La realidad del festival

Y AGUSTÍN LARA VOLVIÓ A LLENAR A V ERACRUZ CON SU PRESENCIA… Martes 30 de octubre

Casita de marfil 17 horas

Cual actriz que se entrega a las manos de las maquillistas antes de volver a las tablas, la Casita Blanca cambia de piel en ocasión de la inauguración del Festival Internacional Agustín Lara y abre sus puertas con carisma renovado. Colmada de rosas Bacará, aguarda a los visitantes como quien se engalana para esperar al ser querido. A manera de bienvenida, las delicadas voces de un coro de niños llenan el patíbulo de la planta baja, donde también se encuentra la taquilla, que para la ocasión ofrece playeras, postales y carteles del festival.

Desde su vitrina, el traje de lino claro que perteneciera al poeta parece indicar que la etiqueta es de blanco. Inmaculadas guayaberas y vestidos elegantes suben las escaleras, atraídos por las notas de las arpas —una negra y otra blanca— de Delfino Guerrero. Ya instalados en el Estudio Azul y Plata, réplica del original de la XEW al que el flaco diera fama, los invitados escuchan el cálido mensaje de Leticia Perlasca Núñez, acerca de la riqueza cultural que atesora Veracruz y de la cual el músico poeta fue uno de los más tenaces embajadores. A continuación, don Juan Maldonado Pereda dedica alentadoras palabras al festival, las cuales son seguidas por el discurso del doctor Justo Nieto Nieto, presidente de Forum UNESCO, quien llegado desde Valencia, España, afirma que “las canciones de Agustín Lara son patrimonio cultural de la humanidad”. En medio de los aplausos,

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Amparo Montes y el maestro Memo Salamanca suben al escenario y con incomparable emotividad, interpretan Lo que somos.

Poco después, la música cede lugar a las imágenes con la proyección de Corazón de seda, emotiva recreación de la vida del músico poeta, mientras un equipo de monitores, dispuestos en la casita y en el restaurante adjunto, permiten a los numerosos asistentes presenciar lo que acontece en el Estudio Azul y Plata. Al concluir la

proyección, el sonido del arpa vuelve a llenar los rincones de la casita y los visitantes, con un bocadillo en una mano y una copa en otra, recorren el nido porteño del músico veracruzano y admiran las fotografías expuestas. Mientras charlan distinguidas personalidades, como el inminente larista Gabriel Abaroa o Yolanda Gasca, quien fuera esposa de Agustín y viviera con él en esta casa, una teleconferencia une al Puerto de Veracruz con los eventos de la Ciudad de México, de tal manera que María Victoria y Ela Calvo están presentes pese a la distancia; y la página www.agustin-lara.com está abierta a la consulta.

Por el amplio marco de la ventana donde se estira el malecón, se distingue cómo la noche desciende sobre el vaivén de las olas. Los invitados se retiran con el recuerdo de un bellísimo atardecer en la Casita de Marfil...

Agustín iba de frac 20 horas

Como las mariposas cautivadas por el fuego, en el Teatro Clavijero se reunieron varios centenares de personas atraídas por una Sinfonía en dorado. Fragancias de perfumes flotaban en los pasillos, colmados estaban palcos y lunetas, se pronunciaron los tres llamados rituales y sonó Veracruzando, rúbrica del festival que habría de señalar el inicio del espectáculo. El telón carmesí se descorrió sobre las figuras estelares de María del Sol y Fernando de la Mora, quienes iniciaron magistralmente con la interpretación de Veracruz.

Mientras las notas se esparcían en la sala, hechizando a los presentes, el retrato de Agustín Lara descendía lentamente sobre la orquesta como para saludar y decir a los músicos: “¡Muy bien,

linas, dejando a Enrique Patrón de Rueda la afortunada tarea de dirigir la Orquesta Sinfónica de Xalapa. Los arreglos musicales estuvieron a cargo de Eduardo Magallanes y de Chucho Ferrer, quien fuera director durante trece años de la Orquesta de Solistas de Agustín Lara. En el piano alternaron Gonzalo Romeu, autor del arreglo jazzístico de Señora Tentación, y Martha Sleziak.

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muchachos!” El flaco guiñó el ojo y volvió a desaparecer tras bamba-

Se sucedieron las mejores canciones, ya vueltas himnos al amor, a las ciudades amadas o al cortejo: Piénsalo bien, Madrid, Farolito, Humo en los ojos, entre otras joyas. María del Sol y Fernando de la Mora, quien años atrás hiciera su debut en el Clavijero, entregaron lo mejor de sus voces para regocijo de los presentes. La música de Agustín Lara encontró un cauce tanto en el arrabal como en los recintos clásicos, y este espíritu que oscila entre lo selecto y lo popular se vio felizmente reflejado en Sinfonía en dorado, ya que desde sus palcos, el público se animó a cantar, a marcar el ritmo con las manos y a pedir canciones de su gusto.

Indudablemente, el espíritu larista flotaba en el aire. Lo confirmó la mariposa nocturna que revoloteaba alrededor de los enormes candiles, la cual había estado presente horas antes en la inauguración del festival en la Casita Blanca. El flaco estuvo con nosotros, iba vestido de negro....

Miércoles 31 de octubre

Diluvio de estrellas Baluarte de Santiago Primera función, 17 horas

Tachadas de libertinas, algunas de las más osadas canciones de Agustín Lara fueron censuradas por las buenas conciencias de los años cincuenta. Las colegialas tuvieron que dejar de tararear sus melodías y sus boleros fueron censurados en las escuelas. Con el sentido del humor que lo caracterizaba, el músico poeta declaró: “Dejad que los niños se alejen de mí”.

No obstante, existe una vertiente recóndita de la música de Agustín

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Lara dedicada a los niños. Bebé, Fasiquillo o Zumba son algunos de los títulos que por lo naïf de su letra y su ritmo juguetón pueden llamar la atención de los pequeños. Por ello, se diseñó el cancionero infantil Luna, esfera de papel, de hermosa factura, que incluye veinte canciones acompañadas de sus respectivas partituras para flauta. Los conciertos intitulados Diluvio de estrellas, a los cuales acudió una gran cantidad de niños, fueron pretexto para regalarles dicho cancionero, además de ofrecerles un espectáculo musical de calidad.

El Baluarte de Santiago fue escenario del primer evento. Se presentó el Galliard Ensamble que tocó piezas de Tchaikovsky, Rossini y obras anónimas renacentistas (las risas y sonrisas demostraron que los niños aprecian este género musical). A continuación, el grupo Zenzontle, de son huasteco, y el Ensamble Folclórico Nacional, de son jarocho y huasteco, imprimieron alegría en todos los rostros. Sus interpretaciones fueron acompañadas por las danzas del Ballet Folclórico Juvenil, de tal manera que el espectáculo fue de jóvenes para jóvenes, todo ello, motivado por la música de Agustín Lara. Todos se fueron contentos con su cancionero bajo el brazo...

El Reino Mágico, espacio dedicado a los niños, fue escenario del segundo Diluvio de estrellas. Pese al fuerte calor del mediodía, el público infantil acudió numeroso. Muchos se refugiaron bajo la generosa sombra de los almendros para escuchar al Ensamble de Percusiones, que interpretó ritmos de varios horizontes del planeta. Tambores y maracas alternaron con bongós, baterías y marimba. Posteriormente se presentó la Orquesta Juvenil e Infantil que tocó María bonita, Noche criolla, Palmeras, Clave azul, Noche de ronda, Rival y Farolito, intercaladas entre otras canciones de corte popular. Los aplausos fueron nutridos y confirmaron el gusto de los veracruzanos por la buena música desde la más tierna edad. Al igual que en el concierto del Baluarte, todos se retiraron con un cancionero. Una niña preguntó si Agustín Lara también era el autor de los dibujos...

Lara en el cine Sala de Proyecciones del IVEC Primera función, 18 horas

La figura melancólica que ronda en estos días el malecón, las plazuelas, los portales y las calles porteñas, cada tarde encamina sus

que cuidadosamente ha cultivado y se vuelve otro en la pantalla.

En la primera función, los cinéfilos abarrotan la sala y son testigos de los esfuerzos de Agustín por redimir a Ninón Sevilla en Perdida. Paradójicamente, esta película nació de una canción larista; de sus estrofas surgieron personajes, argumento, diálogos… Aventurera repite al día

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pasos a la discreta oscuridad de una sala. Ahí se despoja del personaje

siguiente la fórmula. “Vende caro tu amor… Aquel que de tu boca la miel quiera, que pague con brillantes tu pecado…” Lara bosqueja la motivación de la heroína, pero su presencia la reserva para la tercera función. Y qué función…

Unos sesenta laristas han acudido intrigados, quizá por el título a todas luces absurdo que aparece en el cartel: Los chiflados del rock and roll. La cortina negra evita el paso de la luz pero no de las carcajadas, que surgen de vez en vez porque, en efecto, la historia tiene una buena carga de enredos. Por capricho del guionista, Lara vive todo tipo de romances y parrandas al lado de Pedro Vargas y Luis Aguilar.

El sábado la cinta proyectada presenta a un Agustín que es él pero no del todo. El gran actor español Germán Robles interpreta al flaco de oro en los avatares y triunfos de su vida; el estelar femenino corre a cargo de Lorena Velázquez. En la función del domingo, la última del ciclo, Lara se anima otra vez a ocupar un lugar protagónico: en Coqueta es un ciego que se gana la vida en un burdel… Más de un espectador sonríe al advertir el dejo autobiográfico en el personaje. Un curioso bigotillo que muy pocas veces se le vio fuera de pantalla, le otorga una rara credibilidad a su papel.

Llega el final. El público se levanta, como cada una de estas cinco tardes, con la peculiar sensación de que, sin haber atestiguado una joya del cine universal, sí han visto pasar ante sus ojos algunos de los capítulos más entrañables para quien aprecie en el cine incluso sus paradojas. La figura melancólica abandona la sala satisfecha. El, el de los mil amores, ha sumado ya unos cuantos rasgos nuevos a su personaje.

Mujeres de sepia

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Fototeca del Puerto de Veracruz 19 horas

Como si hubiesen sido invitadas por el mismísimo flaco de oro, las mujeres más hermosas estuvieron presentes en la Fototeca del Puerto de Veracruz. Con expresiones enigmáticas o terribles, seductoras o trágicas, frívolas mujeres de sepia de los veinte cohabitaron al lado de tremendas rumberas del cine mexicano, haciendo frente a

bellezas más actuales, estableciendo un diálogo de miradas, tejiendo redes visuales que atraparon a los visitantes.

Después de las palabras inaugurales, el listón fue cortado como se corta el listón que envuelve un paquetito de cartas amadas. Imágenes del Archivo Casasola, desnudos anónimos veracruzanos de los años veinte, fotografías de Guillermo Kahlo, Charles B. Waite, Scott, Tina Modotti, Nacho López, Joaquín Santamaría, Héctor García, Manuel González, Ivonne Deschamps, Lourdes Valdés, Jorge Acevedo, Tomás Casademunt, Pedro Valtierra, Pía Elizondo, Yolanda Andrade, Lourdes Grobet, Doris Shapiro, Lourdes Almeida, Eugenia Arenas, Lucero González, Alberto Tovalín, Joaquín Blez, Abigail González Piña, Luis Carpizo y Nicolás Triedo habitaron los muros de la fototeca, mientras el acordeonista Riszard Siwy amenizaba la reunión con melodías de antaño. Bocadillos y exquisitas bebidas de frutas circularon entre los invitados, de tal manera que aquella noche reunía las tres cosas que más gustaban al flaco de oro: mujeres, música y comida...

Noche de ronda Teatro Nezahualcóyotl 20 horas

Es Noche de ronda en Tlacotalpan, Agustín. Tú nos convocaste bajo advertencia: “que las rondas no son buenas, que hacen daño, que dan penas, que se acaba por llorar”.

Pero ésta es una ronda de excepción: es una cita entre los tlacotalpeños y su hermano predilecto. El músico poeta en la casa del rey poeta… cosas que sólo suceden en una ciudad cuyos colores, casas y calles son, sencillamente, poesía.

Afuera, el río está muy crecido, adentro el entusiasmo también.

su esposa. La función comienza con una típica escena porteña: parejas se miran y se abanican en unas mesas que podrían ser de portal, cabaret o plaza. Si acaso alguien dudara de que es Veracruz el escenario aquí evocado, aparece Tlen Huicani, grupo que basa su sonido en el arpa. Al concierto se suma el violín de Tonatiuh Bazán. El larismo invade ya cada rincón acústico del teatro.

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El palco de honor lo ocupa el gobernador Miguel Alemán Velazco y

Al piano, la figura de Memo Salamanca inclinado sobre el teclado hace pensar a más de uno en el flaco. Sus dedos expertos introducen una canción que luego Doris deshoja poco a poco con ruegos de amor que todos reconocen: “Piensa en mí cuando sufras, cuando llores también piensa en mí…”

Pareciera que las perlas del repertorio larista ya han aparecido en escena. Pero apenas es el clímax de media función. Aún vienen momentos estelares, como cuando la jarocha Aminta Ruiz aparece en el escenario con la confianza de haber triunfado ahí más de una vez. Con voz y palmas hace de Tengo ganas de un beso uno de los himnos de la noche. Y, crecida por el aplauso, se da el gusto de llenar con su sola voz el teatro entero, como en tiempos de Agustín.

El micrófono se vuelve a encender para que Jorge Balam ejecute boleros y pasodobles. El público a gusto, muy a gusto, le sigue el canto. Luego querrá seguir el paso porque las parejas en el escenario se levantan para danzonear al compás de la Orquesta Homenaje a Lara. Las faldas tornasoladas del Ballet Folclórico de la Universidad Veracruzana dan vueltas y vueltas hasta que la ronda llega a su fin.

Afuera la “luna que se quiebra sobra las tinieblas” está llena. Bajo su influjo, Tlacotalpan le da un abrazo al hermano que nunca se ha ido.

Cajita musical Teatro del Estado Primera función, 20 horas

“Esta es primera llamada, primera”. Por fin, Cajita musical se presentó ante un público de 500 personas, que fueron ocupando la sala

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guiadas por atractivas edecanes elegantemente vestidas de negro, mientras comentaban: “Sí, claro que Agustín Lara fue uno de los mejores”, “ojalá que canten Veracruz o Farolito, qué canciones tan bonitas”, “cómo no, mi mamá quería venir, pero ya ves el frío”…

“Tercera llamada, tercera, comenzamos”. Bajo una luz púrpura, el escenario se llenó de la voz de la soprano Irasema Terrazas, quien presentó con música de Agustín Lara el espectáculo multimedia.

La cuerda de la caja musical, el croar de una rana y el oleaje del mar se sumaron a las imágenes de peces, medusas y papalotes con formas de sirenas. Proyecciones de la vida diaria del Puerto de Veracruz y la maquinaria de una caja musical, se fusionaron para conformar el primer cuadro titulado Preludio.

De pronto, la selva llenó el escenario con un teatro de sombras en el que aves, felinos y otros mamíferos se erigieron como personajes principales, enmarcados por el talento de Horacio Franco, quien interpretó música popular indígena, una pieza europea del siglo XIV y una obra del periodo barroco; para ser sustituido por sonidos de truenos y lluvia, que encontraron eco en la música del grupo Estación Olmeca. Una coreografía de cinco bailarinas delimitó el área del prehispánico juego de pelota, representado por Leonardo Martínez y dos bailarines más.

Con Ozumba de Agustín Lara como fondo, la bailarina Jéssica Sandoval desbordó sobre el escenario toda la sensualidad y la fantasía de las sirenas, personajes irreales que forman parte de la vida acuática y de aquellos que nacen con el corazón en el mar. Posteriormente, la música, que con un tono épico golpeó los oídos del espectador, transitó hasta el periodo en el que por el océano arribaron a América las culturas europeas, y sobre un gran galeón español el arpa de Cynthia Valenzuela fungió como narradora de esa historia.

La cultura africana también llegó por agua para fusionarse a la vida indígena y dejar sus huellas en diversas manifestaciones culturales, como el baile y la música. Leonardo Martínez, Yerika Brito, Adriana Arizpe y el trío Xochikoskalt representaron —acompañados por ritmos de tambores y jaranas, y en medio de un juego de seducción mas no de lucha— el complejo mestizaje que pervive en el ser veracruzano.

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Paulatinamente, el galeón se fue perdiendo de vista y en su lugar se quedó la imagen de un carrusel. Con una fusión de cantos infantiles de diversos países, giraba en medio del espacio y sus sonidos acompañaron los juegos y los bailes de niños que irrumpieron entre gritos, para hacerle saber al espectador que el futuro y la fuerza de Veracruz también se llama infancia.

Después de este largo viaje hecho de tiempo y sucesos, la Cajita musical dejó salir las notas de la Danzonera Manzanita, misma que enmarcó el baile de cuatro parejas de diferentes generaciones: niños, jóvenes, adultos y mayores motivaron el aplauso de la gente que quizá reconoció en esta escena parte de su vida, parte de sus afectos. Al concluir este cuadro evidentemente entrañable para los veracruzanos, una serie de imágenes de formas geométricas y abstractas situó al espectador en la era del desarrollo y la tecnología, en la época que vio nacer a una de las leyendas de la música mexicana: Agustín Lara.

Para el flaco de oro, el último cuadro que fusionó la voz de Irasema Terrazas cantando Veracruz, el piano de Leo Corona y una escena de la vida del Puerto: encuentros y desencuentros en un café, el ir y venir de los meseros, el paseo de un cadete naval, un artesano papanteco, una vendedora de flores, el juego de los niños en el malecón, un grupo de niñas que pescan y el espíritu de Agustín Lara, representado por una sensual mujer vestida de rojo. La última nota de Veracruz marcó el final de la historia de Cajita musical, cuya fusión de imágenes y sonidos que integran la esencia de Veracruz se quedó, sin duda, en cada uno de los que de una u otra manera se adentraron en ella para conocer su mecanismo.

Jueves 1º de noviembre

Azul como una ojera de mujer Estatua de Lara en el Puerto de Veracruz 19 horas

Desde el boulevard Adolfo Ruiz Cortines, los automovilistas y transeúntes detenían su mirada para saber qué estaba pasando alre-

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dedor de la estatua de Agustín Lara. Cerca de ocho personas iban y venían con flores, listones, lámparas y floreros para montar la ofrenda titulada Azul como una ojera de mujer, dedicada al flaco de oro.

En un intento por rendir un homenaje al gran compositor veracruzano, y en ocasión del Día de Muertos, la pintora Guillermina Ortega —junto con un grupo de artistas plásticos jóvenes— trabajó en esta instalación que se distinguía por el elemento azul. “¿Por qué azul?, porque es un color

enigmático, porque la canción Azul de Lara remite a la mujer, a la esencia femenina que lo acompañó a lo largo de su vida”, señaló la creadora. También la luna de esa noche se sumó a la celebración, ya que su radiante luz iluminó de azul el cielo y el mar.

La gente que se congregó en la estatua de Lara percibió un solo color en su mirada. Rodeado de luz neón y de varios jarrones azules con flores blancas y celestes, un cayuco permanecía inmóvil conteniendo corazones sin nombre, quizá los de músicos, compositores, cantantes, intérpretes, amantes, mujeres, románticos o laristas. Heridos, apuñalados, enteros, cerrados, abiertos como los sentimientos del hombre, cada uno fue ofrendado al músico por mujeres de diferentes edades.

“Que nada ya consuela mi corazón,/ tú sabes que me encanta tu manera de amar,/ mi muerto corazón toca una oración,/ llanto del corazón que supo conmover,/ dice que en silencio me muero por ti…”: versos inolvidables que fueron impresos en los listones azules que coronaron la canoa, para ofrecer en medio de una evocación prehispánica flores, palabras y corazones.

La música no podía faltar. Sobre un tranvía de madera, el Quinteto Mocambo y la cantante Aminta Ruiz Pazos recordaron que música, Veracruz y Lara son una unidad, claramente representada en aquella canción que dice “Yo nací con la luna de plata/ y nací con alma de pirata,/ yo he nacido rumbero y jarocho,/ trovador de veras…”

Piezas como Arráncame la vida, Azul, Lamento jarocho, Noche de ronda, Oración Caribe, Clave azul y Farolito, además del ritmo de tres bailarinas ataviadas con trajes multicolores, acompañaron el sonido de las olas marinas y el convivio de la gente que comió tamales de Tlacotalpan, y con sorpresa bebió toritos y aguas de horchata azules.

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Mientras la luna ascendía sobre el Puerto, las familias poco a poco fueron abandonando la figura de Lara, la cual con el rostro virando al mar seguramente cantaba “Veracruz,/ son tus noches diluvio de estrellas,/ palmera y mujer./ Veracruz/ vibra en mi ser,/ algún día hasta tus playas lejanas/ tendré que volver”.

El placer de la conversación... Rincón de la Trova 19 horas

Estar rodeado de amigos y charlar fue uno de los placeres que acompañaron a Agustín Lara a lo largo de su vida. Para revivir esta costumbre, una tertulia reunió en el más bohemio de los rincones porteños a selectas personalidades.

Con un caluroso aplauso la concurrida audiencia recibió a Yolanda Montez “Tongolele” –icono de la cinematografía mexicana–, a la actriz Blanca Guerra, al pintor José Luis Cuevas, al crítico de cine Gustavo García y al cantante José Luis Caballero Leal, quienes hablaron sobre “El erotismo latino a partir de la música de Lara”.

La charla estuvo rebosante de anécdotas que recrearon una época pasada en el tiempo, pero viva en el recuerdo de los panelistas y de la gente que estuvo presente, la cual, a través de aplausos y risas, fue partícipe del evento, impregnado del espíritu larista.

“Buenas noches a usted, a usted y a mí”. Tal como Agustín Lara iniciaba sus programas, así comenzó Gustavo García. Las anécdotas evocadas refrendaron ese carácter de algunas letras laristas, en las que se encuentra “un erotismo arrabalero y juguetón”, según dijo Blanca Guerra, quien calificó al músico poeta como un “hombre envuelto en erotismo. Si lo hubiera conocido, me hubiera enamorado de él”. Por su parte, Tongolele dijo que la canción Palabras de mujer es una de sus favoritas.

José Luis Caballero Leal consideró que Lara “escribió para que los hombres amen a las mujeres y las respeten”, y aseguró que el flaco de

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oro es “orgullo de Veracruz y gloria del mundo”; mientras José Luis Cuevas hizo un parangón entre la poesía de las letras de Lara y la obra de Rubén Darío: “Azul hace pensar en el modernismo en la poesía, en Rubén Darío”, dijo.

Una polémica surgió cuando Gustavo García, no sin una pizca de provocación que condimentó la conversación, subrayó que Agustín Lara no sólo había escrito canciones para mujeres, sino para hombres. En

efecto, en la suite taurina, varios pasodobles están dedicados a grandes toreros como Silverio Pérez. No obstante, nadie pone en entredicho la definición del flaco de oro: fue mujeriego, y a mucha honra...

Para desarrollar el tema del erotismo por medio de las canciones del músico poeta, en primer lugar hay que ser conocedor de su obra, tener presentes en la mente los estribillos sugestivos, las alusiones pícaras. En México, la liberación sexual encuentra su antecedente en la música y en la leyenda de Lara pues, ¿quién antes de él se había atrevido a celebrar a las cortesanas, a las mujeres que se venden, a las aventureras? ¿Quién, como él hizo con Señora Tentación, había dado rasgos femeninos a un pecado capital? A la luz del mediodía o a escondidas, las canciones de Lara sellaron generaciones de parejas, provocando encuentros a través del baile, generando piropos y dictando o sugiriendo lo que no se habla tan abiertamente. El público que había acudido numeroso y que no alcanzó a penetrar en el templo de la bohemia veracruzana, pudo seguir a gusto la conversación desde la plaza, donde mesitas y monitores habían sido colocados al amparo de los almendros. La música no podía faltar, y Caballero Leal cantó a capela Mujer, una pieza central del romanticismo musical de Lara. Y concluyó en medio de aplausos: “Para mí Lara fue un dios del amor”.

Años dorados Hotel Mocambo Primera función, 22 horas

Ciertas épocas de esplendor tienen sus templos como el Hotel Danieli, figura protagónica de la novela de Thomas Mann Muerte en Venecia, o el Grand Hotel de Baalbec inmortalizado por Proust en su obra En busca del tiempo perdido. El Hotel Mocambo pertenece a la mitología de los años dorados en que Veracruz estaba en el

incondicional que le dedicó Agustín Lara.

Como un enorme buque que yace a la orilla de la playa, el Mocambo es de tamaño desmedido y uno termina por extraviarse en el laberinto de sus corredores. El norte sopla y se abisma en sus interminables pasillos. El gigante conserva el carisma de sus días de mag-

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firmamento de la gloria, entre otros motivos, gracias al amor

nificencia: el tiempo quedó atrapado entre muros. Como el tenue aroma que aún encierra un frasco de perfume olvidado, un olor de recuerdo flota por doquier. La sombra fugaz del flaco de oro ronda cerca del bar, se asoma al gran restaurante y se refleja en las aguas de la alberca. ¿Qué mejor lugar para presentar un espectáculo de cabaret, y así devolver al recinto el esplendor de sus mejores años? Al caer la noche, en la terraza del Hotel Mocambo múltiples colores, ritmos y movimientos candentes recordaron la época de Agustín Lara y Ernesto Lecuona, dos grandes figuras de la música del siglo XX. María la O, María bonita, es el nombre del espectáculo que alude a dos canciones fundamentales en la historia musical de estos dos compositores.

Al evento asistió el gobernador del Estado de Veracruz, Miguel Alemán Velazco, y otras personalidades como la actriz Blanca Guerra, la cantante Chavela Vargas y la bailarina Yolanda Montez “Tongolele”. Aquella noche el puerto no tenía nada que envidiar a ningún otro sitio sobre la tierra... La luna, enorme y áurea sobre la oscuridad de las aguas, y la tibieza de la brisa nocturna, fueron señales de buenaventura para que el espectáculo María la O, María bonita transcurriera en las más afortunadas condiciones.

Alrededor de la gran alberca morisca estaban dispuestas las mesas con sus manteles blanquecinos, apenas agitados por el céfiro. En cada columna danzaba la llamita de una pequeña antorcha que otorgaba al lugar una luz vaporosa. La alberca parecía cargar un escenario flotante donde habrían de actuar bailarinas y cantantes, juglares y tragafuegos. La voz interior de Lara hablaba a través de un narrador de sombrero e impecable traje. La música en vivo surgía desde los arcos altos. Por la diversidad de sus momentáneos trajes, las bailarinas parecían infinitas. Trajes de baño a la Esther Williams rivalizaban con atuendos de oropel, holanes y escotes con lentejuelas

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y tisú. Acorde con los gustos del flaco, libertino y gastrónomo, se sirvió un pequeño menú afrodisíaco generosamente rociado por vinos y licores. Mientras transcurría el hechizo, incitantes cigarreras obsequiaban puros de San Andrés, en la edición especial nuestro flaco de oro. Rachel Estévez, Anaís Abreu y Juan Navarro ofrecieron lo mejor de sus voces. Una pareja bailó un inolvidable tango, al cual se sucedieron artífices de fuego y de magia. Esta extraordinaria función cerró con broche de oro con Oración Caribe, cantada a capela por Rachel Estévez.

Viernes 2 de noviembre

Nuestro flaco de oro Círculo Español Mercantil 19 horas

En cinco días de festival el flaco de oro ya es nuestro y lo será aún más en la medida que comparta sus secretos. Pensando en ello, un hombre con preguntas y otro con respuestas se reúnen en el Círculo Español Mercantil. El primero es Guillermo Villar; el segundo, Pável Granados. Uno comparte con el medio centenar de contertulios las inquietudes en torno al personaje homenajeado. El otro ha sido su biógrafo y hace confidencias que, a decir suyo, no siempre contarían con la aprobación del poeta.

¿Tienen algo de cierto las acusaciones de plagio que le han hecho a Lara? Algo, algo. El rumor más difundido es que el Chamaco Sandoval, joven compositor abatido por las adicciones, le entregaba sus obras tan pronto lograba arrebatarlas a la musa a cambio de unas cuantas monedas. En favor de Lara, Granados sostiene que las canciones plenamente documentadas como de Sandoval no alcanzan las alturas de las firmadas por Lara.

¿Qué trascendencia tuvo Lara en el cine? Como actor, ninguna. Como compositor, fue prácticamente el argumentista de varias.

¿Quién fue realmente la autora de la cicatriz que lo marcó por dentro y por fuera el resto de su vida? Entre el ramillete de versiones, Granados elige aquella de una mujer que, cegada por los celos que él deliberadamente provocó al fingir una ardiente llamada telefónica con otra, le asesta un botellazo.

años treinta, muchas de las cartas que recibió iban acompañadas de fotografías de las remitentes desnudas. Decididas a hacer semejante obsequio, estas mujeres seguramente tienen la respuesta más elocuente.

Entre revelaciones, el biógrafo deja ver el rigor de su investigación y el público el alcance de su curiosidad. Las anécdotas hacen

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¿Fue un símbolo sexual de su época? Lo cierto es que en plenos

fila en espera de su momento estelar al micrófono, pero el tiempo que ha perdonado todo a Lara no muestra misericordia semejante con ellas y ahí quedan, esperando una próxima cita. La gente, feliz de saber más humano al poeta, degusta los bocadillos ofrecidos con el mismo gusto con que ha paladeado el sabor del mito.

Impulso a los nuevos compositores… Teatro Reforma 20 horas

El Teatro Reforma de Veracruz se transformó en tan sólo cinco días para poder llevar a cabo la premiación del Primer Concurso Internacional de la Composición Romántica Larista, evento que además serviría de marco para entregar la Medalla Agustín Lara.

Desde el domingo 28 de octubre, fueron llegando varios autobuses con plataformas para cámaras y luces, presidium para jurado, escenario y set de conductores, equipo de iluminación, sonorización y robótica, videoproyector y pantalla de alta resolución, entre otros elementos espectaculares.

El proceso para realizar este evento rebasó los muros del teatro, ya que innumerables personas, desde diferentes lugares, unieron sus esfuerzos para concretar el proyecto: en la Ciudad de México, los productores establecían contacto con miembros del jurado, cantantes reconocidos, conductores, proveedores y autores e intérpretes que llegaron a la final; en el Puerto se convocó para apoyar el concurso; y en Xalapa, el maestro Rodolfo Sánchez Vega escribía los arreglos para orquesta de las canciones seleccionadas.

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El 1 y 2 de noviembre se realizaron los ensayos generales con la presencia de todos los participantes: músicos, bailarines, intérpretes, conductores y elementos del espectáculo que cerraría la noche. Con pausas, repeticiones y cortes, las actividades previas a la premiación concluyeron a las cuatro de la tarde.

Cerca de las 6, el público fue ocupando el recinto que dio cabida a más de dos mil personas. Dos horas después, las luces

iluminaron el teatro que a su vez fue colmado por el ambiente festivo de la gente. La Orquesta Universitaria de Música Popular, bajo la dirección del maestro Rodolfo Sánchez Vega, indicó el inicio del espectáculo, además de que su música guió la coreografía inicial presentada por el Ballet de Danza Contemporánea de la Universidad Veracruzana.

Los anfitriones de esa noche, Yuri y César Costa, unieron su carisma para dar la bienvenida a todos los presentes, quienes posteriormente presenciaron una cápsula sobre las personalidades que han recibido la Medalla Agustín Lara. Uno de los momentos más emotivos se vivió cuando Chavela Vargas y Manuel Esperón subieron al escenario para recibir la presea. La sala se llenó de aplausos prolongados como reconocimiento a las trayectorias de estas grandes figuras. En forma espontánea y por petición popular, la cantante entonó una canción que fue recibida calurosamente.

Después de la presentación del jurado, inició la última etapa del Primer Concurso Internacional de la Composición Romántica Larista. Plinio Marín, Rafael Mendoza, Franz Peñalosa, Mezezabel Bustos, Héctor Guerrero, Iván Sarmiento, Gloria del Carmen Peraza, Patricio Mendoza, Teresita Aranda y Joel Pérez interpretaron, una a una, las diez canciones finalistas. Por su parte, los autores Héctor Francisco Borraz —quien llegó a la final con dos temas—, María Cristina Cano, Roberto Espriú, José Lauro González, Miguel Angel Delgado, Rafael Mendoza, Elvira García y Franz Peñalosa —quien concursó con dos temas y una interpretación— esperaban desde las butacas los resultados del jurado.

Mientras se otorgaban las calificaciones, el público disfrutó de la energía de la cantante veracruzana Yuri, cuyo repertorio motivó aplausos. A su espectáculo sumó éxitos de años anteriores, canciones de Lara, ritmos de cuatro bailarines, cuatro cambios de vestuario y un

Después del encuentro de Yuri con la tierra que la vio nacer, se dio a conocer el veredicto que le otorgó el primer lugar a la canción Trovador de veras de Miguel Angel Delgado, interpretada por Teresita Aranda —quien ganó una mención como mejor intérprete—. El segundo lugar lo obtuvo María Cristina Cano con Mi puerto, interpretada por

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zapateado que cimbró el escenario.

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Chavela Vargas, distinguida con la Medalla Agustín Lara 2001 por su trayectoria como intérprete y su estrecho vínculo con el público.

Don Manuel Esperón, compositor incansable y creador de piezas musicales de célebres obras de la historia cinematográfica de México, acreedor a la Medalla Agustín Lara 2001.

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Mezezabel Bustos; mientras que la composición de Elvira García y la voz de Gloria del Carmen Peraza le dieron el tercer lugar a la canción Perla brillante.

Esa noche, en la que el Teatro Reforma transformó su rostro, culminó con la interpretación de la canción ganadora y con la presencia del flaco de oro, quien se despidió de su pueblo entrañable, de su “rinconcito donde hacen sus nidos las olas del mar”…

Sábado 3 de noviembre

Para Lara Teatro Nezahualcóyotl 19 horas

Una bicicleta recorre el arcoiris de las calles tlacotalpeñas con un recado para todos: “Se invita cordialmente al apreciable público al recital de Memo Salamanca en honor de Agustín Lara”. El mensaje se cuela por las ventanas abiertas de las casas y sorprende al señor, a la señora, a los novios, a los amigos, a los niños que juegan…

“Ah, sí… es hoy”. Ya casi todos sabían. En la tienda hay un cartel, en la boutique y también en las cantinas que dan al zócalo. Los que van bajando del camión se enteran en ese momento y calculan: tienen justo el tiempo para llegar a casa, dejar maletas y encaminarse al centro.

La bicicleta y su bocina llegan incluso hasta los márgenes del Papaloapan, ahí donde el agua ha subido tanto que algunas casas pa-

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recen mujeres con las enaguas un poquito levantadas.

Para Lara se titula el recital de esta noche. Para Lara, con todo cariño, de uno de sus intérpretes más fieles y uno de sus paisanos más brillantes: Memo Salamanca, quien además es el otro hijo distinguido de Tlacotalpan. O sea que todo queda en familia. Y sí, cuando el telón se corre aparecen al centro dos sillones tlacotalpeños, una mesita y flores. Los que están en las butacas se acomodan y se sienten totalmente en casa, donde también hay unos sillones como esos. Y

ahí está, frente al piano, el anfitrión. De entrada despide a la solemnidad y anuncia como su primera invitada a Doris, con quien comienza una plática a dos voces y unos 500 oídos. Entre canción y canción, nos enteramos, por ejemplo, cómo fueron los breves encuentros de Memo con Agustín. Uno de ellos fue una presentación en un estudio de cine, mientras se filmaba La diosa arrodillada, protagonizada por María Félix, María bonita.

Hay otra invitada esta noche, sentada entre el público. Aminta Ruiz deja su butaca para situarse frente al micrófono. Su voz, un tanto grave, le da cierta experiencia a las canciones. Son canciones que saben, digamos. La plática sigue, ahora para bordear el incómodo tema de la tlacotalpanidad de Lara. “También dicen que ni estos sillones son tlacotalpeños”, resume don Memo. A palabras necias… parece decir.

Desde el principio, Doris y Aminta han contado con el discreto coro de los asistentes. Así que ambas invitan a que esa discreción quede a un lado y un coro multitudinario entona: “Poniendo la mano en el corazón, quisiera decirte al compás de un son…”

Para Lara… La noche ha sido para él y para él son también los aplausos que en su nombre cosechan los tres amigos. Hacen una vez más la caravana, el telón cae y la luna, halagada por haber estado tantas veces en boca de todos, sale por fin a clarear la noche.

Fandango en el Puerto de Veracruz 19 horas

La calle Julio S. Montero se llenó de música y baile. El Festival Internacional Agustín Lara reunió a más de 600 personas en ese amplio

viento que anunciaba ya la presencia de un norte. Fueron dos los escenarios que se montaron para esta celebración: uno, rodeado de palmeras y colmado de músicos y bailarines que dejaron en el público el espíritu y el sentimiento de los verdaderos danzoneros; otro, cubierto por mantos movidos por el aire en los que diversos peces jugaban entre las olas simuladas.

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espacio, que fue techado por el manto del cielo y mecido por el

La Danzonera Alma de Veracruz presidió esta fiesta que, ante la mirada del que analiza, fue asumida por los danzoneros como una ceremonia donde existen reglas que se acatan. Hombres con sombreros, guayaberas, pantalones y zapatos blancos, unieron su gusto y entusiasmo al de las mujeres ataviadas con vestidos y zapatillas del mismo color.

Con actitud y cadencia, los cuerpos se movían delicadamente de un lado a otro respetando los tiempos de cada pieza. Casita blanca, Monísima, El organillero, Pobre de mí, Tirana y otros danzones de Agustín Lara, levantaron de sus sillas a los que en un primer momento obtuvieron sólo con la vista la instrucción de los danzoneros consagrados, mismos que llenaron no sólo el escenario, sino también los espacios centrales y laterales.

A un lado del ir y venir del baile, una carpa resguardó los alimentos y bebidas que fueron consumidos por la gente que disfrutaba sin lugar a dudas de esa noche. La música seguía tocando, y cualquiera de los presentes afirmaría que el danzón no sólo reúne a cientos de personas, sino que además une el corazón de las parejas, compañeros o amantes: palma contra palma, mano sobre el hombro del varón y caricia sobre la cintura de la mujer, revelan la comunión entre los dos que se encuentran.

Del Distrito Federal, Puebla, Estado de México, Tamaulipas y Tabasco, entre otros estados, los espectadores levantaron las manos para aplaudir su estancia en el Puerto y su alegría por formar parte de esta celebración. Con mucha discreción y no menos gusto, algunos extranjeros también se sumaron al evento que continuó en el extremo opuesto de la calle con la presentación de los jaraneros.

Al finalizar la participación de la Danzonera Alma de Veracruz, una ola de público trasladó sus sillas y su entusiasmo frente al tablado

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del fandango, a la par que Son de Madera introducía a los presentes en la música y los bailes del Sotavento.

“¿Qué opino? Pues estoy muy contenta de disfrutar de este ambiente, ya que difícilmente podemos ver algo semejante en la Ciudad de México, además los veracruzanos son muy cálidos”, palabras que revelaron el sentir general de los espectadores, y que se fueron diluyendo entre el barullo y las notas de las jaranas y el arpa.

Además del grupo que abrió el fandango, se contó con la intervención de Los Jamapollos, Río Crecido, Los Terán y Son Brote Nuevo, quienes dieron las notas para el zapateado de los bailarines que se encontraban encima del tablado y de la gente que desde abajo se contagió de su ritmo. A los instrumentos de cuerdas se sumaron las décimas de Carlos Zamudio, cuya habilidad para improvisar sorprendería hasta al mismísimo Agustín Lara.

Después de evocar el cromatismo de Tlacotalpan, el cauce del río Papaloapan, el ambiente de Alvarado y la abundancia del Sotavento, el Fandango en el puerto lanzó su último verso que dejó abierta la invitación para regresar dentro de un año a la calle Julio S. Montero.

Domingo 4 de noviembre

Cuando brillen las luces Callejón de la Lagunilla del Puerto de Veracruz 17 horas

Quizá Los pecados de Lara en la Ciudad de México o la gran Fiesta de cierre en Tlacotalpan atrajeron, el domingo 4 de noviembre, la atención del público que siguió con interés todas las actividades del festival. Lo cierto es que Agustín Lara tuvo pocos invitados en el Callejón de la Lagunilla, por lo que Cuando brillen las luces emanó menos destellos.

Las antiguas ventanas, las puertas multiformes y los rincones de este lugar lleno de tradición esperaban —poco acostumbrados al silencio y la calma— el barullo de la gente y la música de Los Pregoneros del Recuerdo, grupo jarocho que desde hace varios años le ha cantado al pueblo veracruzano.

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Después de las cinco de la tarde, cerca de cincuenta personas reunidas en el callejón observaban desde la fuente el ir y venir de los músicos, que instalaban tanto su equipo de sonido como sus instrumentos. Después de algunos ajustes técnicos, Los Pregoneros del Recuerdo rompieron la calma de aquel domingo con las notas de Veracruz. El número de invitados propició un encuentro más cerrado y directo

entre cantantes y público, el cual —no obstante el viento y la espera— disfrutó de las canciones inolvidables del flaco de oro.

“Última carcajada de la cumbancha,/ llévale mis tristezas y mis cantares,/ tú que sabes reír, tú que sabes llorar, tú que sabes decir/ cómo son las noches de mi penar”… y así cada pieza iba dejando el recuerdo de los cinco días anteriores, en los que Veracruz, Tlacotalpan, Xalapa, México, La Habana, Madrid, Granada y Valencia unieron esfuerzos, espacios y talentos para cantarle a Lara.

Desafortunadamente, este penúltimo encuentro con la música de Lara en el Puerto de Veracruz no se prolongó más allá, debido a que también en festivales internacionales existen imprevistos que modifican el curso de algunos eventos. Cuando brillen las luces iluminó sólo por un breve tiempo los rincones de la Lagunilla, que se quedó con el eco de estas frases: “Estoy pensando en ti, llorando/ en un lamento,/ el dulce viento/ llora conmigo…”.

Danzonera plástica Los Lagos, Xalapa 18 horas

Se dice que cada jarocho guarda en su sangre el gen del son y del danzón, que la musicalidad y el gusto por el baile son inherentes a la veracruzanidad. Partiendo de una reflexión sobre la herencia genética y las mutaciones transgénicas, Taniel Morales plantea revertir en los aparatos lo que la genética opera en la evolución humana. Danzonera plástica es una instalación sonora que echa mano de una tradición muy arraigada en Veracruz: el danzón, y la confronta con

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elementos propios de las artes visuales.

Seis famosos danzones de Agustín Lara interpretados por la Danzonera Manzanita sufren una mutación. La escultura sonora consiste en 21 láminas metálicas de 3 metros por 90 centímetros. Cada uno de los instrumentos —piano, bajo, sax, trompeta, güiro, timbales— es aislado del conjunto y suena en distintas bocinas adheridas a las láminas de tal manera que éstas vibran. Existe una intención lúdica en el hecho de utilizar bocinas de manera distinta a la acostumbrada.

Danzonera plástica pertenece a las artes visuales y podría ser definida como escultura sonora, ya que juega con la ambigüedad del volumen que atañe tanto a la tridimensionalidad como a los sonidos. El volumen crece al cubo, lo mismo que el espacio. Las dimensiones de la obra rebasan sus propias medidas y abarcan hasta donde el oído alcanza. Arte efímero que sólo dura lo que la interpretación de un danzón, esta escultura adquiere la plenitud de su significación cuando vibran las láminas.

Danzonera plástica convierte la música de Lara en arte efímero, porque modifica la concepción que se tiene de ésta y la reactualiza llevándola por senderos absolutamente distintos, reiterando la versatilidad del músico poeta.

Noche de ronda Colonia Los Volcanes del Puerto de Veracruz 20 horas

Sólo el que vive en el Puerto de Veracruz sabe cuántas casas, calles y colonias hay que atravesar para llegar desde el centro de la ciudad a Los Volcanes, espacio que sirvió de marco para concluir con una Noche de ronda las actividades del Festival Internacional Agustín Lara.

Con el norte meciendo la noche, más de seiscientas personas —entre vecinos de la colonia y visitantes de otros puntos del Puerto— se reunieron en el parque central para despedir a Lara.

Según el flaco de oro las noches de ronda “no son buenas,/ que hacen daño, que dan penas,/ que se acaba por llorar”, pero en la noche de Los Volcanes —a pesar del viento y la arena golpeando micrófonos, sillas y cuerpos— la gente mostró el entusiasmo y la alegría

Luces multicolores iluminaron el escenario en el que el grupo de música folclórica Tlen Huicani tocó la primera nota. Acto seguido, el piano de Memo Salamanca emprendió un recorrido por la obra larista y con ello despertó algunos recuerdos de tan entrañable época. La voz de Doris, reconocida intérprete de boleros, se sumó a esta

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que se percibieron durante todo el festival.

celebración para llevar a los oídos del público piezas como Piensa en mí y Oración Caribe.

Mientras Aminta Ruiz Pasos interpretaba algunos clásicos del autor de Aventurera, a los espectadores les fue obsequiado el cancionero para niños Luna, esfera de papel. Posteriormente Jorge Balam hizo gala de su voz de tenor, y entonando los versos de Lara despidió al maestro Salamanca, quien acompañó en esta ronda a los tres cantantes.

En un acto festivo, el Ballet Folclórico de la Universidad Veracruzana irrumpió en el escenario con atuendos rojos, amarillos, verdes y azules, para unirse en una sola escena a la Orquesta Homenaje a Lara, cuya dirección estuvo a cargo de Sergio Martínez.

El popurrí de danzones compuestos por el flaco de oro voló literalmente desde los atriles de los músicos, que con discreción trataban de alcanzarlos. Con el aire moviendo los vestidos de las bailarinas, las notas se diluyeron en una suerte de metáfora para recordarle a los veracruzanos el fin de este magno festival, que encontró eco del otro lado del océano.

La música de Agustín Lara, ayer y hoy Teatro Nezahualcóyotl 19 horas

Los tiempos se hacen uno en el concierto para voz y piano que Margie Bermejo y Dimitri Dudin ofrecen en el Teatro Nezahualcóyotl de Tlacotalpan, en la última jornada del Festival Internacional Agustín Lara. La cantante ha preparado un repertorio basado exclusivamente en canciones que la conmueven. Janitzio, Talismán, pocas veces interpretadas, brotan engrandecidas por la voz poderosa de esta

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figura esencial de la escena jazzística mexicana.

La escenografía se limita a un perchero donde descansan sus estolas, en espera de ser las elegidas para acentuar cada canción. A manera de preludio de sus interpretaciones, Bermejo ofrece frases… Unas veces tomadas de las declaraciones del propio Agustín, otras pertenecientes a los grandes contemporáneos suyos, como Salvador Novo. Así se va esbozando un retrato muy particular del músico poeta.

Imposible, la primera canción que Lara vio convertida en éxito, es la que inaugura la noche. Farolito la clausura y el público no se queda con las ganas de sumarle su voz al piano de Dudin. Este deseo tiene razones muy bien sustentadas. En el recibidor del teatro, dos amigas que han asistido a todos los actos del festival realizados en esta ciudad pasaban lista a sus canciones favoritas. Farolito fue citada porque, a saber suyo, está claramente inspirada en Tlacotalpan. “¿Sabían que la había dedicado a David Alfaro Siqueiros?”, se les acota. “¿A quién? No, está dedicada a Tlacotalpan que en ese entonces no tenía luz”. Una niña que llega de mano de su abuela también la cuenta entre sus favoritas. “Porque está dedicada a Tlacotalpan, ¿verdad?” “No, porque mi abuelita me la cantaba para arrullarme”. Razones hay.

Voz y piano reciben el aplauso. Pero el escenario, lejos de vaciarse se llena, pues el Grupo Estanzuela, jaraneros de la ciudad, está ahí para dedicar las mañanitas a Margie Bermejo. Hoy es su cumpleaños. Días antes había sido el de Lara. Felicidades a ella. A él. A todos. Sigue siendo fiesta en Tlacotalpan.

Baile en el zócalo 20:30 horas

El río Papaloapan, el de las mariposas, va a crecer un poco más esta noche. Una lluvia tupidita cae sobre los que esperan en el zócalo de Tlacotalpan el gran baile de clausura del festival. Unas cuantas descargas advierten que será mejor esperar a que la tempestad ceda su estruendo a la salsa de la Orquesta Moscovita.

Buena parte de los presentes han llegado directamente del Teatro Nezahualcóyotl, donde poco antes culminó el concierto de Margie Bermejo y Dimitri Dudin. Se refugian en los portales, donde pronto

sabor que realmente buscan es el del fandango, por eso es bien recibido el espontáneo gesto del Grupo Estanzuela, de hacer sonar sus jaranas para que zapateadores de muy diversas edades le den gusto al gusto. En la penúltima canción el que hace sonar la tabla es nada menos que el gendarme encargado de vigilar el orden. Lo cierto es que sus pasos siguen un orden preciso, el del son.

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aparecen tamales de anís y ese atole que lleva maíz y chopipi. Pero el

Finalmente la lluvia consiente en que comience la fiesta en grande, y la orquesta empieza a hacerle los honores a Lara. Y suena, a todo merengue, Farolito. Sus acordes alumbran esta plaza tropical y las parejas comienzan a tomar su rinconcito para bailar lo mucho que sigue: María bonita, Veracruz, La clave azul.

La fiesta aquí comenzó hace años, cuando Lara descubrió en este lugar el gusto de hacer música y versos. Y la fiesta sigue aquí, aunque por hoy le pongamos pausa con un estallido de pólvora de

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colores, en el por fin calmado cielo tlacotalpeño.