Los 70 años de Carlos Mántica A. y los Treinta de El habla Nicaragüense Aproximación al escritor y aportes de su obra a las Ciencias Sociales

Los 70 años de Carlos Mántica A. y los Treinta de “El habla Nicaragüense” Aproximación al escritor y aportes de su obra a las Ciencias Sociales María...
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Los 70 años de Carlos Mántica A. y los Treinta de “El habla Nicaragüense” Aproximación al escritor y aportes de su obra a las Ciencias Sociales

María Celina Tapia

Dedicado a la memoria de: Don Juan Eligio de la Rocha y Don Natividad de los Campos

Fue en León, un 19 del mes de febrero del año 1935 que abrieron por primera vez los ojos al mundo “los gemelos”, hijos que nacieron en el segundo parto de doña Margarita Abaunza. Sus primeros recuerdos infantiles se remontan al niño de cuatro años, según él mismo lo afirma “Es en la casa-oficina de F. Mántica & Reyes donde comienzan mis primeros recuerdos”, y le remiten al disfrute de la ternura de su padre, Don Felipe Mántica Berio, quien amorosamente los sentaba en sus rodillas para contarles cada vez nuevas historias, este hecho se convierte en una pieza clave en la formación de la personalidad intelectual de Chale Mántica, -hipocorístico con que se nombra a Carlos Mántica Abaunza-. Seguramente, ese infantil interés por las historias, hayan marcado su rumbo, dando como resultado que en la actualidad, él sea uno de los más destacados estudiosos del habla y de la cultura nacional en general. Adjetivarle, es tarea complicada. Para ello hay que “agarrar dimensión” y respirar profundo -como dice y hace Carlos Mejía Godoy al interpretar las retahílas de su canto-. Es filólogo, nahuatlista, historiador, folclorista, antropólogo, etnólogo, poeta, bohemio, cantante, guitarrista, políglota, deportista, -también practica de vez en cuando el “jaibol”-es cocinero, dibujante, hacedor de vinos y de historias, asesor político sin salario, teólogo, líder religioso, charlista mundial de cursillos de cristiandad, académico, coleccionista, empresario exitoso padre, abuelo y Cátedra • Facultad de Educación e Idiomas (UNAN-Managua) • N°12 • enero-julio 2005

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bisabuelo. Uno de sus méritos es precisamente haber conciliado todas estas cosas, como él mismo lo asevera, al referirse a su padre: “Sus hijos hemos tratado de aprender la lección de un hombre que jamás fue esclavo de sus propios bienes y que supo dar cabida en su vida a multitud de intereses, de actividades y de afectos”. Es por eso que Carlos Mántica Abaunza, es como es. No se puede hablar del hombre-escritor, sin remitirnos a sus primeros años, a sus primeros recuerdos, al entorno familiar y socio cultural que marcó indeleblemente su existencia. Creció rodeado de mucho cariño, tanto de sus padres, como de sus tíos, de algunos amigos entrañables de sus padres y de su mama Nina. Como él mismo lo confirma: “A veces me abruma el darme cuenta de que crecimos rodeados de amor por todas partes y no siempre supimos darnos cuenta”. Como todo niño, las ocurrencias también son incontables. Su vida ha transcurrido relativamente paralela a la de su gemelo Felipe, han compartido todo desde su nacimiento, siempre juntos haciendo travesuras, en los paseos familiares, en sus negocios. Físicamente diferentes y aún en muchas cosas más, pero igualmente tienen similitudes y, sus recuerdos obviamente son también los mismos de su hermano. Es por eso que Mántica, al narrar algunos acontecimientos importantes en su vida lo hace tanto en singular como en plural. Sus primeras muestras de acuciosidad, se remontan también a esta etapa de su vida. Todo aquello que representaba alguna complejidad o era “raro” en su mente infantil se convertía inmediatamente en su “objeto de estudio”. Cuando pasaba por su casa Don Wenceslao Gutiérrez, un anciano medio ciego, ofreciendo sus servicios como afilador de cuchillos, bajaba corriendo las escaleras de su casa y nos cuenta que era para: “examinar, una vez más, la ingeniosa armazón de madera de una sola rueda que el afilador empujaba como carretón de mano y que yo estudiaba maravillado, porque luego se sostenía en posición vertical y se podía accionar entonces el pedal que impulsaba el disco de afilar. Su pregón ¡Sieeempreeee se afilaaaaáa¡ Lo cantó el Maestro Llanes, en un precioso corrido que muy pocos recordamos”. También fue objeto de su escrutinio, un posible juguete infantil de Don Pancho, otra persona que dejó una profunda huella en su personalidad, tanto en sus cualidades de ser humano excepcional como en su calidad de escritor: “Nosotros teníamos entonces como cinco años de edad y nos encantaba acercarnos a su escritorio porque él abría entonces una gaveta y nos hacía una demostración con su “ron-ron”. Este era una pequeñita jícara labrada, con dos hoyos en los costados, atravesados por un eje fino de madera y con dos rueditas del mismo material en los extremos. Don Pancho tiraba entonces de una manila Cátedra • Facultad de Educación e Idiomas (UNAN-Managua) • N°12 • enero-julio 2005

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fina enrollada en el eje, las ruedas giraban y la jicarita producía un zumbido, como el del vuelo del chocorrón. Pienso que sería un juguete de su infancia o algo que le traía muy gratos recuerdos pues no nos permitía tocarlo, sino sólo ver. Siempre que queríamos travesearlo nos decía: “! Tóquense las nalgas!!”. […]. Otro tesoro de su gaveta era un puñal mejicano con cacha de pata de venado, que él nos prometió nos heredaría al morir. […] mi papá nos advirtió que nunca más debíamos preguntarle: “¿Don Pancho, y cuando se va a morir?” Don Pancho, -Francisco Reyes Callejas, socio y amigo de su padre- se constituyó en una persona de invaluable trascendencia en la vida de Mántica, de quien rescata su paciencia, su ternura, su gran generosidad y su herencia intelectual en la construcción de las retahílas que acompañan algunos de sus escritos. Las vacaciones de su niñez transcurrieron muy cerca de este hombre excepcional que inconscientemente marcó su vida. La casa de habitación de Don Pancho se constituyó en el cuartel general, o “en el puesto de mando” de los gemelos, en la ruta cotidiana hacia la Quinta Nina al lado de su tío Humberto. Ambos, personas extraordinarias con los cuales tuvo la dicha de compartir una buena parte de su vida. Su afición por la guitarra, data de esta misma época infantil, en la que su padre conservaba relaciones amistosas con personas de diversas ocupaciones y clases sociales. En una ocasión Don Felipe, su padre, les llevó a la casa al conjunto “Los Gardelitos” cuyos integrantes eran todos los miembros de la familia y que según confiesa: “fueron quizás quienes despertaron mi interés por la guitarra”. Fue tal su fascinación, que la misma, hizo emerger al músico que hay en él, a tal grado que realizó cursos de este instrumento musical en Costa Rica, cuando sus padres se vieron en la necesidad de exiliarse en ese país en 1944. Escuchó y vivió anécdotas inolvidables, mismas que en sus escritos, él plasma acertadamente y con gran éxito entre sus lectores. Refiriéndose a su padre ha dicho: “Durante la comida bromeaba continuamente con sus hijos y con Chepe Mántica y todos escuchábamos las incontables anécdotas de Don Gustavo.” Con el General Gustavo Abaunza, su abuelo materno, además jugaban naipe, sin embargo, para su sorpresa, el mismo nunca lograba ganarle a “los gemelos” hasta que descubrió que le miraban las cartas reflejadas en sus anteojos.” Su abuelo, es el personaje que se sentaba frente a la casa en un muro dentro de un patio enladrillado…”restos de una casa derruida por el terremoto de 1931, con un bajo muro que alguna vez fue pared y que las dueñas indignadas mandaron quitar para que mi abuelo materno el General Gustavo Abaunza y Torrealba, eterno enamorado, no se sentara en él a ver pasar las muchachas que regresaban del colegio. Cátedra • Facultad de Educación e Idiomas (UNAN-Managua) • N°12 • enero-julio 2005

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Enamorado como su abuelo, -por que hijo de tigre sale rayado-, sus recuerdos de adolescencia se completan con los atributos del “horizonte de luceros” que vivían en su barrio de la vieja Managua. Su escenario en esa época era la confluencia de tres barrios: San Antonio, el de Candelaria y San Sebastián. Pero él se identificó siempre con el último, por ser el mismo el “que tenía la mayor densidad de muchachas guapas por vara cuadrada de todo Nicaragua” y hacia donde se dirigía cuando llegaba del Parque Central guindado de la parte trasera de algún coche después de pasar viendo a “una chavalita de ojos zarcos y grandes colochos nazarenos que junto con su madre vendía leche-burras, espumillas, bienme-sabes y pan de rosa…” Los recuerdos de la niñez de Carlos Mántica Abaunza, son imborrables además, gracias a su tío predilecto: Humberto “el Yankee”, al que personalmente considero “responsable” de ciertos enfoques que sobre la vida tiene este ser humano excepcional, especialmente de la parte bohemia y bullanguera y de la selección de algunas de sus amistades. El entorno geográfico de esta época fue la Quinta Nina, en Chinandega, hacia donde cabalgaban diariamente desde la casa de Don Pancho. “Aludiendo a sus grandes bigotes decía mi tío Humberto que Don Pancho “se tragó una bicicleta y se le quedaron afuera los manubrios” Recuerda, que “Durante el trayecto, el Yankee se la pasaba bromeando y siempre que pasábamos por una talabartería de un señor gordo y panzón el mismo nos instruía: griten ahora “¡Mojica el culo te pica!”. Nosotros muy obedientes repetíamos la consigna y salíamos corriendo en los caballos…y el Yankee se moría de risa”. En la Quinta Nina estuvo en contacto con la naturaleza: naranjas chinandeganas, mangos, limoneros, piñas, papayas y hortalizas en general. Con animales: la Yegua Chela, el Potro, el Caramelo, La Carmela, que era blanca con pecas negras, “El viejito”, manso y chiquito, con la Tira-Pedos, La Pina, La Toña y el Traga Leguas, también con Cara de Mono que arreaba las vacas y a las cuales se aproximaban con las jícaras listas con pinolillo y azúcar para tomar la leche tibia al pie de la vaca. En la segunda casa hacienda que se construyó, y siendo adolescentes, se iban a bañar al río, espacio que compartían con las mujeres que llegaban a lavar a “pecho abierto”. En este tiempo, la cacería se volvió un ritual. Cazaban lampareando venados por la noche, tiraban palomas que se comían refritas en aceite de oliva, entomatadas y sobre tostadas, -al estilo de la mama Nina-. Observó a su tío colocando papelillo colorado en los marcos de las puertas para ahuyentar a los murciélagos y cuando se enfermaban de cualquier cosa, el tratamiento insustituible que les daba a tomar, era el siempre afamado aceite de castor. En la casa del Yankee en Chinandega, por la noche, se reunían todos sus Cátedra • Facultad de Educación e Idiomas (UNAN-Managua) • N°12 • enero-julio 2005

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sobrinos con el infaltable grupo de amigas, con las cuales Mántica aprendió el arte de bailar boleros en un ladrillo, escuchando la música de Los Panchos, y por supuesto, pendiente de las miradas vigilantes… De este tío querido e inolvidable aprendió que la nobleza del hombre no está en producir dinero sino en darse a los demás. Consecuencia natural de su espacio vital es su especial sentido del humor, que se constituye en una de las más hermosas cualidades que se le admiran, producto de una infancia, de una adolescencia y de una vida plena y feliz, cargada de buenos momentos que se convierten en sucesos de grata recordación. Su apodo de adolescente era “el Salvaje” y tengo una curiosidad bien grande por saber el motivo. Y su defecto, según el mismo admite y que parece ser mal de todos los Mántica es el de reprimir sus “caricias verbales” y sus manifestaciones físicas de afecto, aún con aquellos que más quieren. En compensación, Carlos Mántica Abaunza “acaricia” con sus aportes sobre la cultura nacional a todos los que hemos tenido la suerte de leer su obra. Regresó a su patria en 1956, egresado de la Universidad de Georgetown (Washington D. C.) y ese mismo año inauguró con su hermano Felipe el primer supermercado y, poco tiempo después la primera fábrica de jamones y embutidos. Sin embargo, en esta ocasión, no me referiré a su faceta de empresario, por considerar esta actividad un detalle en la vida del escritor y, solo brevemente haré mención del ser humano insertado al mundo del catolicismo, al que se une como producto de la educación recibida en los recintos jesuitas que fueron determinantes en su militancia religiosa. Tanto la secundaria, realizada en el Colegio Centroamérica de Granada, como sus estudios universitarios realizados en una universidad perteneciente a la misma congregación religiosa, aunada a una “convicción muy profunda producto de una vivencia muy fuerte que todavía conservo” según ha afirmado. Siendo estudiante universitario, sucedió un hecho que le acredita como poeta – escribió su único libro de poemas-, y como dijo Pablo Antonio Cuadra en el prólogo a la Primera Edición de “El Habla Nicaragüense”, con un título revelador “Poemas de impaciencia”. Además, publicó una revista y varias tesis, entre ellas dos sobre Sandino. Como coleccionista se destacan sus cerámicas y su gran biblioteca, según nos narra Ángela Saballos – en entrevista publicada en la revista CONFIDENCIAL- fue calificada por el escritor José Coronel Urtecho, como “la mejor biblioteca privada de temas nicaragüenses”. Dicha biblioteca la compartió en un salón de lectura dentro del supermercado en Montoya, que fue incendiado por orden de Somoza tras el terremoto del 72. En la entrevista realizada por esta periodista, la misma ha dicho: “Autor de toda clase de libros desde sus diversas experiencias, coleccionista de momentos de alegría en chistes Cátedra • Facultad de Educación e Idiomas (UNAN-Managua) • N°12 • enero-julio 2005

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y guitarreadas grabadas, cocinero inventor de recetas nicaragüenses, mecenas junto a su gemelo Felipe de la creación de Solentiname para Ernesto Cardenal, también amigo de Carlos Mejía Godoy, Cuchusapo inveterado con el poeta Luis Rocha, generador de afectos tan fieles que adoptó a los hijos de su amigo artista y compositor, Tino López, cuando éste murió”. El Habla Nicaragüense y su aporte a las Ciencias Sociales Me he aproximado a los aspectos más relevantes de las experiencias vividas por Carlos Mántica Abaunza, porque; son éstas precisamente las que han determinado su forma de ser: la de un ser humano que ha transitado por la vida de una forma sencilla. Su obra, por tanto, es la consecuencia natural en la existencia de este hombre para quien Nicaragua se ha constituido en uno de sus más grandes amores. Una de las manifestaciones de esa cualidad, es precisamente la autoevaluación que hace de sus estudios sobre el habla y la cultura Nicaragüense en general: ”De mi propio libro solo puedo decir, a la manera de Don Salvador Cardenal, que es la obra de un aficionado, para aficionados y que no está tan mal, viniendo de un comerciante audaz, sin serios estudios que lo acrediten, que escribe a ratos libres, impulsado únicamente por su amor a Nicaragua, y que trata de hacer su trabajo más aceptable al paladar de otros como él, condimentando con un toque de buen humor sus aburridos escritos” Su faceta de escritor, y del libro que nos ocupa en particular – su obra completa, actualmente se conforma por aproximadamente una docena de ellos- es conocida por todos los profesores y estudiantes de La carrera de Licenciatura en Ciencias de la Educación con mención en Español, así como los de Filología y Comunicación, ya que es un libro que se encuentra en la lista de textos de lectura obligatoria para los estudiantes de estas áreas en la UNAN-Managua. Además, la misma, es conocida y apreciada en general por todos los intelectuales de nuestro país y por todas aquellas personas nacionales y extranjeras interesadas en los temas de nuestra cultura nacional. En este ensayo haré referencia a su séptima edición (última hasta la fecha), publicada en el año 2003, relativamente coincidente con su cumpleaños, sin embargo considero necesario mencionar, aunque brevísimamente, la primera y la cuarta edición; la primera por obvias razones y la cuarta, porque; en su momento fue objeto de homenaje por parte de la Academia Nicaragüense de la Lengua, además de evidenciar su evolución a través del tiempo. La primera edición, que salió a luz en 1973, consta según el autor: “… de cinco partes: Una Introducción, un Estudio y tres apéndices. La Introducción se titula: Orígenes y Desarrollo del Habla Nicaragüense. El estudio se titula: Morfología Cátedra • Facultad de Educación e Idiomas (UNAN-Managua) • N°12 • enero-julio 2005

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del Habla Nicaragüense y, como su nombre lo indica, pretende ser un análisis de la forma y características de nuestros vocablos considerados independientemente. […]. Los tres apéndices finales constituyen, a mi parecer, la parte más importante de este trabajo. Ellos son: 1) Un Diccionario de Nahualismos nicaragüenses […] 2) Un Diccionario de Toponimias Náhuatl de Nicaragua […] 3) Un Diccionario Comparativo de las Lenguas Prehispánicas de Nicaragua […]”, dicha edición, fue objeto de estudio y elogios de destacados intelectuales, entre ellos Franco Cerutti, un Italiano radicado en Costa Rica y fallecido hace unos pocos años y cuyas palabras aparecen en la contraportada de sus ediciones y, además el prólogo, cuya autoría se le debe a nuestro poeta nacional Pablo Antonio Cuadra. Veintidós años después, a propósito de la cuarta edición y haciendo referencia a esta primera edición el autor destaca lo siguiente: “Mis intenciones al iniciar aquellas investigaciones eran muy modestas. En el primer capítulo del libro explicaba: No es mi propósito escribir un nuevo diccionario de nicaragüanismos, ni siquiera el completar los existentes. Quise simplemente dibujar un poco las confusas vertientes que forman nuestro caudal lingüístico de hoy; sembrar la inquietud indigenista y valorar la importancia del habla como depósito de cultura” La cuarta edición de 1998, la integran: La presentación por Jorge Eduardo Arellano, el prólogo que fue escrito para la primera edición por Pablo Antonio Cuadra, una recapitulación de la obra escrita por su autor y presentada en la Academia Nicaragüense de la Lengua a propósito de esta publicación, la introducción Orígenes y Desarrollo del Habla nicaragüense, el estudio sobre la Morfología del Habla Nicaragüense y trece ensayos más. Y tal como lo dijera PAC: “Son materiales insustituibles para fundamentar el desarrollo consciente de nuestro mestizaje y para levantar el edificio de nuestras humanidades todavía incompleto, todavía mutilado, todavía alienado por una visión excesivamente occidentalista y antiamericana de lo que debe ser nuestra cultura”. En la presentación de esta cuarta edición, JEA, sostiene la tesis de que Carlos Mántica con su obra, “marcó un punto de partida moderno –vivo y novedoso porque fue el primero en asimilar los aportes de sus dos principales predecesores, de hecho olvidados: el Dr. Carl Herman Berendt (1817-1878) y Alfonso Valle (1870-1961)”. Sobre esta edición, el autor nos dice: “A 22 años de distancia me pregunto si mis crípticos diccionarios y mis escritos de lingüista aficionado han contribuido en algo a que nuestros valores, nuestra lengua y nuestra historia resulten un poco menos extraña o ininteligible al nicaragüense de hoy”. La Cátedra • Facultad de Educación e Idiomas (UNAN-Managua) • N°12 • enero-julio 2005

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respuesta obviamente es afirmativa y, según el mismo en esta ocasión sus aportes esenciales fueron los siguientes:  Estudio de la toponimia para inferir acerca del origen y secuencia de las diversas migraciones indígenas, inaugurando un nuevo camino, para llegar al sendero de la historia.  Introducción a la sintaxis náhuatl, descubriendo con esto el náhuatl oculto presente en la forma de hablar del nicaragüense en general.  Descubrimiento de los cinco instrumentos que utiliza el nicaragüense en su constante creación del habla y son: el símil, la metáfora, la invención como tal, la onomatopeya y el gesto.  La persistencia de supersticiones, mitos y creencias de antigüedad Tolteca y Teotihuacana, en las expresiones de las madres en la consulta del Dr. César A. Ramírez Fajardo. En esta séptima edición, a 30 años de distancia de la primera, y a cinco de la cuarta, El Habla Nicaragüense, ha sufrido muchos cambios y evolución, (al modo de decir en Filosofía; en una “espiral de superación dialéctica”). Se le han sumado una gran cantidad de nuevos estudios que lo han enriquecido, de tal forma que a la fecha, se ha constituido en una breve enciclopedia de la cultura nacional. Cada nuevo estudio, en una cátedra cultural abierta al pueblo. La mayoría de los autores que han realizado estudios sobre esta obra, en general, han valuado sus aportes acreditados a la lingüística. En este ensayo, mi propósito es dual. Por un lado, me propongo rendir un sencillo y cariñoso homenaje al autor en su cumpleaños, y en el otro sentido, porque el escritor, utilizando el método inductivo y a partir del estudio del habla, nos toma de la mano conduciéndonos hacia el sendero de las Ciencias Sociales. Sin ofrecer ninguna resistencia, me he dejado conducir para transitar ese camino, en un intento de reseñar solamente, -para muestra un botón-, algunos aportes significativos en esos ámbitos. Aportes a la Historia Los aportes que Mántica presenta a partir del estudio de la lingüística histórica, los percibimos, a través de la exposición de datos que sobre los cambios lingüísticos internos nos ofrece y, a partir de los cuales, descubre las relaciones entre los hechos históricos que se suceden. Plantea, partiendo de interrogantes acerca de lenguas de diferente índole y origen, la naturaleza de esa relación, de cómo se logra el sincretismo producto del contacto histórico entre las culturas y los préstamos resultantes. En su calidad de lingüista histórico y comparativo, estudia Cátedra • Facultad de Educación e Idiomas (UNAN-Managua) • N°12 • enero-julio 2005

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las diferentes etapas de una lengua a fin de identificar los posibles cambios que tienen lugar y determinar la relación entre las lenguas relacionadas. La lingüística comparativa se constituye además, en una metodología de relevancia trascendental para trazar los procesos culturales e históricos. A través de la reconstrucción de una protolengua, se puede obviamente descubrir la cultura e historia del pueblo que habla dicha lengua. En su “Evolución de la Lengua Náhuatl en Nicaragua desde la Conquista hasta el Güegüence” nos expone minuciosa y detalladamente la inserción paulatina del castellano en el habla náhuatl a través de las relaciones sociales que se dan entre los distintos estratos que conformaron históricamente nuestro pasado reciente, clasificándolo por etapas, de las cuales, en este caso específico, solamente me referiré a la primera, en tanto es a mi juicio, la que presenta mayor interés para el enfoque histórico en esta parte de mi exposición. La etapa I (l522-1560) pertenece al período de la conquista, que simbólicamente inicia con el diálogo entre Gil González Dávila y el Cacique Nicaragua, primer momento en que se da el choque lingüístico. En esta etapa que corresponde al primer período, el Náhuatl no sufre cambios lo cual nos da fe que la resistencia de los indígenas se prolongó por más de tres décadas y dicha confrontación solamente permitió un mínimo trato personal entre el conquistador y el nativo. Después de estas tres décadas, otros factores también contribuyeron a que dichas relaciones se mantuviera dentro de los mismos parámetros. Otros aportes importantes a la historia los encontramos en TIEMPO, CONTEXTO Y TRASCENDENCIA DE EL GUEGUENCE. Mántica, en este estudio, señala el desconocimiento que se tiene en general del entorno histórico del cual es producto nuestra obra maestra de la picaresca indoamericana y, resolver esta incógnita es uno de los aportes históricos más valiosos en relación a esta problemática. Este planteamiento adquiere relevancia nacional e internacional en tanto la obra se encuentra en proceso de ser nominada Patrimonio Oral Intangible de la Humanidad. Con la acuciosidad que caracterizan sus escritos, y con traducciones y estudios de 1967, 1972, 1998 y 2001, el escrutinio más reciente de nuestro autor lo ha llevado a las siguientes conclusiones: a. La posibilidad de que la sátira presente en la obra sea en contra de las autoridades indígenas, quienes, según las revelaciones de los datos históricos, fueron instrumento en la explotación de los indígenas del Gobernador español y no contra el último como se ha creído tradicionalmente. Lo siguiente se encuentra fundamentado con los siguientes argumentos:

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 El nombramiento de gobernadores indígenas se encuentra ampliamente documentado.  La evidencia histórica le permite afirmar que el apelativo “Señor Gobernador Tastuanes” no alude al nombre de una persona sino a su doble condición de Gobernador y Tlatoani.  La celebración de la boda civil al final de la obra, se realizó según las costumbres indígenas y sin la existencia del matrimonio religioso, inconcebible para un español de la época.  Después de la boda y luego de una serie de sucesos la novia es abandonada quedando “vestida y alborotada”, actitud incorrecta en un “trato y contrato” entre un Gobernador español y un indio, y finalmente,  La situación de pobreza del Señor Gobernador Tastuanes, contrastando con la bonanza económica de los Gobernadores españoles b. La posibilidad de descubrir con relativa certeza el lugar donde se realiza la obra se basa en las siguientes pistas:  Existencia en esta época de un Cabildo Real constituido por diez miembros  La existencia de un Pósito, donde se presenta la obra, mismo, que era un sitio de carácter municipal a cargo del acopio de granos básicos.  Existencia de una provincia real, que aparentemente es un juzgado de los Alcaldes de la Corte, equivalente al actual Juzgado Civil de Distrito.  El cobro de una multa al Güegüence, parece indicar que la ciudad del posible escenario del argumento de esta obra, era un puerto de entrada al comercio y en ella existía una Caja Real, elementos existentes únicamente en León, Granada o Masaya.  Posiblemente la existencia en la ciudad de un obraje de añil, cuyas fuentes bibliográficas la ubican en el S XVIII en la zona de Granada, época en que se constituyó en trabajo gratuito impuesto a los indígenas.

c. Con relación al Cuándo, se señalan las siguientes pistas:  En la entrada de la Casa de Gobierno existe un escudo de armas del Rey, este tiene la efigie de un ave, que es el águila bicéfala de la Casa de Austria,

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las fuentes al respecto señalan que también los Gobernadores indígenas eran aficionados a tales escudos.  Circulación de monedas como el medio, mitad del real fuerte, acuñadas en México y Colombia y que revela relaciones comerciales intensas.  El Güegüence tiene a la venta una serie de artículos extranjeros cuya importación es absolutamente prohibida, en tanto la actitud de las autoridades es la de recaudar impuestos, aunque con la posible anuencia a la “mordida”, por cierto muy común en nuestros días.  En esta época, con la complicidad de las autoridades, florece el contrabando de vinos del Perú, de Chile y un poco menos de España.  La última evidencia es del habla: resulta evidente la presencia en la obra de la sintaxis náhuatl, pero el autor denota un conocimiento de ambos idiomas.  El estilo de esta obra es de mediados a finales del s.XVII, cuando el teatro deja de ser teatro misionero y pasa a ser folclore. Mántica al respecto, señala lo siguiente: “Entiéndase bien: no afirmo en manera alguna que el Güegüence tal y como lo conocemos hoy haya sido escrito entre 1675 y 1725. La versión que ha llegado hasta nosotros ha sido fruto de una larga evolución y de cambios de adiciones en los que intervinieron muchas manos. Afirmo que el escenario político, económico y social que se describe, es el existente en Nicaragua desde más o menos 1635. Que en algún momento muy cercano a 1673 en que la Gobernación es trasladada a Granada y el Gobernador reside en Masaya, se escribe y empieza a representar en la zona un Güegüence del que conservamos solo su primera parte y que estaba escrito de principio a fin en la jerga Náhuatl-Castellano, que era entonces el lenguaje corriente de indios y mestizos. Que su última parte es la más reciente, con adiciones en el s.XVIII, en la que se mezcla la obra con otros “bailes” que no eran parte de la obra original” Aportes a la Antropología como Ciencia General de la Cultura La antropología cultural estudia la conducta humana que es aprendida, en tanto la cultura es la manera principal en que los seres humanos se adaptan a sus ambientes. En general, su objeto de estudio es la historia de la cultura de la humanidad, esto incluye costumbres y creencias entre otros. En su estudio “! Así se habla J…!”, Mántica, esbozando una recapitulación de su obra, elabora todo un estudio antropológico, mediante el método etnográfico, que en lo fundamental presenta dos fases: el trabajo de campo y la descripción de los resultados. El trabajo de campo implica la observación y la participación en la vida cotidiana de las personas, de esta manera es como el autor ha visualizado la Cátedra • Facultad de Educación e Idiomas (UNAN-Managua) • N°12 • enero-julio 2005

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cultura del nicaragüense, la cultura de su propio pueblo, como un sistema de patrones interrelacionados. Este método, es utilizado de manera particular en sus estudios antropológicos y sociológicos, y a partir del mismo, el autor elabora una lista de costumbres que caracterizan culturalmente al nicaragüense y lo diferencian de personas de otras nacionalidades. Las costumbres están allí, todos lo vivimos pero nadie “se fija”, es el ojo del investigador el que hace que nos apropiemos de ellas y nos veamos reflejados en nosotros mismos. Otros aspectos importantes de nuestra cultura retomados por el autor es la forma de medidas utilizada por las vendedoras en el mercado: por contada, por manos y muchísimos elementos más. Aborda también, nuestra costumbre absolutamente única, relacionada con la forma en que damos y recibimos nuestras direcciones geográficas. Un árbol, una casa en escombros, una venta de comida, algo que estuvo y que ya no está, una rotonda, el lugar donde asesinaron a alguien, una casa particular donde los dueños tienen un apodo, un rótulo y aún las cosas más increíbles sirven de referencia para indicar una dirección. Igual cosa sucede con la forma de relacionarnos con personas de otros países usando nuestro voseo tan característico. Aborda también la forma de ser del nicaragüense, especialmente en “Cuando se nos sale la cotona” y muchísimos elementos más que dejo de mencionar -porque serían objeto de un trabajo de mayores dimensiones- para lograr analizar minuciosamente todas las delicias de nuestra cultura estudiadas por el autor. Su pasión por la música y su faceta de folclorólogo, hereda un nuevo legado que se materializa en el trabajo de recopilación conjunta con el Dr. César Ramírez Fajardo. En la Introducción a Cantares Nicaragüenses, Mántica señala que con esa obra le devuelven al pueblo lo que le pertenece, ya que es el pueblo mismo, quien los compuso, quien los preservó y quien los transmitió de boca en boca, son “Cantares que aprendimos de nuestras chichihuas, que escuchamos a nuestras abuelas, que repetimos en nuestras tertulias, pero que solo en fecha relativamente reciente aprendimos a apreciar en su justo valor, o empezaron a ser divulgados por nuestros medios de comunicación”. La mayoría de estas canciones vienen del campo. Don Salvador Cardenal decía que el campo es el cofre de la ciudad, donde se encuentran guardadas las canciones que pasaron al olvido en las ciudades y que la mayor parte de nuestro canto picaresco es de origen campesino. Aportes a la Antropología de la Religión En relación a este aspecto, el autor, partiendo del análisis de las toponimias percibidas como una tendencia, elabora una serie de observaciones previas y Cátedra • Facultad de Educación e Idiomas (UNAN-Managua) • N°12 • enero-julio 2005

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posteriores. Metodológicamente se trata de un estudio longitudinal retrospectivo desde una perspectiva sincrónica, en tanto sus anotaciones se refieren a un período largo, pero concreto de nuestra historia –época prehispánica-. Los aportes más significativos al respecto, se encuentran insertados en El Habla, Lazarillo de la Historia, donde el mismo en 1970 afirmaba lo siguiente: “…en las toponimias de nuestro territorio, descubrimos el nombre de los númenes y dioses que adoraron sus pobladores y conociendo de esta manera su mitología y teogonía, podemos identificar raza, cultura, antigüedad y lengua…” Los siguientes pertenecen a la Primera y Segunda Migración. Veamos sus aportes:  En Rivas encontramos a Ochomogo (Oxomoco) y Cipáctonal (Cipactonalli) son los dos progenitores de la raza humana en la tradición más antigua de los primeros pobladores del Anahuac. La segunda es la deidad dueña del momento que antecede al amanecer, cuando aún hay oscuridad.  Tamagastad, que se encuentra jerárquicamente por encima de los anteriores, gracias a él se producía la lluvia, hacía que reverdeciera la naturaleza, que crecieran los árboles, la hierba y el maíz, nuestro sustento.  En Managua todo nos habla de Quetzalcóatl y consecuentemente de los Tolteca.  Xolotl, de donde se deriva el nombre del Lago de Managua, es el hermano gemelo de Quetzalcóatl siempre en la mitología Tolteca, que fue el creador de la raza humana.  Los Indígenas en Granada informaron al Padre Bobadilla de dioses ligados a Quetzalcóatl. Se mencionan los siguientes: Mixcoatl, dios del comercio y padre de Qutzalcóatl en la tradición Tolteca, Centeotl la diosa del maíz y Chalchitlicue, esposa de Tlaloc y diosa de las aguas terrestres.  Los Chichimecas adoraban a Xipe Totec, El Descarnado y en sus ceremonias se vestían con pellejos de hombres. Hasta aquí, el autor concluye sobre la posibilidad de dos grandes migraciones. La primera muy antigua, anterior a la ruina de Tula y de origen teotihuacano, simultánea a la de los Chorotegas que se asienta en el istmo de Rivas y las islas del Lago. El habla, a través del estudio de las toponimias confirma la existencia de una tercera migración, constituida por grupos aztecas o mexicas, en tanto la zona norte y la zona oriental del Lago están llenas de deidades aztecas. Veamos las que siguen: Cátedra • Facultad de Educación e Idiomas (UNAN-Managua) • N°12 • enero-julio 2005

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Camastro: río de Chontales. Es Camaztli, deidad solar adorada por los tlazcaltecas como dios de la casa.



Quilaztli, quien cría a Quetzalcóatl cuando su madre Chimalma, muere de parto. Es de la primera de donde nos llega el nombre Quilalí, la germinadora, que es una deidad agrícola.



Quauhcoatl, (Boaco), uno de los portadores del Dios o Teomames



Tecuciztecatl, (Taguzgalpa) nombre que se le daba a una parte de la Costa Caribe y de donde se deriva también Tegucigalpa. Aparece en la leyenda de los soles: es el que alumbró al mundo en el quinto sol. Es el mismo Tezcatlipoca, enemigo mortal de Quetzalcóatl. Este es el dios que a la llegada de los españoles recibía adoración en el templo mayor de México-Tenochtitlán.

 Macuil Xochitl (Macuelizo), el dios de la guerra de los aztecas.  Cihuacóatl (Sébaco), la mujer serpiente, fecundidad y de la guerra.

Diosa de la agricultura, de la

 Tecpanecatl (Telpaneca), el Dios de la región dominadora. Es una divinidad guerrera de los aztecas. Esta tercera migración tiene lugar aproximadamente entre 50 y 100 años antes de la llegada de los españoles. Aportes Etnológicos El estudio sobre Los Sutiavas, conforma, entre otros, un gran aporte a la Etnología. Este ensayo, escrito a mediados de los años sesenta fue pronunciado como Discurso a propósito de su incorporación a la Asociación de Escritores y Artistas Americanos. Según el autor, los mismos aparecen en las costas de nuestros país, precedidos únicamente por los Mangues o Chorotegas, cuyo nombre significa “Mai-rabú”, cuya traducción evidente es “Hombres por excelencia”. Fueron hombres muy valientes, son los maribios, conocidos hoy como Sutiavas. Son los mismos que entablaron una lucha con los españoles quienes para atemorizarlos se vistieron con la piel de cadáveres humanos hechos que se constituían en ritos a Xipe Totec, aparentemente adoptado por los sutiavas. Aparentemente, se trata de una migración anterior a las de cultura náhuatl, ubicada en un territorio que hasta la fecha habitan. Además, esta raza, rehusando el mestizaje, se conservó pura durante mucho tiempo en nuestro país, de tal forma que su anonimato resulta incomprensible. Se señala el desconocimiento de sus Cátedra • Facultad de Educación e Idiomas (UNAN-Managua) • N°12 • enero-julio 2005

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costumbres, su leyenda, su religión, su historia, mientras solamente algunas palabras quedan de su lengua. En su territorio abundan los toponímicos náhuatl y chorotegas, solamente la cordillera de los Maribios lleva nombre sutiava. Los Sutiavas, según las fuentes históricas, jamás conformaron un núcleo pequeño de personas. Citando a Fray Antonio Ponce, quien recorriera la zona en 1586, el autor señala: “sabemos que eran ciudades Subtiavas: Mazateca (Situada entre Chinandega y Chichigalpa), Pozoltega, Mianagalpa o Pozolteguilla, Chinandega, Subtiava y León en donde se hablaba Mangue, Maribio y Mexicana corrupta” El grupo al que pertenecen los Sutiavas o Maribios, -según las conclusiones del autor- es el Hokano y „de su lengua se conocen escasamente 200 palabras, que fueron recogidas separadamente por el Abate Brasseur de Bourbourg, Walter Lehman, Efraín Squier, Don Francisco Aragón, Herman Berencit y Edward Sapir’. Don Natividad de los Campos, -a quien también dedico este ensayo-, natural de Subtiava y que durante la década de los sesenta el autor obtuvo copia de un manuscrito suyo, fechado en 1902, cuyo título es “Cuasculá, Rastros de Nuestra Lengua Aborigen” Mántica afirma que durante mucho tiempo no se encontró paralelo alguno entre los Sutiavas y las demás lenguas de América, considerándosele como independiente, a excepción de un pequeño grupo que habita en Guatajiguala, en territorio Lenca de El Salvador. Posteriormente, también se le relacionó con el Tiapaneca o Yopi, lengua que se habla en el Estado de Guerrero en el sur de México y en la frontera oeste del área Mizteca. De Oviedo admite la siguiente interpretación: “Los habitantes de Guatajiguala eran Sutiavas que emigraron de Niacaragua, posiblemente en la segunda mitad del S. XV, es decir nueve siglos después de la fecha en que el mismo Valle sitúa la salida de México de los Tlapanecayopi. Las conclusiones finales a los que llega son las siguientes: “Recordemos brevemente las causas y formas de las antiguas migraciones. El éxodo masivo de un pueblo se efectuaba lentamente, avanzando a saltos una generación tras otra en busca de una tierra prometida, de un águila sobre un nopal, o de una isla con dos volcanes (Ome-tepetl). Había que combatir el hambre y la guerra que provocó su éxodo. Amurallarse contra persecuciones y recoger las cosechas y rendir culto a sus dioses, porque el hambre y la persecución acercan siempre a Dios. Los nacidos en libertad, olvidaban el sentido de la marcha y con los viejos, los débiles, los enfermos o las parturientas se quedaban atrás formando pequeños núcleos que, como aquellas huellas marcaban para los estudiosos futuros la trayectoria de sus viajes. Cátedra • Facultad de Educación e Idiomas (UNAN-Managua) • N°12 • enero-julio 2005

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Sólo los Subtiavas no dejaron huella alguna. Quizás porque el mar no deja huellas. Los Subtiavas son un pueblo pescador y marinero. Pescan con dinamita, con barbasco, con anzuelos, con redes, y en los bajos con candil y machete. Son mangleros. Sacan conchas y almejas, ostiones y huevos de paslama. Viven del mar. Miran al mar y no han querido alejarse de sus costas. En México habitan las zonas cercanas a Acapulco. Viven en las costas de California y a lo largo del golfo de México, siempre junto al mar, que quizás los trajo y que los llama. Por eso yo me pregunto, a la par que propongo que fue de los subtiavas aquella migración por mar hacia Nicaragua de la que nos habla Fray Toribio de BenaventeMotolinía”. Aportes a la Etnolingüística Los antropólogos lingüísticos estudian el lenguaje en su contexto social y cultural a través del tiempo. Se reconstruyen lenguas antiguas mediante la comparación de sus descendientes contemporáneas y, al hacerlo descubren nuevas facetas en su historia. Se estudian además las diferencias lingüísticas para describir percepciones y patrones de pensamiento diversos en una multitud de culturas. La variación lingüística va también asociada a las divisiones sociales. Esta temática es abordada por Mántica en su estudio Evolución de la Lengua Náhuatl en Nicaragua (Desde la conquista hasta el Güegüence). En la Etapa I, que ya ha sido mencionada, hace especial énfasis en la permanencia casi absoluta de la lengua náhuatl sin sufrir cambio alguno. Pero, es especialmente en la fase II de la primera etapa, donde según el autor, se empiezan a utilizar sistemáticamente los nombres abstractos castellanos, a diferencia de estos conceptos, los seres y objetos tangibles introducidos por los españoles presentaron mayor dificultad. Eran cosas nuevas y diferentes, y en algunos casos se resolvió el problema obviando las diferencias y centrándose en las cosas comunes de ambas culturas. Por ejemplo, los nahuas usaron la palabra calli que significa “casa”, para nombrar también la casa española, la palabra itzcuintli que significa “perro”, se utilizó también para estos animales españoles. La palabra A-Calli, literalmente “casa acuática” para nombrar “barco o bote”, también se utilizó para nombrar a las embarcaciones europeas. Cuando se daba el caso de que con una palabra náhuatl, no se lograba nombrar adecuadamente el objeto, se recurría a una descripción del mismo, por ejemplo, le llamaron “malacate de palo” o “cosa de madera que da vuelta” a la rueda, “comal de cuita” a la bacinilla, “arrojar agua en la cabeza de alguien” era el bautismo. En otras ocasiones se les dio nombre a las cosas por asociación de ideas, por ejemplo al caballo se le nombró mazatl, que significa venado, único cuadrúpedo conocido por los indígenas, “caite de caballo” a la herradura, “tortilla de castilla” le llamaron al pan. La Etapa II, correspondiente a los primeros años de la Colonia, desde 1560 hasta Cátedra • Facultad de Educación e Idiomas (UNAN-Managua) • N°12 • enero-julio 2005

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aproximadamente mediados del S XVII, -casi cien años-; el contacto directo entre ambas culturas se fortalece. Al náhuatl se le empiezan a agregar muchas palabras del castellano, casi exclusivamente nombres sustantivos: caballos, mulas, hacha, cuchillo, bisagras, camisa, gobernador, alcalde, la nueva moneda: el Real de Plata de mediados del S XVI. El autor señala como un elemento cultural importante en esta etapa la introducción de la cultura alfabética en lengua Náhuatl, que substituirá a la escritura ideográfica precolombina. Esta etapa se caracteriza, pues, por la asimilación masiva de sustantivos castellanos y por un acelerado proceso de aculturación. En la Etapa III, aproximadamente de 1650 al año 1700, Mántica ha aportado a esta ciencia los siguientes elementos:  Utilización de verbos, pronombres, preposiciones y conjunciones, que en el náhuatl no existen como palabras aisladas, sino incorporadas al sustantivo, al adjetivo o al verbo.  Algunos cambios al pluralizar, sin perder la sintaxis náhuatl que aún hoy se conserva.  Inclusión de algunos sonidos españoles inexistentes en el habla náhuatl: b, d, f, g, j, r, y, v.  Surgimiento de los primeros hibridismos en los que un sustantivo castellano es modificado por un adjetivo náhuatl: carreta nagua, mano pachona, etc.,  Unos 40 verbos tomados en préstamo, pocos en relación con 720 sustantivos castellanos.  Inicio de la castellanización de palabras náhuatl (que continúa hasta la fecha), agregando la terminación verbal española “ar” o los prefijos “a”, “en” y “des”. Ejemplos: cipear, coyotear, chilear, melenquear, mecatear. Atilintar, enzacatar, apocoparse, encolocharse, etc. Otros aportes a esta ciencia los encontramos en su estudio Origenes y desarrollo del habla nicaragüense, enumero los siguientes: 

Algunos prefijos náhuatl entrarán en la composición de nuevas palabras como el diminutivo referencial tzin: chimbomba, chinchinear, etc.



Algunas raíces resistirán toda castellanización. La raíz tlalli (tierra), nos dejó: tapizca, talalate, talquezal, etc



Los sufijos náhuatl atl, otl, tli, tic y tl, se han convertido en te: aguacate, petate, mayate, ocote, etc.

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Los prefijos hua, y cuauh, guanacaste, etc.

se convierten en gua: guacamol,

guacal,

Aportes a la Etnohistoria La etnohistoria, es una ciencia que abarca los relatos orales y escritos del pasado de una cultura. Para ello se dispone de relatos de siglos realizados por comerciantes, viajeros, exploradores, misioneros, etc. Mántica, especialista en esta ciencia ha contribuido a la misma, de manera especial con su estudio El Habla, Lazarillo de la Historia, mismo en el que elabora su tesis acerca de las migraciones indígenas anteriores a la llegada de los españoles y al origen de los niquiranos o nicaraguas. En 1970 escribió lo siguiente: “El estudio de las toponimias nicaragüenses nos permite reconstruir hoy la sucesiva distribución de razas y culturas en nuestro territorio, a lo largo de los siglos. Curioso fenómeno el de este pueblo que escaso de códices y escritos puede escribir su historia en el rugoso pergamino de su propia geografía...” Tomando como base el estudio de las toponimias del pacífico de Nicaragua, el autor infiere divisiones evidentes y marcadas diferencias culturales en sus habitantes. La profundización en el estudio de las mismas, lo lleva a la creación de una serie de tesis que contribuyen de manera sustantiva a esta ciencia social y que posteriormente han sido confirmados por estudios del historiador mexicano Wilberto Jiménez Moreno y del Nahuatlista Miguel León Portilla. De forma resumida señalo los principales aportes del autor a la Etnohistoria, quien comenzando de sur a norte expone lo siguiente:  En la provincia de Nicoya los nombres geográficos son mayoritariamente chorotegas.  En Granada, Rivas y parte de Carazo, son nombres náhuatl: Ometepe, Nicaragua, Ochomogo, Moyogalpa, Jinotepe, etc.  En Masaya y el resto de Carazo (Antigua Manqueza), son todos chorotegas: Nandaime, Niquinohomo, Diriá, Diriamba, Monimbó, Diriomo, etc.  En Managua, tenemos nuevamente toponimias náhuatl: Xolotlán, Xiloá, Asososca, Acahualinca, Ticuantepe, Ticomo, Tipitapa, Apoyeque, etc.  En León Viejo, otra vez son chorotegas: Nagarote, Imabite, etc.  En León Nuevo, son sutiavas: Maribios, etc.

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 En la Zona del Golfo, reaparecen los nombres náhuatl pero con el sufijo gentilicio Tecate (ega) inexistente en el resto del país: Pozoltega, Chinandega, Tezoatega (El Viejo), Chichigalpa, etc. Según Mántica, el mapa de Nicaragua es un tablero de ajedrez en donde se da la alternancia de tribus náhuatl y chorotegas, llegando el mismo a inferir que “Esta no es la situación que pudiera esperarse de una gran migración masiva que hubiera desplazado a las demás tribus, o coexistido con ellas, sino que parece ser el resultado de pequeñas migraciones sucesivas y de distinta antigüedad, cuya gente después de conquistar un pequeño territorio queda prisionera entre tribus contrarias. No parece razonable que dos tribus de lengua náhuatl separadas por una chorotega no buscaran como fundirse territorialmente, a no ser que su única afinidad fuese precisamente la del idioma, pero de razas y antecedentes distintos”. Hasta aquí concluye con la existencia de dos grandes migraciones. La primera muy antigua y anterior a la ruina de Tula, de origen Teotihuacano, simultánea a la de los chorotegas y se asientan en el istmo de Rivas y las islas del lago. Una segunda que se inicia con la caída de Tula es de toltecas y chichimecas. Pero, a partir de su estudio del habla determina la existencia de una tercera migración. Son grupos aztecas o mexicas que no se asientan en las Costas del Pacífico, ya que no existen en esta zona toponimias con el nombre de deidades aztecas. La zona norte y la zona oriental del lago están, sin embargo llena de ellas. Esta tercera migración, -nos enseña el autor-, tiene lugar 50 ó 100 años antes de la llegada de los españoles. La misma parece estar constituida más bien por expediciones de pochtecas con escolta militar. Y con esto hace su planteamiento final: “Si las migraciones aztecas o mexicas pertenecen al S XV y se asientan en las zonas Norte y Este de Nicaragua, las migraciones toltecas y chichimecas se inician con la caída de Tula en el S XII y se asientan en la zona del Lago de Managua, ¿Quiénes son y cuándo llegaron los Nicaraguas a la zona de Rivas y del Gran Lago? Después de una serie de análisis sobre estudios históricos relacionados con toda esta problemática, -los cuales omito por evidentes razones-, copio textualmente lo aseverado finalmente al respecto por su autor: “Para terminar, quisiera señalar como toda esta historia, y la solución a todo este problema las recoge el habla que estuvo desde siempre contenida en una sola palabra: Nicaragua, cuyo nombre significa”: 1) Literalmente: Nic-atl-náhuatl. Aquí junto al agua, o aquí junto al lago. 2) Históricamente: Nic-anahuac. Aquí el anahuac. Por alguna creencia religiosa o por simple nostalgia de su patria, al desplazarse las tribus del Anahuac en sus migraciones hacia el Sur, bautizaron frecuentemente con el Cátedra • Facultad de Educación e Idiomas (UNAN-Managua) • N°12 • enero-julio 2005

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nombre de su país de origen muchos de los diferentes puntos en donde se asentaron. […] Nada más natural que al llegar a su tierra prometida, donde vieron cumplida la profecía que hiciera el Alfaquí durante su éxodo Soconuzco-Nicaragua y que suponía estar junto a un gran lago, donde encontrarían una isla con dos volcanes (omedos, tepetl-cerros), Ometepe, la llamaron Nicaragua, tanto por su sentido alegórico Aquí el Anahuac, como por su sentido literal, Aquí junto al agua”. En su Prólogo a La Comida Nicaragüense nos enseña además que un buen nacatamal, uno de los platos nacionales preferido por ricos y pobres, es un delicioso texto de historia patria, en el que se encuentran las huellas de las primeras migraciones de cultura nahuatl (achiote, maiz, chile, chiltomo y tomate), la papa que nos recuerda el comercio de nuestro país con el Perú, el arroz que llegó de La China y el cerdo y su manteca que se constituyó en uno de los aportes de España a la dieta nacional. Aportes Sociológicos La explicación sobre el comportamiento social cotidiano, es tarea de la Sociología, ciencia en la que también incursiona. Todos los sociólogos reconocen que las sociedades están compuestas por actores individuales y para entender a la sociedad se debe comprender como estos actores sociales toman decisiones, organizan sus vidas e influyen y son influidos por otros en lo que se llama interaccionismo simbólico, mismo que supone que el comportamiento humano está determinado por los significados que las personas atribuyen a dicha situación. En las indagaciones acerca de la sociedad, en esta ciencia, se utilizan varias perspectivas. Cada una de ellas ve a la sociedad desde un ángulo diferente. En su ensayo sobre los Recuerdos de la Vieja Managua, visualiza esta época desde la perspectiva interaccionista, en tanto centra su atención en las comunicaciones cotidianas reales y en el comportamiento de las personas y grupos. Aporta además en este caso particular, a la Sociología Urbana, en tanto nos narra una época en particular de una ciudad: la Managua de los años cuarenta hasta antes del terremoto del 72. El autor describe con la nitidez y pulcritud que caracterizan todos sus estudios, la vida social y cultural capitalina, la conformación social de los barrios y la importancia insustituible de los mismos en la capitalización de relaciones sociales estables, los medios de transporte, la ubicación de las instituciones más importantes, los espacios verdes y de recreación, el Lago de Managua y el malecón, los parques como elementos aglutinadores de grupos sociales concretos creadores de afectos, las representaciones culturales y artísticas, las iglesias, el comportamiento social de los jóvenes: sus gustos, aficiones y valores. Además, Cátedra • Facultad de Educación e Idiomas (UNAN-Managua) • N°12 • enero-julio 2005

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logra hábilmente que nos apropiemos subjetivamente de la distribución espacial de su entorno geográfico y de aproximadamente treinta años de evolución histórica de la ciudad y de las cuales las nuevas generaciones no tienen siguiera la más remota idea. En su estudio nos narra, entre otros, los siguientes sucesos sociales y culturales que caracterizaron la época:  El malecón visualizado como centro de convergencia social en el que se celebraban competencias en bicicletas, maratones de bailes, juegos de azar, barreras, expresiones artísticas musicales, así como el ir y venir de muchachos y muchachas adolescentes.  En la década de los cuarenta, los eventos y lugares notables fueron: corridas de toro en “El Caimito” , visita de artistas internacionales como Agustín Lara, Mappy Cortés, la boda de Tachito Somoza en el Palacio de Comunicaciones, los matinés del cine González, donde el autor vio su primera película de Tarzán, el cine Alameda que presentaba las series de Batman y que se anunciaban con las “baratas” que aún se usan esporádicamente en Managua y con mayor incidencia en los pueblos, principalmente para anunciar los sucesos fúnebres. El primer cine con aire acondicionado que fue El Salazar y los sorbetes que se saboreaban a la salida del cine que no eran Esquimo, sino Bomboniere.  Auge de la radio: La Voz de la América Central, fue la pionera. En 1959 en la Radio Mundial se interpretaba a Pancho Madrigal. Radio Corporación en 1965, Radio Panamericana, Radio Centauro, precursora de la Gueguence. El surgimiento de la radio conlleva el surgimiento de la galaxia de estrellas radiales que son tantos y tantas para gloria de nuestro país.  La interacción social que se daba al caer la tarde cuando las personas se sentaban en las aceras de sus casas a recibir el fresco de la noche y las consecuentes conversaciones con los vecinos, con los transeúntes, con los vendedores de periódicos, de atole; las conversaciones entre los vecinos adolescentes, los noviazgos furtivos bajo la luz de algún farol. La añoranza de lugares en nuestra capital donde detenernos y donde encontrarnos.  Los Parques: El Parque San Antonio, el de Candelaria, el de San Sebastián, el Infantil o Parque Frixione, donde los niños iban a ver pasar el Tren de las Cinco y donde aprendieron a patinar. El Parque Darío donde se “exhibe el poeta con cuatro mujeres y en camisón” según Ge Erre Ene y El Parque Central. Con relación a los parques, Mántica nos dice con justificada añoranza: “Porque un Parque bien concebido es mucho más que un puñado de áreas verdes. El parque Cátedra • Facultad de Educación e Idiomas (UNAN-Managua) • N°12 • enero-julio 2005

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es un lugar de encuentro con las personas y con la naturaleza. De descanso para los viejos. De refugio para los desvalidos. De comercio para las marchantes. De sano esparcimiento para los jóvenes y puede incluir a bajo costo, restaurantes y centros de atracción turística, de muestrario de nuestra flora y fauna y otros elementos educativos, artísticos y culturales”. Se trata de la nostalgia de “La ciudad donde podamos detenernos para mirar y admirar… y encontrarnos unos con otros, para poder relacionarnos como personas, en un mundo impersonal, sin rostros, sin nombres y sin amor”. Ricos textos de sociología urbana lo constituye también su trabajo Dos personajes inolvidables, en el que hace una caracterización magistral de la importancia de las pulperías como centro de convergencia del barrio, aglutinadoras de personas en las que las mismas hacen vida social, y se comenta sobre elementos que consideran relevantes en sus vidas: la religión, la política… Conversaciones domésticas que incluyen las relaciones entre los géneros, entre padres e hijos, el señalamiento de los defectos de las personas para su caracterización física, la utilización de los apodos para referirse a los otros, los comentarios sobre relaciones extramaritales de las personas, los prejuicios raciales, la visualización que se hace de cualquier defecto del otro sin ver los propios. En fin, un retrato social de lo que somos culturalmente. Aportes Filosóficos Julián Marías, en La Comprensión de la Filosofía, nos dice entre otras cosas, que la filosofía como tipo de razonamiento, no presenta una complicación especial. En principio es accesible a cualquier persona a condición de que no se le enmascare con una terminología innecesaria. En realidad, la filosofía se formula con las palabras más vivas de la lengua. En tanto la misma es de por sí, la primera interpretación intelectual de la realidad, su sintaxis corresponde a un estilo mental, a una manera de vivir. Significa, además, la acumulación de experiencias seculares, que en nuestro caso resume la historia de nuestro pueblo. Esta acumulación de experiencias es, precisamente la filosofía, en tanto la misma consiste en formular expresiones de uso generalizado entre las personas, que reflejan una sabiduría popular transmitida oralmente y que influyen en la vida de las mismas. Son además, necesarias para la orientación, para saber que pensar y consecuentemente que hacer o que actitud tomar en la cotidianidad. Con relación al aporte que Mántica ha legado a la filosofía y a la Ética para la comprensión del Ser del nicaragüense, tenemos los siguientes estudios: Introducción al Refranero Nicaragüense, Refranero General y Carta en Refranes, entre otros. En su Introducción al Refranero Nicaragüense, Mántica ha señalado que los Cátedra • Facultad de Educación e Idiomas (UNAN-Managua) • N°12 • enero-julio 2005

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refranes brotan de algo sencillo y tan cotidiano como es la observación de la realidad que nos rodea. El refrán extrae de ella una verdad que puede ser aplicada a circunstancias distintas que se conserva a manera de enseñanza, guardan además, una sabiduría popular nacida de la experiencia transmitida oralmente. El autor, en relación a los refranes filosóficos nos enseña que: “Algunos refranes provienen de una práctica que se expresa primero como simple aseveración, pero que luego se traslada al plano de los filosófico para aplicarlo a situaciones muy diversas que no tienen nada que ver con la práctica o creencia que les dio origen”. Veamos los siguientes: No todo lo que brilla es oro, Regresando nunca se llega. Donde hay zopilotes, hay vaca muerta. Caballo que vuela no quiere espuela. La Mayoría de los mismos inician con el encabezado: Más vale… Por ejemplo: Más vale lo viejo conocido que lo nuevo por conocer, Más vale maña que fuerza, Más vale pájaro en mano que cien volando, etc. A este tema se refirió también Néstor Lemos, en su Folklore y Filosofía cuando señala: “La pluralidad de autores que se refieren a la germinación de la filosofía, ven a ésta surgiendo de un cerebro privilegiado –el de Tales de Mileto- entre los Siglos VII y VI [a. C]. Pero otros -aunque contados y apartándose del camino de la docta sabiduría- buscaron sendas opuestas y descubrieron, en el acervo paremiológico del conocer popular, concepciones filosóficas esparcidas en las distintas colectividades humanas y elaboradas por ellas, mucho antes que apareciera la sabiduría griega. Para estos entusiastas investigadores de la cultura elemental, la filosofía ha tenido su origen en paremias de tiempos remotos. Y no solo la filosofía sino también las ciencias sociológicas y de la naturaleza, tuvieron sus primeras manifestaciones en sentencias paremiológicas”. El mismo, nos menciona a una serie de filósofos que formularon sus postulados en base a las máximas o paremias morales como fue el caso de Solón, o Pitágoras que enseñó a sus discípulos sentencias de evidente factura paremiológica, por ejemplo: “El niño recién nacido no tendrá más nodriza que su madre”. “No levantes el hacha ante el árbol plantado por tu padre”. “No gastes más tiempo en preparar tus alimentos que en consumirlos” etc., Refiriéndose directamente a los conocimientos filosóficos, es decir del universo en su totalidad, Aristóteles escribió: Parecen los Proverbios ciertas reliquias de la antigua Philosophia que se perdieron por las diversas suertes de los hombres y quedaron aquellas como antiguallas”. Y recogió algunas enunciándolas en léxico científico, como aquella su clásica definición: “El hombre es un animal racional”. Así lo documentará mucho más tarde Hegel: “Es opinión antigua, confirmada por un vulgar adagio, que el hombre no se distingue del bruto, sino por el pensamiento”. El Romance de Castilla lo modeló así: “Por el entendimiento, el hombre se distingue del jumento”. Aportes a la Ética Cátedra • Facultad de Educación e Idiomas (UNAN-Managua) • N°12 • enero-julio 2005

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La Ética, como ciencia social, se deslinda de la filosofía. La misma, contribuye a fundamentar o justificar cierta forma de comportamiento en una sociedad determinada, a la vez que revela la relación entre el comportamiento moral y las necesidades e intereses sociales. Es por tanto, una disciplina normativa que orienta el comportamiento humano y el valor de la misma como teoría se encuentra en lo que explica. Su relación con la Filosofía se deriva del argumento de que las cuestiones éticas han constituido siempre una parte del pensamiento filosófico a través del tiempo. Mántica, ha recogido en su Refranero, algunos que muy claramente dictan normas de comportamiento moral o que inculcan valores propios de la sociedad de la cual surgen, veamos los siguientes ejemplos: El que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija, El que busca encuentra, El que canta su mal espanta, vale más solo que mal acompañado, El que come montado no pierde ganado, el que no se arriesga no pasa el mar, etc., Existen otros refranes que nos indican lo que no se debe hacer: El que da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro, Si eso le hace el agua a los caminos, que no le hará a los intestinos, entre otros muchos…En relación a los refranes, resulta interesante conocer, -gracias a la acuciosidad de nuestro autor-, que en el mundo náhuatl, el refrán fue también utilizado, este hecho nos da las pautas para reconocer también en ellos, el mestizaje tan común en otros aspectos, pero tan desconocido en este y en el que Mántica rescata nuevamente la parte indígena. La Carta en Refranes, aporta en general a muchas ciencias de las Ciencias Sociales y se podría perfectamente elaborar un estudio significativo de la misma desde cualquier arista. Sin embargo, no es ese el propósito. En principio, quiero exaltar la creatividad del autor y las infinitas posibilidades que presenta en el manejo del habla popular. En la misma se manifiestan las concepciones que sobre la vida en general y sobre las relaciones de pareja en particular, tiene el nicaragüense, se percibe asimismo la capacidad de explotar sin limitaciones las expresiones más populares de las personas en su entorno sociocultural para manifestar sus sentimientos de una forma sui géneris. Posiblemente, esta Carta en Refranes es una ficción de Mántica, -que siempre encuentra algún tema de nuestra cultura sobre el cual escribir en su tiempo libre-. Presenta, sin embargo, un gran valor desde el punto de vista de la creatividad literaria, en tanto utiliza un recurso estilístico absolutamente original. Nuestra Carta en Refranes, sugiere entre otras cosas: sentimientos, deseos, temores, formas de ver la vida, enfoques psicológicos, culturales, que son propios de los seres humanos. Aborda asimismo algunos temas tabú, -en particular, el culturalmente creado con relación a la sexualidad de las personas mayores- y lo logra con gran estilo y con el sentido de humor que le es característico, especialmente cuando Cátedra • Facultad de Educación e Idiomas (UNAN-Managua) • N°12 • enero-julio 2005

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señala: “Aunque ya estoy en horas extras, nunca es tarde si la dicha llega. ¡Más vale tarde que nunca! Es cierto que estoy un poco pasado, con la partida de nacimiento casi vencida, y que hay quienes dicen que el que va para viejo va para pendejo. ¡Más viejos son los caminos y todavía echan polvo! ¡El corazón no envejece, el cuero es el que se arruga! No es cierta la copla aquella que dice que: El amor de los viejitos/ es como el del gallo enano/ que en querer y no alcanzar/ se la pasa todo el año. Recuerde más bien que el gallo viejo con el ala mata, que gallina vieja hace buen caldo y que el tigre viejo caza echado. En última instancia cuando el burro es bueno, aunque sea la quijada encaja”. No cabe duda, estamos frente a una auténtica carta romántica, de las más hermosas y originales que he leído. Es el único texto existente en las siete ediciones de El Habla…, en la que se expresa el amor hacia una mujer “con un estilo muy nicaragüense”. Se encuentra rebosante de buen humor, de optimismo, de seducción, de pasión… nos transmite fundamentalmente unos deseos inmensos de vivir, de amar y ser amado, que es el fin más anhelado que persiguen todos los seres racionales de cualquier sociedad en todos los tiempos. Quiero concluir señalando, que Carlos Mántica Abaunza, es ese hijo de la patria que ha respondido al llamado experimentado en su ser de apropiarse de la cultura del país que le vio nacer y devolvérsela al pueblo a través de sus estudios. Los mismos, parten de la necesidad urgente de rescatar la raíz profunda, escamoteada de nuestra identidad nacional, hasta hacerla resplandecer. La selección de ensayos que conforman El Habla Nicaragüense, son una muestra de lo realizado por este estudioso de nuestra cultura y con los cuales se ha lanzado a una cruzada reivindicadora, -que lleva más de tres décadas-, de nuestro indigenismo latente, vivo, presente… En sus estudios se trasluce un indudable conocedor de la materia, un erudito en ciernes y al escritor cuyo estilo se ha ido perfilando en inconfundible prosa. Con esta edición, Mántica, pleno ya, nos abre sus manos y su corazón para mostrarnos el secreto de toda gran obra: la constancia, la paciencia y una sana dosis de humildad. Es el fruto íntegro de una vida dedicada a la observación de su cultura, cosechado con laboriosidad de artífice y alma de poeta. Bibliografía  Alemán Ocampo, Carlos. Carlos Mántica y su estudio del habla nicaragüense. Boletín Nicaragüense de Bibliografía y Documentación # 89. El Español Nicaragüense en la Segunda Mitad del Siglo XX. Biblioteca “Armando Joya Guillén. Octubre-Diciembre, 1995.

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