[ACTAS XV CONGRESO DE CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN DE BIENES CULTURALES. MURCIA 2004, PP ]

EL PAPEL: SOPORTE DE LA IMAGEN Almudena Arana Olabarría* Almudena Ruiz Helguera Paula Otaolea Montenegro Susana Jodra Llorente Mª Dolores Rodríguez La...
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EL PAPEL: SOPORTE DE LA IMAGEN Almudena Arana Olabarría* Almudena Ruiz Helguera Paula Otaolea Montenegro Susana Jodra Llorente Mª Dolores Rodríguez Laso Kepa Castro Ortiz de Pinedo Juanma Madariaga Mota

1. Introducción

El papel ha servido, a lo largo de la Historia, de soporte para infinidad de elementos sustentados entre los que podríamos destacar las tintas secas (carboncillo, pastel, sanguina, etc.) y húmedas (acuarela, acrílicos, óleos, etc.) de aplicación manual e incluso tintas grasas de aplicación mecánica para la impresión y grabado. La utilización de este soporte en la industria fotográfica es también muy importante ya que es el material por excelencia de las copias fotográficas. Sobre este soporte de papel -empleado para la obtención de imágenes profesionales, artísticas y de aficionado- se aplica una emulsión que hoy en día es de gelatina, en la mayoría de los casos, tanto para copias en blanco y negro como para copias en color. Los antecedentes de esta emulsión de gelatina son: la albúmina y el colodión. Estas sustancias junto con otras sensibles a la luz como los haluros de plata (bromuro, cloruro, yoduro) -para material en blanco y negro- y tintes para procesos en color sobre un material de base, constituyen lo que denominamos emulsión. Las características que la definen son: sensibilidad a la luz, granularidad, sensibilidad a la longitud de onda y al color y contraste. Puesto que lo que convierte a la imagen fotográfica en un elemento diferente, frente a otras obras u objetos sobre papel, es la emulsión, ésta será objeto del presente estudio. En él revisaremos históricamente la evolución de la misma y sus problemas de conservación y restauración hasta llegar a la fotografía actual.

2. Evolución histórica de las emulsiones

La primera emulsión empleada para la obtención de negativos sobre cristal fue la albúmina, introducida por Abel Niepce de Saint-Victor en 1848. Ésta estaba formada por clara de huevo, yoduro potásico y un material sensibilizante como el nitrato de plata. Las placas de vidrio así emulsionadas, originaban * Departamento de Pintura de la Universidad de Bellas Artes de Lejona. Universidad del País Vasco. C/ Barrio de Sarriena s/n, 48990 Leioa, Vizcaya.

imágenes de gran detalle tras períodos de exposición más bien largos debido a su baja sensibilidad a la luz. Esto hacía que el proceso no fuera viable, por su lentitud, para la creación de retratos. Otra desventaja era que el revestimiento a la albúmina era más bien frágil. Dos años después aproximadamente, Louis Desiré Blanquart-Evrard, cubriría una hoja de papel con albúmina y cloruro amónico y la sumergiría en baño de nitrato de plata, de tal manera que las sales de plata quedaban impregnadas en el soporte de papel por flotación, sin llegar a penetrar en las fibras del mismo. Posteriormente, sensibilizadas ya las hojas, éstas se exponían al sol en contacto directo con el negativo y se obtenía una imagen que era de tono castaño rojizo (la copia así obtenida se denomina de ennegrecimiento directo). En ocasiones, se viraban al oro. Después se fijaban, lavaban y secaban. Las copias resultantes eran de gran calidad en lo que a detalle y contraste se refiere. El papel a la albúmina fue muy utilizado hasta fines del siglo XIX para tarjetas de visita, vistas estereoscópicas y albúmes de fotografía realizados por fotógrafos viajeros. Después de la albúmina, hacia 1851, Frederick Scott Archer introdujo las emulsiones de colodión, sustancia pegajosa constituida por la mezcla de nitrocelulosa, éter y alcohol que era aplicada en húmedo sobre una placa de cristal junto con yoduro potásico y nitrato de plata. Era un proceso que requería inmediatez puesto que las placas se preparaban justo antes de ser utilizadas y se revelaban después de expuestas. Permitía, por la mayor rapidez, la obtención de retratos de manera sencilla. Tras muchos intentos por mejorar las emulsiones elaboradas a partir del colodión, Sayce y Bolton en 1864 introdujeron la emulsión seca de colodión al bromuro sensibilizada con nitrato de plata, utilizada tanto en negativo de cristal como en positivos de papel. No tuvieron gran éxito a pesar de tener la misma sensibilidad a la luz que el colodión húmedo. Por último, la emulsión a la gelatina fue empleada hacia 1871 por Richard Leach Maddox para la obtención de negativos y posteriormente (1885), positivos. Sobre el vidrio se aplicaban la gelatina y algunas sales de plata (sobretodo bromuro de plata). Las placas se utilizaban una vez secas y poseían gran sensibilidad a la luz sin necesidad de una exposición urgente. El uso de la gelatina para la elaboración de emulsiones revolucionó la industria fotográfica. Se elaborarán, a partir de finales del siglo XIX, hojas de papel de ennegrecimiento directo con

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> A. ARANA OLABARRÍA • A. RUIZ HELGUERA • P. OTAOLEA MONTENEGRO • S. JODRA LLORENTE • M. D. RODRÍGUEZ LASO • K. CASTRO ORTIZ… emulsión de gelatina al cloruro de plata, bromuro de plata o clorobromuro de plata sensibles a la luz desde el momento en que eran fabricadas, lo que facilitaba enormemente su uso. Los acabados de estas copias positivas podían variar desde mates a muy brillantes e incluso podían poseer texturas gracias a la incorporación, en la emulsión, de una capa de sulfato de bario. Este tipo de papeles fueron muy utilizados hasta principios del siglo XX. Existirán también los papeles en blanco y negro con emulsión de gelatina cuya obtención de la imagen se debía a la acción de un baño revelador. Ya existían a finales del siglo XIX, sin embargo no fue hasta principios del siglo XX cuando su uso se generalizó y pasó a convertirse en el papel por excelencia hasta la llegada del color. Su desarrollo se debe, fundamentalmente, a la aparición del negativo en pequeño formato porque éste necesitaba de una copia ampliada que la luz natural no podía proporcionar. Era necesaria la luz artificial. La barita también era aplicada en estas emulsiones fabricadas industrialmente. De entre todas las sales de plata (bromuro, cloruro y clorobromuro de plata), la más sensible a la luz artificial era la de bromuro de plata, que es la empleada en la mayor parte de papeles de ampliación de alta sensibilidad, en la actualidad. La imagen resultante es de tonos fríos y ligeramente azulados. En el resto de las emulsiones para papeles de ampliación se utiliza la combinación de cloruro de plata y bromuro de plata. La imagen final es más cálida que la del papel al bromuro. En ocasiones estos papeles son virados al selenio o al azufre (sepia). Hacia 1972 el papel se plastificó por las dos caras con polietileno. Son papeles que no poseen barita y tienen la ventaja de que acortan el tiempo de procesado. Son los denominados RC o “Resin Coated”. Hacia los años sesenta y setenta la introducción del color se hizo realidad y los papeles poseerán, además de las sales de plata sensibles a la luz, los colorantes. Son las copias por blanqueado de colorantes (Cibachrome) e instantáneas (Polaroid)1. Las primeras utilizan unos colorantes de tipo azoico y las segundas de tipo metálico.

3. Deterioros propios de las emulsiones

Si, como hemos comentado en líneas anteriores, la emulsión está formada por un medio sobre el que se disponen, sobre un soporte, de forma homogénea los cristales de plata (bromuros, cloruros, yoduros), habrá que tener en cuenta los deterioros propios de Pavao, Luis 2001: Conservación de colecciones de fotografía, Granada, Comares, Junta de Andalucía, p. 45.

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estos aglutinantes y los de las sales de plata que en ellos quedan contenidas. La albúmina o clara de huevo posee un deterioro evidente, el amarilleamiento (Fig. 1). Este cambio tonal es acentuado por la humedad relativa, las condiciones de almacenamiento y montaje y la sensibilidad de la albúmina a la luz2. El amarilleado de las copias también se debe a la descomposición natural de la albúmina y a deficiencias en el procesado. La albúmina es un material que posee gran afinidad con los iones de plata y, durante la sensibilización, reacciona con ellos dando lugar a un compuesto de plata y albúmina. Algunos de estos compuestos no son eliminados durante la fijación y el albuminado de plata permanece. Si éste reacciona con el azufre que pueda haber quedado tras un pobre lavado, se forma el sulfuro de plata que origina el amarilleado de la imagen3. Otro de los deterioros propios de estas copias es la formación de grietas (Fig. 2) debido a la tendencia de la albúmina a la rigidez con el paso del tiempo. Estas grietas o craquelados tienen lugar, además, por cambios en la humedad relativa de aproximadamente un 20%4 Al ser un material que se encoje en condiciones atmosféricas secas y se expande en condiciones húmedas, el estrés producido por los cambios da lugar al craquelado. La imagen final no sólo presenta una alteración del color sino que hay pérdida de detalle. El colodión sin embargo no amarillea. Cuando nos encontramos placas de vidrio con emulsión de colodión con un tono amarillento, éste se debe a la oxidación de la capa de barniz con la que se solían cubrir estas copias. La humedad parece no afectarle pues no es un material que se expanda en presencia de agua. Sin embargo, es una sustancia que posee poca adherencia a las superficies -sobre todo de vidrio- y se desprende de ellas en escamas. Con el tiempo, al igual que la albúmina, pierde flexibilidad (a pesar de que se le añadieron glicerina y aceite de ricino para aumentar su flexibilidad) y se vuelve quebradiza originando también algunas grietas de pequeño tamaño. Las emulsiones de colodión son muy susceptibles a la abrasión5. Las emulsiones de gelatina, que son la mayor parte de las copias fotográficas de hoy en día, poseen unas cualidades químicas excepcionales. No tienen ten2 Reilly, James M. 1986: Care and identification of 19th century photographic prints, Rochester [New York], Kodak, 1986, p. 27. 3

Ib, p. 27.

Messier, Paul; Vitale, Timothy 1993 “Cracking in Albumen Photographs: An ESEM Investigation”, Microscopy Research and Technique, Vol. 25, Num. 5 & 6, pp. 374-383. 4

5 Reilly, James M. 1986: Care and identification of 19th century photographic prints, Rochester [New York], Kodak, p. 28.

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Fig. 4. Espejeo de la plata.

guantes y limpieza del polvo, control medioambiental y eliminación de cualquier contacto con un elemento ácido. Se recomienda hacer copias, a partir de los originales, para ser expuestas. Las condiciones climáticas en las que se deben conservar estas imágenes son establecidas por las medidas ANSI e ISO. En el supuesto de las copias a la albúmina, es importante controlar la humedad relativa para que no supere el 40% o para que no fluctúe más de un 5%7, y se desanconseja su exposición incluso a intensidades lumínicas bajas por su tendencia al amarilleamiento. Nunca deben superarse los 50 lux. Para su almacenamiento deben utilizarse envoltorios, sobres o protecciones libres de lignina, ácidos o azufre y por el escaso grosor y alta fragilidad de estas copias, es recomendable la utilización de algún tipo de passepartout para montajes o de algún soporte rígido (sin estar adherido) que le confiera estabilidad. Para las copias de ennegrecimiento directo con emulsiones de colodión y gelatina, la humedad relativa ha de ser del 35%, permitiendo variaciones de un 5% más o menos y sin presencia de gases contaminantes8. De esta manera se reduce la oxidación de la plata. La intensidad lumínica máxima que pueden (7) Pavao, Luis 2001: Conservación de colecciones de fotografía, Granada, Comares, Junta de Andalucía, p. 127. 8 Ryhl-Svendsen, Morten 1999: Pollution in the photographic archive- a practical approach to the problem, (Mogens S. Koch & Jonas Palm Eds.), Royal Academy of Fine Arts, Copenhagen, pp. 2 11- 215.

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soportar es de 50 lux de luz incandescente y de forma intermitente. Las copias al colodión mate que han sido viradas al oro y platino (metales nobles) poseen una buena conservación9. Las de revelado químico, si no están viradas son, por el contrario, muy sensibles a la oxidación y a la sulfuración. A diferencia de otras copias fotográficas, las de revelado químico y las que poseen revestimiento con polietileno, se pueden exhibir de forma permanente si la luz es incandescente pero, de nuevo, hay que controlar la humedad relativa. En referencia a las copias en color cromógenas -sensibles a la luz y a la oscuridad- es importante señalar que las condiciones de temperatura y humedad en las que hay que preservar estos materiales son mucho más estrictas que en las copias en blanco y negro. La humedad relativa ha de situarse en niveles del 40% y una temperatura que ha de ser más baja que para las imágenes en blanco y negro. Como mínimo de 24ºC, aunque hemos de tener en cuenta que, según valores ofrecidos por la casa Kodak, si descendemos la temperatura a 4 º C el aumento de vida es 15 veces mayor 10. De este modo deduciríamos que a menor temperatura, mejor conservación. Sin embargo, la temperatura está unida a la humedad relativa y los dos factores han de controlarse de manera exhaustiva puesto que si almacenamos estos materiales a una temperatura baja y una humedad relativa alta (del 60% por ejemplo) estaríamos ocasionando un grave perjuicio a las imágenes en color. En algunos casos se recomienda la creación de un archivo frío que ha de servir para mantener estas fotografías a niveles de temperatura bajos. Éstos reúnen unas características especiales ya que los materiales ahí almacenados no han de ser utilizados de forma habitual. En la elaboración de embalajes de protección para estas copias, han de evitarse aquéllos que posean una reserva alcalina porque ésta afecta a los colorantes. Las copias en color por blanqueado de colorante no requieren temperaturas tan bajas pero sí necesitan de un ambiente climatizado con una temperatura de 20ºC con una variación por arriba y por debajo de 1ºC y una humedad relativa de un 35% con una variación de 5% arriba o abajo. Ha de evitarse la presencia de luz que no sea incandescente y cuya intensidad lumínica supere los 50 lux. Las fotografías instantáneas son muy sensibles a la luz por lo que no deben exponerse permanenteJohnsen, Jesper Stub; Pedersen, Karen Brynjolf 1994: Comparison of selenium and sulfur treatment for protecting photographic silver images against oxidation. Nordic Conservation Congress, NKF, Copenhagen, Denmark.

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10 Pavao, Luis 2001: Conservación de colecciones de fotografía, Granada, Comares, Junta de Andalucía, p. 163.

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mente a ésta. La humedad relativa no puede ser inferior al 30%.

5. Conclusiones

Dada la naturaleza química y física -revisada en el presente artículo- de las imágenes fotográficas, es conveniente considerarlas como objetos extremadamente sensibles a cualquier elemento atmosférico (humedad, temperatura, gases contaminantes), a la acción del hombre, insecto o microorganismo y de segundos soportes. Muchas veces, los deterioros producidos en estas copias son irreversibles y si no lo son, las tareas de restauración son extremadamente complejas. Por ello, su tratamiento ha de ser efectuado por profesionales adecuados y requiere de una expertización e investigación exhaustiva. Sin embargo, es preferible atender a las necesidades de conservación preventiva antes que acometer cualquier tarea de restauración y para poder hacerlo, es necesario identificar los métodos de creación de las imágenes y los elementos que la componen.

Agradecimientos

Este trabajo ha sido financiado gracias al Proyecto 1/UPV 01591.320-H-15438/2003 de la Universidad del País Vasco.

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RESTAURACIÓN DEL SELLO DEL CONCEJO DE LORCA Milagros González Prieto*

El documento en pergamino con sello pendiente de cera que fue enviado al Instituto del Patrimonio Histórico Español (I.P.H.E.) de Madrid para su restauración, procede del Archivo Histórico Provincial de Villena (Alicante). En la ficha adjunta se recoge como titular al “Concejo de Lorca”, y como fecha “1293, Noviembre, 10. Lorca”. Se trata del traslado de un documento de Alfonso X y en el apartado cláusula de sellado figura: “E nos el conçejo de Lorca mandamos dar este traslado al conçejo de Villena / sellado con nuestro seyello pendient”.

Conservadora-restauradora de Documento Gráfico. Instituto del Patrimonio Histórico Español. C/ Greco, nº 4. 28040 Madrid.

*

Sello pendiente de cera natural oscura, de forma circular y en tamaño de gran módulo, de aproximadamente 87 mm de diámetro. Doble impronta, con el anverso tipo ecuestre y el reverso tipo monumental, con enlace de material textil en tonos pardos. El sello presentaba, cuando entró en el laboratorio de conservación-restauración, diversas zonas perdidas por ambas caras, siendo la mitad superior la más perjudicada, principalmente en el reverso. Las pequeñas partes perdidas, y también dañadas por presión, a lo largo del borde exterior del sello han causado daño irreparable en la leyenda. El fragmento original se encontraba dividido en dos mitades por una evidente grieta, pero ambas partes no llegaron a separarse, permaneciendo unidas gracias al enlace. En la zona superior central del reverso se amplía, en efecto, la superficie perdida por motivo de la exfoliación de la cera: el sello muestra por ambos lados

dos y tres pequeñas incisiones del tamaño de un alfiler. Algunas atraviesan en su totalidad el sello. Esta punción es la causa de la rotura en láminas. El enlace, de 12 mm de ancho, se conserva completo y con las habituales deficiencias como hilos sueltos, suciedad superficial, decoloración, zonas deshilachadas y, en general, doblado y retorcido. Como recoge el informe del Archivo de Villena el anverso del sello representa “... un caballero de tipo cortesano. El jinete cabalga sobre caballo con gualdrapa, portando en la mano un estandarte”. El reverso representa “... una ciudad amurallada. La muralla está constituida por un conjunto de lienzos de muralla con almenas en punta de diamante que

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La simbología que recogen estas pequeñas y frágiles piezas de arte que son los sellos, y que han llegado hasta nosotros después de 700 años de existencia, mantiene latente toda una serie de datos y sucesos históricos. Si retomamos de nuevo la historia y repasamos los acontecimientos vividos en Lorca (Murcia) a lo largo de los siglos, vemos como las tres figuras que representa el sello por el reverso: muralla, castillo y orografía, son los símbolos que definen a Lorca. Sin duda, la geografía física que describe su relieve junto a un perímetro irregular han caracterizado gran parte de sus acontecimientos pasados.

se unen entre sí por torres. En los lienzos se aprecian dos ventanas de medio punto. El ingreso principal, única puerta abierta, tiene forma de arco de herradura y está rematado así mismo por almenas. En un segundo plano apreciamos montañas que representan la topografía urbana. En el tercer plano casas, la iglesia, y el castillo”.

La ciudad de Lorca está situada al sudoeste de la Región de Murcia. Dista aproximadamente 63 km de la capital murciana y tiene el municipio más extenso de España, alrededor de 70.000 habitantes. A orillas del río Guadalentín (río de fango, le dio el nombre el considerable arrastre de sedimentos), con un curso capaz de suministrar fuertes caudales o bien permanecer durante años prácticamente seco. La ciudad, como se sabe, presenta un perímetro muy irregular y un relieve caracterizado por el contraste, se alternan sierras, valles y depresiones del interior con la zona de costa, en la parte más oriental. El paso entre los diferentes espacios es a través de amplias laderas y pie de montes en los que predominan las solanas. Todo ello determina contrastes climáticos pero, en realidad, el clima de todo el término es típicamente mediterráneo. Hay que añadir el reducido número de días en que se reparten las lluvias a lo largo del año, son notas dominantes la escasez y la irregularidad, se alternan años de abundantes lluvias con períodos largos de sequía. La importante vía natural de paso que forma el valle del Guadalentín entre Levante y Andalucía oriental, y entre la costa y el interior, ha forjado la historia de Lorca. El sudeste de la Península Ibérica, desde el Paleolítico, siempre fue lugar de estableci-

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RESTAURACIÓN DEL SELLO DEL CONCEJO DE LORCA

miento y desarrollo de importantes culturas y colonizaciones, como la ibérica y la del Imperio romano. Tras la Segunda Guerra Púnica (siglo I a.C.), los romanos derrotaron a los cartagineses, y empezaron a aparecer las primeras villas romanas en Eliocroca, que así se llamó la Lorca romana. La leyenda, de carácter mitológico, comenta que un príncipe troyano llamado Elio, junto a un personaje griego llamado Crota, fueron los fundadores de Eliocroca, cuyo significado es “Ciudad gobernada por el Sol”. Por ella pasaba la Vía Augusta, principal arteria que los romanos construyeron para unir los Pirineos con Cádiz. A lo largo del siglo V d.C., los pueblos visigodos del norte de Europa llegaron a Lorca. Un siglo más tarde lo hicieron los bizantinos y con la llegada de los musulmanes, en el año 713, convivieron en Lorca cristianos, judíos y musulmanes durante más de cinco siglos. Era el emplazamiento más importante de la comarca a la llegada de los musulmanes. La madina (ciudad islámica) de Lorca fue el centro territorial administrativo y cultural de la extensa comarca. Su configuración fue la típica del mundo musulmán: parte más alta fortificada (un hisn o castillo situado en el Cerro del Castillo), madina amurallada (que abarcaba menos espacio que el delimitado hoy por la actual muralla), un arrabal fortificado y, a extramuros, las zonas artesanales (alfares) y los cementerios. En ocasiones los musulmanes situaban torres aisladas para la vigilancia de determinados puntos estratégicos y para controlar los caminos más importantes. La mayoría de estos castillos y torres, por su situación en alto y próximos a las vías de comunicación, han caracterizado el paisaje. A partir de la caída del Califato Omeya de Córdoba (1013), Lorca, como todo el territorio murciano, estuvo vinculada a las vecinas taifas de Almería y Valencia. En el año 1050, se instaura una taifa independiente durante 20 años, bajo la dirección de Sevilla. La cultura islámica andalusí continuó en estas tierras lorquinas hasta la capitulación de 1244, como ahora veremos. Hoy, 700 años después, aún es palpable la huella de esta importante civilización en la Lorca actual. La corona de Castilla se interesó por Lorca durante la Reconquista, con el rey Alfonso VI (siglo XI). También la corona de Aragón se interesó cuando Alfonso I el Batallador (siglo XII) realizó una expedición a Almería. Pero, en 1244 moría el gobernador de Lorca, Ben Ali, y las tropas castellanas, al mando del infante Alfonso (futuro Alfonso X el Sabio), capitularon con su sucesor pasando Lorca a pertenecer a la corona de Castilla. A partir de este momento Lor-


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que la muralla le imponía, empezó a crecer, a construir iglesias, edificios civiles, conventos, calles, a trabajar en paz y a celebrar las fiestas. Como se ha dicho, Lorca deja de ser frontera y pasa a ser “paso obligado” al nuevo reino granadino. Era el núcleo más poblado de las comarcas del Alto Guadalentín y el casco urbano mantenía una planimetría adaptada a la orografía sobre la que estaba asentada, por lo que se piensa que el trazado urbano no era distinto al actual. Las calles eran estrechas y laberínticas, de tradición mediterránea, las casas pequeñas y frágiles, generalmente de adobe y ladrillo, por carecer de piedra la región. Empezaron a proliferar los edificios públicos y se concedieron favores a determinadas personas para construir vivienda en el sector exterior, se evitaba así el hacinamiento. En octubre de 1511 se regula el tráfico de carretas y se reglamenta su anchura, aceptando sólo ejes menores a los 10 palmos. La razón era el espacio viario: calles estrechas con la consiguiente rotura de puertas, portales y esquinas. Entre las apretadas casas destacaban tres plazas: la del Caño o de “Arriba”, la de “Adentro” y la de “Afuera”. Soportaban la estructura interna de la ciudad, con entidad por sí mismas e, incluso, dinámica propia dentro del marco urbanístico. De no muy grandes proporciones, eran resultado de la confluencia de varias calles. Se puede decir que las plazas eran el núcleo en torno al cual giraban los mecanismos de poder, siendo las tres plazas los centros de movimientos comerciales y políticos de la ciudad, lugares de reunión, de negocio, de charla, participes, en general, de todo acontecimiento significativo de la ciudad. Se disponían en torno al circuito amurallado, la de “Afuera” se dispuso extramuros a la línea amurallada interior, coincidiendo con la actual Plaza de España y la de “Adentro”, en contraposición a la anterior, limitaba con la muralla por su parte interna. Las otras dos construcciones relevantes que describen y simbolizan la ciudad de Lorca son: la muralla y el castillo o fortaleza. La configuración de la muralla participaba del orden urbanístico, tanto en su faceta organizadora de espacio como en la de infraestructura defensiva. Sinónimo de refugio, además de la función militar, también cumplía otras funciones: control de salidas y entradas, con su consiguiente actividad fiscalizadora y, control sanitario, principalmente a la hora de evitar epidemias, con el consabido cierre de puertas y postigos de la muralla para aislar del proceso epidémico. La escasez de restos medievales de muralla dificulta analizar su trazado, pero nos encontramos con dos recintos de muro concéntricos que envolvían a la ciudad por completo.

El castillo, figura representativa de la ciudad y amplia fortaleza de considerable magnitud. Hoy, restaurado parcialmente, es monumento nacional. Durante los cinco siglos de ocupación musulmana existía ya una alcazaba sobre la Sierra del Caño (lugar estratégico que dominaba el valle). De aquel primitivo castillo, que llegó a disponer de seis torres y otras tantas puertas, sólo quedan hoy fragmentos de muro (algunos de época almohade), caballerizas y aljibes, que no permiten adivinar su estado primero. Tras la conquista de la ciudad para el reino castellano en 1244, las tropas cristianas ocupan permanentemente la fortaleza y comienzan a rehacerla sobre los cimientos anteriores, incorporando entonces las dos torres hoy existentes, la Torre del Espolón y la Torre Alfonsina o del Homenaje. La actual Torre Alfonsina es muy posterior a la que el Rey Sabio mandara levantar hace más de 700 años. A comienzos del siglo XV se reedifica y fortalece, engrosando sus muros y aumentando su altura, tal como hoy se encuentra.

Continuando con el siglo XVI, durante la primera década y a lo largo de la geografía murciana se suceden duras pandemias: hambre, crisis agrarias y elevada presión fiscal se unen a sequías, inundaciones, terremoto (1504), peste (1507-8) y guerra (1510). A pesar de la desfavorable década, la primera mitad del siglo será, como ya se ha comentado, una época de crecimiento demográfico tras el estancamiento medieval, que ya había empezado a producirse en la segunda mitad del siglo XV; así, en 1498 el conjunto demográfico en Lorca era de 1118 vecinos y en 1530 ascendía a 1396 vecinos. A medida que avanzaba el siglo XVI se siguieron sucediendo catástrofes, como periódicas fases de sequías con fuertes inundaciones (1568), epidemias de peste (1523 y 1558), plagas de langosta (1548), terremoto (1579) y el desgaste de las guerras. No obstante, hubo períodos alternados de prosperidad económica sin olvidar que la apertura de canales comerciales con las comarcas del reino granadino generó un trasvase de abastecimiento que

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RESTAURACIÓN DEL SELLO DEL CONCEJO DE LORCA

palió, en parte, la constante carestía. A su vez, los lorquinos ven las oportunidades que le ofrecen las comarcas vecinas reconquistadas y parte de ellos salen a repoblar dichas zonas. En el siglo XVII ocurren de nuevo los desdichados terremotos, epidemias de peste (murió la mitad de la población), plagas de langosta, sequías e inundaciones cíclicas, y la expulsión de los moriscos. A partir de 1660, pese a las catástrofes, se inicia un despegue paulatino que logrará que se alcancen momentos espléndidos, en todos los aspectos, en el siglo XVIII. El reformismo borbónico favoreció a esta comarca y Lorca se configuró como una ciudad moderna, perdiendo sus caracteres medievales. Un factor indicativo, exponente de mayor seguridad, fue la desaparición de la muralla. A comienzos del siglo XIX se cuenta con un modelo socioeconómico de una comunidad preindustrial y un fuerte aumento de la población. Pero la rotura del Pantano de Puentes (1802), la guerra de la Independencia y las epidemias de fiebre amarilla y de cólera, así como las pertinaces sequías, trajeron consigo el hambre y la emigración de más de doce mil personas, dejando una huella económica y demográfica de la que tardará mucho tiempo en recuperarse. A principios del siglo XX la intensa explotación de los yacimientos mineros de la zona litoral va a suponer un relanzamiento de la vida económica de la comarca. A pesar de las vicisitudes de la guerra civil española se produce, paradójicamente, un inicio de recuperación demográfica, aunque en las dos décadas siguientes se originará un estancamiento como consecuencia de la emigración. Recientemente, en los años setenta y en los noventa volvieron a aparecer las temidas inundaciones. En la actualidad, Lorca es centro neurálgico de toda la amplia comarca ostentando la capitalidad de la división territorial de una vasta zona de influencia que comprende gran parte de la Región de Murcia y algunos municipios de la provincia de Almería. La muralla, el castillo y la representación geográfica, perfectamente plasmados en el reverso del sello del Concejo de Lorca, han hecho posible que nos interesásemos por el significado de los tres elementos y hayamos descubierto y reencontrado todo lo sucedido en ese tiempo pasado, y también reciente, lleno de contrastes favorables, adversos, prósperos y arduos. Retomando de nuevo el sello en el laboratorio de restauración, y analizando el daño que presenta en su superficie, observamos que las consecuencias del transcurrir del tiempo y las condiciones negativas


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El tamaño del sello se calculó por medio de la bisectriz del arco de la gráfila interior y, también añadir que se han mantenido los orificios o punciones que presentaba el sello por ambas caras. El enlace, para su limpieza y alisado, se humectó con agua sobre papel absorbente y se presionó ligeramente con espátula térmica. Los hilos sueltos y las zonas deshilachadas se reforzaron y unieron con pespuntes transversales con hilo de seda beige, repitiendo la operación aproximadamente cada medio centímetro.

Quiero mencionar, por último, dos sellos de Murcia, uno de placa y otro de cera, que fueron restaurados años atrás por mis compañeros del I.P.H.E., cuando estaban en la tercera planta del Archivo Histórico Nacional de Madrid y se llamaban Centro Nacional de Restauración de Libros y Documentos. El sello de placa, en papel, perteneciente a un Protocolo procedente del Archivo Histórico Provincial de Murcia, se registró en la ficha de restauración

Finalizada la restauración se obtuvo con un polímero sintético el molde del anverso y del reverso directamente del sello original y, a continuación, la reproducción de las dos caras con resina époxi. Se adjuntó el correspondiente informe acompañado de las fotos de “antes y después” del proceso de restauración y, como protección, se enfundó el sello y enlace en una cubierta no rígidas con su correspondiente sistema de aireación.

[350 ACTAS XV CONGRESO DE CONSERVACIÓN Y RESTAURACIÓN DE BIENES CULTURALES]

RESTAURACIÓN DEL SELLO DEL CONCEJO DE LORCA

como “Juan de Tordesillas, Gonzalo Canseco y Alonso Rodriguez.-Protocolo”, con fecha: “Murcia 1504 al 1561”. El sello de cera se encuentra en la sección de Sigilografía del Archivo Histórico Nacional. Según recoge la ficha de restauración, su título es “Concejo de Murcia. Año 1493”. Con anterioridad a su paso por el laboratorio de restauración, Araceli Guglieri ya lo recoge en su Catálogo de Sellos del Archivo Histórico Nacional, tomo III, diciendo que se trata de un fragmento de cera oscura de 100 mm de diámetro y hace una descripción de las dos improntas. La pecu-