por más tiempo.”85 14 de julio de 1929: De Negri responde al llamado de la FTDF denunciando que “son los líderes provocadores los que no permiten la unificación del movimiento obrero”, mientras Portes Gil insiste en que a la brevedad será enviada a la Cámara de Diputados para su aprobación. 25 de julio de 1929: La Cámara de Diputados inicia un periodo extraordinario para discutir el Código Federal del Trabajo. La campaña gubernamental se sigue haciendo presente a través de algunos gremios. Hablan los ferrocarrileros: “los obreros de toda la república no aceptaremos que el texto original del citado proyecto sea modificado fundamentalmente a no ser para mejorar en beneficio de la clase obrera.”86 La trampa funcionó. 26 de julio de 1929: Lombardo Toledano desecha las objeciones sobre la pérdida de derechos al cancelar los códigos estatales de trabajo y exige la federalización de la legislación laboral. 85 Ibid Pp369-370 86 Ibid

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30 de julio de 1929: la cámara de Diputados retira a los estados la facultad de legislar en materia laboral. 15 de agosto de 1929: Los sindicatos opositores al proyecto de Ley Federal del Trabajo, ferrocarrileros, Artes Graficas, disidentes de la CROM entre otros, se reúnen en el Centro Cívico “Álvaro Obregón” y declaran un “No a la reforma del Estado por el Estado.” Siqueiros insiste, “es fascista”, Lombardo declara que mientras el proletariado no conquiste el poder, la constitución de la república no podrá ser reformada para beneficio del proletariado, y aunque el código es un “desastre”, contiene, al menos, algunas conquistas del proletariado. Insiste en su propuesta de Contrato Sindical de Trabajo en contra de los Contratos Colectivos de Trabajo y remata “debemos estar satisfechos del resultado de nuestro trabajo.”87 2 de septiembre de 1929: El ejecutivo manda a la Cámara de Diputados la propuesta de Ley federal del Trabajo para su discusión y aprobación. De Negri ha cumplido su encomienda y regresa a sus actividades diplomáticas, ahora cómo embajador en Bélgica. Lo sustituye el Luis L. León que por ser colaborador cercano a Morones deja casi de inmediato el cargo al que será el operador político que, de manera rápida y sin conflictos sociales, puede imponer la nueva legislación: Aarón Sáenz. Durante los meses siguientes el propio Calles viajó por Europa para observar, entre otros casos, los mecanismos de control implementados en Italia. 17 de noviembre de 1929: Los empresarios se organizan de manera nacional en la Confederación Patronal de la República Mexicana, (COPARMEX) 30 de abril de 1930: La CROM, la CGT, varios sindicatos de industria (electricistas, artes gráficas y transporte), la Liga Nacional Campesina y algunas federaciones estatales presentan un frente común para defender los “derechos adquiridos por los trabajadores”. La estrategia de la CROM es la de posesionarse de nuevo, la CGT que se había mantenido al margen llega demasiado tarde y se deja llevar por el discurso de “las conquistas de los trabajadores” perdiendo de vista lo sustancial: la autonomía y la libertad sindical. Su presencia sólo ayuda a convalidar la nueva ley. Por lo pronto la CGT sufrirá sus primeras escisiones y quedarán marcados por la práctica cromista de todos los dirigentes adheridos a ella después de la crisis de la CROM. 4 de mayo de 1931: Sáenz convoca a los sindicatos a una reunión en el Castillo de Chapultepéc para discutir la inminente discusión en la Cámara de Diputados el proyecto de ley. Por primera vez asisten los representantes de la CGT. El plan estaba armado, Lombardo asume una postura pretendidamente crítica exigiendo que para aprobar la ley, esta debe respetar los derechos adquiridos por los trabajadores. Ortiz Rubio convoca a los inconformes a que envíen sus objeciones a la Cámara de Diputados donde serán turnadas a las comisiones de trabajo. Y en efecto, en cada sesión parlamentaria se hace un recuento de los sindicatos obreros y cámaras patronales que han mandado sus mociones de rechazo o apoyo al proyecto de ley. Sólo eso, una mención en la plenaria. Aarón Sáenz reclama a Lombardo su inconsecuencia con el proyecto de ley que apenas unos meses atrás defendió con vehemencia: “Esta ley respeta los 87 El discurso completo de Lombardo Toledano se encuentra en Salazar, Rosendo. op. cit., pp. 375-383.

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principios que usted (cómo diputado) defendió en 1925, ahora usted la critica para quedar bien con otras organizaciones obreras.”88 Calles cómo Jefe Máximo y en su calidad de Secretario de Guerra y Marina asiste y supervisa personalmente las sesiones de las comisiones de trabajo, asesorado por su consejero en materia laboral y que ocupa en la nómina una subsecretaría en la Secretaria de Guerra y Marina, Abelardo L. Rodríguez. 20 de julio de 1931: La Cámara de Diputados aprueba en lo general la Ley Federal del Trabajo. 13 de agosto de 1931: Se aprueba la LFT de manera definitiva. 28 de agosto de 1931: La Ley Federal del Trabajo es publicada en el Diario Oficial y entra en vigencia en todo el país. 22 de enero de 1932: Abelardo L Rodríguez es nombrado Secretario de Industria, Comercio y Trabajo y primero operador real de la recién aprobada Ley Federal del Trabajo, negando registros sindicales, declarando licita la huelga tranviaria, pero también la declara ilegal: “las huelgas son inoportunas y antipatrióticas en este momento en que se necesita la cooperación de todo mundo y especialmente de los trabajadores”89; lo mismo hizo con las huelga ferrocarrilera. También eliminó prestaciones del CCT del Sindicato Mexicano de Electricistas. 4 de septiembre de 1932: Por presión de Calles y falta de apoyo en las cámaras, Pascual Ortiz Rubio renuncia a la presidencia de la república. El general Abelardo L. Rodríguez hombre de confianza de Calles, y su asesor en materia laboral, ocupa de manera interina la presidencia de la república hasta 1934. Impactos y Consecuencias directas de la aplicación de la LFT La LFT establece en su artículo 13 transitorio, que los CCT existentes, los reglamentos pactados, los contratos individuales y cualquier otro convenio que estableciera condiciones mejores a los establecidos por la LFT pueden ser revisados, a la baja, para ser ajustados a los derechos mínimos de Ley. Una lluvia de demandas patronales inundaron las oficinas de la JCA. La Ley reconoció a los sindicatos cómo personas privadas, pero estableció criterios de persona pública para regular su constitución, sus fines, su ámbito de competencia y los requisitos legales para su existencia. Con esto se le otorgó al Estado el derecho a inmiscuirse en la vida interna de los sindicatos, desde el otorgamiento de registro sindical hasta en la obligación que tienen los sindicatos a proporcionar información que el Estado le requiera. El propio CCT tendrá validez no cuando las partes lo pacten, sino hasta que esté depositado en la JCA correspondiente. Uno de los impactos más difíciles de librar para los sindicatos independientes ahora que requieren de las juntas para registrar los sindicatos y tramitar demandas colectivas, es el carácter tripartito de la JCA, pues los representantes obreros pertenecen a sindicatos oficiales que podrían ser desplazados, convirtiéndoles en juez y parte de los conflictos. 88 Salazar, Rosendo. Op.Cit.Vo. II p.50 89 Rosendo Zalazar. Historia de la luchas proletarias en México. Citado por Córdova, Arnaldo. Op. Cit p 124.

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Con la entrada en vigor de la LFT los sindicatos tuvieron que presentar documentación que acredite su existencia, sin importar la voluntad soberana de los trabajadores, todo bajo los criterios de la LFT, requisito sin los cuales no tendrán personalidad jurídica para negociar con los patrones sus condiciones de trabajo, lo mismo el comité ejecutivo. La experiencia muestra la negativa de otorgar registros a sindicatos incómodos y a aceptar registros de sindicatos patronales, ocasión que aprovecha Eugenio Garza Sada y forma el primer sindicato de protección patronal: la Unión de Trabajadores Cuauhtémoc y Famosa.90 Antes de la promulgación de la LFT, los trabajadores de la Cervecería Cuauhtémoc no tenían sindicato, toda negociación laboral era individual con toda la ventaja para la empresa. Ante el “riesgo” de que un sindicato como la CGT pudiera emplazar a huelga a la Cervecería, para firmar un CCT; Garza Sada promovió la formación del sindicatos blanco y firmo su primer CCT y lo registró y mantiene hasta la fecha un férreo control sobre la dirigencia sindical que es nombrada directamente por los directores de la empresa, construyendo al mismo tiempo una barrera ideológica en nombre de la colaboración, salpicada con algunas prestaciones sociales. Criterios empresariales aplicados en Cervecería Cuauhtémoc91 • Es preferible cerrar la empresa antes que ceder a las demandas de trabajadores en huelga. • Despido inmediato a trabajadores que participen en alguna demanda de titularidad de CCT. • Campaña intensa de ideologización en contra de las posturas sindicalistas autenticas. • Quién demanda a la empresa no regresa nunca. • Control unilateral de la empresa en la contratación del personal. • Gran número de trabajadores eventuales, recontratados a intervalos para no generar derechos de antigüedad. • Flexibilidad laboral. • Despido inmediato a mujeres al embarazarse o por matrimonio. • Contratación de trabajadores externos a través de intermediarios. Política implementada desde 1935. • Los trabajadores desconocen la existencia del sindicato y del Contrato Colectivo de Trabajo. • Nula presencia del sindicato en las áreas de trabajo. Formalidad en las comisiones mixtas. • Prima de creatividad para trabajadores con sugerencias productivas (1929). • Despido por enfermedad con muy baja indemnización. 90 Palacios, Lylia Isabel. Op.cit. 91 En base a los estudios de Palacios, Lylia Isabel. Op.cit.

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• Infiltración de “orejas” en los grupos donde se sospecha de organización

incipiente. • Despido inmediato al sospechoso de organizarse de manera independiente. Perfil de los trabajadores de planta despedidos: • Buenos trabajadores. • Hombres casados con un promedio de antigüedad de 15 años. • Mujeres solteras con un promedio de antigüedad de 7.5 años. • Mayoría de obreros calificados. • Sindicalizados. • Algunos habían participado en órganos internos: comités de ajuste y comisiones mixtas. • Algunos habían ingresado a trabajar por recomendación directa de la familia Sada. La estrategia jurídica de la empresa fue desconocer la relación laboral con los despedidos. La mayoría de los despedidos sólo pudieron acreditar la relación laboral con las empresas subcontratistas. Esquema del despido • Los jefes de departamento ejecutaron el despido. • Ningún caso fue turnado previamente a la comisión mixta. • En ningún caso acudió al sindicato para defender al trabajador. • Las únicas pruebas documentales de la empresa fueron actas circunstanciadas muy breves, redactadas por el jefe y firmada por el trabajador. • “Renuncia voluntaria”. • Todos los testigos del demandante, que siendo trabajadores en activo, negaron todo conocimiento de los hechos. • La mayoría de los testigos (principalmente las mujeres) desconocía la existencia del Contrato Colectivo de Trabajo, de estatutos, así como los nombres de los dirigentes del sindicato. • Sólo dos ganaron el juicio. La empresa no los reinstaló jamás. La nueva legislación otorgó un poder absoluto sobre los sindicatos a los secretarios generales, poder que usaron para vender Contratos de Protección, extorsionar empresas y posesionarse dentro de sus propias centrales existentes en la lucha interna por el control al interior de los sindicatos. Ricardo Treviño, experto en estas prácticas nos describe el mecanismo preciso del uso de la nueva legislación para extorsionar empresas y vender Contratos de Protección.92

92 Treviño, Ricardo. El Espionaje Comunista… pp.177-178

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• • • •

Se utilizan los registros sindicales ya existentes. El secretario general mantiene el control del registro. Se emplaza a huelga a la empresa por firma de CCT. El secretario general ofrece de inmediato una propuesta para desistirse del emplazamiento a cambio de una cantidad de dinero que la empresa debe proporcionar como compensación al sindicato. • Aunque la empresa sabe que el sindicato no tiene afiliados, no se arriesga a mantener cerradas las instalaciones por los días que tarda la JCA en dictaminar y prefiere entrega el dinero. • Para evitar futuras extorsiones, la empresa compra al secretario general un Contrato de Protección, que por ley será vitalicio para la empresa.

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Conclusión La existencia de los Contratos de Protección es producto de la legislación vigente en materia laboral, las reformas y adiciones sólo han servido para estrechar aún más el margen de acción de los sindicatos auténticos, como la reforma de 1980 que cancela el derecho a las coaliciones a emplazar a huelga, fortaleciendo la figura del secretario general. La LFT legalizó la pérdida de la libertad sindical, la intervención del Estado en la vida interna de los sindicatos y permitió la monetarización de la acción sindical al convertirla en monopolio del sindicato reconocido por el Estado; permitió la corrupción tanto con la venta de plazas que con la defensa de trabajadores deshonestos en los sindicatos; consolidó la intromisión de los empresarios a través de los sindicatos blancos y la compra venta de Contratos de Protección.

Posdata Manuel Y. De Negri regresó a su carrera diplomática viajando por Europa y Centroamérica. Juan Manuel Puig Casaunac terminó sus días como miembro prominente de la Academia Mexicana de la Lengua. Aarón Sáenz se convirtió en un magnate de la industria del azúcar. Abelardo L. Rodríguez fue presidente de México, amplió el periodo presidencial a seis años y entregó el poder a Lázaro Cárdenas. Vicente Lombardo Toledano fue el primer secretario general de la CTM, el primero en promover el voto obligatorio de la CTM al candidato oficial, utilizando la amenaza de la cláusula de exclusión a quién no lo hiciere: su nombre está escrito en letras de oro en el palacio legislativo. Fidel Velásquez se convirtió en el modelo de dirigente sindical corporativo por excelencia; recibió la medalla Belisario Domínguez otorgada por el poder legislativo. Valentín Campa décadas después fue candidato presidencial por el PCM, los últimos años los pasó cobijado por el aprecio de sus compañeros. David Alfaro Siqueiros se convirtió en uno de los muralistas más prestigiados y reconocidos en el mundo. Luis Napoleón Morones fue exiliado del país por Lázaro Cárdenas, al igual que a Plutarco Elías Calles.

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Esta edición consta de 1,000 ejemplares más sobrantes para reposición y se terminó de imprimir en diciembre 2009 en los Talleres Gráficos de Power Color, S.A. de C.V. Alfonso Herrera 72-B Col. San Rafael C.P. 06470, México, D.F., Tels. 55.66.11.85 · 55.66.76.81 [email protected] www.powercolor.com.mx

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