MIGUEL DE CERVANTES Y PAOLO JOVIO: LOS CABALLEROS ANTIGUOS Y MODERNOS Y EL DE LA MANCHA

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MIGUEL DE CERVANTES Y PAOLO JOVIO: LOS CABALLEROS ANTIGUOS Y MODERNOS Y EL DE LA MANCHA En el capítulo nueve de la Primera parte de Don Quijote, Cervantes presenta a “Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo” (Sabor de Cortazar / Lerner 2005: I, 9, 158-9)1, y repite como lema el vocablo historia con variación adjetival: “desta historia”; “tan sabrosa historia”; “tan gallarda historia”; “su historia debía de ser moderna”; “desta agradable historia”; “esta historia referida” (Sabor de Cortazar / Lerner 2005: 81-85)2. El narrador describe en detalle la pintura de don Quijote y el vizcaíno en las mismas posturas como “la historia cuenta”3 con rótulos de sobrenombres empleados en “la historia”. Se proponen tres conceptos ideales de historia: la “verdadera relación de la historia”; “los historiadores puntuales, verdaderos y no nada apasionados”; y “la verdad, cuya madre es la historia [...]”. El texto entero como exploración de los límites borrosos entre verdad/historia y ficción/poesía, o como tanteo a los preceptos de la historiografía ya se ha estudiado4, y hay otros usos del vocablo historia en el texto. No obstante, dejando al lado el Prólogo, que tenemos que pensar escrito después de terminado el libro, la palabra se encuentra muy pocas veces en comparación con los catorce usos de historia e historiador en este capítulo nueve5, en que Cervantes también presenta a su historiador y la imagen de su protagonista en medias res. Estos elementos del capítulo nueve nos dejan entrever una relación entre Cervantes y el historiador italiano Paolo Jovio, para quien la palabra historia también cobraba mucha importancia pero quien, en sus Elogios (Jovio 1568: nota 8)6, unos textos más espontáneos y libres que sus Historias, describía y comentaba retratos de hombres famosos con detalles insolentes, improbables e imposibles de verificar históricamente (Klinger 1991: 214-221)7. En 1568 en Granada, se publica la traducción al castellano, realizada por el jurista Gaspar de Baeza, de los Elogios o vidas breues, de los Caualleros antiguos y modernos, Illustres en valor de guerra, que están al biuo pintados en el Museo de Paulo Iouio8. El índice 1

Se han comentado posibles antecedentes literarios, sentidos literales y figurativos del nombre Cide Hamete, y varios aspectos sociales y culturales de este “primer autor” de la historia. Por ejemplo: Godoy Alcántara (1868), Stagg (1956), Riley (1962), Haley (1965), El Saffar (1968), Márquez Villanueva (1973), Hahn (1992), López Navia (1996), Weiger (1996). 2 Aquí y en adelante, cito de la edición de Sabor de Cortazar / Lerner : : 2005 [1969]. 3 Es decir, “levantadas las espadas, el uno cubierto de su rodela, el otro de la almohada, y la mula del vizcaíno tan al vivo, que estaba mostrando ser de alquiler a tiro de ballesta” (Sabor de Cortazar / Lerner 2005 [1969]: I, 9, 159). La edición digital del Centro Virtual Cervantes (CVC) señala que el islamismo prohíbe tal tipo de arte: “Clemencín llama la atención sobre el hecho de que el Islam prohíbe la representación de hombres y animales, por lo que la pintura del cartapacio descrita por Cervantes es otra broma” (CVC: I, 9, nota 109.33; refiriéndose la edición de Clemencín :1833-1839). 4 Gaos lo resume en pocas palabras, diciendo que Cervantes “no confunde verdad y ficción; las funde [...]” (Cervantes Saavedra 1987: III, 121). Scholes dice que de la síntesis de los impulsos empírico y ficcional por Cervantes, “the novel emerges as a literary form” (Scholes 2006: 15). Ver también las obras referidas en nota 1, y Wardropper (1965), Guillén (1971), Castro (1925) y Bell (1947). 5 De los 52 capítulos de la Primer parte, en 21 no figura la palabra ni su raíz, en 10 capítulos hay un uso, en 10 otros hay dos, en 9 hay tres y en 1 hay cuatro usos. Varios de estos son usos generales, o en plural: “las historias” o referencias a otras obras: “el verdadero historiador Turpín” (Sabor de Cortazar / Lerner 2005 [1969]: I, 6). En contraste, también en el Prólogo al lector se destaca el vocablo, con 9 usos específicamente relacionados con el mismo texto. 6 Aquí, y a continuación, uso Elogios para la traducción al castellano de 1568. 7 Al contrario, en sus Historias, Jovio “aimed at a high standard of impartiality” (Zimmerman 1995: 241). 8 Aquí y a continuación, las citas en castellano provienen de un ejemplar de la edición de 1568 que se conserva en la New York Public Library (NYPL). He modernizado la grafía sólo en cuanto a añadir los acentos para facilitar la lectura. La portada reza: Elogios o vidas breues, de los Caualleros antiguos y modernos, Illustres en valor de guerra, que están al biuo

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del tomo se lee como una enciclopedia de aventureros, con “Athila rey de los Hunos, Barbarroxa, Hernán Cortés, Hysmael Sophi rey de Persia, Totila Rey de los Godos, Sigismundo rey de Polonia, Tomumbeyo Soldán del Cayro, y Narses el Eunucho”, entre otros. El museo del título es el de Jovio, uno particular por su casa familiar en el Lago Como, donde el historiador coleccionaba retratos luego escribía los elogios para acompañarlos. Para estos escritos, no siempre se atenía al pie de la letra a una verdad histórica; hoy se describen contradictorios, ambiguos y adornados con recuerdos particulares sin otra fuente que la memoria del mismo Jovio (Klinger 1991: 210-212). A veces los detalles provienen de fuentes literarias, por ejemplo los epigramas de Marullo y Policiano que se han identificado como fuente para la descripción de la nariz de éste (Klinger 1991: 209)9; otras veces parecen historias apócrifas como la que “ciertos ginetes Españoles” vinieron para romper a Horuchi Barbarroxa y éste huyó “a rienda suelta por desiertos arenosos, y yua derramando doblas, para detener a los Españoles” (Jovio 1568: fol. 192r); en otros casos, se trae chisme tachado como tal, al negar que la “cierta palidez ascética” del rostro de Egidio Viterbo se produjera por su hábito de comer comino e inhalar el humo producido por paja mojada quemada10. Es interesante notar que una traducción al italiano de 1558 tacha de ficción, finta, estas calumnias sobre “Egidio Cardinale” que, en su versión en latín, se describen “mentiras”11. En su dedicatoria a Felipe II de la traducción al castellano, Baeza alaba a Jovio y a su obra como, respectivamente, “varon doctíssimo (a quien todas las naciones de conformidad llaman padre de la hystoria)” y “obra en que se representa al biuo, y casi se ve con los ojos la mudança de la fortuna y inconstançia de las cosas humanas, para consuelo de los desdichados, y para que los dichosos no se ensoberuezcan con su felicidad”, luego añade: “Quita el fastidio la breuedad y variedad y yr el libro en prosa y verso” (Dedicatoria). Este último recuerda lo que dice el cura en Don Quijote: “la épica también puede escribirse en prosa como en verso” (Jovio 1568: I, 47, 555), y todos los elogios jovianos cumplen con este modelo de alabanza en prosa seguida por versos laudatorios; en muchos casos, tanto estos como aquélla se escriben con patente ironía. Con ecos de los últimos renglones de Don Quijote, uno de los tres poemas del elogio de Carlos V termina con la voz del elogiado alabándose a sí mismo, al elogiador, y a la pluma de éste: Juntóse a mi buena suerte Haber el Jovio entendido En sublimar mi partido Su pluma me hizo fuerte Contra el río del olvido pintados en el Museo de Paulo Iouio. Es autor el mismo Pavlo Iovio; y tradújolo de latín en castellano, el Licenciado Gaspar de Baeça (Jovio 1568). En la primera edición en latín de 1551, el título es Elogia virorum bellica virtute illustrium supposita quae apud Musaeum spectantur. Volumen digestum est in septem libros. Florentiae, In officina Torrentini Dvcalis Typographi, MDLI. Otro tomo de elogios, que no trata de las mismas figuras de guerreros sino de hombres de letras, fue publicado en Venecia en 1546; se titula Elogia veris clarorum virorum imaginibus apposita quae in Musaeo comi spectantur. Klinger los compara y dice que el tomo de 1551 “is an altogether more thoroughgoing attempt to integrate the literary and visual components of the biographies and to heighten the reader's awareness of the portrait” (Klinger 1991: 209) con el uso de demostrativos como “este rostro” (Klinger 1991: 210). Al parecer, los historiadores de arte de hoy no tienen noticia de la traducción al castellano de Baeza, que no figura en la lista de Klinger, de treinta y dos ediciones y traducciones dentro de cincuenta años de la primera publicación (Klinger 1991: 202 y apéndice). 9 El elogio también le describe con “un ojo absurdo”: “Erat distortis saepe moribus, uti facie nequaquam ingenua et liberali ab enormi praesertim naso subluscoque oculo perabsurda” (Caruso Giovio 1999: 116). 10 Baeza traduce sólo los Elogios de los hombres de guerra, pues el del hombre de letras Viterbo no figura en su edición. Zimmerman usa el elogio de Viterbo como ejemplo de la “cierta libertad” que Jovio se permitía en los Elogios, esperando que estos ilustraran “a rounded picture of the actual human character, not an idealized exemplum [...] Thus, even if Giovio had no proof that the cardinal inhaled fumes of smoldering straw, the tale would have illustrated the streak of hypocrisy in his overly severe bearing” (Zimmerman 1995: 206-7). 11 Le Inscrittioni poste sotto le vere imagini de gli huomini famosi in lettere. Di Mons. Paolo Giovio Vescovo de Nocera. Tradotte di latino in Volgare da Hippolito Orio Ferrarese. In Venetia. Appresso Giouanni de Rossi, 1558.

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Contra el poder de la muerte Bien podemos conferir Y aun podemos preferir Los dos a los dos sin par Yo a Cesar en el obrar Jovio a Homero en escribir. (Jovio 1568: fol. 209v, vv. 73-83)

Al final de la Segunda parte de Don Quijote, la voz en primera persona de la pluma de Cide Hamete suena en eco: “Para mí sola nació don Quijote, y yo para él; él supo obrar, y yo escribir” (Jovio 1568: II, 74, 938)12. Sustituye a don Quijote por Cesar y Carlos V en la línea de los que obran, y a sí misma por las plumas de Jovio y Homero que escriben. La diferencia es que a Carlos V la pluma joviana le “hizo fuerte [...] Contra el poder de la muerte”, mientras que la cidehametiana les pide a otros autores no llevarlo a don Quijote a otra aventura “contra todos los fueros de la muerte” (Jovio 1568: II, 74). Cervantes cambia poder por una imagen y un instrumento legal –los fueros. Los versos citados en alabanza de Carlos V no se encuentran en la primera edición de los Elogios, ni en las ediciones posteriores en latín, ni italiano; en estos tomos, al elogio del Emperador le sigue un solo poema de otro autor. Al parecer, el traductor Baeza añadió dos más, uno titulado La fama habla, anónimo en los Elogios pero que se incluye hoy entre las obras poéticas de Hernando de Acuña (Acuña 1591)13 y el otro que cité, escrito por el amigo cervantino Gregorio Silvestre14. Pues, si se acepta como punto en común la comparación con los versos del Quijote, Cervantes conocía la traducción al castellano de Baeza. Pocos folios después del elogio de Carlos V se encuentra el de Muley Hamet, la misma figura histórica mencionada por el cautivo de Cervantes15, el mismo a cuyo hermano Muley Hamida conoció Cervantes siendo cautivo en Argel16. Según las historias oficiales, había una sucesión de reyes en el trono de Túnez: Muley Hasán, seguido por su hijo Muley Hamida17, seguido por Uluj Alí (el Uchalí del cuento del cautivo)18, seguido por Muley Hamet, hermano de Hamida e hijo de Hasán19. En el elogio del padre Muley Hasán20, Jovio cuenta los datos históricos aunque añade detalles como que el padre era “muy docto en las disciplinas y Philosophia, según la doctrina de Auerrois” (Jovio 1568: fol. 203r) –es decir, era 12

El narrador también liga la falta de un lugar específico dentro de la Mancha para el héroe cervantino con la misma ambigüedad del texto de Homero. 13 Acuña tradujo el Orlando enamorado de Mateo Boyardo, mencionado en Don Quijote I, 6. 14 Sabor de Cortazar y Lerner identifican unos versos en el Quijote (Sabor de Cortazar / Lerner 2005 [1969]: II, 18, 580, n. 18) como una glosa de Silvestre. 15 El cautivo empieza a contar su historia en el capítulo 39 de la Primera parte de Don Quijote. Stagg sugirió la posibilidad de una conexión con el Muley Hamet histórico, sin ampliar más (Stagg 1956: 220). 16 “Hijo del rey de Túnez Muley Hasán, a quien destronó y arrancó los ojos en 1542 para luego ser depuesto en 1569, y hermano de Muley Hamet. Fue el penúltimo de los soberanos de la dinastía bereber de los hafsíes. Cervantes lo conoció en Túnez, en 1573, cuando Hamida creía posible recuperar su reino de nuevo en vez de ser dado a su hermano Hamet” (CVC ). 17 La Enciclopedia universal ilustrada lo llama “Muley Homaida” y dice que ocupó el trono dos veces, primero en 1543 luego en 1560, con su reino interrumpido por un período en que reinaba su tío Abd-el-Melik, “a quien sostenían los españoles” (Enciclopedia universal ilustrada: 224). 18 Sabor de Cortazar y Lerner lo identifican: “Uluj Alí, que llegó a ser virrey de Argel, había nacido en Calabria en 1508. Se apoderó en Lepanto de la capitana de la Orden de Malta, y fue jefe de la escuadra otomana desde 1571 hasta 1587, año de su muerte. Uluji quiere decir renegado” (Sabor de Cortazar / Lerner 2005 [1969]: I, 39, pág. 348, n. 13). En 1569, Uluj Alí venció a Muley Hamida, quien se huyó a La Goleta con sus dos mujeres e hijos (Haedo 1612: 78-80). 19 Refiriéndose varias ediciones de Don Quijote (Pellicer 1797, Clemencín 1833-39 y Rodríguez Marín 1947-49), la nota al texto digital del CVC ofrece: “Muley Hamet fue hecho rey de Túnez por don Juan de Austria en 1573, una vez destronado Uchalí, que se había apoderado de la plaza con el beneplácito de los turcos, deponiendo a Hamida, hermano del primero, que, a su vez, había despojado y cegado a su padre Hasán” (CVC: I, 39, n. 44). 20 Baeza deletrea el nombre “Muley Hazén, Rey de Túnez” (Jovio 1568: fol. 202v-204r), pero los detalles del elogio son los mismos de la vida histórica de Muley Hasán, repuesto en el trono por Carlos V, etc.

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“filósofo mahomético” (Cervantes 1987: II, 53, 809) como Cide Hamete. En el elogio del hijo histórico Muley Hamet, se narran sucesos no verdaderos, se cambia el nombre del hijo mayor Muley Hamida por Mahomad, y se presenta a un padre apócrifo llamado Zidamet. El elogiador empieza con un demostrativo y una descripción que liga e identifica retrato con escritura: Esta larga ropa de lienço, trae el Xarife, y cúbrese la cabeça con un lienço senzillo, cuya vltima parte (saliendo por la oreja derecha) le baxa por los ombros y le llega a los talones. Deste hábito vsaban antiguamente los sacerdotes Aegypcios, y dellos creo, que se tomó la alua de que nuestros sacerdotes vsan, quando dizen missa. Tiene Muley Hamet, por sobrenombre Xarife, porque deciende del linage del falso propheta Mahoma, y Cyrif (que así se a de pronunciar) quiere dezir en Aráuigo varón sancto, dado a contemplación de los mysterios. (Jovio 1568: fol. 217r)21

Se nota que Jovio, como Cervantes, se desvía para pintar los detalles minuciosos con los cuales el relato cobra la fuerza de perspectiva de testigo de vista, y la intimidad de un relato escuchado en vivo. El traductor Baeza le sigue en ponerlos todos en castellano y a veces añade uno más de interés que viene a cuenta, por ejemplo el de la pronunciación correcta de “Cyrif”22. Baeza también se ocupa en poner, al final de cada elogio, referencias a dónde se encuentra la figura elogiada en la Historia general de Jovio, que el mismo Baeza había traducido en 1566, un cotejar cuidadoso e impresionante. No sorprende que el elogio de Muley Hamet no lleve estas referencias, dado que la información sobre él es ahistórica; al no confrontar los textos de elogio e historia, Baeza de alguna manera señala la naturaleza apócrifa del elogio. Sigue una transición y expansión narrativa: “La manera conque este hombre (con gran milagro de nuestro tiempo) siendo vn maestro de estudio, vino a ser señor de tantos poderosos reynos, contaré lo mas breue que pudiere, paraque se entienda que los pronósticos delos Astrólogos, no son siempre vanos” (Jovio 1568: fol. 217r)23. Además de los detalles de las vidas de los hermanos, leemos en el elogio pasajes descriptivos de Fez24, Sufa25 y Marruecos26. De particular interés para el lector de Don Quijote son dos elementos de estas descripciones topográficas: el primero es que de Sufa vienen algunos “leones coronados, de condición generosa, que no hazen mal a hombres” (Jovio 1568: fol. 217v) que recuerdan en algo los del texto cervantino27, aunque los detalles del elogio se distinguen en algo, puesto que Jovio sigue a decir que si no tienen bestias a comer, los leones sí pueden hacerle mal al hombre, y el leonero del texto cervantino le advierte a don Quijote que no han comido. Si leemos el texto de otro historiador contemporáneo de Cervantes, Mármol Carvajal, cuya “otra

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Haedo dice lo mismo y añade un toque indumentario: todos “los parientes de Mahoma [...] son conocidos, por una toca verde, que traen en la cabeza, y son de todos llamados Xarifes” (Haedo 1612: 33). 22 Además señalar, al final de la tabla introductoria de nombres que figuran en el texto, dos errores: “Folio.126.do dize Vnicornio a de dezir Rhinocerote. Iten enel retrato de Scipión página.1.do dize de ay a poco después, el después está superflua”. 23 Lerner ha señalado la “ambivalencia de Cervantes ante algunos excesos” de la astrología, específicamente relacionado con el episodio del retablo de maese Pedro (Lerner 2005: esp. pp. 425-27). Jovio fue aficionado de la ciencia celestial, que luego dejó (Zimmerman 1995: 6). 24 Fez es una ciudad descrita en detalles que “affirman todos” (Jovio 1568: f. 218r): setenta y cinco mil casas, un río con trescientos setenta molinos, universidad en que a costa pública son enseñados los mancebos, hospitales “en que los enfermos son benignamente curados” y mujeres lujuriosas que se ocupan siempre en bailar (Jovio 1568: f. 218r). 25 “[…] del riquísimo reino de Sufa, abundante de aceite, vino y metales” (Jovio 1568: f. 217v). 26 “[…] la mas famosa ciudad de Berberia, y en tiempo de los Romanos, es verosímil que fue del rey Bogudis, y está de Mo[n]teclaro, treinta millas. Estas treinta millas, tienen las aguas, y fertilidad, que vemos que hay dende Milán hasta los Alpes” (Jovio 1568: f. 217v). 27 Sabor de Cortazar y Lerner señalan que “Es bastante frecuente en las novelas de caballerías que el héroe venza leones” (Sabor de Cortazar / Lerner 2005 [1969]: II, 17, 568, n.1).

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suerte” de leones de Orán28 son “pardos [...] también muy recios, y crueles, y no hacen mal a los hombres, si no es cuando les hacen mal a ellos” (Jovio 1568: I, 18, 26v), nos percatamos no sólo del posible doble sentido de la lectura histórica, sino también de otro elemento del comentario sintético cervantino: el leonero de Cervantes niega el mando de don Quijote, “que le diese de palos y le irritase” al león. El segundo detalle de las descripciones de las ciudades de la Berberia que nos interesa es la conjetura del elogiador sobre un detalle histórico de Marruecos: “en tiempo de los Romanos, es verissímil que fue del rey Bogudis” (Jovio 1568: fol. 217v, énf. mío). Baeza traduce por verosímil la frase coniectari licet de Jovio; los dos apuntan a propósito el detalle no de todo confiable, destacándolo y señalándoselo al lector. Sustituyendo al adjetivo licet por el más inseguro verosímil a la vez aprovechándose del sustantivo sutilmente dudoso coniectari, el narrador cervantino nos dice de don Quijote: “Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada, o Quesada, que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben; aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llamaba Quejana” (Jovio 1568: I, 1, 28, énf. mía). Un soldado español del siglo XVI, Jiménez de Quesada, pasó los últimos años de su vida escribiendo su Antijovio (Zimmerman 1995: 264), una crítica capítulo por capítulo de la Historia general de Jovio, y le dedicó su obra a don Luis Méndez Quijada; en los últimos apellidos de estos dos tenemos los nombres, Quesada y Quijada, que Cervantes dice otros autores querían ponerle a su protagonista. Su conjetura verosímil, a mi parecer, viene con un gran guiño de ojo a Jiménez de Quesada, un historiador en nada parecido a los “no nada apasionados” (Zimmerman 1995: I, 9) del narrador cervantino, cuando dice que Jovio es una “serpiente ytaliana” (Zimmerman 1995: 298) que escribe “cosas ymaginadas de su caveça, como de la de Medusa” (Zimmerman 1995: 193) y señala que “de algunas de sus cosas [de Jovio], m’espanto y de otras me rrío; pero de otras singularísimamente me henojo y tomo cólera” (Zimmerman 1995: 101)29. Se acuerda que, históricamente, los hermanos Hamet y Hamida eran hijos del rey Hasán. No es así en el elogio, en que leemos que su padre es el mercader rico Zidamet que vende “dátiles” y “otras cosas” (Jovio 1568: fol. 217r). Zidamet “era tenido por hombre muy prudente, y auisado, pero principalmente, era gran Astrólogo” (Jovio 1568: fol. 217r), y pronosticó que sus dos hijos, Mahomad y Muley Hamet, iban a ser reyes. El menor, Muley

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Según sus biógrafos, Cervantes estaba en Orán en 1580, donde hubiera podido conocer esta “otra suerte” de león, y donde tiene lugar su comedia El gallardo español. 29 Victor Frankl liga el Antijovio con el Quijote en cuanto a la representación de una figura ideal que quiere reformar al mundo: Carlos V para Jiménez de Quesada y el personaje don Quijote en el texto cervantino. Hay varios problemas con su tesis, inclusive que Frankl justifica la perspectiva ideológica de Jiménez de Quesada como la “correcta”; lo describe como un hombre que “quiere restituir la verdad originaria de la historia” (Frankl 1963: 679), cuya obra está llena de una “riqueza ideológica” (Frankl 1963: 16), luego ofrece una opinión del historiador italiano que es obviamente crítica: “el reconocimiento, a raíz de un estudio directo de la obra joviana, de la ausencia de toda base objetiva en ella, justificadora de la fanática crítica quesadina” (Frankl 1963: 17). Ni uno ni otro, a mi parecer: Jiménez de Quesada le critica a Jovio el haber escrito de eventos que prefiere callar, y el español termina justificando y defendiendo sacos de pueblos por sus compatriotas, motines de soldados españoles, etc. Hoy día se ha vuelto a ver la Historia de Jovio como lectura imparcial: “despite the patronage he sought so assiduously, he was not the ‘venal’, ‘partisan’, or ‘shallow’ historian he has been accused of being, and at the risk of some revisionism I have tried to document his fundamental honesty and acuity of perception” (Zimmerman 1995: Prefacio), e igualmente se ha vuelto a leer el Quijote con ojo más amplio que el de Frankl, quien parece tomar en serio que el personaje cervantino sólo “quiere reformar heroicamente el mundo” (Frankl 1963: 678). La tesis de Frankl se podría justificar, creo, sólo tomando al personaje don Quijote como burla irónica de Quesada por parte de Cervantes. Otros aspectos del estudio de Frankl no tienen sentido, por ejemplo cuando compara a Sancho Panza con Paolo Jovio, como dos representantes de la voz vulgar (Frankl 1963: 662): Jovio vivía una vida muy privilegiada, era cortesano, obispo, de familia noble, etc., y la comparación de esta persona real con el personaje cervantino es disparatada. Hace falta en Frankl el aspecto fundamental que se reconoce hoy en estudios de la historiografía, es decir, “que la representación histórica, al tener como vehículo el lenguaje, es una actividad semiótica comprometida con la retórica y la ideología” (Arias 2001: 16; refiriéndose a Kellner).

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Hamet, se conoce también por dos sobrenombres, Hamete y el Xarife30. Los dos hermanos, “siendo doctos en letras Aráuigas, abrieron estudio, y enseñauan moços” y así “ganauan largo, y tenían fama en la comarca” (Jovio 1568: f. 217r), hasta que su padre Zidamet les aconsejó que “para ver mundo, y conocer costumbres, de naciones estrangeras, fuessen en romería a Arabia, a adorar el sepulcro de Mahoma, en Meca, y en Talnabi” (Jovio 1568: fol. 217r y v). Los hermanos van a Cairo, Jerusalén y Constantinopla, luego se vuelven a África, y están algunos días en Túnez, donde se toman amistad “con los señores Árabes” y determinan “ejercitar las armas” juntándose “con los vagabundos Alárabes, que en África (sin tener morada cierta) andan de vna parte a otra, dende el Nilo, hasta el mar de Canaria, y hazen que los reyes les paguen tributo, y a los que no quieren su venal amistad, házenles guerra, como a este tiempo passaua, en que con grandes fuerças, hazían guerra a Bucentufo rey de Marruecos” (Jovio 1568: fol. 217v). Juntos con los hermanos, “los Alárabes ganaron a Marruecos y hizieron rey, a Mahomad el mayor de los hermanos” mientras que el menor, ahora llamado Hamete Xarif, gana para sí Sufa y Tarodenta (Jovio 1568: fol. 217v). Los detalles del elogio, ya ahistóricos, ahora se confunden entre sí: el Xarife le tiene envidia a su hermano Mahomad, le quita el reino de Marruecos y luego, con “cudicia insaciable, puso los ojos en el reyno de Fez y vsando de sus engaños, y dichosas armas, venció al rey Muley Hamet y echólo del reyno” (Jovio 1568: fol. 218r). El autor parece olvidarse de que el mismo Muley Hamet es el único en esta historia que tiene por sobrenombre el Xarife. No haciéndose caso del salto ilógico, sigue a contar que, después de la victoria, el mismo Xarife desea “ganar gloria de justiciero, virtuoso y humano” y “usó de la victoria” para mandar que Muley Hamet se hiciera rey de Marruecos “aunque lo tenía vencido, y poco antes era su enemigo” (Jovio 1568: fol. 218r). La figura de Muley Hamet, con sobrenombre Xarife, se ha desdoblado en dos personajes, uno con el nombre y el otro con el sobrenombre, se ha vencido a sí mismo, se ha tomado simpatía, y se ha quedado con el reino de Fez (como Xarife) y con el de Marruecos (como Muley Hamet). Este salto ilógico se puede explicar con la tradición de llamar Xerife a, como dice otro historiador contemporáneo cervantino, Diego de Haedo: “todos los parientes de Mahoma” (Haedo 1612: nota 20). No obstante, Jovio no ha presentado, ni va a presentar, en este texto de sólo tres páginas, a otro Xerife. Descuidos similares son frecuentes en las Historias de la época, en cuyos enredos detallados y múltiples Xerifes uno puede, fácilmente, marearse. Pero en un texto corto, como este elogio, se nota el salto sorprendente. El Xarife sigue a ganar reinos y el elogio termina con otro rey vencido, Muleboazón, “herido, y ciego del ojo derecho” huyéndose a “pedir socorro al Emperador”. Les avisa a “nuestros príncipes” que se cuiden que “con tiempo no passe a España, a conquistar el Reyno de Granada” porque “si el Xarife quisiesse passar a España, a hazer guerra por estender su ley, se juntaría con él multitud infinita de Moros, y Alárabes” aunque “en fin él es ya viejo de ochenta años, y aunque está rezio, y fresco, y vsa mucho leche de camellos, su hado lo consumirá, o Dios no permitirá que passe a España, y si passare salir le an al encuentro los Españoles (soldados verdaderos) vsados a vencer valerosamente en toda la redondez de la tierra, los quales lo matarán, o lo prenderán” (Jovio 1568: fol. 218v). En su prólogo, el traductor Baeza ya había advertido al lector que “aunque en este libro se dize hado y fortuna son palabras que se vsan, sin que el que las dize dexe de entender que no ay fortuna ni hado, sino que todo se gouierna por la infinita prouidencia y voluntad de DIOS nuestro señor” (Al

30

El narrador cervantino le dice al lector que la pintura de Sancho Panza lleva rótulo de dos sobrenombres, Panza y Zancas que “le llama algunas veces la historia” (Jovio 1568: I, 9, 84).

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lector). Aquí en el elogio de Muley Hamet, Baeza traduce fielmente el “hado” de Jovio, luego añade la frase sobre la prevención de la voluntad divina31. En breve, Jovio inventa al padre apócrifo Zidamet, llena la historia de los dos hermanos con detalles mínimos e íntimos, mezclados y confundidos ilógica y ahistóricamente al alzar, narra una vida de estudios convertida en una de guerra –cuyo paralelo se puede leer en la de don Quijote, una vida de lecturas que se convierte en la del caballero andante–, y termina con el reto de un viejo de ochenta años, todavía recio y fresco gracias a la leche de camellos, que puede pasar y retomar a Granada. Literariamente, lo atractivo del desafío final para el público español de la época es obvio, y conexiones entre Cervantes y los Elogios de Jovio no son difíciles de entablar. El 25 de febrero de 1577, Rodrigo de Cervantes, padre del autor, le otorgó al jurista/traductor Gaspar de Baeza su poder para cobrarle 800 ducados al licenciado Pedro Sánchez de Córdoba32. Baeza era el glosador de las leyes de deuda y deudores, un tema importante a Cervantes, y también escribió las reformas de la disciplina militar, de castigos para desertores, y de eliminación de exenciones legales de jugadores, ladrones y locos33, todos temas predilectos de las obras de Cervantes. Cervantes y Baeza compartían un amigo en Pedro de Padilla34, y el librero Francisco de Robles en cuya casa se vendía la Primera parte del Quijote también había imprimido las obras póstumas de Baeza, a pedido de su hermano, Melchor de Baeza (Pérez Pastor 1897: I, 296, n. 1)35. Varios poemas incluidos en varias ediciones de los Elogios son del poeta Andrés de Angulo; Cervantes se refiere a Angulo el Malo en Don Quijote (Cervantes 1987: II, 11) y en el Coloquio de los perros, y se lo ha identificado como Andrés de Angulo representante de comedias pero vale notar que en la novela ejemplar el amo de Berganza en el momento de la referencia es un poeta, y que Berganza señala también a “otro Angulo, no autor, sino representante” (Sieber 1997: vol. 2, 353). Al parecer, entre Jovio y Cervantes también existen nexos, aunque a distancia del tiempo cronológico de sus vidas respectivas, en la forma de amistades con la familia Colona: los dos dedican obras a los Colona36. Los dos también gustaban de los libros de caballerías, y hay un cuento de Jovio y su amigo Ariosto, durante una visita de Carlos V a Mantua, que observa el paseo de gente en la plaza mientras comparaban a una y otra persona con los personajes de Orlando furioso37. Un amigo de Cervantes, Luis Cabrera de Córdoba, comenta varias veces en su Historia para entenderla y escribirla al italiano Jovio, aunque no comparte 31

En el latín de Jovio, se lee: “Sed plane senem octogenarium quanquam viridi calidum senecta, & assidue camelino lacte utentem, aut sua proculdubio absument fata, aut superi ab hispania avertent, aut veris armatisque militibus ubique terrarum egregie vincere essuetis, trucidandum vel vinciendum objicient” (Jovio 1575: 384). Cabrera de Córdoba dedica el Discurso XXVII de su Historia para entenderla y escribirla al uso de la palabras Fortuna, hado, caso, suerte (Cabrera de Córdoba 1611: 144-148); admite el uso de fortuna para “sinificar la mudança de las cosas desta vida en los hombres en bien o en mal, y el caso en los animales, porque no se le halla alguna razón, como a la fortuna” (Cabrera de Córdoba 1611: 144-5) y ofrece la definición de Santo Tomás por hado: “ordenación de las causas para los efetos diuinamente ordenados por Dios, que conoce todas las cosas eternalmente” (Cabrera de Córdoba 1611: 146). Así que en 1568, Baeza desdecía el vocablo hado que luego, para Cabrera de Córdoba en 1611, se podía justificar a base de una lectura apostólica. 32 El documento es el número 13 del primer tomo de Pérez Pastor (Pérez Pastor 1897). 33 En la dedicatoria a De deudor..., escrita por su hermano, se lee: “Militarem disciplinam reformasti, milites desertores iuxta iuris Romani normam puniri mandasti aleatores latrones ac fures eliminasti [...]” (Dedicatoria de Rodericus Beatius a don Petro de Deça) (Baetivm 1570). Hay una edición digital mantenida por la Junta de Andalucía en www.juntadeandalucia.es, y la cita proviene de la página 5 de esta edición. 34 Fernández de Navarrete 2005: párrafo 141: Eisenberg 2002: El nombre de Padilla figura un buen número de veces en la lista de textos que Eisenberg encuentra mencionados, referidos, comentados, etc., en las obras de Cervantes. 35 . La poca información biográfica que hay sobre Gaspar de Baeza dice que nació en 1540 y murió en el último tercio del siglo XVI, posiblemente en 1570. Este último se desdice por el documento 13 de Pérez Pastor, que indica que vivía aún en 1577, aunque el Privilegio del tratado sobre las leyes de deuda y deudores le otorga a Rodrigo de Baeza los derechos a la publicación del texto de su hermano “ya defuncto” (Pérez Pastor 1897: I, 296, n. 35). No he podido resolver la contradicción. 36 Cervantes le dedica su Galatea a Ascanio Colona, y Jovio le dedica su Dialogue Concerning Men and Women Flourishing in Our Times a su hermana, Vitoria. 37 Lo relata Zimmerman en su página 112.

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la misma opinión en su favor que se lee en los prólogos del traductor Baeza, y hay varios otros elementos temáticos que también conectan los textos38. En cuanto a la insistencia en la palabra historia, a lo largo del siglo XVI, había quejas sobre la representación de los españoles por historiadores italianos: Fernando de Herrera comenta el verso “el osado español” de Garcilaso con una larga arenga en contra de ellos, nombrando a Jovio entre otros (Gallego Morell 1972: pág. 552, n. H-716). Jiménez de Quesada le acusa a Jovio de no contar la verdad y de una escasez intencional de datos: “la causa sospechosa d'estar algunos libros del Jobio tan abrebiados” (Gallego Morell 1972: 80), que atribuye al odio de los italianos por la “nación española”39; leemos de Cide Hamete que es “autor arábigo, siendo muy propio de los de aquella nación ser mentirosos; aunque, por ser tan nuestros enemigos, antes se puede entender haber quedado falto en ella que demasiado” (Sabor de Cortazar / Lerner 2005: I, 9, 160). Frente a las quejas de sus contemporáneos sobre la perspectiva injusta de los historiadores italianos, Cervantes se propone uno enemigo y mentiroso, sólo para insistir socarronamente en la verdad de su historia40, tal como Jiménez de Quesada insiste en la verdad de su versión frente a la de Jovio. Jiménez de Quesada le discute a Jovio muchas menudencias de sus historias, inclusive haberlo llamado “Hamete” a un “Cara Hacén” (Frankl 1963: 322)41, y haberlo llamado padre a otro que no lo fue, sino padrastro42. Trastornar uno que otro nombre es algo muy común en las historias de la época, y en la obra de otro historiador contemporáneo cervantino, Diego de Haedo, encontramos a otra figura de nombre parecido al historiador arábigo cervantino: Cid Amet Benelcadi, nombrado como hijo heredero del rey de Cuco, dado “por rehenes” a la edad de quince años al rey de Argel Asán Agá43. Es la única mención de Cid Amet Benelcadi en el texto, y no se sabe más de él44. Jiménez de Quesada también habla de un Cide Benalchade, pero sin el Amet en medio y, en vez de hijo dado en rehenes, el suyo fue un capitán de Horuchi Barbarroja (Frankl 1963: 317)45. Para Jovio, su nombrado Hamete Alarabe fue

38 En el elogio de Hernán Cortés, leemos de dos “Mexicanos” armados caballeros por el Papa Clemente (Jovio 1568: f. 198); entre los libros del ventero Juan Palomeque en Don Quijote (Cervantes 1987: I, 32), se encuentra la Historia del Gran Capitán Gonçalo Hernández de Córdova que se cree ser una edición con un elogio de Jovio, a todo parecer el del traductor Baeza; las fiestas palaciegas del elogio de Ipólito de Médicis se parecen en mucho a las de los duques. 39 Capítulo segundo, titulado “De cómo entre las otras naciones que aborreçen y están mal con el ynperio de los españoles es la naçión ytaliana, y la causa dello, y de algunos presupuestos qu'es menester para entender al Jobio [...]” (Gallego Morell 1972: 27 y ss.). 40 Según Close, “Around 1600, moriscos were despised [...] So, in a kind of merry variant of the traditional paradox, Cervantes claims his story to be a scrupulously true history written by a member of a race of liars” (Close 2000: 151).: 41 “Y agora se dará de los yerros del Jobio acerca de lo que quenta del mismo Harradín... Porque después de rrey se bido sin el rreyno y echado d'él, y perseguido de vn Cara Haçén, su capitán (y no Hamete como nuestro autor lo llama), ni alárave tanpoco, porque no lo hera [...]” (Frankl 1963: 322). Las menudencias que Jiménez de Quesada discute con Jovio suelen ser la falta de una fecha, o un número equivocado de naves, o el quejarse del saco de una ciudad porque “como si hubiese cosa más sabida en la guerra que los sacos” (Frankl 1963: 220) y “Como si fuera algún gran mal, en un saco de un pueblo, tomado por fuerza de las armas (en este propósito de la guerra habla), tomar todo el provecho que se les biniese a las manos. Pues por eso se llama saco [...]” (Frankl 1963: 455). 42 “[…] el qual Mahomedín, saliendo después buen moço, y estando en edad para ello, se bino a bibir a Meteleno y hizo su asiento en la çiudad de Bonaba, y allí se casó con vna biuda christiana, avnqu’él hera turco, que avía sido muger de un saçerdote griego llamado Alejandro, y avn ten'ia hijos d’este saçerdote, que el Jobio haçe padre y yo padrastro” (Frankl 1963: 316). 43 “ […] y finalmente dando a un hijo suyo heredero por rehenes, que era de edad de quince años, que se llamaba Cid Amet Benelcadi” (Haedo 1612: 62). 44 Tanto Haedo como Jovio tenían su información de fuentes de cautivos y soldados para sus Historias aunque, como he dicho, en los Elogios Jovio no se limitó a estos informes. 45 Según Wolf, durante los años 1520 a 1530, el jeque de la tribu Koukou era Ben-al-Kadi, otra variante posible del nombre Benalchade (Jovio) y Benelcadi (Haedo). La Koukou con Ben-al-Kadi se juntaron con los tunecinos para ganar a Argel, pero el jeque Ben-al-Kadi murió a manos de los de Kheir-el-din (Haradín Barbarroja). Wolf dice tomar la información del historiador español “Marmols” que es Luis de Mármol Carvajal. Después de la derrota, la tribu Koukou le manda a Kheir-eldin la cabeza de Ben-al-Kadi, pidiéndole paz (Wolf : 1979: 14-15). Otro historiador J. Morgan, escribiendo en el año 1731, dice que Aben al Cahdi fue rey de Cucco, y jeque de los Zwouwa; dice tomar la información de varias fuentes, inclusive de

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enemigo de Horuchi Barbarroja y fue éste que venció a Bençayde “señor más principal que todos los señores Alárabes”46. Frente a los múltiples descuidos no intencionales de las fuentes históricas, la apropiación cervantina del padre apócrifo Zidamet, de un texto explícitamente ahistórico, para hacer de él un autor apócrifo de un texto en cuya veracidad histórica se insiste a lo largo del mismo a la vez se la destruye con críticas e insinuaciones malévolas de otras voces, no del todo identificadas, es una muestra rica del Quijote como texto compañero de las polémicas preceptistas sobre historias, crónicas, y verdades que, Cervantes nos dice en otro lugar, también incluían discusión en cuanto a la verdad de los Elogios. Su contemporáneo Cabrera de Córdoba define elogio: “breve plática o narración con alabanza” que “tiene dificultad en hacerse bien” y que se hace “solamente a los capitanes generales y personas gravísimas” (Córdoba 1611: 108), pero un biógrafo de Jovio señala que él no seguía este modelo griego de eulogia sino otro, a base del uso legal de los romanos, para quienes elogium significaba lo que para nosotros sería una ficha delictiva (Zimmerman 1995: 206). No es difícil pensar en don Quijote conforme este patrón, que tiene también conexión obvia con las Novelas ejemplares, donde Cervantes ofrece su propio elogio, escrito supuestamente por un amigo, que se conforma en todos aspectos al modelo de los jovianos, hasta con mención del retrato47 que se hubiera necesitado para ser incluido en el museo y los elogios del historiador italiano48. Como Jovio en los Elogios, Cervantes empieza con un demostrativo que liga retrato y escrito: “Éste que véis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, etc.”, luego añade su propio comentario preceptista: “porque pensar que dicen puntualmente la verdad los tales elogios, es disparate, por no tener punto preciso ni determinado las alabanzas ni los vituperios” (Jovio 1568: Prólogo al lector, pp. 51)49. El mismo modelo pero con versos irónicamente laudatorios se encuentra al final de la Primera parte de Don Quijote, en dos sonetos de los académicos de la Argamasilla, uno a Dulcinea: “Ésta que veis de rostro amondongado, / alta de pechos y ademán brioso” (Jovio 1568: 451, vv.1-2) y otro a Sancho Panza: “Sancho Panza es aquéste, en cuerpo chico/ pero grande en valor, ¡milagro estraño!” (Jovio 1568: 453, vv.1-2)50. Donde Jovio ficcionalizaba uno que otro detalle sobre un retrato concreto, Cervantes tomó el próximo paso hacia la ficción. Pintaba, verosímilmente históricos, con puntos precisos y determinados, en prosa y en verso, las Mármol y de Haedo. Todos los historiadores de esta época se discuten entre sí los faltos de deletrear mal los nombres y de confundir lugares. 46 Junta de Andalucia: Libro XXXIII, cap. 1. Mármol Carvajal, quien como Jovio tomó su información de cautivos, y quien como Cervantes era cautivo, está de acuerdo con la versión joviana: en su texto, el Xeque Ben el Cadi era “rey del Cuco [...] hombre noble [...] a quien Horux Barbarroja mató” (Mármol Carvajal 1573: I, V, 222r). Se conserva un ejemplar de 3 tomos en la NYPL; los primeros dos contienen los seis libros de la Primera parte de 1573 y el tercero, publicado en 1599, cinco de los seis libros prometidos como Segunda parte. 47 El amigo cervantino pintor del retrato fue, supuestamente, Juan de Jáuregui, aunque Sieber se refiere estudios de F. Rodríguez Marín y de Enrique Lafuente Ferrari que desdicen la probabilidad de la existencia “real” del retrato (Sieber 1997: I, : 50, n. 9). 48 Baeza señala que “solamente professa Paulo Iouio escriuir de aquellos caualleros cuyos retratos tenía al biuo pintados en su Museo. De tal manera que ningún gran rey, ni famoso cauallero de ninguna nación se puede quexar de no estar aquí, si su retrato no estaua enel Museo [...] Y assi aunque demás de tantos príncipes y caualleros Españoles como aquí ay, merecían generosíssimo y exagerado Elogio los antiguos reyes de Castilla, por su admirable valor y virtud, y infinitas victorias, (ganadas con belicosa mano y ánimo sin pauor, contra infinita multitud de Bárbaros) no están aquí los reyes del tiempo antiguo, porque no creo que ay enel mundo quien tenga sus retratos..." (Al lector). 49 Paralelamente, después de presentar a Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo, y al retomar la historia de la batalla entre don Quijote y el vizcaíno, Cervantes empieza con la pintura en el cartapacio, que describe en detalle aunque en el pasado y sin los demostrativos, diciéndole al lector lo que “estaba en el primer cartapacio” y los títulos que tenían las figuras escritas a los pies, para terminar negándole información de la pintura: “otras algunas menudencias había que advertir, pero todas son de poca importancia y [que] no hacen al caso a la verdadera relación de la historia” (Jovio 1568: I, 9, 159). 50 También se mencionan “elogios” en el Prólogo al lector de Don Quijote, cuando el amigo de Cervantes le aconseja no preocuparse por los “sonetos, epigramas o elogios” que le faltan para su libro, porque puede inventarlos o pedírselos a “algunos pedantes y bachilleres” (Jovio 1568: 10).

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alabanzas de los elogios, y los vituperios de las fichas delictivas de sus entes ficticios. Debemos ver los Elogios de Jovio como una parte del tejer intricado de las obras cervantinas, y como un eslabón entre los géneros de historia y novela.

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