LAS PROPOSICIONES SUBORDINADAS ADJETIVAS

Unidad 5 de 2º de Bachillerato Lengua Castellana y Literatura Contenidos -Las proposiciones subordinadas adjetivas. -Las proposiciones subordinadas ...
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Unidad 5 de 2º de Bachillerato

Lengua Castellana y Literatura

Contenidos -Las proposiciones subordinadas adjetivas. -Las proposiciones subordinadas adverbiales. -La narrativa del siglo XX hasta 1939.

LAS PROPOSICIONES SUBORDINADAS ADJETIVAS. Las proposiciones que realizan la misma función que un adjetivo que acompaña a un nombre, es decir, la función de adyacente o complemento del nombre, son las proposiciones subordinadas adjetivas. Ejemplos: El restaurante donde estuvimos ayer es demasiado caro. Prop. Sub. Adj. (Adyacente de ―restaurante‖) Ayer vimos a los amigos con los que fuiste a esquiar. Prop. Sub. Adj. (Adyacente de ―amigos‖) No conozco a las personas cuyo hijo nos presentaste. Prop. Sub. Adj. (Adyacente de ―personas‖) Ahí venden el helado de chocolate que tanto te gusta. Prop. Sub. Adj. (Adyacente de ―chocolate‖)

También son llamadas proposiciones subordinas de relativo porque sus nexos son los pronombres relativos (que, cual, quien), el determinante relativo (cuyo) y los adverbios relativos (como, donde y cuanto). Para reconocer el nexo de una subordinada, hay que sustituirlo por el cual, la cual, lo cual, los cuales o las cuales. Ejemplos: El restaurante donde estuvimos ayer es demasiado caro. El restaurante en el cual estuvimos ayer es demasiado caro.

Ayer vimos a los amigos con los que fuiste a esquiar. Ayer vimos a los amigos con los cuales fuiste a esquiar.

Ahí venden el helado de chocolate que tanto te gusta. Ahí venden el helado de chocolate el cual tanto te gusta.

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Los nexos, además de la función de nexo, realizan otra función sintáctica distinta dentro de la proposición subordinada adjetiva. En los ejemplos anteriores: -donde es complemento circunstancial de lugar de ―estuvimos ayer‖; -con los que es complemento circunstancial de compañía de ―fuiste a esquiar‖; -cuyo es determinante de ―hijo‖; -que es sujeto de ―tanto te gusta‖. Éstos son los nexos de las subordinadas adjetivas: NEXOS

FUNCIÓN EN LA PROPOSICIÓN SUBORDINADA

QUE

Todas las funciones.

CUAL, CUALES

Todas las funciones.

QUIEN, QUIENES

Todas las funciones.

CUYO, CUYAS, CUYOS, CUYAS

Determinante de un sustantivo.

COMO

Complemento circunstancial de modo.

CUANTO

Complemento circunstancial de cantidad.

DONDE

Complemento circunstancial de lugar.

CUANDO

Complemento circunstancial de tiempo.

Hay dos clases de subordinadas adjetivas, las adjetivas especificativas y las adjetivas explicativas. Las especificativas aclaran a qué nos referimos: El coche que está aparcado junto al portal pierde aceite: ―que está aparcado en la acera‖ es especificativa porque indica a qué coche en concreto nos referimos, es decir, diferencia a ese coche de todos los demás que también están aparcados. El coche, que está aparcado junto al portal, pierde aceite: ―que está apartado junto al portal‖ es explicativa porque nos da un dato innecesario sobre el coche, ya que aquí sí sabemos de qué coche estamos hablando. Como se observa en los ejemplos, las explicativas van entre comas.

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LAS PROPOSICIONES SUBORDINADAS ADJETIVAS ANTECEDENTE O ADJETIVAS SUSTANTIVADAS.

SIN

Como su nombre indica, son subordinadas adjetivas que carecen de antecedente, porque no es necesario especificarlo: No me convence lo que defiendes. Prohibieron pasar a los que llegaron tarde. Quien no tenga nada nuevo que añadir, que se calle. Le dio en que pensar (le dio algo en que pensar). Su función se analiza como las de las sustantivas: No me convence lo que defiendes. Subord. Adj. sin antecedente (Sujeto) Prohibieron pasar a los que llegaron tarde. Subord. Adj. sin antecedente (C.I.) Quien no tenga nada nuevo que añadir, que se calle. Subord. Adj. sin antecedente (Sujeto) Le dio en que pensar (le dio algo en que pensar). Subord. Adj. sin antecedente (Complemento de régimen preposicional o suplemento) Sin embargo, la función del nexo se analiza como en las adjetivas: No me convence lo que defiendes. "Lo que": C.D. de "defiendes". Prohibieron pasar a los que llegaron tarde. "Los que": sujeto de "llegaron". Quien no tenga nada nuevo que añadir, que se calle. "Quien": sujeto de "tenga". Le dio en que pensar (le dio algo en que pensar). "Que": C. D. de "pensar".

ORACIONES SUBORDINADAS SUSTANTIVAS Y ADJETIVAS PARA ANALIZAR: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.

Después de aquel año cuando llovió en verano se apasionó por las olas. Todos se preguntaron cómo pudo evitar aquel riesgo. Nadie que se viera en aquel espejo ignoraba su auténtica alma. Giraron muy fuerte alrededor de la fuente donde lucían los pequeños sapos. La ciudad no parece terminar nunca. Mira dónde pones la manos. Hablamos siempre de quien menos nos importa. Me acerqué a la ventana cuyo vano invitaba al aire. 3

9. Estamos hablando de los amigos con quienes nunca compartes nada. 10. Yo soy lo que el tiempo ha querido. 11. Las avispas zumbaban sobre un gatito negro, que se acurrucaba entre las hojas. 12. El agua brillaba del modo como lo haría el oro en el fuego. 13. Los chiquillos, cuyas manos cazaban los higos al vuelo, volaban de rama en rama. 14. Con los pies descalzos pisaban el campo donde los terrones resecos cortaban la piel. 15. Ignoro dónde está el paquete de cigarrillos. 16. Al que apareció primero le permitieron cruzar la puerta. 17. A cualquier hora cuando no trabajes escribe tus reflexiones sobre el asunto. 18. Desde el suelo, que estaba reblandecido por el estiércol, contemplaba los pájaros. 19. Los domadores, de quienes se alejaban los caballos sudorosos, se calentaban en la hoguera del patio. 20. Perdió el sombrero de quien dormía en su casa.

LAS PROPOSICIONES SUBORDINADAS ADVERBIALES. Las subordinadas adverbiales son un conjunto de proposiciones que se agrupa bajo este nombre porque algunas equivalen a un adverbio y otras realizan la función de complemento circunstancial. Pero varias de las proposiciones incluidas en este grupo no cumplen ninguno de estos dos requisitos. Por este motivo, se distinguen dos tipos de subordinadas adverbiales: -Subordinadas adverbiales propias: 

son las subordinadas de modo, tiempo y lugar;



pueden ser sustituidas por un adverbio de modo (así, bien, mal…), tiempo (ahora, antes, luego…) y lugar (allí, aquí, encima, enfrente…);



su función es la de complemento circunstancial de modo, tiempo y lugar;

-Subordinadas adverbiales impropias:   



son las subordinadas causales, consecutivas, finales, concesivas, condicionales y comparativas; las causales y finales cumplen la función de complemento circunstancial de causa y de finalidad respectivamente; las causales, concesivas y condicionales expresan distintos tipos de causa: la causa porque algo ocurre (causales); la causa por la que algo no debía de suceder, aunque acaba sucediendo (concesivas); la causa sin la cual no tendrá lugar un hecho (condicionales); pero sólo las causales se analizan como complemento circunstancial de causa; las finales y consecutivas expresan distintos tipos de efecto o consecuencia: la consecuencia real de una acción (consecutivas); la consecuencia que se pretende obtener al hacer algo (finales).

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SUBORDINADAS ADVERBIALES

DEFINICIÓN

NEXOS

De lugar

Indican un lugar relacionado donde (puede ir precedido de con la acción de la oración de preposición: a, de, desde, que dependen. hacia, hasta, en, por)

De modo

Explican de qué manera se como, como para, según, realiza la acción de la según y conforme, como si proposición de la que dependen. sin + infinitivo

De tiempo

Se refieren a una acción que sucede antes de, simultáneamente a o después de la acción de la proposición de que dependen.

cuando, mientras, a medida que, conforme, según, una vez que, tan pronto como, apenas, no bien, antes de que, entretanto, después de que, conforme, tan pronto como, según, etc.

al + infinitivo tras + infinitivo antes + infinitivo después de + infinitivo

Causales

Exponen el motivo o causa por que se produce la acción de la proposición de la que dependen.

porque, pues, ya que, puesto que, que, supuesto que, como, en vista de que, visto que, como quiera que, por razón de que, de tan… como/que (no se supo nada, de tan en secreto como se llevó), de tanto como/que, de lo que, de…lo que (llegó cansado de lo mucho que anduvo)

por + infinitivo a fuerza de + infinitivo de + infinitivo (de tanto hablar, se quedó ronco)

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SUBORDINADAS ADVERBIALES

DEFINICIÓN

NEXOS

Consecutivas

Expresan el efecto o de manera que, de modo consecuencia de la acción de que, conque, luego, así es la proposición de la que que, por consiguiente, por dependen. (lo) tanto, así, de tal modo que, en grado tal, de tal manera que, hasta el punto de que, de suerte que, de tal suerte que -tal… que (le echó tal bronca que lo dejó mudo) -de un…tal, que (era de un color tal, que no verás otro igual) -tan…que -tanto y tan…que -tanto…que -que (se puso que no había quien lo aguantara) -hasta + infinitivo

Finales

Aclaran con qué intención se realiza la acción de la proposición de la que dependen.

para que, a que, que (entra que veas lo que hemos hecho), a fin de que, con el objeto de que, con el fin de que, con la intención de que, con vistas a que a + infinitivo para + infinitivo a fin de + infinitivo con vistas a + infinitivo con el objeto de + infinitivo

Condicionales

Presentan una condición sin la cual no puede cumplirse la acción de la proposición de la que dependen.

si, a condición de que, en el caso de que, cuando (cuando ha venido, tendrá alguna razón), a menos que, como (como me diga algo, me voy), en el supuesto que, siempre que, con tal (de) que, sólo con que de + infinitivo (de habértelo dicho, te hubieras enfadado)

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SUBORDINADAS ADVERBIALES

DEFINICIÓN

NEXOS

Concesivas

Plantean una dificultad para que se realice la acción de la proposición de la que dependen, pero no evitan que se cumpla.

a pesar de que, aunque, aun cuando, cuando (me dieron un billete, cuando yo había pagado por dos), si bien, aun si, así (no vendrá así se lo pidas de rodillas), siquiera sea, por más que, mal que, con lo…que (con lo rica que está la comida, a nadie le gusta) a pesar de + infinitivo por…que (por mucho que grites, no te escuchará) con + infinitivo (con llegar temprano, no consiguió entrar antes) aun + gerundio

Comparativas

Establecen una comparación entre la cualidad de un elemento de la principal y otro de la subordinada. Pueden ser de igualdad (la cualidad comparada es igual en las dos proposiciones), de inferioridad (la cualidad comparada es menor en la principal que en la subordinada) o de superioridad (la cualidad comparada es mayor en la principal que en la subordinada).

Igualdad: tan…como/cuanto tanto… como/cuanto tanto, tanta, tantos, tantas… como/cuanto igual que igual que si igual de…que Inferioridad: más…que más…de (lo que) más de (lo que) mejor que mayor que Superioridad: menos…que menos…de (lo que) menos de (lo que) pero que menor que

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Observaciones sobre los nexos que y como Cuando el nexo es que o como, es fácil distinguir si la proposición que sigue al nexo es causal, pues en estos casos el nexo puede sustituirse por porque: -Como no llegabas, me marché: porque no llegabas, me marché. -No se lo digas dos veces, que te va a decir que sí: no se lo digas dos veces, porque te va a decir que sí. Cuando el nexo es como, para comprobar si introduce una subordinada adverbial condicional, lo sustituimos por si (y cambiamos de modo el verbo si es necesario): -Como me enfade, no te va a agradar lo que te diga: si me enfado, no te va a agradar lo que te diga. Nota: para elaborar la tabla anterior se ha consultado el manual Lengua española. C.O.U., de Fernando Lázaro Carreter y Vicente Tusón, editado por Anaya.

ORACIONES SUBORDINADAS ADVERBIALES PARA ANALIZAR: 1. 2. 3. 4.

Recuerda mis instrucciones para que después no tengas problemas. Tiene tantos libros que no le caben en las estanterías. Se ponía tan serio que impresionaba a todo el mundo. Hoy estoy más tranquilo que ayer.

5. Pase lo que pase, yo seguiré adelante. 6. Si quieres este libro, te lo puedo presentar.

7. Como te gusta tanto el arroz con leche, te he preparado un buen plato. 8. No te enfades, que todo ha sido una broma. 9. Todo ha sido una broma, así que no te enfades. 10. Lo vi tan distraído como me imaginaba. 11. Pienso, luego existo. 12. Isabel tiene tantos libros como su amigo. 13. Estuvo escondido todo el tiempo donde menos esperábamos. 14. Hoy está de mal humor, conque ten cuidado. 15. Aunque hace frío, iremos de excursión. 16. Por mucho que insista, nadie le hará caso.

17. El resultado fue tal como se esperaba. 18. No te vayas todavía, que me quedan horas con alma. 19. No me gusta el precio ni la calidad; por tanto, no lo voy a comprar. 20. Tiene más virtudes que defectos. 21. Todo irá sobre ruedas, con la condición de que no suban los precios. 22. Sea como sea, me gustaría que vinieras.

23. Con el objeto de que no me olvides, te obsequiaré con un cero. 24. Hablaba tan deprisa que no se le entendía ni una palabra. 8

25. Ha hablado tan claro como lo permitía el tema. 26. Al cambiar las tuercas, vi dónde estaba el fallo. 27. Estoy tan cansado de los atascos, que este fin de semana me quedo en casa. 28. Contestó tantas preguntas cuantas le formularon. 29. Todos compramos tantas cosas como nos permiten nuestros ingresos. 30. Es tal la contaminación que habría que salir a la calle con careta antigás. 31. Como el profesor se hace un lío con facilidad, suspendemos con tranquilidad. 32. Mi amiga ha viajado por donde nadie imaginaba. 33. Habla que te entienda bien. 34. Este chico es más simpático que su amigo. 35. Dado que el fútbol profesional no está a nuestro alcance, soportaremos la sintaxis. 36. Cocina el pescado como si yo soportara el veneno. 37. Por decir tantas mentiras, ni agua te dan ya. 38. No habría problemas, a condición de que todos fuésemos perfectos. 39. Compraremos una casa nueva, en el supuesto de consigamos ese trabajo.

40. No hay nadie tan preparado como ella. 41. Hay que terminar el trabajo hoy, que mañana es ¡selectividad! 42. Te llevaré en mi coche por donde tú me digas. 43. Aquel perro era tan grande como el tuyo. 44. Primero come y, cuando acabes, ayúdame a encolar las patas de la silla. 45. Este deportista corre igual que vuela un pájaro. 46. Ya que no me duelen las muelas, el que grita debe ser el vecino. 47. Para no quedarse sin coleta, compró una caja de chinchetas. 48. Yo sé que tú vives donde vivo yo. 49. Mi hermana camina tal como tú la has descrito. 50. Vive tan despreocupadamente como todos los de su familia. 51. Sólo me quedo por mentirte un poco. 52. Lo he pensado mucho por molestar lo menos posible. 53. Este verano lo volveremos a pasar donde estuvimos el año pasado. 54. Por más que te acompañe tu socio, no te recibirán. 55. Digan lo que digan, yo sigo teniendo confianza en él.

56. La película, según me parece a mí, debió acabar una vez sacadas las entradas. 57. No por mucho madrugar amanece más temprano. 58. No me lleves al cine con el objeto de que te invite. 59. Por decir la verdad, metiste la pata hasta el final. 60. No me rasqué la nariz, puesto que ésta se había emancipado. 61. Márchate en cuanto oigas la señal. 62. Leímos el libro sin olvidar que siempre podríamos quemarlo. 63. Como este gallo no canta, algo tendrá en la garganta. 64. A saber el color de tus ojos vengo. 65. Como no queremos que nos molesten, cargaremos las pistolas. 9

66. Colócate donde pueda verte. 67. Colócate en tu sitio, que nadie te confunda con lo que no eres. 68. Tráeme esta tarde el libro, que lo necesito. 69. Duerme pronto, que ya da igual la luna. 70. En cuanto llegues al campamento, olvida que te quise. 71. Vuestros exámenes se corrigen sintiendo el desgarramiento del alma. 72. Pasan el tiempo contando chistes. 73. De haberlo sabido, habría hablado antes. 74. Con que lo diga ella, se hará inmediatamente.

75. Según me dijo mi padre, sólo la policía le impidió librarse de mí. 76. Lo haremos sin disimular nuestro horror. 77. Nos marcharemos a lugares adonde nadie haya ido. 78. Estando en la fiesta, se sintió enfermo. 79. Mi amigo se dirigió a donde tú sabes. 80. Todavía se encuentra muy lejos el pueblo adonde vamos. 81. Resuelto ya el problema, no merece la pena dudar. 82. A fin de que me quieras, te regalaré mis espuelas. 83. Todos se acercaron a donde estaba el primer ministro. 84. Tras ver la película, me explicarás lo que te ha parecido. 85. Sintiendo un gran miedo, comienzo la clase. 86. No lo vuelvo a explicar para que no sepáis más que yo. 87. Como sigamos sin lluvia, peligrará la cosecha. 88. Aun cuando le cueste mucho esfuerzo, debe seguir yendo a rehabilitación todos los días.

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LA NARRATIVA DEL SIGLO XX HASTA 1939 En esta época se da una reacción contra el Realismo y el Naturalismo, las tendencias de la segunda mitad del siglo XIX, debida a la firme voluntad de innovación de los novelistas jóvenes. Temas y técnicas narrativas de la Generación del 98 Dos circunstancias explican la transformación de la literatura que quieren llevar a cabo los escritores del 98: por un lado, el ambiente de crisis política, económica y moral que se vivía a finales del XIX, tras un siglo de represión política e ideológica y de guerras civiles, ambiente agravado además por la pérdida de las últimas colonias en Cuba, Puerto Rico y Filipinas; por otro, el agotamiento de los temas y formas de la literatura del siglo anterior. Por estas razones, los novelistas del 98 (Unamuno, Azorín, Baroja y Valle-Inclán), proponen una reforma total de las conductas sociales y morales de los españoles. Además, en contra de la reproducción fiel de la sociedad que era el objetivo de la literatura realista, defienden el enfoque subjetivo de la realidad. Los temas predominantes en estos escritores son: 

 

El tema de España, analizado desde una visión subjetiva e individualista, con la finalidad de descubrir el alma de España en el paisaje, especialmente el castellano, en la historia del hombre anónimo (la que Unamuno llamó intrahistoria) y en la literatura del pasado, que los lleva a renovar el interés por escritores como Gonzalo de Berceo, Fernando de Rojas o Miguel de Cervantes. El tema existencial, que abarca desde la angustia por la mortalidad de Unamuno o la obsesión por la caducidad terrenal de Azorín hasta la incredulidad religiosa de Baroja. El aspecto más característico de su técnica literaria es el rechazo de la expresión retórica en favor de la sencillez, la claridad y la precisión léxica. En este sentido, destaca el gusto por los vocablos locales o arcaizantes (las “palabras terruñeras” de Unamuno).

Los novelistas del 98 Ramón María del Valle-Inclán evolucionó desde el Modernismo hasta una creación personal e innovadora: el esperpento. Sus primeras novelas, las Sonatas y el ciclo de La guerra carlista, reflejan el esteticismo (la valoración de la belleza por encima de cualquier otro aspecto de la obra literaria) y los temas modernistas. En 1926 escribe Tirano Banderas, cuyo tema central es la opresión caprichosa y brutal que ejerce un dictador sobre un país hispanoamericano. En esta obra sobresale la reducción de los personajes a caricaturas que será uno de los rasgos más característicos del esperpento. Sus últimas novelas, la trilogía El ruedo ibérico, son un retrato de la corte isabelina del XIX, con una visión amarga y satírica de la realidad española semejante a la de otros escritores del 98. En esta trilogía, la técnica del esperpento le permite a Valle expresar tanto el desprecio como la emoción provocados por ese mundo superficial y tristemente estrafalario de la corte isabelina de mediados del XIX. Miguel de Unamuno se sirve de la novela para presentar de una manera dialéctica, es decir, mediante el enfrentamiento de ideas o perspectivas opuestas, sus obsesiones más íntimas: la preocupación por España y por la existencia, la muerte, la relación entre Dios y los hombres, la eternidad y la nada, la razón y la fe, etc. Estos temas aparecen en sus primeras novelas, como 11

Paz en la guerra (1897) y Amor y Pedagogía (1902), pero sobresalen en Niebla (1914), que da inicio a lo que Unamuno llamaba sus “nivolas”, novelas cuya trama estaba sometida por completo a las inquietudes filosóficas del escritor. En Niebla, la relación ente el hombre y su Creador se plantea a través de la relación entre el protagonista de la novela y el propio escritor, Unamuno. Esta angustia existencial será también el tema de San Manuel Bueno, mártir (1933), historia de un sacerdote que guarda en secreto su drama: la falta de fe. El tema principal de la obra de Pío Baroja es la protesta contra la sociedad, a la que critica por su hipocresía, sus injusticias y su aburguesamiento. Las consecuencias de esta actitud serán:   

Un escepticismo absoluto frente a los aspectos religiosos y éticos del ser humano. Una presencia importante de la acción. El protagonismo de personajes desencantados y cínicos.

Su concepción novelística se basa en la espontaneidad y el antirretoricismo, esto es, el gusto por una expresión clara y directa. Sus novelas nacen del rechazo de una estructura previamente definida o planeada, sino que son escritas día a día, dependiendo de la inspiración u ocurrencias del novelista. En consonancia con esta actitud creativa, su estilo es sencillo, con coloquialismos y párrafos cortos, y las descripciones son breves, con lugares mostrados a partir de un par de rasgos imprecisos y personajes presentados de un modo ágil y con escasos detalles. Entre sus novelas sobresalen Camino de perfección (1902), La busca (1904), Zalacaín el aventurero (1909) o El árbol de la ciencia (1911). José Martínez Ruiz, Azorín, pretende que sus novelas reflejen líricamente lo esencial de la realidad, que para el escritor no es otra cosa que el fluir del tiempo. Sus obras, a pesar de tener intención novelística, se acercan más al ensayo por el escaso desarrollo de su trama: son descripciones de ambientes y personajes sin un argumento central sólido. Sus títulos más conocidos son La voluntad (1902), Antonio Azorín (1904) y Las confesiones de un pequeño filósofo (1904). La novela en el Novecentismo y en el Vanguardismo Se conoce con el nombre de Novecentismo (o Generación del 14) a los autores que suceden a la Generación del 98 y alcanzan su plenitud literaria en la segunda década del siglo XX: Ramón Pérez de Ayala, Gabriel Miró y Ramón Gómez de la Serna. Comparten con el 98 la inquietud por el problema de España, pero rechazan su visión dramática y subjetiva, pues prefieren buscar soluciones a ese problema en los avances ideológicos, filosóficos y científicos de la Europa de su época. Las novelas de Ramón Pérez de Ayala se caracterizan por el tratamiento irónico de algún tema o problema humano fundamental de valores universales, pero situado en escenarios de una realidad de carácter grotesco. Los protagonistas son casi meras ideas dialogantes, abstracciones sin cuerpo ni circunstancias vitales que expliquen su forma de ser. Sus obras más conocidas son Belarmino y Apolonio (1921), Tigre Juan y El curandero de su honra (1926). Las novelas de Gabriel Miró se basan en descripciones construidas por la unión de distintas escenas ambientales y paisajísticas. La acción apenas existe salvo para permitir las descripciones: los objetos y el espacio son los verdaderos protagonistas de sus novelas, hasta el punto de que los personajes y el argumento parecen tener una importancia secundaria. Sus obras más conocidas son Nuestro Padre San Daniel (1921) y El obispo leproso (1925). 12

Ramón Gómez de la Serna convierte la novela en un juego de incoherencias que la aproxima al irracionalismo del arte de vanguardia. Sus novelas carecen de una estructura tradicional: el argumento está plagado de continuas digresiones, juegos, greguerías y exhibiciones de humor e ingenio, sin que se le dedique mayor atención ni a la trama ni a los personajes. Destacan Cinelandia (1923) y El torero Caracho (1927).

TEXTOS DE EL ÁRBOL DE LA CIENCIA, DE PÍO BAROJA

TEXTO I

Tenía Andrés cierta ilusión por el nuevo curso, iba a estudiar Fisiología, y creía que el estudio de las funciones de la vida le interesaría tanto o más que una novela; pero se engañó: no fue así. Primeramente, el libro de texto era un libro estúpido, hecho con recortes de obras francesas y escrito sin claridad y sin entusiasmo; leyéndolo no se podía formar una idea clara del mecanismo de la vida; el hombre parecía, según el autor, como un armario con una serie de aparatos dentro, completamente separados los unos de los otros, como los negociados de un ministerio. Luego, el catedrático era un hombre sin ninguna afición a lo que explicaba, un señor senador, de esos latosos, que se pasaba las tardes en el Senado discutiendo tonterías y provocando el sueño de los abuelos de la Patria. Era imposible que con aquel texto y aquel profesor llegara nadie a sentir el deseo de penetrar en la ciencia de la vida. La Fisiología, cursándola así, parecía una cosa estólida y deslavazada, sin problemas de interés ni ningún atractivo. Hurtado tuvo una verdadera decepción. Era indispensable tomar la Fisiología, como todo lo demás, sin entusiasmo, como uno de los obstáculos que salvar para concluir la carrera. Esta idea, de una serie de obstáculos, era la idea de Aracil. Él consideraba una locura el pensar que habían de encontrar un estudio agradable. Julio, en esto, y en casi todo, acertaba. Su gran sentido de la realidad le engañaba pocas veces. Aquel curso, Hurtado intimó bastante con Julio Aracil. Julio era un año o año y medio más viejo que Hurtado y parecía más hombre. Era moreno, de ojos brillantes y saltones, la cara de una expresión viva, la palabra fácil, la inteligencia rápida.

TEXTO II

Andrés habló de la gente de la vecindad de Lulú, de las escenas del hospital, como casos extraños, dignos de un comentario; de Manolo el Chafandín, del tío Miserias, de don Cleto, de doña Virginia… —¿Qué consecuencias pueden sacarse de todas esas vidas? —preguntó Andrés al final. —Para mí la consecuencia es fácil —contestó Iturrioz, con el bote de agua en la mano—. Que la vida es una lucha constante, una cacería cruel en que nos vamos devorando los unos a los otros. Plantas, microbios, animales. 13

—Sí, yo también he pensado en eso —repuso Andrés—; pero voy abandonando la idea. Primeramente el concepto de la lucha por la vida llevada así a los animales, a las plantas y hasta los minerales, como se hace muchas veces, no es más que un concepto antropomórfico; después, ¿qué lucha por la vida es la de ese hombre, don Cleto, que se abstiene de combatir, o la de ese hermano Juan, que da su dinero a los enfermos? —Te contestaré por partes —repuso Iturrioz, dejando el bote para regar; porque esas discusiones le apasionaban—. Tú me dices, este concepto de la lucha es un concepto antropomórfico. Claro, llamamos a todos los conflictos luchas, porque es la idea humana que más se aproxima a esa relación que para nosotros produce un vencedor y un vencido. Si no tuviéramos este concepto en el fondo, no hablaríamos de lucha. La hiena que monda los huesos de un cadáver, la araña que sorbe una mosca, no hace más ni menos que el árbol bondadoso llevándose de la tierra el agua y las sales necesarias para su vida. El espectador indiferente, como yo, ve a la hiena, a la araña y al árbol, y se los explica. El hombre justiciero le pega un tiro a la hiena, aplasta con la bota a la araña y se sienta a la sombra del árbol, y cree que hace bien. —Entonces, ¿para usted no hay lucha, ni hay justicia? —En un sentido absoluto, no; en un sentido relativo, sí. Todo lo que vive tiene un proceso para apoderarse primero del espacio, ocupar un lugar; luego, para crecer y multiplicarse; este proceso de la energía de un vivo contra los obstáculos de un medio, es lo que llamamos lucha. Respecto de la justicia, yo creo que lo justo en el fondo es lo que nos conviene. Supón, en el ejemplo de antes, que la hiena, en vez de ser muerta por el hombre, mata al hombre; que el árbol cae sobre él y le aplasta; que la araña le hace una picadura venenosa; pues nada de eso nos parece justo, porque no nos conviene.

TEXTO III

A los pocos días de frecuentar el hospital, Andrés se inclinaba a creer que el pesimismo de Schopenhauer era una verdad casi matemática. El mundo le parecía una mezcla de manicomio y de hospital; ser inteligente constituía una desgracia, y sólo la felicidad podía venir de la inconsciencia y de la locura. Lamela, sin pensarlo, viviendo con sus ilusiones, tomaba las proporciones de un sabio. Aracil, Montaner y Hurtado visitaron una sala de mujeres de San Juan de Dios. Para un hombre excitado e inquieto como Andrés, el espectáculo tenía que ser deprimente. Las enfermas eran de lo más caído y miserable. Ver tanta desdichada sin hogar, abandonada, en una sala negra, en un estercolero humano; comprobar y evidenciar la podredumbre que envenena la vida sexual, le hizo a Andrés una angustiosa impresión. El hospital aquel, ya derruido por fortuna, era un edificio inmundo, sucio, mal oliente; las ventanas de las salas daban a la calle de Atocha y tenían, además de las rejas, unas alambreras para que las mujeres recluidas no se asomaran y escandalizaran. De este modo no entraba allí el sol ni el aire. El médico de la sala, amigo de Julio, era un vejete ridículo, con unas largas patillas blancas. El hombre, aunque no sabía gran cosa, quería darse aire de catedrático, lo cual a nadie podía parecer un crimen; lo miserable, lo canallesco era que trataba con una crueldad inútil a aquellas desdichadas acogidas allí y las maltrataba de palabra y de obra. ¿Por qué? Era incomprensible. Aquel petulante idiota mandaba llevar castigadas a las enfermas a las guardillas y tenerlas uno o dos días encerradas por delitos imaginarios. El hablar de una cama a otra 14

durante la visita, el quejarse en la cura, cualquier cosa, bastaba para estos severos castigos. Otras veces mandaba ponerlas a pan y agua. Era un macaco cruel este tipo, a quien habían dado una misión tan humana como la de cuidar de pobres enfermas. Hurtado no podía soportar la bestialidad de aquel idiota de las patillas blancas. Aracil se reía de las indignaciones de su amigo. TEXTO IV

Una noche en que Andrés estaba de guardia, uno de los internos dijo: —Vamos a ver al hermano Juan y a pedirle algo de comer y de beber. Fueron todos al callejón en donde el hermano tenía su escondrijo. Había luz, miraron por si se veía algo, pero no se encontraba rendija por donde espiar lo que hacía en el interior el misterioso enfermero. Llamaron e inmediatamente apareció el hermano con su blusa negra. —Estamos de guardia, hermano Juan —dijo uno de los internos—; venimos a ver si nos da usted algo para tomar un modesto piscolabis. —¡Pobrecitos! ¡Pobrecitos! —exclamó él—. Me encuentran ustedes muy pobre. Pero ya veré, ya veré si tengo algo. Y el hombre desapareció tras de la puerta, la cerró con mucho cuidado y se presentó al poco rato con un paquete de café, otro de azúcar y otro de galletas. Volvieron los estudiantes al cuarto de guardia, comieron las galletas, tomaron el café y discutieron el caso del hermano. No había unanimidad: unos creían que era un hombre distinguido; otros que era un antiguo criado; para algunos era un santo; para otros un invertido sexual o algo por el estilo. El hermano Juan era el tipo raro del hospital. Cuando recibía dinero, no se sabía de dónde, convidaba a comer a los convalecientes y regalaba las cosas que necesitaban los enfermos. A pesar de su caridad y de sus buenas obras, este hermano Juan era para Andrés repulsivo, le producía una impresión desagradable, una impresión física, orgánica. Había en él algo anormal, indudablemente. ¡Es tan lógico, tan natural en el hombre huir del dolor, de la enfermedad, de la tristeza! Y, sin embargo, para él, el sufrimiento, la pena, la suciedad debían de ser cosas atrayentes. Andrés comprendía el otro extremo, que el hombre huyese del dolor ajeno, como de una cosa horrible y repugnante, hasta llegar a la indignidad, a la inhumanidad; comprendía que se evitara hasta la idea de que hubiese sufrimiento alrededor de uno; pero ir a buscar lo sucio, lo triste, deliberadamente, para convivir con ello, le parecía una monstruosidad. Así que cuando veía al hermano Juan sentía esa impresión repelente, de inhibición, que se experimenta ante los monstruos. TEXTO V

La madre, doña Leonarda, era mujer poco simpática; tenía la cara amarillenta, de color de membrillo; la expresión dura, falsamente amable; la nariz corva; unos cuantos lunares en la barba, y la sonrisa forzada. La buena señora manifestaba unas ínfulas aristocráticas grotescas, y recordaba los tiempos en que su marido había sido subsecretario e iba la familia a veranear a San Juan 15

de Luz. El que las chicas se llamaran Niní y Lulú procedía de la niñera que tuvieron por primera vez, una francesa. Estos recuerdos de la gloria pasada, que doña Leonarda evocaba accionando con el abanico cerrado como si fuera una batuta, le hacían poner los ojos en blanco y suspirar tristemente. Al llegar a casa con Aracil, Julio se puso a charlar con Niní, y Andrés sostuvo la conversación con Lulú y con su madre. Lulú era una muchacha graciosa, pero no bonita; tenía los ojos verdes, oscuros, sombreados por ojeras negruzcas; unos ojos que a Andrés le parecieron muy humanos; la distancia de la nariz a la boca y de la boca a la barba era en ella demasiado grande, lo que le daba cierto aspecto simio; la frente pequeña, la boca, de labios finos, con una sonrisa entre irónica y amarga; los dientes blancos, puntiagudos; la nariz un poco respingona, y la cara pálida, de mal color. Lulú demostró a Hurtado que tenía gracia, picardía e ingenio de sobra; pero le faltaba el atractivo principal de una muchacha: la ingenuidad, la frescura, la candidez. Era un producto marchito por el trabajo, por la miseria y por la inteligencia. Sus dieciocho años no parecían juventud. Su hermana Niní, de facciones incorrectas, y sobre todo menos espirituales, era más mujer, tenía deseo de agradar, hipocresía, disimulo. El esfuerzo constante hecho por Niní para presentarse como ingenua y cándida le daba un carácter más femenino, más corriente también y vulgar. Andrés quedó convencido de que la madre conocía las verdaderas relaciones de Julio y de su hija Niní. Sin duda ella misma había dejado que la chica se comprometiera, pensando que luego Aracil no la abandonaría. TEXTO VI

- ¿Pero puede saber nadie cómo será su descendencia? Ahí tengo yo un amigo enfermo, estropeado, que ha tenido hace poco una niña, sana, fortísima. - Eso es muy posible. Es frecuente que un hombre robusto tenga hijos raquíticos, y al contrario; pero no importa. La única garantía de la prole es la robustez de los padres. - Me choca en un anti-intelectualista como usted esa actitud tan de intelectual –dijo Andrés. - A mí también me choca en un intelectual como tú esa actitud de hombre de mundo. Yo te confieso, para mí nada tan repugnante como esa bestia prolífica, que entre vapores de alcohol va engendrando hijos que hay que llevar al cementerio o que si no van a engrosar los ejércitos del presidio y de la prostitución. Yo tengo verdadero odio a esa gente sin conciencia, que llena de carne enferma y podrida la tierra. Recuerdo una criada de mi casa: se casó con un idiota borracho, que no podía sostenerse a sí mismo porque no sabía trabajar. Ella y él eran cómplices de chiquillos enfermizos y tristes, que vivían entre harapos, y aquel idiota venía a pedirme dinero creyendo que era un mérito ser padre de su abundante y repulsiva prole. La mujer, sin dientes, con el vientre constantemente abultado, tenía una indiferencia animal para los embarazos, los partos y las muertes de los niños. ¿Se ha muerto uno? Pues se hace otro, decía cínicamente. No, no debe ser lícito engendrar seres que vivan en el dolor.

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