Avel·lina Suñer (Universitat de Girona)1

Nombres cuantitativos y clasificadores nominales

1. Introducción En español ciertos sustantivos como día, metro o vaso son ambiguos ya que pueden interpretarse como entidades específicas, cf. (1); o bien como nombres cuantificativos, cf. (2). (1) a. b. c. (2) a. b. c.

Lo atraparán un día Midió la cinta con un metro. Rompió dos vasos. Duró un día. La cinta medía un metro. Bebió dos vasos.

En su lectura cuantificativa, día, metro y taza no admiten modificadores restrictivos, a diferencia de los nombres comunes correspondientes, cf. (1). Véase el contraste entre (3) y (4). (3) a. b. c. (4) a. b. c.

Lo atraparán un día (de verano/ lluvioso). Midió la cinta con un metro (de metal/ oxidado). Rompió una taza (de porcelana/ antigua). Duró un día (*de verano/ *lluvioso). La cinta medía un metro (*de metal/ *oxidado) Bebió dos vasos (*de cristal/ *antiguos) de vino.

Ejemplos como los de (5) no desmienten la afirmación anterior, puesto que los modificadores añadidos contribuyen a crear una nueva unidad de medida. (5) un año (académico), un mes (lunar), un año (luz) un plato (sopero), un vaso (alto), una milla (naútica), un metro (cuadrado), un metro (cúbico), grado (centígrado/ Fahrenheit)

Tampoco constituyen excepciones a este patrón de conducta, los sufijos apreciativos, cf. (6a), o los adjetivos que acompañan en ocasiones a estos nombres y que suelen expresar tamaño, completitud, exactitud o imprecisión, cf. (6b), ya que se reinterpretan como expresiones cuantificativas. (6) a. una cop-ita de anís, una tac-ita de tila, un plat-azo de sopa, una cucharad-ita de miel, dos añitos.

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Este trabajo ha sido financiado con fondos concedidos por la DGI (Subdirección General de Proyectos de Investigación) al proyecto Gramática comparada y lingüística diacrónica (Ref: FFI 2008-06324-C02-02/FILO).

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b. un trozo enorme de hielo, una cucharada rasa de jarabe, un paquete grande de detergente, dos meses escasos, tres días enteros, dos meses largos, tres kilos justos.

Aunque el español se considera una lengua sin clasificadores nominales, algunos nombres cuantificativos como los de (2) tienen propiedades similares a estos. En este trabajo defenderemos que en algunos casos este paralelismo puede ser explicado a través de un proceso de gramaticalización en el que se diluye el significado léxico del nombre común, cf. (1), en favor de un contenido más gramatical que expresa cierta cantidad, cf. (2). Este proceso se manifestaría formalmente en el reanálisis del nombre como clasificador, lo que explicaría las propiedades interpretativas y la combinatoria sintáctica defectiva que caracteriza a estas piezas léxicas. Asimismo, en sintonía con Kayne (2005a) y (2005b), se argumentará que la correcta interpretación de ciertas expresiones nominales requiere la presencia de un clasificador silente. Si el análisis de estos datos está bien encaminado, el español, como otras lenguas románicas, consideradas habitualmente como lenguas sin clasificadores, poseería un sistema residual de este tipo de categoría. 2. Nombres cuantificativos en estructuras pseudopartitivas Aunque hay casos en que un mismo nombre cuantificativo puede adquirir distintos valores en función de la sustancia medida o de sus extensiones metafóricas, puede distinguirse entre nombres cuantitativos acotadores o parceladores, por un lado, y unidades de medida,2 3 por otro, cf. RAE (2009: §§ 12.5. y 12.6). a) Los nombres acotadores proporcionan la medida inexacta de una materia o sustancia y, por extensión metafórica, la de ciertas nociones abstractas expresadas mediante nombres continuos (felicidad, pasión, dolor, inteligencia). La parcelación se marca a través de sustantivos que denotan partición (porción, ración, trozo, parte), o bien la forma que adquiere la materia acotada (gajo de naranja, terrón de azúcar, copo de nieve, hebra de azafrán). En muchos casos existe una especialización entre el tipo de materia que se acota y la forma o consistencia que adopta: una barra de {pan/ hierro/ turrón}, una loncha de {jamón/ queso/ tocino}, un grano de {trigo/ café/ arroz/ arena}, una capa de {barniz/ suciedad/ antióxido/ aislante}, entre otros. Asimismo, ciertos nombres acotadores miden la cantidad a través de los recipientes que pueden contener las sustancias, generalmente los líquidos, aunque también otro tipo de nociones: una taza de {café/ caldo/ garbanzos}, una botella de {vino/ vodka/ champán}, un –––––––

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Dejamos de lado en este estudio los nombres cuantificativos de grupo como montón, rebaño o grupo en un montón de amigos, un rebaño de ovejas, un grupo de manifestantes, cf. RAE (2009:§12.6), aunque, probablemente, algunas de las consideraciones relativas a los nombres acotadores y a las unidades de medida puedan extenderse a estos y también a los nombres clasificadores que indican tipo como tipo, especie, género, clase, cf. RAE (2009:§12.5) y el § 3 de este trabajo. 3 El contraste entre nombres de medida y nombres acotadores se correspondería con dos tipos de clasificadores numerales en las lenguas que poseen estos elementos: los de tipo (sortal modifiers). y los de medida (mensural classifiers). Un clasificador de tipo es el que individualiza aquello a lo que se refiere en términos del tipo de entidad que es, mientras que un clasificador de medida es el que individualiza en términos de cantidad. Para esta distinción, véanse Lyons (1977:463) y Aikhenvald (2000:114-121). Los clasificadores silentes de tipo se tratan en el § 4 y, con más detalle, en Suñer (2010). Véase también la nota 26 de Kayne (2005a).

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plato de {sopa/ lentejas}, una cucharada de {jarabe/ puré/ aceite} o un bote de {mermelada/ tomate/ alubias}. b) Los sustantivos de medida expresan unidades convencionalizadas que permiten cuantificar dimensiones de sustancias susceptibles de ser medidas con exactitud.4 Así ocurre con el tiempo (año, día, hora, semana, mes), la longitud (metro, centímetro, milla, palmo), la superficie (metro cuadrado, acre, hectárea), la presión (atmósfera), el volumen (litro, pinta, metro cúbico, galón), la temperatura (grado), la moneda (euro, peso, libra, dólar, rupia, yen), el peso (onza, quilo, tonelada, libra) o la electricidad (voltio, amperio), entre otras. En (7) se presentan algunos ejemplos de nombres cuantificativos.5 (7) I. NOMBRES ACOTADORES O PARCELADORES a. Nombres que expresan partición: Una porción de queso, un segmento de tiempo, un pedazo de papel, una ración de patatas fritas, un trozo de plástico, un cacho de pan, una parte de pared, un fragmento de metralla. b. Nombres que expresan forma, consistencia o disposición: una hoja de papel, un grano de arroz, un copo de avena, una barrita de regaliz, una tableta de chocolate, una mancha de tomate, un terrón de azúcar, una rebanada de pan, una rodaja de calamar, una loncha de tocino, una gota de sangre, un hilo de saliva, un lingote de oro, una brizna de hierba, un haz de leña, una gavilla de trigo, una mata de tomillo, un manojo de rabanitos, una madeja de lana, un sorbo de cerveza, un ovillo de hilo, una bola de helado, un alambre de cobre, una dosis de morfina, una raya de cocaína, una pella de barro, una salpicadura de aceite, un cubito de hielo, una hebra de azafrán, una trenza de rafia, un comprimido de valeriana, una bolita de naftalina, una rama de canela, una voluta de humo. c. Nombres de contenedores: un plato de sopa, una cucharada de jarabe, un cucharón de ponche, un vaso de vino, un contenedor de basura, un depósito de agua, un tetrabrik de leche, un tapón de suavizante, un saco de pienso, un paquete de cereales, un puñado de arena, una bocanada de aire puro, una cesta de ropa sucia, una tarrina de foie gras, un barril de petróleo. d. Otros: un mendrugo de pan, una pizca de sal, un retazo de tela, una capa de pintura, un acceso de tos, una ráfaga de viento, un chorro de agua, un ápice de compasión, un atisbo de ternura, una retahila de despropósitos. II. UNIDADES DE MEDIDA ESTANDARIZADAS: dos años de edad, cinco horas, dos metros de altura, treinta grados de temperatura, dos litros de vino, sesenta kilos de sardinas, treinta voltios de potencia, diez dólares, tres toneladas de hormigón.

En construcciones pseudopartitivas como las de (7), los nombres cuantitativos permiten establecer las dimensiones de una porción de un continuum expresado mediante un nombre escueto de masa o un plural contable.6 –––––––

4 5

6

En el § 3 se precisarán las repercusiones sintácticas que acarrea expresar una medida con exactitud. Sobre a incidencia de esta propiedad véanse también Lehrer (1986) y Schwarzschild (2005). Tanto los nombres cuantificativos de (7) como los clasificadores en las lenguas con sistemas de clasificación nominal se categorizan de modo distinto en cada cultura, por lo que existe tanto en unos como en otros una gran variación, incluso dentro de una misma lengua. Consúltese la RAE (2009: § 12.6) para la variación geográfica del español. Sobre la relación entre cultura y cognición en los procesos de creación de clasificadores cf. Craig (1986a) y (1986b), así como Aikhenvald (2000). Los complementos de los nombres cuantitativos suelen ser nombres de masa (un kilo de harina) pero, en ocasiones, lo medido puede expresarse también mediante un nombre contable en plural (un kilo de cerezas/ una lata de aceitunas). Si bien los nombres de masa y los plurales de nombres contables difieren en muchos aspectos como, por ejemplo, la pluralización, la selección de

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(8)

a. {NUM/ b. un c. d e. dos

Cuantificador} N1 CUANT bote varios botes muchos kilos kilos

de {N2 de masa/ de leche condensada de de carne de

N2 contable + s} aceituna+s naranja+s

A efectos interpretativos, el nombre cuantitativo no es el núcleo de la construcción. Como puede observarse en (9a), taza en su acepción cuantitativa es transparente respecto a las relaciones selectivas que establece el verbo beber con su argumento interno (café), mientras que no lo es en (9b), donde taza se interpreta como un nombre común. (9)

a. Bebió {una taza de café/ café.} (RAE 2009: § 12.5i ) b. Rompió {una taza de café/ *café.}

En su acepción de cantidad, cf. (9a), taza hace una contribución semántica similar a la de los cuantificadores algo o un poco de (10). (10)

Bebió {una taza/ algo/ un poco} de café.

En suma, estas diferencias de significado motivan dos estructuras distintas: taza nombre común es el núcleo de la construcción, cf. (11b), en tanto que taza nombre de cantidad cuantifica la extensión del nombre común café, cf. (11a). En la RAE (2009: §12.5.) se ilustra este contraste mediante los encorchetados reproducidos en (11). (11) a. [una [taza [de café]]] b. [[una taza] de café]]7

cf. (9b) cf. (9a)

3. De nombre a clasificador En Greenberg (1972) y Simpson (2005:830-833), entre otros autores, se observa que las lenguas con clasificadores numerales carecen del correspondiente clasificador para los nombres que indican períodos de tiempo u otras unidades de medida.8 Así, en (12a) el clasificador tua (cuerpo) debe aparecer obligatoriamente para que la secuencia sea viable, mientras que no se requiere con nombres como pi·(año), (12b). (12)

a. mă si tua N Num Clas perro 4 cuerpo ‘cuatro perros’

tailandés

––––––– determinantes o de cuantificadores específicos, su valor cumulativo les exige un comportamiento uniforme ante determinados procesos sintácticos (cf. Chierchia (1998a)). En el § 4 se tratarán algunas asimetrías entre nombres de masa y nombres contables en plural cuando aparecen en combinación con clasificadores silentes. 7 En la RAE (2009: § 12.6.) se justifica por qué en el encorchetado atribuido a (11a) no se incluye la preposición de junto al nombre cuantificativo. En este trabajo no entraremos en el controvertido análisis del de. En Suñer (2010) se propone que este elemento es una categoría funcional a cuya posición de especificador se traslada el nombre cuantificativo, en la línea de análisis previos como Kayne (1994); Bennis, Corver y den Den Dikken (1998); Den Dikken (2006) y Martí (2010), entre muchos otros. 8 Este comportamiento puede atestiguarse en familias de lenguas como la tai-kadai, la sino-tibetana y las austronésicas, cf. Greenberg (1972) y (1975), Simpson (2005) y Cinque (2006).

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b. nǤƾ pi· Num N 1 año ‘un año’

Allan (1977:306) pone de relieve, además, que en (12b) el orden habitual de los elementos está alterado. El nombre pi·(‘año’) no aparece ante el numeral, como ocurre con los nombres (i.e. mă en (12a)), sino que se sitúa detrás de este, exactamente como haría un clasificador (i.e. tua en (12a)). Greenberg (1972) sugiere que en estos casos el análisis correcto no es que el clasificador se haya omitido sino que estos nombres son ellos mismos clasificadores, por lo que la estructura adecuada para (12b) sería (13). (13) nǤƾ Num

pi· CL

tailandés

Sin embargo, Simpson (2005:830-833), en su estudio sobre los clasificadores del Sudeste asiático, propone que la estructura correcta para (12b) no es (13), sino que debería ser (14), que incluye una posición de N no pronunciada. (14) Num CL

N

Según Simpson, (14) daría cuenta de la relación implicativa que obligatoriamente mantienen el N y el clasificador en lenguas con clasificadores nominales como el tailandés.9 Un nombre no puede categorizarse sin un clasificador y, por otra parte, es incoherente que aparezca un clasificador sin un nombre al que categorizar cuando en ejemplos como (13) se ha producido claramente la individuación de un referente. De acuerdo con este autor, nombres inherentemente cuantificativos del tailandés como pi en (13), habrían sufrido un proceso de gramaticalización en el que el N se habría recategorizado como CL. En sintonía con Simpson, propondremos que el despojamiento semántico que sufren en español nombres como día, metro o taza en su lectura de cantidad también es el resultado de un proceso de gramaticalización. Como sugieren los ejemplos de (4), estos nombres, a diferencia de los nombres comunes correspondientes, no admiten que se recorte su extensión semántica mediante modificadores restrictivos.10 De hecho, como ––––––– 9

Similar a la que existe en las lenguas románicas entre los nombres y la expresión formal de la marca de género. Un nombre como mes-, sin su categorizador o marcador de palabra correspondiente, mes+a, no podría entrar en la computación sintáctica. En Picallo (2008) se propone que la marca de género formal en lenguas como el catalán es un clasificador implicado en la categorización de los nombres. El género, así concebido, estaría seleccionado por la categoría funcional Número. 10 Tal como se observó en relación a los modificadores de tamaño de los ejemplos españoles aducidos en (5), en lenguas como el chino los clasificadores que indican medida (caja, taza, hoja, etc.) admiten ser modificados por el mismo tipo de adjetivos (pequeño, grande) que, en español, contribuyen a precisar la medición de los nombres cuantitativos. En cambio, los clasificadores de tipo rechazan cualquier tipo de modificador restrictivo cf. Cheng y Sybesma (1999:515-6), Simpson (2005: 809-810) y Cinque (2006). (i) a. na yi xiao xiang shu [Cheng y Sybesma (1999:516)] chino Dem Num Adj Clas N esta una pequeña caja libro ‘esta pequeña caja de libros’ b. yi da zhang zhi Num Adj Clas N

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unidades de medida estandarizadas carecerían de toda extensión puesto que no identifican individuos sino que expresan cantidades, como los cuantificadores algo o un poco que vimos en (10). En términos formales, el proceso de gramaticalización comportaría un reanálisis ya que estos nombres, generados en la posición de N, ascenderían a la posición de CL, inmediatamente adyacente en la estructura, cf. (15). (15) [SN [N año]] Ÿ [CL [SN [N año]]] Ÿ [CL año [NP [N año]]]

El reanálisis de nombres cuantificativos como clasificadores es un proceso habitual en las lenguas para crear material funcional a partir de piezas léxicas, tal como atestiguan Craig (1986) o Aikhenvald (2000:353-62 y Apéndice 2).11 La pregunta que cabe formularse ahora es si todos los tipos de nombres cuantificativos del español que se ilustraron en (6) han completado el proceso de reanálisis, cf. (15), o bien se encuentran en etapas distintas de consolidación. Todo parece indicar que el resultado de la gramaticalización da lugar a una categoría clasificador en pocas ocasiones y en configuraciones sintácticas muy restringidas mientras que, en muchas otras, los nombres que expresan cantidad se disponen en un continuum de formas más o menos gramaticalizadas. Los factores que inciden en el grado de gramaticalización de un determinado nombre cuantificativo son semánticas y sintácticas. Vamos a considerar entre otras la expresión de cantidades exactas, el tipo de configuración sintáctica en que se incluye el nombre cuantificativo, la modificación o traslado del nombre en cuestión y la posibilidad de sobreentender la sustancia o conjunto de individuos medido. La gramaticalización es más acusada en los nombres de unidades de medida que no en los nombres acotadores, probablemente porque los primeros expresan solo cantidad y no tienen una acepción como nombre común, mientras que los acotadores suelen ser ambiguos entre ambas interpretaciones. Además, las unidades de medida estandarizadas permiten calcular la cantidad exacta de ciertas sustancias sin dar detalles sobre otras propiedades de lo que se mide. Por el contrario, los nombres acotadores dan información sobre la forma, el color, la textura, la disposición o la consistencia, pero no expresan la cantidad con exactitud. La expresión de una cantidad exacta estandarizada sería, pues, un factor que favorecería el reanálisis de un nombre cuantitativo como clasificador.12 Asimismo, una misma unidad de medida puede tener mayor o menor grado de gramaticalización en función de la estructura en que aparezca. Medidas estandarizadas de ––––––– una 11

gran hoja papel

‘una gran hoja de papel’

En español ciertos sufijos como –ada o -ado (band-ada, carret-ada, cuchar-ada, man-ada, pal-ada, palet-ada, braz-ado, puñ-ado, boc-ado), los diminutivos lexicalizados –ito/-a o –illo/-a (cub-ito, pot-ito, pep-ita, tort-ita, bocad-illo, hat-illo, ov-illo, picad-illo, tort-illa), los asociados a numerales –ena y –ar (doc-ena, cent-ena, mill-ar) son, con toda probabilidad, clasificadores numerales que seleccionan la raíz nominal a la que se afijan. Se desarrolla esta cuestión en Suñer (2010). Véase también la argumentación de Lehrer (1986) y Schwarzchild (2005) para el sufijo –full del inglés, así como Kayne (2005b) y (2005c) para el sufijo –aine del francés. 12 En el § 4, se aportan argumentos adicionales para justificar que el estatus de clasificador numeral va ligado a la expresión de una medida exacta.

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tiempo como año y día, entre otras, admiten la combinación con epítetos antepuestos 13 cuando son el objeto de un verbo o de una preposición que expresan la duración de un evento cf. (17), pero, en cambio, son incompatibles con ellos en construcciones temporales con el verbo hacer (cf. (18)) y asociadas a ciertos adverbios como antes, después y atrás (cf. (19)). (16) a. Pasamos en París dos inolvidables años. b. Lo esperamos durante tres angustiosos días. (17) a. Llegó hace dos (*inolvidables) años. b. Murió hace tres (*angustiosos) días. (18) a. Llegó dos (*inolvidables) años después. b. Murió tres (*angustiosos) días antes c. Se casó dos (*maravillosos) meses atrás

De acuerdo con Brugè y Suñer (2008) y (en prensa), en los casos agramaticales, cf. (17) y (18), se expresa un punto temporal preciso y no un segmento de tiempo como en (16). Tal interpretación se deriva de las propiedades léxicas de atrás, antes y después que dan lugar a configuraciones vectoriales en las que el SQ que contiene la unidad de medida debe trasladarse a posiciones más prominentes. Asimismo otras unidades de medida como las de distancia o las de moneda, entre otras, son sistemáticamente incompatibles con epítetos en unas construcciones sintácticas pero, en cambio, no en otras, cf. (19) y (20). (19) a. ??Cuatro agotadores quilómetros después b. ??Cinco cochinos/ miserables euros de más/ menos (20) a. Nos quedan por andar cuatro agotadores kilómetros cuesta arriba. b. Nos reclamaba/ Solamente valía cinco cochinos/ miserables euros.

Habría que estudiar con más detenimiento estos casos para determinar cuáles son las razones de este contraste. A modo de hipótesis puede adelantarse que la modificación por epítetos no es posible si el SQ que incluye la cantidad de medida funciona como expresión diferencial en estructuras comparativas o similares, lo cual implicaría que debe desplazarse a una posición prominente, cf. Brucart (2001), y Brugè y Suñer (2008) y (en prensa). En resumen, las unidades de medida año, día y mes serían verdaderos clasificadores en las estructuras de (17) y (18), ya que no admiten ni modificaciones restrictivas ni evaluativas (mediante epítetos antepuestos), mientras que en (16) no se habría consolidado su proceso de gramaticalización. El hecho de poder sobreentender la masa o noción que se mide a partir de la simple mención de la unidad de medida parece ser también un factor que favorece el grado de gramaticalización del nombre cuantificativo en clasificador numeral. Dentro de las unidades de medida, las de tiempo, temperatura, moneda o superficie permiten omitir lo que se cuantifica. Así, en construcciones pseudopartitivas como las de (21) se pueden sobreentender tiempo, temperatura, dinero o potencia sin necesidad de establecer una relación anafórica con ningún antecedente expreso en el discurso anterior; en cambio, no es posible prescindir de la sustancia o noción que se mide en (22). ––––––– 13

Sobre las propiedades sintácticas y semánticas de los adjetivos antepuestos, véase Bosque y Picallo (1996).

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(21) a. dos años/ tres semanas/ cinco días (de tiempo) b. veinte grados (de temperatura) c. tres euros (de dinero) d. ciento cincuenta caballos (de potencia) (22) a. veinte litros *(de gasolina)/ *(de leche)/ *(de aceite) b. diez metros *(de tela)/ *(de cable)/ *(de cuerda) c. cinco kilos *(de harina)/ *(de maíz )/ *(de pienso) d. cien metros cuadrados *(de bosque)/ *(de terreno)/ *(de playa)

Sin embargo, estas mismas unidades de medida permiten sobreentender en otro tipo de configuraciones sintácticas la noción o masa individuada, cf. (23). Ocurre lo mismo con ciertas sustancias medidas a partir del contenedor en el que se depositan, o por un nombre acotador ,cf. (24). (23)

a. Este coche consume cinco litros (de combustible) a los cien quilómetros (de distancia). b. un bebé de cuatro quilos (de peso) / cf. # cuatro quilos de bebé c. un piso de cien metros cuadrados (de superfície ) / cf. # cien metros cuadrados de piso (24) a. Nos tomamos dos copas/ dos tragos (de bebida lcohólica). b.un menú de dos platos (de comida) c. un edificio de cinco pisos/ plantas (de altura)14

4. Clasificadores silentes Además de los clasificadores relativos a unidades de medida examinados en el apartado anterior, creemos que la interpretación adecuada de algunas expresiones nominales en español requeriría de la presencia de clasificadores silentes con valor cuantificador o de tipo. Los argumentos formales que fundamentan esta hipótesis tienen que ver con alternancias en la pluralidad, la expresión del caso abstracto mediante la preposición de y la selección de modificadores restrictivos en estas construcciones. Expresiones con nombres de masa como las de (25) son ambiguas, por un lado, poseen una lectura de tipo y, por otro pueden referirse a cierta cantidad (generalmente de líquido) delimitada por un contenedor habitual15 de la sustancia que se menciona. (25) dos vinos, dos vodkas, dos coñacs, dos cafés Extendiendo el análisis de Kayne (2005a) para nombres de medida como years o hours del inglés, que, en ciertos contextos, pueden no expresarse léxicamente, propondremos de –––––––

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Este tipo de omisiones se tratan en Suñer (2010). Cf. también Lehrer (1986) y las consideraciones relativas a un AGE no pronunciado en Kayne (2005a). La elección de los nombres de masa que pueden aparecer en construcciones como las de (25), en las que no se expresa el contenedor, tiene que ver con cuestiones culturales y pragmáticas. En mi variedad de español son comunes expresiones con valor cuantitativo como dos vinos, dos coñacs o dos cafés. En cada una de ellas se sobreentiende el contenedor habitual para estos líquidos (vasos, copas de una forma y capacidad determinada o tazas pequeñas, respectivamente). En cambio, no son habituales ejemplos como dos leches y similares porque no se asocia este líquido a un único contenedor. Nótese que la interpretación elegida para una expresión como dos leches variaría según la situación pragmática en la que se enuncie. En un bar se sobreentenderá probablemente ‘dos vasos de leche’, mientras que en un supermercado esta misma expresión se interpretará como ‘dos botellas de leche’ o dos cartones de leche’. Sobre los factores pragmáticos que inciden en la interpretación de los nombres de contenedores, véase Lehrer (1986).

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modo provisional que una posible explicación para la ambigüedad de los ejemplos de (25) sería que cada una de las interpretaciones se derivase de la presencia en la estructura de un nombre abstracto TIPO o CONTENEDOR (habitual),16 17 cf. (26). (26) a. dos TIPO vino-s, dos TIPO vodka-s, dos TIPO coñac-s, dos TIPO café-s b. dos CONTENEDOR café-s, dos CONTENEDOR vodka-s, dos CONTENEDOR coñac-s, dos CONTENEDOR café-s

Este nombre abstracto sería el clasificador que permitiría individuar el nombre de masa como un tipo o una cantidad concreta de la sustancia denotada.18 Solo por la mediación de este clasificador el nombre de masa puede asociarse a la marca de plural. ––––––– 16

Las mayúsculas indican que el nombre es abstracto y que, por lo tanto, no está pronunciado. La hipótesis de Kayne (2005a) sobre los nombres abstractos YEARS y HOURS del inglés no puede extenderse a estos mismos nombres en las lenguas románicas, según observa el propio Kayne (2005a:§10.3) (cf. John is three YEARS ing./ Jean a trois *(ans) fr./ Juan tiene tres *(años)). A pesar de que en español nombres como año y hora pueden omitirse en ejemplos como (i), no son equivalentes a los casos del inglés. Nótese que en español se hacen explícitas en el artículo las marcas formales de género y número motivadas por los nombres tácitos años y horas. (i) a. A los veinte Ø, tienes toda la vida por delante. (cf. at twenty inglés) b. Salgo del trabajo a las cinco Ø. (cf. at five inglés) En cambio, la propuesta de Kayne (2005a) sobre los nombres silentes puede adaptarse literalmente a unidades como metro o centímetro, que sí pueden omitirse en español en ciertos contextos sin que aparezca un antecedente expreso en el discurso anterior. Considérense los ejemplos de (ii) (ii) a. Carmen mide uno setenta b. Este cable mide dos cincuenta Podría argumentarse en estos casos que el verbo medir da las pistas necesarias para poder sobreentender la unidad de medida pertinente. Sin embargo, esto no es cierto ya que las frases de (iii), en las que se miden alturas o largos en metros exactos, sí requieren la presencia de un antecedente expreso en el discurso anterior. (iii) a. #Carmen mide dos. b. #Este cable mide tres. Nótese asimismo, que la frase de (iia) no es ambigua respecto a las unidades de medida que se sobreentienden (metro y centímetro). Podría decirse que esto se debe a que nuestro conocimiento de las alturas posibles de una persona nos fuerza a interpretar las unidades sobreentendidas como metro y centímetros respectivamente, pero esto no es así en el ejemplo (iiib), porque no existe una presuposición acerca de la longitud que pueda tener un cable y, sin embargo, se recuperan inequívocamente unas unidades de medida precisas y no otras como las que se sugieren en (iv). (iv) a. *Este cable mide dos (kilómetros) cincuenta (metros). b. *Este cable mide dos (centímetros) cincuenta (milímetros). De mimo modo que ocurre en inglés con los correlatos silentes de year y hour, la estructura adecuada a las propiedades interpretativas de (ii) debería incorporar los nombres abstractos METRO(S) y CENTÍMETRO(S), cf. (v), correlatos de los nombres pronunciados metro(s) y centímetro(s) de (vi). (v) a. Carmen mide uno METRO setenta CENTÍMETROS. b. Este cable mide dos METROS cincuenta CENTÍMETROS. (vi) a. Carmen mide un metro setenta centímetros b. Este cable mide dos metros cincuenta centímetros. 18 Sobre la existencia de clasificadores silentes COLOR, TALLA, MODELO, ESTILO o MARCA, entre otros, en enunciados como un vestido COLOR rojo, una camisa TALLA XL o un lavavajillas MARCA Miele, cf. Suñer (2010). 17

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Cuando lo medido se expresa mediante un plural contable como lentejas o patatas fritas, referentes que ya han sido individualizados mediante la asociación con el plural, es obligatoria la preposición de en las interpretaciones cuantitativas, cf. (27), muy habituales en los registros empleados en restaurantes19. La estructura correspondiente, cf. (28), incluiría un clasificador que indicaría parte o porción. (27) a. dos de lentejas b. dos de patatas fritas (28) a. [dos [CLporción/ración [de [lenteja-sPL]]]] b. [dos [CLporción/ración [de [patatas frita-sPL]]]]

En las expresiones sin de, cf. (29), lenteja o albóndiga se interpretan como ‘objeto físico independiente’ y, por tanto, contable: ‘dos granos de lenteja’ y ‘dos objetos albóndiga’, respectivamente. (29) a. dos lentejas b. dos albóndigas

En estos casos, a diferencia de lo que vimos para los nombres de masa, la lectura de tipo es accesible solo si se expresa léxicamente el nombre (tipo, clase, especie, etc.). (30) a. dos tipos de lentejas b. dos tipos de albóndigas

La hipótesis de un clasificador abstracto cuantificativo o de tipo para construcciones como las ilustradas en (26), permitiría explicar por qué se seleccionan modificadores distintos en función de cada una de las interpretaciones. Por ejemplo, un clasificador silente cuantificativo es compatible con diminutivos, con el adjetivo antepuesto medio y con complementos que indiquen fracciones (como y medio, y cuarto, etc.) cf. (31). (31) a. dos CONTENEDOR vin-ito+s; dos CONTENEDOR caf-ecito-s b. medio CONTENEDOR vino; medio CONTENEDOR café c. un CONTENEDOR vino y medio, un CONTENEDOR café y medio

Modificadores como los ilustrados en (31) contribuyen a precisar la medida de la sustancia cuantificada, por lo que excluyen la lectura genérica o de tipo. En cambio, solo es accesible la interpretación de tipo con modificadores o cuantificadores antepuestos como determinados o tales, los restrictivos que imponen lecturas distributivas parecidos, semejantes, diferentes, los que destacan la unicidad especiales, atípicos, singulares y el adverbio así, entre otros, cf. (32). (32) a. (dos) (tales/ determinados) TIPO vino-s (parecidos/ diferentes/ especiales/ singulares/ atípicos/ así) b. (dos) (tales/ determinados) TIPO café-s (parecidos/ diferentes/ especiales/ singulares/ atípicos/ así)

5. Conclusiones provisionales Como han sugerido numerosos autores como el mismo Greenberg (1972), Craig (1986) o Aikenwald (2000), entre otros, los distintos mecanismos morfológico-gramaticales –––––––

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Sobre el análisis de los registros empleados en restaurantes, consúltese lo que sugiere Borer (2005) para el “grocerese” del inglés y el hebreo.

Nombres cuantitativos y clasificadores nominales

empleados en las lenguas para la categorización de los nombres se organizan en un continuum dinámico cuyos extremos irían desde las marcas de género y número altamente gramaticalizadas de las lenguas indoeuropeas hasta los clasificadores léxicos que poseen muchas lenguas. En este trabajo se han aportado argumentos formales para justificar que en español existen elementos léxicos, en particular los nombres de medida, que tienen comportamientos paralelos a los clasificadores. Se ha propuesto, además, que las propiedades sintácticas y semánticas de ciertas expresiones nominales permiten justificar la existencia de clasificadores silentes. Si la interpretación de los datos es adecuada, el español, lengua considerada habitualmente como una lengua sin clasificadores, poseería un sistema residual de este tipo de categoría. Bibliografía Aikhenvald, Alexandra (2000): Classifiers: A Typology of Noun Categorization Devices. New York/ Oxford: Oxford University Press Allan, Keith (1977): Classifiers. In Language 53(2), 285-311. Bennis, Hans / Norbert Corver / Marcel Den Dikken (1998): Predication in nominal phrases, Journal of Comparative Germanic. In Linguistics 1. 85-117. Borer, Hagit (2005): In name Only, Structuring Sense Volume I, New York/ Oxford: Oxford University Press Bosque, Ignacio (1998a): On specificity and adjective position. In Gutiérrez –Rexac, Javier / SilvaVillar, Luis (edd.) Perspectivas of Spanish Linguistics, 1-13. Los Angeles: UCLA. _ (1998b): Sobre los complementos de medida. In Estudios en honor del profesor Josse de Kock, Lovaina. 57-73. _ (1999): El nombre común. In Bosque, Ignacio / Demonte, Violeta (edd.) Gramática Descriptiva de la lengua Española, Vol I. Madrid: Espasa Calpe. 3-73. Brucart, José María (2003): Adición sustracción y comparación: un análisis composicional de las construcciones aditivo-sustractivas del español. In Sánchez Miret, Fernando (ed.) Actas del XXIII Congreso Internacional de Lingüística y Filología Románica. Vol.1. 11-60. Tübingen, Max Niemeyer Verlaach. Brugè, Laura/ Avel·lina Suñer (2008): Building up Complex Temporal Constructions. In University of Venice Working Papers in Linguistics 18. 7-63. _ (en prensa): Los comparativos léxicos antes/después y el cálculo del tiempo en español medieval. In Sáez, Luis and Sánchez López, Cristina (edd.) Volumen monográfico sobre comparativas. Visor Libros: Madrid. Cinque, Guglielmo (2006): Are All Languages ‘Numeral Classifier Languages’?. In Rivista di http://dspaceGrammatica Generativa 31:119-122 unive.cilea.it/bitstream/10278/213/1/numeral.classifier.lgs.RGG.pdf Cinque, Guglielmo/ Iliana. Krapova (2007): A note on Bulgarian Numeral Classifiers. In Albiou, Gabriela Alboiu / Avram, Andrei / Avram, Larissa / Isac, Dana (edd.) Pitar Moú: A Building With a View. Papers in honour of Alexandra Cornilescu. Bucarest: UniversitƗĠ Corver, Norbert (2009): Getting the syntactic measure of Measure Phrases. In The Linguistic Review 26.1. 67-134. Craig, Colette. (1986): Jacaltec Noun Classifiers: A Study in Grammaticalization. In Lingua 70.4. 241-284. Cheng, Lisa / Rint Sybesma (1999): Bare and Not-So-bare Nouns and the Structure of NP. In Linguistic Inquiry 30. 509-542. Cheng, Lisa. / Rint. Sybesma (2005): Classifiers in Four varieties of Chinese. In Cinque, Guglielmo / Kayne, Richard (edd.), The Oxford Handbook of Comparative Syntax. 3-69. New York: Oxford University Press. 259-292.

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