TEMA 5 BOUNDING. Revisado por: Esther Frankel

TEMA 5 BOUNDING Revisado por: Esther Frankel ÍNDICE Bibliografia General del Tema 5 pág. 03 El Niño Derrotado: Masoquismo Social. . . . . . . . ...
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TEMA 5

BOUNDING

Revisado por: Esther Frankel

ÍNDICE Bibliografia General del Tema 5

pág. 03

El Niño Derrotado: Masoquismo Social. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

pág. 04

Notas sobre el masoquismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Concepto de Masoquismo El derecho a ser libre e independiente Analidad y motilidad El tórax La relación Sadomasoquista El superego Ambivalencia Características físicas Características Psicológicas Abordaje terapéutico El solidificador Características de las estructuras densas

Tensión y Estructura del Carácter. Parte 5 – Exploración David Boadella . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

pág. 29

Afecto, Comportamiento, Cognición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

pág. 39

Bibliografía General del Tema 5 - Bounding

EL NIÑO DERROTADO MASOQUISMO SOCIAL

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LA CUESTIÓN MASOQUISTA

Intrusión, control y subyugación de la voluntad.

Desarrollo del carácter Interacción de tres variables: 1. Emergencia de necesidades innatas específicas. 2. Sintonización y respuesta del ambiente a estas necesidades. 3. Evolución natural de capacidades cognitivas, afectivas y comportamentales para trabajar con las dificultades del ambiente y estar sintonizado con las necesidades innatas.

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ETIOLOGÍA Necesidad de autodeterminación, independencia… Voluntad que aparece cuando el niño está ya apto para moverse de pie y está emergiendo la capacidad de comunicar en un lenguaje simple. Desarrollo de la locomoción, manipulación, memoria y lenguaje. Necesidad del niño de determinar su propia auto-expresión y resistir a la voluntad de los otros. Conflicto de deseos. Parecen tener necesidad de sufrir y en su sufrimiento torturar a los demás. Pantano masoquista (Reich). Necesidad de socializar la alimentación, interacción social y control de la eliminación. Conflicto de voluntades. Quiebra de la voluntad a través de palizas sádicas, persistentes hasta que el niño se somete. La única manera de derrotar al otro era aprendiendo a disfrutar de su propia derrota, enseñándola al mundo y desafiando cualquier intento de cambiar este cuadro.

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Resistencia pasiva como respuesta a sistemas totalitarios y sádicos.

Dos años Auto-identidad + orgullo Conflicto extenso de voluntades antes de que el niño organice el compromiso doloroso de auto-derrota que es el masoquismo.

El carácter simbiótico mira para fuera de si para organizar su vida. Espejando a los demás se siente más seguro. Acomodación del falso self. Agresividad, afirmación y oposición vividas como peligrosas.

Entrenamiento para ir al baño y otras necesidades del medio para socializar al niño

¿Este tiempo de socialización está de acuerdo con las capacidades del niño? ¿Hay rigidez o flexibilidad en los padres? ¿El niño es corregido suavemente o humillado por sus errores? Auto control del niño o invasión (comida, enemas).

Alice Miller “para el bien del niño” Métodos recomendados para establecer ya en los primeros meses de vida, pues la fuerza y la compulsión pueden ser usádos porque el niño se olvida. La voluntad debe ser rota en este período del desarrollo. A los dos años: Orden y obediencia + Supresión de la vitalidad y emoción

Disciplina = castigo = musar (Antiguo Testamento) Castigos corporales El poder de la carne tiene que ser roto

El momento ideal para enseñar a ir al baño depende de si el niño está preparado en términos de control del esfínter e intestinos. + Capacidad de aprender a sentir sus presentimientos internos. + Capacidad de usar el lenguaje para señalar ganas de ir al baño. + Aumento del deseo de imitar a los padres y hermanos. + Placer natural en agradar a los otros y apreciar sus propias realizaciones.

Cuando el niño es enseñado con sensibilidad en relación a todas estas tendencias, el entrenamiento de limpieza y otras tareas de socialización pueden ser realizadas suavemente sin traumas.

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La prueba terapéutica del masoquista es dura, pues nos empuja a verlo como malo, inferior, sin esperanza y mereciendo castigo.

El terapeuta verá que al pasar los tests será ayudado por la comprensión del self y de las estructuras del masoquista y, consistentemente, se rehusará a ser partícipe de las mismas.

Trayecto evolutivo de los casos más graves donde los padres son intrusivos, humillantes y usan el poder exageradamente.

Los objetos malos son generalmente psicóticos, borderline, sociópatas o con disturbios graves y pueden ser frecuentemente diagnosticados como borderlines.

Estos niños son generalmente abusados física, sexual y psicológicamente a través de enemas, alimentación forzada, rituales, rabias parentales, experiencias humillantes y despreciadoras que demuestran vulnerabilidad y fragilidad.

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En el otro extremo del trayecto evolutivo están los padres más adecuados en otras áreas, pero que no saben que hacer con la oposición del niño. Desde el “no” del segundo año, pasando por la adolescencia lo que aplican es el castigo.

Muchas veces son familias donde hay amor, ejemplo adecuado y apreciación, pero no hay tolerancia a la oposición ni a cualquier señal de falta de respeto.

Niños con tendencia a la oposición crearán este tipo de respuesta parental mucho más que los que se dejan controlar más fácilmente.

Estos individuos internalizan el objeto controlador y tienen un bloqueo crónico y disminución de su energía,

llevando

una

vida

de

papeles

y

obligaciones.

Pueden volverse pilares de sus organizaciones, de sus

familias,

pero

les

falta

espontaneidad,

creatividad, originalidad o brillo. Su falso self es de servicio, conformismo, aguantar el auto-sacrificio, y la frustración.

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Objetivos Terapéuticos El terapeuta con necesidad de curar y el paciente con necesidad de fracasar establecen una de las parejas más estables y duraderas del mundo civilizado.

El éxito de la terapia con el cliente masoquista requiere un terapeuta que no caiga en la trampa de derrotas y desánimos sucesivos.

Si tenemos una comprensión amplia de la cuestión masoquista no la tomaremos personalmente, ni reaccionaremos a esta.

Reacción terapéutica negativa (Fairbairn). Instinto de Muerte (Freud). Teoría de los Objetos Malos e Inconscientes.

En estos casos el terapeuta ayuda a soltar estas fuerzas internas negativas de represión, mientras las interpreta como una consecuencia natural de la intrusión, invasión y supresión de las inclinaciones individuales saludables.

Ofrecer relación real y buena para sustituir la realidad interna del cliente que contamina las interacciones con los demás. “El apelo del objeto bueno es un factor indispensable en el fomento de la disolución de la catexis de los objetos malos internalizados… y el significado de la transferencia es, en parte, derivado de este hecho (Fairbairn)”.

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NOTAS SOBRE EL MASOQUISMO CONCEPTO DE MASOQUISMO

1. Perversión sexual, el sujeto siente placer erótico al someterse a sufrimientos físicos o morales. 2. Trazo del carácter – presentado por alguien que estimule malos-tratos, humillación y sufrimiento. 3. Freud – masoquismo moral – tendencia a someterse a un superego sádico. 4. Masoquismo femenino (Freud) pasividad y sumisión en la mujer.

REICH -

Masoquismo no es un instinto biológico, sino un impulso secundario en el sentido económico sexual – que resulta de la represión de impulsos sexuales saludables y de la ansiedad orgásmica.

-

No hay impulso biológico para el desplacer, no hay instinto de muerte.

-

El sufrimiento humano se debe a los efectos desastrosos de condiciones sociales sobre el aparato bio-psíquico.

FREUD -

Masoquismo como un instinto especial – tendencia a experimentar satisfacciones de dolor moral o físico.

-

Freud descubrió que masoquismo y sadismo no forman una antítesis absoluta – uno puede volverse el otro. En su teoría de sexualidad infantil – oral, anal y genital – el sadismo en cada estadio resulta de una mezcla de impulsos destructivos contra la persona frustrante con la demanda sexual correspondiente.

Estadios

Características

Tendencia

Resultado

Destructiva Oral

Chupar/mamar

Morder

Sadismo oral

Anal

Placer anal

Pisotear, pegar

Sadismo anal

Genital

Placer Genital

Perforar

Sadismo fálico

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Cuando estas tendencias destructivas también se frustran por miedo del castigo, el sadismo se vuelve contra el Self, volviéndose masoquismo. El sentimiento de culpa correspondiente al impulso destructivo entre un conflicto y el amor. Más tarde, Freud abandonó su concepto de masoquismo como una formación secundaria y la sustituyó diciendo que sadismo es masoquismo dirigido contra el mundo exterior - una tendencia biológica primaria de destrucción - el instinto de muerte. La expresión de la rabia del niño es necesaria para que pueda expresar placer. La etapa anal es la que muestra de forma más adecuada los impulsos contradictorios porque en ella hay el modelo de dos zonas conflictivas que deben aparecer alternadamente: retención y eliminación. Además, los esfínteres son una parte del sistema muscular que revelan claramente la dualidad rigidez - relajamiento, y flexión - extensión. El desarrollo del sistema muscular da al niño un gran poder sobre el medio ambiente con la habilidad de alcanzar y coger, echar o tirar, apropiarse de cosas o mantener la distancia. Este estadio, que los alemanes llaman estadio de la testarudez, se convierte en la lucha por la autonomía, el niño se siente más firme bajo sus pies, diseña su mundo en “Yo” y “Tu”, “Mío” y “Tuyo”. Todas las madres saben que un niño es un desafío en esta fase. Al mismo tiempo, en este momento, el niño está apto para “agarrar” cosas o soltarlas, cogerse a cosas o tirarlas por la ventana. Tenemos así, las formas retentiva y eliminatoria de comportamiento, el niño puede mostrarse muy amoroso y muy radical al mandar al adulto salir de su presencia. El énfasis en el desarrollo en ésta edad es una antítesis entre entregarse o contenerse, lo que es muy importante para el desarrollo de la individualidad y también de actitudes colectivas. MASOQUISMO – NAVARRO El individuo normal percibe algo como desplacer, mientras el masoquista lo percibe como placer, o por lo menos como fuente de placer”. Realidad atribuida a la angustia orgásmica. Un estímulo no placentero es vivido como excitación. Si no hay posibilidad de descargar la excitación se vuelve no placentera. Masoquismo y sadismo son copias antitéticas, donde una puede transformarse en la otra, son antítesis dialécticas. El masoquista sufre y hace sufrir. Culpa – situación conflictiva entre el impulso destructivo y la pulsión amorosa en el enfrentamiento con la persona amada. 13

EL DERECHO A SER LIBRE E INDEPENDIENTE

Alexander Lowen, casi por separado, sugirió que el derecho a ser libre y el derecho a ser independiente son derechos fundamentales, cuya frustración conduce, respectivamente, a reacciones de carácter psicopáticas y masoquistas. Lowen define libertad como no estar sometido a las necesidades de otros, específicamente al control de los padres; e independencia, la habilidad del niño para desarrollar autoafirmación a través de oposición a las exigencias de los padres. Para mí no está claro cómo se distinguen libertad e independencia, y prefiero considerarlas como dos aspectos de la necesidad de explorar el propio ambiente y tomar decisiones sobre el mismo, como hizo Anthony Barnett. Esta manera está tan clara para ver las defensas psicopáticas y masoquistas como reacciones polarizadas para el principal obstáculo contra la exploración, que es la supresión. Lowen relaciona supresión a eventos entre el primer y tercer año de vida. “Procede de la madre que es súper-protectora, súper-ansiosa y súper-vigilante. El interés material del bienestar del niño es sustituto de la ternura y afecto que tienen consideración por la creciente independencia del nuevo individuo. En vez de llamarse “ser madre” se llama “sofocar”. Toma forma de alimentación forzada, ansiedad e interés en la función intestinal y consideración súper-celosa de que el niño no deberá herirse en actividades físicas. Esto se hace en nombre del amor, pero el efecto será la supresión del ego en el crecimiento del niño. Resistencia y rebelión son al momento reprimidas, auto afirmación y auto reglamento no son permitidos. Bajo la máxima „mamá sabe mucho más‟, el espíritu del niño es literalmente aplastado”‟. En las dos fases anteriores de aproximación y sustento está el concepto de estrés transmarginal ya usado como un límite distinguido entre dos tipos polarizados de reacción del carácter, una forma activa de protesta y una forma más pasiva de protesta. En respuesta a la amenaza de supresión a las necesidades exploratorias, un niño tiene igualmente una elección entre los dos patrones de respuesta, y la dirección que elige puede corresponder a la gravedad del estrés. Básicamente, en este período hay una lucha de poder. Si los padres ganan la lucha y rompen la voluntad del niño y aplastan su espíritu, resultará la defensa del carácter masoquista. Si al contrario, el niño reacciona afirmando su propio poder y control, tiene la base para un patrón de reacción del carácter psicopático.

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ANALIDAD Y MOTILIDAD

Los dos patrones de reacción son formados en lo que Freud llamó el período “anal”.¿ Cuál es la relación entre analidad y exp1oración? Bjorn Christiansen la expresó así: “El proceso de excreción representa más que una experiencia pasiva de placer. Para el niño parece representar una nueva área de contacto con el ambiente. Sus productos de excreción le despiertan un interés positivo en lo que dice respecto al paladar, olfato y tacto, y el proceso, en su sentido más amplio, parece ser un campo de test importante para las tendencias iniciales de auto -descubrimiento del niño. Al permitir la salida del producto anal, que es parte de si propio, el niño aprendió a soltar o a desatar su relación simbiótica con la madre”. Este período de desatar la relación con la madre coincide con el período de andar. Gerda Boyesen lo describe de esta manera: “El placer de chutar y el placer de auto-afirmación está muy asociado al sentimiento de flujo del cuerpo alcanzando los músculos glúteos, que representan el: „saber cuidar de sí mismo‟; estos músculos levantan el cuerpo y lo hacen independiente y también elevan el cuello. Esto da un sentimiento de si propio, de ser independiente y valor propio, de valor como un ser diferente. Este proceso también hace que la respiración sea más libre y la postura erecta orgullosa y con una dignidad natural, que es típica de un ser humano/independiente”. “El problema que surge cuando se enseña al niño a ir al baño demasiado pronto es que se intenta enseñarle una relación diferencial para mecanismos del esfínter en una época en la que la relajación del esfínter no se puede conseguir sin relajación general de los miembros inferiores. Relajar en el baño incluye, en esa edad, el riesgo de caerse en la taza. La testarudez del niño es, en tales situaciones, ayudada por motivos respetables”. Lowen también mostró cómo el niño que es forzado a usar los músculos de las nalgas y muslos para obtener control anal, crea inmovilización de las piernas y disturbios en el andar y ponerse de pie en el suelo. La capacidad de explorar a su manera es la base del placer natural para realizarse. El placer principal aquí es hacer (doing) y realizar (making), crear (forming) y dar forma (shaping). “El niño demuestra un interés creciente en jugar con objetos, en desmontarlos y volver a montarlos de nuevo, en llenar y vaciar, en construir y demoler.” (15) Aquí están los orígenes del arte y de la ciencia, las raíces del jugar y la base de la satisfacción del trabajo productivo: "El producto de la excreción de un niño es su primera forma productiva. El proceso de defecar por si solo le proporciona un campo de test para su autocontrol. El producto de la excreción despierta su interés, 15

inicialmente como algo para soltar, y más tarde como algo que puede manipular y sobre lo que puede tomar decisiones. Su manipulación y decisión significan que una autonomía interna está comenzando a tomar forma... pese a que las cuestiones del control anal sean un importante aspecto, son probablemente sólo un fragmento de la cuestión general, el control psíquico y motor del niño.” Las reacciones del carácter de la fase de exploración surgen de la lucha por el control. El niño puede someterse a sus padres, y externamente aceptar su control y represión; o puede resistirse y afirmar su propio control de manera a obtener poder sobre los padres. Una tercera posibilidad es una composición de estas dos posiciones: usar la energía del control contra sí mismo, y conquistar una independencia condicional de sus padres, transformándose en el controlador de sí mismo.

EL TÓRAX

El tórax (cuarto nivel) en el lenguaje reichiano es diferente de lo definido por la anatomía descriptiva, y como tal existe como zona intermedia entre las funciones situadas en la parte alta del cuerpo y las funciones que pertenecen a la parte baja del cuerpo. De hecho, en el tórax se encuentra la inserción del diafragma, que lo divide en una parte alta donde están el corazón, los pulmones etc. y una parte baja donde encontramos el hígado, el bazo, el páncreas y buena parte del estómago. Si es verdad, como de hecho lo es, que la percepción del Yo se realiza en el primer nivel (sobre todo en los ojos), la percepción del Yo = Me, esto es, la identidad biosocial, ocurre con la percepción de la parte alta del tórax. Por lo tanto, los pulmones y el corazón garantizan la vida y son un centro importante de las emociones humanas de tipo relacional (corazón expandido por el amor, pulmones llenos de odio). Por lo tanto, el tórax hace la mediación entre lo natural y lo social, lo biológico y lo cultural. Podemos entonces concluir el aspecto somato-psico-dinámico, si pensamos, por ejemplo, lo difícil que sería convivir con un sujeto “biliar”, o cuanto sería masoquista para un individúo tener exceso de blandura… cardíaca. Por lo que quien es demasiado bueno, es en realidad un flojo. O ¿cuánto vale ser una persona de “hígado” o también de “spleen” (bazo), como dicen los ingleses? El hecho de que la inserción diafragmática esté en el tórax, confirma la conexión entre el tercer y quinto nivel, donde los órganos torácicos sub-diafragmáticos son siempre solicitados.

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Estoy de acuerdo con Lowen cuando dice que hoy en día el ser humano es medio hombre y medio animal: de hecho, estamos acostumbrados a localizar en la parte alta del cuerpo todo el patrimonio intelectual y sentimental, y en la parte baja (subdiafragmática) todos los instintos sexuales.

LA RELACIÓN SADOMASOQUISTA No permitir al niño tener su propia manera es una cuestión de principios. Un niño puede sentir el antagonismo y reaccionar con súper agresividad. Una vez que las líneas de conflicto están delineadas, el resultado de la lucha puede ser desastroso. Si los padres ceden por culpa o, simplemente, para callar al niño, le estropearán. Al darse cuenta de su propia fragilidad, intentaran ser más firmes la próxima vez. Pero el niño, habiendo aprendido que puede abrir camino creando disturbios, luchará con más vigor. En estas situaciones, la batalla no tiene fin, a veces los padres vencen la resistencia del niño y otras desisten. Para el niño, el problema también se vuelve un problema de principios – por principio, se opondrá a cualquier exigencia de los padres.

“Un niño creciendo en tal ambiente, nunca desarrollará una fe en su vida. Aprendió que puede obtener lo que quiere, simplemente maniobrando y chillando más alto que la oposición. Sus oponentes, sin embargo, son aquellos de cuyo amor necesita, incluyendo todas las personas con quien el niño desea tener intimidad. También aprendió a manipular personas, jugando con sus culpas y usará esta táctica cuando su intimidación no consiga alcanzar el fin. El carácter que se desarrolla de estas experiencias tiene un fuerte vestigio sadomasoquista”. La relación sadomasoquista demuestra la polaridad de la fase de exploración. El carácter psicopático y el carácter masoquista son el interior y el exterior de cada uno. Todo masoquista, bajo su sumisión, contiene el resentimiento enterrado y el impulso reprimido de dominar, patentes en la persona psicopática. Todo psicópata, bajo su dominación, esconde el miedo de colapso y humillación.

EL SUPEREGO El superego es la suma de todas las impresiones determinantes provenientes del otro-que-no-yo, que, ejerciéndose sobre el Yo (movimiento expresivo) potencial, inducen a una modificación funcional-económica de mis emociones frente a la realidad que experimento.

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(“Impresiones” se debe entender en el sentido etimológico, esto es, movimientos energéticos que hacen presión sobre mi). Estas “me contienen” y “me modelan”. “Me contienen”: definido como mi campo de acción, mi espacio; marcan los limites de mi halo energético, son limitantes, por lo tanto, de mi tendencia a la “no-orden”. Importa aclarar que la intensidad, esto es, la cantidad y cualidad de las impresiones es lo que puede determinar efectos más o menos castradores de mi expansión-contracción biológica de base. “Me modelan”: sucesivo al “me contener”, me induce a la organización, o a “más orden”, a mejor adaptación al sistema social; me produce un referencial, un desplazamiento-inversión energético, el esquema al que debo tender, “el Ideal del yo”. Freud afirma que la formación del superego corresponde a la decadencia del complejo de Edipo, enriquecido por las contribuciones ulteriores que provienen de las exigencias sociales y culturales (educación, religión, moralidad). El niño, renunciando a la satisfacción de sus deseos edípicos afectados por la prohibición, transforma su inversión “en los padres” en identificación “con los padres”, interiorizando la prohibición. El superego usa la prohibición, mediante la represión y la remoción, creando un esquema de valores característicos de cada cultura, pero también específicos en cada individúo. ¿Pero, todo eso, leído de acuerdo con el código energético, no hace parte de las posibles impresiones determinantes provenientes del otro-que-no-yo? Ferenczi enfatiza la posibilidad de estadios persecutorios del superego o de la importancia de la educación del esfínter. Esto es, del hecho que la interiorización de las prohibiciones precede en mucho a la decadencia del Edipo. R. Spitz encuentra tres elementos “primordiales” del superego: en las acciones físicas impuestas, en el intento de dominio mediante identificación con los gestos, en la identificación con el agresor. Pero entonces, me pregunto ¿un útero rígido-contraído o elástico y armónico, no hace parte de las posibles impresiones determinantes provenientes del otro-que-noyo? El superego empieza con la vida. El concepto freudiano de superego, pese a que, con significados, límites y modalidades diferentes en las distintas corrientes doctrinales de la “psicología”, fue ampliamente aceptado como plano de estructura funcionalmente relacionado con otros planos en la organización de la “psique”. Aprendemos de A. Lowen que el “superego es una categoría de los procesos psíquicos, pero actúa, para controlar los impulsos, mediante el aparato muscular” aunque “los músculos sujetos a las inhibiciones del superego estén crónicamente contraídos y ocultos a la percepción” 18

AMBIVALENCIA El término ambivalencia fue utilizado por Bleuler (y después utilizado por Freud), para describir tres aspectos dinámicos de la psique. El primero, voluntario y consciente, en relación a un problema de elección, el segundo inherente a una posición intelectual contradictoria frente a una cierta forma de pensamiento lógico y el tercero, en el plano afectivo, para describir la coexistencia de pulsiones y emociones contradictorias en relación al mismo objeto. Bleuler afirmaba que la ambivalencia era típica de las manifestaciones psicóticas, más tarde, sin embargo, admitió que se encontraba también entre los sujetos normales... Personalmente, pienso que es justamente en los psicóticos donde no existe. Al final, la ambivalencia, paradójicamente es la expresión de la libertad del hombre, visto que nuestra única libertad es la de la elección, y que la duda o la indecisión constituyen una confirmación de la existencia de la libertad. De acuerdo con Freud, hablamos de ambivalencia cuando encontramos simultáneamente pulsiones de odio y de amor, agresividad erótica y destructiva. Existe ambivalencia en toda situación de conflicto y aunque es la base manifiesta de la obsesión, en las otras manifestaciones de carácter o en los otros síndromes, uno de los dos aspectos es generalmente remoto. Ya que en el psico-neurótico existe una afectividad aunque inmadura, la ambivalencia se manifiesta como una alternancia entre el estado de alma de amor y de odio, como tendencia a la duda y a la indecisión, como inseguridad de la propia identidad sexual, como necesidad de tranquilidad, acompañada por una verificación compulsiva de afirmación del Yo. Los actings destinados a la superación de la ambivalencia neurótica consisten en abrir y cerrar las manos (coger-soltar). En dar puñetazos con los dos brazos mientras se dice “yo” y, después, “no”, y después otra vez “yo” (afirmar el Yo intra psíquico que es la identidad, oponerse con fuerza a la violencia, afirmar el Yo inter psíquico); tender los brazos / o manos hacia arriba unidireccionalmente, en un gesto de amor, de aceptación y disponibilidad, en el momento en que se supera la pulsión reactiva del odio. Quiero recordar que, mientras el amor es una acción, el odio es una reacción. La misma ansiedad de origen diafragmática, exprime la ambivalencia; los dos tiempos de inspiración y expiración lo demuestran; el ansioso está en situación de inspiración crónica (alejó la importancia de la expiración). La presencia de aspectos ambivalentes en todos los niveles del cuerpo y, por lo tanto del carácter, explica la opinión de Freud según la cual, la ambivalencia es un hecho natural imposible de superar. Es evidente que sólo un trabajo con base metodológica, centrado en el cuerpo, como la vegetoterapia, puede desanclar la ambivalencia para después superarla.

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Características Físicas  Fuerza muscular que no se encuentra en el carácter oral.  Masoquista: pesado y poco agresivo.  Agresividad relacionada no al movimiento, sino a la supresión de este.  Tendencia a la auto-depreciación, sentimientos de menos-valía e inferioridad.  Masoquismo: impulsos naturales instintivos unos contra otros.  Cuerpo corto, grueso, musculoso.  Recuerda a un gorila: espalda redondeada cuello corto y grueso muslo musculoso  Músculos súper desarrollados: pantorrilla, parte anterior del muslo.  Músculos abdominales contraídos (tendencia a encoger la tripa).  Pelvis forzada para adelante.  Nalgas achatadas.  Pies con arcos muy contraídos (contacto limitado con el suelo).  Postura: recuerda la figura de un perro con la cola entre las piernas.  Expresión facial de ingenuidad.  Tensiones: Garganta (hombros erguidos) Ano (nalgas y muslos) Parte posterior del cuello Parte posterior de los muslos  Falta un sentimiento de la espina dorsal.  Tendencia a caer al suelo (dificultad en mantener el cuerpo erecto).  Piernas inmovilizadas.  Movimientos: Bruscos Interrumpidos Indirectos

Características Psicológicas  Ambivalencia.  No direccional.  Manipulación de situaciones.  Inhibición del pene, opuesto a las tendencias exhibicionistas normales del niño: 20

el masoquismo resulta de actitudes de desaprobación y escarnio durante los primeros años de vida.  Descarga: en el masoquista es agradable, aunque no libere de manera alguna la excitación disponible, le gusta retener el placer; esto provoca una disminución de su potencia sexual.  Espera que el analista “haga por él”: dependencia muy grande. Por otro lado, hay el odio, el desprecio, el asco y la hostilidad que eran sentidos por los padres.  Es necesario en el tratamiento del masoquista, exigir la expresión de sentimientos positivos.  El masoquista busca la realidad, pero con tal cantidad de dudas, que el gesto es anulado antes de alcanzar los objetivos.  La supresión activa de la independencia y afirmación del niño constituyen el trauma de esta personalidad.  La interferencia y la dominación o ataques sobre las funciones oral y anal del niño son especialmente responsables por el cuadro masoquista.  Desarrollo de la libido: fijación pre-genital.  Patrón energético: alternancia entre ansiedad y caída en el abatimiento.  Ego frágil:

dificultad de auto-afirmación dificultad de auto-regulación

 Superego severo.  Ambivalencia - amor y odio.  Poco agresivo.  Desconfianza al abordar el mundo.  Negativismo.  Auto-depreciación.  Reducida espiritualidad: “pies en la tierra”.  Conducta provocativa.  Tendencia a quejarse.

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Abordaje Terapéutico  Establecer un determinado contacto con el espíritu aprisionado. El terapeuta debe siempre ofrecer su simpatía, comprensión y apoyo frente a los repetidos fracasos.  Para establecer la función genital deberá ser eliminada la ambivalencia entre agresividad y sentimientos tiernos y conseguir un determinado grado de fusión instintiva.  La disolución de las tensiones y rigidez muscular depende del conocimiento de la dinámica de los movimientos corporales.  La estructura masoquista está basada en una musculatura súper desarrollada y contraída; a fin de romper las rígidas contracciones, son necesarios movimientos de extensión y alargamiento.  Traer a la conciencia las profundas tensiones que bloquean la escápula y el antebrazo. Toda la acción es una vigorosa afirmación del Ego.  Se deben estirar los músculos del muslo que están contraídos, así como desarrollar la movilidad de la pelvis.  El paciente debe conocer los medios de alcanzar y mantener una sensación de relajamiento y relleno en la pelvis.  Uno de los aspectos más importantes – cuello de Toro – cuello musculoso, grueso, mucha rigidez.  La dura tensión que limita el cuello está localizada en músculos internos, que no se alcanzan con movimientos conscientes comunes.  Tendencia a “encoger” la barriga y erguir el entablado pélvico a fin de detener la ola descendiente de excitación. La contracción activa tiene la función de prevenir una experiencia dolorosa (orgasmo).  Masoquista: músculos espásticos del pié y de la pierna.  La expresión facial típica es de inocencia o ingenuidad: 1) inocencia, de ojos muy abiertos; 2) sonrisa bien intencionada; 3) estupidez sonriente. Por debajo se encuentra el miedo, el desprecio, la expresión de enojo, el niño amedrentado.  El pavor debe ser expuesto.  El trabajo analítico con el paciente masoquista es fundamental.  Concienciar el “abatimiento”, el “sufrimiento” masoquista.  Concienciar la expresión corporal y facial.  Valorar la auto-aserción y afirmación.  Trabajar la ambivalencia a varios niveles:  

oral/torácico anal 22



fálico

 Trabajar el “demonio” incorporado en el diafragma.  Atenuar el Superego cruel.  Concienciar la resistencia, sensación de fracaso, “boicot”, “esfuerzo”, “querer que el otro haga por él” en la transferencia “quiere que lo libere, pero desconfía”.  Concienciar del intento de ayudar al terapeuta, “buscar aprobación”.  Comenzar por estimular la expresión de los sentimientos negativos, tales como: “Yo no voy a hacer”; “Le odio”; Esta respuesta debe incluir al terapeuta, porque el carácter masoquista tiene una actitud especialmente negativa respecto a la terapia o análisis.  Concienciar de la profunda desconfianza.  La empatía por el sufrimiento real del masoquista y la aprobación a cada expresión positiva deben estar presentes en el trabajo psicoterapéutico.  El masoquista provoca hasta “un cierto punto”, hasta conseguir un cierto alivio emocional. Es más provocante que agresivo.  Debe ofrecerse al paciente simpatía, comprensión y soporte en relación a sus repetidos fracasos, a la desesperación, a la desconfianza y al antagonismo a la terapia. Equilibrar una actitud de simpatía y el análisis crítico de su comportamiento.  Debe ser disuelta la rigidez del sistema muscular.  Deben ser liberados los movimientos bloqueados.  Debe ser eliminada la ambivalencia entre agresividad y sentimientos más tiernos, y conseguirse un cierto grado de fusión instintiva. Esta es una función genital.  Si nuestro conocimiento y fé son más fuertes que toda la desconfianza y hostilidad que el paciente consigue reunir, la terapia tendrá éxito.  Para reducir la rigidez muscular, existe todo un conocimiento teórico.

Algunas Sugerencias  A fin de romper las severas contracciones, son necesarios movimientos que impliquen extensión y alargamiento.  Golpear el diván o camilla: trae a la superficie las profundas tensiones que bloquean la escápula y el antebrazo. Emplear movimientos que abran y liberen las tensiones profundas de la cintura pélvica.  Deben estirarse los músculos del muslo, así como desarrollar la movilidad pélvica. Alcanzar relajamiento de la pelvis.  La severa rigidez que acorta el cuello está focalizada en la musculatura 23

profunda, donde los movimientos conscientes no llegan. Estos músculos reprimen el odio inconsciente y bloquean la expresión de impulsos que se mueven hacia arriba.  Aumentando la tolerancia al dolor, aumentamos la tolerancia al placer.  Exigir la expresión de sentimientos positivos.  El cliente masoquista: 1) Espera que el terapeuta lo apruebe. 2) Espera que el terapeuta haga por él. 3) Ve el desprecio, la desconfianza, el odio, la hostilidad.

El Solidificador Solidificar La habilidad de contener el nuevo nivel de excitación se desarrolla en la fase de solidificar. El movimiento disminuye a medida que se usa la energía para contraer, endurecer, consolidar y construir músculos. A través de éste ejercicio, el cuerpo desarrolla una reserva de energía. La pared muscular se vuelve más gruesa y actúa contra la liberación impulsiva reprimiéndola y evitándola. Esto promueve el desarrollo de un abastecimiento de energía constante. La fase de solidificar se ve en el cuerpo musculoso fuerte del operario.

El Solidificador Lento y constante, resistiendo cuando le empujan, la persona concreta se convierte en los cimientos y la roca. Evolucionando despacio, constantemente, para no haber sorpresas. Resolución y determinación garantizan un movimiento metódico. Metódicamente, sin gracia, se hace el trabajo. Un tono lloroso y demora quieta son los únicos indicios del sufrimiento y quejas internas. Sentado quieto y contenido, expresa su desafío. El solidificador es una persona fundamental. Orden y practicidad son la base de su vida. Maestros de la contención, los solidificadores, traen fuerza y límites a las visiones y objetivos de los otros, mientras ocultan sus propios sueños, esperanzas y deseos, por miedo de la humillación y del desdén. 24

Sirviendo, reprimen una secreta actitud de superioridad. La contención es el sacrificio de la libertad. Cuando la contención falla, ocurre una explosión emocional poderosa. De apariencia musculosa, los movimientos internos son contenidos por los músculos externos. La falta de desarrollo es evidente en el tono opaco, a veces hasta marrón de la piel. El movimiento contra la barrera es un trabajo duro. El progreso es lento. La contracción constante endurece los músculos. Ya su peso le reduce la locomoción. El solidificador puede presentar una postura semejante a la de un gnomo achaparrado que cede bajo el peso de la contracción, o una postura erecta que expresa el esfuerzo de oponerse a la contracción, como un soldado responsable, un cuerpo pesado, con piernas sólidamente plantadas en su lugar. La aventura sin límites es sustituida por la estabilidad a medida que el movimiento se vuelve más equilibrado en una relación más firme con la tierra y con límites psicológicos y físicos más sólidos. El potencial del libre movimiento y del cambio se pone al servicio de lo que se define, por una definición externa, como lo que será adecuado. El solidificador es moldeado por los padres, para corresponder a los patrones deseados. El comportamiento correcto es provocado por codazos y empujones. El desvío es castigado con vergüenza y humillación. Las expectativas están basadas en exageración de „bueno” y “malo”, categorías de adaptación social.

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Características de las Estructuras Densas

Papeles Resistir Defender Luchar Apariencia Compacta Empujado hacia abajo Lleno Superficie Presionado Estado de Espíritu Rebelión Lucha Defensa Repulsa Rechazo Sentimientos/ Cualidades Emocionales Desconfiado Lleno de dudas Posesivo Se anula a sí mismo Confiable Miedoso Derrotado Esperanzado Compasivo Desafiante No respetado Leal Servil Determinado Temoso Humillado Empático Protector Miedos Atacar a los otros Hacerse mayor Independencia Vínculos Quedarse fuera de control

Categorías Psicológicas Tradicionales Depresivo Pasivo-agresivo Implosivo Auto-negación Funcionamiento Psicológico Pesimismo x realidad Negación x afirmación Independencia x dependencia Persistir x no desistir

Postura Corporal Cerebro denso Cuello corto Pecho frío y débil Hombros levantados Diafragma duro y achatado Pelvis y piernas compactas Características Básicas Seriedad Retraimiento

Relación con pares y subordinados Vengan a mí Cooperativo Leal Indirecto Confiable Relación con cónyuges e hijos Empático Auto-sacrificio

Funcionamiento Sexual Se relaciona con los La pelvis empuja Movimiento sexual es Excitación otros Limitada exteriormente Volverse más pequeño exprimido Volcánica interiormente Mantiene a los otros Tiene sentimientos, Eruptiva alejados pero está en una trampa Intensificada Amortecida Estilo de lucha Educación somática y Se vuelve impasible orientación clínica Espera a pasar Ablandar la pared Motilidad Investidas compactadas externa Límites espesos Alargar el cuello, Relación con la Expansiones intensas separándolo del tronco autoridad No consigue derretir Busca la aprobación Separar las bolsas Boicotea Estimular la aserción Es servil Estirar Relación con el suelo Empujado para dentro “Dígame que hago” Aliviar Inflexible Restaurar el ritmo Hacer que la excitación En el trabajo Inhibido y la pulsación se Bolsas Inflamadas mediante Dedicado muevan para fuera compresión Luchador Desconfiado Segundo en el mando Experiencia de si Cooperativo mismo En los músculos Precavido esqueléticos, en la Rebelde profundidad de los Aislado intestinos Afirmativo En el sistema nervioso Está consigo mismo autónomo En el abdomen, pecho, cuello, pelvis y piernas 26

TENSIÓN Y ESTRUCTURA DEL CARÁCTER David Boadella

Una síntesis de conceptos Basado en el trabajo distribuido en el “Travistock Institute of Human Relation” en Londres, el 18 de Enero de 1974

Versión Preliminar Traducción: Dra. Ana Luiza Mentz – asistente y miembro de la Escuela de Biosíntesis de Rio de Janeiro

Revisión Científica: Dra. Esther Frankel – directora de la Escuela de Biosíntesis de Rio de Janeiro

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PARTE V: EXPLORACIÓN Y REPRESIÓN: LA LUCHA POR LA REALIZACIÓN Los problemas de la posición esquizo-histérica y de la posición paranoide-depresiva pueden ocurrir separadamente o coexistir. Pueden encontrarse personas depresivas con un fuerte componente esquizoide y personas histéricas con un elemento paranoide en su estructura. Toda y cualquier combinación de estas defensas puede estar presente y ayudar a moldear las defensas particulares asociadas a la tercera y a la cuarta fase del ciclo de la madurez. ¿Cuáles son las características de la fase de exploración? Explorar significa literalmente "brotar". Se encuentran evidencias del comportamiento exploratorio incluso en animales unicelulares como la ameba. En animales superiores, este comportamiento está normalmente asociado a los movimientos a través de los cuales exploran su espacio de vida. En el caso de los mamíferos, que tienen un prolongado período de vinculación a la madre, la principal fase de exploración empieza con el inicio de la locomoción, que depende de la capacidad de caminar, y por lo tanto de dar los primeros pasos hacia el mundo, distante de la madre. Anthony Barnett, un zoólogo de Glasgow, al discurrir sobre el comportamiento exploratorio de animales reconoció que: "Este tipo de comportamiento depende de la libertad a partir de orientaciones fijas, y permite la independencia de las exigencias del ambiente inmediato." (21) Alexander Lowen sugirió que el derecho de ser libre y el derecho a ser independiente son derechos fundamentales, y su frustración lleva a las reacciones de carácter psicópata y masoquista respectivamente. Lowen define libertad como la no sujeción a las necesidades de los demás, especialmente al control de los padres. Relaciona la independencia a la capacidad del niño de desarrollar la auto-afirmación a través de la oposición a las exigencias de los padres. No está clara, para mí, la diferencia entre libertad e independencia, y prefiero considerarlas, como Anthony Barnett, como dos aspectos de la necesidad de explorar su propio ambiente y tomar decisiones sobre estas necesidades. De esta manera, es fácil ver las defensas psicópata y masoquista como reacciones polares al principal bloqueo a la exploración, que es la represión. Lowen relaciona la represión a eventos ocurridos entre el primer y el tercer año de vida. “Eso proviene de una madre que es súper protectora, súper solícita o súper „cuidadora‟. El interés 28

material en el bienestar del niño es un sustituto del cariño y afecto que deben acompañar la creciente independencia del nuevo individuo. Eso se llama „sofoco‟ (smothering) al revés del 'maternage‟ (mothering). Esta actitud puede tomar la forma de alimentación forzada, ansiedad e interés en el funcionamiento intestinal, y un celo excesivo para que el niño no se hiera en alguna actividad física. Esto es hecho en nombre del amor, pero es reprimir el crecimiento del ego del niño. Resistencia y rebeldía son al momento erradicadas, auto-afirmación y auto-regulación no son permitidas. Bajo la creencia que „la madre sabe mucho más‟ el espíritu del niño es literalmente aplastado, oprimido”. (4) En las dos primeras fases, la vinculación y la sustentación, el concepto de tensión (stress) transmarginal fue usado como un límite de distinción entre dos tipos polares de reacción de carácter, una forma activa de protesta y una manera más pasiva de protesta. Como respuesta a la amenaza de represión a sus necesidades exploratorias, el niño tiene igualmente la elección entre dos maneras de reaccionar, y la dirección que elige puede corresponder de la misma manera a la gravedad de la tensión (stress). Básicamente lo que está en juego en este período es la lucha por el poder. Si los padres tienen éxito en la lucha para quebrar la voluntad del niño y oprimir su espíritu resultará en una defensa del carácter típicamente masoquista. Si por el otro lado, el niño reacciona, afirmando su poder y control, está formada la base para un patrón de reacción psicópata. Opresión o deformación de la pulsación longitudinal del cuerpo es la amenaza básica al metabolismo energético. Esto lleva a la compresión de la energía en los segmentos inferiores del cuerpo con congestión y bloqueo de la pelvis y una flexión súper activa del cuerpo en el patrón masoquista; o un desvío de la energía para arriba, para los segmentos superiores del cuerpo con la expansión de las áreas del pecho y de la cabeza (en el caso del psicópata). Estando la reserva principal en una u otra extremidad del cuerpo se queda sujeta a presión, lo que deforma el formato longitudinal del cuerpo haciéndolo más macizo que el de otras estructuras.

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ANALIDAD Y MOTILIDAD Los dos patrones de reacción se forman en lo que Freud denominó el período „anal‟. ¿Cuál es la relación existente entre analidad y exploración? Bjorg Christiansen exprime esta relación de la siguiente manera: "El proceso de excreción es más que una pasiva experiencia de placer. Para el niño parece representar una nueva área de contacto con el ambiente. Los productos de su excreción le despiertan intereses positivos donde sabor, olor y, tacto están involucrados y, en su sentido más amplio, este proceso parece ser un importante campo de experimentación para que el niño desarrolle sus tendencias de auto-descubrimiento. Al dejar salir el producto anal, que es parte de si mismo, el niño aprende a soltar o desconectar su relación simbiótica con la madre.” Este período de desvincular la relación con la madre coincide con el período de caminar. Gerda Boyesen describe así este período: “El placer de chutar y el placer de auto-afirmación están íntimamente conectados a la sensación del flujo del cuerpo, alcanzando los músculos glúteos que son el punto de „sustentación sobre sus propios pies‟. Estos levantan el cuerpo y lo vuelven independiente. También levantan el cuello. Esto da un sentimiento de identidad, de independencia y de valor propio, de valor como ser individual. Este proceso también hace la respiración más libre, la postura erecta y altiva, y una dignidad natural, que es típica del porte de un ser humano independiente.” (18c) Un caminar agradable es un delicado compromiso entre, entregarse a la gravedad y resistir a ella. Entregarse en demasía significa caer y desplomarse. Resistir en demasía a la gravedad produce un efecto en la postura como si estuviésemos cogidos en el aire. Los dos deforman el andar natural y con eso la capacidad de mantenerse de pie, y de moverse fácilmente. El entregarse demasiado a la gravedad está asociado a los músculos hipotónicos, y la respuesta de resistencia a la gravedad a músculos hipertónicos. Trygve Braatoy describe la relación entre postura y función anal con estas palabras: “El problema que surge cuando se enseña al niño a ir al baño demasiado pronto es que se intenta enseñarle una relación diferencial para mecanismos del esfínter en una época en la que la relajación del esfínter no se puede conseguir sin relajación general de los miembros inferiores. Relajar en el baño incluye, en esa edad, el riesgo de caerse en la taza. La testarudez 30

del niño es, en tales situaciones, ayudada por motivos respetables”. (22)

Lowen también mostró como el niño que es forzado a usar los músculos de las nalgas y muslos para obtener control anal, crea inmovilización de las piernas y disturbios en el andar y al ponerse de pie en el suelo. “La capacidad de explorar a su manera es la base del placer natural para realizarse. El placer principal aquí es hacer (doing) y realizar (making), crear (forming) y dar forma (shaping). “El niño demuestra un interés creciente en jugar con objetos, en desmontarlos y volver a montarlos de nuevo, en llenar y vaciar, en construir y demoler.” (15) Aquí están los orígenes del arte y de la ciencia, las raíces del jugar y la base de la satisfacción del trabajo productivo: "El producto de la excreción de un niño es su primera forma productiva. El proceso de defecar por sí solo le proporciona un campo de test para su auto-control. El producto de la excreción despierta su interés, inicialmente como algo para soltar, y más tarde como algo que puede manipular y sobre lo que puede tomar decisiones. Su manipulación y decisión significan que una autonomía interna está comenzando a tomar forma... pese a que las cuestiones del control anal sean un importante aspecto, son probablemente sólo un fragmento de la cuestión general”el control psíquico y motor del niño.” (15) Las reacciones del carácter de la fase de exploración surgen de la lucha por el control. El niño puede someterse a sus padres, y externamente aceptar su control y represión; o puede resistirse y afirmar su propio control de manera a obtener poder sobre los padres. Una tercera posibilidad es una composición de estas dos posiciones: usar la energía del control contra sí mismo, y conquistar una independencia condicional de sus padres, transformándose en el controlador de sí mismo.

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CONCILIACIÓN MASOQUISTA Y AMENAZA PSICÓPATA

Las dinámicas de energía del carácter masoquista fueron delineadas de forma excepcionalmente clara por Reich (1), Lowen extendió y profundizó nuestro entendimiento de éstas dinámicas. (4) Reich basó su relato del masoquismo en el descubrimiento de Freud que “masoquismo y sadismo no son una antítesis absoluta, y uno nunca ocurre sin el otro. Masoquismo y sadismo pueden transformarse uno en el otro”. Reich vio esta relación como una antítesis dialéctica. Reich afirmó que la agresividad sádica no está, como Freud inicialmente pensó, limitada a la fase anal. Hizo una distinción entre el sadismo oral, basado en frustraciones al mamar (relacionado en el presente texto con la antítesis paranoide-depresiva); sadismo anal, basado en frustraciones del placer anal, que resultan en la necesidad de pisotear, dominar y pegar (relacionado aquí con la antítesis psicopato-masoquista); y sadismo fálico, basado en frustraciones del placer genital, que están relacionadas con los bloqueos de la cuarta fase del ciclo de crecimiento. Las tres formas de sadismo están íntimamente conectadas, de manera que en los patrones de carácter fálico (que serán descritos adelante) serán encontradas frecuentemente sub-estructuras psicópatas y/o paranoides. Sin embargo, poco ha sido escrito sobre el carácter psicópata, y una de las razones para tal, es el hecho de que individuos psicópatas raramente van a terapia, una vez que buscar terapia les pondría en una relación de inferioridad. (one-down). El individúo psicópata reacciona a la amenaza de represión con opresión y enfrenta los intentos de opresión volviéndose arrogante. Charles Rycroft, en su libro interesantísimo "Anxiety and Neurosis" (ansiedad y neurosis), que también intenta ver las reacciones del carácter como respuestas biológicas a la tensión (stress), hace una distinción entre defensas en forma de ataque y defensas en forma de sumisión. Rycroft relaciona la respuesta de ataque a lo que llama de „defensa obsesiva‟ y en su relato deja claro que abarca elementos de la necesidad psicópata de controlar a los demás y de la necesidad del carácter compulsivo de controlarse a si mismo. “La defensa obsesiva consiste, entonces, en intentar vivir con la ansiedad inherente a todas las relaciones humanas, amenazando todas las tendencias espontáneas tanto en nosotros mismos como en los demás, como si fueran peligrosos invasores de un territorio sobre el cual se adquirió

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el poder absoluto y el conocimiento. Adopta entonces la misma defensa que los animales contra los invasores de sus territorios. Esto es, atacar en un intento de expulsar al intruso o forzarlo a la sumisión. Cuando el intruso es una parte alienada del yo (self), la respuesta de ataque se manifiesta como represión; cuando es un comportamiento espontáneo de otros, el intento es de controlarles y dominarles negando su realidad como agentes libres.” (12) Etólogos estudiaron los patrones de reacción de animales, y en particular sus movimientos intencionales. (21) Hicieron una distinción entre movimientos intencionales de amenaza cuando el territorio de un animal es invadido; movimientos intencionales de conciliación cuando el animal se encuentra en el territorio de otro; y actividades de desplazamiento cuando un animal está entre la amenaza y la conciliación en la frontera o en el margen de su territorio. Relacionando esto con el desarrollo de las reacciones del carácter, la lucha por el control entre el niño y sus padres puede ser vista como una lucha de territorio. Inicialmente el territorio que el niño reclama es su propio cuerpo, y más tarde el espacio que desea explorar. Si el niño acepta las revindicaciones hechas sobre su cuerpo por los seductores o sofocantes padres, va a ceder territorio vital; si al contrario, afirma su señorío y dominio puede llegar a amenazar los derechos de los padres. Si el masoquista se identifica con sus sentimientos de culpa y vergüenza es porque intenta ocultar las tendencias opuestas de acusación (culpar al otro) y rencor. Lo contrario es válido para el psicópata. Lowen describió la lucha por el control entre padres e hijo en los siguientes términos: “Es una cuestión de principio no dejar al niño tener su propia manera. El niño puede sentir el antagonismo y reaccionar con agresividad excesiva. Una vez que las líneas del conflicto están trazadas, el desenlace de la lucha sólo puede ser desastroso. Si los padres gritan por culpa o simplemente hacen al niño calmarse, estarán "estropeando" al niño. Percibiendo su debilidad, intentaran ser más firmes la próxima vez, pero el niño habiendo aprendido que puede conseguir lo que quiere creando confusión, luchará con más vigor. En esta situación la lucha no tiene fin, a veces los padres vencen la resistencia del niño y a veces ceden. Para el niño, esta cuestión pasara a ser una cuestión de principios – por principio se opondrá a cualquier exigencia de los padres.”

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“Un niño que crece en una situación de estas nunca desarrolla la fe en la vida. El aprendió que puede conseguir lo que quiere simplemente a través de maniobras estratégicas o „chillando‟. Sus opositores, sin embargo, son aquellos de cuyo amor

necesita y en esta categoría estarán

incluidos todas las personas con quien desee tener intimidad. También aprendió cómo manipular a las personas, jugando con sus culpas y usará esta táctica cuando su tiranía le falle y no alcance sus fines. El carácter que la persona desarrolla a partir de esta experiencia tiene un trazo sadomasoquista”" (8) La relación sadomasoquista demuestra la polaridad de la fase de exploración. El carácter psicópata y el carácter masoquista son uno y el contrario del otro. Todo masoquista, por debajo de su sumisión, tiene rabia almacenada y necesidad reprimida de dominar, que es enorme en la persona psicópata. Todo psicópata, por debajo de su dominación, oculta el miedo de desmoronarse y de la humillación. Así la lucha entre ellos, si se relacionan, será la siguiente: El masoquista es oprimido, el psicópata oprime. El masoquista se somete y sufre para mantener la paz, el psicópata domina y hace que las personas sufran con el objetivo de vencer su guerra. Si un masoquista siente que lo alejan o amenazan demasiado, puede transformarse en opresor, pero no por mucho tiempo. Prefiere inducir o persuadir para conseguir lo que quiere, y puede entonces volverse conciliatorio. El psicópata no puede perder, el masoquista no puede vencer. El psicópata no da la mínima importancia a las personas, las pisotea y destruye, – no tiene el menor respeto por las necesidades de los demás. El masoquista es pisoteado, despedazado – no tiene el menor respeto por sí mismo. Si un psicópata pierde entra en una depresión masoquista y se siente derrotado. Reacciona a cualquier caída como si fuese una humillación increíble y pérdida de "estatuto" (loss of face). Su defensa es humillar a los demás. El masoquista quiere proximidad y contacto, pero provoca hostilidad en la búsqueda para alcanzarlas. El psicópata huye de la proximidad y de la intimidad, el es hostil para evitarlas. El masoquista se cuelga, se inclina para abajo, se arquea. El psicópata está suspendido en el aire, da codazos y “se sube encima de las personas”. El masoquista puede renunciar a su vida buscando a alguien para probar su amor; el psicópata pasa la vida esperando que los demás le den lo que él exige. La postración (collapse) de la posición masoquista es defendida por un esfuerzo compulsivo, de manera que su defensa de carácter tiene elementos de compulsión. Esto explica, conforme Lowen

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indicó, porque el masoquista se caracteriza por un lado por un "Yo estoy intentando agradarte" y por otro por un "yo nunca voy a desistir, no importa lo que hagas conmigo".

UNA NOTA SOBRE COMPULSIÓN

El carácter compulsivo fue descrito tanto como una reacción de defensa asociada a problemas de control anal, como un tipo de rigidez asociada a la fase genital del desarrollo. Para Lowen : “El concepto de carácter compulsivo se usa ampliamente en escritos analíticos. En verdad esta es una clasificación basada en un síntoma y no en la estructura dinámica subyacente a este. Compulsión por si sola es una defensa contra la caída, el fracaso o la derrota masoquista. En el masoquista, la compulsión es una defensa floja, en la estructura rígida es una defensa poderosa. Justamente porque la defensa es buena y la caída y el fracaso son evitados, estaremos justificados por ver el carácter compulsivo como rígido.” (4) Lowen apunta siempre la rigidez como un problema genital, pero esta puede ser determinada por otros factores diferentes de la frustración genital. En reacción a la represión, asociada a este período, la rigidez del tipo compulsivo es una reacción posible. Si es bien conseguida la reacción continúa cuando las frustraciones de la genitalidad son enfrentadas. El verdadero carácter compulsivo es el resultado de un compromiso entre amenaza y conciliación. De esta forma, sigue la preponderancia de actividades de desplazamiento como un síntoma neurótico. En la sexualidad hay una propensión entre la seducción y el estupro. De hecho puede ser útil pensar en compulsión bajo tres aspectos: dominación compulsiva, conectada al patrón de reacción psicópata, auto-control compulsivo (relacionado al tradicional carácter compulsivo) y sumisión compulsiva, relacionada a la posición masoquista.

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Lo que es cierto es que cualquiera de estas tres reacciones que un niño desarrolle como un medio de vivir con las amenazas a su exploración, tendrá como resultado una grave perturbación que impida una función de trabajo placentera. El niño “pierde la íntima relación con su propia productividad y creatividad. Sus placeres en los procesos de crear (shaping) y moldear (forming) son fácilmente bloqueados en favor de una actitud conveniente y ambiciosa en relación a la realización. Su auto-estima es limitada a su productividad, o su productividad orientada de manera perfeccionista preocupada con dar forma (y controlar) en detrimento del hacer y del crear.” (15) El placer de jugar y la creatividad son sustituidos por la ética de forzar y ser forzado, lo que a su vez va a formar la base sobre la que se construyen las relaciones, la comunicación con las personas y específicamente la vida sexual.

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AFECTO, COMPORTAMIENTO, COGNICIÓN

AFECTO La esencia de la subjetividad del masoquista es la desesperada sensación de estar preso en un círculo sin fin, de esfuerzo máximo, conducido por el pesimismo, la desesperación, profunda desconfianza y desesperanza en el futuro. Este sufrimiento crónico repetitivo lo soporta generalmente cuando lo comparte con alguien que lo escuche. Amigos, familia, compañeros y terapeutas mantienen normalmente la fe en estas personas sobrecargadas de problemas para al final acabar frustrados. Quienes trabajan con clientes masoquistas relatan siempre frustraciones y desánimos que se asemejan a las del propio masoquista. El problema del masoquista ha sido, y todavía es, uno de los problemas terapéuticos más difíciles que la psiquiatría analítica enfrenta. Después de una mejora superficial hay generalmente una recaída en los antiguos síntomas y quejas, y éste modelo tiende a repetirse a lo largo del análisis... el fracaso de Freud en superar ésta “reacción terapéutica negativa” en el caso del masoquismo le llevó a formular el concepto del instinto de muerte (Lowen, 1958, p. 194). En resumen, algo muy activo en el paciente intenta destruir el tiempo, el amor, el interés y la comprensión cognitiva. Yo pienso que el terapeuta está aquí enfrentándose a la activación de los niveles más profundos de agresividad. Algunas veces es imposible solucionar estos serios obstáculos al tratamiento, no obstante, a veces es posible hacerlo a través de un abordaje esencialmente analítico (Kernberg, 1984, p.24). Si el terapeuta se pone con el paciente en el mundo real que lo desilusiona, éste contará sólo problemas, y la disposición de ánimo de ambos caerá en un profundo abismo. La única fuerza bastante eficaz para sacar a una persona de ésta trampa profunda es el deseo. El deber es demasiado débil. El deseo que deleita a la persona en cuestión puede ser aún así difícil de encontrar (Gustafson, 1992). La eficacia de ese desánimo puede ser fácilmente comprendida a través de la etiología y modelo de las relaciones del objeto ya presentadas. Cuando se bloquea toda expresión posible del yo libidinal hasta el punto de destruir la voluntad de la persona, tiene sentido abandonar la esperanza en el nivel más profundo de manera de no ser vencido, humillado o desilusionado de nuevo. Análogamente, la agresividad, resistencia y rebeldía de una persona pueden apenas ser expresadas en el sistema cerrado profundo en el cual el objeto malo es el blanco de la furia. Así, siempre que hay un enfado es auto-frustrante. La única agresividad exterior existe en la auto-frustración, que simultáneamente derrota al otro.

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Para recordar de nuevo ésta comprensión más esencial del masoquismo, la auto-derrota mantiene contacto con el objeto controlador o sádico (Prototipo I). El masoquista expresa enfado de la única manera disponible (Prototipo III). Controla y, sádicamente abusa sin reconocer la responsabilidad por hacerlo así (Prototipo IV). El objeto alcanza la condición de deseo compulsivo, que secretamente mantiene viva la esperanza y el orgullo al demostrar perversamente la capacidad de recibir castigo (Prototipo II). Para ésta estructura de carácter, todos los caminos llevan al mismo final – auto-derrota. El masoquista es un tipo de un solo registro, pero con una diversidad increíble dentro del mismo, y con variaciones de las determinantes de motivación para cualquier registro dentro de esa única clase. En otras palabras, algunas veces este registro representa un intento de relacionarse con el objeto malo, otras sirve para rebelarse contra este, y otras parece derrotar a los otros o mantener integridad al demostrar su capacidad de resistencia al sufrimiento. Muchas veces se logran varios de estos objetivos con la misma acción. El masoquista se caracteriza también por una clara falta de experiencias placenteras. El carácter masoquista va desde excesivamente socializado a sádicamente controlado. Esta socialización tiene que ver a menudo con la inhibición de respuestas humanas naturales que proporcionan placer. El placer es una amenaza y su experiencia conducirá a ansiedad y culpa por lo que lo evita automáticamente y, aun cuando lo intenta, encontrará extremamente difícil sentir cualquier placer real o profundo. El placer provoca control o castigo del objeto malo internalizado, y el placer incita también a la esperanza de recibir el amor dado libremente, del que el masoquista se priva hace tanto tiempo. De manera no sorprendente, se observa que las características más importantes que identifican este carácter son frecuentemente el odio malicioso y el resentimiento. La conciencia de esta profunda negatividad varía entre los individuos de este tipo de carácter generalmente con más conciencia en los niveles más bajos del funcionamiento estructural. Conforme nos movemos hacia el final del trayecto evolutivo de este tipo de carácter, los individuos tienden a ser más sumisos, ansiosos y libres de culpa con poca conciencia de como su auto-derrota es derrotadora. Sus profundos odios e intentos de rebeldía son típicamente inconscientes. Otros, frecuentemente ven y sienten las consecuencias odiosas de sus acentuadas agresiones. El personaje masoquista, aunque a menudo se caracteriza por la desesperanza, mantiene la esperanza secretamente. El tratado sobre masoquismo de Theodore Reik (1941) está entre los mejores que intentan reflexionar sobre esta característica. Reik afirma que la capacidad de liberación de cualquier tipo de placer provoca ansiedad por causa del castigo que conlleva. Para controlar esa ansiedad, el individuo masoquista hace “un vuelo adelantado” del castigo de tal manera que lo experimenta primero (Prototipo I), y así reduce la ansiedad y justifica o permite el placer y la liberación. Bajo el punto de vista de Reik, el masoquismo social implica este proceso en relación a la agresividad y auto-expresión en el campo social. La diferencia, según Reik, es que el placer sexual primario y el placer en el sufrimiento son frecuentemente conscientes en el masoquismo sexual pero raramente consciente en el masoquismo social. El masoquismo en su forma social a menudo confía en la esperanza escondida y frecuentemente inconsciente de venganza o satisfacción en un futuro muy distante (ejemplificado aquí como Prototipo II). Sembrando para coger su propia recompensa en el cielo o en el futuro ejemplifica esta secreta y/o inconsciente forma de esperanza. Aquí también existen el egoísmo, la superioridad y consecuente defensa del masoquista.

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Como Gustafson (1992, pág. 34) escribe: “Nosotros habitamos con gran placer, todos nosotros, pese a que humillados en algún lugar secreto”. La tragedia continua del masoquista es que aun cuando se consigue alivio a través del sufrimiento, puede conducir a culpa. En la esfera social, el individuo masoquista cobrará algo en algún merecido ataque agresivo, u otra expresión positiva de la propia personalidad. Esto activará enseguida el objeto malo internalizado o anti-libidinal, que activará la culpa o ansiedad, sin importarle lo justificado que haya sido el acceso. Frecuentemente el ambiente también reacciona correctivamente, colocando al individuo de nuevo en su lugar masoquista. Esto es, naturalmente, el lugar familiar donde la agresividad, y particularmente la resistencia a la voluntad de otros fue reprimida. Así, la esperanza consciente y la confianza en un tipo positivo o medida inmediata es lanzada en el secreto o en la inconsciencia. Alguien tan consistentemente frustrado se vuelve atrincherado en su desconfianza en el mundo y particularmente en alguien que fue tan inocente o tonto como para ofrecerle esperanza. El cruel deseo de hundir a quien intente esto es endémico.

COMPORTAMIENTO Antes de describir el comportamiento que es característico del masoquismo, quiero enfatizar de nuevo que estoy presentando un modelo teórico y no un modelo estadístico. En otras palabras, prácticamente se puede encontrar cualquier comportamiento en cualquier estructura de carácter, y es realmente la estructura dinámica motivacional por detrás del comportamiento lo que determina los problemas característicos representados por su expresión. No obstante, una colección o patrón de comportamientos reflejados en una cierta actitud característica ciertamente señala la alta probabilidad de una dada cuestión distinta. En el caso del masoquismo, la persistente demostración de toda una gama de comportamientos que podrían ser ampliamente llamados auto-frustrantes, es generalmente explicativa de este tipo de comportamiento. Esto es particularmente verdadero cuando el comportamiento auto-frustrante transmite una gran negatividad, no solamente en dirección a si propio sino en dirección a otros. Aunque los comportamientos en cuestión son bastante auto-negativos y aparentemente pasivos, tienden a inducir contrariedad, irritación, y también abuso de los otros, provocando así más auto-frustración. Todo comportamiento que se puede caracterizar como psicopatológico o disfuncional en cualquiera de nosotros es de cierta manera auto-frustrante. Lo que distingue el masoquismo de otros es que existe, en un cierto nivel de consciencia, un placer perverso o satisfacción en el castigo auto-impuesto. Ese placer proviene del hecho de que el placer libidinal puede solamente venir de la auto-frustración o resistencia. Lo que distingue a los pacientes masoquistas de los demás es que la auto- frustración es la única forma de auto-integridad, resistencia y rebeldía olvidada en el repertorio. Ese placer perverso en el dolor que es auto-impuesto o de otra forma auto- iniciado, es el trazo distinto del masoquismo, que hace la auto-frustración masoquista hasta más resistente al cambio que en otras estructuras del carácter. El conocimiento de estas dinámicas ofrece la más singular dirección a los que desean cambiar esta posición. Aquí, volviendo a la afirmación concluyente de Gustafson, (1986, pág. 2001) de un elemento del trabajo de Bateson: “Todos los movimientos vistos son sólo miembros de una clase que es invisible”. En esta estructura del carácter, los 39

movimientos vistos son todos formas de auto-frustración, pero las especies invisibles son lealtad, resistencia, rebeldía, expresiones de voluntad íntegras y autónomas. Las otras formas de expresiones auto-libidinales pueden ser liberadas de tal manera que la voluntad de la persona no sea reprimida de nuevo. El masoquista puede entonces ceder “cortándose la nariz para dañarse la cara”. Algunas veces, el masoquista libera su rabia de manera tan violenta que provocará un tipo de venganza que intensifica el proceso masoquista y refuerza las decisiones del script o las creencias patogénicas de esta estructura. Esto puede ser parte de algún patrón de procedimiento del masoquista, o de mostrar la provocación que hay en esa personalidad. Una psicoterapia eficaz tendrá que liberar el odio de la inconsciencia, promover su expresión, y ayudar al paciente a dirigir y modular esa expresión. Habiendo dicho todo esto, vamos ahora a catalogar de nuevo los elementos visibles de esas clases invisibles, siempre recordando que estos comportamientos no son masoquistas, para nuestros propósitos, a no ser que sean elementos invisibles de expresión libidinal y por eso placenteros. Subordinación. “Los mansos heredarán la tierra”, dijo Jesús. La literatura imaginaria sobre el masoquismo sexual es quizás el mejor sitio donde se puede adquirir una comprensión de la posibilidad de aprendizaje sobre el placer de la esclavitud dolorosa, degradante y sin piedad. (Vide Rice, 1985). Tanto Reik como Reich enfatizan en sus tratamientos del masoquismo que el dolor no fue soportado por si solo sino por la liberación y placer de la sexualidad, que de otra manera sería prohibida. En el masoquismo social, la conciencia del placer o satisfacción es muy rara y nada obvia. En general, la servidumbre secreta de la satisfacción es la superioridad moral. Los individuos masoquistas son frecuentemente al menos vagamente conscientes de la culpabilizadora redención asociada a las buenas acciones. Debido al tipo de relación de los padres del masoquista y las reacciones a esta, él guarda una gran cantidad de culpa que debe ser trabajada. El desarrollo del narcisismo saludable y normal no fue típicamente permitido en esas familias, por lo que el individuo es conscientemente criticado aunque inconscientemente le mantienen en un tipo de martirio, cuyas recompensas vendrán más tarde. Reich (1941) es particularmente prolífico en sus relatos de las fantasías de los pacientes masoquistas, que más tarde demuestran sus superioridades, incluso incluyendo el tormento de aquellos que los atormentaron. Esas fantasías particularmente ilustran la compensación de adquirir la superioridad narcisista y expresión agresiva exactamente como el masoquista sexual adquiere la gratificación sexual. Retardo. Esta es una excelente estrategia para ser crónicamente infeliz y terriblemente irritante para los demás: Esté siempre insatisfecho con todo lo que le ocurre en la vida, quéjese constantemente, pero no haga nada positivo para cambiar su situación. Si su matrimonio está mal o si su trabajo no le trae ninguna satisfacción, certifíquese que continúa así, tendrá entonces un material inagotable para quejarse y justificar porque está usted tan mal. Si alguien sugiere una alternativa, aléjela porque no irá a resultar bien, o es algo que ya ha intentado. O intente, pero asegurándose de que no salga bien. Si alguien, en alguna ocasión le critica por alguna de esas decisiones, esté plenamente de acuerdo con la crítica, o auméntela todavía más, o si siente que puede, deje fluir su frustración y despecho contra ellos por causa de su falta de sensibilidad, incapacidad para intentar ayudarle o estupidez por no entender la situación desesperada en que usted se encuentra. Tanto si usted continúa con su comportamiento pasivo-agresivo habitual, como si opta por una rara indulgencia de agresividad, acuérdese de mantener siempre una posición

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moralmente superior. Al adoptar esta estrategia, usted permanecerá derrotado pero no estará solo. Al arrastrar al otro para abajo con usted, puede también justificar su posición y gozar de un cierto triunfo. A fin de cuentas, usted está acostumbrado a eso y nunca esperó nada distinto. Esta estrategia será particularmente eficaz con sus hijos, que tendrán más difícil que nunca rechazarle. Si tiene suerte, nunca le abandonaran, y puede usar esta solución para los problemas de la vida, durante toda su vida. Victimización del Yo. Los individuos masoquistas tienen una alta propensión a meterse en situaciones malas y una gran dificultad en salir de ellas. Es común casarse con una persona alcohólica, seriamente metida en drogas, o física o verbalmente abusadora. Igualmente común es quedarse preso en un callejón sin salida, tener un empleo inadecuado, trabajar para una compañía o un patrón opresor o explotador, o seguir una carrera para la cual se tiene poco talento. Estas elecciones tienen la ventaja psicológica, tanto interna como externa, de no parecer auto-infligidas. De esta manera, la persona masoquista puede evitar ser responsable por lo que es realmente un patrón de autoderrota. Relacionado con esto, es interesante observar que la decisión de la Asociación Americana de Psiquiatría de no incluir el desorden de la personalidad auto-frustrante en su Manual de Diagnóstico y Estadística ha sido más política que objetiva. Para tal, la razón comprensible aunque errónea fue evitar “culpar a la víctima”. Infelizmente, esta decisión caritativa es un paso necesario para cambiar estos patrones innecesariamente dolorosos, pese a nuestra comprensión de aportar la responsabilidad para el consciente. Para una discusión basada en datos sobre el desorden de la personalidad auto-frustrante consulte Fiester (1991), que llegó a la conclusión de que datos de estudios existentes muestran una prevalencia relativamente alta, levemente más alta en la proporción mujer-hombre, una buena consistencia interna, una significativa súper posición con otros varios desórdenes de la personalidad, y otros hallazgos menos importantes relacionados con este diagnóstico. Reacciones Negativas al éxito. Ya en 1923, Sigmund Freud notó un fenómeno al que llamó reacción terapéutica negativa. Las intervenciones terapéuticas que deberían ser benéficas o que eran eficaces en el inicio conducían al resultado opuesto: Los pacientes empeoraban. Freud asoció este fenómeno con el masoquismo y eventualmente con su postulado instinto de muerte. Estas reacciones son comunes en la psicoterapia de individuos con este problema, pero reacciones similares se extienden a otras experiencias de la vida que deberían ser positivas, alentadoras o causas de celebración. Estas reacciones ciertamente sugieren, a quien las observa, que debe haber un individuo al que verdaderamente le gusta sufrir y que preferiría morir a ser cogido sintiendo placer. Es casi como si no consiguiese darse a sí propio o a cualquier otra persona la satisfacción de tener alguna satisfacción. Estas reacciones son especialmente fascinantes y diabólicas cuando se trata de una provocación aparentemente inconsciente de los otros, de manera que los otros, y no yo, fueron responsables por esta negatividad resultante. Cualquiera de las siguientes categorías de comportamiento auto-frustrante puede encuadrarse en una o más categorías: subordinación, retardo, auto-victimización y reacción negativa al éxito. Voy a hacer una lista de algunas características que ayudan a identificar estas especies de tendencias masoquistas. Saturación de Problemas1. Un excelente medio de permanecer uno mismo y retardar 1

Quiero mencionar a Gustafson (1986) por pensar esta característica que se denomina “saturación de

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cualquier solución efectiva de un problema es sobrecargarse con el más negativo de todos los problemas que enfrentamos simultáneamente. Cuando no se dedica el tiempo suficiente a un problema para formular e implementar acción, puede mantenerse una cantidad de quejas indefinidamente. Con la experiencia, usted puede fácilmente involucrar a los demás en este proceso e inducir a la misma desesperación y confusión que usted experimentó originalmente. A medida que se especializa en el tema, y consigue soportarlo mejor, puede inducir más desesperación, incomodidad y confusión en los demás de las que usted mismo siente. Berne (1964) fue especialmente sutil en catalogar las ganancias psicológicas internas y externas de estos tipos de maniobras en juegos como “Porque usted no, si pero”. Provocación. Como Reik (1941) observó, la provocación de castigo es mucho más operante en el masoquismo social que en el masoquismo sexual. Pienso que es obvio, por los ejemplos dados, que el carácter masoquista puede ser increíblemente provocador. La provocación es todavía más acentuada por la negación habitual de la propia provocación. A fin de cuentas, esta persona oprimida está solamente diciéndonos que se siente mal, que sus problemas son insolucionables y que nadie puede ayudarla. Además de estos tipos de provocación ya apuntados, los individuos masoquistas son conocidos por su inocente agresividad pasiva “¿Quién yo?” en forma de olvido, dejando pasar detalles importantes en un trabajo hecho de forma concienzuda y sacrificada, o “accidentes” que perjudican a otros pero que son negables y adecuadamente humillantes para el perpetrador. Los “accidentes” son un buen ejemplo del comportamiento masoquista, que es al mismo tiempo punitivo e inconscientemente gratificante por despecho y hostilidad del masoquista. El individuo masoquista es muchas veces especialmente hábil en lo que se puede llamar “provocación de la tortura del agua”. Cada acto aislado puede ser relativamente inconsecuente de manera que cuando el acto final consigue provocar una respuesta, ésta no se justifica por lo que terminó de ocurrir. Esto capacita al masoquista para simultáneamente ser derrotado y retener un elevado patrón moral. Nuevamente, la estrategia masoquista puede ser particularmente eficaz aplicada a los hijos. El No Hedonismo Generalizado. Al masoquista social se le reconoce a veces más por la singular ausencia de cualquier placer en la vida. Los individuos masoquistas se presentan muchas veces como personas crónicamente cargadas de problemas que típicamente se esfuerzan al máximo, luchando continuamente pero no llegando a ningún lugar. Observando y escuchando estas personas nos viene a la mente el mito de Sísifo, el resultado es siempre el mismo y la salvación está siempre fuera de alcance. Su depresión es crónica. Como en todas las depresiones, hay alguna fluctuación, pero la depresión masoquista tiene menos variación que la mayoría y tiene el sentimiento que Reich rotuló “el pantano o marasmo masoquista”. No hay salida, pero los individuos masoquistas son notables por su habilidad de continuar luchando a pesar del gran fardo que cargan y su desesperación. Están siempre desanimados pero a pesar de todo siguen para adelante. Y esto, creo, es la llave de la estrategia del masoquista. Encontraron una manera perversa de ganar a través de la derrota. El Comportamiento del Masoquista en Terapia. En psicoterapia, el masoquista generalmente obedece a todas las reglas y procedimientos básicos. Estos clientes están normalmente crónicamente insatisfechos y se describen como “presos” en una o más problemas”.

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áreas de su vida. Pueden tener una historia de psicoterapia anterior, que, aunque pueda haber durado años, fue esencialmente ineficaz. Raramente mostrarán resentimiento o agresividad en sus vidas diarias o en el proceso terapéutico propiamente dicho. Su terapeuta o terapeutas anteriores pueden ser la única excepción a esto una vez que estos clientes los tienen generalmente en muy baja estima. Si usted es el terapeuta, usted será el próximo. Estos clientes son típicamente apreciadores y aceptan cualquier intervención terapéutica elegida, pero en su vida externa nada cambia. El empleo que no le aporta satisfacción, el matrimonio infeliz, o sus dificultades personales, como la depresión persistente, procrastinación u otros comportamientos auto-derrotistas son caracterizados en su mayor parte con éxtasis. Pueden desanimarse bastante con esto, siempre recriminándose, o pueden retirarse de alguna manera del proceso pero casi nunca se enfadan activamente con el terapeuta. Sin embargo, la responsabilidad del terapeuta por el fracaso está siempre implícita, y son pocos los terapeutas que de alguna manera no se sienten responsables e incapaces. La reacción natural del terapeuta a este tipo de derrota pasivo-agresiva es, ciertamente, rabia y frustración. Los dos errores más comunes de contra-transferencia con este tipo de cliente son (1) actuar en función de esta rabia y frustración de manera que el cliente se sienta avergonzado una vez más, o (2) negación de la frustración y rabia que conduce a una terapia prolongada caracterizada por desánimo y falta de relación o cambio significativo. Muchas veces, el terapeuta elegirá el segundo camino hasta que no aguanta más y entonces echa mano del primero. La elección del tratamiento, de lo que es mucho más fácil hablar que hacer, es utilizar estas reacciones humanas naturales para empezar la liberación del lado agresivo, rencoroso, sombrío del cliente, que puede ser todo lo que esté potencialmente disponible de la fuerza vital reprimida de esta persona, la exuberancia, buena voluntad y todos los otros sentimientos auténticos. Este tipo de cliente tiene una larga historia de derrota pasivo-agresiva en relación a los demás, y algunas veces es posible coger la derrota actualmente en curso y usarla para conducirle de regreso a través de su historia. Especialmente cuando el cliente se complace en su frustración y en la derrota de otros, es cuando se pueden avivar de nuevo las cenizas de este yo verdadero reprimido. En verdad, en este carácter, la resistencia es todo lo que sobra del yo verdadero. Así, la resistencia debe ser bienvenida y reconocida por su valor de supervivencia y por sus intenciones subyacentes. Intentar reprimir esta resistencia es el peor error que el terapeuta puede hacer. La persona masoquista estará mucho mejor manteniendo su propia resistencia que si cualquier terapeuta le hace sentir que debe luchar contra ella. Esta fue la única venganza de la persona por haber sido reprimida y pasó casi toda su vida perfeccionándola. En esta lucha el terapeuta no tiene ninguna posibilidad.

COGNICIÓN Antes de empezar a delinear las características cognitivas del masoquista, puede ser útil recordar una vez más que, como todas las cuestiones caracterológicas, esto existe en un trayecto evolutivo, que va de lo más grave a lo menos grave (esto es, del desorden de la personalidad al estilo del carácter). En la parte inferior del trayecto, la fuerza aplicada para la socialización o cualquier otra dominación es realmente abusiva y se origina en la propia patología de los padres, que es extrema. Aquí, los abusos serán siempre más generalizados y no exclusivamente direccionados a controlar estrictamente la socialización del niño. En estos casos, otras cuestiones caracterológicas estarán

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presentes y frecuentemente de manera más dominante que la cuestión masoquista. En la otra extremidad del trayecto evolutivo, se encuentran probablemente padres más cariñosos, más cuidadosos y saludables que fueron también doctrinados a aceptar un abordaje muy rígido y dominador a la socialización. Por esto, ellos mismos tienen una verdadera tendencia al masoquismo. La disciplina que distribuyen y la extinción de la exuberancia que ellos influencian pueden ciertamente herirlos de la misma forma que hieren a sus hijos. Aún así, estos padres aceptan y producen aceptación en sus hijos. Estos hijos pueden sentir que sus padres los amaban pero, al igual que los padres, creen que hay fuerzas más poderosas en ellos mismos que necesitan ser domesticadas. En una posición intermedia más común, la psicopatología de los padres es menos severa que aquella que produce el desorden de la personalidad y está acoplada a sensaciones sociales para el entrenamiento, control y disciplina de los hijos. Cuando la psicopatología de los padres y las sensaciones sociales se combinan para enfatizar la cuestión del control, resulta la personalidad más propiamente masoquista. Cuando se empieza a conocer a una persona masoquista, la mayoría de las veces nos quedamos impresionados con su actitud llena de preocupaciones. La vida es difícil, las cosas no siempre se solucionan. Es importante tener cuidado con lo que hace, dice o siente. Si estas personas no son siempre infelices, tampoco son casi nunca verdaderamente felices. Y si de alguna manera expresan sentimientos o actitudes positivas, no lo hacen con verdadero entusiasmo u optimismo. Estas personas están sobrecargadas, inhibidas y siempre un poco desconfiadas del mundo. No sienten profundamente, no se apasionan desesperadamente, no se enfadan incontrolablemente, ni se excitan sin razón. Su depresión, que puede ser muy profunda, nunca es desesperadamente sentida como la que el oral o narcisista pueden tener por un período de tiempo. Es inimaginable cómo consiguen soportar tanto dolor crónico sin que este les destruya. Más que cualquier otra estructura del carácter, pueden verdaderamente “llevar una paliza y continuar resistiendo”. Pueden resistir notablemente bien por largos períodos de tiempo sin desmoronarse o sucumbir. En realidad no les gusta esto, pero hace mucho que aceptaron que así es la vida. Cualquier legítima esperanza en que las cosas sean sustancialmente distintas, fue extinguida hace mucho y la revivificación de aquella esperanza les descontrola profundamente su equilibrio psicológico. Esta es una persona verdaderamente conservadora que no cree en los cambios o en la esperanza. Las cosas están mal, si, pero podrían ser peores! La respuesta casi refleja para cualquier sugerencia de cambio es: esto no saldrá bien, hay algo mal aquí, ya lo intenté antes, o esto es peligroso. Una segunda actitud característica del personaje masoquista durante todo el trayecto evolutivo es que intenta ser bueno. Este era su guía esencial de decisión cuando desistió luchar por la independencia. Hay, naturalmente, miedo de equivocarse y ser castigado como antes. Estas actitudes están sujetas a las famosas tendencias como respeto a la sumisión, auto-extinción, subordinación y apaciguamiento. Conscientemente, esta persona se ve como inocente, bien intencionada, maltratada, desconsiderada, inadecuada, victimizada o sin suerte. La inocencia de “¿quién, yo?” y la victimización de “¿Porqué yo?” demuestran la conciencia y consciente auto-explicación del masoquista. Va a la terapia o pide ayuda, pero no cree realmente que la ayuda estará disponible o que algo realmente saldrá bien. Pero ¿qué más puede hacer ella? En el masoquismo hay también la actitud, no siempre consciente e inconsciente de que el placer es malo, pecaminoso y no debe ser de confianza. Esto puede tener expresión en la moralidad, religiosidad consciente o simplemente en el cuerpo a través de una fuerte

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represión e inhibición de experiencias placenteras. La percepción reprimida esencial del masoquista como el afecto apropiadamente asociado puede ser resumida en tres palabras: “que se joda”. Más claro: “Tu nunca me conquistarás. Soy invencible. Te he engañado. Piensas que me someto, pero espera para ver. Crees que me has pegado, pero ya verás. Te voy a enseñar lo que es bueno. Y ni siquiera estarás aquí para verlo. La venganza será mía. Las vas a pagar. Mi espíritu será vengado. Puedo esperar el tiempo que haga falta. Tú me enseñaste a ser paciente; algún día te arrepentirás. Nunca me entregaré. Nunca confiaré en ti ni te volveré a amar. Te derrotaré aunque eso me mate”. El espíritu del hombre es invencible. Intentos de extinguirle completamente, apenas le llevarán profundamente para abajo, para el refugio de la bomba psíquica, donde puede esperar indefinidamente y desde donde puede atacar de manera vengativa e inesperada. Los regímenes totalitarios son al final de cuentas derrotados y el odio finalmente descargado en esas rebeliones es generalmente violento, veloz y gratificante (Ver las revoluciones Francesa, Rusa y Rumana). El trabajo del terapeuta en esta situación es ayudar a la persona a ver que, externamente la guerra terminó, el peligro ya pasó. La persona puede salir del profundo fracaso interno. Para hacerlo tiene que abandonar la venganza. Y eso es muy difícil de hacer. Cuando se ha sido herido, perjudicado hasta ese punto, es difícil perdonar y llevar la vida para adelante. El trabajo del terapeuta es de alguna forma ayudar a ese niño derrotado, a abandonar la venganza, pues “vivir bien es la mejor venganza”. El objeto malo internalizado tiene que ser también liberado del inconsciente a su debido tiempo y finalmente borrado. Porque, mientras el yo anti-libidinal y el objeto resultante del proceso de internalización estén presentes en el yo, la guerra continúa y pasará para los hijos que pasan a ser los objetos inconscientes de la venganza del masoquista. Los hijos son los únicos suficientemente impotentes para dar lucha y esto representa la máxima derrota para cualquier padre o madre. Antes del exorcismo del objeto malo, el contenido de la percepción del masoquista incluye los deberes, las prohibiciones, las creencias y restricciones del padre intrusivo y controlador. El exorcismo revelará también las actitudes de aprisionamiento del crecimiento del yo libidinal, y esas actitudes serán, a veces, auto-centradas, absolutas, y con falta de madurez. Inicialmente la terapia puede amedrentar y perturbar al paciente y llevarle de nuevo al fondo. En esta situación la terapia realmente requiere “experiencia emocional correctiva”. El paciente no puede realmente proporcionarse lo que nunca le fue dado. Afirmar lo contrario y esperar que el paciente haga ese trabajo solo es la equivocación de los psicoanalistas tradicionales, que no han sabido ayudar a sus pacientes. El terapeuta, tanto en su propia auto-conducta como en el ejercicio de su papel de autoridad, puede proveer, con el tiempo, un objeto y modelo bastante buenos para la reinternalización tanto de patrones apropiados como auto- tratamiento en el área de las reglas sociales, disciplina, responsabilidad y comportamiento moral ético. El masoquista verdaderamente internalizó a alguien no muy distinto de los señores Sulzer y Basedow de los siglos dieciocho y diecinueve, citados anteriormente. El paciente puede realmente conseguir algo mejor y la mayor parte de los terapeutas puede ofrecer real ayuda siendo el objeto “suficientemente bueno” de internalización. Este no es por tanto el sitio de abstinencia y neutralidad del terapeuta. Pese a que esta postura terapéutica puede ser inicialmente útil para suscitar la transferencia negativa

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necesaria para una reconstrucción y análisis, no ayuda de manera alguna en el proceso de madurez final del yo libidinal. Esto, metafóricamente, deja al niño sólo cuando realmente necesita un buen modelo y mediador para negociar la libertad ideal y la responsabilidad social. Pese a que el terapeuta no es ciertamente la única persona que puede ayudar constructivamente, es por lo general una figura muy importante en ese proceso. Dejar al paciente sólo en este punto justifica el completo abandono y descreencia con el que la persona empezó el proceso terapéutico. Objetivos Terapéuticos

El terapeuta con una necesidad de curar y el paciente con una necesidad de fracasar, establecen uno de los pares más firmes, duraderos e inmutables en el mundo civilizado. Herbert Gross 1981

El objetivo principal de la psicoterapia con el carácter masoquista es ayudar al paciente a desistir de un estilo de vida caracterizado por el afecto depresivo, comportamiento auto-frustrante y percepción marcada por el pesimismo y la descreencia. Como espero haber explicado claramente, toda esta constelación tiene el doble propósito de definir y mantener el self mientras se defiende contra la aparición de afectos bastante amenazadores. A medida que se desciende en el trayecto evolutivo del funcionamiento estructural, el papel auto-definible y sustentable del comportamiento masoquista crecerá en importancia y las dificultades en abandonarlo serán proporcionalmente mayores. La persona masoquista no puede dejar esa forma de vida hasta que no empiece a desarrollar otras formas para definir y sostener el self. De manera semejante, no dejará las soluciones conciliatorias del masoquismo hasta que no trabaje los sentimientos emergentes y sienta la fuerza del self necesaria para sostenerlos. Por lo tanto, este tratamiento y todas las otras cuestiones de personalidad resumidas en este volumen, deben ser planteados con la percepción tanto del modelo de conflicto como del modelo del déficit de los problemas humanos. En el momento en que el individuo deja ese estilo de vida, empezará a restaurar la esperanza y confianza. Cambiaran las expectativas de los resultados de sus propias acciones, sus relaciones, y la calidad de sus experiencias externas. Aguardará las cosas con interés, creerá en los demás, se arriesgará a soñar, expresará ambición y experimentará placer en sus sentidos, ideas y realizaciones. Finalmente, será capaz de hacer cosas que satisfarán sus necesidades y le suscitarán sueños. Si conoce a alguien que es profundamente masoquista, la descripción anterior le debe parecer casi imposible, porque cualquier cambio verdadero en una personalidad masoquista es realmente de naturaleza transformacional. Esto significa un abandono de identidad casi completo, un estilo de vida y orientación básica en dirección a su self, a los demás y al mundo. Pese a que el proceso terapéutico de esta personalidad se caracterice por hacerse a tropezones, al final, no habrá provecho real si se hace a medias. Ayudar al masoquista significa que éste debe verdaderamente sentir un gran cambio de identidad y orientación. Le dificultará el trabajo al terapeuta. Cualquier diligencia terapéutica será frustrada de una manera u otra. Ese patrón de derrota, con sus afectos, comportamientos y percepciones correspondientes serán algunos de los contenidos más útiles para la psicoterapia. Casi no importa lo que usted haga, o donde 46

empiece. Lo que importa es donde termine. El carácter masoquista tiene particularmente la habilidad de conseguir que los demás colaboren con su estilo de vida de una o dos maneras. Una es haciendo que las personas respondan con empatía y semejanza a su estado afectivo. El ayudante puede entonces frustrarse y padecer todavía más con la realidad interna del masoquista y ser connivente con él. La otra es que ambos responden de una manera complementaría pero acabará siempre por haber un rechazo. Algunos le rechazan inicialmente por sus lamerías e incapacidad para solucionar los problemas. Otros, después de haber intentado ayudar y repetidamente fallado, rechazan la frustración de ser llevado a sentirse exactamente como se siente el masoquista – abandonado, incompetente, pesimista y enfadado. Infelizmente los terapeutas a menudo entran en uno de estos dos grupos. Entonces, ¿qué se puede hacer? Creo que la esencia de la respuesta está en un diagnóstico cuidadoso que debe hacerse lo más temprano posible. Con frecuencia, ese diagnóstico se obtiene de forma difícil, al sufrir una tendencia depresiva y pesimista en que el masoquista es perito al provocar en los demás y al sufrir las derrotas inevitables de cualquier regla terapéutica. Una vez que el diagnóstico esté hecho, el terapeuta puede de ahí en adelante aceptar de buen grado aquello que de otra manera seria inaceptable. Para conseguir esto hace falta una buena dosis de iluminación. Nuestras respuestas humanas al masoquista son normalmente necesarias para realmente poder experimentar cómo él se siente, comprender el efecto que tiene en los demás y procurar entender la naturaleza cíclica y auto-perpetuante de su problema. Sin embargo, es necesario, así que sea posible, no responder o actuar de estas maneras convencionales para que haya posibilidad de mejorar estos patrones y no reforzarlos. Al abordar esta misma cuestión, Herbert Gross (1981) escribe: “El dilema sería ser sensible al desdichado paciente en vez de a la desdicha del paciente”. De esa manera, creo que Gross está sugiriendo lo mismo que yo, observar pero no prenderse a la desdicha que tan fácilmente se puede coger del paciente. Enredarse es útil para el diagnóstico, pero no es útil responder al paciente a partir de ese lugar. La infelicidad es esencialmente el problema del paciente. Cómo el paciente se hace infeliz es algo que el médico puede intentar solucionar, trayendo algún discernimiento sobre cómo y porque el paciente se hace tan desdichado. El terapeuta también puede enseñar estrategias alternativas para trabajar con los conflictos y déficits que el paciente experimenta. Pero, la elección de usar o no alguna de estas alternativas, será del paciente. El terapeuta, que viene de una posición de neutralidad, curiosidad, separación y actitud analítica, permite al paciente percibir esta elección más conscientemente y aceptar la responsabilidad por hacerlo. El terapeuta pierde siempre que acepta la responsabilidad por la infelicidad del paciente, porque el paciente no cambia al dar esa responsabilidad a los otros y entonces los derrotara. Los terapeutas estratégicos (por ejemplo, Watzlawick, Weakland y Fish, 1974) tienen una estrategia que focaliza pacientes que son tanto capaces como reluctantes de cambiar. Esto se denomina el “Paradojo de porqué cambiar” y esencialmente se limita en resumir al paciente todas las compensaciones y ventajas de su estilo de vida. Se sugiere entonces con bastante seriedad que no cambie porque el precio sería demasiado alto. Se considera que está en mejor situación con el tipo de vida que ya haya establecido. Creo, que esto sólo resulta con el masoquista si el terapeuta toma esta posición con mucha claridad, sin que la intervención tenga cualquier intención de manipular con hostilidad a un paciente derrotado. La presentación de esta idea tendría obviamente que ser cambiada para realmente enfatizar la elección de vida exigida para abandonar una adaptación que aporte identidad, familia, rebeldía, agresividad y huida del vacío, disgusto, riesgo, rabia y mucho, mucho más. Personalmente, esa es la única

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manera como yo usaría tal intervención, una vez que veo la presentación clara del “paradojo” como una manipulación con una agenda secreta. No obstante, como la verdadera postura terapéutica básica no es ni manipuladora ni hostil, representa realmente una respuesta para el infeliz paciente en oposición a una respuesta a la infelicidad del paciente. Señala claramente quién es el responsable porque elimina la participación del terapeuta en sus interacciones socio-familiares, lo que sólo sirve para perpetuar el problema. En las formas clásicas de comprensión, el paciente masoquista es normalmente el más resistente y estos son precisamente los pacientes para quien tales estrategias han probado aparentemente ser de mayor utilidad. Creo que los terapeutas de la escuela analítica (por ejemplo, Gross, 1981) y la escuela de terapia estratégica están básicamente sugiriendo lo mismo en respuesta a esos pacientes. Una vez más, es mucho más fácil decir esto que hacerlo. Se debe verdaderamente estar en la posición de permitir al paciente hacer una elección y vivir con las consecuencias que sean. Dejando eso claro, ahora es posible resumir, lo que de otra manera parecería muy ingenuo, los objetivos afectivos y comportamentales del carácter masoquista. Objetivos Cognitivos Puede ser finalmente útil tanto para el terapeuta como para el paciente comprender verdaderamente las configuraciones especificas de experiencias anteriores que llevaron al paciente a adoptar un estilo de vida raro, incluyendo decisiones del script de vida o creencias patogénicas, auto-identificaciones, etc. En este proceso puede no haber el mismo tipo de verdadera alianza terapéutica colaboradora que puede haber en otras estructuras. Incluso la sumisión, que es obvia aquí, puede ser superficial y parte de la estrategia de anular al terapeuta. Hasta que el paciente no elija el cambio de responsabilidad nada ayudará. No obstante, ese conocimiento puede esclarecer que hay una elección y explicar claramente lo que sea esa elección. Además de la reconstrucción del pasado, el paciente puede por fin tener la ayuda de interpretaciones de sus sentimientos, comportamientos y percepciones siguiendo los cuatro paradigmas de las relaciones fundamentales del objeto interno. Para el carácter masoquista, los paradigmas 1, 3 y 4 son generalmente más útiles inicialmente que el paradigma 2, mientras haya renunciado esencialmente a la esperanza consciente. El terapeuta puede dar al masoquista una oportunidad de aprender cómo fue programado para mantener ese estilo de vida depresivo y auto-frustrante. Le puede dar la oportunidad de entender porqué se esfuerza en mantener un estado depresivo. El cliente puede entender cómo su comportamiento auto-derrotista ayuda a mantener y justificar ese estado. Puede empezar a darse cuenta de cómo al infundir ese estado en otros ayuda a mantenerlo, bien a través del efecto espejo y conspiración que él consigue, o por la provocación que acabará por traerle rechazo. El proceso terapéutico dará repetidas oportunidades de explorar y comprender cómo los modelos masoquistas actúan inter-personalmente. Esto puede llevar a comprensiones similares, incluyendo las relaciones actuales del paciente. El análisis de ese nivel incluirá mayor auto-consciencia en relación a la sumisión y provocación de los otros, la resistencia pasivo-controladora, el aprovecharse de los otros para mantener el éxtasis depresivo, la rebeldía oculta, la agresividad y el odio, las maniobras para huir de las responsabilidades personales, etc.

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Objetivos Afectivos El tratamiento eficaz del carácter masoquista incluirá sentir y aceptar la responsabilidad de la rabia consciente y el placer. Históricamente, la rabia en tratamiento abusivo, particularmente el control excesivo, fue suprimida y finalmente reprimida. El placer amenaza la defensa depresiva y la auto-interpretación depresiva. Por lo que tanto la rabia como el placer crean ansiedad. Estos individuos necesitan aprender a tener acceso a esos sentimientos prohibidos, soportar la ansiedad que inicialmente les acompaña, y finalmente liberarse de los mismos. El odio, del cual la persona masoquista puede ser de cierta manera consciente, puede ser un comienzo para ese proceso, una vez que puede ser la única expresión residual del yo. En ese odio hay tanto rabia como placer, pese a que este sea a menudo más inconsciente que la rabia. El terapeuta únicamente puede dar al paciente la oportunidad de encontrar estas formas. Incluso cuando la resistencia se siente como totalmente automática, el paciente puede elegir combatirla o no. Seguro que el paciente puede consciente o inconscientemente disminuir la autenticidad de esa decisión. Pero, esa disminución trae más contenido para la terapia. En ese modelo representativo de resistencia y análisis, no tiene que haber una batalla entre paciente y terapeuta a no ser que el terapeuta quiera ayudar demasiado. Las personas no abandonan modelos de supervivencia que han funcionado, hasta que no tengan otros mejores que funcionen igual de bien. Cuando el paciente se sabotea a sí mismo, lo hace porque no siente que haya una alternativa factible. Cualquier tratamiento para la rabia y el placer del masoquista implicará, naturalmente, tratar el problema de la culpa. Ese es un área en el cual, creo, que el terapeuta puede ser un poco más activo con la persona masoquista. Puede dar al paciente permiso para vivir esos afectos sin culpa, pese a que, una vez más, sea necesario ser cuidadoso para no abrir una puerta que empiece una lucha. Debe dar únicamente permiso – no exigir. Cuando el paciente confunde permiso con exigencia resiste, lo que significa echar más leña a la hoguera del tratamiento del masoquista. Si el masoquista se ve obligado a decidir arriesgarse a cambiar, sentirá ansiedad y miedo. Esencialmente se trata del miedo de ser herido nuevamente y de que le partan el corazón. Si nunca hemos confiado nunca podremos ser traicionados. Si nunca arriesgamos nunca perderemos lo que hubiéramos apostado al arriesgar. Cuando la persona masoquista tiene esperanza, confía o arriesga, la ansiedad es grande, porque el precio anterior fue alto. Aquí, el terapeuta puede equilibrar la ansiedad sólo por estar presente, ayudando al paciente a evaluar el nivel del riesgo, siempre atento a instalaciones de auto- frustración, y ayudándole a tomar completa responsabilidad por los riesgos que el realmente asuma. De nuevo, es particularmente importante para estos pacientes que el terapeuta no tenga necesidad de éxito, que pueda separarse del paciente, y que sea continuamente claro sobre la responsabilidad que toma. Finalmente, como en la terapia de todos los tipos caracterológicos, habrá dolor. Dolor que vendrá con cualquier cambio verdaderamente caracterológico, dolor de las tragedias iníciales que crearon esas dolorosas tragedias de la vida, dolor de la pérdida de identidad, y de la familia. Y dolor del tiempo y de las oportunidades perdidas resultantes del estilo de vida auto-frustrante. Aquí el papel principal del terapeuta será sólo estar presente, mientras el paciente sufre ese dolor. Si el paciente masoquista llegó hasta aquí, hay también mucha razón para sentirse feliz por ello.

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Objetivos Socio-Comportamentales Los objetivos de esta categoría son, naturalmente, ayudar al paciente a abstenerse de comportamientos auto-frustrantes, y, al mismo tiempo, que aprenda nuevos comportamientos que pueden hacer las funciones necesarias en lugar de la auto-derrota. Esta es una tarea desafiante porque, en esa estructura del carácter, la auto-derrota es defensiva, auto-limitante. Una conducta directa comportamental es generalmente muy imprudente, particularmente al principio, porque estos pacientes, de manera general, tienden a pedir consejos y después derrotarlos. Por esta razón, pienso que es recomendable evitar trabajo directo comportamental hasta que se esté razonablemente seguro de que hay discernimiento sobre el proceso de autofrustración y un compromiso de trabajar en ello. Cuando el paciente es capaz de parar con esos comportamientos voluntariamente, por un período de tiempo, puede cada vez más tomar consciencia de las funciones que esos comportamientos tenían. Quejarse, por ejemplo, frecuentemente sirve para estructurar interacciones sociales y para obtener intimidad que sería imposible de otra manera. Experimentar lo molesto que es dejar de quejarse puede llevar al discernimiento relativo sobre las funciones que desempeñaba la queja, y a la necesidad de establecer otros métodos de realizar esas funciones. Quejarse, por ejemplo, puede haber sido un canal de proximidad, particularmente cuando los padres también eran masoquistas. Esta consciencia puede, de forma natural, llevar a buscar otras maneras de conseguir y mantener intimidad. Donde quiera que la función primaria del comportamiento de la auto-derrota sea la de expresar agresividad, el objetivo es hacerlo consciente y entonces permitir y estimular la expresión directa. Como en cada estructura del carácter, quizás el objetivo más básico del tratamiento sea trabajar con el problema del maltrato que el paciente experimentó de niño. En el caso del masoquista, el maltrato fue intromisión, dominación, y una quiebra de la voluntad. La rabia que eso genera es profunda. Debe ser expresada, reconocida y apropiada, dirigida a los objetivos adecuados, y sólo de esa manera dominada. Ya que en los pacientes masoquistas no fueron permitidas esas respuestas naturales de rabia, y fueron consecuentemente reprimidas, tienen que ser lentamente reintroducidas y su reconocimiento y expresión reaprendidas. Los procesos directos de liberación asociados con la bioenergética, “gestalt” y otras terapias expresivas pueden ser de gran valía, una vez que haya discernimiento y compromiso. Una vez más, estas estrategias deben hacerse de manera que minimicen la fuerza de la lucha por el poder y las guerras de autoridad. Finalmente, para que el masoquismo sea transformado, debe haber un comportamiento que exprese la esperanza que fue perdida. Hasta cierto punto, esa esperanza será evidenciada por una clara y mayor expresión de agresividad en una relación íntima, o por cualquier comportamiento que se destine a establecer proximidad, distinto del comportamiento de auto-derrota que suele ser tan común. Para ser un terapeuta suficientemente bueno para una persona con esos problemas usted necesita valorar lo que está pidiendo, explícita o implícitamente: que esa persona confíe. Si su voluntad hubiese sido repetidamente subyugada, frustrada y oprimida usted se sentiría muy ansioso al conseguir intimidad directamente, expresar agresividad directamente, o tener esperanza en un resultado positivo para sus ambiciones. Esa ansiedad desencadenará automáticamente las maniobras defensivas. El terapeuta, al incentivar y sugerir ésta acción, se expone automáticamente como un blanco para esas maniobras defensivas. Esta es la credulidad iluminada del terapeuta, necesaria para que 50

el proceso terapéutico termine. Esencialmente, el paciente derrotará al terapeuta de la manera como él fue derrotado. Esta es la prueba del terapeuta (Weis & Sampson, 1986). Para pasar la prueba, el terapeuta debe reaccionar diferente de la manera que el paciente reaccionó en aquel entonces y que otros típicamente reaccionan ahora. No debe desistir de la esperanza y someterse, ni deberá expresar su rabia humana, bastante comprensible, en el paciente y en su comportamiento frustrante. La respuesta terapéutica más segura, pero no la única, en esa situación es la interpretación. Eso incluye la interpretación “test” que yo providencie. Esa respuesta constantemente analítica es naturalmente distinta de aquella que el paciente tuvo disponible cuando era niño. El terapeuta tiene esa respuesta disponible y el paciente también puede tenerla ahora. Recorrer repetidamente a esa conexión presente/pasado en todas sus transformaciones será un ingrediente esencial si no suficiente en el proceso terapéutico. Con ese tipo de paciente, más que con cualquier otro, para producir cualquier cambio es imprescindible el compromiso del terapeuta con el proceso, juntamente con su relativa imparcialidad sobre los resultados.

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