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Ln CASIIDAD COMO

FORMA

DEL AMOR VERDADERC i ¡nru Lnrrrrlr

,D f enetrattlo ('on el pensuniento el c'onjunto cle la descri¡tcirín del I-ibro tlel Génesis2, I8-25, e inter¡tretúrck¡lau lu luz de lavertlad sobre la irrtugen t, senrejunru cle Dios (cf. Gen 1,26-27), potlentos'comprender me.jor crt qué cott.siste el t:urúcter ¡tersortol clel ser lruntano, grucios ol cuul ontbos ),mtier- son sente.icmtes ct Dios. En e.f'ecto, c:udu hombre es ima-

-hombre

g3n t[e Dios como creuturu rucit¡nul y libre, L'apo7, de conoc:erlo y amurlo.

eristir 'solo'(cf. Gen 2, l8); pue(omo'wtidud de lo,s r/o,r',),1 por c'ort,tiguiente, en relutle existir soluntetúe ción c:on otro per,\onu humatc ". Estas líneas de Mulieri:; Dig,ttitutetnt reLeenu¡s, utlenuís, que el honúre no ¡tuetle

sumen perf-ectamente los dif-erentes temas que hasta ahora han sido desarrollados. Hay una verdad hurnana, inscrita en la naturaleza, y que dispone a la persona para realizarse plenamente. según sus capacidades inte-

lectivas y volitivas. Esta verdad se reconoce en la tendencia del horribre

¿r

ablirse hacia los demás (hemos hablado de una vocaciónr a la comunión) y, más exactamente, a establecer relaciones personalizadas y escogidas. Entre ellas, la más específica es la relación de amor que une al hombre y a la mujer'

Mulieri.t Dignitutern ( l9U8). n. 7. "E,n definitiva, el peligro rnás grave para el hontbre. pruvierte elección. la elección

cle la ne-saci(rn de la veldacl

negacirin dcl anror. (T. STYCZEN .\trutturu pes()nu[e

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soblc la cliqnidad clel hornbre,

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Pn¡blemu tlcll'uonto

D ¡trobletnu tl'utnorc. Sullu Perstnnu, \'aritit e Mt¡ru1a, Atti del Congresso morale. Roma 7- I 2 aprile 1986, Citth Nuova Eclitrice, I 37 ss. ).

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Internazionale di Teolo_eia

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r cll tlll tlt¡ll l'(ltl y t'ce i¡lt'rtc, tfe stls l)e's,rlrs. l:st. tl* trr'r irro.t..ttt,rrqrrr rt.s col)lproltlctc cll t'clas l¿ts dilltctlsi,rcs rlc srr sc. cs¡rir.irr,,,l. ,i...,,,,1i,.--i;;;. ..,,, poraly sexual' Para que sea el.ectivo. es

persona: es necesllrio qtre cad¿t ullo expresar íntegraniente el clon

equilibrio general

neccs'r'i'c¡uc corl)l)r1)n.rcrir

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l, r,ujcr.-_-, se. clt¡rirz tlt. -el al otro y cle acoger ar otr.. Est, sLr¡r,r-rc .,

cle su's facultacles, una uniflcación interiur cle su pers,'lrri clad' un traba-io así se realizttcon tiernpo. exige el dominio cle sí y p,cie'cirr. Nos encotifr¿lmos' por tanto, en el orclen de Ia virtucl. La casticlaci es la virtutl que ayuda a rograrro. y clado que estamos habrancJo cJe c10s esposos. ,o.\ ref'eritncls, entonces, a la castidacl conyu-eal.

El don de sí puede manif'estarse también a través rte la virginiclad consagrada,

asumida como crisponibiricrad para er se^,icio der Reino. una vez mírs, ra casridacl hace posibre ra reari z.aciótt ribre y responsabre cle ra donación de sí' Frecuentenrente el uso clel términ o cu,yÍidct¿i se lirnita r,e rnarler¿r er'ónea a ra condición de vida der consagrado célibe, porque er sen_ tido que se ha crado a este estado de vida., .rp..ificamente cristiano. De ahí nace una

confusión fiecuente entre casticlacl

y abstinencia de relaciones sexuales' En este capíturo trataremos de demostrar que ra castidad sóro en_ cuentra su verdadero senticro cuancro estír rigacra ar a,no., cuarquiera sea ra fbrma que torne este úrtimo. Incruso, ar ref'erirnos de rnanera más específ)ca

al dominio

sexuar, habraremos de eila prioritariamente en er marco del amor conyugar. Anarizareni,s, por ta'to, ros siguientes aspectos: r. EI amor ver_ dadero y sus exigencias ;2. Lacastidad como fbrma del amo, verdadero y 3. La educación en la casticlad.

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tltlc l)il;,1'or r¡rrr,'trnlrtlir crrlolrccs cslt ¡lltlttltt'tt tltlc l)l'o\'ocil ttlitlcstltl', r,'r.r'irrr¡rolrcl Iíntitcs cluc no sc pucdcn sobrepasltr, y que se atribuye el dere-

rrrlt¡lr.

lro tlc cst¿rblccer opciones'? ¿,Podría la verdad hacer triste el amor'/ Nos (.(luivocuríantos si rninimizirramos dernasiado rápidarnente este miedo. tan plo¡rio cle nuestro tiernpo. a la asociación de esttts dos térrninos: amor y r c¡rlacl. Habría motivos rnás que suficientes para inquietarse si, detrás de

..

t'stlr asoci¿rción. se escondiera la pretensión de querer inscribir el amor en un rfr¿rrco cleterminado tt

priori, con el pretexto de racionalizarlo' Pero si, por

rc¿rcción contraria. rechazáramos toda ref-erencia del amor humano a la vertl¿rcl se

derivaría un peligro todavía mayor.

Existe una ref-erencia precisa, perf'ectamente identiflcable, a pesar de (lLre no puecla medirse humanamente. Es una ref'erencia humana y. al mismo mpo, divina: es el amor de Dios revelado en la Persona de Cristo. El amor de Cristo es la norma concreta y universal de todo amor humano. Para un tie

cristiano sería inaclecuado e inútil buscar un criterio normativo del amor I'uera cle Cristo. " En realiclad, el misterio del hombre no ,\e aclura de verclcttl ,situ¡

e¡ el misterio clel Verbo encurnctclo. Adén, el ¡trimer hombre, era'

en

c.f'ec:to,.figuru del c¡ue lrubíu tle venir Cri.rto, el Señor. Cri,sto, el nuevo Atlátt, en lct rey,elctción tnisnut tlel ntistet"io ¿lel Padre y cle su ottlot; pone de muni-

.t''iestoplenumentectlltombretuÚesímisnto)'leclescubrelasublimicluddesu t,ocuc:irin", dice el Conciliot. Una relación así con una persona determinada es una novedad absoluta en la historia de las religiones y de las doctrinas espirituales. como lo han señalado numerosos autoresa. Hemos destacado en otro momento la di-enidad incomparable que la naturaleza humana ha recibido con la Encarnación del Verbo y la capacidad nueva, recibida con el acontecimiento de la Redención, piira participar en su vida: "vosotros alcott:,áis

EL

AMOR VFRDADERO Y SUS EXIGENCIAS

la plenittttl en É1, que es la Cctbe1u tle todo Principudo y de tr¡da Potestatl"

(Col 2,10). ACERCAIViiE|\]IO AL AMOR VERDADERO

El término 'vercracrero, corocado junto ar término ,amor. parece un tanto provocador' Parecería que e.stamo.s ponienclo u¡r lírnite preestablecido a aquelJo que todos concebimo's como ilimitado. Er anlor es necesar.iamente inme'.so, fuerte, bero; sobreviene como argo nuevo en ra vicra; sobrepasa y trallslbrnta la existencia, la engranclece, la saca rJel marco ordinario de la

No hay ninguna verdad revelada por Cristo que sea indif-erente para comprender la verdadera naturaleza del amor: verdad y bondad de la crea-

3 :t

Guutlium t'Í Spc:, n.22.

Cfr. S. PINCKAERS. La t,itrt .s¡tiriluule del t'ri.sfiutto setrndr¡ Sun Put¡lo e Book, Lugano, 1995. tt¡ttla t't¡tttttti.f'r¿/,1('c, Ed'

Tr¡ntnttt,so d'At¡uinct, Jaca

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F.M. LETHEL. Ct¡ttttuitre I'utttour clLr Carmel' 20-39' 531

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