Bruselas

LA ESQUIVA BUSQUEDA DE LA PAZ EN COLOMBIA 26 de marzo de 2002 Reporte de América Latina No. 1 Bogotá/Bruselas TABLA DE CONTENIDO RESUMEN Y RECOMEND...
4 downloads 0 Views 462KB Size
LA ESQUIVA BUSQUEDA DE LA PAZ EN COLOMBIA 26 de marzo de 2002

Reporte de América Latina No. 1 Bogotá/Bruselas

TABLA DE CONTENIDO RESUMEN Y RECOMENDACIONES EJECUTIVAS ..........................................................................................i I. INTRODUCCIÓN............................................................................................................................................1 II. SINOPSIS HISTÓRICA..................................................................................................................................2 A. LA ÉPOCA DE “LA VIOLENCIA”, 1948 – 1965........................................................................................3 B. SURGIMIENTO Y TRANSFORMACIÓN DE LA INSURGENCIA ...................................................................3 C. SURGIMIENTO Y TRANSFORMACIÓN DE LOS CARTELES DEL NARCOTRÁFICO Y LAS FUERZAS PARAMILITARES ......................................................................................................................................4 D. LOS ESFUERZOS POR CONSEGUIR LA PAZ 1982-1998............................................................................5 III. ACTORES PRINCIPALES.............................................................................................................................6 A. LAS PARTES DEL CONFLICTO..................................................................................................................7 1. El Estado ........................................................................................................................................7 2. Los insurgentes...............................................................................................................................9 3. Las fuerzas paramilitares..............................................................................................................11 B. LA COMUNIDAD INTERNACIONAL ........................................................................................................12 1. La ONU y la OEA........................................................................................................................12 2. Países vecinos y otros países del hemisferio occidental...............................................................12 3. Estados Unidos.............................................................................................................................13 4. Europa ..........................................................................................................................................16 IV. CONSECUENCIAS HUMANITARIAS DEL CONFLICTO....................................................................16 A. MASACRES .............................................................................................................................................17 B. ASESINATOS ...........................................................................................................................................18 C. TORTURA ...............................................................................................................................................18 D. SECUESTRO ............................................................................................................................................18 E. NIÑOS EN EL CONFLICTO ......................................................................................................................19 F. ATAQUES INDISCRIMINADOS CONTRA LA POBLACIÓN CIVIL .............................................................19 G. ACTOS TERRORISTAS CONTRA LA INFRAESTRUCTURA ......................................................................20 H. DESPLAZAMIENTO INTERNO FORZADO................................................................................................20 V. DINÁMICA DE PAZ Y GUERRA, 1998-2002............................................................................................21 A. LA INICIATIVA PASTRANA ....................................................................................................................21 B. LA CRISIS DE ENERO DE 2002................................................................................................................24 C. LAS FARC: HACEN LA GUERRA Y HABLAN DE PAZ ............................................................................25 D. FINAL DEL PROCESO DE PAZ .................................................................................................................27 VI. CONCLUSIÓN: ¿Y AHORA QUÉ SIGUE PARA COLOMBIA? ............................................................... A. REPLANTEAMIENTO DEL CAMINO A SEGUIR ........................................................................................29 B. MEJORAMIENTO DE LA PROTECCIÓN Y LA SEGURIDAD .....................................................................30 C. REACTIVACIÓN DEL PROCESO DE PAZ .................................................................................................31 D. LUCHA CONTRA EL NARCOTRÁFICO ....................................................................................................33 E. FORTALECIMIENTO DE LAS INSTITUCIONES COLOMBIANAS ..............................................................34 ANEXOS A. B. C. D. E. F.

GLOSARIO DE SIGLAS ............................................................................................................................35 CRONOLOGÍA DEL PROCESO DE PAZ GOBIERNO DE COLOMBIA – FARC, 1998-2002 .....................36 MAPA DE COLOMBIA.............................................................................................................................44 ACERCA DE INTERNATIONAL CRISIS GROUP ......................................................................................45 INFORMES Y DOCUMENTOS INFORMATIVOS DE ICG ..........................................................................46 MIEMBROS DE LA JUNTA DE ICG .........................................................................................................50

Informe No. 1 de ICG sobre Latinoamérica

26 de marzo de 2002

LA ESQUIVA BÚSQUEDA DE LA PAZ EN COLOMBIA RESUMEN Y RECOMENDACIONES EJECUTIVAS Retrospectiva. En febrero del 2002 se rompieron las negociaciones destinadas a poner fin a la confrontación más aguda de la guerra civil en Colombia, que lleva ya varios decenios. Casi cuatro años atrás, el recién elegido presidente Andrés Pastrana había iniciado conversaciones con los principales grupos revolucionarios del país, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de ColombiaEjército del Pueblo (FARC-EP) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), en medio de un gran entusiasmo y esperanza. Pero las confrontaciones nunca cesaron mientras se conversaba entre múltiples tropiezos, y hoy el país se enfrenta a una nueva ronda de violencia en las ciudades y de ataques contra su infraestructura. A la comunidad internacional le preocupan las implicaciones de esta nueva arremetida de violencia, no sólo para el pueblo colombiano y sus instituciones democráticas, sino para la estabilidad regional. Con el apoyo de Europa, América Latina y Estados Unidos, el presidente Pastrana le concedió al grupo insurgente más grande, las FARC, una zona desmilitarizada (ZDM) al sur del país, del tamaño de Suiza. Sin embargo, tanto el presidente como las FARC mantuvieron un poco al margen a terceros con experiencia, tanto colombianos como extranjeros. Aunque las negociaciones fueron una iniciativa valiente, no parecían sustentadas por una estrategia consistente. Cuando Pastrana rompió las negociaciones y ordenó al ejército recuperar la ZDM, ya la mayoría de los colombianos se había desilusionado del proceso. La comunidad internacional apoyó de manera prácticamente unánime su decisión: en el mundo posterior al 11 de septiembre, era fácil adoptar una postura fuerte en contra de una organización terrorista. Durante el gobierno Pastrana todas las organizaciones armadas ilegales –las FARC, el ELN y las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC, o los paramilitares)– han intensificado sus ataques,

violando repetidamente los derechos humanos y ampliando su radio de acción. Los enfrentamientos que siguieron a la ruptura de las negociaciones, si bien fueron menos intensos que los del mes inmediatamente anterior, indican que las FARC todavía tienen la capacidad de operar efectivamente en gran parte del país, y que existen pocas posibilidades, si es que alguna, de que el gobierno pueda imponer una solución militar en un futuro cercano. Al mismo tiempo la importancia de Colombia como productor de drogas ilícitas ha crecido considerablemente, incrementado el interés de la comunidad internacional, incluidos los países vecinos y Estados Unidos, por encontrar una solución al conflicto. Durante la última década la economía rural legítima ha sufrido mucho a causa de la guerra y de las fluctuaciones de los precios, lo que ha contribuido a fortalecer aún más el poder de los productores de coca. Colombia posee una economía potencialmente fuerte y una larga tradición democrática que, si bien se ha visto socavada por su historial de violencia, es una de las más prestigiosas de Latinoamérica. Su guerra civil se ha entretejido profundamente con el narcotráfico, que no sólo alimenta el conflicto sino también parece haber alterado significativamente el carácter de los insurgentes y de los paramilitares, que ahora cuentan con una fuente segura de ingresos que les permite financiar la compra de armamento y consolidar la estabilidad de su poderío. El surgimiento del narcotráfico en Colombia desde los años ochenta, combinado con las dislocaciones ideológicas del fin de la Guerra Fría, ha marcado una clara diferencia entre las FARC y el ELN y los anteriores grupos guerrilleros de América Latina. Muchos de sus líderes se han convertido en “empresarios militares” que sienten poca necesidad de cooperar y comunicarse con la sociedad colombiana, y aun menos con la comunidad

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

internacional. Han perdido la mayor parte del apoyo popular que tenían en el pasado, y ahora su poder se refleja casi exclusivamente en su capacidad militar, financiada por la lucrativa industria del secuestro, el narcotráfico y la extorsión. Los enemigos declarados de los rebeldes, los paramilitares de derecha, que parecen estar ganando adeptos en algunas de las zonas rurales amenazadas por la guerrilla, también mantienen vínculos estrechos y lucrativos con la industria de las drogas ilícitas. Con un importante respaldo del sector privado y el apoyo de las élites políticas rurales y de los comandantes militares colombianos, el número de paramilitares se ha multiplicado por diez durante la última década. La presión internacional ejercida sobre el gobierno y el ejército para que corten vínculos con los paramilitares y castiguen sus atrocidades ha tenido resultados muy limitados. El gobierno no ejerce su autoridad en buena parte del país. Ni siquiera puede prestar los servicios sociales básicos o –lo que es tal vez más grave– garantizar el Estado de derecho en gran parte de la Colombia rural. Estas limitaciones, junto con una fuerza militar deficiente en tamaño, entrenamiento y equipos y un sistema judicial profundamente cuestionado, han sido un impedimento grave en los esfuerzos del Estado por gobernar, y más aún en sus intentos de derrotar a la guerrilla y combatir a los narcotraficantes. El conflicto endémico de Colombia reviste interés internacional, no sólo por sus costos humanitarios sino también porque implica nexos con armas, drogas ilícitas, dinero, lavado de activos, criminales y terroristas. Sigue siendo una gran fuente de preocupación regional. El fracaso de las negociaciones de paz con las FARC (aunque siguen adelante con el ELN) y el retorno a la guerra más intensa aumentan el peligro de una expansión del conflicto hacia los países limítrofes con Colombia: Brasil, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela.

Página ii

integridad de las elecciones de mayo, en las que se elegirá a su sucesor. Los interesados en el futuro de Colombia deben ahora hacer un inventario de la situación y repensar las estrategias y las prioridades que debe asumir el nuevo gobierno, con el apoyo internacional. A juicio del ICG, las prioridades son proteger mejor a la población civil de los grupos insurgentes y paramilitares, reactivar las negociaciones de paz, renovar sus esfuerzos por combatir el narcotráfico y fortalecer las instituciones colombianas, especialmente en las áreas de seguridad y justicia. Para lograr estos objetivos se requerirán enfoques nuevos y más efectivos, que tendrán que contar con un respaldo significativo de la región y de la comunidad internacional en general. Este informe y las recomendaciones que se incluyen a continuación recogen algunos de estos temas, si bien nuestras conclusiones y preceptos deben tomarse como preliminares en esta etapa del proceso. Requerirán de mayor evaluación y desarrollo en los próximos meses. El propósito de este primer informe del ICG sobre Colombia es evaluar los antecedentes, los éxitos y los fracasos de la esquiva búsqueda de la paz y proponer un marco amplio dentro del cual los colombianos y sus amigos puedan empezar a reflexionar juntos sobre las difíciles decisiones y las ideas frescas que se necesitan. Los informes siguientes explorarán las implicaciones de las elecciones presidenciales para el proceso de paz; la estructura de las fuerzas de seguridad y los desafíos a que se enfrentan; cómo garantizar el Estado de derecho y la seguridad de la población civil en las zonas rurales; cómo reconstruir la devastada economía rural; las estrategias para reestructurar el proceso de paz y para combatir el narcotráfico; y las formas de prevenir la desestabilización regional.

RECOMENDACIONES Perspectiva. El presidente Pastrana ya no tiene posibilidad realista de lograr una reconciliación con las FARC durante los meses que le restan de su mandato. Sin embargo, las circunstancias favorecen al gobierno para que realice un gran esfuerzo, con apoyo internacional, tendiente a pactar un cese al fuego verificable con el ELN, grupo de menor tamaño, que podría tener implicaciones de mayor alcance pues quizás propiciaría una eventual reanudación del proceso de paz con las FARC. Además de esto, el presidente tendrá que emplear el tiempo que le queda de gobierno intentando limitar los impactos negativos en materia de seguridad y haciendo todo lo posible por salvaguardar la

MEJORAR LA PROTECCIÓN Y LA SEGURIDAD 1.

El gobierno colombiano deberá persistir en sus esfuerzos por: (a)

Fortalecer su capacidad de combate contra los insurgentes, utilizando, de ser necesario, la discreción de la que goza para asignar tropas adicionales a la contrainsurgencia, en lugar de a las operaciones antinarcóticos;

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

(b)

(c)

2.

Establecer precedentes con la detención y el llamado a juicio de figuras paramilitares claves; crear unidades dedicadas exclusivamente a la detención de líderes paramilitares y al llamado a juicio de sus financiadores; y juzgar al personal militar que mantiene vínculos con los paramilitares;

combatientes del ELN durante el cese al fuego. 5.

(b)

El gobierno de Estados Unidos deberá considerar:

Los gobiernos de Brasil, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela deberán trabajar conjuntamente con Colombia en la formulación de políticas para el refuerzo de la seguridad (compartir información de inteligencia, ejercer un control mutuo del contrabando y prestar asistencia a los refugiados) y también para el desarrollo integrado de las fronteras (educación, salud y medio ambiente).

Los incentivos para las negociaciones no deberán incluir la repetición de la estrategia de la ZDM.

7.

El gobierno de Cuba deberá seguir siendo el anfitrión de las negociaciones con el ELN y, por otra parte, continuar desempeñando su papel activo en dicho proceso de paz.

8.

El Secretario General de las Naciones Unidas deberá intensificar su propio compromiso y sus buenos oficios, nombrando un Representante Especial, cuando así le sea solicitado por el gobierno de Colombia, con sede en Bogotá tan pronto como sea posible y conveniente, y ofrecer una amplia asistencia de mediación en el proceso de paz con las FARC y el ELN, incluyendo asesoría en las estrategias de cese al fuego y en los mecanismos de verificación, así como en la protección de los insurgentes durante el cese al fuego. Teniendo en cuenta las implicaciones regionales del conflicto, el Representante Especial deberá informar regularmente al Consejo de Seguridad, a través del Secretario General.

9.

El Representante Especial deberá mantener canales abiertos con todos los actores nacionales e internacionales claves, incluidos los insurgentes, y convocar, como preparación para las negociaciones, a los representantes

El presidente Pastrana deberá perseverar en: (a)

(b)

(c)

Proseguir las negociaciones con el ELN tendientes a pactar un cese al fuego verificable, y mantener informados a todos los candidatos presidenciales; Solicitar la mediación de las Naciones Unidas, cuando ello sea procedente y útil. Desarrollar, con la plena participación del ejército, medidas para proteger a los

Solicitar al Secretario General de las Naciones Unidas, cuando el momento sea apropriado, que nombre un Representante Especial y establezca una misión de buenos oficios en Colombia, que desempeñe un papel más decisivo en las negociaciones con el ELN y, eventualmente, con las FARC; y, Utilizar las experiencias de las Naciones Unidas para el desarrollo de una estrategia coherente para negociar acuerdos de paz con las FARC y el ELN, incluyendo elementos como la mediación de terceros, reuniones en el exterior hasta que se alcance el cese al fuego, la participación de oficiales militares expertos en el equipo de negociación y la protección de los combatientes desmovilizados.

6.

REACTIVACIÓN DEL PROCESO DE PAZ 4.

El presidente electo deberá: (a)

Considerar como prioridad fundamental las medidas de seguridad en las elecciones de mayo, prolongando el gran esfuerzo desplegado con bastante éxito en las elecciones parlamentarias de marzo, en las que se protegió tanto a candidatos y electores como a la maquinaria electoral.

Suministrar ayuda militar adicional y no interferir en el uso de las fuerzas colombianas, que actualmente sólo pueden combatir al narcotráfico. Ayudar al ejército colombiano a hacer progresos significativos en el establecimiento de responsabilidades por las violaciones de los derechos humanos. Colaborar de igual manera a encontrar una solución pronta a los abusos de los paramilitares. 3.

Página iii

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Página iv

internacionales, del gobierno y de los insurgentes para evaluar informalmente cuestiones como métodos para desmantelar los grupos paramilitares, promover el cumplimiento de las normas humanitarias internacionales y promover la verificación del cese al fuego. 10.

El gobierno de Estados Unidos deberá considerar positivamente a la petición de las partes de apoyar el cese al fuego o un acuerdo final con el ELN, mediante asistencia en la financiación y el monitoreo, y considerar la posibilidad de convertirse en miembro formal del Grupo de Amigos, si las partes lo solicitan durante las futuras negociaciones con las FARC, siempre que esta modalidad de buscar la paz sea revivida.

11.

La Unión Europea deberá ejercer una presencia independiente más fuerte y proceder tan rápido como le sea posible en su programa de asistencia, que ya ha sido aprobado, y en especial trabajar a nivel de las comunidades en las áreas de conflicto mediante laboratorios de paz, así como instar a los embajadores de los países miembros a que redoblen sus esfuerzos como facilitadores en las negociaciones con el ELN.

12.

Los países que ya forman parte del Grupo de Amigos deberán estar preparados para ofrecer vigilancia y asistencia financiera al cese al fuego o a los acuerdos de paz con el ELN.

programas de reducción de la demanda, el llamado a juicio de los lavadores de activos y la restricción a la circulación de precursores químicos y armamento. El análisis podría culminar con una conferencia cumbre, como la desarrollada en 1990 en Cartagena de Indias, para lograr un consenso en torno al mejoramiento de las medidas colombianas e internacionales destinadas a combatir el narcotráfico. FORTALECIMIENTO DE LAS INSTITUCIONES DE SEGURIDAD Y JUSTICIA EN COLOMBIA 15.

a)

b)

LA LUCHA CONTRA EL NARCOTRÁFICO 13.

14.

Tan pronto como las condiciones de seguridad lo permitan, el gobierno colombiano y quienes lo apoyan deberán lanzar un programa de emergencia de desarrollo alternativo, apoyo municipal y servicios sociales en la antigua ZDM, así como en otras zonas que sean controladas con seguridad por las fuerzas regulares del Estado. Además de reforzar el cumplimiento de la ley y el desarrollo alternativo, la comunidad internacional, las Naciones Unidas, la Organización de los Estados Americanos (OEA) y el próximo gobierno de Colombia deberán analizar los cambios que es preciso efectuar a las políticas antidrogas y entrar a considerar qué más se puede hacer para asumir una responsabilidad compartida frente al narcotráfico, mediante el fortalecimiento de los

El gobierno colombiano deberá:

16.

Suministrar servicios básicos con la colaboración de la sociedad civil, ofrecer asistencia a las víctimas de violación de derechos humanos y protección a las organizaciones defensoras de los derechos humanos, llevar fuerzas legítimas de los sectores policial y de justicia a las áreas rurales y, al mismo tiempo, promover una política activa de reforma económica y social con el objeto de reforzar el apoyo a los procedimientos e instituciones democráticas, así como aumentar los ingresos tributarios que sean necesarios para financiar dichos esfuerzos; Ampliar urgentemente la asistencia prestada a los desplazados facilitando los requerimientos oficiales de registro para recibir asistencia gubernamental, implementar en su totalidad el Plan Nacional de 1997 para los desplazados, y aumentar la presencia de la Defensoría del Pueblo en áreas con alto riesgo de desplazamiento.

Los donantes de la Unión Europea, Estados Unidos y otros, incluidos el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial, deberán reforzar considerablemente su apoyo a la reforma de la justicia, así como a los proyectos de desarrollo agrario y de generación de ingresos en las áreas rurales, siempre que la seguridad lo permita.

Bogotá/Bruselas, 26 de marzo del 2002

Informe No. 1 de ICG sobre Latinoamérica

26 de marzo de 2002

LA ESQUIVA BÚSQUEDA DE LA PAZ EN COLOMBIA I.

INTRODUCCIÓN

En 1999 Colombia entró en una nueva etapa en su búsqueda de la paz, que ya cumple 20 años. Andrés Pastrana fue elegido presidente con el compromiso, concebido en el fragor de la campaña electoral de 1998, de iniciar negociaciones serias con los grupos insurgentes del país. Sin embargo, hoy muchos colombianos creen que el gobierno abrió la “puerta a la paz” sin tener suficiente claridad sobre quiénes eran realmente las guerrillas, cómo debía proceder y cuál podría ser la definición de esa esquiva meta de la “paz.” Durante el transcurso de las negociaciones, todas las organizaciones armadas de Colombia, regulares e irregulares, intensificaron sus actividades. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de ColombiaEjército del Pueblo (FARC-EP) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y sus enemigos mortales, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC, o fuerzas paramilitares) intensificaron sus ataques, violando repetidamente los derechos humanos y causando sufrimiento a colombianos de todas las condiciones sociales. El secuestro y la extorsión alcanzaron niveles sin precedentes, las masacres y la violencia forzaron el desplazamiento de cientos de miles de civiles, y muchos más fueron torturados o asesinados. La vasta zona desmilitarizada (ZDM) al sur del país, creada por el presidente Pastrana para sostener las conversaciones de paz con las FARC, fue utilizada abusivamente por los insurgentes para retener a las víctimas de los secuestros, sembrar coca y efectuar entrenamiento militar, luego de que el gobierno dejara de insistir en la vigilancia internacional del respeto a los derechos humanos y en el mantenimiento de la autoridad policial local dentro de la zona. La frustración de los colombianos empezó a crecer ante la violencia reinante a lo largo de este proceso. Sin una concepción clara de su propia estrategia de negociación, el gobierno negoció con unos

insurgentes que, finalizada ya la Guerra Fría, parecían incapaces de definir una nueva postura política y la razón de ser de su lucha. Muchos llegaron a la conclusión de que los insurgentes utilizaban las negociaciones sólo como una táctica en su búsqueda del poder, sin saber muy bien lo que querían hacer con ese poder. Las FARC y el ELN se distanciaron cada vez más de la opinión pública local e internacional con sus actos de terrorismo y violencia. Igualmente desconcertante fue su creciente participación en el negocio ilícito de las drogas, primero ofreciendo protección a los cultivadores de coca y amapola, y luego participando activamente en el cultivo, procesamiento y, ocasionalmente, la venta de cocaína y heroína. Desde que el gobierno suspendió las negociaciones el 20 de febrero de 2002, la “puerta a la guerra” se abrió, y la paz nuevamente se presenta como una quimera. Los ataques subsiguientes de las FARC contra objetivos civiles no fueron tan intensos como los llevados a cabo durante el mes que culminó con la decisión del gobierno de poner fin a la ZDM, que causaron cerca de 100 muertes y estuvieron a punto de interrumpir el suministro de agua y electricidad para millones de personas en Bogotá. Sin embargo, han sido suficientes para reforzar el escepticismo de la opinión pública y propagar el temor de que lo peor aún está por venir1.

1

En poco más de diez días, en enero, mientras el proceso de paz estaba en su última etapa, los comandos de las FARC volaron docenas de torres de energía, causando apagones en varias provincias y poblaciones, atacaron y quemaron varios vehículos que viajaban por la carretera que va de Villavicencio (Meta) a Bogotá, destruyeron un puente importante, colocaron bombas en sectores urbanos y dinamitaron una sección de la represa principal que abastece de agua a la capital. El departamento del Meta fue el más afectado por los apagones, y por primera vez las FARC destruyeron dos torres eléctricas en el área metropolitana de Bogotá. La distancia entre Villavicencio,

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Después de más de tres años de un proceso de paz que realmente nunca fue tal, los colombianos vuelven a encontrar las elecciones dominadas por el conflicto armado. Sin embargo, muy pocos creen que el conflicto se pueda resolver militarmente. En último término, los acuerdos de paz con los grupos insurgentes serán la única solución. El presidente aseveró que el “libro de la paz” todavía no se ha cerrado; todos los candidatos presidenciales apoyaron la decisión de poner fin a las negociaciones con las FARC pero también subrayaron su disposición a reanudarlas tan pronto como sea posible bajo circunstancias diferentes, y con objetivos claramente definidos. Mientras tanto, las negociaciones con el ELN, que es un grupo más pequeño y más débil, siguen adelante. La comunidad internacional ha expresado unánimemente su apoyo al gobierno colombiano en estos momentos difíciles, al tiempo que ha dejado en claro que es imperativo realizar otro esfuerzo tendiente a entablar negociaciones de paz. Pero en la actualidad Colombia es más inestable e inhóspita para las conversaciones de paz que en 1998. Las posibilidades de ayuda de la comunidad internacional siguen siendo limitadas. Ahora todas las organizaciones insurgentes y paramilitares son formalmente consideradas terroristas por Estados Unidos, y de facto por otros gobiernos2. La única certeza sobre la escalada del conflicto es que más civiles sufrirán y morirán. Este informe tiene como propósito contribuir a la comprensión de la situación colombiana y explorar la manera en que se pueden evitar los errores del pasado. La segunda parte presenta una breve sinopsis del desarrollo histórico de las organizaciones armadas irregulares, el conflicto armado y las respuestas del Estado desde la época de “la Violencia” de mediados del siglo hasta la década de los noventa. La tercera parte examina las motivaciones, las acciones y los objetivos de los actores principales, tanto colombianos como extranjeros. La cuarta parte subraya las desastrosas consecuencias humanitarias del conflicto. La quinta analiza el curso de las desafortunadas negociaciones entre el gobierno Pastrana y las FARC. La sección de las conclusiones plantea algunas directrices para el camino a seguir en busca de la paz, que se desarrollarán con mayor profundidad en los siguientes informes del ICG.

la capital del Meta, y Bogotá es de menos de 100 kilómetros. 2 Dado que el ELN está participando en negociaciones, el gobierno colombiano no lo clasifica como terrorista.

Página 2

II.

SINOPSIS HISTÓRICA

La historia de Colombia se ha caracterizado tanto por la consolidación gradual de un sistema democrático de gobierno, como por períodos recurrentes y prolongados de matanzas a gran escala, en especial la “Guerra de los Mil Días” (1899-1902) y la época de “la Violencia” (1948-1965), así como el actual conflicto armado3. En contraste con muchos otros países latinoamericanos, las fuerzas armadas colombianas sólo han intervenido directamente en la política civil en contadas ocasiones, si bien ejercen influencia tras bambalinas. El sistema bipartidista permaneció prácticamente intacto hasta finales de la década de los noventa. Además, Colombia ha mantenido un equilibrio económico y ha sido testigo de largos períodos de crecimiento económico estable, aunque modesto. La violencia organizada y el conflicto armado en Colombia se han relacionado históricamente con las marcadas divisiones de los dos partidos políticos tradicionales, el Conservador y el Liberal, y con la debilidad del Estado4. En los últimos años, sin embargo, esta división tradicional se ha tornado menos relevante para la violencia, mientras que la insurgencia, el las fuerzas paramilitares y el narcotráfico han ido creciendo.

3

Comúnmente se estima que durante la Guerra de los Mil Días y la Violencia, 100.000 y 200.000 colombianos murieron, respectivamente. 4 Reconocidos estudiosos de Colombia como Malcolm Deas, Marco Palacios, Eduardo Pizarro, Gonzalo Sánchez y Daniel Pécaut han desarrollado un gran cuerpo de análisis político sobre este tema. Esta sección se basa en Malcolm Deas, “Canjes violentos: reflexiones sobre la violencia política en Colombia”, en Malcolm Deas y Fernando Gaitán, Dos ensayos especulativos sobre la violencia en Colombia, Bogotá, 1995, pp. 2-88.; Marco Palacios, “La solución política al conflicto armado, 19821997”, en Rafael Pardo, ed., El siglo pasado, Bogotá, 2001, pp. 491-536; Daniel Pécaut, Crónica de dos décadas de política colombiana 1968-1988, Bogotá, 1989; Andrés Peñate, “El sendero estratégico del ELN”, en Malcolm Deas y María Llorente, eds., Reconocer la guerra para construir la paz, Bogotá, 1999, pp. 53-98; Eduardo Pizarro, Las FARC, Bogotá, 1991; Alfredo Rangel, “Las FARC-EP: una mirada actual”, en Deas y Llorente, Reconocer la guerra..., pp. 21-52; Gonzalo Sánchez y Donny Meertens, Bandoleros, gamonales y campesinos, Bogotá, 1983.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

A.

LA ÉPOCA DE “LA VIOLENCIA”, 19481965

La época de “la Violencia” empezó con el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948. Liberales y conservadores se enfrentaron despiadadamente a lo largo y ancho del país. Los liberales y los comunistas –que sufrieron una persecución y represión indiscriminadas por parte de los conservadores en la rama ejecutiva del gobierno, la Iglesia católica y de otros sectores de la sociedad, derrocaron al dictador conservador Laureano Gómez y comenzaron a organizarse en grupos de autodefensa que más tarde se transformaron en fuerzas de guerrilla campesina. En 1953, tras cinco años de sangrienta guerra civil y el surgimiento de profundas fisuras en el seno de los partidos Conservador y Liberal, el general Gustavo Rojas Pinilla derrocó al dictador conservador Laureano Gómez en un golpe de Estado que gozó de amplio respaldo, y que fue el primero y último de esta índole desde 1855. Sin embargo, las fuerzas armadas fueron incapaces de desempeñar un papel neutral de arbitraje y no pudieron contener la violencia. En efecto, el general Rojas Pinilla puso en su contra a los dos partidos tradicionales al intentar crear un movimiento político populista similar al peronismo de Argentina. Ante una fuerte oposición política y una huelga general, se vio forzado a renunciar en 1957. Los liberales y los conservadores llegaron a un acuerdo de poder compartido e instauraron el Frente Nacional, y el período presidencial inconcluso fue llevado a término por una junta militar de cinco integrantes. En 1958 la junta entregó el poder al primer presidente del Frente Nacional, el liberal Alberto Lleras. Diseñado para durar doce años, el Frente Nacional se prolongó, en términos prácticos, durante casi 25, hasta el gobierno del conservador Belisario Betancur (1982-86). A pesar del Frente Nacional, la época de “la Violencia” no terminó en 1958. El gobierno siguió empeñado en desmantelar o derrotar militarmente las fuerzas campesinas, conocidas ya no como rebeldes (guerrilleros), sino como bandidos (bandoleros). Se calcula que en 1964 había hasta cien grupos armados activos en Colombia, particularmente en las zonas cafeteras. Debido a los fuertes sentimientos de solidaridad con los “rebeldes” de parte de la población rural y a los beneficios que los caciques políticos locales, tanto liberales como conservadores, recibían por cooperar con ellos, las fuerzas armadas y la policía enfrentaron grandes dificultades al tratar de controlarlos. Sólo mediante el empleo de tácticas

Página 3

norteamericanas de contrainsurgencia, entre ellas las milicias rurales, los programas de acción cívica e incluso, en contadas ocasiones, el uso del napalm, fue posible someter finalmente a los “bandoleros”, pero no fue suficiente para pacificar el país. B.

SURGIMIENTO Y TRANSFORMACIÓN DE LA INSURGENCIA

Las FARC son una derivación de la época de “la Violencia”5. Es importante resaltar, sin embargo, que desde su fundación en 1965, las FARC han sufrido un cambio profundo. Según el mito fundacional de la organización, que aún invocan sus altos dirigentes ocasionalmente, el brutal ataque del ejército regular contra el distrito de Marquetalia, en 1964, produjo la transformación de los grupos de autodefensa en fuerzas de guerrilla campesina bajo el auspicio del Partido Comunista6. El surgimiento más o menos simultáneo del ELN, una organización insurgente con estrechos nexos con Cuba, estimuló a Moscú para brindar su apoyo a las FARC desde épocas tempranas. En contraste con los grupos de autodefensa de la época de “la Violencia”, la guerrilla comunista pretendía derribar el régimen, expulsar el “imperialismo norteamericano” e implementar unas reformas socio-económicas de gran alcance, en particular en el sector agrario. Inicialmente las FARC tenían 350 hombres armados, organizados en seis “frentes”7. En parte debido a esta división estratégica mal concebida, sufrió numerosas bajas. Fue incapaz de definir un perfil nacional alto hasta mediados de los años ochenta, cuando empezó a distanciarse del Partido Comunista, a extender sus reclutamientos entre los estudiantes, intelectuales y trabajadores urbanos, y a concentrarse en la estructuración de una fuerza adiestrada capaz de producir bajas en el ejército8.

5

El nombre completo es Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo. 6 La legendaria desconfianza de los comandantes de las FARC frente al Partido Liberal también se remonta al ataque a Marquetalia. Los liberales, que entonces formaban parte del Frente Nacional, fueron y siguen siendo percibidos por las FARC como traidores. 7 Uno de los frentes estaba dirigido por Manuel Marulanda, alias Tirofijo, actual comandante en jefe de los insurgentes. 8 Hoy los bogotanos coinciden en señalar que en los años ochenta las FARC no eran muy conocidas y no se las percibía como una amenaza real para el Estado y la sociedad urbana. Entrevistas realizadas por ICG, Bogotá, febrero del 2002.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Tras el colapso de la Unión Soviética en 1991, las FARC emprendieron su propio camino en el vasto aislamiento de la Colombia rural. Despojadas de todo nexo ideológico significativo y financiadas principalmente con la extorsión, el secuestro y los “impuestos” obtenidos a cambio de la protección de los narcotraficantes y de miles de cultivadores grandes y pequeños de coca –quizás su última verdadera base de apoyo rural– las FARC engrosaron considerablemente sus filas, consolidaron su control territorial, incluso en pequeños centros urbanos, y reforzaron su capacidad militar. Se convirtieron en una insurgencia nacional, con frentes militares en casi todas las regiones del país. A diferencia de las FARC, de origen campesino, el ELN fue fundado por estudiantes universitarios colombianos bajo la influencia de la Revolución Cubana y la doctrina del “foquismo” de Ernesto “el Che” Guevara9. La teología de la liberación también formó parte de sus antecedentes ideológicos10. Bajo el liderazgo de Fabio Vásquez, el ELN estableció un primer campamento en la región norteña de Santander en 1964; dos años más tarde tenía en sus filas 30 miembros. En 1973 la organización ya contaba con 270 combatientes y se financiaba principalmente con la extorsión, el secuestro y los asaltos a bancos. Sin embargo, desde su fundación, el ELN se ha visto afectado por serias luchas internas en torno a la primacía de la lucha política o la militar. La combinación de rivalidades personales, la muerte en combate del sacerdote católico Camilo Torres, representante de un pequeño movimiento social que apoyaba al ELN, y las derrotas militares prácticamente lo destruyó. A comienzos de la década de los ochenta, sin embargo, el ELN resurgió una vez más, debido sobre todo a las habilidades políticas de su nuevo líder, el sacerdote español Manuel Pérez, al descubrimiento de campos petrolíferos en zonas donde ejercían sus actividades y al proceso de paz iniciado bajo el mandato del presidente conservador Belisario Betancur. Pérez desarrolló una política de conexión

9

El Che Guevara sostenía que mediante el establecimiento de pequeñas células revolucionarias en el campo, que luego se multiplicarían poco a poco, se podían crear las condiciones para una insurreción rural. Esto contrastaba con la doctrina de la insurgencia urbana desarrollada por otros grupos latinoamericanos, como los Montoneros en la Argentina natal del Che. 10 Una corriente dentro de la Iglesia Católica que hacía un énfasis marcado, incluso de forma militante, en la conciencia y la justicia sociales.

Página 4

del ELN con movimientos sociales y sindicatos del sector petrolero. A su vez, la extorsión a las compañías petroleras multinacionales les significó una lucrativa fuente adicional de ingresos. Hasta 1998, el ELN se abstuvo de participar en las iniciativas de paz del gobierno, exceptuando un breve episodio durante la presidencia de César Gaviria. Hoy cuenta con cerca de 3.500 combatientes y está dirigido por Nicolás Rodríguez, alias Gabino; los vínculos con Fidel Castro y Cuba aún existen, pero tanto Rodríguez como Castro ahora apoyan abiertamente una solución negociada. Durante las décadas de los sesenta, los setenta y los ochenta surgieron otros grupos guerrilleros más pequeños en Colombia, como el maoísta Ejército Popular de Liberación (EPL), el M-19, predominantemente urbano, y el Movimiento Armado Quintín Lame, de composición indígena. Todos ellos firmaron acuerdos de paz con el gobierno y se desmovilizaron durante las presidencias de Virgilio Barco y César Gaviria11.

C.

SURGIMIENTO

Y TRANSFORMACIÓN DE LOS CARTELES DEL NARCOTRÁFICO Y LAS FUERZAS PARAMILITARES

El surgimiento de las llamadas fuerzas paramilitares, a comienzos de los años ochenta, estuvo estrechamente vinculado con la expansión del comercio ilícito de drogas –especialmente la cocaína– y la lucha del gobierno contra la insurgencia. Muchos sostienen que Muerte a Secuestradores, un escuadrón de la muerte como lo indica claramente su nombre, fundado por el cartel de Medellín en 1981, fue el precursor de las actuales AUC (Autodefensas Unidas de Colombia)12. En un comienzo, el objetivo de los cuadros paramilitares, que contaban con personal del ejército y la policía tanto en servicio activo como retirados, antiguos insurgentes y esmeralderos, fue sobre todo proteger a los grandes terratenientes y a los capos de la droga de la extorsión, el secuestro y el asesinato por parte de la guerrilla. Los paramilitares, parcialmente organizados y armados por el ejército colombiano, participaron en campañas de las fuerzas armadas regulares contra las FARC y el Partido Comunista Colombiano en el valle del Magdalena Medio, una región en el

11

Ver sección 2.D a continuación. Ver Americas Watch, Political Murder & Reform in Colombia: The Violence Continues, abril de 1992, p. 15.

12

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

nororiente del país. Expandiendo gradualmente su radio de operaciones, los grupos paramilitares se dirigieron primero al departamento de Córdoba, en la Costa Atlántica, y luego al occidente, al Urabá, y al sur, al Meta y el Putumayo. Las organizaciones guerrilleras, que habían mantenido sus propias relaciones comerciales con la mafia de la droga, se vieron forzadas a retirarse de algunas zonas y los terratenientes tradicionales vendieron grandes extensiones de tierra a los capos de la droga y a los líderes paramilitares13. El crecimiento de la economía de la droga y el establecimiento de poderosos carteles del narcotráfico, especialmente notorios en las ciudades de Cali y Medellín a finales de los años setenta y durante los ochenta, tuvieron un profundo impacto en el conflicto armado en Colombia. El dinero proveniente de la droga impregnó las fuerzas armadas, la policía, el sistema de justicia y el Congreso, así como los partidos políticos. Cuando las medidas adoptadas por Colombia y Estados Unidos empezaran a perjudicarlos, los carteles de la droga emprendieron una violenta campaña de terror contra la sociedad política y los funcionarios del Estado, especialmente contra los jueces. Al mismo tiempo, tanto las FARC como los grupos paramilitares estrecharon cada vez más sus vínculos con el narcotráfico. A partir de 1986, estos últimos iniciaron una campaña de exterminio de los miembros y líderes de la Unión Patriótica, brazo político de las FARC, los sindicalistas y figuras de la izquierda colombiana, así como muchos liberales14. Durante los gobiernos liberales de César Gaviria (1990-1994) y Ernesto Samper (1994-1998), la “guerra de las drogas”, que había remplazado hasta cierto punto a la lucha contra la insurgencia, logró destruir los carteles más grandes. Sin embargo, dada la creciente demanda, especialmente de Estados Unidos y Europa, la producción y el tráfico aumentaron como parte de un sistema más descentralizado. Los carteles fueron remplazados por las llamadas boutiques, organizaciones de narcotráfico más pequeñas cuya erradicación exige un trabajo mayor y más preciso de imposición de la ley.

13

Daniel Pécaut señala que la mitad de Córdoba, una zona de más de 10.000 kilómetros cuadrados, se convirtió en propiedad de los capos de la droga. Daniel Pécaut, Guerra contra la sociedad, Bogotá, 2001, p. 48. 14 Se calcula que entre 3.000 y 4.000 colombianos, entre ellos 1.000 liberales, fueron asesinados por las fuerzas paramilitares, la mafia de la droga y la extrema derecha entre 1986 y 1991.

Página 5

Después de un declive temporal a comienzos de los años noventa, los grupos paramilitares empezaron a emanciparse de los comandantes del ejército, los capos de la droga, los grandes terratenientes, los empresarios y los banqueros a quienes habían servido. Si en 1992 tenían 850 hombres, ya en el 2001 contaban con 8.00015. Quizás más importante es el hecho de que hayan construido una estructura paramilitar unificada a lo largo y ancho de Colombia, mientras se encaminan a conformar una cadena vertical de mando bajo la dirección de Carlos Castaño, quien goza del claro apoyo de muchos miembros de las fuerzas armadas, a pesar de que la política oficial estipule lo contrario16. La primera cumbre de los “Grupos de Autodefensa de Colombia” se llevó a cabo en 1994, seguida por el establecimiento de su ente articulador, las AUC, en 1997. Como resultado del control sobre recursos económicos cada vez mayores obtenidos del narcotráfico, la extorsión y las “donaciones” de simpatizantes adinerados, durante los años noventa las fuerzas paramilitares mejoraron considerablemente su equipamiento y logística y se mostraron mucho más aptas para la movilización. Castaño ha reconocido sus nexos con el narcotráfico y su papel determinante en muchas masacres, pero aun así su notoriedad suele atraer la atención de los medios de comunicación. Recibe visitantes en su conocida hacienda, otorga entrevistas telefónicas por celular y vuela por todo el país. Hoy las AUC están presentes en casi toda Colombia y constituyen una seria amenaza criminal tanto para la sociedad como para el Estado por su participación en masacres y en el desplazamiento forzado de miles de civiles, y porque han llegado a dominar una parte importante del narcotráfico. También son un poderoso enemigo de las organizaciones insurgentes. La gran mayoría de las víctimas de las fuerzas paramilitares son civiles a quienes consideran partidarios de la guerrilla.

D.

LOS ESFUERZOS POR CONSEGUIR LA PAZ 1982-1998

Los primeros intentos decisivos del gobierno por encontrar una solución negociada al conflicto colombiano se dieron bajo el mandato del presidente Belisario Betancur (1982-1986). Salvo por Ernesto Samper (1994-1998), quien se vio envuelto en un escándalo relacionado con el narcotráfico con serias implicaciones internacionales, todos los presidentes

15 16

Ver la sección 3.A a continuación. Americas Watch, op. cit.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

colombianos desde entonces han fomentado las negociaciones de paz con los insurgentes. Sin embargo, sólo Virgilio Barco (1986-1990) y César Gaviria (1990-1994) tuvieron un éxito parcial en esta labor diplomática, que se desarrolló de la mano con la escalada del conflicto. Betancur estableció el Diálogo Nacional con las organizaciones guerrilleras y ofreció una amnistía incondicional y automática a sus miembros, ya sea que estuviesen en prisión o fuesen militantes activos, una vez desmovilizados. Sólo el M-19 y las FARC mostraron interés; el ELN y el EPL, recelosos del gobierno y afectados por fisuras internas, rechazaron la oferta. Tras la liberación de cientos de rebeldes presos, en su mayoría miembros del M-19, el proceso experimentó retrocesos. Los insurgentes oscilaron erráticamente entre las acciones armadas y los gestos de reconciliación, y creció la oposición de la élite a la política de paz de Betancur. En 1984 el gobierno firmó acuerdos de cese al fuego, primero con las FARC y luego con el M-19 y el EPL17. No obstante, posteriormente el ejército y las fuerzas paramilitares llevaron a cabo campañas contrainsurgentes. Antes de haber transcurrido un año el M-19 y el EPL pusieron formalmente fin al cese al fuego y, junto con los disidentes de las FARC y el ELN, fundaron la Coordinadora Nacional Guerrillera (CNG). Las FARC todavía adherían formalmente a la tregua y fundaron un brazo político, la Unión Patriótica. Ambas creaciones resultaron efímeras. La primera nunca cumplió a cabalidad su función coordinadora y la última, tras haber obtenido un buen resultado en las elecciones presidenciales de 1986, fue prácticamente exterminada por las fuerzas paramilitares, el ejército, los capos de la droga y los extremistas de derecha; es un recuerdo que perdura y surte un gran efecto de disuasión en los grupos insurgentes a la hora de pactar un acuerdo de paz en la actualidad. En noviembre de 1985 el gobierno Betancur tuvo que afrontar el cruento asalto del M-19 al Palacio de Justicia, en pleno centro de Bogotá, que terminó con la muerte de la mitad de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, junto con la de guerrilleros y

Página 6

muchos otros, y desacreditó por completo la política de paz del gobierno. El sucesor de Betancur, Virgilio Barco, buscó distanciar su gobierno de aquellos fracasos mediante la “relegitimación del gobierno y la deslegitimación de la insurgencia”. Estableció un Plan Nacional de Rehabilitación centrado en el desarrollo de la infraestructura y en la asistencia económica y social a la población rural de las zonas infestadas de guerrilla. El gobierno no adoptó una postura clara en torno a las negociaciones. En 1987 las FARC pusieron fin unilateralmente al cese al fuego, que se había tornado prácticamente simbólico, debido a la renuencia patente del gobierno a confrontar la violencia paramilitar. A su vez, el gobierno aprobó el Estatuto para la Defensa de la Democracia, el cual estipulaba que, a partir de este momento, todas las operaciones guerrilleras serían tratadas como actos terroristas. Mientras el enfrentamiento armado entre el Estado y las FARC cobraba fuerza, el M-19, el EPL y otros grupos guerrilleros más pequeños empezaron a encaminarse hacia una solución negociada. Entre 1990 y 1994, de 4.500 a 6.000 rebeldes, la mayoría del M-19 y el EPL, se desmovilizaron como resultado de acuerdos firmados por los gobiernos de Barco y Gaviria. En las elecciones de 1990, la Alianza Democrática M-19 (AD M-19), una coalición entre el M-19, el EPL y el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), obtuvo el 12.6 por ciento de los votos. En las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente, realizadas poco tiempo después, obtuvo el 26.9 por ciento de la votación. Sin embargo, la AD M-19 fue incapaz de mantener su sólida posición política y se fue debilitando hasta caer en el olvido. Una vez más, muchos de los rebeldes desmovilizados fueron asesinados por las fuerzas paramilitares y los comandantes locales del ejército18. De estas dos décadas de experiencia, tanto las FARC como el ELN parecen haber concluido que las negociaciones de paz plantean pocas ventajas posibles y muchos riesgos potenciales. Los grupos guerrilleros que sí se desmovilizaron sufrieron bajas y actos de violencia a gran escala; los partidos formados con la participación de la guerrilla se fueron debilitando por sí solos o fueron físicamente exterminados.

17

En ese momento, las FARC mantenían estrechos vínculos con el Partido Comunista. La doctrina de este partido consideraba el cese al fuego como una táctica posible en la lucha contra el régimen y el Estado. Es posible que todos los grupos insurgentes que firmaron el cese al fuego en ese momento se vieran influenciados por tal consideración.

18

El caso más notable es el del candidato presidencial de la AD M-19, Carlos Pizarro, asesinado por el jefe paramilitar Carlos Castaño, poco antes de las elecciones de 1990.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Página 7

III. ACTORES PRINCIPALES

el doble que los de Costa Rica, e incluso más altos que los de El Salvador.

A.

LAS PARTES DEL CONFLICTO

1.

El Estado

Sin embargo, en los últimos tres años la pobreza ha crecido aún más debido al impacto combinado del conflicto armado, la baja en los precios de los productos primarios y otros factores externos, como la recesión norteamericana. Las cifras del Banco Mundial y el gobierno colombiano muestran un incremento del 80 por ciento en la pobreza rural23. Esto, a su vez, se relaciona directamente con el descenso del 2.1 por ciento anual en el crecimiento del PIB per cápita entre 1998 y el 2000, reportado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Claramente, el conflicto está afectando seriamente las condiciones económicas, particularmente en las áreas rurales inmersas en los enfrentamientos24, tanto por su impacto directo debido a la voladura de infraestructuras petroleras y de otros sectores productivos, como por su efecto disuasorio para la inversión.

Un breve vistazo al desempeño de las instituciones centrales nos lleva a concluir que Colombia “no puede superar sus actuales dificultades sin un Estado más fuerte”19. En la actualidad el Estado colombiano no ejerce plena y legítimamente su monopolio sobre la fuerza y los impuestos, ni garantiza el Estado de derecho en un grado satisfactorio. Hasta un 75 por ciento del territorio colombiano está o controlado o disputado por los grupos insurgentes y las fuerzas paramilitares20. El monopolio estatal sobre los impuestos también se lo disputan las organizaciones guerrilleras21. El porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) recaudado por el Estado a manera de impuestos está hoy en día muy por debajo del de la mayor parte de los países latinoamericanos, aun cuando el Estado requiere recursos adecuados para su defensa en el actual conflicto22. El manejo económico de Colombia ha sido tradicionalmente alabado por los inversionistas y prestamistas internacionales. Durante la mayor parte de las últimas dos décadas Colombia tuvo un crecimiento estable, con una media anual del 3.6 por ciento en los años ochenta –cuando casi todos los países de la región experimentaron profundas caídas– , y del 3.3 por ciento en los noventa. La pobreza no creció drásticamente, si bien los niveles absolutos fueron significativamente más altos que los de Chile,

19

Malcolm Deas, “Colombia – Your Questions Answered?”, en Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango, Bogotá, c. 2000, p. 6. Ver Camilo Echandía, “Expansión territorial de las guerrillas colombianas: geografía, economía y violencia”, en Malcolm Deas y Victoria Llorente, eds., Reconocer la guerra para construir la paz, Bogotá, 1999, pp. 99-150. 20 Ver Camilo Echandía, “Expansión territorial de las guerrillas colombianas...”, op. cit., pp. 99-150. 21 En marzo del 2000 las FARC “promulgaron” su “Ley 002”, exigiendo el pago de impuestos a personas naturales o compañías con un capital de más de un millón de dólares. 22 World Bank, World Development Report 2000/2001, Washington, 2001, pp. 300-301. Esto no se debe enteramente a las acciones insurgentes, pero una de las razones por las que el Estado mantiene bajas tasas impositivas es, por ejemplo, la atracción de inversión a las áreas de riesgo. En algunas regiones incluso, los insurgentes también impiden físicamente la recaudación de impuestos.

Durante la última década los gobiernos han adoptado una serie de medidas políticas e institucionales diseñadas para fortalecer el Estado. La Constitución de 1991, redactada por una Asamblea Constituyente que reunió a conservadores, liberales, miembros de la AD M-19 y representantes de los grupos indígenas, buscaba fomentar la descentralización, la democratización y la modernización del Estado. Los gobernadores de los departamentos ya no son nombrados por el presidente sino son elegidos por voto popular; se otorgó un mayor poder a los departamentos y municipios sobre sus finanzas y administración; el electorado obtuvo el derecho al plebiscito, y se fortaleció la posición del Congreso en el proceso legislativo con relación al presidente, sobre todo en lo referente a la promulgación de leyes de emergencia. Así mismo, se limitó el predominio de los dos partidos políticos tradicionales en el proceso electoral. Desde 1998, las fuerzas armadas se han visto sometidas a profundos cambios administrativos, organizacionales y estratégicos, destinados a mejorar su desempeño en la planeación de la defensa y la seguridad, en las operaciones de contrainsurgencia y

23

World Bank, “Poverty in Latin America and the Caribbean in the l990’s” , en http://www.iadb.org/sds/doc/ Wbpovestimates.pdf.,p.47; http://www.dnp.gov.co/ArchivosWeb/Direccion_Desarrollo_Social/Indicador…/I010105.ht. 24 Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal, Panorama Social de América Latina, 2000-2001, cuadro 1.1, p. 37.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

antinarcóticos, y en el respeto a los derechos humanos. Los primeros cambios implicaron la reorganización del Ministerio de Defensa y la promulgación de una nueva Ley de Defensa y Seguridad Nacional25. Se fortaleció la capacidad de contrainsurgencia y antinarcóticos con el incremento del número de soldados profesionales, la modernización de la inteligencia militar y la adquisición de equipos militares más modernos, particularmente en la fuerza aérea, y la creación de tres batallones antinarcóticos especializados. La reforma del Código Penal Militar y la promulgación de una nueva ley sobre la desaparición forzada, el desplazamiento y la tortura fortalecieron el control judicial civil sobre las fuerzas armadas, pero los juicios a militares de alto rango siguen siendo escasos26. En 1998 la fuerza numérica del ejército era de 133.000 soldados, de los cuales aproximadamente 40.000 eran soldados de combate. A comienzos del 2002, esta relación aumentó a 150.000/55.000. Con la adición de las unidades de apoyo existentes, que incluyen siete batallones mecanizados de caballería, ocho batallones de artillería en tierra, un batallón de artillería antiaérea y nueve batallones de ingenieros, que suman un total de 17.000 miembros, el ejército colombiano está capacitado para desplegar 72.000 soldados en operaciones de combate27. Actualmente hay 20.000 soldados profesionales asignados a las operaciones antinarcóticos28. Según el politólogo colombiano Francisco Leal, las diversas ofensivas militares lanzadas desde 1999, como la Operación Berlín y la Operación Aniquilador II, han demostrado que las fuerzas armadas ciertamente han aumentado su capacidad ofensiva29. Sin embargo, sigue siendo dudoso que esto signifique que realmente son capaces de lograr una victoria contra los insurgentes, como a veces afirman los oficiales de alto rango a los medios de comunicación30.

25

La nueva ley ha sido objeto de críticas locales e internacionales, incluida la ONU, debido al peso que asigna a las fuerzas armadas en la definición de la política de seguridad nacional, y a los poderes ilimitados que otorga a los agentes estatales en el mantenimiento o establecimiento de la seguridad interna. Ver, por ejemplo, Francisco Leal, La seguridad nacional a la deriva, Bogotá, 2002, pp. 174-175. 26 Ibid, pp. 166-177. 27 Entrevista realizada por el ICG, Bogotá. 28 Entrevista realizada por el ICG, 26 de febrero del 2002. 29 Leal, La seguridad nacional..., op. cit., pp. 168-69. 30 Entrevista realizada por ICG, febrero del 2002. También debe observarse que parte del nuevo equipo, sobre todo los helicópteros de fabricación norteamericana, fue adquirido por el gobierno en el 2002 en el marco del Plan Colombia,

Página 8

Colombia tiene relativamente menos personal de seguridad que otras naciones de su tamaño y una proporción particularmente baja de soldados con relación a los combatientes insurgentes. Maneja un sistema de servicio militar obligatorio para hombres mayores de 18 años, con algunas excepciones, por ejemplo la población indígena. Fuera de ésta, todos los varones colombianos deben prestar un servicio de entre 12 y 24 meses. Existe, sin embargo, una elevada tasa de evasión, en particular en miembros del estrato social más alto, que muchas veces pagan por verse eximidos de la prestación del servicio. La profesionalización de las fuerzas armadas exige la revisión de la legislación y la práctica del servicio militar con el fin de abolir las desigualdades, como la exclusión legal del servicio de combate para los bachilleres graduados, aun cuando superan los 18 años. También existe un debate en torno a la idoneidad del entrenamiento recibido por los reclutas, incluido lo referente a los derechos humanos. Aunque han disminuido las quejas sobre responsabilidad militar directa en casos de abuso contra los derechos humanos, informes recientes de las Naciones Unidas y otras organizaciones señalan que las fuerzas armadas siguen cometiendo abusos31. Durante los años ochenta y comienzos de los noventa, el sistema judicial colombiano sufrió asaltos sistemáticos por parte del crimen organizado, la mafia de la droga, la guerrilla y los paramilitares. En los noventa, el sistema emprendió una destacada tarea de recuperación. Entre las reformas más importantes se cuentan la modificación del sistema de la justicia penal con la creación de la Fiscalía General y el Instituto Nacional Penitenciario, así como la intensificación de la protección a los ciudadanos a través de la Defensoría del Pueblo. Pero todavía existen problemas importantes: sobrecarga de trabajo, congestión, procedimientos largos, acceso restringido, y dudosa calidad y cantidad de los procedimientos condenatorios. Como resultado de ello, la impunidad continúa rampante32. Por otra y hasta el momento se destinan exclusivamente al uso de operaciones antinarcóticos. Los pilotos de los helicópteros nuevos deben continuar su entrenamiento hasta julio del 2002. Ver la sección 3.B sobre el Plan Colombia, a continuación. 31 UNHCR, Human Rights Situation in Colombia, E/CN.4/2001/15, y Human Rights Watch, World Report 2002, Colombia, pp. 127-131. 32 Acerca del sistema judicial colombiano y sus problemas, ver a Luis Jorge Garay, ed., Repensar a Colombia, Bogotá, 2002, pp. 179-242. Recientemente el nuevo Fiscal General redujo drásticamente la independencia, los recursos y la prioridad de la Unidad Especial de Derechos Humanos en esta institución, generando una preocupación considerable

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

parte, la terrible insuficiencia y las inapropiadas condiciones del sistema penitenciario son evidentes33. La reforma de la Policía Nacional, iniciada en 1993 durante el gobierno del presidente Gaviria y destinada principalmente a mejorar el trabajo antinarcóticos y de inteligencia policial, aún no ha producido un desempeño satisfactorio en materia de investigaciones criminales34. Una encuesta pionera realizada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) en 1997 reveló que el 41 por ciento de los colombianos se rehusaba a acudir a los tribunales por considerar que el sistema judicial no funcionaba bien35. La organización no gubernamental (ONG) Corporación Excelencia de la Justicia (CEJ) calcula que se habrían necesitado tres años para procesar todos los casos pendientes en los tribunales civiles y penales correspondientes a 199836. El gasto gubernamental en el sector judicial aumentó de un 0.66 por ciento del PIB entre 1990 y 1992, a un 1.29 por ciento en 1999, una cifra relativamente alta comparada, por ejemplo, con la de Estados Unidos37. Además, el Departamento de Justicia de Estados Unidos y la Agencia Norteamericana para el Desarrollo Internacional (USAID) financiaron el entrenamiento de varios miles de fiscales, policías, defensores públicos y centros de conciliación (Casas de Justicia)38. Sin embargo, existen evidencias de que entre 1992 y 1999 el número de jueces disminuyó, de aproximadamente 5.000 a menos de 3.500, pues los entre las comunidades defensoras de los derechos humanos, tanto colombianas como internacionales. 33 La cárcel distrital de Medellín, por ejemplo, se diseñó para 1.500 presos y más tarde se amplió para recibir 1.700. En 1998 la Corte Constitucional declaró que albergaba 4.969 presidiarios. 34 En 1997 sólo se asignó el uno por ciento de los oficiales de policía a la investigación criminal. María Llorente, “Perfil de la policía colombiana”, en Deas y Llorente, Reconocer la guerra para construir la paz, p. 456, y entrevistas del ICG con organizaciones colombianas y norteamericanas defensoras de los derechos humanos. 35 DANE, “Primera Encuesta Nacional de Justicia 1997”, en Justicia y Desarrollo, año III, 14 de noviembre del 2000, p. 32. 36 Justicia y Desarrollo, año III, 14 de noviembre del 2000, p. 35. 37 En promedio, el gasto público colombiano para el sector de la justicia era del 1.1 por ciento del PIB y del 4.3 por ciento del presupuesto general del Estado durante la década de los noventa. Garay, Repensar a Colombia, p. 236. 38 U.S. General Accounting Office, “Foreign Assistance: U.S. Rule of Law Assistance to Five Latin American Countries”, NSIAD-99-195, 4 de agosto de 1999, pp. 2023.

Página 9

recursos se concentraron en el pago a más fiscales y policías39. 2.

Los insurgentes

Las FARC. Es el grupo insurgente más grande y cuenta con cerca de 17.000 combatientes y 10.000 milicianos. Su alto mando está conformado por siete miembros: el comandante en jefe Manuel Marulanda, Alfonso Cano, Raúl Reyes, Timoleón Jiménez, Iván Márquez, Jorge Briceño, alias “Mono Jojoy”, y Efraín Guzmán, todos ellos comandantes militares de larga trayectoria. Los soldados de las FARC están organizados en más de 70 “frentes” y en fuerzas móviles que se despliegan en una secuencia coordinada por todo el país, desde los departamentos de Nariño y Putumayo al sur, hasta la Sierra Nevada, al norte; están presentes a lo largo de la cordillera Central de Colombia, así como en las tierras bajas adyacentes40. Su armamento incluye rifles de asalto, especialmente los AK-47, metralletas y armas cortas, así como misiles tierra-aire, aunque estos últimos aún no se han utilizado41. La estrategia está determinada sobre todo por consideraciones militares y económicas, otorgando muy poco peso, si es que lo hay, a las cuestiones políticas y sociales. Esto se refleja en declaraciones programáticas que ignoran temas como la reforma agraria o el empleo, más allá de la desgastada retórica revolucionaria. Las FARC, sin embargo, sí incluyen estos temas en su lista de demandas de cambio42. Aunque las FARC continúan exigiendo compartir sustancialmente el poder en todo el país, la realidad de la organización y del conflicto reduce cada vez más esta posibilidad. Están disputando el poder del Estado por la fuerza sin hacerse merecedores de la legitimidad mínima para asumir este desafío, dado que sus actos de violencia, incluidos el secuestro y el terrorismo, y su implicación en el narcotráfico han

39

Justicia y Desarrollo, año III, 14 de noviembre del 2000, pp. 11 y 16; Hernando Valencia, “La reconstrucción de la justicia judicial en Colombia”, VIII Foro Nacional del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, Bogotá, 11-13 de julio de 1996. 40 Camilo Echandía, El conflicto armado y las manifestaciones de violencia en las regiones de Colombia, Bogotá, 1999, p. 45. 41 Ver Román Ortiz, “Amenazas transnacionales a la seguridad, tecnología e ingobernabilidad: el caso de Colombia”, en las Actas del IV Congreso Español de Ciencia Política y Administración, Granada, 30 de septiembre al 2 de octubre de 1999. 42 Ver su página web: http://www.farc-ep.org.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Página 10

volcado a la opinión pública fuertemente en su contra43.

Antonio García, Pablo Beltrán, Ramiro Vargas y Óscar Santos.

La contradicción se agrava todavía más debido a un aparente cambio en la estrategia militar. Las FARC han abandonado las tácticas de guerrilla tradicionales de fuerzas dispersas y móviles que “atacan y huyen” y han optado por la ocupación permanente de territorios por medio de unidades capaces de repeler ataques de las fuerzas del gobierno. Los frentes y comandos de las FARC dan muestras de una alta rotación y cambios de soldados y comandantes. Según un analista, esta política tiene como propósito evitar la confraternización y el establecimiento de relaciones de amistad con la población local, una dificultad que siempre han afrontado los ejércitos de ocupación44. No obstante, sin una defensa aérea o un apoyo local, podría pensarse que los soldados de las FARC que pretendan librar una guerra regular constituirían un objetivo relativamente fácil para las ofensivas aéreas del gobierno. De hecho, tras la ruptura del proceso de paz el 20 de febrero del 2002, parecía que las FARC están reconsiderando su estrategia militar y han impulsado un mayor número de ataques contra la infraestructura, escogiendo objetivos cada vez más claves para demostrar su capacidad.

Después de aumentar sustancialmente el número de combatientes y de “frentes” durante el período 19921995 –a 5.000 y 85, respectivamente–, el ELN ahora está sometido a una gran presión de las fuerzas paramilitares, quienes lo superan en número en una proporción superior al dos a uno. Además, prácticamente no tienen apoyo popular, lo que probablemente se deba a que son el grupo armado individual que más secuestros ha realizado47. En 1997 Estados Unidos incluyó al ELN en la lista de organizaciones terroristas.

El ELN. Es un grupo insurgente más pequeño, y cuenta con aproximadamente 3.500 combatientes organizados en cinco “frentes de guerra” que, a su vez, se componen de 41 “frentes” y ocho comandos urbanos. La mayoría de los soldados se despliegan a lo largo y ancho de los departamentos norteños de Santander, Norte de Santander, Bolívar y Antioquia45. Estas zonas se caracterizan por una presencia comparativamente pequeña de contingentes de las FARC y por la existencia de compañías petroleras y mineras nacionales e internacionales que se constituyen en objetivos para la extorsión del ELN46. El alto mando está conformado por cinco miembros: el comandante en jefe Nicolás Rodríguez,

43

Según una encuesta de Gallup realizada en diciembre del 2001, menos del tres por ciento de los colombianos tiene una opinión favorable de las FARC. La Iglesia Católica tiene el porcentaje de aprobación más alto, con un 75 por ciento, seguida por el ejército con el 70 por ciento, y la policía con el 65 por ciento. El ELN se sitúa en el puesto más bajo, con un porcentaje casi nulo. Las AUC obtuvieron casi el diez por ciento. 44 Entrevista realizada por ICG, Bogotá, 22 de febrero de 2002. 45 Echandía, El conflicto armado y las manifestaciones de violencia, pp. 54-56. 46 Ibid., p. 56.

Opuesto históricamente a llevar a cabo conversaciones de paz, el ELN modificó su estrategia y se embarcó en negociaciones con el gobierno Pastrana en octubre de 199848. En la opinión pública este proceso ha sido opacado por las negociaciones del gobierno y las FARC en la ZDM entre enero de 1999 y febrero de 2002. Al igual que en el caso de las FARC, las negociaciones con el ELN han sufrido frecuentes interrupciones debido a la violencia protagonizada por esta fuerza insurgente, como los secuestros masivos o el secuestro de un avión de pasajeros, y también debido a los ataques militares y paramilitares contra sus frentes. Al comienzo, las conversaciones se centraron en la petición del ELN de una Convención Nacional donde se pudieran debatir públicamente sus exigencias políticas, y una segunda zona desmilitarizada al sur del departamento de Bolívar. Ninguna de las dos exigencias se materializó, en parte por las objeciones locales y también debido a los ataques de los paramilitares y del ejército. Sin embargo, en diciembre del 2001 y a comienzos del 2002 las conversaciones finalmente produjeron un cronograma para las negociaciones del cese al fuego y una agenda de los temas por discutir durante la negociación tendiente a una conciliación plena. A su vez, el ELN aceptó la facilitación y la verificación internacionales, con la intención de llevar a término una solución negociada con el próximo gobierno de Colombia, una estrategia (según informes de los participantes en las negociaciones desarrolladas en Cuba) apoyada por el mentor histórico del ELN, Fidel Castro. Los temas de la agenda incluyen el derecho internacional humanitario, Estado y participación democrática, reforma agraria,

47

Ver sección 4 a continuación. Sobre los detalles del proceso de paz entre el gobierno colombianoy el ELN, ver http://www.hechosdepaz.gov.co.

48

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

producción y tráfico de drogas, recursos naturales y, por último, cuestiones económicas y sociales. Tras la ruptura del proceso de paz gobierno-FARC en febrero de 2002, las conversaciones con el ELN parecen ser la parte del conflicto con mayores posibilidades de progresar. Cabe esperar que crezca la presión de los paramilitares en este frente, mientras el ejército se concentra en su campaña contra las FARC. Si se cristalizan los planes de Estados Unidos en lo que respecta al entrenamiento y equipamiento de un batallón para proteger el oleoducto Caño Limón-Coveñas, tal vez se acabaría la extorsión a las compañías petroleras, que es una importante fuente de ingresos para el ELN. A la luz de estas presiones, el ELN podría modificar aún más su postura y optar por un acuerdo rápido con el gobierno Pastrana, al cual también le interesa la pacificación de este frente49. 3.

fuentes del ejército, en el 2001 las fuerzas armadas colombianas mataron en combate a 89 paramilitares y 968 guerrilleros52. En general, los esfuerzos gubernamentales y militares para detener a los paramilitares no han sido convincentes ni efectivos. Ciertos sectores de la sociedad colombiana, sobre todo en algunas poblaciones rurales pequeñas atacadas por la guerrilla, están empezando a percibir a los paramilitares como protectores o aliados, y no como matones. Así mismo, unas declaraciones recientes de las AUC indican que están ampliando su concepción de la guerra, incorporando aspectos políticos y sociales53. El estado mayor de las AUC declara que: Las acciones políticas y sociales forman parte de la estrategia. Cada comandante de campo tiene que promover, fortalecer y financiar estas actividades, entendiendo que los avances militares tienen que estar en armonía con los avances políticos y sociales. La verdadera retaguardia de nuestro ejército contrainsurgente encuentra su apoyo en los dominios políticos y sociales que arrebatamos a nuestro enemigo54.

Las fuerzas paramilitares

El gobierno y los altos mandos militares no han logrado que las fuerzas armadas respeten consistentemente la política oficial con respecto a las AUC, grupo que creció exponencialmente durante la década de los noventa y ahora cuenta con cerca de 8.000 combatientes50. Dicha política oficial estipula que se les debe considerar, al igual que a los insurgentes, como una amenaza criminal para el Estado. Sin embargo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y varios grupos nacionales e internacionales defensores de los derechos humanos, así como los medios de comunicación, han documentado numerosos casos de omisión e incluso de confabulación abierta entre los comandantes regionales de batallón y brigada, y los comandantes militares locales y las fuerzas paramilitares51. Según

49

Página 11

La Unión Europea y Suiza han declarado que no permitirán la utilización de su territorio para las negociaciones de paz con el ELN sino cuando se liberen los cinco italianos retenidos como rehenes por ese grupo. Los italianos son: Gian Luigi Ravotti, Giusto Gabrielli, Humberto Bocchiola, Cellario Claudio y Santiago Borsotti. Entrevista realizada por ICG, Bogotá, 25 de febrero del 2002. 50 Carlos Castaño, líder de las AUC, declara que sus fuerzas cuentan con más de 11.000 miembros. Sin embargo, en Colombia se suele sostener que tal cifra es una exageración y que en la actualidad hay unos 8.0009.000 combatientes paramilitares. En el año 2000, la Defensoría del Pueblo informó que las AUC tenían 8.150 miembros. 51 Entre los muchos textos, ver Human Rights Watch, The “Sixth Division”: Military-Paramilitary Ties and U.S. Policy in Colombia, 2001.

Lo más seguro es que la actual campaña a gran escala lanzada por el gobierno contra las FARC reducirá aún más la poca presión oficial que se ejerce sobre las fuerzas paramilitares. El ejército tiene menos incentivos ahora para endurecer su posición frente a las AUC y el gobierno aún tiene que demostrar su capacidad para exigirles a las fuerzas militares que cumplan con la política oficial en este respecto. La creación de un segundo frente contra los paramilitares se ha percibido como un debilitamiento de la capacidad de las fuerzas armadas para combatir a los rebeldes de izquierda y no representa un interés prioritario para el gobierno. En estas circunstancias, sólo la presión sostenida de Estados Unidos, Canadá, Europa y Latinoamérica, incluido el carácter condicional de la cooperación militar, tiene alguna probabilidad de contener el fortalecimiento aun mayor de las fuerzas paramilitares.

52

Cifras aportadas por la Comandancia General de las Fuerzas Armadas de Colombia. 53 Obsérvese que desde el 10 de septiembre del 2001 las AUC también son consideradas terroristas por el gobierno norteamericano. 54 Comunicado de las AUC, Estamos cambiando, del 30 de noviembre de 2001.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

B.

LA COMUNIDAD INTERNACIONAL

1.

La ONU y la OEA

Desde el inicio de las conversaciones de paz en enero de 1999 hasta su rompimiento tres años más tarde, ni las FARC ni el gobierno Pastrana favorecieron la mediación directa o la participación activa de organizaciones internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) o la Organización de Estados Americanos (OEA)55. Al asesor especial del Secretario General de la ONU para Colombia se le han otorgado muy pocas facilidades y facultades, además de haber tenido un acceso limitado al proceso de paz. Trabaja desde la sede de las Naciones Unidas en Nueva York porque el gobierno de Colombia no le permitió establecer una oficina en el país. Tampoco se le asignó una función efectiva sino cuando el proceso de paz con las FARC estaba a punto de expirar. Jugó un papel importante en el esfuerzo para evitar que esas negociaciones se rompieran y desempeña un papel constructivo en el proceso de paz con el ELN, en el que aún hay posibilidades de obtener resultados positivos56. A su vez, la OEA se ha distinguido por su virtual ausencia, probablemente porque el anterior presidente Gaviria, secretario general de la organización, considera apropiado mantener cierta distancia, o quizás porque Estados Unidos se rehúsa a participar directamente en la búsqueda de una solución negociada. Roto ya el proceso de paz con las FARC y en vista de los frecuentes altibajos que sufrió, los colombianos han cambiado su percepción sobre una mediación internacional. En los distintos sectores políticos ha ido ganando fuerza la idea de la necesidad de dicha participación, especialmente de la ONU, reconocida por haber adquirido una considerable experiencia en la mediación de procesos de paz durante la última década. 2.

Países vecinos y otros países del hemisferio occidental

Los 6.000 kilómetros de fronteras colombianas son en su mayoría selvas remotas, montañas y áreas desérticas de difícil acceso. Durante muchos años han sido el centro de operaciones de contrabando a gran

Página 12

escala y se caracterizaron por la ausencia de la ley.57 Hoy en día cruzan las fronteras sin autorización guerrilleros, fuerzas de seguridad del gobierno y traficantes de drogas ilícitas y armas. Esto acarrea graves consecuencias económicas, sociales y de seguridad tanto para Colombia como para sus vecinos. En el año 2001 se dio a conocer en Caracas un video en el que aparece personal del ejército y la fuerza aérea de Venezuela reunido con guerrilleros de las FARC en territorio colombiano. Unas semanas más tarde, soldados colombianos ingresaron a territorio venezolano –según se dijo en persecución de guerrilleros– y se derribó en territorio colombiano un avión venezolano cargado con municiones para las FARC. Esto agudizó las tensiones entre los gobiernos, cuyas relaciones ya eran bastante tirantes debido a la presunta simpatía del presidente Chávez por las FARC. Los vecinos de Colombia –Brasil, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela– han hecho algunos intentos por mejorar el control militar de las fronteras compartidas. Por ejemplo, Brasil desplegó 25.000 efectivos adicionales en su zona amazónica noroccidental. Todos han expresado un decisivo apoyo a la soberanía de Colombia, y en las últimas semanas respaldaron la decisión de poner fin al malogrado proceso de paz con las FARC. Sin embargo, aún persiste el riesgo de que el conflicto se extienda, sobre todo hacia las regiones indígenas de Ecuador y Perú. Existe la posibilidad de que se produzca un flujo de refugiados a gran escala y de que el cultivo, el procesamiento y el tráfico de drogas ilícitas encuentren amparo al otro lado de la frontera. Es evidente la necesidad de fortalecer la cooperación en materia de seguridad entre los seis países, lo que implica compartir información de inteligencia sobre las FARC y las AUC, implantar controles más estrictos al flujo de armas a través de las fronteras e impedir que las unidades de las FARC encuentren refugio en los países vecinos. En lo que respecta al resto del hemisferio, México ha desempeñado un papel importante en la promoción del proceso de paz y forma parte del Grupo de Países Amigos cuyo fin es ayudar a facilitar las negociaciones con las FARC y el ELN. En varios momentos críticos, el presidente mexicano, Vicente Fox, ha tratado de amortiguar la tensión entre Venezuela y Colombia. Por su parte, Cuba ha instado

55

Ver sección 5, más adelante. El noruego Jan Egeland fue el primer asesor especial. En la actualidad el cargo lo ocupa el estadounidense James LeMoyne.

56

57

Por ejemplo, el departamento de la Guajira, al norte de Colombia, es ampliamente conocido por el contrabando que se desarrolla a través de la frontera con Venezuela.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

al ELN a pactar un cese al fuego y ha ofrecido su territorio para el desarrollo de las negociaciones. Los otros países latinoamericanos no han buscado participar. De otra parte, Canadá ha sido miembro activo del Grupo de Países Amigos. 3.

Estados Unidos

Tradicionalmente, las relaciones entre Colombia y Estados Unidos han sido de amistad, aunque, comparativamente, de bajo perfil. Para Estados Unidos, Colombia sigue siendo el quinto mercado latinoamericano de exportación, con un comercio bilateral de más de US$9.000 millones cada año. A su vez, Estados Unidos es el mayor mercado individual para productos colombianos. Sin embargo, a principios y mediados de la década de los noventa las relaciones empezaron a sufrir tensiones paulatinamente como resultado de la participación cada vez mayor de Colombia en el tráfico internacional de estupefacientes y de la intensificación del conflicto armado interno. El interés del gobierno Clinton de responder enérgicamente a la oleada de cocaína procedente de Colombia se vio frenado por dos factores: en primer lugar, los funcionarios estadounidenses se mostraban reacios a involucrarse demasiado con el gobierno del entonces presidente Ernesto Samper (1994-1998), debido a su presunta vinculación con los carteles de las drogas58. En segundo lugar, la reputación de los militares colombianos estaba manchada por abusos contra los derechos humanos y por corrupción relacionada con el narcotráfico. Estos factores produjeron una política antinarcóticos en la cual la ayuda de Estados Unidos se canalizó principalmente hacia la policía nacional y hacia el sector judicial, pero que resultó insuficiente y poco efectiva a la postre. El gobierno Clinton favorecía la destitución de Samper por parte del Congreso colombiano. Al no ocurrir esto, el Departamento de Estado revocó la visa de Samper, negándole el permiso para ingresar a Estados Unidos59. La elección del presidente Pastrana en 1998 produjo un cambio significativo en las relaciones entre los

58

Si bien Ernesto Samper utilizó dinero suministrado por narcotraficantes para financiar su campaña electoral, también desmanteló al cartel de Cali, reinstauró oficialmente la extradición y aprobó la ley de extinción de dominio que anula los derechos de propiedad sobre bienes adquiridos ilícitamente. 59 Reuters, “U.S. Revokes Colombian President’s Visa, Citing Ties to Drug Traffickers”, Los Angeles Times, 12 de julio de 1996.

Página 13

dos países. Estados Unidos respondió positivamente a sus planes para buscar una solución negociada al conflicto, combatir el cultivo y el tráfico de drogas ilícitas y emprender reformas políticas y económicas. El 28 de octubre de 1998, el presidente Clinton declaró: “Hacemos un llamado a las fuerzas insurgentes y paramilitares para que respondan a la audaz iniciativa de paz [de Pastrana] y pongan fin al terrorismo, el secuestro y el apoyo a los narcotraficantes”60. El cambio en la política de Estados Unidos se reflejó en un significativo aumento de la ayuda antinarcóticos y, aún más importante, en el controvertido Plan Colombia, concebido por los dos gobiernos en 1999. A su vez, la iniciativa fue influenciada por las preocupantes estadísticas que mostraban que la producción de droga aumentó a lo largo de la década a medida que la presión ejercida por Estados Unidos en Bolivia y Perú desviaba el cultivo y procesamiento de drogas ilícitas hacia Colombia, país que hoy suministra la mayor parte de la cocaína y tal vez el 75 por ciento de la heroína que ingresa a Estados Unidos61. Durante el período 19921996, el cultivo de coca en Colombia se mantuvo estable entre 60.000 y 67.000 hectáreas. En el año 2002 ya había aumentado a más de 165.000, mientras que en Bolivia y Perú en conjunto ha disminuido de 142.000 a 48.000 hectáreas62. El Plan Colombia se diseñó originalmente de manera integral, con la idea de que abarcara la política económica, fiscal y financiera, la paz, la defensa nacional, la justicia y los derechos humanos, la lucha antinarcóticos, el desarrollo alternativo, la participación social y el desarrollo humano. En total, el plan tenía un costo de US$ 7.500 millones para tres años. El gobierno colombiano se comprometió a aportar US$ 4.000 millones, una cifra probablemente

60

Stanley Meisler, “Clinton Welcomes Colombian Leader to U.S., Vows Support for Peace Plan”, Los Angeles Times, 29 de octubre de 1998. 61 Audiencia ante el Subcomité de Justicia Penal, Política Antinarcóticos y Recursos Humanos, Comité de Reformas de Gobierno de la Cámara de Representantes, 15 de febrero del 2000; declaraciones del general Charles Wilhelm, comandante del Comando Sur de Estados Unidos; William Ledwith, DEA; embajador Peter Romero, secretario de Estado asistente encargado para asuntos del hemisferio occidental. 62 Latin American Narcotics Cultivation and Production Estimates, 2000, citado en el informe 02-291 de la Contraloría General de los Estados Unidos, “Drug Control Efforts to Develop Alternatives to Cultivating Illicit Crops in Colombia Have Made Little Progress and Face Serious Obstacles”, febrero del 2002, p. 5.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

poco realista. El resto debería provenir de la comunidad internacional de donantes63. Algo menos de la mitad de los fondos debería destinarse a inversión económica y social y al fortalecimiento del Estado, mientras que el resto se destinaría directamente al fortalecimiento de la capacidad de lucha antinarcóticos de la policía y de las fuerzas armadas64. Sin embargo, el gobierno de Clinton no suministró todos los fondos prometidos para desarrollo económico y social. El paquete de ayuda de US$1.300 millones se presentó al Congreso norteamericano en enero del 2000, no como un paquete integral para la paz, sino un programa antinarcóticos más efectivo. El 80 por ciento debía destinarse a ayuda antinarcóticos para la policía y las fuerzas armadas, en tanto que apenas el 20 por ciento estaría destinado para ayuda económica y social. La ayuda militar consistía en la conformación, el entrenamiento y el equipamiento de tres batallones antinarcóticos de 950 efectivos instruidos en los derechos humanos, y a quienes además se les comprobó que no habían cometido violaciones a los derechos humanos. Cada batallón fue dotado con capacidad total de desplazamiento por helicóptero65. La parte social consistía en desarrollo económico alternativo en las áreas de cultivo de drogas ilícitas, fortalecimiento de la justicia, ayuda a la población desplazada, desarrollo municipal y apoyo a los grupos defensores de derechos humanos. Esta propuesta y, por consiguiente, el Plan Colombia fueron percibidos en Estados Unidos y en otros países como una medida para fortalecer la capacidad militar para librar la guerra, no contra la droga, sino contra la insurgencia66. Estados Unidos justificó oficialmente dicha asimetría al explicar que equipos como los 30 helicópteros UH-60 “Blackhawk” y los 15 helicópteros UH-1H “Huey” (que se cambiaron en la ley final a 18 Blackhawk y 42 Huey), eran

63

“Plan Colombia: Plan para la paz, la prosperidad y el fortalecimiento del Estado”, Presidencia de Colombia, octubre de 1999, pp. 13-16. 64 Plan Colombia, op. cit., estimativos del financiamiento. Además, variedad de estimativos financieros sectoriales como parte del plan. http://www.ciponline.org/colombia/ 65 Entrevistas de ICG a funcionarios y ex funcionarios del gobierno de Estados Unidos, enero-febrero del 2002. “Implementing Plan Colombia”, Serie Especial, The Dante B. Fascell, North-South Center, Miami University, Instituto de Estudios Estratégicos, U.S. Army War College, 2000-2001. 66 Ibid., Serie Especial, Joaquín Roy, “European Perceptions of Plan Colombia”.

Página 14

desproporcionadamente costosos. Sin embargo, esto no alteró la percepción popular de que el paquete de ayuda era de carácter primordialmente militar67. Los grupos defensores de derechos humanos, el clero, los sindicatos y las organizaciones académicas en Colombia, Latinoamérica, Europa y Estados Unidos criticaron duramente el plan68. También expresaron gran preocupación por el aparente desinterés de los gobiernos de Colombia y Estados Unidos en poner fin al apoyo a las fuerzas paramilitares a todo nivel, y en responsabilizar a los miembros de las fuerzas de seguridad colombianas por sus abusos contra los derechos humanos69. El Congreso y los medios también expresaron su preocupación con respecto a las implicaciones regionales del conflicto, particularmente el problema de la expansión del cultivo de drogas, el lavado de activos y el narcotráfico más allá de las fronteras de Colombia. Como respuesta, la administración Bush, en su primer año, cambió su enfoque de un plan centrado en Colombia a un plan regional llamado

67

Informe de Conferencia Cámara-Senado, 106-701. http://www.ciponline.org/colombia/aidprop.htmTranscurri eron dos años antes de que los primeros helicópteros arribaran a Colombia y los pilotos colombianos aún están en entrenamiento. Se cree que los nuevos equipos sólo estarán listos para operar en julio del 2002. Ver Rand Beers, secretario de Estado asistente, “Certification”, U.S. State Department Briefing, 25 de febrero del 2002. 68 Amnistía Internacional, Human Rights Watch, Comité de Abogados Defensores de Derechos Humanos, Oficina de Latinoamérica en Washington, Declaración Conjunta en Oposición a la Exención, 1 de febrero del 2002. 69 Sección 3201 de la Ley Complementaria de Asignaciones (P.L. 106-246) que asigna fondos para apoyar el Plan Colombia, y sección 567 de H.R. 2506, Ley de asignaciones para operaciones en el extranjero para el año fiscal 2002, que incluye las disposiciones sobre derechos humanos y la supresión de los vínculos con los paramilitares. La sección 3201 estipuló una exención presidencial que el presidente Clinton promulgó el 23 de agosto del 2000. La sección 567 del nuevo proyecto de ley exige una certificación del secretario de Estado al Congreso antes del 1º de marzo del 2002, en el sentido de que las disposiciones se están cumpliendo, antes de poder suministrar fondos a las fuerzas armadas de Colombia y aun así solamente el 60 por ciento de la ayuda total se puede comprometer. Hasta el 23 de marzo, el gobierno no había presentado tal certificación. El restante 40 por ciento no se puede comprometer sino después del 1º de junio del 2002 y únicamente si el secretario de Estado certifica por segunda vez que las fuerzas armadas de Colombia siguen cumpliendo esas condiciones.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Iniciativa Regional Andina que incluye a Bolivia, Ecuador, Brasil, Perú, Panamá y Venezuela70. Colombia pasó de recibir escasos US$17 millones en ayuda antinarcóticos y prácticamente ningún otro apoyo económico o militar en 1996, a ser el principal receptor mundial de ayuda estadounidense para operaciones antinarcóticos y el tercer receptor en el mundo (el primero en Latinoamérica) de ayuda económica y de seguridad combinada otorgada por Estados Unidos. Los fondos iniciales del Plan Colombia, US$1.300 millones, fueron seguidos en el 2001 por US$380 millones, que le correspondían a Colombia como parte de la Iniciativa Regional Andina, y de una partida adicional de US$539 millones propuesta por el gobierno Bush para el 2002. Además del apoyo a la lucha antinarcóticos, el desarrollo alternativo, la ayuda para la población desplazada y la gobernabilidad, se incluyó una propuesta para la primera ayuda militar no relacionada con narcóticos. La administración solicitó US$98 millones para financiar el entrenamiento y la dotación de un batallón colombiano para proteger el oleoducto Caño LimónCoveñas. Las críticas iniciales en el Congreso han menguado desde que las FARC secuestraron, en febrero del 2002, a una candidata presidencial y un senador. La lucha de Estados Unidos contra el terrorismo también genera consecuencias directas para Colombia. Después de que el Departamento de Estado de Estados Unidos designó a las AUC como organización terrorista el 10 de septiembre del 2001, todas las fuerzas armadas irregulares que intervienen en el conflicto colombiano están en esa categoría. El presidente Bush aceptó los argumentos de funcionarios del Departamento de Defensa en el sentido de que la lucha contra el terrorismo exige un cambio en la legislación que actualmente prohíbe que Estados Unidos otorgue ayuda directa para combatir la insurgencia y, en términos más generales proscribe la ayuda militar y la colaboración de inteligencia en temas diferentes a los narcóticos. En concordancia con la política general del gobierno de Estados Unidos con respecto al suministro de ayuda y entrenamiento a países en los que se considera que existe una marcada amenaza terrorista, como Georgia y Filipinas, la administración Bush presentó, el 21 de marzo del 2002, un proyecto de ley complementario

Página 15

de financiación antiterrorista que eliminaría la restricción que estipula que la ayuda militar otorgada por Estados Unidos a Colombia es “sólo para fines antinarcóticos”. Otros US$35 millones de financiación inmediata para la policía y las fuerzas armadas también estarían destinados a combatir la “amenaza ‘generalizada’ representada por grupos que utilizan el narcotráfico para financiar sus actividades terroristas y de otra índole que amenazan la seguridad nacional de Colombia”71. Aunque mantuvo los requisitos genéricos de respeto a los derechos humanos y los topes en el número de instructores militares estadounidenses, no mencionó como condición un respeto más estricto por los derechos humanos en Colombia ni la eliminación de cualquier vínculo con los grupos paramilitares. No obstante, si el gobierno de Estados Unidos no condiciona la nueva financiación a dichas exigencias, lo más probable es que arrecien las críticas por parte del Congreso y las ONG. Existe un fuerte consenso bipartidista en lo que se refiere a ayudar a la democracia colombiana en su lucha contra el narcotráfico y en la terminación del conflicto, sobre todo después de los recientes ataques de las FARC, pero los interesados no han logrado ponerse de acuerdo en cuanto a la mejor forma de hacerlo. Esa misma falta de consenso con relación a los métodos ha mantenido en un nivel bastante bajo el apoyo de Estados Unidos al proceso de paz. Desde 1999, el Departamento de Estado se ha mantenido en estrecho contacto con los negociadores de paz colombianos y ha suministrado alguna ayuda administrativa. Las ofertas de ayuda técnica considerable no fueron aceptadas. A semejanza de la Unión Europea (EU) y otros países, Estados Unidos también ha financiado una serie de reuniones independientes –la mayoría organizadas por universidades colombianas y norteamericanas– con el propósito de profundizar los conocimientos de la sociedad civil y el gobierno colombiano sobre esfuerzos de negociación previos en Centroamérica y otros lugares. Por solicitud del gobierno colombiano, a finales de 1998 la administración Clinton intentó dialogar directamente con las FARC. Un funcionario de nivel medio del Departamento de Estado se reunió secretamente con Raúl Reyes, uno de los voceros de las FARC. Le solicitó información sobre tres misioneros estadounidenses secuestrados cinco años atrás, habló sobre la política antinarcóticos de

70

Ver la Declaración de los Gerentes que acompaña el Informe 2506 sobre Derechos Humanos, Asignaciones para Operaciones en el Extranjero para el Año Fiscal 2002, “Andean Counterdrug Iniciative”.

71

http://www.whitehouse.gov/omb/budget/02supp_technic allanguage.pdf.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Estados Unidos, urgió a las FARC a negociar la paz y advirtió enérgicamente sobre las consecuencias de atacar a ciudadanos estadounidenses. Sin embargo, suscitó una reacción airada por parte de algunos destacados líderes republicanos en el Congreso. En marzo de 1999, las FARC asesinaron a tres indigenistas estadounidenses, lo que cerró la puerta para un acercamiento de Estados Unidos con ese grupo72. En general, en la región se considera que el apoyo de Estados Unidos al proceso de paz ha sido demasiado restringido en comparación con la magnitud de su participación en la lucha antinarcóticos. 4.

Europa

Varios países europeos, como Austria, Francia, Italia, Noruega, España, Suecia y Suiza, participaron en el proceso de paz y aún colaboran con él como “facilitadores”73. Desde marzo del 2001 han asistido a las sesiones previas y posteriores a la negociación entre el gobierno y las FARC y, en general, monitorearon las conversaciones. La Unión Europea (UE) ha mantenido un perfil bajo, pero ha apoyado consistentemente los esfuerzos de paz emprendidos por el gobierno Pastrana74. Al comienzo criticó el Plan Colombia, sobre todo en lo concerniente a los aspectos militares y la política estadounidense de fumigación aérea para erradicar las plantaciones de coca, y sólo diseñó un programa modesto de ayuda humanitaria y social. Las reacciones enérgicas que se presentan esporádicamente frente a los desarrollos del conflicto casi siempre han estado relacionadas con el secuestro de europeos, como los tres alemanes plagiados en el 2001, o de colombianos bien conocidos en Europa como la candidata presidencial Íngrid Betancourt, secuestrada el 23 de febrero del 200275. Excepto por la fumigación aérea, a la que aún se opone la UE, las diferencias con Estados Unidos en torno al Plan

Página 16

Colombia tienden a desaparecer en las actuales circunstancias de ataques de las FARC y de la ruptura de las negociaciones de paz. No está claro si la UE desarrollará una política más integral con respecto a las negociaciones y el problema de la droga. Sin embargo, hay indicios en este sentido, incluidas las declaraciones políticas de Javier Solana, alto representante de la política exterior de la UE, del comisionado de relaciones exteriores, Chris Patten, y del Parlamento Europeo76. Se han celebrado tres reuniones del Grupo de Apoyo Colombia-UE desde que éste se inauguró en junio del 2000. En la reunión más reciente, celebrada en abril del 2001, se aprobó un paquete de cerca de 350 millones de euros para proyectos socioeconómicos, específicamente como apoyo al proceso de paz. El muy conocido “laboratorio de paz”, que realiza trabajo con comunidades de base en zonas de conflicto, es el primer programa financiado con estos fondos. Los esfuerzos de la UE han sido bien recibidos en Colombia, la cual, además de agradecer la ayuda, percibe a los europeos como un complemento y algunas veces como una ayuda importante para equilibrar la abrumadora influencia de Estados Unidos en las propuestas de la comunidad internacional para la solución de los problemas del país.

72

Ibid.; también entrevista de ICG con un ex funcionario del gobierno de Estados Unidos el 20 de febrero del 2002, y Miami Herald, 11 de marzo de 1999, “Colombian Rebel Rogue Unit Killed U.S. Activists”. 73 Para mayores detalles, ver la sección 5.A, más adelante. 74 Daniel Pécaut, “El papel de la Unión Europea y de los académicos ante el proceso de paz”, en Fernando Cepeda, ed., Haciendo la paz, Bogotá, 2001, pp. 180-185. 75 A pesar de que las fuerzas de seguridad del gobierno le habían advertido varias veces que no viajara a la antigua ZDM, Betancourt no les hizo caso y fue secuestrada. Sobre la reacción de la presidencia de la Unión Europea, ver ANCOL, “Unión Europea repudia secuestro de candidata Íngrid Betancourt”, Bogotá, 25 de febrero del 2002.

76

Solana visitó Colombia dos veces, en junio del 2000 y en marzo del 2001. Ha hecho énfasis en que el proceso de paz no debe ser conducido exclusivamente por el gobierno, sino que se debe ampliar para incluir una completa gama de las fuerzas políticas, civiles y sociales del país, a fin de imprimirle una mayor consistencia.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

IV.

CONSECUENCIAS HUMANITARIAS DEL CONFLICTO

En el conflicto colombiano las fuerzas guerrilleras y paramilitares no suelen atacarse de manera directa – aunque existen algunos enfrentamientos de este tipo– ni las emboscadas o asaltos a unidades militares han sido las principales acciones de la insurgencia. Tanto los paramilitares como la guerrilla atacan deliberada y sistemáticamente a la población civil para obtener el control sobre sus territorios. Por lo tanto, son los civiles, en especial los habitantes de pequeños poblados y caseríos en las zonas rurales en disputa, quienes corren los mayores riesgos cuando ocurre una escalada del conflicto77. Los siguientes apartes resumen el alcance y la magnitud del problema e ilustran la devastación y tenacidad del conflicto colombiano, una de las emergencias humanitarias más graves y persistentes del mundo.

A.

MASACRES

Las masacres constituyen un elemento de guerra en las áreas disputadas por las fuerzas armadas que operan por fuera de la ley. Su objetivo primordial es la eliminación de los supuestos “colaboradores” del enemigo. Cuando los paramilitares ingresan a una zona controlada por las FARC, ejecutan a miembros de las comunidades acusados de ser guerrilleros “vestidos de civil”. Los insurgentes responden con ataques similares contra civiles en zonas paramilitares. En este círculo vicioso de “confrontación a través de terceros” se ataca de igual manera a hombres, mujeres, niños y ancianos, solamente en virtud de la región en donde viven78.

77

Es difícil presentar un cuadro exacto de las violaciones de derechos humanos y del Derecho Internacional Humanitario en Colombia. Varias instituciones nacionales e internacionales trabajan en este tema, como la Defensoría del Pueblo, la Policía Nacional, varias ONG de Derechos Humanos y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Sin embargo, se suele recopilar información sobre casos individuales y no siempre se sistematiza. Además, muchos casos no se reportan por temor o por omisión. No obstante estos obstáculos, existe evidencia suficiente que permite describir las características y dimensiones reales de las violaciones a los derechos humanos y al Derecho Internacional Humanitario en Colombia. 78 Los departamentos con el mayor número de masacres registradas son Antioquia, Cesar, Magdalena, Valle del Cauca y Norte de Santander. Ver Vicepresidencia de la

Página 17

Especialmente vulnerable es la población indígena y afro-colombiana que viven en áreas rurales marginadas, con frecuencia disputadas por los grupos armados ilegales79. Las masacres se han intensificado en los últimos seis años. De acuerdo con las cifras suministradas por la policía nacional, en el 2001 se registraron 1.044 víctimas de masacres, casi el doble de las registradas en 1997, aunque menos que las 1.403 víctimas en el 2000. Por el contrario, el Comité Permanente para los Derechos Humanos registró un aumento de 1.128 en 1997 a 2.564 en el 200080. El número exacto de masacres perpetradas cada año por los tres grupos armados por fuera de la ley tampoco es claro. En muchos casos, las matanzas son atribuidas a “autores desconocidos”. Sin embargo, se cree que la mayoría de estos homicidios múltiples son responsabilidad de las AUC. Según la Defensoría del Pueblo, entre enero y septiembre del 2000 el 47 por ciento de las masacres tuvo como responsables a los paramilitares. La policía nacional atribuye el 49 por ciento a las AUC. Aproximadamente el 13 por ciento de las masacres son atribuidas a la guerrilla, principalmente las FARC (9.9 por ciento)81. Las fuerzas armadas y el gobierno no han podido establecer un “sistema de alerta temprana” efectivo para proteger a las comunidades claramente amenazadas, ya sea por los paramilitares o por los insurgentes, a pesar de las repetidas solicitudes en este sentido82.

República – Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, Progress Report March 2001, Bogotá, 2001. Parte II, 2.1. Aunque la mayor parte de estas masacres ocurren en áreas rurales, donde la presencia del Estado es limitada, los grupos paramilitares han perpetrado masacres en zonas urbanas, como en la ciudad de Barrancabermeja, Norte de Santander, en mayo de 1998. 79 UNHCHR, Report of the United Nations High Commissioner for Human Rights on the Human Rights Situation in Colombia, E/CN.4/2001/15. febrero 2001, p.38. 80 La policía nacional define una masacre como un homicidio colectivo de cuatro o más víctimas. El Defensor del Pueblo y varias ONG defensoras de derechos humanos utilizan como criterio tres víctimas. Esto sólo incluye casos en que la policía llevó a cabo la investigación inicial en la escena del crimen, lo que no siempre sucede. 81 Vicepresidencia de la República – Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, Progress Report March 2001, Parte, II 2.1. 82 Entrevistas del ICG a funcionarios defensores de derechos humanos y de la ONU.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

B.

ASESINATOS

Entre el año 2000 y el 2001, los homicidios aumentaron en un 4.9 por ciento, para un total de 27.841. Esto representa una tasa de 64.4 por cada 100.000 habitantes83. Se calcula que entre 4.000 y 6.000 personas fueron asesinadas por grupos armados proscritos84. La oficina del Alto Comisionado para la Paz de la ONU sugiere que la disminución de las masacres y el aumento de los asesinatos reflejan una nueva modalidad de violencia empleada más que todo por las AUC “para reducir el impacto público de las matanzas”85. También puede deberse al interés de atenuar las repercusiones internacionales. Entre las personas que afrontan mayores riesgos se incluyen líderes comunitarios, políticos y funcionarios públicos, alcaldes, sindicalistas, periodistas, activistas de derechos humanos e investigadores judiciales, cuyas actividades con frecuencia son percibidas como una amenaza por los grupos armados86. Se sabe que tanto los paramilitares como la guerrilla han aplicado la “limpieza social” asesinando a homosexuales, indigentes, supuestos drogadictos y prostitutas. El impacto de los asesinatos selectivos sobre el desarrollo social de las comunidades y del país en su conjunto es, por decir lo menos, desastroso. Las FARC han empleado estas tácticas para eliminar a respetados líderes indígenas que se han opuesto a los intentos de la guerrilla de asumir el control de sus comunidades. Esta misma táctica ha sido utilizada por las AUC, sin una interferencia significativa de las fuerzas armadas ni de la policía local87. El sábado 16 de marzo del 2002, el arzobispo de Cali, Isaías Duarte, fue asesinado por dos sicarios después

83

Comparativamente, la tasa de homicidios en Estados Unidos en el 2000 fue de 5.5 por cada 100.000 personas. Ver FBI Uniform Criminal Reports, octubre 22, 2001. 84 Estimativos suministrados por el CINEP (sobre asesinatos políticos y homicidios intencionales por grupos armados) y por el Ministerio de Defensa (civiles asesinados por fuera de combate), encontrados en Vicepresidencia de la República, Progress Report March 2001, Parte II, 2. 85 UNHCHR, Human Rights Situation in Colombia, E/CN.4/2001/15 y Vicepresidencia de la República, Progress Report March 2001, Parte II, 1.1. 86 Entre 1995 y 1999 fueron asesinados 679 funcionarios públicos y líderes políticos y 34 periodistas. Ver DAS en Vicepresidencia de la República, Panorama de los Grupos de Autodefensa, Bogotá, diciembre del 2000, y Fundación Prensa Libre en www.paislibre.org.co. 87 Human Rights Watch, “The ‘Sixth Division’”, op. cit., p. 3.

Página 18

de celebrar el matrimonio de cien parejas en la iglesia del Buen Pastor. Monseñor Duarte fue un enérgico crítico de las mafias del narcotráfico, de los paramilitares y de las organizaciones insurgentes. Poco antes de las elecciones parlamentarias del 10 de marzo, había denunciado la financiación de campañas electorales con dineros del narcotráfico. En mayo de 1999, Duarte excomulgó a los guerrilleros del ELN que secuestraron a 185 feligreses que asistían a misa. Según el fiscal general, Luis Camilo Osorio, tanto los narcotraficantes como los insurgentes son sospechosos de este asesinato. El asesinato de monseñor Duarte es el más reciente en la lista de crímenes de alto perfil cometidos por los grupos armados proscritos en Colombia tras la ruptura de las conversaciones de paz con las FARC el 20 de febrero.

C.

TORTURA

Las víctimas de tortura incluyen civiles de todas las edades, campesinos, soldados, policías y desertores de los grupos guerrilleros. Existe evidencia de que muchas víctimas de masacres y de asesinato han sido torturadas o abusadas sexualmente antes de su muerte. Según el centro de investigación CINEP – defensor de los derechos humanos– hubo más de 400 víctimas de tortura en el año 2000, un marcado aumento con relación al año anterior. Los paramilitares fueron responsables de más de la mitad de esos casos88.

D.

SECUESTRO

Colombia registra, de manera contundente, el mayor índice de secuestros en el mundo; esta práctica ha sido una práctica histórica en la estrategia de la insurgencia. Sin embargo, en un comienzo el secuestro tenía un carácter más político y no constituía una fuente importante de ingresos. Incluso el ELN, que tradicionalmente ha recurrido al secuestro por motivos financieros, no utilizó esta práctica de manera sistemática sino a partir de la década de los ochenta. Se calcula que el total de secuestros durante la década de los setenta fluctuó entre 30 y 40 por año89. La transformación del secuestro en una próspera actividad económica acuñó la expresión “industria del secuestro”, en la que los

88

Vicepresidencia de la República, Progress Report March 2001. Parte II, 1.4. 89 Hagedorn Auerbach, Ransom, The Untold Story of International Kidnapping, Nueva York, 1998, p. 25.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

grupos armados son los principales “accionistas” y miles de personas son retenidas con fines de lucro90; en el 2001 más de 3.000 personas fueron secuestradas, incluidos 303 menores y 49 extranjeros91. De éstas, 1.161 fueron liberadas después de pagar rescate, 901 aún continuaban retenidas en diciembre del 2001, 697 fueron rescatados y 98 murieron en cautiverio. Aproximadamente el 60 por ciento de los secuestros registrados fueron realizados por el ELN y las FARC, y sólo el 8 por ciento por las AUC92. Cerca del 10 por ciento de los secuestros son perpetrados por delincuentes comunes, ya sea a nombre de los grupos armados ilícitos, o con la intención de “vender” las víctimas a uno de esos grupos. Con frecuencia, las víctimas son retenidas durante meses en condiciones infrahumanas. Aunque las unidades especiales del ejército y la policía rescatan a un número cada vez mayor de secuestrados, sus esfuerzos no logran ir a la par con el rápido crecimiento de la funesta “industria del secuestro”.

E.

NIÑOS EN EL CONFLICTO

Los niños colombianos sufren todas las consecuencias del conflicto. Según el informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) correspondiente al año 2001, cerca de 6.000 niños hacen parte de los grupos paramilitares o de la guerrilla. Muchos de estos niños soldados fueron reclutados a la fuerza en zonas rurales; otros se unen voluntariamente, atraídos por las promesas de una mejor vida, aunque posteriormente se les amenaza de muerte en caso de deserción. La UE y Estados Unidos han instituido programas para ayudar a niños ex combatientes93. El número de niños secuestrados se ha duplicado desde 1998. Por otra parte, la situación de los menores desplazados reviste especial gravedad, ya que a

Página 19

muchos de ellos no se les brindan siquiera las condiciones básicas de salud, educación y vivienda94.

F.

ATAQUES INDISCRIMINADOS CONTRA LA POBLACIÓN CIVIL

Los grupos guerrilleros, en especial las FARC, tienden más a atacar objetivos militares o policiales, y no sólo a la población civil o la infraestructura en pueblos o municipios. Sin embargo, en estos ataques el uso indiscriminado de armamento inadecuado, como cilindros de gas llenos de combustible y metralla y otros artefactos explosivos como los carro bombas, ocasionan la muerte de muchos civiles. Un ataque guerrillero típico contra una población rural incluye el bombardeo de la estación de policía –por lo general ubicada cerca de la plaza central, lo que inevitablemente destruye las edificaciones cercanas–, el asesinato o captura de policías y el robo de bancos locales. Un ejemplo de los devastadores efectos de este uso indiscriminado de la fuerza fue el ataque contra la población de Granada, Antioquia, perpetrado por las FARC en diciembre del 2000: 15 civiles muertos, 124 casas destruidas y otras tantas afectadas95. Durante el 2001, el Ministerio de Defensa informó que grupos guerrilleros cometieron 33 de esos ataques96. Tanto el ELN como las FARC, han utilizado carro bombas y ciclo-bombas en ciudades grandes como Bogotá, Cali y Cúcuta. Por lo general, los explosivos se colocan cerca de instalaciones militares o públicas, pero su detonación afecta las propiedades vecinas y las vidas de los transeúntes. En enero del 2002, las FARC detonaron una ciclo-bomba frente a una estación de policía en Bogotá, causando la muerte a cuatro policías, una mujer y dos niños, y heridas a varias otras personas.

90

Para una evaluación exhaustiva del secuestro en Colombia, ver Pax Christi, Países Bajos, The Kidnap Industry in Colombia. Our business?, La Haya, noviembre del 2001. 91 Fundación País Libre (FPL), December 2001 Report. Bogotá. La FPL recopila los casos reportados por el ejército y la policía nacional. Sin embargo, es importante observar que muchos secuestros no se reportan a las autoridades. 92 FPL, Report, op. cit. Los departamentos más afectados por el secuestro son Antioquia, Cesar, Cundinamarca y Valle del Cauca. 93 UNHCHR, Human Rights Situation in Colombia, E/CN.4/2001/15.

94

Ver más adelante la sección sobre el desplazamiento interno forzado. 95 Un mes antes de este ataque, los paramilitares ingresaron a Granada y mataron a 19 civiles tras acusarlos de ser colaboradores de la guerrilla. En el 2001, más de 8.000 habitantes habían huido de esta población. 96 Esto representa una pronunciada disminución en comparación con los 80 ataques registrados en el 2000. Ministerio de Defensa Nacional, Informe Anual de Derechos Humanos y DIH 2001, febrero del 2002, Bogotá, p.75.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

G.

ACTOS TERRORISTAS CONTRA LA INFRAESTRUCTURA

Entre 1999 y 2001 la guerrilla destruyó 950 torres de energía y 62 puentes97. Como resultado de los ataques, se interrumpió el suministro de energía eléctrica a miles de hogares hasta por cuatro semanas a la vez y se debilitó la frágil red vial. Debido a los repetidos ataques de las FARC contra la infraestructura eléctrica en el sur-occidente del país en enero del 2002, los departamentos del Meta y Casanare tuvieron que imponer un racionamiento de energía de hasta por ocho horas diarias. El sabotaje a los oleoductos tiene graves consecuencias económicas y ambientales, y ha causado numerosas muertes de civiles. En octubre de 1998, después de la destrucción de una sección del oleoducto principal por parte del ELN en el departamento de Antioquia, se prendió el combustible e incendió una gran cantidad de casas en el corregimiento de Machuca, causando 80 muertes entre la población civil. La Empresa Colombiana de Petróleos (Ecopetrol) calcula que el costo de los ataques al oleoducto Caño Limón-Coveñas –sin duda el más golpeado– entre 1998 y 2001 se aproxima a US$ 201.6 millones. Esto incluye los costos de reparaciones y descontaminación ambiental, así como pérdidas para el gobierno de US$129 millones por concepto de regalías. Desde 1998, se han perpetrado 105 ataques contra este oleoducto, la mayoría realizados por el ELN98.

H.

DESPLAZAMIENTO INTERNO FORZADO

En el año 2000, Francis Deng, representante del Secretario General de la ONU para la población desplazada, catalogó la situación de estas personas en Colombia “entre las más graves en el mundo... hay en el país más de un millón de personas desplazadas y los desplazamientos continúan... El desplazamiento en Colombia no es solamente una consecuencia del conflicto armado, sino una estrategia de guerra deliberada”99. A semejanza de otras formas de violencia contra la población civil, el desplazamiento

97

Ibid., p. 64. Ibid., p.80. 99 Naciones Unidas, Addendum to the Report of the Representative of the Secretary-General on Internally Displaced Persons, Profiles in Displacement: Follow-Up Mission to Colombia. E/CN/2000/83/Add.1, enero del 2000, p. 2. 98

Página 20

forzado ha ido aumentando. El número desplazados en Colombia excede 1.600.000100.

de

Los patrones de desplazamiento varían. En algunos casos, personas o familias abandonan las poblaciones y asentamientos rurales debido al aumento de la violencia. En otros, muchas familias, e incluso comunidades enteras, huyen en cuestión de horas o días como reacción a un ataque o a amenazas de muerte101. Aunque la mayor parte de los desplazamientos ocurre desde las áreas rurales hacia los centros urbanos pequeños, también hay mucho movimiento desde las poblaciones y áreas urbanas hacia grandes ciudades como Bogotá, Medellín y Barranquilla102. Según la Red de Solidaridad Social, entre enero del 2000 y julio del 2001 casi la mitad de los desplazamientos fueron causados por acciones paramilitares; el 12 por ciento por la guerrilla; el 0.65 por ciento por las fuerzas armadas, y el 19 por ciento por más de uno de estos grupos103. El desplazamiento de individuos o comunidades enteras se basa en la lógica de “limpieza” de una zona de presunta simpatía por el enemigo, aunque los intereses económicos también promueven esta práctica, especialmente la apropiación de tierras. Muchos campesinos, sobre todo de las comunidades afrocolombianas e indígenas, no tienen títulos de propiedad, lo que los convierte en objetivo fácil para terratenientes104.

100

Con base en estimaciones de la Red de Solidaridad Social –RSS– www.red.gov.co (incluye sólo a la población desplazada registrada) y de CODHES en www.codhes.org.co. 101 Las principales causas de desplazamientos son amenazas colectivas (44%), confrontación armada (15%), masacres (9%), amenazas específicas (5%) y toma de poblaciones (3%). Ver RSS en www.red.gov.co. 102 Los departamentos con un mayor número de población desplazada son Antioquia, Bolívar, Chocó, Cauca y Putumayo. CODHES, en www.codhes.org.co, y RSS, en www.red.gov.co. 103 RSS, en www.red.gov.co. Desde 1985 se observa un incremento en el número de desplazamientos causados por las fuerzas paramilitares y una disminución de los causados por las fuerzas militares, mientras que los que son responsabilidad de la guerrilla se han mantenido más o menos constantes. Ver Naciones Unidas, Profiles in Displacement: Follow-Up Mission to Colombia. E/CN/2000/83/Add.1. 104 Aunque las comunidades afro-colombianas e indígenas sólo representan el 13 por ciento del total de la población colombiana, entre enero del 2000 y julio del 2001 conformaron el 23 por ciento de la población desplazada. Ver RSS, en www.red.gov.co.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Muchos desplazados pierden todas sus posesiones y encaran una situación extrema. Las mujeres y los niños, que representan más del 70 por ciento de la población desplazada, junto con las comunidades étnicas arriba mencionadas, son las que más sufren, en especial las madres cabezas de familia. En 1997, el gobierno colombiano estableció el Plan Nacional para la Población Desplazada, que coordina los esfuerzos públicos y asigna fondos. También ha habido programas de cooperación entre el gobierno, las ONG y organismos internacionales como la Cruz Roja y el UNHCR, así como financiamiento del gobierno de Estados Unidos y de varios países europeos105. Sin embargo, la comunidad internacional y las organizaciones de la sociedad civil consideran que ni la respuesta internacional ni la colombiana han sabido afrontar adecuadamente el cuidado y la protección de esta población, en términos de magnitud y acción oportuna106.

Página 21

V.

DINÁMICA DE PAZ Y GUERRA, 1998-2002

A.

LA INICIATIVA PASTRANA

Cuando Andrés Pastrana, del Partido Conservador, resultó elegido presidente el 21 de junio de 1998, estaba convencido de que lograría la paz para Colombia107. El tema de la paz no revistió mucha importancia durante su campaña, y lo adoptó solamente después de su apretada derrota en la primera vuelta electoral frente al candidato liberal Horacio Serpa108. Al reconocer la atracción política que significaba el inicio de negociaciones con los insurgentes, Pastrana convocó a una reunión de campaña y expuso su plan de paz. Según algunos analistas, la propuesta se redactó deliberadamente en términos vagos: se reuniría personalmente con los líderes de las FARC para conversar sobre el establecimiento de negociaciones y de una zona desmilitarizada (ZDM), una exigencia rebelde de vieja data109. El 9 de julio, el presidente electo se reunió con el comandante de las FARC, Manuel Marulanda, y su jefe militar, el “Mono Jojoy”, en un sitio no revelado de las montañas110. Al parecer, el encuentro, apoyado por el saliente presidente Samper, el presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana, monseñor Alberto Giraldo, y el líder sindical Luis Eduardo

107

105

USAID Program Summary, op. cit. Ver UNHCHR, Human Rights Situation in Colombia, E/CN.4/2001/15 Parte VI, No.3. Debido al deterioro de las condiciones económicas y de seguridad, muchos colombianos han abandonado el país. Se calcula que el número de colombianos que viven en el exterior asciende a cerca de tres millones. En el 2001 enviaron remesas a Colombia por un valor de aproximadamente US$ 2.000 millones, cifra que representa cerca del 2.5 por ciento del PIB.

106

Mauricio Vargas, Tristes tigres, Bogotá, 2001, pp. 143144. 108 El 31 de mayo de 1998, Serpa obtuvo el 34.6% de la votación, y Pastrana quedó de segundo, muy cerca, con el 34.3%. En la segunda vuelta, Pastrana resultó elegido presidente con el 50.4% de los votos, frente al 46.53% obtenido por Serpa. Los analistas coinciden en afirmar que la victoria se debió a los votos de quienes apoyaban a Noemí Sanín, ex ministra de Relaciones Exteriores, quien obtuvo la tercera votación en la primera vuelta. Sin embargo, existe evidencia de que el presidente creyó que debía su victoria en parte a su promesa de lograr la paz para Colombia, una promesa en la que había hecho mucho énfasis su rival liberal Serpa. Ver Vargas, Tristes tigres, p. 145. 109 Caracol Colombia, 9 de junio de 1998; Fernando Cepeda, “La estrategia de paz de la administración Pastrana”, en Cepeda, ed., Haciendo paz, pp. 201-202; Andrés Pastrana, “Una política de paz para el cambio”, en Presidencia de la República de Colombia, Hechos de paz V-VI, Bogotá, s.f., pp. 29-41. La creación de la ZDM había sido una exigencia de los insurgentes desde 1995. Vargas, op. cit., p. 144. 110 Pastrana también intentó reunirse con los líderes del ELN, pero ellos se negaron. El País, 20 de junio de 1998, p. A-8.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Garzón, entre otros, tuvo éxito en cuanto ambas partes acordaron iniciar conversaciones de paz111. “Yo creo que los tipos están listos –dijo Pastrana–. Marulanda me entregó un papel con una docena de puntos que son los que ellos consideran esenciales para firmar la paz. (...) Cosas muy sencillas, reformas que en todo caso este país debería hacer en lo político y lo económico”112. También dijo que las FARC pedían el despeje militar de una zona que comprendía cinco municipios en el sur de Colombia y una acción firme contra los paramilitares. Pastrana dijo estar dispuesto a hacer esa concesión. Una vez posesionado, el presidente creó una ZDM por un período de 90 días, efectiva a partir del 7 de noviembre de 1998. Sin embargo, Pastrana no tenía ninguna otra iniciativa o propuesta sustancial para plantear. La ZDM se mantuvo hasta febrero del 2002, pero Pastrana tuvo que prolongarla once veces, sin que las negociaciones mostraran resultados tangibles. El 20 de febrero del 2002, un mes después de una crisis que por poco acaba con el proceso de paz, el presidente finalmente dio por terminadas las negociaciones y ordenó al ejército retomar la zona. Desde un principio, las FARC no mostraron voluntad de comprometerse seriamente con el proceso de paz. El gobierno tuvo grandes dificultades para sentar a los guerrilleros a la mesa y establecer un modus operandi que produjera resultados. Marulanda no acudió a su cita con Pastrana en la muy publicitada ceremonia de inauguración de las negociaciones cerca de la población de San Vicente del Caguán, el 7 de enero de 1999. El 19 de enero, los insurgentes suspendieron unilateralmente su participación en los diálogos por primera vez, exigiendo una acción más enérgica contra los paramilitares. Luego, el 3 de marzo de 1999, el descubrimiento de los cadáveres de tres antropólogos estadounidenses, secuestrados y asesinados por las FARC, hizo que el gobierno suspendiera temporalmente las conversaciones113. Las negociaciones se interrumpieron y reanudaron una y otra vez. La paciencia de la opinión pública se puso a prueba con la continua violencia de la guerrilla, el secuestro masivo indiscriminado de

111

Caracol Colombia, 10 de julio de 1998. Citado en Vargas, op. cit., p. 144. 113 Mientras que el gobierno de Estados Unidos reaccionó enérgicamente ante los asesinatos, endureciendo su posición contra los insurgentes, el gobierno colombiano intentó restarle importancia al incidente. Ver Víctor G. Ricardo, “Sin un manejo responsable en los medios, la paz puede fracasar”, en Presidencia de la República, Hechos de paz V-VI, pp. 113-116. 112

Página 22

ciudadanos y los ataques a poblaciones rurales, donde saqueaban los bancos, destruían las casas con cilindros-bombas y acribillaban a los policías y civiles que se oponían o que se encontraban entre el fuego cruzado114. Las FARC asesinaron al congresista Diego Turbay, a su madre y a la ex ministra de Cultura Consuelo Araújo Noguera; secuestraron a tres alemanes (uno era funcionario de una agencia de cooperación) y al ex gobernador Alan Jara, y secuestraron tres aviones115. Por su parte, la guerrilla acusó al gobierno y al ejército de tolerar a las AUC e incluso colaborar con ellas, siendo que se les atribuyen numerosas masacres de civiles en las zonas en conflicto del país. Los colombianos arreciaron sus críticas contra la ZDM por considerarla un santuario para los insurgentes. De hecho, les proporcionó un sitio para descansar y entrenarse, cultivar y procesar coca y almacenar bienes robados como vehículos, maquinaria pesada y ganado116. Peor aún, las FARC usaron la ZDM para mantener víctimas del secuestro. Los insurgentes aparentemente instauraron un régimen de represión y autoritarismo en la zona, obligando a varios comerciantes y propietarios de tierras a entregarles sus propiedades. Los habitantes de Vista Hermosa fueron sometidos a la fuerza a exámenes de VIH; por lo menos cuatro resultaron infectados y tuvieron que abandonar la zona. En varias ocasiones las FARC detuvieron y asesinaron a personas que habían comprado o vendido coca, monopolio que la guerrilla reclamaba. Las dificultades para transformar la ZDM en un “laboratorio de paz” se derivan de las grandes fallas del método del gobierno: ausencia de reglas y

114

Desde mediados del 2001, se han reportado varios incidentes de “resistencia civil” en pueblos y caseríos atacados por las FARC. Sin embargo, después de que varios ataques de las FARC fueron rechazados mediante manifestaciones pacíficas de los habitantes en las calles, los insurgentes han asesinado a varios líderes de este “movimiento”. 115 Comandos de las FARC secuestraron a Jara cuando viajaba en un vehículo de la ONU y le dispararon a Araújo Noguera a quemarropa cuando intentaban escapar de las unidades del ejército que se les aproximaban. En el momento de su asesinato, Turbay era el presidente de la Comisión de Paz del Congreso. 116 Era de conocimiento popular en Colombia que las FARC tenían 5.500 vehículos robados, la mayoría de ellos 4 x 4, en la ZDM. El 20 de febrero del 2002, el día que terminó el proceso de paz, el presidente Pastrana mostró fotografías aéreas de nuevas pistas de aterrizaje y construcciones que pudieron haber sido utilizadas por los insurgentes como centros de detención.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

controles y la falta de una concepción clara sobre el desarrollo de las negociaciones. El presidente, para quien las conversaciones representaban un asunto casi de prestigio personal, intentó reunirse con Marulanda en cuatro ocasiones: una antes de posesionarse y tres entre 1999 y 2001117. Se puede argumentar que al hacerlo les concedió a las FARC, de manera poco prudente, cierto grado de legitimidad. El equipo negociador del gobierno y la sede permanente de las negociaciones, en Villa Nueva Colombia, cerca de San Vicente del Caguán, sólo se establecieron formalmente seis y doce meses después de haber inaugurado las negociaciones. En mayo del 2000, el primer Alto Comisionado para la Paz, Víctor G. Ricardo, fue remplazado por Camilo Gómez, secretario privado del presidente, quien, al igual que Ricardo, no contaba con experiencia previa en este campo. Durante más de tres años, el gobierno llegó a hacer poco para atraer o forzar a las FARC a permanecer en la mesa de negociaciones y dialogar con seriedad, y tampoco se esforzó por mantener un equipo de negociación experimentado. Las críticas al manejo presidencial de las conversaciones de paz aumentaron118. Por ejemplo, el ex negociador del gobierno, Luis Guillermo Giraldo, acusó al presidente de ignorar la naturaleza y las intenciones reales de las FARC, de hacer demasiadas concesiones, incluida la ZDM, sin recibir nada a cambio, y de no tener una concepción clara sobre cómo negociar y qué negociar119. Según Giraldo, la oficina del Alto Comisionado para la Paz no tenía personal profesional adecuado para avanzar simultáneamente en negociaciones de paz con las FARC y el ELN, los negociadores del gobierno no habían recibido del presidente las facultades necesarias para definir temas y el gobierno no había tenido en cuenta las posibles interferencias de las AUC en el proceso, como las masacres de civiles que les dieron a las FARC una excusa para suspender las negociaciones en varias ocasiones.

117

Como se mencionó anteriormente, Marulanda no asistió a la ceremonia de inauguración, el 7 de enero de 1999. Los demás encuentros entre los dos líderes tuvieron lugar en la ZDM, el 2 de mayo de 1999 y el 9 de febrero del 2001. 118 La popularidad inicial del presidente declinó rápidamente: en diciembre de 1998, sólo cuatro meses después de su posesión, el 49 por ciento de los colombianos urbanos expresó una opinión desfavorable de Pastrana, contra el 39 por ciento, que tuvo una opinión favorable. En septiembre del 2001, la tasa negativa fue de 62 por ciento vs. 24 por ciento. Encuesta Gallup citada en Vargas Tristes tigres, p. 137. 119 Luis G. Giraldo, “Otro año más sin tí”, en Cambio, 1724 de diciembre del 2001, pp. 38-42; Ver también Vargas, op. cit., pp. 145-48.

Página 23

Sobre todo al comienzo, ni el gobierno ni las FARC alentaron la participación de otros actores como la Iglesia católica, organizaciones de la sociedad civil, notables colombianos o la comunidad internacional. El gobierno no aceptó las ofertas de la ONU, de gobiernos europeos, ni de Estado Unidos de asistencia directa para definir estrategias, diseñar opciones para presentarle a la guerrilla, o idear tácticas de negociación. El Grupo de Países Facilitadores –Canadá, Cuba, España, Francia, Italia, México, Noruega, Suecia, Suiza y Venezuela– se creó en marzo del 2001. Sin embargo, hasta la crisis de enero del 2002, sólo pudo observar el desarrollo del proceso después de las conversaciones. Por solicitud de las partes, el Grupo de Notables, tres eminentes colombianos, presentó a los negociadores una extensa propuesta de cese al fuego en septiembre del 2001. Otras iniciativas del gobierno para acentuar la participación de actores políticos, por ejemplo el establecimiento de un Frente Común para la Paz y contra la Violencia en noviembre del 2000, no causó impacto suficiente120. De hecho, el gobierno y la guerrilla se reunieron durante tres años sin la presencia de terceros, reflejando la política inicial de Pastrana de manejar él mismo el proceso121. Hasta la crisis de enero-febrero del 2002, el único resultado tangible había sido el limitado acuerdo humanitario, firmado el 2 de junio del 2001, para la liberación de 242 soldados y policías retenidos en cautiverio por las FARC122. Fue precedido por una serie de comunicados y acuerdos que hacían referencia a la agenda y metodología de las negociaciones, pero la discusión de temas substanciales brilló por su ausencia123.

120

Con ocasión de la inauguración del Frente Común Pastrana se vio obligado a declarar que “este proceso de paz no ha sido improvisado”. Venezuela Analítica, 29 de noviembre del 2000. 121 Caracol Colombia, 9 de junio de 1998. 122 “Acuerdo entre el Gobierno Nacional y las FARC-EP”, San Vicente del Caguán, 2 de junio del 2001. 123 Por ejemplo, el 6 de mayo de 1999 las partes acordaron una amplia agenda de negociaciones de doce puntos (Agenda Común entre el Gobierno y las FARC-EP); el 2 de noviembre de 1999, firmaron el acuerdo sobre metodología (Comunicado No. 2: Acuerdo de Metodología); y el 5 de noviembre, establecieron el Comité Temático Nacional y las Audiencias Públicas (Comunicado No. 3: Acuerdos sobre Audiencias Públicas), ambos encargados de suministrar a la mesa de negociaciones la retroalimentación popular. Ver Presidencia de la República, Hechos de paz V-VIII, y Anexo B, más adelante.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

A fines de septiembre del 2001, las conversaciones sufrieron un duro golpe por el asesinato de la ex ministra de Cultura Consuelo Araújo Noguera a manos de las FARC y por haber impedido éstas la marcha del candidato liberal Horacio Serpa y de 4.000 seguidores a la ZDM124. El proceso ya había sufrido golpes similares, y el 5 de octubre las partes firmaron el Acuerdo de San Francisco de la Sombra, en el que manifestaban su compromiso de discutir un cese al fuego, según la recomendación de la Comisión de Notables. A pesar de su vaguedad, el acuerdo se interpretó como un avance. Dos días más tarde el presidente Pastrana prolongó la ZDM hasta el 20 de enero del 2002. Sin embargo, como respuesta al asesinato de Araújo Noguera y a las muy difundidas acusaciones de que las FARC habían transformado la zona de despeje en un santuario para el cultivo y la producción de drogas, el confinamiento civiles y militares secuestrados y para fortalecer su capacidad militar, Pastrana también anunció el refuerzo de los controles militares sobre la ZDM125. Las FARC protestaron y suspendieron su participación en los diálogos. En efecto, las conversaciones permanecieron congeladas durante el resto del año. El 24 de diciembre, el Alto Comisionado para la Paz, Camilo Gómez, anunció un nuevo intento para encarrilar nuevamente las negociaciones a principios de enero del 2002126.

B.

LA CRISIS DE ENERO DEL 2002

En los primeros días del 2002, el proceso de paz entró en un nuevo período crítico. El 9 de enero, después de dos días de conversaciones infructuosas entre el Gobierno y las FARC, el presidente Pastrana le anunció al país que el gobierno “entiende que las FARC ya no están en la mesa de negociación”, y les dio 48 horas para abandonar la ZDM127. Para muchos

Página 24

colombianos el ultimátum no cayó de sorpresa, ya que las dificultades del proceso de paz eran obvias. Lo que casi nadie había previsto era que después de haber sobrevivido momentos muy tensos en el pasado, las conversaciones se terminarían por una cuestión procedimental: el control externo y la vigilancia aérea de la ZDM por parte del gobierno, a lo que las FARC se oponían rotundamente. La crisis de enero del 2002 reflejó una acumulación de sucesos. El asesinato de Araújo Noguera fue un golpe devastador128. El bloqueo agresivo de la guerrilla a la marcha de Serpa había generado muchas críticas, lo mismo que la captura de tres hombres del Ejército Republicano Irlandés (IRA) que habían estado en contacto con las FARC. En estas circunstancias, y sin éxitos para mostrar, al presidente Pastrana le hubiera quedado muy difícil prolongar nuevamente la ZDM el 20 de enero. A menos de siete meses de entregar la presidencia, Pastrana tuvo que tomar una difícil decisión: abolir la ZDM, lo que le podía generar cierto apoyo de sus muchos críticos pero sin duda arreciaría los ataques guerrilleros, incluso en las ciudades; o prolongar el proceso de paz, en medio de la violencia continua, con la leve esperanza de poder lograr aún algún progreso. Según las propias palabras del presidente: “he jugado mi capital político y mi lugar en la historia de Colombia”, ninguna de las dos opciones parecía atractiva129. Durante los últimos meses del 2001, la comunidad internacional comenzó a impacientarse cada vez más con el proceso de paz. Los medios continuamente informaban sobre la participación de la guerrilla y de los paramilitares en el negocio de las drogas y sobre los masivos desplazamientos y secuestros derivados del conflicto. El secuestro de tres alemanes realizado por las FARC en julio del 2001 enfureció particularmente a la UE130. Así mismo, se ejerció presión internacional sobre el gobierno para que actuara contra los paramilitares y cortara todo vínculo entre éstos y el ejército. Sin embargo, la pérdida de la

124

El 28 de septiembre del 2001, un contingente de 60 efectivos de las FARC detuvo al candidato liberal Horacio Serpa y a 4.000 seguidores en camino a San Vicente del Caguán. Al no poder continuar, Serpa denunció el uso de la ZDM por parte de la guerrilla para fines militares y otros propósitos ilícitos, como el cultivo de coca. Al día siguiente, el Frente 59 de las FARC asesinó a la ex ministra de Cultura Araújo Noguera. 125 Los controles incluían vigilancia aérea, retenes y la imposición de restricciones para los extranjeros que desearan viajar a la zona. Esto último se debió al arresto de tres miembros del Ejército Republicano Irlandés (IRA), el 12 de agosto del 2001, quienes fueron acusados de proporcionar instrucción militar a las FARC en la ZDM. 126 El Tiempo, 26 de diciembre del 2001, p. 1-2. 127 Ibid, 10 de enero del 2002, p. 1-5.

128

Los anteriores gobiernos colombianos que enfrentaron situaciones similares dieron por terminadas las negociaciones. Por ejemplo, en 1992 el gobierno de César Gaviria suspendió las conversaciones de paz con las FARC en México después del asesinato del ministro de Obras Públicas Argelino Durán, secuestrado por los insurgentes. 129 El Tiempo, 10 de enero del 2002, p. 1-5. 130 Las FARC declararon que habían “retenido” a los tres alemanes porque estaban trabajando en proyectos financiados por el Plan Colombia. Un rehén logró escaparse en septiembre, y los otros dos fueron liberados en octubre del 2001. Se desconoce si el gobierno alemán pagó rescate.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

credibilidad internacional de las FARC era mucho más pronunciada. Los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos sometieron el proceso de paz, y en particular la ZDM, a un escrutinio internacional mucho más severo. Se le recordó al mundo que el Departamento de Estado incluyó a las FARC en su lista de organizaciones terroristas en 1997131. Más que nunca, el presidente Pastrana estaba consciente de que sus esfuerzos tenían que producir resultados que justificaran el apoyo externo que había solicitado132. A su vez, se exacerbaron los resquemores de las FARC frente a la comunidad internacional, el gobierno y el “establecimiento”. Después del 11 de septiembre, la primera reacción de las FARC fue su negativa a reunirse con cualquier Estado miembro de la UE, en protesta por el endurecimiento de su posición frente a la guerrilla. Así mismo, las FARC manifestaron aún más desconfianza en el gobierno colombiano133. El 10 de enero del 2002, el vocero de las FARC, Raúl Reyes, declaró que su organización estaba dispuesta a reunirse con James LeMoyne, el asesor especial del Secretario General de la ONU, con el embajador de Francia, Daniel Parfait, coordinador del Grupo de Países Facilitadores y con un representante de la Iglesia católica para examinar posibilidades de salvar el proceso. Los analistas consideraron que la solicitud de una mediación internacional era uno de los aspectos más notables de la crisis de enero. En efecto, para una organización que desconfía tanto de las iniciativas internacionales, se trató de una decisión de enorme importancia134. El presidente Pastrana respondió en una alocución transmitida por la televisión nacional que concedía 48 horas adicionales para permitir que LeMoyne se reuniera con los negociadores de las FARC en la ZDM. Las fuerzas armadas ya habían sido declaradas en alerta máxima y tenían desplegados más de 7.000 efectivos rodeando la ZDM. Por su parte, la prensa ya

Página 25

había declarado finalizado el proceso de paz135. Después de que el gobierno rechazó la primera propuesta de las FARC, los diplomáticos y la Iglesia finalmente convencieron a los insurgentes de que firmaran un documento que llevaba la firma de Pastrana. Al hacerlo, las FARC “aceptaban” que estaban dadas todas las garantías para continuar el proceso de paz y se comprometían a definir con el gobierno un marco para un cese al fuego antes del 20 de enero, el día en que la ZDM debería terminar oficialmente o prolongarse por undécima vez. Después de seis días de intensas conversaciones en Villa Nueva Colombia, en la ZDM, con los diez embajadores, el asesor especial de la ONU y los representantes de la Iglesia como testigos, las partes finalmente acordaron una agenda. La ZDM se prolongó hasta el 10 de abril del 2002, a sólo seis semanas de las elecciones presidenciales. El acuerdo firmado el 20 de enero contenía una ambiciosa agenda para debatir temas cruciales: (a) Las propuestas de cese al fuego del Grupo de Notables; (b) paramilitares y secuestros; (c) establecimiento de una comisión internacional de verificación; y (d) creación de un subsidio de desempleo exigido por las FARC136. Sus elementos más innovadores fueron el establecimiento de un calendario con fechas específicas y la contemplación de un papel más activo de la comunidad internacional. Antes del 7 de abril del 2002, se debían pactar acuerdos concretos conducentes a un cese al fuego, al tiempo que se disminuía la intensidad del conflicto.

C.

LAS FARC: HACEN LA GUERRA Y HABLAN DE PAZ

Si bien el acuerdo del 20 de enero puso fin a la crisis inmediata, no produjo un cambio positivo en la dinámica del conflicto. Ciertamente, la participación de la Iglesia católica y de la comunidad internacional a través de los diez embajadores del Grupo de Países Facilitadores y del asesor especial de la ONU introdujo un nuevo elemento. Pero el optimismo cauteloso que produjeron los sucesos del 20 de enero,

131

Estados Unidos hizo énfasis en que las FARC son consideradas una organización terrorista, pero expresó su apoyo a los esfuerzos de paz del presidente Pastrana 132 Desde que se posesionó, el presidente Pastrana ha cabildeado extensamente en el exterior a favor del proceso de paz colombiano. 133 Comunicados del Estado Mayor Central FARC-EP, 5 de noviembre y 10 de diciembre del 2001. Para más detalles sobre el Plan Colombia, ver la sección 3.B. 134 Entrevistas de ICG a un analista colombiano y a un funcionario internacional, Bogotá, 17 de enero del 2001.

135

El Tiempo, “Se rompe el proceso de paz”, 10 de enero del 2002, p. 1-1; El Colombiano, “Fracasó el proceso de paz”, 10 de enero del 2002, p. 1. 136 “Acuerdo sobre una agenda para el futuro del proceso de paz”, 20 de enero del 2002. Aunque no se declara explícitamente en el acuerdo, hay evidencia que sugiere que la ONU estaría a cargo de la verificación internacional. Entrevista realizada por ICG, enero del 2002.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

sobre todo en la comunidad internacional y en los medios, recibió un duro revés tras los desarrollos políticos y militares que siguieron a la firma del acuerdo. En Colombia el acuerdo fue acogido con escepticismo, pues se percibió como otro documento más de una serie de acuerdos igualmente vagos e irreales que el gobierno había firmado con las FARC. Hubo dudas sobre la factibilidad de llegar a un cese al fuego en tres meses, una meta que el gobierno Pastrana no había podido alcanzar en más de tres años. Los partidarios de una línea más dura, como el candidato presidencial independiente Álvaro Uribe, dijeron que la prolongación de la ZDM se debería haber condicionado a una tregua inmediata. También se criticó la falta de claridad del acuerdo en varios puntos clave: la fecha del cese al fuego, los paramilitares y la verificación internacional. La intensificación de la campaña de las FARC contra objetivos civiles y las declaraciones de línea dura de los comandantes de la guerrilla aumentaron el temor y el escepticismo. Mientras los representantes del gobierno y de la guerrilla discutían el cronograma del cese al fuego bajo el más estricto silencio, el vocero de las FARC, Raúl Reyes, manifestó claramente que su organización no podía “garantizar que se alcancen acuerdos a ese respecto en un lapso tan breve, pese a nuestra clara disposición de hacerlo”137. Esto puso de relieve una de las mayores dificultades del acuerdo del 20 de enero: el compromiso del gobierno de abordar varios temas espinosos, como una acción exitosa contra las AUC y el subsidio al desempleo. Ambos compromisos eran abrumadores, tanto militar como políticamente, y lo más probable es que no se hubieran podido cumplir en tres meses. Existen varias hipótesis para explicar por qué las FARC continuaron haciendo la guerra mientras hablaban de paz. La principal es que la violenta arremetida guerrillera simplemente reflejaba un modus operandi establecido, según el cual las negociaciones son una táctica de la confrontación armada. Esta explicación se relaciona con otra hipótesis, que sostiene que a las FARC simplemente no les interesaba un cese al fuego. Más bien querían demostrarle a la administración Pastrana y a la comunidad internacional que podían soportar cualquier presión del gobierno. Una tercera hipótesis es que los insurgentes actuaban pensando más en la táctica que en la estrategia, y trataban de forzar el

137

El Tiempo, 24 de enero del 2002, p. 1-2.

Página 26

repliegue hacia las ciudades de los contingentes del ejército que estaban en alerta en el perímetro de la ZDM, a fin de sacar a sus propias tropas de la zona. Finalmente, se ha especulado que los ataques tenían como propósito incrementar el poder de negociación de la guerrilla en la mesa de diálogo. Lo más probable es que la posición de las FARC haya sido determinada por una combinación de todas estas hipótesis. Sin entrar a discutir si el cronograma del cese al fuego era realista o no ni qué motivó a la guerrilla a agudizar la presión militar, el hecho es que el recrudecimiento de la confrontación puso al descubierto otros temas candentes. Demostró que las fuerzas armadas no estaban listas para prevenir o neutralizar las acciones militares de las FARC. En comparación con la ofensiva guerrillera, el ostentoso y ampliamente televisado despliegue de fuerza y alistamiento del ejército cuando se desplazó hasta la ZDM después del 9 de enero apareció francamente desdibujado. Presionado por la opinión pública, el comandante en jefe del ejército, general Fernando Tapias, se vio obligado a enfatizar en una entrevista a la prensa que sus hombres estaban realizando una excelente labor138. Estos sucesos ejercieron efecto en la política. Todos los candidatos presidenciales habían enfocado sus campañas en el tema de la paz. Aunque al comienzo corrió el riesgo de perder partes esenciales de su plataforma electoral debido a la decisión de Pastrana de poner fin al proceso de paz, Álvaro Uribe, candidato independiente y representante de la línea más dura, recuperó el terreno perdido tan pronto como se reanudaron los diálogos. Esto aumentó la presión sobre los rivales de Uribe, quienes tuvieron que conciliar su postura menos beligerante con los deseos de una opinión pública que tendía a exigir cada vez más una enérgica acción militar. Caminando sobre la cuerda floja, Serpa adoptó una postura ofensiva, declarando que la represión militar no era una opción; más bien era preciso fortalecer la búsqueda de una solución política, para lo cual, no obstante, los esfuerzos de paz se tenían que “despastranizar”139. De hecho, la crisis de enero, la subsiguiente escalada de la violencia guerrillera y la

138

El Tiempo, 27 de enero del 2002, p. 1-2. Una encuesta telefónica realizada por la revista Semana en ese momento reveló que el 66 por ciento de los colombianos creía que la modernización del ejército le había dado una ventaja estratégica sobre los insurgentes. Esto reflejaba las frecuentes declaraciones de Pastrana que posiblemente desafiaron a las FARC a demostrar que estaba equivocado mediante un despliegue de fuerza. 139 El Tiempo, 30 de enero del 2002, p. 1-8.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

terminación formal del proceso de paz el 20 de febrero redujeron substancialmente el campo de maniobra de todos los candidatos.

D.

FINAL DEL PROCESO DE PAZ

La fase final del proceso de paz comenzó precariamente el 7 de febrero del 2002, cuando las partes acordaron por primera vez que el asesor especial de la ONU, los diez miembros del grupo de amigos y la Iglesia católica tendrían una presencia permanente en las negociaciones. El 14 de febrero, tres candidatos presidenciales –el liberal Horacio Serpa, Luis Eduardo Garzón e Íngrid Betancourt– viajaron a la ZDM y expusieron sus ideas directamente a los representantes de las FARC. En esta reunión, la primera de este tipo que se transmitió por televisión, los representantes de las FARC cuestionaron la legitimidad del Estado y justificaron sus acciones armadas, incluidos los ataques contra la infraestructura y el uso indiscriminado de la fuerza, al denunciar la responsabilidad del gobierno, entre otras cosas, de la pobreza, la injusticia social, la represión, el Plan Colombia y el crecimiento del paramilitarismo. También amenazaron con retaliaciones, si el ejército intentaba derrotarlos. Menos de una semana después, el 20 de febrero, un grupo de guerrilleros de las FARC secuestró un avión que se dirigía a Bogotá y lo forzó a aterrizar en una carretera al sur de Neiva, cerca de la ZDM. Eduardo Gechem, senador y presidente de la Comisión de Paz del Senado, fue apartado de los demás pasajeros y secuestrado por una unidad de las FARC que lo esperaba. En la noche el presidente Pastrana se dirigió al país y declaró terminadas las negociaciones, y responsabilizó personalmente al jefe de las FARC Marulanda del fracaso. Mostrando fotografías aéreas de las pistas de aterrizaje de la guerrilla, un posible centro de detención y plantaciones de coca, el presidente calificó al jefe guerrillero de mentiroso, “que me asaltó en mi buena fe” y se “rió en la cara del país”140. También calificó a las FARC de organización terrorista e impartió órdenes a las fuerzas armadas de retomar la ZDM de inmediato. Al día siguiente, la fuerza aérea empezó a bombardear las instalaciones de la guerrilla en la zona. Dos días más tarde, tropas del Ejército ocuparon los centros urbanos. No se reportó ningún combate significativo con los insurgentes en las

Página 27

primeras semanas141, y el presidente Pastrana visitó la zona para demostrar su determinación de garantizar el bienestar de los habitantes. El final del proceso de paz no sorprendió a nadie, pero sus implicaciones tendrán un alcance notable. El Estado aún es incapaz de someter militarmente a las FARC y éstas mantienen una fuerte capacidad de ocasionar daño masivo. La ruptura del proceso de paz con las FARC unificó a Colombia en el corto plazo, pues hubo un respaldo generalizado a la decisión del presidente de ingresar a la ZDM y perseguir a los guerrilleros. Todos los candidatos presidenciales, la Iglesia católica y personalidades de todos los campos políticos y sociales cerraron filas en torno al gobierno. Así mismo, se han recibido expresiones de solidaridad de la UE, la ONU, la OEA, Estados Unidos, Mercosur y todos los vecinos de Colombia. Internamente, la ruptura ha tenido dos efectos políticos que pueden ser de largo alcance. Ante todo, la calificación de terroristas que el presidente les dio a los insurgentes agrega un elemento nuevo al conflicto. Parece que finalmente Colombia ha ingresado a la era “post 11 de septiembre”, cerrando filas con el gobierno estadounidense en lo que respecta a su caracterización de las FARC. En segundo lugar, es muy posible que defina el resultado de las elecciones presidenciales. En efecto, una encuesta preelectoral realizada en marzo señala que el apoyo al candidato de línea dura Álvaro Uribe asciende al 59.9 por ciento, mientras que la intención de voto por el liberal Serpa es del 24 por ciento y por Sanín, la candidata que figura en el tercer lugar, es del 5.1 por ciento y continúa perdiendo fuerza142. Desde la fecha y hasta la posesión del nuevo presidente en agosto, el despliegue ya en marcha prácticamente asegura un aumento de la violencia y de la confrontación armada con las FARC. Los ataques de éstas a la infraestructura son casi de la misma intensidad que antes y, por su parte, los militares todavía son incapaces de controlar la totalidad del territorio nacional y de proteger la infraestructura vital.

141

140

Ibid., p. 1-3.

El primer combate significativo parece haber sido un encuentro cerca de la frontera con Venezuela entre el 20 y el 21 de marzo, en el que murieron 21 rebeldes y 17 soldados. Associated Press, 21 de marzo del 2002, 7:15 p.m. 142 Cambio, 18-25 de febrero del 2002, p. 17.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Los líderes de las FARC han declarado que estarían dispuestos a reanudar las conversaciones con un nuevo gobierno. Acusan al presidente Pastrana de finalizar unilateralmente el proceso de paz y de sabotear un inminente acuerdo, pero no mencionan el secuestro del avión que transportaba al senador Gechem ni el posterior secuestro de la candidata presidencial Íngrid Betancourt. Se especula que el secuestro del avión refleja divisiones en el seno de la organización guerrillera, y que quienes lo planearon quisieron torpedear las negociaciones. De hecho, es difícil explicar de otra manera el secuestro del avión en tan crucial momento. Sin embargo, es igualmente difícil creer que se realizó sin el conocimiento previo de la cúpula de las FARC. El 10 de marzo del 2002, los colombianos celebraron las elecciones de Cámara y Senado. A pesar de los temores de una arremetida de violencia, en especial de las FARC y del ELN, y de intentos de intimidar a los candidatos, los comicios se realizaron en relativa calma y orden. Esto se debió en parte al despliegue de 154.000 policías y militares en todo el país –Operación Defensa de la Democracia– para garantizar la seguridad. Los insurgentes impidieron el proceso electoral en tan sólo quince de los 1.095 municipios143. El ya casi concluido conteo de votos para el Senado ha producido los siguientes resultados: El Partido Liberal y sus movimientos asociados –la mayoría tradicional– obtuvieron 35 escaños, el Partido Conservador y sus movimientos asociados obtuvieron 23, y otros partidos y movimientos políticos, 42 escaños144. Se reservaron dos escaños para los candidatos de las minorías indígenas. El conteo de votos para la Cámara de Representantes aún continúa. La participación de los votantes fue del 42.1 por ciento, ligeramente inferior a la de 1998. Las AUC afirman que más del 35 por ciento de los miembros del nuevo Congreso tienen vínculos con su causa145. Al mismo tiempo, las negociaciones de cese al fuego entre el gobierno y el ELN continúan en Cuba. Ambas partes quizás quieran aprovechar el momento:

143

Según el ministro del Interior, 37.000 votantes, es decir el 0.15 por ciento del electorado total de 23’880.000, no pudieron depositar su voto. El Tiempo, 11 de marzo del 2002, p. 1-10. En los disturbios más serios, el Concejo Municipal de Saravena, Arauca, fue destruido y varias urnas y tarjetones de votación fueron robados o quemados. 144 El Tiempo, 11 de marzo del 2002, p. 1-2. 145 Ibid., 12 de marzo del 2002, p. 1-2.

Página 28

la administración Pastrana para rescatar algo de sus esfuerzos, los insurgentes por miedo a quedar a merced de las AUC mientras el gobierno concentra su atención en la confrontación con las FARC. Sin embargo, existe el temor de que las FARC denuncien al ELN como “traidores” e intenten entrabar el proceso. Lo más seguro es que los paramilitares saquen provecho de las nuevas circunstancias, puesto que con el fin del proceso de paz con las FARC, las fuerzas armadas y la policía no están en condiciones de combatir también a las AUC, aún si lo quisieran. Sin embargo, en un clima de miedo e incertidumbre, la población civil colombiana será, una vez más, la que saldrá perdiendo. Por lo menos durante algún tiempo, se mostrará reacia a confiar en un proceso de paz. En los últimos seis meses, Colombia ha presenciado varios casos de resistencia civil a las incursiones guerrilleras, la mayoría en el departamento del Cauca, al sur del país, donde los habitantes de pequeños poblados han salido a las calles para repeler a los insurgentes, portando velas e instrumentos musicales. Otras comunidades en varias regiones, que se autodenominan “comunidades de paz” y que han sido víctimas de ataques de la guerrilla o de los paramilitares, han declarado no gratos a todos los grupos armados. El alcalde de Bogotá, Antanas Mockus, también ha convocado varias manifestaciones pacíficas contra la violencia. Como reacción, la guerrilla ha asesinado a algunos integrantes del movimiento y resultaría ingenuo pensar que esta nueva forma de oposición podría realmente detener la violencia.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

VI.

CONCLUSIÓN: ¿Y AHORA QUÉ SIGUE PARA COLOMBIA?

A.

REPLANTEAMIENTO DEL CAMINO A SEGUIR

Las razones de la persistencia del conflicto con la guerrilla durante cuatro décadas siguen siendo materia de debate. Colombia enfrenta problemas comunes a otros países latinoamericanos, tales como la desigualdad del ingreso y la pobreza, el desempleo y la negligencia con respecto a las zonas rurales, la debilidad de las instituciones gubernamentales y la corrupción. Sin embargo, países con problemas similares, si no en peores circunstancias, actualmente gozan de paz. Una razón podría ser que el conflicto que ya existía en Colombia se ha mezclado fatalmente con el narcotráfico. A semejanza de otros productos primarios lucrativos en exceso, como son los diamantes, los minerales y el petróleo en África, el negocio de la droga ha creado una dinámica económica independiente. Hoy en día el narcotráfico no sólo alimenta el conflicto sino que parece haber alterado considerablemente el carácter de los insurgentes, haciendo que la solución negociada sea más esquiva y la solución militar mucho más difícil. El conflicto colombiano, que lleva ya tantos años y que ha cobrado tantas vidas, se ha convertido en un problema internacional, no sólo debido a sus costos humanitarios sino porque reúne armas, drogas, dinero, lavado de activos, criminales y terroristas en una sociedad occidental avanzada con estrechos vínculos con Europa y geográficamente cerca de Estados Unidos. El reciente arresto de tres miembros del IRA en Colombia y los informes de que éstos se dedicaban a entrenar a los guerrilleros en técnicas para el uso de explosivos validan estas inquietudes. Otro gran motivo de preocupación son los efectos desestabilizadores que se producen sobre el resto de la región andina. El conflicto interno, el narcotráfico y la debilidad de las instituciones estatales plantean una amenaza creciente para la democracia colombiana, una de las más antiguas en el hemisferio occidental. Si cesara el conflicto armado, la capacidad del gobierno de enfrentar las otras dos amenazas se ampliaría inmensamente. Sin embargo, mientras el gobierno no pueda garantizar la seguridad en áreas donde se cultiva la coca y la amapola, no podrá erradicar de todo el narcotráfico ni promover de manera efectiva el desarrollo alternativo. Sin seguridad, le es imposible ejercer su autoridad legítima ni ofrecer servicios públicos a la población rural, medidas que contribuirían grandemente a contrarrestar el poderío

Página 29

de los narcotraficantes. Por el contrario, si el programa del gobierno contra la droga llegase a ser más efectivo, reduciría los vínculos financieros y operativos entre los insurgentes y los paramilitares, de un lado, y los campesinos colombianos, de otro. La realidad que actualmente aqueja al gobierno colombiano, sin embargo, es que no está en capacidad de brindarles seguridad y oportunidades a sus ciudadanos. En el pasado ya fracasó varias veces en cuanto a proteger a un número elevado de guerrilleros izquierdistas desmovilizados. Estas experiencias y los problemas actuales restringen considerablemente su capacidad de ofrecerles a los guerrilleros y a gran parte de la población, alternativas creíbles que contribuyan a poner fin al conflicto. Por su parte, hoy en día la fortaleza de los grupos insurgentes no se compagina con el apoyo popular que reciben. De hecho, tanto las FARC como el ELN han perdido la mayor parte del apoyo que sin duda alguna vez tuvieron. Hoy, su poder emana casi exclusivamente de su capacidad militar, financiada por la lucrativa industria del secuestro, el negocio de la droga y la extorsión. Parte de su transformación seguramente se debe a la pérdida de importancia de la ideología que produjo la terminación de la Guerra Fría. No obstante, los restos de una agenda política aún podrían darle a la guerrilla algo de coherencia, al menos a una parte de su dirigencia más antigua, que es la facción de las FARC que tendría mayores probabilidades de estar dispuesto de considerar su participación en nuevas negociaciones una vez que se posesione el próximo presidente. En el período que se avecina, es crucial convencer a los insurgentes de que el gobierno y sus aliados no les permitirán una victoria militar. También deben creer que un acuerdo que culmine con la entrega de armas no equivale a firmar un pacto suicida. Finalmente, deben estar convencidos de que alcanzarán mejor sus metas en la mesa de negociación que en el campo de batalla. Todos los interesados en el futuro de Colombia deben ahora reunir elementos de juicio y replantear las estrategias y prioridades que debe definir el nuevo gobierno, con el apoyo internacional. A juicio del ICG, las cuatro prioridades claves son: mejorar la protección de los colombianos frente a la insurgencia y los paramilitares; reactivar las negociaciones de paz; renovar los esfuerzos por combatir el narcotráfico; y fortalecer las instituciones colombianas, especialmente en el campo de la seguridad y la justicia. Cada uno de estos objetivos

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

requerirá nuevos y más efectivos enfoques, así como el apoyo significativo de toda la región y de la comunidad internacional en general. A continuación examinaremos las áreas de acción prioritaria; sin embargo, nuestras conclusiones y recomendaciones a estas alturas se deben tomar como preliminares, pues necesitan evaluación y desarrollo adicionales en los meses que vienen. El objetivo de este primer informe de ICG sobre Colombia ha sido evaluar los antecedentes históricos, los éxitos y los fracasos de la esquiva búsqueda de la paz, y proponer un marco amplio dentro del cual Colombia y sus amigos puedan aunar esfuerzos para planear las difíciles opciones e ideas nuevas que se necesitan. Los siguientes informes analizarán las implicaciones de las elecciones presidenciales para el proceso de paz; la estructura de las fuerzas de seguridad y los retos que tienen por delante; la mejor manera de garantizar el Estado de derecho y la seguridad de la población civil en las zonas rurales; la forma de reconstruir la devastada economía rural; las estrategias para reestructurar el proceso de paz y para combatir el narcotráfico; y los mecanismos para evitar la desestabilización regional.

B.

MEJORAMIENTO DE LA PROTECCIÓN Y LA SEGURIDAD

Reforzar la capacidad militar frente a la insurgencia y aprovechar la ayuda de Estados Unidos. Las tropas de combate de las fuerzas militares y de seguridad en Colombia prácticamente se duplicaron en los últimos tres años, pero todo parece indicar que se requiere aumentar aún más su número y sus capacidades si han de garantizar la seguridad de la mayoría de sus ciudadanos y la infraestructura básica del país. El profesionalismo también debe incluir el respecto absoluto de los derechos humanos, incluso ante los desafíos más serios, por parte de todo el personal del ejército y la policía. En el futuro inmediato se le debe asignar total prioridad a proteger todo lo relacionado con la campaña presidencial y las elecciones, de manera que en agosto se posesione con credenciales democráticas impecables un nuevo gobierno que pueda volver a intentar resolver el conflicto con ideas novedosas. Desde una perspectiva a más largo plazo, también será necesario demostrar, como base para futuras negociaciones, que la insurgencia no puede vencer en el campo de batalla y que cualquier tipo de violencia será enérgicamente combatida. Más adelante se ampliarán estos dos puntos.

Página 30

El logro de una protección más efectiva exigirá tomar decisiones difíciles sobre el posible empleo de fuerzas de seguridad en operaciones contrainsurgencia y antinarcóticos. En particular Estados Unidos, país al que le preocupan las implicaciones del narcotráfico para su propio problema de la droga, tendrá que ser solidario. Además, Estados Unidos debe proporcionar mayor ayuda militar y flexibilizar algunas restricciones sobre su aplicación conjunta, como parece desear el gobierno de Bush. Sin embargo, debe hacerlo siempre y cuando –y es una condición muy importante– los militares colombianos mejoren su desempeño en materia de derechos humanos y, en particular, apliquen mano dura con los paramilitares, cuya violencia y nexos con el narcotráfico son tan reprobables como los de la insurgencia. Para poder reforzar el tamaño, la capacidad y el profesionalismo de sus fuerzas militares, el nuevo gobierno colombiano también deberá aumentar sus ingresos fiscales. Debe combatir la evasión del servicio militar y asegurarse de que todos los sectores sociales cumplan sus obligaciones por igual. Esto incluye implementar planes que eliminen disposiciones como aquella que exime a los bachilleres, aun si pasan de los 18 años, del servicio en combate, así como la práctica que permite a los hijos de las familias de estrato social alto desempeñar únicamente labores de oficina o incluso comprar la libreta militar. La nueva legislación también debe incluir normas para mejorar la instrucción dada a los reclutas, incluido el tema de los derechos humanos. El papel regional. La terminación de las negociaciones de paz y la continuación de una situación de combate militar pleno acentúan el peligro de que el conflicto se difunda a los cinco países vecinos de Colombia: Brasil, Ecuador, Panamá, Perú y Venezuela. La interrupción de la red del narcotráfico podría inducir a los productores a sembrar nuevas plantaciones y crear laboratorios de procesamiento justo al otro lado de las fronteras colombianas. Es probable que el aumento de la actividad militar en Colombia interrumpa las redes de distribución de la droga, lo que a su vez instaría a los narcotraficantes a instalarse también en los países vecinos. La amenaza de grandes flujos de refugiados, incursiones armadas y el aumento de la criminalidad es una realidad contundente. Debido a esto, las naciones andinas deben reforzar sus programas para compartir inteligencia y contemplar medidas conjuntas para el control del tráfico de armas y otros tipos de contrabando, así como proveer ayuda a los refugiados legítimos que huyen del conflicto.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Al mismo tiempo, Colombia y sus vecinos deben diseñar una política coherente e integrada de desarrollo de fronteras. Esta podría basarse en los acuerdos bilaterales que existen en materia política y económica, con miras a promover la protección ambiental, la explotación sostenible de los recursos naturales y los programas de desarrollo en las áreas de educación y salud. Los países donantes y las entidades financieras internacionales deben contribuir al auspicio de dichos programas, lo cual le brindaría a la población de las zonas fronterizas motivos y medios para resistirse a los alicientes de los narcotraficantes. El Secretario General de las Naciones Unidas, Koffi Annan, debería tomar medidas para promover este tipo de prevención del conflicto en la región andina, a fin de limitar el impacto del enfrentamiento interno de Colombia sobre sus vecinos. La prioridad inmediata: garantizar el proceso electoral. La ruptura de las negociaciones de paz desarrolladas a lo largo de tres años plantea una amenaza inmediata para el proceso electoral colombiano. Los insurgentes siguen empeñados en demostrar que su capacidad militar le exige al Estado prestarles la debida atención; obstruir el proceso electoral sería un método de muy alto perfil para lograrlo. Es cierto que los colombianos anteriormente han desafiado las amenazas con el fin de votar. Lo hicieron una vez más en las elecciones para el Congreso el 10 de marzo, y el despliegue de prácticamente todo el ejército y la policía para proteger a los electores impidió, salvo en contados casos, que se interrumpieran los comicios. Sin embargo, la capacidad del Estado para salvaguardar las elecciones presidenciales, especialmente en cuanto a evitar otros secuestros de candidatos y garantizar la seguridad de los votantes, se verá sometida a una dura prueba. Colombia y la comunidad internacional deben hacer un llamado a todos los combatientes para que respeten el proceso electoral, y diseñar un plan conjunto para aumentar el número de observadores de los comicios y considerar el aparato electoral como la infraestructura pública que más se debe proteger durante la etapa previa a las elecciones. La OEA, como en cierta medida lo hizo en las elecciones de marzo, debe asumir el liderazgo para coordinar una extensa misión internacional de observación de las elecciones a través de su Secretario General colombiano, el ex presidente Gaviria, quien comprensiblemente se muestra renuente a intervenir de manera activa en los asuntos de su propio país. Sin embargo, proteger los derechos

Página 31

democráticos fundamentales es, claramente, una de las funciones de la organización. Igualmente, como ya se mencionó, la prioridad de garantizar la seguridad en todo lo relacionado con el proceso electoral puede exigirle a Colombia la toma de decisiones difíciles acerca de emplear sus limitado número de militares entrenados más en acciones contra la insurgencia que en operaciones antinarcóticos. La comunidad internacional, y en especial Estados Unidos, que ha entrenado a militares colombianos pero les impone restricciones en cuanto a realizar actividades diferentes de la lucha contra las drogas, debe mostrarse compresiva y colaboradora. Enfrentar la amenaza de los paramilitares. La participación comprobada de las AUC en el tráfico de drogas, su historial de violaciones a los derechos humanos, y la amenaza que representan para la negociación y ejecución de los acuerdos de paz –así como su habilidad para bloquear la ayuda internacional a Colombia– significan que el gobierno colombiano debe hacerles frente como una amenaza separada, aunque igualmente grave, contra la autoridad legítima y el Estado de derecho. Esto no se ha hecho de manera convincente hasta la fecha. Si no quiere poner en entredicho su propia legitimidad, el gobierno no puede permitirles a sus propios agentes que escojan entre un elemento criminal y otro. Desde su posesión en agosto, el nuevo gobierno deberá adoptar medidas urgentes que incluyan acciones contundentes que demuestren, tanto a los colombianos como a la comunidad internacional, que están dedicadas a cortar todo vínculo con los paramilitares. Debe crear unidades élite dedicadas a arrestar y enjuiciar a los jefes paramilitares y demás fuerzas irregulares, al igual que se hizo con los jefes de los carteles de la droga a comienzos de los años noventa. Luego, se deberán tomar medidas tendientes a desmantelar dichos grupos. Por su parte, la comunidad internacional deberá pedirle al gobierno condiciones más visibles a la ayuda que otorgue, en el sentido de que las fuerzas armadas combatan eficazmente a los paramilitares.

C.

REACTIVACIÓN DEL PROCESO DE PAZ

Colombia y sus ciudadanos se sienten, con toda razón, furiosos y frustrados por la persistencia de tan costoso conflicto civil. El gobierno y la política antidrogas de los Estados Unidos han sido incapazes de organizar un programa efectivo para destruir la red de narcotráfico que financia a la guerrilla y a los paramilitares. El proceso de paz, que en un momento

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

dado pareció esperanzador, prácticamente se acabó en lo que respecta a las FARC, y el país está en alerta de guerra total. Es casi seguro que el próximo gobierno dedique la mayor parte de su tiempo a buscar un camino para salir del caos actual. Lo más probable es que, al comienzo, esto se haga mediante una mayor confrontación militar, pero finalmente habrá que buscar un arreglo negociado, aunque bajo términos más estrictos que en el pasado, ya que no existe una solución puramente militar. Cuando se presente la posibilidad de entablar nuevas negociaciones, a las Naciones Unidas y a la comunidad internacional se les pedirá que desempeñen un papel más activo. Sin embargo, para que mejoren las condiciones de modo que las conversaciones rindan frutos, deberá existir evidencia contundente de que Colombia y sus aliados no permitirán el triunfo de la guerrilla, ni que ésta se consolide como una amenaza permanente contra la seguridad ciudadana, ni que se dé rienda suelta a los grupos paramilitares, que son igualmente criminales. Se debe demostrar sin ambigüedades a la guerrilla que sí es posible pactar una solución negociada segura. El reto que afronta el nuevo presidente será el de abordar rápidamente estos temas, iniciar las reformas reales que Colombia requiere, e implantar la legítima autoridad del Estado para lograr la paz y permitir que el pueblo colombiano recupere su esperanza en el futuro. La adopción de medidas de seguridad drásticas –la efectiva protección del proceso electoral, el aumento del pie de fuerza, el fortalecimiento de la capacidad y flexibilidad de las fuerzas armadas y el empleo de éstas para combatir tanto a los insurgentes como a los paramilitares– servirá, entre otras, para convencer a los grupos armados proscritos que no podrán vencer en el campo de batalla. Incrementar la presión militar en el corto plazo es una manera de crear condiciones más favorables para futuras negociaciones, especialmente con las FARC. Negociaciones con el ELN. El gobierno y el ELN aún están negociando un cese al fuego en Cuba, con la facilitación del gobierno cubano, que según parece está instando genuinamente a sus otrora protegidos a que lleguen a un acuerdo. Existen incentivos para que ambas partes contrarresten el fracaso de las negociaciones con las FARC pactando pronto un cese al fuego. Por un lado, las fuerzas del ELN se podrían ver físicamente atrapadas en medio de la escalada de la guerra entre las FARC y el gobierno, y más expuestas que nunca a unas AUC fortalecidas. Por su parte, para el presidente Pastrana es atractivo tener

Página 32

algo que mostrar luego de sus esfuerzos por lograr la paz durante su administración. Si el ELN demostrara respeto por el derecho humanitario y declarara el cese al fuego, el próximo gobierno, y desde luego el electorado, sin duda verían con mayor optimismo la posibilidad de negociar una solución con el elemento más grande del problema de la insurgencia –las FARC–, en lugar de cifrar sus esperanzas en una victoria militar probablemente inalcanzable. Por su parte, el gobierno tendría que demostrar con el ELN que hará lo que en algunos casos los anteriores gobiernos colombianos no pudieron hacer después de pactar acuerdos con los insurgentes, es decir, protegerlos de los paramilitares. Si logra hacer esto, se mitigaría una de las probables reservas de las FARC con respecto a la negociación de un acuerdo. El actual gobierno colombiano debe continuar buscando activamente negociar un cese al fuego, teniendo siempre al tanto de sus esfuerzos a los candidatos presidenciales y facilitando luego la coordinación con el presidente electo. Con la ayuda de la comunidad internacional –basándose en las experiencias de cese al fuego de la ONU– deberá diseñar un plan integral que identifique recursos y responsabilidades para garantizar la seguridad de los miembros del ELN durante el cese al fuego y una vez pactado un acuerdo, definir la metodología del control y las verificaciones internacionales, y evitar demoras exageradas entre la firma del acuerdo y su implementación. Aunque habrá dificultades mientras persista el conflicto abierto con las FARC y los paramilitares y la red del narcotráfico amenacen específicamente a sus ciudadanos, Estados Unidos debe, no obstante, estudiar la forma de responder positivamente a la solicitud de las partes, si esta se produce formalmente, de participar en el proceso de paz con el ELN. Se debe considerar la participación de civiles como vigías del cese al fuego. La ONU y el Grupo de Amigos deben seguir apoyando el proceso de negociación, interponiendo sus buenos oficios y aportando recursos adicionales a fin de ayudar a la verificación necesaria del cese al fuego y, finalmente, de un acuerdo con el ELN. Futuras negociaciones con las FARC. Dado que una solución militar en el cercano plazo parece imposible, el reto de todas las partes consiste en encontrar una manera de restablecer las negociaciones de paz en condiciones que provean expectativas razonables de éxito. No es probable que esto ocurra antes de que se posesione el nuevo gobierno. Sin embargo, Colombia

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

y la comunidad internacional deberán tomar medias preparatorias a fin de estar listos para embarcarse en una estrategia bien cimentada, que incluya la mediación de las Naciones Unidas, cuando ello sea oportuno y posible, con miras a alcanzar una solución negociada lo más pronto posible después de que inicie funciones el nuevo gobierno. Al preparar los elementos de esa estrategia, el gobierno de Colombia deberá cuidar su responsabilidad de proteger a los ciudadanos y garantizar el Estado de derecho, al menos mientras no se pacte un acuerdo de cese al fuego debidamente vigilado y verificado quien acuerden las partes. En síntesis, no se deben utilizar zonas desmilitarizadas como incentivo para reanudar las negociaciones. Mientras perdure el conflicto, las negociaciones se deberán realizar en el extranjero, con garantías de tránsito seguro para que puedan asistir los participantes, como se ha hecho en muchos otros casos. Una vez se haya frenado el conflicto mediante una tregua o un cese al fuego debidamente vigilado, se podrán reconsiderar las opciones de negociación en Colombia. Teniendo en cuenta el predominio de estrategas militares entre los líderes de las FARC, en contraposición a los teóricos políticos, la futura delegación negociadora del gobierno deberá incluir expertos militares. Por su parte, a las FARC se les deberá exigir la adopción de gestos de buena fe que demuestren su disposición a negociar seriamente. El gobierno y sus aliados deberán enfatizar en todas las declaraciones públicas y comunicaciones privadas que para que las FARC demuestren su buena fe como parte negociadora, dichas medidas deben incluir la liberación de las víctimas de secuestro y el respeto del derecho internacional humanitario, lo cual supone el fin de los secuestros y los ataques contra objetivos civiles. El papel internacional. Como un aporte importante a la preparación para futuras negociaciones que se deberán dar antes de que se posesione el nuevo gobierno, las Naciones Unidas podrían ayudar a definir algunos de los asuntos críticos que anteriormente se han planteado como obstáculos importantes para las negociaciones. Los seminarios de la ONU/UE u otros mecanismos podrían reunir a funcionarios del gobierno colombiano, representantes de los candidatos presidenciales, militares, representantes de las FARC y expertos internacionales civiles y militares, con el fin de discutir tres puntos principales: cómo desmantelar las fuerzas paramilitares y garantizar la seguridad de los insurgentes dentro de un contexto de acuerdos que pongan un alto al fuego y eventualmente resuelvan el

Página 33

conflicto; cómo establecer procedimientos para que se observe el derecho internacional humanitario; y qué opciones existen para verificar el cese al fuego. Las Naciones Unidas y la comunidad internacional también deberán ayudarle al gobierno entrante a identificar reformas sociales y políticas claves – muchas de las cuales se han resaltado en la campaña electoral– que se deberán iniciar de inmediato, con proceso de paz o sin él, a fin de fortalecer la democracia. El Secretario General de las Naciones Unidas está actualmente representado por un asesor especial no residente. Todas las partes interesadas, incluidos el actual gobierno colombiano y los principales candidatos presidenciales, han reafirmado su disposición a aceptar una participación más formal de la comunidad internacional. El representante especial, de ser solicitado por el futuro gobierno, deberá residir en Bogotá tan pronto como sea posible, y debe desempeñar un papel de liderazgo en lo que respecta a emprender un nuevo esfuerzo de negociación de paz con las FARC y a reforzar las negociaciones actuales con el ELN. Él o ella deberán elaborar los informes que presentará el Secretario General, para mantener al Consejo de Seguridad al tanto del desarrollo de los acontecimientos en Colombia, especialmente en lo que se refiere a la estabilidad regional, y estar así preparado para apoyar el proceso a medida que éste avance, sobre todo cuando se requieran vigilancia y verificación. Un Grupo de Amigos, compuesto por países a los que les preocupa la situación de Colombia, deberá colaborar con el proceso de negociación. El hecho de que la Unión Europea demuestre un interés creciente en los problemas de Colombia es un indicio positivo que se debe promover. La Unión Europea aporta recursos financieros significativos para la adopción de medidas sociales y económicas, como apoyo del proceso de paz. Debe agilizar la entrega de esa ayuda e incrementar su participación diplomática como respaldo a las negociaciones con el ELN. Los colombianos acogen con agrado ese papel europeo, en gran parte porque consideran que complementa y equilibra la abrumadora influencia de Estados Unidos en la actitud de la comunidad internacional.

D.

LUCHA CONTRA EL NARCOTRÁFICO

Colombia, la región y el hemisferio siguen enfrentando las graves consecuencias del narcotráfico. Un obstáculo muy serio para una política antinarcóticos es la incapacidad del Estado

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

colombiano de controlar efectivamente las áreas de cultivo. Como resultado parcial de esto, la política de erradicación por fumigación aérea ha generado duras críticas, proporcionándole así a la guerrilla un argumento fácil y convirtiéndose en un agravante para el apoyo internacional a la lucha contra las drogas. Colombia y sus aliados en esta lucha deben evaluar todos los aspectos de la situación y determinar el tipo de cambios requeridos para hacer más efectiva la lucha contra la droga. Un problema específico inmediato que afronta el gobierno es que, debido a las exigencias de seguridad en las actuales circunstancias, especialmente la necesidad de proteger el proceso electoral presidencial en los meses que se avecinan, la evaluación mencionada debe plantear la posible reorientación de parte del 30 por ciento de las operaciones militares que actualmente se concentran en la lucha contra el narcotráfico. Es indispensable reforzar la protección brindada en estos momentos a las zonas rurales y a la infraestructura, y se debe responder a la insurgencia de una manera global más efectiva. Cabe admitir que esto podría reducir, aunque de manera temporal, la efectividad de los esfuerzos emprendidos contra el narcotráfico, pero a la vez ayudará a crear las condiciones que eventualmente se traducirán en medidas de seguridad más eficaces contra los narcotraficantes. Como una primera medida relacionada directamente con las acciones militares desarrolladas en la actualidad, Colombia y sus aliados internacionales deberán emprender un programa de emergencia de desarrollo alternativo y de ampliación de servicios en la antigua ZDM tan pronto lo permitan las condiciones de seguridad. Además, en el contexto de esta importante revaluación de la efectividad de la política antinarcóticos, el nuevo gobierno colombiano debería convocar una reunión cumbre como la celebrada en Cartagena de Indias en 1990, con el objeto de formular recomendaciones para mejorar dicha efectividad. Esta conferencia se deberá concentrar fundamentalmente en cómo la comunidad internacional le puede ayudar a Colombia asumiendo una responsabilidad compartida frente al problema de la droga: fortaleciendo los programas tendientes a la reducción de la demanda, llevando a juicio a los lavadores de dinero y restringiendo el flujo de precursores químicos y de armas.

Página 34

E.

FORTALECIMIENTO DE LAS INSTITUCIONES COLOMBIANAS

El sistema judicial colombiano adolece de falta de recursos y de seguridad. Las limitadas investigaciones penales, la congestión de los juzgados, el personal insuficiente en la policía y el cuerpo judicial y las constantes amenazas se conjugan de modo tal que impiden garantizar el Estado de derecho en gran parte de las zonas rurales en Colombia. Esto y la imposibilidad de garantizar los servicios sociales básicos a un vasto segmento del campo constituyen un impedimento de peso para luchar contra la insurgencia y el narcotráfico. El aumento en los ingresos fiscales que Colombia requiere para mejorar sus fuerzas de seguridad también se necesita para reformar y modernizar los sistemas judiciales y penitenciarios, proveer de servicios públicos básicos a zonas del país donde actualmente la autoridad del Estado es débil o prácticamente inexistente, y emprender una política activa de reformas económicas y sociales que refuerce el apoyo a los procedimientos e instituciones democráticos. El Estado debe ampliar su presencia en toda Colombia, particularmente en las áreas de conflicto, a fin de proteger a sus ciudadanos y garantizar el Estado de derecho. A este efecto, debe fortalecer sus relaciones con la sociedad civil, garantizar la protección a los defensores de los derechos humanos y a las víctimas de abusos, y establecer un rango completo de proyectos comunitarios de desarrollo social y económico. Dichos esfuerzos ameritan un mayor apoyo internacional directo de Estados Unidos, la Unión Europea, las Naciones Unidas y las entidades financieras internacionales. De igual forma, los amigos de Colombia, especialmente Estados Unidos y la Unión Europea, deberán procurar aumentar y hacer más efectiva su ayuda a distintos sectores claves, ayudando al mismo tiempo unas efectivas acciones para que castiguen a los responsables de violaciones de los derechos humanos. Esta mayor ayuda se deberá dar a condición de que se tomen claras medidas que indiquen un real progreso en tal sentido. Todo apoyo tendiente a ayudarle al gobierno a proteger su infraestructura, a las comunidades y a la ciudadanía de los ataques de las FARC y demás fuerzas irregulares, debe estar estrictamente relacionado con el respeto de los derechos humanos y un esfuerzo más efectivo para combatir la amenaza paramilitar. Bogotá / Bruselas, 26 de marzo de 2002

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Página 35

ANEXO A GLOSSARIO DE SIGLAS

ADM-19 Alianza Democrática M-19, una coalición política integrada por el M-19, el EPL y el Partido Revolucionario de los Trabajadores AUC

Autodefensas Unidas de Colombia

CICAD

Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas de la OEA

CINEP

Centro de Investigación y Educación Popular

CNG

Coordinadora Nacional Guerrillera

ELN

Ejército de Liberación Nacional

EPL

Ejército Popular de Liberación

FARC

Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo

M-19

Movimiento 19 de abril

OEA

Organización de Estados Americanos

UE

Unión Europea

UNDCP United Nations Drug Control Programme UP

UniónPatriótica

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Página 36

ANEXO B CRONOLOGÍA DEL PROCESO DE PAZ COLOMBIA-FARC 1998-2002

1998-2001 1998

1999

9 de julio

El presidente electo, Andrés Pastrana, se reúne con el jefe de las FARC, el comandante Manuel Marulanda, alias “Tirofijo”.

11 de julio

Víctor G. Ricardo es nombrado Alto Comisionado para la Paz (ACP) del gobierno.

7 de agosto

El presidente Pastrana se posesiona.

6 de septiembre

El ACP Ricardo anuncia la creación de una zona desmilitarizada para realizar los diálogos de paz con las FARC.

14 de octubre

Se establece, mediante la resolución presidencial No. 85, la Zona de Distensión, o zona desmilitarizada (ZDM), por un término de 90 días. La ZDM abarca cinco municipios en los departamentos de Caquetá y Meta, sobre un total de 42.129 kilómetros cuadrados.

7 de noviembre

La ZDM entra en vigencia. Las fuerzas militares reciben la orden presidencial de retirarse de la zona.

7 de enero

Inauguración oficial de las conversaciones de paz entre las FARC y el gobierno en San Vicente del Caguán. El comandante Marulanda de las FARC no asiste.

19 de enero

Las FARC anuncian la primera suspensión de los diálogos, exigiendo una acción del gobierno contra los paramilitares.

5 de febrero

La ZDM se prorroga otros 90 días.

3 de marzo

Se hallan los cadáveres de tres antropólogos norteamericanos en territorio venezolano, cerca de la frontera con Colombia. Habían sido secuestrados por un contingente de las FARC el 25 de febrero.

11 de marzo

Las FARC reivindican su responsabilidad en los asesinatos, pero se rehúsan a entregar a quienes los perpetraron.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Página 37

20 de abril Se reanudan los diálogos y se redacta un borrador de agenda. 28 de abril

2 de mayo

6 de mayo

7 de mayo

El ACP Ricardo, el comandante Marulanda y varios políticos colombianos firman el Acuerdo de Caquetania, en el que se comprometen a buscar una solución negociada del conflicto. Pastrana se reúne con Marulanda en la ZDM: por segunda vez se inician oficialmente los diálogos. Los representantes del gobierno y de las FARC acuerdan una agenda de doce puntos. Una delegación de congresistas norteamericanos visita la ZDM. La ZDM se prorroga 30 días.

4 de junio La ZDM se prorroga hasta diciembre. 15 de junio Pastrana designa oficialmente el grupo negociador del gobierno. 18 de julio Las FARC anuncian una segunda suspensión de los diálogos y expresan su desacuerdo con la propuesta del gobierno de establecer una comisión encargada de vigilar el respeto de los derechos humanos en la ZDM; como resultado de esto, el gobierno retira la propuesta. 24 de octubre Se establece la mesa de negociación en Uribe, Meta. 2 de noviembre

1 de diciembre 20 de diciembre

30 de enero 2000 Febrero

3 de marzo

9 de abril

El gobierno y las FARC acuerdan una metodología de base para las negociaciones y la celebración de “Audiencias Públicas”. La ZDM se prorroga hasta junio del 2000. Las FARC anuncian un cese unilateral del fuego entre el 20 de diciembre y el 10 de enero del 2000. Inauguración de Villa Nueva Colombia en Los Pozos, Caguán, como sede de las negociaciones. Los negociadores de las FARC y los representantes del gobierno viajan a Europa. Uno de los negociadores del gobierno, Jaime Ruiz, y el director de Planeación Nacional, Mauricio Cárdenas, visitan la ZDM con el objeto de explicar el Plan Colombia. Renuncia el ACP Ricardo. Lo reemplaza Camilo

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Página 38

Gómez el 28 de mayo. 16 de mayo Criminales asesinan a Ana Cortés con un “collar bomba”. El gobierno acusa a las FARC de este crimen. 22 de mayo El gobierno suspende los diálogos hasta que reconoce que las FARC no fueron responsables de asesinato de Cortés. 6 de junio La ZDM se prorroga hasta el 6 de diciembre. 3 de julio El gobierno y las FARC intercambian opiniones sobre el cese al fuego. 8 de septiembre El guerrillero de las FARC Arnubio Ramos, quien volaba de Bogotá a Neiva para ser sometido a juicio, secuestra el avión. Posteriormente, el avión aterriza en el aeropuerto de San Vicente del Caguán. Cuando las FARC se rehúsan a entregar al prisionero, se suspenden los diálogos. 26 de octubre Se reanudan los diálogos. 14 de noviembre Las FARC anuncian una “suspensión indefinida” de las conversaciones hasta que el gobierno demuestre éxito en su campaña contra los paramilitares. 6 de diciembre La ZDM se prorroga 45 días. 28 de diciembre El presidente de la Comisión de Paz del Congreso, Diego Turbay, es asesinado junto con su madre y sus guardaespaldas cuando viajaban a San Vicente del Caguán. 4 de enero El gobierno solicita pruebas de que las FARC no participaron en el asesinato de Turbay.

2001 17 de enero

En una carta, el comandante Marulanda solicita una prórroga de la ZDM hasta que termine el gobierno de Pastrana y medidas enérgicas contra los paramilitares. Los diálogos se detienen. 22 de enero El ACP Gómez responde a la carta de Marulanda. Los diálogos permanecen estancados. 23 de enero El ejército colombiano anuncia el desplazamiento de 2.500 soldados a lo largo del perímetro de la ZDM. 30 de enero Un miembro de las FARC secuestra un avión. 31 de enero

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Página 39

Pastrana anuncia que la ZDM se prorrogará cuatro días y propone reunirse con el comandante Marulanda. 2 de febrero Marulanda acepta reunirse con Pastrana el 8 de febrero. 4 de febrero El gobierno prorroga la ZDM por cinco días. 9 de febrero Pastrana y Marulanda firman el Acuerdo de Los Pozos. Se reanudan las conversaciones. 9 de marzo El gobierno prorroga la ZDM por nueve meses. Se establece el Grupo de Amigos, “Comisión de Países Facilitadores para el Proceso de Paz Gobierno-FARC”, cuyos miembros son Canadá, Cuba, España, Francia, Italia, México, Noruega, Suecia, Suiza y Venezuela. 21 de marzo El Grupo de Amigos asiste a la mesa de negociación. 2 de junio El gobierno y las FARC pactan el primer Acuerdo Humanitario, en el que estipulan la liberación de los soldados y policías retenidos por las FARC. 28 de junio Las FARC liberan a 242 soldados y policías. 15 de julio Alan Jara, ex gobernador del Meta, es secuestrado de un vehículo de la ONU por las FARC. 18 de julio Las FARC secuestran a tres colaboradores de programas de ayuda alemana en el departamento del Cauca. 12 de agosto Tres irlandeses, presuntos miembros del IRA, son arrestados por el ejército y acusados de brindar instrucción militar a las FARC. 27 de septiembre Un grupo de notables –personalidades colombianas– presenta una propuesta a la mesa de negociación. 28 de septiembre Las FARC impiden el ingreso a la ZDM del candidato del Partido Liberal Horacio Serpa y 4.000 seguidores, tras su denuncia del abuso de la guerrilla en la zona de despeje. 29 de septiembre Las FARC asesinan a la ex ministra de Cultura, Consuelo Araújo Noguera. 5 de octubre El gobierno y las FARC firman el Acuerdo de

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Página 40

San Francisco de la Sombra, en el que se estipula el inicio inmediato de los diálogos para el cese al fuego. 7 de octubre Pastrana prorroga la ZDM hasta el 20 de febrero, pero a la vez anuncia el aumento de los controles en la zona debido al asesinato de Consuelo Araújo. 17 de octubre Las FARC suspenden las negociaciones y solicitan la anulación de los controles. 24 de diciembre El ACP Camilo Gómez anuncia que los diálogos se reanudarán a comienzos de enero del 2002.

3 de enero-20 de febrero de 2002

3 – 4 de enero

Los negociadores del gobierno y de las FARC reanudan los diálogos en Villa Nueva Colombia, en Los Pozos, seis semanas después de que los insurgentes se retiraron de la mesa, tras argumentar que las garantías del gobierno no se habían cumplido. El gobierno se rehúsa a levantar los controles externos a la zona. No se logra ningún progreso.

6 de enero

8 de enero

El gobierno emite un comunicado en el que afirma que las garantías para la continuación de los diálogos están dadas y le solicita a las FARC que cumplan su palabra. El comandante Manuel Marulanda le envía una carta al presidente Pastrana en la que le propone una cumbre con los presidentes de las ramas ejecutiva, legislativa y judicial del gobierno, con el fin de discutir una nueva agenda. Los voceros de las FARC envían cartas abiertas a la Iglesia católica, los gremios industriales, el Grupo de Amigos y las fuerzas armadas, entre otros, en las que acusan al presidente Pastrana de haber implementado unilateralmente los controles sobre la zona desmilitarizada (ZDM). Los guerrilleros argumentan que los controles constituyen el mayor obstáculo para continuar con las negociaciones de paz; afirman que le corresponde a Pastrana tomar alguna decisión con respecto a la ZDM, cuyo término expira el 20 de enero.

9 de enero

Ningún progreso en la mesa de negociación. 4 p.m.: El Alto Comisionado para la Paz, Camilo Gómez, anuncia que las FARC solicitaron 48 horas para evacuar la ZDM y se levantaron de la mesa de negociación. Las FARC declaran que nunca abandonaron formalmente la mesa de negociación y que no solicitaron las 48 horas para evacuar la zona. Reiteran que Pastrana tendrá que tomar una decisión sobre el futuro de la zona el 20 de enero. 9:30 p.m: Pastrana se dirige a la nación y confirma el anuncio del Alto Comisionado: se le dan 48 horas a las FARC para retirarse de la ZDM, la cual luego será tomada de nuevo por las fuerzas armadas.

10 de enero

El ejército entra en alerta máxima y se inicia la movilización de más de 7.000 soldados hacia la zona de ZDM.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Página 41

Las FARC proponen reunirse con el presidente del Grupo de Amigos, el embajador francés Daniel Parfait, con el asesor especial del Secretario General de las Naciones Unidas, James LeMoyne, y con el presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Alberto Giraldo, a fin de salvar el proceso. Solicitan también una aclaración sobre la terminación exacta del período de 48 horas.

11 de enero

12 de enero

Pastrana otorga 48 horas adicionales al asesor especial de la ONU para que intente buscar un acuerdo. Si no se llega a un acuerdo para entonces, afirma, las FARC tendrán otras 48 horas para retirarse de la ZDM. El nuevo plazo se fija para el lunes l4 de enero, a las 9:30 p.m. El asesor especial de la ONU viaja a la ZDM a tempranas horas de la mañana. Durante todo el día se reúne con los representantes de las FARC. La reunión se prolonga hasta el sábado 12 de enero. Estalla un carrobomba cerca de las instalaciones del Batallón Vargas en Granada, Meta. Resultan heridos catorce civiles y varios edificios son destruidos. 9:30 p.m: Las FARC anuncian que firmaron una propuesta y que ésta se le envió al presidente Pastrana. Cerca de la media noche, Pastrana se dirige a la nación. Afirma que la propuesta de las FARC es “inaceptable” y reitera que el lunes l4 de enero, a las 9:30 p.m., el ejército entrará a la ZDM.

13 de enero

El asesor especial de la ONU permanece en la ZDM para “garantizar la vida de la población civil”. Las FARC proponen entregar formalmente la ZDM al gobierno. Culpan a Pastrana de poner fin unilateralmente al proceso de paz. 200 combatientes de las FARC atacan la población de San José de Albán, Nariño. Dan muerte a nueve policías y a once civiles, destruyen varias edificaciones y roban el banco local.

14 de enero

Temprano en la mañana, los diez embajadores del Grupo de Países Facilitadores viajan a la ZDM, en un último intento por salvar el proceso de paz. Llevan un documento con el sello de aprobación del presidente. A cinco horas del vencimiento del plazo, el embajador Parfait anuncia que (a) el presidente ha reiterado que están dadas las garantías para la continuación de las negociaciones; (b) las FARC aceptan las garantías, y (c) ambas partes han declarado su determinación de implementar de inmediato el Acuerdo de San Francisco de la Sombra. El presidente Pastrana confirma que el plazo ha sido prorrogado hasta el 20 de enero. También afirma que la mesa de negociación tiene un plazo de seis días para redactar un borrador de agenda, en el que se garanticen acuerdos concretos en el corto plazo para reducir la intensidad del conflicto y excluir de él a la población civil. Inmediatamente la mesa de negociación entra a sesionar. Durante los siguientes seis días, los miembros del Grupo de Amigos y el asesor especial de la ONU son testigos de las negociaciones. Tras un ataque de las FARC, 39 insurgentes escapan de una cárcel en Ibagué, Tolima. Seis personas son secuestradas en Bahía Solano, Chocó, aparentemente por miembros del

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Página 42

Frente 57 de las FARC. 15–19 de enero

La mesa de negociación trabaja permanentemente, sin pronunciarse públicamente. Las FARC continúan con sus ataques a la infraestructura colombiana, especialmente en el departamento del Meta. Quince miembros de la unidad antisecuestro del ejército son asesinados en una emboscada de las FARC cerca a Cali, Valle.

20 de enero

8 p.m.: En una conferencia de prensa conjunta, el Alto Comisionado para la Paz, Camilo Gómez, y el vocero de las FARC, Raúl Reyes, leen el acuerdo firmado por las dos partes, en el que se incluye una agenda para acordar un cese al fuego temporal a más tardar el 7 de abril del 2002. El presidente Pastrana prorroga la ZDM hasta el 10 de abril del 2002.

21 de enero

Negociaciones en Villa Nueva con participación internacional. Visita de los tres candidatos presidenciales, Horacio Serpa, Luis Eduardo Garzón e Íngrid Betancourt, el 14 de febrero.

20 de febrero

Un comando de las FARC secuestra un avión durante un vuelo comercial. Secuestran al senador Eduardo Gechem.

20 de febrero

Alrededor de las 10 p.m., el presidente Pastrana anuncia formalmente el fin del proceso de paz.

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

ANEXO C MAPA DE COLOMBIA

Página 43

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Página 44

ANEXO D ACERCA DE INTERNATIONAL CRISIS GROUP

The International Crisis Group (ICG) is a private, multinational organisation committed to strengthening the capacity of the international community to anticipate, understand and act to prevent and contain conflict. ICG’s approach is grounded in field research. Teams of political analysts, based on the ground in countries at risk of conflict, gather information from a wide range of sources, assess local conditions and produce regular analytical reports containing practical recommendations targeted at key international decision-takers. ICG’s reports are distributed widely to officials in foreign ministries and international organisations and made generally available at the same time via the organisation's Internet site, www.crisisweb.org. ICG works closely with governments and those who influence them, including the media, to highlight its crisis analysis and to generate support for its policy prescriptions. The ICG Board - which includes prominent figures from the fields of politics, diplomacy, business and the media - is directly involved in helping to bring ICG reports and recommendations to the attention of senior policymakers around the world. ICG is chaired by former Finnish President Martti Ahtisaari; former Australian Foreign Minister Gareth Evans has been President and Chief Executive since January 2000. ICG’s international headquarters are at Brussels, with advocacy offices in Washington DC, New York and Paris. The organisation currently operates field projects in more than a score of crisis-affected countries and regions across four continents, including Algeria, Burundi, Rwanda, the Democratic

Republic of Congo, Sierra Leone, Sudan and Zimbabwe in Africa; Myanmar, Indonesia, Kyrgyzstan, Tajikistan, and Uzbekistan in Asia; Albania, Bosnia, Kosovo, Macedonia, Montenegro and Serbia in Europe; and Colombia in Latin America. ICG also undertakes and publishes original research on general issues related to conflict prevention and management. After the attacks against the United States on 11 September 2001, ICG launched a major new project on global terrorism, designed both to bring together ICG’s work in existing program areas and establish a new geographical focus on the Middle East (with a regional field office in Amman) and Pakistan/Afghanistan (with a field office in Islamabad). The new offices became operational in December 2001. ICG raises funds from governments, charitable foundations, companies and individual donors. The following governments currently provide funding: Australia, Canada, Denmark, Finland, France, Germany, Ireland, Japan, Luxembourg, the Netherlands, Norway, the Republic of China (Taiwan), Sweden, Switzerland and the United Kingdom. Foundation and private sector donors include the Ansary Foundation, the Carnegie Corporation of New York, the Ford Foundation, the William and Flora Hewlett Foundation, the Charles Stewart Mott Foundation, the Open Society Institute, the Ploughshares Fund and the Sasakawa Peace Foundation. March 2002

Further information about ICG can be obtained from our website: www.crisisweb

ANEXO E INFORMES Y DOCUMENTOS INFORMATIVOS DE ICG

AFRICA ALGERIA The Algerian Crisis: Not Over Yet, Africa Report N°24, 20 October 2000 (also available in French) The Civil Concord: A Peace Initiative Wasted, Africa Report N°31, 9 July 2001 (also available in French) Algeria’s Economy: A Vicious Circle of Oil and Violence, Africa Report N° 36, 26 October 2001 (also available in French)

BURUNDI The Mandela Effect: Evaluation and Perspectives of the Peace Process in Burundi, Africa Report N°20, 18 April 2000 (also available in French) Unblocking Burundi’s Peace Process: Political Parties, Political Prisoners, and Freedom of the Press, Africa Briefing, 22 June 2000 Burundi: The Issues at Stake. Political Parties, Freedom of the Press and Political Prisoners, Africa Report N°23, 12 July 2000 (also available in French) Burundi Peace Process: Tough Challenges Ahead, Africa Briefing, 27 August 2000 Burundi: Neither War, nor Peace, Africa Report N°25, 1 December 2000 (also available in French) Burundi: Breaking the Deadlock, The Urgent Need for a New Negotiating Framework, Africa Report N°29, 14 May 2001 (also available in French) Burundi: 100 Days to put the Peace Process back on Track, Africa Report N°33, 14 August 2001 (also available in French)

DEMOCRATIC REPUBLIC OF CONGO Scramble for the Congo: Anatomy of an Ugly War, Africa Report N°26, 20 December 2000 (also available in French) From Kabila to Kabila: Prospects for Peace in the Congo, Africa Report N°27, 16 March 2001 Disarmament in the Congo: Investing in Conflict Prevention, Africa Briefing, 12 June 2001 Le dialogue intercongolais: Poker menteur ou négociation politique ? Africa Report N° 37, 16 November 2001 (also available in English) Disarmament in the Congo: Jump-Starting DDRRR to Prevent Further War, Africa Report N° 38, 14 December 2001

RWANDA Uganda and Rwanda: Friends or Enemies? Africa Report N°15, 4 May 2000 International Criminal Tribunal for Rwanda: Justice Delayed, Africa Report N°30, 7 June 2001 (also available in French)

“Consensual Democracy” in Post Genocide Rwanda: Evaluating the March 2001 District Elections, Africa Report N°34, 9 October 2001 Rwanda/Uganda: a Dangerous War of Nerves Africa Briefing, 21 December 2001

SIERRA LEONE Sierra Leone: Time for a New Military and Political Strategy, Africa Report N°28, 11 April 2001 Sierra Leone: Managing Uncertainty, Africa Report N°35, 24 October 2001 Sierra Leone: Ripe For Elections? Africa Briefing, 19 December 2001

SUDAN God, Oil & Country: Changing the Logic of War in Sudan, Africa Report N°39, 28 January 2002

ZIMBABWE Zimbabwe: At the Crossroads, Africa Report N°22, 10 July 2000 Zimbabwe: Three Months after the Elections, Africa Briefing, 25 September 2000 Zimbabwe in Crisis: Finding a way Forward, Africa Report N°32, 13 July 2001 Zimbabwe: Time for International Action, Africa Briefing, 12 October 2001 Zimbabwe’s Election: The Stakes for Southern Africa, Africa Briefing, 11 January 2002 All Bark and No Bite: The International Response to Zimbabwe’s Crisis, Africa Report N°40, 25 January 2002 Zimbabwe at the Crossroads: Transitions or Conflict? Africa Report N° 41, 22 March 2002

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

ASIA CAMBODIA Cambodia: The Elusive Peace Dividend, Asia Report N°8, 11 August 2000

CENTRAL ASIA Central Asia: Crisis Conditions in Three States, Asia Report N°7, 7 August 2000 (also available in Russian) Recent Violence in Central Asia: Causes and Consequences, Central Asia Briefing, 18 October 2000 Islamist Mobilisation and Regional Security, Asia Report N°14, 1 March 2001 (also available in Russian) Incubators of Conflict: Central Asia’s Localised Poverty and Social Unrest, Asia Report N°16, 8 June 2001 Central Asia: Fault Lines in the New Security Map, Asia Report N°20, 4 July 2001 Uzbekistan at Ten – Repression and Instability, Asia Report N°21, 21 August 2001 Kyrgyzstan at Ten: Trouble in the “Island of Democracy”, Asia Report N°22, 28 August 2001 Central Asian Perspectives on the 11 September and the Afghan Crisis, Central Asia Briefing, 28 September 2001 (also available in French) Central Asia: Drugs and Conflict, Asia Report N° 25, 26 November 2001 Afghanistan and Central Asia: Priorities for Reconstruction and Development, Asia Report N° 26, 27 November 2001 Tajikistan: An Uncertain Peace, Asia Report N° 30, 24 December 2001 The IMU and the Hizb-ut-Tahrir: Implications of the Afghanistan Campaign, Central Asia Briefing, 30 January 2002

INDONESIA Indonesia’s Crisis: Chronic but not Acute, Asia Report N°6, 31 May 2000 Indonesia’s Maluku Crisis: The Issues, Indonesia Briefing, 19 July 2000 Indonesia: Keeping the Military Under Control, Asia Report N°9, 5 September 2000 Aceh: Escalating Tension, Indonesia Briefing, 7 December 2000 Indonesia: Overcoming Murder and Chaos in Maluku, Asia Report N°10, 19 December 2000 Indonesia: Impunity Versus Accountability for Gross Human Rights Violations, Asia Report N°12, 2 February 2001 Indonesia: National Police Reform, Asia Report N°13, 20 February 2001 (Also available in Indonesian) Indonesia's Presidential Crisis, Indonesia Briefing, 21 February 2001 Bad Debt: The Politics of Financial Reform in Indonesia, Asia Report N°15, 13 March 2001 Indonesia’s Presidential Crisis: The Second Round, Indonesia Briefing, 21 May 2001 Aceh: Why Military Force Won’t Bring Lasting Peace, Asia Report N°17, 12 June 2001 (Also available in Indonesian)

Página 46

Aceh: Can Autonomy Stem the Conflict? Asia Report N°18, 27 June 2001 Communal Violence in Indonesia: Lessons from Kalimantan, Asia Report N°19, 27 June 2001 Indonesian-U.S. Military Ties: Indonesia Briefing, 18 July 2001 The Megawati Presidency, Indonesia Briefing, 10 September 2001 Indonesia: Ending Repression in Irian Jaya, Asia Report N°23, 20 September 2001 Indonesia: Violence and Radical Muslims, Indonesia Briefing, 10 October 2001 Indonesia: Next Steps in Military Reform, Asia Report N°24, 11 October 2001 Indonesia: Natural Resources and Law Enforcement, Asia Report N° 29, 20 December 2001 Indonesia: The Search for Peace in Maluku; Asia Report N° 31, 8 February 2002

MYANMAR Burma/Myanmar: How Strong is the Military Regime?, Asia Report N°11, 21 December 2000 Myanmar: The Role of Civil Society, Asia Report N°27, 6 December 2001 Myanmar: The Military Regime’s View of the World, Asia Report N°28, 7 December 2001

PAKISTAN/AFGHANISTAN Afghanistan and Central Asia: Priorities for Reconstruction and Development, Asia Report N° 26, 27 November 2001 Pakistan: The Dangers of Conventional Wisdom, Pakistan Briefing, 12 March 2002 Securing Afghanistan: the need for more international action, Afghanistan Briefing, 15 March 2002

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

BALKANS ALBANIA Albania: State of the Nation, Balkans Report N°87, 1 March 2000 Albania’s Local Elections, A test of Stability and Democracy, Balkans Briefing 25 August 2000 Albania: The State of the Nation 2001, Balkans Report Nº111, 25 May 2001 Albania’s Parliamentary Elections 2001, Balkans Briefing, 3 August 2001

BOSNIA Denied Justice: Individuals Lost in a Legal Maze, Balkans Report N°86, 23 February 2000 European Vs. Bosnian Human Rights Standards, Handbook Overview, 14 April 2000 Reunifying Mostar: Opportunities for Progress, Balkans Report N°90, 19 April 2000 Bosnia’s Municipal Elections 2000: Winners and Losers, Balkans Report N°91, 28 April 2000 Bosnia’s Refugee Logjam Breaks: Is the International Community Ready? Balkans Report N°95, 31 May 2000 War Criminals in Bosnia’s Republika Srpska, Balkans Report N°103, 02 November 2000 Bosnia’s November Elections: Dayton Stumbles, Balkans Report N°104, 18 December 2000 Turning Strife to Advantage: A Blueprint to Integrate the Croats in Bosnia and Herzegovina, Balkans Report N°106, 15 March 2001 No Early Exit: NATO’s Continuing Challenge in Bosnia, Balkans Report N°110, 22 May 2001 Bosnia's Precarious Economy: Still Not Open For Business; Balkans Report N°115, 7 August 2001 (also available in Serbo-Croatian) The Wages of Sin: Confronting Bosnia’s Republika Srpska: Balkans Report N°118, 8 October 2001 (Also available in Serbo-Croatian) Bosnia: Reshaping the International Machinery, Balkans Report N°121, 29 November 2001 Courting Disaster: The Misrule of Law in Bosnia & Herzegovina, Balkans Report N° 127, 25 March 2002

CROATIA Facing Up to War Crimes, Balkans Briefing, 16 October 2001

KOSOVO Kosovo Albanians in Serbian Prisons: Kosovo’s Unfinished Business, Balkans Report N°85, 26 January 2000

Página 47

Reality Demands: Documenting Violations of International Humanitarian Law in Kosovo 1999, Balkans Report, 27 June 2000 Elections in Kosovo: Moving Toward Democracy? Balkans Report N°97, 7 July 2000 Kosovo Report Card, Balkans Report N°100, 28 August 2000 Reaction in Kosovo to Kostunica’s Victory, Balkans Briefing, 10 October 2000 Religion in Kosovo, Balkans Report N°105, 31 January 2001 Kosovo: Landmark Election, Balkans Report N°120, 21 November 2001 (Also available in Serbo-Croatian) Kosovo: A Strategy for Economic Development: Balkans Report N° 123, 19 December 2001 A Kosovo Roadmap: I. Addressing Final Status, Balkans Report N° 124, 28 February 2002 A Kosovo Roadmap: II. Internal Benchmarks, Balkans Report No. 125, 1 March 2002

MACEDONIA Macedonia’s Ethnic Albanians: Bridging the Gulf, Balkans Report N°98, 2 August 2000 Macedonia Government Expects Setback in Local Elections, Balkans Briefing, 4 September 2000 The Macedonian Question: Reform or Rebellion, Balkans Report N°109, 5 April 2001 Macedonia: The Last Chance for Peace, Balkans Report N°113, 20 June 2001 Macedonia: Still Sliding, Balkans Briefing, 27 July 2001 Macedonia: War on Hold, Balkans Briefing, 15 August 2001 Macedonia: Filling the Security Vacuum, Balkans Briefing, 8 September 2001 Macedonia’s Name: Why the Dispute Matters and How to Resolve It, Balkans Report N° 122, 10 December 2001

MONTENEGRO Montenegro: In the Shadow of the Volcano, Balkans Report N°89, 21 March 2000 Montenegro’s Socialist People’s Party: A Loyal Opposition? Balkans Report N°92, 28 April 2000 Montenegro’s Local Elections: Testing the National Temperature, Background Briefing, 26 May 2000 Montenegro’s Local Elections: More of the Same, Balkans Briefing, 23 June 2000 Montenegro: Which way Next? Balkans Briefing, 30 November 2000 Montenegro: Settling for Independence? Balkans Report N°107, 28 March 2001 Montenegro: Time to Decide, a pre-election Briefing, 18 April 2001 Montenegro: Resolving the Independence Deadlock, Balkans Report N°114, 1 August 2001

SERBIA What Happened to the KLA? Balkans Report N°88, 3 March 2000 Kosovo’s Linchpin: Overcoming Division in Mitrovica, Balkans Report N°96, 31 May 2000

Serbia’s Embattled Opposition, Balkans Report N°94, 30 May 2000 Serbia’s Grain Trade: Milosevic’s Hidden Cash Crop, Balkans Report N°93, 5 June 2000

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Serbia: The Milosevic Regime on the Eve of the September Elections, Balkans Report N°99, 17 August 2000 Current Legal Status of the Republic of Yugoslavia (FRY) and of Serbia and Montenegro, Balkans Report N°101, 19 September 2000 Yugoslavia’s Presidential Election: The Serbian People’s Moment of Truth, Balkans Report N°102, 19 September 2000 Sanctions against the Federal Republic of Yugoslavia, Balkans Briefing, 10 October 2000 Serbia on the Eve of the December Elections, Balkans Briefing, 20 December 2000 A Fair Exchange: Aid to Yugoslavia for Regional Stability, Balkans Report N°112, 15 June 2001 Peace in Presevo: Quick Fix or Long-Term Solution? Balkans Report N°116, 10 August 2001 Serbia’s Transition: Reforms Under Siege, Balkans Report N°117, 21 September 2001 (also available in Serbo-Croatian) Belgrade’s Lagging Reform: Cause for International Concern, Balkans Report N°126, 7 March 2002

REGIONAL REPORTS After Milosevic: A Practical Agenda for Lasting Balkans Peace, Balkans Report N°108, 26 April 2001 Milosevic in The Hague: What it Means for Yugoslavia and the Region, Balkans Briefing, 6 July 2001 Bin Laden and the Balkans: The Politics of Anti-Terrorism, Balkans Report N°119, 9 November 2001

Página 48

ISSUES REPORTS HIV/AIDS as a Security Issue, Issues Report N°1, 19 June 2001 The European Humanitarian Aid Office (ECHO): Crisis Response in the Grey Lane, Issues Briefing Paper, 26 June 2001 EU Crisis Response Capability: Institutions and Processes for Conflict Prevention and Management, Issues Report N°2, 26 June 2001

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Página 49

ANEXO F MIEMBROS DE LA JUNTA DE ICG

Martti Ahtisaari, Chairman Former President of Finland Stephen Solarz, Vice-Chairman Former U.S. Congressman Gareth Evans, President Former Foreign Minister of Australia Morton Abramowitz Former U.S. Assistant Secretary of State; former U.S. Ambassador to Turkey Kenneth Adelman Former U.S. Ambassador and Deputy Permanent Representative to the UN Richard Allen Former Head of U.S. National Security Council and National Security Advisor to the President Hushang Ansary Former Iranian Minister and Ambassador; Chairman, Parman Group, Houston Louise Arbour Supreme Court Judge, Canada; Former Chief Prosecutor, International Criminal Tribunal for former Yugoslavia

Former NATO Supreme Allied Commander, Europe Jacques Delors Former President of the European Comisión Uffe Ellemann-Jensen Former Foreign Minister of Denmark Gernot Releer Vice-President, Social Democratic Party, German Bundestag Mark Eyskens Former Prime Minister of Belgium Yoichi Funabashi Journalist and autor Bronislaw Geremek Former Foreign Minister of Poland I.K.Gujral Former Prime Minister of India Han Sung-Joo Former Foreign Minister of Korea El Hassan bin Talal Chairman, Arab Thought Forum

Oscar Arias Sánchez Former President of Costa Rica; Nobel Peace Prize, 1987

Marianne Heiberg Senior Researcher, Norwegian Institute of International Affaire

Ersin Arioglu Chairman, Yapi Merkezi

Elliott F Kulick Chairman, Pegasus Internacional

Alan Blinden Former U.S. Ambassador to Belgium

Joanne Leedom-Ackerman Novelist and journalist Todung Mulya Lubis Human rights lawyer and author

Emma Bonino Member of the European Parliament; former European Commissioner Maria Livanos Cattaui Secretary-General, International Chamber of Commerce Wesley Clark

Allan J MacEachen Former Deputy Prime Minister of Canada Barbara McDougall Former Secretary of State for External Affairs, Canada

La esquiva búsqueda de la paz en Colombia Informe N° 1, 26 de marzo de 2002 – ICG Latinoamérica

Matthew McHugh Counsellor to the President, The World Bank Mo Mowlam Former British Secretary of State for Northern Ireland Christine Ockrent Journalist Timothy Ong Chairman, Asia Inc magazine

Página 51

Ed van Thijn Former Minister of Interior, The Netherlands; former Mayor of Amsterdam Simone Veil Former Member of the European Parliament; former Minister for Health, FranceShirley Williams Former British Secretary of State for Education and Science; Member House of Lords Grigory Yavlinsky

Wayne Owens President, Center for Middle East Peace and Economic Co-operation Cyril Ramaphosa Former Secretary-General, African National Congress; Chairman, New Africa Investments Ltd Fidel Ramos Former President of the Philippines Michel Rocard Member of the European Parliament; former Prime Minister of France Volker Rühe Vice-President, Christian Democrats, German Bundestag; former German Defence Minister Mohamed Sahnoun Special Adviser to the United Nations SecretaryGeneral William Shawcross Journalist and author

Michael Sohlman Executive Director of the Nobel Foundation George Soros Chairman, Open Society Institute Eduardo Stein Former Foreign Minister of Guatemala Pär Stenbäck Former Minister of Foreign Affairs, Finland Thorvald Stoltenberg Former Minister of Foreign Affairs, Norway William O Taylor Chairman Emeritus, The Boston Globe

Member of the Russian Duma