Stefan Zweig. Carta de una Desconocida. Ardiente Secreto. Por. Club de Lectura y Cine Leer en Imágenes Biblioteca Jesús Delgado Valhondo

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Carta de una Desconocida

Ardiente Secreto Por

Stefan Zweig Club de Lectura y Cine „Leer en Imágenes‰ Biblioteca Jesús Delgado Valhondo. Mérida Febrero 2014 http://www.bibliotecaspublicas.es/merida

STEFAN ZWEIG Stephan Zweig fue poeta, ensayista de éxito, traductor, novelista, editor, biógrafo insigne, pacifista, humanista y, por encima de todo, se consideraba europeo. Nació en Viena, el 28 de noviembre de 1881, en el seno de una adinerada familia judía -su padre fue un acaudalado fabricante textil y su madre procedía de una familia de banqueros italianos-, en la que se le concedía la misma importancia a los principios tradicionales de la economía como a la emancipación intelectual y espiritual. “Mi madre y mi padre eran judíos sólo por accidente de nacimiento”. Viena era, en esa época, la capital del Imperio Austrohúngaro, un estado multiétnico y con múltiples lenguas, un complejo puzle que antes de la Primera Guerra Mundial incluía diecisiete nacionalidades diferentes y cuyo himno era entonado en trece idiomas. Cerca del nueve por ciento de la población urbana austríaca estaba constituida por judíos, y en el terreno intelectual, nueve de cada diez austrohúngaros que se destacaban también lo eran. Autores clásicos analizaron el fenómeno que hizo que muchos hombres de negocios judíos (como el padre de Zweig o de Freud) animasen a sus hijos a iniciar estudios universitarios, convencidos de que su integración en la alta cultura constituiría una segunda (y definitiva) fase de asimilación. Este fenómeno permitiría explicar, por otro lado, la denominada «judaización» de todas las profesiones liberales que se dio en las principales ciudades del imperio. En algunas áreas específicas, como el psicoanálisis y el marxismo, esta preponderancia era aplastante. Muchos periódicos eran escritos por y para judíos, y, según William M. Johnston, autor del estudio El genio austrohúngaro, austrohúngaro la clase media judía proporcionaba un foro inigualable para la discusión y divulgación de nuevas ideas.

"Nací en 1881, en un imperio grande y poderoso -la monarquía de los Habsburgos-, pero no se molesten en buscarlo en el mapa: ha sido borrado sin dejar rastro. Me crié en Viena, metrópoli dos veces milenaria y supranacional, de donde tuve que huir como un criminal antes de que fuese degradada a la condición de ciudad de provincia alemana. En la lengua en que la había escrito y en la tierra en que mis libros se habían granjeado la amistad de millones de lectores, mi obra literaria fue reducida a cenizas. De manera que ahora soy un ser de ninguna parte, forastero en todas; huésped, en el mejor de los casos. También he perdido a mi patria propiamente dicha, la que había elegido mi corazón, Europa, a partir del momento en que ésta se ha suicidado desgarrándose en dos guerras fratricidas.", escribió Stefan Zweig en su autobiografía El mundo de ayer. Stefan sintió la fascinación y la pasión por la literatura ya de niño, pero el autoritarismo imperante en las escuelas le supuso un continuo sufrimiento. Tras obtener el título de doctor en Filosofía en 1904 y realizar cursos sobre historia de la literatura, que le permitieron codearse con la vanguardia cultural vienesa de la época, residió un año en París. Más tarde visitó Londres donde se sintió fascinado por la obra del poeta William Blake. De vuelta conoció en Leipzig a Kippenberg, director de la prestigiosa

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editorial Insel, Insel trabando una duradera amistad. Entre 1910 y 1911 escribió Ardiente secreto, su primera novela corta. Visitó la India, Norteamérica y Panamá, estableciéndose en 1913 en Salzburgo. Al estallar la Primera Guerra Mundial, Stefan Zweig se alistó en el ejército y rompió todo contacto con sus amigos en el extranjero, pero fue declarado no apto para combatir en el frente y le concedieron un puesto en el archivo firmando escritos que justificaban y glorificaban la contienda. Su progresiva evolución hacia el pacifismo se la debe a Romain Rolland, uno de los primeros intelectuales europeos, premio Nobel de Literatura en 1915, quién en sus escritos se mostraba claramente en contra de la fascinación generalizada a favor de la guerra que se había extendido por Europa. Zweig le ayudó traduciendo y publicando sus textos antibélicos en Alemania y Austria. En 1915, tras un viaje oficial a la zona desolada, pudo comprobar la crueldad de la guerra y lo inhumano de sus consecuencias al visitar a los soldados heridos. A partir de ese momento se produjo un cambio radical en su pensamiento y uno más prudente en su comportamiento. Su postura antibelicista quedó explícita en la pieza teatral Jeremías (1917), publicada por la editorial Insel. En 1917, aprovechando una estancia en Suiza por encargo del departamento al que servía, Stefan Zweig desertó y permaneció en el exilio en Zúrich hasta la firma del Armisticio junto a la escritora y traductora Friderike Maria Burger von Winnternitz, su ayudante y compañera con la que se casaría en 1920 tras divorciarse ésta de un médico. Allí trabajó como corresponsal para la prensa libre vienesa y produjo algunos trabajos en diarios húngaros. En Suiza conoció a un grupo de intelectuales provenientes de los países en guerra que, como él, habían abandonado la patria, entre los que se encontraban Eugen Relgis, Hermann Hesse y Pierre-Jean Jouve. En 1919 regresó a una Austria destruida y desmoralizada, con la esperanza de convencer a sus compatriotas de la necesidad de crear una Europa nueva y en paz: "Mi objetivo sería más que el convertirme en un famoso crítico o en una celebridad literaria, el ser una autoridad moral" (Carta a Romain Rolland, 1918). Junto a Friderike se instaló en Salzburgo, en un pequeño castillo que había comprado durante la contienda. Éste será su refugio; un lugar donde podía trabajar y vivir como siempre había deseado, escribiendo y desarrollando su cultura de la amistad mientras recibía las visitas de los intelectuales y músicos más importantes de su tiempo como Máximo Gorki, Rainer Maria Rilke, Auguste Rodin, Arturo Toscanini, Thomas Mann y Max Reinhardt. Además favoreció el trabajo de jóvenes artistas. Walter Bauer, un joven escritor, describió así uno de sus encuentros con Stefan Zweig: "Era un hombre famoso, pero había permanecido libre y sencillo:

el éxito no le había corrompido. Esperaba que fueran respetadas ciertas fronteras por él discretamente establecidas; sin embargo, él mismo se saltaba estas barreras y estrechaba la mano de un joven de familia trabajadora. Uno se sentía a gusto en su presencia." En esa época se publicaron las obras que le concedieron fama mundial: ensayos, biografías y estudios, con los que acercó a sus lectores a los grandes humanistas europeos. Con la misma intención recorrió Europa como conferenciante y en la mayoría de los países que visitaba daba la conferencia en el idioma del país. Las salas en las que se celebraban las mismas, fueran cuales fueran sus dimensiones, estaban siempre llenas, lo que demostraba lo apreciado que era como intelectual en toda Europa. En 1928, Zweig viajó a la Unión Soviética. Dos años después visitó a Albert Einstein en su exilio en Princeton

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(USA). Quedó impresionado por el número de asistentes y por el recibimiento recibido en muchos países de Sudamérica. A pesar de su éxito internacional siempre fue una persona modesta y evitó todo tipo de eventos que no tuviesen que ver con la literatura, incluidos los festejos por su 50 cumpleaños en 1931, aludiendo que

"En realidad había ya suficiente en la vida, lo que pueda venir no es más que una caída." Durante esos años el autor había seguido con gran preocupación la expansión del Fascismo en Europa. Ya en 1933, en círculos íntimos, Stefan Zweig había dado a conocer su temor a que, con la situación europea del momento, Austria no pudiera mantener por mucho tiempo su autonomía. En 1934, con la llegada de los Nacionalsocialistas al poder en Alemania, fue definido como «no ario», sus libros fueron quemados, tuvo dificultades para publicar su obra, y la policía registró su casa en Salzburgo en busca de armas. El escritor sintió tal indignación ante la injusticia y arbitrariedad del gobierno y el ataque injustificado a su intimidad que en 1935 decidió abandonar Austria fijando su residencia, como exiliado, en Londres y separándose de su mujer, la cual no compartía su pesimismo político y se negaba a abandonar su patria. Pese a lo cual, pudo escribir el libreto de La mujer silenciosa, silenciosa ópera del compositor Richard Strauss, quien le defendió y se negó a eliminar del cartel el nombre de Zweig como libretista cuando ésta se estrenó en Dresde en 1935. Hitler rehusó ir al estreno y, tras tres representaciones, la obra fue prohibida. Aunque en ese periodo le preocupaba la peligrosa evolución del fascismo como se puede comprobar leyendo sus cartas, evitó en todo momento pronunciarse públicamente en lo referente a la política o participar en actos antifascistas en los que tomaron parte otros intelectuales exiliados. En lugar de eso estudió los orígenes históricos del mismo y, durante su estancia en Londres, dedicó su trabajo literario a ese estudio y a las primeras grandes personalidades que lucharon por la libertad espiritual. En este campo son de fundamental importancia sus biografías: Erasmo de Rotterdam (1934) y Castellio contra Calvino, Calvino, conciencia contra violencia (1936). El 1938, con la ocupación alemana de Austria, terminó su exilio voluntario y su matrimonio. Su pasaporte fue invalidado, viéndose obligado a solicitar un documento británico para personas sin Estado. De este modo se convertía en un solicitante de asilo en un país que respetaba pero que no había llegado a sentir como propio. Con la entrada de Inglaterra en el conflicto, la libertad personal del escritor se redujo drásticamente, pasando a ser un extranjero, a duras penas aceptado por la sociedad británica. En 1940, gracias a la presión y las gestiones de sus amigos ingleses, Stefan Zweig recibió la nacionalidad británica. La libertad recuperada le permitió abandonar Europa definitivamente en compañía de su nueva mujer Charlotte Elisabeth Altmann “Lotte”, una antigua secretaria con la que había contraído matrimonio en 1939. Con motivo de un ciclo de conferencias, viajaron a Estados Unidos, República Dominicana, Argentina y tras Paraguay, decidieron instalarse en Brasil, un país con pocos exiliados y, sobre todo, un país que difícilmente se vería arrastrado a la guerra y al que le dedicó el ensayo Brasil, un país de futuro (1941). El matrimonio eligió Petrópolis como lugar de residencia, cerca de Río de Janeiro, donde llevaron una vida retirada y lejos de los ámbitos intelectuales. A pesar de ello, y en la medida que le fue posible, Stefan Zweig siempre estuvo dispuesto a ayudar. A medida que Alemania cosechaba éxitos militares el escritor se iba sumiendo visiblemente en una depresión cada vez más profunda y refugiándose cada vez más en su trabajo en el que, a pesar de las

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circunstancias, siguió siendo sorprendentemente productivo, cosechando grandes éxitos. Sin embargo, en su interior, Stefan Zweig sentía que todos sus valores habían sido destruidos y que la destrucción era demasiado grande para poder soportarla. El 22 de febrero de 1942, convencido de la definitiva destrucción de los valores culturales y espirituales europeos bajo el totalitarismo de Hitler y, tras la caída de Singapur, pocos meses después de cumplir sesenta años y tras completar su autobiografía, invadido por la melancolía, se quitó la vida, junto a su esposa. Sus cuerpos fueron encontrados fundidos en un abrazo, rígidos y pálidos, echados sobre dos camas pequeñas que habían juntado. Zweig fue enterrado con honores de jefe de estado en un acto multitudinario. Para explicar su decisión, dejó una carta con el epígrafe «Declaração» (el título en portugués y el texto en alemán). Nota de suicidio:

Declaración Antes de dejar la vida por voluntad propia, con la mente lúcida, me impongo un último deber: dar cariñoso agradecimiento a este maravilloso país, Brasil, que me ofreció, a mí y a mi obra, tan gentil y hospitalario refugio. Cada día aprendí a amar más este país, y en ninguna otra parte hubiera preferido reconstruir mi vida ahora que el mundo de mi propia lengua está perdido y Europa, mi hogar espiritual, se destruye a sí misma. Pero, pasados los sesenta años, son necesarias fuerzas excepcionales para empezar de nuevo. Y las mías están agotadas después de tantos años de peregrinar como un apátrida. Así, en buena hora y obrando con rigor, consideré lo mejor concluir una vida en la que el trabajo intelectual fue la más pura alegría, y la libertad personal el más preciado bien sobre la tierra. Saludo a todos mis amigos. Que se les permita ver la aurora de esta larga noche. Yo, demasiado impaciente, me voy antes. Stefan Zweig Petropolis 22. II 1942

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El médico y perito forense brasileño Cláudio de Araújo Lima, autor del libro Ascensión y caída de Stefan Zweig (1942) publicado pocos meses después de la muerte del autor austríaco, defendía que el escritor sufrió un episodio depresivo profundo durante su exilio brasileño, agravado probablemente por el consumo exagerado de hipnóticos, que usaba como automedicación para su problema crónico de insomnio. «…Simple accidente que, quizás, se hubiese podido evitar si cerca de él hubiera estado

alguien capaz de interpretar menos poéticamente el estado enfermizo de su espíritu». Les derniers jours de Stefan Zweig (Los últimos días de Stefan Zweig) es un homenaje en forma de cómic que Laurent Seksik en el guión y Guillaume Sorel en la ilustración, hicieron al escritor en 2010. Uniendo realidad y ficción, el texto revisita los últimos seis meses de vida del escritor, desde la prohibición de sus obras en Alemania, su paso por Londres y Estados Unidos hasta llegar a Brasil, donde se suicidará junto a su esposa ante el avance imparable del nazismo. En diciembre de 2012 se estrenó en París la obra de teatro Les derniers jours de Stefan Zweig basada en el libro de Sorel y Seksik, interpretada por Patrick Timsit y Elsa Zylbestein en los papeles del escritor austríaco y su segunda esposa Lotte.

SU OBRA Stefan Zweig desarrolló un estilo literario muy particular en su extensa obra, que aunaba una cuidadosa construcción psicológica con una brillante técnica narrativa. Se labró una fama de escritor completo y destacó en todos los géneros. En 1901 le publicaron su primer libro de versos: Cuerdas de plata, con clara influencia de Hugo von Hofmannsthal y Rainer Maria Rilke, y el siguiente fue Las coronas tempranas (1906). También escribió las obras para teatro: Thersite (1907), Jeremías (1916) y La casa al borde del mar (1911). Intelectual comprometido, se enfrentó con vehemencia contra las doctrinas nacionalistas y el espíritu revanchista de la época. De todo eso escribió en una larga serie de novelas y dramas, en lo que fue el período más productivo de su vida. Como novelista reflejó la lucha de los hombres bajo el dominio de las pasiones con un estilo liberado de todo tinte folletinesco. Sus tensas narraciones reflejan la vida en los momentos de crisis, a cuyo resplandor se revelan los caracteres. En 1901 escribió: Ardiente secreto y Caleidoscopio (conjunto de relatos breves); 1903: La estrella bajo el bosque y Los prodigios de la vida; vida 1904: En la nieve, nieve El amor de Erika Ewald y La Marcha. Marcha. 1922: La Cruz (en plena guerra de la Independencia, un grupo de guerrilleros españoles atacan a un batallón francés por sorpresa), Leporella, Amok o el loco de Malasia y Los ojos del hermano eterno. eterno La confusión de los sentimientos (1926), Carta de una desconocida (1927). El relato histórico Momentos estelares de la humanidad (1927) se mantiene entre sus libros más vendidos. En 1929 se publicaron:

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Buchmendel y Veinticuatro horas en la vida de una mujer. mujer En 1939 La piedad peligrosa o La impaciencia del corazón y Novela de ajedrez (1941) que trata sobre la neurosis obsesiva que un hombre desarrolla por el ajedrez durante su cautiverio en manos de la Gestapo. Sus biografías están basadas en la más rigurosa investigación de las fuentes históricas. Ocultan hábilmente su fondo erudito tras una equilibrada composición y un admirable estilo, que confieren a estos libros categoría de obra de arte. En ellas es el atrevido pero devoto admirador del genio, cuyo misterio ha desvelado para comprenderlo y amarlo con un afecto íntimo y profundo. Algunas de ellas son: Émile Verhaeren (1910), Tres maestros: Balzac – Dickens – Dostojewski, Dostojewski, también titulada La novela de una vida (1919); Paul Verlaine (1920), Romain Rolland: el hombre y su obra (1921), Fouché, el genio tenebroso (1929), La curación por el Espíritu (1931). María Antonieta (1932) fue adaptada al cine en 1938, dirigida por W. S. Van Dyke y protagonizada por Norma Shearer, Tyrone Power y John Barrymore. En 1934 escribió tres biografías sobre: María Estuardo, Estuardo Erasmo de Rotterdam y Castellio contra Calvino: Calvino: conciencia contra violencia. En 1938: Conquistador de los mares: la historia de Magallanes; Magallanes Confusion: The Private Papers of Privy Councillor R. Von DD.. y Tres poetas de su vida: Casanova, Stendhal, Tolstoi. Tolstoi Montaigne es la biografía inconclusa sobre Michel Eyquem de Montaigne,, filósofo, escritor, humanista y político francés del Renacimiento. En sus ensayos analiza problemas culturales, políticos y sociológicos del pasado o del presente con hondura psicológica, filosófica y literaria. También tuvieron gran éxito sus estudios inspirados en las obras de Freud y en los que tematizaba tabúes eróticos y sociales de su época como la infidelidad, las obsesiones sexuales y la homosexualidad. Con Freud (judío y vienés de adopción) mantuvo una prolongada relación epistolar y de amistad. Conviene recordar que Zweig fue el autor del primer estudio de divulgación del psicoanálisis para el gran público: La curación por el espíritu (corto trabajo en el que relaciona, y a la vez trata en forma individual las biografías de Franz Mesmer, hipnotista del siglo XVIII; Mary Baker Eddy, fundadora de la Ciencia Cristiana, y Sigmund Freud). Ya en el exilio londinense, en donde ambos habían desembarcado huyendo del terror nazi, no por casualidad, fue Zweig el escogido —junto con Ernst Jones, que habló en representación de los psicoanalistas de todo el mundo— para leer la elegía final ante las cenizas del ilustre creador del psicoanálisis. Zweig se sentía, sin duda, en deuda con Freud: era consciente de que sus novelas psicológicas no podrían existir sin la influencia de la lectura de la obra de Freud. En una de las cartas que le dirigió reconoce: ”Desde un punto de vista espiritual, pertenezco a una

generación que, por lo que respecta al conocimiento, a nadie debe tanto como a usted, y siento, a una con ella, que se acerca la hora en que la vasta importancia de su descubrimiento del alma se convertirá en patrimonio común, en ciencia europea”. A Freud también le dedicó uno de sus ensayos más famosos, La lucha contra el demonio: Hölderlin, Hölderlin, Kleist y Nietzsche (1925), y es un hecho conocido que el homenajeado, fiel lector de la obra de Zweig, admiraba especialmente dos de sus novelas: La confusión de los sentimientos y Veinticuatro horas en la vida de una mujer (un brillante estudio psicológico sobre un ludópata). A propósito de ésta última, afirmó que, incluso sin conocer las técnicas psicoanalíticas, Zweig las utilizaba literariamente de forma perfecta. En su autobiografía El mundo de ayer, ayer publicada póstumamente en 1944, (panegírico a la cultura europea que consideraba para siempre perdida), describió el éxito de sus obras: "En mi vida

personal lo más notable fue la llegada del huésped que amistosamente se instaló en aquellos años

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en mi casa, un huésped que yo no había esperado: el éxito"; y daba como razón del éxito de sus obras y del interés de los lectores por sus libros la capacidad de la que disponía para expresarse con brevedad: "Si algún arte conozco es el de saber renunciar, pues no lamento que, de mil páginas

escritas, ochocientas vayan a parar a la papelera y sólo doscientas se conserven como quintaesencia". "…el inesperado éxito de mis libros proviene, según creo, en última instancia, de un vicio personal, a saber: que soy un lector impaciente y de mucho temperamento. Me irrita toda facundia, todo lo difuso y vagamente exaltado, lo ambiguo, lo innecesariamente morboso de una novela, de una biografía, de una exposición intelectual. Sólo un libro que se mantiene siempre, página tras página sobre su nivel y que arrastra al lector hasta la última línea sin dejarle tomar aliento, me proporciona un perfecto deleite. Nueve de cada diez libros que caen en mis manos, los encuentro sobrecargados de descripciones superfluas, diálogos extensos y figuras secundarias inútiles, que les quitan tensión y les restan dinamismo". Los centenares de miles de ejemplares de sus obras que se han vendido en todo el mundo atestiguan que Stefan Zweig es uno de los autores más leídos del siglo XX.

CARTA DE UNA DESCONOCIDA A ti, que nunca me has conocido Entre la correspondencia atrasada de un famoso novelista, se encuentra la carta de una mujer desconocida en la que le cuenta su amor hacia él desde el primer instante que supo de su existencia, siendo una niña de trece años. Ella sólo ha vivido por y para él, aunque su presencia pasara desapercibida y su mirada no le transmitiera la desesperación que sentía su alma por el simple y a la vez inmenso deseo de que él la recordara. La novela de Stefan Zweig Carta de una desconocida (Brief einer Unbekannten), publicada en 1922, fue adaptada al cine por Howard Koch en 1948, contando con Max Ophüls en la dirección y con Joan Fontaine y Louis Jourdan en los papeles principales. En 1975 se estrenó la ópera Carta de una desconocida, desconocida situada en Rusia, compuesta por el compositor ruso de origen italiano Antonio Emmanuelovich Spadavecchia. En 2001 Jacques Deray adaptó la novela para la televisión francesa. La actriz y directora china Xu Jinglei realizó una nueva versión cinematográfica en 2004.

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Para mí eras… ¿cómo explicártelo?, cualquier comparación sería pobre. Para mí lo eras todo, toda mi vida. Todo existía sólo si tenía relación contigo, toda mi vida sólo tenía sentido si se vinculaba a ti. Transformaste toda mi existencia. En el colegio pasé a ser la primera de la clase, en lugar de una alumna mediocre e indolente. Leía mil libros hasta altas horas de la madrugada porque sabía que tú los adorabas. De pronto, para asombro de mi madre, empecé a tocar el piano de forma obsesiva porque creía que amabas la música.

CARTA DE UNA DESCONOCIDA TÍTULO ORIGINAL: LETTER FROM AN UNKNOWN WOMAN DIRECTOR: Max Ophüls AÑO: AÑO: 1948. DURACIÓN: 86 min. GUIÓN: GUIÓN: Howard Koch (novela Carta de una desconocida de Stefan Zweig) MÚSICA: Daniele Amfitheatrof FOTOGRAFÍA: Franz Planer REPARTO: Joan Fontaine (Lisa Berndle), Louis Jourdan (Stefan Brand), Mady Christians (Frau Berndle), Marcel Journet (Johann Stauffer), Art Smith (John), Carol Yorke (Marie), Howard Freeman (Herr Kastner) SINOPSIS: En Viena, a comienzos del siglo XX, Stefan Brand, un famoso pianista, recibe una carta de una mujer con la que

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mantuvo en el pasado una relación amorosa que ya no recuerda. Lisa es para él una desconocida, alguien que ha pasado por su vida sin dejar huella. Y, sin embargo, ella sigue apasionadamente enamorada de aquel joven músico que conoció cuando era todavía una adolescente. En 1992 fue seleccionada por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos para su conservación en el Registro Nacional de Películas por ser “cultural, histórica y estéticamente significativa”. La crítica de la película se puede leer en: http://www.alohacriticon.com/elcriticon/article516.html.

JOAN FONTAINE Joan De Beauvier De Havilland nació el 22 de octubre de 1917 en Tokio (Japón) en el seno de una familia británica de clase media alta. Considerada una de las leyendas del «Hollywood dorado», trabajó con muchos de los mejores directores de la época: Orson Welles, Billy Wilder, George Cukor, Anthony Mann y Fritz Lang, entre otros. Su hermana era la actriz Olivia de Havilland, con la que mantuvo una fuerte rivalidad durante toda su existencia y a la que arrebató el Oscar a la mejor actriz en 1942. Trasladada a California poco después de nacer e impulsada por su madre, debutó a los 18 años en el cine con el apellido Burfield en No más mujeres (1935), un film dirigido por George Cukor y Edward H. Griffith. Tras esta película adoptó definitivamente el apellido artístico de Fontaine. A finales de la década de los 30 su rostro apareció en Señorita en desgracia (1937), Olivia (1937), Mujeres (1939) y Gunga Din (1939). Alfred Hitchcock le concedió el protagonismo en Rebecca (1940) junto a Laurence Olivier (éste le hizo el rodaje imposible ya que quería que su mujer Vivien Leigh fuera la protagonista). Por el papel de la atormentada señora Winters, Joan alcanzó el estrellato y fue

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nominada al Oscar a la mejor actriz principal. Volvió a trabajar con el mago del suspense y con Cary Grant en Sospecha (1941), consiguiendo el premio Oscar a la mejor actriz. Establecida como estrella de Hollywood, los años 40 fueron para Joan su mejor y más fructífera época como actriz, apareciendo en Sé fiel a ti mismo (1942), La ninfa constante (1943), película por la que volvió a ser nominada al Oscar. El pirata y la dama (1944). Al lado de Orson Welles, protagonizó Jane Eyre (Alma rebelde) (1944). También trabajó en Mis cuatro amores (1945), Abismos (1947), Sangre en las manos (1948), El vals del emperador (1948) y Carta de una desconocida (1948). Su rendimiento en los años 50 fue menor y sus películas más destacadas en este período fueron Ivanhoe (1952), El bígamo (1953), La gran noche de Casanova (1954) Dos pasiones y un amor (1956) de Anthony Mann, y Más allá de la duda (1956). Durante los 60 intervino en producciones como Suave es la noche (1961), Viaje al fondo del mar (1961) y Las brujas (1966). Poco a poco se fue apartando del cine activo y se dedicó al teatro y a la televisión, apareciendo en series como: Cannon (1975), Vacaciones en el mar (1981) y Hotel (1986). Joan Fontaine, además de interpretar, era una experta chef, pilotaba aviones y practicaba a menudo la pesca y el golf. Se casó en cuatro ocasiones: con el actor Brian Aherne (1939-1945), el productor William Dozier (1946-1951) con el que tuvo a su hija Deborah Leslie Dozier; el guionista y también productor Collier Young (1952-1961) y, con el periodista Alfred Wright Jr. contrajo matrimonio a principios de 1964, divorciándose cinco años después. Joan falleció a los 96 años de edad el 15 de diciembre de 2013 en California. Poseía una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.

LOUIS JOURDAN Louis Jourdan, cuyo apellido era Gendre, es un actor francés retirado, nacido el 19 de junio de 1921 en Marsella. Recibió una educación multicultural y multilingüe en Francia, Gran Bretaña y Turquía, gracias a que sus padres eran propietarios de un hotel en la ciudad más poblada de la Costa Azul. Siendo joven estudió en la Escuela Dramática en París e hizo su debut en El Corsario en año 1939. Actuó como galán romántico en La comedie du bonheur (1942), Untel père et fils (1943), De amor también se muere (1945) y Félicie Nanteuil (1945). Rehusó protagonizar un film de propaganda nazi y se unió a la Resistencia francesa al ser su padre arrestado por la Gestapo. En 1947 David O. Selznick le ofreció un contrato en Hollywood, debutando en El proceso Paradine (1948) bajo la dirección de Alfred Hitchcock, junto a Gregory Peck, Charles Laughton y Alida Valli. Apuesto, elegante y educado, obtuvo su primer papel de protagonista en Carta de una desconocida (Max Ophüls, 1948). Sus siguientes trabajos fueron en Madame Bovary (Vincente Minnelli, 1949), Ave del paraíso (1951) y La mujer pirata (Jacques Tourneur, 1951).

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Regresó a Francia en 1952 para filmar Rue de l'Estrapade (1952) y La pequeña B.B. (1956) junto a Brigitte Bardot. Continuó su carrera alternando películas americanas: El cisne (Charles Vidor, 1956) Gigi (Vincente Minnelli, 1958), Can Can (Walter Lang, 1960) con europeas El conde de Montecristo (1961), El desorden (1962), Hotel Internacional (1963), Cervantes (1967), Octopussy (1983), Las primeras Olimpiadas: Atenas 1896 (1984) en el papel de Pierre de Coubertin, y El año del cometa (1992), entre otras. También apareció en series de televisión: El conde de Montecristo (1975), La máscara de hierro (1977), El conde Drácula (1977) y Colombo (1978). En la década de los 70 protagonizó un anuncio de ropa masculina para la prestigiosa casa Dior. Está casado con su amiga de la infancia Berthe Frédérique “Quique” desde 1946, con la que tuvo a su único hijo Louis Henry, fallecido en 1981 por sobredosis. En julio de 2010 fue nombrado Oficial de la Legión de Honor de Francia, impuesta en su casa de Los Ángeles, siendo acompañado por su esposa y sus amigos Sidney Poitier y Kirk Douglas. También posee una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.

MAX OPHÜLS Max Ophüls, cuyo auténtico apellido era Oppenheimer, nació en la localidad alemana de Saarbrucken el 6 de mayo de 1902. Tras abandonar la carrera de periodismo, comenzó su trayectoria en el mundo del espectáculo en los años 20 como actor y director teatral. Se inició en el cine como asistente del director Anatole Litvak. Su primera película como director fue el corto cómico Dann Schon Lieber Lebertran (1931), seguido de los largometrajes Querida oficina (1932), La novia vendida (1932), Los herederos felices (1933) y el melodrama Amoríos (1933). Con la llegada de los nazis al poder en Alemania, Ophüls, de origen judío, se marchó a París en 1933. En esta etapa rodó películas en varios países europeos: La Mujer de todos (1934), Traficantes de opio (1935), Yoshiwara (1937), Werther (1938), De Majerling a Sarajevo (1940) o Suprema decisión (1940). Cuando el ejército alemán ocupó la ciudad de París, Max Ophüls emigró a Suiza antes de trasladarse a los Estados Unidos, país en el que estuvo durante largos años sin encontrar trabajo hasta la mediación del director y guionista Preston Sturges. Su carrera a partir de aquí, no valorada en su justa medida en su época, le erigió como uno de los directores más exquisitos de la historia del cine gracias a su excelencia en la ambientación, sus elegantes movimientos de cámara, el gusto por el detalle y unas fascinantes historias con, generalmente, protagonismo central femenino. Sus filmes americanos fueron: La conquista de un reino (1947), Carta de una desconocida desconocida (1948), Almas desnudas (1949) y Atrapados Atrapados (1949). Regresó a Europa, filmando en Francia algunas de sus mejores películas como La ronda (1950). En plena cima artística Ophüls dirigió El placer (1952), basada en relatos de Guy de Maupassant, Madame De… (1953) y Lola Montes (1955). Este fue su último trabajo como director, ya que Max Ophüls falleció de un ataque al corazón en Hamburgo

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(Alemania) el 25 de marzo de 1957 a los 51 años. Tras su muerte se estrenó Los Amantes De Montparnasse (1958), película dirigida por Jacques Becker en la que Ophüls había colaborado como guionista.

CARTA DE UNA MUJER DESCONOCIDA TÍTULO ORIGINAL: YI GE MO SHENG NU REN DE LAI XIN DIRECTOR: Xu Jinglei AÑO: AÑO: 2004. DURACIÓN: 90 min. GUIÓN: GUIÓN: Xu Jinglei (novela Carta de una desconocida de Stefan Zweig) MÚSICA: Kubota Osamu y Lin Hai FOTOGRAFÍA: Mark Li Ping-Bing REPARTO: Xu Jinglei (Miss Jiang), Wen Jiang (Mr. Xu), Yuan Lin (chica), Xiaoming Su (madre). PREMIOS: 2004 – Concha de plata a la mejor dirección en el 52 Festival Internacional de Cine de San Sebastián. SINOPSIS: Pekín, 1948. En una cruda noche de invierno de una ciudad devastada por la guerra, un hombre se dirige a su casa donde encuentra una carta sin remitente en la que una mujer revela su gran amor hacia él. Mientras el hombre va leyendo, la mujer le explica cómo fue su vida. Le cuenta la gran pasión que sintió y que ha durado toda una vida y que ni el tiempo ni la distancia han logrado deteriorar. Un amor que él nunca quiso ver, nunca supo que existió y que ahora no logra recordar.

La directora y actriz de la película recogiendo la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián

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ARDIENTE SECRETO En un hotel de la montaña coinciden una mujer y su hijo de doce años, Edgar, con un atractivo barón indolente que actúa como un cazador de mujeres. Para ganarse el afecto de la mujer, el barón utiliza a Edgar, un muchacho enfermizo. Contemplando el secreto comportamiento del barón y de su madre, el adolescente empieza a notar cómo cambia su percepción del mundo. Ardiente secreto (Brennendes Geheimnis) es una novela de Stefan Zweig publicada en 1911 y editada por Insel Verlag con una tirada de 10.000 ejemplares, agotándose en el primer año de publicación. Fue elogiada por la crítica y, escritores como Hermann Hesse, reconocieron su valor. La perspectiva de Zweig sobre los cambios psicológicos y la sensibilidad de Edgar en su paso al mundo de los adultos eran hace un siglo, una temática literaria novedosa. La situación de los niños en el conflicto generacional con las normas de los adultos, puede interpretarse como una metáfora de la transición del orden social establecido en el fin del siglo XIX al del nuevo siglo, en vísperas de la Primera Guerra Mundial. En los años siguientes, la novela se extendió cada vez más y tuvo una tirada de 170.000 ejemplares. Como el resto de las obras de Zweig, en 1933 fue incluida por los nazis en la lista de libros que debían ser quemados. Más tarde fue editada en Viena, aunque, desde 1938, ni siquiera esto sería posible. En 1956, un año después de su primera película, Stanley Kubrick presentó un proyecto para la filmación de la novela, pero nunca llegó a realizarlo. Aunque la confusión entre sueño y realidad, violencia y erotismo, fueron plasmados en su película Eyes Wide Shut (1999). Andrew Birkin, un asistente de toda la vida de Stanley Kubrick, retomó el asunto y en 1988 filmó Secreto en llamas (Burning Secret), con Klaus Maria Brandauer en el papel del barón y Faye Dunaway como Mathilde.

Documento realizado por Vicenta Hernández. Club de lectura y cine “Leer en Imágenes” de Mérida.

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