Texto y contexto del Zodiaco Mariano

Texto y contexto del Zodiaco Mariano Luise M. Enkerlin P. El Colegio de Michoacán Uno de los cultos más importantes de la iglesia católica ha sido la...
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Texto y contexto del Zodiaco Mariano Luise M. Enkerlin P. El Colegio de Michoacán

Uno de los cultos más importantes de la iglesia católica ha sido la veneración a María “la Madre de Dios”. Para la Nueva España, los estudios de este fenómeno se han centrado principalm ente en María de Guadalupe. David Brading, Francisco de la Maza, Jacques Lafaye, Edmundo O’Gorman, por m encionar sólo algunos autores de peso, han hecho correr mucha tinta al respecto. Tal vez por la indudable trascendencia de la Virgen del Tepeyac, se han dejado de lado muchas otras advocaciones que, sin ser tan importantes, han tenido y tuvieron relevancia como cultos regionales y locales. En este escrito presentamos el análisis de un libro anti­ guo, Zodiaco Mariano, el cual nos muestra el complejo mundo del marianismo novohispano. Con su estudio queremos contribuir a la presentación de este vasto mundo de ideas y creencias con una ya larga duración. El Zodiaco Mariano, cuyo título completo es Zodiaco Ma­ riano en que el Sol de Justicia Christo con la salud en las alas visita como Signos, y Casas propias para beneficio de los hombres los templos, y lugares dedicados a los cultos de su SS. Madre por medio de las mas celebres, y Milagrosas Imágenes de la misma Señora, que se veneran en esta America Septentrional, y Reynos de la Nueva España, fue escrito por dos sacerdotes jesuítas en dos épocas diferentes. La prim era versión la escribió Francisco de Flo­

rencia, quedando la obra manuscrita. Florencia m uere en 1695 a los 75 años de edad y el escrito es guardado. Después de 60 años la obra es descubierta por Don Ju an Antonio de Oviedo, en el Colegio de San Ildefonso. A Oviedo le interesa la obra y la vuelve a redactar en su totalidad, cambiándole el estilo que, a su parecer, era difuso y muy farragoso. Redujo el libro a un compendio de santuarios marianos, al que le añadió otras muchas imágenes prodigiosas de la Santísima Virgen que no se habían hecho célebres en vida del padre Florencia, o que éste no conocía.1 Así la obra se edita en 1755, en un contexto de gran ascenso de la venera­ ción guadalupana. El libro es una gran colección de narraciones, sobre el origen e historia de las imágenes más famosas de la América Septentrional, cuyo culto es aceptado por la iglesia católica novohispana. El que se haya escrito en dos épocas diferentes, antes que presentar una dificultad, nos muestra una gran riqueza pues recoge muy bien el pensamiento y la tradición de ambos autores. Don Francisco de Florencia (1619-1695)2 que se distin­ gue como historiador por su libro La Historia de la Compañía de Jesús de Nueva España, está inserto en el m undo barroco. Ju an Antonio de Oviedo (1670-1757) pertenece a la época que Jacques Lafaye ha denom inado “la generación de 1730”.3 Generación que buscará dotar a México de un profundo sentido de identidad nacional, no todavía en el plano político, pero sí en el cultural. Serán los maestros de Alzate, Clavijero y Bartolache, jesuítas todos ellos. Esta generación de “pre-ilustrados” fueron precedidos por un siglo en que las reivindicaciones criollas venían en ascenso. No se puede decir que haya alguna ru ptu ra entre la época de Florencia y ésta. Por el contrario, la generación de 1730 es el prim er fruto de un largo pasado en el cual ha germinado la conciencia criolla. Estos años que preceden a la ilustración, son la edad m adura de los pensadores cuyas

raíces se encuentran en el barroco. Oviedo leyó y recibió la misma educación y formación que Florencia, viviendo tam­ bién la efervescencia del “americanismo”, época que será reforzada por el nombramiento de un criollo como arzobis­ po y suplente del virrey de México, don Ju an Antonio de Vizarrón y Eguiarreta (1730-1747). Los sentimientos de identidad criolla se van a ver plas­ mados, principalmente, en la piadosa devoción a la Virgen de Guadalupe, símbolo que poco a poco va adquiriendo formas nacionales. En el siglo XVII, Francisco de Florencia y Miguel Sánchez van a constituirse en sus principales divul­ gadores, al igual que otros sacerdotes y religiosos. El padre Francisco de Florencia, uno de los principales mariólogos mexicanos del siglo XVII, marcó la pauta para futuras generaciones cuando, en La Estrella del Norte y en Zodiaco Mariano, coloca como eje de la gran veneración mariana a María Guadalupe.4 La subordinación de todos los demás cultos marianos a este eje será retomada después por personajes como Ju an Antonio de Oviedo. En 1737 la Guadalupana es jurada patrona de la ciudad de México, y de otras ciudades como Guadalajara, Celaya, Zacatecas y San Luis Potosí.5 En 1747 es nombrada patrona de la América Septentrional. El papa Benedicto XIV aprobó en 1757 el “patronato universal”.6 En el entorno ideológico de esa búsqueda de identidad cultural a través de la Guadalupana, apreciamos la presencia de otros dos elementos igualmente importantes para ubicar­ nos ante Zodiaco Mariano; el barroco y la tradición mariana espafiola. El barroco va más allá de ser un estilo estético: es una visión del mundo, y como tal se le debe entender. En España y la Nueva España encarnará en.una sociedad inmersa en la tradición y las costum'bres religiosas. El mariariismo se con­ vertirá en un elemento a t r ^ é s del cual se buscará reforzar la identidad, de una España en crisis, y de un criollismo ascendente en América.

Este m undo ideológico forma parte de un universo más amplio de creencias incuestionables. La mente racional, ordenadora y crítica se subordina a los signos de la provi­ dencia. Dios como rector y creador de este mundo interviene en la cotidianeidad humana, transformando, a veces a capri­ cho, los destinos de los hombres. El m undo que nos mostrará el barroco ha sido asolado por guerras, pestes y hambre. Europa ha sufrido durante la prim era mitad del siglo XVII extensas epidemias. En la conciencia social pesará la certeza de la crisis. El barroco partirá, por tanto, de una conciencia del mal, del dolor y del trastorno. La inseguridad de la vida se hará presente. El orden habitual de la naturaleza sufrirá un paréntesis y un m undo al revés tomará vigencia. Pero el barroco nos mos­ trará tam bién la fiesta y el brillo, sin elim inar el fondo de acritud y melancolía. El barroco, por tanto, vive la contra­ dicción propia de la vida humana, polarizando la risa y el llanto. El hombre con su gran fragilidad estará inserto en un universo grandioso y admirable pero dominado tam bién por la fatalidad y las fuerzas ocultas. Este mundo de contra­ dicciones crea el movimiento, la vida. La tragedia, por tanto, puede ser el medio para alcanzar la salvación eterna. El universo se compone así de contrarios que buscarán la armonía; los opuestos en concierto y desconcierto.7 El hombre se concibe a sí mismo actuando en un gran teatro. Los actores son manipulados por el bien o el mal, poderes en constante lucha. “En este teatro, tan ceñido de contrarios, tan adornado de opuestos, ven recíprocam ente los mortales representar sus acciones”.8 El hombre en cons­ tante lucha consigo mismo, es compensado y superado por la religión.9 Dios todo poderoso contará con medios y m e­ diadores que le ayudarán a controlar y guiar las acciones de sus fieles. Estos serán los ángeles, los santos, la Virgen María, su Madre, las imágenes, las reliquias, todos los signos y símbolos externos que coadyuven a la piedad y devoción. La salvación del cuerpo y el alma serán el propósito de toda

acción divina. El demonio que pretenderá lo contrario, contará también con mecanismos que lo favorecerán. Éste usará el engaño a través de la idolatría, falsas visiones, disfraces, placeres, etc. El individuo como tal es importante, en tanto forme parte de un pueblo salvado y sea instrumento de la Providencia. La tradición, las costumbres, la autoridad de los libros sagrados, de los Padres de la Iglesia, de sus representantes, en suma de todo lo que la religión significa como rectora y autoridad de la vida es en lo que se cree, en lo que la fe se fundamenta. A decir de Ortega y Gasset10 en lo que se está, el suelo cultural que se pisa, en el que se vive y del cual se vive. El hombre que ha experimentado un m undo trágico, se sujeta a sus creencias, las reproducirá y se alim entará de ellas. La religiosidad tendrá una expresión externa, comu­ nitaria, no será como hoy en día una opción personal. El riesgo de ese tipo de manifestaciones a la luz de una religio­ sidad racional, ilustrada, será el cúmulo de supersticiones que la albergarán y la propiciarán. La marianología nace en el imperio Romano de Oriente durante el cristianismo temprano, y pasa a occidente hasta el siglo XII, propagándose por toda Europa. Su principal promotor fue San Bernardo. Con esta tradición se transmite la veneración a las imágenes y reliquias, que desde los primeros siglos del cristianismo se creía en su acción mila­ grosa, pues no eran hechas por manos humanas y por ello eran consideradas como dotadas de un poder propio de intercesión.11 En la literatura española el tema mariano ha ocupado un gran sitio. Se conservan los poemas a la Virgen de Gonzalo de Berceo (siglo XII) titulados Loores de Nuestra Señora, Milagros de Nuestra Señora y El duelo que fizo la Virgen María el día de la Pasión de su fijo Jesu Christo.12 Milagros de Nuestra Señora es una colección de piadosas leyendas de origen popular sobre 24 milagros que realiza la Virgen. Utiliza la alegoría para expresar los atributos y

características de la Madre de Dios. La figura de un prado representará la Virgen sin mancilla; las fuentes que apare­ cen significarán los evangelistas; la sombra de los árboles, los milagros de la Virgen; los cantos de las aves son los autores que de ella nos escribieron; las flores, los nombres que ha recibido.13 Es importante señalar lo anterior pues este len­ guaje alegórico es el que se seguirá utilizando para hablar de la Madre de Dios hasta el siglo XVIII. Son un sin fin de autores los que seguirán cantando y escribiendo para la Virgen durante los subsiguientes siglos. La mariología recibirá la influencia de los Cantigos de Alfonso el Sabio y de los trovadores a los que les servía como modelo del am or espiritual a una mujer. En el siglo x iv en el pueblo español se encontraba ya arraigadísima la devo­ ción a la Virgen. Esto nos lo refleja el Libro de buen amor, del arcipreste de Hita en donde se mezcla la novela, ejemplos, fábulas, sátiras, comedias y cánticos de alabanza y gozo a la Virgen. Al igual que él, se pueden citar otras obras como las del canciller Pedro López de Ayala, las de Alfonso Alvarez de Villasandino, las de Pedro Vélez de Guevara y otros m uchos.14 Y no se diga el siglo de oro español que se puede considerar el gran florecer de la poesía épica, lírica y dramá­ tica, en la que los autores clásicos (Lope de Vega, Góngora, Fray Luis de León entre muchos) explotan los temas marianos.15 Recordemos que durante el siglo XVII España peleaba en Roma la elevación a dogma de la creencia de la Inmacu­ lada Concepción de María, hasta el grado de convertirse la cuestión en una “preocupación de Estado”.16 El culto a María pasa a la Nueva España con los primeros misioneros. Franciscanos, agustinos yjesuitas predicarán el culto a la Inmaculada Concepción. Utilizarán represen­ taciones plásticas para la evangelización y la sustitución de imágenes cristianas por la de los ídolos.18 La historia que como decíamos se concebía como la historia de la salvación humana, será interpretada para

América como la santificación del amor de Dios. Mitos y leyendas cristianas sustituirán la interpretación del pasado pagano. A partir del siglo XVII se buscará la creación de una identidad, de un pasto cultural mitológico común, diferen­ ciándose del español. Se reinventò América después de haberla mutilado. El criollo tendrá una visión triunfalista de la historia, actitud que se refleja en la literatura, a partir de la segunda mitad del siglo XVII hasta la expulsión de los jesuítas. Los escritos “se nos aparecen como una interm ina­ ble acción de gracias, un unánime hosana”.19 Personas como Florencia, Miguel Sánchez y don Carlos Sigüenza y Góngora fueron los alquimistas de las transmutaciones mitológicas e históricas de esta espiritualidad criolla. El impulso y el eje les otorgó el mito de la Guadalupe, a la que le dieron una expresión literaria, con lo cual los criollos ganaban su salva­ ción histórica. El fenómeno también se dio en otras posesio­ nes españolas y portuguesas. Cada una de éstas se colocó bajo la protección de una imagen nacional. Así por ejemplo, Nuestra Señora de Guápulo fue para el Ecuador, Nuestra Señora de Copacabana para el antiguo Perú (hoy Bolivia), el Perú moderno erigió patrona a Nuestra Señora de las Mercedes, el Paraguay tuvo como protectora a Nuestra Señora de Caacupe.20 En suma la Virgen María venía a traerles a los america­ nos la gracia y la dignidad bajo la forma de “apariciones” prodigiosas, situadas casi todas en el último cuarto del siglo XVI y el siglo XVII. La Madre de Cristo pasaba así a significar la salvación del Nuevo Mundo, tierra elegida por ella para una cristiandad renovada, o al menos completamente nue­ va. En resumen podríamos señalar que el barroco, el providencialismo, el marianismo y la búsqueda de una identidad cultural serán los principales rasgos ideológicos que circuns­ criben al Zodiaco Mariano.

— II— Zodiaco Mariano gira en torno a las siguientes ideas centrales: 1) La conquista de México por los españoles se justifica porque fue el medio por el cual se propagó la verdadera religión. 2) América es la hermana menor de la gran familia universal, siendo la mayor España. 3) A ésta “Benjamín” la Virgen se le ha mostrado de una forma especial. 4) En suma, el objetivo de este libro es “el que colocando en el centro de su historia el milagro de la Portentosa aparición de Nuestra Señora de G uadalupe”,21 María la Madre de Dios, velará a través de un sin fin de intervenciones milagrosas por la salvación de la América Septentrional. En cuanto a su estructura, Zodiaco Mariano, se nos p re ­ senta como una recolección de las narraciones que sobre la historia de una imagen se han creado, justificándose su veneración por los milagros que a su alrededor se han hecho, testificándose, jurándose y autentificándose jurídicam ente ante la Iglesia. Las más de 55 imágenes de diferentes vírgenes identifi­ cadas por los autores, se presentan agrupadas por obispa­ dos. Así tenemos las que se encuentran en el obispado de Yucatán, en el Arzobispado de México, en el de Puebla y Oaxaca, las del Reino de Guatemala y Chiapas, y las de Michoacán, Guadalajara y Guadiana. Las referencias sobre el origen de estas imágenes varían en cada caso, aunque podríamos identificar dos grupos. Por un lado, aquellas que se sustentan de la tradición oral, pinturas o escritos cuyos autores se perdieron en el tiempo. Por otro, las que sí están bien documentadas, citándose anteriores recopiladores, e incluso protagonistas famosos de los acontecimientos. El Zodiaco Mariano está escrito como las obras hagiográficas. Se busca acrecentar atributos, comportamientos, cos­ tumbres y valores propios de los cristianos ejemplares. Su interés es crear modelos y símbolos de piedad y veneración.

Se hace hincapié en la devoción, la misericordia, el am or a Dios y a su venerable Madre. Se subraya siempre el respeto y culto a las imágenes. Esta actitud ante lo sagrado será premiada a través de los milagros. Estos principios y valores cristianos se dan a entender a través de alegorías y metáforas, construidas con elementos de la tradición y costumbres del pueblo. Estas expresiones populares muestran a seres sobrenaturales: la Virgen María, los ángeles, el diablo, etc., en convivencia con los hombres. Así, los protagonistas humanos pueden pertenecen al co­ mún; ser indios o negros cristianizados, libres o esclavos, frailes ejemplares o monjas que llevan una vida de gran piedad, o también pueden ser hombres con algún estatus social, como encomenderos, gobernadores o virreyes, etc. Las situaciones que se viven abarcan desde cuestiones muy cotidianas hasta llegar a ser fantásticas. Dentro de la vida que transcurre, interviene el poder de la Providencia a través de María; alterando el acontecer hum ano, para transform ar radicalmente la realidad y la vida de los hombres. Podríamos decir que, estas narraciones en prosa perte­ necen a la sabiduría propia de cada pueblo transmitiéndose oralmente, hasta que un día alguien las recoge. Las defini­ remos como leyendas o mitos. No haremos caso de las fronteras entre dichos términos pues para nuestro análisis nos son útiles ambos. La característica tanto de los mitos como de las leyendas es que son consideradas como ver­ daderas por aquellos que las narran. El mito forma parte del m undo de las creencias de un pueblo y se enseña como tal, por tanto se cita como testimonio de autoridad en respuesta a la duda, la ignorancia o el escepticismo. Es parte de los dogmas, generalmente sagrados, frecuentemente relaciona­ dos con los ritos y la teología. Son representaciones que pueden llegar a tener un sentido histórico pleno. Los prota­ gonistas de estas expresiones narrativas no son los hombres sino seres fantásticos que tienen en muchos casos atributos humanos: así se presentarán la Virgen, el diablo, los ángeles,

etc. Describen el origen del cosmos, la naturaleza, la vida, el planeta, el hombre, la muerte, de un pueblo en particular y sus rasgos distintivos, etc.22 En nuestra obra relatan el acon­ tecer de la relación entre María la Madre de Dios y su pueblo: la América Septentrional. Los hombres en las leyendas, a diferencia del mito, sí juegan un papel protagónico: sus acciones se desarrollan en un tiempo menos lejano a la de los mitos. Dan cuenta de acontecimientos relevantes de los pueblos: migraciones, guerras, victorias, epidemias, etc.23 Zodiaco Mariano refiere la conquista, la conversión y las pestes, constituyéndose en su simiente. Estos mitos o leyendas en concreto, como hemos señala­ do, tienen como rasgo común el querernos enseñar los atributos de María y su gran amor para con sus fieles en América. Tienen por tanto un fin pedagógico a través de un lenguaje simbólico. — III— El vasto m undo de ideas y creencias que encierra Zodiaco Mariano nos brinda un sin fin de vetas para su estudio. Esta vez tan sólo seguimos tres caminos no excluyentes para nuestro análisis: a) procuramos una taxonomía de las imá­ genes marianas presentadas por los autores, fijándonos en los principales rasgos de su historia de origen, ambiente físico y sus atributos o características dominantes; b) realiza­ mos una clasificación asomándonos a su entorno social; c) analizamos la forma en que se relaciona la Virgen con los individuos o pueblo de creyentes. A) La taxonomía propuesta es la siguiente: 1) Imágenes de fundación, 2) Imágenes de la naturaleza, 3) Imágenes que se pintan o hacen solas, 4) Imágenes de los conventos, 5) Imágenes agraviadas, 6) Imágenes encaminadas, 7) Imáge­ nes de los navegantes, 8) Imágenes que recrean el paraíso,

9) Imágenes particulares, 10) Imágenes de artes y oficios, 11) Imágenes especializadas. A continuación presentaremos sólo un ejemplo resumi­ do para cada una de las clasificaciones.

1) Imágenes de fundación: la Virgen crea un nuevo pueblo. Este pudo haber existido antes, pero tal vez un pueblo idólatra o bien creado “espontáneamente” alrededor de una imagen, obedeciendo a ciertas necesidades. La Virgen de Yzamal (Yucatán).24 Advocación: la Inmacu­ lada Concepción. Fuentes: Los escritos del padre Lizana; P.F. Ju a n López de Cogolludo, que escribió La Historia de Yucatán, y la marqueza de Santa Flor, Doña Geronyma de Lasso y Castilla, gobernadora de Yucatán, a quien la Virgen le hizo un milagro. Alrededor de 1550, los franciscanos, a instancia de fray Diego de Landa con el fin de cambiarle “el corazón a los indios” idólatras del pueblo de Yzamal y convertirlos a la verdadera religión, mandan traer una imagen de la Santísi­ ma Virgen de la Inmaculada Concepción desde Guatemala. Pues sólo un milagro por medio de una imagen sagrada podía lograr el cambio. La Virgen empieza a obrar milagros desde su trayectoria a Yzamal. Por ejemplo, los indios que la cargaban no se mojan al caer la lluvia. Una vez en Yzamal sigue obrando milagros. Se hace pesada cuando los españoles de Valladolid se la quieren expropiar; signo de que la Virgen pertenecía ya al pueblo de Yzamal donde debía quedarse. Sigue realizando un sin fin de milagros entre los que se destaca la extinción de una epidemia en Mérida (ciudad de españoles), a donde es llevada en procesión. A partir de entonces, la convivencia entre españoles e indios se armoniza, puesto que la Virgen de un pueblo maya cristianizado es compartida fraternal­ mente, obrando maravillas sin distinciones sociales.

2) Imágenes de la naturaleza: imágenes de la Virgen son encontradas dentro de un entorno natural, y el material del cual están hechas, en ocasiones también es natural. La Virgen de la Laguna (Xampolol, Campeche).25 Fuente: Dr. D. Pablo Zepúlveda y Figueroa, chantre de la iglesia catedral de Mérida y el Maestro de escuela, el Dr. Ju an Muñoz de Molina. No señalan otro dato. Al acabarse una epidemia el 7 de mayo de 1649, por la cual tanto indios como españoles m ueren, dos indios que venían de pescar, descansan en la sombra de unos árboles. Estando ahí observaron que uno de los árboles sin hojas se estaba quemado, y dentro de él había una imagen de la Virgen con un niño Jesús en los brazos. La Virgen se encontraba con los pies enterrados. Era de barro colorado, tan duro y pesado como el de una piedra, con un rosario en la mano: por eso la denom inarían la Virgen del Rosario o de la Laguna, pues cerca de ahí se encontraba una laguna alimentada por un ojo de agua. Los indios besándola con veneración, fueron a avisar al alcalde mayor y demás indios del pueblo. Éstos la adornaron, le prendieron luces, la velaron, la pusieron sobre piedras y le construyeron un enramado. Una vez que los curas del convento aceptan el milagro de la “aparición”, los españoles la llevan al pueblo, donde la colocan en la iglesia de Xampolol. Después los nativos la trasladan al pueblo de Campeche con danzas y su música propia. Aquí es recibida con gran gala, y la conducen al convento de los franciscanos para situarla en el altar mayor. Esta imagen un día desaparece; se la encuentra otro indio, y en el año de 1650, es colocada nuevamente donde estaba. Los milagros de esta Virgen se hacen en general por medio del lodo que se obtiene mezclando la tierra del lugar donde fue encontrada con agua o saliva. 3) Imágenes que se pintan o hacen solas: aparecen milagrosamente pintadas, sin la intervención de los hom ­

bres. Se cree que fueron pintadas por los ángeles o santos. Otras que son de bulto, también son armadas prodigiosa­ mente por manos divinas. El ejemplo más conocido es el de la Virgen de Guadalu­ pe. Por ello narraremos otro caso. Nuestra Señora de la Piedad (Al sur de la Ciudad de México).26 Advocación: La Virgen de los Dolores o de La Piedad. Fuente: tradición oral. Sólo se sabe que un religioso del convento de predicado­ res dominicos situado en la ciudad de México, la trajo de Roma. Es un lienzo pintado donde aparece Jesús muerto en los brazos de la Virgen. El religioso se la había encargado a un pintor muy afamado en Roma, pero urgido por embar­ carse a la Nueva España se trajo la imagen sólo con los primeros trazos, esperando que aquí alguien la term inara de pintar. Pero llegando a México, al desempacarla la vio totalmente terminada. Esta imagen fue venerada desde un principio por virreyes, arzobispos y otros personajes de “categoría”. Con esta imagen se intentó promover los dolo­ res de la Virgen, haciéndose tan popular que “hasta los indios más desdichados” la veneran, sobre todo durante la cuaresma. 4) Imágenes de los conventos: tienen su origen dentro de un convento u hospital. Son los clérigos regulares los testigos de las obras de Nuestra Señora. La Virgen del Carmen (Puebla).27 Fuentes: Lic. D. Diego de Lemus, en el libro 2, capítulo 18 de la vida de la venerable María de Jesús Angelopolitana (orden de beatificación). En el convento de las Religiosas de la Concepción en Puebla, la venerada religiosa María, en su afán de servir a Dios se propuso imitar a Santa Gertrudis. Teniendo una imagen de la Virgen quiso convertir su figura en la de la santa. Pero por una serie de visiones, las cuales verificó que no fuesen del diablo (para ello les echaba agua bendita), comprendió que la Virgen quería que se respetara la inte­

gridad de su imagen. Por medio de otras visiones, le indicó a la religiosa la advocación que su imagen debía adquirir, presentándose con el hábito del Carmen. Esta imagen ocu­ pará a partir de entonces un lugar im portante en el mo­ nasterio. Un día la Madre María vio en el rostro de la santa imagen tres estrellas resplandecientes y hermosas; una en su frente y dos en las mejillas. Sus rayos se esparcían sobre las cabezas de las monjas rezando. Sobre unas brillaban las estrellas más que en otras “denotando con eso la mayor, o menor devoción, que tenían ellas a la Santa Imagen”. 8 Vio también ángeles que escribían los nombres de las religiosas que tenían por devoción vestir y adorar a dicha imagen. A través de la religiosa, la Virgen les prom ete concederles milagros a aquellas que se lo pidieran con gran devoción. Quiso la Virgen que en su imagen pusieran a su hijo. La figura de este niño la mandaron pedir a España. Al llegar y abrir el cajón saltó el niño y corrió a los brazos de su madre. 5) Imágenes agraviadas: son imágenes que han sufrido algún atentado a su integridad. Virgen de la Macana (Ciudad de México).29 Advocación: Señora del Sagrario. Fuente: no se menciona. La imagen procedente de España es llevada por los franciscanos a las recién descubiertas tierras del norte en 1581. Eran éstos los primeros que pisarían Nuevo México. En 1674, a través de una niña tullida que sanó, la Virgen pidió el respeto por los franciscanos, los cuales tenían m u­ chos problemas con los soldados de la zona. Amenazó casti­ gar a los que molestaran a dicha orden. Seis años después se sublevaron los indios, instigados por el demonio. Quemaron el templo, mataron a 20 religiosos, a la imagen de nuestra Señora del Sagrario le dieron un macanazo en la cabeza. Hasta hoy en día por más componendas que se le han querido hacer se le sigue notando a la imagen tan duro golpe. Al capitán de los indios, dice la tradición, se le apare­ ció el demonio y lo ahorcó en un árbol. Aunque otros dicen

que, como Judas, se quitó él mismo la vida. Desde entonces a esta Virgen se le llamó Nuestra Señora de la Macana. Pasada la rebelión, dos de los religiosos que sobrevivieron a la masacre, tomando a la sagrada imagen, la llevan al pueblo de Tlalnepantla, tres leguas de la Ciudad de México, donde se le construyó una suntuosa capilla. En 1755 dicha imagen fue colocada en la capilla del noviciado del convento francis­ cano de la Ciudad de México. 6) Imágenes encaminadas: son traídas por misteriosos peregrinos o arrieros. O halladas en algún camino, abando­ nadas. Nuestra Señora de Cozamaloapan (Obispado de Puebla).30 Advocación: La Virgen de la Soledad. Fuente: Por órdenes del obispo de Puebla, D. Ju an de Palafox y Mendoza, el jesuíta Juan de Avalos recoge estos relatos entre 1641 y 1642. En Cozamaloapan, que quiere decir en náhuatl lugar donde se ve el arco iris, se venera una Virgen de la Soledad. El origen de la imagen data de hace 180 años, y su historia ha sido transmitida rL padres a hijos. Se dice que un día en el camino de Veracruz vieja a la nueva, hallaron una muía muerta, cargada con una caja rotulada “a la iglesia de Cozamaloapan”. En dicha caja venía la imagen. Nunca se supo quien la enviaba y la llevaba, y quien mató a la muía. Su fiesta la celebran el 15 de agosto, día de la Asunción de María a los cielos, y el día 8 de diciembre, dedicado al día de la Concepción de la misma Soberana. Son muchos los pro­ digios que sobre dicha imagen se recogieron. Entre los más importantes está haber salvado a la población del ataque de unos negros cimarrones: los ángeles del cielo impidieron que ultrajaran tanto a los pobladores como a la imagen. 7) Imágenes de los navegantes: han impedido que los barcos se hundan. Por lo general cuando una Virgen navega cuida de su tripulación. Aunque también lo hace con las personas en peligro de ahogarse en una gran tormenta o al

ser víctimas de los ataques de los piratas, siempre que invoquen a una virgen en tierra. La Virgen de la Escalera (Castillo de San Ju an de Ulúa, obispado de Puebla).31 Advocación: N uestra Señora de la Concepción. Fuente: no se menciona. En el castillo de San Ju an de Ulúa, que sirve como resguardo de la ciudad y puerto de Veracruz, se venera una imagen de nuestra señora de la Concepción, llamada tam­ bién Virgen de la Escalera. Todos los barcos que salen a España, al pasar por ahí, se encom iendan a ella. “Y a la protección de esta Soberana Imagen se ha atribuido siempre la felicidad, con que tantas flotas cargadas de oro, plata, grana, añil, y otros generas nobles, y siempre estimables, que lleva de suyo la fecundidad de esta America, han llegado a Europa para enriquecer a España, y aun a las otras naciones estrangeras”.32 Es así como a esta Virgen se le debe el que muchas flotas y hasta el propio castillo hayan sido salvaguar­ dados del ataque de furiosos piratas. 8) Imágenes que recrean el paraíso: la Virgen recrea a su alrededor el edén o paraíso. En donde todo es armonía y alabanza al Señor. La Virgen de la Defensa. Advocación: La Inmaculada Concepción. Fuente: El protagonista de la historia, que se la cuenta a su confesor. En la sierra de Tlaxcala, Puebla, por el año de 1640 se encontraba viviendo un ermitaño. Este buen hom bre se llamaba Juan Bautista de Jesús. Adoraba en una ermita una imagen de la Inmaculada Concepción, la cual obraba m u ­ chas maravillas. La nombró de la Defensa, pues lo defendía contra sus enemigos visibles e invisibles, pero no sólo a él, sino también a todos los animales del bosque. Por ejemplo, los pájaros le cantaban a la Virgen (los ángeles les movían su lengüesilla), y a cambio ella los protegía de los gavilanes u otras aves de rapiña al refugiarse en su ermita, en donde sus enemigos ya no entraban. A los conejos, ardillas, venados y

otros animales también los protegía de lobos y coyotes. De las tentaciones del demonio, salvó a Juan Bautista en innu­ merables ocasiones. Curaba a las criaturas heridas o enfer­ mas. En su entorno se oía música celestial y se veía un resplandor. Sin embargo llegó un día en que a Juan Bautista se le presentó un problema de conciencia: sentía que debía dar parte a las autoridades ecleciales de Tlaxcala, pues no era justo que él solo disfrutara de tan agradable compañía, siendo que la Virgen debía ser conocida por muchos otros. Pero a la vez no quería que la gente fuera a su ermita pues perdería su intimidad. Resolvió por fin dar parte a su confesor de su gran tesoro y del temor que sentía. Donó la imagen a la ciudad de Tlaxcala, de donde pasó a la Catedral de Puebla, por órdenes del obispo Palafox. Posteriormente es trasladada a las misiones de las Californias. De ahí navega hasta Perú y Chile, donde permanece muchos años. Pero vuelve a la Nueva España. Ju an Bautista se quedó con una copia de dicha imagen que producía las mismas maravillas. 9) Imágenes particulares: son las que, perteneciendo a una persona en particular, por algún milagro pasan a ser veneradas por todo un pueblo de fieles. Nuestra Señora de la Consolación (Ciudad de México).33 Fuente: Fray Baltasar de Medina en la historia que escribió de la provincia de San Diego en México. La imagen que se encuentra en la iglesia de San Cosme, de la orden franciscana, pertenecía a una mujer que vivía cerca del convento. Dicha señora tenía una hija llamada María, la cual cayó en un pozo y se ahogó. Acudiendo a la imagen que tenía en su casa, la tomó y la llevó al lugar del accidente: “atandola con una cinta, la coloca del brocal confiando con mucha fe en lo que es pozo de aguas vivas, que le daría vida a su hija ahogada en aguas muertas”.34 Y sucedió la gran maravilla: subiendo el agua hacia arriba, llevó como en brazos, viva y sana a la niña. La m adre sin caber en regocijo gritaba a todas voces el milagro. La imagen

no vuelve a su casa sino que dicha señora en agradecimiento le construyó una capilla. Surge en este momento un proble­ ma entre el convento de San Cosme, pues éste quería que­ darse con la imagen por la cercanía al lugar del prodigio, y la parroquia de la Vera-Cruz, en cuya jurisdicción se encon­ traba el lugar. El conflicto lo resuelven rifando a la imagen: el convento se queda con ella. 10) Imágenes de artes y oficios: son las vírgenes que pertenecen a un gremio concreto. Nuestra Señora de las Lágrimas (Ciudad de México).35 Esta imagen pertenece al gremio de los plateros de la Ciudad de México. Fue encontrada después de una tum ul­ tuosa y desordenada procesión de Semana Santa, en una de las calles del centro de la ciudad. La imagen se encontraba abandonada en unas andas. Nadie la reclamó. El gremio de la platería la tomó entonces a su cargo y la colocó en su parroquia de la Vera-Cruz. Luego de algunos años la pasa­ ron a la capilla de la Concepción en la Catedral. Se le llama Nuestra Señora de las Lágrimas porque en una de las manos que sostiene abiertas tiene un pañuelo como queriéndole enjugar las lágrimas a los fieles que van a verla. 11) Imágenes especializadas: se les advoca para casos muy concretos. Dentro de este grupo entran también las imágenes que responden con actitudes específicas. Virgen de la Salud (Pátzcuaro, obispado de Michoacán)36 Esta imagen la pondría don Vasco de Q uiroga en la iglesia del hospital de Santa Marta, para que cuidara de los feligreses que en Pátzcuaro recurrían a su auxilio. El mismo sacerdote la bautizó como N uestra Señora de la Salud. De ella se cuenta que han sido muchas las ocasiones en que personalmente se le ha presentado a los enfermos. También se sabe que en 1690 se quiso hacer algunas componendas a la imagen, que recortarían su figura. Cuando se intentó hacer esto se observó el rostro de la Virgen muy afligido y

sudoroso. Por eso se desistió de realizar dicha empresa. En 1739 después de la epidemia de Matlazahuatl fue nombrada patrona de la ciudad de Pátzcuaro. Esta Virgen tiene una imagen gemela, pero más pequeña: la llamada peregrina, que los fieles llevan a pedir limosna para su veneración. Esta imagen también ha hecho muchos milagros en los lugares visitados, y además no sólo las imágenes hacen prodigios sino también las reliquias de su vestimenta o adorno. A través de ellas muchas personas han sentido la mano de Dios. B) Por su entorno social, las imágenes pueden ser indígenas o españolas-criollas. En el prim er caso, los protagonistas de las leyendas son los naturales. Estas historias indias a su vez las hemos dividido en indígenas-españolas y españolas-indí­ genas. Indígenas-españolas: En estos casos, los prodigios de la Madre de Dios se manifiestan a través de una aparición o imagen a uno o varios indios, casi siempre después de alguna epidemia. Éstos tienen que dirigirse a las autoridades ecle­ siásticas españolas y dar pruebas tangibles del suceso para que sea oficialmente reconocido como “verdadero”, y por ende el culto nuevo que seguirá.37 La Virgen por lo general manda que se le levante un santuario, para iniciar así una nueva veneración. En suma, es un pueblo de naturales, asolado por una peste, el que lucha por que se reconozca oficialmente la imagen como propia. Podríamos decir que lucha en contra de la m uerte física y por establecer una identidad propia que lo salve de la m uerte cultural. La Virgen proporciona a sus habitantes tanto la curación para el cuerpo, como un nuevo núcleo de cohesión comunitaria. Los únicos que pueden reconocer este nuevo culto son los clérigos, es decir, los españoles. En este contexto tenemos que el esquema aparicionista (cuando la Virgen se aparece viva), a decir de Jacques Lafaye,38 tiene gran parecido a las leyendas medievales

españolas. Pero en lugar de ser el sujeto de la historia un pastor, es un indio. Con esto se incorporan elementos neta­ m ente mesoamericanos, pues la diosa madre reencarna en la Virgen, y se crea con ello la refuncionalización del mito. Españolas-indígenas: El fin de estas imágenes es la con­ versión de los indios. Las imágenes son colocadas arbitraria­ mente en antiguos lugares de veneración prehispánica. Son puestas por los misioneros como cultos de substitución. Su origen responde a necesidades de la propia evangelización. El milagro será el cambio de la idolatría de un pueblo a la “religión verdadera”. Las vírgenes españolas-criollas: Son aquéllas cuyo origen mítico se liga directamente al m undo español-criollo. Los indios dejan de ser los protagonistas de la historia mítica. En este caso los protagonistas constituyen una gran variedad de personas. Pueden ser hombres, niños o mujeres del pueblo (incluidos también negros y castas), pecadores comunes u hombres y mujeres virtuosas en la fe, caballeros de la política, gremios artesanales, etc. No encontramos un perfil definido. El único conjunto de constantes lo percibimos en las vírgenes de los monasterios. Aquí las imágenes están rodeadas de un ambiente místico, de oración y gran veneración. La Virgen se presenta por lo general a través de visiones. Advierte sobre la m uerte de algún o algunos monjes y monjas, dán­ doles oportunidad de una muerte santa. Señala quiénes son los que realm ente la veneran con sinceridad. Da y pide testimonios de lo que debe ser una fe ciega, una entrega absoluta. Señala pautas de conducta y obediencia. Se p re ­ senta como modelo supremo del apóstol cristiano. O tra distinción que podríamos señalar en este tipo de vírgenes es la existente entre las advocaciones tradicionales españolas y las casuísticas cuyo origen es criollo-novohispano. Las tradicionales españolas como la Virgen del Rosario, de la Inmaculada Concepción o la de los Remedios, encar­

nan en la tradición y en la historia de los pueblos americanos, tomando en ocasiones otros nombres. Las otras son imáge­ nes anónimas cuya veneración nace en América, y toman sus nombres a partir de su historia de origen. Tenemos, por ejemplo la Virgen de la Bala, La Virgen de Zape, Nuestra Señora de las Lágrimas, etcétera. C) Con respecto a su relación con los hombres señalaremos prim ero que la Virgen se puede presentar a través de una forma animada o estática. Las primeras son las que se presentan vivas y después se plasman en una imagen como la Virgen de Guadalupe, o las imágenes que en ocasiones toman vida, para volver después a su estado normal. Estas cambian de posición, de lugar, de actitud, hablan, sudan, salen de paseo, etc. Por ejemplo, la Virgen de la Salud de Pátzcuaro se les aparece a los enfermos consolándolos, o la Virgen de las Angustias de la ciudad de México, quien detenía las compuertas del lago para librar a la ciudad de las inundaciones: amanecía con el sayal manchado de lodo. Las estáticas son imágenes que nunca han tenido alguna mani­ festación animada. Alrededor de éstas se puede oír música celestial, ver luz o que la imagen despida luz: se ven estrellas o resplandores en el cielo, rayos o nubes blancas o de agua que representan a la Virgen de los cielos. Ambas re p re ­ sentaciones realizan los mismos milagros y tienen igual poder. La Virgen María puede dem andar de los hombres la construcción de un lugar para su veneración, fe, respeto, caridad, honestidad, etc. A cambio advierte de algún peligro o suceso futuro, realiza algún milagro o simplemente platica. Para estos efectos se dirigen a todo tipo de personas: espa­ ñoles, indios, mulatos, negros libres o esclavos (siempre y cuando sean cristianas); no tienen que ser necesariamente ejemplo de gran devoción. Los milagros son piedra angular en cada leyenda, pues son prueba de lo extraordinario de la imagen y del poder

de Dios que actúa a través de su Madre. Al menos ésta es la intención del autor, aunque la mayoría de las veces, en los relatos aparece como si las imágenes por sí mismas hiciesen las transformaciones preternaturales y/o sobrenaturales. En ocasiones con sólo una reliquia o parte de la imagen se produce el milagro. Las figuras en este sentido encaman una idea mágica del poder sobrenatural. Con respecto a los milagros podríamos señalar algunas cuestiones. Existen vírgenes especializadas en algunos de ellos. Tenemos, por ejemplo, la Virgen de la Salud para los enfermos; la Virgen de Zapopan, que se encarga de salva­ guardar la ciudad de Guadalajara en contra de las tempes­ tades y los rayos; la Virgen de Guadalupe se invoca en contra de las inundaciones de la ciudad de México o salvaguarda del demonio; la Virgen de San Ju an de los Lagos, a la cual si no se le cumple lo prometido, desvanece el milagro hasta que el fiel cumpla su promesa. Pero en general, todas las vírgenes hacen todo tipo de milagros, ya sean colectivos o individuales. Por ser la Madre de Dios, tiene toda clase de poderes, y por lo tanto abarca cualquier cosa. Sin embargo podemos establecer en ocasiones cierto paralelismo con los milagros de la Biblia, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Así tenemos: hacer ver a los ciegos, sanaciones a través de lodo hecho con la tierra que rodea a las imágenes, resurrección de los muertos, curación de tullidos, extinción de epidemias y sequías, salvación de inundaciones, rep ro ­ ducción de la comida, expulsión de los demonios, etcétera. Otros milagros que se presentan constantemente: la salvación de jinetes en caballos desbocados, de accidentados, ahogados; se prueba la inocencia de mujeres injuriadas, se cristianiza a un pueblo idólatra, se salvaguarda a conquista­ dores y misioneros. Así la visión española de la historia se encarna en las dádivas de la Virgen: ella es quien encabeza la lucha contra los infieles. La Virgen se presenta siempre como la Madre de Jesús, y por ello actúa como la m adre universal de todos los

hombres, sin distinción de razas, pero sí de credos. Solicita, como ya hemos venido indicando, que todos sean cristianos. Sobre todo es una m adre bondadosa, comprensible, cuyo amor es infinito. El siguiente párrafo del autor nos resume perfectamente lo que la Virgen representaba para un cre­ yente de principios del siglo XVIII (observemos también su barroquismo). Y quien sera tan ciego, e ignorante, que no conosca, que si por m edio de vuestras Im ágenes, o Soberana Reyna, dais la vida a los m uertos, salud a los enferm os, socorro a los afligidos, victoria a los tentados, y rem edio pronto a todos los que en sus necesidades os invocan, es porque sois la Señora absoluta de la vida, y de la muerte, de la salud y de la enferm edad y porque ten ien d o a D ios de vuestro linage, siendo verdadero H ijo vuestro, no solo fuisteis la mas ilum inada con todo gen ero de luces m as que otra alguna Persona criada, sino la que com o Estrella del m ar ilum ináis a los que cam inando por el mar borrascoso de este m undo han sabido hallar en vuestras Sa­ gradas im ágen es seguro puerto, en que librarse de todas sus aflicciones, ni han ignorado que siendo en la Passion acerbissim a de vuestro H ijo un m ar am arguissim o de dolores, sois poderosa para alcanzarles dolor de sus pecados, y una sossegada, y dichosa m u erte.39

En suma, la devoción a la Virgen cubre todas las necesi­ dades humanas. Sería el equivalente a la compra de un seguro de amplísima cobertura que proteje a sus devotos hasta del fuego eterno, garantizándoles la salvación de su alma. Por ello se nos muestra en ocasiones contradictoria. La salvación del alma no siempre va unida a la felicidad terrenal. En ocasiones el sufrimiento corporal servirá para purificar el alma. Pero hasta en los momentos de gran sufrimiento, la Madre del Cristo crucificado se solidariza en el dolor. La Virgen representará, en fin, el seno materno, anhelo de todo hombre desprotegido y sufriente.

La Virgen también se muestra humana. Da órdenes, se enoja, castiga, amenaza, platica, ama, perdona, cuida, llora, suda, se enternece. Los fieles se relacionan con las imágenes como si fueran un ser viviente. Les piden, les lloran, les suplican, las tratan de convencer, hacen comparaciones entre el poder de una y de otra. La relación que se establece no es por tanto la de un ser omnipotente, frío, incansable, con la de un ser inválido. Al contrario, pareciera a veces que la relación fuera entre un ser con poderes mágicos y otro que lo trata de persuadir para que le ayude. En torno a las imágenes siempre existe el misterio, (recordemos que no las hacen las manos humanas) lo sagra­ do, lo místico, lo indescifrable, lo incomprensible racional­ mente, lo inaprensible. El hombre, por tanto, no tiene acceso a ese mundo, sólo presencia signos que debe de interpretar. Para explicar sus vivencias místicas recurre a un lenguaje simbólico, lleno de metáforas y analogías. El agua, el mar, la tierra, el lodo, los manantiales, las fuentes, la luz, la música, serán parte de este lenguaje que merece un estudio y análisis más detallado. La Virgen, en cambio, en su relación con los hombres conoce cada rincón del alma, de cada uno de los mortales. Sabe sus secretos, sus preocupaciones, lo que han hecho, lo que piensan hacer, sus verdaderas intenciones. Además, domina los fenómenos naturales; es dueña del conoci­ miento. Mircea Eliade40 nos explica una relación análoga entre el shamán y su pueblo. El sumo sacerdote, el shamán, o el brujo conoce el origen de todas las cosas porque tuvo acceso al conocimiento de los mitos de origen del m undo entero. Saben como se ha creado el m undo natural, físico, humano, y por ello lo puede dominar. Este poder le permite tener injerencia sobre los fenómenos naturales y m anipu­ larlos. Por lo tanto pueden curar, atraer la lluvia, ver el futuro, etc. Hacer magia. En geiieral, la Madre de Dios actúa cuando se presentan circunstancias dolorosas, que provocan un sufrimiento m u­

chas veces irremediable, o existe un mal, un peligro que amenaza. El hombre se presenta ante ella en actitud de humildad, devoción, ofrecimiento, petición, inocencia. Pue­ de prom eter o no. Se crea el milagro. Cambia la realidad para bien; se cumple la petición humana o la Virgen brinda alivio espiritual. Crece con ello la devoción, hay gestos de agradecimiento, se cumplen las promesas. Se va a misa, se reza el rosario, se hace la peregrinación prometida, se saca a la Virgen, etcétera. En ocasiones el paso interm edio no se da. La Virgen actúa ante una necesidad sin que los fieles se lo pidan. Se aparece de buenas a primeras, o la gente sana, sin haberlo demandado con anterioridad, pero la obra no queda anóni­ ma, siempre se sabe a quien se debe tal o cual milagro, y se populariza. Es así como el mito se refuerza a través del ritual y a su vez el ritual es reforzado por el mito. Zodiaco Mariano nos pone en el centro del marianismo a la Guadalupana, pero igualmente nos indica que ella es la puerta de entrada a este vasto m undo de la veneración a María “la madre de Dios”, un mundo que, en principio, nos impone tareas complementarias entre sí. Zodiaco Mariano presenta una taxonomía, la inserción del culto en un entor­ no social preciso, hasta descender a lo íntimo de la relación con los hombres, con cada sujeto particular, y nos ubica en esta perspectiva donde nos presenta este vasto m undo de ideas y creencias con una ya larga duración. Y éste en cada capilla, en cada iglesia que tenga una imagen de la Virgen que obre milagros, brindará a la comunidad un suelo cultu­ ral común. Nacen los cultos locales, regionales y nacionales.

NOTAS 1.

Juan Antonio de Oviedo, Zodiaco Mariano, “Prologo”, Imprenta del Real, y mas Antiguo Colegio de San Ildefonso, 1755, s.p.

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5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13.

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Para obtener más datos sobre los autores y sus obras consúltese: Francisco Zambrano S.J., Diccionario Bio-Bibliográfico de la Compañía de Jesús en México, Tomos VI y XVI, México, Jus, 1966. Jacques Lafaye, Quetzalcóatl y Guadalupe. La formación de la conciencia nacional en México, México, FCE, 1983, p. 129. Ernesto de la Torre Villar y Ramiro Navarro de Anda, Testimonios Históricos Guadalupr.njoSy “Preliminar”, México, FCE, 1982, p. 12. Francisco Javier Lascano, S.J., “Parecer”, en Zodiaco Mariano ..., s.p. Album del 450 aniversario de las apariciones de nuestra Señora de Guadalupe, México, Ediciones Buena Nueva, 1981, pp. 62 y 275. Jacques Lafaye, op. cit., p. 130. José Antonio Maravall, La cultura del Barroco, España, Ariel, 1975, pp. 307-323. Ibid., p. 324. Ibid., p. 325. José Ortega y Gasset, Ideas y creencias, 7a. ed., Madrid, Espasa Calpe, 1968, pp. 11-18. M. D. Knowles, Nueva Historia de la Iglesia, Tomo II, Madrid, Ediciones Cristianas, 1983, pp. 433-434; 565-578. Enciclopedia Universal Ilustrada, Europa-América, Tomo XXIII, Madrid, Bar­ celona, Espasa Calpe, pp. 10-11. Gonzalo de Berceo, Milagros de Nuestra Señora, “Introducción”, México, Porrúa, 1965; Enciclopedia Universal Ilustrada, op.cit., pp. 10-11; Roque Esteban Scarpa, Lecturas Medievales Españolas, Chile, Zig Zag, 1957. Enciclopedia Universal Ilustrada, op.cit., pp. 12-13; Anderson Imbert, Historia de la Literatura Hispano-Americana, México, FCE, 1986; Roque Esteban Scarpa, op.cit. Enciclopedia Universal Ilustrada, op.cit.,-pp- 14-16. Historia de la Iglesia en España, Tomo IV, Madrid, Ed. Católica, 1979, pp. 455-460. Historia de la Iglesia en España, op.cit., pp. 455-460; Robert Ricard, La conquista espiritual de México, México, FCE, 1986, pp. 15, 16, 259. Robert Ricard, op.cit., pp. 155-163; Joaquín Antonio Peñalosa, La práctica religiosa en México, siglo XVI, México, Jus, 1969, pp. 40-41. Jacques Lafaye, op. e x p. 118. lbídem, p. 313. Francisco Javier Lascano S. J., “Parecer” en Zodiaco Mariano, op.cit., s.p. Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales, Tomo V, España, Aguilar, 1975. Idem. Francisco de Florencia y Juan Antonio de Oviedo, Zodiaco Mariano, op.cit., pp. 1-25. Ibid., pp. 25-30. Ibid., pp. 82-83. Ibid., pp. 153-155. Ibid., p. 157. Ibid., pp. 123-125.

30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37.

Ibid., pp. 199-206. Ibid., pp. 207-208. Ibid., p. 207. Ibid., pp. 90-92. Ibid., p. 91. Ibid., pp. 119-121. Ibid., pp. 259-276. Oviedo no menciona las apariciones mañanas que en un momento dado encarnan un conjunto de demandas, rasgos y valores culturales indígenas, provocando la resistencia cultural y en ocasiones la rebelión, como fueron las vírgenes chiapanicas de principios del siglo XVII, como la Virgen de Cancuc (1712-13). Estas apariciones fueron identificadas como culto idolátrico. Con­ súltese: Enrique Florescano, Memoria Mexicana, México, Contrapuntos, 1987, pp. 181-212. 38. Jacques Lafaye, op.cü., p. 315. 39. Ibid., s.p. 40. Mircea Eliade, Mito y realidad, Barcelona España, Labor, 1968.