Poesía

FATUM PEDRO ARTURO ESTRADA

Prólogo de Luis Germán Sierra

LA POESÍA TOCA LAS PUERTAS DE LA NOCHE De qué se nutre la poesía de Pedro Arturo Estrada. De qué están llenas estas páginas en apariencia desoladas, al parecer ensimismadas en lejanías, en las abatidas alas de una, de muchas preguntas inconclusas. Y también cabe preguntarse de qué están vacías, qué alimenta la densa sombra de sus efluvios. No surge una respuesta segura, una afirmación que nos lleve al otro lado de su mundo sombrío, de su rostro penumbroso. No es posible hallar en este libro un propósito deliberado que nos conduzca hacia conclusiones más o menos firmes. El autor no escribe bajo un sistema, digamos temático, que sirva de cauce para indagar sus intenciones, para allanar un camino que dé frente a su desnuda claridad. El poema nos conduce, a veces caudalosamente, por los interiores de un alguien que, descubrimos con asombro, se parece mucho a nosotros: Y el mundo, sí, siempre estará ahí empotrado en cada uno, como la vida que discurre ‘por igual’ para todos… Porque todos estamos hechos, también, de aquella materia fantasmal y terca que en ocasiones nos enseña sólo las extensiones del abismo. Pero es un abismo encantado, enamorado de la palabra. Entonces ya no es una queja huera, un lamento disonante y extraviado, sino el encuentro de una posada, el refugio de la soledad: ¿Puede ser otra cosa el poema? Monstruosa crece la soledad en tu carne y el ojo de la muerte te corona. No te queda otra belleza que la belleza del abismo. El encantamiento del poeta hacia la soledad y la noche, hacia los dominios de la muerte, está apuntalado en la triunfal morada de la palabra. Precisa, austera, cargada de ensoñación y de presencia, la palabra triunfa sobre la inerte materia de la muerte. No niega su faz amenazante: la seduce con el arte del sentido, y la muda compañía. Hay que alejar la tentación de llamar oscura a esta poesía:

Despiertas en el estupor y nada sabes, casi nada comprendes. Hay que alejar la manía de buscarle comodines conceptuales al arte. El poeta se reconoce oscuro, y reta a la oscuridad. Nombra al “sinuoso reptil que somos” y le increpa a que “salte a la luz un día y reviente”. El poeta lleva consigo las mejores armas y por eso no teme nombrar, no le hielan el alma los más duros presagios. El poeta no oculta la decepción que le produce la realidad, no niega el lado oscuro que ella proyecta, y lo dice. Oscura, pues, es un adjetivo que dejaremos para la mala poesía. La que, aunque hable de claridades y optimismos, no pellizca ni débilmente el alma del lector. La poesía de Pedro Arturo Estrada no finge una incertidumbre, no propone un abismo, no nos llena de razones para ponernos del lado negro de la vida. Es una poesía concebida desde la incertidumbre del alma del poeta. Y es un poeta quien está frente a nosotros, no un saltimbanqui. Está lejos de hacernos una propuesta, como si fuese un negociante, como si fuese un proxeneta. El poeta no propone, no esquilma, no negocia. El poeta dice. Y en su decir hay siempre una contradicción, porque tampoco es un oráculo o un vendedor de ilusiones. No pretende parecer correcto, ni quiere educar a nadie para ser un buen ciudadano, o para emprender el camino derecho de la salvación. El lector yerra el tiro cuando busca en el arte motivos edificantes. Y más lo equivoca el artista (que nunca lo será, entonces), cuando se pierde tras la pesquisa de mundos felices. Estos poemas se nutren de luz y de sombra. No en vano el autor tituló su primer libro Poemas en

blanco y negro1. La luz, más que una visión optimista del mundo, más que el tema que nos reconcilia con el “lado bueno” de la vida, es el lenguaje, es la poesía, inmersa en todos sus textos. Al poema Fuego fatuo del amor, que concluye: Del fuego fatuo del amor no te confíes: hasta el último hueso, sangre, fibra, aliento, consumirá de ti, insaciable…, le sigue Afirmación: La poesía es el último y verdadero sí

en medio de tanto no. El no de la poesía de Pedro Arturo Estrada es el mundo de fuegos artificiales, es la vida vuelta costumbre, amaestrada en la vacía cotidianidad, en las viles trampas del poder y de la miseria del espíritu. A ese no le tiene un sí: la palabra, el poema, el temblor y la emoción que producen “Su risa de agua y sus pequeños pies / correteando en la hierba de los sueños” (Ninfas). El destino del poeta casi nunca es un destino afortunado. Pero de esta afirmación hay que alejar también el patetismo. Porque el poeta elige (casi como nadie) su destino, y se hace receptor del lenguaje de la naturaleza, aun de la más incierta. El poeta no busca ese lenguaje: éste lo encuentra a él, porque es su más legítimo aliado, su intérprete. En esa comunión hay una génesis, que es el texto: génesis amorosa y placentera. Tal como afirma Guillermo Sucre de la poesía de César Vallejo: Escritura directa y también oblicua, remota y presente a la vez, abstracta e increíblemente concreta, arbitraria y rigurosa, por sí misma ella encarna la experiencia y hace de ésta una verdadera visión, no un simple registro emotivo. Lo realmente humano en Vallejo no está sólo en sus sentimientos, aunque estos hayan sido muy intensos; está en su lenguaje: es ahí donde se percibe el riesgo extremo y el desamparo no menos extremo de su destino poético. Aun podría decirse que lo más singular de su poesía es la sensibilidad (la sensibilización del) ante el lenguaje. Frente a un poema de Vallejo, en verdad, lo primero que se experimenta es el goce y el sufrimiento de la palabra.[...]2 Goce y sufrimiento es todo verdadero arte. Las manos vacías de un artista (todos, cuando son de verdad, llevan las manos vacías) son la vocación de plenitud que tiene el cielo, a donde van las miradas de los hombres que llevan consigo una sensibilidad, un espíritu que no se contenta con el pobre balance que le ofrece la realidad.

Fatum es un libro que invoca la trascendencia en el poema tejiendo la imagen, dándole luz al símbolo, donde al final arde una llama duradera, perdurable. Pero no se sume en la inocua trascendencia de las evocaciones, o de las nostalgias por mundos idos, por pérdidas irreparables. Aquí la palabra es contundente al señalar la derrota de esos y de estos mundos. Sin nostalgias. La pregunta esencial es a sí mismo, al abismo, al lenguaje. No a un dios que nos abandona, o a la maldad del ser humano. Más bien a su alma desarraigada, despojada de la magia que quizás algún día la asistió, y ahora es casi nada: Pobres ejercicios de noctámbulos aburridos, pirotecnia verbal, teatro de malos fingidores, mentiras maquilladas para pasto de la muerte: No hay otro secreto

en las manos del prestidigitador que la realidad menesterosa de su vida pretendiendo desempolvar la magia de la nuestra. En los pocos poemas donde surge una anécdota, un lugar específico, una escena, hay un giro que de nuevo nos encamina a una lejanía, nos hace apartar la cabeza de la página, como para descubrir en el aire o en algún objeto que topamos, ese chispazo de verdad hecho imagen. Así ocurre en uno de los más hermosos e inquietantes poemas de este libro y de toda la poesía reciente de nuestro país: Café Turkestán, 3:00 p.m. Entre, escaso lector, a estas páginas donde un poeta le espera con el ánimo más o menos caído, con los ojos cansados más por “esas montañas calcinadas” que por las largas horas de lectura, con las manos vacías llenas de preguntas. Es el mismo poeta que encontrará airoso en su palabra, rodeado de un silencio tranquilo y esencial, con una mirada amorosa hacia usted y hacia la complicidad de su silencio, caminando a pasos cortos con sus manos de pianista en los bolsillos, distante, buscando una ventana por donde mirar el cielo, porque no quiere del todo perder el día. LUIS GERMÁN SIERRA J.

Para Gilma, Lucía y Juan David, con mis sentimientos de siempre

PRIMERA PARTE

PASAJERO DE LAS SOMBRAS Hacia el país de lo desconocido avanzo,

lento pasajero de las sombras. Un cielo exiguo y bruno alimenta mi inquietud con su cauda de lluvias metálicas, con sus descendimientos mágicos. Soy el ciego viajero del corazón lunar. Aquel que sube y luego cae; el que se precipita tras el viento como si fuera su destino. Una ventana abierta a la noche es mi alma sobre el abismo de la muerte. El vértigo se llena de estrellas, mi vacío, de palabras.

EDAD DE HOMBRE

Sí; caminamos, y el tiempo también camina, hasta que, de pronto, vemos ante nosotros una línea de sombra advirtiéndonos que también habrá que dejar tras de nosotros la región de nuestra primera juventud. J. Conrad, Línea de sombra

Atrás la mirada que indaga en el vacío, el sueño mal soñado de la juventud. Sombras, fondos difusos, pálidos vestigios de los días. Un rostro deslustrado por el tiempo, y el corazón, la carne, el hueso, que tal vez fueron soporte

del milagro de la vida. Pero nada que conste, nada que te salve de esos años perdidos; nada al fin que te quede en la sangre, el alma, de esa tensión continua, de esos soles y vientos, de todo cuanto fuiste o creíste ser en este mundo... Ahora miras aterrado la línea de sombra que te cruza como el reflejo oscuro de la guillotina... Despiertas en el estupor y nada sabes, casi nada comprendes.

DEL TIGRE Y TU MEMORIA Al primer fogonazo de la fiebre el tigre te saltaba del fondo de los párpados. La asfixia de sus zarpas en la noche sin ángel, sin miradas. Era la sombra que acechaba tras el día turquesa, el rostro atravesado de gestos oblicuos, la risa tarántula de las visitas. Nadie salvaba tus ojos reventados detrás de las hendijas del postigo cuando pasaba lento,

el cortejo del mundo ya sin máscaras. Sin embargo es ahora, para siempre es ahora cuando no acude nadie, y el tigre del vacío es tan real.

EN LA CASA

Para Gilma Zapata En la casa de taburetes ordinarios, paredes que la sombra borra, ella vive y medita, plancha la ropa y lava esa mugre acumulada de los días. Bajo los techos de cal vida que se cumple simplemente, tiempo que se descuelga monótono del almanaque sin que nadie sepa la aritmética exacta de la muerte, ni descifre los signos que Dios escribe en los dormitorios penumbrosos.

EL GRILLO El grillo todo se hace estilete, aguja que cose la noche a los oídos. Largo hilo que nunca

dejará de zurcir su tela negra.

LOS OTROS NOSOTROS Aquellos que también fuimos, aquellos que quizá aún somos, desconocidamente otros siendo sin embargo nosotros. Parte del juego de ser y no saber dónde empezamos, dónde ciertamente terminamos; qué de verdad nos pertenece, qué de verdad hemos perdido. Parte del juego de haber venido por azar, equivocadamente, sin rol, extraviados en medio de una fiesta donde no nos conocen, ni conocemos a nadie.

MORADA REAL El tiempo excava en ti una tumba, el vacío que habitas ya sin sueños y fáciles palabras. Secreto y único lugar donde más vivamente

te posees.

SABER PERDER Acaso nada se pierda, ni la vida, cuando en verdad nada antes teníamos. Ni el amor, que nunca fue completamente nuestro: espejismo salvaje, una costumbre más, un sueño menos. Saber perder, Saber pasar sobre las cosas hacia el camino de la nada; saber ganar bajo tanta pérdida aparente. Saber vencer en el despojamiento de uno mismo. Todo olvido, todo fracaso, como la única y última victoria posible.

NADIE Carne a traílla del vacío

madrugando a su turno de soledad y náusea. Dónde está aquel que respiraba cierta luz y palabras al aire matinal... En las afueras de mí mismo estoy llamándome. Parece que no hay nadie.

FUEGO FATUO Ardes solo en la noche sin voces que te llamen, sin ojos que te encuentren. Todo te sabe a nada y el amor ya no vuelve. Sólo es tuya la sombra, el silencio que incrusta su raíz en tu boca.

LUCHA CON EL ÁNGEL Luego de todo cuanto fue el sueño a solas se regresa en la noche, y el ángel de la verdad que es uno mismo, medio burlón y sabio,

espera.

ANTONIN ARTAUD

Para Aarón Rodas La locura tomó forma de flor decorativa y los poetas recaemos en los más antiguos y nauseabundos vicios. Una vez más estás solo encerrado en tu celda de hechizos, mientras siquiatras y buenas personas, gente normal, se juegan tu túnica de alucinaciones.

BACH Esa noche alguien abrió una puerta desconocida, y la casa fue pasto de la araña que por primera vez aparecía en nuestra corta existencia. Su caliente terror en los poros, su red meticulosa, áspera, metálica, cayó sobre nosotros.

La llamamos J.S. Bach.

MOZART

Para Javier Ángel Estrada, in memoriam Al despertar de golpe esa mañana, el cuarto rebosaba de una suave alegría. Los cristales llameaban con un resplandor de oro. Comenzó a estremecerme aquella sensación de sedosas alas en el aire... Fue entonces cuando mi hermano hacía rato despierto, dijo lleno de una fuerte convicción: oye, es Mozart.

LAS BRUJAS DEJABAN CONTEMPLAR SUS ENCANTOS

Para Óscar González He visto sonreír las caras ebrias de las hechicheras aquellas noches, cuando las horas altas oprimían los huesos y el alma se arrastraba como una luna achacosa.

Jóvenes y expertas en un arte de siglos, febriles, vagamente sensuales, untaban sus ungüentos prodigiosos como si acariciaran un amante dormido en sus cuerpos desnudos... Mi corazón bebía compartiendo el secreto, el vino oscuro, mágico, de una nueva locura.

SUEÑO BLANCO Sólo es el sueño blanco de la palabra y recordarlo y decirlo si es posible aún, y romper ese círculo terrible del insomnio. Sólo es el sueño blanco de la vida y mantenerlo en vilo y mantenerlo sobre el oscuro sueño de la muerte. Sólo es el sueño blanco de tu amor y el mío, y perdernos en él sobre la vida sobre la muerte y sobre las palabras.

PIES DESNUDOS La noche oscuro país en ruinas y en mi cuarto tus pies

crueles, blancos, malvados. Tus punzantes pies desnudos. Toda la noche caminaron como niños perdidos en un bosque, como dos reyes ciegos en la oscuridad. En el amanecer sólo huellas muy tenues brillaban con el sol.

FUEGO FATUO DEL AMOR

Para Stellia Gómez M. No le creas todo al amor. Guárdate de sus miradas de manso leopardo. La destrucción viene por dentro. Cuando escales la fiebre de la luna, cuídate. Los venenos del cuerpo llegan también por la luz y el dulce viento en que sin darte cuenta, penetras. Una estancia profusa de sorpresas iluminada por la estrella del sueño es el alma de aquel que se aventura por el paraje de los labios, la piel a media sombra, las promesas

en el ocaso mortecino luego del brillo funesto de los ojos y el encabritamiento de los cuerpos. Del fuego fatuo del amor no te confíes: hasta el último hueso, sangre, fibra, aliento, consumirá de ti, insaciable...

AFIRMACIÓN La poesía es el último y verdadero sí en medio de tanto no.

POESÍA Traidores de Rimbaud, traidores de Mallarmé, traidores de la poesía, volvemos cada tiempo a las mismas palabras.

SEGUNDA PARTE

MONÓLOGO DEL DÍA Y el mundo, sí, siempre estará ahí empotrado en cada uno, como la vida que discurre “por igual” para todos... Queda aún esa palabra acompañando entre millones una soledad entre millones. Y no es esto o aquello esa terrible fuente de presagios aunque tu rostro se diluya en la corriente de lo pasajero y tus sueños rueden en la ceniza. Caminar en la tarde entre diez mil desconocidos es, no obstante, como darse un baño de mar, así en la noche haya que volver al tedioso deber de pensarlo todo minuciosamente. Ya no es posible tratar de deslizar ideas que cada cual desecha o cada cual recibe como una incómoda llovizna. Mira en cambio cómo viene, iluminado y lento, el tren antiguo de tus dudas a estacionarse sin ruido en su rincón de niebla. Ahora es más fácil. No existe más que ese propósito claro, ese deseo de ser por fin otro, sinceramente otro en adelante. Quizá termines consiguiéndolo, “con la ayuda de Dios”, como decía tu abuela. Antes te inquietabas trascendentalmente por todo. No había nada que no entrañase un sesudo misterio para ti. Te detenías tembloroso a cada paso, te rezagabas en la vía. Cualquier cielo amarillo, una campana sorda en algún lado, un libro que llegaba por azar y todas esas cogitaciones pesaban como rocas a tu espalda. Con razón el principio de angina, la salmuera

en la boca, tus poemas en blanco y negro amargos, tus espinosas lecturas de Ciorán. Y claro, tu mujer, ese fiasco que te partió la vida en dos. No vale la pena sin embargo. Nada serio podrías referir a tus amigos. Para todos tú eres, sigues siendo un chico bueno aún. Cierta perspectiva no está del todo cancelada. Después vendrá, acaso, un nuevo giro, un salto inesperado hacia otra cosa, otra mujer, algún mejor asunto, un viaje. El suicidio es absurdo, incluso desde el punto de vista camusiano. Vuelve a coger el ritmo, como dicen los manuales, abandona la cama y métete en la luz de esta tibia mañana. Claro que luego se te abrirá al primer descuido ese silencio en mitad de una frase. Te quedarás pensando estupideces en el momento decisivo, crucial. Mas, no te arredres, muchacho, cuando llegue tu hora. A todos nos acecha de vez en cuando una crisis de nervios. Otros se adaptan bastante bien a todo esto. El quid está en no aflojar, templar el alma, “mantenerse derecho y no perder la compostura”, según decía, recuerda, otra vez tu abuela. Vete a mirar palomas y árboles (si quedan) en los parques, sál del encierro, hombre. Contempla lo que resta, mira esas montañas calcinadas. Vuelve sereno a tus primeras lecturas de Lao Tsé. Con tiento y buena suerte, llegarás a la orilla. Algo te esperará, no necesariamente la locura, ni la peste del siglo o el reuma tempranero. Acaso entonces, pese a todo, te aceptarás más puro, más humilde o tan libre quizá como Lao Tsé.

MONÓLOGO DE LA NOCHE Más allá, sin embargo, está la muerte. Eso que no sabes y en lo cual adivinas un frío, un terror. Esa sombra que años de retórica fácil, distracción y silencios complacientes han podido evitar. Cuando te acuestes, no obstante, esa última noche, sólo para esperarla, trata entonces de entrar serenamente dueño de tu dolor, tu cuerpo como un viejo equipaje que ya dejas, para volar sin miedo, sin sobresalto el aire que una vez se te abrió escuchando a Schubert en tu pueblo de infancia. Luego, la desmemoria, el vasto corredor de luz y sombra, qué sabemos, acaso, el choque abrupto con mandíbulas de abismos o negros agujeros y no haber hecho nada suficiente para merecerlo o merecer otra suerte. De nuevo (tal vez no sirva entonces Lao Tsé) recurrirás al vademécum de tus astucias naturales o pedirás o gemirás (todo podría ser convincente) a las oscuras potencias por la salvación de tu alma. Ese Dios con el cual no te llevaste bien evidentemente, en el cual no creíste demasiado, es la verdad, hará de ti un desecho que arrojará a lo más profundo. Allí se acabarán tus penas. Será, con todo, menos terrible que ser quemado vivo por milenios y milenios entre inamistosos diablos. Recuerda entonces (si es posible), que sólo fuiste un hombre. Que salvado o perdido, fue a la larga, ganancia.

Que en la tierra tuviste bien o mal ciertas cosas. Que te invitaron a una fiesta por azar, y te dieron esa oportunidad gratuita de disfrutar o de aburrirte. En ese momento, también, te aceptarás humilde. Habrás vuelto a tu origen.

KALI YUGA Sólo son estos años definitivamente idiotas, tanto flujo y reflujo para nada mientras sigue en moda el alegre vaivén de las buenas intenciones. Sólo, pues, estas viejas opacidades climáticas, las turbias y melancólicas mareas del yo, las desventuras naturales de todo transeúnte en la avenida infartada del anochecer. Sólo, entonces, estos enfermos días a plomo sobre los hombros, en los que, preciso es reconocer, no estamos ya para tragedias así florezcan apocalipsis a la vuelta de la esquina.

BELLEZA DEL ABISMO A través del insomnio la lluvia desliza su fraseo dolorido.

Es el instante en crudo, en fiebre, en sal y lentos alcoholes. El choque de los dedos contra un muro rugoso. Una boca de más que infringe las horas malditas. Las manos del vacío pidiendo tu cadáver. Un momento llega en que el mundo es sólo ese fantasma, o uno es esa última niebla. Monstruosa crece la soledad en tu carne y el ojo de la muerte te corona. No te queda otra belleza que la belleza del abismo.

TRENO POR LOS MUCHACHOS MUERTOS

Para Javier Ángel y Diego Alexander Estrada, in memoriam Su silencio es herida mortal, oscuro labio que condena la luz de una ciudad que, como pájaros, los vio pasar y caer sobre sus calles una noche, una tarde, una mañana cualquiera... ¿Dónde están hoy sus rostros de estrella medular, sus ojos de inquietud, su fuego, su deseo insaciable? ...Sus gritos, ¿a qué fondo, a qué altura, a qué extrema frontera se lanzaron? La noche los acogió bajo su ala de cuervo, y entre estallidos cósmicos sus voces melodías eléctricas modulan

con la mecánica estelar. Pero sólo el asfalto aquí abajo, piedra de sacrificio, sólo el perfil danzante de la nube en lo alto de la casa, ese rincón donde alguien que los amó los recuerda, sólo el libro, la flor que nuevamente se abre en el pequeño jardín, la música y las fotografías en el álbum guardadas, son vestigios de su paso apurado por la tierra, ángeles niños súbitamente desaparecidos. En otras bocas, otros ojos, volverá a moldearse acaso su milagro. Pero ¿quién nos dirá qué verdad, qué grandeza, qué mundo irrepetible se ha perdido, se ha ofrendado al abismo?

EL ASESINO ACARICIA DESPUÉS A SU MUCHACHA La mano antes agitada, suave se posa ahora sobre el lacio cabello. Los ojos que miraron caer fríamente a la víctima, cálidos contemplan luego la belleza del rostro adolescente. La boca duramente cerrada, implacable al momento de matar ya se abre en el beso, golosa de los labios aún frescos.

La muerte ama esta carne aunque desprecie la vida.

CAFÉ TURKESTÁN, 3:00 P.M. Ocho mesas de hierro todavía resisten el peso de las tardes. Los que alguna vez tomaron el tranvía de días más amables, ahora se recuestan calladamente al fondo. Nimias complicidades los acercan, pobres asuntos que recuerdan o remedan la vida mientras ruedan las bolas del billar. Hay una luz exigua que persiste a pesar de las muecas ajadas, la pared desteñida del pequeño urinario: restos del sol de 1950 que secreto se encierra aún en sus pupilas.

FATUM Es que hemos aprendido sólo a morir. Todas las horas se envenenan de antemano. Nos gusta la caída. No queremos salvar nada. Que se pudra

con nosotros la flor. Devolveremos al vacío los tesoros... Hay una mano indudablemente negra que nos pierde. Todas las señales son en contra. Renunciamos hace tiempo a cualquier ilusión que nos distraiga del desastre. Venga a nos el reino de la noche.

LA TORMENTA La ciudad en un círculo de niebla, atravesada por lanzas relampagueantes. La ciudad en un círculo de negros espejos, atravesada por estampidos y golpes de hierro. La ciudad en un círculo de silencio, atravesada aún por el miedo. La tormenta acaso se aleja, acaso retorna.

COSMOGÓNICA Sólo sé que soy un animal negro y antiguo acribillado de soles. He servido desde mi origen a una voluntad extraña,

a un amo desconocido. Pero aún no sé por qué ni para qué existo, mientras pasan los eones y devoro y regurgito mis propias heces, mis candentes entrañas... Sé que extiendo mi aliento más allá de todos los abismos. Sé que soy la medida de la muerte y la cifra de los renacimientos, pero me pierdo, igual, en mi propia grandeza... Daría por ello todos los prodigios, mis planetas más verdes, el oro inútil, la feérica cristalería de mis constelaciones, sólo por ser una más de las gotas de lluvia, el más ínfimo grano de arena en el desierto o los ojos del niño que contempla en la tierra la extensión dolorosa de mi cuerpo... Sé que habré de morir también un día y no sabré tampoco mi por qué ni mi nombre.

HISTORIA OCULTA Habría que dejar

hablar aquello que nos hiere. Que la muerte nos nombre molécula a molécula, que el miedo nos respire adentro hasta que diga, hasta que grite toda la historia oculta. Que el sinuoso reptil que somos salte a la luz un día y reviente.

OSCURA BELLEZA De las alas del día pende el destino de tus pasos e inicias otra vez el rito donde invocas por entre las tormentas y el calor de la sangre regada en el asfalto esa oscura belleza.

DÍAS SON ESTOS Días son estos en que sólo nos resta tirar los dados para ver cuánto falta a los pasos, a los cuerpos que buscan, a las almas que esperan,

y que la cifra del azar elija el lado de la vida, el lado de la muerte.

FUTURO Después esto habrá desaparecido. No estaremos ahí. Qué será entonces la vida en los espacios que ahora soñamos y habitamos como si fuera para siempre. Cómo vendrá el día. La noche sobre rostros que ni imaginar podemos. De qué color será aquello, cómo las nuevas cosas que otros para otros inventarán. Cuál el idioma, las formas de belleza, amor, dolor y lucha que encima de este mundo ese mundo tendrá. Cómo se llamará el mañana.

MATUTINA Es la mañana de brillo sospechoso. Y de nuevo transitas tu orfandad. Que nadie note sin embargo el desmoronamiento en tu pupila. Que tu gesto sea suave bajo la transparencia. Que ninguno descubra que aún luchas con la pesadilla.

ALGUIEN VUELVE Alguien todavía no dice lo que falta. Y su destino es aún el destino del universo. Alguien todavía se guarda como un enigma indescifrable, aunque la realidad se ha caído hace rato del pedestal. Aunque el mundo se ha partido como una copa contra la piedra negra del tiempo. Aunque el tiempo se ha esparcido a su vez como un puñado de estrellas en el estanque. Alguien todavía se oye venir como una ola súbita que romperá el silencio de estas playas de hastío. Aunque el silencio se hace cada vez más nuestro, aunque lo nuestro se hace cada vez más extraño,

aunque lo extraño se hace cada vez más tumultuoso. Alguien todavía más allá del desastre vuelve por nosotros.

MI HABITANTE Yo la llevo como a mis venas, la escucho cantando todo el día hasta la noche en mis abismos; la veo cruzar silenciosamente a través de mis vacíos como una constelación; caer sorpresiva, entrar por puertas y pasadizos que no estaban en mis planos; la siento y la presiento debajo de mis párpados, mirando por mis ojos, viviendo y respirando de mí como la locura.

TANGUEDIA Recuerdo su falda desgastada, pero sus piernas eran bellas. La calle pequeña, su casa de ladrillo burdo. Recuerdo el olor a fritanga

aquellas noches de domingo sentados en la acera. El barrio titilaba mientras nos despedíamos. Hoy no sé dónde vive (si vive) y es otra la ciudad, otra la noche.

NINFAS

Para Lucía Estrada I Un golpe de vista las descubre recién creadas y danzando bajo la cruda luz de los bosques del éxtasis; su risa de agua y flores silvestres, sus desnudos y pequeños pies corretean en la hierba del deseo. II A ciertas horas, núbiles, huyendo del sol que las persigue, (viejo fauno cansado) es posible advertirlas y saber que los dioses respiran más allá, que impasibles desde su soledad sin tiempo todavía nos miran.

III Vuelven así, de pronto, inexplicables, cuando todo ha pasado y no sabemos si es más real el mundo en que morimos o sus cabellos de azafrán al viento, su risa de agua y sus pequeños pies correteando en la hierba de los sueños.

MELUSINA

Un día ella aparece por fin entre la multitud, y entonces sabes llegada la hora largamente presentida. Su rostro te revela la luz última del mundo. En ese instante descifras las primeras señales como vagos y, sólo para ti, visibles ademanes. Tus pasos abandonan lo que eras hasta ese momento y, tras ella en la noche, caminas en el sueño del cual ya no despertarás.

PRESTIDIGITADOR No hay otro secreto en las manos del prestidigitador que la realidad menesterosa de su vida pretendiendo desempolvar la magia de la nuestra.

FIESTA

Para León Gil Como al otro lado del mundo, nuestro mundo, alrededor del tarro negro que hierve montado sobre tres piedras y el fuego humoso del infierno, los alcohólicos dormitan y luego se levantan aún ebrios con la extraña felicidad que les viene del abismo, con la fiebre anticipada de la muerte que les concede todavía la bella posibilidad de reírse de sí y de todo. Al otro extremo del tiempo, nuestro tiempo, corto, medido, ellos son los verdaderos dueños de la fiesta, la libertad de ser lo que son sin poses, sin otra razón que la sinrazón oscura de sus vidas perdidas o tal vez ganadas al otro lado del mundo, nuestro mundo.

OTRA CASA

Para Javier Naranjo Habito, después de todo, la casa construida en sueños, la casa levantada en la región translúcida, en el deseo inmensurable. Sus cimientos se afianzan en la niebla, junto al acantilado de la nada se yergue. Y, sin embargo, en sus profundos salones silenciosos me refugio. Crezco, vivo y espero tanto detrás de sus ventanas... Entreveo la luz famélica del mundo a través de sus viejos cristales; por sus pasillos me extravío, en sus rincones me reencuentro; bajo su techo cóncavo descifro la imagen y el lenguaje sin edad del vacío... Sus paredes no ocultan, revelan mis secretos al sol furtivo que las hiere. Mas no está en sitio alguno nomenclada: mi casa soy yo mismo. Heredará la muerte sus jardines.

ESPEJO

Un día la desesperación quiebra el espejo. Y la vida tampoco está en cada pedazo, ni la revelación que buscamos. Uno se vuelve entonces una colección de tics, se desliza entre ruidos, saludos sordos, voces

discordantes, chirridos de la máquina del tiempo. Y el silencio termina siendo sólo ese pájaro muerto. Al fin uno regresa, uno se compra otro espejo.

YAGÉ

Para J. M. Zonta, poeta y hermano, cazador de visiones Tras el dolor, la fiebre, el vómito, veo venir la anaconda. Penetro en su profunda oscuridad. De súbito, la selva toma cuerpo en mi cuerpo y cada hoja, cada color, cada movimiento y cada sonido pasan por mi carne. De lo húmedo a lo seco recorro toda frontera, me desplazo, desatado de mí como la estrella más remota y el gusano más ínfimo. Cruzo el cielo con el águila negra y luego me escondo bajo las piedras, insecto o pez de los grandes ríos. Acecho en la sombra, cauteloso jaguar y me desangro, ciervo devorado. Después me pierdo en el sol, corriendo más allá de la muerte.

COLIBRÍ

Para Gustavo Zuluaga En el vuelo del colibrí contemplamos aún la danza milenaria de Shiva.

ESPEJISMOS Tocas la transparente nulidad de todo lo que amas. La única sensación válida son tus pasos alrededor de nada. Pisadas que no se dirigen hacia algo, es decir,

hacia el lugar largamente entrevisto, deseado, soñado. En el hueco de ese vértigo vives. Un día puede ser sólo un instante, ¿o nunca en realidad has estado presente? Jugar entonces a tener eso. Como todos. Ser un acto de fe. Darle forma a fuerza de costumbre. Sólo pensar con la piel.

INSOMNIO Siempre queda abierta esa puerta del insomnio. Nunca se sabe hasta dónde, hasta cuándo hay que lidiar con los mismos fantasmas, íncubos y súcubos de la memoria. Lo que aguanta el pulso, lo que muestra la fiebre, la tronera que abre la feroz tarascada de la pesadilla en la conciencia feliz que ahora se hace vulnerable, es entonces el único paisaje a puerta cerrada. Tras los muros de la noche el verdadero camino del ser invita, sin tiquetes ni hoja de ruta a ese tour melancólico.

PERMANENCIA Mientras el mundo se repite como un sucio oleaje, tú escribes solamente bajo la antigua claridad con la que deslumbró tu infancia el hada de la fiebre. Que permanezca vivo ese fulgor es lo que importa.

EXILIO No valen más tus signos, tu alfabeto de brumas frente al número y sus nuevos poderes. Eres ahora sólo aquel que oculta esa herencia invisible de palabras. Tu morada está afuera. Sigue la ruta del exilio sin adioses ni viático, guarda bien tu memoria para mejores días, y en las noches vigila que no apaguen tu lámpara.

POETA

Para Helena Victoria Henao Aférrate a tus páginas, no abandones tu carne al vértigo del abismo, no permitas que te sepulte la innombrable realidad de la noche. Apriétalas hasta que sangren, rezuman por fin el sacro vino de la palabra. No las sueltes, no te sueltes en el vacío, el silencio que espera ansioso tu caída.

LOS OJOS DE EMILY Qué mirarán aún más allá de la luz absortos en lo infinito, mientras indiferentes al jardín, a sus pájaros, al ínfimo secreto de las cosas todavía esperamos explicarnos la vida con palabras.

BIENAVENTURANZAS DE LA POESÍA

Para Daniel Día Bienaventurados aquellos que no supieron de su bienaventuranza, pues de ellos fue el reino de la santa idiotez. Bienaventurados los cansados de todo, porque ellos verán el otro lado. Bienaventurados los que no pactan con la suerte, pues ellos vencerán el último día. Bienaventurados los que no van a parte alguna, porque la vida les abrió los ojos. Bienaventurados los que nunca compraron su boleto a la felicidad, pues el mundo los dejará libres. Bienaventurados los que jamás aprendieron nada útil ni importante, porque de ellos fue la única sabiduría. Bienaventurados los que aman sin esperar la eternidad a cambio, pues de ellos es el imperio del presente. Bienaventurados

los que pierden toda patria porque de ellos será la luz de su propio dominio. Bienaventurados los que se quedan sin camino, porque vieron que no había adónde ir. Bienaventurados los que callaron para siempre la verdad terrible de sus vidas desperdiciadas tras el más antiguo espejismo: la poesía, porque de ellos se alimenta aún la locura del mañana.

TERCERA PARTE DOMINGO El domingo no es tiempo: es un animal lento y peligroso, aunque se vuelva gato, ave canora, perro de ojos tristes. Y mientras el sol se suicida como un pájaro contra las ventanas, la mujer mantiene la memoria, vuelve a ordenar paciente

la casa de la costumbre. Nadie tiene nada seguro antes que marque la aguja esa hora ciega de las calles desiertas. Pero vuelve a la noche el blando sosiego de no ser nada.

EL ROSTRO OSCURO DEL AMOR Ciertos días el amor excluye la vida y somos pasos alrededor de nada, tierra baldía bajo la oscuridad. Cuerpos para nadie. Palabras para la muerte. El día gravita como un cuchillo sobre el corazón, una ola de polvo revienta en la boca. Huimos.

VIAJERO Otro viaje no hizo que el trasunto de días ya olvidados. Sólo conoció las ciudades levantadas en el vértigo de sueños tan altos como la fiebre. Escaló las montañas de su propio tedio pacientemente. Tantos caminos como palabras, tantas singladuras como silencios emprendió. Nunca estuvo tan cerca como entonces. Vuelve ahora de todo sin partir. Pero tampoco importa.

EL VAMPIRO Cierra bien la ventana y no abras la puerta antes de tiempo.

Ten a la mano el arma sagrada y procúrate en secreto las palabras necesarias. Cuando su sombra cruce sobre el patio, no tiembles. Ha llegado el amor.

CORREO De verdad ¿La vida estaba en otra parte? Tras el viaje ¿Los sueños son los mismos? Cuando se pasea por allí ¿Duele igual la nada? Y las palabras ¿Son más verdaderas? Cuéntame lo que Rimbaud diría con sus labios de humo.

HORROR VACUI Ser esa náusea feroz de la noche al día. Manchón de grasa en los espejos de la luz. Moverse para sentir que se ocupa un lugar. Hablar para acompañar el vacío. Escribir como quien arroja piedras al mar. Querer desbordar la nada a gritos.

MILENIO Valdría la pena derribar la obra ciega de estos siglos, la torre de locura que hemos levantado sobre los primeros sueños. Tal vez no haremos otra cosa que repetirnos con monótona fidelidad. Reeditaremos las memorias del asco, reedificaremos las paredes de estas ciudades vacías.

Retornaremos a ensayar la monocorde tonada de la esperanza ante el abismo. Frente al rostro de los nuevos desconocidos diremos que al fin supimos cumplir con nuestra parte, aunque nadie se interese por pedirnos cuentas, aunque parezca que ya sólo importa como lo dijo alguien, la risa de los niños. Que nadie entonces se permita una queja, una lágrima, un poco de piedad por nuestros nombres borrándose en el polvo.

NOTAS DE PIE DE PAGINA

1

Poemas en blanco y negro, Editorial Universidad de Antioquia, Medellín,1994.

2

La máscara, la transparencia. Ensayos sobre poesía hispanoamericana, Fondo de Cultura

Económica, México, 1985.