San Fructuoso, a 108 anales. nuestro patrono NUESTRO PATRONO

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San nuestro Fructuoso , patrono El padre Jorge de la Cueva, hace más de tres décadas, nos explicaba en su magnífico artículo FRUCTUOSO DEL BIERZO la biografía y razones del patronazgo de nuestro colectivo, tan poco conocidas por todos nosotros. Quizás con motivo del nuevo Congreso de los Ingenieros del ICAI resulte oportuno recordar la vida, aconteceres y tantas y tantas virtudes, que adornaron a nuestro incomparable patrono. Hasta 1966 pocos historiadores habían profundizado en el estudio de San Fructuoso, con la excepción de verdaderos especialistas, como Pérez de Urbell, Díaz y Díaz, Quintana Prieto, Viñayo González, Fernández Alonso, Flórez Manjarín y algunos otros, pese a ser considerado, por su vida y obra, como uno “…de los españoles más grandes de todos los tiempos”, según literalmente nos refiere el abad de la Colegiata de San Isidoro de León. Al cumplirse en 1965 el decimotercer centenario de su fallecimiento, todas las instituciones leonesas aúnan sus fuerzas y deciden conmemorar de forma solemne este centenario fructuosiano, a escalas nacional e internacional, para dar a conocer a toda la opinión pública la importancia del santo berciano. Solamente los ingenieros del ICAI, treinta y dos años antes, en 1934, habían reconocido su enorme valía nombrándole su patrono.

Dibujo de San Fructuoso por José Antonio Díez, datado en 1966 (Publicado en la revista Tierras de León, nº VIII, página 1). Presenta afinidades sorprendentes con la ficha antropométrica del Santo, realizada meses más tarde por el Dr. Carro, profesor de la Facultad de Medicina de Santiago y miembro de la Sociedad Anatómica Española.

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Fernando Alonso García Doctor Ingeniero del ICAI, promoción 1963 Diplomado en IESE Escritor e investigador

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Biografía Si bien se conservan en la actualidad pocos restos visigóticos fructuosianos, capiteles en la iglesia de Compludo y los posteriormente encastrados en la fachada de la ermita, emplazada a las afueras del incomparable pueblecito de Montes de Valdueza, tenemos información directa de devenir de la vida de San Fructuoso por San Valerio, su discípulo contemporáneo, en la Vita Sancti Fructuosi, una de las cuatro o cinco narraciones de índole hagiográfica, que disponemos en nuestra rica literatura visigoda. Tan enorme fue la impresión originada por San Fructuoso en San Valerio, que éste nos relata: “Dios colocó, en aquellos tiempos, dos fulgurantes estrellas en el cielo de España: al venerable varón Isidoro, obispo de Sevilla, y al bienaventurado Fructuoso, limpio y justo desde la niñez. El primero, con el torrente de su oratoria, con la elegancia de su pluma, con su dialéctica irresistible, expuso y defendió los dogmas de la fe católica, que España había recibido de la primera Cátedra de la Iglesia Universal, la Sede de Roma. El segundo, abrasado en el fuego del Espíritu Santo, consagrado con los santos compromisos de los consejos evangélicos, ejercitado en las virtudes, brilló tanto en el camino de los perfectos, que llegó a igualar los méritos y los ejemplos de los antiguos padres de la Tebaida”. Con este expresivo comentario establece parangón o igualdad entre el más sabio de los españoles, Isidoro de Sevilla, y nuestro desconocido patrono. Isidoro sería el romano,

Restos visigóticos fructuosianos en la ermita de Montes de Valdueza

Fructuoso, el godo. El siglo VII fue considerado, por la grandeza de estos dos santos, como el siglo de las dos estrellas.

Compludo Primera fundación. Entre todas las teorías sobre su lugar de nacimiento, hacia el año 600, cada vez resulta más claro su origen berciano, probablemente de los alrededores de Compludo, pueblecito con sólo

cuatro vecinos en la actualidad, donde realizó su primera fundación. Conocemos el imborrable recuerdo de la visita, en su infancia, a las propiedades paternas en estos valles idílicos. En el año 640 funda su primer monasterio, el de Compludo, de los casi veinte, que crearía a lo largo de su vida, reflejando posteriormente en La Regula Monachorum las constituciones y normativas, que deben cumplir todos los monjes y aspirantes.

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Años más tarde, con destino y aplicación a los restantes monasterios, escribe La Regula Communis, así como el Pactum, compromiso que debían firmar el monje y el abad, algunas composiciones métricas y sus cartas a Braulio, arzobispo de Zaragoza. Todos estos escritos han llegado hasta nosotros en manuscritos antiguos, algunos más que milenarios. San Fructuoso había sido educado como un godo de sangre real, al estar emparentado con el rey Sisenando. Conviene recordar que el sistema educativo se enfocaba para formar clérigos y gobernantes, basado en la música, lectura y educación física. El godo debía ser “astuto como un zorro, fuerte como un toro”. Valle de Compludo, donde se asentó el primer monasterio, desde los altos del Acebo

La muerte de su padre le impactó de tal manera, que decidió tornar su vida, hasta entonces cómoda y placentera, hacia el ascetismo y recogimiento. De ahí su ida y establecimiento en Compludo, cercano a la confluencia de los ríos Miera y Miruelo, de inolvidable recuerdo juvenil. Su retiro a Compludo catalizó, en la España visigoda, toda una corriente ascética, latente desde hacía siglos en la Península. Fue tal su importancia, que Fructuoso no pudo realizar la idea de recogimiento, al verse rodeado y asediado por una ingente multitud, que veían en el santo el ideal de una vida.

Vista de Compluto en 1999, con sólo cuatro vecinos

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Angustiado con los problemas y las necesidades planteadas por tanta gente, se vio obligado a establecer métodos de superviviencia recurriendo a su “ingenio” pa-

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ra desarrollar diversos sistemas de vida, entre los que destaca el “ingenieril” de la herrería, posteriormente comentado y analizado. El rey Chindasvinto y su esposa Reciberga concedieron grandes posesiones al Monasterio de Compludo en el año 616, con motivo del VII Concilio de Toledo, “para el sustento de tantos anacoretas y eremitas y de cuantos en aquellos parajes practiquen la vida monástica”, constituyendo la primera donación real de la historia española. Su biógrafo Valerio, en repetidas ocasiones, nos hace ver como el eremita Fructuoso, emulando a los padres de la Tebaida “buscaba por testigos de sus penitencias los lugares más inhóspitos”, lejos de las miradas humanas, donde poder orar y llevar una vida ascética de ayunos y durezas terribles. No era posible cumplir estos deseos con la multitud llegada hasta Compludo. Sintiendo, por otro lado, que ya estaba la iglesia edificada, la comunidad organizada, la regla escrita, la agricultura y ganadería florecientes, la herrería y otras construcciones “ingenieriles” en marcha, decidió huir de Compludo, después de nombrar un nuevo abad, buscando otros lugares más impenetrables, donde recuperar la soledad y el aislamiento.

Dos bellísimas calles de Montes, donde la vida parece remansada por siglos

Montes. Monasterio Rupianense. Segunda fundación. Al otro lado de las montañas de Compludo, recorrido el incomparable Valle del Silencio, aguas arriba del río Oza, pasadas

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Escarpada ladera del valle del Oza, donde posiblemente se localizaba la cueva de Fructuoso y Valerio. En la parte superior de la fotografía, Montes de Valdueza

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nuevas gargantas, volando sobre un barranco superior a quinientos metros de profundidad, afincado en equilibrio impresionante se encuentra Montes de Valdueza (valle del Oza), donde sólo residen seis vecinos en la actualidad. En una escarpada ladera, colgada de las rocas, cuya ubicación todavía causa pavor, allí se encerró en una cueva, levantando un altar en honor de San Pedro, para orar y encontrarse más cerca de Dios.

Claustro del Monasterio de San Pedro de Montes, lleno de maleza. Al fondo, bosque de castaños milenarios

A esta cueva de Montes se retiró los últimos años de su vida San Valerio, escribiendo allí la Vita Sancti Fructuosi, con quien había convivido en el valle de Compludo.

La iglesia de San Pedro de Montes rodeada de las montañas y bosques bercianos

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En este recóndito paraje erigió un nuevo monasterio berciano, su segunda fundación, con monjes hasta hace algo más de ciento cincuenta años, llegando a ser una de las abadías más célebres e importantes de España, hoy también olvidada y desaparecida; pero, cuyos restos todavía pueden contemplarse. Muy corta fue la estancia de Fructuoso en Montes. El recuerdo del fundador y la santa envidia, hacia el floreciente nuevo monasterio rupianense, pusieron en camino a los monjes complutenses y en procesión, una vez asaltada la cueva, retornaron con él, de nuevo a Compludo.

San Fiz de Visonia. Tercera fundación. Poco tiempo resistió Fructuoso en Compludo, enseguida bajó de nuevo por el Oza, buscando otro lugar de retiro. Cerca de la confluencia de los ríos Burbia y Valcácel levantó el monasterio de San Fiz de Visonia, en los confines del territorio berciano con Galicia. En la actualidad todavía se puede contemplar la iglesia románica, humilde y pobre, bajo la advocación de San Fiz de Visonia, hoy San Juan de San Fiz, heredera de las edificaciones fructuosianas. Hasta cerca de diecisiete monasterios más, se conocen un total de trece, pudieron ser fundados por San Fructuoso en Galicia, Portugal y Andalucía, antes de ser obispo de Dumio en el año 656, padre del X Concilio de Toledo y, ese mismo año,

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arzobispo de Braga, donde muere en el año 665, treinta años después de la muerte de San Isidoro. Quinientos treinta y siete años reposó el cuerpo en Montelios, cercano a Braga, hasta 1202, en que el poderoso Gelmírez, arzobispo de Compostela, consumó el latrocinio de su cuerpo transladándolo a la catedral de Santiago, siendo honrosamente colocado en el altar del Salvador de la cripta. Si bien se levantó en el siglo XVIII una iglesia barroca, al otro lado de la plaza catedralicia, bajo la advocación de San Fructuoso desde hace algunos años, los restos todavía se conservan en un arca de la Capilla de las Reliquias de la catedral compostelana.

Espadaña y puerta románica de San Fiz de Visonia, hoy San Juan de San Fiz

Fachada actual de la Herrería de Compludo

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Herrería de Compludo La Herrería de Compludo destaca, por su concepción y originalidad “ingenieril”, entre todos las sistemas mecánicos atribuidos a Fructuoso, como medio de vida, para mantener la enorme multitud, que acudía a los monasterios, atraída por sus virtudes. La primera vez que tuve la suerte de disfrutar de su contemplación, allá por los albores de la década de los sesenta, todavía el padre del actual herrero realizaba trabajos para los pequeños pueblos de la zona. Era un remanso de paz y tranquilidad tras un acceso difícil y de gran pendiente, a través del monte, encontrándose totalmente olvidada, sólo preservada por los cuidados del herrero. En sesión del 30 de diciembre de 1966, con motivo del ya comentado XIII centenario de la muerte de nuestro santo, el año anterior, la Diputación Provincial de León tomó el acuerdo de promover el expediente para obtener la declaración de Monumento Histórico a la Herrería de Compludo por su gran valor arqueológico. En el escrito elevado por el Presidente de la Diputación al Ministerio de Educación y Ciencia, datado el 29 de marzo de 1967, solicitando la declaración de Monumento Nacional para la Herrería de Compludo, se hace ver que “[…]sigue en su normal actividad y funcionamiento[…] perteneciente históricamente

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Dibujo de la antigua Herrería de Compludo, datado en 1966 (Publicado en la revista Tierras de León, nº VIII, página 36). El hogar actual está desplazado hacia la derecha

al antiguo coto monasterial de Compludo, después al obispado de Astorga y hoy, según fidedignas referencias, a don José Rojo Santiago, Ingeniero del I.C.A.I., residente en Compostilla (Ponferrada)…”. Desde siempre, como podemos ver, tan ligada a nuestro colectivo,

en este caso a través de un compañero, tristemente desaparecido. Teniendo en cuenta la categoría y el conocimiento de los expertos, que intervinieron en la elaboración del dictamen de la Comisión Central de Monu-

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Esquema del sistema inyector de aire dibujado por el herrero actual de Compludo. El aire entra a través de los dos orificios, diametralmente opuestos, ubicados en el esquema a la altura de la palabra BLANCO, arrastrado por el agua. Pasa por el depósito inferior, donde se regula la presión variando el caudal de agua, cerrado hidráulicamente, desviándose hasta la fragua. En el mismo hogar existe otra regulación de aire, con un “tapón” de madera

mentos, que hizo suyo la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en sesión celebrada el 12 de junio de 1967, parece razonable transcribir de forma esquemática lo acordado, fiel reflejo de la Herrería de Compludo y su funcionamiento, valorando la importancia, transcendencia, originalidad y sobre todo “ingenio” de su concepción. “La Herrería de Compludo utiliza la fuerza hidráulica de una presa para mover el martillo pilón y para provocar la inyección de aire, que permita, gra-

duándola, la combustión del hogar en la fragua. La rueda hidráulica, su eje de levas, la gran viga, que hace de potente palanca para el martillo pilón, y los canales, por donde se conduce la corriente de aire, que se inyecta para activar la combustión, están construidos con madera de nogal con refuerzos y piezas de ensamble de hierro, en forma de zunchos, bragas y pernos, siendo de este material los cojinetes del conjunto, rueda hidráulica y árbol de levas… El sistema hidráulico, que acciona el martillo pilón, y el que presio-

na el aire necesario para el funcionamiento del hogar, son regulables, graduando el agua del canal y sus exclusas”. Todo el funcionamiento se basa en la utilización de madera y agua. “La rueda motriz, vertical, accionada por la caída del agua, es el sistema de aprovechamiento de la energía hidráulica más primitivo y rudimentario, conocido a lo largo de la historia”. “El sistema motriz del martillo pilón de Compludo se empleó desde el Medioevo hasta el

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Renacimiento; fue conocido por los ingenieros helenísticos y por Vitrubio”.

numento Histórico Artístico la Herrería de Compludo en el Bierzo (León).”

“El árbol de levas de Compludo, acoplado directamente a la rueda hidráulica, fue, según parece, conocido por los ingenieros helenísticos, que lo emplearon en la construcción de autómatas; pero, hay que llegar al Renacimiento para encontrarlo documentado en el empleo de máquinas de tipo industrial. Leonardo de Vinci utiliza el árbol de levas para alguna de sus máquinas movidas a mano. Jorge Agrícola en el siglo XVI; Zonca, en 1656; Bückler, en 1662 lo utilizan de manera similar al de Compludo.

Patronazgo

“Por lo que respecta al sistema hidráulico para la inyección de aire en el hogar de Compludo, los antecedentes son más escasos. Arturo Ucelli lo cree de origen italiano, pues, dice lo utilizó Leonardo de Vinci. No obstante en las ‘forjas catalanas’ para la fabricación del hierro, se disponía de tres elementos esenciales para el trabajo, en todo coincidentes con los de la Herrería de Compludo, un hogar bajo y abierto, una máquina inyectora por trompa de aire, hidráulica, para activar la combustión del hogar, y un martillo para la forja. Según Karsten, este sistema de forja puede remontarse a los tiempos del Imperio Romano, introduciéndose en España durante el primer siglo de nuestra Era.” “Por todo lo expuesto esta Real Academia considera que bien merece ser declarado Mo-

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¡Qué bien conocieron las virtudes de San Fructuoso los fundadores de la Hermandad de Ingenieros del ICAI, germen de nuestros Colegio y Asociación, allá por el año de 1934, cuando pasado el verano, tiempo para la reflexión sobre el patronazgo, decidieron elegirle como Patrono! Mucho tenemos que agradecer a nuestro compañero astorgano Lorenzo Fernández Matinot, ejemplo para todos nosotros como humanista, escritor, investigador e ingeniero del ICAI, co–fundador con Quevedo y Doussinague de la reconocida empresa SEMI, la elección de San Fructuoso, adelantándose en más de treinta años al reconocimiento de la importancia de Compludo y su entorno, por la más alta academia de nuestro país. Todavía hoy resulta un ejemplo sorprendente, ingenioso e imaginativo el funcionamiento de esta herrería, donde todos los años deberían acudir los alumnos del ICAI para recibir una lección técnica y práctica de cómo utilizando escasísimos recursos; pero, mucho “ingenio”, pueden conseguirse logros originales e insospechados. a



(Dibujos de la revista Tierras de León, número VIII. Diputación Provincial de León, León, 1967.) (Fotografías de Fernando Alonso.)

Bibliografía De la Cueva y Haro, S. J., Jorge. FRUCTUOSO DEL BIERZO. Díaz González, Florentino–Agustín; Rodríguez Fernández, Justiniano; Roa Rico, Francisco; Viñayo González, Antonio. SAN FRUCTUOSO Y SU TIEMPO. Imprenta Provincial, León, 1966. Díaz y Díaz, Manuel Carlos. FRUCTUOSO DE BRAGA Y EL BIERZO. «Tierras de León», número 8, Diputación Provincial de León. Diputación Provincial, León, 1967.

Diputación Provincial de León. Acta de la sesión de fecha 30 de diciembre de 1966. Diputación Provincial de León. Escrito de fecha 29 de marzo de 1967 dirigido al Ministerio de Educación y Ciencia. Flórez Manjarín, O. F. M. COMPLUDO: PRIMER MONASTERIO DE SAN FRUCTUOSO . «Tierras de León», número 8, Diputación Provincial de León. Diputación Provincial, León, 1967. Fernández Alonso, Justo. LA AUTOBIOGRAFÍA DE SAN VALERIO «Cuadernos» número 16, Centro de Estudios Astorganos “Marcelo Macías”. Monte Casino, Zamora, 1999. Flórez, R. P. M. Fray, Henrique. ESPAÑA SAGRADA, TOMO XVI, DE LA SANTA IGLESIA DE ASTORGA, segunda edición. Fortanet, Madrid, 1905. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Acta de la sesión celebrada el 12 de junio de 1967. Rodríguez López, Pedro. EPISCOPOLOGIO ASTURICENSE, tomo I. Porfirio López, Astorga, 1906. Viñayo González, Antonio. CRÓNICA DE LAS CONMEMORACIONES LEONESAS DEL XIII CENTENARIO DE SAN FRUCTUOSO. «Tierras de León», número 8, Diputación Provincial de León. Diputación Provincial, León, 1967.