Ponencia en Congreso

Ponencia en Congreso Pastoralismo y conservación en un área protegida: El Parque Nacional Los Cardones hacia el co-manejo ganadero. Autores: Mariana ...
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Ponencia en Congreso Pastoralismo y conservación en un área protegida: El Parque Nacional Los Cardones hacia el co-manejo ganadero.

Autores: Mariana Quiroga Mendiola. [email protected] María Elena Sánchez. Juliana De Gracia. Presentado en: VI JORNADAS INTERDISCIPLINARIASDE ESTUDIOS AGRARIOS Y AGROINDUSTRIALES. Lugar y fecha: Buenos Aires, noviembre de 2009 Unidad: Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Pequeña Agricultura Familiar, Región NOA (IPAF NOA) – INTA. Perteneciente al CIPAF – INTA Administración Nacional de Parques Nacionales Universidad Nacional de Salta Página Web CIPAF: http://www.inta.gov.ar/cipaf/index.htm

Pastoralismo y conservación en un área protegida: El Parque Nacional Los Cardones hacia el co-manejo ganadero. Mariana Quiroga Mendiola 1 , María Elena Sánchez2, y Juliana De Gracia 2 Los pastores en el sistema capitalista Denominamos “pastores” a aquellos pueblos que basan su estrategia de vida en la cría ambulatoria de animales. Este es su rasgo común, aunque al interior de esta definición general, existe un amplio rango de modalidades que adquieren los sistemas pastoriles en relación con: el peso relativo de los productos animales, las formas productivas y las prácticas económicas generales de las familias o comunidades pastoriles (distribución de la mano de obra, los recursos naturales, los animales, multiplicidad de ingresos prediales y/o extraprediales, etc.). Vale decir que así como hay pastores puros o pueblos agropastoriles, hay pastores nómades, seminómades o semisedentarios, y los hay con mayor o menor vinculación con el mercado, o el estado. No obstante estas diferencias, los pueblos pastores básicamente centran su vida y esfuerzo laboral en el cuidado de animales, los cuales son un medio de producción, pero también son un elemento social y simbólico, con atributos culturales adjudicados por la sociedad que los mantiene, y que implican codificaciones y reglas de honor y/o estatus de valor organizador en que se desarrolla la vida y la reproducción social de las familias pastoras (Galaty y Johnson, 1990). La mayoría de los pastores del mundo desarrollan su vida en ambientes llamados “marginales” por el lenguaje común, en virtud de que son ambientes en los que la producción agrícola es difícil o imposible. De hecho la mayor parte de los pastores del mundo están situados en sabanas, estepas, altas montañas, desiertos. El factor limitante en estos ambientes casi siempre es la disponibilidad de agua, al que se suma una reconocida variabilidad climática, heladas

1 Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Pequeña Agricultura Familiar (IPAF NOA- INTA), y Universidad Nacional de Salta. 2 Delegación Técnica Regional NOA – Administración de Parque Nacionales; y Universidad Nacional de Salta.

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frecuentes o sequías recurrentes, todo lo cual implica cierta imprevisibilidad del sistema y una baja productividad primaria (la actividad fotosintética es limitada) 3 . Otro de los elementos que explica la situación general de estos grupos sociales es la relación que tienen con el Estado, con el mercado y con el capital. Desde el siglo XVI los procesos de colonización occidental en Asia, África y América han impactado en todos los espacios y en todas las formas culturales pre - existentes. Más aún, inclusive han penetrado en las formas culturales de los grupos humanos diversos en la misma Europa (pastores nómades de Escandinavia o trashumantes de los Alpes, de los Pirineos, de Extremadura en España, etc.) (Declaración de Segovia de los pastores nómadas y trashumantes, 2007). Estos procesos de expansión occidental y capitalista constituyen el antecedente primordial de la subordinación económica y política de los países del llamado tercer mundo. En la misma dirección, los procesos de desarrollo impulsados desde los países o centros de poder, dueños del capital y conductores del mercado internacional, definen las condiciones actuales de vida las comunidades campesinas. Si bien no profundizaremos este tema aquí, hay numerosos estudios que describen las políticas de “desarrollo” implementadas por los países dominantes, y los discursos que las sustentaron, promoviendo la “modernización” de la producción agropecuaria, a expensas de las formas denominadas “primitivas” poco eficientes y rentables. Sólo por presentar un ejemplo, la famosa “Revolución Verde” de los agroquímicos y maquinarias, en la posguerra, que en el discurso tenía el fin de producir alimentos en enormes cantidades para una población mundial hambrienta y empobrecida, una rémora para el desarrollo capitalista acelerado que se producía en los países del “primer mundo”, mostró resultados positivos en términos de tecnificación y productividad, por supuesto a favor del capital, ya que las contradicciones sociales, la explotación de los recursos naturales y la dominación política aumentaron (en Argentina solamente producimos alimentos para 300 millones de personas 4 , sin embargo hoy aproximadamente 5 millones de los habitantes del país está por debajo de la línea de indigencia 5 , y se estima que mueren todos los años 11.000 niños por desnutrición infantil 6 ). 3

Estos ambientes áridos o semiáridos, fríos o extremadamente cálidos, con amplitud térmica marcada, imprevisibles y cambiantes, condicionan una productividad primaria limitada (PP: la tasa de producción de materia vegetal por parte de los organismos autótrofos), subordinada a la selección de caracteres vegetales especiales como son las formas de eludir la evapotranspiración excesiva, la muerte por estrés hídrico o congelamiento de las plantas (reducción de la superficie foliar, órganos de reserva bajo tierra, estrategias de sombreado y detención del viento o la brisa mediante pelos o estrías, formas de propagación y perpetuación variadas y ajustadas a las severas condiciones ambientales, entre tantas otras). 4 Alfredo Zaiat (2009) Soberanía alimentaria; http://www.inti.gob.ar/sabercomo/sc73/inti9.php. 5 Estudio elaborado por el economista y diputado nacional de Proyecto Sur, Claudio Lozano. http://buenosairespt.org.ar/ advierten-que-hay-133-millones-de-pobres-en-la-argentina/08/08/2009/ 6 Sociedad Argentina de Pediatría. http://www.lanacion.com.ar/01/07/27/sl_322968.asp.

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Entender este contexto resulta imprescindible para situarnos en la problemática de los pueblos pastores del NOA y más específicamente del Parque Nacional Los Cardones. Con este modelo de desarrollo, filosófico, político y científico, vino también la homogeneización del pensamiento, una colonización cultural igual o mayor que las anteriores. Diferentes estilos y “modelos de desarrollo” fueron siendo implementados para “desarrollar” a los pueblos “pobres”, campesinos, pastores, artesanos, pescadores, del planeta. Los pueblos pastores de las tierras “marginales” se encontraban, como siempre, en sus ambientes difíciles, manejando con bastante pericia los cambios de disponibilidad de pastos y aguadas, generando acuerdos entre pueblos vecinos para trasladarse periódicamente a sitios con mejor oferta de recursos, articulando mediante el intercambio de bienes o productos con otros pueblos para optimizar los recursos de todos (incluyendo por supuesto eventos de belicosidad en momentos de mayor estrés), y además incorporando y adaptando a sus condiciones de producción y de vida a las propuestas y los condicionamientos devenidos del poder de turno, ya sea colonia o estado republicano.

¿Cómo se habrán percibido desde la formación de la ciencia positiva de los ingenieros agrónomos y veterinarios, ecólogos y empresarios, estas formas migrantes, diversas y austeras de vivir en desiertos o semidesiertos? La historia de la ciencia occidental y moderna da cuenta de informes y propuestas que calificaron a los campesinos como incomprensiblemente “renuentes al cambio”, en muchos casos responsabilizando a los pastores de que, en su intento de “maximizar la acumulación de bienes” produjeron ambientes “degradados”, con grandes parches de suelo desnudo, vientos que arrasaban las partículas sueltas, plantas achaparradas, cobertura vegetal escasa (Hardin, 1968 y otros). Bajo el supuesto de encontrarse ante ambientes degradados (…¿degradados con respecto a qué? es la gran pregunta), promovieron medidas técnicas para la construcción de aguadas, potreros con pasturas implantadas, la sedentarización de los pastores mediante entrega de tierras en algunos casos, la producción agrícola, además del establecimiento del Estado en sus diferentes formas: escuelas, postas de salud, etc. e iglesias, que nuclearon la vida en centros poblados (Galaty y Johnson, 1998; Vetter, 2005; Cousins, 2007 entre otros). Quedan aquí planteadas al menos dos maneras muy diferentes de mirar las estepas, las altas montañas, las tundras y desiertos: el punto de vista de los científicos y técnicos del desarrollo, y la manera (las múltiples maneras) con que desarrollan y valoran estos ambientes quienes viven y han vivido por milenios en ellos. En el campo de las intervenciones para el desarrollo, uno de

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los enfoques postula que en estas regiones el pastoreo milenario ha producido una progresiva disminución de la cobertura vegetal, denudación de suelos, exponiéndolos a la radiación y a la erosión hídrica, degenerando, modificando o degradando una posible situación “clímax” de la vegetación 7 . El otro enfoque aborda el estudio de la vegetación de los ambientes pastoriles, tomando en cuenta la casi siempre muy antigua interacción del terceto planta-animal-hombre, incorporando el saber hacer de los pueblos pastores con sus diferentes construcciones sociales simbólicas, que han logrado garantizar su reproducción social en estas regiones ambientalmente adversas, atravesadas por la historia, permanentemente impactada por conflictos, invasiones, colonizaciones retiradas, emigraciones, inmigraciones, plagas y catástrofes naturales. Estos dos enfoques tienen su correlato científico. En el campo de la ecología más de medio siglo de teoría e intervención en las tierras áridas y semiáridas del mundo bajo un mismo marco teórico -aunque con matices-: el del “range management”, que tuvo algunos éxitos y no pocos y graves fracasos, devino en un análisis histórico, reflexivo y crítico de lo sucedido, construyendo nuevas maneras de enfocar los equilibrios y no equilibrios ecológicos y la relación que establecen las culturas pastoriles con estos ambientes particulares (Vetter, 2005). Las altas montañas del Noroeste de Argentina no escapan a esta contradicción en que la visión imperante afirma acríticamente que hay un fuerte proceso de desertización, cuyos responsables más resaltados en todos los documentos y foros, son los pueblos pastores locales. Planteamos aquí que es irresponsable, al menos irreflexivo, decir simplemente que el problema es el sobrepastoreo, en zonas que tienen mucho menos que un habitante por Km2, dispersos y aislados en altitudes que van desde los 2500 a los 4500 m.s.n.m, con precipitaciones medias casi siempre entre los 100 y los 200-300 mm anuales, aprovechando vegas, bofedales y vegetaciones arbustivas o de salares, entre los fuertes vientos, las heladas y las sequías intensas. Estas afirmaciones, en primer lugar, son fáciles de decir pero no de demostrar. Pero tienen además un grave problema, involucran de lleno la vida de muchas familias, recreadoras de una sabiduría antigua que ha sabido lidiar con ambientes en los que pocos de nosotros podríamos sobrevivir, pero fundamentalmente se trata de personas que son sujeto de derecho como cualquiera de nosotros, el derecho a opinar, a decidir, a trabajar, a vivir, a nacer y a morir dignamente en el lugar en el que lo hicieron sus abuelos. En segundo lugar, la mayoría de los decisores políticos y los técnicos del desarrollo que opinan y ejecutan-, obras y propuestas en el Noroeste de Argentina, desconocen la historia regional: los la “vegetación clímáx” es aquella que expresa la máxima salud, diversidad y riqueza de la comunidad vegetal, sobre una roca madre (sustrato) y bajo condiciones climáticas dadas en un sitio.

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vaivenes socio-económicos desde la conquista incaica hasta hoy, pasando por la conquista española, la formación del Estado Nacional, el proceso de industrialización, el avance de la frontera agropecuaria, y la posterior expulsión masiva de mano de obra, para recorrer en sólo una oración 400 años de historia, cuanto menos. Estos procesos sociales, políticos y económicos que han modificado tanto la calidad de vida de los pastores de altura, que los ha obligado a emigrar, a correrse de lugar, a cambiar de forma de vida, a vender su fuerza de trabajo, que luego los expulsó a su suerte, para después llegar con planes de asistencia social para “pobres” (Alvarez, S. 2006, 2008), son los que ahora ponen a los pueblos pastores (y a muchas otras minorías) como responsables de los procesos de desertización de la puna, los valles semiáridos de altura, los bofedales y vegas más recónditos. Mínimos efectos, si se quiere, comparados con la terrible contaminación producida por las minas en toda la región, por la habilitación de tierras para la producción de renta que “desmonta” los tolares y rotura el suelo generando voladura del exiguo horizonte A, y ahora por el caudal inmanejable de turistas y vehículos que pululan por todas partes en la montaña, en los salares, en la puna. Y todo esto como un contribuyente ínfimo a lo que se está produciendo por el magnífico hiperdesarrollo despilfarrador de quienes gozan de todos los beneficios de la productividad y la tecnología, cambiando a nivel global los ciclos climáticos. Para empeorar el análisis de la situación, la mayoría de quienes opinan y ejecutan acciones para el desarrollo de los campesinos de las montañas, desconocen también la dinámica ecológica, la historia geológica, climática y paleoclimática de la región, ignoran desde qué tiempos y de qué manera comenzó la domesticación de animales para pastoreo en los Andes, y cómo fueron reconvirtiéndose a medida que las sucesivas colonizaciones fueron llegando. Los cambios de especie del rebaño, las modificaciones en el acceso a la tierra y con él a las pasturas, las aguadas, los refugios, los canales de intercambio, las tramas sociales que permitieron a grandes grupos poblacionales alimentarse, vestirse y educarse en ambientes tan adversos. Así el (pre)juicio acerca de la desertización producida por el sobrepastoreo no es algo que podamos negar, pero mucho menos afirmar. Nos atrevemos a decir que milenos de pastoralismo en la adversidad mayúscula en que sucedió, más bien parecen haber mantenido, re-producido, y co-estructurado una interacción armónica entre plantas, animales y hombres. Ante este contexto de “saber común socialmente legitimado” nos proponemos deconstruir algunas verdades o ideas naturalizadas, y analizar con los elementos registrados a partir de nuestro trabajo de investigación (asumiendo que se trata de información limitada, y tal vez escasa, ya que cuando se trata de estudiar sistemas tan complejos, todos los elementos tomados

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para el análisis resultan finalmente insuficientes), este contexto problemático de la desertización, el sobrepastoreo y la degradación de los ambientes de montaña, pero con un aditamento que agrega complejidad y contradicción: nuestro estudio se realizó dentro de un Parque Nacional, cuyas necesarias metas son la conservación de la salud de la flora y la fauna del lugar, evitando la degradación del suelo, y la pérdida de biodiversidad. En este sentido presentamos los resultados de un análisis y una interpretación que parte de tres años de trabajo constante en la problemática local, asumiendo que se trata de un conocimiento provisorio y aproximado, como todo estudio acerca de la relación sociedad y ambiente.

El lugar: El contexto espacio-temporal enmarca como escenario al Parque Nacional Los Cardones, situado en la Cordillera Oriental salteña, en un ambiente de alta montaña, árido a semiárido. En el año 1996 se crea el Parque Nacional Los Cardones (en adelante PNLC) por Ley Nacional N° 24.737, a partir de tierras registradas en 11 catastros provinciales, la mayoría de los cuales eran de propiedad de la sucesión Viñuales 8 . El territorio está ubicado en los departamentos Cachi y San Carlos, con una extensión aproximada de 64.117 has, y abarcando las ecorregiones 9 de Monte de Sierras y Bolsones, Puna y Yungas (pastizal de altura). Se trata de un Parque creado con fines paisajísticos (turísticos) y científicos, administrado por

una institución que se

encuentra en pleno debate interno, elaborando nuevas políticas y concepciones en torno a sus objetivos, como se verá más adelante.

Las áreas protegidas en Argentina: paisajes, biodiversidad y cultura. Un Parque Nacional en Argentina se crea con el fin de “…conservar en su estado natural, [áreas] que sean representativas de una región fitozoogeográfica y tengan gran atractivo en bellezas escénicas o interés científico”. Si bien esto no queda explicitado en la Ley de creación del PNLC, el área del mismo se cede “con el cargo de incorporar el área afectada al sistema creado por la Ley Nacional Nº 22.351 de "Parques Nacionales, Monumentos Naturales y Reservas Nacionales" 10 . Actualmente, y en consonancia con congresos y convenciones internacionales (Carpinetti, 2006), en el año 2001 la APN elabora un Plan de Gestión Institucional en el que reconoce que

8 Diagnóstico Socioeconómico, Productivo y Ambiental de Los Pobladores del Parque Nacional Los Cardones Documento Preliminar, 2005. 9 Según la ecorregionalización adoptada por la APN. Secretaría de Recursos Naturales y Desarrollo Sustentable y APN, 1999. Eco-Regiones de la Argentina. 10 Ley Provincial N° 6805/95 de cesión del área al Estado Nacional.

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no es posible alcanzar resultados de conservación duraderos en los Parques Nacionales sin promover la administración sustentable de recursos mediante la participación efectiva de las poblaciones preexistentes. Por esto mismo es que el mencionado Plan de Gestión declara “...los Parques Nacionales deben transformarse en instrumentos de desarrollo sustentable y como tales representar verdaderas oportunidades de crecimiento, trabajo y equidad social, dinamizadores de las economías regionales...” (APN, 2001), y se refiere a los “Asentamientos Humanos” del siguiente modo: “... los Espacios Nacionales Protegidos incorporan tanto el medio natural como los rasgos identificados de tradición y cultura que contribuyen y han contribuido a modelar paisajes 11 y que en “muchos casos” han alcanzado vínculos amigables o sustentables con la naturaleza...” (APN, 2001). Todo este proceso histórico de concepción y creación de parques y reservas en el país ha ido acompañando el desarrollo teórico y político de áreas protegidas en el resto del mundo. Sin embargo es necesario reconocer la enorme dificultad institucional por cambiar además del discurso, las prácticas. Los hábitos institucionales y la tradición, fundada en el “sentido común” construido a partir de saberes colectivos, opinión pública y valores/desvalores nítidamente deslindados durante la educación formal, no formal y los medios masivos de comunicación, constituyen normas escritas y no escritas difíciles de cambiar. Esto genera la necesidad de establecer un diálogo entre personas o entre organizaciones formales o informales, la necesidad de ir transformando las prácticas mientras se debate el nuevo discurso y se va elaborando una relación dialéctica entre teoría y práctica, proceso que deberá iniciarse mediante la desnaturalización 12 de percepciones y de ciertas formas instituidas de poder.

Los supuestos e interrogantes en debate: Se debaten en este espacio algunos supuestos (aquellos (pre)juicios de los que hablamos más arriba) que obligan a plantearnos interrogantes y a definir y re definir hipótesis en la marcha. A continuación exponemos tres de los supuestos (o ideas naturalizadas) de mayor peso registrados a partir de nuestra investigación, y algunas preguntas formuladas con respecto a cada uno, que nos ayudaron a deconstruirlos, abriendo espacio a que los mismos dialoguen con nuestros datos, nuestros avances, nuestras observaciones y consideraciones generales: Supuesto 1: Hay sobrepastoreo producido por el ganado doméstico. ¿Qué se entiende por sobrepastoreo? ¿Cómo se estima? ¿Qué indicios observan? 11

Negritas nuestras. “Desnaturalizar” significa para nosotras iniciar y profundizar la reflexión sobre situaciones, prácticas o creencias tomadas como verdaderas o socialmente aceptadas por los usos y costumbres, la tradición o el “sentido común” instituido, y que muchas veces generan situaciones de sojuzgamiento, silenciamiento, inequidad, etc.

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¿Hay sobrepastoreo, subpastoreo o pastoreo armónico con el pastizal natural? ¿Cuál es la capacidad de carga de los pastizales naturales de territorio del Parque? ¿Cómo regulan los puesteros la carga animal en relación con la disponibilidad de pastos? Supuesto 2: Los objetivos del área protegida son contrapuestos a los objetivos de los pobladores del Parque. ¿Se han re-estructurado o co-estructurado 13 el pastizal natural y el ganado a través de la larga historia de pastoreo con animales exóticos desde hace al menos 300 años? ¿Es este pastizal “co - estructurado” el del estado de equilibrio buscado? ¿El pastizal natural que debió existir sin ganadería exótica, existe? ¿Es recuperable hoy? Al quitar el ganado doméstico ¿se pretende entonces recuperar un pastizal anterior a la época de la conquista? ¿Cuál era ese pastizal? ¿Tiene la Administración de Parques esto como uno de sus objetivos? ¿Es entonces, la voluntad del PNLC regenerar comunidades vegetales que existieron en el pasado? ¿O busca no perder especies por extinción local o desplazamiento? ¿El objetivo es mantener la “salud” del ecosistema? ¿Cuál sería el estado de “salud” buscado por APN? Los objetivos enunciados por los documentos institucionales de conservación de la “biodiversidad”, de la “belleza escénica”, y el “interés científico” ¿Son contrapuestos con el sistema campesino pastoril con ganado doméstico? ¿Cuáles son los “objetivos” de los pobladores? ¿Qué sueñan en relación con su actividad productiva? ¿Cuál es su concepción de “equilibrio” buscado? ¿Cómo traducen a la vida cotidiana el manejo de la estabilidad del sistema, en pos de mantener la resiliencia de los pastizales naturales que les dan sustento? Supuesto 3: Fijar a los puesteros en un sitio va a liberar zonas de pastoreo, de manera que se recuperará la salud de algunos sitios. Al liberar zonas de presión de pastoreo ¿Se elimina un factor de disturbio o un factor que ha venido co-estructurándose (o se ha venido co-criando, según lo denominan y lo entienden los pueblos andinos) con ése ecosistema en particular?

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Los herbívoros a presiones mediana retroalimentan y favorecen la implantación y crecimiento de las plantas que son su sustento. Decimos re-estructuración o co-estructuración, aunque también podríamos decir “crianza mutua” como lo denominan los pueblos andinos en referencia a una crianza de retroalimentaciones entre plantas, herbívoros y hombres (las plantas crían a las llamas, estas a los hombres, los hombres crían llamas, quienes crían a los pastizales) (Rengifo Vásquez, 1992)

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Al concentrar el pastoreo en puestos fijos se intensifica la presión de pastoreo en puntos determinados ¿Qué procesos nuevos se desencadenan al irrumpir bruscamente en el sistema de relaciones elaborado durante al menos 3 siglos? La eliminación de descansos, rotaciones, recuperaciones, usos eventuales y otros mecanismos propios del pastoreo tradicional de comunidades campesinas ¿Qué nuevos desencadenantes activarán? De este modo el equipo de investigación inicia la tarea generando estudios ecológicos, específicamente de Productividad Primaria con el fin de estimar cuán lejana o cercana estaba la Capacidad de Carga del sistema Parque Los Cardones, con respecto a la Carga Actual existente. Paralelamente se estudió el sistema de pastoreo, los territorios y la historia de uso del suelo.

Evolución de la carga ganadera e implicancias sobre la conservación del PNLC: En el primer censo realizado por la Administración de Parques Nacionales en 1997 se identifican 116 personas viviendo en 32 puestos distribuidos en cinco zonas demarcadas según rasgos fisiográficos. Estas personas se dedican actualmente a la cría de ganado menor con algunas cabezas de ganado vacuno. Antiguamente eran todos pastajeros, a excepción de uno de los puesteros que era el capataz manejando los casi 1000 vacunos que detentaba la familia Viñuales, además de encargarse de realizar el cobro del derecho de pastaje. En el segundo censo realizado por personal de APN en el año 2004 habían 98 personas reunidas en 27 familias, evidenciándose un incremento de aproximadamente 1500 cabezas de ganado (mayor y menor) en el área protegida. El incremento de ganado genera en APN, fuertes interrogantes en relación a la capacidad de carga de los pastizales naturales, la sustentabilidad ambiental, social y económica del sistema, como así también sobre qué grado de certeza habría tenido el primer censo, dada las circunstancias en que fue realizado. No sólo la ganadería es percibida por el Área Protegida como una problemática que atenta contra los recursos naturales en ella albergados, sino también, otras actividades que sustentan la vida de las familias, como la recolección de leña y la agricultura a pequeña escala (Plan Operativo Anual, PNLC, 2005-2009). Además desde la Administración Nacional se manifiesta la necesidad de contar con una zonificación interna que defina áreas de conservación estricta y otras de uso pastoril. Para ello resultaba necesario recuperar toda la información existente sobre aspectos biofísicos y sociales del Parque, como así también generar nuevas investigaciones en torno a aspectos ecológicos y

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de uso de los pastizales naturales, que aporten las bases para la implementación de medidas de manejo.

Uso histórico de la tierra en el lugar En su libro “Tierra y poder en Salta” la investigadora Sara Mata nos dice sobre los territorios de la región: “A pocos años de la llegada de los españoles las comunidades indígenas habían incorporado nuevos cultivos”. Además de papa, maíz, frijoles y quinoa, zapallo, se incorporan trigo, cebada y todas las legumbres y cazan en la puna guanacos, vicuñas y tarucas (ciervo pequeño propio de la región). En estos momentos se incorpora el ganado europeo: ovejas y vacas en particular. En la segunda mitad del siglo XVII, al finalizar las guerras calchaquíes, los españoles ocuparon las tierras más fértiles y organizaron la producción alrededor de la vid y del trigo, conservando también los cultivos indígenas. “La ganadería se desarrolló preferentemente en los faldeos orientales a pesar de que las pasturas naturales no eran abundantes y su capacidad de recuperación es escasa por la pobreza de los suelos y el clima árido 14 (…). Además de las invernadas de mulas, se criaron vacunos, y en mayor medida cabras y ovejas de más fácil adaptación a los pastos duros, que trepaban sin dificultad las laderas escabrosas de los cerros, obligando a las llamas, guanacos y vicuñas a ascender más hacia la Puna.” (Mata de López, 2005:49) Con respecto a la cuestión de la tenencia de la tierra, hasta el siglo XVIII la ocupación se debía a puestos de pastoreo en lo que hoy es parte del actual territorio del PNLC (Isonza y Ovejeria) y algunas haciendas ganaderas grandes como por ejemplo en Amblayo. Como vimos, las tierras que hoy son parte del Parque fueron destinadas históricamente a la actividad pecuaria, esto responde principalmente a las características de aridez y semiaridez de la zona, con escasa disponibilidad de agua para riego. Desde tiempos coloniales en la zona se introdujeron animales domésticos exóticos distribuidos especialmente según las características del relieve y la vegetación: los ambientes con predominancia de vegetación de monte o cardonales y/o relieves escarpados se destinaron a la cría de cabras, mientras que pastizales sobre relieve semiplano o plano a la cría de ovejas y vacas. La familia Viñuales, poseedora anterior de la mayor parte de las tierras que hoy constituyen el PNLC, en el último período había volcado la finca a la cría de vacas llegando a contarse, antes de la creación del Parque, hasta 2.000 cabezas de ganado vacuno y otras 2.000 cabezas de ganado ovino (Taller Retroalimentación Tonco, 2008). Sin embargo tradicionalmente en el lugar 14

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habían sido criadas ovejas, llegando hasta 4.000 cabezas, distribuidas a cuidado de diferentes puesteros en rebaños de entre 200 y 300 cada uno aproximadamente (entrevistas personales realizadas a puesteros del PNLC, 2007). El patrón tenía un encargado de cobrar pastaje (el 13% de las cabras y el 11 % de las ovejas). El área ocupada por los animales de Viñuales había sido preponderantemente la zona Este del Parque, con excelentes pastizales y abundante disponibilidad de agua.. Actualmente la mayoría de las familias (antiguas puesteras del patrón), residen en la zona Este, en los sectores denominados “Rumiarco” y “Valle Encantado”, y otras en Tonco, Ovejería y Cerro Negro, mucho más árido pero con cierta disponibilidad de agua que permiten la instalación de viviendas, bebederos e inclusive el cultivo de forrajes y huertas 15 .

Las familias y el uso actual del territorio La familia campesina es la unidad de producción y consumo, dentro de la cual se operativizan las decisiones relacionadas con el manejo productivo, en este caso, fundamentalmente la actividad ganadera (de ovinos y caprinos, acompañados de un pastor, y vacas que pastan libremente en el sector de pastizales del Parque), complementando su actividad con cultivo de hortalizas o forrajes a pequeña escala y producción artesanal, además de la venta temporaria de mano de obra. La producción (básicamente carne y queso) es destinada principalmente al autoconsumo, con venta de pequeños volúmenes en los mercados locales, o a un intermediario que accede con vehículo a la zona. Se trata de familias que han visto unificado su destino como “pobladores” del PNLC, a partir de su creación (1996), que las constituye en conjunto en nuevo sujeto de derecho y obligaciones, incluyendo en esto restricciones, ventajas y responsabilidades especiales en relación con el manejo de su ganado (ver Briones, 2008).

Sistema de pastoreo El pastoreo de ganado menor utiliza actualmente un solo puesto de pastoreo que es la casa en que las familias han fijado residencia en oportunidad de la realización del primer Censo Poblacional del Parque. En los corrales cercanos al puesto pernoctan ovejas y cabras, saliendo a pastar durante el día hasta el atardecer, frecuentemente acompañadas de un pastor y perros ovejeros.

15 Para ampliar información en este tema ver “Aproximación a la situación social del Parque Nacional Los Cardones” de Ana Verónica Briones, Julio 2008.

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Anteriormente el manejo de ganado se hacía mediante rotación de puestos, como todos los casos estudiados en otras zonas de puna y valles de alta montaña (Göbel, 2000 y 2002; Quiroga Mendiola et al, 2000; Quiroga Mendiola, 2002; Quiroga Mendiola 2004 a y b), permitiendo el descanso de las pasturas a lo largo del año. Este manejo del espacio (la periódica movilidad) que es condición necesaria para la cría extensiva de ganado en ambientes áridos o semiáridos, fue desapareciendo, entre otras razones, por una reducción en el número de integrantes de la familia, y en consecuencia de mano de obra disponible. Comentarios de los pobladores confirman ese uso antiguo: “…por eso es que la gente de antes, más los abuelos, los padres, los abuelos ellos cambiaban pué, ellos -como dice uste´-, veían las ancas de los animales ya, que ya estaban hueso y cuero nomás, entonces decían vamos pa´el puesto, vamos porque aquí vamos a matar la hacienda…entonces ahí agarraban y se iban al puesto y después terminaban y veían que ya no había nada y cambiaban al otro puesto y así redondeaban el año; ya venía diciembre y se volvían a la casa tranquilos…” (Taller retroalimentación PIEI Nº 1, 2008).

Al crearse el Parque, se impulsó a los pobladores que todavía mantenían el tipo de manejo rotativo del ganado, a fijar un sitio de permanencia durante todo el año, sedentarizando las actividades pastoriles: “el “parque” 16 dice que no puedo ir para allá” (Talleres retroalimentación PIEI N°1, 2007). Ello repercute directamente sobre la vegetación natural: impidiendo su descanso

para almacenamiento de reservas, generando sobrecargas localizadas, disputas entre vecinos, y empobrecimiento en general de las familias. Así dicen los puesteros: “que se vuelva a los puestos, ir dos meses…porque si no aquí si se tenemos que…o pasar para los vecinos o sino ya lo ha visto que va rotando y no nos dejan pasar porque ya le comen también, se deja al pastoreo que recupere…” (Talleres de retroalimentación PIEI N°1, 2007).

Actualmente las familias tienen asignada una superficie de pastoreo (por ellos llamado “el pastoreo”) fija a lo largo del año y pactada entre vecinos. Recorrimos y demarcamos estos territorios en conjunto con los pastores, obteniendo un mapa preliminar de uso del espacio por cada familia. En muchos casos, estas superficies no son utilizadas en su totalidad y la distribución del ganado sobre la misma depende de las condiciones climáticas, de la disponibilidad de forraje, mano de obra, distancia a las aguadas, época del año, etc. Es así que se ha podido obtener una idea aproximada de la superficie normalmente pastoreada por los rebaños de cada dueño. Se asume, en función de los relatos obtenidos, que los pastores no superponen su territorio de uso, pese a que se conocen solapamientos eventuales, tanto como el ingreso de animales externos al Parque. Esta última situación es en realidad habitual desde 16

Los puesteros denominan a los Guardaparques “el parque”.

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tiempos anteriores a la creación del Parque, ya que los límites entre territorios son simplemente las divisorias de agua, arroyos o accidentes naturales del terreno.

Método de trabajo 1. Productividad Primaria de la vegetación natural Se realizaron mediciones de Productividad Primaria, definida como la tasa a la cual la energía lumínica es transformada por las plantas en fitomasa (azúcares) durante el proceso de la fotosíntesis. Para estimar esta tasa, que es la producción de alimentos para el ganado doméstico y herbívoros no domésticos, hay numerosas metodologías, pero una de las más utilizadas y certeras es la de construir cerramientos para excluir el pastoreo, dejar intacta la parcela durante el período de crecimiento, y luego cosechar esa producción, secarla y pesarla (Matteucci y Colma, 1982;

Milner y Hughes, 1968; Oesterheld, et al, 1992). Con estos datos, y según los

requerimientos animales por especie (logrados a partir de información secundaria) es posible calcular la Capacidad de Carga Animal por unidad ambiental, para cada tipo de ganado. Así, se realizaron 14 cerramientos en distintas unidades, previo a la estación de crecimiento, y se calculó la productividad primaria y la correspondiente Capacidad de Carga por Ha. de cada una de ellas.

2. La Investigación Acción Participativa: Para ir encaminando las investigaciones hacia aquél objetivo institucional de “tender al comanejo del Parque”, este proyecto ha puesto en juego elementos teóricos y metodológicos de la Investigación Acción Participativa (IAP). Desde esta perspectiva se concibe a “la investigación y la participación como momentos de un mismo proceso de producción de conocimientos que se torna así práctica colectiva, y lleva implícitos componentes de acción educativa y animación socio-cultural” (Sirvent, 1999). La metodología utilizada implica la constante relación dialéctica entre teoría y empiria, acudiendo a un interjuego de sujetos y saberes, y poniendo a disposición de todos, las metodologías y productos de la investigación científica, la sistematización y reflexión crítica sobre los resultados, para la reelaboración de teoría y práctica vinculadas a la intervención. Se trata de “…un estilo o enfoque de la investigación social que procura la participación real de la población involucrada en el proceso de objetivación de la realidad en estudio, con el doble objetivo de generar conocimiento colectivo sobre dicha realidad y de promover la modificación de las condiciones que afectan la vida cotidiana de los sectores populares…” (Sirvent, op.cit.).

Es una forma de

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investigación que no tiene como objetivo sólo la construcción de conocimientos sino también la transformación de la realidad. Este enfoque abre la posibilidad a la población estudiada de tomar parte en las decisiones que la afectan. Nos referimos acá a habilitar espacios de participación real, la que implica el acceso y uso de la información disponible, la participación en la toma de decisiones, en la planificación y en los pasos sucesivos del proyecto de investigación y acción. Deberían existir en todos los casos instancias que permitan el flujo de conocimientos, el intercambio y la reflexión colectiva. Estos procesos demandan tiempo, niveles de abstracción en aumento, el manejo de lenguajes comunes, la creación del hábito de la participación. Así, generar y formar parte de espacios para la comunicación, la enseñanza-aprendizaje, la reflexión y el debate, es un ejercicio que demanda tiempo y energía. Así la participación real se conquista individual y colectivamente, a cada paso y en cada oportunidad. Durante el proyecto se realizaron reuniones y visitas a los puestos, abordándose diferentes temáticas como el reconocimiento conjunto de los impactos de la presencia y actividad del ganado doméstico sobre la biodiversidad, las problemáticas relacionadas con el sistema pastoril, la toma de decisiones sobre los sitios y temas claves a investigar, la validación colectiva del proceso y los avances de la investigación, mediante las denominadas “instancias de retroalimentación” que no son una simple “Devolución”, sino que pretende facilitar una instancia de trabajo sobre el/los insumos del equipo de investigadores/as. El conocimiento colectivamente generado se convierte en instrumento para transformar la realidad. El siguiente paso es generar acciones concretas en base a los primeros resultados, profundizar investigaciones ecológicas y sociales, apelando periódicamente a la contrastación y reflexión grupal con los actores involucrados, tomando decisiones y validando resultados en el camino, en una espiral de construcción de conocimientos que ha dado inicio pero que no debería tener fin.

Nuestros resultados Acerca de la Capacidad de Carga Animal, los primeros resultados obtenidos en dos años de investigaciones a campo arrojan números sorprendentes: los pastores se encuentran manejando un rodeo en general por debajo del tamaño que admitiría la vegetación nativa en el lugar. Sólo encontramos dos sitios en que el rodeo supera el número de cabezas que admite la pastura, pero allí tenemos una salvedad que hacer respecto de nuestras mediciones: no se realizó medición sobre los ciénegos o vegas presentes en estos dos sitios, ambientes que pueden tener una

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productividad hasta 3 veces mayor que la vegetación circundante 17 . Otra cuestión importante a señalar, es que en los dos años de mediciones las precipitaciones en todo el sector montañoso del NOA (no así las tierras bajas) fueron más abundantes que las medias anuales, por lo que la productividad primaria puede haber tenido un valor mayor que el que tiene en otros años. Con respecto a los pastores, la imagen construida sobre el Área Protegida tiene mucho peso en la vida cotidiana. Ciertas normativas respecto del comportamiento que exige la institución a quienes viven dentro de los límites: al momento del primer censo realizado por el PNLC a las familias que aún contaban -como la mayoría de los pastores tradicionales-, con casa, y estancias o puestos para garantizar la movilidad del rebaño y el uso temporalizado del recurso forrajero, se les instruyó que debían instalarse fijamente en una de las casas y cesar sus movimientos. Otra práctica ahora prohibida es la caza de predadores naturales del ganado doméstico, como el zorro o el puma, antes trampeados debido a los ataques a los rebaños. Este son sólo ejemplos que nos permiten observar cómo la presencia institucional modificó las prácticas y estrategias de supervivencia. Luego, la sedentarización y consiguiente re-distribución de los espacios para pastoreo, implicó en algunos casos la instalación definitiva de familias en sitios en los que antiguamente se compartían espacios sólo por unos meses al año. Este hecho ha generado situaciones de conflictividad que persisten actualmente. Para los pastores estas restricciones de trashumancia o movilidad espacial afectan las posibilidades de rebrote del pastizal natural, y por lo tanto “enflaquecen los animales y se perjudica el pasto” (instancias de “retroalimentación” 2007).

Por otro lado, es alto el impacto simbólico y real que tiene la frontera entre las tierras protegidas y las que quedan fuera de sus límites, aún cuando estos respondiesen en algunos casos a la antigua delimitación de haciendas. Históricamente se consolidaron lazos de parentesco o compadrazgo con puesteros de estancias vecinas. Además existen pueblos aledaños (Cerro Negro y Tonco al norte, San Martín al este, Isonza y Amblayo al SE) que son centros vitales para los puesteros del Parque: allí están las escuelas, las postas sanitarias, allí se ejerce el voto, etc. En relación con el sistema de pastoreo, los territorios de buenos pastos muchas veces exceden los límites del PNLC, etc.

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Ciénegos de valle (3.500 msnm) en la Puna jujeña producen aproximadamente 2.600 KgMS/año * ha-1, mientras que los ciénegos por encima de los 4.000 m.s.n.m. producen la tercera parte según mediciones realizadas en el año 1999 (Quiroga Mendiola, et al. 2000).

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Con respecto al ingreso del ganado de dueños “no-pobladores” del Parque, la Institución solicita a los puesteros que ejerzan el control de policía y reclamen ante estos pastores externos el derecho de uso sobre las tierras asignadas dentro del Parque. Los pastores “pobladores” del Área Protegida perciben esto como ejercer derecho sobre una “no-propiedad” -que es como se aprecia el territorio asignado para la familia dentro del PNLC-. “El “parque” ha dicho vos con (nombra una persona) […] pueden correrlos, pero tampoco puedo” (Taller retroalimentación, 2007).

Sin embargo, las familias que han quedado por fuera del territorio protegido mantienen lazos de vecindad y de parentesco con las que viven adentro, que no se desligan a partir de la frontera artificial impuesta. Incluso estos lazos funcionan dentro de las estrategias productivas como relaciones de reciprocidad (cuidado de la hacienda por contra-favores, invitaciones a las señaladas o carneadas, zonas compartidas de pastoreo, etc.) aunque también conserven cierto recato debido a los deberes impuestos por el parque nacional. Se ponen en evidencia varias cosas: en primer lugar las diferencias cualitativas importantes entre territorios y temporadas en que es factible el uso del pasto, las restricciones impuestas por la sedentarización de los pastores tanto en relación con el número de cabezas que cada cual puede mantener, como así también acerca del manejo del pastoreo, la recuperación anual e interanual de los pastos y las relaciones históricas de vecindad. Los pastores se lamentan por la existencia de sitios que están produciendo alimento para los animales y que no están pudiendo utilizar. Además cobra importancia hiper-dimensionada la frontera entre el área protegida y el área que queda fuera del PNLC con respecto a las prácticas (lo permitido y lo prohibido), aunque por otro lado las relaciones sociales históricas se conserven y reproduzcan.

Reflexiones: Queremos hacer una primera e importante reflexión sobre los supuestos planteados arriba y sus interrogantes. Acerca del sobrepastoreo (Supuesto 1), eventualmente surgido de la sobrecarga animal en un ambiente supuestamente “frágil”, sabemos por abundante bibliografía y experiencia propia, que los pastores en el mundo han regulado fluctuantemente la carga animal siguiendo con su rebaño la curva de variación interanual de las precipitaciones. Las temporadas de alta precipitación y buena productividad primaria van permitiendo gradualmente un aumento del rebaño, hay mayor fertilidad de las hembras, menos mortalidad de neonatos, menor afección por enfermedades y parásitos por el mejor estado de salud de la tropa. Cuando hay al menos dos años de sequía, los pastores rápidamente comienzan a reducir su rebaño: carneadas masivas, almacenamiento mediante secado (charqui), regalos (reciprocidad diferida), ventas, se acude a 16

ferias de trueque: se almacena capital para subsistir durante estas temporadas (se compran alimentos no perecederos, indumentaria, aparejos, etc.). El rebaño queda limitado a un grupo necesario para que en la siguiente temporada recurrente plurianual de mayor humedad, pueda recuperarse el capital ganadero lo suficiente para soportar la siguiente etapa adversa. Las solución técnica históricamente han impuesto mantener la carga por debajo de los niveles de Productividad Primaria ocurridos durante las temporadas plurianuales de sequía, impidiendo el ciclo de capitalización/descapitalización, pauperizando a los pueblos pastores, y dejando subpastoreada una importante cantidad de masa forrajera. Los nuevos paradigmas ecológicos actualmente se encuentran revisando esta posición, y observando con mayor atención las secuencias de ajuste plurianual que han desarrollado los pueblos nómades, trashumantes, semisedentarios, de todo el mundo. Por lo tanto nos permitimos dejar planteada la idea de que quizás en este Parque, como en el resto de las altas montañas de puna y valles semiáridos, se esté invisibilizando este tipo de ajuste del manejo ganadero, y compeliendo a los pastores a sistemas de manejo probablemente mucho menos eficientes para estas tierras y estas culturas. Acerca del Supuesto 2, con respecto a la contradicción entre los objetivos del Área Protegida y los de los pastores, hay numerosos casos en Argentina como en otros países del mundo, en que la expulsión de los antiguos habitantes demostró en pocos años que la presencia de estos grupos humanos, sus sistemas de uso, recolección, caza, etc. habían conformado un ecosistema en que el hombre era co-estructurador importante. De manera que el paisaje que el Área Protegida pretendía conservar, había estado siendo equilibrada por la presencia de animales y plantas silvestres, tanto como los grupos humanos allí asentados y sus actividades de producción y vida. La expulsión o limitación de estas actividades frecuentemente derivaron en la modificación del paisaje a proteger, debiéndose retroceder sobre estas decisiones apresuradas (se produjeron invasiones de especies foráneas (“fachinales”), incendios catastróficos por el libre crecimiento de abundante material vegetal que al secarse generó un volumen de combustible de alta capacidad destructiva de bosques y ecosistemas antiguos, etc.). De modo que no es un detalle menor analizar exhaustivamente qué paisaje se desea conservar, de qué manera, y qué implicancias tiene cada una de las decisiones de manejo tomadas o a tomar. Esto puede ser muy riesgoso cuando no se realiza una observación meticulosa (y cuando no se esmeran los decisores en escuchar a los habitantes que llevan en el lugar varias generaciones y conocen profundamente muchos de los procesos ambientales que ocurren allí). No decimos acá que no hay que tomar ninguna decisión sin la investigación pertinente, ya que eso llevaría a la inacción total. Decimos 17

que es necesario estudiar mejor algunas cuestiones, ver las experiencias de otros Parques y Reservas, recuperar información secundaria que nos hable de la geología, el paleoclima, los registros de viajeros de siglos pasados, la historia oral de los “pobladores” etc. para conformar un panorama más acabado de la situación del área a conservar. Sobre el tercer supuesto, debemos decir que nuestros resultados nos muestran que ha habido una profunda modificación del modo de uso de los pastizales naturales. En algunos casos se liberaron zonas que actualmente están produciendo materia vegetal (potencialmente peligrosas al constituirse en material combustible) y que no pueden ser utilizadas por los pastores, y en otros sitios se manifiesta una sobrecarga animal focalizada, impidiendo a las plantas generar suficientes reservas bajo tierra para rebrotar en la siguiente primavera. No está claro si esta decisión ha sido afortunada, y si no sería más conservativo permitir la rotación y pastoreo equilibrado y secuenciado de la vegetación nativa. Destacamos de todos modos acá que el abandono de puestos de altura, se produce igualmente en otros lugares del NOA, y no es solamente resultado de las decisiones de la APN, sino de determinaciones familiares, ya que ello significa: aislamiento profundo de la pastora que va allí, mucha precariedad en la vida cotidiana, frío, viento, separación familiar (los niños deben permanecer cerca de lugares que les permitan acceder a la escuela), etc. Finalmente, y de importancia crucial, la creación del Parque Nacional y todo el conjunto de normas y obligaciones vinculadas a este, alteró el manejo ganadero, trabó o cambió los lazos intra e interfamiliares, redistribuyó espacios, impactó sobre las economías familiares. Además sus propias palabras dejan ver con claridad que los pastores sienten una gran incertidumbre sobre si a sus podrán ceder a sus hijos, por ejemplo, la herencia de territorios de pastoreo e infraestructura para reproducir el sistema de vida cuando armen una familia propia. Tampoco saben si aquellos hijos que en el momento del primer Censo de Población del AP, estaban fuera del área como “trabajadores golondrina”, tienen o no derecho a regresar, entre tantos otros temores manifestados en las diferentes instancias de diálogo con ellos. Resulta relevante recuperar la palabra y expectativas de estas personas que viven dentro del AP, con el fin de garantizar su derecho pleno. Estos interrogantes tampoco resultan claros entre los trabajadores de la Institución, que se encuentran en pleno proceso de debate e internalización de la realidad actual de muchas Áreas Protegidas del país, creadas con fines conservativos de la biodiversidad pero con la preexistencia de poblaciones humanas. Constituye un desafío para un organismo de Estado

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como la Administración de Parques Nacionales, asegurar la conservación de la biodiversidad en un marco de sustentabilidad ambiental y socio-económica, no sólo para el disfrute de las generaciones futuras sino contemplando las generaciones que actualmente viven de los recursos que brindan en las AP bajo su jurisdicción.

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