El artificio del poeta y el psicoanálisis Conceptualizando prácticas

El artificio del poeta y el psicoanálisis Conceptualizando prácticas Juan Eugenio Rodríguez Eleonora D’Alvia Compiladores Ediciones Fuegos del Sur ...
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El artificio del poeta y el psicoanálisis Conceptualizando prácticas

Juan Eugenio Rodríguez Eleonora D’Alvia Compiladores

Ediciones Fuegos del Sur Colección Psicoanálisis Buenos Aires, 2011

Rodríguez,JuanEugenio Elartificiodelpoetayelpsicoanálisis:conceptualizandoprácticas/JuanEugenio RodríguezyEleonoraD´Alvia.-1a.ed.-BuenosAires:EdicionesFuegosdelSur,2011. 134p.;14x21cm. ISBN978-987-26586-0-1 1.Poesía.2.Psicoanálisis.I.D´Alvia,EleonoraII.Título CDD150.195

Fecha de catalogación: 09/03/2011

Cuadro de tapa: “La voz” Jeuroz Ediciones Fuegos del Sur Bartolomé Mitre 2637 (1039) CABA. [email protected] www.fuegos-delsur.com.ar

©2011 ISBN: 978-987-26586-0-1 Impreso en Argentina Hecho el depósito que marca la ley 11723. Todos los derechos reservados

A Fernando Ulloa

INDICE Prólogo Poesía y Psicoanálisis

9 13

por Eleonora D’Alvia

El artificio del poeta y el psicoanálisis

47

por Juan Eugenio Rodríguez

Con-textos Yo estoy en mi fe

85

por Juan Eugenio Rodríguez

Lo que Humpty Dumpty le dijo a Alicia

87

por Eleonora D’Alvia

Deseo y creación poética

95

por Mónica Boreika

“Dale que era” Del espacio del Otro a la escena del sujeto

97

por Silvia Rizzo

Invención poética

103

por Gabriela Pileci

Algunas consideraciones sobre la práctica psicoanalítica en el ámbito hospitalario

109

por Fernanda Ricciardi

Las formas sutiles de violentación, también pueden padecerse

115

por Fabiana P. Orellana

En la Villa Palito

121

por Víctor Hugo Ibáñez

Lo que el árbol tiene de florido

123

por Silvia Rizzo

Antígona por Víctor Hugo Ibáñez

131

9 Prólogo

El presente libro se propone dar cuenta de una experiencia que produce al sujeto que la transita. Poesía y Psicoanálisis es una articulación que causa nuestra investigación. La misma es un aporte a la clínica de la numerosidad social donde el psicoanálisis abandona el debate estéril de lo individual por oposición a lo social. La cultura de la mortificación predominante en estos tiempos del capitalismo globalizado tiende a abolir en el hombre no sólo su deseo, sino también la idea misma de enfrentar la adversidad. Nuestra capacitación y nuestra práctica tienen como nudo central el pensamiento de Sigmund Freud y Jacques Lacan. Luego de diversas experiencias, encontramos en la clínica de Fernando Ulloa un modo de no traicionar el sentido vocacional de ejercer un rol social con la comunidad, que conlleva un compromiso apasionado de lucha frente al sufrimiento, sin dejar de estar afectados a la ley y a las normas del oficio de psicoanalista. Esta compilación es producto de un espacio de capacitación concebido como una terceridad a partir de la cual producir una lectura de aquellos acontecimientos que por evidentes y diarios no pueden ser leídos debido a la dificultad que representa tomar distancia de los mismos. La propuesta se fue modificando hasta tomar como eje principal lo que está sucediendo, al promover la producción de pensamiento crítico. Una producción crítica colectiva que puso a prueba los supuestos teóricos y sus alcances. “Una capacitación que no desmienta que un oficio es una manera de vivir”.1 Se volvió fundamental 1

Novela clínica psicoanalítica. 1995. F. Ulloa. Ed. Paidós.

10 que los participantes tomen la palabra y a través de ello se apropien de los instrumentos conceptuales favoreciendo la conceptualización de prácticas. Posibilitar la formulación de nuevas preguntas que den paso a la transformación de prácticas que han caído en una situación sintomática. A la vez, tomar especialmente en cuenta los procesos de subjetividad, estimulando la singularidad de la producción de cada sujeto. En “Poesía y Psicoanálisis” por Eleonora D’Alvia, los fundamentos teóricos se articulan hasta llegar a sus consecuencias clínicas. Destaca el lugar de la poesía y el poeta en la clínica freudiana. “El artificio del poeta y el psicoanálisis” por Juan Eugenio Rodríguez, apunta directamente al arte que se encuentra en el corazón de la práctica llamada psicoanálisis, “el saber-hacer”. Busca el lugar de la poesía como un real imposible que nos causa, agujero en el centro de la teoría psicoanalítica. “Lo que Humpty Dumpty le dijo a Alicia” por Eleonora D’Alvia, nos muestra el encuentro del poeta con el pensamiento freudiano en la articulación del sueño, el juego y la poesía. 2 “Deseo y creación poética” por Mónica Boreika, plantea la influencia del deseo en el acto creativo y va a los fundamentos de esta cuestión en el pensamiento freudiano. “ ‘Dale que era’ Del espacio del Otro a la escena del sujeto” por Silvia Rizzo, dice que la lectura del psicoanalista, su escucha, es sutil. En latín oír (obaudire) derivó a la forma castellana obedecer. La escucha analítica es oír sin quedar atrapado en la obediencia. Es una escucha de las disonancias. Destaca la dimensión del juego en la 2

Presentado en Congreso Nacional de Filosofía AFRA 2007 el 13 de Septiembre, en la ciudad de San Miguel de Tucumán.

11 apropiación de lo simbólico. “Invención poética” por Gabriela Pileci, establece la relación de la poesía en ‘un hacer con palabras’ con el acto analítico. “Algunas consideraciones sobre la práctica psicoanalítica en el ámbito hospitalario” por Fernanda Ricciardi, aborda la experiencia de la práctica psicoanalítica en el hospital y pone en acto los aportes de la clínica de la numerosidad social. “Las formas sutiles de violentación, también pueden padecerse…” por Fabiana Orellana, nos permite adentrarnos en el tema de la violencia institucional en los establecimientos educativos, en clave con lo propio del análisis institucional. “En la Villa Palito” por Víctor Hugo Ibáñez, se testimonia de una intervención clínica en la numerosidad social en forma de relato. En “Lo que el árbol tiene de florido” por Silvia Rizzo, se pone especial énfasis en las palabras del poeta como un modo de darle un lugar al sujeto, arrancarlo de la mortificación. Una existencia atravesada por lo simbólico. En el cierre de este libro el poema “Antigona” de Víctor Hugo Ibáñez, una apertura. El contexto en el cual se dio la producción citada es la del seminario de poesía y psicoanálisis, que se oferta desde el Departamento de Actividades Socioculturales y Extracurriculares de la Secretaría de Extensión Universitaria de la Universidad Nacional de La Matanza desde el año 2002. En Marzo del año 2003 nació Fuegos del Sur, psicoanálisis en movimiento, un sitio en internet (www.fuegos-delsur. com.ar) que fue concebido en el marco de esta conjunción.

12 “La poesía habla al ser humano no como ser hecho, sino por hacer, le descubre espacios interiores que ignoraba tener y que por eso no tenía. Va a la realidad y la devuelve otra. Espera el milagro, pero sobre todo busca la materia que lo hace. Nombra lo que la esperaba oculto en el fondo de los tiempos y es memoria de lo no sucedido todavía. Sólo en lo desconocido canta la poesía. Ella acepta el espesor de la tragedia humana, pero no obedece al principio de realidad sino al orden del deseo. Choca contra los límites de la lengua y va más allá en el intento de responder al llamado de un amor que no cesa. Es un movimiento hacia el Otro, pasa de su misterio al misterio de todos y les ofrece rostros que duran la eternidad de un resplandor. Corrige la fealdad, es ajena al cálculo y da cobijo en sus tiendas de fuego. Se instala en la lengua como cuerpo y no la deja dormir.” 3

Eleonora D’Alvia Juan Eugenio Rodríguez

3

Fragmento de palabras de agradecimiento pronunciadas por Juan Gelman al recibir el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.

Poesía y psicoanálisis por Eleonora D’Alvia

¡Ay voz antigua de mi amor! ¡Ay voz de mi verdad! ¡Ay voz de mi abierto costado, cuando todas las rosas manaban de mi lengua y el césped no conocía la impasible dentadura del caballo! Federico García Lorca

15 Introducción Ya desde Sigmund Freud, está clara la insoslayable dimensión social del psicoanálisis. El sujeto del deseo inconsciente y la comunidad nacen en un mismo movimiento junto con la ley fundamental, la ley de la prohibición del incesto. En la práctica tradicional analítica el otro está siempre presente, ya juegue como objeto, como ideal, como auxiliar o como adversario. Esta práctica que se supone “individual”, sin embargo no deja de producir efectos en lo social. Y esto lo demuestra el hecho de que son aquellos más cercanos al analizante, su familia y amigos, quienes suelen combatir el espacio analítico. Jacques Lacan, por otro lado, no dejó de subrayar la importancia decisiva que tiene la dependencia absoluta del Otro a la que el infans está sometido durante los primeros años de vida. Esta formulación lo lleva a plantear que el deseo, fundamento del inconsciente freudiano, es siempre el deseo del Otro. Sigue en este sentido a Freud en cuanto a que la impotencia, la incapacidad del ser humano en el comienzo de su existencia es la base de todos los motivos de la moral. El psicoanalista Fernando Ulloa precisa al respecto, que durante esos primeros tiempos donde el niño aún no habla, le son transmitidos todos los antecedentes de la cultura a través de la palabra de ese Otro primordial. Luego vendrá un segundo momento, cuando el niño empiece a hablar, donde poco a poco, comenzará la tarea de apropiarse de lo heredado. He aquí lo decisivo respecto de esos antecedentes. Lacan en sus últimos años define a la práctica psicoanalítica, no como un dispositivo sino como un discurso. Y el discurso es definido como lazo social. Indica

16 el tipo de relación que se establece desde determinado posicionamiento en relación a la lengua que se habla. La lengua sólo se halla en uso, diferenciada de la abstracción que implica hablar de “lenguaje”. La presencia del analista como escucha causa el decir que hace posible el advenimiento de la producción del sujeto del deseo inconsciente. A pesar de la importancia de lo social en la teoría, la función del analista parece quedar restringida a su consulta privada, dentro del ámbito de la práctica tradicional. Se escuchan opiniones, incluso algunas dentro mismo del campo psicoanalítico, que consideran al psicoanálisis una práctica elitista, que nada tiene para aportar al campo de lo social. Sin embargo, en Freud está presente la idea de intervenir en la cultura desde el psicoanálisis a partir de su escritura. La clínica tradicional se encuentra enmarcada dentro del campo de fuerzas que establece la neurosis de transferencia, privilegiado escenario donde se actualizan los conflictos inconscientes. El analizante vive de nuevo lo esencial de su conflictiva edípica, lo repite en análisis, donde a partir de una puntuación, tiene la posibilidad de hacerse recuerdo. ¿Cuál es la pertinencia de la intervención analítica cuando se sale del ámbito de la clínica tradicional? ¿Cómo situar la escucha analítica en el ámbito más amplio de lo social sin salirse a su vez del campo psicoanalítico? Las dificultades que se presentan en la capacitación del analista es una muestra de la complejidad que plantea la escucha analítica en lo social. En las instituciones psicoanalíticas, por ejemplo, hallamos muchas veces la preeminencia del discurso universitario en lugar del psicoanálisis, desmintiendo en los hechos lo que predica la teoría.

17 Los desarrollos de intervención grupal creados por Enrique Pichon-Rivière sería un ejemplo diferente de estos desvíos. Lo llevaron a desarrollos por fuera de la especificidad del psicoanálisis. Las lecturas grupalísticas en el ámbito de lo social corren el riesgo de promover los fenómenos imaginarios que en un principio, intentan combatir. Ulloa, discípulo de Pichon-Rivière, sin correrse un ápice de su especificidad clínica, aportó desarrollos conceptuales fundamentales para poder pensar la pertinencia de la intervención psicoanalítica en lo social. Por otro lado, hallamos en la enseñanza de Lacan otro ejemplo en esta dirección. El predominio de la oralidad en su enseñanza es evidente en sus multitudinarios seminarios, eje fundamental de su transmisión. Enseñanza que él situaba al mismo nivel que la intervención analítica tradicional. Además de su intenso intercambio con diferentes pensadores del campo de la cultura. Ulloa define su práctica en lo social como clínica de la numerosidad social donde “cuentan tantos sujetos sociales como sujetos singulares cuentan.” Esclarecía él que el primer cuentan, se refiere a la presencia de los cuerpos en la escena, mientras el segundo, está referido al acto de tomar la palabra. Aquí, en lugar de tomar en consideración la neurosis de transferencia, la intervención tendrá en cuenta la transferencia intertópica. La transferencia intertópica es el fundamento metapsicológico de la transferencia analítica. Se encuentra definida por Freud en “La interpretación de los Sueños” como el desplazamiento del deseo que se produce desde una representación inconsciente a una representación capaz de conciencia que sirve al modo de resto diurno.

18 Al estar en el ámbito de la numerosidad social, el acto de tomar la palabra en la escena, la palabra mirada, facilita el fenómeno de transferencia intertópica. Se producen entonces efectos dramatúrgicos, que hacen del inconsciente pensamiento. Apela así a un antiguo modo de procesamiento psíquico, territorio propio de la poesía. Aquí Ulloa se deja llevar por la metáfora freudiana del inconsciente como “la otra escena”. La producción freudiana del inconsciente brinda un esclarecimiento respecto de los efectos movilizantes de la dramaturgia y su función social. En la práctica clínica de la numerosidad social se trata de generar un espacio de representación como terceridad. Abrir un espacio para la producción del sujeto. Esta práctica no está dirigida a lo patológico como opuesto a la salud mental, y en ello retoma claramente la tradición psicoanalítica. Está dirigida a combatir lo que él denominó la cultura de la mortificación, concepto articulado a partir de desarrollos freudianos realizados en diversos textos llamados comúnmente “culturales”. A partir de su práctica en las instituciones detecta que este padecimiento tiene consecuencias tanto en los funcionamientos sociales como consecuencias singulares en los sujetos. Me propongo en el presente recorrido, por una parte, esclarecer las concepciones articuladas por Ulloa acerca de la clínica de la numerosidad social a partir de tomar algunos textos freudianos fundamentales, donde la interpretación de los mismos realizadas por Lacan será especialmente tomada en consideración: Tótem y Tabú, Malestar en la Cultura, Psicología de las masas y análisis del yo y los textos freudianos sobre la guerra. Por otra parte, situar el concepto de cultura de la mortificación en su preeminencia dentro de la cultura

19 occidental actual. En la cultura de la mortificación, a diferencia del padecimiento propio del malestar en la cultura, el sujeto se encuentra coartado. Será necesario situar al sujeto tal como lo piensa el campo psicoanalítico, sobre todo a partir de las precisiones aportadas por Lacan para situar por un lado, cuáles son las causas del predominio de la coartación subjetiva en la actualidad y por el otro, cuáles son las consecuencias clínicas de dicha coartación. Tomaré la función del mito como parte de la función poética siguiendo el pensamiento freudiano. Desde esta perspectiva me propongo indagar la relación existente entre la poesía y el psicoanálisis.

Mitopoiesis Freud resignifica la función del mito para los antiguos y le vuelve a dar un lugar en la cultura occidental. Brillante neurólogo formado por los maestros del positivismo lógico, descubre en la falla de la apelación a la causal orgánica, otro campo, tropieza con el inconsciente. Ya en el caso presentado en su retorno a Viena luego de la experiencia con Charcot: “Observación de un caso severo de hemianestesia en un varón histérico (1886)”, se evidencia que los síntomas somáticos no siguen las vías orgánicas nerviosas sino que más bien, representan un saber no sabido por el sujeto en relación a una verdad ignorada de su acontecer subjetivo. “Mito” era para los antiguos griegos de donde proviene el término, un “pensamiento expresado” o “discurso” en relación a la verdad. Sin embargo, esa significación fue cambiando en la medida que se contrapuso a la de “logos”. Ya en Aristóteles el “logos” como discurso

20 argumentativo pasó a ser el discurso de la verdad concebida como universal, y el mito quedó reducido a ser una historia fabulosa o legendaria dejada como material para los poetas. Esta concepción es el fundamento de la filosofía moderna y del pensamiento de Occidente que ha prevalecido hasta hoy. La dimensión de la verdad en el mito es lo dejado de lado. Sin duda la poesía, es la destinataria de la relación de la verdad con el acontecer del sujeto. Una verdad que sólo puede decirse a medias, a través del recurso de la metáfora como lo que le es más propio. El psicoanálisis se construye tomando los restos descartados del pensamiento de Occidente, lo dejado de lado por el pensamiento de lo universal. Este pensamiento es definido por Lacan como el discurso universitario, que tiene como fundamento al número. El número, dice Lacan, es un significante no sometido a la ley fundamental del significante. Un significante es lo que el resto de los significantes no son. Sólo se define por su diferencia con los demás significantes de la lengua. El número sería el único significante que se significa a sí mismo. Retomaremos esta cuestión más adelante. La definición que hace Lacan de significante dentro del campo psicoanalítico es que un significante representa a un sujeto para otro significante. El sujeto es un efecto del significante que no puede ser representado acabadamente por significante alguno, en tanto no existe un significante en el campo del Otro que lo signifique como tal. La falta de este significante en el Otro, lugar de lo simbólico, es fundamental. Es allí donde el sujeto encuentra su lugar. La ciencia, efecto del discurso universitario intenta eliminar al sujeto, como un factor que resulta un obstáculo para su avance.

21 El mito es una metáfora que se encuentra en relación a lo imposible de ser dicho. En el origen del sujeto encontramos un relato cuya estructura de ficción tiene la función metafórica de anudar simbólico, imaginario y real. Podemos situar en la obra freudiana la serie de los mitos del padre, que son en verdad los mitos del asesinato del padre: el mito de Edipo, tomado de la tradición griega; Tótem y Tabú, donde Freud escribe el primer mito generado por el pensamiento contemporáneo occidental y Moisés, lectura freudiana de la tradición judía que dio origen al cristianismo, la otra fuente fundamental del mundo contemporáneo. Como ombligo del sueño se pierden en lo más impenetrable enlazado al origen. Para el psicoanálisis, la referencia a la poesía da sustento a una teoría que no cede en explicaciones fáciles y se sostiene en lo imposible. Lacan sintetiza las formulaciones freudianas acerca del padre al situar en el origen del sujeto del deseo inconsciente la metáfora paterna. Respecto de las tragedias griegas surge la siguiente pregunta: ¿cuál es la diferencia entre la respuesta que da la ciencia acerca del origen y la propuesta del relato mítico? La ciencia cierra la pregunta con una respuesta que funciona como certeza de saber. El mito resguarda la falta. En esa hiancia se aloja el sujeto.

De Edipo Rey a Tótem y Tabú Freud sitúa en el mito de Edipo que nos acerca la letra de Sófocles, el pasaje inaugural que da nacimiento al sujeto. El sujeto nace del conflicto psíquico, efecto de una matriz simbólica que lo precede, y a la vez genera la singularidad

22 de lo nuevo. Encrucijada donde se reescribe la historia de los antecesores. Padre y madre, vehiculizadores de la cultura y objetos privilegiados de las primeras pasiones. El mito de Tótem y Tabú “el asesinato del padre de la horda primitiva” produce en la teoría un movimiento tal que el mito del origen del sujeto coincide con el mito del inicio de la cultura. Ambos se articulan con el nacimiento de la ley fundante, la ley de la prohibición del incesto. Sitúa al sujeto del deseo inconsciente como un efecto de una ley de la comunidad. El mito escrito por Freud tiene importantes implicancias clínicas. Esa construcción de la prehistoria pone en relación el padecimiento psíquico con el retorno de la relación del sujeto a un Otro que se presenta como omnipotente, no atravesado por la castración. Indudablemente se vincula con la experiencia singular del nacimiento del ser humano, marcado por la prematuración que lo deja a merced del Otro adulto de quien depende totalmente para sobrevivir. El infans lo imagina omnipotente en la medida de su impotencia original. Prehistoria individual enlazada a la prehistoria común. Cada uno reedita esa prehistoria común en su prehistoria singular. En estesentido toda ideade inconsciente colectivo está descartada. Sólo queda en común el lenguaje conformado sobre todo por la escritura. El complejo de castración es central para la teoría psicoanalítica. Lacan conceptualiza a la castración sobre todo como simbólica, ya que se encuentra enlazada con la ley de la prohibición del incesto. Se establece una diferencia con la castración imaginaria, cuyas diversas representaciones forman parte del acervo de fantasías que producen el efecto de lo siniestro y tienen una estructura común: un personaje que actúa ejerciendo su fuerza superior y avasallante sobre alguien más débil e indefenso produciéndole un daño o

23 mutilación. La representación más común puede ser la mutilación de los genitales, o de los ojos (enceguecimiento) entre otros. En general, esta representación puede actuar como fantasía inconsciente, suele estar asociada al castigo por la realización fantaseada de deseos prohibidos. La castración simbólica es lo que en general la castración imaginaria encubre. La existencia de la ley que prohíbe el objeto primordial: la madre. Está vehiculizada por el padre, no como el omnipotente padre de la horda, que sólo obstaculiza el acceso al objeto de satisfacción, sino desde la función paterna, que se ejerce en tanto deseante, en tanto la madre está prohibida para todos, también para él. En última instancia, la castración simbólica remite a aquello imposible de ser simbolizado, es la castración del Otro del lenguaje, se refiere a que no todo puede decirse. Dentro de esta categoría que Lacan ubica como lo real, podemos encontrar tanto el deseo inconsciente como la dimensión más propia de la existencia del sujeto. Decir que el padre de la horda no está atravesado por la castración, equivale a decir que aún no habla, es el padre representado en las fobias infantiles y en las culturas totémicas como un animal. Situemos diferencias fundamentales entre el mito de Edipo y el mito del padre de la horda primitiva. En el primer caso, el hecho de que el asesinato del padre termine dando acceso carnal a la madre, es la realización de la fantasía de que el padre es el obstáculo para la realización del incesto. En cambio, el mito creado por Freud sitúa la cuestión en un plano muy diferente: el asesinato del padre de la horda, no sólo no permite el acceso al objeto anhelado, sino que lo constituye en prohibido definitivamente. El acto del asesinato tiene como resultado que en el lugar del padre

24 asesinado se sitúa la ley, la ley de la cultura. El acto del asesinato del padre juega en ambos mitos un papel central. En el caso de Edipo, el deseo de asesinar al padre sólo puede suponerse a posteriori como un saber inconsciente, no sabido por el sujeto, al modo en que juega el deseo en la neurosis. Freud en cambio sitúa de manera indubitable el acto de asesinar al padre de la horda como algo concientemente planificado y además que sólo puede llevarse a cabo en acuerdo con otros. El asesinato del padre primordial presentifica su falta y lo hace caer de ese lugar omnipotente. Sólo el padre muerto es capaz de transmitir la ley de castración. Esto puede leerse claramente en el ejemplo que al respecto da Ulloa: El niño lee en los ojos de sus padres esos deseos que ya nunca van a poder realizar y es allí donde encuentra su lugar como sujeto. Podríamos sostener entonces que más que tratarse de que el sujeto rehúye la castración, en verdad la desea. El significante del Nombre del Padre, es el significante de la falta en el Otro, introduce la dimensión de la falta en el sujeto. La importancia fundamental de estos conceptos es la siguiente: Ley y deseo son lo mismo, dice Lacan. La función paterna que ejerce la castración simbólica produce la hiancia donde el sujeto del deseo inconsciente ha de advenir. Sus fallas en las diferentes formas y niveles implican distintos grados de mortificación del sujeto.

Del malestar en la cultura a la cultura de la mortificación: Los efectos nocivos del predominio del superyó. En principio quisiera situar el lugar del superyó,

25 que considero fundamental para echar luz sobre el planteo freudiano en “El malestar en la cultura”. Por un lado el superyó es un resto no procesado de esa relación con el padre de la horda primordial. Por otro lado, es el que ordena gozar. El superyó está en relación a la faz imperativa del significante. Nadie expuesto al significante puede ignorar esa faceta imperativa. Sin embargo, lo que potencia los efectos mortificantes del superyó es la posición pasiva masoquista que adopta el yo hacia esa voz muda. Nos hallamos entonces ante el predominio de la alienación al significante. Lacan sitúa que el primer efecto que produce el significante en el infans es el de la alienación. El superyó actúa desde ese lugar del Otro del lenguaje sin falla de saber. Una pequeña niña de menos de tres años dice: “mi mamá sabe todo”, no hay diferencia entre lo que la madre sabe y lo que la niña piensa. Para que la niña sea capaz de algún pensamiento propio tiene que producirse otra operación que Lacan llama de separación al significante, que sólo puede surgir a partir de que se evidencia que el Otro no sabe todo. Y lo que fundamentalmente el Otro no sabe es lo que el sujeto es. Freud se permite la pregunta de si se puede hablar de un superyó cultural del cual el superyó singular no es más que su consecuencia. Llega a decir que encuentra en los mandatos morales culturales, la expresión articulada y conciente de aquello que en el superyó singular sólo se ejerce en su forma muda como mandato inconsciente. En “Malestar en la cultura” aparece el superyó como la plaza conquistada desde el exterior por las leyes de la cultura que ejerce las prohibiciones culturales desde el interior mismo del sujeto, juzgando así, no sólo los actos,

26 como podrían hacerlo los padres del niño, sino los mismos pensamientos de éste. Freud destaca el predominio del superyó en nuestra época, situado como un avance histórico paulatino del predominio de la pulsión de muerte en desmedro del erotismo, un avance de la mortificación. “La agresión es introyectada, interiorizada, pero en verdad reenviada a su punto de partida; vale decir: vuelta hacia el yo propio. Ahí es recogida por una parte del yo, que se contrapone al resto como superyó y entonces, como «conciencia moral», está pronta a ejercer contra el yo la misma severidad agresiva que el yo habría satisfecho de buena gana en otros individuos, ajenos a él. Llamamos «conciencia de culpa» a la tensión entre el superyó que se ha vuelto severo y el yo que le está sometido. Se exterioriza como necesidad de castigo. Por consiguiente, la cultura yugula el peligroso gusto agresivo del individuo debilitándolo, desarmándolo, y vigilándolo mediante una instancia situada en su interior, como si fuera una guarnición militar en la ciudad conquistada.” 1 El superyó, como resto inasimilable de la primitiva relación agresiva con el padre de la horda se instaura como castigo por la agresión perpetrada. Quisiera situar en este punto un cuadro freudiano desarrollado tempranamente y sostenido a través de toda su producción, el de las neurosis actuales. Es Ulloa el que lo destaca en su pertinencia para leer el padecimiento contemporáneo. En la obra freudiana hay un trabajo que sintetiza diversos desarrollos suyos sobre la cuestión en la 24 Conferencia de Introducción al psicoanálisis de 1

Malestar en la cultura. 1930. S. Freud. O.C. Traducción J. L. Etcheverry.

27 1917, llamada “El estado neurótico común”. Podríamos sintéticamente decir que las neurosis actuales son para las neurosis de transferencia como el grano de arena a partir del cual se forma la perla. Freud las llama “actuales” en tanto el padecimiento que el sujeto manifiesta no está enlazado a su historia sino que es efecto de la angustia tóxica: producido por un estancamiento libidinal que afecta directamente al cuerpo, sin mediación simbólica. Más relacionado con la mortificación que produce el significante sobre lo real del cuerpo en la primera infancia. En estos cuadros de neurosis actual el sujeto se encuentra en repliegue. El padecimiento puede expresarse como depresión, apatía, fatiga física, ausencia de iniciativa, angustia, hipocondría, incluso diferentes adicciones. Predominio de la posición pasiva del yo ante la voz del Otro, a modo de un superyó arcaico. Es llamativo que en las neurosis actuales que más frecuentemente llegan a la consulta analítica, por ejemplo en casos de adicciones o depresión, lo que hallamos sobre todo, es un goce superyoico mudo, sin palabras y la merma de la producción erótica tan relacionada con el acto de tomar la palabra. Lacan siguiendo la tesis freudiana, en su texto Radiofonía y Televisión señala que la problemática que es propia de nuestra cultura actual es efecto de que el superyó ha tomado un lugar preponderante. La televisión sería la corporización de esa voz imperativa. Foucault toma esta línea de investigación del psicoanálisis cuando sitúa a partir de sus investigaciones un giro de la cultura de Occidente desde la Ilustración que desembocó en la constitución de los Estados modernos. Al colocar al individuo racional en la base del ordenamiento social, el Estado moderno intenta producir sujetos monolíticos, idénticos a sí mismos y homogeneizados

28 entre sí, aplicando de modo sistemático una cantidad de dispositivos de normalización y disciplinamiento. En este sentido, juegan como números, de ahí el predominio de las estadísticas en las decisiones de Estado. La suposición del individuo racional monolítico implica una mortificación del sujeto, en tanto desde el psicoanálisis sólo lo podemos concebir como dividido. Freud define al malestar en la cultura como el malestar que produce sobre todo la ley fundamental de la cultura: la prohibición del incesto. Ésta conlleva otras dos prohibiciones: la prohibición del asesinato y la prohibición del canibalismo. La aceptación de estas leyes implica renuncias pulsionales, cuyo efecto más inmediato es la aparición del deseo inconsciente. Al respecto es interesante leer el texto freudiano “Sobre la conquista del fuego”, basado en el mito de Prometeo, el dios cultural. La prohibición cultural instaura el deseo como aquello que no se satisface, que se renueva de manera incesante y requiere por tanto un procesamiento permanente, de allí provienen los principales logros de la cultura y también el principal motivo de encono hacia ella. Lacan dice que si hay algo que podemos definir como normativizante es el deseo inconsciente, es decir deseo en tanto sexual, infantil y reprimido. El deseo conlleva el conflicto psíquico. El rechazo del conflicto, es a la vez el rechazo del sujeto y de su división. De allí proviene la reivindicación del individuo. El individuo es en última instancia el padre de la horda primordial. Freud escucha en la reivindicación de la libertad individual, la reivindicación del padre de la horda. Hallamos entonces dos grandes tendencias en la sociedad. A la primera Ulloa la denomina “padecimiento

29 resignado”: aceptación pasiva de lo instituido, la resignación, en el sentido de que el sujeto se siente impotente, que nada puede hacer para transformar lo ya establecido. Se puede deducir que esta posición de sometimiento hace necesario suponer un Otro absoluto, omnipotente, sin falta. Predominio de la pulsión de muerte lo llama Freud. Un ejemplo de esta tendencia como ideología imperante se vivió en la Argentina durante la década del ’90. Podríamos preguntarnos cuáles fueron los factores determinantes que llevaron a esta situación de mortificación generalizada. En principio, diremos que el alto grado de mortificación de la mayoría de la población fue, entre otras cosas, un efecto del terrorismo de Estado. Cuestión que retomaremos más adelante. La otra tendencia en pugna es la que Freud ubica como propia de las pulsiones eróticas. Ulloa la llama de resistencia y lucha contra el acostumbrado sufrimiento. Esta posición es lo que el psicoanálisis considera saludable. Freud destaca que gran parte de los pacientes enferman en el esfuerzo por adaptarse a la realidad, contrariamente a lo que sostienen otras corrientes de pensamiento psicológicas. En cambio, la posición saludable es la de aquél que en lugar de rechazar su deseo para adaptarse, sostiene su deseo y trabaja para transformar la realidad en el sentido de hacer posible su realización. En esa vía podemos situar, por ejemplo, a los poetas. Si bien Freud acepta que nada en nuestra cultura está dispuesto para la felicidad, sin embargo, la pretensión de felicidad no deja por eso de ser válida. Estas definiciones que da Ulloa tienen la ventaja de destacar la cuestión del conflicto. Sostener el deseo no es sin conflicto. Poner en escena el conflicto implica la dimensión de la falta que hace lugar a la jugada del sujeto. La

30 ilusión de la omnipotencia funciona como un velo que es necesario dejar caer, ya que encubre la dimensión de la castración simbólica, lo más propio de la existencia.

La prevalencia del efecto de masa y su relación mortificada al ideal. La estructura de la masa, tal como la plantea Freud es una cohesión dada en lo social que puede producirse espontáneamente, aunque su modelo son las masas artificiales. Es decir, creadas por instituciones que funcionan para tal fin. Las instituciones que Freud toma para analizar el funcionamiento de la masa artificial son las más antiguas de la humanidad: la iglesia y el ejército. La cohesión de la masa se produce a través del mecanismo de la identificación. Tiene la siguiente estructura: consta de un líder, que ocupa el lugar del Ideal del yo de los sujetos que conforman la masa, que por esta coincidencia se identifican entre sí en su yo, como un lugar de equivalencia. La masa artificial más sólida es la de la iglesia porque al constituir en el lugar del Ideal del yo una abstracción simbólica, no corre el riesgo de disolverse. Además, la doctrina de la iglesia, modelo de modelos, a cada yo le plantea la exigencia de llegar a ser como el ideal, pretensión desmesurada,teniendo en cuenta que el Ideal es Dios mismo. Esta estructura que exige la identificación del yo no sólo con los demás integrantes de la masa sino con el propio Ideal del yo, es la más coercitiva. Freud pone el acento en dos cosas, primero: el sometimiento de los miembros de la masa ante el líder y la ausencia de pensamiento crítico respecto de lo que éste

31 dice y hace, función que justamente estaría reservada a la instancia psíquica del Ideal del yo. Segundo y como consecuencia de lo anterior: el empobrecimiento subjetivo que implica este tipo de estructura. La masa se sostiene en una ilusión. Los integrantes de la masa suponen que ese Otro que ocupa el lugar del Ideal los ama a todos por igual, cosa por demás dudosa, ya que el amor presupone la preferencia. Sin embargo, la suposición del amor del líder hacia la masa es una condición necesaria para mantener la cohesión de la misma. Freud señala que el amor al líder de la masa es en todo equivalente al que el hipnotizado tiene por el hipnotizador. En cambio plantea diferencias respecto del amor erótico. La relación de sometimiento ante el líder se distingue del enamoramiento por el caudal de aspiraciones sexuales no coartadas en su fin. Cuando se produce la satisfacción sexual directa durante el acto sexual se degrada el Ideal. La dimensión propia de la sexualidad excede ampliamente lo que se puede decir de ella, agujerea la verdad. Lacan sostiene que no hay relación sexual. El lenguaje ha perturbado la relación de correspondencia entre los sexos. Esta falta de complementariedad entre los sexos se suple desde el significante de la falta que constituye lo simbólico como tal. Dicha suplencia introduce un exceso que escribe esta falta en lo simbólico. Ésta no tiene por función reparar el déficit simbólico, sino más bien al contrario, su función es mantenerlo. Es el obstáculo al Uno de la fusión en la medida en que designa la ausencia de un Uno así. Esta versión del amor refuta la versión humanista del amor, según la cual los amantes se unen porque descubren que tienen algo en común, así como los miembros de un grupo comparten un Ideal del yo o causa en común. Según los

32 desarrollos de Lacan en el Seminario Aún, el amor es la intersección de dos sustancias que no tienen ninguna parte en común. El amor sensual, sobre todo cuando aparece allí una mujer como objeto erótico, es lo evitado por la masa artificial (ya sea en su forma iglesia o ejército) para mantener la cohesión de la masa. Freud sitúa al amor erótico como el poder civilizador por excelencia, capaz de atravesar las barreras establecidas por diferentes estructuras de masa. Ya sea, racismo, pertenencia de clase, etc. La singularidad de la relación de fascinación de los integrantes de la masa con el líder es que han renunciado totalmente a dicha satisfacción directa. De la consideración de sentido común de que el Ideal sería lo más elevado, sostiene Freud que también se vincula con lo más primitivo: el Ideal no es otro que el padre de la horda primitiva. Es el individuo, el indiviso, el no atravesado por la ley de la cultura. Por eso la lectura crítica que hace Freud de la masa no supone como otros pensadores de la época una reivindicación del individuo, sino que por el contrario, señala que el individuo es el ideal de la masa. El padre de la horda primitiva sería un equivalente de otra representación de la misma índole, la madre fálica. La masa es fundamentalmente solipsista, en tanto propicia el sentimiento oceánico, un sensación de fusión con los otros donde predomina la indiferenciación. ¿Porqué los sujetos son tan proclives a caer en el efecto de masa? La ilusión de completud juega aquí un importante papel. La dimensión del conflicto psíquico inherente al sujeto del deseo inconsciente queda aquí obnubilada y se cae en un anestesiamiento respecto de la dimensión propia de la existencia. El placer que provoca

33 se halla en relación a la fusión con ese Otro primordial omnipotente que no tiene límites, es una reedición de la relación del infans con el Otro primordial. Podemos decir que esta estructura no deja lugar a la producción del sujeto del inconsciente. Genera un grado importante de mortificación. En varios escritos esclarece Freud que el predominio del Ideal en una estructura psíquica no facilita una tramitación de los conflictos, y por lo tanto genera una tendencia al padecimiento psíquico y la enfermedad. El Ideal está en el lugar de taponar la dimensión de la falta. El ideal diría Lacan, es el Significante que se presenta sin falla. No dejando lugar al enigma. Ideal del yo y superyó son dos caras de la misma moneda. Funcionan como una exigencia de completud para el yo. Por eso Lacan le atribuye el “Goza” al superyó. En tanto plantea una exigencia imposible de cumplir. El efecto de masa promueve alienación al significante, obstaculizando que el sujeto pueda separarse de él. La masa establece una situación de dos lugares sin tercero de apelación. Tiene esta característica en común con la encerrona trágica. La encerrona trágica está definida como: estar bajo el poder de otro que lo destrata o lo desconsidera, y al que no se somete de buen grado. El modelo de la encerrona trágica es la tortura, que muchas veces parece calcada sobre el fantasma de la castración imaginaria. Si la encerrona trágica sostenida en el tiempo es causa de la cultura de la mortificación, podríamos decir que actúa facilitando el fenómeno de masa en el cual el sujeto se encuentra en repliegue, obstaculizando la posibilidad de desarrollar un pensamiento crítico acerca de lo que está sucediendo.

34 El fenómeno de masa tiende a velar la dimensión de la ley como falla del significante, de la ley en tanto es la castración misma. En la actualidad nos hallamos con los efectos de la globalización del capitalismo. Podríamos situar al fenómeno de la globalización como un intento de promover un fenómeno de masas a través de los mass-media. Los medios masivos de comunicación promueven sobre todo una cantidad de ideales. Dichos ideales se encuentran en relación directa al consumo. Es el brillo de los objetos delmercado el que marca el valor de los sujetos, lo que los hace deseables. Al mismo tiempo que los sujetos que hicieron posible a través de su trabajo la producción de dichos objetos subjetivados son transformados en objetos descartables por el mercado laboral. Este efecto del capitalismo lo describe Marx como el fetichismo de la mercancía. Lo que se descarta aquí es el valor de la producción del sujeto, fetichizándose los objetos, es decir, los objetos del mercado tienen por función taponar la dimensión de la falta . Lo que en el capitalismo se pierde es el valor de uso de la mercancía, que es algo que no puede intercambiarse en el mercado. El capitalismo sería según Lacan un seudodiscurso derivado del discurso universitario. Más relacionado con la tecnociencia, prescinde del lazo social entre los sujetos. Esta prescindencia hace que ofrezca a modo de señuelo un falso plus de goce a través de la adquisición de los objetos, logra enganchar así al deseo como un señuelo que sólo reproduce la insatisfacción y por tanto incentiva siempre de manera renovada el consumo. Es llamativo que el capitalismo allí donde avanza tiende a debilitar las relaciones comunitarias, que como el lenguaje están construidas a través de las diferencias entre

35 los sujetos que producen lazo social. Pareciera que los desarrollos de la tecnociencia han hecho prescindible gran parte de la mano de obra y tiende a la eliminación del sujeto, junto con la pretensión de eliminar el conflicto social y los lazos comunitarios.

Algunas consecuencias psíquicas del terrorismo de Estado. La encerrona trágica atenta contra la subjetividad de quien la padece, tanto como de quien la ejerce. Es causa de la cultura de la mortificación, ya que para permanecer como tal requiere de la complicidad de otros que callan. Se establece la renegación, por un lado se niega que se niega la situación horrorosa que está sucediendo, y por el otro, se la admite al naturalizar o justificar el sufrimiento tomado como necesario, incluso inevitable. Lo que se reniega, de lo que nada se quiere saber es de la dimensión de la castración. Esta modalidad de repliegue del erotismo ante el avance del goce mortífero es siempre incestuosa. De un Otro que en lugar de tener en cuenta al otro como sujeto, lo toma como objeto de su goce. El terrorismo de Estado deja a los ciudadanos en su conjunto en una encerrona trágica al quedar cancelados sus derechos ciudadanos ante el poderío de un accionar impune. Freud describe una situación de mortificación generalizada en “De guerra y muerte. Temas de actualidad” escrito durante la Primera Guerra Mundial. La situación descripta se puede definir hoy como un disimulado terrorismo de Estado que se pone en marcha con la excusa de un enemigo exterior.

36 Pone el acento en la situación de padecimiento sufrida por la población civil en posición pasiva, que tiene como consecuencia una situación psíquica que él llama de “miseria anímica” donde los sujetos se encuentran desorientados y confusos. Podemos leer el acto de la publicación del escrito en la revista Imago durante 1915, como un modo de intervención en la numerosidad social. Reubica al lector en relación a la tramitación de los dos grandes conflictos psíquicos con los que se enfrenta en esa situación. El primero al que se aboca es la decepción que ha provocado la guerra sobre la cultura occidental y sus efectos. Afrontar la situación requiere aceptar la caída de los ideales sobre los cuales estaba sostenido el Estado occidental moderno. Ideales que incluso el Estado llega a declarar ilícito someterlos al examen de la razón crítica. En el ejemplo de la dictadura reciente en la Argentina, se intentó eliminar la conflictividad social, eliminando a aquellos sujetos que como líderes de las comunidad, se resistían a la aplicación de las políticas que determinado sector de la población quería imponer al resto. Se sometió a la generalidad de la población a un terror sin nombre. Una población mortificada. Será necesario que se admitan los horrores acontecidos e incluso la implicancia del silencio cómplice y el consentimiento implícito para salir definitivamente de la mortificación. Para eso es necesario cuestionar aquellos ideales que nos impiden como sociedad confrontarnos con lo acontecido. En este punto retomo la referencia al texto de Freud,

37 el segundo conflicto que los sujetos debían procesar es el cambio que se impone respecto de la posición ante la muerte. Lo primero que destaca Freud es la actitud de la sociedad occidental de prescindir de la muerte, de eliminarla de la vida. Freud resalta la forma hipócrita que ha tomado la cultura occidental de relacionarse con la muerte. También toma en consideración que en lo inconsciente es muy distinta la posición del sujeto ante la muerte propia, respecto de la muerte de personas queridas. Ante la primera, lo que prevalece es la incredulidad. Por más pensamientos racionales que se hayan construido al respecto, el sujeto descree en la realidad de su propio fin. En cambio, respecto de la muerte de personas queridas la cuestión es más compleja. Tan compleja que Freud considera que el conflicto sentimental emergente de la muerte de los seres amados dio inicio al pensamiento. Ante el cadáver de la persona amada nacieron no sólo la teoría del alma, la creencia en la inmortalidad y una poderosa raíz del sentimiento de culpabilidad, sino también los propios mandamientos éticos. Nuevamente podemos leer aquí una referencia al asesinato del padre primordial. La muerte del ser amado desencadena un conflicto psíquico que hasta ese momento se hallaba latente. El otro amado es a la vez un extraño, alguien a quien más de una vez de manera inconsciente se le deseó la muerte. Ante la evidencia de la muerte emerge, además del dolor por la pérdida del ser amado vivida como la pérdida de una parte de sí mismo, la satisfacción que esa muerte le provoca. Surge entonces necesariamente el sentimiento de culpabilidad concomitante. Más de una vez ha hecho referencia Lacan a la importancia fundamental que tienen las ceremonias

38 mortuorias y la tumba respecto de la vida simbólica de ese sujeto fallecido y sus implicancias para los descendientes. Retorna aquí Antígona y su jugada respecto de la dignidad de la vida humana más allá de los intereses que el Estado pretenda invocar para socavarla. De ahí la importancia de los rituales de enterramiento y del duelo. Es por esto por lo que la práctica sistemática de la dictadura de la desaparición de personas ha tenido para nuestra sociedad consecuencias tan devastadoras al imposibilitar a los familiares y a la comunidad en su conjunto realizar el duelo por la pérdida. Ulloa relataba en una conferencia que dio sobre la clínica psicoanalítica en la numerosidad social, una experiencia clínica con una madre ante el secuestro de su hijo durante la dictadura. Ella repetía “Ojalá todavía esté vivo” y luego con un estremecimiento y en voz casi inaudible repetía otra frase que no se llegaba a escuchar bien. En esa época ya se conocía el destino de torturas y vejaciones que la dictadura deparaba a los secuestrados. Luego de varias repeticiones de las mismas dos frases, logra escuchar la segunda frase: “Ojalá esté muerto y ya no sufra” Esta segunda frase dejaba a la madre identificada con los asesinos. Ulloa le dijo entonces: “Fulanita, qué tremenda encerrona trágica estás viviendo.” El aceptar la verdad de lo que estaba sucediendo, hizo posible que los familiares de las víctimas del terrorismo de Estado pudieran recuperar la valentía. Hizo posible que las madres enfrentaran el horror a través de una acción política que apuntaba a denunciar directamente a los genocidas. Freud dice en el texto sobre la guerra: “Tener más en cuenta la verdad hace más soportable la vida”. El hecho de admitir la tragedia, de no renegarla, por insoportable que pueda resultar afrontar la verdad, hace posible la construcción

39 de una salida a esa encerrona por más desventajosa que sea la situación.

Intervenciones clínicas en la numerosidad social. Alcances y limitaciones. Dice Freud que el primero de la fratría de hermanos que logra separarse de la masa es el poeta. El poeta construye el primer mito a partir de tomar el lugar del padre: el mito del héroe. El héroe es aquel que mató por sí solo al padre primordial representado como monstruo totémico. Se apropia de la hazaña que sólo un grupo podría haber realizado. Esta operación de desasimiento de la masa a través de la función mito-poética no la produce el poeta solamente para sí, sino que relata a otros el mito que ha producido, haciendo posible el mecanismo de desasimiento de la masa también para otros. Al tomar la palabra, el sujeto se hace responsable de la hazaña del asesinato primordial y logra romper el efecto de masa. “El mito es, por tanto, aquel paso con que el individuo se sale de la psicología de la masa.” 2 Si los oyentes pueden identificarse con el héroe, es por compartir la actitud del poeta, llena de deseos irrealizados. Aquí la dimensión del deseo irrealizado es esencial para la función del poeta, que recurre a la función de suplencia antes nombrada como propia del amor erótico, manteniendo abierta la hiancia del deseo, como déficit simbólico. A través de estos años del seminario de psicoanálisis en ese lugar tan singular dentro de la universidad que es la extensión, hemos ido descubriendo el nivel de eficacia que el espacio ha tomado, ya no pensado desde la formación 2

Psicología de las masas y análisis del yo. 1921. S. Freud. O.C. Traducción J. L. Etcheverry.

40 sino más bien desde la clínica en la numerosidad social. En ese sentido, el recurso a la poesía ha sido invaluable. Un poema o una obra poética actúan en el sentido de poner en relación lo que está sucediendo con el complejo articulado de la teoría psicoanalítica. La poesía rompe con la ilusión de las identificaciones imaginarias, abriendo a partir de la propia implicancia nuevas posibilidades de producción. Desencadena nuevas escrituras, facilita que los diferentes participantes del espacio tomen la palabra. Ya no desde el lugar del saber, sino quizás desde la pregunta o el enigma. La poesía facilita establecer la resonancia íntima necesaria para la producción de pensamiento. El poema introduce la dimensión de la ternura que abre vías hacia la circulación de la palabra. La coordinación del seminario ha tenido como dirección poner en forma cada vez el deseo del analista en acto. Y esto ha demostrado efectos clínicos dentro de lo que se manifiesta como padecimiento resignado. La definición de serie referida a la numerosidad social en lugar de grupo, ha sido muy útil a la hora de leer los efectos clínicos que se producen al conversar, cuando el tema de conversación es la teoría psicoanalítica. El seminario tenía por objetivo, sobre todo a partir de 2006, instaurar un espacio de terceridad que hiciera posible generar pensamiento acerca de las prácticas llevadas a cabo por quienes, por desarrollar su tarea dentro de uno de los distritos del país más golpeados por la pobreza, se confrontan diariamente con los efectos de la cultura de la mortificación. Los que acuden a pedir ayuda, son aquellos que dentro de las instituciones de las que se trate, cuentan con más recursos. No están aún totalmente tomados por

41 la mortificación que anestesia ante el dolor, adormece e incapacita para reaccionar. Ha sido notable, sobre todo en aquellos participantes del seminario que trabajan con los núcleos más duros de la pobreza, cómo los ha aliviado la formulación realizada por Ulloa que logra dar nombre a un padecimiento cotidiano dentro de las instituciones. Ulloa destaca el predomino en nuestra época de este padecimiento psíquico al que denomina “el predominio de la cultura de la mortificación”. Define al malestar en la cultura teorizado por Freud del que hablamos más arriba, como “violentación legítimamente acordada”, que permite establecer las normas indispensables para el funcionamiento de la cultura. Y lo distingue del “malestar hecho cultura” como lo que sucede cuando esta violentación se hace arbitraria en grados y orígenes diferentes formando parte de una coagulación en la circulación libidinal, por ejemplo dentro de las instituciones. Se establecen así situaciones sin salida de violentación institucional que conforman encerronas trágicas difíciles de disolver, donde los sujetos en cuestión son maltratados o destratados. “Suelo insistir en señalar que el paradigma de esta encerrona es la mesa de torturas. Comencé a poner a punto esta figura cuando trabajaba en Derechos Humanos, precisamente con personas que habían sufrido distintas formas de tormento. En la tortura se organiza hasta el extremo salvaje una situación de dos lugares sin tercero de apelación. Por un lado, la fortificación del represor; por el otro, el debilitamiento del reprimido. Pero no es necesario llegar hasta ese límite, ya que con harta frecuencia la

42 organización político-administrativa perfecciona los lugares de marginadores y marginados, con el consiguiente cortejo de encerronas.” 3 La permanencia en el tiempo de dichas encerronas trágicas implica necesariamente la pérdida de la funcionalidad de los operadores, aunque ellos mismos sean ejecutores del maltrato. Estas “grotescas figuras del demiurgo” suelen ser generalmente las primeras víctimas de la violentación institucional. Ésta implica la presencia de una intimidación que impide investir libidinalmente la tarea que se desarrolla, que aísla su quehacer y lo vuelve una tarea repetitiva desprovista de interés. En general este “síndrome de violentación institucional” como lo denomina Ulloa, va acompañado de una renegación que impide advertir las condiciones en las que se vive, el clima de hostilidad intimidatorio imperante. En esta comunidad de individuos aislados reina el empobrecimiento propio de la alienación. Lo que se puede observar es una merma general del erotismo y del buen trato, que sólo puede ejercerse desde la ternura, sobre todo cuando la función es asistir al otro en su padecimiento. “Puede pensarse que una institución donde lo instituido ha cristalizado y obstaculizado los dinamismos instituyentes, configura una neurosis actual en sí misma, más allá de la presencia que este cuadro tenga en el nivel individual de sus miembros. De hecho, la cultura de la mortificación bien podría ser denominada cultura de las neurosis actuales.” 4 En la neurosis actual, no se trata del mecanismo de represión que produce un síntoma como metáfora de 3 4

Novela clínica psicoanalítica. 1995. Fernando Ulloa. Ed. Paidós. Ibid nota 3

43 lo reprimido, si no de un sujeto en repliegue. Falta allí la producción subjetiva, merma el erotismo. Uno de los efectos que produjo el seminario fue la demanda de un espacio de control para trabajadoras de la salud que operan dentro del ámbito educativo provenientes de diferentes escuelas. A modo de ejemplo, tomaré como referencia una intervención analítica en el ámbito de la numerosidad social, destacando algunas de las cuestiones que considero más relevantes de esa experiencia. Un intento de conceptualizar prácticas. La cuestión fue planteada desde el propio padecimiento. ¿Es posible intervenir analíticamente dentro de una institución cuando se forma parte de la misma y hay una mortificación común? ¿Qué lugar para la escucha analítica dentro de la institución escolar? ¿Qué hacer frente a las modalidades anquilosadas de las instituciones que condenan a los niños a la exclusión, y de la cual de algún modo se es parte, con el sufrimiento que eso conlleva para quien se halla sensible frente a la mortificación? No voy a abundar en detalles de la experiencia, pero quisiera situar algunos modos de intervención sorprendentes a partir del desarrollo de estas preguntas. La articulación del espacio de producción de pensamiento del seminario sumado al espacio de control, además del propio análisis de cada uno de las participantes, hizo posible generar la terceridad suficiente como para intervenir analíticamente en el ámbito institucional produciendo transformaciones en diferentes niveles. La situación podríamos describirla del modo siguiente: buena parte de los actores institucionales se hallan mortificados y los efectos que esto produce es que el conflicto es renegado, expulsando de la institución a aquellos niños depositarios de la conflictividad. Así la

44 derivación a los ámbitos de salud o a instituciones para niños “discapacitados” son las dos modalidades que incluyen hacer cargo a la familia del niño del problema. En el ámbito de la salud también se los destrata, y así el niño queda rebotando entre la institución educativa y la de salud, sin que nadie se haga cargo de la cuestión, siendo los padres los acusados de las consecuencias. La resultante más común es que el niño deja de concurrir a la escuela, y los padres se alejan de ella y de sus representantes. Para atender el grado de mortificación que padecen estos niños que han sido objeto del destrato escolar acompañado del destrato social reiterado, no alcanza con la escucha analítica de su singularidad, sobre todo si se quiere intervenir sobre las consecuencias institucionales que conlleva. Las intervenciones apuntaron a romper los modos de respuesta estereotipados de la institución ante el “niño problema” y empezar a implicar a la institución escolar respecto de lo que está sucediendo con los niños. Para ello, se fueron generando modos de intervenir en el padecimiento resignado de docentes y autoridades dentro de la institución escolar. Una de las estrategias que fue clave, es la de apuntar a romper la encerrona endogámica restituyendo la circulación libidinal. El primer efecto producido por el espacio de control fue que las participantes de la experiencia encontraron el modo de salir del rígido esquema de pertenencia en relación al lugar burocrático asignado, habilitándose para ellas una circulación más libre entre distintas escuelas del distrito. Esto fue posible a partir de hacer intervenir como terceridad a las autoridades del estamento superior del sistema escolar. Lograron así reducirse los efectos del maltrato institucional

45 sobre los propios agentes del cambio. De este modo ganaron eficacia en las intervenciones y pudieron a la vez generar espacios de reflexión e intercambio entre escuelas que antes se comportaban como compartimientos estancos. A partir de conversaciones informales con algunos psicólogos y psiquiatras que suelen recibir las derivaciones escolares, se abrió un grupo de producción de pensamiento común (entre educación y salud) con la idea de recobrar la capacidad de atender a los niños en su padecimiento. También se iniciaron conversaciones y espacios de intercambio con diferentes organizaciones barriales entre otras estrategias, cuyo principal objetivo es que la comunidad en su conjunto pueda volver a apropiarse de la institución escolar, rompiendo así el aislamiento productoefecto de la mortificación hecha cultura. Las intervenciones dentro de las instituciones escolares tuvieron como objetivo fundamental que los diferentes participantes, sobre todo autoridades y docentes, pudieran hablar de la mortificación existente en la escuela. Para ello se generaron diferentes espacios donde este padecimiento pudiera ser puesto en palabras y escuchado. Para favorecer la producción de subjetividad se utilizó el arte como una propuesta diferente que sustituye los dispositivos de disciplinamiento acostumbrados. Ya que el disciplinamiento no está dirigido solamente a los niños sino también y en primer lugar a la estructura piramidal docente en su conjunto. A la vez, se consideró importante producir contentamiento en los participantes, recurriendo también al juego e intentando reintroducir algo que brillaba por su ausencia: la ternura. Respecto de las limitaciones que encontramos en la clínica de la numerosidad social, Ulloa indica que se puede

46 recuperar el contentamiento y la valentía, pero la lucidez perdida por efecto de la mortificación no puede recuperarse por esta vía. En principio, podemos leer “la lucidez” en el sentido de recuperar plenamente la capacidad de ejercer un pensamiento crítico, sobre todo respecto del propio accionar. La recuperación de la lucidez es tarea principal del análisis tradicional, lograda a través del despliegue de la neurosis de transferencia, efecto privilegiado del propio análisis. Hay aún otro ámbito que Ulloa señala como capaz de generar este efecto: la acción política en la comunidad.

El artificio del poeta y el psicoanálisis por Juan Eugenio Rodríguez

“Aquel que camina una sola legua sin deseo, camina amortajado hacia su propio fune ral”

49 El artificio Destaco la palabra artificio por tratarse de un articulador fundamental entre poesía y psicoanálisis. El inconsciente, nos dice Lacan, es una habilidad, un saberhacer con lalengua. Y agrega que, “Uno solo es responsable en la medida de su saber hacer.” “¿Qué es el saber hacer? Es el arte, el artificio, lo que da al arte del que se es capaz un valor notable,…” 1 El lapsus, una de las formaciones de lo inconsciente, produce una apertura por la emergencia del fallido rompiendo la dirección del sentido común y provocando el efecto del chiste como placer preliminar. Freud sostiene que “Existen técnicas particulares creadas con el propósito de provocar alteraciones tales en el juego de las fuerzas psíquicas que lo mismo que de otro modo produciría displacer pueda por una vez resultar placentero…” 2 El witz es modelo del saber hacer inconsciente, alcanza la equivocación en su lugar y estalla la risa. El inconsciente es testimonio de un saber en tanto que en gran parte escapa al ser que habla. 3 Para Freud las formaciones de lo inconsciente son un indicio del desconocimiento de la conciencia y el olvido es testigo. La verdad reprimida es lo que retorna porque ya está escrita en otra parte. Aparece bajo la forma de la metáfora puesta en juego en el síntoma. Lo olvidado se recuerda en los actos y puede leerse como aquello que causa, no sólo los síntomas, sino los avatares de la historia misma del sujeto. El poeta mediante su artificio logra que algo que podría resultar displacentero resulte placentero, se vale de su falta. Se dirige al espectador y como en la tragedia no nos ahorra impresiones dolorosas, sin embargo, la experiencia 1 2 3

El Seminario. Libro 23. El sinthome 1975-1976 Jacques Lacan. Ed. Paidós. La represión 1915. Sigmund Freud. O.C. Traducción J. L. Etcheverry. El Seminario. Libro 20. Aún 1972-1973 Jacques Lacan. Ed. Paidós.

50 nos proporciona satisfacción. El poeta se encuentra atento a lo que está sucediendo y en la puesta en escena del conflicto produce el despertar de algo olvidado. “Los efectos de la poesía debe ser darnos la impresión, no de descubrir algo nuevo, sino de recordar algo olvidado” 4 Algo se realiza en el poema como en la realización de deseos del sueño, al tomar la palabra el decir del poema no se diferencia de un hacer. Por tratarse de un movimiento no se ajusta al concepto, cada palabra pronunciada es una obra poética, una experiencia, un instante. En la poesía lo establecido es ilusión y el pensamiento crítico es inherente a ella. El poema es el territorio fértil del sujeto y si el psicoanálisis no escucha el poema no puede escuchar al sujeto. La poesía es un medio decir y su lugar es lo imposible de ser dicho. Poesía y psicoanálisis representa una contribución al pensamiento crítico y a la construcción de una teoría crítica. La escritura poética aporta un conocimiento del sujeto de manera singular en la puesta en escena, un modo para que esa escritura pase por la voz al tomar la palabra. La poesía es una crítica del sentido común, descubre nuevos e inesperados sentidos para quien se dispone a una escucha flotante. El sujeto no es una palabra o una frase que se puede decir, es lo que se escucha en lo entre-dicho. No es el personaje lo que da valor a la poesía sino su voz. Es el silencio sobre el fondo de las palabras. El sujeto de la poesía se nos presenta por su voz como acto del sujeto del deseo inconsciente. Es el vértigo su anhelo al entregarse a esa voz, risa desahuciada de lo verdaderamente serio,

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Siete noches 1980. J. L. Borges Fondo de Cultura Económica.

51 Recuerdo, también, que con el tiempo, ya sin ningún escándalo, fui acostumbrándome a ese hecho enigmático. Y que llegué a leer en esos rasgos, sin letras, sin palabras, todo un drama de soledad, de angustia, de locura, de demente aislamiento sin salida, de confinado encierro. Conmovido, me di a pensar que quienquiera que fuese la humana criatura que esos trazos hacía, estaba, -así y todo-, intentando decir algo. ¿Y acaso, ¡oh poetas! puede a más aspirar, a más que ese intento (¿os consolais?) nuestra poesía (todo es engaño, es ilusión), nuestro arte? 5 La política del sujeto en la poesía es su anhelo, lo único que le queda de su acto. Y en ese movimiento se produce un lugar para otros sujetos, sobreviene la metamorfosis, ese nudo. 5

Odiseo Confinado. Leónidas Lamborghini. Adriana Hidalgo editora. 2005

52 Es falsa la oposición entre lo oral y lo escrito. La oralidad no se opone a la escritura, no es ausencia de escritura, la condición misma de la oralidad es la escritura de donde regresa el olvido y se manifiesta como el testimonio de la otra escena, lo inconsciente. En lo nimio, en lo incierto encontramos el resplandor de la poesía y en su puntuación se propician los efectos. La poesía y su artífice llegaron antes que el psicoanálisis, le llevan una soberana ventaja y representan una contribución fundamental al pensamiento psicoanalítico, como lo atestigua Freud al recibir en vida el Premio Goethe en 1930. En las palabras brindadas al acontecimiento en la casa del poeta dice, “En la “Dedicatoria” de su poema Fausto la celebró con palabras que nosotros, los analistas, podríamos repetir para cada análisis:

“De nuevo aparecéis, formas flotantes, como ya antaño ante mis turbios ojos. ¿Debo intentar ahora reteneros? …………………………………………… y cual vieja leyenda casi extinta la amistad vuelve y el amor primero.” …Goethe parafrasea el contenido de la vida onírica con las palabras tan evocativas: “Lo no sabido por los hombres, o aquello en lo cual no repararon, vaga en la noche por el laberinto del pecho”

53 …Goethe siempre respetó a Eros, nunca intentó empequeñecer su poder, siguió a sus exteriorizaciones primitivas o aun traviesas con no menor atención que a las sublimadas en extremo…” 6 Intento demostrar la importancia del encuentro entre poesía y psicoanálisis, teniendo en cuenta diferencias y entrecruzamientos. Es invalorable el aporte de la poesía a la clínica del sujeto del deseo inconsciente, como así también a la producción de cultura y su contribución es un modo de intervenir frente a la cultura de la mortificación de renovada presencia en nuestros días. El artífice de la propia historia es una cuestión vinculada con el propio análisis. Es fundamental para la apropiación de la experiencia la apropiación de la palabra, para poner en escena el conflicto que de lugar a la emergencia del sujeto. En la pregunta ¿Cuál es su parte en aquello de lo que se queja? Encontramos una inversión dialéctica que va en el sentido de producir una rectificación subjetiva, y de ese modo situar e implicar al sujeto respecto de su síntoma. Un movimiento dialéctico para sacarlo de la creencia en el destino irrevocable y así dar lugar a su responsabilidad. Reconocemos que retroceder ante el propio deseo permite el avance de un goce mortífero y es nuestro propósito esclarecer porqué su marcha intenta disolver el conflicto y en esa operación el sujeto queda coartado. Esta operación es lo más propio de las neurosis actuales. El sujeto coartado no puede ver la salida a su padecer, disminuyen sus recursos, en apariencia no hay conflicto y esta fachada es inherente a su modo de expresión. La clínica psicoanalítica en su encuentro con la poesía ubica el lugar del sujeto y al favorecer el uso de la palabra 6

Premio Goethe 1930. Sigmund Freud. O.C. Traducción J. L. Etcheverry.

54 alivia el sufrimiento reduciendo la coartación subjetiva. La poesía en tanto imposible no puede aprehenderse como Universal y se diferencia radicalmente del discurso lógico hegemónico. La gran masa genera su soledad en redes sociales sin cuerpos. Imágenes sin voz. El consumidor es el actor principal del mercado globalizado. Los consumidores masificados se encuentran indiferenciados por el efecto mismo de la masa, las abstracciones de las grandes corporaciones tienen propiedades hipnóticas más eficaces, seducidos por falsificaciones del plus-de-goce. Decía Pasolini a propósito de esta cuestión: “El sentimiento de muerte se a decuplicado en este mundo bárbaro, hecho de ciudades-cárceles, auto-rutas implacables, de mal cine, de malos programas de televisión, de falsas o triviales informaciones.” La tecnociencia desestima a la poesía porque su principal obstáculo es el sujeto e intenta suprimirlo. Favorece efectos de aplastamiento del deseo que se manifiestan clínicamente en la apatía y la depresión promoviendo una verdadera cultura de las neurosis actuales, una verdadera cultura de la mortificación. Al estar la poesía regida por el cada vez singular, valiéndose de la falta que la constituye, descompleta. La poesía es una experiencia. En poesía como en psicoanálisis no se trata del soberano bien sino del bien decir. Es muy difícil, diría Lacan, excluir de aquellos que hablan la dimensión de la vida. Dar lugar a la falta posibilita hacer el amor. Se erige en una barrera frente a la pulsión de muerte y mantiene la tensión al introducir el deseo en lo humano. No es lo mismo el costo de la castración que lo que se paga como sujeto coartado, puesto que junto con el desadueñamiento del cuerpo se pierde el valor, se pierde la lucidez, solo quedan reflejos defensivos. El capitalismo

55 globalizado y su modo de producción, la tecnociencia, introducen la cuestión de los sistemas totalizadores que tienden a forcluir al sujeto. A la industrialización a escala mundial lo que le resulta verdaderamente problemático es el deseo. Habría que recordar el cartel de bienvenida a la entrada de Auschwitz, “Arbeit Macht Frei” (El Trabajo hace Libre), monumento terminal de la cultura de la mortificación. La poesía como reserva de lo imposible es una cuestión fundamental para el sujeto del deseo inconsciente. La situación del deseo está profundamente marcada por la relación del sujeto al significante. Por eso tomamos a la poesía para valorizar el uso de la palabra deseo. Esto nos permite comprender la creación poética en su relación con el deseo inconsciente. El chiste, la agudeza, los mitos, la poesía, todas forman parte de un juego inseparable del psicoanálisis. Lo que nos descubre nuestra experiencia en el campo psicoanalítico aparece en la poesía en tanto no hay correspondencia entre el deseo y el objeto. La relación entre el deseo y el objeto está problematizada. La evocación del deseo no se dirige en la poesía sino a la verdad del sujeto. El poeta en la acción dramática puede mostrar las articulaciones del deseo mismo. El inconsciente freudiano no sostiene la negación de la conciencia sino más bien la relación con la verdad como irreductible al orden de lo que se puede articular como saber. El inconsciente es una voz interrogativa que necesita ser descifrada. Es una cadena de significantes que en otro escenario se repite e insiste produciendo cortes en el discurso del sujeto. Es ese capítulo de la historia del sujeto el que está censurado. La verdad es un más allá del saber del sujeto que sólo puede ser dicha a medias, nombrada de sesgo. Así se relaciona necesariamente con el campo de la poesía, que comprometida con la verdad encuentra

56 su expresión más propia a través de la metáfora. Freud al proponerse el desciframiento del inconsciente encuentra en su lugar al deseo, se trata de un deseo sexual infantil reprimido que se escenifica como realizado. El problema de la evocación del deseo atraviesa a la poesía en sus diferentes momentos históricos. Cuando el poeta utiliza la acción dramática para presentificar el deseo pone en escena el conflicto que constituye al sujeto mismo. No podemos pensar en la resolución del conflicto, solo puede haber transformación resituando nuevas preguntas. El psicoanálisis interviene a diversos niveles para tratar con diferentes realidades fenoménicas, en tanto ellas ponen en juego el deseo. Es especialmente como significativos del deseo que los fenómenos residuales o formaciones del inconsciente han sido desde el principio aprehendidos por Freud. En los síntomas la intervención de la angustia es el punto clave de su sobredeterminación en tanto erotizada o mejor dicho “tomada en el mecanismo del deseo”. La angustia es considerada por Freud en relación directa con la causa de los síntomas, es fundamental dentro de la clínica psicoanalítica ya que se encuentra ligada íntimamente al deseo inconsciente y al acto creador. El pensamiento freudiano hace posible pensar al poeta ya no como un “genio” de naturaleza diferente a la de los demás, sino como alguien más predispuesto al juego. Citemos el texto de Freud del año 1920 “Más allá del principio del placer” encontraremos allí una definición de juego donde se presenta su función de ficción, es decir, su función simbólica. Se describe el juego de un niño que hace desaparecer y aparecer un carrete de madera atado a una cuerda, ese juego repetido incansablemente es acompañado de fonemas (fort-da) y todo ello promueve un intenso placer. En la interpretación del juego reconocemos una renuncia pulsional que representa una ganancia cultural

57 para el niño. Admite la ausencia del objeto de satisfacción, su madre y sustituye dicha ausencia introduciendo objetos (juguetes) que favorecen la invención en el lugar de la ausencia. El niño logra a través de su acto sustituir dicha ausencia mediante la ficción del jugar. La ausencia del objeto hace posible el deseo. Además el acento del acto del niño está puesto sobre todo en la ausencia, en el estar fuera, que se repite. “Es imposible que la partida de la madre le resultara agradable, o aun indiferente. Entonces, ¿cómo se concilia con el principio de placer que repitiese en calidad de juego esta vivencia penosa para él?” 7 En la vivencia de la ausencia de su madre el niño era pasivo, afectado por la situación, sin embargo, ahora en el juego su papel es activo, la repite jugándola. Se trata de una repetición con diferencia y en ella se pone de manifiesto una ganancia de placer directa aunque la escena inicial se haya presentado como necesariamente displacentera. ¿Cuál es la diferencia? ¿Qué se agrega a la escena inicial? Estas preguntas nos reconducen al inicio de este capítulo, puesto que el saber-hacer implica necesariamente una apropiación y la diferencia resultante de esa operación es el sujeto del deseo inconsciente. El poeta fracasa en el intento de asir a la poesía y es en ese fracaso donde reside todo su arte, se trata de una insistencia desesperada por alcanzar aquello que se perdió. Estamos alertados que el encuentro fracasa, siempre es un reencuentro con lo que nunca es. Los hechos para el psicoanálisis son en tanto dichos, el juego de los niños y el poetizar nos recuerdan la ficción de los hechos y que solo hay hecho artificial. 7

Más allá del principio del placer 1920. Sigmund Freud. O.C. Traducción J. L. Etcheverry.

59 El enigma, resguardo de la falta “avanzando sobre nuestro fuego sin poderlo apagar” Leónidas Lamborghini

La poesía, el sueño. Un psicoanálisis apunta a la verdad, a una experiencia de la verdad. El problema está alrededor del deseo y su interpretación. Cuando Freud en su texto sobre los sueños se refiere a la realización de deseos, lo que encuentra es una hiancia. En el relato del sueño hallamos la marca del deseo. Cuando se pone en juego un deseo actual se presentifica un deseo infantil. El poeta se encuentra atento a lo que está sucediendo y un acontecimiento actual despierta un recuerdo de la infancia que causa el deseo y crea satisfacción en el poema. Si la poesía tiene relación con el juego infantil es debido a que lo que comanda es el deseo. Abordaré la creación poética como un modo de poner en escena el conflicto que da lugar a la constitución del sujeto del deseo inconsciente. El conflicto es inherente al sujeto del psicoanálisis e iremos fundamentando esta cuestión. Articularé diferentes tragedias para poder destacar la importancia de la propuesta de la poesía y en qué contribuye ésta a esclarecer lo que nombramos como conflicto dentro del campo psicoanalítico. Nos ocuparemos para nuestro propósito de Edipo Rey, Antigona, Hamlet y Medea y utilizaremos además de la escritura de Sófocles, Eurípides, Shakespeare, Marechal, el aporte del poeta y cineasta Pier Paolo Pasolini.8 8

Se sugiere la lectura de las obras citadas.

60 Una voz interior, dice Freud, nos impulsa a reconocer el poder coactivo del destino en Edipo Rey, ya que la leyenda del rey tebano hiere a todo hombre en lo más íntimo. Las palabras con que el Corifeo pone fin a la obra de Sófocles es fundamental: «Habitantes de Tebas miren; he aquí a Edipo, que descifró los intrincados enigmas y ejerció el más alto poder; aquel cuya felicidad y fortuna ensalzaban y envidiaban todos los ciudadanos. ¡Miren en que cúmulo de desgracias está envuelto!» De la interpretación que hace Pasolini de la escena con la esfinge podremos extraer un esclarecimiento, Esfinge: Hay un enigma en tu vida ¿Cuál es? Edipo: No lo sé, no quiero saberlo. Esfinge: Es inútil, hijo. Edipo: No quiero verte, no quiero escucharte. Esfinge: Es inútil. El abismo al que me empujas está dentro de ti. 9 En el mito de Edipo el enigma se refiere a la cuestión de la existencia en el hombre y el héroe responde, de tal forma que resuelve la pregunta desterrándola, empujándola al abismo eliminando el conflicto que genera. Lacan dirá que esta escena precipita las consecuencias de lo por venir. Es este episodio el que da lugar al incesto y también al advenimiento de la peste. No hay modo de escapar a las consecuencias, en tanto la pregunta volverá a surgir irremediablemente y es allí donde da inicio la obra de Sófocles.

9

Guión de la versión cinematográfica de Edipo Rey. 1967. Pier Paolo Pasolini.

61 En tanto Edipo no sabe, podemos considerar un saber no sabido que sostiene el derrotero de la tragedia. Un largo camino hacia el encuentro con la verdad del sujeto que paso a paso se desencadenará, la verdad de castración. Si el intento es abismar el enigma, no deja de ser una tentativa de sortear el conflicto. En Hamlet el drama se presenta de entrada, en tanto que el padre sabe y se lo comunica a su hijo y aquí reside toda su desgracia. El costo será precisamente el sujeto del deseo. La frase del guardia del castillo resuena incesante “Algo está podrido en Dinamarca”. Algo del enigma constitutivo de la existencia ha sido ocupado por el Saber. El drama edípico está abierto al comienzo y no al final. El no saber del Otro es el fundamento de la constitución del sujeto del deseo inconsciente, el deseo del Otro es uno de los nombres del inconciente. Edipo había actuado antes de pensar, antes de saberlo. La estructura de Edipo está esencialmente constituida por eso. Él no sabía, función de velo del inconsciente. El sujeto que habla está sometido al significante, su radical ignorancia. La revelación por el padre de la verdad de su muerte distingue Edipo de Hamlet. El velo en Hamlet es levantado, aquel que pesa justamente sobre la articulación de la línea inconsciente. El padre sabía y porque él sabía, Hamlet sabe también. La verdad de Hamlet es una verdad sin esperanza. La pretensión de suturar la hiancia tiene como consecuencia la peste, el sujeto coartado, desfalleciente a punto de perecer, en definitiva, mortificado. Hamlet es la tragedia del deseo. La tragedia a la que se enfrenta el hombre moderno. La alusión a lo podrido al registrar el deambular del espectro no deja de aludir a un crimen oculto, una serie

62 de desgracias se suceden a lo largo de la obra y parecen no tener fin. La cuestión del duelo atraviesa la tragedia shakesperiana. No han sido cumplidos los ritos funerarios donde se satisface la memoria del muerto, ni el duelo que nos permite elaborar su muerte, la muerte del padre. Sin el juego simbólico de la tumba nos encontramos otra vez con el empeño de negar la muerte. Aquí es donde interviene Antígona ante el tirano que prohibió los ritos funerarios de su hermano e intenta legislar más allá de la vida, “…no creí que tus decretos tuvieran fuerza para borrar e invalidar las leyes divinas, de manera que un mortal pudiera quebrantarlas pues no son de hoy ni de ayer, sino que siempre han estado en vigor y nadie sabe cuándo aparecieron. No iba yo a enfrentar la justicia de los dioses, por temor al castigo de ningún hombre.” En la versión de Leopoldo Marechal, Antígona Vélez sostiene su posición ante la arbitrariedad, Carmen: ¡Está prohibido enterrar a Ignacio Vélez! Antígona: Lo sé. Pero yo conozco una ley más vieja. Uno de los personajes de la obra, la bruja, exclama: ¡Antígona está despierta! Otra vez el enigma de la existencia que reaparece frente a un Saber que no se admite como separado de la verdad, como tachado. Una norma que desmiente la ley de la cultura. Antígona se presenta como un ejemplo en donde ella hace valer su posición de sujeto ante el tirano. Cuando ella acepta perder, pero no claudicar frente a su propio deseo, todo el poder del tirano se derrumba y lo arrastra hasta la catástrofe. La masa, como dice Pasolini, consiente pasivamente al tirano. La heroicidad de Antígona, es la del

63 sujeto del deseo, su valentía, su lucidez. Preservar el enigma de la muerte como un lugar imposible. En Edipo Rey se muestra la sobredeterminación significante en la existencia humana, el lugar destinado para el sujeto por el orden de las generaciones. Muestra que la herencia del padre es su pecado, su falta. Lo que falta es el significante que significa al sujeto. En tanto el sujeto está inscripto en el orden significante, en relación al Otro, como lugar de la palabra, hay un significante que falta siempre. Al conjunto de los significantes le falta algo. El significante que hace falta al nivel del Otro, dice Lacan, el gran secreto del psicoanálisis. Lo inconsciente para Lacan es una hiancia, surco que forman las sucesivas huellas que deja el objeto perdido. Y funciona en el lugar de la causa. Causa el deseo porque se trata siempre del orden de lo no realizado, de lo no dicho, de lo no nacido. En todo sueño nos encontraremos con el ombligo del sueño, como puro agujero en la red de los significantes, nudo imposible, punto en el que el sujeto se halla ligado a lo desconocido. Soy otro que aquél que pienso que soy. No hay ningún significante que pueda responder de eso que yo soy. Es una verdad sin verdad. En el ser o no ser está la encerrona trágica de Hamlet, que está estructurada en dos lugares sin tercero de apelación. El ser se vincula con el Saber y tapona la dimensión enigmática de la existencia, aquella que nos exilia de nosotros mismos e introduce la falta en ser. La carencia del padre, su pecado, hace posible la función y da lugar a la inscripción del significante de la falta en el Otro, un modo de nombrar el deseo del Otro. El no saber del Otro es correlativo con la constitución del inconsciente, de acuerdo al sueño “Él no sabía que estaba muerto”.

64 En el caso de Hamlet el padre sabe muy bien que está muerto. Falta la falta, he ahí lo siniestro del drama. El asesinato del padre es cometido por Edipo en lo inconsciente, en cambio en Hamlet el crimen edípico es sabido. El padre sabía que estaba muerto según el deseo mortífero que lo llevo a la tumba, el de su hermano. Claudio lo que ha hecho es una forma de Hamlet, es el deseo de Hamlet. En los escrúpulos de conciencia, dice Freud, se trata de la representación conciente de algo que debe articularse en lo inconsciente, el deseo. El Otro de la madre no conoce el duelo, la carne guisada en el funeral sirvió de fiambres para la boda, dice Hamlet y el espectro parece más bien ese Otro que Sabe, sin falta. Si el Otro no se presenta como barrado, como no sabiendo ni aún muerto, no hay lugar para que se constituya la pregunta acerca del propio deseo. Se trata de la representación consciente de algo que debe articularse en lo inconsciente. La dimensión de desconocimiento, el velo de la dimensión de la verdad tiene como función proteger al sujeto. El hecho de que irrumpa a la conciencia resulta perturbador (Unheimlich). La alucinación, la voz del espectro que sólo Hamlet puede escuchar (envenenamiento por la oreja), parece dar cuenta de que algo de la constitución del inconsciente ha fallado. La aparición del espectro produce como consecuencia el desencadenamiento de la obra. Hamlet es culpable de ser. Es insoportable ser. El que sabe, contrariamente a Edipo, es alguien que no ha pagado el crimen de existir. El acto de Edipo sostiene la vida de Edipo. Mientras que nada sabe, encuentra una salida por la vía de la castración. El lugar que tiene la tragedia en las prácticas sociales del psicoanálisis es de suma importancia porque nombra la articulación de poesía y psicoanálisis. La tragedia nos

65 muestra cómo el poeta pone en escena el conflicto, conflicto fundante del sujeto del que se ocupa el psicoanálisis. He dejado para el final de este apartado, la tragedia Medea, porque su fuerza vital contribuye al nudo del planteo de esta escritura. La otra escena, la otra satisfacción están del lado freudiano, del lado del inconsciente y el síntoma en psicoanálisis es una de las expresiones de la lucha contra todo disciplinamiento. En las neurosis de transferencia descritas por Freud, encontramos en el síntoma histérico el monumento recordatorio del deseo reprimido, el retorno de lo reprimido. En cambio, las neurosis actuales nos presentan la coartación del sujeto del deseo hasta los límites de la vida, en la frontera con la muerte: el predominio es el del goce que mejor no. La cultura de la mortificación empuja y arroja a los sujetos al límite de la supervivencia y la neutralidad del psicoanálisis frente a esta cuestión resulta inaceptable. En la puesta en escena de Medea de Pasolini, ella ocupa el lugar de una mujer que apuesta por su deseo, su jugada por Jasón es radical y no tiene vuelta atrás. Es una posición desprovista de hipocresía. Hay un punto de no retorno, Medea traspasa ese punto y se dirige a su antiguo mundo desconsolada, “Háblame, tierra. Déjame oír tu voz. Ya no recuerdo tu voz. Háblame, sol. ¿Dónde debo ir para oír tu voz? Háblame, tierra. Háblame, sol. ¿Os habéis perdido, tal vez para no regresar jamás? Ya no puedo oír lo que decís. Hierba, háblame. Piedra, háblame. Tierra, ¿Dónde está tu sentido? ¿Dónde puedo encontrarte de nuevo? ¿Dónde está el lazo que te unía al sol? Toco la tierra con mis pies, pero no la reconozco. Miro al sol con mis ojos, pero no lo reconozco” 10 10

Guión de la versión cinematográfica de Medea. 1969. Pier Paolo Pasolini.

66 Algo se perdió, ya nada será como antes. Frente a lo irremediable solo su deseo le permite sostener la valentía. Confrontarse con la verdad le permite continuar. Dar lugar al conflicto solo es posible si se le da lugar al sujeto, con la verdad que ello comporta. Una existencia anestesiada no reconoce esta verdad. Un Quirón desdoblado se encuentra en la ciudad con Jasón y le recuerda al antiguo Centauro de su infancia, “Es su influencia, a pesar de tus cálculos y tus interpretaciones, la que te hace amar a Medea”, Jasón responde “¿Amo a Medea? ¿De qué me sirve saber todo esto?” El deseo de esa mujer interroga su propio deseo del cual nada quiere saber. El mundo de Jasón es utilitarista y el deseo de Medea es descalificado, sospechado y hasta repudiado. Ella no entiende la conveniencia de su matrimonio con la hija del rey porque su problema es la cama, “…me resulta útil ayudar por medio de los descendientes futuros a los que viven. ¿Acaso he tomado una resolución incorrecta? No lo mencionarías tú si la cama no te diera tanta rabia. Pero hasta tal extremo infranqueable llegáis las mujeres que consideráis que si marcha bien el lecho nupcial, lo tenéis todo, pero si, al contrario, alguna desgracia llega a ocurrir con eso, concebís las cosas más provechosas y bellas como las más enemigas. Sería necesario que los hombres engendrarán hijos de alguna otra manera y que no existiera el sexo femenino; así, por cierto, ninguna imperfección habría para los seres humanos.” 11 Las consecuencias se desencadenarán de manera irremediable para Jasón, quien asiste a su propia catástrofe 11

Medea. 431 a. C. Eurípides. Ed. Biblos 2004 – trad. César Guelerman.

67 mientras escucha las palabras de Medea que le dicen: “Empujaste al abismo a tu mujer y a tus hijos buscando la perfección y ahora el abismo está en ti” Lo enigmático descompleta el Saber, causa el deseo y provoca temor. Las presentaciones que llevó a cabo Oscar Masotta en Vigo en el año 1976 llevaron el título “El resguardo de la falta”. Al iniciar un comentario clínico, dice que ocupar el lugar del analista significará prestar oído a eso que se juega en el discurso del sujeto; permitir que se articulen y elaboren las faltas en relación a la palabra, en relación a sus enigmas, poder escuchar aquello que cojea en el Saber. Quizá la mujer del caso clínico, en su investigación sexual, temía encontrar eso mismo que buscaba: Que no hay Saber acerca del objeto de la pulsión. Medea es temida en Corinto y el modo que encuentran de resolver el conflicto que ella representa para ese mundo, es el destierro, que en aquellos tiempos para una mujer significaba la muerte. Asesinar al sujeto para desterrar el conflicto, eliminar la pregunta. No hay Saber sobre el objeto. En Freud la falta tiene lugar teórico. Nada se quiere saber de que hay enigma, nada se quiere saber de la castración. El goce de la mujer, uno de los nombres del inconsciente, descompleta el Saber. El Uno de la fusión Universal por fin cuestionado. El goce del cuerpo del Otro sigue siendo pregunta a pesar de tanta sexología y especialistas del coito. Nada se quiere saber de que tratándose de cosas sexuales uno se las tiene que arreglar solo. La fusión complementaria que eliminaría el conflicto encarna el ideal del bronce, sin vida. El triunfo de Eros tanto como el triunfo de Tánatos, como decía Freud, en cualquier caso de desmezcla, quien resulta victoriosa es la pulsión de muerte.

68 Hacer el amor, es poesía. Los místicos como el poeta San Juan de la Cruz, vislumbran la idea de que debe de haber un goce que esté más allá. Un más allá del goce fálico. Su testimonio esencial es justamente decir que lo sienten, pero que no saben nada, “Ese goce que se siente y del que nada se sabe ¿no es acaso lo que nos encamina hacia la ex-sistencia? ¿Y por qué no interpretar una faz del Otro, la faz de Dios, como lo que tiene de soporte al goce femenino?” 12 La poesía siempre resguarda la falta, el heim, la casa del sujeto, y sin sujeto en estos términos descriptos, no puede considerarse a una obra, una obra de arte. Lo que conmueve en la poesía es la metáfora del sujeto, siempre portadora de la falta. Dice Lacan que lo mínimo sería que los psicoanalistas se dieran cuenta que son poetas. El poeta nos muestra algo que muchos años más tarde el psicoanálisis logra teorizar. No hay en el Otro, como lugar de los significantes, ningún significante que pueda responder de eso que yo soy. No hay entre los significantes uno que sea garante de la verdad. Es la estructura significante misma la que se encuentra barrada, en el sentido de que hay algo de la vida que se le escapa, que no puede nombrar. Por eso, para el psicoanálisis la verdad que encontramos al nivel del inconsciente es una verdad sin rostro, es una verdad sin verdad. No hay más verdad que la verdad de castración. En tanto el sujeto se encuentra atravesado por la castración es posible la emergencia de su deseo.

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El Seminario. Libro 20. Aún 1972-1973 Jacques Lacan. Ed. Paidós.

69 Psicoanálisis “Hay que dejar una huella de este viaje que la memoria olvida” Jean Cocteau

No hay ningún impasse entre la posición del analista y lo que se hace por la extensión. Todo sujeto es siempre sujeto social y lo inconsciente no es una interioridad, es acción expansiva que se encuentra sobredeterminada por el contexto. Tomar la palabra ante la numerosidad social representa un ejercicio de apropiación. Diré por ahora que un pensamiento en uso, como valor de uso, apunta a cierta construcción colectiva singular. El psicoanalista en la clínica de la numerosidad social no predica teorías, de lo que se trata es de ser estimulado por lo que está sucediendo. Por eso, dirá Lacan, no vengo a disertar sobre psicoanálisis, vengo a hacerlo. Lo inconsciente no resulta de lo manifiesto, sino de lo potencial, en tanto está vinculado con aquello a advenir. En la numerosidad social se tendrá en cuenta la serie que implica tantas singularidades como sujetos se encuentren involucrados. La serie da cuenta del uno más, en tanto cada sujeto es uno más y a la vez, cada vez que toma la palabra se juega su singularidad. Se cumple la condición de apropiación y producción subjetiva. Esta definición permite resolver los fenómenos de masa donde predomina la indiferencia, causal frecuente de mortificación. La clínica psicoanalítica como proceder crítico

70 permanece atento a las contingencias del sujeto en la numerosidad social, atento a intervenir sobre la coartación del sujeto deseante para favorecer su expresión singular. Operar en el sentido de disolver todas las formas de padecimiento resignado que se expresen. En nuestra práctica asistimos a la frecuente adecuación de alarmantes mayorías a condiciones de resignación, donde se sostiene que la realidad es así, en sí misma. Se naturalizan las peores condiciones y hasta se justifican teóricamente. La indolencia de grandes masas sociales con distintos grados de complicidad, representan diversos matices de la renegación. Lo repudiado retorna como malestar quejoso, puesto que lo que se repudia tiene que ver con sacrificar parte de la realidad. La verdadera cuestión es confrontarse con las causas de la mortificación. Cada vez que se intenta desestimar el conflicto como irritante, se favorece el padecimiento. Toda realidad se encuentra sometida a la posibilidad de nuestra intervención para transformarla.Desde esta afirmación se puede sostener que el psicoanálisis es una segunda oportunidad. El sujeto se encuentra mortificado por algunos significantes. Descubrir a qué significantes se encuentra encadenado modifica la sobredeterminación fantasmática de su realidad. Saber-hacer con su síntoma implica, en principio, asumir críticamente su posición pasiva de resignación. Lo frecuente en la clínica de la numerosidad social es la constatación de neurosis actuales, la manifestación más propia de la cultura de la mortificación. La intervención analítica puede facilitar la salida de un estado de congelación. La llamada cultura de la mortificación que involucra a sectores cada vez más amplios de la sociedad, tiene una

71 estrecha relación con el sistema de producción industrial en escala. Éste desembocó en el llamado capitalismo tardío o tecnociencia y se presenta como autorregulado, sin diferencias, sujetos fabricando su soledad al mecanizarse. No se quiere más deseo, se lo rechaza, porque el deseo absorbe tiempo al tiempo del trabajo. Pero el deseo, dice Pasolini, puede ser usado por la publicidad para vender autos, aspirinas, electrodomésticos, sujetos, etc., en tanto se transforman en mercancías y se esfuma su valor de uso. Revelar el carácter de fetiche de la mercancía, su brillo, nos permite adentrarnos en las cuestiones planteadas por Freud en su texto sobre “Fetichismo”. Recordemos que el fetiche comporta un goce solipsista (solus ipse) que ni siquiera es considerado por el sujeto como un síntoma. En el caso clínico que presenta, aparecen dos significantes, uno es el brillo y el otro la mirada. El fetiche no representa cualquier sustituto, sino el sustituto del falo materno. El último bastión de la premisa Universal antes de la confrontación con la castración, premisa a la que no se pretende renunciar. El destino de la idea o representación del encuentro con la castración, es la renegación. La resultante del conflicto es el repudio de la castración y la instalación del fetiche como modo de sacrificar parte de la realidad, “…el horror a la castración se erige a sí mismo una especie de monumento al crear dicho sustituto.” “subsiste como un emblema del triunfo sobre la amenaza de castración y como salvaguardia contra ésta.” 13 He de destacar que la cuestión fundamental reside sobre todo, en el repudio de la realidad para conservar un goce para uno mismo solo. El predominio de la voluntad individual, el discreto encanto de la mercancía, 13

Fetichismo. 1927. S. Freud. O.C. Traducción J. L. Etcheverry.

72 Cruel en el cartel, la propaganda manda cruel en el cartel, y en el fetiche de un afiche de papel se vende la ilusión, se rifa el corazón...14 La tecnociencia niega el arte, se impone y aniquila todo sentimiento que no quiera servirla, tiende a abolir al sujeto. Su manifestación clínica más patente son las neurosis actuales. Repudiar la muerte es un modo de abandonarse a la mortificación, que debemos aclarar no es la muerte, sino luz mortecina, resignación, marcado empobrecimiento subjetivo, mal humor. Encontramos una merma generalizada de la producción erótica. Ulloa llama a una forma terminal de esta cultura de la mortificación, manicomialización. El accionar crítico desaparece y predomina la queja o la justificación. La preeminencia de la estandarización y el cálculo favorece el maltrato. Debemos empezar a definir la apropiación de la palabra como una forma de nombrar el saber-hacer, diferente del Saber mortificado. El analista en la numerosidad social podrá recrear en la comunidad funciones ausentes, funciones de terceridad colectiva y así hará posible la circulación dramática del conflicto. Allí se producirá pensamiento. Cuando se presenta el malestar, se debe destacar la posición de aquellos que no repudian el conflicto. Siempre se presenta como controversial la tarea de favorecer la emergencia del conflicto. Sin embargo, las confrontaciones críticas son imprescindibles para la construcción discursiva de la verdad. El inconsciente irrumpe en el pensamiento conciente, abre una grieta en el hombre monolítico dando lugar a la división. Permite la 14

Afiches. 1956. Tango. Letra: Homero Expósito.

73 emergencia del sujeto del deseo inconsciente. La puesta en escena propiciada por la presencia del analista, es un recurso de la clínica de la numerosidad social que favorece el despliegue del conflicto, dando lugar a otro recurso fundamental de esta clínica que es la multiplicación dramática. Que circule la voz irá enhebrando en cada sujeto lo inconsciente flotante, una voz que surge desde un fondo de silencio, nos conmueve. Cuando Medea dirigiéndose a su antiguo mundo dice, “Háblame, tierra. Déjame oír tu voz. Ya no recuerdo tu voz”, es su propia voz la que busca desesperadamente, su catástrofe espiritual se expresa en ese poema. Su desasosiego como mujer es el grito del sujeto en el confín de su albur. libre de la complicidad con “lo poético” asome tu duro estallido de palabras golpeando rompe el mito de que has nacido antes que nada para expresar “lo bello” para decirlo ante todo “bellamente” ¡Comienza a abandonar esos prejuicios! 15 La poesía más que apuntar a lo bello, se dirige a la verdad. Su operación va en el sentido de la verdad. Poner en escena el conflicto de la ex-sistencia, de la división, representa su arte. Soy el viento en el viento, soy el que tiembla. La voz en la que nada. 15

El solicitante descolocado. 1971. L. Lamborghini. Ed. de la Flor

74 El psicoanalista en la numerosidad social se entrega a sus ocurrencias y se guía por ellas aún a riesgo de perderse. Es que allí donde se pierde, se encuentra como una iluminación furtiva que se vale de otro que él para expresarse y así cumple la condición de apertura. La puesta en escena del conflicto introduce el deseo y da lugar al pensamiento, al diálogo, reduciendo los efectos de la angustia tóxica y favoreciendo la circulación de la palabra. La cultura de la mortificación, en lugar de buscar que se diga todo, que se cuente todo en todas partes, propicia “mostrarlo todo”, “que se vea todo”, el brillo, la mirada. Pero que no se hable, eliminar la pregunta, asesinar al sujeto. Mostrarlo todo coincide con la pretensión del ideal que favorece la indiferenciación. La cultura de la mortificación se vale del ideal del yo como una de las versiones del superyó y Lacan nos advierte sobre el avance de su predominio en su conocida exposición “Radiofonía y Televisión”. Los grupos altamente organizados y durables muestran una beligerancia manifiesta hacia la diferencia sexual y el amor sensual, porque interfieren en la formación de esos grupos. La cultura de la mortificación es una expresión manifiesta de esta cuestión. Si consideramos a la manicomialización como el grado más alto de disciplinamiento, es también el más alto grado de indiferenciación. La tendencia a la idealización va contra el amor sensual. Las mujeres como Medea pueden representar, para ciertas organizaciones segregacionistas, un defecto desgraciado que atenta contra la sociedad. La premisa Universal exalta el falo materno y desestima la castración, soporte del deseo.

75 La disminución del amor sensual en la población, la mengua de la producción erótica, es un indicador de la presencia generalizada de la cultura de la mortificación. La satisfacción sexual directa degrada el ideal. El amor sensual produce la sobreestimación sexual, producto de la preferencia que no desestima las diferencias. El predominio del ideal indica que en lo inconsciente se han conservado los objetos incestuosos. Esta cuestión es la responsable de la impotencia psíquica que puede desencadenar una impotencia absoluta. El costo más elevado es el de la merma del erotismo con el consiguiente avance de la mortificación. Si se produce, por la vía de la satisfacción sexual directa, la degradación del ideal, la sexualidad puede manifestarse y es posible alcanzar el placer sexual. Degradar a la madre significa ganar el objeto para la sensualidad. Degradar a la madre es no admitir que las mujeres sean fagocitadas y hacer posible su fundamental contribución al amor sensual. Esto es de importancia trascendente para una cultura alejada de la mortificación. “Prescindiendo de tal extensión del concepto de la impotencia psíquica, y atendiendo tan sólo a las gradaciones de su sintomatología, no podemos eludir la impresión de que la conducta erótica del hombre civilizado presenta generalmente, hoy en día, el sello de la impotencia psíquica.” 16

La vida erótica verdaderamente satisfactoria se obtiene por la operación de superar el horror ante la degradación del ideal. Debemos necesariamente diferenciar el amor sensual del ilusorio amor universal. Este último se constituye por la proscripción de las pasiones. 16

Sobre una degradación general de la vida erótica. 1912. S. Freud. O.C. Traducción J. L. Etcheverry.

76 Recuperar la palabra implica recuperar la pasión. Y también recuperar las diferencias que surgirán del ejercicio de tomar la palabra. Dar lugar al decir, es dar lugar al de-ser, al deseo. Un concepto fundamental para poder pensar cómo alojar al sujeto de la experiencia analítica, es el de resonancia íntima. Una escucha atenta a un decir que no es vacío, que incluye al cuerpo y su temblor. El poeta escribe un poema, dice un poema y esos versos lo hacen a él. Tanto el poeta como el psicoanalista están habitados por la palabra. La experiencia de ambos es fundamentalmente una experiencia de la palabra. Una palabra mirada como escena, los significantes puestos en escena, favorecen la transferencia intertópica, la transferencia simbólica, que genera efectos dramatúrgicos y multiplica su eficacia para hacer del inconsciente pensamiento. El texto dramático circula y permite su apropiación en la serie del uno por uno. Recobrar la pasión como modo de luchar desde el deseo, involucrando en ese mismo movimiento la ley y la comunidad. Asumir la dirección de la cura sin marcar una dirección. La puesta en escena del conflicto involucra la emergencia del sujeto, en tanto propicia aquellos enigmas que atraviesan la ex–sistencia. El fondo de desconocimiento que nos constituye como sujetos del inconsciente es un saber no sabido que está en el centro de nuestras vidas. Cuando Edipo, en la versión de Pasolini, dice: “Ahora todo está claro. Deseado, no impuesto por el destino” se confronta con su verdad. Un abismo que lo habita y que deberá asumir como castración. Todas las resistencias contra el psicoanálisis radican en un no querer saber nada de eso. A la vez asumir el propio deseo es aceptar que no hay Saber sobre el objeto, que el Saber está en falta.

77 Ulloa rescatará del concepto freudiano Durcharbeiten, un concepto de su propio cuño; la perelaboración. Destaca del trabajo a través de, lo que perdura en el tiempo. A partir de la interpretación analítica es lo que se elabora de lo inconsciente, a través del tiempo hasta hacerse conciente, quebrarla repetición y producir recuerdo. Hacer conciente lo inconsciente requiere de la per-elaboración. Es un recurso curativo y su incidencia es decisiva en la creación poética. Destacar en el campo psicoanalítico la tarea oculta de la per-elaboración diferencia al psicoanálisis de las prácticas sugestivas. Designa la actividad del sujeto que transforma aquello que le es dado desde el Otro como caudal heredado en apropiación subjetiva: “me doy cuenta que siempre supe lo que acabo de saber... para volver a olvidarlo”. Se vuelve a olvidar aquello que fue un vislumbre de lo inconsciente. Lo inconsciente y su condición de atemporalidad nos permiten esclarecer la neurosis infantil de los adultos. Demostración clínica de la improcedencia de toda lectura evolutiva del padecimiento subjetivo al aparecer como “eterno” produciendo síntomas. En cuanto surge el “Deseado, no impuesto por el Destino”, accede a la conciencia ese saber no sabido, aunque más no sea por un instante. Destituye la condición de “eterno”. El olvido de lo fugazmente sabido transforma lo reprimido. Se transforma lo inconsciente propiamente dicho y esa tarea es la de la per-elaboración. Dirá Ulloa que la per-elaboración es el arduo y silencioso camino por el que se transfiere (transcurre) lo reprimido entre una y otra tópica del aparato psíquico. Un lento aproximarse, no ya hacia el núcleo reprimido, sino de éste a la temerosa conciencia; produciendo aquel me doy cuenta que siempre… Si bien la per-elaboración es un recurso que extrae el máximo de provecho en una cura analítica tradicional,

78 tiene su lugar destacado en la intervención psicoanalítica en la numerosidad social. Sobre todo, cuando la interpretación se dirige a las causas de la mortificación, puede motorizar este recurso de decisiva importancia para destituir el padecimiento resignado. Ya que, en las neurosis actuales, el sujeto se encuentra coartado pero aún nos dirigimos a un sujeto del deseo. El analista en el campo de la numerosidad social interviene o da testimonio de aquello que no se puede ocultar. Un real que se quiere desestimar y nos empuja a una situación sin salida. Explicita aquello que si se oculta, no permitirá su elaboración. Confrontarse con la verdad hace posible la vida. Edipo recupera su deseo y establece una barrera contra la imposición de un goce mortífero. El develamiento de la verdad es un arduo y lento transcurrir que se devela ante el pueblo de Tebas. En el seminario sobre la angustia, Lacan sostiene: ¿por qué no deseo de castración?, ¿por qué no se trataría de la búsqueda de la castración como modo de acceso al deseo? Voy a concluir con un aporte clínico estableciendo tres movimientos. El primero se da en la clínica de la numerosidad social. Es frecuente que nos encontremos con un padecimiento propio de las neurosis actuales, donde la resignada mortificación se presenta como un pasado que se actualiza permanentemente. Esto no quiere decir que este tipo de padecimiento no se nos presente en la clínica de consultorio. Recupero la idea de Lacan que dice que no hay ningún impasse entre la posición del analista y lo que se hace por la extensión. La diferencia se puede establecer en los alcances de cada clínica. El segundo movimiento se refiere a lo más propio de la clínica de consultorio, aunque no exclusivo. Quizá su singularidad radique en el artificio del analista para

79 transformar una neurosis “actual” en una neurosis de transferencia. El sujeto en una neurosis actual es un sujeto coartado. Lo cual no quiere decir no transferencial, sino un supuesto hombre monolítico/indiviso donde predomina el goce mortífero por sobre el deseo. En cambio, en las llamadas neurosis de transferencia se presentifica la división subjetiva. El síntoma en la neurosis de transferencia ha tomado forma de pregunta. Hay demanda de alivio del sufrimiento, algo del deseo comienza a desplegarse. Una de las virtudes de la clínica de la numerosidad social es producir una demanda en aquellos sujetos resignados. Más adelante he de referirme al deseo del analista como aquel que aloja el deseo del otro, que da cierta prospectiva, cierta apertura. Para situar un tercer movimiento, nombraré la clínica psicoanalítica propiamente dicha, abandonando quizá el debate en torno a psicoanálisis en el campo social por oposición al psicoanálisis en el campo individual. La clínica psicoanalítica nunca es individual, se dirige al sujeto del deseo inconsciente infantil sexual reprimido y el deseo es el deseo del Otro. Aún las psicosis no pueden ser definidas por ausencia de lazo social, son parciales y representan antes que una consideración psicopatológica una posición subjetiva. La clínica de las psicosis lo atestigua. Entonces, el tercer movimiento tendría que ver con el propio análisis, definiéndolo como la apropiación por parte del sujeto del instrumento analítico. Debemos recordar el pasaje que va de una posición pasiva ante el Otro, donde se le adjudica el Saber absoluto, a aquella posición donde se le puede mentir al Otro. Dado que el Otro no sabe nada del enigma que lo constituye, su propio deseo. No quedar ubicado ya como causa del deseo del Otro, sino como consecuencia del deseo del Otro, lo inconsciente. Dirá

80 Lacan en el seminario sobre la angustia, “Si el síntoma es… implicable por entero en el proceso de la constitución del sujeto en la medida en que éste tiene que hacerse un lugar en el Otro, la implicación de la causa forma parte legítima del advenimiento sintomático. …la causa implicada en la cuestión del síntoma es, si ustedes quieren, una pregunta, pero de la que el síntoma no es el efecto. Es su resultado. El efecto es el deseo.” 17 La pasión vocacional define al propio análisis. El psicoanálisis se presenta como una práctica que favorece la curiosidad, sobre todo, la curiosidad del sí mismo. Ocupa un lugar fundamental en la capacitación de un analista. Cura y curiosidad están estrechamente articuladas, siendo una función de la otra. Representa la disposición que uno va teniendo como una adquisición autobiográfica a través de los años. El propio análisis favorece el pensamiento crítico dando lugar a interrogar las certezas, posibilita la circulación de la palabra, el intercambio e introduce el deseo. Para finalizar me ocuparé del humor. Freud decía: “la esencia del humor consiste en que uno se ahorra los afectos que la respectiva situación hubiese provocado normalmente, eludiendo mediante un chiste la posibilidad de semejante despliegue emocional.” Es liberador, grandioso y exultante. El yo no permite la ofensa y no se somete al sufrimiento resignado al que nos puede precipitar la realidad. El humor no es resignación, es rebeldía. Logra vencer la desdicha a la que nos empuja la realidad. Aquellos sobrevivientes que padecieron el campo de concentración recuerdan la importancia del humor para sobrevivir. A través 17

El Seminario. Libro 10. La angustia 1962-1963 Jacques Lacan. Ed. Paidós.

81 del humor se puede sostener la omnipotencia de los deseos sin abandonar como ocurre con otros procesos equivalentes la salud psíquica, que parecía el precio a pagar, incluso hasta llegar a la muerte. Más que pensar el humor como la versión benéfica del superyó, lo pienso como la versión del deseo del padre. Un niño puede advertir en sus padres aquellos anhelos, aquellos deseos, que ya no van a ser y que representan la verdadera cara de la realización de deseos, su verdadera potencia. Una transmisión del deseo que tomará su relevo. Propiciar y alojar desde mi deseo el deseo del otro, lo más propio de la clínica psicoanalítica. “Aquello que has heredado de tus padres, conquístalo para poseerlo” Fausto de Goethe

Con-textos

“que tu palabra sea irrupción de lo espontáneo que lo que digas diga tu existencia antes que “tu poesía” que tu ritmo sea pulso de la vida” Leónidas Lamborghini

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Yo estoy en mi fe Soñando un poema Mientras escucho Tu voz Soñando Estoy en mi fe Y te digo Delicado tesorito Criatura del sueño Bésame Soñando un poema Yo Estoy en mi fe Respirando Aquí estoy Soñándote

Juan Eugenio Rodríguez

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Lo que Humpty Dumpty le dijo a Alicia por Eleonora D’Alvia

El libro de Lewis Carroll al que haré referencia en este escrito lleva por título “A través del espejo y lo que Alicia encontró al otro lado”, publicado en 1871. Estamos ante una creación poética que desde el primer capítulo y hasta el capítulo onceavo, tiene doce en total, es el relato de un sueño. El poeta hace soñar a su protagonista, una niña de 7 años, que va del juego al sueño, a través del espejo. El poeta pareciera haber construido su relato con las leyes que comandan la elaboración onírica descubiertas por Freud treinta años después. En el texto sobre “La Gradiva” de Jensen, Freud llama la atención sobre la singularidad del poeta que escribe como si conociera las leyes del inconsciente. La obra enlaza diversos relatos que utilizan los medios de figuración del sueño. Por ejemplo, cuando una imagen se transforma directamente en otra (señala una relación causal) o transforma la representación de un pensamiento por la figuración de su contrario. Las figuraciones absurdas que chocan a la razón y ridiculizan ciertos aspectos de la realidad (sobre todo a la autoridad parental a través del absurdo). La repetición propia de lo siniestro y que se suele dar en las pesadillas. También aparecen utilizadas otras formaciones del inconsciente como el chiste junto con la apelación permanente a la poesía regida por la metáfora y la metonimia, equivalentes lingüísticos de la condensación y el desplazamiento.

88 El poeta pareciera coincidir respecto del sueño con la tesis fundamental de Freud: el sueño posee un sentido y ese sentido es siempre una realización de deseos. Sería lícito, siguiendo esta lógica, hacer una equiparación entre la metáfora utilizada en el texto freudiano al llamar al sueño la “otra escena”, con el “otro lado” del espejo que propone el poeta. Freud dice respecto del sueño: “el sueño no hace diferencia entre lo deseado y lo real”1 Así el deseo se figura como cumplido. Las imágenes que aparecen en el sueño, al modo del jeroglífico son la puesta en escena de un pensamiento inconsciente articulado. Lewis Carroll pone en relación el sueño soñado por Alicia con su deseo: “¡Ay, gatito, qué bonito sería si pudiéramos penetrar en la casa del espejo! ¡Estoy segura que ha de tener la mar de cosas bellas! Juguemos a que existe alguna manera de atravesar el espejo; juguemos a que el cristal se hace blando como si fuera una gasa de forma que pudiéramos pasar a través.” El juego, es el otro recurso insistentemente utilizado por el autor. El juego es la actividad del niño más importante, que diferencia claramente de la realidad. Freud considera la actividad del juego como equivalente a la actividad del poeta. Su materia prima para la creación de un mundo propio es el mundo real. Nombra a los objetos para que sean lo que no son. Es el predominio de lo simbólico por sobre lo real. Lewis Carroll pareciera insistir a lo largo de los diferentes capítulos, que ese “otro lado” está regido por leyes diferentes que aquellas que rigen “este lado”. 1

La interpretación de los sueños, cap. El trabajo del sueño. Apart. Los sueños absurdos.

89 El capítulo dedicado a Humpty Dumpty es central en la obra poética y recordaremos que todos aquellos que aparecen en el sueño representan al soñante. Lewis Carroll utiliza como materia prima, mitos, leyendas y material poético anónimo popular que forma parte del acervo cultural inglés de la época. Sin embargo, es notable que aún sin conocer esas referencias el relato consigue producir el efecto poético en el lector. Humpty Dumpty es un personaje en una rima infantil de Mamá Ganso (autor desconocido) creado en Inglaterra. Humpty Dumpty sat on a wall. Humpty Dumpty had a great fall. All the king’s horses and all the king’s men Couldn’t put Humpty together again. Humpty Dumpty se sentaba en un muro. Humpty Dumpty tuvo una gran caída. Ni todos los caballos ni todos los hombres del rey Pudieron de nuevo unir las piezas de Humpty. La rima original, de 1810, no menciona que Humpty Dumpty es un huevo. De hecho, la rima es un acertijo, y se aprovecha de que el vocablo Humpty Dumpty, en jerga inglesa de la época, se refería a una persona torpe y pequeña. La clave del acertijo se encontraba en el hecho de que una persona torpe no iba necesariamente a sufrir daños irreparables de una caída, pero un huevo sí. Esta rima juega un papel importante en el capítulo que nos ocupa. Es recitada por Alicia al comienzo del encuentro con Humpty Dumpty, representado como un huevo antropomórfico, sentado sobre un muro. Alicia está preocupada porque Humpty Dumpty puede caerse.

90 Finalmente, luego de que Alicia se despide de él, ella siente un gran estrépito, y acuden muchísimos soldados y caballos del rey, y todos caen a su vez, por lo que Alicia “se alegró mucho de poder salir del bosque”. La emergencia de la angustia en el episodio de Humpty Dumpty, se halla plenamente justificada desde el campo psicoanalítico. Puede leerse la rima como una puesta en escena del concepto de castración, en el sentido de que todo lo que el poder puede, nada puede contra lo irremediable. La castración es una operación simbólica que fundamentalmente consiste en la connotación de una falta, de un menos esencial. Se encuentra íntimamente vinculada con la apropiación por parte del sujeto del símbolo de la negación. Toda la normatividad se organiza para el hombre como para la mujer alrededor del otorgamiento de una falta. La evidencia de la castración en el Otro instaura el orden de la ley y el deseo. Humpty Dumpty hace que Alicia se interrogue sobre aquellas afirmaciones que constituyen el yo de Alicia. ¿Cómo se llama? ¿Qué significa su nombre? ¿Qué forma tiene? ¿Puede tener otra forma? Etc. De diferentes maneras apela al deseo de Alicia y también al juego de palabras. El juego de palabras es un modo poético de transformar las significaciones preexistentes. La práctica analítica demuestra que transformar el sentido de una palabra puede ser algo decisivo para un sujeto. Tomaremos para analizar el siguiente fragmento: “ Humpty Dumpty -Pero en fin, como estaba diciendo, me parece que está bien hecha la resta... aunque, por supuesto no he tenido tiempo de examinarla debidamente... pero, en todo caso, lo que demuestra es que hay trescientos sesenta

91 y cuatro días para recibir regalos de incumpleaños... -Desde luego -asintió Alicia. HD -¡Y sólo uno para regalos de cumpleaños! Ya ves. ¡Te has cubierto de gloria! -No sé qué es lo que quiere decir con eso de la «gloria» -observó Alicia. Humpty Dumpty sonrió despectivamente. HD -Pues claro que no..., y no lo sabrás hasta que te lo diga yo. Quiere decir que «ahí te he dado con un argumento que te ha dejado bien aplastada». -Pero «gloria» no significa «un argumento que deja bien aplastado» -objetó Alicia. HD -Cuando yo uso una palabra -insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso -quiere decir lo que yo quiero que diga..., ni más ni menos. -La cuestión -insistió Alicia -es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes. HD -La cuestión -zanjó Humpty Dumpty -es saber quién es el que manda..., eso es todo.” La frase “Te has cubierto de gloria” utilizada generalmente para alabar a alguien que ha triunfado en la batalla, es usada por Humpty Dumpty para significar todo lo contrario. Habitualmente en los sueños cuando un elemento del sueño manifiesto es enfatizado, puede que el sentido del pensamiento latente sea su opuesto. El sujeto del inconsciente se vale de los elementos con los que cuenta para expresar su deseo, siempre de manera deformada, para poder burlar la censura. El deseo no puede nombrarse, sólo puede ser aludido. Con el sujeto pasa lo mismo. No hay un significante que lo signifique por entero. Alicia hace una pregunta pertinente: ¿qué es lo que quieres decir con “gloria”? Esto es justamente lo que el

92 analista hace durante una sesión analítica frente a un elemento que aparece “singularmente cargado” en el discurso. Ya en la pregunta de Alicia está implicado el conocimiento de que hay un uso del lenguaje más allá del uso común. Humpty subraya que eso sólo puede saberse si se le pregunta al sujeto. No hay otra manera de saberlo. Para el psicoanálisis siempre se trata de cada sujeto, de cada vez. En este sentido no hay conocimiento previo que valga. Por eso no existe ninguna tabla general para interpretar. La interpretación surge en esa conversación singular. Alicia responde apelando a la objetivación general del discurso. Ella no quiere darse por aludida. Él hace entonces la afirmación en cuestión: “cuando yo uso una palabra quiere decir lo que yo quiero que diga…, ni más ni menos.” Alicia se muestra incrédula. Cuando alguien que comienza un tratamiento analítico comete un fallido por primera vez, se muestra incrédulo respecto de que la verdad en juego esté precisamente en el equívoco, sin embargo, el analista ha de afirmarle que es por allí que se encuentra el camino hacia la verdad en juego. En lo que dijo, no en lo que quiso decir. Cuando el analizante acepta asociar al respecto, se sorprende al confirmar dicho principio. Humpty hace entonces la siguiente afirmación: “la cuestión es saber quién manda…, eso es todo.” Ese es el interrogante que plantea el poeta. El psicoanálisis esclarece que quien comanda es el deseo inconsciente. Freud lo señala de la manera siguiente: “Es muy posible que un pensamiento onírico desempeñe para el sueño el papel del empresario; pero el empresario que, como suele decirse, tiene la idea y el empuje para ponerla en práctica, nada puede hacer sin capital; necesita de un capitalista que le costee el gasto, y este

93 capitalista, que aporta el gasto psíquico para el sueño, es en todos los casos e inevitablemente, cualquiera que sea el pensamiento diurno, un deseo que procede del inconsciente.” Lacan hace referencia a este decir de Humpty Dumpty en su texto “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis.” “Nuestra meta es restituir en ellos la libertad soberana de la que da prueba H D cuando recuerda a Alicia que después de todo él es el amo del significante, si no lo es del significado en el cual su ser tomó su forma.” La técnica de la asociación libre es la regla analítica que rige el decir del analizante. Todo lo que el sujeto dice en el encuentro analítico está regido por la sobredeterminación del deseo inconsciente. Podríamos decir que la política del psicoanálisis es restituir al sujeto los principios de su poder, al remitirle la llave de su división: el deseo inconsciente, sexual, infantil, reprimido, que sólo puede leerse por la vía del significante. Un significante se distingue por su diferencia con los demás significantes. Se define por no ser ninguno de los otros, por su diferencia respecto del conjunto constituido por los demás elementos que conforman el lenguaje. Lacan abre el signo saussuriano que armaba una unidad de correspondencia entre un significante y un significado, estableciendo en cambio, que la barra marca una división definitiva entre el orden de los significantes y el orden de los significados. El significante es el que comanda y el significado es lo que se encuentra en el orden de lo irremediablemente perdido para el ser humano. La

94 significación es un efecto de la puntuación que se produce en determinada combinación significante. Modificando la puntuación puede transformarse el sentido de una frase. La interpretación psicoanalítica opera por medio del equívoco, algo que en el significante resuena en un juego de palabras, en un decir a medias. Ya que la verdad sólo puede mediodecirse, al igual que el sujeto implicado en ella. El mundo de las palabras crea el mundo de las cosas. Ese pareciera ser el sentido propuesto por el poeta a través de sus juegos y es también lo que confirma la clínica psicoanalítica.

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Deseo y creación poética por Mónica Boreika

“¡Si por lo menos pudiéramos descubrir en nosotros o en nuestros semejantes una actividad afín en algún modo a la composición poética!” 1 Freud abre un camino a la posibilidad de lo que se juega en el sujeto, el deseo. En uno de sus escritos ubica en el juego creativo del niño las primeras huellas de la actividad poética, “Todo niño que juega se conduce como un poeta”, crea un mundo fantástico. Esa actividad creadora, que no oculta, está comandada por su deseo y en su afinidad el poeta hace lo mismo, despierta emociones. Contrariamente, el adulto, que restringe o renuncia en apariencia a esta actividad placentera, encuentra en la evocación aquellos recuerdos de intenso placer. Ahora, cómo saber acerca de sus fantasías y juegos que no le son posibles mostrar, qué misterios ocultan. El trabajo analítico puede dar cuenta de eso que parece un misterio. Freud relacionó los conceptos de fantasía y sueño y esa interpretación hizo posible descubrir que los sueños (en su expresión muy deformada) son satisfacciones de deseos. Presenta el deseo como realizado en forma disfrazada. El motor imprescindible de la formación de los sueños (y de otras formaciones del inconsciente) es un deseo inconsciente sexual procedente de lo infantil, que se halla reprimido. 1

El poeta y los sueños diurnos. 1907. S. Freud. O. C. Trad. López Ballesteros.

96 El deseo, tiene que ver siempre con algo del orden de la vida, algo del orden de lo real. “El sujeto hace su primer encuentro con el deseo como deseo del Otro. El deseo desde esta aparición, se manifiesta en un intervalo, instancia que separa la articulación de la cadena de significantes, de la realización del sujeto en su relación con la palabra.” 2 Deja allí el objeto perdido sus huellas. Se trata del orden de lo no dicho, de lo no realizado... Causa del deseo. En el deseo del Otro, el sujeto podrá situar su propio deseo. Lacan menciona que lo propio del deseo es su pura metonimia, puro deslizamiento. Se trata de “No es eso”. El deseo es la metonimia del ser en el sujeto, el falo es la metonimia del sujeto en el ser. El falo (significante) como lugar imaginario que el sujeto debe dejar en tanto opere la castración. La prohibición transmitida por la función paterna posibilitará al niño un lugar como sujeto en el universo simbólico. La clínica psicoanalítica es el escenario donde se pone en juego el deseo inconsciente y el acto creador, interviniendo en el sentido de causar el deseo. Freud supo entrañar un valor en la creación poética. La evocación poética, comprometida con la verdad del sujeto, puede mostrar de algún modo la relación con el deseo y cómo fluye a través de las creaciones: “Los mismos poetas... nos aseguran que en cada hombre hay un poeta y que solo en el último hombre morirá el último poeta”.3 2 3

Seminario 6. J. Lacan. Versión de la Escuela Freudiana de Bs. As. Ibid nota 1

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“Dale que era” Del espacio del Otro a la escena del sujeto. por Silvia Rizzo

“Las creaciones literarias engendran, más que reflejan, las creaciones psicológicas” dice fuertemente Lacan asumiendo la deuda que el psicoanálisis tiene con la poesía. Dos de los más grandes clásicos de la literatura dan cuenta de ello. Edipo Rey señala el precio que el sujeto del inconciente debe pagar para constituirse como tal, como sujeto ante la ley fundante de la comunidad: la prohibición del incesto. Edipo, quien lleva a cabo de manera inconciente la realización de los dos deseos infantiles constitutivos, paga arrancándose los ojos, que es un equivalente de la castración. Hamlet es una tragedia que muestra la neurosis y que permite ver el enrejado que da marco al deseo con las coordenadas del Edipo y la Castración. Aquí ha fallado la constitución del sujeto deseante porque algo faltó y es la castración misma. Hamlet se encuentra en la situación de ser o no ser el falo de la madre, extraviado de la dimensión del propio deseo. Estos poetas reflejan algo que muchos años después el psicoanálisis logra teorizar: no hay ningún significante que pueda responder de eso que yo soy. La única verdad es la castración y sólo cuando el sujeto la atraviesa es posible que emerja su deseo. Shakespeare hace decir a Hamlet “hay más cosas entre el cielo y la tierra, Horacio, de lo que ha soñado tu filosofía” 1, aludiendo a la pretensión de verdad última que ésta detenta. 1

Hamlet, William Shakespeare, Editorial Longseller, 2004, traducción de Mario Alarcón.

98 El poeta no tiene esta pretensión, muy por el contrario sin vacío no hay poesía. El poeta está jugado en la dimensión de la falta, por eso Lacan aconseja a los psicoanalistas que escuchen a los poetas. Opuesta es la posición del científico, quien frente al vacío se horroriza. El ser de la ciencia consiste en sus emblemas. Anudado a los sentidos prefijados, coagulado en el signo, sus objetos son los del mercado. El sujeto del psicoanálisis, el “parletre” como lo llama Lacan, es justamente aquello que del ser se pierde en el encuentro con la palabra. En la poesía y en el psicoanálisis las palabras pierden su anudamiento con los sentidos prefijados. “El deseo es que las palabras se abran como flores” (Holdërlin). Palabras para ser leídas, pero leer, que es lo que Lacan ha hecho con la obra de Freud, no es lo mismo que hacer resonancia. Leer significa una cierta operación que implica un vaciamiento de sentido. La lectura del psicoanalista, su escucha, es sutil. En latín oír (obaudire) derivó a la forma castellana obedecer. La escucha analítica es oír sin quedar atrapado en la obediencia. Es una escucha de las disonancias. Por estos días me he encontrado escuchando la frase que típicamente dicen los chicos al invitarnos a jugar, lo dicen así: “dale que era…” ese tiempo verbal allí resulta disonante, ¿no se dice dale que soy, o que fui o que seré? ¿qué revela ese tiempo verbal “era”? Dale que era es jugar a no ser. Jugar implica un desprendimiento. Esto es lo que pone en evidencia el juego del fort-da que Freud descubre. Este es un juego de oscilaciones entre un aquí y un allá, de separación y de retorno de un carretel

99 que representa un doble proceso metafórico, primero el carretel es una metáfora de la madre, segundo el juego presencia-ausencia simboliza mediante el llamado las idas y venidas de la madre. Con el juego el niño puede invertir la situación, será él quien aleje a la madre al rechazar el carretel, volviéndose de ahora en adelante en quien domina la ausencia del objeto perdido (la madre). Fort- da es el primer par simbólico que abre el acceso al campo del lenguaje y a la función de la palabra, con la dimensión de pérdida, de falta irremediable que esto conlleva para todo ser hablante. La psicoanalista Alba Flesler dice: “Sin embargo, que el juego se presente en la infancia no quiere decir que sea natural de la infancia. La producción lúdica pero también su ausencia, son indicadores del modo en que la estructura se está estructurando. Tal como sabemos para que haya escena lúdica, es necesario que en el basamento de la estructura esté operando una falta, puntapié inicial de los juegos vitales para el sujeto de la infancia”.2 Es interesante observar que entre el carretel y el niño media un hilo que podríamos pensarlo como paradigma de la distancia que el sujeto ha podido encontrar respecto de sus objetos, objetos arrojados del propio cuerpo, objetos producidos para señalizar un espacio virtual entre él y el objeto. Si él manipula los objetos producidos es porque él ya no es un puro objeto. En los casos de trastornos importantes de la subjetividad, el niño y el objeto son lo mismo, no hay desprendimiento del objeto. 2

El niño en el análisis y el lugar de los padres. Alba Flesler. Edit. Paidós. 2008. Bs. As.

100 Allí en el fort-da se abre el campo de la poesía. “Todo niño que juega se conduce como un poeta” dice Freud en 1907 encontrando las primeras huellas de la actividad poética. Ambos, el niño que juega y el poeta, crean un mundo fantástico sin dejar de diferenciarlo de la realidad, un mundo al cual se sienten íntimamente ligados. Freud plantea en “El poeta y los sueños diurnos” que el adulto no ha renunciado a jugar como parece, sino que lo que aparece como subrogado son las fantasías o sueños diurnos, de los que se abstiene de hablar por su carácter vergonzante. En la poesía, continuación de los juegos infantiles, el poema mitiga el carácter egoísta de los sueños diurnos y nos soborna con un placer preliminar, estético, pero el verdadero goce de la obra poética, dice Freud, procede de la descarga de tensiones dadas en nuestra alma. La condición es el vacío, sin vacío no hay poesía. Sin el vacío de la cuna no hay fort-da. El niño que juega no le teme al vacío, juega a perder las identidades despegándose de las significaciones que le recaen desde el campo del Otro. La pérdida del lugar del falo no es una pérdida como otras, es radical, es la salida del sujeto del lugar del Otro. Se sale del cuerpo de la madre para poder jugar. Si el lugar del Otro no queda cuestionado es el sujeto el que se encuentra perdido. “Dale que era” abre camino. Cuando el niño no puede hacer de la silla un caballo, de los hermanitos sus hijos, de un mantel una casa, nos encontramos con que no hay un agujero, una falta que posibilite el movimiento, todo parece estático, sin sustituciones.

101 El trabajo analítico consiste entonces en interrogar en qué lugar de objeto que obtura la falta ha quedado situado un niño en el discurso de los padres. Desde el juego necesario pero contingente de la infancia hasta el goce contingente del amor y de los juegos amorosos el juego se juega toda la vida. Los psicoanalistas atienden al niño del Otro (tenga 5 o 50 años) pero apuntan a la constitución del sujeto de deseo y el objetivo fundamental es el de restituir el vacío del inconciente. Finalmente me interesa señalar que para poder jugar se hace indispensable algo que antecede a la llegada de un niño a la estructura y es precisamente que haya en juego un deseo respecto de él. La satisfacción de las necesidades no alcanza para que un niño se haga infante porque la mayor necesidad de un niño, va a decir Lacan, es encontrarse con “un deseo no anónimo”, un deseo que lo aloje como uno que cuenta para el Otro. Por último, de ese mundo fantástico que crean los poetas y los niños cuando juegan, quiero compartir la poesía de Lewis Carroll que cierra Alicia en el País de las Maravillas.3 Un bote bajo un cielo radiante, avanza perezosamente en una tarde de julio. Tres niñas se acurrucan, con mirada ansiosa y oído deseoso, quieren escuchar una simple historia. Mucho palideció ese cielo radiante, 3

Aventuras de Alicia en el país de las maravillas. Lewis Carroll Edit. Longseller. 2003. Trad. E. Stilman

102 los ecos se desvanecen y la memoria muere; las heladas de otoño asesinaron julio. Sin embargo, aún me ronda, como un fantasma, Alicia moviéndose bajo los cielos nunca contemplados por ojos de vigilia. Otros niños, para escuchar la historia, con mirada ansiosa y oído deseoso, amorosamente se acurrucan. Están en un País de las Maravillas soñando mientras los días pasan, soñando mientras los veranos mueren. Siempre boyando corriente abajo, demorándose en el fulgor dorado. ¿Qué es la vida si no un sueño?

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Invención poética por Gabriela Pileci

“… El poeta no se mueve en el caos indistinto de las pasiones, sino a través de las palabras que tienen una vida propia, ya sean de otros poetas o la de los hablantes comunes; y mientras tanto, vislumbra la posibilidad de dar forma a aquello que surge en su interior. Esas palabras ya poseen una forma, que estructura la expresión que brota de ese impulso y ellas volverán a aparecer en ese nuevo discurso, antiguas y nuevas a la vez…” (M. Fubini, a propósito di una Vecchia questione: “critica e poesia, Laterza, Bari 1966”)

La poesía, aparece ya sea oral o escrita en cada época y en cada sitio, adquiere matices y acentos particulares. Pero recordemos que en el siglo VIII en Europa, sólo se llamaban poetas a los que escribían en latín. Siglos después en Tolosa, Ramón Vidal (1323) funda el “Consistorio de la Gaya ciencia” donde siete jueces del gay saber ponderaban los méritos de las composiciones presentadas ¿a qué refiere el gay saber? El gay saber, es el saber alegre, que tiene que ver con la tradición trovadoresca provenzal. La gaya ciencia es la ciencia de la poesía, o sea el conjunto doctrinal de reglas y preceptos para trovar y componer poesía. Trovar, significa componer versos, hallar, encontrar. Poiesis (del griego) es el verbo destinado a la creación poética. Cuando Freud se refiere a la literatura en sus manifestaciones relacionadas con la poesía, la narración o el teatro, decía: “El arte es una actividad encaminada a mitigar

104 deseos insatisfechos” y recordaba que los sujetos buscan la manera de satisfacer dichos deseos, utilizando distintos recursos que le permitan satisfacciones sustitutivas, como cuando el niño juega y cuando el poeta crea. Pero esta noción de sujeto, es posible a partir de situar el descubrimiento del inconsciente freudiano, en lo que J. Lacan llamó: “la poética de la obra freudiana”. Este descubrimiento instaura en la historia del pensamiento una dimensión que se inicia a partir de escuchar el padecimiento y el sufrimiento de sus pacientes histéricas. El descubrimiento del inconsciente, que no está fundado en la negación de la conciencia, sino en su relación con la verdad irreducible al orden de lo que se puede articular como saber. El inconsciente es una voz interrogativa, es la marcha de una argumentación que necesita saber ser descifrada. Es una cadena de significantes que en otro escenario se repite e insiste haciendo cortes en el discurso del sujeto. Lacan refiere “el inconsciente está estructurado como un lenguaje”. Freud demuestra que la verdad reprimida es lo que retorna porque ya esta escrita en otra parte, apareciendo en forma de metáfora puesta en juego en el síntoma. En el seminario “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” Lacan nombra al psicoanálisis como una praxis, entendiendo a ésta como una acción concertada por el hombre que le da la posibilidad de tratar lo real mediante lo simbólico fundada en el deseo del analista. Por lo tanto, el psicoanálisis es una acción que se funda en la palabra, en el acto analítico. ”El asidero del deseo no es más que el de un des-ser. En ese des-ser se revela lo in esencial del sujeto supuesto saber, donde el psicoanalista por venirse se consagra al objeto “a” de la esencia del deseo dispuesto a pagarlo reduciéndose él y su nombre a un significante cualquiera…” 1 1

Proposición del 9 de octubre de 1967. J. Lacan. En Momentos Cruciales de la experiencia analítica (varios autores). Edit. Manantial. 1991. Bs. As.

105 La poesía es una hacer con palabras, Lacan dice: “La poesía también hace algo…quizás preguntárselo (eso hace y a quien) sería una forma de introducción a lo que hay de acto en la poesía. El psicoanálisis hace algo, pero ciertamente, no es en el sentido de la poesía”.2 El psicoanálisis, hace algo: ofrece la brújula en el significante sobre el real psíquico, destacando el valor del acto de la palabra; ya que ésta puede eternizarse en el circuito vacío del código común o trascender y tener consecuencias. El acto de la palabra poética es un acto creativo, Sartre dirá: “el poeta no se sirve de las palabras, sino que la sirve”. En tanto que el sujeto del psicoanálisis se encuentre atravesado por la castración, es posible un deseo y solo a partir de allí es que un sujeto se apropia de la palabra. Es así que Freud situó al psicoanálisis a partir de la función del campo de la palabra y del lenguaje y entró en el texto de esta vida, para llevarla al estatuto de la poética. Esto es la posibilidad de crear y producir diferentes recursos con que se produce en el inconsciente la operación poética. Sería otorgar la belleza de la letra a la realidad que el sujeto tiene que enfrentar. Por lo tanto así se relaciona el psicoanálisis con el campo de la poesía, que comprometida con la verdad del sujeto, encuentra en la metáfora su expresión propia. Lacan ubica la poesía en relación al analizante: “el analizante habla, hace poesía… que es en tanto, una interpretación justa que extingue el síntoma y que la verdad se especifica como poética.” Esto tendrá efecto en condiciones transferenciales, no siendo lo poético la interpretación sino la verdad que allí se pone en juego. La poesía es la creación de un sujeto que asume un nuevo posicionamiento de relación simbólica con el mundo. 2

Seminario 15 “El acto psicoanalítico” 1967-1968. J. Lacan. Versión de la Escuela Freudiana de Buenos Aires

106 ¿Qué dice un poeta? ARTE POÉTICA Mirar el río hecho de tiempo y agua Y recordar que el tiempo es otro río, Saber que nos perdemos como el río Y que los rostros pasan como el agua. …. Cuentan que Ulises, harto de prodigios, Lloró de amor al divisar su Itaca Verde y humilde. El arte es esa Itaca De verde eternidad, no de prodigios. También es como el río interminable Que pasa y queda y es cristal de un mismo Heráclito inconstante, que es el mismo Y es otro, como el río interminable. Jorge Luis Borges ¿Qué pasión llenó el vacío de una falta? Borges mencionaba que una obra puede correr tres suertes: puede ser adjuntada al olvido, puede no dejar una sola línea pero sí una imagen total del hombre que lo hizo, o puede legar a las antologías unos pocos poemas…pero toda poesía es misteriosa, nadie sabe del todo lo que le ha sido dado escribir.

107 El problema de la evocación del deseo atraviesa a la poesía en sus diferentes momentos históricos. Cuando el poeta utiliza la acción dramática para presentificar el deseo, es capaz de mostrar algo del orden de la articulación del deseo. La cuestión del deseo es propia del inconsciente freudiano. El deseo sería aquella parte de la necesidad que no pudo ser articulada en la demanda. El deseo tiene que ver con algo del orden de la vida, algo del orden real. Le permite al sujeto existir más allá de su reducción a un ideal, a un significante. Por lo tanto, el deseo se manifiesta en la hiancia entre la articulación de la cadena significante y la relación del sujeto con la palabra. En el escenario psicoanalítico se irá haciendo palabra en una puesta en escena. El efecto “per” de esta puesta, rompe el repetir para no recordar, lo fragmenta, permite la transferencia íntertópica de hacer consciente lo inconsciente.

“…Camarada, la verdadera obra del poeta Es cifrar y contar sus ensueños, Creéme: la más verdadera ilusión del hombre Se concede en sueños. Todo arte del verso y del poeta no es más que la expresión De la verdad del ensueño…” Hans Sachs, Maestros cantores

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Algunas consideraciones sobre la práctica psicoanalítica en el ámbito hospitalario por Fernanda Ricciardi

Me gustaría tomar algunos conceptos acuñados por el psicoanalista Fernando Ulloa que me permitieron pensar en la experiencia clínica que estoy atravesando y que espero seguir recorriendo, ya que me encuentro en los inicios de mi profesión. Soy concurrente de segundo año del hospital general de agudos Parmenio Piñero, en el área infanto-juvenil de consultorios externos de psicopatología. Me desarrollo como psicóloga y en este momento atiendo niños. El psicoanálisis como pensamiento crítico me permite reflexionar acerca de la institución en la que me encuentro trabajando. Ulloa en el capitulo III de “La novela clínica psicoanalítica”: “La tragedia y las instituciones” plantea lo siguiente: “La tragedia, bajo la forma de encer rona trágica, es un factor epidemiológico habitual en cualquier ámbito social donde juega lo establecido (instituido) y lo cambiante (instituyente) sobre todo cuando lo primero asume la rigidez cultural propia de la mortificación, y coarta (encierra) a los sujetos.” También habla del “Síndrome de violentación institucional” cuando podemos ver que los seres humanos son maltratados o “destratados”. Esto se evidencia en la institución en la falta de turnos, en la falta de lugar físico para atender a los pacientes. Esto nos obliga muchas veces

110 a atender en los pasillos en dos banquetas o tirarnos al piso para poder establecer un juego como parte del tratamiento en niños, que se corre del encuadre y de la posibilidad de tener cierta intimidad. Así también padecemos la falta de recursos ya sea hojas clínicas, recetarios, fichas y juguetes. También existe cierta intimidación, que es propia en todas las instituciones, y en la nuestra se manifiesta por ejemplo, en la imposibilidad de poder usar ciertos consultorios que son cerrados con llave por algunos de los miembros de la institución. Frente a la falta de insumos y el lugar físico que no es el esperable, establecemos un lugar para poder sostener el tratamiento, un lugar que tiene que ver con el deseo del analista. Nos permite alojar al sujeto y que se instale la transferencia como motor del análisis. Para que advenga el sujeto habrá que tener paciencia, generar las condiciones necesarias de resonancia íntima, ya que el sujeto puede haber quedado aplastado por un yo demasiado rígido o quizás por un entorno de intimidación. También lo podemos vincular con lo que Ulloa llama la dimensión de la ternura, para poder corrernos de lo instituido y marcar un instituyente. Poder salir de la posición pasiva de la queja que nunca se hace protesta ni lucha, sino resignación. Buscamos montar un dispositivo de escucha para el paciente que acude al hospital; como por ejemplo atender a los niños en la plazoleta del hospital. Otro caso sucedió cuando en el medio de la paranoia por la gripe A, donde los tratamientos con niños fueron suspendidos, decidí movilizarme para poder seguir atendiendo a un pacientito que vive en un hogar de tránsito y que estaba atravesando una crisis por lo que no era conveniente interrumpir el tratamiento en ese momento. Ya que una cosa es la abstinencia del terapeuta y otra es no

111 intervenir en cuestiones históricas que están sucediendo en ese momento como modo de trasgresión para no caer en la encerrona trágica: “es toda situación donde alguien para vivir, trabajar, recuperar la salud depende de algo o alguien que la maltrata o destrata, sin tomar en cuenta su situación de invalidez” 1 Y más teniendo en cuenta que nuestro trabajo apunta a facilitar procesos de subjetivación. La mortificación haciéndose cultura provoca no solo un aplastamiento subjetivo en los pacientes, sino también, en nosotros mismos como trabajadores de la salud. La institución debe velar porque los derechos se cumplan y en una institución de salud el primer derecho que debe cumplirse es ese justamente, el derecho a la salud tanto mental como física. Pero muchas veces se ve coartado por la falta de subsidios. Pero es con la “falta” con lo que trabajamos, es allí donde intervenimos. Buscamos salir de la cultura de la mortificación y no caer en el “Síndrome de violentación institucional ”, donde lo instituido se ha cristalizado y obstaculiza el dinamismo instituyente. También puede ser denominada cultura de las neurosis actuales, que provoca desgano, mecanismos automáticos, eludir tareas, anestesiamiento, lo que se puede manifestar en síntomas colectivos y singulares (pérdida de la valentía, de lucidez, desadueñamiento del cuerpo, etc.) donde lo que prevalece es la angustia tóxica. Para evitar esto, tratamos de mantenernos al margen del sistema hospitalario corrupto a través de tomar la palabra, generando espacios de diálogo entre los propios concurrentes y pasantes, de los que a veces participan 1

Novela clínica psicoanalítica. F. Ulloa. Edit. Paidós. 1995. Bs. As.

112 también coordinadoras del equipo. De ese modo podemos exponer y trabajar casos, ya que las supervisiones son esporádicas. Leer algún texto, organizarnos para llevar los insumos que nos faltan (desde hojas y cartulinas para las historias clínicas, abrochadora, papeles para dibujos, lápices de colores, fibras, juegos y juguetes y todo lo que sea necesario para poder trabajar) Trabajamos ad-honorem e incluso debemos pagarnos los viáticos nosotros mismos. Decidimos autoconvocarnos (muchas veces en el bar de enfrente) para poder buscar aquellas cosas que el hospital no nos da. Generar un espacio de “lucha”. Romper la cultura de la mortificación favoreciendo los lazos sociales entre los miembros del equipo. Invitar a otros profesionales, de diferentes equipos del hospital y de otros hospitales, así como también miembros de distintos programas de salud que trabajan por los derechos de las personas, por medio de conferencias y jornadas. En suma, implicarnos subjetivamente produciendo un lugar para desplegar procesos de subjetividad y poder modificar la realidad. Ulloa manifiesta que uno de los pilares de la salud mental es la movilización para que la salud mental vaya haciendo cultura a través de lo que podría llamarse el núcleo teórico. Es allí, en esos encuentros, que algo del deseo de cada uno de los que pertenecemos a esa institución aparece. Eso nos permite no quedarnos en la angustia paralizante y en la resignación de que “las cosas son así”. Mediante la crítica colectiva como garante, buscamos evitar efectos de congelamiento, tomando la palabra para que ésta circule. Ulloa en el capítulo “La difícil relación del psicoanálisis con la no menos difícil circunstancia de la salud mental ” (La novela clínica psicoanalista) afirma lo siguiente:

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“Resulta algo paradójico que el enriquecimiento conceptual y metodológico que va adquiriendo un psicoanalista, decidido a sostener su quehacer en la numerosidad social, con frecuencia lo llevará a considerar el campo de la pobreza como ámbito de su acción clínica, dado que es en el escándalo de la marginación y su miseria donde el sujeto aparece en situación de máxima emer gencia” 2 Continúa: “Un psicoanalista que pretenda trabajar en sectores sociales empobrecidos habrá de operar sobre el tríptico salud mental/ética/derechos humanos, como rueda de engranaje del abordaje clínico ” No se refiere a un psicoanálisis de la pobreza, sino a un psicoanálisis en la pobreza. El escándalo que promueve que en los sectores más marginados, aquellas organizaciones institucionales que tienen que ver con lo asistencial y lo educativo, presentan una carencia crónica de recursos. No solo de equipamiento y presupuesto, sino en cuanto a la capacitación de sus integrantes. Ulloa sostiene que es todo un síntoma que las instituciones más pobres sean las que deban ocuparse de los sectores más empobrecidos. La referencia anterior me parece muy pertinente a la situación planteada en la institución en la que trabajo. Por la zona en la que se encuentra ubicada (Bajo Flores) trabajamos con una población muy pobre (en general aledaña al hospital en la que se encuentran varias villas de emergencia y asentamientos, como la 1-11-14 por ejemplo) y como ya 2

Ibid nota 1

114 lo describí antes, no contamos con recursos materiales y capacitación adecuada. Debido a esto aparece en juego, también el par exclusión-inclusión, donde la población con la que trabajamos se ve excluida de sus derechos, tanto en educación, lugar digno para vivir, trabajo y salud. Es en este último ámbito donde nosotros, los trabajadores de la salud, debemos tomar una posición, una ética para que este derecho se cumpla. Apuntamos a favorecer la perelaboración, que constituye uno de los recursos curativos propios de la condición humana, buscando que la salud mental sea algo perdurable. Es un proceso de cura que avanza aun cuando es difícil identificar un proceso interpretativo que lo impulse. Aquel proceso por el cual el aparato psíquico elabora los estímulos perturbadores, cualquiera que sea su origen, es el arduo y silencioso camino por el que se transfiere (transcurre) lo reprimido entre una y otra tópica del aparato psíquico. Es hacia allí adonde apuntamos y cómo trabajamos. Más allá de que por pertenecer a la institución se nos haga difícil sostener un pensamiento crítico acerca de nuestro quehacer, buscamos no resignarnos y a través del compromiso, la ética y la lucha, llevar nuestra clínica lo más dignamente posible.

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Las formas sutiles de violentación, también pueden padecerse… por Fabiana P. Orellana

Analizando teorías sobre el síndrome de violentación institucional y en contacto diario con instituciones escolares en mi ámbito laboral, intentaré responder al siguiente interrogante: ¿Cuáles son las formas de violentación institucional que un sujeto puede vivenciar en una escuela? Según dice Fernando Ulloa e n el libro “La novela clínica Psicoanalítica. Historial de una práctica ”: “La constitución de toda cultura institucional supone cierta violentación legítimamente acordada, que permita establecer las normas indispensables para el funcionamiento de las actividades de esa institución. Esto es un principio general de la cultura y constituye un justo precio por tratarse de un pasaje de lo privado a lo público y de hecho las pautas deben ser consensuadas. Cuando esta violentación se hace arbitraria en grados y orígenes diferentes, se configura el Síndrome de violentación institucional, que cobrará distintas formas y niveles de gravedad” Hay una violencia que es esencial, que no se puede pensar que desaparezca del espacio de aprendizaje: la violencia por la que tenemos que pasar para aprender los sistemas simbólicos, para poder ser portadores y a nuestra vez reproductores de ciertas maneras de pensar, hablar, de operar con la realidad. Después está la que se deriva de la

116 institución cuando se burocratiza, multiplica las normas y las exigencias. Luego, las que en un contexto muy particular como el argentino, se derivan del maltrato que recibe el docente a través de la eterna lucha por los beneficios y salarios. Hay cierto desprecio institucionalizado que viene de los sucesivos gobiernos, desde que el gremio docente pasó a ser tan combativo porque ahí empezó a recibir más descalificaciones. Aparecen síntomas de esta violencia institucional: el trabajo a desgano, cuando hay que completar planillas con números y letras que nada dicen de las personas que por allí transitan. Son sólo signos vacíos… Cuando hay que preparar un acto, mostrar una carpeta, asistir a una capacitación docente, asistir a reuniones plenarias institucionales, en todas estas ocasiones, lo que más se ve es una respuesta automática, rápida, sin pensar, solo para cumplir, llenar el hueco y que la falta no aparezca. “con un cuerpo desadueñado, que solo responde a movimientos reflejos, defensivos. No elige movimientos nuevos. El cuerpo desadueñado, pierde su contentamiento…” 1 Todos los medios de marketing y de consumo están muy atentos a la demanda y la necesidad de respuesta inmediata. Por ello generan: revistas, libros recortables listos para usar, cursos de capacitación a distancia, sin tutorías y sin exámenes. Información y trabajos armados en internet. Todo esto con un pre armado ajustado para todos y a la vez para ninguno. Otro aspecto que produce el síndrome de violentación 1

Desgrabación Conferencia de Fernando Ulloa durante el IV Congreso Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos. 11/11/ 2005

117 institucional: Durante media jornada o una jornada entera, alumnos y docentes están obligados a tener que vérselas con la transmisión o imposición de un orden que les es de alguna manera “ajeno”. Estoy hablando en un plano casi filosófico, pero es un frente de batalla que tiene que ver con la incorporación de los “iletrados salvajes” que llegan a la escuela, y su conversión en gente que acata un orden, un orden lingüístico. Por ejemplo, que aprenda a expresarse “como se debe”, según las reglas; o en el caso de las matemáticas donde hay que aprender operaciones que sólo dan un resultado “correcto”. Hay que entrar más nítidamente por el troquel o el desfiladero de acatar el orden de las cosas. Esto implica, y es importante que lo rescatemos, un sufrimiento. Renunciar a querer expresarnos como se nos ocurre, o a decir que dos mas dos son cinco porque se nos da la gana. Es un lugar de lucha en el que nos “doblegamos” - digámoslo así - frente al poder invencible del orden establecido. Inevitablemente, en cualquier nivel educativo aún el universitario, estamos siendo domados o disciplinados. El “discip linamiento” es un concepto que formuló Foucault. En algunos lugares del mundo el disciplinamiento incluye aún el castigo corporal; ahí el maltrato se hace obvio y evidente. Pero de estas formas más sutiles e inevitables de sufrimiento y maltrato que recibimos, porque estamos dispuestos a aprender o porque no estamos dispuestos a aprender, es algo que nunca se habla. El docente sería como el representante de la Real Academia Española en la Villa. Se nota en este ejemplo exagerado la incongruencia de los dos extremos: la pretensión de un sistema social, político y cultural de que las cosas sean como “deben ser”, que se digan como “se debe decir”, y la realidad brutal en la que vive gente que

118 en forma cada vez más masiva y estrepitosa, están librando simplemente la batalla por sobrevivir. Entre los docentes es difícil la comunicación, por cuestiones prácticas: están separados o tienen muy poco tiempo para juntarse. Se encuentran cada vez más aislados, produciéndose la falta de comunicación. A veces aprovechan el recreo y entonces son criticados por la Dirección porque “se juntan para charlar y no prestan atención”; pero necesitan esos momentos para restablecer contacto con otro u otra compañera que está pasando por lo mismo y es como una forma de recargar las baterías. La manera más creativa y eficaz de enfrentar la violentación institucional y todo el malestar que de ahí se deriva es la solidaridad entre las personas que están en la misma situación. El grupo de alumnos ya entre sí generalmente se ayuda bastante a contener el padecimiento que implica el pasaje por el espacio de aprendizaje. Es tradicional que exista esta especie de complicidad entre las víctimas del sistema educativo Es en esa conexión solidaria que se puede reforzar un sistema defensivo eficaz, no patológico, creativo, frente a toda esa violencia que circula en todo sentido en la escuela: la violencia social, la del sistema político-económico, la violencia cotidiana que atraviesa la escuela de manera cada vez más conspicua, ahora inclusive hasta con armas, con ataques físicos contra los docentes. En ese medio que puede llegar a ser tan hostil, el mejor antídoto es el que puede construirse en el vínculo con los que están en esa situación, y también construyendo espacios para reflexionar acerca de la tarea (revisar las prácticas y los modelos mentales de acción), para que los hechos y conflictos no tiendan a naturalizarse, para tener fortaleza vincular entre pares y no caer en la resignación y en la “indigencia i ntelectual”

119 La manera de rescatarse creativamente es a través de la práctica de la solidaridad, de poder seguir pensando y seguir formándose. “Cuando esos mismos cuerpos trazan nuevos movimientos, cuando el cuerpo recupera su contentamiento se recupera el coraje. El contentamiento anima el ánimo, anima la valentía”. 2

2

Ibid cita 1

121

En la Villa Palito por Víctor Hugo Ibáñez

Una noche, en una fiesta de 15 años, en la Villa Palito en la que casualmente fui invitado, unos chicos de entre 11 y 17 años estaban fumando, saltando en los asientos, bebiendo y haciendo mucho alboroto. La quinceañera, me pidió que los echara y yo me negué. Le dije que yo no podía hacerlo, que no eran mis invitados. Me preguntó qué debía hacer entonces, le dije “involucrarse” y me respondió ¿Cómo? que no le iban a hacer caso y le dije que les hable de igual a igual, que se junte con ellos. Ella agregó, que son sus amigos, pero que cuando están así, no entienden razones. Bueno, mirá, así es como yo lo haría. Me levanté, los saludé a cada uno y les pregunté sus nombres, me puse a bailar su baile y a compartir su bebida. Al bailar todos juntos, ellos primero se extrañaron y se corrían hacia un lugar alejado, yo los seguía y seguía bailando, invité a unas chicas y les dije que bailaran con nosotros. Estos chicos, dejaron de tomar, ellos mismos se decían que no saltaran en los bancos, que no armen alboroto y se juntaban alrededor mío. Uno de ellos, me puso un nombre amigable “caman”. Supongo que querían decir VAMOS. Solían menearse extrañamente, yo los copiaba, razón por la cual les pintaba una sonrisa y me saludaban chocando las manos. Desde ese día fui sorprendido, ya que sin saber mi nombre y creo que no les interesaba, solo saber que cuando

122 paso, estamos, charlamos, me saludan y no puedo olvidarme de ellos. Creo que les cambió en algo sus vidas y ellos cambiaron algo en la mía.

123

Lo que el árbol tiene de florido por Silvia Rizzo

Lacan aconsejó fuertemente a los psicoanalistas: “atendamos a los poetas”. “Colocadle en tierra y que de su bella carne inmaculada broten violetas” 1 le hace decir Shakespeare a Laertes, para que se cumpla el sepultamiento de su hermana Ofelia, prometida de Hamlet. Los rituales funerarios fundamentan la cultura, le arrancan la muerte a la naturaleza para entregarla a la historia. El que yace en una tumba evita ser carroña para transformarse en un cuerpo trabajado por la cultura. Es por eso que la muerte para ser descarnada, debe ser acompañada por el olvido, por un borramiento en la memoria. Una muerte sin tumba, sin arte ni ritual. La búsqueda de la dignificación post mortem del ser querido en el entierro ha sido históricamente reflejada. Uno de esos reflejos es la tragedia griega de Sófocles, Antígona. Ésta comienza en el momento en que los dos hijos de Edipo, Etéocles y Polinice, que debían reinar en Tebas por turno, se batieron y mataron entre sí al pie de los muros de la ciudad, porque Etéocles, al término de su mandato se negó a ceder el poder a su hermano. Siete grandes príncipes extranjeros, a quienes Polinice había ganado para su causa, son derrotados frente a las siete puertas de Tebas. En ese momento, la ciudad queda a salvo; los dos hermanos enemigos y enfrentados están muertos y Creonte se hace cargo del poder. Como rey ordena que a Etéocles, el buen hermano, el que muere defendiendo a su reino, se le hagan imponentes funerales, pero que Polinice, el rebelde, 1

Hamlet. William Shakespeare. Editorial Longseller. 2004. Traducción de Mario Alarcón

124 quede sin llanto y sin sepultura, presa de las bestias. El rey Creonte decide entonces rendir homenaje al defensor de la patria y dejar el cuerpo de Polinice (el traidor) sin honor. Porque la ley no puede ser la misma para el que muere en defensa de la patria, (quien representa el poder legitimado) que para quien muere atacándola. Quien se atreva a rendirle homenaje fúnebre será castigado con la muerte. La orden es clara, Polinice tendrá que desaparecer y ningún rastro de él deberá encontrarse. Ni en la subjetividad de sus deudos (prohibición de llorarlo, de realizar un trabajo de duelo) ni en la concreción de ese duelo como estela funeraria. Antígona, hija de la relación incestuosa entre Yocasta y Edipo, se revela contra la ley de Creonte, el tirano que es a su vez su tío y el padre de su prometido Hemón. Ella se resiste a que uno de sus hermanos quede sin sepultura obedeciendo las leyes familiares al tiempo que sagradas, pues no darle sepultura significaría negarle el acceso a la mansión de los muertos. Por esta desobediencia a las leyes humanas es condenada a ser enterrada viva. Antígona, que prefiere morir antes que dejar insepulto el cadáver de su hermano, asume el relevo de un deseo puro y allí su belleza, la ética como estética de la existencia. Ella refleja lo que Lacan enunciará como “la mujer es una fuerza positiva contra el orden estupidizante de la horda”. Creonte, rey de Tebas, se ubica allí, en el lugar de la ley que protege el bien común, desconociendo la autoridad como lugar vacío y como describe Freud al líder, la relación que sostiene con los miembros de su grupo es de indiferencia en cuanto a sus diferencias; “hay otros campos que se pueden arar” 2 dice al condenar a la prometida de su hijo. 2

Teatro, Sófocles, Ediciones Terramar, 2007, versión castellana de Antígona de Josefina del Río.

125 A la ilusión de amor universal del líder, Lacan le opone la universalidad del amor sensual. Sostiene como Freud que el dominio propio de la ética es la pasión, el amor sensual, no el ilusorio amor universal que logra convertirnos en buenos soldados de Cristo o del Estado. A Antígona no la mueve el temor ni la compasión, sino el amor. Antígona amaba a su hermano, ese Eros invencible que como señalaba Freud, conlleva un doble valor poético y político, arrasando con todas las barreras. Antígona solo obedece la divina ley del corazón, y trasgrede, rompe con la diacronía en un acto de naturaleza ejemplar y salta hacia la libertad del sujeto. Provoca escándalo (“escandal” es una vela que navega contra el viento), haciendo pública su política. Ismena, su hermana, se resigna al acobardamiento, recluida en el temor, no sabe a qué atenerse e inexorablemente termina ateniéndose a las consecuencias. Los griegos aludían a la posición del idiota en relación con esto, porque es también una forma bastante frecuente de reclusión. Si algo provoca romper el escándalo de Antígona es esa posición del idiota. Pero el cuerpo social no se pronuncia en favor de rendirle los honores fúnebres a Polinice. Al respecto dice Lacan: “Es en la medida en que la comunidad se rehúsa a ello que Antígona debe hacer el sacrificio de su ser para el mantenimiento de este ser esencial que es el Até familiar, ese algo que es el verdadero motivo, el verdadero eje alrededor del cual gira toda la tragedia de Antígona. Ella perpetúa, eterniza, inmortaliza ese Até” 3 3

Seminario 7. La ética del Psicoanálisis. 1959-1960. J. Lacan, Editorial Paidós, Buenos Aires, 1991.

126 Marc Auge en ”Las formas del olvido” decía; “el deber de la memoria es el deber de los descendientes y tiene dos aspectos: el recuerdo y la vigilancia. La vigilancia es la actualización del recuerdo.” 4 El edicto de Creonte tenía la función de escarmiento y a la vez de amenaza dirigida a quien osara desafiar el poder del Estado. El ensañamiento con el adversario político aún después de su muerte, llega a nuestros días. Durante décadas los militares de América Latina negaron la existencia de los “desaparecidos”. En un principio pretendieron que se trataba de personas que estaban vivas y que habían salido clandestinamente al exilio, más adelante reconocieron algunos pocos casos como excesos. Hoy sabemos que se trató de un plan sistemático: asesinar clandestinamente y sustraer los cuerpos de las víctimas impidiendo todo ritual funerario. Pero los espectros siguen rondando y reclamando justicia, como Hamlet dice a su fantasma: “¿recordarte? Sí, tú, pobre espectro, mientras la memoria conserve asiento en esta esfera enajenada.” 5 Así como la gesta de Antígona ha sido tomada a lo largo de la historia como símbolo del acto ético, el paradigma argentino de la ternura lo constituyen las Madres de Plaza de Mayo. Aquella como éstas tantas veces llamadas “locas” han recuperado el escándalo. Recuperar el escándalo frente a la indiferencia que mata es advertir la evidencia del enfrentamiento de la crueldad con la ternura. Enfrentamiento en el que la ternura, como decía Freud, coarta la descarga pulsional. 4 5

Las formas del olvido. Marc Augé. Editorial Gedisa. 1998. Barcelona. Ibid nota 1

127 El psicoanalista argentino Fernando Ulloa expresaba que la ternura y la crueldad requieren de dispositivos culturales y están presentes desde el comienzo de la historia de la civilización. Decía al respecto: “La ternura es el escenario de ese sentimiento sencillo y firme que llamo buen trato, término que no solo remite a tratamiento, sino también a un trato solidario como núcleo de cualquier relación entre los hombres y las naciones.” 6 Y es también ese escenario donde la sexualidad abre el campo erótico. En la crueldad mayor, la vera crueldad, su ejecutor se abroquela en la pretensión de impunidad en el desconocimiento a toda ley y esgrime un saber canalla que niega, excluye o elimina todo saber curioso, atento a lo distinto, a lo extraño. Sobre lo extraño, ya en el siglo XII, el monje Hugo Saint Víctor decía: “aquel que está aferrado a su tierra natal aún es tierno, pero aquel que hace de todo territorio, propio territorio ese es más firme, pero, perfecto es aquel para quien todo el planeta es extraño”. Ulloa propone extrañar lo cotidiano, lo obvio, la crueldad enmascarada porque cuando la crueldad se vela se hace cultura del acostumbramiento, cultura de la mortificación, donde los sujetos no son hacedores de su cultura sino enrarecidas hechuras de la misma. En la mortificación hay una detención del fluir del pensamiento. Aquí Ulloa se asienta en las bases freudianas a través de la lectura de las neurosis actuales. Allí Freud aludía 6

Novela Clínica Psicoanalítica. Fernando Ulloa. Editorial Paidós. 1995. Bs. As.

128 al estancamiento libidinal. El origen de ese sufrimiento no está referido a la historización ni a la transferencia, sino a algo que tiene vigencia actual. Al pasado no se lo evoca, no se lo resignifica, no se lo convoca, sino que está presente como invalidez. Hay desadueñamiento del cuerpo para la acción, para el placer, no hay protesta, desaparece la inteligencia junto con la valentía, no hay alegría, por lo que se resiente la vida erótica. Este cuadro freudiano de las neurosis actuales, cuyos síntomas constituyen con frecuencia el nódulo de las psiconeurosis, puede pensárselo en términos colectivos y de hecho la cultura de la mortificación bien podría ser denominada cultura de las neurosis actuales. Entonces ¿cómo poner en circulación lo que está detenido, el tiempo personal que está detenido? Ulloa decía: “yo suelo recurrir a lo que llamo la clínica de la Narración, a la clínica de las palabras mediante la cual existe la posibilidad de historizar y de recuperar la capacidad de perspectiva. Una narración de la tragedia en las márgenes del escenario.” 7 En ciertas ocasiones frente a la contemplación impactante de la tragedia se requiere algo del talento sofocleano para organizar los dinamismos inteligibles del drama, sea en sí mismo, en la vida cotidiana, en el teatro o principalmente en la clínica. Esto implica encontrar, defender y operar desde una platea en las márgenes del escenario donde se juega una suerte de “entrar a salir” no solo por la vía de la dramática sino apelando al humor. Un psicoanálisis convocado como tal a trabajar colectivamente en lo que Ulloa llamó numerosidad social 7

Ibid nota 6 .

129 encuentra en este “entrar a salir” el punto clínico de facilidad relativa, no está ni en la platea alejada ni en el centro mismo del escenario. Puede hallarse frente a la encerrona trágica, a ese dolor psíquico infernal de aquellos que para vivir, trabajar, recuperar su salud, dependen de algo o alguien que los maltrata, sin tomar en cuenta su situación de invalidez o encontrarse frente a la resignación de los que habiendo estado en aquel cuadro inicialmente tumultuoso, no pueden vislumbrar una salida. Algo que es actual nos amenaza como fin de la historia, fin de la utopía, fin de las ideologías. Esas ideas finiseculares tienen sentido en la cultura de la mortificación resignada. Allí donde el sujeto está en emergencia tiene total sentido que opere el psicoanálisis como disciplina idónea para abordar la subjetividad. Si bien no podemos elegir entre nuestro mundo y el mundo griego, bien podemos apropiarnos del legado sofocleano y preguntarnos con Foucault ¿porqué no podría cada uno hacer de su vida una obra de arte? Y resistir, construir un presente que nos permita la pasión de examinar el pasado, de historizar el pasado, de documentar los hechos, de acabar con las idealizaciones y bosquejar el futuro. Ese acto presente que es un acto de salud mental, que es un acto político, que es un acto clínico, se llama devenir. …porque después de todo he comprendido, que lo que el árbol tiene de florido vive de lo que tiene sepultado. (Francisco Luis Bernárdez)

131

Antígona

En tus ojos me veo, se hiela mi sangre, también la vida… Los tigres pisan la razón, No todo es negrura… Si estando muerta, revives… Te leo amada, dibujo en el aire tu rostro, me irradias ternura. ¿Qué es la vida? Preservado ¿Estoy vivo…? lo anómalo y la costumbre me niegan. no me dejes caer en Ismene, convoco al acto sin rehusar. Que mis ojos sean atentos, que mis manos no tiemblen, que mi boca no calle… Cansado estoy, de no andar… Dame tus piernas, dame tus labios y su sonido, dame tus ojos y tu mirada.

132 ¿Dónde estás, que no puedo verte…? ¡Por qué te la llevaste Pachamama? ¡Llévatelo a Creonte…! Déjalo en tu útero. Goce maldito de costumbre. Con mi mano, quito el velo de mis ojos y mi boca seca de no poder, te grito, ¡Pacha no me lleves…! ¡Vomítame…! con vómito de Antígona y riega la tierra de parlantes sin refreno.

Víctor Hugo Ibáñez