Para nuestro bien o para nuestro mal?

¿Para nuestro bien o para nuestro mal? Sexualidades adolescentes El impacto de los Mecanismos de Represión del Mundo Adulto Ineke Dibbits Serie Est...
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¿Para nuestro bien o para nuestro mal? Sexualidades adolescentes El impacto de los Mecanismos de Represión del Mundo Adulto

Ineke Dibbits

Serie Estudios e investigaciones

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¿Para nuestro bien o para nuestro mal? Sexualidades adolescentes El impacto de los Mecanismos de Represión del Mundo Adulto Serie Estudios e investigaciones 12 Primera edición: septiembre 2016 Conexión Fondo de Emancipación Tel./Fax: 591 -2-2141473 www.conexion.org.bo Cuidado de edición: Javier Medina Cuadro de la tapa: “Suéñame” de Guiomar Mesa Depósito legal: 4- 1 – 4181 - 16 I.S.B.N.: 978-99974-63-28-9 Impreso en: Área de Impresión La Paz, Bolivia

Equipos de Investigación Santa Cruz: Guadalupe Pérez y Moira Rimassa Cochabamba: Daniela Elías y Jhaskara Chumacero La Paz: Magali Terrazas y Mónica Sebastián

Si una persona o mujer decide tener relaciones sexuales; quisiera que les ayuden a encontrar un método, por el cual se pueda tener una experiencia sexual libre y, a la vez, responsable. Es decir, suponte que quiero explorar mi cuerpo, quiero tener relaciones sexuales y no sé nada. Quisiera que me orienten a cómo tener o con quién no tener. ¿Cómo saber? (Luis, de Cochabamba)

Agradecimientos Un agradecimiento sincero a los directores, directoras y plantel docente de todos los colegios en que se nos permitió trabajar con un grupo de estudiantes: por su hospitalidad, su confianza y apoyo. De la ciudad de La Paz: el Colegio “Pablo Iturri” y el Colegio “Puerto Rico”. Del municipio de Laja: el Colegio “Pedro Domingo Murillo” y el Colegio de la comunidad de Curva Pucara, del mismo municipio. De la ciudad de Cochabamba: el Colegio “IV Centenario” (turno mañana y tarde); el Colegio Nacional Ucureña, del municipio de Cliza y la Unidad Educativa Anocaraire, del municipio de Vinto. De la ciudad de Santa Cruz: el Colegio “Rubén Darío Gutiérrez” (turno mañana y tarde); el Colegio “13 de Mayo” del municipio de Pailón y el Colegio de la comunidad de Cachuela España, del municipio de San Javier. Asimismo, de todo corazón, a los y las estudiantes que participaron en el estudio: por su generosidad y franqueza; por haber compartido aspectos tan íntimos de sus vidas: sus emociones de amargura y/o de decepción, de alegría y optimismo. Esperamos que tomen buenas decisiones para que su vida se pinte con los colores que ustedes elijan. Finalmente, a todas las personas que han hecho posible este estudio y a las que aportaron con debates, reflexiones y su experiencia.

Contenido

Capítulo 1. Introducción.................................................................................................. 13 Educación sexual ....................................................................................................... 15 Salud Sexual y Salud Reproductiva.......................................................................... 18 Capítulo 2. Marco conceptual y metodológico............................................................. 21 Adolescencias............................................................................................................ 21 Derechos sexuales y derechos reproductivos....................................................... 22 El sujeto/objeto madre adolescente...................................................................... 23 Sexualidades.............................................................................................................. 25 El riesgo de la culpa, la sumisión y del amor romántico........................................ 27 Sexualidad y un debate feminista............................................................................ 29 La teoría de género................................................................................................. 29 Feminismos, sexualidades y el derecho al placer ................................................. 30 Aspectos metodológicos........................................................................................... 32 El ámbito de estudio............................................................................................... 33 Metodologías y los y las adolescentes que participaron en la investigación....... 33 Metodologías y las investigadoras que participaron en la investigación............. 34 El proceso de recolección de la información y el procesamiento de datos......... 35 Capítulo 3. Hallazgos...................................................................................................... 37 Ser adolescente......................................................................................................... 37 No había esa libertad que ahora tenemos............................................................. 37 ¿Podemos hablar de sexualidad?............................................................................ 44 Trayectorias sexuales................................................................................................ 50 Aunque no amen a la persona del sexo contrario ................................................ 51 Cuando ven eso, se vuelven más atrevidos, más machistas................................. 58 No tienen pareja para tener relaciones, por eso lo hacen.................................... 64

Se llamaba Cielo...................................................................................................... 68 Ya pasó, pero al otro día no somos nada............................................................... 70 Las chicas extrovertidas siempre se hacen faltar el respeto................................ 73 La apariencia a veces engaña................................................................................. 76 Lo fácil no es bueno, ni lo bueno es fácil............................................................... 80 Me dijo que si podía darme un beso...................................................................... 81 Ya empezábamos a ponerle nombre a lo que teníamos....................................... 83 Hay mujeres que quieren que uno esté ahí, ahí..................................................... 85 No tienen que dedicarse a las chicas..................................................................... 87 Embarazos no deseados ........................................................................................... 92 Ellos piensan que vamos a cometer errores.......................................................... 92 Por amor a Dios, no te hagas líos con mujeres ..................................................... 101 Jamás escuché que haya sido por voluntad propia............................................... 102 Sabemos que, al ser padres jóvenes, no nos va a ir bien a los dos....................... 104 Lo hacen de preocupación y porque es la única salida......................................... 108 Para no perder la oportunidad lo usa.................................................................... 112 Hacer el amor............................................................................................................. 118 El cuerpo de la mujer también pide eso ................................................................ 118 No nos sentíamos culpables de haberlo hecho .................................................... 126 Eso no era un juego................................................................................................. 131 Quería complacerlo, pero no quería tener relaciones.......................................... 135

A modo de conclusión.........................................................................................147 Bibliografía...........................................................................................................149 Anexos..................................................................................................................157

Capítulo 1 Introducción

Educar en sexualidad es emancipar; es dar lugar a una vida más autónoma y más feliz. No es la cura mágica de todo, pero sí es una llave transformadora que abre puertas de libertad, autoconfianza, salud y desarrollo personal. Por lo general se suele pensar aún que los conocimientos por sí solos son suficientes para que los y las adolescentes tomen buenas decisiones respecto a su vida amorosa y su sexualidad. Pero la educación sexual va más allá de brindar información, pues, es facilitar que sean capaces de hablar sobre sus preocupaciones, sus miedos, sus deseos, los problemas en sus relaciones estables o pasajeras. Contar con información sobre el aparato reproductor de hombres y mujeres e, inclusive, tener algún conocimiento sobre métodos anticonceptivos, no ha tenido como resultado que los y las adolescentes sepan desarrollarse en su vida sexual sin angustias y percances. Tenemos

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que saber que hoy en día siguen saliendo chicos y chicas de los colegios que viven o vivirán abusos, enamoramientos violentos, celos enfermizos, desencuentros, manipulaciones y falta de cuidado. Cuando se habla sobre sexualidad es necesario considerar que cada individuo, cada familia o grupo social construye y recrea sus imaginarios muy particulares sobre el término: en cuanto a su sentido, su valor, su rol en la vida de cada persona, etc. La afectividad, la comunicación, la moralidad, los mitos y creencias, son esferas que interactúan entre sí y determinan la vivencia de la sexualidad. Esto implica una manera de ser y de actuar para cada persona, que se refleja en su capacidad de comunicarse corporalmente, en el desarrollo de su autoestima, el contacto con sus emociones y sentires, en sus concepciones de género, en sus ideas sobre prácticas sexuales legítimas y/o ilegítimas. Es en este sentido que debemos hablar sobre “sexualidades”, tomando en cuenta también el impacto que tiene la historia personal en cada persona, en cada adolescente. Al respecto, cabe señalar también que, en la mayoría de los contextos socioculturales de nuestro país, predomina la idea de atribuir a la sexualidad y al cuerpo1 una verdad única

Utilizamos el término “cuerpo” expresamente, ya que por mucho tiempo se ha anulado al cuerpo como elemento de generación de conocimiento, como si la única parte de nuestra anatomía apta para el aprendizaje fuese la cabeza y el resto de nuestro organismo un mero apéndice. Asimismo, la fragmentación del cuerpo se hace evidente cuando se reduce la sexualidad a la genitalidad.

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Hace ya varias décadas que se viene hablando acerca de las carencias en la educación sexual y, en concreto, de su siempre aplazada implantación en el sistema educativo, a pesar de las normas existentes.

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y homogenizante, que ha provocado que la diversidad de opciones y manifestaciones de la sexualidad fuesen objetadas, invisibilizadas e, inclusive, combatidas, restringiendo la autonomía individual. Los placeres múltiples, las más de las veces, se catalogan en el ámbito de lo perverso y, por lo tanto, son objeto de control y castigo. Con sus matices, es aún hegemónica la idea de que la única función natural del sexo es la reproducción, considerando la respuesta erótica heterosexual como la “natural”, única, instintiva e innata. De esta manera, la diversidad de expresiones de la sexualidad es vista como una amenaza: trastoca y pone en riesgo “el orden establecido”.

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La familia es, de manera primordial, la institución en la que se ejerce este “poder/saber” sobre la sexualidad, no sólo para condenar o tolerar, sino para dirigir, administrar y regular. Pero también en la escuela, en los colegios, la mayoría de los y las docentes comparten el imaginario de las prácticas sexuales “normales”, enmarcado en una historia personal de represión, de sentimientos confusos y negativos hacia la sexualidad. Muchos/ as asocian, de este modo, la sexualidad con el temor, la prohibición, el tabú y, por tanto, con sometimientos, advertencias y amenazas. Es así como los y las adolescentes aprenden que de la sexualidad no se habla, no se pregunta, ni en la casa ni en el colegio, y que se procure ocultar cualquier hecho “sospechoso” de transgresión de la norma.

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Está por demás subrayar que el significado que se otorga a la sexualidad y las dimensiones que lo componen, son también producto de relaciones sociales (de poder) establecidas. También lo son las normas que regulan cómo vivirla. En este sentido, las mujeres suelen tener que lidiar con pautas más restrictivas que los varones. Existe la idea muy arraigada que los y las adolescentes están sometidos/as al “imperio de las hormonas” y que a las personas adultas corresponde contenerles/as del desborde. Sin embargo, aunque se suele pensar que las hormonas del cuerpo

de los varones son más poderosas, los cuerpos de las mujeres son “los peores”, porque visibilizan las consecuencias de la sexualidad genital. De esta manera, el afán por ejercer control y vigilancia con relación a las mujeres adolescentes, es mucho más pronunciada. Es una forma de biologización de la sexualidad y del sexismo, ya que se concibe como una “educación” sexual para “mujeres-futuras madres”, mientras que no existe la misma figura de “varones-futuros padres”, manteniéndose la expectativa de la maternidad como destino para las mujeres, así como la heteronormatividad. Como consecuencia de ello, se refuerza, particularmente en las chicas, la imagen de una sexualidad, tipo vivencia-laberinto, al enfrentarse a diversas tensiones: la presión de sus padres y profesores/as para que se abstengan de relaciones sexuales y para que prolonguen sus estudios, pues, el estudio es incompatible con prácticas sexuales coitales, cuando el uso de métodos anticonceptivos está fuera del horizonte. Luego, está la presión de sus pares, las amigas, para tener experiencias sexuales; está la presión de los enamorados para tener sexo y su propio interés de experimentar, entre otras razones, por sentimientos amorosos, por la curiosidad o por el puro deseo sexual. Ante estos conflictos, parece difícil que las adolescentes puedan tomar decisiones autónomas; conflictos que, además, se ven agudizados por el temor a un embarazo o una infección de transmisión sexual, en el marco de una falta de poder en la negociación con la pareja. Desde este punto de vista, es paradójico que a las mujeres se les siga inculcando que, para ser aceptadas y queridas, deben acceder a las demandas de las personas que les rodean; como solemos decir: responder a las necesidades de otros. Con otras palabras: no deben decir “no” a ningún pedido y, por tanto, valga subrayarlo, no disponen de un cuerpo para sí. ¿Cómo deconstruir este discurso, si otro mandato poderoso ordena que “no se debe entregar a nadie, antes de la conformación formal de la pareja”, para no decir hasta el

A sabiendas que los y las adolescentes suelen valorar la normalidad; que buscan pasar desapercibidos/as en sus grupos de amigos y amigas, ¿cuál será en los escenarios descritos el criterio de normalidad que manejan? Pues, pareciera ser que el control sobre el propio cuerpo, ese cuerpo que, a primera vista, sería lo más cercano y, por tanto, lo más conocido y previsible, se vuelve en estas condiciones un territorio de tensiones casi irresolubles. Los sentimientos de culpa y/o de vergüenza pueden provocar diversos grados de malestar: tristeza, angustia, ansiedad, depresión, etc. En lo que a las prácticas sexuales atañe, es probable que los cuerpos atravesados por el control y el dominio, estructuren dinámicas disociadoras3, que les impidan a los adolescentes (pero especialmente a las adolescentes) construir una identidad sexual que les permita disfrutar sin culpas. Es probable también que les dificulte tomar decisiones en base a su propio bienestar; es probable que les sea más difícil desarrollar aptitudes para construir vínculos cuya base es el diálogo, vínculos que les permita resolver conflictos, evitar la violencia, para que se sientan bien con las relaciones que construyen.

Educación Sexual Cuando revisamos la prensa local o nacional, nos llama la atención cuánta preocupación existe en diversos ámbitos sociales, gubernamentales y no gubernamentales, con respecto a los altos índices de embarazos no deseados en adolescentes. La mayoría de las voces que se refieren a aquello, hablan sobre la necesidad de mejorar la educación sexual, generalemente refiriéndose a la falta de información sobre métodos anticonceptivos y menos, sobre el por qué del poco uso efectivo. Otras, que el problema reside en la falta de afecto que reciben los y las adolescentes en sus hogares; otras que son las letras de la música favorita que les lleven a hacer cosas que no deben. Es extraño que el mundo adulto, cuando habla en la prensa, se olvida de su propia adolescencia, quiera ignorar que en aquellos años experimentaba sensaciones nuevas: los varones, tenían sueños húmedos; de pronto “se le paraba”; que se morían de amor por una chica del curso. Asimismo, las mujeres, que se les erizaba la piel al primer roce con el chico más guapo que habían conocido en su vida. Pareciera que, en el mundo adulto, no hemos superado aún el pudor de hablar sobre todo aquello. Nombramos lo que son las consecuencias de ciertas prácticas sexuales, sin hablar sobre la sexualidad. Hablamos sobre lo nocivo de las letras de las canciones más populares, a lo máximo, mencionando que inducen a que se “utilice” a las chicas, las compañeras, como un objeto, pero no se dice en qué consiste eso de “utilizar” a las compañeras. La censura social con relación a ciertas prácticas sexuales y, en la etapa de la adolescencia en especial, no es explícita ni se dirige directamente al objeto de la prohibición. Al Poder no le interesa refutar de manera abierta

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No puede admitir su propio deseo, es decir, que fue su propia decisión, ya que en su caso es la mayor vergüenza, siendo la faceta más silenciada de la sexualidad femenina, tanto en las unidades educativas como en el entorno familiar. Esto no vale para los adolescentes varones. Fuller, al respecto, llama la atención sobre un código ético diferente para varones y mujeres en relación al concepto del honor: “Si en la mujer la conducta sexual desordenada es un atentado contra su honor y del grupo, en el caso del hombre no lo es, se trata simplemente de una falta que no cae sobre él, sino sobre la honra de la mujer agraviada y de su familia” (1994: 242).

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Disociación: La coexistencia de representaciones o contenidos internos de tipo opuesto o incompatible, sin aparente contacto o conexión entre sí en la conciencia del sujeto.

Introducción

matrimonio? Pues, es un callejón sin salida y, de este modo, cuando sale a la luz su transgresión2, la mayoría de las veces no le queda otra que “hacerse” a la víctima, pues, “fue obligada”, “se la chantajeó”, “se dejó llevar por promesas falsas”, etc. Si bien esto ocurre, en muchas ocasiones es también un mecanismo de defensa del “honor propio”, aunque la mayoría de las veces inefectiva, ya que la sociedad, su entorno, ni siquiera así la suele exculpar, cuando, por ejemplo, se suele decir: “ella misma se lo ha buscado”.

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el derecho al placer, la legitimidad del ejercicio de los derechos sexuales. Las refuta subrepticia e indirectamente. Pues, los mensajes suelen transmitirse subliminalmente4, en el plano de las representaciones simbólicas ya que de este modo tiene una enorme eficacia, precisamente porque al no pasar por el consciente, no se pueden levantar defensas. Es el orden simbólico que la publicidad conoce y maneja con éxito (Rodrígañez 2010: 67). La cacofonía de alusiones, generalmente indirectas, al sexo genital y a la peligrosidad del hecho de que nos sexuamos desde que nacemos, resultará, la mayoría de las veces, en un imaginario de una sexualidad sórdida, un escollo más en la etapa de la adolescencia: algo para temer; si es posible, menospreciar, de la condición humana. Al menos, así suele sonar desde el mundo adulto.

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Como señala Rodrigáñez, refiriéndose a otros contextos, existen también en el nuestro serias deficiencias en el lenguaje del placer, definiéndolo como un lenguaje de “un vacío de sexualidad” (2011: 65, 72). Al respecto, cabe recordar también cómo la OMS (Organización Mundial de la Salud) precisó la definición de salud sexual en el año 2000:

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Un estado de bienestar físico, emocional, mental y social relacionado con la sexualidad; no es meramente ausencia de enfermedad, disfunción o malestar. La salud sexual requiere un acercamiento positivo y respetuoso hacia la sexualidad y las relaciones sexuales, así como la posibilidad de obtener placer y experiencias sexuales seguras, libres de coacción, discriminación y violencia. Para que la salud sexual se logre y se mantenga, los derechos sexuales de todas las personas deben ser respetados, protegidos y satisfechos (Promoción de la Salud Sexual. Recomendaciones para la acción 2000: 6). Por otra parte, en el marco de un estudio que tiene como eje las sexualidades adolescentes, es imprescindible referirnos a los modelos hegemónicos de educación sexual que están presentes en el imaginario de nuestra sociedad; es decir, de padres de familia, proveedores y proveedoras de salud, los medios de comunicación y, en especial, del sistema educativo. Aunque no hay ningún modelo o malla curricular5,6 de educación sexual que se esté implementando en nuestro país, se estilan diferentes puntos de vista desde los cuales se emiten mensajes que se derivan de una diversidad de valores y objetivos. La realidad nos demuestra que,

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Según la enciclopedia de Wikipedia un mensaje subliminal es: “un mensaje o señal diseñado para pasar por debajo (sub) de los límites (liminal) normales de percepción. Entre los ejemplos, puede mencionarse un mensaje en una canción, inaudible para la mente consciente pero audible para la mente inconsciente o profunda; o una imagen transmitida de un modo tan breve (como la décima parte de un segundo) que pase desapercibida por la mente consciente pero, aun así, es percibida inconscientemente”.

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En una nota de prensa, de junio del 2015, se señala que Bolivia es uno de los países más rezagados en educación sexual, haciendo referencia a un estudio de la Sociedad Internacional de Sexología, que establece que, en el país, sólo el 3,2% de bolivianos accede a educación sexual. En la misma nota se informa que “el tema entró en debate la semana pasada cuando el Ministro de Educación Roberto Aguilar, se refirió a la educación sexual a adolescentes y en el que recomendó el fortalecimiento de “escuelas de padres” para fortalecer la educación sexual a jóvenes, para prevenir embarazos. En este mismo contexto, la autoridad nacional sugirió también analizar el contenido de las canciones del género musical reggaetón por considerar que repercute en el comportamiento y embarazo de adolescentes”. Se informa, asimismo, que “los estudios indican que Bolivia es uno de los últimos países que tiene formación en sexualidad, porque el primero es Haití”. Sin embargo, esperamos que esta situación cambie pronto, ya que en el Plan Nacional de Salud Sexual y Reproductiva (2014-2018) se contempla “la elaboración e implementación de la Educación Integral de la Sexualidad, basada en derechos y en la evidencia científica, adecuada a los diferentes grupos etareos y entornos culturales, accesible para niñas, niños, adolescentes, jóvenes y personas adultas, para que todas las personas y prioritariamente niñas, niños, adolescentes y jóvenes, acceden a una adecuada educación integral de la sexualidad”. Por otra parte, mediante las notas de prensa de UNFPA, se informa que la educación sexual integral es parte de un plan, liderado por la Unidad de Género, Generacional y Justicia Social, del Ministerio de Educación, para su incorporación en la currícula.

6 En un estudio del año 2010, sobre factores socioculturales del embarazo en adolescentes, se señala al respecto: “Uno de los problemas más importantes que podemos encontrar es la deficiente enseñanza sobre la temática de sexualidad en las unidades educativas. (…) Es importante resaltar que no es parte de la malla curricular, al contrario, son charlas que se dan de manera ocasional y en la materia de biología está con metodologías fuera de contexto, en las cuales sólo se da una lectura sin debate y mucho menos explicación” (Observatorio de Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos. Católicas por el Derecho a Decidir. CIES Salud Sexual - Salud Reproductiva).

Si bien no existe un programa, ni leyes a las que nos podamos referir en el contexto boliviano, es decir, que los escenarios educativos constituyen escenarios de educación no formal, podemos advertir, sin embargo, dos modelos hegemónicos que coexisten en la mayoría de las unidades educativas: el biologista y el moralista. Desde la perspectiva biologista se considera que se abordan cuestiones de la sexualidad si se estudia la anatomía de la reproducción. Para este modelo, hablar de sexualidad es hablar de la reproducción y, por lo tanto, de la genitalidad. Se entiende que “los aparatos” son contenidos que deben enseñarse como parte de la materia de biología. Últimamente, este abordaje se complementa a veces con algunos aspectos que se consideran necesarias desde la perspectiva médica, apuntando más que todo a la prevención de infecciones de transmisión sexual, el VIH/Sida y la prevención de embarazos. El contenido generalmente está desconectado de la noción de derechos sexuales y derechos reproductivos y el derecho a decidir sobre el propio cuerpo; así también se silencia la sexualidad no reproductiva y los derechos de chicos y chicas con otra orientación sexual o identidad de género. Es así como el modelo biomédico suele abordar las cuestiones de la sexualidad, poniendo el eje en las amenazas de las enfermedades o “los efectos” no deseados de la sexualidad, quedando afuera, no solamente todo contenido vinculado con los sentimientos o las relaciones humanas, sino también toda referencia a los efectos “deseados” o “deseables” que una sexualidad plena podría aportar al bienestar bio-psico-sexual en la adolescencia.

El modelo moralista de educación sexual existe paralelamente al modelo biologista y médico. Este discurso se caracteriza por el desfase entre la realidad social observable y el imperativo moral que articula su ideario. En las unidades educativas se concibe generalmente que forma parte de la materia “valores, espiritualidad y religiones”, pero está omnipresente en la socialización informal, tratándose de una parte indisoluble de la cultura educativa (moralista y vertical), en general. Consiste, generalmente, en un abordaje que enfatiza las cuestiones vinculares y éticas que sustentan las expresiones de la sexualidad y, con frecuencia, las encara desde una perspectiva que se basa en los sistemas normativos (el “deber ser”) dominantes, pasando por alto los sentimientos y experiencias “reales” de los y las adolescentes. Este modelo también comparte con el anterior, el supuesto de que la sexualidad se expresa centralmente en la genitalidad, poniendo especial énfasis en su control, mediante la abstinencia de la práctica sexogenital. Esta perspectiva es contradictoria con el principio de Estado laico y, complementándose estos dos modelos, terminan reforzando las jerarquías sexuales, en desmedro de las mujeres, así como de los chicos y chicas que no se definen como heterosexuales o que, a la edad que tienen, no lo tienen claro aún. Esto lleva a analizar los modos en que operan los prejuicios sociales acerca de lo “adecuado” o no, para que las mujeres sean “femeninas” y que los varones sean “masculinos”. La coerción sexual, las creencias con respecto a la sexualidad, los temores a acudir a los servicios de salud, el desconocimiento del propio cuerpo, y tantas otras limitaciones que impactan en la vida de las personas, tienen sus raíces en la sociedad y no solamente en la constitución subjetiva individual. Existen diversas formas de vivir el propio cuerpo y de construir relaciones afectivas, formas y relaciones que deben enmarcarse en el respeto por sí mismo/a y por los/as demás y que merecen -todas- el mismo respeto. Obviamente, no se trata de eliminar el abordaje de las dimensiones biomédicas de la sexualidad

Introducción

consciente o inconscientemente, voluntaria o involuntariamente, se transmiten formas de pensar sobre la sexualidad: en cada gesto, en cada palabra, en cada actitud. Las personas adultas, quieran o no, positiva o negativamente, educan sexualmente. Asimismo, lo hacen los padres, los amigos, los medios de comunicación, la sociedad toda. Es lo que se suele llamar la Educación Sexual Informal o Socialización Sexual.

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y, menos, de eliminar las oportunidades de niños, niñas y adolescentes, de cuidar su salud. Pero es urgente que se avance en un enfoque de sexualidad en un marco más amplio, que restablece su sentido social, su dimensión placentera y de derecho. Al respecto, cabe subrayar que en una encuesta, realizada por Católicas por el Derecho a Decidir, entre el 2010 y 2011, se respondió a la pregunta, si el sistema educativo debería incluir, en la currícula de enseñanza, la materia de educación sexual en todos los colegios, el 89.5% respondió afirmativamente. Lo cual, según los y las investigadoras, permite pensar que este dato “constituye una de las evidencias del proceso de secularización del país, pues independientemente de la creencia religiosa, la población ve la necesidad de que las y los estudiantes accedan a información y educación sexual” (Católicas por el Derecho a Decidir 2011).

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Salud Sexual y Salud Reproductiva

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La Constitución Política del Estado, aprobada en el año 2009, ha implicado un avance significativo, al reconocer los derechos sexuales y reproductivos (art. 66), el derecho a una vida libre de violencia y otros derechos clave en el contexto de un Estado laico. A ello se suman normativas vigentes que expresan un compromiso de viabilizar el ejercicio de los derechos sexuales y los derechos reproductivos, la equidad de género, la inclusión social y la no discriminación. Sin embargo, también se observan aún muchísimas trabas para avanzar en el ejercicio efectivo de estos derechos. Aunque acabamos de celebrar, hace muy poco, la promulgación de la Ley de Identidad de Género, es un hecho vergonzante que hasta la fecha no se logre la aprobación de una Ley de Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos7 y, para dar

otro ejemplo, no podamos contar aún con una ley que haga factible la unión civil entre personas del mismo sexo, dando lugar, de esta manera, a que un grupo importante de la población siga padeciendo la discriminación por orientación sexual e identidad de género, a pesar de su prohibición y sanción mediante nuestra Carta Magna. Sin embargo, como ya mencionamos, con relación a la situación de los y las adolescentes, hoy en día, el objeto de mayor preocupación en los ámbitos gubernamentales, calificándolo como un problema social y de salud pública, es el índice de embarazos no deseados8. La Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDSA), de 2008, registró que de más de medio millón de mujeres, de entre 15 y 19 años de edad, el 18%, ya eran madres o estaban embarazadas. De estos embarazos, al menos el 70%, no fueron planificados  (INE/ Ministerio de Salud y Deportes 2008). Por otra parte, en 2015, UNFPA informó que la tasa de embarazos en adolescentes, entre 12 y 18 años (otro rango de edad), se incrementó del 18% al 25%, lo que suma un total de 90 mil embarazos adolescentes al año. La ENDSA del 2008, asimismo, refiere datos sobre la situación de las adolescentes del área rural y urbana. Las últimas alcanzan un promedio de 128 hijos por cada mil adolescentes, en tanto que, en el área urbana, se registra un promedio de 68 hijos por cada mil adolescentes (INE/Ministerio de Salud y Deportes 2008). Con relación a la iniciación sexual, la Encuesta Nacional de Adolescencia y Juventud 2008, indica que, en promedio, los adolescentes y jóvenes tienen su primera relación sexual a los 17 años de

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La encuesta ya mencionada, de Católicas por el Derecho a Decidir (2010-2011), arroja el dato que “los derechos humanos son el parámetro que la población considera como el más importante (78%) para desarrollar políticas públicas en materia de derechos sexuales y derechos reproductivos (…) lo que refleja el reconocimiento de la sociedad acerca de la necesidad de legislar basadas/os en preceptos éticos (referidos a la responsabilidad basada en los derechos) quedando lo personal/moral y religioso por debajo del 25%” (Ibid. 2011).

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Por tal motivo, se lanzó este año el Plan Plurinacional de Prevención de Embarazos en Adolescentes y Jóvenes 2015 -2020.

No podemos ahondar aquí con más cifras y otras temáticas, como el VIH, las estadísticas de abuso sexual, la poca apropiación de los derechos sexuales y los derechos reproductivos que consta en muchos documentos, así sobre los riesgos de la práctica del aborto en condiciones inseguras. Pues, es llamativo que la mayoría de los informes no asocian el problema de los embarazos adolescentes con esta práctica y con la seriedad que se merece. Ni siquiera se identifica, aparentemente, como una violencia, es decir, como una vulneración del derecho a decidir sobre sus cuerpos, cuando ellas desean llevar adelante el embarazo y padres o parejas “les obligan” a abortar.

en los documentos revisados hemos encontrado, en escasísimas oportunidades, el término “sexualidad placentera”. A lo máximo se habla sobre “sexualidad saludable”. Lo cual, desde un enfoque médico es entendible, pero sabemos que no refleja la integralidad del significado de la sexualidad. De hecho, la sexualidad se aborda como un tema reproductivo y de enfermedad, como en el caso de la prevención del VIH, expresando con aquello un enfoque reduccionista de la sexualidad: la sexualidad genitalizada. Pues, la mayoría de los y las adolescentes no quieren reproducirse; quieren disfrutar de su cuerpo, de su sexualidad, de las relaciones afectivas y se encuentran con la censura. Al respecto nos parece pertinente una reflexión que hace Morgade, cuando aborda el concepto de “prevención”, concepto clave del trabajo en apoyo a la salud sexual y la salud reproductiva de los y las adolescentes:

De todos modos, se están diseñando propuestas y/o se están implementando estrategias que permiten pensar en una mejoría en la atención de la salud sexual y la salud reproductiva y la accesibilidad a los servicios de salud, como es aquella del programa de Atención Diferenciada para adolescentes y jóvenes. Pues, las barreras de acceso a los servicios son evidentes, como ser, el temor y la vergüenza, la desconfianza por una falta de confidencialidad, los prejuicios y la discriminación que pueden encontrar en el contacto con los y las proveedoras, entre otros.

La operación simbólica que encierra la idea de “prevención” implica que el segundo término, aquello que se previene, es negativo, perjudicial o simplemente “no deseado”. “Prevenir” es sinónimo de prever, precaver, impedir, evitar. El antónimo es descuidar; sin embargo, “prevenir” no parece significar una forma de “cuidar de” en un sentido subjetivante sino más bien una de las formas del temor o, aún más, del terror frente a los efectos “no” deseados de algunas prácticas (Morgade s/f: 8).

Sin embargo, nos parece oportuno llamar la atención sobre la visión adultista y moralista que aún hoy en día predomina -como en toda la sociedad-, también en el sistema de salud. Pues,

Asimismo, esta pedagoga, especialista en temas de educación sexual, sostiene que lo natural vuelve, una y otra vez, a transformarse en social, con el ejemplo de “las enfermedades de transmisión

9 Continúa baja la utilización de métodos anticonceptivos por parte de los y las adolescentes (4,6% métodos modernos y 23,3% tradicionales). Se observa que, entre 2003 y 2008, la demanda insatisfecha de métodos disminuyó en todos los grupos etéreos, excepto entre los/ as adolescentes (INE/Ministerio de Salud y Deportes 2003 y 2008). También la necesidad insatisfecha de anticoncepción es más alta en las adolescentes (38%) y las mujeres jóvenes de 20 a 24 años (27%), en comparación al promedio nacional (20%) (Ministerio de Salud y Deportes 2010).

Introducción

edad. Al dato anterior, se suma que la mitad de los embarazos, en adolescentes, suceden durante los 6 meses siguientes al inicio de “la actividad sexual” y el 20% en el curso del primer mes, lo cual indica que la utilización de métodos de protección es sumamente baja9.

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sexual” que, en su opinión, son construidas como “enfermedades de transgresión moral”. De este modo, si nos atenemos a la realidad científica, señala, la verdadera vía de transmisión son “los contactos genitales no protegidos adecuadamente” y no “la sexualidad” (Ibid. 11).

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Asimismo, para redondear la idea, cita a Francisco Maglio que propone cambiar el nombre de las ETS por “enfermedades de transmisión genital”, porque la sexualidad, las prácticas sexuales consensuadas, suelen transmitir placer y, en muchos casos, amor.

Capítulo 2 Marco conceptual y metodológico

El campo del estudio y de los conceptos en torno a las nociones de adolescencia y juventud ha tenido un desarrollo notable, sobre todo en las últimas décadas, tanto desde el punto de vista analítico, como desde la necesidad de diseñar políticas públicas. Los conceptos de adolescencia que se manejan corresponden a una construcción social, histórica, cultural y relacional, que a través de las diferentes épocas y procesos históricos y sociales han ido adquiriendo denotaciones y delimitaciones diferentes. En la segunda mitad del siglo pasado se crean las condiciones para establecer, de modo claro y explícito, que los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a la ciudadanía. Esto queda concretado en la Convención de los Derechos del Niño (1989), el instrumento jurídico de mayor aceptación en el mundo. Un avance en el reconocimiento diferenciado de la niñez y la adolescencia se encuentra actualmente en diversos programas y en Bolivia en el Código Niña, Niño, Adolescente.

El enfoque de derechos abandona (formalmente) el énfasis estigmatizante y reduccionista de la juventud como problema. La integración del paradigma, que la señala como actor estratégico, con el paradigma de juventud ciudadana, permite reconocer su valor como colectividad flexible y abierta a los cambios, expresión clave de la sociedad y de la cultura global, con capacidades y derechos para intervenir protagónicamente en su presente, construir democrática y participativamente su calidad de vida y aportar al desarrollo colectivo10. La etapa de la adolescencia nos remite a un período de transición, desde una situación de dependencia (infancia) a una situación de emancipación y autonomía social. Este período de transición se ha modificado, principalmente, por el alargamiento de la condición de estudiante y el retraso en cuanto a la inserción laboral11. Podemos distinguir entre la transición, considerada como movimiento (la trayectoria biográfica que va de la infancia a la edad adulta) y la transición considerada como proceso de reproducción social. Desde esta perspectiva, las trayectorias

10 Ver también la Ley de la Juventud (2013). 11 Muchas instancias han definido la adolescencia desde un criterio etareo diferente, con las dificultades que han surgido para unificar criterios para definir los grupos que deben ser incluidos en esta categoría. En el caso de la Organización Mundial de la Salud se considera como adolescentes a las personas que tienen entre 10 y 20 años de edad; la Asamblea de las Naciones Unidas fija la adolescencia entre los 15 y 24 años. En Bolivia, el Código Niño, Niña y Adolescente fija la edad desde los 12 hasta los 18 años.

Marco conceptual y metodológico

Adolescencias

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de los jóvenes son algo más que historias vitales personales: son un reflejo de las estructuras y los procesos sociales; procesos que se dan de manera conjunta, es decir, a nivel de la configuración y percepciones desde la propia individualidad y subjetividad del sujeto, y las relaciones que se establecen entre aquellas y los contextos a nivel de las estructuras sociales en las cuales se desarrollan aquellas subjetividades (Redondo y Criado, en Dávila León 2004). De ese modo, en la transición a la vida adulta el tiempo presente no está determinado solamente por las experiencias acumuladas del pasado del sujeto, sino que también forman parte de él las aspiraciones y los planes para el futuro: el presente aparece condicionado por los proyectos o la anticipación al futuro (Pais y Casal, en Ibid.). Debemos destacar también que la adolescencia forma parte de un conjunto de procesos vividos por las familias, que cuentan con personas en este período etario. La entrada de los hijos e hijas a la adolescencia introduce cambios en las relaciones familiares. Al iniciarse la pubertad, la emergencia de la maduración sexual y la adquisición de nuevas herramientas cognitivas, conllevan la diferenciación del sistema familiar, a través del proceso de individualización y separación. Se evidencian también los dinamismos y valores que, en relación a la sexualidad y los roles, manejan los miembros del grupo familiar y su capacidad de considerar los cambios en el contexto cultural y social.

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Derechos sexuales y derechos reproductivos

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Uno de los grandes avances en la lucha por un mundo más igualitario para hombres y mujeres ha sido el reconocimiento de los derechos sexuales y los derechos reproductivos como derechos humanos; fue en la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo, celebrada en El Cairo, en 1994. En la Declaración que surge de esta conferencia, los gobiernos de más de 180 países reconocieron por primera vez como derechos humanos aquellos dirigidos a garantizar la salud

sexual y la salud reproductiva, la elección libre e informada y la no discriminación o coerción en asuntos relacionados con la vida sexual y reproductiva. Hasta ese momento estos derechos habían sido concebidos sobre todo como parte de políticas de control demográfico; quedaban reducidos a la reproducción y dejaban por fuera la sexualidad y su relación con la salud reproductiva. Otro gran avance fue que la salud sexual y reproductiva dejó de considerarse como la mera ausencia de enfermedades o dolencias relacionadas con el sistema reproductivo y sus funciones, y se empieza a entender que se asocian más bien con un estado general de bienestar físico, mental y social. Sin embargo, uno de los problemas surgidos en la definición de estos derechos es la relación entre la salud reproductiva y la sexualidad. Al respecto surgieron, al menos, dos posturas contrapuestas: una que sostiene que los derechos sexuales y los derechos reproductivos deben ser considerados como derechos separados e independientes y, otra, que considera los derechos sexuales incluidos en los reproductivos, tal y como se expresó en la declaración de la Conferencia del Cairo. Aunque una de las ventajas, de este último argumento, es que ha permitido combinar las demandas de condiciones para disfrutar de la salud sexual y cuestionar las relaciones de poder y los prejuicios, también ha servido para que los derechos sexuales se consideren un subconjunto de los reproductivos, lo que al final ha incidido en una formulación mucho menos elaborada de las obligaciones estatales y de los contenidos. En este trabajo se parte de la premisa de que es necesario considerar los derechos sexuales como un conjunto de derechos diferenciados de los reproductivos. De todas maneras, los derechos sexuales y reproductivos han ido cobrando una importancia creciente, al hacerse indiscutible la necesidad de que sean reconocidos y garantizados como bienes sociales que permiten la vinculación con la democracia y el ejercicio de las libertades individuales. De esta manera se asocian con el concepto de ciudadanía plena. En el caso de los y

(…) éstos son los más humanos de todos los derechos. Su concepción no entra exclusivamente en el terreno de la salud como un derecho social, sino que se refieren a la autonomía personal, al derecho de disponer del propio cuerpo y tomar decisiones sobre el mismo e incluso al ejercicio de las libertades individuales (1996). En Bolivia, el Estado Plurinacional garantiza el ejercicio de los derechos sexuales y derechos reproductivos, también de adolescentes, mediante la Constitución Política del Estado (Art. 66). Asimismo, el Código Niño, Niña, Adolescente, hace referencia a los derechos sexuales y a la salud sexual y salud reproductiva, en el artículo 22: 1. El Estado en todos sus niveles, garantiza el desarrollo, procesos de información, sensibilización y capacitación relacionados a los derechos sexuales, derechos reproductivos, sexualidad integral, la provisión de servicios de asesoría, así como la atención y acceso a insumos para el cuidado de la salud reproductiva, mediante servicios diferenciados. 2. Las niñas, niños y adolescentes, de acuerdo a su desarrollo físico y psicológico, tienen derecho a recibir información y educación para la sexualidad y para la salud sexual y reproductiva, en forma prioritaria por su padre y por su madre, guardadora o guardador y tutora o tutor, y dentro del sistema educativo.

Podemos observar, que los derechos aquí mencionados, dejan mucho que desear en cuanto al concepto de ciudadanía, pues, ponen en duda, de alguna manera, el derecho a la autonomía personal y el derecho de tomar decisiones sobre el propio cuerpo. Para este trabajo definimos a los y las adolescentes como personas y como actores sociales, que tienen proyectos de vida, capacidad de análisis y de discernir qué les conviene o no les conviene; claro, con sus limitaciones, especialmente cuando no reciben un trato de respeto a su autonomía y cuentan con pocos espacios en los que puedan ejercitar estas sus capacidades en un escenario de confianza. De esta manera, aunque en Bolivia el Estado ha reconocido los derechos sexuales, no son contemplados en todas sus dimensiones, pues sufren embates desde sectores conservadores y fundamentalistas e, incluso, desde esferas gubernamentales, a través de la censura. La no aprobación de la Ley de Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos, más de veinte años después de la Declaración del Cairo, es una evidencia. En el caso de los y las adolescentes esto se ha visto también en las confrontaciones sobre aspectos relacionados al tipo de educación sexual que se debe implementar o en las condenas al ejercicio libre de las prácticas sexuales que ellos/as decidan, incluyendo el autoerotismo, así como el derecho a vivir sus sexualidades libres de discriminación y violencia.

El sujeto/objeto madre adolescente Se puede decir que, hasta la conferencia de El Cairo, los derechos sexuales y los derechos reproductivos habían sido concebidos sobre todo como parte de las políticas de control demográfico. Alexandra Quintero, en su trabajo de tesis, sostiene, sin embargo, que las políticas de población, en su sentido coercitivo, nunca han dejado de existir. Las califica como parte integrante del biopoder12:

12 “Biopoder” es un término originalmente acuñado por el filósofo e historiador Michel Foucault, para referirse a la práctica de los Estados modernos de “explotar numerosas y diversas técnicas para subyugar los cuerpos y controlar la población” (Foucault 2005).

Marco conceptual y metodológico

las adolescentes, dado que se encuentran en una etapa de formación, están inmersos en un proceso de construcción de ciudadanía que implica su reconocimiento como sujetos de derechos en la práctica y no sólo objetos de derechos en la legislación. Como señala Londoño:

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¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Programar a los individuos como población es una acción política por excelencia. Es un acto de biopoder en el que juegan las instituciones, el estado, los saberes expertos y demás instancias de la vida social. El ejercicio del biopoder implica transformar la vida, forma de pensar, costumbres, cuerpos, mentes y cotidianidad de los individuos. La constitución de la población se materializa en la construcción de individuos muy específicos, en los cuales se instalan los ideales y necesidades del estado y la sociedad (2008: 4).

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A propósito, la autora se pregunta por qué las palabras “embarazo” y “adolescente” implican hoy en día una imagen tan negativa. La pregunta de por sí, señala, “es desafiar el sentido común”. Desentraña, de este modo, la construcción del problema de la adolescente embarazada, en su caso, mediante el estudio de las políticas del biopoder en Colombia. Nos hace ver que los y las adolescentes son los y las ciudadanas del futuro y, las mujeres, por su potencial reproductivo, se han convertido en sujetos objeto de “un gran cuidado, control y vigilancia”. Ya desde los años sesenta las adolescentes estaban en la mira, pues, los demógrafos detectaron que el momento de tener el primer hijo, tiene consecuencias en la fecundidad total y en el comportamiento reproductivo de las mujeres a lo largo de su vida fértil. A partir de entonces el poder biomédico fue construyendo la imagen de un cuerpo adolescente no preparado para la maternidad y, en consecuencia, se consolidó la asociación entre adolescente madre y “riesgo reproductivo”. A eso se sumaron una serie de “saberes científicos” sobre las consecuencias para el bebé de una madre adolescente. La autora, sin embargo, refuta muchos argumentos que utiliza el saber científico médico, con explicaciones de orden social, pero además, se hace la pregunta, cómo es posible que la mujer, al finalizar la pubertad, adquiere la madurez reproductiva, está capacitada para embarazarse y no para parir (riesgo obstétrico). De este modo contrasta la imagen de la adolescente madre cuando en otras

épocas, por ejemplo, al principio del Siglo XX, las políticas poblacionales impulsaban el aumento de la población y de esa manera, la gente común y corriente se apropió del dicho: “cada niño trae su pan bajo el brazo”. Así sucesivamente, la autora analiza el rol de la psicología, de los planificadores, los economistas, etc. Ahora bien, debemos recordar que “el nacimiento” de los derechos sexuales y los derechos reproductivos se dio en un contexto de cuestionamiento de las políticas natalistas, el cuestionamiento de la falacia de considerar el bienestar general por encima de la consideración las necesidades de los individuos y, por tanto, de los derechos individuales, los humanos. Sin embargo, Quintero constata que hoy en día los derechos sexuales y los derechos reproductivos “operan como una práctica discursiva social y específica que interviene en la configuración del sujeto adolescente”, mediante dos engranajes: “la idea de la autonomía reproductiva y por otro, se posiciona la posibilidad reproductiva de la mujer adolescente como un riesgo”: Esto deriva en una imposibilidad de identificación total del adolescente con la idea de un individuo autónomo. Por un lado le dice “eres libre de tomar decisiones frente a tu capacidad reproductiva y procreadora”, pero por otro lado le advierte “si caes en embarazo, aún este sea deseado, te verás constreñido a enfrentar una experiencia totalmente negativa para tu vida, la de tu hijo, la de tu familia, la de la sociedad y la especie entera”. Entonces ¿qué margen de maniobra le deja el discurso de los derechos sexuales y reproductivos al adolescente frente a su posibilidad reproductiva? (Ibid.: 58) De esta manera, Quintero afirma que los derechos sexuales y los derechos reproductivos de los y las adolescentes generan un “híbrido de ataduras que el sujeto adolescente debe enfrentar, lo cual

También en Bolivia, revisando distintos documentos y el mismo Código Niño, Niña, Adolescente, advertimos estos discursos de estigmatización de las adolescentes madres. Como hemos visto, desde el biopoder, por ejemplo, desde el sistema de salud, el educativo, no se explicitan los derechos sexuales y los derechos reproductivos en términos de autonomía sobre el cuerpo; no se explicita el derecho a decidir libremente sobre las sexualidades, a decidir libremente sobre la maternidad, la paternidad; pero si los y las adolescentes no utilizan el derecho a la información, si no reclaman una educación sexual adecuada, las instancias que deben garantizar estos derechos se proyectan “desde la responsabilidad que les corresponde” como instancias correctivas de modos de vida inadecuados. Es así como una parte limitada de los derechos, como decíamos, el derecho a la información, el acceso a los servicios de salud, se convierten en deberes. Cuando no se nombra y/o se niega el derecho a una sexualidad placentera, se debe perseguir una sexualidad “saludable y libre de errores”13.

Sexualidades La sexualidad es una parte integral de la personalidad y de la vida de todo ser humano. Su desarrollo pleno depende de la satisfacción de necesidades humanas básicas, como ser: el deseo

de contacto, intimidad, expresión emocional, de placer, ternura y amor. La sexualidad es la manera que cada persona tiene de vivir “el hecho de ser sexuado”. Es una categoría subjetiva y no hace referencia, exclusivamente a los genitales o funcionamientos anatomofisiológicos. Dicho en otras palabras, la sexualidad es el resultado de la propia sexuación. El proceso de sexuación, es muy flexible y es la gran diversidad de resultados lo que lo caracteriza. Cada persona, por tanto, debe desarrollar su propia ruta de sexuación a lo largo de su biografía. Es un proceso personal, único e irrepetible, dinámico y en permanente construcción; por tanto, diferente en cada edad (Gómez 2000). Desde las posturas más conservadoras de la cultura occidental, transmisoras de la tradición judeocristiana, que predominantemente asocia la sexualidad con la reproducción, la sexualidad de las personas mayores no tiene interés, si es que no se la ignora por completo. Así también, tradicionalmente, se ha negado la sexualidad de los niños y niñas. Pero cada periodo vital tiene sentido en sí mismo. Por ejemplo, la sexualidad infantil no es una etapa precaria, en comparación a la sexualidad adulta, sino que las experiencias sexuales concretas, tanto en lo que se refiere a la adquisición de la identidad sexual, como a las experiencias eróticas propias de la edad, deben ser respetadas, porque cumplen una función importante en la estructuración personal. Lo mismo podríamos decir de la sexualidad de las personas mayores. Los ritmos, los intereses, los significados cambian siendo propios del momento de desarrollo (Ibid.). Los horizontes que conforman el hecho sexual se expresan en una dualidad masculino-femenina, resultado de un largo proceso de diferenciación.

13 Savater observa al respecto: “Tal como la salvación, la salud es el fin de la vida del hombre sobre la tierra (...) en ambos casos existe un cuerpo de especialistas dedicado a concretar cuáles son las vías para alcanzarlas y a condenar cualquier iniciativa herética individual; una y otra son, en último término, impuestos -por el bien de todos- mediante instituciones oficiales destinados a impedir las tentaciones y sancionar los extravíos” (2000: 138).

Marco conceptual y metodológico

limita las posibilidades de su empoderamiento y la materialización de sus derechos sexuales y reproductivos”, pues, los derechos humanos aparecen ahora en su función de empoderar y de dominar (Ibid.: 56). Si los adolescentes y, en especial, las adolescentes, no acogen o reclaman el derecho a recibir educación sexual, a recibir información sobre métodos anticonceptivos, si no acuden a un servicio de salud para conseguir el método y protegerse al tener relaciones sexuales coitales, su vida será una desgracia.

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Se trata de una dualidad referencial, es decir, sea cual sea el propio proceso de sexuación, es inevitable situarse en relación con esta referencia. El hecho de ser mujer o varón depende de la unión de los cromosomas X Y por azar. Sin embargo, no determina nuestra sexuación; tan sólo la orienta. La sociedad (o la gran mayoría de las sociedades) ha hecho ver lo masculino y lo femenino como polos opuestos, antagónicos. La concepción de sexualidad en que nos basamos aquí, sin embargo, entiende la sexuación como un hecho flexible y plástico. De modo que como resultado de la sexuación hay tantas sexualidades como personas y modos de ser mujer o varón. Por ejemplo, una persona transexual o transgenérica es así, por su propio proceso de sexuación.

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Si consideramos al ser humano en su totalidad, la dimensión sexual forma parte del eje que lo constituye. La sexuación genera el cuerpo sexuado y la imagen corporal. El efecto que ésta produce en las diversas geografías del planeta, mediatiza la construcción de la propia identidad en la medida en que la cultura y el contexto social imprimen sus códigos acerca de los estereotipos de género en los cuerpos. Las teorías feministas evidencian cómo la construcción de las identidades está mediatizada por las estructuras sociales, que discriminan a las mujeres. Los procesos de socialización mediatizan las prácticas sexuales, estructuran la identidad, las particularidades del deseo erótico, las actitudes y formas de conducirse. Asimismo sucede en el ámbito de lo afectivo emocional.

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El erotismo es la forma concreta en que se expresa la sexuación, lo que somos y lo que vivimos. Por tanto, tiene múltiples y variadas formas. Cada cual tiene sus preferencias de expresión y sus propias peculiaridades. El deseo puede orientarse de múltiples y entrecruzadas formas hacia ambos sexos. Puede ser satisfecho directa y libremente; puede ser aplazado, modificado; puede ser reprimido. El deseo erótico es una de las emociones más silenciadas y menos visibles. Para el desarrollo de la expresión erótica entran en juego muchos

factores: los valores y creencias, la forma de pensar y de entender las relaciones eróticas y las relaciones de pareja, los sentimientos y la importancia que se den a los mismos; en fin, todo lo que cada cual pueda considerar al respecto. De todo esto, que surge del propio individuo, así como de otras influencias, acabará surgiendo un tipo de erotismo. Son expresiones del erotismo las fantasías, las caricias, el autoerotismo, el contacto piel a piel, el abrazarse, el cogerse de la mano, el beso, el baile, del mismo modo que lo son el coito vaginal, oral, etc. En la cultura occidental, existe una jerarquía de las conductas sexuales. En la cúspide de la pirámide, se encuentra la sexualidad reproductiva entre un hombre y una mujer al interior de una relación matrimonial. Quienes se encuentren en este supuesto, gozan de una serie de beneficios jurídicos y sociales importantes: desde una presunción de normalidad y de gozo de salud mental, hasta los derechos que se le atribuyen, por ejemplo, a la institución del matrimonio. Quienes no se encuentran en este supuesto no sólo no tienen estos beneficios, sino que aparecen los perjuicios para quienes son homosexuales, promiscuos, no procreativos, comerciales y fuera del matrimonio (ANEP - CODICEN s/f). Pero es indudable que siempre se ha deseado el placer por sí mismo, sin desear su función reproductiva, por el bienestar que produce. De este modo, Foucault ha indagado sobre los discursos hegemónicos con relación a la sexualidad en el mundo occidental, en el “cómo las relaciones de poder pueden penetrar materialmente en el espesor mismo de los cuerpos” (Foucault 1992: 166), constituyendo a un sujeto no sólo atado, sujetado, a otro por el control y la dependencia, sino además atado a sí mismo, a su identidad, por la conciencia y el conocimiento de sí mismo. El sujeto, sostiene Foucault, se constituye entonces como “producto de una relación de poder que se ejerce sobre los cuerpos, las multiplicidades, los movimientos, los deseos, las fuerzas” (Foucault 1992: 129). Se trata de un poder que se

Veremos más adelante cómo en los adolescentes y, en las adolescentes en especial, se han inscrito en sus cuerpos los tabúes sociales y religiosos como son aquellos que se refieren al pecado, la virginidad, la masturbación, las relaciones sexuales prematrimoniales, y el deber de complacer a la pareja heterosexual. Al respecto, Franca Basaglia sostiene que “el cuerpo femenino es la base para definir la condición de la mujer y la apreciación patriarcal dominante que la considera un don natural. El ser considerada cuerpo-para-otros, para entregarse al hombre o procrear, ha impedido a la mujer ser considerada como sujeto histórico-social, ya que su subjetividad ha sido reducida y aprisionada dentro de una sexualidad esencialmente para otros, con la función específica de la reproducción” (Citada en Lagarde 2003). De esta manera, Rodrigañez considera que debemos desentrañar y hacernos conscientes del daño que causa la represión social y corporal y “la masacre que supone nuestra forma de nacer y de socializarnos”. Pues, arguye que lo malo no son las emociones, como la culpa, la ansiedad, sino, el no saber a qué responden o la creencia que responden a algún tipo de pecado o culpa propia (Rodrigañez 2009: 159). Pues, como ella señala: “debemos estar conscientes de la verdad corporal y de la verdad social” (Ibid.: 196).

El riesgo de la culpa, la sumisión y del amor romántico Cuando revisamos estudios en que se indaga sobre las causas de los altos índices del embarazo en adolescentes, se suelen mencionar principalmente factores socioeconómicos, la falta de información o de uso de métodos anticonceptivos. Poco se ha estudiado sobre las causas en relación a la cons-

trucción de las subjetividades en varones y mujeres, tanto por el impacto de las relaciones de poder entre adultos y adolescentes como por género. Las culpas se generan, ya sabemos por qué, en mayor grado en las mujeres. De esta manera se han ido dando estudios que indagan respecto a las consecuencias de la negatividad hacia la sexualidad y/o de la “culpabilidad sexual”, así como su frecuencia, comparando mujeres y varones. Tomamos aquí la definición de la culpabilidad sexual de Mosher y Cross: “la tendencia a sentirse culpable por la violación o por la anticipación de la violación de los estándares o normas acerca de lo que se considera conducta sexual apropiada” (Citado en Ortega et al. 2005: 268). En un estudio en España, Granada, se encontró mayor culpabilidad sexual en las mujeres que en los varones (Sierra et al. 2010). Este hallazgo se repite en diferentes estudios. Gómez-Zapiain y Etxebarria refieren lo mismo y destacan además un estudio de 1973 en que a un grupo de personas se les dio información sobre métodos anticonceptivos y se pudo observar que las personas con culpa sexual alta retuvieron menos información que aquellas con culpa sexual baja. Por tanto, los autores concluyen “que también la conducta contraceptiva puede verse influida por la experiencia de culpa”. Estos autores se refieren, asimismo, a un estudio, realizado en 1986, en los Estados Unidos, en que se pudo constatar que las personas con más negatividad hacia la sexualidad tendían a presentar dificultades para anticipar sus posibles experiencias sexuales. Afirmaban que no esperaban tener relaciones sexuales en el futuro inmediato y preguntándoles un mes después si efectivamente no las tuvieron, se pudo comprobar que “subestimaron la probabilidad de tener relaciones sexuales coitales”. En el mismo artículo se citan diversos estudios en que se constata que la culpabilidad sexual influye en el uso de métodos anticonceptivos. Los autores del artículo concluyen al respecto que “la educación sexual debería tenerlo en cuenta, cuidar de no generar tales sentimientos de culpa y ser capaz de ayudar a superarlos cuando estén presentes” (1993).

Marco conceptual y metodológico

ejerce en la vida cotidiana y que “(...) clasifica a los individuos en categorías; los designa por su propia individualidad, los ata a su propia identidad, les impone una ley de verdad que deben reconocer y que los otros deben reconocer en ellos” (Foucault 2001: 231).

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De este modo, hemos puesto en el análisis de la información, especial atención en los diversos malestares que genera la culpa por la moral social hegemónica y su articulación con el adultismo. Igualmente, se ha indagado si podemos asociar los sentimientos de culpa, de alguna manera, con las prácticas de prevención de infecciones de transmisión sexual, el VIH/Sida y la prevención de embarazos no deseados14.

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

El amor romántico es otro de los factores mencionado en la bibliografía como un factor de riesgo para la prevención de ITS y embarazos no deseados. Los aspectos asociados al amor romántico son social e históricamente construidos y se interiorizan casi de forma inconsciente, por lo que influyen en las creencias y actitudes en el ámbito de las relaciones afectivas. El ideal del amor romántico, concepto que procede de Europa, se ha globalizado y universalizado mediante los medios de comunicación, las redes sociales, etc., predominando -especialmente en América Latina- un modelo de amor romántico que presupone el gusto por las desgracias. Una característica también son las narraciones de los amores imposibles, como puede ser la oposición de la familia, por pertenecer a diferentes clases sociales, por orígenes étnicos distintos, entre otros.

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Desde el análisis de las relaciones de poder, se hace necesario comprender las ideologías y prácticas amorosas, ya que el amor romántico justifica con mucha frecuencia el machismo, la violencia hacia las mujeres, adicciones de todo tipo y, lo que mencionamos, puede tener como consecuencia la falta de prevención de embarazos e infecciones de transmisión, al tener relaciones sexuales coitales. En cuanto a este aspecto, son fundamentales las ideas asociadas al amor romántico de la fusión y entrega, el del “amor sin límites”, incontrolable y salvaje, “el amor ciego e

irracional”. Así también el amor romántico tiene un componente de la suposición de la confianza ilimitada. De este modo, las prácticas sexuales no se dan frecuentemente en un marco de libertad, ya que existen normativas para demostrar y certificar ese amor pasión, desiguales entre mujeres y varones. Aunque no se asumen y se reproducen los condicionantes de género de modo uniforme y “vivimos hoy con diversas maneras de entender y construir una relación sentimental, sin embargo el ideal romántico como único y natural está más socializado y aceptado que otras formas más diversas de entender y vivir el amor (Riviere Aranda s/f). Uno de los aspectos del amor romántico que define cómo, frecuentemente, las relaciones de pareja suelen tender a ser desiguales, es la mayor apropiación por parte de las mujeres de la valoración de la dependencia: “sin ti no puedo vivir”, “sin ti no soy nada” y para que esto se garantice, ellas se encargan de las necesidades afectivo-sexuales de su pareja. De esta manera, se refuerza socialmente un estereotipo de maneras de ser “femenina” que limita la autonomía y la libertad. Al contrario, igualmente en términos de estereotipo, un valor típico de la masculinidad es no mostrarse vulnerable emocionalmente y, por tanto, transmitir una imagen de no dependencia, ni de la pareja ni del sentimiento amoroso. En palabras de Riviere Aranda: La importancia y el lugar que ocupa el amor en la vida de muchos hombres, a pesar de ser grande, es más relativa y no tiene un carácter tan absoluto como en las mujeres. El modelo masculino sitúa el éxito personal en más territorios que en el amor o la familia, y el éxito será una combinación de factores donde la pareja es una parte.

14 Los resultados de los estudios citados corresponden a contextos de los Estados Unidos y Europa. Encontramos un solo estudio con relación a la culpabilidad sexual de un país latinoamericano, Chile. Se realizó entre estudiantes universitarios de la ciudad de Concepción y no se pudo establecer una relación entre la culpabilidad o negatividad sexual y las prácticas de prevención.

De este modo, volviendo al aspecto de la prevención de riesgos, ante la práctica del sexo coital, las mujeres, por ese amor salvaje o por el ideario de la entrega a un amor sin límites, son más vulnerables a tomar decisiones para complacer a su pareja. Es así como eso sucede también en circunstancias en que no se negocie el uso de métodos de protección. Habiendo múltiples estudios16 en que se pudo constatar que el amor romántico disminuye la posibilidad de que se utilice el preservativo, Díaz y Robles realizaron un estudio en Xalapa, México, en que constataron que “los resultados obtenidos respecto de la vinculación de las intenciones con la atracción física y el amor romántico mostraron un efecto diferencial por experiencia sexual. La intención de uso de condón se relacionó con el amor romántico sólo en aquellos adolescentes que nunca habían tenido relaciones sexuales, y con atracción física en los que sí las habían tenido. De acuerdo con Rosenthal y cols. (1998), en quienes ya tienen experiencia sexual, el amor romántico no se asocia con la intención de protegerse sexualmente porque ello implicaría el riesgo de perder a la pareja amada” (Díaz y Robles 2009), como si la prevención podría eliminar el enamoramiento o las emociones.

Por tanto, estos tópicos nos han alertado a analizar dinámicas en base a la dicotomía placer y amor, imaginarios que existen en base al sexismo y que están detrás de las decisiones que se toman respecto a la prevención de embarazos no deseados y las infecciones de transmisión sexual y el VIH/Sida.

Sexualidad y un debate feminista La teoría de género Sin pretender que un estudio puede desvelar “la verdad”, aludiendo a Rorigañez, constituye no obstante una oportunidad para analizar a mayor profundidad los procesos de construcción de las subjetividades adolescentes. Ya mencionamos la dimensión de las relaciones de poder, que atraviesan los cuerpos, en nuestro caso, de los y las adolescentes (pero también de los de sus padres, profesores, profesoras, etc.). Así también ya sugerimos que uno de los ejes de las relaciones de dominación es la construcción sociocultural e histórica de las relaciones de género. Entendemos aquí el género tal y como lo plantea Butler (2001): como un sistema de reglas, convenciones, normas sociales y prácticas institucionales que producen performativamente el sujeto que pretenden describir. En base al pensamiento de Butler consideramos también que la idea de la construcción de

15 Jones (Trelew, Argentina) comenta sobre el abordaje diferenciado con relación a hijos e hijas, por parte de los padres: “(…) para las mujeres, ‘en lo posible no tengas relaciones sexuales durante tu adolescencia pero, en caso de tenerlas, que sea con un novio, por amor y utilizando algún método de prevención del embarazo y las enfermedades’; para los varones, ‘podés tener relaciones sexuales durante tu adolescencia siempre y cuando uses preservativo’. Estos consejos son tradicionales en términos de género, en la medida en que producen normatividades sexuales rígidamente diferenciadas para varones y mujeres. Para las adolescentes delinean una jerarquía de comportamientos que ubica primero a la abstinencia sexual y sólo en segundo lugar a las relaciones sexuales protegidas. También establecen requisitos sobre con quién y por qué motivo deberían tener relaciones (con un novio y por amor) que, de cumplirse, justificarían su actividad sexual ante la mirada de los padres. En cambio, para los varones no especifican el tipo de vínculo con la compañera sexual, ni la motivación para tener relaciones; la única exigencia es el uso de preservativo” (2010: 98). 16 “De manera sistemática, se ha reportado que el uso del preservativo es más probable con la pareja ocasional que con la pareja regular (Bayés, Pastells y Tuldrà, 1996; Fishbein y Jarvis, 2000; Fortenberry, Tu, Harezlak y Orr, 2002; Gebhardt, Kuyper y Greunsven, 2003), hecho que se ha interpretado en términos del papel que desempeña la implicación emocional con la pareja. (…). Gebhardt y cols. (2003) evaluaron los motivos para tener sexo con la pareja ocasional (para complacer a otros, para mejorar el humor, para experimentar placer o para expresar amor), encontrando que quienes practican el sexo para experimentar placer usan más el condón, y que quienes tienen un mayor grado de intimidad con la pareja (tienen sexo para expresar amor) lo usan con menor frecuencia” (Citados en Díaz y Robles 2009).

Marco conceptual y metodológico

En consecuencia, la ausencia de amor no aparece en los hombres tan fuertemente unida al fracaso personal ni con la misma intensidad que en las mujeres (Ibid. s/f).15

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género no es estática, se define y se redefine continuamente; que es un proceso dinámico y continuo, mediante lo que ella define como la “performatividad del género”; es decir, a través de la repetición de una serie de actos, el género va cambiando.

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

La teoría de género -o si se quiere, del sistema sexo-género- permite explicar las desigualdades entre hombres y mujeres y sus características en un momento dado y en determinado contexto, poniendo el énfasis en la noción de multiplicidad de identidades. Es así también que debemos subrayar que lo femenino y lo masculino se conforman a partir de una relación mutua, cultural e histórica. El concepto de género se lo suele asociar todavía con “mujeres”, pero indaga tanto sobre la situación, las subjetividades de las mujeres, como de los hombres, ya que se trata de una dinámica relacional. Esta idea permite comprender la lógica con la que se construyen identidades y relaciones de género en las diversas formas de organización de la vida social. Permite, a modo de lupa, observar críticamente las relaciones entre hombres y mujeres y develar, como ningún otro, la subordinación en que las niñas, adolescentes y mujeres adultas entiendan su posición y su accionar en el tejido social: los mandatos, las restricciones, pero así también sus formas de transgredir y de rebelarse.

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Para los hombres, la construcción de las masculinidades es también producto de un proceso social y cultural que impuso límites a su desarrollo integral como seres humanos. Ellos enfrentan problemas específicos ligados al deber ser del hombre: el rol de proveedor, conquistador, los mandatos de independencia, de racionalidad, etc. Ocupan un lugar desde el poder, aunque éste pueda tener características diversas. A partir de la consideración del sexo masculino, como sujeto universal, eje de toda experiencia, se ha definido al sexo femenino como subordinado o complementario. Asimismo los hombres han tenido asignado el espacio público y han intervenido en el espacio privado ejerciendo su autoridad sobre

toda la familia. Ese poder, que han ocupado en el orden familiar y social, da origen a un sistema jerarquizado, denominado patriarcado. Si bien las relaciones entre mujeres y hombres se construyen de múltiples maneras, se configuran como relaciones de dominación masculina y subordinación femenina. El análisis desde la teoría de género permite comprender (mejor) cómo las relaciones sociales son asimétricas y jerárquicas, incorporando otras categorías generadoras de desigualdades tales como la clase social, la etnia, la edad, la orientación sexual, entre otros. Asimismo, alude también a procesos que se dan en la sociedad: instituciones, símbolos, identidades, sistemas económicos y políticos. De modo que el poder no solamente está en los escenarios de socialización cotidiana (familia, colegio, medios de comunicación), “sino en todas partes y en ninguna a la vez, de tal forma que la ausencia de una estructura formal o institución crea la impresión de que la producción de la feminidad es voluntaria y natural” (Martínez Barreiro 2004). Es así que la mirada de género permite acercarnos a concepciones del mundo y de la vida en diversidad; permite dar cuenta de los roles, identidades y valores que son atribuidos a varones y mujeres e internalizados mediante los procesos de socialización en contextos sociales y culturales determinados.

Feminismos, sexualidades y el derecho al placer Así como hemos visto que el reconocimiento de los derechos sexuales constituyó un hito en cuanto a la legitimidad del placer erótico en la vida de las mujeres (que muchas colectividades de feministas ya habían tomado como un puntal en el camino a la liberación sexual desde los años 60) aún hasta hoy en día existen muchas tensiones y debates al respecto. Pues, hubo y hay corrientes feministas que consideran que la coyuntura, cada vez más favorable para el reconocimiento de los derechos sexuales, permite

por disociar la sexualidad de la reproducción, siguen unificando estos dos ámbitos como parte de una unidad indisoluble. Alice Miller también sostiene que a pesar de los avances y acuerdos que se han ido trazando en las sucesivas convenciones y conferencias, en lo que se refiere a la creación de un marco internacional sobre los derechos sexuales y derechos reproductivos, estos logros han tenido un precio: “la incapacidad de gestionar las necesidades más allá de la necesidad de protección contra la violencia, y un enfoque estrecho en cuanto a la sexualidad, que abarca principalmente un limitado número de prácticas e identidades que han sido objeto de violaciones y discriminaciones” (Muelas de Ayala 2015).

Carol Vance, en un artículo que ha generado mucho debate al interior del movimiento feminista, se preguntaba si el placer sexual en las mujeres va siempre unido al peligro. La antropóloga reflexiona sobre la poderosa tensión que se establece en la vida de las mujeres entre el placer y el peligro. Según la autora, concentrarnos únicamente en el placer pasaría por alto el sistema de género en el que se inserta la sexualidad femenina, pero existe un riesgo también al poner el foco sólo en las opresiones, ya que, en palabras de la autora, “aumenta, sin pretenderlo, el terror y el desamparo sexual con el que viven las mujeres” (Vance 1989: 9).

El placer y no el peligro, es considerado por estas y otras autoras como un elemento fundamental para el empoderamiento de las mujeres. Como señala también la nigeriana Bakare Yusuf, las mujeres que se convierten en sujetos deseantes son transgresoras, ya que la posibilidad de reivindicar el placer les lleva muchas veces a cuestionar la posición otorgada a las mujeres dentro de la estructura social y familiar. Asimismo, “pensar desde el placer” se convierte en algo mucho más desestabilizador para el orden sexual dominante que focalizar la sexualidad desde el peligro y la violencia (Citada en Ibid.).

En esta línea, diversas autoras han analizado las consecuencias de asociar con demasiada frecuencia el placer al peligro. Una de estas se ve reflejado en la terminología de instituciones y organismos internacionales que, pese a los esfuerzos del movimiento feminista a nivel global

De esta manera, ya aterrizando en los y las adolescentes y, en las últimas en especial, el estudio tiene como trasfondo el pensamiento de Michelle Fine, que después de haber trabajado con adolescentes mujeres en temas de educación sexual, concluyó que:

17 Al respecto Araujo plantea que “la sexualidad no se reduce a ser expresión de dominación, violencia y subordinación. (…) al leer la sexualidad como una puesta en escena de las relaciones de poder entre hombres y mujeres, lo que produce es una reducción de la sexualidad al género; interpreta todo acto o práctica sexual a partir de lo que considera normas fijas de producción modélica de los géneros y en clave de subordinación. Con ello, generaliza una imagen victimizada de las mujeres y proporciona una clave estática de interpretación para las diferentes modalidades de encuentros y prácticas sexuales (Butler 1997: 18). La reducción de la sexualidad al género tiene como efecto una reducción de la noción misma de sexualidad (Rubin 1993). La sexualidad es cosa distinta al género, porque los regímenes sociales a los que está sometida son otros, pero, también, porque su carácter, visto desde una perspectiva individual y psicológica, no es equivalente al del género. La crítica en este punto no es desconocer las relaciones entre género y sexualidad, sino, como apunta Rubin, señalar que no se trata de lo mismo” (Araujo s/f).

Marco conceptual y metodológico

con mayor fuerza defender los derechos de las mujeres frente a la violencia sexual, la explotación sexual, los efectos nocivos de la pornografía, etc. Como señala Villalba, este enfoque y, por consiguiente, la manera de hacer política, ha direccionado la lucha feminista, desproporcionalmente, desde un ideario de la sexualidad como amenaza, la sexualidad como un lugar de peligro y eso “ha hecho que también el cuerpo sea tratado de esta manera, y no como un agente de cambio, como un lugar de resistencia, de vida que va y viene, materia que se transforma y se proyecta, con el que negociamos, nos transformamos, crecemos, materializamos nuestros deseos, fantasías eróticas, con el que finalmente nos realizamos como seres humanos” (Villalba s/f)17.

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Un discurso genuino del deseo invitaría a los y las adolescentes a examinar lo que se siente mal y lo que se siente bien, deseable e indeseable, basándose en experiencias, necesidades y límites. Tal discurso liberaría a las mujeres de una posición de receptividad, haría posible un análisis de la dialéctica de la victimización y el placer y colocaría a las adolescentes como sujetos de la sexualidad, iniciadoras así como también negociadoras (1999).

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Aspectos Metodológicos

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El estudio plantea, en primer lugar, realizar el análisis de la información en base a la teoría de género, que permite analizar y deconstruir las relaciones de género y de desigualdad social, entendiendo el género como un principio “estructurante y estructurado” de las relaciones humanas en los múltiples contextos socioculturales. A sabiendas que los roles de género se construyen, social y culturalmente, las diversas poblaciones, de 3 regiones del país, además, urbanas y rurales, nos confrontan con escenarios muy diversos y, por tanto, apropiados para visibilizar la multiplicidad de pautas y circunstancias que dan contenido al actuar cotidiano de varones y mujeres adolescentes; así también, a través de ellos y ellas, de su entorno más cercano. Por otra parte, no podemos prescindir del análisis del enfoque de interculturalidad; es decir, del reconocimiento de que las personas nos guiamos por patrones de comportamiento de más de una cultura, no solamente en el terreno de lo étnico, sino también en términos generacionales. Como señala Urresti, las narraciones (…) “reflejan una pertenencia específica a una clase y a un género, pero además a una generación en la medida en que revelan el modo en que una época se corporiza en los sujetos. Es ahí donde las narrativas de la identidad recogen y movilizan a su modo la experiencia histórica común en los múltiples puntos de inserción localizada que se incorporan -hacen cuerpo- en los sujetos” (Urresti s/f).

Por todo lo expuesto, tratándose de una temática que apenas se ha abordado -con su eje en las sexualidades adolescentes en relación a los discursos represivos- se define el carácter de esta investigación como exploratoria. De este modo ha sido útil tomar elementos del análisis de la Teoría Fundamentada (Grounded Theory), que es un método de investigación en el que la teoría emerge desde los datos (Glaser y Strauss, citados en Cuñat s/f). No parte de una hipótesis para validar. Los conceptos y las hipótesis se van formulando a lo largo de la propia investigación. A partir del análisis de la información recolectada, se construyen las categorías y las propuestas teóricas. Los métodos y las teorías, que se aplican a los temas de estudio, deben adaptarse al mismo y, si no resulta, se reformulan, se adaptan o se desarrollan nuevos métodos o enfoques. Es así como los conceptos y las relaciones entre los datos son producidos y analizados continuamente hasta la finalización del estudio. De esta manera, Strauss y Corbin, citados en Cuñat (s/f), afirman que la Teoría Fundamentada puede ser utilizada para un mejor entendimiento de un fenómeno ya estudiado y así poder profundizar en él. Sostienen que el aspecto cualitativo de esta metodología favorece el desarrollo de respuestas a fenómenos sociales, respecto a lo que está ocurriendo y por qué. Al respecto, es importante destacar que, desde el punto de vista de la epistemología, se considera importante el concepto de Verstehen, introducido por Weber; es un término alemán que significa “comprender, entender, ver con la inteligencia. Supone una comprensión empática, tener la destreza de representar en nuestra mente los pensamientos, sentimientos y motivaciones de los otros (…). Desde este punto de vista, la investigación cualitativa trata de comprender un fenómeno concreto, para lo cual se va a apoyar en la visión que del mismo tiene un sujeto o sujetos diferentes. Es por ello que en la investigación, a través de entrevistas, cobra especial relevancia basarnos en los puntos de vista de los entrevistados, así como en una construcción de la realidad a través de los

Consideramos también importante tener presente que las realidades se construyen y, por tanto, existen muchas lecturas posibles al respecto. Nuestras interpretaciones tienen, como contexto, rutas ya recorridas en la vida y el trabajo. “La experiencia estructura expresiones, y entendemos a otras personas y sus expresiones, sobre la base de nuestra propia expresión” (Bruner y Turner, citados en Amuchástegui 1996: 147). Filck (citado en Hernández 2014) aporta, sobre esta cuestión, lo siguiente, opinando que, a diferencia de la investigación cuantitativa, los métodos cualitativos toman la comunicación del investigador, de la investigadora, con los y las participantes en la investigación, como una parte explícita de la producción de conocimiento, en lugar de excluirla, como una variable parcialmente responsable. “Las subjetividades del investigador y de aquéllos a los que se estudia son parte del proceso de investigación. Las reflexiones de los investigadores sobre sus acciones y observaciones en el campo, sus impresiones, accesos de irritación, sentimientos, etc., se convierten en datos de propio derecho, formando parte de la interpretación, y se documentan en diarios de investigación o protocolos de contexto” (Hernández 2014).

El ámbito de estudio La investigación se realizó en los departamentos de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, entre el mes de mayo de 2015 y mayo de 2016. En cada uno de los departamentos se inició el trabajo de campo, mediante un equipo de dos investigadoras. Al habernos planteado contar con información de

adolescentes del área rural y urbana, se eligió la modalidad de trabajar en el escenario de los colegios fiscales; de este modo, se establecieron contactos con diversas unidades educativas, explicando el propósito de la investigación, así como las formas de colaboración necesarias para poder recolectar la información. Aunque en algunos colegios, donde se hizo el contacto, no hubo posibilidades por diversos motivos, no fue muy difícil conseguir el apoyo por parte de 4 colegios de cada departamento: dos del área rural y dos del área urbana (barrios periféricos) de las capitales. En el caso del área rural de La Paz, hubo interés por parte de un colegio del pueblo de Laja y de una comunidad, Curva Pucara, del mismo municipio. En el departamento de Cochabamba se trabajó, en el área rural, con dos colegios de las localidades de Ucureña y de Anocaraire. En Santa Cruz, se trabajó con dos colegios del municipio de Pailón y Cachuela España18.

Metodologías y los y las adolescentes que participaron en la investigación La investigación se realizó con la participación de adolescentes mujeres y varones, de 15 a 19 años, que cursaban el quinto curso; es decir, formaban parte de “la pre promoción”. Se explicó, en cada curso, el objetivo de la investigación, así como las actividades a realizar, para obtener el consentimiento por su parte. El equipo de investigadoras de cada departamento aplicó técnicas en aula19 y, en total, pasó unas 8 horas con cada curso. Hubieron unos 4 encuentros, de un promedio de dos horas, en los 12 colegios. Aplicando las técnicas, se trabajó con un total de aproximadamente 300 adolescentes. Al tratarse de temas relacionados con un tabú, se consideró importante complementar las entrevistas con

18 En Pailón, la población es de procedencia étnica chiquitana y ayoreode, así como mestiza. Al ser una población próxima a la ciudad de Santa Cruz, se tiene todo tipo de vínculos familiares en esta ciudad. Cachuela España, una comunidad del municipio de San Javier, está ubicada a 250 km de la ciudad de Santa Cruz y cuenta con una población mayoritariamente chiquitana. Ucureña (municipio de Cliza) está cercano a la ciudad capital. Asimismo, Anocaraire, ubicado en el municipio de Vinto. Ambas localidades tienen mayoritariamente una población quechua. En cuanto a La Paz, igualmente, el municipio de Laja está cerca de la ciudad de La Paz y El Alto. Cuenta con una población mayoritariamente aymara. 19 Se encuentran en los anexos.

Marco conceptual y metodológico

mismos, utilizando el texto de las transcripciones como material empírico” (Hernández 2014).

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dibujos y técnicas diversas, porque la información verbal podría resultar en una limitante, por las problemáticas que se abordan. De esta manera, recogimos un material muy rico que, no en toda su magnitud e importancia, podemos abordar en este texto; pero nos ha guiado, de manera significativa, en la interpretación de las entrevistas. Los objetivos de cada técnica se plantearon de este modo: Técnica 1: Recoger información sobre aspectos de (in)comunicación sobre sexualidad, entre padres e hijos/as, desde la percepción de los/as participantes en la investigación. Técnica 2: Recoger información sobre la construcción social de prácticas sexuales permitidas y no permitidas (su propia opinión y las apreciaciones con relación a las opiniones de las personas mayores). Técnica 3: Recoger información sobre gustos estéticos con relación a los cuerpos de hombres y mujeres adolescentes, gustos en cuanto a modos de ser (valores) y aspectos relacionados con la autoestima.

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Técnica 4: Recoger información con relación a las representaciones sociales sobre el amor (adolescente), la atracción sexual y las emociones que ello conlleva.

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Técnica 5: Recoger información sobre las ideas respecto al contacto físico (la comunicación corporal) permitido, con personas del entorno. Técnica 5 b: Recoger información, por un lado, sobre lo que se considera agradable y desagradable con relación al contacto físico (la comunicación corporal) y, por otro, las sensaciones/sentimientos que se generan con relación a lo agradable y desagradable. Estas actividades sirvieron, también, para tener charlas informales, captar actitudes, dinámicas di-

versas en el aula y para conocer a los y las adolescentes en un escenario en que se encuentran entre sí de forma cotidiana (observación participante). Por último, y no menos importante, también coadyuvó a crear un clima de confianza para que un grupo de cuatro (2 chicas y 2 chicos por cada colegio) se animara a acceder a la entrevista. A veces, al enterarse que se iban a realizar entrevistas, hubo los/as que expresaron su agrado de ser entrevistados/as; en otras oportunidades, las investigadoras animaban a determinado alumno, alumna, del curso. De esta manera, podemos interpretar que, entre las entrevistadas, hubo chicas que pasaron por la experiencia del abuso sexual, como el incesto, y revelaron aspectos extremadamente dolorosos al respecto; pensamos que, justamente, por haber logrado lo que se proponía: crear un clima distendido, de complicidad y confianza. En total se entrevistaron a 24 chicas y a 24 chicos, cuyas edades se pueden apreciar en el siguiente cuadro: Chicas

15

16

17

18

19

La Paz

2

5

1

Cochabamba

6

2

Santa Cruz

2

4

1

1

Total (24)

2

13

7

1

1

Chicos

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16

17

18

19

La Paz

2

2

3

1

Cochabamba

2

2

2

2

Santa Cruz

2

4

1

1

6

9

4

3

Total (24)

2

Metodologías y las investigadoras que participaron en la investigación Como mencionamos, un trabajo en torno a temas que hacen a la sexualidad y las subjetividades adolescentes, exige una autoreflexión de las investigadoras, con relación a quiénes so-

Por varios motivos, no se pudieron conformar equipos “mixtos”, es decir, de hombres y mujeres. Por lo cual no podemos perder de vista de que los chicos se han visto en la situación de estar conversando con mujeres, lo cual, entre otros, podría haber influido para que tiendan (más) a expresarse de modo “políticamente correcto”. Pero también lo políticamente correcto es parte del discurso social y, por otro, la ubicación de las chicas en conversación con otra mujer, con sus características particulares, igualmente es un hecho para considerar en el análisis.

El proceso de recolección de la información y el procesamiento de datos El objetivo de la investigación se planteó de la siguiente manera: “Generar conocimientos so-

bre las percepciones y experiencias de los/as adolescentes con respecto a su sexualidad, poniendo especial atención en la internalización de los mandatos de control sobre el cuerpo y su impacto en las prácticas sexuales y sentimientos de bien y/o malestar, con la finalidad de contar con insumos que complejizan y enriquecen el debate y la implementación de políticas (más) efectivas con respecto a la educación sexual y el cuidado de la salud sexual y la salud reproductiva”. Desarrollamos una revisión de documentos de carácter sociológico/antropológico y de documentos que se posicionan desde el movimiento feminista (sexualidades/cuerpos/atributos de género; derechos sexuales y derechos reproductivos; enfoques de educación sexual) con el fin de conocer diversas perspectivas respecto al tema. Asimismo, se revisaron libros y documentos, de carácter investigativo, sobre la identidad de los y las adolescentes, prácticas sexuales y las representaciones con relación al cuerpo, que constituyeron otro insumo para el análisis de la información. Se elaboraron diversos instrumentos para recoger la información: una guía de preguntas para la realización de las entrevistas, técnicas de aplicación en aula, instrumentos de sistematización y de análisis. Se grabaron las entrevistas. Para la grabación de las entrevistas se solicitó el permiso de los y las chicas entrevistadas y se explicó que no se iban a utilizar sus nombres, para resguardar el anonimato. Asimismo, cuando se aplicaron las técnicas, se les pidió que se pusieran un nombre ficticio. Finalmente, se transcribieron las entrevistas y la información recogida mediante las técnicas, literalmente, sin quitar u omitir detalles de las expresiones. Posteriormente, cada equipo trabajó en la sistematización de la información recogida y elaboró un informe con análisis, a nivel regional. Luego, se trabajó el material, recogido de las tres regiones, para este texto.

Marco conceptual y metodológico

mos, de dónde venimos, cuáles son los tabúes, los silenciamientos, los castigos imaginarios y “reales”, que también nos han marcado a nosotras: feministas y activistas, para “el vivir bien” de las mujeres en nuestro país. De manera que compartimos espacios, no solamente para unificar criterios sobre aspectos metodológicos y teóricos, sino también, para indagar sobre cómo nos construimos nosotras mismas como seres sexuados. El cómo nos construimos, nos remitió a culpas, a rebeldías, a enredos múltiples; lo cual, por un lado, aportó a que cada una revise su propio recorrido y, por otro, a una escucha activa y (más) perspicaz en nuestro acercamiento a los y las adolescentes. Contribuyó también a (re) dimensionar esa injusticia que casi nunca nombramos: la injusticia erótica (Morgade 2011). Nos sensibilizó para valorar enormemente la apertura de los y las adolescentes para conversar sobre aspectos tan íntimos; a valorar y respetarles cuando nos decían: “eso sí, no te lo voy a contar”. Y, finalmente, nos ayudó a interpelarnos y retroalimentarnos con respecto a sensaciones, intuiciones y el saber de cada una, a la hora de interpretar las narraciones, los dibujos y las opiniones de los y las adolescentes.

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¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Capítulo 3 Hallazgos

No había esa libertad que ahora tenemos La denominación “adolescencia”, como una etapa de la vida entre la niñez y la adultez, tiene muchas particularidades, al tratarse de una construcción social y cultural. Sin embargo, a pesar de la diversidad geográfica y las diferencias entre lo urbano y lo rural, se constata que en los últimos quince años, en todo el territorio, se han producido transformaciones sociales, que han tenido un impacto sustancial en cómo los y las adolescentes, hoy en día, están viviendo su adolescencia. Los y las adolescentes rurales constituyen un sector que experimenta procesos similares de transformación a los/as de las ciudades. Las frecuentes estadías en la ciudad, por medio de las redes migratorias, así como en muchos casos, el aumento del nivel adquisitivo de sus familias, facilitan cada vez más el acceso, por ejemplo, a la tecnología digital. Es así como se van construyendo y socializando, entre adolescentes de condiciones sociales parecidas, pero de geografías diversas, nuevos universos simbólicos. Pero, indudablemente, uno de los factores que más ha marcado un antes y un después, es la

creciente escolarización de las mujeres. Pues, se ha generalizado la noción de que tanto varones como mujeres, tienen que estudiar, al menos hasta obtener el bachillerato. Esto no solamente se debe a un cambio en las ideas respecto a la equidad de género, sino también porque muchos padres y madres piensan que un mejor futuro para sus hijos e hijas se dará en la medida en que estudien. En la mayoría de las familias, tanto urbanas como rurales, inclusive, se habla de que deberían salir profesionales. De esta manera, se ha prolongado la etapa de estudios y, por tanto, los años, de dependencia de los padres20. La mayoría de los chicos y chicas, que participaron en el estudio, piensan que es deseable formar una familia entre los 25 y 30 años lo cual, en comparación a sus padres y madres, es un cambio bastante radical: Mi mamá se casó a los 15 años. No creo que haya tenido más cortejos que mi padre. Siempre escucho en mi casa que mi padre fue su único cortejo. Mi padre, je je, ... no…, no creo. Mi padre sí creo ha tenido a varias mujeres. (Damián; 16-SCR)21 (…) bueno yo, ya tuve dos novios y mi mamá, con un año más, ya estaba casada con mi papá. Sí, es diferente. A mí eso no me pasará. (Belén; 16-SCR)

20 Hay chicos o chicas que mencionan tener responsabilidades en casa, como es el cuidado de hermanitos/as, sobrinos, etc. Igualmente, algunos/as refieren que tienen un trabajo fuera de horario de clases, para obtener sus propios ingresos, pero son una minoría. 21 Los códigos de referencia de las citas, se han elaborado de la siguiente manera: el nombre ficticio del adolescente, la adolescente, va adelante; luego se menciona su edad y finalmente su procedencia. SC representa el departamento de Santa Cruz; si procede de la ciudad se añade una C; si es del área rural, una R. Cochabamba tiene el código CB y La Paz LP.

Hallazgos

Ser adolescente

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Es así como la transición a la vida adulta no solamente está determinada por las experiencias acumuladas del pasado, sino que también forman parte de aquella las proyecciones hacia el futuro. Fabiola, por ejemplo, realza que tiene otras aspiraciones que las mujeres de la anterior generación, cuando, de modo optimista, sostiene que cuenta con las condiciones que le permitirán plantearse un plan de vida diferente: (…) ahora decimos que hay igualdad de género; que ambos, hombre y mujer pueden hacer las mismas cosas, tanto la mujer como el hombre. Antes era más machista, porque decían siempre que la mujer es para la casa, que tenía que cocinar y atender al hombre, y el hombre iba a trabajar, sí o sí. Ahora no. Pienso que ha cambiado un poco, sí. (Fabiola; 15-LPC) Por otra parte, el acceso de las mujeres a la educación secundaria ha aumentado considerablemente las oportunidades de interactuar cotidianamente entre mujeres y varones, fuera del ámbito del control familiar y, frecuentemente, también del comunitario. De hecho, hoy en día, los y las adolescentes pasan la mayor parte del tiempo con sus pares: en el colegio y en los espacios de esparcimiento.

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Como un ejemplo del cambio, con relación a este aspecto del tiempo y el espacio en que los y las adolescentes y, por tanto, las parejitas de enamorados, pueden y podían compartir, citamos a Natasha, de la ciudad de La Paz:

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Mi mamá me ha dicho que antes, más que todo se conocían en afuera, porque los colegios eran para señoritas y para jóvenes. Me ha dicho que se han conocido en afuera. (Natasha; 16-LPC) Es así también que el tiempo de ocio es mayor y, además, el tipo de diversiones que hoy en día más atraen, es mucho más variado que hace una década atrás. Así, por ejemplo, las fiestas u otro tipo de encuentros, son organizados por los/as mismos/ as adolescentes, al margen de las festividades familiares, del barrio o de la comunidad. Abajo

encontramos algunas referencias con respecto a las diversiones que se mencionan: (…) yo creo que es bonito experimentar, siempre con límites y así. P: ¿A qué te refieres con límites? Como dejar de lado las drogas, fumar. Está bien, de vez en cuando, ir a fiestas, divertirse, pero no hasta pasarse o ir a cualquier lado que no sepas. A veces las chicas de hoy en día se drogan y siempre salen embarazadas por esas cosas. (Mariela; 17-LPC) Para mí fue algo raro, porque primera vez que lo hacía; para mí fue algo raro (…) Pasó nomás de un de repente. Fue para un festival que hubo en Santa Cruz y ya nos quedamos a dormir allá y nos quedamos en un alojamiento (…). (Manuel; 17-SCR) Lo más lindo es que puedes aprovechar esta vida haciendo diferentes cosas, practicando deportes, porque cuando seas un poco mayor ahí sí, no vas a poder; si haces otra cosa ya empieza a dolerte el cuerpo, los pies, diferentes cosas. Ser adolescente se lo puede aprovechar en diferentes cosas, hacer cosas divertidas, estar con tus amigos o con tu enamorada, llegar al fondo, ¿no? (Daniel; 16-LPC) Asimismo, mirar televisión, acudir al internet, usar el celular, entre otros, intercambiando mensajes mediante el whatsapp, son actividades cotidianas para la mayoría, que también están cambiando los modos de interacción entre amigos, amigas y las parejitas de enamorados: (…) más antes se escribían cartas, poemas; ahorita todo es mensajes. Ahora todo es whatsapp, teléfono, que ni la ven. Más antes, vos tenías que entregársela personalmente: “toma, te amo, lo hice con cariño”. En cambio, ahorita, le mandas un mensaje: “mi amor, te amo” y ella ya contenta. (Manuel; 17-SCR) Era diferente por lo que a mí me cuenta. Más antes no se podían ver en la calle;

(…) no había tanta tecnología en ese tiempo, y en parte sí, la tecnología impide tener un acercamiento porque, digamos, están conversando en whatsapp y al mismo tiempo están conversando con otras personas; así, con varias personas pueden conversar. Entonces es…, no sé, no te concentras tanto en la persona; en esa persona que es tu enamorada, digamos, sino, lo haces con varias personas siempre. Entonces, para mí, sería una combinación de antes y de ahora para que los enamoramientos puedan ser mejores, digamos, sí, habría que hacer el intento… Yo lo he intentado y era bonito, pero es difícil combinar lo de antes con lo de ahora, por la tecnología, yo creo, sí. (Lorenzo; 15-LPR) Pero lo que más se resalta, en cuanto a lo que fue la experiencia de la anterior generación en términos de enamoramiento(s) y la formación de una pareja con proyecciones de estabilidad, es que por entonces no tenían la posibilidad de conocerse mucho, pues, enseguida había que formalizar la relación. Inclusive, se “arreglaban” las parejas entre los padres sin el consentimiento pleno por parte de ambos. Observamos que las apreciaciones al respecto coinciden mucho entre regiones muy alejadas entre sí: La diferencia es que antes era más grave, porque uno no… Bueno, lo que me contaba mi padre es que fue muy difícil, porque me dijo que se la robó a mi madre, y era muy difícil llegar a la persona que querías. Ahora ya casi ya es; depende de los jóvenes; ya no depende del padre. En cambio antes, el padre… tenía que decir si “sí” o “no”. Ahora ya no mucho. Ya depende de los jóvenes. (Edmundo; 19-SCR)

¡Ahh, sí! Según de lo que me están contando mis papás, ¿no?, dice que a ellos no les permitían que se enamoren, sino, les obligaban ya. O sea, hablaban con su papá y su mamá nomás, y…, digamos, que de mi papá a su papá puede hablarlo (…) “mi hijo quiere estar con tu hija” y se aceptaban entre ellos. O sea, decidían el amor sólo los padres, no los hijos. (…) Ahora ya es algo distinto. O sea, cada uno tiene a cual amor ir y todo es distinto. (Adrián; 17-LPR) Antes, sus papás de mis papás, no les dejaban ni salir a la esquina; les cuidaban demasiado. No había la libertad que hay ahora (…) Antes era de palabra, como dicen. Antes le dicen a sus papás y sus papás hablan con mis papás, conversan y era un matrimonio arreglado. No había enamoramiento; era por palabra. Desde los 17, 16, les hacían juntar. No importaba la edad. Si era una persona mayor, igual les hacían juntar. De esa manera no había esa libertad que ahora tenemos. Ahora es por amor que se juntan. Los papás no pueden opinar. (Valeria; 16-CBC) Cuando se aborda esta temática, de las prácticas sexuales en tiempos de sus padres, saltan a la vista cómo brotan en las narraciones los conceptos de “libertad”, articulado con el privilegio de poder elegir la pareja por “amor” (mutuo); lo cual parece ser percibido como una conquista maravillosa de su generación. Veremos más adelante que esta “conquista”, en muchos casos, sin embargo, tiene en la práctica aún muchas limitaciones; limitaciones que varían de familia a familia y, sorprendentemente, no tanto de región a región. Pues, no debe llamar la atención que en esta época de transiciones tan profundas, a muchos adultos les falten referencias sobre el nuevo papel a desempeñar. El conflicto no consiste en que no haya consenso entre padres e hijos/as sobre lo acertado de los proyectos de vida de la nueva generación, sino que no conocen un modelo educativo y de acompañamiento, acorde al modo de vida y las experiencias de sus hijos/as. De este modo, si no se aferran al modelo conocido, que ocurre también, se suele caer en los dobles

Hallazgos

tenían que ir a su casa, delante de sus papás, pero en cambio ahora hay el whatsapp y le dicen: “te estoy esperando en la esquina” y ahí corriendo empiezan a verse. Es muy distinto antes de lo de ahora. (Laura; 16-SCC)

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mensajes: la aceptación de una mayor autonomía en aspectos varios, pero en el plano de las actitudes y la toma de decisiones, permanecen los roles más tradicionales en que fueron socializados durante su propia formación. Es decir, se constata que, salvo algunas excepciones, no existe una asimilación cabal de lo que implican los cambios culturales, en cuanto a (nuevas) pautas educativas que favorezcan el desarrollo de los hijos e hijas adolescentes. De todos modos, los y las adolescentes, cuando se les pregunta cómo es para ellos/as esta etapa de su vida, enfatizan en su gran mayoría aspectos positivos. Sin embargo, en algunos chicos y chicas se observa mucha pesadumbre, como es el caso de Santiago, que responde de la siguiente manera, cuando se le pregunta qué es lo más bonito de ser adolescente: La verdad, no sé. Hasta ahora no he descubierto. (Santiago; 18-CBC)

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

La mayoría de las veces, el tono de desazón se explica por la situación familiar que están viviendo: por estar alejados/as de sus padres por razones de trabajo; porque se separaron, etc. Sobre el total de 24 chicas entrevistadas, 18 vivían en el momento de la entrevista con su padre y madre. En el caso de los chicos fueron 13 que vivían con padre y madre, un poco más de la mitad. Pero las familias diversas también pueden aportar aprendizajes distintos y flexibilizar roles de género, como en el caso de Vicente, de 17 años, que ha vivido principalmente con su abuela y su tía:

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(…) ahora cuido a mi sobrina. Yo la estoy como criando. Ella me dice “papá” y todo eso. Porque mi hermana está un poco enferma y no puede atenderla y todo eso. Yo la estoy cuidando por el momento; tiene 3 añitos. (…) Ella va a pasar por lo mismo que yo estoy pasando. (…) Sí, le hablaría aunque yo sea un hombre y ella mujercita, le hablaría, porque es lo normal que hace un padre o una madre a sus hijos… Ese caso yo no lo tuve, pero creo que sería bueno. (…) A los 11 años yo pienso [que le hablaría], porque ya ahí van teniendo su menstruación y después se

asusta y de eso hay que hablarle y no tiene que tener miedo, ¿no ve? (Vicente; 17-SCC) Estas y otras historias nos revelan que “la adolescencia” tiene muchos rostros y que debemos actuar con mucha cautela al analizar las narraciones, ya que se trata de relatos, convertidos en textos, que hablan de un conjunto de aspectos que no solamente hacen a la edad que tienen estos/as adolescentes, sino, también a su experiencia muy personal. De la misma manera podemos intuir por qué Santiago expresa no disfrutar de su adolescencia, cuando nos confía algo sobre su vida: P: ¿Vives con tus papás? No, son separados. No vivo con ninguno de mis papás; vivo con mis tíos y mi hermano. Tengo un hermano que es mayor con 5 años y una hermana que vive con mi mamá. P: ¿Y por qué vives con tus tíos? Porque se separaron. Ya es mucho tiempo, hace 13 años, yo tenía 5 años. Se separaron. No sé por qué. Nunca le he preguntado a mi mamá; nunca me ha importado preguntarle. A mi papá lo veo, pero sólo le saludo, nada más. (Santiago; 18-LPC) Sofía, de la ciudad de Santa Cruz, que según su relato vive con su hermana por no llevarse bien con sus padres, transmite también mucha amargura, al hablar sobre su estado de ánimo: (…) tengo esa cicatriz de pequeña, o sea, ese alejamiento con mis padres. A veces me han tratado mal. Desde pequeña siempre he nacido con ese no sé; algo que uno siente que hace que se aleje de la persona. A veces la persona te quiere dar el apoyo pero, no sé, lo rechazas. ¿Por qué? No sé. Desde pequeña tus padres siempre te han pegado y, eso, le afecta a uno. Eso ha continuado así, hasta mis quince años (…) Aunque tenga la sensación de risa por fuera, pero, por dentro me estoy muriendo (…). (Sofía; 18-SCC) Otros/as, aparentemente con una historia familiar nada especial, comentan que han vivido ya expe-

Lo más bonito de esta etapa es que uno es joven y puede divertirse, puede salir, está siempre riendo y lo malo de esta edad es que a uno, por no saber bien las cosas, a veces uno mismo se busca sus problemas y es la aflicción que uno siente. Un ejemplo puede ser que una se enamore y está pensando y está pensando y hace cosas indebidas y esa es la aflicción que una siente. (Laura; 16-SCC) Hay también chicos y chicas que abordan alguna de las características de la etapa de la adolescencia, cuando observan en sí mismos/as o en sus pares las dificultades en el proceso de construcción de su propia identidad: (…) siempre estamos buscando una imagen, algo que queremos demostrar. Por eso también es que se arreglan los jóvenes. No saben cómo comportarse, si están de acuerdo en algo o no están de acuerdo o cómo comportarse o qué actitud tomar. (Rodrigo; 18-CBC) Muchos y muchas adolescentes, como hemos descrito anteriormente, destacan la mayor libertad que tienen, en comparación a sus padres. Sin embargo, nuevamente en su mayoría las chicas, se refieren a disputas en casa, con respecto al grado de autonomía que se les otorga, generalmente, relacionado con las prescripciones referidas a las prácticas sexuales: Para mí, es un poco difícil porque, principalmente, la sociedad siempre te enseña cómo tiene que ser: cómo uno tiene que vivir, sin dejar que uno piense lo que cada uno siente. Eso es para mí, mi etapa es difícil; cambia mi forma de ser. Ya no era lo que yo era, pero al tiempo que voy cambiando, va cada vez mi madre, mi tía, metiéndome ideas de cómo son las

cosas, que así tiene que ser, sin ver ese punto de afecto de lo que ellas dicen (…). (Romina; 17-SCC) Romina, de cuyo relato se extrajo esta cita, expresa de forma muy plástica, lo que le conflictúa de la sociedad y de las personas adultas con quienes se interrelaciona en su casa, pues, quiere vivir “sin dejar que uno piense lo que cada uno siente”, haciendo entender que quisiera ser tomada en cuenta como un sujeto, un sujeto sexuado, con afectos y, tal vez, aunque no lo diga, con un cuerpo para sí. No basta que pueda enamorarse de quien quiera, que inclusive puede “probar” uno u otro enamorado, pues, la negación de ser sujeto, una adolescente que experimenta nuevas sensaciones y deseos, implica aún mucha censura sobre sus pensamientos y sentires más íntimos. Es así como hay chicos y chicas que optan por hablar con sus pares o buscan información en internet, ya que según su experiencia, las personas adultas tienen ideas muy equívocas en cuanto a la orientación que deben dar; por tanto, las recomendaciones de una y otra persona suelen ser muy dispares: Es que…, claro, el pensamiento de las personas adultas varía. Si a una le puedo preguntar o le puedo pedir un consejo, me puede decir, “ajjjj, pero cómo, pues, vas a tener chica!!!! ¡Qué estás haciendo con chica!”, que “¡preocupáte en tus estudios!!” O hay otros que me dicen: “ya, está bien que estés pasando por esa etapa de tener chica, que está bien, a tu edad yo también”, así. (…) No sé, tengo esa duda, digamos, si le cuento a tal persona. No sé qué me va a responder, pero si le cuento a esta persona, igual…, ¡o sea!!!! (Diego; 17-LPC) Es, depende de en quién uno confía. Puedo hablar con mi amigo y él me puede dar buenos consejos y otra persona me puede decir que eso es malo (…) Mejor no preguntar para que no te confundan más. (Pablo; 17-LPC)

Hallazgos

riencias de mucha turbulencia durante su misma adolescencia. Esta sensación de haber pasado ya por enredos, conflictos afectivos y emocionales muy serios y, además, por “la propia culpa”, es algo que se repite con más frecuencia en las chicas:

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Otros/as refieren no confiar en casa lo que les está ocurriendo, ya que han constatado que los padres no están dispuestos al diálogo. El deseo de independencia, el cambio de valores y modos de ser, según transmiten estos chicos y chicas, se percibe por parte de sus padres como una pérdida de autoridad, que conlleva una descalificación22; lo cual puede generar un aislamiento voluntario al interior de la familia, rupturas afectivas y/o conductas de una autonomía aún más radical:

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

(…) lo que no me gusta es que los padres no confían en uno; no le dan confianza; no se puede hablar con ellos (…) No me gusta. No quieren tenernos en cuenta (…). Ellos no reconocen; dicen otra cosa, pero si quieren conversar con los hijos, les darían confianza, pero todo es palo y crítica y castigos. Los padres ellos son los que tienen que darnos más confianza y conversar mejor con los hijos. Con las chicas todo está bien, nos contamos cosas, con los chicos también. El problema son los padres. (Belén; 16-SCR)

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Igualmente, Leonardo no habla sobre sexualidad(es) con su padre, ya que opina que es de la “era jurásica”. Es de destacar que un grupo considerable, tanto de chicas como de chicos, comenta que no habla sobre sus prácticas sexuales y/o su vida amorosa con su padre, por ser más “cerrado” que su madre. De manera que se comenta poco sobre una relación de confianza o de complicidad entre padres e hijos varones, como solemos suponer. Probablemente tenga que ver también con la poca presencia en la casa del padre y, asimismo, pudiera ser, -al menos si damos crédito a lo que opina Ángela-, que la responsabilidad mayor re-

cae en la madre cuando surgen problemas y, por tanto, ellas harían un mayor esfuerzo para dar seguimiento al pasatiempo y al tipo de amistades de sus hijos/as, así como a las andanzas de enamoradas o enamorados: P: ¿Conoces a algún chico que embarazó a una chica y no se hizo responsable? Aquí no se da eso. Es difícil. Los chicos tienen que responder pero, a veces, hay problemas porque las familias no se llevan. Las chicas terminan viviendo con sus padres o, mejor, con sus madres, porque los padres casi siempre culpan a las mamás cuando las hijas se embarazan. (Ángela; 17-SCR) En su generalidad, cuando analizamos aspectos de la construcción de las sexualidades adolescentes, solemos poner mucho énfasis en el impacto del manejo de estereotipos de género y la consiguiente represión que viven las adolescentes mujeres. Sin embargo, por lo que expresan los y las adolescentes que participaron en la investigación, nos percatamos del hecho de que existe una imbricación muy elocuente entre la opresión por género y por edad. La última no solamente se trata de la opresión o discriminación por el adultocentrismo vigente, sino también por el adultismo. Si el adultocentrismo se traduce en prácticas sociales que se sustentan en la representación del mundo adulto como un modelo acabado al que se aspira también en cuanto al horizonte de los/as niños y adolescentes, el adultismo se refiere a las interacciones directas entre adultos y jóvenes. Es así que el deber ser de hijos/as adolescentes se traduce rígidamente desde la perspectiva de las experiencias propias y los mandatos que por entonces se obedecían.

22 Morgade refiere que la situación de los y las adolescentes es compleja y menciona algunas características (referidas a la Argentina) de la problemática: “desajuste entre las subjetividades supuestas y las reales, mensajes y metamensajes contradictorios sobre lo que se espera de ellos y de ellas y lo que realmente se les ofrece, y muchos otros etcs” (s/f). Krauskopf, estudiosa de temas relacionados con las adolescencias en América Latina, expresa algo similar: “El reconocimiento de la incertidumbre actual, de la rápida obsolescencia de los instrumentos de avance cognitivo y social, favorece una crisis de los adultos. El adulto se siente responsable de ser una imagen clara para el joven; teme no mantener la autoridad ni el respeto si comparte las dudas y confusiones por las que atraviesa. Pero los jóvenes deslegitiman una intervención adulta que no esté basada en una comunicación clara y sincera que permita la apertura. Este cambio va a influir en nuevas relaciones entre los jóvenes y los adultos” (1998). Observamos que se trata de un documento que se refiere a una situación de los años 90; consideramos sin embargo, que su descripción tiene aún mucha actualidad, al menos por lo que van trasmitiendo los y las adolescentes, participantes en el estudio.

P: ¿Qué cosas crees que le podrías contar a tu papá y qué cosas no? No le cuento casi nada porque reacciona muy mal; por eso no puedo confiar. P: Ahora no le puedes contar que tienes chica… No, si se entera, no sé, me reñiría. ”¡Por qué haces esas cosas!”, me diría, yo creo. P: ¿Por qué crees que no quieren que tengan chicas a tu edad? Según mi papá, porque dice que no estamos en nuestra edad para tener chicas y que no nos podemos cuidar todavía, por eso. P: Y tú, ¿a qué edad crees que uno podría empezar a tener chicas? No sé, desde los 10. Sí, desde los 10. (Leonardo; 17-CBR) Llama la atención con cuanta flexibilidad los adultos, del área rural y de barrios periféricos de las ciudades, han hecho el cambio en su imaginario en cuanto a lo que es deseable para sus hijos/as con relación a la edad en que deberían formar una familia. Pues, no tenemos el dato de todos los padres, pero muchísimos/as adolescentes han señalado que se juntaron en la adolescencia. Sorprende entonces que, hoy en día, la gran mayoría de los chicos y chicas transmiten que hay mucha presión sobre ellos/as para que no formen una familia y no tengan hijos/as antes de tener una profesión y, por tanto, no deben tener relaciones sexuales coitales. Es decir, aún con el acceso a los métodos anticonceptivos que hoy en día tienen los/as adolescentes, los padres no desean que sus hijos/as hagan lo que ellos/as sí hicieron: tener relaciones sexogenitales en la adolescencia. Pues, como veremos más adelante también reiteradamente, inclusive se les advierte de no tener enamorada o enamorado.

No conocemos estudios muy detallados al respecto, pero por lo que escuchamos y comentan también los/as adolescentes, como hemos visto, los padres no tenían la libertad de “caminar” por mucho tiempo con enamorados/as, ya que cuando se hacía público se les obligaba a juntarse formalmente, lo cual les autorizaba a tener relaciones sexuales coitales. Es decir, había poco tiempo entre los primeros “chequeos” y la formación de la pareja con todo lo que implica. Por otra parte, las parejas que lograban ocultar, por un tiempo algo más largo, que estaban “caminando” como enamorados, se tenían que juntar en el momento en que había un embarazo. Es decir, en el primer caso, los abuelos de entonces, reconocían que la atracción conlleva necesariamente a que se tengan relaciones sexogenitales en muy poco tiempo y para evitar que la unión se dé por simple embarazo, se les juntaba. En el segundo caso, igual se puede suponer que las relaciones sexogenitales se dieran pronto y se producía un embarazo en determinado tiempo. Como no era muy fácil que el varón no reconociera su paternidad, tampoco era frecuente que la hija quedara como madre soltera. Por tanto, la aceptación del hecho no era tan difícil. De modo que la mayoría de los padres no han conocido un enamoramiento muy largo sin tener relaciones sexuales coitales. De esta manera desconfían que sus hijos/as, sí pueden tener enamorados/as, tener cierto contacto físico, sin que eso finalice pronto en relaciones sexuales. Veremos que pocos padres o madres hablan seriamente sobre el uso de métodos anticonceptivos, pues, no está en el imaginario y por razones de mandatos de género, menos aún en el caso de las hijas. De modo que los enamoramientos les suponen un riesgo muy grande para que se produzca un embarazo y, por tanto, se apela a la sensatez de los/as hijos/as de no tener relaciones, arguyendo que ellos/as no tienen aún la edad para eso. Pues, el aplazamiento de la formación de la pareja estable debe, necesariamente, aplazar el momento de las primeras relaciones sexuales coitales. Esta sensación de que los padres piensan que sus hijos, sus hijas no van a tener frenos, al igual que

Hallazgos

En el caso de Leonardo vemos cómo sus criterios difieren de los de su padre, en cuanto a la edad en que se puede tener enamorada; además de constatar que no solamente la sobreprotección y, por ende, la infantilización, se da en el caso de las hijas mujeres:

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ellos en su tiempo, lo expresa de alguna manera Rodrigo, de Cochabamba: Las personas mayores creen que nosotros, vamos, queremos hacer eso; el acto sexual, y ya está, y todo el tiempo hacer eso. Pero no saben que somos personas normales. (Rodrigo; 18-CBC) De este modo, los padres, madres, tutores, que no hablan constantemente sobre el peligro de tener enamorados, enamoradas o de tener relaciones sexogenitales, son escasos. En ese sentido, se destaca la madre de Fabiola: (…) mi mamá me dice: “estás bien como estás. Si quieres cambiar algo, hazlo por dentro, hazlo por tí misma y no por los demás”, así me dice. (…) “Cuando tienes relaciones sexuales, si quieres tenerlos, tiene que ser algo bonito, hermoso, y que te tienes que proteger al tener relaciones sexuales”. Sí, y que tenemos que utilizar anticonceptivos y condones. (Fabiola; 15-LPC)

(…) Algunos de los padres piensan que no hace falta que los hijos sepan sobre la sexualidad, pero los jóvenes tratan de aprender sobre el tema y de la forma de saber. (…) Hay algunos padres que no saben sobre la sexualidad y los hijos saben más. (Ad. mujer, Ucureña) El miedo o la vergüenza de los padres genera mucha inseguridad y desconfianza en los y las adolescentes. Por ejemplo, una chica de Santa Cruz menciona que los padres tienen vergüenza, pero cuando dibuja un escenario de una conversación entre una madre y una hija y la madre propone hablar, ella le responde: “no mamá, no tengo confianza para hablar de mi intimidad”; pues, la confianza, entre otras, se construye mediante un abordaje abierto y de atenta escucha. La confianza presupone reciprocidad; desaparece la confianza y desaparece el estado de desinhibición, de no represión.

¿Podemos hablar de sexualidad?

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Mediante las entrevistas, pero también por la información que se obtuvo mediante una de las técnicas que se aplicó en los colegios23, se constata que la mayoría de los y las adolescentes demanda más educación sexual en casa. En cuanto a los motivos por los cuales no se habla, los adolescentes expresan sus ideas, refiriéndose en especial al miedo o a la vergüenza de los padres:

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(…) algunos padres no hablan por vergüenza. No saben y no saben cómo. (Ad. mujer, Santa Cruz) (…) hay algunos padres que les da miedo o vergüenza hablar sobre la sexualidad

23 La técnica se encuentra de forma completa en el anexo 1. Se hicieron preguntas que se contestaron por escrito. Las preguntas giraban en torno a una escena de una familia con un hijo y una hija adolescente (ver imagen). Luego, se les pidió que dibujaran también una escena y un diálogo, desde su propia imaginación (se exponen tres ejemplos). Transcribimos opiniones y, asimismo, algunos diálogos que se apreciaron en los dibujos, a modo de ilustrar los resultados más destacados de la aplicación de la técnica. Un total de 300 estudiantes participaron en la actividad. Las citas van acompañadas con la referencia de la localidad del adolescente, la adolescente. Ad. significa “adolescente”. Las ilustraciones o transcripciones de cada técnica se identifican con la técnica 1 (T1), técnica 2 (T2) y así, sucesivamente.

Madre: Hijo, ¿te acuerdas de los dos perritos que dijiste que estaban peleando? Hijo: ¡Ma! Los que se estaban cruzando. Madre: [cara de sorprendida] (Ad. varón, Cochabamba) Hija: Papá, ¿me puedes explicar de dónde provienen los bebés o cómo se hacen? Padre: Bueno, hija, los bebés son traídos por cigüeñas. Los dejan en la puerta para que nosotros los cuidemos y les amemos, como te queremos a ti… Hija [después, estando sola]: ¡jajaja!, como si fuera tonta y creer que los niños son traídos por cigüeñas. Después, ¿por qué suceden los embarazos?, porque nuestros padres no quieren hablarnos sobre la sexualidad. (Ad. varón, Cochabamba) El departamento de La Paz tiene como particularidad que algunos varones hacen referencia a cómo los padres les infantilizan y rehúsan hablar sobre sexualidad, con el argumento de que no han cumplido aún con el servicio militar; pues, por mucho tiempo se autorizaba en el altiplano paceño a los varones a formar pareja, cuando tenían su libreta. Igual, para los padres de la novia éste era un requisito importante para dar el visto bueno a que la hija se juntara o casara, para formar una familia. Lo cual nos confirma la idea de los padres que la práctica sexual coital se da apenas se inicia “el cortejo” y, parece ser que, mientras tanto, tampoco se debería hablar sobre aquello: Hijo: Papá, ¿qué es la sexualidad? Padre: Para qué quieres saber, ¡si todavía no has ido al cuartel!!!! (Ad. varón, Curva Pucara) Aparentemente, en este mismo departamento, se acostumbra de manera más tajante que en los otros, que los padres hablen con los hijos y las madres con las hijas:

Madre: Mi amor, es hora de que hables con tu hijo sobre sexualidad. Padre: OK y tú con tu hija. Hijo: ¡Ohhhh!! Hija: ¡Ohhhh!!! (Ad. varón, La Paz) Pero, aunque es más flexible en otros departamentos, llama la atención que se refleja a veces la complicidad -aunque generalmente momentáneaentre padres e hijos varones, cuando varios chicos se imaginan la charla que inicia su padre, de la siguiente manera: “hijo, vamos a hablar de hombre a hombre”. Así también, cuando se menciona en el diálogo el tema de la protección mediante el condón, suelen ser los padres que explican al respecto.

Otro fenómeno que aparece en estas ilustraciones, es el desacuerdo entre padre y madre sobre la orientación que se debe dar a los hijos o hijas: Madre: Hija, ya tienes 16 años. Creo que ya es hora de que hablemos de la sexualidad… Hija: Bueno, está bien, mami. Padre: Estela, ¿se puede saber qué haces? ¿Cómo se te ocurre hablar a nuestra hija esas cosas? Ella todavía es una niña…, vamos, hija, “tú no tienes por qué escuchar eso”. (Ad. mujer, Cochabamba) Padre: Hija, tenemos que hablar. Si quieres tener relaciones sexuales, debes usar condón.

Hallazgos

En varios diálogos se hace referencia a cómo se expresa la vergüenza de los padres también en la infantilización de los/as hijos/as. Muchos/as opinan, de este modo, que recién empiezan a hablar cuando ellos/as ya saben todo o cuando ya es tarde:

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Hija: mmm, está bien. Madre: “¡Esa no es la manera de educar a nuestra hija!” (Ad. mujer, Cochabamba) Las chicas reclaman, más que los chicos, que los padres tienen la obligación de hablar. Se quejan a veces de su falta de responsabilidad, enfatizando las consecuencias, ya que ellas necesitarían contar con más información para no embarazarse; es decir, se asumen como desacompañadas en asuntos de prevención. De esta manera, en algunos diálogos, llama la atención que las hijas toman la iniciativa para pedir una conversación, pero se transmiten reproches, cuando los padres no responden como quisieran, sea por simple vergüenza o por desinterés: Hija: Papi, ¿usted me podría explicar algo sobre la sexualidad? Padre: Hija, mira, ahora no hay tiempo. Tengo mucho trabajo. (Ad. mujer, Santa Cruz)

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Hijo: Mamá, ¿podemos hablar de la sexualidad? Madre: ¿De qué? Ay, mi hijo, al rato nos vemos. Voy a salir. (Ad. mujer, La Paz)

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Sin embargo, viendo el conjunto, la balanza se inclina más hacia el otro lado, es decir, que a los y las adolescentes no les gusta que los padres les toquen el tema; en muchos casos se aduce igualmente vergüenza. De ese modo, disfrazando la incomodidad, se muestran también indiferentes

o sino, afirman que no les interesa; lo cual se da en mayor proporción en los varones. Lo mismo argumentan frecuentemente las chicas refiriéndose a los varones, que las cosas de la sexualidad lo toman “a chiste”. Pero hay otro grupo considerable de adolescentes que prefiere evitar la charla en su casa, más que todo, porque se toca el tema para censurar o castigar, mediante un trato vertical, como anteriormente también comentaba Belén: Muchas veces los hijos se apartan de los padres, porque piensan que sólo les quieren reñir o castigar”. (Ad. varón, Cochabamba) (…) los padres nunca les preguntan a sus hijas o a sus hijos de la sexualidad. Sólo le dan consejos. (Ad. varón, Ucureña) Observamos que este adolescente, de Ucureña, se refiere a “consejos”, que suele ser un eufemismo para no decir “órdenes”. De forma irónica, uno de los chicos, con referencia a lo que suelen decir los compañeros o compañeras cuando se habla sobre la forma de pensar y/o de hablar de los padres, con la típica frase: “es para nuestro bien”, opina lo contrario: “nosotros pensamos diferente, a veces creemos que es para nuestro mal”. De forma bastante generalizada se deja traslucir también que los padres tampoco conversan mucho sobre los vaivenes de la vida de su hija o de su hijo, fuera de casa. Por tanto, por parte de los hijos/as es difícil plantear, compartir inquietudes y/o hacer preguntas, en base a una relación de comunicación cotidiana, sobre aspectos más allá de los avances en el colegio. Como opinaba también un estudiante de la ciudad de Santa Cruz: “La juventud sabe más de lo que se cree y muchos padres no se dan cuenta qué hacen los hijos”. Este sentimiento también expresa una de las chicas de Cachuela España, que se ha puesto el pseudónimo de “Soledad”, cuando representa una conversación entre una hija y su madre:

Por otra parte, ya lo mencionamos, las charlas que inician los padres, casi exclusivamente, giran en torno a la prevención de embarazos, lo cual muchos chicos y chicas encuentran trillado y no esperan que pueda ser muy interesante: Madre: Hijos, ya sé que en el cole les hablaron sobre esto, pero quiero hablarles de sexualidad. Hija: Ya estás con tu sermón. Hijo: Ufff, qué aburrido. (Ad. mujer, Pailón) Hija: ¡Ay, papá!, mientras tú estás de ida, yo estoy volviendo. (Ad. varón, Cachuela España) (…) los hijos piensan que ya están en edad de hacerlo, en cambio los padres creen que todavía les falta. (Ad. mujer, Pailón) De este modo, se repite en muchas oportunidades que los padres les hablan dando mensajes muy reiterativos, mientras que los hijos ya cuentan con información más “avanzada”, también por el acceso a internet y la comunicación mediante redes sociales. (…) a veces los padres sólo te pueden decir que te cuides o algo, en cambio, los hijos te hablan de los métodos anticonceptivos. (Ad. mujer, La Paz) (…) existen padres que no quieren hablar de ese tema y los jóvenes se informan a través de la tecnología. (Ad. mujer, Pailón) Nos aburre que se pasen toda la vida enseñándonos. (Ad. varón, Santa Cruz) (…) los padres tienen un concepto de precaución y prevención y los hijos un

concepto de broma y placer. (Ad. varón, Anocaraire) Lo que afirma este adolescente varón, de Anocaraire, es excepcional en cuanto a su sinceridad, pues, los padres, en contadas ocasiones abordan aspectos del placer, es decir, de una sexualidad positiva. Desde esta perspectiva, hay chicos y chicas que dejan traslucir que evitan la conversación, por ser especialmente incómoda cuando, por ejemplo, ya han tenido relaciones sexuales coitales, es decir, cuando tienen secretos que se relacionan con lo prohibido. De esta manera hay también los/as que reivindican su derecho a la privacidad. En cuanto al enfoque de la prevención de embarazos no deseados, en base a la abstención del sexo genital, llamó la atención el siguiente diálogo; pues, no podríamos aventurarnos a una interpretación equívoca si representa una broma o si es posible que se puedan generar este tipo de confusiones: Padre: Hijo, ¿qué es la sexualidad? Hijo: No tener familia. Madre: Está bien. (Ad. varón, Laja) Para hacer notar a los padres que no “se ubican”, en muchos diálogos se hace referencia al hecho de que en el colegio se les está enseñando aspectos importantes de educación sexual, lo cual es otro motivo para desconocer el valor de las recomendaciones de sus padres, especialmente cuando, según ellos/as, tienen ideas equivocadas de lo que es la sexualidad: Los padres, desde otro punto, tratan de no hablar de ese tema, porque piensan que es sólo sexo. Nosotros pensamos diferente, ya que nos han explicado en el colegio la diferencia entre sexo y sexualidad. (Ad. mujer, Cochabamba) Subrayando el desconocimiento en casa sobre lo que se enseña en el colegio, una estudiante de la ciudad de La Paz opina que “los hijos saben más y por eso sorprenden a los padres”. Es notable que,

Hallazgos

Hija: Mamá, en el colegio hay alguien que me gusta. Mamá: Hija, ¿tienes algo más importante que decirme?

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en la aplicación de esta técnica, se evidencia una mayor soltura en cuanto a la crítica hacia los padres; probablemente, porque podían confiar sus ideas “al papel”24 y no había réplica posible, pues, en las entrevistas se percibe, en su generalidad, más cuidado de criticar abiertamente la forma de pensar o de conversar de los padres. Nos imaginamos por la susceptibilidad y/o inseguridad de que no podría ser bien recibido por parte de la entrevistadora. Por eso también hubo, en los dibujos, diálogos burlescos y de caricatura, como podemos apreciar: Padre: Ale, hija, hablemos de sexualidadHija: No, gracias papá, ya sé suficiente. Hijo: Jaja, si, hasta lo practica… Hija: ¡Cállate tonto!!! (Ad. varón, La Paz) Padre: Hijo, hablemos de la educación sexual. Hijo: Papá, ya sé qué es eso, me lo enseñaron en el colegio. Padre: Bueno, está bien hijo. Hijo: Gracias papá, pero me tengo que ir. Padre: Bueno, chau!!!! (Ad. varón, Laja)

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Pero no podemos pasar por alto que hay también un grupo considerable que opina que los padres hacen lo correcto, ya que quieren lo mejor para sus hijos e hijas. A veces se alude a su experiencia de vida, cuyas enseñanzas se consideran valiosas y como para tomar en serio. A propósito, uno de los chicos de La Paz tiene un mensaje conciliador, planteando la necesidad de superar el tabú acerca de la sexualidad, entre padres e hijos, hijas:

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Hay diferencia en los pensamientos del padre y el hijo, existe, porque el papá tiene un punto de vista muy básico y algo estricto, mientras los adolescentes, como yo, tal vez lo tomamos un poco a la ligera, pero con ayuda de adultos y nuestros papás sobre todo, lograremos estar bien y sin miedo de hablar de sexualidad. (Ad. varón, La Paz)

En cuanto a los temas que los y las adolescentes han tocado -probablemente también por el dibujo motivador-, se ha reflejado en especial el aspecto del tabú sobre la sexualidad, tanto por parte de padres como por parte de ellos mismos, ellas mismas. La hegemonía de una educación sexual, basada en la prevención de embarazos no deseados, por otro lado, se evidencia como omnipresente. A propósito, es de destacar que, en menos del 10% de los diálogos se ha mencionado algo sobre métodos anticonceptivos. Pues, la apropiación del derecho al disfrute es mínima, además de la noción de que lo prohibido se puede hacer responsablemente. Es de destacar, asimismo, que, al margen de la prohibición de los enamoramientos, no se abordaron aspectos que relacionan placer con afectos, ni gustos y placeres al margen de la práctica sexual genital, reproduciendo de esta manera un coitocentrismo alarmante por parte de padres, madres y la sociedad, en general. Luego, aisladamente, chicas y chicas han tocado el tema de alguna conversación sobre los cambios corporales que se dan en la adolescencia; una sola chica ha elaborado un diálogo sobre el derecho a decidir y a evitar las relaciones sexogenitales no deseadas. Finalmente, en el dibujo de otra chica hubo un diálogo, sobre este mismo aspecto, pero enfatizando la importancia de tener las primeras relaciones sexogenitales con alguien muy especial. Asimismo, es notable también que los varones, cuando reflejan los sermones que reciben, en muchas ocasiones se refirieran a la responsabilidad, reconociendo de alguna manera que no se les puede controlar y, por tanto, se apela a su capacidad de actuar de manera libre y responsable, desde “la naturalidad” de su rol activo. Este saberse con un rol activo, pero de responsabilidad propia, podría explicar también de alguna manera que son más independientes y “oídos sordos” ante los mensajes represivos de sus padres.

24 Además, cada uno/a podía ponerse un pseudónimo, lo cual daba aún más garantía de anonimato.

Las/os adolescentes, en su mayoría, han expresado que las ideas y actitudes con respecto a la(s) sexualidad(es) son distintas para padres e hijos/ as adolescentes. La crítica principal es el tabú y la desactualización de sus padres. La ponderación de los y las adolescentes sobre sus conocimientos, gracias al acceso a la información, les otorga un poder simbólico -el poder del saber- que los/ as ayuda, de algún modo, a contrarrestar el poder hegemónico de sus padres. Sin embargo, persisten aún muchas ambivalencias para acoger los derechos sexuales como legítimos. El respeto y la autoridad, adscritos a las personas mayores, excluyen aún con demasiada frecuencia que se

conciba la aceptación de diversidad de prácticas sexuales y/o se analicen de modo (más) abierto. Finalmente, podemos concluir que, salvo algunas particularidades, el lenguaje, las opiniones e inquietudes de los y las adolescentes que han participado en esta actividad, son muy similares, pues, reflejan los tabúes y las preocupaciones de las personas adultas, de geografías muy diversas, con “diagnósticos”, casi idénticos. En cuanto a la ilustración que se aprecia a continuación, no hace falta dar mayor explicación en cuanto al mensaje que se pretende transmitir. Lo que sí puede quedar desapercibido es, por un lado, la posición del padre y su hijo y, por otro, la de la madre con su hija. Pues, la falta de vergüenza entre padre e hijo, la relación de confianza entre ellos, se hace evidente al mirarse “de frente”. Al contrario, la madre y la hija, no se miran entre sí. A la madre le caen las lágrimas, tal vez por acordarse de sus propios “errores” y sus consecuencias, tal vez para que se grabe en la hija la imagen de la desgracia, en caso de transgresión.

Hallazgos

Las mujeres, por otra parte, como mencionaba una de las chicas, simplemente “se tienen que cuidar”. Veremos más adelante en detalle, en qué consiste, pero de todos modos, refleja una actitud pasiva, de tener que protegerse ante algo malo, sin que eso se traduzca en la expectativa de una actitud de responsabilidad que, de alguna manera, implicaría un reconocimiento de su libertad y de considerar opciones nuevas o diferentes.

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Trayectorias sexuales Aunque no amen a la persona del sexo contrario Señalábamos que la sexualidad es la manera que cada persona tiene de vivir “el hecho de ser sexuado”. Como sostiene Weeks:

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

(…) la sexualidad es la forma en que cada persona se construye, vive y expresa como ser sexual; las maneras en que pensamos, entendemos y expresamos el cuerpo humano; es una construcción histórica a la cual la modernidad ha contribuido de manera que los cambios estructurales influyen sobre las prácticas sexuales, reflejo de la estructura entre lo subjetivo y lo adquirido socialmente. La sexualidad reúne una variedad de posibilidades biológicas y mentales diferentes; no es un hecho dado sino producto de la negociación, la lucha y la acción humana (Weeks, citado en Sánchez Olvera 2009).

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El binomio cuerpo-sexualidad, hoy en día es reconocido como un territorio de derechos. El cuerpo es uno de los sitios privilegiados donde se encarna la libertad y se forjan los significados de la pluralidad y de la democracia. Las sexualidades, de este modo, son también el resultado de diferentes prácticas sociales y luchas entre quienes tienen el poder de definir cómo deben ser y quienes se oponen a las restricciones, a la homogenización y el ejercicio del derecho a la diversidad de expresiones de la sexualidad y afectividad (Weeks 1998). En este acápite nos referiremos a una diversidad de prácticas sexuales que se pueden ob-

servar en la adolescencia, a “la primera vez25 del abrazo amoroso, del beso, a cómo están construidos las imágenes del cuerpo y sus atracciones, así como los estereotipos de género que se advierten en las narraciones de chicos y chicas. Con relación a la atracción y el deseo erótico, ha llamado la atención que varios chicos -y no así las chicas-, cuando se les pregunta sobre los cambios que han sentido relacionados con la adolescencia, no se refirieran a los cambios físicos, sino a lo que descubrieron respecto al deseo erótico: P: ¿Y a qué edad tú has notado que tu cuerpo estaba cambiando? A mis quince años…, sí, quince, catorce ya…, ehhh…, ya…, ya sentía atracción por la otra persona, porque antes no!!! Uyyy!!!! Antes, cuando yo he llegado, jugaba con mis amigos; todo esto correteábamos, por todo esto..., futbol sabemos jugar, pescapesca (…) Quince, diez y seis haiga sido ya, he sentido ya otras..., cierta atracción. Ya me ha dejado de interesar un rato jugar pescapesca y, ahí, ya me ha parecido raro, tener atracción por la otra persona. (Diego; 17LPC) (…) uno empieza a experimentar cambios y a tener deseos de todo. (Sabino; 16-SCC) P: A ver, entonces, ¿cuál ha sido tu mayor problema: cuando estabas cambiando tu voz, tu cuerpo? Cuando…, cuando me he enamorado de…, esa chica también… Parece que se había enamorado profundamente… Ya no hacía mis tareas, ni nada de eso. Sí, eso. (Adrián; 17-LPR)

25 Generalmente se hace referencia a “la primera vez” con relación a la primera relación sexual coital, reflejando el coitocentrismo, que suele centrarse en la genitalidad. Es llamativo que, a sabiendas que la sexualidad es parte de la vida desde el nacimiento y que desde la infancia se experimentan sensaciones placenteras, se siga hablando sobre la primera relación sexual coital en términos como “el inicio de la vida sexual”, “el inicio de la actividad sexual”, “la iniciación sexual”. También se habla sobre el “debut sexual”. Nosotras emplearemos el término “primera vez” cuando se sobreentiende que se refiere a la primera relación sexual coital, a sabiendas que hay muchas primeras veces en el proceso de sexuación y en la realización de diversas prácticas sexuales. Pero, de momento, no encontramos un término (más) pertinente.

Mi punto de vista es que nosotros debemos pensar porque, con el tiempo que vamos creciendo, siempre el cuerpo, siempre va a tener deseos ¿no? Y eso le he dicho a mi mamá, que el cuerpo siempre va a tener deseo, pero ella dice que hay que esperar y yo le digo: “pero mamá, pide el cuerpo, es un deseo”. No sé, lo que uno quiere tener y me dice “¡no!, ¡así no son las cosas!” y lo único que hacemos con mi hermano es agacharnos y nada más. P: ¿Y con tu hermano hablas de sexualidad? (…) mi hermano me dice que la sexualidad es una parte del cuerpo que te pide y se basa en tener relaciones, me dice. La cosa es que tenés que cuidarte (…). (Romina; 17-SCC) Observamos que el hermano de Romina le transmite un concepto limitado y coitocéntrico de la sexualidad; pues, el “cuidar” se relaciona con métodos de protección. Pero no es de extrañar, ya que es la idea dominante que se maneja en la sociedad y, por tanto, también entre los y las adolescentes. Reiteramos, sin embargo, cuando hablamos de sexo, sexualidad, no sólo hablamos sobre lo que se tiene, es decir, genitales, ni tampoco sólo sobre lo que se hace, ni sobre las formas concretas de expresar el erotismo. Hablamos también de cómo se da significado y se vivencia el hecho de ser personas sexuadas.

De este modo -haciendo notar a los y las chicas entrevistadas, que pueden hablar sobre su manera de ser únicos, únicas, sobre todas sus particularidades como seres sexuados-, se preguntó sobre su orientación sexual; en concreto, si les gustan los chicos o las chicas. Todos y todas afirmaron que son heterosexuales, pero hay que señalar también que en pocas ocasiones -más en el caso de los chicos que en el de las chicas- se hizo notar un gesto de sorpresa ante la pregunta; es decir, a la mayoría no les ha parecido una pregunta “fuera de lugar”, a pesar de la heteronormatividad existente. Muchos y muchas investigadoras, que indagaron con respecto a la aceptación de las diversidades sexuales por parte de los y las adolescentes26, refieren que el hecho de conocer, de cerca, a un gay o a una lesbiana, incrementa la aceptación de la homosexualidad. Desde esta perspectiva podemos entender de alguna manera el comentario de David, que se expresa con cierta extrañeza ante “esta diferencia”, aunque al mismo tiempo opina que no es quién para juzgar27: (…) no sé, es su vida. Ellos deben querer que sea así su vida, su elección debe ser (…) Me parece medio un poco misterioso. ¿Cómo puede haber personas así? (David; 16-LPR) Entre los y las participantes en la investigación, hubo una chica que afirmaba que su mamá tiene un amigo gay y otras dos comentaron que ellas mismas tienen un amigo homosexual: Me parece que son más normales. P: ¿Por qué? Porque cuando tienes un amigo así, te sientes muy cómoda; porque, aquí, los chicos normales son bien torpes, ¿no? Y

26 Caycho Rodríguez s/f.; Megías et. al. 2005. 27 Las imágenes y los comentarios al respecto, forman parte de una de las actividades en aula (Anexo 2). A partir de ciertas imágenes se les pidió su opinión sobre lo que les parece permitido o no y, asimismo, el por qué.

Hallazgos

La presencia de los deseos es algo evidente para los chicos. En el caso de las chicas se tiende a disimular y/o guardar para sí, pues, socialmente existen muchos tabúes al respecto. Una sola chica hace referencia a aquello y tal vez no sea casualidad él que tenga un hermano con quien compartir aspectos de las sensaciones y/o placeres corporales:

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un chico así es totalmente…, te entiende. Es mejor hablar con él que con otras personas. (Sandra; 16-LPR) Sí, mi mejor amigo, él es. P: ¿Él ya se ha asumido y ha reconocido ser gay? Si, él me lo dijo. Me dijo que era gay y me pidió que a nadie más se lo dijera. P: ¿A ti te atraen los chicos? Sí, pero últimamente no. Es que estoy un poco alejada, no sé, no quiero estar con nadie. Hay veces que prefiero estar así…, sola, y estar con mi amigo, riendo, estar en una reunión en mi casa; a veces río, a veces no. (Sofía; 18-SCC) Es interesante que Sandra se refiera a “chicos normales”, es decir, heterosexuales, que, sin embargo, tienen actitudes que no le agraden mucho. Más bien insinúa, en base a su experiencia, que con un chico gay puede haber más afinidad para hablar sobre temas de la intimidad. Sofía, que ha sufrido una decepción con uno de sus enamorados, igualmente, comenta que se siente muy a gusto con su amigo gay, con quien tiene una relación de confianza tal, que le ha hablado sobre su orientación sexual.

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Es de destacar que ninguno de los chicos comentó tener un amigo gay o una amiga lesbiana. Sin intención de estigmatizar a los chicos, nos parece interesante la relación que una de las chicas establece entre el machismo y la homofobia28.

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(…) es su orientación sexual, que si prefieren ser eso, está bien. Yo lo voy a aceptar, porque la mayoría de las personas, dicen, ¿no ve?, salen del closet y: “no, no,

no, vos eres gay, me vas a hacer algo”, y piensan que es como una enfermedad, la mayoría de las personas; especialmente los hombres, porque son bien machistas (…). (Fabiola; 15-LPC)

T2) No sé si está permitido. A mí, por el momento, no me interesa la sexualidad, que cada persona elija cómo y de qué forma quiere ser y cómo lo vean todos. (Ad. varón, La Paz)

Sobre el total de 16 chicas a quienes se preguntó si conocen gays o lesbianas, algo más de la mitad, 9 en total, conocían a un gay y/o a una lesbiana. En cuanto a los chicos, sobre el total de 21 a quienes se hizo la pregunta, 9 decían conocer a alguien. Hay los que comentan que hay alguien -generalmente en el colegio- de quien se dice que “es”, pero que no lo podrían decir con mucha seguridad. En su generalidad, se trata de gays, pues, solamente en dos ocasiones se comentó conocer a una lesbiana. Tanto en el caso de chicos como de chicas, en el departamento de Santa Cruz se respondió en

28 “La homofobia es un temor irracional a ser gay, lesbiana o bisexual, pero también se conceptualiza como un temor a tener contacto con personas con esa orientación sexual, de cualquier tipo o bajo cualquier forma, e igualmente a sentir algún rasgo de la homosexualidad de uno mismo. (…) La homofobia se desarrolla por los mismos mecanismos tanto en la población homosexual como en la heterosexual. No es únicamente un problema que ocurre en las relaciones de los heterosexuales con los homosexuales. Tampoco de estos últimos consigo mismos y con su grupo de referencia, sino que también es un problema de los heterosexuales entre sí y de cada uno para consigo mismo, que puede afectar profundamente a las relaciones con las personas tanto del mismo sexo como del otro sexo” (COGAM s/f: 2).

es como es ella; no se le puede obligar a que le gusten los chicos, nada. Es su decisión, como podría ser mi decisión que me gusten las chicas, sí. (Lorenzo; 15-LPR) Sin embargo, de los 15 chicos/as que expresan una opinión sobre la homosexualidad, 5 se expresan con descalificativos rotundos, 4 con cierta ambigüedad y 6 con una aceptación plena. Entre las 11 chicas que dieron su opinión, hubo una que se expresó de manera tajante rechazando la homosexualidad; 8 se refirieron al tema con aceptación plena y 4 con cierta ambigüedad. Bajo el término ambigüedad se han agrupado las opiniones que reflejaban tolerancia y la intención de no discriminar, como una “concesión” hacia las personas con una orientación distinta a la hetero; de esta manera, dejando por sentada la “anormalidad”:

Una opinión que se destaca por constituir uno de los pilares de la argumentación con respecto a la legitimidad de los derechos de las colectividades de diversidad sexual, es la de uno de los chicos del área rural de La Paz, Lorenzo29. Pues, cuestiona de forma muy “natural” el imaginario hegemónico de la heterosexualidad como norma: (…) éramos amigos y (…) la chica me ha dicho que le gustaba otra chica y como era nuestra amiga, nosotros le hemos…, o sea, no le hemos criticado, nada; entonces, le hemos apoyado nomás como si le gustara un chico, así nomás, sí. (…) Es decisión de ellos (…) Una chica que le gustan los chicos o una chica que le gustan las chicas,

P: Y ¿qué te parece a tí un chico gay o una chica lesbiana? Es su forma de ser. No podemos hacer nada para cambiarlos. (Natasha; 16-LPC) De modo que la tolerancia y la intención de no discriminar, no evita la estigmatización y la violencia simbólica hacia gays y lesbianas, pues, el término “molestar”, que utiliza Santiago, lo sabemos, no es en este contexto un juego ni algo inocente. Hay que “tratar” de hablar, no podemos hacer nada para “cambiarlos”, igualmente, son expresiones que no dejan lugar a duda al respecto. Se

29 Su apertura podría tener que ver con el hecho de que nació y vivió por mucho tiempo en la ciudad de El Alto, es decir, en la ciudad.

Hallazgos

más oportunidades que conocen o han conocido a algún gay o lesbiana y, en Cochabamba, fueron los/as menos.

P: ¿Hay algún chico o chica que sea gay o lesbiana? No, no creo. Hay uno que le molestamos, pero no creo que sea gay. P: Y ¿qué harías si fuera? Ahí nada, porque ya sería discriminar. Hay que entenderle, tratar de hablar con él. No le diría nada, sólo que yo lo acepto. (Santiago; 18-CBC)

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tolera lo que, en realidad, no se soporta, lo que no se desea que exista. Como señala Jones, la tolerancia es permitir la manera de vivir de aquel que se considera diferente, “pero significa al mismo tiempo admitir la presencia del otro a regañadientes, la necesidad de soportarlo o simplemente dejarlo subsistir (…) Está muy lejos de la plena aceptación y del reconocimiento social: sin una definición negativa de la homosexualidad, la tolerancia no tendría razón de ser” (Jones, citando a Pecheny y Meccia 2010: 126). Con o sin prejuicios, ambivalencias, se observa que la censura a la discriminación de chicas y chicos homosexuales, es un aspecto presente en la mayoría de los discursos de los y las adolescentes. Parece que de algún modo el debate público al respecto está teniendo su impacto. Ejemplos son los comentarios de Alejandra y Paula al respecto:

pensar que si ellos no aceptan, nunca van a ser felices. (Mónica; 17-SCC) Que cada persona decida ser como quiera ser. Si mi hijo fuera gay tendría que aceptarlo tal como es, una persona que vino al mundo. Algunas familias rechazan eso, otras sí aceptan. Creo que depende de la comunicación de la familia, el compartir de la familia. No creo que tenga que ver la religión. No sé… En mi familia somos católicos. Mis padres no me han hablado de gays ni lesbianas; no he visto que tengan alguna reacción. (Rudy; 19-SCC)

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Pienso, que es…, de que, yo no pienso nada malo de él. Es diferente persona. P: ¿Está bien que a un chico le guste otro chico? No está bien. Pero ahora ya está bien, para estos tiempos. (Alejandra; 16-CBC)

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P: ¿Conoces a chicos gays, lesbianas? Sí, conozco a un chico que es gay. P: ¿Está en tu colegio? Sí. P: ¿Qué piensas de eso? Me parece algo bonito, la verdad. No discrimino. Son personas igual que nosotros, igual sienten pues, es… Me parece bien. (Paula; 16-CBC) Algunas chicas y chicos comentan sobre los discursos de rechazo que se basan en la religión y consideran que el principio de la no discriminación está por encima de las creencias religiosas: (…) las personas se ponen a pensar por lo que dicen que Dios creó al hombre y a la mujer; pero, digamos, hay que ponerse a

T2) No está permitido, porque Dios creó a Adán y Eva, no a dos Adán; creó a un hombre y a una mujer para reproducirse. (Ad. varón, Cachuela España)

Hay algunos chicos y chicas, que afirman no discriminar, pero cuando la expresión de afectos homosexuales se manifestaría en público sería otro cantar: ¿Has visto a gays besándose o a lesbianas? (…) tengo amigos gay, sí. También conozco lesbianas. Bueno, yo los trato bien, aunque la Biblia dice que eso no está bien. Dios hizo a Adán y a Eva para que procrearan (…). No…, no, eso sí que no

he visto… gays besándose … No sé, creo que no me gustaría, por algo no lo hacen en público. Es normal que un hombre bese a una mujer. No sé qué haría si lo viera, es difícil. (Belén; 16-SCR)

P: Sí, bueno, ellos…, ellos han querido eso. Les gusta otro hombre, pero lo único que es, en lo que me opongo, es que molesten a otros que realmente sí se creen hombres. (Daniel; 16-LPC)

De esta manera, se advierte un doble estándar de juicio respecto a la homosexualidad, según se trate de un espacio privado o público. Mientras que se toleran las prácticas sexuales entre dos varones, entre dos mujeres, en espacios privados, fuera de la vista del resto, es mucho más difícil soportar las expresiones públicas de afecto. Para que sean “tolerados” y no se “perjudican” a sí mismos -así lo deja traslucir Belén-, no cree ella que se animen: “por algo no lo hacen”.

P: ¿Qué piensas de los gays o lesbianas? No sé. Por ejemplo me decían: “hay un gay en la promoción”, diciendo. Eso sería raro, no sé. Incluso de la forma de hablarle mismo, tuviera miedo; no sé. No me pudiera acercar fácilmente. (Simón; 19-CBR)

Entre las opiniones de rechazo, por parte de los chicos, también están aquellas que cubren el concepto de homofobia en su versión más “pura”30, es decir, relacionada con la hombría:

Sí, que era gay. Era gay, pero no ha adoptado una forma así como lo muestran ¿no? [se refiere a una forma afeminada]. Él adoptaba una forma normal, pero no una forma muy varonil, sino una forma más femenina, pero no tan femenina. Era una persona normal que no estaba ni en ser un hombre, hombre, hombre, ni una mujer, sino estaba al medio. P: ¿Y cómo lo trataban en tu curso? Bien, era una persona súper abierta y, como le digo, podía ser…, era arriesgado, era entrador. Podía ser conductor de un canal o algo, porque era divertido, siempre estaba ayudándonos. No tenía miedo de hablar con nadie, era el más participativo en el curso, normal. (Rodrigo; 18-CBC)

30 “Muchos hombres heterosexuales suelen reprimir los sentimientos, las conductas, las actitudes y los deseos que se dirigen hacia cualquier tipo de contacto físico con el propio sexo. Temen que se puede llegar a pensar que tienen rasgos que caracterizan al estereotipo de los homosexuales” (COGAM s/f).

Hallazgos

T2) No sé, tal vez está permitido, pero la verdad, no sé, yo creo que es normal, porque ellos no tienen la culpa de tener ese problema o no sé si será problema. (Ad. mujer, Cochabamba)

Observamos que Daniel tiene una confusión con relación a lo que es la identidad sexual y la orientación sexual. Para él un gay ya no se puede llamar “hombre”. Este abordaje, aparte de la confusión, tiene, sin embargo, una connotación claramente homofóbica. Rodrigo y Manuel, igualmente, se expresan, reflejando los estereotipos de lo que socialmente se considera “ser mujer” o “ser hombre”, pero no tienen la misma intención discriminatoria que en el caso de Simón:

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Acá en el colegio conozco y en otro colegio igual, o sea, son mis amigos. O sea ellos enfrentan muchas cosas porque, por ejemplo, si hacen un grupo entre hombres lo discriminan, “vos sos mujer, te vas pa llá”, o sea…, lo que siempre va a seguir siendo hombre, aunque actúe como mujer. Es algo que algunos no entienden, que yo trato de hacerles entender a mis compañeros, aunque ellos están “que vos sos gay, que te vas de acá pa acá…”, yo sé que lo dicen en jugando, pero igual a la persona le duele, porque son indirectas hacia esa persona. (Manuel; 17-SCR) Manuel nos subraya que, en muchas unidades educativas, los gays y lesbianas son objeto de acoso homofóbico, es decir, de burla y/o insultos, a pesar de que en el caso de Rodrigo, él manifestaba que en su colegio se acepta plenamente a un compañero gay. Ilustra, asimismo, que al respetar o mostrar cierta empatía con la minoría homosexual, se puede poner en riesgo la propia imagen de masculinidad, colocándose en una posición vulnerable ante una sociedad heterosexista y represora.

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Debemos destacar que los chicos abordan mucho más que las chicas, este tema o, mejor dicho, la preocupación, por los roles y apariencias femeninos y masculinos. Así también se observa en el comentario de Edmundo:

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Ehhh, sí conozco, pero todavía no estoy seguro si son, porque a veces paran con chicas, a veces con chicos. No se puede distinguir, qué más tira a qué son, así… En el colegio…, pero en otro colegio…, nada. No sé, no me gusta. (Edmundo; 19-SCR) En una sociedad sexista y machista, en que prevalecen las actitudes de subordinación de la

mujer y de lo femenino, también se suelen observar con mayor rigidez actitudes de homofobia. El varón homosexual es doblemente discriminado, no solamente por atribuirle rasgos femeninos, sino que por su propio rechazo de la masculinidad hegemónica. De esta manera, algunos autores, autoras, sostienen que la discriminación no se dirige en primer lugar a lo homosexual, sino hacia los comportamientos, propios de un género que no les corresponde, “rebajándose a la condición femenina”31. Sin embargo, ha sido también notorio que, con respecto a la técnica 2, en que se exponen imágenes de prácticas sexuales diversas, en la imagen de una chica masturbándose y otra, con dos chicas besándose, ha habido en ocasiones como un bloqueo para reconocer que se trata de chicas. Una de las estudiantes, cuando describe la imagen de los dos chicos, señala que son “dos hombres acariciándose y expresando afecto y cariño”. Podríamos suponer que la mención de estos aspectos tan positivos, tuviese como resultado la consideración de que es una práctica sexual permitida, pero fue todo lo contrario, pues, después de que la imagen, aparentemente, le haya evocado algo agradable, opina que no es permitido: Dios hizo una ayuda idónea para el hombre: la mujer. Ambos se complementan y ayudan a mejor y desarrollarse en la sociedad. Luego, describe la imagen que se expone de las dos chicas besándose como “un hombre y una mujer que se acarician”. Opina que no está permitido, porque: Porque aún no es tiempo de que los jóvenes realicen estas muestras de afecto, sino después del matrimonio. Cada persona

31 “La construcción de la identidad masculina en el adolescente está instalada performativamente en la negación, en el peligro, en la necesidad de la defensa, psicoanalíticamente en el temor simbólico a la pérdida del pene (falo), que subroga la pérdida del poder, un poder asignado desde el discurso androcéntrico y que se refleja en el estereotipo masculino tradicional” (Beltrán 2011: 52).

debe hacerse respetar como persona, hacer reconocer sus derechos y establecer sus límites. (Ad. mujer, Cochabamba)

podemos interpretar, su gran dificultad de poder identificar a estas chicas como lesbianas, radica en el hecho de que desde su punto de vista, se trata de dos tabúes, el de la homosexualidad femenina y del deseo erótico de las mujeres. De modo que con respecto a las mujeres, igualmente se manifiesta el problema que señalamos anteriormente con relación a los varones: es doble “cuando no se responde adecuadamente a los comportamientos, propios del género”. Por otra parte, hay algunas chicas y chicos que en sus narraciones abordan también el debate con respecto a si un gay o una lesbiana nace o se hace. El argumento que se nace así y, por tanto, es algo incontrolable e involuntario, lo hemos reflejado en el comentario de Natasha, cuando señalaba “que no se puede cambiar”. Este argumento se utiliza frecuentemente para tomar una actitud de tolerancia. La idea que ”se hace”, aunque por motivos muy traumáticos, no suele tener como consecuencia una toma de posesión de “tolerancia”:

Finalmente, llama la atención que aquellos/as que se manifiestan positivamente, es decir, que

Hallazgos

Es notable cómo esta chica no relaciona los afectos y el cariño que se manifiesta entre los dos chicos con el matrimonio y solamente aborda la cuestión de la heteronormatividad. Con respecto a las chicas, no reconoce que son lesbianas, pero además, su imaginación vuela hacia la sexualidad genital -lo que, por cierto, para ella podría representar, el máximo placer-, cuando se refiere a la virginidad y el matrimonio, ya que le debe parecer una aberración que el placer sexual femenino no tenga consecuencia alguna en cuanto a su potencialidad reproductiva. Por eso,

P: ¿Y si tu hijo te preguntara sobre las personas gays y lesbianas, ¿qué le dirías? Este…. No sé…. Este, no sé… ¿Qué son los gays?..., no sé la verdad. No creo que mi hijo me llegue a tocar ese tema. No creo que me salga gay. No creo. La verdad, el hijo no nace gay se lo hace, no creo que este… , no. No creo tomar ese tema con mi hijo. Se hacen. La violencia a veces, violaciones a los niños, no sé, por eso se hacen gay, algo por ahí. Las lesbianas, por maltrato de su padre, yo creo, tienen miedo a los hombres. (…) Les he visto, pero no conozco. Así de pasada, se distingue cuando la persona es gay… o lesbiana… de que son…, que ya no tienen ni vergüenza ni nada, que se ponen los hombres que pasan con chores [shorts] de mujeres, con vestido, falda. Ahí, puej, uno se da cuenta. (Joaquín; 17-SCC)

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argumentan que existe el derecho a decidir sobre la orientación sexual, emplean en su gran mayoría el término “gustar”, limitándose, tal vez no intencionalmente, a la atracción física. Solamente una de las chicas se refiere al amor, aunque expresa también que la relación homosexual podría ser una opción por simple despecho: (…) yo respeto, aunque no amen a la persona del sexo contrario, pero ellos sí sienten y son personas y si ellos eligieron amar a otra persona será porque quizás tuvieron una desilusión de otra persona y ellos quizás piensan que en otra persona pueden encontrar amor. (Mónica; 17-SCC)

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

De esta manera, aunque se dejan traslucir perspectivas muy diversas, se constata la persistencia de actitudes de homofobia, especialmente por parte de los adolescentes varones. Como consta en múltiples estudios, las diferencias de género al respecto pueden ser explicadas por algunas características asociadas con el género femenino, como puede ser la mayor sensibilidad, la mayor capacidad de empatía, etc., por lo cual las mujeres tendrían opiniones de mayor aceptación que los varones hacia “lo diferente” (Caycho s/f: 87; COGAM s/f: 15). Por otra parte, se dejan traslucir en un número considerable de chicos y chicas, actitudes ambivalentes, de apertura, por un lado, y, por otro, expresando estereotipos y prejuicios tradicionales, propios de la cultura heterosexista que, en alguna medida, han sido más notables en el área rural y, en especial, en el área rural del departamento de Santa Cruz.

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Cuando ven eso se vuelven más atrevidos, más machistas Ya lo señalamos, cotidianamente se transmiten formas de pensar sobre la sexualidad, en la fami-

lia, en el colegio, en la iglesia, etc. Los y las adolescentes se informan y/o se autoeducan también mediante la experiencia y la experimentación, revistas, libros, mediante sus pares, la televisión, la radio, el uso del internet, el teléfono móvil, etc. Una de las variaciones intergeneracionales importantes es el acceso a internet, como ya se mencionó anteriormente. Hoy en día se tiene acceso a cócteles explosivos de información con sólo teclear el buscador de una computadora, con un apretón de dedo del celular. Con el internet también se ha facilitado enormemente el acceso a los videos y películas pornográficas. Hoy en día, no se sabe desde qué edad y con qué frecuencia, niños y niñas, así como adolescentes, están viendo estas películas. La curiosidad por este tipo de imágenes es normal. Pero debemos tener presente que hace no mucho tiempo atrás, el conseguir pornografía representaba una odisea de ir al puesto de revistas, pasar tiempo viendo otras cosas, hasta que tal vez el mismo vendedor las ofrecía. Estas revistas costaban dinero y había que esconderlas para que nadie las encontrase. Estos escenarios de la adquisición de imágenes pornográficas han desaparecido. Hoy en día es accesible de muchas maneras, gratis y de forma anónima. La pornografía, por sí misma, no tiene por qué ser negativa, pero si es en la práctica el único modelo de sexualidad al que acceden los y las adolescentes -porque la sexualidad es algo clandestino, de la que apenas se habla con las personas adultas-, se vuelve preocupante32. Mediante diferentes estudios se ha podido establecer una clara diferencia entre adolescentes mujeres y varones en la atracción que sienten por las películas porno. Pero el impacto, aunque no lo miran con la misma frecuencia que los adolescentes

32 Gómez señala al respecto: “Los adolescentes, que se sitúan en un momento de vulnerabilidad relativa respecto a la construcción de su identidad, dependiendo ésta de variables individuales, están continuamente bombardeados por mensajes repletos de modelos implícitos y/o explícitos respecto a las relaciones hombre-mujer, imbuidos de una alta intensidad de estimulación erótica, que responden generalmente a fines comerciales. Es como si se produjese una confrontación entre el o la adolescente y el contexto social sin espacios intermedios, ya que no es fácil poder verbalizar dudas y contradicciones de la experiencia que se está viviendo, ni existiesen referencias apropiadas debido a que este tema está manifiestamente tabuizado” (s/f).

T1) Hija: Papá, quisiera que hablemos de sexualidad… Padre: ¡Pero qué!!! Uno no habla de eso con los hijos [cara enojada]. Hija: Pero papá, ¿prefieres que investigue o vea programas en internet? Padre: Eso podría ser peligroso y podrías encontrar cosas feas allí. [está pensando] Padre: Tienes razón hija, mejor yo te explico sobre la sexualidad [cara alegre]. (Ad. mujer, La Paz.)

T1) Padre: Hola, hijo. Hijo: Hola, papá, ¿qué pasó? Padre: Hijo, entré a tu cuarto y encontré unas revistas. Hijo: Papá, no es lo que piensas, puedo explicártelo… Padre: Bien, espero… Hijo: Perdón, papá, no sabía que era malo… Padre: Hijo, no te preocupes, todos los hombres pasamos por eso, pero tienes que aprender a controlarlo… Hijo: Está bien, papá, lo prometo y gracias por entender. (Ad. varón, Cochabamba)

Uno de los mayores problemas de que la pornografía se convierta en principal medio para buscar información sobre sexualidad, es que, como ya señalamos, puede deformar la manera de concebir relaciones sexuales placenteras, afectivas. Pues, la pornografía reproduce estereotipos machistas, relaciones violentas, falsas expectativas y un modelo coitocéntrico. Sugiere que al ser utilizadas como objeto o mercancía, se satisface la naturaleza erótica de las mujeres. Así también insinúa que las mujeres son prostitutas; las muestra como trozos de cuerpo, como genitales, como

aperturas vaginales, como pezones, como nalgas, como labios, etc. Es así que la pornografía puede generar la humillación y la degradación de la inteligencia y creatividad de las mujeres: las deshumaniza, las cosifica. Las adolescentes mujeres que han participado en el estudio tienen opiniones diversas con respecto a la pornografía. Varias afirman que han visto algo, que saben de qué se trata, pero no han querido ver más: Me pareció el descaro de la gente. ¿Cómo pueden poner eso? Vergüenza. ¿No sentirían vergüenza? P: ¿Por qué? Porque para mí que mostrar tu cuerpo a personas, muchas personas, es una falta de respeto a tí mismo, así. P: ¿Y alguna vez quisieras ver los videos por curiosidad? O ¿has tenido la oportunidad y no has querido? He tenido la oportunidad y no he querido. P: ¿Por qué? Porque me parece totalmente vergonzoso y asqueroso y así. (Sandra; 16-LPR) (…) mis amigos me llamaron y me dijeron: “vení, mira, mira…”, pero yo cerré los ojos y no vi; pero dijeron que veían para satisfacerse… No sé cómo pueden ver eso. (Gaby; 18-CBR) Así, como Gaby, hay varias chicas que comentan sobre alguna experiencia de haber sido sorprendidas, provocadas, por un grupo de chicos, poniéndoles una película porno, para gozar de su reacción. Es así también que constatamos que la pornografía no es un tema que los chicos esconden delante de las chicas: Sí, una vez, por accidente. En mi curso ya es normal que todos miren. Ya estamos en pre y es normal que miren y una vez teníamos libre y han apagado las luces, han

Hallazgos

varones, también les llega a ellas; tal vez podamos afirmar inclusive, que el impacto puede ser peor para ellas. Aunque se habla de pornografía leve, fuerte, etc., es decir, que no toda la pornografía es igual, algunos efectos que se describen en la bibliografía se deben tomar en cuenta.

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cerrado la puerta y han traído un video y cómo no ver, si todos escuchaban eso. P: Y ¿qué te ha llamado la atención? Me ha llamado la atención cómo a las mujeres nos hacen quedar mal, porque cómo se van a desvestir frente a una cámara y hagan esas cosas. Me parece mal. (Mariela; 17-LPC) Muchas chicas expresan que lo más chocante para ellas es ver cómo las mujeres actúan en esas películas; pues lo consideran una ofensa a su propio género: (…) estaban mirando y yo entré y los miré nomás. P: ¿Te llama la atención? No, no me gusta. Yo veo que hay veces que la chica grita. No sé si lo hacen por querer; pero, la verdad, no me gusta cómo lo hacen. Se ve que ellos lo hacen por un video para mostrar, nada más. (Romina; 17-SCC) De este modo, la mayoría se expresa con mucha aversión con respecto a la imagen de mujer, que se muestra en las películas, pero muy pocas lo relacionan con lo que puede generar esta imagen en los varones que las miran, como lo hacen Sandra y Camila:

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

No me ha gustado, porque aparecen mujeres en ropas interiores. Está mal. En parte los chicos se vuelven más depravados. (Sandra; 16-LPR)

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P: ¿Y tú qué piensas de tus amigos, amigas, que ven esos videos? Que cuando ven eso se vuelven más atrevidos, más machistas, se sienten que ellos son lo más grande. Yo me daba cuenta de eso, porque mi primo miraba eso y se ha vuelto más machista. No sé, él se creía todo, sí. Tengo un amigo de aquí del colegio y una vez le he preguntado por qué miran los chicos eso, y me dice, “miramos porque queremos excitarnos”.

Eso es lo que me ha dicho y no sé, si de las chicas será lo mismo o por qué mirarán las chicas. (Camila; 15-LPC) La vergüenza para la mujer, es el aspecto dominante en las narraciones de las chicas. El análisis no va mucho más allá. En el caso del varón, su cuerpo es el gran ausente, ya que no se debe considerar objeto de deseo de las mujeres. Su subjetividad tampoco se relaciona con la vergüenza, ya que lo esperado es que no tenga vergüenza, pues, sobre la normalidad no hay por qué hablar. La anormalidad somos “nosotras”, las mujeres, ese es su sentir: ¡Jeje!, claro, he visto. Eso está en todas partes. En los celulares de mis compañeros … A mí no me gusta. Todos mis compañeros tienen. Creo que quieren saber cosas, mirar, en algunos es también para sentir cosas. Bueno, se sabe, son hombres. (…) P: Tú, cuando te tocas algunas partes de tu cuerpo ¿sientes cosas agradables? No, no me gusta tocarme, no siento nada…, yo soy insensible. No me pasa nada. Me tocan el cuello y no me pasa nada. (…) Creo que soy insensible. A mis compañeras les tocan el cuello y se ponen mal. A mí, por suerte, nada de eso me pasa. No, no sé por qué, pero hasta ahora no sé por qué me pasa. (Belén; 16-SCR) Como los hombres están fuera de observación y discusión, apenas alguna que otra chica, menciona que a los varones les gusta ver porno porque buscan excitarse, es decir, darse placer. Pues, aparentemente, no hace falta ni mencionarlo, porque es la normalidad. Solamente una de las chicas se refiere a la transgresión de la norma; aquella de que las mujeres no buscarían el placer. Se refiere a lo que se suele censurar, cuando observa que algunas amigas ven estas películas, aparentemente sin culpa ni vergüenza: (…) tengo una amiga que mira eso, pero imágenes, no videos.

Las mujeres no han mencionado en ninguna oportunidad que se excitan con las películas. Tampoco han manifestado, en ninguna ocasión, que las han mirado por simple curiosidad o por querer aprender, lo cual nos remite también a la norma social de la pasividad femenina. Pero con toda seguridad, su rechazo a la pornografía también reside en el hecho de que ésta muestra los contactos sexuales, despojados de cualquier tipo de afectividad y, específicamente, de amor. “La narración pornográfica representa a las relaciones sexuales coitales sin marco sentimental donde se encuentran socialmente aprobadas para las mujeres adolescentes y entra en tensión con el modelo del amor romántico del que ellas están imbuidas. Ver pornografía difícilmente puede relacionarse con el amor, en la medida en que ésta se define por presentar actividades sexuales sin sentimientos y con el único fin de excitar al espectador, la espectadora. Al dirigirse exclusivamente a la obtención del propio placer, cualquier práctica autoerótica se aparta de la expectativa hacia las mujeres de que su actividad sexual debe comunicar sentimientos y fortalecer el vínculo afectivo con su pareja” (Heilborn et al., citados en Jones: 28). En las narrativas de los chicos, nos encontramos con un repertorio más amplio de opiniones y comentarios con relación a la pornografía. La mayoría señala que es normal mirar revistas, películas, etc. En el caso de Mario, que utiliza el término “para los hombres”, podríamos pensar que está sugiriendo que, en el caso de las chicas, no es tan normal ver porno:

Para los hombres es normal. Nadie se avergüenza de mirar eso, a menos que sus padres lo vean. (Mario; 17-CBR) De esta manera, Mario sitúa el mirar pornografía, en el ámbito de la vergüenza. Desde su punto de vista, los chicos no la tienen y, pareciera ser, que piensa que las chicas sí. No se refiere a un rechazo o aceptación de las imágenes, sino a la norma social de género. Pero hay un número considerable de chicos que comentan, al igual que la mayoría de las chicas, que no quieren ver porno33 y utilizan adjetivos parecidos -e, inclusive más condenatorios- a los de aquellas, cuando hablan sobre las sensaciones que les produce verlo: (…) a mí me parecen asquerosos. No me parece… ¿cómo se dice?, no me parece que yo los mire, porque…, no me parecen algo.., de manera moral. No me parece que sean buenos, que si lo hacen y los están grabando..., tienen una mente cochina y asquerosa, sí. (Lorenzo; 15-LPR) P: ¿Alguna vez has visto videos pornográficos? ¿En tu curso, ven estos videos? Sí, me mostraron cuando tenía 15 años casi, pero no le tomé mucha importancia; casi me daba un poco de asco. (Celso; 18-CBR) Yo, personalmente, en mi celular no tengo ese tipo de cosas, porque yo hallo muy vulgar tener esas cosas en el celular o ver esas cosas. (Vicente; 17-SCR) Por otra parte, solamente uno de los chicos, comenta que también se pueden ver películas en que dos chicas están teniendo sexo y le consta además que hay chicas que las tienen en su celular. Pero cuando se pide opiniones sobre chicas que ven películas porno, algunos expresan su censura al respecto.

33 Jones, en su estudio sobre sexualidades adolescentes, en Trelew, Argentina, destaca más bien que “se da un contraste significativo entre el aprendizaje de la pornografía que declaran los varones (y ninguna mujer) y el “asco” que manifiestan algunas mujeres (y ningún varón)” (2010: 34).

Hallazgos

P: ¿Y qué piensas de las chicas que miran? No sé, es… que es de ella [el celular], no puedo hacer nada para quitarle (…) las chicas son un poco más mal vistas… que los chicos. En los chicos y, entre ellos se socapan o miran igual; pero si una chica muestra a la otra, a veces te parece mal. (Natasha; 16-LPC)

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Por otra parte, Rodrigo reflexiona sobre el por qué se mira pornografía, pero también ve el peligro en cuanto a la socialización de los adolescentes varones con respecto a la imagen de la mujer: P: ¿Te gustan esos videos? ¿No te gustan? Mmm, no es que me gustan, sino que estoy de acuerdo. Se podría decir, porque para una pareja que no está segura de tener relaciones sexuales y demás, también te da una experiencia; te enseña cómo hacer y demás. Pero yo creo que está mal, porque denigran a la mujer. La mayoría de videos que he visto, denigran a la mujer. (…) cuando se masturban y están todo el tiempo en eso, es una adicción y los perturba. Empiezan a ver a la mujer de una sola forma, como lo ven en los videos. Entonces, ellos empiezan a adoptar un punto de vista hacia las mujeres erróneo. (Rodrigo; 18-CBC)

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Es llamativo que Rodrigo toque aspectos importantes del impacto -la imagen estereotipada y reduccionista de las mujeres- que puede tener el uso de la pornografía en los varones y, sin embargo, se le pasa por alto, que también podría producir una imagen uniforme de los varones y sus cuerpos, en las mujeres. Tal vez, en su caso, no conciba que las mujeres también lo ven o, sino, se repite el imaginario del varón ausente en la pornografía, por “normal” o porque los varones no deben fijarse en los varones, por simple homofobia.

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Pablo también se refiere a la imagen de las mujeres, pero en un sentido diferente, de censura y juzgando a las mujeres que actúan en esas películas; aparentemente, pasa por alto a los hombres, aunque al final comentara sobre el valor de tener relaciones sexuales coitales para ambas personas: No sé, cierta parte me gusta, porque veo eso y no sé, me gusta y lo que no me gusta es que son mujeres, son mujeres que les importa un bledo su vida o ser grabadas; para mí eso es algo bien bonito, pero sólo para vos, para nadie más. (Pablo; 17-LPC)

Daniel, más bien, se refiere a actores, hombres y mujeres, expresando sus sensaciones cuando ve estas películas: P: Y ¿qué te ha llamado la atención? Que cómo pueden hacer eso. No parecen humanos (…) parecen robots, no quieren su cuerpo, están ahí por dinero. Al hacer eso contraen enfermedades. (Daniel; 16-LPC)

T2) No está permitido. Porque dicen los padres que se masturban por mirar pornografía. (Ad. mujer, Santa Cruz)

Es interesante cómo se expresan ideas tan dispares sobre el papel de las mujeres en las películas porno. Pues, al respecto, Diego adopta otra perspectiva y se manifiesta de manera muy clara en cuanto a lo que los productores de estas películas buscan, considerando “los gustos” de los hombres: P: ¿Qué es lo que más te llama la atención de estas películas, videos? Umm…, ¡las mujeres! Jejeje..., y cómo lo hacen!!!! La mayoría de las personas o de las mujeres que actúan en ahí son..., mujeres…, mujersonas..., no sé cómo se dice …, ¡mujeronas!!!!, porque tienen todo a su medida, o todo como quisiera un hombre que ellas tuvieran. Sí, eso, sí. (Diego; 17-LPC) Es de destacar que en las narraciones de los varones adolescentes se destaca repetidamente el término “reír”, con relación a la experiencia de mirar porno entre amigos. Las siguientes citas

Es diferente verlos en grupo. Entre amigos uno se burla, se ríe y uno solito, está mirándolo nomás. (Jorge; 17SCR) (…) siempre miraremos, a modo de reír, miramos. (Mario; 17CBR) (…) en el curso se juntan entre varios y empiezan a reír y uno se acerca y eso es lo que están viendo. Sí, empiezan a ver videos, películas, revistas; empiezan a ver, sí, aquí en el colegio. Sí, hasta en sus celulares, sí. (Lorenzo; 15LPR) Llama la atención que los varones no expresan el propósito de ver pornografía para divertirse. Es decir, describen lo que suele suceder, sin mencionar el término “diversión”, dejando entrever cierto reparo para definirlo de esta manera. Por otra parte, podemos deducir de las narraciones, que el colegio es el espacio privilegiado para ver porno en grupo. Puede ser en el patio o en el aula, en el recreo o cuando falta un profesor y se tiene una hora libre, por ejemplo. En algunas ocasiones se transmite que está prohibido y, en caso que se descubra, pueden ser decomisados los celulares. Cabe mencionar también que, según se transmite, ver porno en casa tiene otra finalidad, que verlo en grupo: Es diferente cuando lo ven solos. Se deben excitar más, llegas a otro límite, cuando la ves en grupo, solamente la ven nomás... (Sabino; 16-SCC) P: Y cuando están viendo esos videos entre hombres, ¿qué les provoca? Me puedes contar alguna experiencia que tal vez a tí te ha pasado? A mí, sí... [se ríe]. Pero..., ¿para qué te

voy a mentir? Estaba viendo la primera vez y ¡utha!!!, pero no he hecho nada y, pensándolo bien, no es bueno eso también, ¿no? P: ¿Y qué haces ese rato?, o cuando están con amigos viendo eso, ¿qué hacen? Nada, controlar nomás pues. P: Te has contenido, y en el mismo grupo ¿no hablan de esto? No..., o sea, tampoco he visto masturbarse. No, no creo, tal vez se masturbarán, pero yo no. (David; 16-LPR) P: ¿Y cómo has visto la reacción de tus compañeros? Ehhh…, digamos, se emocionan, se emocionan, se emocionan, dicen… ¡Uhhhuhh!..., yo quisiera hacer eso!!! Así dicen, sí. (Hugo; 18-LPC) Como se señala en estudios con relación a temas similares, existe también la idea de que se ve porno por falta de enamorada, es decir, por falta de oportunidades para tener relaciones sexuales coitales: Se dicen cosas. Al que no tiene novia le dicen “pajero”; esas cosas, porque miran esa clase de videos. No sé si las chicas se masturban. Yo creo que sí. (Rudy; 18-SCC) Rudy relaciona el ver porno de manera directa con la masturbación. Y, asimismo, expresa que ésta es una necesidad por falta de relaciones sexuales, pues, “pajero” se usa despectivamente, con relación a un compañero adolescente, que tiene la edad como para tener novia y, más que todo, para tener relaciones sexuales. Como señala Rubin: “estas dinámicas (…) suponen una jerarquía de valor de las prácticas sexuales, donde el poderoso estigma que pesaba sobre la masturbación (como pecado o causa de locura) permanece en formas más débiles, como la idea de que es un sustituto inferior de los encuentros en pareja” (Rubin, citada en Jones 2010: 29). De alguna manera, también lo expresa Manuel que, efectivamente, está teniendo relaciones sexuales coitales:

Hallazgos

proceden de narraciones de chicos de Santa Cruz, Cochabamba y La Paz, es decir, todos del área rural, pero de geografías y ámbitos culturales que podríamos calificar como muy distintos:

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Lo que yo digo es ¿para qué ver eso? Pero, por ejemplo, hasta en las películas sale “sólo apta para mayores de 18 años” y entonces, digo, para qué ver eso si uno lo puede hacer…, tampoco lo vas a publicar... O sea, yo digo, mirarán para aprender o de psicópatas nomás mirarán… (Manuel; 17-SCR) Si bien en cuanto a la pornografía el acento está en el propósito de la excitación, hay también algunos chicos que destacan que es por curiosidad o para aprender, identificando con aquello vacíos en otras instancias de aprendizaje sexual, como el colegio y la familia: Sí, he aprendido a…, los estilos, digamos, ¿no? Cómo hay que hacer a una chica, todo eso. (Adrián; 17-LPR) P: ¿Y has aprendido algo de esas películas? Sí…., digamos, algunas poses…. [se tapa la cara] P: ¿Y en tu primera vez has hecho algo de lo que has aprendido? [Risas] ¡Sí, sí!!! (…). (Diego; 17-LPC)

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

¡Pa qué!, sí..., me gusta... A veces aprendo. Al principio, que no sabía, era más para aprender. Algunos de mis amigos farsantean. (Vicente; 17-SCR)

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P: ¿Y por qué te llama más la atención eso de las relaciones sexuales? ¿Qué puedes aprender de eso?, ¿por qué te llama más la atención? Ser más atrevido con ella. No sé… De mi punto de vista, porque…, no; tampoco te voy a mentir: me gusta mirar; pero mucho que no vemos seguido. Tampoco tengo ese interés de estar viendo esas cosas nomás. (Adrián; 17-LPR) Pero muchos chicos abordan también el peligro de la adicción, como argumento para privarse o moderarse en el consumo de pornografía:

Todo el mundo tiene un celular hoy en día con internet y todo, pero acceder a la pornografía, digamos, no, porque es algo que daña la mente. Porque tanto ver eso, uno no deja de pensar en eso; se hace como una adicción a veces, porque hay gente que no deja de ver eso. (Joaquín; 17-SCC) (…) si empiezas a emocionarte con eso, hasta en adicción puede convertirse y traerte problemas y es por eso que no me… Prefiero no ver eso, sí. (Lorenzo; 15-LPR)

No tienen pareja para tener relaciones, por eso lo hacen La masturbación es una práctica sexual saludable y frecuente durante la adolescencia; cumple funciones importantes, como es aquella de aliviar la tensión sexual y como manera de conocer el propio cuerpo; da placer y a la vez se conoce cómo se produce, lo cual es importante para cuando luego compartan prácticas sexuales con otra persona. De modo que tiene un sentido en sí mismo y puede practicarse con mayor o menor intensidad, a lo largo de las edades; pero especialmente en los primeros años de la adolescencia puede suponer un ensayo imaginado de la anhelada experiencia sexual coital (Gómez s/f: 15). La masturbación, en el caso de los chicos que participaron en la investigación, es vista por la mayoría como algo normal; ya que se considera el deseo masculino como algo individual que necesita ser descargado, es decir, reflejando con aquello un discurso esencialista de la sexualidad como naturaleza. Sin embargo, entre 14 chicos que abordaron el tema, 3 afirman que no lo han hecho nunca. En muy pocos casos trasluce que se mantienen creencias sobre las consecuencias de la masturbación34. Vicente, en realidad, es el único:

34 A la masturbación se le atribuyeron, a lo largo del tiempo, muchos efectos nocivos: la locura, la ceguera, disfunciones sexuales, se acabarían los espermatozoides, el crecimiento de pelos en las manos, granitos, etc.

No sé, yo lo hallo muy feo…, porque es estar dañándose psicológicamente y a veces daña también el cerebro, yo pienso… a veces… Porque a veces dicen que no tienen pareja y por eso lo hacen… y eso… y se truncan en eso, haciendo todas esas cosas… Se quedan en eso, pensando en eso, en eso y en eso y no tienen pareja para tener relaciones; por eso lo hacen… (Vicente; 17-SCR) Vicente, al mismo tiempo de considerar la práctica de la masturbación como algo feo, plantea la existencia de “la necesidad”35. Esa “necesidad”, como mencionamos, desparece o debería desaparecer, cuando se tiene novia, como también lo sugieren Nicolás y Daniel. Nicolás, inclusive, tipifica las fantasías sexuales como una especie de infidelidad: Hay cosas que quisiera guardarlas; que no sepan mis padres, de mi vida personal, también así. [tímidamente]. No sé, me da miedo. Sería la masturbación. P: ¿Tu mamá no sabe? No. Me di cuenta que es algo muy feo, que las personas, sé que las personas te pueden ver mal por lo que haces eso, quisiera guardar eso. (…) Bueno, la verdad, quisiera cambiar y cambiar otras cosas, ¿no? No sólo eso, sino hacer el bien, ya no cometer más. Es como decir que estarías cometiendo adulterio, ¿no? Bueno, eso quisiera cambiar de mi vida. (Nicolás; 16-CBC) P: ¿Qué opinas de la masturbación? La verdad no es bueno, bueno para la

gente. En tu casa, tu puedes hacerlo, porque necesitas…, estás excitado, necesitas hacer eso, ya que no puedes tocar a una chica o no puedes hacer eso es porque lo hacen y en las chicas es incómodo. P: Y ¿por qué será incómodo? Porque una chica, que esté haciendo eso, la verdad, no se respeta a sí misma. Eso es lo que pasa. (Daniel; 16-LPC) De esta manera, varios chicos transmiten una visión coitocéntrica respecto a la sexualidad, pues, la masturbación no se trata de una práctica con un fin en sí mismo, de autoplacer, sino que se trataría de un simple sustituto de la relación coital36.

T2) No está permitido, porque para eso hay solución, hay chicas para que se desahogue. (Ad. varón, Ucureña)

Entre las chicas, una mayoría aplastante afirma que no se ha masturbado nunca, manifestando,

36 (…) “boludo” y “pajero” son sinónimos que connotan una reputación sexual negativa por masturbarse después de los 15 años. “Pajero” se usa despectivamente para referirse o interpelar a alguien, como broma o insulto. “Boludo” también sirve para descalificar y aquí alude a una incompetencia sexual: a cierta edad sólo se masturbarían quienes no logran tener relaciones (y por eso se los califica de “boludos”). “Fracasado” y “perdedor” son los otros términos que actúan como sinónimos de “pajero” en los testimonios, cuyo significado es autoevidente (Jones 2010: 30).

Hallazgos

35 “El deseo sexual es una realidad compleja que, a partir de disposiciones preprogramadas genéticamente, se articula en función de la experiencia personal, derivada de un contexto socio-cultural portador éste de su propio discurso sobre la sexualidad. En este sentido el deseo sexual no puede reducirse a una mera reacción instintiva a estímulos eróticos, sino que, en conjunción con otros procesos psicológicos, se configura a lo largo de la historia personal” (Gómez Zapiain 1995).

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de este modo, el tabú sobre la exploración del cuerpo y el autoplacer. En la narración de Paula observamos cómo las chicas deben esforzarse para que la moral dirija sus sensaciones corporales. Al inicio de la narración afirma que no es correcto masturbarse, luego se ratifica al respecto, pero la puerta de la libertad para el disfrute la cierra nuevamente, cuando expresa que no le gusta:

Explorar el cuerpo, conocerlo, masturbarse, es un tabú en el caso de las chicas, y doblemente en su caso, porque pueden llegar a transgredir otro tabú, “con todas sus consecuencias”:

P: ¿Cómo has descubierto tu cuerpo? ¿Te tocabas tu cuerpo? ¿Te has masturbado alguna vez? No, no he hecho eso. No me parece correcto. P: ¿Por qué no te parece correcto? Bueno, no es que no parezca correcto. No me siento a gusto haciendo esas cosas. No sé, no me gusta. (Paula; 16-CBC)

La única chica que sin tapujos expresa que la masturbación es una práctica “normal”, también en el caso de las mujeres, es Lucía. Sin embargo, ella se define en seguida como “anormal”, al decir que ella no lo hace:

Lisa, por otra parte, expresando de una manera similar “el enredo”, en primera instancia afirma que las chicas no se masturbarían, para luego, reconocer que también lo pueden necesitar hacer; pero, eso no quita que sea algo malo:

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

P: ¿Crees que las chicas también se masturban? No. P: ¿No crees que se masturben? Pues yo creo que sí se masturban, pero yo creo que está mal eso. (Lisa; 16-CBC)

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T2) No está permitido. Nunca, nunca se puede masturbar una mujer; para las mujeres hay hombres y pueden tener fácil las mujeres. (Ad. varón, Cochabamba)

(…) me han dicho que es perjudicial; te enamoras y puedes hacer cualquier cosa. (Alejandra; 16-CBC)

P: ¿Qué piensas tú de la masturbación? Pienso que cada persona tiene eso y yo creo que siempre hay esa motivación en una persona. Me parece que es un tema muy importante que cada señorita debería saber. P: ¿Tú crees que es normal que las chicas se masturben? De pensar, “mirá ese chico, qué lindo”, fantaseando, yo creo que sí, pasa. Para mí sería algo normal. P: ¿Tú exploras tu cuerpo? ¿Te tocas para saber dónde se siente placer?, ¿dónde no sientes placer? No. Tal vez cuando era chiquita, porque se da mucho con los niños; pero en esta edad, no. (Lucía; 16-CBR) De este modo, Lucía deja traslucir que si una mujer se masturba no lo comenta fácilmente: por la falta de aceptación, los prejuicios y el pudor que rodean a la masturbación femenina -en la sociedad en general y, entre las mujeres, en particular-. Inclusive, relacionando la masturbación con las fantasías -término que ni los chicos se han animado a mencionar-, sorprende que se inhiba frente a la pregunta, si ella explora su cuerpo para, finalmente, señalar que, en la actualidad, (ya) no lo hace. De modo que expresa la misma inseguridad y/o ambivalencia que las chicas a las cuales nos referimos anteriormente, en cuanto a la práctica de la masturbación.

Sin embargo, cuando a Isabel, al final de la entrevista, se le pregunta si quiere comentar algo más o si, tal vez, tiene alguna duda, pregunta, sin muchos rodeos, sobre la masturbación, reconociendo que ella lo hace:

Sandra, por otra parte, es irreverente en cuanto a la lucidez respecto a los tabúes imperantes; tabúes, cuya interiorización, por parte de la mayoría de las chicas de su edad, causan muchísimo daño a la autoestima y a la capacidad de decidir sobre sus cuerpos y sexualidad. Observamos en la siguiente cita que ella, al inicio, se expresa de forma cautelosa con respecto a la masturbación, al saber que se está tocando un tema espinoso para, luego, animarse a hablar con franqueza sobre sus percepciones: P: ¿Qué opinas de la masturbación? Masturbación. Me parece algo incómodo. Me parece que es algo perjudicial para una persona pero, a la vez, me parece un poco facilitable al conocer tu cuerpo. P: Y ¿piensas que es igual en los chicos y en las chicas? Hmmm…. P: ¿Que es aceptado de igual manera? Yo creo que, en el ámbito de la masturbación, es mucho más machista, porque se les permite más a los chicos que a las chicas. Decir que una chica se está masturbando, es decir que es totalmente perjudicial, totalmente admirable y así; entonces, decir que un chico es así, es decir: “ah ya, es un chico, es un loco” (…). (Sandra; 16-LPR)

T2) En esta imagen se vé que se está agarrando, se está tocando, porque quiere y necesita ir al baño y lastimosamente le duele. No está permitido, porque le puede causar una enfermedad que ya no se puede curar. (Ad. varón, Cachuela España) T2) Está permitido. Porque seguro le pica o algo. (Ad. mujer, Santa Cruz)

Algunos chicos se refieren a la masturbación como una “necesidad” individual; es decir, se practica cuando no cuentan con una pareja para tener relaciones coitales. Nos están transmitiendo que la asocian con la sexualidad relacional como ideal. En cambio, en las chicas, lo relacional y la consiguiente vivencia emocional, es el discurso mayoritario de la práctica sexual y así también en el caso de la masturbación. Como tal, se entiende que sería propio de las mujeres, tener una menor pulsionalidad del deseo que los varones. Esta figura, de la vivencia de la sexualidad, con una obligatoriedad de relación y afectos, la advertiremos a lo largo de este documento, refiriéndonos a la diversidad de prácticas sexuales. Por otra parte, los chicos que rechazan la idea de la masturbación femenina, no se refieren a una menor necesidad por parte de ellas, sino que simplemente se ve “feo”, es decir, lo enfocan más bien desde la censura social: el doble estándar con respecto a la “normalidad” de ciertas prácticas en varones y mujeres. La masturbación y el consumo de pornografía, son prácticas sexuales poco abordados en los estudios

Hallazgos

P: ¿Tienes alguna duda o algo que quieras profundizar? La masturbación, ¿Por qué lo hacen? Bueno, sí sé que es para sentir placer. ¿Es porque uno está deprimido o le falta algo o algo así? ¿A qué edad sería? P: Depende de cada uno. Sí, que está bien, no hace daño a nadie. P: ¿Tú alguna vez te has masturbado? Sí. (Isabel; 16-CBR)

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de sexualidad adolescente, porque para quienes hacen y/o financian investigaciones, es más relevante abordar la actividad sexual relacional que la solitaria, ya que las potenciales consecuencias de la primera (embarazos no planificados, infecciones de transmisión sexual) hoy son consideradas problemas sociales más importantes que los atribuidos a la pornografía y a la masturbación.

T2) No sé si estará permitido. Ni idea. Se está masturbando, porque es símbolo de que se está independizando. ¡Je, je, je, je!!! (Ad. varón, Cochabamba)

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Se llamaba Cielo

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Cuando hablamos sobre sexualidades adolescentes, ya lo mencionamos, nuestra atención suele dirigirse a aquellas prácticas que se relacionan con problemas, riesgos, desde nuestro enfoque predominantemente médico o de salud reproductiva. Desde esta perspectiva, el beneficio de las investigaciones consiste en mejorar el diseño de estrategias de prevención; es decir, nuestro foco de interés está asociado a la genitalidad y al coito37, pasando por alto la gran diversidad de disfrutes que se presentan en la etapa de la adolescencia. Un adolescente, una adolescente, puede actuar de forma muy sensato/a para evitar el tipo de riesgos que nos preocupan y, sin embargo, sufre por discriminación, prejuicios, por falta de aceptación de su forma de ser y/o de

Creemos, sin embargo, que una mayor atención a estas prácticas, nos permitiría abrir debates, entre adolescentes, sobre los roles de género, con relación al placer, el amor, la cosificación de las mujeres, el derecho al goce, al autoerotismo, etc.

T2) Está permitido, porque he aprendido de diferentes educadores sexuales y profesores, que es algo normal y sano; es un desestresante y, por otra parte, evita contagiarse de diferentes enfermedades. No está permitido en exceso. (Ad. varón, Santa Cruz)

su cuerpo, por problemas de comunicación en las relaciones afectivas, por no lograr disfrutar del abanico de sensaciones placenteras; es decir y, ya lo señalamos, nuestros parámetros de identificación de riesgos suelen ser muy limitados, por más que en lo cotidiano conozcamos a adolescentes con experiencias “riesgosas”, que sabemos les han afectado en su autoestima y/o que están causando sentimientos profundos de infelicidad. Nos olvidamos con demasiada frecuencia que “la sexualidad está en todo el cuerpo (…) los genitales forman parte del cuerpo y no es el cuerpo el que ‘acompaña’ a los genitales” (De la Cruz y Fernández s/f: 22). Es así también -ya lo mencionamos- que el término “la primera vez” suele entenderse como sinónimo de la primera relación sexual coital.

37 Además, desde la heteronormatividad, por más que las infecciones de transmisión sexual se pueden producir mediante prácticas homosexuales.

De este modo, las trayectorias sexuales son únicas, diversas e irrepetibles39. Por ejemplo, el deseo erótico suele surgir entre los 12 y 15 años, pero constatamos que la primera atracción, según las narraciones de chicas y chicos, participantes en la investigación, se experimenta mucho más antes: (…) yo estaba, antes, en un hogar de niños. Se podría decir que ahí la conocí a ella. Como bien sabe, hay cuartos de mujeres y de hombres y charlábamos, jugábamos y de ahí me empezó a gustar ella y eso… (…) Fue exactamente a los 7 años, me acuerdo; lo tengo presente (…) Hasta ahora lo sigo recordando, como lo más bonito que me pasó en la vida, porque nos queríamos harto (…) y nuestra relación duró hasta los 10 años. P: ¿Y te declaraste? Sí, le dije que ella me gustaba; ella decía que yo le gustaba también y ¡elay! Fuimos, así como se dice, “cortejitos”. (Vicente; 17-SCR) Es llamativo de que muchísimos chicos y también chicas, se recuerden de tantos detalles de ese su primer amor, como ser, la edad, las circunstancias y, a veces, hasta el nombre de la chica o el chico:

T4) Una historia de amor Era aquella vez que tenía ocho años. Apenas era un chico muy tierno y cariñoso, juguetón (…) Yo, en ese tiempo, me enamoré de una de las chicas gemelas; ella era muy tierna y se llamaba Gabriela. Al comienzo éramos muy buenos compañeros y, luego, le pedí que sea mi novia; ella enseguida me dijo que sí. Ese día fue el mejor de todos. Yo le di un beso; bueno, en realidad, los dos. Yo creo que eso fue un beso con amor, porque lo hicimos con sentimiento y, bueno, fuimos enamorados dos años. Luego, yo tuve que viajar y me despedí con el corazón en la mano (…). (Ad. varón, Santa Cruz)

(…) fue a los 7 años (…) Se llamaba Cielo y, la verdad, éramos niños. No sabíamos de eso; sólo sabíamos corretear, jugar pescapesca. (…) P: Y ¿te has declarado o ella? No, porque éramos niños. Yo no sabía tanto de eso. La verdad, no le he dicho nada; sólo éramos amiguitos. Si alguien le quitaba algo, yo la defendía. (Daniel; 16-LPC) Sí, era un… Yo estaba en tercero básico y él estaba en cuarto. Sí, porque iba y me buscaba en mi casa para que vayamos y juguemos a la maquinita. Como vivía a una cuadra de la plaza, también nos íbamos a la plaza a jugar. Ya no lo veo. No lo volví a ver más. P: ¿Y qué hacían? A lo máximo o a lo mínimo que llegábamos, era a agarrarnos las manos y un piquito. (Mónica; 17-SCC) En el relato de Joaquín, que en aquel tiempo tenía apenas 11 años, observamos que se trataba

38 Grimberg (1999) utiliza el término Trayectoria sexual “para dar cuenta, primero, de la sexualidad como proceso que no sólo se desenvuelve, sino que se construye en una historia con otros, y segundo, de las singularidades de esa historia en los sujetos, sobre todo de un proceso que implica la iniciación sexual y el desempeño sexual posterior”. Desde la sexología sustantiva se habla de “biografías sexuadas”, pues, según Amezúa, la biografía tiene la virtud de resumir lo biológico y lo social en “el sujeto que los vive y transforma” (Amezúa 2003: 64). Otros/as autores/as se refieren a biografías sexuales. 39 Además, cabe subrayarlo, que la adolescencia es una etapa en la que continúa el proceso de sexuación. Solamente podemos definirla como una etapa particularmente intensa.

Hallazgos

Pero hay muchísimas “primeras veces” en las biografías o las trayectorias sexuales38: la primera atracción, el primer beso, el primer abrazo, la primera declaración de amor y, lastimosamente, también el primer episodio de violencia sexual. Todas estas primeras veces tienen su impacto en cómo se vive la sexualidad y cómo, posteriormente, en un momento dado, también se experimentan y disfrutan las (primeras) relaciones sexuales coitales.

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de algo ya “más serio”, con otras características, cuando describe aspectos del contacto físico con una chica. Además, nos transmite cómo por entonces ya ponía en práctica sus ideas sobre algunas características del “ser hombre”: Sería a los 11 años. Yo siempre fui despierto ¿no ve? (…) Uno los mira, cuando están saliendo del colegio, a los más grandes, tratando de hacer lo mismo. (…) O sea, fui y le hablé a la pelada, hecho al experto, como dicen… Vamos a sentarnos y, ahí, con que “me gustás”, toda esa cosa… Ella nerviosa; era igual 11 años. Pero uno, como hombre, siempre es, puej, hecho más al entrador. La mujer siempre es tímida y, no puej, yo ya la abracé y todas esas cosas. Estuvimos un tiempo, uno lo ve por jugar. Así, de la nada, “terminamos” por hecho el bueno, uno en peladito, así nomás… (Joaquín; 17-SCC) Es notable que algunos chicos hagan gala de haber sido precoces, así también Rodrigo, que tuvo sus primeras relaciones sexuales a los 12 años: P: ¿Y las dos veces has utilizado condón? Sí, las dos veces. Siempre he sido responsable. Aunque haya sido menor, siempre responsable. Además, todos me decían: ¡vivo!, ¡vivo! Sí. He sido vivo. Siempre estaba adelantado. (Rodrigo; 18-CBC)

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Ya pasó, pero al otro día no somos nada

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Los adultos solemos suponer que las prácticas sexuales en la adolescencia, giran alrededor de enamorados y enamoradas. Tal vez, porque hay un mayor tabú sobre las prácticas y/o juegos eróticos casuales y los y las adolescentes no ventilan fácilmente sus experiencias al respecto. Es así también que hubo poca posibilidad de que los chicos y las chicas, participantes en la investigación, contaran mucho al respecto. Sin embargo, tratándose de otros u otras, la información fluía sin mayor dificultad:

P: ¿Hay amigos, amigas, que cambian con más facilidad de enamorado/a? Sí. P: ¿Qué te parece eso? De esas hay muchas, pero los chicos más. Los chicos lo que quieren es acostarse con las chicas, tener relaciones y si no les surte van y buscan a otra. Si la otra era amiga de su corteja, no les importa. (Ángela; 17-SCR) Cierto tipo de fiestas que se organizan, suelen ser espacios donde en realidad ya está previsto que hayan encuentros sexuales casuales; puede tratarse de relaciones sexogenitales u otras prácticas: (…) ellos se respetaban, pero llegaron a beber, empezaron a tomar, empezaron a echarle no sé qué cosa al trago. Al fin y al cabo, todos se quedaron mareados. Yo me quedé mirando tele, cuidándolos a todos. Ellos, al día siguiente, cuando se despertaron se pusieron a discutir: “¿por qué vos no me respetaste?”, “¿por qué vos me faltaste el respeto?” y no sé qué. Todo por el trago. Para mí el punto es que ellos toman y quedan ahí. (Romina; 17-SCC) Sólo estábamos tomando en ahí. Después, con mi amiga de la banda, igual, toca clarinete; con ella estábamos tomando, estábamos ebrios ya, ¿no ve? Después, no sé, porque me habrá besado largo tiempo. Me estaban sacando fotos mis amigos; estaban haciendo chistes. Con eso, igual, al día siguiente me estaban molestando. (Mario; 17-CBR) Uno de los fenómenos que se pueden observar en las fiestas, con los escenarios descritos por chicas y chicos, se ha dado en llamar “el prende”, concepto que en Brasil, según Bismarck Pinto, se llama “ficar”. Pinto expone diferentes hipótesis en cuanto al uso de la denominación en Bolivia; una de éstas es su asociación con la expresión “prenderse”, que se utiliza entre jóvenes argen-

Pinto señala que “el prende” es una práctica sexual que desde los años noventa se puede observar en Bolivia. Una de sus características es el encuentro entre dos adolescentes que en una fiesta, en una discoteca, etc., coinciden en “pasarlo bien”, sin compromiso alguno: Sí, pasa; es algo normal. Puede ser que me guste, que pase. Creo que sería algo así como que ya pasó pero, al otro día, no somos nada; algo así. Que no se haga luego una relación. (Rudy; 18-SCC) Las fiestas se organizan, toman, empiezan a bailar reggaetón, empiezan a tocarse, empiezan a llegar a un extremo ilimitado. (Romina; 17-SCC) El “prende” se da también cuando el chico, la chica, o también ambos, tienen una relación amorosa seria, estable, aunque Ángela se refiera solamente a los chicos. Pero observamos que, frecuentemente, las chicas que dan lugar a aquello, reciben más censura que los chicos, especialmente por parte de las chicas entrevistadas: Lo que no me gusta de las fiestas es la borrachera y que, a veces, chicos que tienen cortejas se sobrepasan con otras. Aquí todo se sabe, todos nos conocemos. Por eso no me gusta ver a una amiga con el cortejo de otra. A los hombres, eso, no les importa. (Ángela, SCR-17) (…) en mi curso hay una chica que, ¡ucha!, hasta los chicos, ahora, no la respetan, porque dicen que, supuestamente, cuando va a tomar se prende con todos. Entonces ya nadie respeta a esa persona. Más que todo a la chica le ven eso, porque es la que tiene que poner sus límites. (Paula; 16-CBC)

Paula afirma que son las mujeres que tienen que poner los límites, proyectando sobre ellas la capacidad de autocontrol sobre sus impulsos. En cambio, los varones están determinados por su “instinto” masculino. De modo que, aparte de poner en acción su propia capacidad de autocontrol, el deber ser femenino, son ellas también que deben encargarse del control sobre el deseo “incontenible” de los varones. Caso contrario serán tachadas de chicas fáciles e irresponsables. Pues, los hombres, por naturaleza, caen ante el juego de seducción de las mujeres y, por tanto, se minimiza su responsabilidad. Mariela, al constatar la doble moral y las diferencias de prestigio entre hombres y mujeres con relación a las prácticas sexuales, plantea, con resignación, que ante este panorama, para las mujeres no hay otra alternativa que cuidar “nomás” su imagen. Pues su perspicacia no le lleva a subvertir en su relato los fundamentos de la estigmatización y discriminación de las mujeres adolescentes: El chico tiene más libertad que las chicas. Viendo las diferencias, sí, los chicos pueden estar con más chicas y las chicas no. Si tienen muchos enamorados, te ven mal; si tienen relaciones sexuales, la chica sale perjudicada, no el hombre . P: Y ¿qué piensas tú? Bueno, yo digo que no debería haber esas diferencias, pero ya hemos crecido con eso y las chicas deberían saber que hay que cuidarnos más. Si los chicos tienen esa visión de nosotras, deberíamos cuidarnos más. (Mariela; 17-LPC) Por otra parte, las chicas, si es que participan en “prendes” se cuidarán de hablar abiertamente sobre aquello; hablarán de “otras”. Al contrario, cabe reiterarlo, muchos chicos lo conciben como un comportamiento “natural”, tal como se espera de ellos. Es así que no tienen los mismos reparos de hablar. Es más, caen en “la tentación” de hacer gala de sus éxitos por el gusto de poder demostrar

Hallazgos

tinos, que significa “pasar a la acción”. Otra asociación que hace el psicólogo, es con el término, en italiano,“mi prende”, que tiene el sentido de “agarrarse”. (Pinto 2012)

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ser “muy hombres”, actuando “adecuadamente” en función a su rol de género: (…) sí, me pasó una vez en una fiesta con una chica... No, no era mi corteja. Bueno, nos besamos pero no…, no hicimos nada más. Ella me gustaba mucho. Sí, a mí me gustó besarla y ella también quería. (Damián; 16-SCR) Aquellos varones, dispuestos a aprovechar las “oportunidades”40, obviamente, no tienen mucha justificación para censurar a las chicas que también están con la intención del “prende”, como observamos también en el caso de Simón, que se “prendió”, estando su enamorada presente en la misma fiesta41:

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

(…) a veces me provocan. A veces vamos con mi amigo, de aquí al lado, a una fiesta. Me lleva. Siempre hay chicas que te provocan, pero no me pongo a pensar ahí en ella y casi no. P: ¿Nunca has caído? ¿No te has prendido en una fiesta? No, aunque una vez (…). No sé, siempre se la pasaba mirándome y mirándome. No sé, me empezó a caer. Me ha dicho “bailaremos” y comencé a bailar. Me dejé llevar. La vi normal como si fuera ella mi enamorada (…) En ahí, sentía cosas. Era buena chica y me ha gustado, no sé. Le hablaba, unas canciones igual le dedicaba al bailar. Me imagino ¿no? Después así, quería ella más, pero se ha enojado [mi chica]. (Simón; 19-CBR)

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Las iniciativas de las chicas, en estos contextos, son bienvenidas42. Joaquín deja traslucir su aceptación,

aunque expresa también cierta admiración y censura con respecto a las mujeres que actúan “al mismo nivel” que los chicos: Ya es normal, ya se ve en todo lado, en discotecas, todos salen. Hasta las mujeres mismas, salen a buscar, las mismas peladas. Para que eso deje de pasar tendrían que respetarse un poco como mujer, ¿no? (…) Si no están en una relación seria, los dos están solteros, está bien, puej, ¿no? (Joaquín; 17-SCC) Vemos que al final, Joaquín rectifica de alguna manera su opinión sobre las chicas, dando prioridad a los intereses de los varones, cuando opina que todo eso, pasarlo bien durante una sola noche, es correcto cuando ambos son solteros. Pues, “la disponibilidad” es una preocupación, ya que si ellas se comportarían según los mandatos de género, resultaría en un problema de “escasez” para ellos. De esta manera, muchos varones “navegan” entre lo que en el caso de las chicas es formalmente “correcto” y lo que realmente es deseable, según criterios pragmáticos. Como señala Jones también en su estudio, para que hayan varones “ganadores”, tienen que haber también chicas “fáciles” (Jones 2010: 115). Es decir, mujeres disponibles como parejas ocasionales y/o que cambien frecuentemente de pareja. Las chicas entrevistadas, sin embargo, afirman unánimemente que no participan en “prendes” y, ya lo mencionamos, en su generalidad, son mucho más críticas en cuanto a los comportamientos de otras chicas, de sus amigas, que los chicos:

40 Pinto afirma que “el prende” deja de ser “prende” si se trata de un preámbulo para tener una relación sexual coital (2012); sin embargo, según las chicas y los chicos participantes en esta investigación, es también frecuente, como hemos podido constatar en muchas narraciones. 41 Pinto señala al respecto: “El “prenderse” se ha convertido en un instrumento de manipulación en las relaciones interpersonales. Por ejemplo, si una muchacha o un muchacho, desea estropear una relación amorosa, puede generar un “prende” con alguno de los miembros de la pareja, y posteriormente de manera directa o indirecta hacerle saber al otro de la falta de honorabilidad de su consorte” (Ibid). Así también, cuando un chico o una chica siente la necesidad de “celar” a su pareja, el escenario es perfecto. 42 “En el “prende” tanto la mujer como el varón se encuentran en las mismas condiciones de conquista y de intercambio de caricias, desplaza al “agarrón” machista, conformado por el que “agarra” y por la que es “agarrada”, para constituirse en una manera de amar independiente del género, en la que ambos se prenden apasionadamente por un breve periodo de tiempo” (Ibid.).

El tipo de música, generalmente reggaetón, pero también se escucha hablar sobre la música bachata, propician mediante el baile el roce y la interacción erótica. A esto se añaden los efectos deseados del alcohol43, especialmente en el caso de las chicas, para que no estén tan alertas y pendientes de lo que pueda ocurrir: para que “se dejen llevar”. De modo que las presiones que existen para tomar y ser parte del grupo, también existen en el caso de las mujeres adolescentes44. Por lo que comenta Natasha, se pueden emplear argumentos que implican la desobediencia a los padres, apelando a la transgresión de los mandatos de género:

más que todo, por lo que transmiten los chicos, no se puede descartar que un número considerable de ellas maneje ese discurso y que, en la práctica, actúe con menos restricciones de las que quieran transmitir. Reiteramos, la pregunta es si, en la práctica, se hacen más vulnerables al chantaje, la manipulación, etc., o, por el contrario, aprenden a controlar la situación, a conocerse y a reconocer, tanto sus gustos como las sensaciones de displacer, para decidir libremente sobre sus cuerpos y prácticas sexuales.

Las chicas extrovertidas siempre se hacen faltar el respeto Volviendo al tema de las relaciones casuales, sexogenitales o de otra índole, en las narraciones sobresale la frecuencia con que los chicos tienen estos encuentros. Sin embargo, una de las chicas, Sandra, es muy transparente al respecto. Aunque habla sobre “enamorados” por cómo se le hace la pregunta, pareciera ser que no excluye las relaciones casuales y, sin reparos, expresa también que no toma muy en serio lo de la fidelidad:

A veces, si tu no quieres tomar o no sabes, te dicen “hijita de mamá”, digamos; o “polla”45, si no sabes tomar; cosas así. (Natasha; 16-LPC) Es difícil calibrar si estos espacios de diversión, constituyen para las chicas o, sino, para la mayoría de ellas, un real espacio de libertad, de disfrute y de autoafirmación del derecho a la experimentación y al placer. Veremos a lo largo de este documento que predominan en ellas los discursos “del deber ser” y, por tanto, censuran a “las otras”, que se comportan de manera similar a los chicos. Pero

P: ¿Cuántos enamorados has tenido? ¿He tenido o tengo? P: Has tenido. No me acuerdo…, varios… P: ¿Y ahora? Unos 5…u 8… P: ¿Ellos saben que estás con varios? Se podría decir que cada uno piensa que le soy fiel a cada uno, pero no es así. P: Y eso, ¿qué te parece? Me parece mal por mi parte, porque si yo exijo fidelidad y…yo no la pongo, me parece un poco muy mal; pero, a la vez, pienso: “no pues, soy adolescente y qué miércoles me va a pasar”. (Sandra; 16-LPR)

43 En las tres regiones se menciona en algunas ocasiones el consumo de drogas. 44 En diversos estudios se califica la incitación al consumo de alcohol y/o de drogas, como una estrategia de coerción sexual (Fuertes et. al. 2007). 45 “Polla” sería la hija de la “mamá gallina”.

Hallazgos

P: ¿Qué es lo que no te gusta de esas fiestas? Ya cuando empiezan a emborracharse, porque ya siempre es pelea. En el baile ya se ven muchas cosas que no se tienen que hacer, digamos. P: ¿Hombres y mujeres se emborrachan? Sí, y más pena dan las chicas, porque siempre la mujer tiene que cuidar su dignidad, su imagen y cosa que cuando una mujer esta borracha, yo creo que no se debe acordar de nada. (Laura; 16-SCC)

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Así también Sandra relata que tiene novios online, de Brasil y, en Bolivia, de Cochabamba, Santa Cruz, Apolo y Tarija. Utiliza el skype, whatsapp, facebook e instagram. Cuando se le pregunta cómo son esas relaciones responde que: Un poco aburridas, porque te mandan imágenes de “te quiero”. No sabes si te está engañando o no. Vos también le engañas (…). P: Y ¿qué imágenes se mandan? Imágenes con ositos, peluchitos o de “te quiero”, así. (Sandra; 16-LPR)

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Por cómo describe sus interacciones sexuales, Sandra podría ser definida como una típica “chica fácil”, ya que tiene varios enamorados al mismo tiempo; les deja al poco tiempo; luego, tiene otro u otros, por un tiempo indeterminado, sin tomar en cuenta los encuentros casuales. Pero el término chica “fácil”, así como chica “cualquiera”, “extrovertida”, “perra” o “puta”, puede referirse también a chicas que se visten de manera “provocadora” y que, por tanto, quieren llamar la atención y estarían dispuestas en cualquier momento o si no, ya “habrían tenido relaciones sexuales”, como afirma Mariela, que se arrepienta de haber tenido un período en que le gustaba vestirse con escote:

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(…) mi amiga, ella me ha dicho así, ella me ha empezado a vestir. Yo ya también quería tener ropa como las chicas, escotadas, ropas extrovertidas, así. (…) Mi enamorado me ha hecho cambiar, mi primer enamorado que tenía, él me decía, él me ha puesto la diferencia entre una chica extrovertida y una que no… Las chicas extrovertidas siempre se hacen faltar el respeto; los demás creen que ella ya ha tenido relaciones, que ella ya ha experimentado. Una chica que no se viste así, vale la pena… y otra que no tampoco… Una chica que se viste así parece fácil. Ya no vale la pena, dicen… Y yo no quería que me vean así. (Mariela; 17-LPC)

El término “experimentar” es un término que es utilizado con mucha frecuencia, tanto por varones como por mujeres. Generalmente se refieren a hacer todo aquello que es prohibido y, especialmente en el caso de los chicos, incluye tomar, consumir drogas, tener relaciones sexuales coitales con una “chica cualquiera” o con la enamorada. En el caso de las chicas suele reducirse a tener relaciones sexogenitales, porque sería el mayor peligro para ellas. Otras expresiones, para no mencionar el tabú de las relaciones sexogenitales, son: - - - -

Pasarse de los límites Llegar a un extremo Ir más allá/llegar más allá Hacer “eso”/”esa clase de cosas”

Hemos visto que Mariela ha visto conveniente cambiar sus gustos en cuanto a su manera de vestir, al tener un primer enamorado. Pues, “las chicas fáciles” son para los encuentros ocasionales e intrascendentes, pero no para una relación de mayor compromiso; más aún, darían la impresión de ya no ser vírgenes, según su primer enamorado. Detrás de este discurso, sin duda, está también el riesgo de que por su atractivo corporal, ella le puede ser arrebatada en cualquier momento por la competencia, pues, su apariencia sugeriría que (aún) está disponible para cualquier propuesta con el consiguiente riesgo que le sea infiel. En cuanto a este aspecto, de los gustos de las chicas para vestirse, varias comentan que uno de los conflictos más frecuentes que tienen con sus padres y madres gira alrededor de este tema, de que con determinada ropa se le va a ver como una “chica fácil” y, por tanto, ya no se le va a respetar. Con estos y otros mensajes, las chicas, cotidianamente, están siendo sexuadas por padres o madres, moldeadas tanto en su identidad sexual como en la de género. Sin embargo, también hay chicas a quienes les gusta la ropa más bien suelta e igualmente se encuentran motivos para censurarlas. En el siguien-

(…) me dicen que…, que una muchacha decente no debería vestirse así, o que no soy chica de la calle para vestirme mal, así… Hay veces que me gusta vestirme como señorita, con tacos, con soleritas pero, hay veces, con gorra de rapera, mis tenis, mis buzos anchos y no les gusta, no les gusta. (…) Salgo de mi casa y me visto diferente. Voy a su casa de mi tía, me visto como quiero y salgo. (Yesica; 16-LPC) Es así que las transgresiones no faltan, ya que muchas se dan modos para no claudicar ante prohibiciones que les afectan en su identidad. Esto también le ocurre a Alejandra, con respecto al maquillaje: P: ¿En tu casa, les gusta cómo eres? No, incluso me quitan mis cosas [de maquillaje]. P: ¿Qué haces cuando te quitan tus cosas? Me compro otro, antes me quitaban más, ahora ya no tanto (…). (Alejandra; 16-CBC) El uso del maquillaje, la ropa, son artefactos a través de los cuales los padres inscriben en los cuerpos de sus hijas, cómo cada género debe comportarse y mostrarse; inclusive mediante normas que se relacionan con la edad y el estatus profesional, como en el caso de Isabel: Mi papá me ha dicho que no, que “cuando seas grande, puedes ponerte así o puedes ponerte tal o puedes pintarte la cara. Anda con calma, porque cuando

seas profesional vas a estar mucho más representada, pero no ahora, estás estudiando”. (Isabel; 16-CBR) En los discursos de los padres, aquellos para ejercer control sobre las hijas, se escucha reiteradamente la noción de que la práctica sexual de la relación sexogenital, debe ser postergada hasta ser profesionales. En los hechos, los padres no diferencian la edad “adecuada” para el matrimonio con la edad de la primera relación sexual coital. Pues, en el imaginario está el matrimonio como el destino de las hijas; la profesionalización es un tema de prestigio social, simbólico, que no se hace tangible como un anhelo que implique una vida diferente y mejor para las hijas, es decir, con autonomía económica. No existe en el imaginario la posibilidad de que las hijas no se casen y tendrán que mantenerse por sí solas; que no cuenten con parejas que les mantengan a ellas y a sus hijos/as o sino, que se divorcien, que tengan esposos que no asumen su responsabilidad como proveedores o que no sean capaces de cumplir ese rol al cien por cien. De esta manera, el padre de Isabel apela a “la decencia” de su hija, mientras que no sea profesional, pues, para poder casarse en las mejores condiciones, debe cuidar su reputación. Cumpliendo con estos requisitos, además de ser profesional, aumentarán las posibilidades de que se case con un hombre que vale la pena, que la mantendrá a ella y a sus hijos/as, que la protegerá, que la amará, etc. Pues, tendrá muchos pretendientes, lo cual le permitirá elegir al mejor: un hombre “de bien”. Mientras tanto, no debe “provocar”, dar la impresión que “está disponible” o que es sexualmente activa, ya que los juegos de seducción “a destiempo” son una amenaza para una hija con éxito, merecedora de un matrimonio ejemplar. Pero los roles de género masculinos también

46 A propósito de “la chica de la calle”, uno de los chicos de Santa Cruz opina que para él, la chica que vale la pena es: “una persona que sea sencilla, tranquila, de su casa” (en oposición clara “a la chica de la calle”). La expresión “de su casa”, nos remite al modelo de mujer hacendosa, recatada, buena madre y buena esposa. Es así, cuando se le pregunta cómo es una chica que no vale la pena, responde: “Esas chicas que salen a las fiestas, que paran en la calle con sus amigas, hay diferentes… ¿no ve?”. (Rudy; 18-SCR)

Hallazgos

te caso, por parecer una “chica de la calle”46, término que tiene connotaciones, inclusive más descalificadoras que la de la “chica fácil”:

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pueden ser punto de discusión y de “corrección” cuando de gustos se trata. Pues, en el caso de Simón, podemos apreciar la preocupación de su padre, al advertir sobre la necesidad de resguardar la heteronormatividad: P: ¿Les gusta cómo te vistes? A veces no, a veces no me dicen nada. A mí me gusta ponerme pantalones metidos, chupados. Me gusta ponerme así, pero a mi papá no le gusta: “¿cómo te vas a poner eso?”, pareces señorita47. (Simón; 19-CBR) Por parte de las chicas, sin embargo, hay también las que no se preocupan por el estigma que supone el vestirse con escote, tacones, etc. Pero por pragmatismo evitan ponerse ropa que pueda atraer la atención, pues, les molestan los efectos que producen: (…) no les gusta que me ponga cosas muy abiertas como mi hermanita. (…) P: ¿Ella se viste así? Sí, con cosas chiquititas, tacones. (…) P: Y a tí ¿qué te parece? Muy feo, porque pasas por ahí y los chicos ya empiezan a hablar cualquier tontería de vos. (Sandra; 16-LPR)

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Fabiola -como una excepción-, cuando se le pregunta por las cosas feas de la adolescencia, se refiere al hecho de que, de pronto, ha sentido que es objeto de la mirada y del deseo del varón:

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P: ¿Y lo más feo de ser adolescente? ¡Ahhh! que cuando tu cuerpo está empezando a formarse, la mayoría de los chicos se fijan más en el cuerpo y no saben lo que hay por dentro y que los chicos te utilizan a veces y a mí me parece lo más feo, la verdad, no me parece… P: ¿Tú estás viviendo eso?

No, pero sí he visto y no me ha gustado para nada. Sí, en mis compañeras he visto, sí, están más pendientes del cuerpo y eso nomás están mirando y a veces hasta están por apuesta y, eso, es lo que más me molesta de ellos. (Fabiola; 15-LPC) Observamos en este acápite que las chicas soportan con más rigor que los chicos, las arremetidas por “las vigilancias” sobre sus cuerpos. Aunque en los medios de comunicación se exalta la belleza y el atractivo sexual de las adolescentes “sexys”, esto no contradice con el discurso hegemónico históricamente construido, que ellas deberían sentir pudor o vergüenza de sus cuerpos, ser siempre cuidadosas de mostrarse con una actitud de “no proposición” y esperar ser “conquistadas” por los varones, que siempre estarían en posición de “caza”.

La apariencia a veces engaña Como mencionamos, el primer amor suele ser un recuerdo muy bonito. Pero, en la adolescencia, las sensaciones de atracción son de otra índole. Los y las adolescentes comienzan a experimentar una atracción, que resulta en el deseo de estar juntos, acariciar, besar, tener relaciones sexogenitales, etc., con la persona en cuestión. La atracción está influenciada por la propia orientación del deseo, las preferencias personales, la cultura, etc. Nos preguntamos, de esta manera, ¿cuáles son los modelos de atracción física y de belleza que manejan los y las adolescentes que han participado en la investigación? Pues, se podría suponer que están surgiendo nuevas tendencias, dado el acceso a múltiples imágenes publicitarias en la calle, en las revistas y todos los días se reciben mensajes e imágenes mediante los medios de comunicación, el internet. Pues, estos medios transmiten imágenes de una estética bastante uniforme, especialmente con relación al modelo de belleza de mujer.

47 A colación, cabe llamar la atención sobre la tenacidad con que en el ámbito escolar se sigue hablando de “jóvenes” y “señoritas”. El término “señorita” contiene un mensaje sobre el deber ser de una chica, mientras que el término “joven” es neutral y no tiene ninguna connotación en términos “educativos”.

En el aspecto físico me gusta que sea alta, igual que yo; me da igual si es blanca, morena, de cualquier color; bonita, digamos… (Vicente; 17-SCC) Sin embargo, llama la atención que se percibe un poco de incomodidad en los chicos al hacerles la pregunta. Pues, hablar sobre los cuerpos de las chicas es algo que se hace entre amigos y, generalmente, no de la forma más respetuosa. Responder a esta pregunta en un escenario tan diferente y serio, como que les tomara un poco de sorpresa. Es así que muy pocos chicos se animan a expresarse en el lenguaje que ellos suelen utilizar, cuando comparten espacios de complicidad masculina. Leonardo es la excepción, cuando responde sin ningún rubor sobre sus apreciaciones, haciendo referencia justamente a cómo se suele hablar entre chicos sobre los cuerpos de las compañeras o sino, de las mujeres, en general: Primero la miro de pies a cabeza… P: ¿Y después vas por partes? ¡Ajá! Hay otro directo o sino nosotros decimos: “¿Qué te gusta de esa chica?” “Su poto”, así directo, o sino su “pechonalidad”, así hablamos, nos comunicamos. (Leonardo; 17-CBR) La mayoría es más cautelosa y enfatiza que más importante es su forma de ser, por ejemplo, que no sea celosa, que sea alegre, divertida, que sea buena, sensible, educada. David reacciona, inclusive, con cierto pudor cuando se le pregunta: P: ¿Qué es lo que más te atrae de una chica en relación a su aspecto físico? A mí me gustaría una persona normal. (…) P: ¿Y de su físico? ¿Sus ojos, o qué es lo que

más te gusta? Una persona así normal. P: Pero, digamos, no te atraen todas las chicas de tu curso, ¿no? Debe haber algo específico en tu chica que te atrae más que de otras, ¿no? P: Sí, su cuerpo, sería su cuerpo. (David; 16-LPR) En cuanto a su manera de ser, hay también los que expresan que es importante que tenga personalidad: P: ¿Y qué es lo que atrae de una chica, de su manera de ser? Que sea…, que tenga un carácter fuerte, que no se deje mandar por otros y especialmente con los chicos; pero tampoco con las chicas; luego, que sea amable, o sea, que no ande peleándose con todos, o sea, que tenga carácter fuerte, pero que no haga problemas y que no sea celosa; eso sería. (Lorenzo; 15-LPR) A mí me gusta que una persona no sea oveja. Últimamente muchas personas y muchas mujeres, perdón por decirlo, siguen un ritmo de vida que se adapta al modernismo, o sea que siempre quieren vivir como viven los demás. Me gusta, lo que más me gusta de ella es que sea ella misma. Me gusta de una persona que sepa qué es lo que es y lo que está haciendo, ¿me entiendes? Que sepa bien claro sus cosas y que sea directa (…). (Luis; 19-CBC) Cuando se les hace la pregunta a las chicas, qué es lo que puede atraer a un chico de su forma de ser, para que se enamoren de ellas o sino, para que sientan una atracción física hacia ellas, confirman que hay los que aprecian su personalidad: P: ¿Qué es lo más atractivo en tu apariencia o forma de ser para que alguien se enamore de ti?

Hallazgos

Constatamos que en cuanto a la atracción física hacia las mujeres, los chicos se expresan de manera muy variada, es decir, no existe un prototipo de mujer linda:

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Mi forma de ser, la forma en que me visto, la forma en que tal vez hablo, mi cabello y así. P: ¿Cómo es la forma en la que hablas? Generalmente, a los chicos no les gustan las chicas fresas… ¿A qué me refiero? chicas totalmente afeminadas y así… ¿verdad? Yo no soy tanto así y creo que eso les gusta. P: ¿Alguna vez, alguno de tus chicos te ha dicho que le gusta eso de ti? ¡Ajá! Sí, porque soy un poco loca y eso. (Sandra; 16-LPR)

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Es interesante que justamente Sandra, -recordamos, que ella podría ser tachada de ser “una chica fácil-, recibe piropos respecto a su personalidad. Según ella, es valorada porque transgrede las pautas de feminidad hegemónicas, pues, a determinados chicos no les gustan “las chicas fresas”, chicas que son un ejemplo de delicadeza, moralidad y “rectitud”. Nos imaginamos que, desde el punto de vista de muchos chicos, no les agradan mucho por “poco accesibles”. Sandra se contrapone a aquellas como loca, calificativo nuevo en cuanto a característica de identidad femenina. Podría ser que prefiere usar este término que es menos “preciso”, más ambiguo, pues, al igual que “la chica fácil”, se refiere a la anormalidad, tratándose de la locura; sin embargo, parece preferir este término ante la disyuntiva de autocalificarse como prostituta.

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Llama la atención que Fabiola –que también se refiere a que ciertos chicos simpatizan con ella por su personalidad– se ubique más bien en el otro extremo. No tiene enamorado hasta el momento, pues, frena en seco a los pretendientes, expresando “que no les da alas”. Se describe a sí misma como alguien que no tiene costumbre de agradar a como dé lugar, ni en su forma de ser, ni en su apariencia física. Desde este punto de vista, ella tampoco podría ser considerada una chica fresa: Para que alguien se enamore de mí…, ehhh, lo fuerte, porque la mayoría de los chicos ven que yo soy más fuerte que las

otras chicas en..., en mis sentimientos; sí, soy fuerte, porque no doy mi brazo a torcer y soy muy orgullosa; soy re orgullosa y no me dejo manipular; que si digo algo, lo mantengo y que... ¿a ver, qué más?… que se fijen en mí por la personalidad que tengo y por lo que soy por dentro, por mis sentimientos y no por el físico, porque la mayoría de los chicos en eso nomás piensan; ésta es bonita, su cara, su cuerpo, “con esta nomás estaré”, y no, no, no, no pienso eso y no, no cambiaría. Me mantendría con mi forma de ser, mi carácter, todo, sí. (Fabiola; 15-LPC) En cuanto a las chicas, hay muchas que no entienden de buenas a primeras la pregunta, pudiéndose interpretar que la socialización entre amigas sobre el atractivo de los chicos, es prácticamente inexistente y, por tanto, descalifican inmediatamente prestar atención a aquello: P: ¿Qué es lo que más te atrae de un chico en su aspecto físico? En su aspecto físico, creo que casi nada. P: Cuando miras, ¿qué es lo que te atrae? Su forma de vestir, solo eso (…). P: ¿Qué es lo que te atrae más: ¿su forma de ser o la apariencia física? Su forma de ser, no la apariencia. La apariencia a veces engaña; por eso hay que saber conocer a la persona qué tal es y saber cómo es (…). (Sofía; 18-SCC) En su forma de ser…, ehh…, que se comunique, que haya confianza, que sea más…, que sea más abierto conmigo y que demuestre cómo es él en realidad, que no se oculte, porque uno muestra una cara y tiene otra. Eso es lo que me gusta de los chicos (…) no con doble personalidad [Risas] (…). (Fabiola, 15-LPR) En su imaginario, las chicas perciben que, al contrario a ellas, los sentimientos, lo interior, suele ser secundario para los chicos:

(…) y a algunos chicos también creo que les gusta los sentimientos. Eso yo creo que sienten, si es buena o algo así. (Tania; 16-LPR)

T4) Esta es la historia de mi primera experiencia en mi vida amorosa. Era una tarde de julio, en los primeros días de vacaciones invernales del colegio. Yo estudiaba en las mañanas y trabajaba en las tardes. Esa tarde no fui a trabajar (…) Esperé la noche (…) Fue como si alguien me dijera que entre al comedor y fue ahí donde estaba la chica más hermosa que mis ojos hayan visto por primera vez. Me le acerque despacio y la saludé con mucho respeto y ella me sonrió y también me contestó: “hola, soy Keila”. Esa noche trabajamos hasta las tres de la mañana. Luego nos fuimos a dormir. Ese mismo día fui a las ocho de la mañana; la volví a encontrar. Nos pusimos a charlar (…) Nos sentamos los dos en la mesa y ella empezó a decirme que yo le gustaba mucho desde el momento que me vio. Ella me dijo que no creía en el amor a primera vista, pero ese día, en lo que ella no creía, funcionó, como si fuera su primera vez. Yo quedé sorprendido y admirado y sin palabras, porque ella siendo una chica tan linda, que muchos chicos desearían estar con ella, llegaría a quererme a mí. Por el momento pensé que sólo se burlaba de mí; pero ella me dijo tantas cosas tan lindas que llegué a decirle que ella también había despertado en mi algo que nunca había sentido en mi corazón y fue, en ese momento, aunque los dos nos acercamos muy lentamente que nos dimos un beso; ese primer beso, que hasta hoy no puedo olvidarlo, aunque pasen los años. (Ad. varón, Cachuela España).

De esa manera, ellas, en varias oportunidades, se refieren a que les gustan los chicos románticos. Este calificativo no ha sido utilizado por parte de los chicos, ya que para ellos será una cualidad innata de las mujeres, que no hace falta ni mencionar como una cualidad que podrían apreciar en ellas. Por otra parte, llama la atención que, cuando las chicas se expresan de alguna manera sobre la atracción física, resaltan muy frecuentemente que se fijan en los ojos y, asimismo, se repite en muchas ocasiones que es importante cómo se viste, refiriéndose generalmente a lo que no les gusta, como ser, los pantalones chupados o sino, al contrario, los pantalones anchos. Cabe resaltar, asimismo, que a pesar de que tanto los chicos como las chicas se quejan, en otros momentos de la entrevista, de los celos de enamorados y enamoradas, apenas mencionaran que les gusta como cualidad de su manera de ser, que no sea celoso/a. En el caso de los chicos, este aspecto está más presente. Cabe la pregunta, si para ellas los celos, muy en el fondo, se relacionan con un amor obsesivo, ¿pero al final de cuentas amor?; mientras que en el caso de los chicos se asocia más con el control y la desconfianza insistente en cuanto a la veracidad de su amor Pues, no es casualidad que la única chica que mencionó que no le gustan los chicos celosos, sea aquella que tiene chicos por doquier, que no se quiere complicar la vida por ser infiel, es decir, la que parece dar rienda suelta a sus apetitos sexuales, sin preocuparse por cuestiones del amor. Finalmente, cabe señalar que si bien no existe un prototipo de mujer linda, un modelo de belleza que se menciona reiteradamente, tres chicas hacían notar que les afecta mucho ser gordas: T. 3) P: ¿Cómo es para ti una chica linda? “No debería haber discriminación a chicas pasadas de peso”. (Ad. mujer, Cochabamba) T. 3) (…) “mi cuerpo es un espejo, cuando me miro me siento tan gorda que es lo que

Hallazgos

(…) por la forma que yo he visto, que siempre se enamoran, es en el cuerpo. No piensan en nada más. Puede ser que algunos se enamoren después que ya la va conociendo a la chica, cómo es ella por dentro, cómo es su forma de ser, cómo lo trata o si lo busca o no. (Mónica; 17-SCC)

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más odio, uff, casi todo, mi baja autoestima a veces me deprime mucho” (…) “insegura, celosa y aburrida, insegura, porque soy tímida”. (Ad. mujer, Santa Cruz) T.3) P: ¿Qué te gusta más de tí misma? Nada, ¿por qué?, me odio yo misma. ¿Por qué?, soy gorda y fea. P: ¿Qué te gusta menos de tí misma? Mi gordura y mi cara. (Ad. mujer, Laja) De manera que, el hecho de que los chicos no se refirieran mucho a la delgadez, como uno de los aspectos de atracción femenina, no quiere decir que, socialmente, lo contrario, la gordura, no se asocie con una cualidad que se rechace o critique de los cuerpos de las mujeres y, especialmente, en los cuerpos de las mujeres jóvenes; pues, no puede quedar apercibida la propaganda por los medios de comunicación, vinculada a la moda, que generan también, en nuestros contextos, vulnerabilidades que pueden impactar -como hemos visto- de manera funesta en la autoestima y, por consiguiente, en la vida misma de las mujeres jóvenes.

Lo fácil no es bueno, ni lo bueno es fácil

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

En el caso de un amor en la infancia, no hace falta “una declaración” explícita para agarrarse de la mano y estar “muy juntitos”. En la adolescencia, sin embargo, se estila que hay que declararse para poder tener cierto contacto físico. Generalmente se supone que los chicos toman la iniciativa, pero hay varios chicos que comentan lo contrario:

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La otra me dijo que yo le gustaba y si podía estar conmigo. No sé si sería por curiosidad o no sé, porque ella era menor que mí. Me sorprendió, porque yo ni tenía una mentalidad de (…) encontrarme así en esas circunstancias. Bueno, yo también. Me causó curiosidad y la acepté. Después me di cuenta que no debía ser así. Lo que llega fácil no es bueno. Lo fácil no es bueno, ni lo bueno es fácil. (Edmundo; 19-SCR)

Más adelante veremos que las chicas, aunque no es lo más frecuente, también pueden tomar la iniciativa para dar un nuevo paso en la amistad o en la relación de pareja. Curiosamente, cabe mencionarlo, son los chicos que lo comentan en sus narraciones y no ellas. A la mayoría de estos chicos pareciera que no les afecta en su masculinidad; al contrario de Edmundo -como hemos visto- que, al final de cuentas, después de haberse recuperado de la sorpresa de la iniciativa de una chica, concluye que no se debe haber tratado de una chica que vale la pena: “por fácil”. De esta manera, deja entrever que se sintió afectado en su rol masculino y, además, subrayando “el atrevimiento” de la chica cuando comenta que era menor a él. Hemos señalado anteriormente que, por un lado, muchas chicas aprecian a los chicos románticos y, por otro, que los chicos no han mencionado esta cualidad de las chicas, ya que no se trata de una característica cualquiera, que unas chicas puedan tener y otras no -como puede ser la bondad, la buena educación, etc.-, sino que ellas la tienen de por sí, por pertenecer al género femenino. Sin embargo, cuando los chicos, por asumir el rol activo en la formación de la pareja, están ante el reto de declararse a una chica, se acuerdan muy bien que para tener éxito, tienen que sacar todo su ingenio para hacerse ver como muy románticos. A Rodrigo, por ejemplo, conocedor de la psicología femenina, le funcionó: (…) lo que a las chicas les gusta es cuando les hacen sentir bien y les hacen sentir como si fueran lo único para ellos, ¿no?, para los chicos. Y ella se ha sentido así y le he gustado (…) La he abrazado y ella se ha sentido así pasmada. (Rodrigo; 18-CBC) Este “conocimiento” tiene su trasfondo, cuando Rodrigo explica que su mamá tiene una idea errónea de las mujeres: las tacha a todas de “sinvergüenzas”, que “se dejan llevar mucho” y que no saben “conservar la decencia”. Su papá, sin embargo, le orienta bastante bien:

Pero aun así pensó en su momento que, aparte de su madre, necesitaba a otra mujer para que le complemente las ideas valiosas que le transmite su padre. Es así como cuenta sobre sus charlas con una tía: Es como mi confidente. Es una amiga más que yo tengo y ella se siente libre de hablarme a mí. Como ella tiene experiencia, ella ha sido madre joven, entonces ella me dice cómo es el comportamiento de las chicas. Y no en ese erróneo, sino cómo realmente es. Y cómo una chica no se siente segura cuando está con un hombre que solamente quiere eso y cómo es realmente el comportamiento de una chica cuando tiene que tener una relación sexual. Y ella me da así, consejos, y me va apoyando en eso. (Rodrigo; 18-CBC) Es muy interesante que Rodrigo llevara la charla al punto “débil” de muchos chicos adolescentes: la falta de paciencia y tacto con las chicas para proponerles relaciones sexogenitales, sin que eso concluya en un rechazo o un rechazo a la relación en sí. Otro chico, Nicolás, entre suspiros, igualmente expresa que los asuntos del amor, de ninguna manera son desinteresantes para los chicos: (…) hubiese querido a alguien que me oriente, o sea, en esto del amor. O sea, cuando no sabes cómo pasan las cosas, usualmente tiendes a equivocarte mucho y, bueno, somos jóvenes y es más lindo vivir así, digo yo; pero, de vez en cuando, sería bonito una ayuda para todos, así. (Nicolás; 16-CBC)

Constatamos, de esta manera, que si bien los modelos hegemónicos de masculinidad están muy vigentes, hay también un número considerable de chicos que no responde en todas sus facetas a aquellos. En el caso de que necesiten hablar, por ejemplo, sobre el amor o sobre sus penas, no se suelen arriesgar a hablarlo en su grupo de pares, por el riesgo de exponerse al “ridículo”. Por ese motivo se escucha frecuentemente que buscan a alguien de la familia o a un amigo que no está en contacto con su grupo de referencia más cotidiano, por la discreción que se requiere. En cambio, para las chicas las cosas “del corazón” son las más serias y rara vez se exponen a la burla de las amigas cuando las comparten.

Me dijo que si podía darme un beso La primera chica, el primer chico que gustaba, la primera vez que sintió físicamente la atracción por una persona, más o menos de la misma edad, la primera declaración de amor, son todos momentos importantes, si no, inolvidables, del desarrollo personal y sexual. Así también suele ser el episodio del primer beso. Pero entre los chicos y las chicas, participantes en la investigación, no hay una voz unánime de agrado al respecto, pues, no les gustó a todos y todas desde un principio y/o fue un momento de tensión, especialmente por como lo recuerdan algunas chicas: P: ¿Te acuerdas de tu primer beso? Eh, sí. A veces preferiría casi no recordarlo. P: ¿Por qué? No sé. Me siento a veces incómoda; siempre he sido tímida. (Sofía; 18-SCC) Fue después de dos semanas, porque yo tenía vergüenza. Yo no quería que él sepa cómo yo besaba, porque en otras palabras, yo no sabía ni cómo era un beso. (Romina; 17-SCC) Con mi primer novio (…) ha sido a la fuerza. Estaba distraída y me he dado la vuelta y en ahí me ha besado; (…) por eso

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Y es por eso que no quiero hablar mucho con ella sobre eso, porque ella tiene un punto de vista de las chicas de ahora. En cambio, mi papá como, bueno, él era mujeriego, conoce bien a las mujeres, ¿no? Y él me orienta más en ese aspecto. (Rodrigo; 18-CBC)

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será que no me dejo besar. Como todas mis amigas que dicen que cuando te besan por primera vez se siente algo feo, en serio he sentido algo feo. Tal vez por eso ya no quiero besar a nadie. P: ¿Qué cosa no te ha gustado? Que lo haya hecho sorpresivamente. (Lisa; 16-CBC) T4) La primera vez que lo vi…. ¡Ohhh, le vi a él!!! Sentí algo muy bonito. Quería que me pelara; hacía todo… Por último, él y yo estuvimos. Cada vez que me daba un beso, me agarraba de la mano, sentía que me temblaban las piernas, mi piel se ponía totalmente chinita. Con el tiempo, le empecé a querer más y más. Hasta hoy en día le quiero muchísimo (…) Le empecé a querer, porque él se lo gana cada día con su forma de ser. Cada día me traía cosas, osos, chocolates, aunque, por un momento, pensé que sólo quería hacer que engorde y, luego, dejarme. Pero me di cuenta que lo hacía porque él también me quería. Ambos nos queremos y mucho… Sólo tengo miedo a ser lastimada otra vez y, esta vez, rendirme. Pero tengo en mi mente que vendrán más y sólo es juventud, en esta época. ¡Todo vale!!!!! (Ad. mujer, La Paz)

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

A otras chicas les había gustado el primer besoy fue también con su pleno consentimiento. Para muchas es la interacción sexual que espontáneamente reconocen como una de las más placenteras, lo cual nos remite a que la educación sexual debería poner más énfasis en las posibilidades del goce de los cuerpos, al margen del coito48:

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(…) la verdad, yo estaba esperando que él me preguntara. Le dije que sí y esa tarde salí a la venta; me fui a lo más lejos de la casa y me encontré con él. Me dio un beso. Yo tenía 14. ¡No sé ni qué fue lo que sentí! Me gustó mucho. (Ángela; 17-SCR)

Él me ha besado. Yo me he sentido rara, porque ha sido ese mismo día, creo. Me ha acompañado a mi casa. Era muy raro para mí, porque yo nunca salía con nadie y era, era lindo. (Alejandra; 16-CBC) P: ¿Y quién ha tomado la iniciativa, tú o él? El… y yo… [sonríe] Sí, me ha pedido permiso…, me dijo que si podía darme un beso…, “sí o no”… y yo… no sabía qué responderle ese rato. Le dije: “no creo que te atrevas”, le he dicho… Y él se ha atrevido… P: ¿Y te ha gustado? Ahhh, sí… (Tania; 16-LPR) Por otra parte, nuevamente hay que destacar que no todos los chicos han tomado la iniciativa en el momento de su primer beso: Con ella sí di un beso, pero la verdad me sentía algo raro. P: ¿Por qué? Que alguien te bese. P: ¿Ella te besó? Sí, ella. Yo no sabía nada. (…) No sé, se sentía algo raro, no sé. Luego ya, poco a poco, ya me atrapó, como se diría. Me empezó a gustar, ¿no? (Mario; 17-CBR) (…) me ha prometido que (…) si yo bajaba [a la plaza Villarroel], me iba a dar ya un beso y yo le he dicho: “ya, voy a bajar”, “ya, pero seguro el beso”, “sí, seguro”, me ha dicho (…) Me ha besado… [sonríe]. Ella me ha dado el primer beso, sí… (Diego; 17-LPC) En su generalidad, los chicos han sido más espontáneos y plásticos en la descripción del primer beso. Luis es un ejemplo de aquello:

48 Se utiliza generalmente el término petting (en inglés) para las relaciones sexuales sin penetración (coito). En castellano existe una denominación bastante desconocida: magreo. “Las prácticas sexuales de elevada intimidad pero sin realizar el coito se conocen como petting. Pueden ser definidas como un conjunto de besos, abrazos y caricias por el cuerpo, así como contactos intergenitales, e incluso masturbaciones mutuas, que lleva a ambos miembros de la pareja a un alto grado de excitación que puede tener o no conclusión orgásmica” (Heras et al. 2016: 3).

Ya empezábamos a ponerle nombre a lo que teníamos Dos tercios de los chicos y chicas, participantes en el estudio, tienen en el momento de la entrevista enamorado o enamorada. Camila no tuvo nunca un enamorado y, aparentemente, no le preocupa que a su edad ella pudiera ser una excepción. Así también para Carola, el tener enamorado no es imprescindible, si eso significa que le empiezan a controlar: P: Entonces esa persona tenía los mismos sentimientos hacia ti porque…. ¡Sí!! Yo también le gustaba porque…, sí, porque la mayoría de los chicos sabían, me molestaban; después, él se quería animar, pero yo le he…, no le he dado alas para que se anime, solamente me gustaba. No hemos llegado a ser enamorados, no, nada de eso. P: ¿Y no estás pensando tener? Pienso, pero yo creo que va a venir así por si solito nomás. No pienso que es algo obligatorio, ni que me fuercen a mí, que tienes que tener tu chico sí o sí, no. Nada de eso. Pienso que si va a venir, va a ser a su tiempo. Sí, va a ser así, sí. (Camila; 15LPC) P: ¿El único chico que has tenido era por una semana? Ajá, por una semana, o sea, no sé. A él le gustaba que sea fiel y todo, pero para mí no. Para mí, siguiendo como mi amigo, así jugaba con otros, con otros. No sé y él se ponía celoso (…). No, entonces, ahí lo dejé. (Carola; 17-CBR)

T4) Había un chico llamado Yhalmar. El era muy rico y tenía cerca de 22 años de edad. El podía tener la compañía que él quisiera y las mujeres que él quisiera, pero, a pesar de todo eso, había una muchacha que le quitaba el sueño. Ella era Samanta, que cuando eran niños el tuvo una amistad sincera, pura y tierna con ella y el la perdió por un capricho. Y el destino hizo que él la volviera a ver (…) y ella lo recibió con un abrazo. El decidió nunca más soltar su mano (…) y ella llegó y lo cambió todo. El cambió su vida por ella. Ella era diferente, era humilde, buena, muy simpática y de buen corazón. Una tarde, cuando salieron a dar una vuelta al parque, él decidió declararse a ella. El tenía mucho miedo, pero la ternura y la sinceridad de Samanta le dieron fuerzas. Yhamal le dijo que sólo quería hacerla feliz y nunca lastimarla. Ella aceptó y empezaron una relación, el uno era complemento de la otra. (Ad. mujer, Cochabamba).

Aparte de Sandra, que menciona tener seis enamorados en el momento de la entrevista y unos cuantos más online, tenemos a Paula, que es la segunda en el “ranking”. Igualmente, su relato tiene facetas interesantes, en términos de roles de género: P: ¿Cuántos enamorados has tenido? Tengo que contar, a ver espera, como unos 15, por ahí. P: ¿Cuánto ha sido el tiempo mínimo que has estado y el tiempo máximo? El tiempo mínimo era de tres días y el tiempo máximo era como un año y medio. (…) P: ¿Cuál ha sido tu máxima expresión de amor a nivel físico hacia tu chico? ¿Cómo? P: Tu máxima expresión de amor a nivel físico, por ejemplo, me amas, “sí”, la prueba de amor… Ay no, no. P: ¿Por más de que te digan que si no aceptas, te terminan?

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¿Has sentido una explosión alguna vez? Como si algo explotara, o sea, es como si wowwick y no sé, cuando la besaba me olvidaba hasta cómo me llamaba. No sé ni cuál es mi pie izquierdo, soy zurdo y a principios chocaban mis dientes, que yo me acuerde. (Luis; 19-CBC)

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Que si no acepto, me terminan; no me hago problema. Lo dejo, tanto lío. P: ¿De tu forma de ser qué es lo que más enamora? El que no soy tan fácil. Las cosas conmigo no son muy facilitas. A la primera no digo “ya”. Con calma las cosas, con tiempo. Creo que más fría eres, más te quieren los chicos. Eso pienso. (Paula; 16-CBC) Paula, al contar sobre sus experiencias, también utiliza el término “fácil”, haciendo entender que la chica que no es fácil se define por “fría” y, a la larga, tendría más éxito en sus conquistas. De manera que “la chica fácil” tiene, a pesar de su ser femenino, grados de deseo sexual, parecidos a los varones, es decir, se “calientan” con facilidad y por eso también su gran peligrosidad, ya que no se trata siempre de una simple pose.

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Veremos a continuación que las prácticas sexuales, al menos de las chicas y chicos que han participado en la investigación, son muy variadas. Un grupo de chicos, no así de chicas, transmite que después de unos meses de enamoramiento ya se puede ir pensando en tener relaciones sexuales coitales:

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Para empezar besos, cariños; ya después, con el tiempo, hay parejas que tienen relaciones sexuales. Así con el tiempo ya, porque tampoco van a ser novios una semana y ya vas a tener relaciones. Bueno, eso es lo que yo pienso. Cuando pase el tiempo ya puede ser, por lo menos un año o 7 meses. (Manuel; 17-SCR) Los chicos hacen una distinción entre lo que es una chica con quien no quieren más que pasarlo bien o si se trata de alguien que les gusta muy en especial o de quien están enamorados: P: A tu edad ¿qué hacen los enamorados? Van a comer, salen a pasear y si están buen tiempo, tienen relaciones. P: ¿Cuánto tiempo crees que tardan en

tener relaciones sexuales coitales? Tres meses, sí. A lo que he escuchado 3 meses. A veces es un poco más pronto como un mes, pero a veces es 6 meses o un año, pero más seguido es 3 meses. P: ¿Y tú qué opinas de eso? ¿del tiempo? No sé. Eso depende, si es un sentimiento verdadero y demostrado, no importa el tiempo. Si es un chiste, va a ser rápido o no sé. (Pablo; 17-LPC) Pablo se refiere a tiempos muy variados para tener relaciones sexogenitales con la enamorada: entre un mes y un año. Luego, sin embargo, deja traslucir que esos tiempos tan elásticos, imprevisibles, son así, porque dependen más de la decisión de las chicas que de los chicos. Pues, si a él le propondrían en seguida, no tendría problema alguno: P: Y según tu experiencia u opinión ¿Cuál es la máxima expresión de amor? ¿Según yo? Tener relaciones. (…) P: ¿Tu tienes enamorada actualmente? No P: ¿Qué cosas le permitirías a tu enamorada? Todo, porque si es mi enamorada es porque le tengo confianza y le permitiría todo. (Pablo; 17-LPC)

T4) El primer amor… Era una noche. Yo sentado en una tienda y, de repente, viene una linda chica para comprar en la tienda. Yo mirándola a ella de pies a cabeza y pensaba que ella era una chica linda y hermosa. Estando yo sentado con mis amigos, ellos me dijeron que la molestara, pero yo no quise. Pensé “como ella es tan linda, no me hará caso”. Ya mis amigos estaban burlándose de mí por no decirle algo a la chica, pero yo no me quedé ahí a estar escuchándolos. De repente vino un valor en mí que, de ahí, me atreví a hablarle. Supe su nombre. Me dio su número de celular y así nos conocimos. Fue mi primer amor… (Ad. varón, Santa Cruz)

P: En las novelas, películas se ve que se enamoran y enseguida acaban en la cama, ¿esto ocurre también en el caso de tus amigos, amigas? Depende, porque si las dos personas buscan placer, pues, están un tiempo y lo hacen, pero si las dos personas se ponen de acuerdo en que quieren algo serio y se quieren enamorar, pues, se enamoran y lo toman con más calma. (…) Somos pocas las personas que lo hacemos por amor. Yo creo, o digamos que llegamos a sentir algo de eso (…) Yo creo que hay que esperar un tiempo para tener relaciones con la pareja, ujumm, conocerse bien, sí. (Diego; 17-LPC) En el caso de Rodrigo, después de haber tenido muchas enamoradas pasajeras y encuentros casuales, sin involucramiento emocional, deja entrever que cambió su vida, ahora que tiene una enamorada con quien habla ya de una vida juntos a futuro: (…) mis intereses empezaban a cambiar, porque ya quería algo más serio. Y ya empezábamos a ponerle nombre a lo que teníamos; ya no era algo como un juego, sino algo más serio. Algo como una posesión, algo posesivo, algo que ella era de mí, digamos. Y yo no quería compartirla, digamos. Y ahí es donde empieza a ser algo que yo no experimentaba antes. (Rodrigo; 18-CBC) Esta distinción, entre cómo son las prácticas sexuales con una enamorada y cómo cuando simplemente se presenta “la oportunidad”, deja en claro, una vez más, que la creencia de que los

varones no pueden controlar sus impulsos, es una simple construcción social, basada en roles de género y modelos de masculinidad, aún hoy en día preponderantes.

Hay mujeres que quieren que uno esté ahí, ahí El aspecto del sentido de “propiedad”, de “posesión”, como lo llamaba Rodrigo, pareciera ser la dificultad más grande en el relacionamiento entre parejas de enamorados. Algunos chicos y chicas lo definen como una obsesión o una enfermedad. En ocasiones comentan inclusive sobre episodios de violencia física a raíz de los celos. Sin embargo, al mismo tiempo que se habla de estos episodios, todos y todas saben perfectamente cómo se puede superar el problema, ya que se repite una y otra vez: “mediante una base de confianza”. Pero eso no cambia el hecho de que muchas “peleas” en la pareja se dan por este motivo o sino, suele ser motivo para terminar la relación. Y, no cabe duda, tanto chicos como chicas intercalan escenarios de ser controlados/as y de ser controladores/as: la balanza entre celos de unos y de otras parece bastante equilibrada. Lo que son los roles de género, aquellos que exhiben muchos congéneres varones, resulta en el caso de los chicos como un “lastre”; especialmente para aquellos que afirman actuar con respeto hacia sus enamoradas. Pues, comprenden que los varones están continuamente bajo sospecha de ser infieles: Casi la mayoría de mi curso piensa que es un rato nada más. Las chicas pasan, se puede decir. Piensan que es sólo para divertirse, como un juguete. (Santiago; 17-CBC) A (…) algunos chicos les gusta eso, estar con una y con otra, y digamos, se sienten los únicos y se sienten bien diciendo que están con varias chicas (…) A mí no, no me gusta mucho eso, es feo, sí. (…) Yo

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Es interesante que Pablo se refiriera a la confianza que él tendría en ella, para tener relaciones sexuales coitales, por el mero hecho de que es su enamorada. Diego maneja el criterio de la necesidad de conocerse bien, para tomar esa decisión, al menos cuando se trata de una enamorada que para él es importante:

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creo que es por ser más hombrecitos y bien (…) por ellos, ¿no?, pero me parece mal que se crean más superiores a los que no lo hacen, que no están con una y con otra, sí. (Hugo; 18-LPC) La mayoría se creen los más, los macho macho y decir “yo me la agarré a esta, yo me la cogí”, eso es lo que ellos buscan… “Mira, esa chica bonita, se hizo corteja de tu peor enemigo…”. “¡Bah!, si yo ya me la agarré y me la cogí y la hice y la deshice”, eso pensarán algunos… (Manuel; 17-SCR) Hugo y Manuel se refieren a la presión de grupo que se ejerce entre varones, para lucirse y obtener prestigio, mediante las conquistas de una y otra chica. Es de esta manera también que David, con sus 16 años, comenta cómo se le hace la burla, por no animarse (todavía) a proponer tener relaciones sexuales coitales, con su enamorada:

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

P: ¿Y tus amigos no se hacen la burla cuando les dices que tienes miedo, que eres respetuoso? ¿Qué te dicen? Sí, hacen la burla, según que me dijeron, eres “kollo” [podrido], “no tienes bolas”, así me dicen, y yo: “tengo, pues, o te muestro”, sé decirles… [Risas]. (…) Y yo, tampoco, esas palabras me lastiman pues, porque lo que ellos dicen, no son verdades, ¿no ve?, y esas palabras se me vienen, se me van y a veces pienso también, pues, porque sé que ese miedo que tengo, no lo puedo hacer perder, pues. (David; 16-LPR)

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Es así que la imagen del estereotipo de varón “con éxito”, afecta de alguna manera a todos, a “ganadores” y “perdedores”, ya que no todo se da de forma gratuita; exige que se esté pendiente de los mismos amigos, a sabiendas que difícilmente se resisten a coqueteos o insinuaciones de las enamoradas de otros, como mencionaba Manuel. También lo deja traslucir Sabino y, Beatriz, por su parte, comenta que “el control” sobre los pares no siempre termina pacíficamente:

P: ¿Cuáles son las principales razones de pelea? Los celos y la desconfianza en los amigos, por como la tratan. (Sabino; 16-SCC) (…) así cuando me veía hablar con otro chico, se subía a golpes con él. Una vez lo ha hecho en el curso así (…) como a dos metros se ha sentado y me ha empezado a hablar…, él ha entrado, ha pensado mal y le ha golpeado a él… (Beatriz; 16-LPR) Desde nuestra perspectiva resulta confuso cuáles son las situaciones en que se cree tener motivos para tener celos, especialmente cuando se usa el verbo “hablar”, que puede tener connotaciones muy variadas: P: Tú sientes que te has equivocado alguna vez en cómo has actuado con tu pareja? Sí P: ¿Algún ejemplo? Engañarla, bueno no engañarla, pero he hablado con otra y de eso ha sido eso y cargo la culpa que ha sido por mi culpa. (Alvaro; 15-LPR) (…) con mi primer enamorado, por celos he terminado con él, porque no le gustaba que yo mire o hable con alguien; hasta por un simple “hola” se enojaba y por eso hemos terminado. (Mariela; 17-LPC) Aparte de “hablar” de determinada manera con otro chico, otra chica, la comunicación con otros/ as mediante el celular, es también un motivo de “sospecha”. Al respecto cabe destacar también que los teléfonos celulares y las redes sociales han aumentado mucho las posibilidades de control: Se ponía celosa, porque hablaba con otras chicas, me whatsappeaba, por eso, fotos me mandaban, en grupos y todo eso. Por eso creo que se puso celosa y hasta que me dijo que no quería saber nada más de mí. No me dijo nada más, sólo me dijo que

Las chicas, la otra cara de la medalla, deben estar atentas a los juegos de seducción de sus compañeras, ya que teniendo un enamorado incontrolable en sus impulsos, la menor “provocación” de otra chica, representa un peligro: Pero ¿cómo se controlan los celos?, es difícil, que una persona te guste y a cada rato le estén llamando, enviando mensajes. Se siente feo sentirse así, sientes que te está engañando, que está contigo ahorita y después estará con otra. (Valeria; 16-CBC) Lo que llama la atención en algunas narraciones de los varones, es su fastidio porque sus chicas les exigirían que todo el tiempo libre lo pasen juntos, motivo que ellas no mencionan: (…) hay mujeres que quieren que uno esté ahí, ahí, ahí y es lo que acobarda y es lo que nos obliga a dejarlas. (Manuel; 17-SCR) Por los estereotipos de género, para mostrarse “humildes” y diferentes al resto, hay varones que dejan traslucir someterse a reglas muy estrictas: P: ¿Y si tu novia te pidiera que no salieras con tus amigas, por ejemplo? Ehh.. Puede ser que sí acepte. Porque uno es hombre y la tentación siempre va a caer en el hombre, más que en la mujer, porque el hombre es débil en la tentación. (Rudy; 18-SCC) (…) yo hablaba con mis amigas y ella ha visto eso y se ha enojado y “chau”, me ha dicho y yo: “no, ¿por qué?”. “Perdón, que me he equivocado, perdón” y me ha perdonado y ya (Pablo; 17-LPC) P: ¿Y tú sientes que te has equivocado alguna vez en algo con tu enamorada?

No, sí, es que yo siempre la he respetado y también ella. No es ni celosa, tampoco yo hablo con las chicas. (Diego; 16-LPC) Es así también que las mujeres tienen el sartén por el mango como justificativo para controlar de forma rigurosa a sus enamorados: (…) ella quiere tenerme siempre todo el tiempo cerca. Y ella empieza a tener celos y empieza a tener, bueno, paranoia se puede decir, que yo estoy con otra persona. Como ya hay más confianza, ella se siente más libre de expresar realmente lo que siente. Y ella me ha dicho que se sentía insegura, de que no estaba del todo segura de que yo le era fiel, porque ella había tenido ya hartos chicos que le habían dicho lo mismo. (Rodrigo; 18-CBC) Podemos constatar, de esta manera, que el derecho a vigilar y controlar se ha “democratizado”, ya que es propio de varones y mujeres, al menos en el período de enamoramiento; es más, en su generalidad, se percibe que lo consideran una parte inevitable del mismo y no se percibe mayormente como violencia. Todos y todas lo tipifican simplemente como un problema de falta de confianza que debería ser superable.

No tienen que dedicarse a las chicas Como mencionamos, las chicas no hablan en ningún momento que hay un término de tiempo para tener relaciones sexuales en el caso de estar enamoradas o en el caso que se menciona, se trata de un tiempo bastante largo, por ejemplo, cuando tengan una profesión, siguiendo las recomendaciones de muchos papás. También existe un criterio de edad que para algunas serían los 18 años. Probablemente esa edad tendrá que ver con que legalmente adquieren la mayoría de edad y/o con que terminan la secundaria. Frecuentemente se considera también que puede ser cuando ya exista mucha seguridad de que la pareja es estable y se estime que la relación tiene perspectivas de

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quería terminar. No me dio ni una razón, pero ya era sabido que iba a ser por eso. (Santiago; 17-CBC)

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ser duradera. Otras dicen querer esperar hasta casarse, que a veces tiene que ver con la religión “cristiana”49 que se profesa en la familia. Aunque durante la entrevista con estas chicas- y también chicos- se percibe en ocasiones que esta idea “tambalea” con bastante facilidad. Hay chicas que transmiten que este tema de las relaciones sexogenitales es algo muy lejano, a veces con el argumento que se transmite en casa, de que a su edad no puede haber amor. Aparentemente, el amor, según los padres, es lo que más riesgo podría significar para que se cometa el error de tener sexo. Pues, especialmente en el caso de las hijas, es un argumento muy convincente, porque se supone que solamente accederían a tener relaciones por amor. Isabel y Rocío comentan al respecto:

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

A los 14 años empecé a notar cambios en el cuerpo, pero personalmente, no creo que uno a esta edad se enamore, ni que sepamos qué es el amor, confundimos el gusto por el amor. Así les pasa, creo. (Rocío; 17-SCR)

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P: Tú sólo has tenido dos chicos, pero hay chicas que están con cinco, con diez, ¿qué piensas de eso? A lo que me han dicho y a lo que yo pienso, a esta edad no nos podemos enamorar, porque somos changos o algo así, nos dice mi papá. Pues uno se enamora, que ya se terminó y, al día siguiente, “uh, ¿quién quiere conmigo?” [se ríe]. Así yo pienso que a esa edad no nos podemos todavía enamorar. (Isabel; 16-CBR) Llama la atención cómo Isabel fusiona en una sola frase “lo que me han dicho y a lo que yo pienso”, haciendo notar que no necesariamente es lo que siente; pues, comenta lo que le dice su padre y, por tanto, es lo que “debe pensar”. El padre de Isabel tiene más de una estrategia para “frenar” a su hija, por si acaso piensa ir “más allá”. 49

Hemos visto que inculca que a su edad no existe el amor, por tanto, no asociará el tener relaciones sexuales con los sentimientos amorosos. Le protegería también a no ceder, si eventualmente se le pidiera “la prueba de amor”, porque sería una simple creencia. Otra arma para “detener” a su hija es el argumento de la avidez sexual de los chicos: Que los chicos por naturaleza son impulsivos y quieren eso [relaciones sexuales] y, entonces, me dice que tenga cuidado. Que no me confíe de ningún chico a esta edad y es medio peligroso, porque una puede quedar embarazada. Entonces me dice que siempre tenga cuidado. Que sí, me entiende que tenga enamorado, pero primero está mi estudio y eso. Siempre me dice eso. (Isabel; 16-CBR) Desde diferentes frentes se educa en sexualidad, desde la perspectiva de que una mujer adolescente es víctima potencial del deseo “incontenible” de los varones. Con mucha vehemencia se transmite que si se evitan las relaciones sexuales, la victimización puede evitarse. Dicho en otras palabras, la desgracia siempre está a la vuelta de la esquina, depende de una y la culpa será propia. Sin embargo, dentro de unos años, cuando se establezca la pareja dentro de la normatividad hegemónica, estos mismos varones serán una garantía de protección para ellas. Isabel, sin embargo, es muy perspicaz e intuye que su padre, cuando le dice que puede tener enamorado -aparentemente haciendo una concesión- no actuará en coherencia cuando se entere que, efectivamente, tiene su enamorado: Si se enteran, no sé. Me harían a un lado. Principalmente me dirían: “Me has fallado”. A pesar de que soy sobresaliente y no estoy descuidando mis estudios. Yo creo que para ellos sería una tremenda decepción. Yo creo que me harían a un lado. (Isabel; 16-CBR)

Es decir, de ciertas Iglesias Cristianas, Evangélicas, generalmente las más fundamentalistas.

P: ¿Por qué crees que tus papás no te hablan directamente [de sexo, placer, erotismo]? No sé. Ellos creo que tienen miedo a que yo sienta curiosidad de eso. No sé. (Isabel; 16-CBR) El uso del término “curiosidad” es muy frecuente cuando en realidad se está hablando sobre las “ganas” de tener relaciones sexuales coitales. Es decir, es otro término que se usa para encubrir la existencia del deseo. Alejandra es otra de las chicas que no cuenta en su casa que tiene enamorado. Llama la atención, por otra parte, que, cuando se le hace la pregunta si conocen a su enamorado, no responde a esta pregunta, sino que, respondiendo más bien a su propia angustia, asocia inmediatamente “chico” con “embarazo”: P: ¿Tampoco tu papá y tu mamá saben que tienes tu chico? No. Se arruinaría mi vida, porque yo he visto que se embarazan. Todos les miran mal. Tienes… que generalmente, ya no vuelven al colegio; se descuidan. (Alejandra; 16-CBC) Alejandra utiliza la expresión: “se arruinaría mi vida”. Luego amplía su narración con respecto a lo que le dicen en su casa e, igual que en el caso de Isabel, son palabras mayores que explican el terror que se va generando en estas chicas: (…) me han dicho que si yo quedaría embarazada, entonces sería para mí, ¿no? Yo voy a estar destruida, que sólo yo, que

digamos ya no voy a poder estudiar y eso y todo lo que tenían que invertir en mí, en mi hermana … (Alejandra; 16-CBC). Pero el argumento de la avidez sexual del otro género también se utiliza, aunque no con la misma frecuencia y el ímpetu, en el caso de los chicos: Me dice, “ustedes tienen que estudiar, no tienen que dedicarse a las chicas, porque las chicas son perjuicio al estudio”, porque mi mamá me dice así: “que las chicas siempre buscan relaciones sexuales”. (Celso; 16-CBR) P: ¿Qué dice tu mamá respecto a las chicas? Que las chicas ahora son…, está bien ser abierto, ¿no?, pero no ser sin vergüenza y siempre conservar la decencia y las chicas ahora se dejan llevar mucho y es por eso que hay embarazos y demás. Pero es un punto de vista un poco erróneo, pero también es algo que los jóvenes le demuestran a la sociedad. (Rodrigo; 18-CBC) Sin embargo, contrasta con las chicas la actitud que asume la mayoría de los varones, frente a los discursos paternos del espanto. Un ejemplo encontramos en el relato de Simón: P: ¿Tienen miedo de que le embaraces? Viendo a otras personas, así, sí. “Que me hagas llegar a una mujer nomás, te vas de la casa”. P: ¿Te dicen así? Sí, yo en chiste lo tomo. (Simón; 19-CBR) Hemos podido observar en los relatos que el aspecto de la edad y la consiguiente infantilización, es un elemento que coadyuvaría al autocontrol que, además, se articula con la supuesta ausencia del amor romántico. Luego está el tema de la importancia del estudio como un privilegio de su generación, que no se puede echar por la borda, simplemente por un momento de “locura”. Pues, es un desprecio del

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Observamos la dureza en las palabras, que Isabel se imagina, recibirá, en caso de transgresión: “Me has fallado”, “tremenda decepción”, “me harían a un lado”. Pero luego, a propósito de otra pregunta, toma distancia de los discursos de su padre, cuando revela lo que piensa sobre las verdaderas intenciones de lo que le dice:

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sacrificio de los padres, más aún, si ellos mismos no han conocido este derecho. Si bien el discurso de la demonización de las mujeres adolescentes existe, el de la demonización de los varones resulta más efectivo, porque los roles de género imperantes, darían motivos para interiorizar aquel discurso, como lo expresa Mónica: Siempre la mujer pierde, porque al hombre nunca se le va a notar, en cambio a la mujer sí, el hombre de último se puede cagar en todo y la mujer siempre va a ser la afectada, porque siempre manchan el nombre de la mujer. (Mónica; 17-SCC)

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

La ausencia del discurso sobre el deseo femenino se articula a la perfección con aquellos discursos sobre el machismo, que en tiempos de equidad de género no están ausentes en los análisis o los comentarios de los mismos chicos y chicas. De esta manera, a las adolescentes se les apabulla con mensajes para negar sus deseos y decir “no”: en sus casas, en los colegios, mediante los múltiples mensajes, aunque bien intencionados, sobre la violencia de género y el derecho a denunciar; para ni hablar, sobre el morbo con que la prensa sensacionalista reporta las desgracias de las mujeres, víctimas de violencia física, sexual y de feminicidio.

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Esta condición tan vulnerable de las mujeres adolescentes encuentra, sin embargo, una compensación en la sublimación de los deseos mediante la figura del estatus superior al varón50, como “premio” a la castidad: (…) como dicen, hombre es hombre. El hombre después de tener relaciones no tiene, como tiene la mujer, el hombre no tiene dignidad, la mujer tiene que tener dignidad (…). (Laura; 16-SCC)

En palabras de los chicos esta figura, sin embargo, no se asocia de ninguna manera con algún tipo de superioridad, pues, se aborda desde el pragmatismo, es decir, constatando que simplemente se les “obliga” a ellas procurar cierta imagen; imagen que, por cierto, está ausente en la vivencia masculina, pues, se sienten cómodos con el modelo de varón que les toca reproducir: Es diferente, porque si eres una adolescente mujer, y un varón…, si la embarazas a la mujer en tu adolescencia, y si eres varón y eres responsable, ya, buscas un trabajo inmediatamente para mantener a la mujer y al hijo, pero si eres una mujer embarazada, adolescente, mejor dicho, es muy diferente, porque tienes que cuidarte, tienes que cuidar tu imagen, tienes que ser más precavida en todas las cosas, sí, porque es bien fuerte en todo lado eso de la imagen de la mujer. P: ¿Y los chicos no se preocupan por su imagen? Ehhhh, tenemos imagen, pero creo que no nos importa, no. No nos importa mucho. (Diego; 17-LPC) De esta manera, el lenguaje y la carga de emotividad del conjunto de estos discursos distraen la atención de las estructuras, disposiciones y relaciones que oprimen a las mujeres y, en particular, a las mujeres adolescentes. Sin embargo, la interiorización de estos mensajes no suele ser completo y sin algunas transgresiones. Alejandra, al hablar sobre la prohibición de tener enamorado, deja traslucir que asume los mensajes de sus padres parcialmente, pues, oculta el hecho de que tiene enamorado para que no le limiten en su libertad de movimiento y en el tiempo que puede pasar con él:

50 En base a lo que se ha denominado el “Marianismo” (Sonia Montecinos s/f; Norma Fuller 1996).

Pero inclusive va más allá de desoír los sermones aterradores de sus padres, cuando, luego, al preguntarle si alguna vez ha pensado en tener relaciones coitales con el enamorado, responde: P: ¿Tú nunca has tenido algún deseo de tener relaciones sexuales con tu chico? Mm…. P: ¿Sí o no? Sí, ¿no ve? Tal vez por curiosidad. P: ¿A qué edad? Mm, este año ha empezado. P: ¿Por curiosidad querías tener relaciones sexuales con él? Sí, pero (…) como no hemos ido a una casa, a un lugar, entonces no. (Alejandra; 16-CBR) Recordamos que Alejandra, por otra parte, ha preguntado a la entrevistadora sobre la masturbación, reconociendo abiertamente que ella sí se masturba, lo cual ante tanto discurso represivo en su casa, sorprende de alguna manera. Asimismo, insinúa que si tuviera la oportunidad, podría decidir tener relaciones sexogenitales con su enamorado. De modo que hay elementos para pensar que lo dicho por sus padres, “de que se arruinaría su vida si es que se embarazaría”, no le impresiona de manera contundente, dándose permiso para fantasear, masturbarse y, de pronto, tener relaciones sexuales coitales. Pero con la interiorización del tabú, no es impensable que lo haga “de imprevisto” y sin utilizar ningún método

anticonceptivo. Pues, los padres de Alejandra han apostado a evitar que su hija no tenga enamorado. Como el problema mayor es el enamorado, evitan hablar sobre métodos de anticoncepción, sobre la importancia de “la primera vez”, del disfrute y la necesidad de que no se lastime, en fin, de todo lo que Alejandra tendría necesidad de hablar y pensar. El aspecto de la prohibición de tener enamorados, hoy en día, parecería algo anacrónica, pero sucede aún con mucha frecuencia, como hemos podido apreciar. Así también Yesica tuvo un problema por ingenua, al contar en casa que tenía enamorado, pues, el castigo en su caso fue inclusive físico: Antes les contaba que tenía mi enamorado, así, pero…, pero ahora no, no sé. Me han decepcionado, porque..., uno, le contaba y el otro ya me pegaba o me decía algo, que “vos esto, vos lo otro” y ya me echaba en cara todo lo que le había contado y por eso ya no les cuento. (Yesica; 16-LPC) Hay chicos y chicas, por otra parte, que no comentan en casa sobre sus enamorados o enamoradas, porque se crea la expectativa de que es una relación duradera y la gran mayoría no suele estar convencida de aquello: P: ¿Tus papás te preguntan cómo te sientes o si tienes corteja? Preguntan, que si tengo novia, que la lleve a la casa. P: ¿Y la llevas? No, porque no me gusta… No sé, por ahí la presento a mi madre y al otro día terminamos y así… (Rudy; 18-SCC) En Santa Cruz se mantiene en muchas familias, más que todo en el área rural, un acuerdo tácito de que un enamorado se presenta a la familia para recibir un permiso formal de los padres, para poder “caminar” como enamorados. En el caso

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P: Como no saben que tienes chico, ¿hay cosas que prefieres no contarles? Sí, porque no me dejarían salir, porque ahora digo estoy yendo donde mis amigas, estoy yendo a su casa y me creen, pero si les diría que tengo, me dirían “seguro estás con él”. No me dejarían salir, porque hay de algunas que sus mamás ya saben y no les dejan cuando ya saben, ir a muchos lugares. Incluso cuando vas a su casa de tu amiga, ya piensan que no estás yendo ahí; ya no confían tanto. (Alejandra; 16-CBR)

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de las chicas, si es que se aprueba al enamorado, puede tener ventajas, ya que suele significar que se le dé más libertad para salir con el enamorado. Para ellas, por otra parte, cuando el enamorado está de acuerdo en “presentarse”, es un momento importante, ya que representa algún tipo de compromiso por su parte. En el caso de Rudy hemos visto que no se anima (aún) a dar ese paso. Pero en su generalidad, de que los padres conozcan a los enamorados/as, depende mucho de la apertura de aquellos. Es así que en algunos contextos se experimenta como algo positivo, como una oportunidad de disfrutar de más libertad y, en otros, perjudicaría e implicaría lo contrario, menor libertad y mayor control, como también en el caso de Lisa: P: ¿Te permiten tener chico? No sé, pero no lo he dicho [Risas]. P: ¿Pero tienes chico? Me han dicho que sí puedo tener, pero es difícil si les puedo presentar, pero no sé, a veces mucho me controlan, también da miedo presentarles. (Lisa; 16-CBC)

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Respecto al tema de control de los padres sobre las hijas, hay varios chicos, cuando se les pregunta sobre aspectos de la equidad de género, que se refieren a este aspecto como un ejemplo de desigualdad entre mujeres y varones adolescentes. Pues, evidentemente, en su caso les interesa que haya un trato más igualitario entre hijos varones e hijas mujeres:

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P: ¿Te acuerdas de alguna situación incómoda en alguna de tus relaciones? Cuando uno está en pareja y quiere salir, pero a veces no la dejan sus padres y para que la dejen tiene que irnos acompañando su hermana y a veces que su hermana se quería ir y ya teníamos que irnos. La hermana tenía 12 años. (Manuel; 17-SCR) P: ¿Pero en qué situaciones aparece el hermanito?

Bueno, cuando ya, cuando le quieres besar, ¿no? (…) Cuando estoy con ella y de repente se aparece y bueno ahí me siento incómodo. Se la lleva a su hermana y bueno no me deja estar con ella, ¿no? Me siento enojado, ¿no? (Nicolás; 16-CBC) A propósito de estas temáticas, de relaciones de pareja en la adolescencia, se hace evidente que la educación sexual no puede reducirse a dar información sobre métodos anticonceptivos, que a lo mucho es la idea que se suele tener al respecto. Pues, si bien a pesar de todo, los y las adolescentes, en su gran mayoría, afirman disfrutar de muchas libertades, los mensajes con respecto a lo que es permitido y no permitido, lo que es peligroso y no es peligroso, lo que es moralmente bueno y moralmente malo, se constituyen en laberintos cuyos muros obstaculizan el poder saber por dónde están las salidas, es decir, las mejores opciones para decidir en función del bienestar y el disfrute sin percances, por parte de cada adolescente.

Embarazos no deseados Ellos piensan que vamos a cometer errores Hay dos aspectos que intervienen primordialmente para que los y las adolescentes que han participado en la investigación puedan tomar decisiones “racionales” respecto a la prevención del embarazo. Uno es contar con información sobre los métodos y saberla aplicar. No hay mayores obstáculos al respecto, ya que la mayoría de los y las adolescentes conoce métodos y, en el caso del condón, todos y todas saben que es muy efectivo para evitar un embarazo; una gran parte de los chicos y chicas comenta también que su uso protege contra las ITSes y el VIH/Sida. En algunos casos se menciona que quisieran tener más información para estar más seguros/as, pero si hay decisión, saben que es posible acceder a la información que necesitan obtener. Así también Manuel, del área rural de Santa Cruz tiene sus ideas al respecto:

El otro aspecto gira alrededor de las trabas internas, subjetivas, que no permiten concebir la idea de tener relaciones sexuales coitales y anticipar a aquello. Como ya hemos podido constatar, una de estas trabas consiste en la interiorización del tabú sobre esta práctica sexual.

cuando mi papá la rechazó. Después a mí me hablaron, me dijeron “bueno tú eres la segunda hija que tenemos y no nos gustaría que pase lo mismo porque no queremos perderte”. Y sí, yo soy la única que vive con mis papás, mis dos hermanos ya se fueron, como hija única ya me miran… Así que me dicen “no hagas eso, siempre contános lo que te pasa y siempre cuídate. Si tienes tu enamorado, siempre y cuando te respete, pero a esta edad no”. (Lucía; 16-CBR).

Al respecto, hemos podido observar que hay un grupo pequeño, de chicos y chicas, para quienes este aspecto del tener relaciones sexogenitales o no, se aborda en casa a partir de un hecho familiar: el embarazo de una hermana, unas primas, relativamente jóvenes, de unos hermanos que se vieron obligados a juntarse “a temprana edad”, porque su enamorada se embarazó. Si se trata de una hermana, el impacto es mayor, porque aparte del hecho en sí, que es más difícil que esta hermana termine los estudios, se considera que es una vergüenza para la familia y se aumenta la gravedad de esta vergüenza si no se junta con el padre de su hijo, hija.

Este relato se compone de varios elementos. La hermana ha defraudado a los padres, siendo que ellos se sacrificaban por ella, como comentaba en otro momento de la entrevista. En la cita de arriba, el padre se pregunta en qué ha fallado él, asumiendo que la responsabilidad por lo sucedido es también de él como padre. Su error, desde su óptica, consistirá probablemente en haberse descuidado en cuanto a la vigilancia de su hija, de no haber hecho el suficiente esfuerzo por inculcarle ciertos valores, etc. Luego, Lucía comenta cómo su padre le encargó no caer en el mismo error que su hermana: “si tienes tu enamorado, siempre y cuando te respete, pero a esta edad, no”.

Veremos a continuación cómo gravitan estos hechos en la subjetividad de algunas chicas y algunos chicos. Tenemos a Lucía, cuyo relato nos da pautas sobre el peso de “la responsabilidad” que puede representar el embarazo de una hermana:

A continuación, la entrevistadora le hace una pregunta por la cual se aclara que el embarazo en sí, es decir, las consecuencias, por ejemplo, en términos de las posibilidades de estudio, no es el mayor problema; se trata, en primer lugar, de la vergüenza que representa el hecho de haber tenido relaciones sexuales:

(…) era la hija que él más quería, porque era su primera hija. Entonces, ha reaccionado mal, lloró, no quería verla a mi hermana. Porque dijo “no, una de mis hijas no podría hacer eso, ¿qué es lo que hice?”. Entonces, se lamentaba mi papá. (…) No, reaccionó mal, le hizo llorar a mi hermana, le habló, le dijo “¿por qué hiciste eso? Yo les daba de todo”, cosas así y, bueno, le dijo a mi hermana de que le pida perdón. Sí, sufrió mi hermana, sufrió

P: ¿Cuál ha sido el motivo principal para que tu papá se enoje así con tu hermana? ¿Ha sido el que se embarace y, por tanto, toda su vida futura se le complique o lo que le ha indignado y que no podía entender tu papá era que la hermana había tenido relaciones sexuales? Yo creo que porque sabe mi papá que ha pasado por esa etapa donde ella ha tenido relaciones sexuales. Yo creo que eso es lo

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(…) les hablaría de sexualidad [a mis hijos]. Empezaría de los 10, porque últimamente…, los chicos no hay que decirles, qué tienen que hacer, sino cómo, porque ya saben todo… (Manuel; 17-SCR)

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que más le molestó, porque no se esperaba mi papá que ella tuviera relaciones sexuales y después quede embarazada y de allí llega el problema de que mi papá no le aceptaba. Yo creo que, para mí, en esa parte es lo que más le ha molestado a mi papá, que tuviera relaciones… (Lucía; 16-CBR) Es así que el problema mayor no consiste en lo concreto, en la reducción de oportunidades de estudio para la hermana y ni siquiera en el hecho de que el padre, dentro de unos años no podrá experimentar el mismo orgullo de su hija por no haber logrado ser profesional; no, el problema está en la vergüenza, algo intangible, que se sitúa en el plano simbólico del prestigio social. En el relato de Mariela, que también tiene una hermana que se embarazó de modo imprevisto, pareciera que sí se pone el acento en las consecuencias muy concretas en la vida de una hija adolescente:

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

(...) yo digo que mi papá tiene razón; tal vez no quiere que a mí me pase lo mismo que a mi hermana. Hay veces que ella quiere hacer algo pero no puede porque ya tiene su familia y él no quiere que me pase lo mismo. Quiere que yo salga adelante. Sí, yo le apoyo. (Mariela; 17-LPC)

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Mariela enfatiza que el papá tiene razón al advertirle sobre el peligro de un embarazo y de tener un enamorado; no se refiere a lo que ella piensa al respecto, es decir, en su comentario está central la palabra de autoridad de su padre. Sin embargo, en otro momento de la entrevista, lo sucedido con la hermana se enfoca desde el registro de la moral, aunque en este caso, con la moral de los padres, es decir, con la doble moral: P: Y ¿qué será lo más feo de ser adolescente? Lo más feo digamos…, cuando eres joven puedes cometer errores pero, en esa parte, tus papás no te entienden, como

si ellos no hubiesen pasado por lo mismo. Digamos, tú te equivocas o tienes algún tropiezo como hoy en día, hay señoritas que se embarazan a temprana edad, como por ejemplo mi hermana, así; hay papás que no le entienden, que les botan de la casa y todo. Cuando eres joven no tienes el derecho de decir “tú has pasado por lo mismo”. Yo no…, yo sé que está mal, pero como padres deberían apoyarlos en esa parte y ellos mismos darnos ejemplos y no sólo juzgarnos. (Mariela; 17-LPC) Mariela, como muy pocas adolescentes mujeres, tiene presente que a las hijas se les exige no equivocarse en nada, mientras que muchos padres no pueden presumir de haber actuado siempre de modo intachable. Su actitud crítica probablemente se debe a la situación familiar, sobre la cual no contamos con más detalles que éstos: (...) mi mamá el año pasado me ha contado: él no es mi papá, que a mí me ha dado la vida; tampoco mis hermanos son mis hermanos, pero yo igual los quiero. El es mi papá y yo he crecido con él. (Mariela; 17-LPC) A la luz de la historia de la hermana o más bien, de la hermanastra, el conflicto con el que en realidad es su padrastro, queda manifiesto, cuando comenta: Sí, yo hablo con mi mamá, por esa parte mi mamá me entiende. Sabe que tengo mi enamorado; mi enamorado viene a mi casa, nos visita, a veces cocinamos. Mi mamá cocina con él; sí, mi mamá sí me entiende. P: ¿Y tu papá? No [risas], mi papá no [risas]. No sabe que tengo enamorado, me mataría. (Mariela; 17-LPC) De modo que también en el caso de Mariela, ella es muy consciente de que pesa sobre su cabeza

Luego tenemos a Valeria, que comenta que unas primas que se embarazaron antes de terminar sus estudios, son el motivo para que a ella le adviertan constantemente que no cometa los mismos errores, más que todo a propósito de algún permiso para salir: (…) “estás viendo la experiencia de tus primas. No quiero que suceda lo mismo contigo. Te estoy dando una oportunidad, pero tampoco sobrepasarse de la confianza (…). Por eso, no cometer esos errores, seguir adelante con los estudios”. Si no habría confianza con mis papás, todo sería distinto, ya no sería igual. Eso me decían (…). (Valeria; 16-CBC) A Valeria la intimidan con un ingrediente, aún no mencionado, del discurso represivo: el de la confianza que se le está depositando. La confianza que le brindan los padres, en términos de algunos “privilegios” de libertad, constituye un bien, cuya valoración se expresa mediante la obediencia. En el caso de Valeria le hablan de la siguiente manera sobre lo que debería evitar para no caer en desgracia: P: ¿Has hablado alguna vez sobre sexualidad con tu mamá? Sí, pero no mucho, así a fondo no, sólo de una manera que, no sé, una manera un poquito compleja. Es que también ellos tienen miedo de hablar con nosotros de eso. Ellos piensan que vamos a cometer errores y eso. “No des gusto a tu cuerpo” y así. “No te dejes llevar”, pero no así a profundidad. (Valeria; 16-CBC) Observamos que a Valeria le resulta complejo, tal vez confuso, lo que le dice su mamá. Pero este mensaje, “no des gusto a tu cuerpo”, en realidad lo podríamos calificar como uno de los más “pertinentes”, pues, es la única madre que habla claro, en cuanto al meollo del asunto: que las mujeres

también tienen sus impulsos, hormonas alborotadas, debilidades de la carne, etc. Pero es entendible que a Valeria le pueda parecer un mensaje muy escueto, si no se explica algo más sobre lo que le pasa a ese su cuerpo y en qué puede consistir ese su gusto. Probablemente la madre de Valeria decide nombrar algo, dejando sentado la noción de peligro, porque explicaciones más amplias podrían suscitar más bien las ganas de experimentar ese gusto, coincidiendo con otros padres: para no “incitar”. Como consecuencia, Valeria saca algunas conclusiones sobre la conducta a seguir, como ya señalamos, asumiendo la intención de la absoluta obediencia: No faltarle el respeto, digamos, de una manera de que te den confianza. No debes perder esa confianza: llegar cuando te dicen, hacer caso. No cometer errores que después te puedas arrepentir; pensar las cosas antes. No cometer locuras que después tienes miedo de decirles a tus papás (…). (Valeria; 16-CBC) Un tema que ya abordamos ampliamente, la fragilidad del cuerpo, es algo sabido y natural en el caso de los varones. Se aborda nuevamente en el relato de Adrián, que ha tenido hermanos que se han juntado con su enamorada por un embarazo, también antes de terminar sus estudios. En contraste a Valeria, él no está tan seguro si podrá cumplir con los mandatos de abstinencia respecto a la práctica sexogenital: (...) la vida es bien … este pues… Nuestro cuerpo es bien frágil y no hay caso de controlarse. Y no sé, ni cómo también me irá a mí. Es que mis hermanos hablaban de estudiar y estaban estudiando y, de ahí se han ido a otros caminos, sí. (Adrián; 17-LPR) Observamos, de este modo, que entre hermanos es más fácil relativizar “el error” cometido, porque en su caso el cuerpo “pide” con mucha más urgencia y eso, a pesar de que los mensajes no sean menos claros que en el caso de las chicas:

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la espada de Damocles ante la posibilidad de que en algún momento se embarazara.

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(...) “estoy con esa chica”, le he dicho a mi mamá… “¡Cómo vas a estar andando así, vos tienes que estudiar!”, me decía mi mamá, así. Pero yo: “si ya estoy entrando a época de joven”; así también le he dicho a mi mamá. P: ¿Y qué te ha contestado a eso? Sí, pero “vas a estar andando con cuidado. Cuidado que caigas como tus hermanos”. Ese siempre me ha dado… ese consejo, sí. (Adrián; 17-LPR) Se percibe reiteradamente que las recomendaciones de los padres, para que se evite un embarazo, no suele tener el mismo efecto que en las chicas. Adrián cuenta en casa que tiene enamorada; luego, ante la desaprobación de su madre, discute con ella, haciéndole ver que ya tiene edad para eso. Finalmente, aunque también expresa tener miedo, está a punto de proponer a su enamorada tener relaciones: (...) no hemos hablado, pero…….., según yo estaba pensando…… P: A ver, ¿qué estás pensando?, ¿tener relaciones? ¡Aja!... tener sexo... pero que sea con mucho respeto y si ella no quiere, yo tampoco obligarle y… según de cómo ella es, ¿no? (Adrián; 17-LPR)

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Pablo, cuyo hermano igualmente se juntó muy joven por asumir la responsabilidad como padre, transmite de manera similar el ánimo que hubo en su casa al respecto:

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(...) tampoco ha acabado sus estudios, ni ha salido bachiller; ha ido al cuartel y ya. No ha acabado sus estudios. P: ¿Y qué piensan tus papás de eso? Están decepcionados, porque le han ayudado en todo lo que han podido y él no ha sabido aprovechar (…). (Pablo; 17-LPC) Con esta experiencia, sus padres, en sus recomendaciones también le hacen recuerdo que

se cuide, para que no le pase lo mismo que a su hermano: P: ¿Qué te recomiendan? ¿Qué te dicen? Que no ande mucho con chicas, con chicas malas más que todo; con esas chicas que toman, porque tienen miedo que yo haga una tontería, como embarazar a una chica (…). (Pablo; 17-LPC) Advertimos que los padres no les hablan a sus hijos adolescentes varones en términos de “vergüenza” para la familia, cargándoles con una responsabilidad enorme para que no se repita el mismo problema. A Pablo le hablan sobre la transgresión, calificándola de simple “tontería”. De este modo, a Adrián no le cuesta ser sincero y manifestar que, al igual que sus hermanos, podría fallarles a sus padres. Pablo, por su parte, ya tuvo la primera relación sexogenital, utilizando preservativo y, según su narración, no fue un episodio sin meditación alguna: P: Y ¿qué han conversado? Que sí tenía miedo ella. Ella también me ha preguntado, si tenía miedo yo, qué iba a pasar después, nada… Sí, eso, si los dos estábamos seguros de lo que íbamos a hacer; eso, sí. (Pablo; 17-LPC) En cuanto a las chicas, cuyas narraciones analizamos más arriba, una de ellas, Valeria, afirma que piensa firmemente tener relaciones recién de casada: P: ¿Cuándo piensas que estarías lista? A ver, cuando tenga una relación firme, pero las relaciones ya serían para una persona casada, para personas que se hayan casado. Yo creo que en ahí estaría bien. No sé, tu virginidad entregarle a alguien que, tal vez, se vaya; eso sería distinto. Cuando te cases; cuando tengas una relación sentimental, amorosa. Yo pienso así, cuando te cases, en ahí tener

De esta manera advertimos que Adrián y Pablo se expresan desde su vivencia cotidiana y, por tanto, de forma más realista, que las chicas. Adrián asocia la idea de tener relaciones sexogenitales, con el aspecto de la libre decisión por parte de ambos. Pablo ha resaltado en la narración sobre su “primera vez”, el diálogo previo con su enamorada, entre otros, sobre los miedos de ambos, sobre el después, etc. Valeria, sin embargo, pensando en la posibilidad de tener relaciones sexogenitales, nos habla sobre la virginidad, el amor y el matrimonio. Es decir, su argumentación es ideológica, moralista y encerrada en un universo simbólico que le permite mantenerse “fiel” al mandato de su madre: los gustos del cuerpo se disfrutarán con un esposo; es decir, después de haber cumplido con el sagrado sacramento del matrimonio. A las otras dos chicas, Lucía y Mariela, se les hace notar que se puede tener relaciones con protección y se les pregunta si no han pensado en aquello. Las respuestas fueron las siguientes: Yo creo que se molestarían mucho, a pesar de que supieran que me estoy cuidando y toda la cosa; pero, en su mente de ella, siempre estaría “no”, de que “no”, porque, bueno, también sería eso; porque ella no sabe, digamos, de esas protecciones, de cómo es el cuidado, porque ella no ha pasado por eso. Yo me pongo a pensar eso porque ella igual me comentó que ella no sabía nada de eso. Y no, a pesar de que supiera que me estoy cuidando, no le gustaría. (Lucía; 16-CBR) (...) estaría bien, siempre y cuando yo no me perjudique en mis estudios y yo esté igual sana como antes, como si no hubiera pasado, para que mis papás no se decepcionen de mí, porque lo importante es que tus papás no se decepcionen

de vos, porque ellos nos dan todo para estudiar y nosotros les decepcionamos de esa manera y no debemos decepcionarlos. Mayormente nunca he tenido esa curiosidad de tener relaciones sexuales, por mis papás. Yo no quiero decepcionarlos como mi hermana, pero si los jóvenes y las señoritas no cambiaran nada, teniendo relaciones sexuales, yo creo que estaría bien. (Mariela; 17-LPC) Mariela piensa que, evitando el embarazo, puede tener relaciones sexuales coitales. Ambas enfocan el tema desde la posible reacción de los padres. Pero a diferencia de Mariela, Lucía mantiene el discurso sobre la prevención de un embarazo no deseado, en el marco de la abstención. Pues, ya vimos que en su caso el mayor peso está en el tema del prestigio social, en la verguënza. No le cabe que podría ocultar la transgresión mediante el uso de un método anticonceptivo. No es capaz de pensar y actuar de forma autónoma, reconociendo que ella cuenta con conocimientos que su madre, desde su experiencia, no confía (aún). No es casualidad que Mariela aborde el tema de la toma de decisiones respecto a las relaciones sexogenitales, desde la prevención de un embarazo, cuando nos enteramos que su madre también es coherente y pragmática en la orientacion que da a su hija, para que no se perjudique: Mi mamá y mi amiga, siempre me dicen que si yo decido tener relaciones sexuales con mi pareja que me cuide; que él siempre use protección (…). Mi mamá me dice que si él me quiere, me va a saber respetar y esperar hasta que yo esté lista para tener relaciones con él. (Mariela; 17-LPC) Como muy pocas chicas, Mariela transmite que tiene una base de confianza con su mamá. Así también conoce métodos: P: Y ¿tú conoces las formas de protección? Sí, varias formas, digamos el condón,

Hallazgos

relaciones. Te casaste, entonces bueno pues, ya es momento de otra etapa. (Valeria; 16-CBC)

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la T de cobre, el condón para mujer, el calendario, pastillas anticonceptivas, eso. P: ¿Y sabes cómo funcionan? Sí, el calendario es cuando te baja tu menstruación. Tienes que, o sea, en tu calendario tachas los días que te baja; luego, tienes que esperar tres días y sólo tienes tres días para tener relaciones; después todos son fértiles o algo así me han explicado. Pero eso dice que funciona con las señoritas que les baja regularmente su período en una fecha y a nosotras, a las adolescentes, no les pasa eso porque nuestras hormonas están alborotadas y no nos baja en la fecha indicada. (Mariela; 17-LPC)

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Mariela ha comentado, como hemos visto, que utilizaría un método al tener relaciones sexuales y tiene la información al respecto, además del visto bueno de su mamá. Podríamos interpretar que la sombra del papá que, en realidad, es el padrastro -que la mataría si supiera que tiene enamorado-, le impide decidir tener relaciones coitales, porque el novio se lo pide, pues, ya están enamorando un año. Sin embargo, de tanto en tanto, aparece en la narración, la voz de una tía que es cristiana, que cumple para ella el rol de una segunda madre:

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Hmmm… yo digo… Yo tengo 17 años (…) Estamos ya un año y no puedo decir que estoy realmente enamorada, así como para tener relaciones con él. A mí siempre me han dicho, no mis padres, sino mis tíos y los demás, siempre me han dicho que tener relaciones sexuales sólo con tu enamorado. Además, a esta edad, pueden pasar cosas aunque te protejas; no es 100% seguro y me han dicho que siempre me aleje de esas cosas. Más bien mi enamorado me apoya en esas cosas. (Mariela; 17-LPC) Reiteradamente escuchamos el argumento, con mucho énfasis, de que ningún método es seguro, cuando el chico o la chica entrevistada señala ser de una familia cristiana. En este caso, advertimos que a

Mariela le es muy dificil tomar una decisión. Por un lado, cuenta con una madre que le “da permiso” y, por otro, tiene al padre/padastro a quien ni siquiera puede confiar que tiene enamorado; además de tener una tía que le debe repetir una y otra vez que ningún método anticonceptivo es seguro. Otro motivo para no querer hacerlo podría ser que fue abusada de niña por un primo y un hermano, aunque ella no lo asocia en ningún momento. Pues, recién lo comenta cuando se le hace una pregunta al respecto: P: ¿Alguna vez de niña o siendo ahora adolescente te has sentido incomóda por miradas de una persona desconocida o un pariente? Sí, cuando vivía con mi tía. Mi primo venía y dormía conmigo. Se entraba a mi cama. Yo tenía 7 años y me decía: “me hace frío”. P: ¿Cuántos años tenía tu primo? Quince. (...) Se metía en mi cama. Para mí, yo no sabía si estaba bien o mal; sólo me asustaba y me dormía. Ha pasado varias veces hasta que lo he contado a mi tía y mi tía le ha mandado a mi primo a Tarija. Mi tía me ha dicho que no me preocupe, que no ha pasado nada. Me ha llevado al ginecólogo y que estoy bien pero, a veces, pienso: “¿cómo mi propia familia me va a hacer eso?” P: ¿Y al final pasó algo? No, pero en una ocasión sí con mi hermano, el que se ha muerto. Cuando tenía 8 años, no me acuerdo muy bien de él, me han dicho que se había muerto, pero yo no he sentido nada, porque sabía que él había hecho mal, ¿cómo llorar por alguien que me ha lastimado? Ha abusado de mí cuando él tenía 18 años. P: ¿Y has contado esto a alguien? No, no he contado nada; sólo a mi amiga. ¿Cómo le podría decir a mi mamá? “mira, tu hijo…”. En todo caso mi hermano ya se ha muerto, ¿para qué hablar del tema? (...) Cuando se lo he contado a mi amiga, me he

De esta manera, cuando hablamos sobre temas de salud sexual y salud reproductiva de adolescentes, así como sobre derechos sexuales y derechos reproductivos, nos percatamos de que nuestros abordajes suelen ser muy racionales y estrechos y no logramos aprehender la inmensidad de los sentimientos y heridas que hacen a todo aquello. Con razón, a Mariela, cuando en su casa le quieren insinuar algo sobre la moral de su hermana, que se embarazó a los 20 años, se le puede ocurrir pensar en la doble moral, de la cual ella fue víctima. En cambio, hemos visto que a Lucía nada pareciera confundirla o hacerla dudar. De este modo, es entendible que, al principio de la entrevista, no se animara a revelar su gran secreto, si en su casa le sermonean constantemente sobre los peligros de tener enamorado: P: ¿Ahora estás con alguien? Sí, ahora sí. P: ¿Hace cuánto estás? Bueno, ya va a ser un año y nueve meses. P: Un montón de tiempo. Al principio me has dicho que estabas sola… No me sentía segura. (Lucía; 16-CBR) Por todo el drama que hubo en su casa, alrededor del embarazo de su hermana y teniendo ya casi dos años un enamorado en secreto, Lucía despliega una serie de mecanismos de autocontrol, “para no caer en lo mismo”. En su caso, la capacidad de autocontrol se refuerza al compartimentar lo permitido y lo prohibido según la edad, como si fuera algo neutral, objetivo, que no tuviera relación con su adscripción sexual, otorgada por género, con los consiguientes mandatos de “decencia”. Pues, llama la atención que el término “edad” aparece en muchísimas

oportunidades en su narración; término que se articula con “el no saber”, “el no poder saber”, las barreras del conocimiento, claro está, “para no hacer”: -

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A los 20 años tuvo su hija y a pesar de que no sabíamos nada, pero a mí me parece una idea donde ambos deberían ser responsables. No sé, cuando ya salieron profesionales, tuvieron a su hija, a esa edad; sí, me parece; pero a su corta edad, no. Así que me dicen “no hagas eso, siempre contános lo que te pasa y siempre cuídate. Si tienes tu enamorado, siempre y cuando te respete, pero a esta edad, no”. No me sentía culpable [de tener chico]. No tenía por qué sentirme culpable. Yo creo que lo hacen por mi bien. Siempre me están hablando ahí que no debería tener y sí, tienen razón, porque ellos piensan, ¿no?, de que si tienes a esta edad tu enamorado, vas a quedar embarazada. P: ¿En el futuro te gustaría tener hijos? Puede ser, pero cada cosa en su momento. Me gustaría tener, pero saliendo profesional. Ahí sí puedo decir: “que venga lo que sea”. Tener a esta edad, no. La verdad no me gustaría tener a esta edad, pero cuando ya fuera profesional, sí. P: ¿Y alguna vez te ha dado curiosidad, has querido, has pensado en algún momento que lo harías? Bueno, sólo he visto algunas veces, tal vez en novelas, pero no tengo esa curiosidad. No, la verdad, no. Yo sé que para hacer eso hay que pensarlo mil veces ya que, en esta edad, no sé cuidarme muy bien. P: ¿Tú exploras tu cuerpo? ¿Te tocas para saber dónde se siente placer, dónde no sientes placer? No. Tal vez cuando era chiquita, porque se da mucho con los niños; pero en esta edad, no. P: ¿Cuándo tú podrías decidir tener sexo? Bueno, en el momento en que estuviera más preparada, ya supiera perfectamente lo que es el cuidado, el utilizar el condón y todas

Hallazgos

sentido más aliviada, pero siempre hay momentos en los que me acuerdo y me siento mal. “¿Cómo un familiar me va a hacer eso?” Sí, me siento mal a veces, pero no puedo seguir guardándo rencor por alguien que ya no está aquí. (Mariela; 17-LPC)

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¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

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esas cosas. A la edad, no sé, de los veinte y tantos, puede ser; pero a esta edad, no. - P: ¿Conoces a alguien que tenga más o menos tu edad que ya sea padre o madre? ¿Qué te parece eso? La verdad, a mí me parece una responsabilidad muy grande. (…) Cuando tienes tu hijo ya no es lo mismo y a esa edad me parece algo muy…, no sé cómo decirlo; pero no me parece a esa edad. - P: ¿Conoces chicos que se hayan negado a ejercer su paternidad, que se hayan escapado? Bueno, de conocer… Bueno, la chica ya es mayor pero, ahora, ya tiene un poco más edad… Pero, esa vez, tenía 18 años; tiene ya su hijo, pero el papá se ha negado y, ahora, su papá es otra persona, si no me equivoco. - P: ¿Cuándo vas a poder tener pareja, según ellos? Bueno, yo creo que a los 18 años. Bueno, más que todo desde los 18 años, a su parecer de mi mamá. P: ¿Por qué a los 18? Ellos piensan que a esa edad eres más responsable; ya sabes cuidarte… “Ya vas a ser un poco más mayor, y a ésta no, porque eres aún muy niña”. - P: ¿Crees que hay muchas personas de tu entorno, de tu edad, que ya hayan tenido relaciones sexuales? Una persona sí. Me contaron que tuvo. Hubo un chisme de que tuvo y toda la cosa. De mi edad no; pero conozco a personas que tuvieron, pero de 18, así. - Claro, de hablar, le hablan de algunas cosas, “no vas a hacer esto”. Más se preocupan por mí, porque soy menor de edad; también porque soy mujer. De ese lado, más importancia me dan a mí que a mi hermano. (Lucía; 16-CBR) Lucía, a la edad que tiene y con un enamorado a escondidas -pues, la prohibición siempre va de la mano con la ocultación-, no puede aún saber cómo se utiliza un condón. La edad para poder

saber cómo se usa, tiene que coincidir con la edad en que ella sale profesional, como dice, a los veinte y tantos años. Para poder disfrutar de relaciones sexogenitales tiene que estudiar, ser curiosa, adquirir conocimientos, que darán a sus padres la satisfacción de tener una hija profesional, inteligente, capaz, además de decente. Sin embargo, la inteligencia, el saber, la curiosidad, son cualidades peligrosas para una hija mujer, si se emplean para actuar con libertad, utilizando los medios que existen, para el goce de la sexualidad y de las prácticas que se le antojan. Pues, no puede ser que a las mujeres que disfruten plenamente de su sexualidad no se “les castigue” con la maternidad. De esa manera, Lucía tiene una madre que no le habla sobre ninguna forma de prevención de un embarazo. Recordamos lo que mencionaba sobre aquello: (…) ella no sabe, digamos, de esas protecciones, de cómo es el cuidado, porque ella no ha pasado por eso. Yo me pongo a pensar eso, porque ella igual me comentó que ella no sabía nada de eso. (Lucía; 16-CBR) Si la madre de Lucía le dice que ella no “sabía” nada “de eso”, es que ahora sí sabe. Pero se deja entender que Lucía no puede o no debe trascender el destino suyo, ni el de su otra hija que se embarazó a los 20 años, porque el placer sin culpa ni castigo, es cosa de hombres. Lucía, de esta manera, renuncia o no se imagina tener relaciones sexogenitales, para mantener una identidad pura que asegure la honorabilidad de su familia. Finalmente, no podemos pasar por alto que la focalización exclusiva, del discurso de algunas chicas, en la prevención de los embarazos mediante la abstención de la práctica de las relaciones sexogenitales, resulta a momentos en una exacerbación tal, que en la narración de Lucía el peligro de un embarazo represente una cuasi negación de lo que puede significar el impacto emocional de una violación:

Un embarazo no deseado y una violación, son los aspectos que Lucía aborda a partir de “los riesgos” que corren las mujeres. Expresa, como señala Amber Hollibaugh, que “las mujeres en nuestra cultura viven con el temor sexual como una segunda piel” (Citada en Villalba s/f). El ejemplo de la violación, por un lado, subraya la noción de la sexualidad coitocéntrica y heteronormativa. Por otro, a pesar de que la maternidad no es parte del discurso de las adolescentes mujeres, su construcción social de género no les permite considerar que solamente se tiene un cuerpo “dotado” para la reproducción; es decir, que la maternidad también podría ser consecuencia de una decisión que se tome libremente. De esta manera, la noción de sexualidad de muchas adolescentes, aún hoy en día, no se está dando en el marco de la condición “potencial” de la maternidad, perpetuándose la configuración tradicional de cómo se vive o entiende el hecho de ser mujer desde el punto de vista simplemente reproductivo.

Por amor a Dios, no te hagas líos con mujeres Aparte de Adrián y Pablo, hay un número considerable de chicos que mencionan que, en su casa, se les habla sobre el perjuicio que se causaría al embarazar a una chica. A veces también se les puede hablar en tono amenazante, pero como decíamos, no les afecta como en el caso de muchas chicas.

Sin embargo, no podemos concluir que los chicos reaccionan todos de la misma manera que Simón. Manuel, por ejemplo, transmite sentir una responsabilidad muy grande, parecida a la de las chicas que tuvieron una hermana que dejó de estudiar por el embarazo, ya que a su madre, antes de morir, le prometió que terminaría los estudios y, por tanto, no embarazaría a una chica: P: ¿Hay momentos en los que te sientes culpable, porque haces cosas que tus abuelos piensan que no deberías hacer? Sí, me siento culpable, porque a mi mamá, antes de morir, le hice como una promesa; digamos, que por lo menos yo, (porque mis hermanos no salieron de bachiller) iba a salir bachiller. Que sí iba a tener corteja, pero que no me iba a meter a mujer y, ahora, yo me sentí culpable cuando tuve mi primera relación. Dije, “¡qué hice! Yo prometí no meterme a mujer y por ahí hay un embarazo no deseado y ¿qué va a pasar conmigo?” (Manuel; 17-SCR) Manuel no usó, en esa “su primera vez”, protección; pero su enamorada tomó unas tabletas que le hicieron pasar el sofocón: (…) como hay harta tableta y ella se tomó, pero fue después… Cada tableta costaba 50 bolivianos. (Manuel; 17-SCR) Por otra parte, cabe destacarlo, dos chicos refieren que en su casa no solamente se les advierte sobre el problema de la paternidad no deseada, sino que también les hablan de que tengan cuidado de no hacer daño a ninguna chica. En el caso de Joaquín se apunta exclusivamente a la posibilidad del embarazo y en el caso de Luis se aborda más bien el tema de los sentimientos: (…) que tengo que cuidarme, más que todo; que el fregau no soy yo, que el que la frega uno es a la mujer; que eso uno tiene que pensar. (Joaquín; 17-SCC)

Hallazgos

Más se preocupan por mí porque soy menor de edad; también porque soy mujer. De ese lado, más importancia me dan a mí que a mi hermano. P: ¿Crees que las mujeres corren más riesgo? Para mi punto de vista, sí. Más corre riesgo la mujer, porque, bueno, si alguien abusa de vos ya quedas embarazada, pero si abusan de un chico no va a quedar embarazado. Obviamente, más corre riesgo una mujer. (Lucía; 16-CBR)

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(…) “por amor a Dios no te hagas líos con mujeres. No enamores a alguien mientras tú no sientas nada, ¿a ti te gustaría que te hagan eso?”. Me dice, “si vas amar a una persona, ámala con el corazón para que cuando, digamos, todo termine y des todo y ya no te quede nada, digas, di todo, estoy feliz con eso, pero si no ha funcionado eso no es mi culpa. Si es que ella te hace daño, la que va a matar el amor no eres tú. Te apuesto que no vas a ser tú”. Yo le digo: “¿pero si yo me equivoco?”. “Todos somos humanos”, me dice. (Luis; 19-CBC) El reconocimiento de que los hijos/as pueden equivocarse, pero que eso no signifique que no tengan la libertad de decidir por sí mismos/ as sobre aspectos importantes, propios de su edad, es una noción que está poco presente en el diálogo con los hijos e hijas. En el caso de ellas es algo muy excepcional:

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

P: ¿Y en qué notas que te comprenden tus padres? Hablando. Cuando les hablo de las cosas, por ejemplo, de las cosas que yo hago; a veces las hago mal, a veces las hago bien y ellos comprenden que nadie es perfecto y que también una se equivoca. (Fabiola; 15-LPC)

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Si anteriormente mencionamos cómo “la confianza” puede ser utilizada como una amenaza para asegurar la obediencia, en el caso de algunos chicos el término se utiliza con una connotación muy distinta, al apelar a la responsabilidad propia y a la capacidad de discernir qué conviene y qué no. Los padres de Diego también le hablan en palabras duras pero, al mismo tiempo, fomentan la autoconfianza: (…) “depende de vos si te cuidas o no, o si te arruinas”, me han dicho. (…) Siempre nos aconsejan: “elegí bien tus amistades; confía en tí mismo para tomar

tus decisiones, y si quieres preguntar a alguien, pregunta, pero analiza también sus respuestas; no la tomes tan rápidamente”, me dice. (Diego; 17-LPC) Hace como dos años que me dejaron a la de mí, digamos. Mis decisiones las tomo yo; lo que quiera hacer lo decido yo. Me dieron el camino libre, pero siempre me inculcan lo bueno y lo malo, las amistades, la clase de amigos. (Rudy; 18-SCC) Una de las tareas principales de los y las adolescentes consiste en alcanzar una mayor autonomía. En general, se dice que alguien es autónomo cuando asume la responsabilidad básica respecto a su propia vida: cuando aprende a confiar en su forma de pensar y razonar, en su esfuerzo para cubrir sus necesidades y alcanzar sus metas. Esto tiene lugar cuando él o ella, por sí mismo/a toma decisiones y no por la exigencia o la aprobación de otras personas. Desde esta perspectiva, la tendencia de una mayor infantilización de las hijas, se refleja en una mayor dependencia y necesidad de no arriesgarse, en la falta de confianza en la decisión propia, como veremos también más adelante.

Jamás escuché que haya sido por voluntad propia Salvo un solo chico, que menciona que hay chicas de su edad que quieren embarazarse, todos/as los/as adolescentes, participantes en el estudio, piensan que no hay chicos ni chicas que a su edad busquen el embarazo. Estas son algunas opiniones que se han dado al respecto: (…) tener un hijo joven te arruina. O sea, que las metas ya no podés cumplir (…). Tuve amigas que dejaron de estudiar por atenderlo. Jamás escuché que haya sido por voluntad propia y he escuchado a unas siete amigas cercanas, contando dos en el colegio. (Rocío; 17-SCR)

En el caso de las chicas hay solamente 2 de 24, cuya madre les da “permiso” para, si lo deciden, tener relaciones sexuales. Mariela es una de ellas, lo vimos anteriormente, y Camila, la otra chica, se expresa al respecto de la siguiente manera: (…) cuando tienes relaciones sexuales, si quieres tenerlas, tiene que ser algo bonito, hermoso. Que te tienes que proteger al tener relaciones sexuales, sí, y que tenemos que utilizar anticonceptivos y condones… también. Lo he escuchado en los chicos, porque a veces no se cuidan y son los más desprevenidos, eso nomás. (…) No hagas burradas, así por decirlo, no hagas burradas con cualquier persona. Mejor piensa antes de hacerlo, así, porque si hay experiencias y que sufren mucho (…). (Camila; 15-LPC) Es importante hacer notar que la madre de Camila no solamente se enfoca en cuanto a su orientación, en la prevención de un embarazo, sino que le enfatiza que la sexualidad y/o las relaciones sexogenitales, tienen toda la potencialidad de ser experimentadas de manera positiva: tiene 51 Es justamente el que califica a su padre como un mujeriego.

que ser “bonito”, “hermoso”. Otro ejemplo de un “permiso” en el marco del disfrute de la sexualidad, es la manera en que Luis comenta sobre las charlas con su madre: Me habla y me cuenta y me dice que tengo que protegerme. No solamente eso, tengo que ser responsable, porque no puedo andarme juntando con otra, con una, con otra. “Mira, imagínate que te dé sífilis, que te dé gonorrea”, o sea, hasta sabía más que yo y “es mejor estar protegido”. “Disfruta”, o sea, “hijo, tú eres lindo (…) y si vas a disfrutar tu vida sexual, sé responsable”. (Luis; 19-CBC) Con relación a la información que se recibe en casa, sobre métodos anticonceptivos, de las 8 chicas de La Paz, 3 mencionan que les han dicho algo sobre uno o dos métodos; lo cual simplemente puede ser la mención a la existencia de un preservativo o, en un caso, al método del calendario. De las de Cochabamba solamente 1 comenta que le han hablado de algo y, en Santa Cruz, ninguna. Lo cual no es un dato exacto, ya que no se abordó el tema de modo directo, tipo encuesta. Además, en ambos casos, de chicos y chicas, es notable de que si no viven con los dos padres, lo más probable es que no se habla de nada. De esta manera, sobre 24 chicas, 4 han comentado que se les habló de algo y en el caso de 2, ya lo mencionamos, para que ellas lo “apliquen” cuando decidieran tener relaciones sexuales. En el caso de los chicos, sobre los 8 de La Paz, 2 han comentado que les han hablado sobre el condón -pues, con relación a los chicos se suele limitar a eso-. De los de Cochabamba, 3 y, de Santa Cruz, ninguno. De modo que sumando 24, los padres de 5 chicos -que puede ser también o la madre o el padre-, han abordado alguna vez el tema. Solamente un chico de Cochabamba ha recibido, en alguna oportunidad, de su padre, condones51. Lo cual no quiere decir que no cuentan con

Hallazgos

(…) a nadie le gustaría ser padre a esta edad, digamos, porque uno quiere ir a la universidad, conocer todo eso y cuando ya eres padre tienes que ir a trabajar, cuidar a tu bebé, todo eso y, además, no sabes si tus papás te van a apoyar o no, o te van a dar la espalda. P: ¿Y en el caso de las chicas que ya han sido madres, piensas lo mismo? Sí, porque ellas tampoco quieren ser mamás a esta edad, pero en un accidente, porque no han previsto eso o les ha salido mal, digamos; por eso tanto el chico como la chica no quieren ser padres a esa edad, porque quieren vivir su vida hasta la edad en que puedan ser papás, siempre. (Lorenzo; 15-LPR)

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información, pues, mal que mal, en los colegios pareciera que cada vez se habla más.

Sabemos que, al ser padres jóvenes, no nos va a ir bien a los dos Hemos visto que, aunque no con la misma carga que a las chicas, la mayoría de los padres de los chicos abordan el tema de que tengan cuidado para no embarazar a una chica mientras que no hayan terminado sus estudios. Pero en su caso es muy excepcional de que se insinúe que, mientras tanto, se mantengan vírgenes. En cuanto a eso los chicos también tienen la ventaja de no tener que asumir planteamientos “irrealistas”.

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Analizamos de ese modo hasta qué punto ellos lo toman en cuenta y si hay alguna relación con el hecho de que han tenido relaciones sexogenitales o no. En este análisis se distinguieron dos tipos de discursos, aquellos que hablan sobre el riesgo de embarazo y aquellos que hablan en concreto sobre lo que significaría la responsabilidad de ser padre. El mismo análisis se hizo con relación a las chicas, en su caso, cuán frecuente y cómo hablan sobre el hecho de que a su edad ya podrían ser madres.

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La sorpresa fue grande cuando pudimos constatar un patrón muy diferente entre los chicos y las chicas. Pues, con mucho rigor, distinguimos en el análisis si se trata de una mención al embarazo, la maternidad o paternidad, hablando de otros, otras, es decir, por ejemplo, si se les pregunta por un amigo que es padre, una amiga que es madre, o si se hace mención de forma espontánea, a partir de preguntas que están dirigidas al abordaje de otros temas. Solamente tomamos en cuenta las menciones que surgieron espontáneamente. Constatamos que, sobre el total de 13 chicos que afirman no haber tenido relaciones sexuales, solamente 3 no abordaron el tema de un posible

embarazo ni el de las consecuencias de tener que asumir la paternidad, en el caso de tener relaciones sexuales (sin protección). Lo ilustramos en el cuadro siguiente.

VARONES El riesgo de un La responsabilidad embarazo no deseado por un hijo, una hija 1) 16 años 2) 18 años 3) 15 años 4) 17 años 5) 16 años 6) 15 años 7) 16 años 8) 19 años 9) 18 años 10) 17 años 11) 16 años 12) 17 años 13) 19 años

Podemos constatar que estos adolescentes, que afirman no haber tenido relaciones sexogenitales, al igual que la mayoría de las chicas, no tienen mucha confianza en el uso del preservativo u otros métodos anticonceptivos. Lo podemos apreciar en el anexo respectivo52. Por otra parte, nos ha llamado la atención que Santiago hablara de “un bebé no planeado”; nos hace notar cuán limitado es el lenguaje más usual nuestro, pues, un bebé no planeado incluye de modo más “natural” a los varones y no así cuando hablamos sobre un embarazo no deseado o no planificado53. Como resumen, observamos en el cuadro -ya lo señalamos- que sobre 13 chicos que afirman no haber tenido relaciones sexuales coitales, tres no mencionaron ni el riesgo del embarazo ni la consecuencia de la paternidad, al tenerlas sin protección. Dos mencionaron ambos aspectos, el riesgo

52 El cuadro con las citas se encuentra en el Anexo 6. 53 De esta manera también se podría poner en uso con más frecuencia el término “la paternidad no deseada” al igual que “la maternidad no deseada”, “la paternidad voluntaria” y “la maternidad voluntaria”.

del embarazo y, como consecuencia, la paternidad. Cinco mencionaron solamente el riesgo de la paternidad y tres se refirieron al riesgo del embarazo sin mencionar el aspecto de la paternidad. Es decir, sobre 13 chicos, algo más de la mitad, 7, mencionaron que tendrían la responsabilidad sobre un hijo, una hija, si embarazaran a una chica y sugieren que por ese motivo se cuidan. A continuación tenemos el mismo cuadro con lo expresado al respecto, de las chicas.

consecuencia, al tener relaciones sin protección o por una falla del método, podría ser su paternidad en un momento no muy oportuno. De modo que los chicos hablan mucho más sobre el embarazo y la paternidad, que las chicas sobre embarazo y maternidad. Nos preguntamos cuál podría ser la explicación. Tomamos como ejemplo una de las chicas cuando habla sobre el riesgo del embarazo: -

MUJERES El riesgo de un embarazo no deseado

La responsabilidad por un hijo, una hija

-

1) 17 años 2) 16 años 3) 16 años 4) 15 años

-

5) 16 años 6) 16 años 7) 16 años 8) 16 años 9) 16 años

-

(…) las mujeres no podemos estar en esas cosas, porque nos embarazamos y defraudamos a nuestras familias. Sí, yo digo, el miedo siempre está en el embarazo, porque es un problema para la familia. Sales embarazada y es lo peor, defraudas. Yo no quiero defraudar a mi familia. No. Yo ni tengo curiosidad. Yo no quiero. Quiero ser mayor, a unos 18 años. Porque el embarazo es un problema. Sí, aquí, es un problema serio eso del embarazo y es defraudar a la familia. Claro que sí son libres. Ellos no se embarazan. Los padres les dan más libertad. No nos tratan igual; ellos no defraudan. (Belén; 16-SCR)

10) 17 años 12) 16 años 13) 16 años 14) 17 años 15) 17 años

Entre las chicas que no han tenido relaciones sexuales, la mayoría evita hablar sobre ambos temas, 9 sobre 15. Una, por cierto, que tiene “permiso” en su casa para decidir tener relaciones sexuales, menciona ambos aspectos, el del embarazo y la maternidad, lo cual es indicativo de cómo el tabú, en este caso lo contrario, es decir, su ausencia, hace que las consecuencias sean nombrables. Cuatro chicas hablan sobre el embarazo y 1 no menciona el embarazo pero sí la maternidad. Es decir, sobre 15 chicas, solamente 2 han abordado el tema de la maternidad, mientras que, sobre 13 chicos, fueron 7 los que mencionaron que una

Las chicas, cuando piensan en el peligro de un embarazo, no piensan en una panza, no piensan en un bebé que hay que cuidar, pues, ellas no alcanzan a imaginarse el problema más allá del problema con sus padres. Ellas piensan en la vergüenza, en qué castigo recibirán; si se les obligará a abortar; en fin, se juega toda su imagen de mujer/hija. De este modo, sobre la responsabilidad muy concreta por un hijo o una hija, se pensará después. Ya mencionamos anteriormente cómo Diego se manifestaba con su lucidez al respecto: Es diferente (…) Si eres varón y eres responsable, ya…, buscas un trabajo inmediatamente para mantener a la mujer y al hijo; pero si eres una mujer embarazada, adolescente, mejor dicho, es muy diferente, porque tienes que cuidarte; tienes que cuidar tu imagen; tienes que ser más precavida en todas las cosas. Sí,

Hallazgos

11) 18 años

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porque es bien fuerte, en todo lado, eso de la imagen de la mujer. (Diego; 17-LPC) Ellas han evitado tener relaciones sexuales, como señala Diego, por las consecuencias que conlleva en el plano simbólico y, por tanto, esquivan los aspectos concretos, ya que el pavor es tan grande que prefieren pensar que “a mí no me va a suceder”54. En otras palabras: en ese momento no se vislumbra ni una pizca de instinto maternal en su horizonte; lo cual nos aclara, una vez más, que el supuesto instinto maternal es una construcción sociocultural, que cambia cuando cambian los escenarios y contextos.

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Los chicos, en su gran mayoría, no han evitado el tema del embarazo y la posible paternidad, porque si asumen la responsabilidad, la noticia causará cierto disgusto momentáneo en los padres, pero el entorno más allá, el comunitario, etc., les aplaudirá por responsables y, no poco importante, la familia de la chica, ya que le salvó su honor en alguna medida, al no quedar como madre soltera. Es así que ellos sí piensan en un hijo, una hija en concreto, que significará probablemente no poder seguir estudiando, tener que darle de comer, de vestir. Inclusive, uno de los chicos, que sí tuvo relaciones, según él, con todas las precauciones, tiene este tipo de conversaciones con su enamorada:

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(…) sí, se podría decir que hemos tenido ya sexualidad y demás, pero siempre siendo responsables, porque sabemos que (al) ser padres jóvenes, no nos va a ir bien a los dos y ella tiene la preocupación de mí, porque yo no soy paciente con los niños [ríe]. Soy tolerante. Sí, me gustan los niños, pero no soy paciente. (Rodrigo; 18-CBC)

ración, por un lado, de la paternidad y, por otro, de la maternidad, nos obliga a repensar los roles de género establecidos o sino, si tendrá algún impacto en las identidades a futuro. Pues, vemos que el rol de proveedor evoca -al menos en este período de su vida- en los varones, sentimientos de responsabilidad, de protección y cuidado hacia su prole, atribuciones que solemos relacionar de manera casi exclusiva con las mujeres. Es paradójico que el control patriarcal sobre los cuerpos (que incluye mentes) de las mujeres elimine “el habla” sobre la maternidad. Si el rol de madre se asocia, por un lado, con la entrega y, por otro, con la culpa, al producirse sensaciones de imperfección, es sorprendente cómo varios adolescentes varones se anticipan a una paternidad fallida, expresando desde ya, su culpa, si se presentara sin estar preparados: -

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- De modo que estos adolescentes, varones y mujeres, nos dejan con la pregunta si esta configu-

(…) no quiero que mis hijos estén afuera, con sus ropas viejas; estén pidiendo limosna, o sea, eso nos puede doler más y me puedo meter de lo que sea, vender lo que sea, cualquier trabajo, pero que no estén mis hijos así. Por eso es que quiero acabar y verlos a los hijos. (Daniel; 16LPC) (…) tienen relaciones sexuales sin saber, digamos, lo que puede pasar y sólo traen un hijo, una hija al mundo, para hacerle sufrir. (Hugo; 18-LPC) (…) una vez que ya tienes tu hijo, tienes que conseguir dinero de donde sea; tienes que trabajar para llevar el pan de cada día. (David; 16-LPR) (…) a nadie le gustaría ser padre a esta edad (…) Tienes que ir a trabajar, cuidar a su bebé. (Lorenzo; 15-LPR) (…) yo sigo siendo un niño. Ella sigue siendo una niña y no estamos en la madurez mental, quizás genéticamente

54 Hay una coincidencia con lo que afirma De Jesús Reyes, por lo que observó en contextos urbano-marginales de Nuevo León, México: “Desde el sentir de las adolescentes, el hecho de que sus padres consideren que ellas han defraudado su confianza, es un hecho mucho más representativo e importante que el mismo hecho que tengan relaciones sexuales, pues simbólicamente se rompe un vínculo por la trasgresión de las normas que se le impusieron, y como ya se mencionó, para los padres su hija siempre será un sujeto asexuado, alejado de toda pretensión sexual, pues eso le han enseñado en el transcurso de su vida, para eso se le ha entrenado” (2011: 171).

-

Si repasamos lo que comentaron las dos chicas que, como excepción, relacionaron un embarazo con un hijo, una hija, observamos que no mencionan en ningún momento el aspecto del cuidado “maternal”. Tampoco, como podemos ver en los hallazgos de otros estudios (De Jesús-Reyes 2014: 167, 168) los padres o las madres de las chicas, cuando les repiten, día a día, que se cuiden para no embarazarse, lo hacen en base a lo que implica la responsabilidad por un bebé: noches sin dormir, cambiar pañales, lavar su ropita, etc. Pues, se podría pensar que ese argumento reforzaría aún más el rechazo a un embarazo. Yesica es la única que, muy de paso, comenta algo al respecto, cuando refiere que sus padres le hablan de forma indirecta sobre la responsabilidad por un hijo, una hija, y en su caso es interesante también que utiliza el término “disfrute”, proponiéndose la abstinencia de la práctica del sexo genital:

(…) me dicen que no arruine mi futuro, que todavía soy muy joven para tener un hijo y yo creo que sí, porque estoy muy joven, tengo que disfrutar un poco más. (Yesica; 16-LPC) De este modo, al igual que se demoniza en casa a los adolescentes varones, que son un peligro en cuanto al imperativo de que las hijas se mantengan asexuadas y “puras”, se demoniza a la maternidad55. El discurso adulto, como hemos visto en reiteradas oportunidades, gira en torno a la profesionalización, cuya realización, sin embargo, se asocia de forma directa con el matrimonio y la maternidad, no así con la autonomía y la mayor libertad para decidir sobre su vida, cuerpo y maternidad. La pregunta, sin embargo, que nos tenemos que hacer, sería: ¿cómo, en su momento, ellas podrán asumir la maternidad con toda la felicidad que se supone, después de años de rechazo, grabados en sus cuerpos? ¿Será que cuando sean licenciadas, doctoras, tendrán de pronto el deseo de ser madres? ¿Cómo operará en sus subjetividades el discurso hegemónico de la maternidad como sinónimo de completud para todas las mujeres? ¿Hasta qué punto se podrá evitar que se manifieste en algún momento un solapamiento entre lo que representa el embarazo y lo que representa la maternidad? ¿Significa todo esto que la maternidad se está desnaturalizando? De momento es una incógnita56. Los varones, mientras tanto, se dan “el lujo” de asumir con “naturalidad” su futuro como padres, sin más complicaciones que el cuidarse, para no perjudicar a sí mismos ni a sus hijos, hijas. Es irónico, desde esta perspectiva, que corresponde utilizar el término “paternidad responsable”, una cualidad de los varones, de la cual pensábamos que escasea. Mientras que el

55 Hemos podido constatar que los chicos no ponen el énfasis en la profesionalización, sino, en conseguir un trabajo. A la pregunta de Santiago, cuándo cree que puede decidir tener relaciones sexuales, la respuesta era: “Cuando ya tenga una carrera y esté trabajando, para tener un hijo, tal vez; para que no venga a sufrir”. 56 No se ha hecho una pregunta explícita sobre el deseo de maternidad, paternidad. Dos chicas, sin embargo, han afirmado espontáneamente que no se piensan casar.

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sí, pero en la madurez mental para asumir esa responsabilidad, ¿me entiendes? Y pasa que tenemos el hijo y no tenemos ni cómo alimentarlo y antes de ver a mi propio hijo, sangre de mi sangre, sufrir, y que sea por mi culpa, preferible abortarlo; porque si voy a traer a alguien a este mundo es para cuidarle. (Luis; 19-CBC) P: ¿Cuándo crees que te decidirías a tener relaciones sexuales? Cuando ya tenga una carrera y esté trabajando, para tener un hijo, tal vez; para que no venga a sufrir. (Santiago; 18-CBC) (…) tengo la mentalidad de que tengo que salir del colegio, ser profesional. Para cuando tenga eso ya poder mantener; cuando tenga eso ya, supongo que es para tener hijos. (Edmundo; 19-SCR)

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concepto de maternidad responsable no existe, en virtud de que sería una cualidad innata de las mujeres. La tendencia de que los chicos hablen más sobre la paternidad y la prevención de un embarazo, por cierto, se mantiene con relación a los chicos que sí han tenido o están teniendo relaciones sexogenitales. Sobre 11 varones, 5 hablaron sobre aquello. En cuanto a las chicas, si no contamos a la chica que ya tuvo su bebé, tenemos a 8 chicas que han tenido relaciones sexogenitales y solamente dos han hablado sobre la posibilidad de ser madres en un momento no oportuno. Sin embargo, con relación a los chicos, cabe destacar que los que no han tenido relaciones sexogenitales han hablado en mayor número sobre una paternidad no deseada (7 sobre 11) que los que sí han tenido o están teniendo; como señalamos, son 5 sobre 11. De modo que podría haber una relación entre la abstinencia de relaciones sexogenitales y la idea del riesgo de una paternidad temprana.

Lo hacen de preocupación y porque es la única salida

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Con este trasfondo, el de la angustia con relación a los padres, en caso de un embarazo, cabe la pregunta: ¿cuál es el modo en que se piensa sobre el aborto?

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Dado que, en su generalidad, la vergüenza que representa el embarazo de una hija adolescente, se inculca con mayor rigor en el área rural, nos preguntamos, asimismo, si se baraja el aborto también en el área rural como una opción, al tener cada vez más facilidades de acceso a la ciudad con sus clínicas clandestinas, o sino, por conocimientos sobre pastillas abortivas57. La respuesta, al menos considerando el grupo de chicas que participaron en este estudio, es afirmativa. Si podríamos haber

57 Que no se debe confundir con la llamada Pastilla del Día Después. 58 Una chica se refirió a su madre.

supuesto que al vivir en el área rural se dificulta la decisión por un aborto, parece que estábamos equivocadas. Once chicas sobre el total de doce, que en el momento del estudio vivían en el área rural, conocen a alguien, más o menos de su edad58, que se ha hecho un aborto, una o más veces. En el área urbana la mitad, seis sobre doce, señalaron que han conocido a alguien que ha abortado. No podríamos, de manera fehaciente, dar una explicación con respecto a la diferencia entre ambos grupos, pero uno de los motivos podría ser que, en el área rural, no se tienen muchas amigas fuera del ámbito del colegio con quienes compartir este tipo de problemas y, además, por mecanismos de control más efectivos, podría ser más difícil mantener un secreto, no solamente por tratarse de un mundo más pequeño, sino también por la ansiedad que supone la situación. A continuación podemos advertir cómo en las narraciones se refieren detalles acerca de las chicas adolescentes sobre las cuales comentan que han abortado: He escuchado así comentarios porque vive cerca de mi casa… A lo que yo sé, es que había abortado ya varias veces y después ha decidido tener recién su hijo; pero él no es su papá, el chico que lo reconoció, sino que es otra persona que no ha querido reconocer. (Lucía; 16-CBR) Creo que un aborto es un pecado súper grande; que ellos lo van a pagar arriba y he conocido solamente el caso de una amiga que ha hecho un aborto; bueno, 3 abortos. (Belén; 16-SCR) Lucía pareciera estar al tanto que la amiga en cuestión abortó varias veces y, además, ha llegado a saber que el chico con quien se juntó no es el papá de su bebé. Por su parte, Belén, con mucha seguridad, comenta sobre el número de abortos de la amiga.

P: ¿Qué piensas de las chicas que a tu edad se embarazan y abortan? Mm, no sé, o sea, tienen sexo y todo así y se embarazan. Entonces vergüenza a tener a esa edad bebés, yo creo, y lo aborta, pues. “¿Para qué?, es un estorbo”, dicen. No sé. P: ¿Está bien que la mujer aborte? Eh, no sé, sería por…, si es que ella lo quiere abortar, si es por violación u otras cosas, yo creo que sí. (Carola; 17-CBR) Llama la atención de que esta chica, del área rural, pareciera conocer algo sobre la ley que establece que el aborto por violación es impune. Además, la expresión de que “si es por violación u otras cosas”, da la posibilidad de pensar que, en el caso de las chicas adolescentes, pueden haber más “cosas”, por las cuales se decide no llevar adelante el embarazo. Hemos visto anteriormente que Gaby, que ya tiene su bebé, también es del área rural de Cochabamba. Su papá, cuando supo que estaba embarazada, le dio una semana para “deshacerse del bebé”. Un chico de Santa Cruz también se refiere a las presiones que pueden existir por parte de los padres e, inclusive, por parte de amistades: Sí, de una vecina mía, sí, que ha abortado por no querer tener, no fregar su futuro en la universidad y eso (…) Ellas piensan que abortaron. Tienen ese trauma, que abortaron…, que fue por obligación, por obligación de la madre, del padre, no sé. O, a veces, por las mismas amistades también. (Vicente; 17-SCC)

Otra chica, nuevamente del área rural, insinúa también que la decisión puede ser a causa de la actitud de los padres, cuando señala: P: ¿Has conocido a alguien que se ha hecho un aborto? Sí. P: ¿Qué piensas de eso? Que ha hecho mal. Ese bebé, que viene en camino, no tiene la culpa de nada. Entonces, yo creo que debería tener, por una parte, el apoyo de sus papás. Tal vez los padres han cometido un error en algo ¿no? Yo creo que no tiene la culpa el bebé. Debe dejarlo nacer; debe tenerlo. (Isabel; 16-CBR) La mayoría de las chicas, como hemos podido notar también en la anterior cita, se sienten en la obligación de comentar que está muy mal hacerse un aborto, pero cuando ya cuentan lo que le pasó a una amiga, pareciera que la censura es relativa: P: Bueno, ¿y tal vez tienes amigas que se han hecho un aborto? De una chica sí, que ha resultado embarazada (…) Ella ha dicho: “recién estoy de una semana, puedo, si quiero abortar... y… no sé de dónde ha comprado, pero la cuestión es que me ha dicho que ha comprado unas pastillas y que tiene que esperar un mes; ha esperado un mes y ha tomado esas pastillas. Yo creo que haya sido para tomar; no sé… Solamente me ha dicho: “he comprado pastillas” y, después de un mes, ha venido. Estaba llorando y yo le he dicho: “¿por qué estás llorando?”. “Es que he abortado…”. “Pero ¿por qué estás llorando? si querías abortar…”. “Es que... he ido al baño; no sé, me he asustado”, me ha dicho... “Pero… ¿por qué?” “Es que ha salido una bolita de sangre... Me ha dado miedo. No sabía qué hacer… Estaba solita”. Y dice que su chico sabía, sí, y el

Hallazgos

Una de las chicas del área rural de Cochabamba, relaciona de forma directa el aborto con la vergüenza de un embarazo. Tal vez, por este mismo hecho, deja entrever que decidir hacerse un aborto, a su edad, no es un hecho tan “fuera de lugar”:

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chico creo que no quería que aborte, pero ella..., está estudiando. Sigue... No sé. (Yesica; 16-LPC) A pesar del susto que tuvo la amiga de esta chica, notamos que, al mismo tiempo, se dialoga sobre el hecho en sí, con bastante “normalidad”. Cabe señalar, por otra parte, que, sobre el total de las chicas entrevistadas, solamente dos mencionaron que hay peligro, pues, la mayoría expresa, desde la moral religiosa, su objeción a la decisión tomada: Yo, la verdad, no lo haría porque tengo miedo, en parte de lo religioso y también en parte de mi cuerpo, porque hay personas que hasta llegan a sacarles la matriz y no pueden volver a tener más hijos. (Sofía; 17-SCC)

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Acá y afuera he visto y me pedían consejo: qué podía tomar para abortar y yo les decía que eso era antes que lo hagan, no después. He visto personas que mueren por hacer eso. Buscan en internet cómo hacerse un aborto más rápido, qué hierbas tomar, alzar peso y tontería y media, jugar torpemente. Tengo una amiga que lo hace y juega futbol y está embarazada de cuatro meses y juega torpemente, porque no lo quiere tener y otra que se lo hizo y cuando me lo dijo fui al hospital. (Rocío; 17-SCR)

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Es así que la mayoría se ha referido a aspectos religiosos como motivo de desaprobación. En la cita de abajo, sin embargo, vemos que uno de los chicos, Edmundo, del área rural cruceña, es el más explícito en cuanto a lo que ha escuchado y piensa con relación a las amigas que abortaron. Otra chica entrevistada comenta que su amiga ha quedado “tranquila”: (…) un día en casa de su enamorado, se ha puesto a tomar no sé qué píldora, no sé qué medicamento, que ha hecho que aborte y, ese mismo día, que ha tomado las píldoras, se ha echado en su cama del chico

y cuando se ha despertado ha botado una bolita, algo así, y se ha ensangrentado. Eso me ha dicho y eso, “que eran dos bolitas”, me ha dicho. “Entonces, han debido ser gemelos o mellizos”. Es lo que ha pasado, luego de ahí, estaba tranquila la chica. P: ¿Se ha sentido bien con la decisión que ha tomado? Sí, porque dice que, supuestamente, lo había hecho más de una vez. (Paula; 16-CBC) De las chicas que han abortado, las he visto que han salido bien. No han tenido ningún problema. (Edmundo; 19-SCR). Constatamos, por otro lado, que Edmundo habla en plural, sugiriendo que conoce a más de una chica que ha abortado. En comparación a las chicas, los chicos han respondido en mayor proporción que no conocen a ninguna chica que haya abortado: sobre el total de diecinueve a quienes se les hizo la pregunta, 12 dijeron que no han conocido a nadie, lo cual, obviamente, se puede deber también a una estrategia para no abordar el tema más allá. Hubo también chicos que comentaron que no han conocido a nadie en específico pero que escuchan “cosas”; pero creen que son rumores y no le dan mucha importancia. Podría ser que Diego, de la ciudad de La Paz, nos está dando una pista del por qué los chicos, en mayor proporción que las chicas, no conocen a ninguna chica que haya abortado. Pues, según lo que él observa, las chicas hablarían mucho más entre sí sobre el tema: P: ¿Qué hablan? Que se han ido a hacer y, a veces, las noto preocupadas, porque lo hacen de preocupación y porque es la única salida y también porque no se quieren perjudicar. P: ¿Y crees que los chicos también deciden por el aborto cuando se enteran que la chica está embarazada? ¿Se enteran del embarazo? Las chicas ¿les avisarán o cómo será? Depende de cómo sea la chica. Yo creo que

Observamos que Diego habla sobre la corresponsabilidad, al menos económicamente, en el caso de que las chicas no tienen dinero suficiente, porque desde su óptica ellas podrían preferir decidir por sí solas. Es un aspecto importante de ahondar en futuras investigaciones, si las chicas, en el caso de la decisión por un aborto, tienen menos dificultades para ejercer su derecho. Podríamos pensar que, en este caso, “la relación”, obligadamente, se tiene que establecer -al menos en la mayoría de las situaciones- consigo mismas y con nadie más; es decir, en la soledad más grande. Por otra parte, hay también ejemplos de chicos que confían el problema a un amigo, por ejemplo, preguntando dónde puede conseguir un test de embarazo y en el caso que menciona Manuel, cuando el embarazo ya es un hecho: (…) la chica sólo tenía 14 años y el chico tenía 15 y donde él me dijo que qué hacía. Primero que nada, le dije, que no deje el estudio y le pregunté si lo pensaba mantener y me dijo que no quería y yo hablé con la chica y me dice que ella lo quería abortar y, al fin y al cabo, lo abortó y ya no se supo. Porque la chica incluso me lloró para que yo no diga que ella lo había abortado y yo me enojé con mi amigo. No le hablo porque él permitió que ella haga eso. (Manuel; 16-SCR) Se habla poco de que el aborto fue realizado en una clínica clandestina. Por parte de las chicas más bien se escucha hablar sobre tabletas, pero las creencias sobre la eficacia de métodos “naturales” no han desaparecido:

Ella me decía que tenía unas tabletas. No sé qué se llamarían, pero… ella las introducía vía oral y por su parte íntima. Después decía de que tomaba orégano con café y con eso abortaba. No sé, la verdad, y no quiero saber. (…) Sí… ella se consiguió unas tabletas. Incluso me dijo que yo la ayudara a metérselas a su parte; porque, dice, que eso hay que metérselo bien al fondo. Ella así me dijo, cómo yo tenía que hacérselo y, la verdad, yo no me quise meter en eso; porque, la verdad, tengo mucho miedo. Imagínese que algo le pueda pasar a ella (…). (Laura; 16-SCC) He escuchado de algunas chicas que han abortado. Es mayorcita que mí. Ya abortó. P: Y en la comunidad ¿se sabe de mujeres? Han querido, pero no han podido. Una de mis tías quiso, pero nunca salió su bebé. P: Y con qué, ¿sabes? Sí, con tabletas o con remedios caseros también. (Sofía; 18-SCC) Por más que las amigas decidían por sí mismas hacerse el aborto, el proceso de toma de decisiones, con toda seguridad, no ha sido muy simple; pero algunas chicas entrevistadas dejan traslucir que no se titubeaba, al haberlo decidido. Pues, conversan con amigas u otras personas para averiguar cómo se puede hacer; conseguían por sí mismas las tabletas y, aunque no sabemos si la aplicación fue correcta, pareciera que al final contaban con algún conocimiento: (…) y me pedía consejo: qué podía tomar para abortar. (Rocío; 17-SCR) (…) ella ha dicho, “recién estoy de una semana; puedo, si quiero abortar... y… no sé de dónde ha comprado, pero la cuestión es que me ha dicho que ha comprado unas pastillas y que tiene que esperar un mes. Ha esperado un mes y ha tomado esas pastillas. (Yesica; 17-LPC)

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la chica, si no tiene la suficiente economía, le dice al chico: “Mira, estoy embarazada y ahora me quiero hacer abortar y el aborto cuesta tantos. Yo voy a dar la mitad y tú vas a dar la mitad”. Pero si hay una chica que tiene la plata, yo creo que no le dice al chico. (Diego; 17-LPC)

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Para no perder la oportunidad lo usa Pareciera ser que, cuando se concluye que “ya no hay otra salida”, se actúa con mucha decisión para no llevar adelante el embarazo. Esto contrasta, a veces, con cómo se habla sobre la importancia de saber sobre métodos anticonceptivos y la supuesta (in)capacidad de adquirir los conocimientos necesarios, como lo expresa Isabel:

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

P: ¿Nunca has tenido curiosidad por los embarazos no deseados? ¿Cómo puedes prevenir? Sí, me preocupa un montón, pero no he preguntado. (…) P: ¿No has sentido curiosidad de preguntar? No, no me he puesto a pensar. P: ¿Nunca? No. Yo creo que con los años voy a ir aprendiendo. Es más, quiero estudiar psiquiatría. (Isabel; 16-CBR)

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Pero no podemos colegir que se trate de un simple desinterés o descuido, cuando a Isabel le preocupan “un montón” los embarazos no deseados y, sin embargo, nunca se le ha ocurrido averiguar bien cuáles métodos existen y cómo funcionan. Pues, nuevamente, nos topamos con mecanismos de autocontrol. Ya que, sabiendo cómo se utiliza un método, se podría sucumbir ante la tentación de “hacerlo”. Pues, no hablar, no hacer pensar, no informar, es una estrategia muy difundida, en primer lugar, como hemos visto, por parte de muchos padres, para evitar que se transgreda lo preestablecido. Por tanto, más que de descuido, se trata de un acto de obediencia. Isabel, a pesar de que le preocupen “un montón” los embarazos no deseados, comenta también que no tiene tiempo y tampoco está interesada en saber más. Algo similar expresa Tania, pues, nos llamó la atención que ella, al preguntarle sobre los problemas de la adolescencia, se refiriera a los embarazos y abortos:

P: ¿Y lo más feo qué será? Que… No sé qué sería… Algunas se equivocan, así, tienen relaciones, se embarazan, lo abortan. Eso es malo… (Tania; 16-LPR) Observamos que a Tania se le hace una pregunta a nivel personal, pero responde sobre un problema que, supuestamente, ella ha observado en chicas de su entorno. En su caso, señala que tiene algún conocimiento sobre métodos y si la adolescencia lo asocia con el problema de los abortos, sorprende que, al igual que a Isabel, no le preocupe saber más: Me saben decir que hay el calendario, la pastilla y el condón, sólo eso, sí. P: Y alguna vez que quisieras tener relaciones, ¿has pensado qué método utilizarías o no? Más que todo, el calendario para mí sería…, pero..., no sé cómo es…, sí, pero….., como nunca lo he hecho, casi no pienso tanto, no. (Tania; 16-LPR) De esta manera, muchas chicas adolescentes no evitan los riesgos de un embarazo o del contagio de una infección de transmisión sexual, por esa necesidad de sentirse “inocentes”. No se permiten ser conscientes. No pueden asimilar y/o ampliar la información que sí poseen, para dejar en manos del azar lo que se les presenta o sino, depositan su confianza en “el saber hacer” de la pareja; esa pareja que, por otro lado, “es el chico irresponsable”, “el chico que solamente juega con ellas”, etc. Volviendo a la narración de Tania, observamos que a ella le cuesta hablar sobre sí misma, sobre su propia experiencia, sus opiniones, también cuando se le pregunta qué piensa con respecto a un chico que lleva condones en su bolsillo: No…Todos pensarían lo malo; que siempre tiene relaciones y que, por eso, maneja esos condones. Para mí eso sería, sí. (Tania; 16-LPR)

El tema del derecho al placer o, sino, el veto a este disfrute, aparece con mucha claridad cuando se hace la pregunta qué se piensa sobre un chico o una chica con condones en el bolsillo, la mochila, etc. Once de las 22 chicas, a quienes se hizo la pregunta, afirman que está bien, que se tenga condón en el bolsillo, tanto en el caso de un chico como de una chica. Luego, ocho chicas opinan que está mal en ambos casos y 3 piensan que está bien pero, por otro lado, mal también. Es decir, ninguna opina que solamente está bien en el caso de que lo utilice un chico. De esta manera podemos concluir que la mitad de las chicas concibe que también las chicas puedan tomar la iniciativa. Sin embargo, ha llamado la atención que ninguna chica haya comentado sobre algún episodio concreto de negociación con relación al uso del condón con alguna pareja sexual. Entre las que afirman que está bien que se tengan condones en el bolsillo, dos comentan espontáneamente, sin ninguna insinuación descalificadora, que las relaciones sexogenitales no se prevén siempre:

P: ¿Y qué piensas tú de un chico que lleva condones en el bolsillo? Que es precavido, que en cualquier momento se puede dejar llevar por sus impulsos de querer tener relaciones, y que si lo quiere, lo va a utilizar en ese momento; que es responsable con su sexualidad, sí. P: ¿Y de una chica? De una chica, igual. Sería ser más responsable, precavida, que no tenga embarazos no deseados, que no estén abortando. Se pueden prevenir varias cosas de esas, varias enfermedades y consecuencias, sí. (Camila; 15-LPC) P: ¿Qué piensas si un chico lleva condones en el bolsillo? De que ya tiene la libertad de poder estar con cualquiera, porque ya está cuidándose digamos. No importa la hora, ni el momento. Ya está cuidado. (Laura; 16-SCC) Dos chicas enfatizan que la protección con condón es muy importante para las chicas. Una de ellas es Camila, que asocia el grado de amor y la responsabilidad de la pareja, con el uso del preservativo. Es llamativo, porque es poco frecuente que se haga esta relación, pues, generalmente, se hace referencia al uso del condón y las relaciones sexogenitales ocasionales. Por otra parte, cabe destacar que, al igual que Alejandra, como vimos anteriormente, Camila utilice la expresión de que un embarazo “te arruina la vida”. Sorprende cómo se repiten, en regiones tan diversas, las mismas palabras para dar significado a la catástrofe de un embarazo: Que…que nos quiere más y que no quiere arruinarnos a nosotras. Que quiere prevenir, antes de hacernos algo perjudicial. Porque tener un hijo así, a menor de edad, es un perjuicio y le arruina la vida a uno. Debemos de tener un…, una edad para tenerlo; pero no a estas edades. (Camila; 15-LPR)

Hallazgos

De modo que Tania pone una gran distancia entre sí misma y, por ejemplo, un chico que tiene condones en la billetera, ya que ella “nunca lo ha hecho” y los chicos que quieren prevenir infecciones de transmisión sexual o un embarazo, lo quieren hacer “siempre”. Sin embargo, le preocupan mucho los embarazos y los abortos, pues, sin hacerle una pregunta específica al respecto, lo identifica como un problema de la adolescencia. Es un ejemplo de disociación que, sin poder entrar más a fondo al campo de la psicología, refleja, nuevamente, cómo la represión actúa, obstaculizando la toma de decisiones de manera oportuna. Pues, para ella, para Isabel y muchas otras chicas, se interioriza la idea de que no les debe interesar mucho el conocimiento sobre métodos anticonceptivos, “porque nunca lo han hecho”, “no lo deben hacer” y “no lo harán”. En realidad, el no querer o no poder saber es el resultado de otro saber: que no les corresponde disfrutar de sus cuerpos.

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Ocho chicas, algo más de un tercio, opinan que está mal tener condón en el bolsillo, tanto en el caso de chicos como de chicas, asociándolo con el libertinaje y/o la promiscuidad: Yo… a mi parecer, está mal. Porque se hacen ver mal. Pareciera que en eso nomás piensan o a cualquiera chica se la pueden llevar a la cama. P: Y de una chica que tiene un condón en el bolsillo, en la mochila, ¿qué piensas? De una chica, sí. No sé ver... pero… yo creo que pensaría mal de esas personas, al igual que de los chicos. ¿Por qué?, porque parecería una chica fácil, alguien que al solo hablar, tomar, se la pueden llevar. (Yesica; 16-LPC)

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

P: ¿Qué piensas de un chico que tiene condones en el bolsillo? Pienso que si ellos lo cargan es porque de repente les hablan a las chicas y les hablan burreras y ellas aceptan eso. P: ¿Y si una chica lleva condones? Será que le ha quitado a su enamorado. (Vanessa; 19-SCR)

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según Romina, tener relaciones sexogenitales se puede planificar. Tal vez es su experiencia, ya que estuvo unos años con un solo chico con quien tuvo “la primera vez”: P: ¿Qué pensarías si, de pronto, conoces un chico que te gusta y tiene condones en el bolsillo? ¿Yo que pensaría? Para mí que ese chico está mal. Mi punto de vista: yo dijera está bien que se cuide, pero que ande con condones (…) Hablamos entre chicas y decimos que sólo lo utilice en ocasiones, donde pueda tener sexo y nada más. (Romina; 17-SCC) Luego, hay varias que tienen mal concepto de chicos que “caminan” con condón, porque opinan que es más que todo para hacerse la gala y mostrarse muy viriles: P: ¿Qué piensas de un chico que tiene condones en su bolsillo? Depende de la persona. Yo diría; porque, a veces, en el colegio lo tienen. A los 14 o 15 están manejando. A mí me parece que la persona quizás lo hace por manejar o porque ya tuvo o porque va a tener… No me caen las personas que lo manejan a esa edad. No sé si lo hacen porque lo vean todos y que se vea alguien importante, sólo por tener un condón. (Lucía; 16-CBR)

Llama la atención, cómo estas chicas se expresan con tanto desprecio con respecto a chicas como ellas: “son cabeza hueca”, “simplemente obedecen a los chicos”, “solamente piensan en sexo”. Además, proyectan la pasividad de las mujeres, cuando se comenta que “a cualquier chica se le puede llevar a la cama” y “que al sólo hablar, tomar, se la pueden llevar”. Pues, no conciben la idea de que se puede decidir libremente tener sexo y, además, con un condón en el bolsillo; pues, si lo tiene, era de su pareja. La otra cara de la medalla es el estereotipo de conducta de los varones, magnificado en todo “su potencialidad”.

Tres chicas expresan su conflicto entre un mal y un bien, como también ocurre en el caso de algunos chicos. Pues está “mal visto” por la sociedad, pero está bien que sean responsables y se protejan. Pero Mónica, al margen de esa duda, despeja de alguna manera la imagen de que los chicos con condón son todopoderosos en la conquista de las chicas:

Una de las chicas no está en desacuerdo de que se “camine” con condón, pero esa persona no tendría buena reputación si los llevara en el bolsillo. Pues, aunque no suele ser la práctica más común,

Al principio lo ven como nada que ver con lo que tengan, pero es bien, digamos. El sobre todo la está cuidando a la chica con la que piensa meterse, porque es, depende de la

En cuanto a los 20 chicos con quienes se abordó la pregunta, nos sorprende que solamente 8 lo aprueben, tanto en el caso de las chicas como en el caso de los chicos. Por otra parte, 5 opinan que está bien en el caso de los chicos y mal en el caso de ellas. Por otra parte, hay 5 que opinan que está bien y mal y, finalmente, hay 2 a quienes les parece mal en ambos casos. De modo que los chicos, en menor número que las chicas opinan que en ningún caso es bueno que un adolescente varón o mujer tenga condones en el bolsillo, la billetera, etc. Sin embargo, en el caso de los chicos llama la atención que una cuarta parte piensa que está bien en el caso de los chicos, mientras que lo censuran en el caso de las chicas. No cabe duda de que tiene que ver con la aversión a la iniciativa de las chicas y que lo asocien con la posibilidad de que se obligue a su uso. Ninguno de los chicos se refirió al hecho de que los chicos hacen ver en el colegio que llevan condones para mostrarse más hombres, como señalaron algunas chicas. Hugo refleja el contraste entre lo prohibido y, por tanto, lo que no se planifica y menos aun teniendo relaciones sexuales con “varias” y, lo

que paulatinamente también se socializa con más fuerza mediante los medios de comunicación y en los colegios, es decir, el aspecto de la prevención: Bueno, yo creo que…Yo pienso que, tal vez, él quiere tener varias relaciones, pero protegiéndose, y…ummm…Para mí está mal. Tal vez para la persona que lleva condón, como dice, tal vez para esa persona está bien, porque se protege; tiene relaciones y se protege, sí. (Hugo; 18-LPC) Hugo, al igual que Mónica, no aprueba, “en abstracto” el hecho de llevar condones, porque no está en la normatividad hegemónica, pero en el caso concreto de determinado chico, puede estar bien, ya que previene muchos problemas. De modo que se distingue en su punto de vista, por un lado, una dimensión de decisión personal y, por otro, un nivel societal, relacionado con la moral sexual. Diego refleja, lo que podríamos llamar, el discurso moderno, realista y, como muy pocos, deja traslucir que él mismo actúa así: (…) de alguna forma se está tratando de proteger él mismo y va a tratar de proteger a la otra persona. Está bien porque…, o sea, no dices tampoco “hoy

(…) me lo abre mi mochila y saca mis cuadernos para escribir y busco mis bolígrafos y empieza a decir….. “¡La X había usado condón!!!!” Y yo le digo, “no…, a ver, ¡encontrá!!!”, y no sé, no le he visto que él se ha sacado su billetera y lo ha puesto a mi mochila, en uno tenía dinero y en el otro había estado un condón medio blanquito y lo ha sacado y ha dicho, “¡aquí esta!!!” [Risas] y la profesora se lo ha creído todo siempre. Ha pensado que yo he manejado condón… y no sé, me ha dicho, “tenemos que hablar contigo”, y le he pegado a él, “¡di la verdad!!!”, le he agarrado del cabello y le he hecho gritar, y le ha dicho… “¡no profe, era de mí!!!, pero que me suelte del cabello!!!” [Risas] y todos me estaban mirando, todos me miraban… “X, ¡cómo vas a manejar condón!!!” Todos gritaban y todos en mi vista, todos me estaban mirando a mí, sí, me estaban mirando mal (…) Y la profesora lo que me ha dicho, que si voy a manejar eso, iba a ser bien, porque quería cuidarme yo misma, que no quería contagiarme de alguna enfermedad o embarazarme. La profesora me ha dicho, “si manejas, va a ser un bien, siempre hay que prevenir”, así me ha dicho la profesora, sí. (…) Sí… y todos han escuchado, y una chica que tiene eso es también que se está previniendo a no embarazarse porque en las noticias de la tv saben decir que una chica debe tener siempre un condón en la cartera…, ujum… (Camila; 15-LPR)

Hallazgos

pelada, él puede tener todo lo que quiera, pero es así como dicen: el hombre propone y la mujer dispone. (Mónica; 17-SCC)

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día voy a tener relaciones”, porque pasa y si estás preparado, bueno pues, ya, sin preocupaciones, sino, estás preocupado, qué va a pasar, qué va a pasar, y…. P: Entonces, ¿tú crees que es bueno estar preparado antes de tener relaciones? Sí, sí, claro. En mi caso, tener un condón, siempre, en mi billetera o en mi bolsillo para así ya estar preparado para alguna ocasión, si se da… (Diego; 17-LPC) Ilustrativo es también Mario cuando describe las situaciones en que los y las adolescentes tienen relaciones coitales sin protección: P: ¿Qué piensas de un chico que siempre lleva condones en los bolsillos? Mm, bueno y malo, ¿no? Porque siempre hay esos momentos, ¿no? Porque dice, “mejor por condones”, porque, bueno, a veces en fiestas siempre toman, ¿no? Y si no llevan, tal vez una chica quiere contigo relaciones sexuales; tal vez no te llevas condón y tienes relaciones y puedes tener consecuencias, ¿no? Tal vez esa chica tuvo VIH o alguna enfermedad o tal vez quede embarazada, las consecuencias que vienen, ¿no? (Mario; 16-CBR)

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Es interesante constatar que varios chicos sugieren, como vimos anteriormente también, que tener relaciones sexogenitales no se planifica, ya que depende, más que todo, de “la oportunidad”.

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Por otra parte, Álvaro es aún más radical en sus afirmaciones. En su imaginario, el hecho de tener un condón en el bolsillo, de por sí parecería aumentar el deseo y/o la potencia sexual: Que es bien adicto al sexo. P: ¿Y en el caso de una chica? También. P: ¿Por qué? Es que si es que lleva condones y digamos a una chica le gusta y se lleva a la chica,

rápido lo hace, no espera el tiempo, o sea, no espera…, digamos…, sería como un vicio al sexo y si se le da la oportunidad, para no perder la oportunidad lo usa. (Álvaro; 15-LPR) Como mencionamos, hay un número importante de chicos que considera que un chico que lleva consigo condones, “es normal”, pero en el caso de una chica sería algo totalmente reprochable. Daniel la compara, inclusive, con una trabajadora sexual: (…) que una chica lleve eso es incómodo ¿Cómo puede ser que una chica?… una chica tiene que respetarse a sí misma, no llevar eso. Pero… la mayoría de las chicas que he conocido en este tiempo, desde mi pequeñez hasta ahorita, es que… a nadie he visto con eso, a las únicas que he visto son la que se venden a los hombres por dinero y eso…, a las únicas (…). (Daniel; 16-LPC) Constatamos que, en pocas ocasiones, observamos diferencias marcadas en términos de “modernidad”, entre chicos del área rural y del área urbana, cuando Lorenzo, del área rural de La Paz, cuestiona un aspecto del imaginario más común, con relación a una chica que quiere estar preparada para cualquier eventualidad: P: Entonces, ¿tú qué piensas de un chico que lleva condones en el bolsillo o en la mochila? Primeramente debe... o sea: debe tener una vida sexual más activa, o sea, para él sería normal que un día esté pasando clases y ya, por la tarde, esté con una chica, eso. Y al día siguiente, con otra chica. Por eso, si lleva condones en el bolsillo sería que está… sería como si estuviese…, que necesitará cualquier día, digamos. Eso sería. P: ¿Y de una chica, qué pensarías de ella si lleva un condón en el bolsillo, en la mochila?

Finalmente, cabe remarcar que sobre 20 chicos, 4 han comentado que el condón, aparte de proteger contra un embarazo, también protege para no contraer ITSes. Es notable que sean tan pocos, además, tomando en cuenta que en muchos estudios se refiere que las chicas relacionan con más frecuencia el uso del condón con la prevención de un embarazo y que los chicos enfatizan la prevención de infecciones de transmisión sexual y el VIH/Sida, en cuanto a su beneficio. Por otra parte, sobre un total de 24 chicas, solamente una ha asociado el uso del condón, con la prevención de infecciones y el VIH/Sida. No parece que el uso del condón sea una práctica muy extendida a pesar de que existen conocimientos al respecto. Algunas chicas comentan que han escuchado comentarios de que los chicos no sienten el mismo placer59. Entre los chicos no hubo ninguno que mencionó “esta desventaja” de forma explícita; tal vez porque saben que no es un argumento “políticamente correcto”. Responde, sin embargo, al modelo hegemónico de la sexualidad masculina

irreprimible e impulsiva y/o al temor a perder la potencia (la erección), asumiendo una actitud individualista y de sometimiento (Beltrán 2011: 70). Jorge, sin embargo, expresa de manera bastante clara su aversión al cuidado con el preservativo: Fue después de un tiempo, en la casa de mi madre. No había nadie y tuvimos. No nos cuidamos con condón, no. No he usado nunca. Nos cuidamos con los días, es muy bueno, es mejor que el condón (…) No, en el colegio no hablan … bueno, sí, nos dieron charlas de enfermedades y del Sida una vez (…) No, yo no tengo miedo, porque yo tengo mi novia; ella no me pide que me ponga condón. Yo le digo, “nosotros nos cuidamos con los días”, no tenemos riesgos, ni peligro. (Jorge; 17-SCR) Vemos que Jorge ha recibido charlas en el colegio sobre la prevención de infecciones de transmisión sexual y el VIH/Sida y, sin embargo, la preocupación por un embarazo es el único aspecto que toma en cuenta. Como a las chicas les suele preocupar únicamente eso, el uso del método de “los tres días”, en base al método del calendario, del cual se les habla (también) en el colegio, parece tranquilizarles a ellas de manera fehaciente60. Pero, asimismo, no podemos descartar que la idea del amor romántico también esté en juego. Pero podemos colegir también que el uso del preservativo es muy limitado, cuando vemos que algunos chicos afirman evitar el embarazo mediante el coito interrumpido:

59 Aguirre y Güell -citados en De Jesús Reyes-, que hicieron en 2002 una síntesis de estudios cualitativos sobre salud sexual y salud reproductiva de los adolescentes y jóvenes varones en países seleccionados de América Latina, tocaron el aspecto del por qué los varones se resisten a usar condón en sus relaciones sexuales; se encontró que “los varones no usan condón porque sienten menos placer, lo cual significaba una amenaza a su virilidad o menor supremacía en su relación. Mientras que las mujeres nunca negocian el uso del condón, porque puede significar su desprestigio o su deshonor con la pareja por llegar a ser consideradas promiscuas” (2011: 93). 60 Parece insuficiente la calidad de la información que se brinda, aunque la gran mayoría señala que algo se ha hablado sobre métodos anticonceptivos en el colegio. Por otra parte, aún hay chicas que refieren que los o las profesoras les han hablado únicamente sobre el método de la abstención.

Hallazgos

Lo mismo, digamos. Que le… que tiene una vida sexual activa también; que para ella sí es necesario llevar, porque, en cualquier momento, se puede dar la ocasión, digamos, y no quiere salir embarazada, porque tampoco se puede pensar que ella es… que ella está con uno u otro chico, tampoco, porque es injusto si un chico tiene eso y es mejor y si una chica tenga eso no es aceptada; sí, es injusto, porque también, como el chico, puede estar con una chica, también la chica puede estar con un chico. (Lorenzo; 15-LPR)

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Cuando tenemos relaciones…, claro, siempre nos cuidamos. Más que todo procuro de no eyacular adentro. (…) [Usamos condón] cuando estoy borracho, porque uno no sabe a veces, pero siempre me cuido. (Joaquín; 17-SCC) De esta manera, es llamativo cómo Joaquín y Jorge transmiten sentirse muy seguros de que sin usar preservativos “no va a pasar nada”. Finalmente, debemos mencionar que la pastilla del día después también se utiliza; pero no podemos calibrar si realmente se usa como anticoncepción “de emergencia” o si su frecuencia está en función de múltiples “emergencias”.

Hacer el amor

razos no deseados, más bien se evitarían. El uso del condón, según Valeria, se relaciona, sin más, con la fatalidad de un embarazo, pues, prevé que el chico puede negar su paternidad y/o que la chica puede llegar a abortar. Una chispa de lucidez le hace pensar que un condón puede funcionar y puede fallar, pero el conjunto del comentario nos indica que va a fallar. Además, a la edad que se tiene, no es recomendable tener relaciones y, por tanto, nuevamente, aparece la figura del inevitable castigo, ya que el goce se asocia con la irresponsabilidad y, por tanto, no es compatible con la responsabilidad. Valeria emplea luego otro código, nuevamente, para reiterar la fatalidad de tener sexo, pero desde el ángulo contrario, el del no uso de protección, la irresponsabilidad:

El cuerpo de la mujer también pide eso

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Hemos visto que las relaciones casuales son más aceptadas entre varones que entre mujeres. El amor romántico es el paradigma de felicidad para la mayoría de las chicas. Valeria, cuya madre le dice que “no des gusto a tu cuerpo”, piensa firmemente que recién de casada tendrá relaciones sexogenitales. Ella, cuando habla sobre la prevención de un embarazo y el uso del condón, menciona un arsenal de tabúes y premoniciones sombríos:

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Preservativos… para las personas que quieran tener relaciones, porque algo planeado ya no sería igual; tal vez, ni siquiera va a reconocer a su hijo. Algunos piensan en abortar, para que sus papás no se enteren. Tal vez les haiga fallado, pero lo recomendable es que no deberían tener relaciones sexuales todavía, porque es a temprana edad. (Valeria; 16-CBC) Como muchos chicos y chicas, Valeria asocia el uso del condón con las relaciones casuales y la ausencia de compromiso. Luego, enumera una lista de consecuencias por tener relaciones sexuales con protección, que desde las estrategias de comunicación y los criterios vigentes para prevenir emba-

(...) yo he visto en programas y eso, dicen ¿no?, que (...) no es lo mismo utilizar condón y no utilizar. Es más, ¿cómo decir esto?, no se siente igual dicen, más placentero. Es distinto usar condón; dicen que no se siente nada; pero saben las consecuencias y ellos mismos se están haciendo eso. (Valeria; 16-CBC) De este modo, da lo mismo, la estigmatización de los y las adolescentes, amigos y amigas, que tienen relaciones sexogenitales, se mantiene: cuando se trata de lo prohibido no hay lugar para matices, para la observancia de la responsabilidad o la irresponsabilidad. Pues, la moral judeocristiana es dicotómica; no da lugar a complejización o relativización alguna. El cuerpo y sus gustos, si bien constituyen un tabú, están presentes, aunque entre líneas, por doquier; pero se exterioriza como un hecho fatídico, un escollo para el proyecto de vida trazado, al igual que un embarazo, ya que ambos son inseparables si el uso de métodos anticonceptivos no es una opción: -

Algunos, creo, que por dejarse llevar por su cuerpo. No es que les falta información, saben; nos dan en el colegio. Ellos

Los chicos, en la calle, en el aula, entre pares, hablan sobre sus experiencias y cuantas más tengan, mejor. Las historias, los comentarios, se acompañan con chistes de diversa indole y con la consiguiente risa. Es por ello que algunos chicos echan en falta el poder hablar más en serio con sus congéneres sobre aspectos relacionados con la sexualidad y afectividad. Cuando se pregunta a las chicas de qué hablan entre amigas, la respuesta suele ser que no se habla sobre “sexo”, sino que sobre los enamorados y/o los enamoramientos: P: ¿Las chicas hablan de sexualidad? De sexo, no mucho, casi no; de cosas, de los novios, de eso; pero así de sexualidad, no. (Alejandra; 16-CBC) P: ¿Alguna vez han hablado, por ejemplo, sobre sexo, sobre relaciones sexuales? ¿Hablan? ¿Se dan concejos? De sexualidad no. De tener novio, de que he conocido a alguien, de eso. (Lisa; 16-CBC)

Tania es la que se expresa con más soltura cuando se le pregunta sobre el placer sexual. Es interesante que ella analiza simplemente el significado de la palabra “placer”, entonces, concluye que debe ser bueno. Como la gran mayoría, ella relaciona el placer con las relaciones sexogenitales: P: Bueno, ¿tú has escuchado sobre el placer sexual y…. Sí….. P: ¿Podrías poner en palabras lo que es el placer sexual? Que… para mí qué es... Dicen que hacer relaciones es bien, hasta... no sé... que se siente bien; así me han dicho, por eso creo que le dicen placer sexual… que se siente bien… P: ¿Y será que todos, todas, encuentran el placer que buscan? Algunos no y algunos sí; pero mayoría que sí encuentran el placer. P: ¿Y las chicas también? Sí, así como lo dicen, que se sienten bien; pero, la verdad, que casi no hablamos de eso; alguna vez escuché, pero… (Tania; 16-LPR) Como señalamos, el intercambio de experiencias, la socialización de aspectos de la sexualidad, el amor y los afectos, en grupos de chicos y chicas, es muy distinta e, inclusive, hay como un acuerdo tácito de que no se comparte en grupos mixtos. Los momentos en que los chicos provocan a las chicas para hablar o reir del sexo, es cuando les sorprenden a ellas con una película porno. Como no se crean en los colegios espacios “alternativos” de diálogo, existen pocos escenarios reflexivos entre adolescentes varones y mujeres. Leonardo, como un ejemplo, expresa cómo los chicos -pero también se da en el caso de las chicas- pueden alarmarse cuando se transgreden las normas de género y se habla o comparte entre chicos y chicas: P: ¿Te ha dado asco? Sí. Está fuera de lo normal, creo. Pero las

Hallazgos

no piensan en lo que hacen y quedan embarazadas. (Valeria; 16-CBC) - (…) me han dicho que es perjudicial [la masturbación] y te enamoras y puedes hacer cualquier cosa. (Alejandra; 16-CBC) - P: ¿Puedes poner en palabras como es el placer sexual? Placer sexual. Dice que es una satisfacción. Dice que no sólo el cuerpo del hombre, sino el cuerpo de la mujer también pide eso. Tienen esa tentación; quieren satisfacer a su cuerpo. (Mariela; 17-LPC) - P: Escuchaste (que tus amigos) han tenido relaciones sexuales. ¿Tú sabes si han tenido por presión, por placer o por qué han tenido? Por placer, porque no piensan con la cabeza, sino con el cuerpo. (Isabel; 16-CBR) - P: ¿Las chicas que se embarazan a temprana edad? No tienen experiencia suficiente o es que dicen que se dejan llevar por sus sentimientos, por sus impulsos y se olvidan de todo. Ya pasó y listo. (Paula; 16-CBC)

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chicas de mi curso, sí, creo que ven. Las chicas [haciendo énfasis]. No puedo creer eso… P: ¿Por qué? No sé. Están hablando así entre chicas: “hay que ver esto, ¿quién tiene crédito?, hay que hacernos pasar para comprar megas, tenemos que ver esto…”. Hasta a los chicos, “¿saben ver videos caseros?”, nos dicen, ¡las chicas! Nosotros, “no, ¿qué es eso?” Nos hacemos a los locos… P: ¿Por qué te es tan difícil pensar que

T4) Había una vez una pareja que durante un buen tiempo estuvo enamorando. Todo marchaba a la perfección. Hasta el momento en el que un jueves 6 de Octubre, la pareja salió a caminar y de pronto se sentaron en un parque. Hasta que María sintió varios cosquilleos por diferentes partes del cuello, ella pensaba que no era nada, y después de ir al parque fueron a comer y de ahí la llevó a su casa.

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Al día siguiente ella pudo ver cuando se bañaba, unas manchas medias rojas y pudo entender que eran chupones… Trató de ocultarlo pero la madre se dio cuenta y empezó a regañarla y la prohibió volver con él, volver a verlo.

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las chicas igual pueden tener estas curiosidades sexuales? No debe hacer eso una mujer, digo. Es feo siempre que vea esas cosas…, no, no, no me agrada a mí. (Leonardo; 17-CBR) Leonardo se manifiesta como un guardian de la decencia femenina. Los roles tienen que mantenerse tal cual y sería un peligro que los varones adolescentes empezaran a contagiar a las mujeres con “su naturaleza de sexualidad desbordante”. Desde una posición de poder

ninguno de los dos se dio cuenta cómo llegaron a su cuarto de él. Ellos continuaron hasta que la pasión los invadió y cuando estaba a punto de pasar algo, llegó su mamá. María, avergonzada, se sentó y de igual manera lo hizo Mauricio. Prendió la televisión para disimular y no pudiera sospechar. Ese mismo día María experimentó muchas cosas y entre esas una cosa que ella no sabía.

Desde ahí la madre no la dejó salir para ningún lado y mucho menos con él.

Apenas su mamá de Mauricio se fue y desapareció la pasión que había entre los dos. María pudo sentir que por dentro de las piernas sentía que estaba mojada y esa era su gran interrogación, se preguntaba dentro de ella ¿por qué? Pero cuando él se dio cuenta, María pudo ver que él no se sorprendió y por el contrario, parecía que supiera mucho del tema.

Ella no hizo caso a su madre, continuaba con Mauricio y salían sin permiso de su madre.

Pasados unos 20 minutos luego de que su mamá los saludó, ella se fue muy avergonzada.

Hubo un día en el que María salió de su casa, supuestamente, para hacer tareas; pero no era así. Una vez más era para encontrarse con él. Cuando ambos se encontraron en la hora pactada, él la llevo al cine y luego de ahí a su casa de él, para que pudiera cocinar algo para los dos y, luego de que cenaron, él se arrodilló y le pidió su mano.

Y no se volvió a dar eso nunca más, porque la mamá de María descubrió que estaba con él y que se veían a escondidas y su mamá quiso ir a la casa de él y armarle un lio, pero no fue, porque María prometió a su mamá que terminaría con él y que no se volvería a acercar y, mucho menos, a hablarle.

Ella estaba tan emocionada y tan feliz (…) cuando le hizo la pregunta y le dijo muchas otras cosas tan bellas… Ella le dijo que sí y lo besó; era el beso más intenso que pudieron sentir ambos… Soñaba que estaba volando por los cielos y que todo era tan hermoso y ese beso estaba tan lleno de pasión que

Desde ahí María y Mauricio no se volvieron a ver… Y fue así como el amor de esa pareja terminó. Pero ambos sueñan con que en un futuro ese amor se vuelva a dar y que las cosas terminen mejor que esta. (Ad. mujer, Cochabamba)

P: ¿Alguna vez has criticado algún comportamiento de alguna amiga o amigo? Sí. Una compañera nos ha contado que ha tenido relaciones sexuales y esas cosas. Y yo le dije, “¿cómo va a hablar esas cosas siendo una mujer?” P: ¿Qué es lo que más te ha molestado de eso? Que hable así abiertamente, que nos diga que ha tenido relaciones. Eso me ha molestado más (…). P: Y ¿crees que hubiera sido distinto si hubiera sido un chico que contaba eso? Ah sí, porque un chico queda más bien (...). P: ¿Qué es lo que piensas de esa chica si habla así? Pienso que ya sabe todas esas cosas; que ya no tiene respeto a las chicas; que es una... cómo dicen los chicos: “una cualquiera”. (Leonardo; 17-CBR) Leonardo, tocando el tema de las chicas que se muestran abiertamente sexuadas, subraya cual es la amenaza ante esta clase de chicas: “ya saben todas esas cosas”. El saber y la experiencia de las mujeres adolescentes, de esta manera, se censura tanto desde el flanco de sus padres como desde el flanco de algunos varones de su edad. La construcción de los roles de género, por parte de Leonardo, queda más clara aun cuando comenta lo que pasa en su casa:

P: ¿Qué libertades tienen los hombres? Todo, creo. Podemos hacer todo, por lo que son hombres. P: ¿Tu papá trata distinto a los chicos que a las chicas en tu casa? Sí. P: ¿Cuál es la diferencia? Entre hombres a veces nos burlamos, hacemos chistes; mientras con mi hermana no; está más alejada por lo que es mujer. Por eso no deja que se nos acerque. Por eso le manda a la casa de mi abuela a mi hermana y sólo quedamos los cuatro y podemos hacer chistes, bromas entre hombres, que entendamos. (Leonardo; 17-CBR) Este escenario que nos ilustra Leonardo, nos hace ver cuán importante es la implementación de la educación sexual con un contenido de deconstrucción de las relaciones de género imperantes. Pues, muchas chicas suelen alinearse bajo la misma figura, de procurar no dar una imagen de “chica fácil” o chica “cualquiera”. En este sentido, lo que comenta Paula, es excepcional: Había una vez que se ha tocado el tema, aquí con mis compañeros, sobre qué es lo que ellos sienten cuando están teniendo relaciones. Entonces, sobre eso estábamos hablando; unas tres veces máximo, no ha sido más. P: ¿Han hablado a partir de sus propias experiencias? Sí, han hablado. Uno ha hablado, luego el otro decía lo que pensaba. P: ¿Tú no has hablado de eso? No, porque nunca he tenido relaciones sexuales. (Paula; 16-CBC) Leonardo no concibe la idea de que en casa se pueda hablar con una hermana, también adolescente, sin tabúes, sobre las sexualidades y las prácticas de sexo coital. Pablo expresa reparos similares, cuando comenta sobre las charlas con su hermana:

Hallazgos

para su género, excluye inclusive la idea de que las chicas supieran que ellos consumen porno, reforzando la imagen de mujeres pasivas, ingenuas y totalmente cohibidas. Pues, le dan asco las películas porno, pero las mira, y los chicos se tienen que hacer “a los locos” para que ellas no caigan en la misma tentación. Es así también como Leonardo censura duramente que una chica pueda comentar en el curso sobre sus experiencias con el sexo genital:

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P: Sí, sobre los enamorados, pero sobre la sexualidad es un tema muy cerrado, sobre todo para ella que es señorita y yo soy varón y creo que es eso. P: Y alguna vez ¿tú le das consejos? Sí, de su enamorado, que se cuide, que no vaya a lugares alejados o muy oscuros, que siempre tenga distancia. (Pablo; 17-LPC) Advertimos que Pablo, que ya ha tenido su primera relación sexogenital y que da el calificativo de “bonito” a la práctica, cuando se trata de su hermana enfoca la sexualidad como algo peligroso, reproduciendo los modelos hegemónicos de sexualidad positiva y negativa, en base a la condición de género. Pues, él disfruta y lo primordial, en el caso de la hermana, es que se cuide. Romina, por su parte, nos hacía notar cómo las conversaciones con su hermano, desde la complicidad, es decir, a partir de las semejanzas entre adolescentes varones y mujeres, tienen un impacto positivo en cuanto a sus ideas y el habla sobre la legitimidad de las sensaciones de placer que ella experimenta:

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Mi punto de vista es que nosotros debemos pensar, porque con el tiempo que vamos creciendo, siempre el cuerpo va a tener deseos, ¿no? (…) El cuerpo de la mujer también pide eso (…). (Romina; 17-SCC)

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Lorenzo aborda el problema de que entre varones y mujeres no se habla sobre las experiencias de sexo genital, por el hecho de que hay chicos que hacen gala de haber estado con una y con otra; pero, según él, se hace difícil saber si es cierto lo que dicen, ya que no se les puede preguntar a ellas. Pablo expresa nuevamente sus reparos de hablar con alguna chica sobre sus experiencias -aparte de lo que ya comentamos sobre sus ideas con relación a lo que comparte con su hermana- pero, en esta oportunidad, trae a colación que le podrían ver a él como un chico “cualquiera”, situando, esta vez, el problema en su propia imagen:

(...) los chicos dicen que ya lo han hecho cuando ni siquiera lo han hecho o a veces cuando te cuentan, dicen eso, que solo “ya lo han hecho” y nada más. Es difícil que también la chica te cuente eso. (Lorenzo; 15-LPR) P: Y ¿las chicas será que también encuentran el placer que buscan? No sé, a mí no me gusta contar esas cosas a las chicas. Eso, para mí, es un tema personal; entre amigos se habla y no creo que un amigo le diga a una amiga, tal vez en el caso de que la chica pueda ser muy libre; quizás en ese caso. A mí me da miedo preguntar eso. P: ¿Por qué? Me da miedo que se sientan ofendidas o que a ti te vean como una persona mala, que le gusta eso. (Pablo; 17-LPC) Es interesante constatar que Pablo no utiliza el término “chica fácil” o “cualquiera”, sino el de una chica “libre”. En ese caso habría una relación más igualitaria: él “libre”, por ser varón y ella “libre”, por subversiva. Desde esta condición se plantea la posibilidad de la deconstrucción del tabú. La proliferación de estos escenarios les haría bien a ellas, porque podría coadyuvar a que reconozcan con menor dificultad el derecho al placer y, a ellos, porque de esta forma se ejercitarían en ver a sus pares mujeres como sujetos; como un mecanismo para ir construyendo relaciones más igualitarias y empáticas entre mujeres y varones. De hecho, los mismos chicos, en muchas oportunidades -ya lo hemos mencionado- cuestionan los estereotipos de género, pero no encuentran fácilmente las formas para, en los hechos, cambiar sus prácticas cotidianas, si eso significa la desaprobación de sus pares: (…) a mí no me gustaría ser mujer… porque estoy bien como hombre. No me gustaría ser mujer, porque en las mujeres se ve feo cuando tienen varios tipos de relaciones sexuales. Los hombres hasta pensamos mal de que ya es tal y cual.

(...) si una chica está con muchos chicos, le dicen: “eres fácil” o malinterpretan las cosas. Si un chico está con hartas chicas, “ya”, dicen; ahí lo respetan a veces. A veces dicen “qué cabrón eres”, todo eso. Dicen, “qué cabrón eres, yo me podía agarrar a esa mina” (...). (Santiago; 18-CBC) Santiago se refiere a cómo los varones suelen ganar el respeto de su grupo de pares. Los significados del término “respeto” son muy variados y hasta opuestos con respecto a las normativas de hombres y mujeres. Hablando en estereotipos, en el caso de los chicos, el respeto se consigue mediante el alardeo o la conquista efectiva de muchas chicas a la vez o muy seguidas. Por su parte, ellas se refieren al respeto y el autorespeto cuando se defienden bien ante este tipo de actitudes de los chicos: P: ¿Cuál ha sido tu máxima expresión de amor para con tu chico? Que él sea feliz. [Sonriendo]. P: Y si él, para ser feliz, te pediría relaciones sexuales... No. No le aceptaría, porque yo me respeto y si yo no quiero o no estoy preparada, él tiene que aceptar. Entonces, no. (Isabel; 16-CBR) Sí. Algunas chicas terminan acostándose con los chicos cuando salen, pero luego todos comentan y nadie las respeta. Todos saben quiénes son esas chicas. (Ángela; 17-SCR) De este modo, el chico que no goza de mucho respeto entre sus pares, es el que respeta a las chicas. La chica que no contribuye al respeto, a la popularidad, de los chicos, es una chica que goza del respeto de sus pares, varones y mujeres; aunque a muchos varones les puede “convenir” que más chicas “descuiden” la imagen de ser “respetadas”.

El respeto también se asocia con la libre decisión de las mujeres. A los chicos se les obedece o no, pero no hace falta decir que se les debe respetar, ya que se da por hecho. A lo máximo se habla sobre el respeto mutuo de la pareja. Por eso tanto énfasis por parte de los chicos en el término, ya que hoy en día es una cualidad cada vez más valorizada en la relación con las chicas: No obligando a la mujer, porque habemos hombres como adictos al sexo (...) Tienen que respetarla, porque si ellas no quieren es su decisión. (Manuel; 17-SCR) (...) les gusta mi carácter, porque en esa parte soy muy respetuoso. Respeto lo que ella quiere. Eso les gusta, que respete sus decisiones y que sepa pensar y eso… (Vicente; 17-SCC) (...) no obligarle a algo que no le gusta. Respetar su opinión y lo que ella piensa. Lo que ella piensa yo sé respetar y nunca obligo a algo que ella no quiere. (Pablo; 17-LPC) (...) yo le he dicho: “no, anda despacio, que si va a pasar algo que dependa de cada uno; que si vos quieres y ella no, tampoco la obligues”, le dije. (Diego; 17-LPC) Las chicas, cuando se les pregunta de forma directa si han tenido algún enamorado que les haya maltratado, responden unánimemente que no, aunque sí se refieren frecuentemente a chantajes y manipulaciones, como veremos más adelante. Pero también hubo las que comentaron haber salido airosas ante el pedido de tener relaciones sexogenitales: P: ¿Y alguno de tus chicos te ha pedido, lo ha intentado, te ha dicho, “tendremos relaciones”? Uno sí, el segundo, me ha dicho y yo le dije, “no”, y me dijo, “te entiendo nomás” y después ya no me ha vuelto a pedir, sí. (Tania; 16-LPR)

Hallazgos

De los hombres nunca van a hablar mal, porque son hombres. (Joaquín; 17-SCC)

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(...) él me ha preguntado por qué no quiero o “yo no te gusto o dime qué pasa” y siempre le he dicho que no quiero; que cuando yo quiera le voy a decir; hablamos, siempre hablamos de eso. (...) P: Y ¿cómo te has sentido después de expresarle todo esto? Me he sentido bien, aliviada, porque tenía miedo que él piense que yo no gustaba de él; que no me interesaba en esa parte o que yo no quería estar con él. Me he sentido bien. (Mariela; 17-LPC) Pero también hay chicos -con más razón que las chicas, por ser una decisión poco frecuente en los varones- que se sienten en la necesidad de aclarar las expectativas que tienen en cuanto a las prácticas sexogenitales:

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

P: ¿Alguna vez has querido tener relaciones sexuales? No, la verdad no. Siempre hablamos eso con mi enamorada y es lo primero que le he dicho (...) Le he dicho: “mira, antes de tener relaciones sexuales primero hay que salir del colegio, hay que tener trabajo digno” y ella me ha dicho “sí, estás en lo correcto; es lo que debemos hacer”. No se ha enojado, no ha hecho nada. “No hay problema” ha dicho, “porque yo también quiero darles lo mejor a mis hijos”. (Daniel; 16-LPC)

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La propuesta de tener sexo genital, se hace, en ocasiones, sin hablar previamente sobre sentimientos, miedos; en fin, sobre todo lo que suele ser relevante, para que sea gratificante para ambos. Las chicas, en ese caso, suelen reconocer las “maniobras” y “leen” el mensaje como una especie de código, para ponerse en alerta sobre ciertas intenciones. Generalmente se le propone un paseo a un lugar alejado o de ir a su casa: P: ¿Quiere? Yo pienso que sí, porque es hombre y ha habido algunos momentos en los que

también me ha dicho, no me ha dicho. Ya la cosa es que quiere. P: ¿De cómo te has dado cuenta? Porque mucho me indirectea. P: ¿Algunos de tus chicos se ha querido sobrepasar de tus límites? Una vez, me ha querido llevar a su casa, pero no he querido ir. Me ha dicho que “vamos a mi casa”, pero yo, “no”, “no”. También cuando me ha dicho que vayamos a los Molles, yo no sabía dónde era. Me han dicho que es por Sacaba, pero hasta ahora no sé dónde es. Ahí me ha querido llevar; luego me ha dicho: “vamos a mi casa”, no hay nadie y “no”. P: ¿Y no has ido? No. P: ¿Por qué no has ido? Porque sabía yo, que para eso [relaciones sexuales] siempre van a sus casas. Como me ha dicho que no había nadie, peor todavía. (Alejandra; 16-CBC) Alejandra no puede avisar en su casa que tiene enamorado, pues, le dicen que se arruinaría su vida si se embarazara y, por tanto, no se habla de la toma de decisiones sobre una u otra práctica sexual: Son muy estrictos, especialmente mi papá, en cómo me educan; tampoco me gustaría que me hablen de eso, de sexualidad; me daría cosas hablar de eso con mi papá. (Alejandra; 16-CBC) Con todo el tabú sobre la sexualidad que le rodea, es comprensible que a Alejandra le falten herramientas para poder encarar con solvencia las insinuaciones que le hace su enamorado. Pues, sin práctica de diálogo es difícil que pueda actuar de forma asertiva; habilidad que le ayudaría a interpretar las intenciones de su enamorado, a expresar lo que le gusta y no le gusta, a confiar en su juicio propio, etc. Aparentemente, tampoco su enamorado dispone de la capacidad o la voluntad de abordar el tema e iniciar la comunicación al respecto. De esta manera, Alejandra maneja un

La construcción de relaciones afectivas se hace difícil en las condiciones, descritas por muchas chicas. La imagen del enamorado “objeto” -simplemente “hombre”-, minimiza la posibilidad de empatía, de comunicación y de negociación entre ambas partes. Beatriz, que relata con arrepentimiento sobre su primera experiencia de haber tenido relaciones sexogenitales, igualmente nos plantea lo que ocasiona la vulnerabilidad ante una educación sexual tan limitada y represiva: P: ¿Qué es lo que no te gusta mucho o te incomoda de una relación de pareja? Cuando piensan tener relaciones sexuales, esa parte. P: ¿Por qué? No sé. Porque saben decir los chicos que quieren destruir a la chica nomás y siempre viene a mi mente eso nomás. Si voy a tener, él se va a hacer a un lado de mí y se va a ir. (Beatriz; 16-LPR) A primera vista, las ideas de Beatriz son difíciles de comprender. Describe un panorama muy tremendista, crudo, con relación a lo que ella supone que van a ser las consecuencias de ceder ante la propuesta de su enamorado de tener relaciones sexogenitales: la va a “destruir”. Generalmente, se piensa que la presión, la

coerción sexual, logra su objetivo, por constituir un chantaje afectivo. Pero Beatriz transmite que, si cede, no espera mantener su amor, sino que ya sabe que solamente le quiere hacer daño y, además, después la dejará. Luego, Beatriz cambia la versión de los hechos, al referir que no se trata de algo que se puede dar en el futuro, sino que ya ha pasado. Ella cedió y, no sabemos cuanto tiempo después, terminó la relación. De modo que Beatriz nos insinuaba, al principio, que se trataba de una profecía cumplida, pues, ella ya sabía que le iba a ir muy mal. Sin embargo, cuando nos habla sobre el grado de atracción que sentía hacia su enamorado, se constata que probablemente decidió decir que “sí”, ante la clásica presión de la prueba de amor: Yo, cuando me he enamorado, solo en él pensaba, en nada más. A mi familia ya le he dejado en otro lado (…) Yo, por fuera de mi corazón, decía: “le voy a dejar”; pero, dentro de mi corazón, no quería dejar. (Beatriz; 16-LPR) No podemos calificar el grado de coerción sexual que ejerció el enamorado sobre Beatriz. Pero consideramos pertinente resaltar que ella, como muchas otras chicas, sugiere que su chico fue un amor romántico, de tal magnitud que le hizo olvidar hasta de su familia, familia que le había educado en pautas de conducta que ella, desde su sentir, no supo valorar. De esta manera, Beatriz expresa cargar con una amargura muy grande, ya que su manera de actuar concibe como una especie de traición a la familia -tal como hemos podido apreciar en otras chicas-, reconociendo, además, que todo lo que le habían advertido se cumplió: (…) en un rato te puede pasar algo, si no te cuidas, me saben decir (...).

61 Haciendo referencia a la teoría de la performatividad de género de Butler, Carlos Duque opina que “cuando pensamos que hemos encontrado un punto de oposición a la dominación y luego nos damos cuenta de que ese punto de oposición es el instrumento a través del cual opera la dominación, y que sin querer hemos fortalecido los poderes de dominación a través de nuestra participación en la tarea de oponernos. La dominación aparece con mayor eficacia precisamente como su ‘otro’” (Duque 2010).

Hallazgos

argumento muy reduccionista para interpretar las intenciones de su enamorado: “es hombre”. Este pensamiento, bastante lógico desde el tipo de educación que recibe, convierte a su enamorado en una simple categoría de ser humano y, de paso, a sí misma en “una mujer”. Advertimos cómo en el lenguaje, a propósito de un hecho tan importante en la vida de los seres humanos, se anula toda referencia a los sentimientos y al regocijo de una relación que, no cabe duda, es muy especial para ella61.

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P: Y ¿qué crees que deberías hacer para cuidarte? Hmm… Yo misma cuidarme, eh… o sea… cuidarme sería. Escuchar a mi mamá siempre lo que me dice, llevar en mi corazón cuando camino. Siempre recordarme esas palabras que me dice mi mamá. (...) Me he sentido bien culpable, ¿“Pa qué he conocido? ¿pa qué he dicho? porque ya no podré olvidarlo ¿Por qué he conocido? Hay veces, cuando no hago caso a mi mamá, “¿por qué no he hecho caso?” Así. Me sé arrepentir. (Beatriz; 16-LPR) Beatriz tiene, sin embargo, un recurso, que le ayuda a relativizar de alguna manera la culpa, cuando nos habla sobre el primer beso con este su enamorado:

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

(…) sí, me he arrepentido, porque he tenido el primer beso. Me he arrepentido, porque cuando he tenido, de ese rato ya no he podido olvidar a él. De ahí me he sentido bien culpable. Yo he tenido la culpa por aceptar. P: ¿Y por qué crees que está mal besarse? Porque según me saben decir, cuando le besas a un chico y no le puedes olvidar nunca, porque has tenido el primer beso y por eso no sería bien. (Beatriz; 16-LPR)

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Si bien Beatriz se culpa por haber aceptado el primer beso, al mismo tiempo se quita algo de responsabilidad propia, cuando ese beso, según su creencia, tuvo como resultado que ya no podía olvidar y soltar a esa persona, por más que quisiera. De esta manera, a modo de conclusión, advertimos que las chicas, cuando en su casa se les conversa constantemente sobre los peligros que encierran los enamorados; cuando ellas mismas demonizan a los chicos por querer “usarlas nomás”, cuando no pueden hablar en el aula sobre sexualidad, placer y afectos con aquellos, ellas se “achican” en

sus capacidades comunicativas, capacidades que justamente se consideran más desarrolladas en las mujeres. Pues, cuando se sienten presionadas, no logran hablar sobre sus sensaciones de manera asertiva y, de este modo, no logran tampoco discernir entre las buenas y malas intenciones y actuar, de forma coherente, en consecuencia.

No nos sentíamos culpables de haberlo hecho De los 24 chicos entrevistados, 11 han mencionado haber tenido relaciones sexogenitales. La mayoría son del departamento de Santa Cruz, en total 6. Del departamento de Cochabamba fueron 3 y de La Paz 2 (sobre 8, en los tres casos). Por otra parte, cabe mencionar que 6 chicos son del área rural y 5 del área urbana. Los chicos no se preocupan por el honor, no conocen la sensación de vergüenza, de culpa, en la misma magnitud que las chicas sin embargo las referencias al código moral que manejan ellas, frecuentemente están presentes en su imaginario, cuando hablan sobre las relaciones sexuales coitales con sus enamoradas. Lo podemos apreciar en la narración de Rodrigo. Él tuvo su primera relación coital a los 12 años. Afirma haber tenido unas 72 enamoradas, pero ahora, a sus 18 años, con una relación estable que le interesa mantener, hace notar que ha tomado en cuenta la sensibilidad de su enamorada: P: En las películas, una pareja se conoce y esa misma noche se acuesta. ¿Qué piensas de eso? Sí, me ha pasado a mí. Una chica que un mes la he conocido y ya quería tener relación. En cambio con mi chica me ha costado un año (…) estar con ella, porque ella me consideraba su amigo y no quería hacerle daño. (Rodrigo; 18-CBC) Rodrigo deja en claro que le importa mucho la relación con su actual enamorada, ya que inclusive está pensando que se casaría con ella

P: ¿Qué es lo que más te acuerdas de la primera vez con ella? Yo recuerdo que yo estaba feliz y ella también. Ambos estábamos felices de hacerlo y una vez de haberlo hecho y al finalizar no nos sentíamos culpables de haberlo hecho. Yo creo que ahora los jóvenes se deben sentir un poco culpables de haberlo hecho; como dicen, “sucios” ¿no? Pero nosotros no, nos hemos sentido normal. P: ¿Por qué crees que se sienten sucios? Porque no están con la persona correcta, tal vez. Porque no tienen esa…Cuando haces eso, tienes que estar en completa confianza con esa persona. Y si ellos se sienten así [sucios] o se sienten un poco culpables o demás, es porque no conocen muy bien a la otra persona o no están muy conectados con esa persona. Yo no, yo siempre estoy hablando y ella conoce a mi familia y yo también. Hay harta confianza, no hay por qué sentirse mal. Ella se siente feliz y yo también. (Rodrigo; 18-CBC) Rodrigo introduce un aspecto que podríamos denominar “la disidencia sexual”. Es consciente de lo que es la normatividad hegemónica, aquella que el sexo genital fuera del matrimonio debe producir “culpa”; debe producir una sensación de “suciedad”. Se autodefine de esta manera a sí mismo y a su pareja como transgresores; aun siendo disidentes, los valores dominantes son su referencia. De esta manera trasciende la violencia simbólica que se ejerce cotidianamente sobre los y las adolescentes: la violencia de los

dictados sobre qué se puede hacer y qué no y, en caso de no obediencia, cuáles deben ser las sensaciones. Pero no es muy probable que Rodrigo, que tuvo “su primera vez” a los 12 años y que menciona haber tenido unas 70 chicas, se complique todavía por cuestiones como la culpa o posibles sensaciones de “suciedad”. De esta manera no habla de sí mismo sino que Rodrigo, podríamos interpretar, traduce los miedos y las ambivalencias de su enamorada y los despeja con conceptos como ser: la confianza y la conexión. La confianza también la enlaza con el hecho de que no se trata de una relación oculta, pues, ambas familias conocen a “los novios”. Hemos visto que, especialmente para las chicas, es un aspecto primordial: no sorprender ni defraudar las expectativas hacia ellas, por parte de sus seres más queridos. Pero Rodrigo va aún más allá en lo que describe sobre la construcción de una relación de confianza, cuando opina que para él son las mujeres que deben proponer tener sexo genital y no así el varón; seguramente, con la experiencia que tiene, se refiere a las particularidades de esta relación exclusiva, que espera poder mantener sin tropiezos: Esperaba que ella me dijera y en confianza, porque si yo lo decía, bueno, desde ya iba a esperar a que yo tomara todas las decisiones. Y yo prefiero que ella las tome para que estemos en confianza los dos, porque cuando una chica espera que el chico tome las decisiones no se siente segura de decirle si ha pasado algo; si está embarazada o algo; no se sentiría segura de decirle. ¿Por qué? Porque no habría una buena comunicación. Es como, digamos, tú le dices a una chica (de) tener sexo, entonces… si tú le dices, la chica dice “ya”. ¿Por qué? Porque está de acuerdo. Ella va a esperar a que tú le digas cómo hacer todo y tú no puedes tomar las decisiones que ella tiene que tomar. Yo esperaba que ella

Hallazgos

y que tendrían hijos/as. Con toda su experiencia de muchas relaciones pasajeras, Rodrigo se define a sí mismo como un experto, en cuanto a las características de esta relación y “el manejo específico” que requiere. Manifiesta reiteradamente cuán delicada es la decisión para su enamorada, de tener relaciones sexogenitales, refiriéndose a la prevención de sentimientos negativos, tan generalizados, en las chicas:

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me dijera y eso he hecho. He esperado a que ella me diga cuándo estaba segura de hacerlo. (Rodrigo; 18-CBC) La narración de Rodrigo difiere mucho de la de Beatriz y Alejandra, con relación al tipo de comunicación entre enamorados. Alejandra siente una presión para tener relaciones sexogenitales, porque su enamorado “le indirectea” y explica esa presión simplemente desde el argumento esencialista de la sexualidad masculina. Beatriz no da muchos detalles sobre el proceso de negociación o las características de la coerción sexual, pero es obvio que quedó muy marcada por el episodio de la primera relación sexogenital, además del primer beso; entre otros, por no contar con recursos comunicacionales asertivos. Pues, el amor no basta para poder disfrutar de ciertas prácticas sexuales. El diálogo sobre los sentimientos, los miedos, los gustos, es fundamental, como podemos apreciar en el relato de Rodrigo:

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

P: ¿Cómo te lo ha pedido tu chica? Estaba así hablando de otro tema y me lo ha planteado así directo (…) “¿quieres tener relaciones conmigo?”, así [ríe]. Y yo le he dado la confianza. Le he mirado y le he dicho que sí, (le he dicho) que no tenía que tener miedo de nada, que yo era su pareja y que no pasaba nada, que podía contarme lo que ella quisiera, si estaba cómoda, no estaba cómoda. (Rodrigo; 18-CBC)

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La empatía de Rodrigo, en cuanto a los significados morales y simbólicos de la decisión, para su chica, se evidencia, cuando le tranquiliza, diciendo: “no pasa nada”. Sin embargo, no todos los chicos que comentan sobre su “primera vez” o sobre la primera relación sexogenital con su enamorada, transmiten esa seguridad de que lo supieron manejar bien, como es el caso de Pablo: P: Y ¿cómo te has sentido después? Raro. P: ¿Por qué? No sé. Sentía en mi cuerpo algo que

no era normal. Me sentía un poco incómodo conmigo. Me daba un poco arrepentimiento pero, pasado el tiempo, ya no. P: Y ¿de qué te arrepentías? De haber hecho eso con alguien. P: ¿Por qué? Porque no era el momento. P: ¿Y antes hablaron? ¿Mucho antes? ¿Sobre el tema de si querían o no? No. Fue imprevisto. (Pablo; 17-LPC) Pablo deja traslucir que fue él que tomó la iniciativa y de alguna manera expresa lo que Rodrigo menciona como una posible consecuencia, cuando no hay una buena comunicación. Pues, Pablo comenta que no solamente tuvo la iniciativa, sino también el control, cuando dice que se arrepintió de haber hecho eso “con alguien”. De ese modo, parece que su enamorada no quiso repetirlo y no sabemos si fue por este u otro motivo, pero de hecho terminó la relación de pareja: (…) después tuvimos problemas, porque…, como ya he sentido eso, me he dado cuenta que era bonito, quería hacerlo otra vez y ella se ha molestado. Me ha dicho que “¿cómo?” (Pablo; 17-LPC) La duda de Pablo, se deja entrever de una manera similar en el relato de Simón. El, sin embargo, sigue con la misma enamorada: No sé, tal vez le he hecho daño. No sé. Me he equivocado, pero después todo pasó normal y lo mismo que antes. (…) P: ¿Era porque tú le has pedido o ella te ha dicho? No sé. Como estábamos para dos años, ya entonces, quedamos de acuerdo los dos. P: ¿Qué te acuerdas de ese momento? ¿Fue tal como te habías imaginado? Sí. Fue hermoso, algo así. (Simón; 19-CBR) Para Pablo la experiencia fue “bonito” y para Simón “hermoso” y, sin embargo, ambos dejan

(…) ya tuviste relaciones sexuales y ella ya te creía como tu dueño. Yo le sentí el cambio que ella mucho más me celaba. Me iba a mi casa, le tenía que hablar. La llevaba a su casa y me tenía que ir en moto, porque siempre, sí o sí, esa desconfianza. Ya la sentí más desconfiada. (Manuel; 17-SCR)

Tenía 16 años. Yo estaba esperando que eso sucediera, quería que pasara. P: Será que no le ha gustado, que no lo ha disfrutado ¿qué crees? A ella le dio vergüenza y quería controlarme y que nos estabilizáramos mejor como cortejos. Se creía que yo no podía mirar a nadie. P. ¿Sabes si para ella era la primera vez? ¿Crees que ella se puede haber sentido presionada? Fue la primera vez para los dos. Yo quería. Le dije que era normal. Con mi anterior corteja casi llegamos a tener. Creo que a ella le gustó; pero, luego, quería más control, que fuera a su casa, que hablara con su padre. P: Estaba con inseguridad, o sea, ¿que se pudiera haber embarazado? Ella sabía que usamos condón y luego le bajó su período. P: ¿Crees que las mujeres lo toman de otro modo que los varones, el tener relaciones? [Silencio…] Yo no sé. A esa chica le gustaba tener relaciones y nos separamos, creo, que por celos. (Rudy; 18-SCC)

Yo me sentí bien, normal, pero pronto terminó la relación. Se volvió más incómoda, por la forma en que ella me miraba, como con vergüenza. Creo que porque la vi de una forma en que otro no la puede ver. (Rudy; 18-SCC)

Pareciera ser (también) un modo recurrente de persuadir a una enamorada, el decirle que “no pasa nada”. Pero luego, para ellas, aparentemente, la relación ya no es la misma. Pues, les debe rondar el sentimiento de culpa, la idea de la transgresión, que se puede aplacar de alguna manera asegurándose de que se trata de una relación estable, de amor, para no sentirse “chicas fáciles”. Mariela tiene esa duda también cuando comenta sobre sus reparos para tomar la decisión:

Rudy tuvo sus primeras relaciones sexogenitales con una enamorada para quien también era “la primera vez”. Similar a lo que refirió Rodrigo, no menciona haberla presionado con la prueba de amor, sino que la convenció de que es normal y que “no pasa nada”. Se le hace algunas preguntas más para aclarar lo que, según él, pudiera haber sucedido con ella después:

P: Y ¿alguna vez has querido tener relaciones sexuales coitales? No, bueno, sí. Me pregunto cómo será, pero me da miedo. Tengo miedo de que mi enamorado, no sé, siempre los chicos quieren presumir: “he tenido con ella y con ella” y yo no quiero que mi enamorado piense que soy fácil. Siempre he tenido

Hallazgos

traslucir que tienen dudas si para sus enamoradas fue lo mismo. Pareciera que tenían motivos para pensar que no y expresan que ellos mismos se pueden haber “equivocado” en algo. De esta manera, advertimos nuevamente cuánta falta hace que chicos y chicas dialoguen sobre sus experiencias, sobre sus dudas, sobre sus emociones. Pablo y Simón no parecen indiferentes ante los sentimientos de sus enamoradas y, sin embargo, no supieron cómo hacerlo mejor. Dado el entorno, la educación represiva de varones y mujeres adolescentes y, en particular, de las últimas, no es de extrañar que se hace complicado planificar y vivir estos momentos con la confianza necesaria, y no en último lugar, con la desinhibición de poder hablar sobre lo que gusta o no, o, al menos, para poder descubrir y expresar, qué es lo que agrada o no agrada. Pues, las culpas y vergüenzas, la desconfianza, son sensaciones que no se pueden evitar con facilidad, a pesar del amor -como ya señalamos- y todas las buenas intenciones:

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curiosidad, pero querer hacerlo, no. (Mariela; 17-LPC) También Joaquín se refiere al después y cómo tomar el hecho de que -como han transmitido varios chicos- sus enamoradas no lo quieran repetir o, al menos, por un tiempo. Pues, se entiende que a él también le pasó: Hay que pensar no solamente en ese momento, sino en lo que puede pasar y dejar de lado lo que uno quiere hacer con la pareja. Uno a veces cuando tiene relaciones sexuales, quiere seguir; pero hay que saber pensar y aguantarse. (Joaquín; 17-SCC) Asimismo Rodrigo, que es el que transmite contar con más capacidad de paciencia, de comunicación y empatía, refiere que después de haber tenido relaciones sexogenitales con su enamorada, para quién era “la primera vez”, ha crecido por parte de ella la desconfianza con respecto a su fidelidad:

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

(…) ella quiere tenerme siempre todo el tiempo cerca. Y ella empieza a tener celos y empieza a tener, bueno, paranoia se puede decir, que yo estoy con otra persona. (…) Y ella me ha dicho que se sentía insegura; de que no estaba del todo segura de que yo le era fiel, porque ella había tenido ya hartos chicos que le habían dicho lo mismo. (Rodrigo; 18-CBC)

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Pero no podemos pasar por alto que hay chicos -aunque los menos- que expresan no haber verbalizado prácticamente nada, al haber tenido la primera relación sexogenital. Mario deja entender eso cuando comenta: P: ¿Le has dicho tú a tu chica o ella te ha dicho, ¿cómo ha sido? Mm, ha pasado nomás. (Mario; 17-CBR)

Al inicio Mario afirma que solamente una vez tuvo relaciones; pero, luego, al dejar entrever que no fue tan así, se le pregunta si les presiona u obliga a las chicas. Su respuesta refleja nuevamente la falta de comunicación y el consiguiente control sobre las chicas: P: ¿Obligas a tus chicas a tener relaciones sexuales? No. P: ¿Ellas te insinúan? No, sólo me dejan nomás. (Mario; 17-CBR) Joaquín, por su parte, se expresa de forma transparente y amplia sobre el rol del varón, al tener relaciones sexogenitales. Es orgulloso de cómo actuó la primera vez: Sí, por ratos nervioso, pero uno como hombre, hecho al que sabe; hecho al que la puede controlar a la mujer. Pero pa la primera vez, salió bien. No fue planificado, era mi corteja (…). No usamos método, pero como yo siempre fui bien despierto, yo sabía que no había que terminar nunca dentro. Uno como hombre siente y yo preferí no terminar adentro, hasta ahí nomás. (…) Estábamos así medio tomaditos, pero supe lo que hice. Fue bonito. (Joaquín; 17-SCC) En dos ocasiones, como una forma de iniciarse con relación a la práctica sexogenital, se menciona que entre amigos se habla también de ir al prostíbulo. Diego, en cambio, a sus 15 años, aprovechó “la oportunidad” de aprender con una chica de unos 20 años, universitaria ella: Yo le he conversado antes. Le he dicho: “¿qué vamos hacer? Lo haremos”. Que así, que así, que esto y “no sé… depende de vos”, me ha dicho. “Porque yo ahorita, sí. Yo te quiero y me gustas”, me ha dicho, pero ahora, depende de vos. Y… “ya”, le

Hemos visto que muchos chicos, cuando comentan sobre su “primera vez”, transmiten haberse puesto nerviosos y/o inseguros. No conocemos los detalles del episodio -pues, tratándose de un asunto tan sensible para los varones no se indagó más-, pero es de sorprender que Sabino sea tan sincero al reconocer que fue una experiencia de la cual se quisiera olvidar: Un desastre... porque no fue... Nunca es lo que uno espera... Siempre pasa algo... Siempre es... un desastre. P: ¿Fue planificado o imprevisto? ¿Pudieron usar algún método? Fue planificado, pero fue un desastre. (…) Usamos pastilla... P: ¿Qué mejorarías? Sólo he tenido una vez. No podría decir qué le faltó, porque fue un desastre... No lo he vuelto a hacer, porque no me animo. Pienso que va a ser un desastre. (Sabino; 16-SCC) En síntesis, cuatro de los once chicos comentan que sus chicas cambiaron mucho de actitud después de la primera experiencia sexogenital, a tal punto que tres de ellos se hayan referido a conflictos insuperables. Por otra parte, hubo cuatro que en el momento de la entrevista seguían con la misma pareja. Es, entre otros, el caso de Jorge y Damián: No sé. Sí, bueno. Sí fue bien. A mí me pareció bien. Sí... sí. Me gusta tener relaciones sexuales. Bueno, la primera vez, usted sabe, es un poco nervioso, pero bien. (Damián; 16-SCR) Cuando tuvimos, ella también quería. A los dos, claro, nos gusta porque nos amamos. Ella es lo mejor para mí, es todo

(…) Lo más bello es hacer el amor. Sí, me gusta. Ahora lo hacemos en mi casa o en la de ella o en el río. Siempre me gusta estar con mi novia. Cuando conversamos, cuando hacemos el amor, cuando nos besamos, todo es muy bien. (…) Fue lindo, jeje, estaba nervioso, claro. Mi primo me había conversado algo. Nunca es igual que le charlen, a hacerlo. (…) Siempre me gusta estar con mi novia. Cuando conversamos, cuando hacemos el amor, cuando nos besamos, todo es muy bien. (Jorge; 17-SCR) Jorge es el único chico que utiliza el término “hacer el amor” y por cómo describe su experiencia, no parece “farsantear”. Pues, deja traslucir que disfruta mucho, a tal punto que fusiona en su narración la belleza, el placer y el amor. Más adelante analizaremos las narraciones de las chicas y veremos cómo el relato de Jorge contrasta con los de la gran mayoría de ellas, ya que el placer y el amor, en su caso, suelen “atraer”, más que todo, engaños y arrepentimientos.

Eso no era un juego Entre las 24 chicas, hubo 9 que tuvieron relaciones sexuales. Tres chicas fueron abusadas sexualmente en su niñez por algún pariente. Mariela, por primos y un hermano. Ya se abordó cómo ella hace referencia a aquello. Yesica rehúye dar detalles sobre las personas que abusaron de ella, pero se deduce que fueron personas de su familia. El impacto es muy notorio en su narración, entre otros, porque no logra un acercamiento afectivo con chicos de su edad. Tampoco ayuda la hipocresía de sus padres: (…) me siento extraña, no, incómoda, porque…, ellos me hablan, me dicen esto…, que solamente un hombre es para eso; que solamente un hombre te busca para eso… P: ¿A qué le llamas “eso”? A tener relaciones. Sí, sí…, y que después

Hallazgos

dije. “Veremos, pues; a ver, hasta donde llegamos”, yo le he dicho y ya…. se dio nomás… (…) Y ya cada uno por su camino, por experimentar, sí…Jejeje…Sí, pensaba que sabía más que yo… (Diego; 17-LPC)

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te dejan, eso sí, siempre me lo han dicho y me siento incómoda al hablar con ellos de eso. (…) Mi papá (…) me dice que siempre me cuide de los chicos, que no siempre son angelitos y que me cuide. (Yesica; 16-LPC) Cuando a Yesica se le pregunta si alguna vez se ha sentido culpable o arrepentida por algo que le pasó en su adolescencia, responde sin titubear que sí, que ella está muy arrepentida, porque al enterarse que su padre tenía otra mujer, lo contó a su madre. Luego se supo que también tuvo una hija con la “otra”: Mi mamá, mi mamá le tenía que botar y (…) mi hermanita, más que todo, ha llorado para que se quede y se ha quedado. (…) Y con esa persona tiene una hija de seis años… Y yo he dicho… “¡qué es esto!!!” Por eso, no; prefiero estar solita… (Yesica; 16-LPC)

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Yesica siente que ha causado un alboroto por nada y, dentro de todo lo complejo de su situación, comenta cómo le ha hablado a su padre como si fuera una “amiga”, a ese padre que le recomienda que se cuide de los chicos, porque “no siempre son angelitos”:

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(…) le he hablado, no como una hija; como una persona muy aparte le he hablado, como una amiga, que haga…, “¿qué quiere hacer?, pero que no esté así…” Y él me ha entendido. Me ha dicho: “sí, así…., que creo, no sé, mi hija también es… así y ¿qué voy a hacer? mi hija también es…” Así nomás me dice. (Yesica; 16-LPC) Luego, cuenta también sobre una amiga que sufrió incesto. Lo había contado en el curso y luego habló en su casa, pero no le creyeron, pues, le dijeron que seguramente ella también había “molestado” a esa persona. En ese período la amiga se emborrachaba muy seguido. Según Yesica,

ella afirma que ahora está mejor, pero Yesica expresa tener mucha duda al respecto: (…) habla, es muy divertida, ahora se ríe, se ríe de lo que ha pasado. Más bien, dice, “no, chiste era”. Así y, eso, también me da miedo (…). (Yesica; 16-LPC) Al ser cada vez más evidente que Yesica también había pasado por algo similar, traumático, se le anima a que hable sobre lo propio. De ese modo cuenta a grandes rasgos su historia: (…) ahora recién pienso y digo, eso no era un juego…Sí… han abusado de mí… dos personas que vivían conmigo… [llora]. Después del abuso, creo que han pasado seis años… No… me han abusado como seis años… hasta que una vez… les he puesto un alto. Les he dicho que… “¡basta!!!, sino, le voy a avisar a mi mamá, a mi papá…; que se van a enterar todos” y ya han dejado de molestarme. Pero… no sé…, Ahora sí pienso que debería hablar antes, pero… ahora digo ¿para qué voy a hablar si solamente voy a causar pleitos? (…) Siempre me dejaban con ellos… A mi mamá yo le decía: “mami, me han pegado, o me han molestado…”. Yo sí, peleaba con ellos y a mi mamá le decía: “me han pegado” y mi mamá me decía: “pero vos les haigas molestado!!!!” ¡Nunca me defendía!!!! Por eso también he decidido, de una parte, ya no decirles nada… (Yesica; 16-LPC) Yesica comenta, asimismo, que ha tenido varios enamorados. El primero era “el mejor”, porque “no le exigía” nada; eran como amigos. Ella se incomoda mucho cuando se habla sobre el tema de las relaciones sexogenitales: Mis amigas hablan riéndose o de chiste. Sí, hablan; hay veces me asustan o hay veces… no sé, pero yo siempre me hago a

De esta manera, cuando hablamos de que hay muchas “primeras veces”, el primer beso, la primera caricia, debemos tener presente que también puede existir el primer abuso, el cual implica un contexto específico que aquí no alcanzamos a abordar con la profundidad y el cuidado que se merece. La virginidad es un aspecto que para las chicas que sufrieron violaciones, sea por parte de alguien de la familia o de una persona ajena a ésta, adquiere una dimensión diferente que para el resto de las chicas adolescentes. Como no reciben información que por diversos motivos es posible que no haya sangrado en la primera relación sexogenital, es evidente que atormenta mucho más que lo normal, la idea de la vergüenza, la culpa, por la pérdida de la virginidad: (…) me sé querer matar… No sé… Me sé sentir… no sé…, asqueada me sé sentir. Sé sentir que... que ya no era la misma que las otras (…) Sabemos hablar con mis amigas y saben decir: “¿tú eres virgen?” y… y yo ¡¡no sé qué responderles!!!! (Camila; 15-LPR) Camila sufrió incesto desde muy niña por parte del padrastro, aunque pensó por mucho tiempo que se trataba de su papá. Las secuelas del abuso son iguales o más impactantes aun que en el caso de Yesica, por los años de duración y circunstancias diversas; pero ella, a la vez, deja traslucir un proceso de cierto “progreso” en términos de acercamiento afectivo a chicos de su edad, especialmente con relación a su actual enamorado: (…) y me sabe decir: “me gustas, quiero estar contigo”. Así me sabe hablar y... primera vez que… no sé… como estaba

ebria, no sé. No me he dado cuenta y me ha dado un beso y… no le he rechazado. Siempre les rechazaba a otros chicos y a él no, no le he rechazado. Sí, y me he sentido bien; me he sentido alegre: me he sentido bien bonito desde ahí… Y me ha dicho... se ha arrodillado y me ha dicho: “¿quieres ser mi novia?”. Y yo… no le podía dejar ahí arrodillado y decir que no… No sé. He pensado con mi otra cabeza y he dicho… intentaré, intentaré olvidar todo y he dicho “sí…”. Y esa vez sí me ha abrazado y me ha agarrado de mi mano y no sé. No le he rechazado, no le he rechazado. Me he sentido bien, como si lo habría conocido de toda mi vida; como si le habría tenido mucha confianza a él. Así me he sentido. No le he rechazado y he llegado a mi casa y me he sentido muy diferente. Me he preguntado: “¿por qué no le he rechazado??? ¿Por qué no me he sentido asqueada como con mis otros novios?”. (Camila; 15-LPR) Camila construye la historia de su proceso de sanación en el marco del estado de ebriedad. Pues, de “sana” no permitiría que se le acerque ningún chico y de borracha es capaz de utilizar su “otra cabeza”. Así también describe su primera relación sexogenital con su enamorado, ya que dice que no se enteró de lo que pasó, pero tampoco le afectó cuando su enamorado le confirmó lo que ella ya “presentía”. Pues, por cómo describe su protesta ante el hecho, sonaba como a “un cumplido”. Por tal motivo, se incluye a Camila en la lista de las chicas que tuvieron relaciones sexuales con su enamorado y no se toma en cuenta a Mariela y Yesica, que fuera de las violaciones que sufrieron, no han tenido otro tipo de relación sexogenital con características similares a las otras chicas. Pues, el tema de las primeras relaciones sexogenitales, desde nuestro punto de vista, no es un asunto fisiológico; es decir, de que se rompió un himen o no. Camila expresa que, a pesar de su historia desgarradora, ya está mejor, pero su deseo de

Hallazgos

un lado cuando hablan de eso. P: ¿Y de qué hablan para que te asustes? Más o menos de que un hombre y una mujer… o que de una mujer cuando pierde su virginidad es así… Siempre hablan de eso y me da miedo… (Yesica; 16-LPC)

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hacerse la cirugía plástica de su nariz, como si eso completaría sus ganas de vivir y su aceptación de experiencias sexuales placenteras, deja traslucir que aún tendrá que vencer muchos obstáculos. Asimismo, nos subraya que un proceso de sanación, después de una violación, puede implicar la idea de querer cambiar el rostro de la vergüenza y no así reconstruir una telita delgada en la vagina: Sí. Voy a salir adelante, te prometo, porque solamente tengo esperanza de que después de mi operación, siento que va a ser diferente. Voy a ser más feliz con él. Ya no voy a tener miedo de mirarle a los ojos y voy a olvidar lo que me ha hecho mi papá, sí… Lo que él me ha dicho: “¿por qué te tapas la cara cuando hablas conmigo? ¿Por qué te da vergüenza de mirarme?” Y… y yo, le invento otras cosas; decirle algo, que había un gato, no sé. (…) Siempre busco excusas, porque me da miedo que vea mi cara y diga: “ay, no, está muy fea, no quiero estar con ella…”. Creo que, ahora, ya me quiero a mí misma. Sí, más después de mi operación. Ahí va a cambiar todo, todo, sí. (Camila; 15-LPR)

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Hay, también, entre otras chicas, referencias sobre situaciones incómodas en la calle y/o de algún que otro pariente con gestos extraños. En el caso de Vanesa fue también bastante serio:

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(…) uno de mis tíos, él, cuando una vez que estaba con mi hermana, quiso abusar de mí y de ahí soy miedosa y tengo miedo de encontrarme con alguien. Mi papá y mi mamá recién han sabido, porque mi hermana les dijo. No logró abusar, pero quiso. P: ¿Y tus papás qué hicieron al saber? Le dijeron que se modere; que si alguna vez se le ocurre, que van a hacer algo. Que ellos no sabían, “si hubiéramos sabido, te hayamos metido preso y si

tiene una hija mayor que no se la dejan con él”, desde el día que le dijeron que quiso abusar. (Vanessa; 19-SCR) Llama la atención que, en los medios de comunicación, se suelen abordar temas de abuso sexual con morbo, de forma sensacionalista, pero poco se habla y/o se orienta sobre el acoso sexual que niñas y adolescentes mujeres soportan cotidianamente: Hay personas mayores. Tengo amigos mayores que tienen mujeres y me miran así con un deseo. No me miran la cara. Me miran el cuerpo. Me siento incómoda y se asustarme (…). (Romina; 17-SCC) Sí, las personas mayores te miran… te miran de abajo, en las piernas o en el pecho, porque hay personas así. Te silban… “¡fiuu, fiuu, mamacita!!!”. Y yo, “ay, señor, cállese”, le digo (…)” ¡Qué cosa quiere, pervertido!”, yo le digo así en su cara. “Respeta a una mujer” yo le sé decir. Sí, en la calle. (Fabiola; 15-LPC) Pero no se descarta que también los chicos puedan experimentar situaciones incómodas y se evidenció que, efectivamente, algunos se acuerdan de hechos que les causaron un sofocón e, inclusive, sustos serios: (...) me incomodé, por ejemplo, cuando yo llegué acá de España y salí a pasear a la plaza y me miraban. Yo digo que estaban borrachos o drogados, una de dos. Y me miraban y me seguían… Me dijeron si les podía prestar 2 pesos y entonces me agarraban y me querían violar, porque me agarraban la nalga y ahí me siguieron. Lo primero que hice fue correr, agarrar una moto e irme. (Manuel; 17-SCR) (…) tenía miedo de qué me iba a hacer. Era (…) una conocida y… ya me empezaba a acariciar: ya me empezaba a tocar y yo he dicho: “yaaa ¿qué está pasando aquí”. Era

A uno de los chicos le pareció extraña la pregunta si alguna vez se sintió incómodo por manoseos, miradas, etc., porque suponía que el acoso sexual puede ser solamente un problema para las mujeres. En ese sentido, cabe mencionar lo que comenta Daniel, ya que no debe ser muy común que los padres hablen con sus hijos varones sobre la posibilidad de sufrir violaciones o acoso sexual: (...) la verdad, a mí nunca me ha pasado eso, nunca, porque siempre me decían mis papás de pequeño, si hay alguien que te está acosando o tocando algo, que no debe tocarte tu cuerpo, sólo avísános a nosotros. Si ya es muy tarde, sólo pide auxilio. Pero, la verdad, nunca me ha pasado eso a mí. (Daniel; 16-LPC) Con este estudio no alcanzamos a determinar toda la magnitud de los abusos sexuales que ocurren en la niñez o en la adolescencia y, menos aún, en sus versiones más cotidianas, supuestamente más “inocentes”. Por otra parte, no cabe duda de que el incesto suele representar uno de los secretos “mejor” guardados en las familias, para no darle el adjetivo de “herméticamente”. Mariela, de esta manera, comentaba que puede ser hasta la muerte del agresor/violador. Pues, cuando se enteró que el hermano que la abusó se había accidentado mortalmente, no lloró: “¿cómo llorar por alguien que me ha lastimado?”

Si bien el estudio no nos proporciona estadísticas, nos plantea con mucha urgencia realizar investigaciones al respecto. Si sobre 24 adolescentes mujeres, 3 señalan con bastante detalle haber sufrido incesto y 1, que estuvo a punto de haber sido abusada por un pariente, no hace falta dar más argumentos para entender la necesidad.

Quería complacerlo pero no quería tener relaciones Hemos constatado que los chicos, heterosexuales, en nuestro caso, cuando hablan sobre sus primeras relaciones coitales62, dejan traslucir que fue un momento especial, pues, de alguna forma se pone en juego su hombría, tratándose de un rito de pasaje hacia la adultez. Se habla sobre nervios, inseguridad y varios también refieren que después se sintieron “raros”, a veces también con sentimientos encontrados; la mayoría de las veces, relacionados con el estado emocional de sus enamoradas, después de “haberlo hecho”. Con el sinnúmero de tabúes que rodean a las sexualidades adolescentes, no es de extrañar -ya lo hemos visto- que no se cuente con las competencias comunicacionales e, inclusive, la información necesaria sobre aspectos importantes de la misma práctica sexogenital, condiciones básicas que podrían dar más chance de que sea una experiencia gratificante para ambos. Hemos podido apreciar que Rodrigo y Jorge, en especial, comentaban sobre la intimidad sexual que comparten con su enamorada, de manera celebrativa, como un aspecto muy positivo de su desarrollo personal y de su capacidad de construcción de lazos afectivos. La mayoría de los chicos no se refieren extensamente a las características de la relación con la enamorada; a veces ya se había hablado por mucho tiempo sobre aquello, a veces se dio de imprevisto. Hubo quienes señalaron que luego se

62 Los chicos han hablado más que todo sobre su experiencia con relación a una enamorada; lo cual no quiere decir necesariamente que se trataba de “la primera vez”.

Hallazgos

una noche y yo ya me estaba durmiendo o yo me he hecho los dormidos. Ella también creo que estaba borracha, si no me equivoco. Y no, justo cuando ya me estaba…, me he dormido y justo ya estaba empezando y ha entrado la otra persona y ya se ha parado… “estoy buscando mis llaves”, ya ha dicho. Y yo asustado… y se ha ido, y sí, con un poco de miedo… (Diego; 17-LPC)

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presentaron problemas, a veces a raíz de un cambio en cuanto a actitudes más posesivas, generalmente atribuidas a sus enamoradas. Si terminó la relación, se acepta como “cosas de la vida”. No se evalúa si fue por falta de amor, por falta de placer, de comunicación, pues, para la mayoría simplemente era “bonito”, “hermoso” y punto. En su generalidad, pudimos constatar también que los chicos no se refieren mucho al amor cuando comentan sobre sus relaciones sexogenitales. Cuando hablan sobre el placer, por ejemplo, pueden referirse a las hormonas, como podemos observar en la narración de Diego: P: ¿Y tú crees que encuentran el placer que buscan o no? No sé. Depende de cada persona. Si la persona es… tiene las hormonas más alborotadas, yo creo que encuentra placer. Pero si es una persona que no tiene sus hormonas tan alborotadas, yo creo que es difícil hacerle sentir placer. (Diego; 17-LPC) Contrasta la referencia a las hormonas, a lo puramente biológico, con los discursos de muchas chicas, que mayormente piensan en el aspecto relacional y sentimental:

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

P: ¿Crees que sientan placer en todas sus relaciones? Yo creo que si es con la persona que quiere, sí se debe sentir. (Laura; 16-SCC)

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Asimismo, aunque Mariela no alude de forma directa al amor, según su opinión es necesario que haya una atracción especial, inclusive para un chico, para que la experiencia sea de lo más placentero. Pero, al mismo tiempo, constata que a muchos chicos no les importa; como que se pueden contentar con lo mínimo. Ya que no van a perder la oportunidad: Bueno, yo diría que no todos. Un chico dice “yo quiero tener con esa chica” y si no tiene con esa chica, yo digo que no es lo

mismo tener con una chica que no le gusta. P: Y ¿por qué crees que no será lo mismo? Porque, digamos, él no quería estar con esa chica. Cualquier chico dice: “no voy a perder esa oportunidad”. No se quedan totalmente satisfechos, porque querían tener con la chica que les gusta. No les gusta y ya. (Mariela; 17-LPC) Daniel se muestra observador de lo que suele ocurrir con muchas chicas, cuyo imaginario ideal es el amor (mutuo) romántico e, inclusive, el matrimonio y la formación de una familia, cuando se trata de decidir sobre el tener o no, relaciones sexogenitales: (…) las chicas también se ilusionan muy rápido. Se les dice, por mensajes, están hablando todo…y se les dice: “quiero estar siempre contigo, quiero casarme contigo, quiero formar una familia, quiero hacer esto”. La chica se ilusiona y, mientras eso, la chica dice: “yo también; no quiero perderte”. Y ahí, cuando digamos un día están así descuidadamente, la chica o el chico dice: “hagámoslo, tendremos relaciones, así nadie nos va a poder separar”. La chica eso piensa y dice “ya”, por no querer perder al chico, pero es ahí donde la chica sale más afectada que el chico. (Daniel; 16-LPC) Pablo coincide, de alguna manera, con el escenario que sugiere Daniel, el de un campo de conflictos y/o de malentendidos entre chicos y chicas, con relación a los sentimientos supuestos en la relación. Pues, él se siente a veces en la necesidad de declarar su amor, simplemente para no quedar mal o -lo podemos suponer- eventualmente, para lograr su objetivo de que la chica ceda ante su pedido de tener sexo coital: P: En las novelas o películas muchas veces se enamoran y terminan en la cama ¿Tú crees que pasa esto? ¿Es tu caso o el caso de alguno de tus amigos/as?

Es interesante cómo Pablo deja entender que sí, puede llevar a la cama a alguien cuando tiene la oportunidad, pero pone en su respuesta el acento en sus ideas sobre si le manipularía con palabras de amor o no. Su sinceridad le dice que no lo debería hacer, pero en la práctica resulta a veces necesario expresar ese sentimiento. Algunas chicas han comentado que sus padres les inculcan que, a su edad, no existe el amor, para que no se emocionen y, por tanto, no tengan relaciones sexogenitales por la simple manipulación, el engaño con ese sentimiento. Los chicos, sin embargo, no suelen complicarse con esas “sutilezas” cuando de sexo se trata, pero lo toman en cuenta para optimizar sus artimañas de seducción. Vicente no habla sobre el grado de amor, sino que para él, la decisión por ambas partes, es primordial para que el sexo genital pueda ser placentero para ambos. Pero hace notar también de que es más frecuente que la chica no esté de acuerdo y que en tal caso el varón podría “pasarlo” bien y ella no: (…) si es que ambos están de acuerdo, ambos sentirán placer, pero si la chica no está de acuerdo, no va a sentir nada; eso. Y digamos... si es que es mutuo, van a sentir placer los dos y si uno quiere y el otro no

quiere, entonces, no; es cierto, que no va a sentir placer. (…) Antes de la relación coital tiene que haber acuerdo mutuo para sentir placer. (Vicente; 15-LPR) Como ya señalamos, hubo 9 chicas que tuvieron relaciones sexuales, 3 del departamento de La Paz, 1 de Cochabamba y 5 del departamento de Santa Cruz; 4 viven en la ciudad y 5 en el área rural. Una de ellas, Gaby, de 17 años, ya tiene un bebé. Su embarazo, a los 16 años, y todo lo que conlleva, no lo exterioriza como un hecho muy conflictivo. Pues, deja entrever que fue el resultado de una estrategia para “recuperar” a su enamorado, de quien supo que estaba “andando con otra”. Por ese motivo también decidió “tenerlo”, en contra de la voluntad de su padre: Antes de eso mi papá me ha dicho… mmm… Una semana me ha dado para que me deshaga del bebé. (…) “Si no te deshaces de ese niño, yo voy a saber qué hacer”, así me ha dicho. (…) Y el X lo quería tener harto y como no podía hacer lo contrario igual, él ha dicho: “Nos vamos a juntar. Dáme tiempo para hablar con tus papás”, me ha dicho. (Gaby; 18-CBR) Gaby no menciona que pasó por mucha angustia, por más que su padre reaccionó en su momento con bastante enojo. Por todo lo que comenta, sin embargo, está pagando un precio muy caro por tener que vivir con un esposo tradicional y machista que, a pesar de sus pocas ganas, le exige sexo todos los días, además de que la comida esté lista cuando llega del trabajo, para mencionar algunos ingredientes de la vida en común. Pero ella pareciera tomar todo aquello con bastante normalidad. Tal vez tenga que ver con que nunca tuvo una vida muy fácil: Desde chiquitita yo he sido la mamá de mis hermanitas, porque mis papás viajaban constantemente de aquí para allá. (…) Nos dejaban a mí y a mis hermanitos. ¡Y eso! No nos dejaban

Hallazgos

Sí, mis amigos sí. Se conocen, pasa una semana…“te amo…” la lleva al cuarto y ya. P: Y ¿en tu caso? No. Yo no digo “te amo”. Esa palabra para mí se forja. P: ¿Tú crees que es importante? ¿Has dicho alguna vez “te amo”? Sí, pero por chiste, cuando esa persona me ha dicho. Por no hacerla sentir mal le he dicho, aunque no sea verdad. P: Y ¿te has dado cuenta que no es bueno eso? Sí, porque a lo que veo esa palabra no se suelta. Eso es para años. (Pablo; 17-LPC)

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dinero. Para nuestro recreo unos 10 pesos nos dejaban. Yo tenía que trabajar para los recreos de mis hermanitos. Ellos igual no pueden comer sin carne, sopa, ni segundo, nada. Siempre he tenido que trabajar yo para mis hermanitos. Yendo a cosechar coca. Bien se gana ahí. (Gaby; 18-CBR) En cuanto a las otras chicas que tuvieron sus primeras relaciones sexogenitales, solamente Vanessa -aparte de Gaby con su esposo y Camila que tuvo relaciones sin estar muy consciente de aquello- sigue con el mismo enamorado con quien tuvo “la primera vez”. Ella es bastante parca en su narración y comenta que al principio sintió asco, pero que la segunda vez ya fue mejor: “bien nomás”. Pero hay varias que expresan estar muy amargadas con respecto a la experiencia. Una de ellas es Laura, que comenta que se ha sentido mal, manipulada, después de haber tenido relaciones sexogenitales: (…) yo quería que él vaya a mi casa, hable con mi mama, le diga “señora, yo quiero que salga conmigo”, venir a verla. Y él lo que me dijo fue que si hacíamos eso, las cosas iban a cambiar, que él iba a ir a mi casa pero, primero, que yo le demuestre que de verdad lo quería. (Laura; 16-SCC)

que sus padres se enteraran, un embarazo, etc. Sin embargo, el amor que ella sentía por él fue lo que inclinó la decisión y lo que según ella, también le hizo sentir feliz: P: ¿Cómo te sentiste? A la vez feliz y a la vez triste, porque en mí estaba la presión de que yo pueda quedar embarazada o ya no estudiar o que me boten de mi casa y a la vez feliz, porque estuve con la persona que yo quería. (Laura; 16-SCC) Por cómo describe otros elementos de la historia, nos recuerda a Daniel, cuando opinaba que las chicas se emocionan con mucha facilidad: (…) me arrepentí, pero en su momento lo viví como toda niña ilusa, creo (…) Yo no sé si es por amor o por capricho, agarré y me ilusioné con él gravemente. Cosa que sigo ilusionada y fui y me entregué a él. (Laura; 16-SCC) Otras adolescentes mujeres, igualmente, utilizan el término “entregar”, que puede tener múltiples connotaciones. Se puede tratar de la virginidad, la entrega del cuerpo, el corazón, el amor, la entrega a los deseos del hombre. En el caso de algunas chicas se habla inconfundiblemente sobre la virginidad:

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

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Ya mencionamos que en Santa Cruz puede ser importante, también según la tradición de cada familia, que los enamorados se presenten formalmente ante las familias, lo cual especialmente para las chicas les confirma la seriedad por parte del enamorado, de quien suelen desconfiar mucho, como hemos evidenciado. En este caso, el enamorado de Laura logró que las cosas fueran al revés. Pues, él pedía -desde sus propios códigos-, antes que nada, una señal de “seriedad”, de compromiso, por parte de ella. Laura expresa que fue una decisión deliberada por parte suya, a pesar de los riesgos, como ser,

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Ya no tendría nada que darle a mi esposito, yo creo [se ríe]. (Carola; 17CBR) No sé, tu virginidad entregarle a alguien que, tal vez, se vaya, eso sería distinto. (Valeria; 16-CBC) (…) no a cualquiera puede entregar lo más precioso que tú tienes. (Isabel; 16-CBR)

La cuestión de la virginidad suena, más que todo, como “una frase hecha”, como lo “políticamente correcto”. Cuando se les pregunta a estas chicas si eso implica que van a esperar hasta el matrimonio, se responde “tal vez”, “yo creo”, “no sé” y,

Debemos llamar la atención, por otra parte, sobre lo que expresan claramente Carola e Isabel y, la última en especial, cuando habla sobre la entrega de “lo más precioso”, pues, se trata nuevamente de un reduccionismo, de una autodefinición de objeto: no es precioso su inteligencia, su sensibilidad, su personalidad, su risa y no serán apreciadas sus habilidades, ni siquiera su capacidad de amar, sino: su vagina. Otra connotación del término “entrega” es la del sacrificio; por ello también no se festeja a una amiga por su primera relación sexogenital, como se hace en el caso de los chicos. Rudy, aparentemente, ha “filosofado” sobre esta diferencia y piensa que la enamorada con quien tuvo “la primera vez” debería recibir el mismo trato que él: Le conté a un amigo de confianza; lo que me dijo fue como una felicitación. (…) A los chicos los felicitan, pero no sé qué se dicen entre mujeres. Yo creo que la felicitaría a alguna amiga. (Rudy; 18-SCC) Como piensa Rudy, la celebración podría haber también para las chicas, por haber hecho por primera vez “el amor”. Esta afirmación contrasta duramente con las expresiones de Laura. Ella maneja registros diversos en su relato, ya que luego de comentar que fue manipulada, deja traslucir que se trataba de algo más agresivo aún: “si yo no estaba con él, se iba a enojar”. Pero pareciera que su arrepentimiento no consiste tanto en haber tomado la decisión de ceder ante las presiones, sino, porque luego se enteró que su enamorado tenía otra pareja e, inclusive, una hija; de ese modo se culpabiliza de la siguiente manera: (…) yo calladita, no lo buscaba y nada y al siguiente mes volvía como sin nada y

otra vez lo recibía y así, o sea, esa era una rutina constante todos mis 15 años y yo ya después me sentía, perdón por la palabra, una puta y agarré y no quise más. (Laura; 16-SCC) Laura se arriesgó, podría haber quedado embarazada, sus padres podrían haberse enterado, pero todo ese sacrificio, la entrega de su amor, de su virginidad, su enorme sacrificio, fue en vano. Resulta, desde esta perspectiva, un golpe muy fuerte a la autoestima, ya que ni siquiera su enamorado ha valorado todo lo que le entregó a él, su cuerpo, su vagina, pues, ni tenía expectativas de que valorara su personalidad, su manera de ser, su atracción física más allá de lo puramente genital. Por eso, ya no le parece lo más doloroso sentirse una prostituta, sino que se ha hecho “mujer”, pues, una chica adolescente se hace mujer mediante el sufrimiento: (…) y ya pasó. Cumplí los 16 y ya me sentía, en otras palabras, ya me sentía mujer, porque pasé tanto, pasé varias humillaciones, me humillaba él, me humillaba la otra persona (…). Por lo general, la que madura más rápido es la mujercita, por lo que sufre más, digamos. (Laura; 16-SCC) Es así que sin una apropiación de los derechos sexuales, las adolescentes mujeres se enfrentan a diversas tensiones: la presión de sus padres y del mundo adulto, en general, para que se abstengan de tener relaciones sexogenitales. Luego, está la presión de los enamorados para tener sexo y su propio interés al respecto: generalmente, por sentimientos amorosos y, excepcionalmente, por el mero deseo. Estas tensiones las advertimos con mucha claridad también en el relato de Sofía, pues, ella transmite mucho descreimiento de que se pueda disfrutar de la sexualidad, después de que sufrió una decepción con el chico con quién tuvo la primera relación sexogenital: A una compañera, que ya hace como cinco años que anda con su pareja, sí le gusta.

Hallazgos

generalmente, “se corrigen” y argumentan que, al menos tiene que ser con la persona con quien se piensan casar. De modo que no toman a la letra el principio moral católico de la condena de las relaciones sexuales coitales fuera del matrimonio.

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No sé, le complace a ella. Dice que la hace sentir bien. Esa es su forma de ella, ¿no? Como dicen, que cuando te enamoran te endulzan el oído y después te hacen arrepentir de cosas que has hecho. (...) Yo estaba con miedo y confundida. Quería complacerlo pero no quería tener relaciones. (Sofía; 18-SCC) A Sofía, como les pasa a muchas chicas, se le hace difícil abordar su experiencia en términos de disfrute, como sujeto deseante, especialmente, cuando a posteriori se constata que, por parte de la pareja, no hubo (suficiente) amor:

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

P: ¿Y qué hacen a tu edad los enamorados? ¡Ucha! Son muy complicados. A veces uno se harta, se acobarda. Creo que sólo la utilizan a una para un rato y después se van con otra. Casi no lo toman en serio. No respetan a nadie. (…) Estuvimos… íbamos para un año y unos tres meses, pero a él no le gustaba estar con una sola chica, sino con varias y eso fue lo que a mí me dolió. (Sofía; 18-SCC)

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No conocemos los detalles en cuanto a la magnitud de la coerción que hubo por parte de la pareja de Sofía, pero advertimos que para ella el recuerdo de esa su “primera vez” podría haber sido muy diferente si es que seguía en pareja con este enamorado, al igual que en el caso de Laura. Luego, debemos llamar la atención sobre el hecho de que Sofía, por un lado, reconoce que su amiga experimenta “placer para sí” y, por otro, aparentemente sin poder apreciar la gran diferencia, comenta que ella solamente quería “complacer”, porque “le endulzaron el oído”; es decir, no concibe la idea que el placer puede ser una experiencia gratificante en sí. Podemos colegir, por otra parte, que la expresión “me

endulzaron el oído”, tenga que ver con que le declaraba su amor, no sabemos cuántas veces, para que ella se convenza de tener relaciones sexogenitales. De esta manera, la importancia del placer se supedita al del amor y, por desgracia, lo que su enamorado le soplaba en el oído, fue falso. Así también, retrospectivamente, Laura no da más detalles sobre sensaciones placenteras o no placenteras de esa su primera relación sexogenital -o sobre todas las veces, como a momentos insinúa también-, pues, recordamos que ella dijo haberse sentido feliz, porque se entregó a la persona a quien amaba. Pero por todo lo que pasó luego, reconociendo que ese amor fue una mentira, pareciera que no puede sostener que hubo placer, ya que la condición esencial de disfrutar del sexo es el amor (mutuo)63. A posteriori, Sofía tampoco expresa que al menos valora que su pareja utilizó condón, ya que, curiosamente, está en contra de los que se protegen: P: ¿Y ese día utilizaste algún método para cuidarte o él? Él ha utilizado. Yo no sabía. P: ¿Condón? Sí, preservativo había utilizado él. P: ¿Qué pensarías de un chico que te gusta, que tenga condones en el bolsillo? No, preferiría lejos. Le diría que no malinterprete, que yo sólo soy su amiga. Preferiría alejarme, perder la amistad. Pero que yo le guste o él me guste, preferiría decirle que no. (Sofía; 18-SCC) Sofía, después de haber tenido relaciones sexuales, se sintió muy defraudada, porque descubrió que su pareja le era infiel. De esa manera, podríamos interpretar que, al haber constatado que su enamorado

63 Jones refiere en cuanto a lo que observó en Trelew: “ninguna [de las chicas]está dispuesta a decir que debutó simplemente por curiosidad o excitación. En este sentido, no es casual que otra dimensión del noviazgo que legitima la primera vez de una mujer, es que permite presentarla como una apuesta a fortalecer y profundizar el vínculo afectivo. (…) En síntesis, el noviazgo es el marco preferido y más legítimo para la iniciación sexual de estas mujeres adolescentes porque presupone sentimientos amorosos mutuos, un horizonte de continuidad temporal del vínculo y la expectativa de profundizar la relación afectiva a partir de tener relaciones sexuales” (Jones 2010: 63,64)

Sofía, con el paradigma del amor romántico, rechaza la idea de la protección, pues, el amor verdadero es entrega, es sacrificio, es riesgo, como también mencionaba Laura: (...) yo creo que esta vez esperaría que él se arriesgue. Yo ya no arriesgaría, porque por arriesgarme, lo que me pasó… Porque la que jugaba siempre el todo por el todo era yo, él nada. (Laura; 16-SCC) Desde esta perspectiva, a Sofía, inclusive, le puede parecer “sospechoso” que su pareja se ocupó de tener un preservativo, pues, no se quiso arriesgar, no se quiso “sacrificar” como ella, lo que al margen de todo lo que pasó después, resta al grado de amor que sentía por ella. Es así como podemos apreciar el impacto de los discursos dominantes y sus efectos identitarios en la subjetivización adolescente. En cuanto a Sofía, observamos que a pesar de su “desliz”, irradia mucho apego a “modelos estandarizados de género y de orientación del deseo (Beltrán 70: s/f)”, cuando en otro momento de la entrevista, afirma lo siguiente: P: ¿Crees que ahora es diferente a la época de tu papá y de tu mamá? Sí, creo que ha cambiado harto. P: ¿Por qué crees que ha cambiado tanto? Porque en la época en la que estaban ellos era bien. No era como hoy. Hoy todo ha cambiado. Los jóvenes no son como eran antes (…) Todo ha cambiado. Ahora todo es moderno, antes era diferente, su manera de pensar. Ahora los jóvenes hacen lo que quieren. (Sofía; 18-SCC)

A Sofía no le funcionó la modernidad, es decir, en realidad, no es que a pesar de su “desliz” reivindica el pasado, pues, pareciera más bien que, justamente, a consecuencia de su desliz, por haber hecho “lo que ha querido”, evalúa que la libertad es una gran trampa. Por eso Sofía construye su historia desde el punto de vista de no haber sabido manejar su libertad, ya que, tenía toda la voluntad de ser una hija que obedecía a su mamá, una hija “decente”, a pesar de la mala relación que tenía con ella. La libertad, en su caso, no se trataba de un espacio para construir su capacidad de autonomía, sino que, por más que actuó “libremente”, no pudo asumirlo con responsabilidad, simplemente por no poder concebir -como ya mencionamos- que la libertad, el goce y la responsabilidad, pueden ir perfectamente de la mano: (…) no tenía esa libertad o yo sí tenía la libertad, pero mi cuerpo lo rechazaba. Porque yo creo, por lo que mi mamá estuvo lejos; yo creo que ella pensaba constantemente en mí y, eso, no me dejaba a mí hacer lo que yo quiera, siendo que tenía la libertad de hacerlo. (Sofía; 18-SCC) De esta manera, la intención de Sofía no fue defraudar a su madre y, sin embargo, siendo que su cuerpo rechazaba la libertad, no tuvo defensa ante las libertades que los varones se atribuyen sobre los cuerpos de las mujeres. Es la gran paradoja que viven las chicas de hoy ante los mensajes de represión y de negación de las potencialidades de disfrute de su propio cuerpo. Pues, cuando se tropiezan con varones que apelan a aquel mandato de género, el de complacer a otros cuerpos, no logran conectarse con sí mismas y con la legitimidad del ejercicio de sus derechos. Olvidan a su madre, como lamentaba también Beatriz, y responden a lo que en ese momento más creen necesitar: amor. Desde esta perspectiva es sorprendente que las chicas no se hayan apropiado más del término “hacer el amor”, ya que va más con ellas que con ellos

Hallazgos

era un mujeriego, por no decir “un chico fácil”, ella asume que se contagió con “la facilidad” y, de esa manera, se siente en la necesidad de decir a un chico que le propone algo -no importando si es con protección- que “no malinterprete”, que ella no es igual a él, es decir, una chica “fácil” o una “prostituta”, como se definió Laura.

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y podría acallar de alguna manera sus culpas por haber cedido ante las necesidades no legítimas. Tampoco Mónica tenía expectativas distintas cuando tuvo “su primera vez”. Su narración tiene algunas particularidades, ya que expresa claramente que se enamoró por carencias de afecto y por la necesidad de compartir sufrimientos:

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

- (…) los problemas con los padres que, a veces, no te entienden. Entonces una busca una amiga o un cortejo que te diga: “¿cómo estás?” Aunque sea para que te moleste, pero que sentís que alguien se preocupa por una misma. - (…) tenía problemas peores que los míos, entonces él no me ayudaba a mí, sino que yo lo ayudaba a él, así fue. (…) El me contaba cómo sufría y todas esas cosas, entonces a mí me iba interesando más, porque a veces uno más se centra en el sentimiento, porque cuando la persona está bien, a veces una se llega a aburrir. - (…) a mí me gustaba, por lo que estábamos juntos y charlábamos pero, una vez ya… Como el hombre es un poco ya… es directo, la verdad es que él sí me dio mi tiempo pero, digamos, yo me sentí mal, porque yo me arrepiento por haber hecho esas cosas. (Mónica; 17-SCC)

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A Mónica, tal vez, le bastaba tener un gran amigo que tenía tantos o más problemas que ella. Pero su enamorado le pedía tener relaciones sexogenitales. Ella supo aplazarlo por un tiempo, pues, le considera todavía porque él “le dio su tiempo”. Pero al igual que Sofía y Laura, se dio cuenta que se dejó utilizar y que no hubo amor por parte de su pareja, por más que ella le había apoyado como una Madre Teresa de Calcuta: (…) no fue como yo quería, para mí fue lo peor… (…) Yo tenía en mi cabeza… yo nunca pensé, porque uno no sabe qué es lo que espera de ese momento… Yo le dije a él que quería con una persona

que me quiera, porque mi mamá siempre me recalcó eso, que tenía que ser con una persona que vos elegís para toda la vida. Entonces yo le dije eso y agarró y me manipuló… Me dijo: “entonces vos no me querés”. Entonces yo, en ese momento, sentía o pensaba que yo lo quería. (…) Después se hizo la burla de mí… Agarró y me dijo: “no me aguantaste” así…Yo lo más bonito que pensaba es que me hayan dicho, no sé… algo bonito o algún cariño, pero no fue así. (Mónica; 17-SCC) Muchas chicas, obnubiladas por el amor romántico, piensan que el sacrificio, la entrega, será correspondida y que serán felices, tal vez para siempre. Mónica, al recordar las palabras de su mamá, que la virginidad se entrega a alguien que es para toda la vida, se arrepiente y hace notar la gran confusión que le causó el episodio. Más que las otras chicas, se expresa sobre el cinismo por parte de este su enamorado, para quien no solamente se sacrificó por entregarle su virginidad, dándole su apoyo incondicional para que supere sus problemas, para que le convirtiera en una simple prostituta y, finalmente, en una mujer, con todas las implicaciones de sufrimiento: (…) y todo fue cambiando, porque ya no me gustó el saber que yo ya no era una niña, ya era una mujer y ya él me trataba diferente. Ya no me respetaba mucho, porque pensaba que tenía derecho de mi cuerpo. Entonces ya no me gustó eso y me arrepentí mucho, porque yo estoy así ahorita y un chico que sepa que ya yo no soy, ya no me respeta, porque yo ya no tengo nada que cuidarme. (Mónica; 17-SCC) La falta de respeto y, asimismo, el hecho de que su enamorado, según ella, era adicto a la marihuana, le hicieron ver la relación sin futuro. La mujer objeto, al “entregarse” sin recibir amor, según Mónica, pierde todo. Ella, de esta manera, repite el patrón, que por haber tenido relaciones sexuales coitales y no haber sido correspondida, se siente

Sin embargo, es de destacar que estas tres chicas tienen algo en común y es la tristeza por el abandono afectivo que experimentan con respecto a su familia, especialmente por la poca comunicación y relación de confianza con su madre: - P: ¿Con quien hablabas de esos cambios [físicos]? ¿Sentías necesidad de hablar? La verdad es que, siempre, todos mis problemas fueron para mí. No me gusta comentarle a nadie. Por eso le digo que los cambios que yo sufría eran aflicción. Para mí, que los problemas que sentía eran para mí. No tenía con quien comentarlos (...). - P: ¿Prefieres no contarle cosas? Cosas buenas le cuento y las cosas malas prefiero no, para evitarle los enojos y aparte que ella está enferma (…). - Mi mamá actuó bien y actuó mal, porque yo quería comentarle lo que a mi me pasaba y ella no tenía tiempo y, a veces, me decía: “¿por qué me estás hablando de eso?” cosa que yo me privaba y me limitaba con mis palabras (…). (Laura; 16-SCC) - P: ¿A qué edad notaste que tu cuerpo cambiaba? Eso fue a mis doce años y comencé a sentir miedo. P: ¿Por qué miedo? No sé. Porque, o sea, mi padre, mi madre, que es mujer, nunca me dijo nada, que esto vas a desarrollar en tu cuerpo y todo, nunca me dijo. Y yo tuve que aprender de mí, a saber qué era lo que mi cuerpo tenía; unos cambios. A veces me asustaba, pero a veces mi hermana, con la que estoy viviendo, ella fue la única que me habló. Me decía: “cuando uno va creciendo su cuerpo se va desarrollando”, todo eso.

- P: Me dices que lo más difícil es que no te comprenden, ¿a ti no te comprendieron? La verdad que nunca. Siempre lo han querido hacer, pero no lo hacen de las maneras en que los padres deberían hacerlo. Es algo que lo hace sentir a uno mal y se siente que uno no tiene la confianza para decirle lo que uno quiere o siente, si tiene derecho de decidir y eso. No sé, no lo saben comprender, entender y no lo escuchan. Dicen: “estoy ocupada, hablamos después”, o está aburrida y están renegando. - Fue por eso que me vine acá a vivir con mi hermana. Porque, bueno, estaba cansada de que mis padres me estén tratando, me hagan a un lado por el color de piel de uno; a veces me trataban de “negra” o “porra”, así hablaban, discriminando un poco. (Sofía; 18-SCC) - (…) como mi mamá no estuvo un tiempo conmigo, entonces yo tuve que madurar como casi a la fuerza, digamos. Entonces yo ya sé de las cosas. - Sólo cuento a mis amigas. No se… porque me siento más en confianza con ellas (…) porque si yo llego a contarle algo a mi mamá, ella no me va a entender (…) Yo creo que, a esta edad, uno necesita una persona; porque, a esta edad, tenemos problemas (…) Entonces, los problemas con los padres, que a veces no te entienden, entonces una busca una amiga o un cortejo que te diga “¿cómo estás?” (Mónica; 17-SCC) También se expresan de manera clara, cuando se les pregunta qué tipo de relación les gustaría tener con sus hijos o hijas: - (…) yo creo que lo que yo pasé, no voy a querer que pase mi hijo o mi hija o que lo haga mi hijo, digamos. Yo creo que voy a tener que actuar de la manera más libre para que ella se atreva a contarme sus

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puta por “fácil”, mujer por “sufrida” y despojada de todas las cualidades que podría tener. Para su enamorado es un cuerpo que ni siquiera en su versión más reducida le pertenece; pero finalmente es lo único que Mónica resiste a aceptar.

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problemas y yo poder ayudarla en algo… No sé. (Laura; 16-SCC) - Tratarlos de lo mejor, hacerles sentir ese apoyo y que, realmente, me interesan, ya que mis padres nunca me lo mostraron, pero yo sí lo haré para ellos. Aconsejarlos, cualquier cosa, y estar ahí para ellos. Hacerlos sentir que son y siempre van a ser realmente valiosos para mí. (Sofía; 18-SCC) - Yo quisiera llevarme, que se comuniquen conmigo y me digan sobre lo que ellas están pasando, porque, la verdad, yo igual necesitaba a alguien que me escuche; sin embargo, mi mamá no estaba ahí para escucharme. (Mónica; 17-SCC) De este modo, se deja entrever que la falta de control sobre la relación de pareja, la dependencia afectiva y la falta de asertividad, se relacionan (también) con la necesidad de sentirse acogidas por alguien, reconocidas, escuchadas, queridas. Desde esta perspectiva su lamento, su poca autoestima, su necesidad de autoflagelarse, se hace inteligible. Asimismo, se puede explicar que necesitan aferrarse a los mandatos de casa, para tal vez lograr que las quieran un poquito (más). Por tanto, la transgresión es doblemente traumática64.

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

La historia de Romina es distinta, cuando comienza su recato ¡vaya sorpresa!, con el autoreproche por su propia falta de amor, al tener la primera relación sexogenital. Argumenta que fue simplemente por querer experimentar:

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(…) por curiosidad. Fue mi decisión. Fue querer estar con él, ¿no ve? Pero nada más (…) Yo solamente quería sentir qué era, pero sentir; sólo quería experimentar, nada más, pero sin sentir amor” (…). P: ¿Cómo te sentiste después?

Me sentí dolorida, principalmente. Después me sentí mal, porque me decía “¿por qué dizque algo que para mí era importante”, que para mí valía harto, “por qué no dejé que espere?”. Me sentía mal. Me sentía culpable. (Romina; 17-SCC) Romina destaca y repite varias veces que quería experimentar y, sin embargo, si prestamos atención al conjunto del relato, no podemos pasar por alto que se trata de un argumento no muy convincente. Se lamenta por no haberlo hecho con la dosis necesaria de amor por él; pero, luego, deja traslucir que no hubo amor por ambas partes y, a consecuencia, aparece nuevamente el sentimiento de culpa. Por eso el lamento, “¿por qué no dejé que espere?”, supone algún desbalance respecto a la necesidad de experimentar. Pero Romina reconstruye el episodio de forma menos autodestructiva que Laura, Sofía y Mónica, pues, al no haberlo hecho con suficiente amor, no necesita definirse como puta y mujer sufrida. En su caso el enamorado no fue el que le hizo puta, lo cual, aparentemente, no causa el mismo dolor, pues, ambos lo hicieron, por “experimentar”. Pero muy en el fondo, Romina, que también ante su madre reivindica el derecho al placer y a experimentar, no puede ignorar del todo el entorno discriminatorio hacia las mujeres, lo cual explica que tampoco pudo obviar ese sentimiento tan recurrente de la culpa: Porque yo veo, si es mujer, una mujer puede sentir vergüenza ¿no ve? Puede sentir miedo. En cambio en un hombre, lo que le pueden enseñar; ellos dicen que pueden hacerlo pa no quedar mal pero, sin embargo, ni ellos mismos saben lo que están haciendo. (Romina; 17-SCC) Observamos que, finalmente, Romina expresa también algún reproche con respecto a este enamorado con quién tuvo su primera relación sexogenital.

64 Ma. del Carmen García señala al respecto: “Cuando se subvierten y entremezclan estas formas de expresión corporal tradicional, inmediatamente surge la culpa, lo demoniaco, el loco amor, la vergüenza o el pecado. Pues en los sistemas patriarcales lo erótico está firmemente ligado a la reproducción y en el caso de las mujeres supeditado a ésta: de tal manera que al subvertir esta relación, la experiencia del pecado es inevitable” (2002).

P: ¿Cuándo o en qué momento te sientes más a gusto con el enamorado? Cuando compartimos, cuando estamos en familia o cuando estamos charlando, eso para mí es gusto. P: ¿Y cuando no te gusta o te incomoda? Cuando llegamos a ese punto de… cuando ya se toca el punto de sexualidad y ahí ya te preguntan; “¿tuviste ya relaciones? ¿tuviste enamorado? ¿tuviste con él? ¿cuántas veces estuviste?”. Eso, para mí, es incómodo. (Romina; 17-SCC) De todas maneras, Romina no deposita “la culpa” por sentirse ella “culpable”, en el enamorado. Se refiere a un modo de actuar de muchos varones: “ellos dicen que pueden hacerlo pa no quedar mal”. Reconoce los mandatos de género como explicación de lo ocurrido: ella no debería haberlo hecho para no quedar mal y él lo hizo o tenía que hacerlo para quedar bien. La capacidad de Romina de analizar lo que pasa en la sociedad, el reconocimiento de las diferencias entre lo permitido para varones y mujeres, le evita victimizarse como Laura, Sofía y Mónica. Revisaremos lo que ellas decían: - (…) se lavó las manos y yo quedé mal. (…) Ya no conforme con lo que hizo, me siguió buscando, me siguió haciendo daño (…) Siempre creí en él, pero él siempre me defraudó. (Laura; 16-SCC) - Sólo la utilizan a una para un rato y después se van con otra. Casi no lo toman en serio. No respetan a nadie. (…) A él no

le gustaba estar con una sola chica, sino con varias y eso fue lo que a mí me dolió. (…) Siento que me destrozó para siempre, como hasta ahorita. Es algo que no se puede remediar, ni volver el tiempo para que no te endulcen el oído (…). (Sofía; 18SCC) - (…) agarró y me manipuló… Me dijo entonces: “vos no me querés …” Entonces yo, en ese momento, sentía o pensaba que yo lo quería. (…) Después se hizo la burla de mí…Agarró y me dijo: “no me aguantaste”, así. (Mónica; 17-SCC) Ahora, la pregunta es ¿cuál es el mecanismo que permite que tantas chicas se victimicen y no conciban que son sujetos activos para cambiar el rumbo de sus vidas y cambiar su actitud con respecto a la toma de decisiones sobre sus cuerpos y sus vidas? La narración de Sandra nos puede dar también alguna respuesta, cuando reiteradamente explica que para ella es muy complicado ser adolescente. Nos expone, lo que en muchos estudios sobre la problemática adolescente se calificaría como “conducta de riesgo”: A mí me parece complicado. A esta edad los jóvenes quieren experimentar y conocer cosas y gracias a eso tienen sus cabezas terribles como embarazos o enfermedades, así. P: ¿Y te parece fácil o difícil ser adolescente? Muy difícil, difícil, porque ésta es la etapa en la que te vas desarrollando y te vienen ideas a la mente. No sabes qué elegir (…) Somos curiosos, queremos experimentar más y al experimentar más nos metemos en problemas y nosotros mismos nos metemos en problemas, nosotros mismos creamos los problemas, nosotros queremos salir, salir dañados y lo empeoramos todavía más. P: Y ¿qué serán esas ideas que se te vienen a la mente cuando eres adolescente?

Hallazgos

Alude al hecho de que él no “sabía lo que estaba haciendo”. Vuelve, de este modo, la imagen del desbalance, de la relación no igualitaria, cuando menciona que ahora tiene un nuevo enamorado. Pues, deja traslucir que le cuesta compartir con él que ya tuvo “su primera vez” y, peor aún -suponemos-, por haberlo hecho “sin amor”, por “experimentar”, lo que suele ser lo más normal entre varones:

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Hmmm… el de ser libre; salir a la hora que quieres, incluso hasta tomar; tener relaciones sexuales; querer ganar tu propio dinero; ser independiente, eso. P: Y ¿qué será lo más lindo de ser adolescente? Experimentar las cosas, conocer, saber caer y saber levantarte, eso es lo más lindo. (Sandra; 16-LPR) Observamos que Sandra no atribuye sus problemas a otros/as. Reconoce que no lo tiene fácil, por esas ganas suyas de sentirse libre, por querer conocer, experimentar; con el resultado de que a momentos se siente caer. Sin embargo, para ella “lo más lindo” es saber levantarse y, no menos importante, aunque no lo diga expresamente, con su propia fuerza.

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Sandra tuvo a los 14 años “su primera vez” y para ella fue: “agradable, por primera vez había sentido eso en mi vida, totalmente libre y así”. Ha tenido muchos enamorados, los tiene también “online” y reconoce que en algunas oportunidades ha tenido sexo por presión, pero considera que (ella misma) debe corregir este tipo de “equivocaciones”. En un pasaje de su relato deja entrever que, a su vez, ella también “ha sacado provecho” de sus enamorados:

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P: Si te cuesta tener confianza con tus padres, ¿de dónde obtuviste información sobre estos métodos? En el internet y con los novios que he tenido, porque generalmente cuando tenía 15 años mis chicos eran de 23, 24… 30 y así.

P: ¿Y con ellos hablaban? Sí, tenían más experiencia. (Sandra; 16LPR) A medida que Sandra nos va relatando sobre sus experiencias, nos puede dejar con preocupaciones, ya que acude a fiestas “pecaminosas” e, inclusive, comparte sobre algunos episodios de consumo de drogas. Sin embargo, paradójicamente, es irreverente en cuanto a la lucidez respecto a los tabúes imperantes, tabúes, cuya interiorización, por parte de la mayoría de las chicas de su edad, causan muchísimo daño a la autoestima y a la capacidad de decidir sobre sus cuerpos y sexualidad. Pues, Sandra está en un proceso de fortalecimiento de su capacidad de autonomía, lo más lindo para ella “es experimentar las cosas, conocer, saber caer y saber levantarte” y es capaz; pues, no sabemos cómo y por qué, pero tiene claro cuáles son los mandatos de género que, injustamente, se imponen a las mujeres. De esta manera, los adolescentes, pero las adolescentes mujeres en especial, nos interpelan mediante la crudeza de muchas de sus historias respecto a lo que Sofía llamaba “los cuerpos que rechazan la libertad”. Pues, a pesar de los avances y acuerdos que se han ido trazando en las sucesivas convenciones y conferencias internacionales, para posesionar los derechos sexuales, y pese a las políticas públicas establecidas, no se ha planteado de manera contundente el ejercicio de los derechos sexuales, desde un enfoque de construcción de autonomía y de poder de decisión, que permita a chicos y chicas disfrutar a plenitud de la(s) sexualidad(es), con todo su potencial afectivo y erótico.

A modo de conclusión

Considerando la tristeza profunda -especialmente en la narración de algunas chicas-, muchas dejan traslucir que pueden superar anímicamente la mentira de un compañero, de un enamorado, pero las medias verdades, la manipulación de los adultos más queridos es lo más doloroso y, frecuentemente ni siquiera es reconocida como tal. Podríamos concluir que el lente del mundo adulto, en especial de las madres, los padres, que son los primeros encargados en brindar afecto a los hijos, las hijas, es de aumento: de aumento para vigilar la mantención estricta de los atributos de género; de aumento para ver demonios por todas partes. Ya lo mencionamos, solemos dirigir nuestra propia mirada hacia las desigualdades genéricas entre pares, chicos y chicas de la misma edad, pero el rol del mundo adulto para exacerbar las desigualdades de género, para subrayar los atributos del ser femenino y del ser masculino y su relación jerarquizada, pareciera que ocupa un espacio predominante en los modos de experimentar la opresión de género; de las adolescentes mujeres en especial.

De esta manera, se hace también necesario realizar investigaciones que permitan visibilizar las circunstancias en que chicos y chicas adolescentes, que no responden a la expectativa heteronormativa, construyen sus identidades y se enfrentan cotidianamente, tanto a la discriminación sutil como a las formas más agresivas: en el colegio, en sus comunidades, para ni mencionar sus casas. Si bien en algún número de colegios se desarrollan algunas iniciativas para, al menos, hacer conocer algo sobre métodos anticonceptivos, esta instancia no se posesiona como un espacio de referencia para trastocar los roles y estereotipos de género, así como los de la heteronormatividad. Los conceptos de libertad y derechos están ausentes desde el discurso educativo formal. Un número considerable de chicas y chicos identifican desigualdades entre mujeres y varones, doble estándares, que se mantienen por parte de las personas adultas y el contexto social entero; pero no cuentan con espacios de diálogo que permiten trascender, de manera más contundente, los guiones establecidos para el relacionamiento con sus pares, varones y mujeres. El amor romántico y, por otro lado, el imaginario social de “la chica fácil”, constituyen definitivamente los ejes de la complejidad en que las chicas toman decisiones sobre su sexualidad y relaciones afectivas. El amor romántico, en primer lugar, con relación a sus enamorados; “la chica fácil”, en primer lugar, con relación a las expectativas de decencia por parte del círculo familiar.

Introducción

Hemos podido constatar que una dimensión del ser humano, con un potencial tan placentero, como es la sexualidad, puede convertirse -por diversos motivos- en la causa de muchas angustias. Cuando este potencial -para esta generación, que tiene muchos motivos para ser más optimista que la anterior- representa simplemente una relación íntima con miedos y culpas, algo está mal en nuestra sociedad.

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El estudio, con un enfoque desde el derecho al placer erótico, paradójicamente, nos enfrentó con múltiples sensaciones de displacer; no hay escape posible al respecto. Pero nos convence aún más de que el hablar sobre el placer y el displacer es la vía para, paulatinamente, construir cuerpos, capaces de apreciar y acoger la libertad y el derecho propio. Pues, si subjetivamente no hay opciones, no hay forma de ejercer el derecho a elegir.

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Paradójicamente, se explica el fenómeno del tabú sobre las libertades sexuales de las adolescentes, de alguna manera, por los cambios que se han dado respecto a la legitimidad de algunos (nuevos) derechos de las mujeres. Si, hace un tiempo atrás, la maternidad era el destino obvio de ellas y, así también, en muchos casos, de las mujeres adolescentes, hoy en día, se ha volcado la expectativa hacia el estudio, encubriendo con ello la negación del deseo sexual femenino. Sin embargo, ni desde el Estado, ni desde el sector educativo y de salud, se ha puesto atención en esta nueva injusticia. Pues, el derecho a la profesionaliza-

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ción y a la participación de las mujeres en la sociedad, no puede restringir el derecho a disfrutar libremente de la sexualidad en la adolescencia. Es como si el mensaje fuera que, para alcanzar la meta de la ciudadanía, las mujeres y, en nuestro caso, las adolescentes, tienen que pagar nomás algún precio por estas nuevas oportunidades de emancipación: preocuparse exclusivamente por la nota, para no temer el rechazo de su entorno más querido. Con respecto a este nuevo horizonte de la profesionalización, cabe profundizar en futuros estudios cómo opera, en las subjetividades de las mujeres adolescentes, la configuración de sus proyectos de vida. Pues, si, aparentemente, la meta de la profesionalización no se asocia con algo más concreto, como ser, un futuro laboral más satisfactorio, con independencia, con derechos sexuales, con elecciones sobre la maternidad, con un cuerpo para sí, ¿en qué quedará la perspectiva de la equidad que tanto se anhela para las nuevas generaciones?

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155

156

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Anexos Anexo 1: Técnica 1

Anexos

1) ¿Qué te parece el dibujo y la respuesta de la hija a su padre? 2) ¿Por qué el hijo estará pensando “uff…..”? 3) ¿Es solamente un chiste o es algo que está pasando en la realidad? ¿Hay diferencias en lo que saben o piensan padres e hijos/as? ¿Por qué? 4) Dibuja un diálogo entre un padre y su hijo o una madre con su hija, etc., sobre un tema de educación sexual, algo diferente a lo que está en el dibujo.

157

Anexo 2: Técnica 2 ¿A tu edad cuáles crees que son prácticas sexuales permitidas y cuáles no?

Está permitido....................... NO está permitido....................... No sé si estará permitido.......................... ¿Por qué has dado esta respuesta? ............................................................................................................................... ...............................................................................................................................

Está permitido....................... NO está permitido....................... No sé si estará permitido.......................... ¿Por qué has dado esta respuesta? ...............................................................................................................................

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

...............................................................................................................................

158

Está permitido....................... NO está permitido....................... No sé si estará permitido.......................... ¿Por qué has dado esta respuesta? ............................................................................................................................... ...............................................................................................................................

Está permitido....................... NO está permitido....................... No sé si estará permitido.......................... ¿Por qué has dado esta respuesta? ............................................................................................................................... ...............................................................................................................................

Está permitido....................... NO está permitido....................... No sé si estará permitido.......................... ¿Por qué has dado esta respuesta? ............................................................................................................................... ...............................................................................................................................

Está permitido....................... NO está permitido....................... No sé si estará permitido.......................... ¿Por qué has dado esta respuesta? ...............................................................................................................................

Anexos

...............................................................................................................................

159

Está permitido....................... NO está permitido....................... No sé si estará permitido.......................... ¿Por qué has dado esta respuesta? ............................................................................................................................... ...............................................................................................................................

Está permitido....................... NO está permitido....................... No sé si estará permitido.......................... ¿Por qué has dado esta respuesta? ............................................................................................................................... ...............................................................................................................................

Está permitido....................... NO está permitido....................... No sé si estará permitido..........................

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

¿Por qué has dado esta respuesta?

160

............................................................................................................................... ...............................................................................................................................

Anexo 3: Técnica 3

¿Cómo es para ti una chica linda?

................................................................................................................................................................................................................. ¿Cómo es un chico lindo?

................................................................................................................................................................................................................. ¿Qué te gusta más de ti misma?

................................................................................................................................................................................................................. ¿Qué te gusta menos de ti misma?

................................................................................................................................................................................................................. Para enamorarte de alguien, ¿cuáles son las cualidades que debe tener?

.................................................................................................................................................................................................................

Anexo 4: Técnica 4

Una historia de atracción, amor y de emociones

Ejemplo:

Anexos

Cuando se acercó, sentí algo en el centro de mi cuerpo y no, no eran mariposas ni cosas raras, era una explosión de energía que estalló dentro de mí y recorrió todo mi cuerpo. Solamente con un abrazo.

161

Anexo 5: Técnica 5

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Yo soy ........................................................................................

162

Colorea las partes donde te pueden tocar

Mi mamá me puede tocar

Mi papá me puede tocar

............................

............................

Mi compañera de curso me puede tocar

Mi enamorada me puede tocar

............................

............................

Mi hermana me puede tocar

Una persona desconocida me puede tocar

............................

............................

Colorea las partes donde te pueden tocar

Mi mamá me puede tocar

Mi papá me puede tocar

............................

............................

Mi compañero de curso me puede tocar

Mi enamorado me puede tocar

............................

............................

Mi hermano me puede tocar ............................

Una persona desconocida me puede tocar ............................

Anexos

Yo soy ........................................................................................

163

Técnica 5 b

Si me gusta que me toquen el cuerpo es porque

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Si no me gusta que me toquen el cuerpo es porque

164

Anexo 6: CHICOS Daniel; 16-LPC

La responsabilidad/riesgo de un embarazo

La responsabilidad por un hijo, una hija

P: La verdad, cuando una chica, digamos, de 15 o 16 años, tiene relaciones sexuales (…) la mayoría de los chicos no se hacen responsables o, sino, ahí son sus padres los que los socapan, haciéndolos escapar del país. Hacen diferentes cosas, ¿no? Y eso no es bueno, porque si ha hecho algo malo el chico debería ser responsable de sus actos, de lo qué ha hecho con la chica.

[sobre películas porno] (…) esos actores ya tienen dinero y, por eso, terminan en la cama. Tienen dinero; pueden traer ya a un hijo; tienen con qué mantenerlo. (…) puedo hacer todo, menos llegar a eso de los temas sexuales, o sea, ir hasta ahí, porque, primero, tengo que acabar mis estudios (…) Quiero tener una casa, tener una familia bien. No quiero… digamos. Ahora puedo tener relaciones… y embarazo y … me hago responsable. No quiero que mis hijos estén afuera con sus ropas viejas; estén pidiendo limosna, o sea, eso nos puede doler más y me puedo meter de lo que sea, vender lo que sea, cualquier trabajo, pero que no estén mis hijos así. Por eso es que quiero acabar y verlos a los hijos. (…) llevar a cabo esas relaciones sexuales, debería llevar eso a esa luna de miel que dicen, ahí. Cuando ya tenga un trabajo digno, una profesión digna, para poder mantener a esa criatura que van a traer al mundo.

Hugo; 18-LPC

Álvaro; 15-LPR

(…) Dicen que una pareja tiene que tener un hijo, casi a los treinta años. Sí, a los treinta años deben tener su hijo realmente, pero algunas personas no lo hacen, no lo hacen eso, o sea, se juntan por juntarse nomás. Se juntan, tienen relaciones sexuales sin saber, digamos, lo que puede pasar y sólo traen un hijo, una hija al mundo para hacerle sufrir, por una parte, y a veces también no les hacen sufrir, pero depende de cada persona, sí. P: ¿Alguna vez has querido tener una relación sexual coital? Sí, pero me he evitado. P: Y ¿qué es lo que te ha detenido? En pensar en mi futuro. Por ahí hago algo que no debería hacer y me arrepiento, tal vez. P: ¿Y si utilizarías métodos anticonceptivos? Tal vez lo haría, pero no es nada recomendable, digo…

Diego; 17-LPR

Lorenzo; 15-LPR

(…) una vez que ya tienes tu hijo, tienes que conseguir dinero de donde sea; tienes que trabajar para llevar el pan de cada día; tienes que trabajar para sus hijos, para la esposa. No, tampoco puedes estudiar bien, porque te falta dinero. (…) pero también nunca se ha dado la oportunidad, digamos, porque sólo íbamos a… salíamos de la escuela, del colegio, íbamos paseando por ahí y no nos hemos quedado a solas para…, a solas en el curso, en la casa para…., aparte que piensas “¿qué va a pasar?” Después de hacerlo, tal vez, se embaraza la chica y esa es una de las razones más fuertes para no hacerlo, digamos. Y prevenir eso, porque debe ser difícil también comprar pastillas y eso, sí; debe ser difícil, porque no, hasta ahora no he ido para ver; pero a veces me han contado y dicen que no, que es bien difícil. Porque en la farmacia hay varias personas, que te vean y es difícil. Porque, más que todo, eso ha sido uno para que…, o sea, me he retenido, sí.

(…) a nadie le gustaría ser padre a esta edad. (…) Tienes que ir a trabajar, cuidar a su bebé, todo eso y, además, no sabes si tus papás te van a apoyar o no, o te van a dar la espalda. (…) que ya no haya más embarazos no deseados, porque también es peligroso para la chica que…, digamos, salga algo mal y se muera, digamos. Eso sería, que haya más responsabilidad cuando se quiere tener relaciones coitales para que ninguno salga perdiendo y no tomarlo a chiste, como ahora lo están haciendo, tanto algunas chicas, como también algunos chicos. Eso sería, sí.

Anexos

David; 16-LPR

165

CHICOS Nicolás; 16-CBC

La responsabilidad/riesgo de un embarazo

La responsabilidad por un hijo, una hija

Yo le digo, no aún no. Yo no quiero arruinar su vida. Yo no quiero arruinar mi vida. Quiero que ella salga igual profesional, que tenga un buen futuro. Tal vez, a la larga, cuando ya seamos mayores, ahí tal vez pueda.

Luis; 19-CBC

P: ¿Escuchaste de personas que abortaron por decisión propia? ¿Qué piensas de eso? Yo pienso que eso es decisión y solamente decisión de una mujer. Puede hacer con su cuerpo lo que quiera. P: ¿Estás de acuerdo con el aborto? Tendríamos que ver el contexto, la opinión que tenemos que dar y en qué momento lo vamos a hacer. Si digamos, hipotéticamente, pasa ahorita, ella (mi chica) está embarazada, yo sigo siendo un niño. Ella sigue siendo una niña y no estamos en la madurez mental, quizás genéticamente sí, pero en la madurez mental para asumir esa responsabilidad, ¿me entiendes? Y pasa que tenemos el hijo y no tenemos ni cómo alimentarlo y, antes de ver a mi propio hijo, sangre de mi sangre, sufrir, y que sea por mi culpa, preferible abortarlo; porque si voy a traer a alguien a este mundo es para cuidarle.

Santiago; 18-CBC

P: ¿Tú has tenido relaciones sexuales alguna vez? No, la verdad no. P: ¿Y alguna vez has sentido curiosidad? Sí, pero no llegar por miedo. P: ¿Miedo a qué? Al embarazo, un bebé no planeado. P: ¿Cuándo crees que te decidirías a tener relaciones sexuales? Cuando ya tenga una carrera y esté trabajando, para tener un hijo tal vez, para que no venga a sufrir. (…) Bueno, hay chicos que están solo por sexo. Eso es la moda de ahora. Bueno, yo nunca he mirado casi esa opción. Bueno, la verdad, sí miraba; pero no tanto, porque sabía que iba a arruinar la vida de alguien y no quería que sufra por mi culpa. P: ¿Cómo arruinar? No se puede decir arruinar, ¿no? Sería tener un bebé, porque no he terminado el colegio y quiero terminar.

Leonardo; 17-CBR Celso; 16-CBR

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Vicente; 17-SCC

166

Edmundo; 19-SCR

No voy a mentir. Se me ha pasado por la cabeza que sí, pero… todo, como me dicen a mí, tiene su momento, su lugar y su hora. Ahora, por ejemplo, si yo me meto a tener relaciones sexuales y por un descuido mío, yo usando protección y la protección esté fregada o este, y yo la embarace a la muchacha, eso me pongo a pensar también… P: ¿Has tenido relaciones sexuales? No, porque no… es una decisión…, no todavía, cuando se tenga es para crear una familia… P: ¿Has querido? Sí, pero me he puesto un alto, porque tengo la mentalidad de que tengo que salir del colegio, ser profesional. Para cuando tenga eso ya, poder mantener, cuando tenga eso ya supongo que es para tener hijos.

CHICAS Mariela; 17-LPC

La responsabilidad/riesgo de un embarazo

La responsabilidad por un hijo, una hija

(…) estaría bien, siempre y cuando yo no me perjudique en mis estudios y yo esté igual sana como antes, como si no hubiera pasado, para que mis papás no se decepcionen de mí. Porque lo importante es que tus papás no se decepcionen de vos; porque ellos nos dan todo para estudiar y nosotros les decepcionamos de esa manera y no debemos decepcionarlos. Mayormente nunca he tenido esa curiosidad de tener relaciones sexuales, por mis papás. Yo no quiero decepcionarlos como mi hermana. Pero si los jóvenes y las señoritas no cambiaran nada, teniendo relaciones sexuales, yo creo que estaría bien.

(…) siempre he pensado que los jóvenes tenemos que tener como prioridad estudiar, salir adelante y luego pensar en tener hijos y esas cosas. No ahorita. Sí, podemos tener novios, podemos tener relaciones sexuales siempre y cuando con protección y cuidarnos y, así, para que no se arruine nuestro futuro.

Yesica; 16-LPC Natasha; 16- LPC

P: Los chicos/as de tu edad sienten su cuerpo de otra manera, se enamoran, algunos sufren por amor, otros tienen relaciones sexuales, otros no, a ti ¿qué te parece? Que, para mi edad, es muy temprano tener relaciones P: ¿Por qué? Ah, porque parecen un poco muy despiertas (…) P: ¿Son muy despiertas? Sí. P: Y eso ¿por qué no te parece a ti? Porque igual estamos al riesgo de embarazarnos (…) Por miedo, tal vez, a contraer enfermedades o embarazarme, ya que si no te proteges corres más riesgos (…) Sí, igual hay un riesgo de quedar embarazada por más que tengas protección.

Fabiola; 15-LPC Tania; 16-LPR

(…) alguna vez lo he pensado, pero tenía miedo de que salga mal y que tenga problemas, sí. P: Entonces, has pensado pero no lo has hecho, ¿y qué te ha retenido? Eso de que salga mal o tener problemas…. Lo primero que mi mamá me ha dicho es eso pues, y me hace tener miedo…, “si tienes tu enamorado y si estás embarazada, te voy a mandar directo con el chico aunque no lo quieras”, me sabe decir y eso me afecta más a mí. Sería cuando tenga una relación más formal, sí.

Valeria; 16-CBC ¿Tampoco tu papá y tu mamá no saben que tienes tu chico? No, se arruinaría mi vida, porque yo he visto que se embarazan, todos les miran mal. Tienes, que generalmente ya no vuelven al colegio, se descuidan.

Anexos

Alejandra; 16-CBC

167

CHICAS

La responsabilidad/riesgo de un embarazo

La responsabilidad por un hijo, una hija

Lisa; 16-CBC Paula; 16-CBC Carola; 17-CBR Lucía; 18-CBR Isabel; 16-CBR Belén; 16-SCR

Rocío; 17-SCR

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?

Ángela; 17-SCR

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Yo le advertí. Yo voy a la iglesia y, además, está el peligro del embarazo. Las mujeres no podemos estar en esas cosas, porque nos embarazamos y defraudamos a nuestras familias. Sí, yo digo, el miedo siempre está en el embarazo, porque es un problema para la familia. Sales embarazada y es lo peor; defraudas. Yo no quiero defraudar a mi familia. No. Yo ni tengo curiosidad. Yo no quiero. Quiero ser mayor, a unos 18 años. Porque el embarazo es un problema. Sí, aquí es un problema serio eso del embarazo y es defraudar a la familia. Claro que sí son libres. Ellos no se embarazan. Los padres les dan más libertad. No nos tratan igual; ellos no defraudan. La adolescencia es una etapa bonita pero hay que saberla vivir, hay que saberla conocer y disfrutar, pero con límites; no pasar los límites. Todo se puede vivir, aunque nadie sabe qué va a pasar. Pero ser un poco más responsables, saber cuidarse y ser responsables, que sepan las consecuencias que trae tener relaciones sexuales, porque trae consecuencias y piensen en los problemas que les puede traer; no siempre un hijo, sino otras enfermedades. Eso seria.

169

Anexos

170

¿Para nuestro bien o para nuestro mal?