LEGITIMACIONES DE LA ESCLAVITUD: IGLESIA Y RACISMO. Pablo Romero Pellitero

LEGITIMACIONES DE LA ESCLAVITUD: IGLESIA Y RACISMO. Pablo Romero Pellitero. Resumen: Durante el siglo XVI, principalmente, se asiste a la revitalizac...
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LEGITIMACIONES DE LA ESCLAVITUD: IGLESIA Y RACISMO. Pablo Romero Pellitero.

Resumen: Durante el siglo XVI, principalmente, se asiste a la revitalización de un fenómeno tal como la esclavitud y cuyo desarrollo tendrá grandísima relevancia en los siglos posteriores. El presente trabajo trata de esbozar algunas de las circunstancias que interrelacionan este fenómeno de carácter internacional con la Iglesia, en su actuación y doctrinas.

Introducción. Abordar la cuestión de la esclavitud, y en este caso más concretamente en relación con África, es siempre un tema bastante complejo, característica que arrastra desde su inicio y que por tanto ha generado una historiografía bastante controvertida. La historiografía tradicional suele marginar algunos sectores sociales, así como algunos sectores profesionales aunque estos hayan tenido una labor trascendental en la trayectoria de la humanidad, en ese punto estamos, a pesar de la importancia directa sobre la economía, la política y la cultura en América, África y Europa.1

La esclavitud como tal es un fenómeno bastante antiguo, su existencia puede rastrearse desde la aparición de sociedades. Por lo general se trataba de una esclavitud doméstica con la cual se ampliaba la capacidad de trabajo de la familia mediante el empleo de trabajadores sin relación de parentesco. Esto último es la principal diferencia que mantiene la esclavitud con la servidumbre2.

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MONGUE JUÁREZ, M. . Cultura de los cuidados, 5 (1999), p. 15. 2 KLEIN, Herbert S. La esclavitud africana en América Latina y el Caribe. Madrid: Alianza Editorial, 1986, p. 13.

La esclavitud como tal existía en África previamente a esta etapa, aunque antes del tráfico negrero atlántico era una institución tanto allí, como en la Europa medieval cristiana, sin gran relevancia.3 Por tanto, pensar en la esclavitud de los negros africanos como consecuencia de “El Descubrimiento” supone un gran error, lo único cierto es que el número de esclavos durante la Edad Moderna supera con creces al que se dió durante la Antigüedad y la Edad Media, períodos durante los cuales destacó, como nos indica Herbert S. Klein, la ruta del Sahara que, junto a mercancías varías, fue testigo del paso de estos esclavos hacia el mundo mediterráneo. Además junto a este comercio exterior, existía uno interior vinculado a los regímenes esclavistas situados en la franja subsahariana, pero estos no fueron la tónica común, además de que su pervivencia en el tiempo fue breve4.

Así pues, el objetivo de este trabajo es abordar la esclavitud partiendo desde este origen, que es el establecimiento de portugueses y castellanos en el continente americano. Lo que en este estudio se intenta poner de relieve es la vinculación y papel de la Iglesia en una cuestión de tal calibre, resulta impensable que cualquier Estado o institución de relieve no estuviese en relación con ella.

Inicios.

Tras la conquista, los nuevos poderes se encontraron ante un espacio geográfico en el que, a sus ojos, todo era nuevo y todo estaba por crear. Así pues, abundando la mano de obra indígena se lanzaron a explotar las nuevas riquezas, sobre todo las minas y el nuevo sistema de encomiendas, para lo cual quizás hubiese sido suficiente con una industria europea más volcada en auxiliar que en presionar a la población indígena, pero 3 4

Ibidem, p. 18. Ibid.

los conquistadores marcados por la urgencia de enriquecerse rapidamente5, “abrumáronlos con tareas superiores a sus fuerzas6”. La importación de negros africanos empezó a tratarse en el año 1501, ya que el sentido de misión evangélica otorgado a la conquista suscitó dudas sobre si era legítimo esclavizar cristianos. Aunque fueron los primeros religiosos de la orden de los Dominicos, que viajaron en La Española en torno a Septiembre de 15107, quienes en defensa de los nativos (sirva mencionar a Fray Antonio de Montesinos con sermones tan significativos como Ego vox clamantis in deserto8) expusieron al monarca la necesidad de aliviar la carga de aquellos. En el intento de lograr dicho objetivo se dictaron varias provisiones, y una de ella fue, que como el trabajo de un negro era más útil que el de cuatro indios9, se tratase de llevarlos a La Española. En cuanto al porqué de esa elección debemos tener presentes que no se fomentó para los nuevos territorios la importación de esclavos musulmanes ni judíos por temor a un pluralismo religioso10, mientras que las creencias y religiones profesadas por esos pueblos y culturas subsaharianos eran tenidos por “ridículas supersticiones”11 con la consecuente “humillación de su mundo simbólico”12

Argumenta el cubano José Antonio Saco que los móviles que tuvo el gobierno castellano para autorizar la llegada de negros africanos al Nuevo Mundo, fueron la búsqueda de una productividad mayor en base a al trabajo de aquellos, cuestión muy 5

SAAVEDRA INARAJA, Mª. La forja del Nuevo Mundo. Huellas de la Iglesia en la América española, Madrid: Sekotia, 2008, p.129. 6 SACO Y LÓPEZ-CISNEROS, José Antonio. Historia de la Esclavitud. Salamanca:Espuela de Plata, 2009, p.254. 7 MEDINA, M.A. Los dominicos en América. Presencia y actuación de los dominicos en la América colonial española de los siglos XVI-XIX. Madrid: Mapfre, 1992, p. 16 8 BURRIEZA SANCHEZ, J. Jesuitas en Indias: entre la utopía y el conflicto. Trabajos y misiones de la Compañía de Jesús en la América Moderna. Valladolid:Universidad de Valladolid, 2007, p. 108. 9 SACO Y LÓPEZ-CISNEROS, José Antonio. Historia de la Esclavitud. Salamanca:Espuela de Plata, 2009, p. 258 10 PHILLIPS, William D. La esclavitud desde época romana hasta los inicios del comercio transatlántico. Madrid: SXXI de España, 1989, pp. 275-276. 11 SACO Y LÓPEZ-CISNEROS, José Antonio. Historia de la Esclavitud. Salamanca:Espuela de Plata, 2009, p. 260 12 FERNANDEZ GARCÍA, J. . En: Jornadas sobre el V centenario del Descubrimiento de América , Úbeda, 1992. Jaén: Universidad de Jaén, 1992, p. 124.

relacionada otro de los móviles, como era la elevada mortandad de los indios que ocasionaba escasez de mano de obra13. Aunque nos quedaríamos cortos en el análisis si limitásemos a ello las causas; otra ventaja de los esclavos africanos, era que al ser arrebatados de sus entornos y comunidades carecían de los lazos de parentesco y de comunidad tradicionales, por lo que estaban dotados de mayor movilidad sin generar conflictos, “a diferencia de los nativos a quienes no se podía apartar de un modo permanente de sus pueblos de origen”14; además como al tratarse [los nativos] del grupo social y cultural predominante, los conquistadores europeos verán muy constreñida su capacidad de imponer sus pautas de comportamiento. Aún con todo ello los esclavos africanos, a pesar de su elevado costo inicial, terminaron por ser la fuerza de trabajo más conveniente para los europeos15.

La trama comercial.

En este comercio fueron los poderes autóctonos africanos los que controlaron las condiciones de oferta en su continente y exigiendo a cambio de los esclavos mercancías costosas como podían ser primordialmente armas, tejidos, (en buena parte provenientes de la India); hierro (con el que los herreros africanos realizaban herramientas, armas y utensilios); y otros productos como el alcohol, especias y diversos utensilios. Mención especial merecen las conchas, sobre todo cauris, pues su uso como instrumento de intercambio anuncia una compleja economía monetaria, además su uso y número se encontraba bastante controlado por los gobernantes16.

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SACO Y LÓPEZ-CISNEROS, José Antonio. Historia de la Esclavitud. Salamanca: Espuela de Plata, 2009, p.258 14 KLEIN, Herbert S. La esclavitud africana en América Latina y el Caribe. Madrid: Alianza Editorial, 1986, p. 27 15 Ibidem, p.28 16 PHILLIPS, William D. La esclavitud desde época romana hasta los inicios del comercio transatlántico. Madrid: SXXI de España, 1989, p. 218.

Con todo lo visto anteriormente tenemos que aparte de insertarse la trata atlántica en una red comercial muchísimo más amplía, se debe prescindir de la creencia de un comercio desigual en el que los comerciantes europeos adquirían esclavos a cambio de productos de escaso valor17.

Otra creencia de la interpretación tradicional y que a día de hoy ya debe tenerse como obsoleta es el llamado Tráfico Triangular 18, por el cual los barcos de comerciantes europeos transportaban esclavos desde África hasta América, sitio en el que cargaban productos que eran llevados al Viejo Mundo y con cuyos beneficios permitían comprar nuevos esclavos para América. Y ello queda obsoleto, no solo por lo ya mencionado del comercio de productos provenientes de Oriente, sino por la propia existencia de flotas, caso del Brasil portugués, que llevaban a cabo un tráfico directo. Numerosas naves de propiedad brasileña surcaron el Atlántico Sur transportando mercancías como ron, pólvora, tabaco y manufacturas europeas y americanas, que intercambiaban en los puertos de las costas Occidentales de África19. Otro dato importante, ya mencionado, es el de las conchas, en este caso al saber que los comerciantes portugueses adquirieron tal producto en la India y las utilizaron en intercambios que realizaron en las costas africanas20.

¿Sólo negocios?.

Una vez aclarado ciertos puntos sobre el tráfico esclavista del Atlántico, es necesario adentrarse en este fenómeno desde la perspectiva de la relación y papel de la Iglesia. Sirva como inicio de este apartado mencionar que sólo hay dos bulas papales 17

Ibidem, pp.217-218. MEYER, J. y BETEGON, R. Esclavos y negreros, Madrid: Aguilar, 1989, pp. 26-28 19 PHILLIPS, William D. La esclavitud desde época romana hasta los inicios del comercio transatlántico. Madrid: SXXI de España, 1989, p. 56 20 Ibidem, p. 218. 18

que condenan expresamente la esclavitud: una de Pío II, de 1462 (en la que critica la reducción a la esclavitud de los que se habían convertido al cristianismo), cuando aún no se había descubierto América21, y otra de Gregorio XVI, de 183922. La primera no fue tenida en cuenta, la segunda llegó cuando ya era demasiado tarde para proclamarse adalid del abolicionismo23.

El cristianismo veía en la esclavitud la ventaja de arrancar a los africanos de sus costumbres bárbaras, otorgándoles el beneficio de la cristianización, tal vez por ello tardará tanto tiempo en pronunciarse. Son estas causas las que hacen que el bautismo y la confirmación de los esclavos estuvieran generalizados, independientemente de si estaban instruidos o no, aunque por recibir ambos sacramentos no obtenían la libertad24.

Cierto es que en esta cuestión es necesario distinguir entre la línea que se marcaba desde Roma y la actuación de muchos sacerdotes y monjes de distintas ordenes. La actuación de la Iglesia permitió mejorar las condiciones de los esclavos ya que, como hemos visto, admitía que los africanos tenían alma inmortal y les concedió el derecho a los sacramentos, lo que en la práctica se tradujo en algunos derechos secundarios que permitirían reforzar los vínculos entre los esclavos, como eran el derecho a trabajar por su cuenta los domingos o de crear hermandades. Los propositos que rodearon las fundaciones estas eran discriminatorios, y se encontraban respaldadas por una sociedad blanca dispuesta a preservar un orden social nada igualitario, pero

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THOMAS, H. La trata de esclavos. Historia del tráfico de seres humanos de 1440 a 1870. Barcelona: Planeta, 1998, p. 70. 22 Ibidem, pp. 658-659 23 VILA VILAR, E. > En: Actas del coloquio internacional sobre abolición de la esclavitud. Madrid: 1986. Madrid: CSIC Centro de Estudios Históricos, 1990, p26. 24 ANDRÉS-GALLEGO, J. y GARCÍA AÑOVEROS, J.Mª. La iglesia y la esclavitud de los negros. Navarra: EUNSA, 2002, p.90.

acabaron volviéndose pilares de la comunidad de los libres de color. 25 Pero a pesar de cuestiones referentes a derechos secundarios, lo cierto es que el Derecho Romano y Canónico se limitaba a regular la esclavitud, pues se consideraba una institución de derecho de gentes, conforme al orden natural, aceptada por la filosofía natural e incluso por la Sagrada Escritura, y cuyas raíces eran antiquísimas. Por ello veremos que la Iglesia actúa en la esfera oficial y en la privada de las conciencias, recomendado el buen trato de los esclavos y la manumisión, mientras recomendaba a los esclavos aceptar su situación como un calvario26.

Las Órdenes religiosas.

En cuanto a la existencia de una corriente defensora de los esclavos “de color” debemos citar algunos nombres como Tomás de Mercado, Fray Alonso de Montufar y Bartolomé de Albornoz. El primero de ellos, el dominico Tomás de Mercado, conocía las penosas condiciones en la que los esclavos eran transportados27. En su obra Suma de Tratos y Contratos28 vemos aún esa corriente más oficial, al denunciar el tráfico de esclavos y los malos tratos que sufrían los africanos, aunque no condena abiertamente la institución, pues concebía que la reducción a la esclavitud de los prisioneros de guerra era algo común29. Más alejado de la corriente oficial tenemos a Fray Alonso de Montufar, dominico arzobispo de México, quien, en el 1560, dirigió una carta al monarca Felipe II haciéndole ver la incongruencia que suponía mantener la esclavitud 25

PHILLIPS, William D. La esclavitud desde época romana hasta los inicios del comercio transatlántico. Madrid: SXXI de España, 1989, p. 149. 26 VILA VILAR, E. > En: Actas del coloquio internacional sobre abolición de la esclavitud. Madrid: 1986. Madrid: CSIC Centro de Estudios Históricos, 1990, p. 28. 27 THOMAS, H. La trata de esclavos. Historia del tráfico de seres humanos de 1440 a 1870. Barcelona: Planeta, 1998, p. 144. 28 ANDRÉS-GALLEGO, J. y GARCÍA AÑOVEROS, J.Mª. La iglesia y la esclavitud de los negros. Navarra: EUNSA, 2002, p.35. 29 THOMAS, H. La trata de esclavos. Historia del tráfico de seres humanos de 1440 a 1870. Barcelona: Planeta, 1998, p. 144.

de los africanos, a diferencia de los nativos americanos que ya había sido abolida, pues ambos recibían el bautismo de buena voluntad30.

Aún más contundente se mostró el también dominico Bartolomé Frías de Albornoz que condenó tajantemente la esclavitud, llegando a contradecir la línea más oficial la cual justificaba la esclavitud por el hecho de la conversión de los africanos al cristianismo, afirmando que la “libertad del ánimo no se haya de pagar con la servidumbre del cuerpo”. Tal fue la crítica que se prohibió la lectura de su obra al ser incluida en el Índice31. Prácticamente será el único, hasta llegar a los abolicionistas del siglo XVIII, que incluso pondrá en tela de juicio las causas lícitas que permitían someter a la esclavitud32.

Junto a estos tres autores se podrían mencionar algunos más, pero en un análisis más general vemos que son los miembros de la Orden de los Dominicos o de Predicadores lo más críticos con la esclavitud de los negros. Aunque en principio son los Jesuitas33 los que se erigen como defensores de estos, lo cierto es que nunca

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VILA VILAR, E. > En: Actas del coloquio internacional sobre abolición de la esclavitud. Madrid: 1986. Madrid: CSIC Centro de Estudios Históricos, 1990, p. 26. También consultar: THOMAS, H. La trata de esclavos. Historia del tráfico de seres humanos de 1440 a 1870. Barcelona: Planeta, 1998, p. 125. 31 VILA VILAR, E. > En: Actas del coloquio internacional sobre abolición de la esclavitud. Madrid: 1986. Madrid: CSIC Centro de Estudios Históricos, 1990, p. 26. 32 ANDRÉS-GALLEGO, J. y GARCÍA AÑOVEROS, J.Mª. La iglesia y la esclavitud de los negros. Navarra: EUNSA, 2002, p. 37. 33 BURRIEZA SANCHEZ, J. Jesuitas en Indias: entre la utopía y el conflicto. Trabajos y misiones de la Compañía de Jesús en la América Moderna. Valladolid: Universidad de Valladolid, 2007, p. 118.

condenaron abiertamente la esclavitud de los africanos34, aproximándose más a la postura seguida por Roma, de aceptación de la institución de la esclavitud a través de todo un entramado de legalidad basado en Aristóteles y las Causas Justas (Derecho natural y de Gentes)35. Entiéndase por esto último esa casuística que justificaba la condición del esclavo, es decir, una guerra justa, ser esclavo de nacimiento, etc36. Un ejemplo de esto último es el caso destacado del jesuita Luis de Molina cuyos propósitos eran conocer cómo los esclavos negros habían sido reducidos a dicha condición por títulos y causas justas, para así poder ofrecer respuestas moralmente seguras a los que tienen dudas37. Algunos incluso llegaron a considerarla beneficiosa tal como se refleja en una carta del Rector del Colegio de la Compañía de San Pablo de Loanda escribió a Alonso de Sandoval en Cartagena38. Si bien es cierto que este no era el ejemplo típico, si que dicha actitud de aceptación de hechos consumados para no llevar a cabo una condena tajante sería la más común entre los jesuitas39.

La actitud más resulta fue la mantenida por dos capuchinos: el aragonés, Francisco José de Jaca y el francés, Epifanio de Moirans40. Ambos considerados defensores tenaces de la libertad de los esclavos. El caso de ambos es bastante parecido pues los dos predicaron sus ideas y se negaron a dar la absolución en La Habana a 34

VILA VILAR, E. > En: Actas del coloquio internacional sobre abolición de la esclavitud. Madrid: 1986. Madrid: CSIC Centro de Estudios Históricos, 1990, p. 27. 35 ANDRÉS-GALLEGO, J. y GARCÍA AÑOVEROS, J.Mª. La iglesia y la esclavitud de los negros. Navarra: EUNSA, 2002, pp. 97-105. 36 Ibidem, pp. 105-131 37 GARCÍA AÑOVEROS, J.Mª. “Luis de Molina y la esclavitud de los negros africanos en el siglo XVI. Principios doctrinales y conclusiones”. Revista de Indias, 219( 2000), p. 310. 38 VILA VILAR, E. > En: Actas del coloquio internacional sobre abolición de la esclavitud. Madrid: 1986. Madrid: CSIC Centro de Estudios Históricos, 1990, p..27. > 39 Ibidem, pp.27-28 40 ANDRÉS-GALLEGO, J. La esclavitud en la América española. Madrid:Encuentro, 2005, pp. 44-48.

quienes no prometiesen manumitir a sus esclavos. También escribieron sendos tratados criticando y condenando la esclavitud, y así mismo el desenlace de ambos fue parecido pues fueron encarcelados y sometidos a un proceso, trasladados a España y, finalmente se les prohibió volver a las Indias. El delito de ambos fue predicar que los negros eran libres por derecho, por lo que su captura y transporte como esclavos era injusto y que por tanto aquellos que fuesen propietarios de esclavos estaban obligados a ponerlos en libertad y a abonarles el precio del trabajo realizado hasta entonces 41. La condena de ambos era el resultado de haberse enfrentado, con la publicación de sus obras, a un sistema que sostenía en buena parte la economía “colonial”42.

Conclusión.

En definitiva, lo que aquí he querido hacer es aclarar o más bien desterrar ciertas asunciones erróneas sobre la esclavitud que en mayor o menor medida han podido arraigar en la historiografía, como puede ser la responsabilidad meramente europea en el tráfico esclavista, ya que hemos visto que eran los poderes locales africanos quienes controlaban la oferta de un mercado en el que el comerciante europeo no partía con ningún tipo de “ventaja intelectual” a priori ya que dichos poderes locales eran conscientes de las circunstancias de dicho mercado. El transporte masivo de africanos por el Atlántico resulta único por su envergadura y por sus efectos, el tráfico generó una compleja trama internacional de nexos comerciales desde Asia hasta América, cuyas consecuencias en África fueron profundas.

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VILA VILAR, E. > En: Actas del coloquio internacional sobre abolición de la esclavitud. Madrid: 1986. Madrid: CSIC Centro de Estudios Históricos, 1990, p. 29. 42 Ibidem, p. 30

Por otra parte, con lo aquí escrito, lo que he querido poner de relieve es que la actitud de la Iglesia en el tema de la esclavitud del africano sólo puede salvarse gracias a relevantes figuras que con mayor o menor determinación tomaron partido por la liberación del esclavo africano, quizás sean pocas las voces para tantos siglos de opresión y de injusticia, pero no debemos olvidar que la maquinaria colonial se basó, en gran parte y desde muy pronto, en el trabajo de los esclavos africanos; negocio en el que la Iglesia estuvo, también desde muy pronto, fuertemente implicada, por lo que sería bastante difícil enfrentarse a algo que ella misma había ayudado a consolidar y en cuyos beneficios tomaba parte43.

Algunas de las figuras que aquí hemos visto, junto a otras tantas, pueden ser consideradas como precursoras del movimiento e ideario abolicionista. Cierto que la Iglesia institucional está marcada por, como toda organización humana, virtudes y defectos44, pero por desgracia, como le ha ocurrido en otros momentos de la historia, escudada en la idea de que los propios cristianos y miembros de la Iglesia no son ajenos al discurrir histórico45, fue bastante a la zaga de aquellos que abogaron por la libertad.

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Ibidem, p.31 FERNANDEZ GARCÍA, J. . En: Jornadas sobre el V centenario del Descubrimiento de América , Úbeda, 1992. Jaén: Universidad de Jaén, 1992, p. 141 45 CONGAR, Y.Mª. El racismo y la Iglesia. Barcelona: Estela, 1963, p.11 44

Bibliografía.

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Otros recursos:

AMISTAD, (DVD), Steven Spielberg, EE.UU., Dreamworks Pictures, 1997, (155min).