EL
ARTE
COMO
FORMA
DE
RUPTURA
Referencia:
“El
Arte
de
Peformance:
una
aproximación
entre
arte
y
psicoanálisis”
Capítulo
“Arte
como
forma
de
Ruptura”
pag
71
Edit.
GRAMA,
Buenos
Aires.
2009
Autor:
Damián
Toro
Nota:
Texto
modificado
basado
en
el
original.
www.damiantoro.com
El
Caso
Ecuatoriano
El
llamado
“arte
tradicional”
entra
en
crisis
durante
los
años
90,
cuando
la
situación
política
y
económica
en
el
Ecuador
obliga
a
una
toma
de
decisiones
por
parte
de
los
artistas.
Sin
embargo
esta
crisis
empieza
antes,
durante
la
instalación
en
el
país
de
la
así
llamada
democracia,
con
la
elección
presidencial
en
que
es
elegido
el
binomio
Roldós‐Hurtado.
El
presidente
Roldós
muere
en
un
accidente
aéreo
al
poco
tiempo
de
ejercer
su
cargo,
lo
cual
genera
una
situación
de
violencia
política
que
hasta
el
día
de
hoy
muestra
sus
efectos.
Un
antecedente
importante
es
lo
ocurrido
durante
el
gobierno
de
León
Febres
Cordero.
En
este
período
(1984
en
adelante)
se
empieza
a
introducir
al
Ecuador
en
la
así
denominada
“política
social
de
mercado”
la
misma
que
estará
acompañada
de
un
pensamiento
individualista
acentuado.
Surge
también
en
esta
época
la
guerrilla
“Alfaro
Vive
¡Carajo!”
la
misma
que
genera
en
el
país
un
estado
de
crisis
política
e
institucional
profundos.
En
esta
época
es
secuestrado
el
Presidente
de
la
República
por
un
grupo
de
comandos
de
la
fuerza
aérea,
lo
cual
acentúa
aún
más
la
crisis.
El
estado
de
cosas
vivido
desde
entonces
es
de
una
constante
zozobra.
Tanto
en
el
aspecto
económico
debido
a
las
desigualdades
sociales
y
los
malos
manejos,
como
en
el
aspecto
político
debido
a
la
violencia
extrema
y
la
inseguridad.
Es
en
este
momento
cuando
empiezan
a
surgir
artistas
con
una
visión
no
tradicional
del
arte.
En
la
Facultad
de
Artes
de
la
Universidad
Central
del
Ecuador
se
da
paso
a
la
realización
de
trabajos
tridimensionales
que
tenderán
luego
a
la
instalación,
al
ensamble,
al
collage
tridimensional.
La
influencia
de
un
grupo
de
profesores
de
esta
Facultad
sirve
para
impulsar
el
interés
por
lo
teórico
y
por
un
arte
no
tradicional,
todas
estas,
ideas
que
en
aquella
época
eran
nulas
dentro
de
la
institución.
La
política
social
de
mercado
es
tomada
como
un
paradigma
que
se
profundiza
más
tarde
con
la
dolarización
de
la
economía
en
el
año
2000.
Durante
el
período
que
comprende
la
presidencia
de
Febres
Cordero
y
los
posteriores
gobiernos
de
los
años
90
hasta
la
actualidad
se
van
sucediendo
hechos
de
violencia
social
y
política
que
llevan
al
derrocamiento
de
tres
presidentes,
esto
ocurre
simultáneamente
a
huelgas
y
levantamientos
de
diversos
grupos
políticos
del
Ecuador,
todo
lo
cual
genera
un
constante
estado
de
inestabilidad
política
(ingobernabilidad),
económica
y
social.
La
migración
se
acentúa
en
esta
época
al
igual
que
las
diferencias
sociales,
el
individualismo
y
un
modus
vivendi
basado
en
los
valores
económicos,
perdiéndose
muchos
valores
éticos,
tradiciones
y
costumbres.
En
este
marco,
las
actitudes
vanguardistas
van
perdiendo
sentido,
en
particular
luego
de
la
desaparición
de
la
guerrilla
en
el
Ecuador,
la
cual
intentaba
guiar
ideológicamente
a
ciertos
sectores
de
la
sociedad
ecuatoriana
con
un
discurso
de
izquierda
nacionalista,
pero
que
al
mismo
tiempo
quería
marcar
una
tendencia
liberal
(por
su
identificación
con
Eloy
Alfaro)
y
anticonservadora.
El
arte
de
performance
surge
en
este
ambiente,
en
esta
envoltura
histórica.
Acompaña
así
a
la
crisis
de
la
vanguardia
ideológica,
siendo
el
representante
del
nuevo
individualismo.
Al
mismo
tiempo
es
el
que
expresa
de
manera
radical
el
anti‐arte,
el
contra‐arte
y
una
posición
anarquista
no
ideológica.
Debemos
aclarar
que
aunque
la
economía
social
de
mercado
incluyó
la
importación
de
un
modelo
extranjero
promotor
del
individualismo
(que
además
ya
había
fundado
sus
bases
mucho
antes),
esto
no
quiere
decir
que
este
modelo
haya
sido
el
generador
del
arte
de
performance
en
el
Ecuador.
Como
sabemos,
el
arte
de
performance
no
tiene
fecha
de
nacimiento.
Además
hay
que
recalcar
la
importancia
de
las
tendencias
del
arte
europeo
que
de
una
u
otra
manera
llegaron
al
país
y
se
impusieron
desde
inicios
de
los
70.
También
debemos
decir
que
si
bien
en
el
Ecuador
el
realismo
social
y
el
indigenismo
apuntaban
a
una
identidad
nacional,
esta
identidad
se
consolidó
solamente
más
tarde
con
el
aporte
de
la
dictadura,
la
cual
estaba
interesada
en
resaltar
los
valores
nacionales,
las
tradiciones,
el
nacionalismo,
todo
esto
acompañado
de
la
necesidad
de
transmitir
la
idea
de
la
injusticia
social
de
la
cual
ellos
serían
los
supuestos
salvadores.
Finalizando
el
período
de
la
dictadura
y
con
el
nacimiento
de
eso
a
lo
que
le
han
dado
por
llamar
“democracia”
el
realismo
social
seguido
de
los
aportes
setentistas
entra
en
crisis,
llega
al
ocaso,
siendo
entonces
cuando
nuevas
formas
artísticas
se
van
abriendo
espacios.
Ya
sea
por
la
influencia
externa,
ya
sea
más
tarde
por
el
surgimiento
del
Internet
que
favorece
el
acceso
a
mayor
información
antes
inalcanzable,
ya
sea
por
la
globalización
de
la
economía,
el
arte
de
performance
va
configurando
su
lugar
en
el
Ecuador.
Si
bien
la
guerrilla
alfarista
había
querido
tomar
la
batuta
antiautoritaria,
lo
hizo
con
bases
en
una
ideología
de
izquierda
lo
cual
limitaba
y
parcializaba
su
accionar;
el
contenido
ideológico
de
esta
tendencia
estaba
restringido.
La
guerrilla
sale
a
la
luz
con
una
propuesta
de
ruptura
ante
el
orden
establecido,
sin
embargo
se
trata
de
un
rompimiento
que
por
su
propia
naturaleza
nace
limitado,
coartado
pues
la
ideología
coarta
la
acción
revolucionaria,
aunque
suele
pensarse
lo
contrario.
Parecería
que
toda
ruptura
que
se
da
en
el
orden
ideológico
está
limitada
por
su
propia
naturaleza
al
mismo
marco
ideológico,
no
pudiendo
incluso
ejercer
influencia
en
aspectos
como
lo
económico,
lo
educacional
u
otros.
Vemos
esto
como
un
problema
de
las
tendencias
de
izquierda
en
el
Ecuador,
las
cuales
parten
del
argumento
ideológico
el
cual
tiene
como
puntos
de
referencia
ya
sea
a
Marx,
al
Che
Guevara
o
algún
otro
líder,
enlatando
entonces
el
concepto
mismo
de
ruptura
en
un
espacio
cerrado,
estático
que
a
final
de
cuentas
no
permite
la
ruptura
como
tal.
Es
por
esta
razón
que
los
movimientos
de
izquierda
usan
constantemente
técnicas
beligerantes
con
el
fin
de
lograr
propósitos
políticos.
Lo
mismo
ocurre
con
las
tendencias
de
la
derecha
radicales,
sin
embargo
y
por
razones
que
aquí
no
cabe
analizar,
la
izquierda
es
siempre
más
visible.
El
arte
de
performance
surge
como
una
ruptura
en
lo
estético,
presentándose
al
modo
de
una
señal
que
va
a
revelar
acciones
de
tipo
ideológico,
de
tipo
político,
económico
y
cultural
(esto
a
pesar
de
su
ligazón
con
el
anarquismo
en
el
arte
y
su
posición
no
ideológica).
La
palabra
ruptura
significa
rompimiento.
Estamos
acostumbrados
a
pensar
que
para
que
haya
ruptura
debe
haber
oposición,
y
esta
oposición
debería
plantearse
a
nivel
ideológico
por
medio
de
la
posición
contraria,
un
ejemplo
de
ello
son
las
huelgas
de
pancarta,
los
insultos
al
opositor,
y
en
casos
extremos
los
ataques,
el
terrorismo,
etc.
Sin
embargo
esta
es
una
visión
cerrada
de
la
ruptura,
la
cual
en
este
sentido
implica
la
relación
causa‐efecto.
Esta
relación
tiene
sus
antecedentes
en
el
proyecto
taxonómico
positivista
y
en
general
en
las
tendencias
clasificatorias
(marxismo,
positivismo,
conductismo,
etc.),
las
cuales
procuran
catalogar
y
definir
en
base
a
oposiciones
(malo‐ bueno,
izquierda‐derecha,
blanco‐negro,
rico‐pobre).
Al
contrario,
la
ruptura
planteada
por
el
arte
de
performance
se
enmarca
en
un
campo
no
lineal,
disyuntivo
en
donde
los
planteamientos
ideológicos
se
desvanecen,
en
donde
las
formas
expresivas
circulan
azarosamente
sin
destino
seguro.
Y
por
ello
el
arte
de
performance
plantea
una
indiscutible
ruptura
en
todos
los
ámbitos
(pues
se
inmiscuye
en
cualquier
ámbito,
le
convenga
o
no).
Como
podemos
ver
en
el
gráfico
a
seguir,
el
arte
de
performance
juega
tanto
en
el
ámbito
de
lo
real
como
en
el
ámbito
de
imaginario
y
de
tal
manera
se
aleja
de
cualquier
definición
esquemática
y
definitoria
de
su
propia
realidad.
La
dialéctica
aquí
no
juega
ningún
papel,
siendo
más
bien
aniquilada
por
ser
conceptualmente
ineficiente.
Religión
Un
aspecto
que
no
podemos
olvidar
para
entender
la
ruptura
que
se
produce
con
el
arte
de
performance
en
el
Ecuador,
es
la
función
de
la
iglesia
católica.
Desde
su
llegada
en
la
época
de
la
conquista,
la
iglesia
impone
sus
prácticas
rituales
y
la
creencia
en
un
dios‐hombre.
Los
habitantes
que
ocupaban
el
territorio
hoy
llamado
Ecuador
al
arribo
de
los
españoles
tenían
otras
costumbres
y
creencias.
Estas
a
lo
largo
del
tiempo
irán
integrándose
a
lo
nuevo
por
la
imposición
católica,
lo
que
finalmente
dará
como
resultado
un
mestizaje
del
catolicismo
(que
se
expresará
en
los
rituales
y
ceremonias,
en
las
obras
artísticas
y
arquitectónicas).
Los
padres
católicos
se
encargaron
de
fundar
espacios
para
las
artes
en
los
que
se
formaron
artistas
de
origen
nativo.
Esta
adopción
de
los
padres
cristianos
a
los
nativos,
desembocará
en
un
arte
bimodal
que
será
al
mismo
tiempo
español
e
indígena,
serio
e
ingenuo,
creyente
y
profano.
La
importancia
del
barroco
ecuatoriano
radicará
en
el
hecho
de
que
integra
lo
español
y
lo
nativo,
sin
dejar
lo
esencial
del
estilo
europeo.
Esta
característica
irá
a
marcar
la
presencia
de
rasgos,
de
trazos
en
la
línea
histórica
del
arte
ecuatoriano,
dejando
en
claro
la
importancia
de
las
influencias
externas
y
de
una
actitud
pasiva
local,
reflejada
esta
última
en
la
manutención
de
un
estado
de
cosas
apático
que
acepta,
que
recibe
lo
externo
sin
poner
filtros.
Los
levantamientos
indígenas
que
son
una
constante
en
la
historia
del
Ecuador,
se
presentan
como
una
forma
de
ruptura
que
sin
embargo
no
implica
lo
artístico
en
un
nivel
importante
(salvo
el
indigenismo
que
en
todo
caso
no
estuvo
en
manos
de
los
indígenas).
El
arte
de
performance
surge
como
una
ruptura
del
estado
de
cosas
instalado
desde
la
conquista
española
y
rompe
con
todos
los
esquemas
desarrollados
hasta
entonces
y
en
donde
se
encuentran
ubicados
el
arte
nacional,
el
realismo
social,
el
arte
burgués,
los
proyectos
de
arte
social,
en
fin
todas
las
formas
artísticas
que
de
una
u
otra
forma
estarán
ligadas
al
sentimiento
religioso
de
otrora,
al
nacionalismo,
al
conservadurismo
y
a
la
izquierda.
La
crítica
de
Arte
ligada
a
las
formas
tradicionales
de
Arte
tales
como
la
Pintura
o
la
Escultura
(entre
sí
además
contradictoriamente
dicotómicas
si
seguimos
la
lógica
dialéctica)
fue
fortalecida
a
lo
largo
del
tiempo
por
elementos
ideológicos
ligados
tanto
a
la
política
como
a
la
religión
(mayoritariamente
católica
en
el
Ecuador),
de
ahí
que
hast
entrado
el
siglo
20
e
incluso
hasta
los
años
90,
la
crítica
de
arte
haya
tenido
un
papel
fundamental
en
la
institución
de
una
línea
o
criterio
general
sobe
el
desarrollo
del
arte
ecuatoriano.
Sin
embago
hay
que
recalcar
que
aunque
podamos
hablar
de
un
papel
de
la
crítica
debemos
entender
que
se
trata
de
una
crítica
que
está
más
al
nivel
del
comentario
o
el
discurso
literario
que
a
un
discurso
formal
que
tenga
como
base
no
la
poesía,
o
la
ideología
socialista,
sino
los
preceptos
típicos
de
la
filosofía
del
arte
y
de
la
lingüística.
El
apoyo
de
las
elites,
ya
sean
estas
de
izquierda
o
de
derecha
en
el
Ecuador
a
la
cítica
de
arte
mediocre,
hizo
posible
que
esta
pudiese
asumir
el
papel
de
“lector”
único
y
autorizado
de
la
obra
del
artista.
El
crítico
de
arte
pasa
entonces
a
ser
el
supuesto
experto
en
temas
tales
como
el
contenido
de
la
obra
de
tal
o
cual
autor,
o
de
la
obra
de
tal
o
cual
época
artística.
Se
cree
entonces
que
son
expertos
en
el
análisis
e
interpretación
de
la
obra
de
arte
y
del
artista
a
quien
pueden
según
sus
análisis,
colocarlo
en
tal
o
cual
tendencia
(o
de
no
ubicarlo
en
ninguna
si
eso
conviene).
En
general
se
asume
que
son
los
críticos
los
que
van
a
realizar
la
lectura
llamada
“erudita”
de
la
obra.
Sin
embargo,
dicha
lectura
está
regida
a
los
prejuicios
del
experto
así
como
a
sus
antecedentes
teóricos
y
prácticos,
depende
además
de
su
sensibilidad,
de
su
orientación
política,
de
sus
compromisos
institucionales
y,
de
la
capacidad
de
emitir
juicios
abiertos
o
cerrados.
Todo
esto
determinará
el
tipo
de
análisis
que
se
haga
y
la
orientación
que
se
transmita
al
público.
Los
artistas
que
hacen
caso
de
la
crítica
suelen
caer
en
las
redes
de
la
interpretación.
La
crítica
juiciosa
esta
sí
que
Susan
Sontag
hace
de
la
interpretación
(“Sobre
la
Interpretación”
L&PM
Edit.),
expresa
claramente
algo
de
nuestra
posición
al
respecto.
El
arte
de
performance
no
acepta
la
crítica
por
cuanto
esta
se
basa
en
juicios,
en
premisas
preestablecidas,
a
su
vez
ayuda
a
mantener
el
estatus
quo
de
la
entidad
museológica,
es
conservadora
(siempre
aunque
lo
niegue,
aunque
el
crítico
se
pare
patas
arriba
en
el
intento
de
“performarse”),
es
por
otro
lado
un
sistema
de
clasificación
y
de
elaboración
de
una
secuencia
ordenada
del
hecho
artístico,
pone
en
práctica
un
sistema
de
jerarquías
de
tipo
piramidal
que
comprende
el
esquema:
obra
de
artecríticapúblico.
Eliminando
de
raíz
la
posibilidad
de
la
no
linealidad
y
del
direccionamiento
disyuntivo
de
las
formas
expresivas
que
plantea
el
arte
de
performance.
Claro
está
que
la
mirada
de
la
crítica
no
es
la
única
que
existe
y
no
es
la
única
que
a
final
de
cuentas
se
acepta
o
se
rechaza.
Un
performance
puede
ser
leído
desde
diversos
puntos:
desde
el
lugar
del
performer,
desde
el
lugar
del
espectador,
desde
el
lugar
del
comentarista,
etc.
Sin
embargo
en
una
sociedad
conservadora
como
la
ecuatoriana
(y
en
general
en
las
sociedades
en
las
que
se
valora
el
arte
como
objeto
bello),
la
función
de
la
crítica
será
siempre
la
más
valorada.
Esto
implica
que
se
desvalorice
la
posición
del
espectador,
el
cual
es
a
final
de
cuentas
el
único
que
sabe
lo
que
vio
y
puede
dar
testimonio
de
ello,
al
igual
que
el
artista,
el
cual
es
el
único
que
sabe
lo
que
hizo
y
algo
puede
(y
debe)
decir
al
respecto.
Al
contrario
del
arte
tradicional,
el
arte
de
performance
exige
que
el
artista
pueda
decir
algo
sobre
la
acción
realizada.
Pero
esto
debe
entenderse
que
no
se
trata
solamente
de
hacer
teoría
o
crítica
de
arte,
o
de
desmontar
la
obra
y
ponerla
en
piezas
frente
al
lector
para
que
este
pueda
ir
armando
el
objeto.
Al
contrario,
de
lo
que
se
trata
es
de
poder
expresar
algo
de
la
acción
en
palabras
(o
viceversa).
Una
forma
de
valorar
el
arte
de
performance
es
justamente
leyendo
al
performer
no
solamente
en
su
expresión
corporal
o
en
el
transcurso
de
la
acción
realizada,
sino
en
las
palabras
que
ha
escrito
y
que
muestra
al
lector‐participante.
Recordemos
que
el
arte
de
performance
si
quiere
puede
hacer
del
espectador
un
lector
o
espectador‐participante,
es
decir
más
allá
de
lo
que
es
un
espectador‐ asistente
o
menos
aún
el
espectador
a
secas.
El
Artista
de
Performance
En
el
performance
el
performer
puede
pasar
a
ser
significado
como
un
ser
“superior”
y
es
por
ello
que
inicialmente
el
público
lo
“respeta”
colocándose
alrededor
suyo
o
en
algún
lugar
discretamente
alejado
de
él
“respetando
su
espacio”.
El
o
los
performers
han
creado
una
situación
desordenada,
de
una
aparente
falta
de
sentido.
De
todo
esto
se
supone,
el
performer
es
el
“mentor”,
el
“hacedor”.
Se
trata
de
un
acontecer
sin
coherencia
espacio‐temporal,
sin
una
causalidad.
Suele
ocurrir
que
inicialmente
el
público
se
coloque
en
la
situación
del
ignorante,
del
que
no
sabe.
Se
trata
de
una
posición
pasiva
cuyo
sentido
es
anticipado
y
que
el
performance
saca
a
la
luz
y
rompe
cuando
el
público
pasa
a
ser
espectador‐participante.
Cabe
resaltar
que
el
performer
no
es
un
chamán
pues
la
ocurrencia
no
tiene
el
sentido
de
un
ritual
de
iniciación
o
de
un
ritual
religioso.
Sin
embargo
posteriormente
puede
ocurrir
que
los
asistentes
lleguen
a
manifestar
sentir
una
“identificación”
con
el
chamán
y
los
rituales
que
estos
suelen
practicar.
Pueden
sentir
además
que
luego
del
performance
se
pierda
“la
magia”,
lo
que
estaría
demostrando
una
clara
identificación
de
parte
de
los
espectadores‐participantes
con
un
ritual
chamánico.
Esto
últmo
puede
también
generar
en
el
espectador
una
sensación
de
cura,
de
alivio,
de
liberación
de
los
instintos.
Aristóteles
había
expresado
el
carácter
curativo
y
terapéutico
de
la
catarsis.
Cabe
decir
que
el
arte
de
performance
lleva
implícito
el
elemento
catártico,
sin
embargo
no
se
trata
ya
de
la
catarsis
aristotélica,
pues
por
su
carácter
disyuntivo
el
arte
de
performance
no
permite
ubicar
en
la
acción
performática
un
momento
catártico
específico
como
ocurre
por
ejemplo
en
el
teatro
o
la
literatura.
Resulta
difícil
para
el
espectador‐participante
ubicar
un
lugar,
un
momento
en
el
que
la
catarsis
se
expresa.
Cuando
esto
se
logra
es
porque
el
espectador‐participante
ha
tomado
para
sí
una
parte
de
la
acción
con
el
fin
de
poner
en
ella
su
propia
interpretación
(pasando
entonces
a
ser
público).
Esto
siempre
ocurre
y
se
debe
a
la
necesidad
del
espectador‐participante
de
cerrar
la
línea
discursiva
con
un
punto
a
parte
(“punto
de
capitón”
como
lo
llamaría
Jaques
Lacan).
Como
sabemos
el
arte
de
performance
va
a
ser
metonímico
contrariando
de
tal
forma
las
tendencias
metafóricas
del
lector,
del
espectador,
del
público,
del
participante,
en
fin.
Una
característica
del
arte
de
performance
es
también
que
propicia
la
lectura
emocional,
es
decir
cuando
el
espectador‐ participante
no
entiende,
no
puede
explicar
con
palabras,
no
puede
expresarlo
pero
“siente”.
RUPTURA
Este
texto
ha
sido
modificado
del
original
y
por
tal
razón
no
incluye
el
relato
sobre
el
performance
que
hiciéramos
con
la
perfomer
ecuatoriana
Jenny
Jaramillo
y
la
artista
brasileña
Ana
Flavia
Baldisserotto
en
el
Antigüo
Hospital
Militar
en
1993.
El
performance
en
el
Antiguo
Hospital
Militar
fue
inicialmente
planteada
como
experimental.
En
aquel
momento
entendía
yo
como
experimental,
la
imposibilidad
de
la
relación
sujeto‐objeto
en
el
arte
de
performance
y
realiar
una
acción
performática
me
llevaría
a
confirmar
o
negar
esta
hipótesis.
Se
trataba
de
una
propuesta
que
en
aquel
momento
rompía
con
el
plano,
con
el
esquema
tradicional
del
arte,
no
solamente
por
las
características
de
la
acción
en
cuanto
tal
(rompimiento
con
la
escena
tradicional
del
teatro,
convocatoria
performática
claramente
definida,
ausencia
de
antecedentes
en
el
Ecuador,
etc.),
sino
por
la
elaboración
teórica
que
la
acompañó
y
que
continúa
hasta
hoy
construyéndose.
Cabe
entonces
hablar
de
una
ruptura
en
el
orden
de
lo
narrativo,
de
la
trama,
del
tejido
que
construye
al
construirse
a
sí
mismo,
el
discurso
performance.
Al
hablar
de
ruptura
debemos
destacar
entonces
los
siguientes
puntos:
‐
La
ruptura
que
genera
el
arte
de
performance
puede
expresarse
de
manera
ilustrativa
como
un
plano
conformado
por
líneas
y
puntos
que
se
extienden
infinitamente
tal
cual
un
cordón
constituido
de
hechos,
cuyos
extremos
no
llegan
a
constituirse
jamás
(el
performance
es
indefinible).
‐
Lo
experimental
debe
separarse
de
cualquier
noción
cientificista
que
pretenda
establecer
puntos
focales
o
espacios
referenciales
en
los
que
pueda
enmarcarse
un
discurso
de
lo
irrefutable.
Esto
aproxima
al
arte
de
performance
a
la
verdadera
ciencia,
a
quella
ciencia
no
dogmática
ni
cerrada.
‐
Al
contrario
de
otras
formas
expresivas
que
se
caracterizan
por
ser
cerradas
(Pintra,
Escultura,
Teatro,
etc.),
el
arte
de
performance
es
una
forma
amorfa,
ni
cerrada
ni
abierta,
o
cerrada
y
abierta,
sintomática
incluso.
De
ahí
que
su
función
como
elemento
de
ruptura
en
lo
estético
y
en
todos
los
campos
de
la
vivencia
humana
sea
una
condición
de
su
existencia.
‐
Ligado
al
anarquismo,
no
es
el
arte
de
performance
una
ideología
anarquista,
pues
el
anarquismo
se
plantea
como
un
campo
propicio
para
las
rupturas,
lo
cual
no
hace
el
arte
de
performance,
ya
que
éste
no
tiene
como
fin
generar
rupturas
o
incluso
estados
de
crisis.
Vale
aclarar
entonces,
que
cuando
una
ruptura
se
origina
posiblemente
sea
porque
ha
habido
una
acción
performática
implicada
y
viceversa.
‐
Al
contrario
del
ritual
que
se
caracteriza
por
ser
estático
(y
por
ello
de
este
se
han
derivado
las
religiones
y
se
derivan
hoy
las
sectas
o
simplemente
ciertas
actitudes
dogmáticas),
el
arte
de
performance
produce,
elabora,
trabaja,
da
forma
y
permite
la
circulación
en
el
mundo
de
un
acto
sin
sentido
cuya
lectura
puede
remitir
a
la
noción
de
ritual
(el
performer
es
percibido
como
un
mago,
un
chamán,
un
hacedor,
etc.,
lo
quiera
o
no),
pero
no
lo
es.
‐
A
pesar
de
que
hay
una
importante
interacción
con
el
público,
en
el
performance
no
encontraremos
elementos
del
happening
en
donde
el
asedio
y
el
acoso
son
elementos
cruciales.
La
acción
performática
pone
de
manifiesto
elementos
tales
como
lo
esencial,
lo
discriminativo,
entre
otros.
‐
Respecto
de
las
líneas
de
trabajo
anteriores
realizadas
en
el
Ecuador,
el
performance
en
el
Hospital
Militar
marca
diferencias
importantes,
tanto
por
el
contenido
de
la
acción
en
sí,
como
por
el
efecto
producido
tanto
en
el
público
(luego
espectadores‐participantes)
como
por
el
consecuente
efecto
de
evolución
en
espiral
que
se
genera
para
un
arte
de
performance
en
el
Ecuador,
y
finalmente
por
el
enfoque
dado
por
el
performer
a
la
acción
realizada
lo
que
culmina
en
un
aporte
teórico
alejado
de
la
crítica
y
la
intervención
de
la
institución
museológica.