Estudio longitudinal cuidadores

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INFORME FINAL DEL PROYECTO

Cuidador en riesgo: relación entre el funcionamiento familiar, los sentimientos positivos y de ambivalencia hacia la persona mayor y la salud física y psicológica del cuidador. ACRÓNIMO: RIESGOCUID

CÓDIGO: 34/2010

Entidad financiadora: Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales

Informe elaborado por: María Márquez González1, Andrés Losada Baltar2, Javier López Martínez3, Rosa Romero-Moreno2. 1- Facultad de Psicología, Universidad Autónoma de Madrid 2- Departamento de Psicología, Universidad Rey Juan Carlos 3- Facultad de Medicina, Universidad San Pablo CEU

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Índice Pág. 1

Introducción …………………………………………………................................

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Objetivos .......................................................................................

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2.1.Objetivo general................................................................

7

2.2. Objetivos específicos........................................................

8

2.3.Hipótesis planteadas.........................................................

8

3

4

Método …………………………………………………………….............................

9

3.1. Muestra.............................................................................

9

3.2. Variables e instrumentos...................................................

10

Resultados …………………………………………………………...........................

15

4.1. Análisis de normalidad y presencia de casos atípicos...................

15

4.2. Descriptivos y análisis de los correlatos contextuales y

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sociodemográficos de las variables de interés..................................... 4.3. Análisis del papel de las variables analizadas en la explicación

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del malestar del cuidado...................................................................... 4.4. Análisis del papel mediador y moderador de las variables

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analizadas............................................................................................. 4.5. Perfil de riesgo del cuidador: propuesta de una escala de riesgo

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bio-psico-social.................................................................................... 5.

Discusión ………………………………………………………….............................

27

6.

Referencias bibliográficas ……………………………………….......................

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1. Introducción: punto de partida del proyecto

Es un hecho constatable la proliferación en las últimas décadas de los estudios centrados en el análisis de variables implicadas en el proceso de estrés y afrontamiento en las personas que cuidan de un familiar mayor con demencia. No obstante, dado el elevado número de factores potencialmente relevantes (contextuales, psicológicos, biológicos y sociales) y la complejidad de las interacciones entre éstos, todavía existen aspectos poco explorados y que, sin embargo, podrían ofrecer pistas importantes para comprender mejor los mecanismos implicados en el bienestar de los cuidadores y, por tanto, para estar en mejores condiciones de son capaces de equilibrar y cambiar sus estilos de funcionamiento según se producen cambios evolutivos. La competencia familiar, que va desde el funcionamiento familiar sano hasta el gravemente disfuncional ayudarles desde el ámbito de la intervención psicológica y social. Debido a que los cuidadores familiares de personas con demencia se enfrentan diariamente a situaciones altamente demandantes, el modelo teórico que ha guiado la mayoría de los estudios sobre el cuidado ha sido el modelo de estrés y afrontamiento adaptado al cuidado (Knight y Sayegh, 2010). Desde este modelo, las variables que cobran especial relevancia son las denominadas moderadoras o mediadoras que potencian o amortiguan el impacto que los estresores tienen sobre el malestar y/o bienestar emocional del cuidador. Asimismo, estas variables son precisamente las que se pretenden modificar a la hora de diseñar intervenciones psicológicas con los cuidadores y son las que constituyen potenciales mecanismos de acción de estas intervenciones. En este sentido, en la literatura internacional existente los estudios de meta análisis de eficacia de los tratamientos con cuidadores insisten cada vez más en analizar el efecto de variables moderadoras de dichas intervenciones (Olazaran et al., 2010; Sörensen, Pinquart y Duberstein, 2002; Yin, Zhou y Bashford, 2002).

La necesidad de considerar variables relativas a las relaciones familiares y a aspectos de la experiencia subjetiva del cuidador poco explorados ha sido señalada recientemente en un trabajo europeo de revisión de las escalas

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existentes de evaluación del cuidador, que concluye que son necesarias mejores herramientas de evaluación que las que hay disponibles (Moniz-Cook y otros, 2008).

El punto de partida del proyecto de investigación objeto de este informe de resultados fue precisamente explorar el papel de algunas de estas variables poco exploradas, aunque potencialmente relevantes, en la explicación del bienestar de las personas que cuidan: el funcionamiento o apoyo familiar, las emociones positivas y la ambivalencia emocional en el contexto del cuidado.

El funcionamiento competente familiar indica en qué medida la familia realiza bien sus funciones necesarias: dando apoyo y sustento, estableciendo límites generacionales y liderazgo eficaces, potenciando la separación y la autonomía evolutiva de los hijos, negociando los conflictos y comunicándose de forma eficaz (Beavers y Hampson, 1995). Las familias competentes, se ve en un continuo progresivo y no en tipologías categóricas, de manera que esto nos permite asumir la existencia de un potencial de crecimiento y adaptación en todas las familias. Los escasos estudios que han analizado esta variable en cuidadores de personas con demencia demuestran su importancia. En este sentido, GonzálezPisano y otros, (2009) encontraron relaciones significativas entre la función familiar, la calidad de vida relacionada con la salud y el apoyo social en cuidadores de personas mayores dependientes. De acuerdo con los resultados del estudio de Mitrani y otros (2006), además de una relación global con el malestar (a mejor función familiar, menor malestar), se encontró que la función familiar media la relación entre la carga objetiva y el malestar de los cuidadores (depresión, ansiedad y salud percibida). En un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Salamanca y en el que han participado algunas de las personas firmantes del presente proyecto, se analizó la relación entre el malestar de los cuidadores de personas mayores con demencia y el funcionamiento familiar, evaluado a través de la escala APGAR de función familiar (adaptación, asociación, crecimiento, afecto y resolución familiar) (PérezPeñaranda y otros, 2009). Estos autores concluyeron que la función familiar se

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comporta como un predictor significativo de la salud mental de los cuidadores de pacientes dependientes.

Mientras que las primeras investigaciones sobre cuidadores de enfermos se centraban en el estudio de la carga del cuidador, George y Gwyter (1986) empezaron a evaluar indicadores de bienestar, indicando la ventaja de tener una concepción múltiple de lo que implica ser cuidador, y así poder establecer comparaciones con los que no son cuidadores. En este sentido, la mayoría de los estudios de intervención y del análisis del proceso de estrés en el cuidado se han basado especialmente en el análisis de aspectos negativos del cuidado, subrayando la importancia de reducir variables relacionadas con el malestar del cuidador, tales como depresión, carga, ansiedad, etc., y, sin embargo, se ha ignorado el papel de variables más positivas, como son los sentimientos y emociones positivas que no son infrecuentes en los cuidadores. Una visión del cuidado de las personas con enfermedad crónica generadora de dependencia que incluya sus aspectos positivos y negativos facilita una visión integrada de la vida de los cuidadores, en lugar de una concepción fragmentada de ésta.

Es habitual encontrar que los cuidadores albergan emociones de tipo positivo y sentimientos complejos y ambivalentes hacia su familiar enfermo. En este sentido, recientemente en un estudio cualitativo se encuentra que los cuidadores difieren en gran medida entre sí en cuanto a los sentimientos que presentan en relación al cuidado de sus familiares, con un espectro que oscila entre experiencias negativas, ambivalentes y positivas (Shim, Barroso y Davis, 2012). Shim y otros (2012) sugieren que los cuidadores que describen sus experiencias del cuidado como positivas perciben su relación pasada y presente con la persona cuidada en términos cariñosos, se centran en los aspectos de la relación con sus familiares que todavía están presentes en lugar de los que ya han perdido, informan de tener altos niveles de empatía y satisfacción con el cuidado y bajos niveles de carga. Por su parte, los cuidadores con altos niveles de ambivalencia informan de tener una relación con su familiar perdida, presentan sentimientos mixtos en relación al cuidado y tienen dificultades a la hora de aceptar la falta de reciprocidad de sus familiares, siendo

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necesarios más estudios cuantitativos que analicen el papel de los sentimientos positivos y de ambivalencia en el proceso de estrés del cuidador (Shim y otros, 2012). Asimismo, se ha encontrado que algunas emociones positivas, como la alegría o la satisfacción por cuidar, suelen estar presentes en un elevado porcentaje de cuidadores (un 70%, según Cohen, Colantonio y Vernich, 2002). Menos se conoce sobre el papel de otras emociones positivas específicas como la ternura o el agradecimiento, relacionado con la reciprocidad y el cariño hacia la persona cuidada. Conocer mejor el papel de estas emociones positivas en los cuidadores puede resultar de gran utilidad, ya que existen datos que demuestran que la experiencia de emociones positivas durante períodos de estrés hace menos probable que las personas se involucren en espirales descendentes hacia la depresión clínica y parece moderar la relación entre estrés y sintomatología depresiva (Dixon y Reid, 2000; Folkman y Moskowitz, 2000; Moskowitz, Acree y Folkman, 1998).

Por otro lado, la mezcla de emociones positivas (p.ej., ternura, reciprocidad, cariño) y negativas (p.ej., odio) hacia el familiar también se podría generar en el cuidador un sentimiento de ambivalencia difícil de manejar, el cual podría tener importantes implicaciones para la adaptación del cuidador a la situación de cuidado, pudiendo estar de algún modo relacionada con su nivel de malestar emocional (p.ej., depresión, culpa, etc) (Pillemer y otros, 2007).

Teniendo en cuenta todo lo anteriormente comentado, consideramos que, de cara a poder llegar a identificar de forma adecuada a los cuidadores que se encuentran en mayor riesgo de desarrollar problemas de salud física y psicológica son necesarios estudios que permitan ampliar nuestro conocimiento sobre aspectos poco analizados, como los comentados en el párrafo anterior, que podrían jugar un papel fundamental en el proceso del cuidado.

Por este motivo, en este trabajo se planteó como objetivo principal valorar el grado en el que variables relativas a las relaciones familiares o los sentimientos

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ambivalentes del cuidador contribuyen a explicar el malestar de los cuidadores, controlando el efecto que otras variables puedan ejercer en tal relación (por ejemplo, comportamientos problemáticos del cuidador, apoyo recibido, etc.). Para alcanzar este objetivo, se evaluó, además del funcionamiento familiar, emociones positivas específicas asociadas al cuidado y los sentimientos de ambivalencia del cuidador, otras variables de carácter bio (presión sanguínea, tasa cardíaca, vitalidad y comportamientos de salud), psico (depresión, ansiedad, realización de actividades de ocio, pensamientos disfuncionales, etc.) y sociales (utilización de recursos), así como variables relativas a la persona cuidada (capacidad

funcional

y

cognitiva

y

presencia

de

comportamientos

problemáticos).

2. OBJETIVOS

2.1. Objetivo general

El objetivo general del proyecto ha sido analizar el papel del funcionamiento o función familiar, las emociones positivas en el cuidado y los sentimientos de ambivalencia del cuidador en la explicación (predicción) del malestar físico (vitalidad, presión sistólica, diastólica, pulso y salud percibida) y psicológico (depresión y ansiedad) del cuidador, controlando variables sociodemográficas (edad, sexo) y los estresores.

2.2. Objetivos específicos: -

Analizar en qué medida el funcionamiento familiar, las emociones positivas en el cuidado y los sentimientos de ambivalencia del cuidador contribuyen a explicar la varianza del malestar físico y psicológico del cuidador.

-

Analizar el papel mediador y/o moderador del funcionamiento familiar, las emociones positivas en el cuidado y los sentimientos de ambivalencia hacia el familiar en la relación entre estresores (frecuencia de

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comportamientos problemáticos de la persona cuidada) y el malestar físico y psicológico del cuidador. -

Analizar en base a características bio-psico-sociales si existe un perfil de cuidador en riesgo.

-

En base al objetivo anterior, diseñar un instrumento de evaluación que permita obtener un perfil de cuidador en situación de mayor riesgo biopsico-social.

Asimismo,

se

pretende

analizar

sus

propiedades

psicométricas.

2.3. Hipótesis planteadas

A continuación, se presentan las principales hipótesis planteadas.

1 ⇒ Sobre el papel global de las variables analizadas en la explicación del malestar del cuidado

Hipótesis 1. La función familiar y los sentimientos positivos y de ambivalencia hacia el familiar contribuirán de manera significativa y con un importante porcentaje de varianza a explicar el malestar del cuidador, tanto físico (salud percibida, presión sanguínea y tasa cardíaca) como psicológico (depresión y ansiedad).

2 ⇒ Sobre el papel específico de la función familiar

Hipótesis 2. La función familiar mediará y/o actuará como moderadora (amortigüadora) de los efectos negativos del cuidado de personas con demencia. Los estresores del cuidado (comportamientos problemáticos, dependencia funcional, etc.) provocarán mayores consecuencias negativas en aquellos cuidadores con relaciones familiares más disfuncionales (de acuerdo con la escala de Función Familiar descrita en método). Pertenecer a una familia con relaciones funcionales proporcionará ventajas especialmente cuando el contexto del cuidado sea especialmente difícil.

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3 ⇒ Sobre el papel específico de las emociones positivas

Hipótesis 3. Las emociones positivas hacia la persona cuidada funcionarán como mediadoras y/o moderadoras (amortigüadores) del malestar del cuidador. Experimentar más emociones positivas asociadas al cuidado atenuará los efectos del estrés sobre el nivel de depresión de los cuidadores.

4 ⇒ Sobre el papel específico de la ambivalencia emocional hacia la persona cuidada

Hipótesis 4.1. Una mayor presencia de sentimientos de ambivalencia hacia la persona cuidada se asociará con mayores índices de malestar físico y psíquico en los cuidadores, mayor malestar tanto a niveles altos de comportamientos problemáticos y limitaciones funcionales como ante niveles bajos de estas dimensiones.

Hipótesis 4.2. Los sentimientos de ambivalencia mediarán y/o actuarán como moderadores (amortigüadores) en la relación entre estrés y consecuencias del cuidado.

3- MÉTODO 3.1. Muestra Para la evaluación inicial han sido entrevistados 163 cuidadores informales de personas con demencia entre los meses de enero de 2010 y diciembre de 2011. Las entrevistas se han realizado en centros colaboradores del proyecto: Centro de Cruz Roja Reina Sofía, Casa del Mayor de Getafe, Fundación María Wolf y Unidad de Memoria del Hospital de Cantoblanco. En la tabla 3.1 se presentan los datos sociodemográficos correspondientes a los cuidadores evaluados

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Tabla 3.1. Datos sociodemográficos de la muestra (N = 163) Variables

Media

D.T

rango

Edad del cuidador

61.10

13.92

24-89

Nivel educativo (años de educación formal)

17.31

7.51

0-40

Tiempo cuidando (en meses)

3.69

320

0.5-20

Horas diarias dedicadas al cuidado

14.20

8.44

2-24

Edad de la persona cuidada

78.02

9.11

56-101

Capacidad funcional de la persona cuidada (Barthel)

64.87

28.73

0-190

Parentesco con la persona cuidada (%)

Enfermedad del familiar

Esposa/o

43.4%

Hija/o

50.0%

Nuera/o

1.2%

Otros

5.4%

Alzheimer

66.3%

Otra demencia

33.7%

3.2. Variables e instrumentos

⇒ RELATIVAS A LA PERSONA QUE CUIDA Sociodemográficas Se evaluó la edad y el sexo del cuidador y de la persona cuidada, el diagnóstico de la persona cuidada, el parentesco entre cuidador y la persona cuidada, el nivel educativo del cuidador, consumo de psicofármacos, así como otras variables habitualmente controladas en la literatura sobre el cuidado.

Ambivalencia Siguiendo las pautas habitualmente consideradas para evaluar la ambivalencia (ej., Priester y Petty, 1996; Pillemer y otros, 2002), para el presente estudio se han elaborado 4 ítems (ej., “Con qué frecuencia siente usted a la vez sentimientos positivos y negativos hacia su familiar”; “Con qué frecuencia siente usted a la vez satisfacción y rabia por ser cuidador”) que han de ser respondidos por el cuidador a través de una escala de 4 opciones de respuesta (0=nunca; 1=a veces; 2= frecuentemente; y 3=siempre). Igualmente, se han planteado otros 4 ítems a través de los cuáles se le

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pregunta a los cuidadores si se identifican (0 = no me identifico nada; 3 = me identifico totalmente) con los siguientes enunciados (ej., “Si bien tengo buenas relaciones con otros familiares, en ocasiones siento mucha rabia porque no colaboren o se ofrezcan más a ayudarme”).

Función familiar La satisfacción del cuidador con su funcionamiento familiar se evaluó a través de la escala APGAR-familiar (Smilkstein, 1978). Consta de 5 ítems (ej., ¿está satisfecho con la ayuda que recibe de su familia? o ¿conversan entre ustedes sobre los problemas que tienen en casa?) que han de responderse en categorías de respuesta tipo Likert de 3 opciones de respuesta (de “0 = casi nunca” a “2 = siempre”). Una puntuación igual o superior a 7 indica funcionalidad familiar mientras que igual o menor a 6 indica disfunción familiar. Ha sido utilizada con población española cuidadora con excelentes propiedades psicométricas, entre las que destacan asociaciones significativas con salud mental, calidad de vida y carga (Pérez y otros, 2008).

Emociones positivas asociadas al cuidado Se ha empleado una escala breve de evaluación de la frecuencia con la que los cuidadores experimentan las siguientes emociones positivas en el contexto del cuidado de su familiar: ternura, cariño/afecto, agradecimiento, paz/calma y satisfacción. Concretamente, se pregunta a los cuidadores con qué frecuencia han sentido esas emociones en relación con su labor de cuidadores en el último mes. El formato de respuesta es una escala Likert de 5 puntos (0= nada; 4= muchísimo).

Pensamientos disfuncionales sobre el cuidado Se evaluó a través del Cuestionario de Pensamientos Disfuncionales sobre el cuidado (Losada, Montorio, Izal y Marquez, 2006). Consta de 16 ítems (ej., “Cuando una persona cuida de un enfermo debe dejar sus intereses a un lado, y dedicarse por completo al enfermo”) que evalúan pensamientos que pueden actuar como barreras u obstáculos para un cuidado adaptativo. Las respuestas se codifican en una escala tipo Likert que varía entre 0 (totalmente en desacuerdo) y 4 (totalmente de acuerdo). Esta escala ha demostrado adecuadas propiedades psicométricas como, por ejemplo, un

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alpha de Cronbach de .90, y ha demostrado sensibilidad al cambio (Márquez-González et al., 2007).

Frecuencia y satisfacción con el ocio y tiempo libre Se utilizó la Escala de Medida de la Satisfacción con el Ocio y Tiempo Libre (LTS; Stevens y otros, 2004) y la adaptación de la misma para evaluar la frecuencia de ocio y tiempo libre. A través de 6 ítems se evalúa el grado en el que el cuidador ha dedicado tiempo a 6 actividades de ocio y tiempo libre diferentes (ej., estar tranquilo, aficiones, pasar buenos ratos con otras personas) y el grado en el que está satisfecho con dichas actividades. En un estudio reciente realizado con población cuidadora en nuestro país se han encontrado buenos índices de fiabilidad para estas escalas (.87 y .71 respectivamente; Losada y otros, 2008).

Depresión Se utilizó la Escala de Depresión del Centro para Estudios Epidemiológicos (CESD; Radloff, 1977), que fue diseñada para evaluar sintomatología depresiva en la población general, si bien es quizá las más utilizada en población cuidadora (ver, por ejemplo, Schulz y otros, 1995). Consta de 20 ítems con formato de respuesta tipo Likert de 4 opciones (“raramente o nunca” valor = 0; “todo el tiempo” valor = 3), que evalúan si la persona ha manifestado diferentes síntomas durante la semana previa. El rango de la puntuación global varía entre 0 y 60. El coeficiente alpha obtenido en el trabajo original varía entre .85 (con población general) y .90 (con población clínica). Aunque habitualmente se utiliza como punto de corte una puntuación de 16 en esta escala (Radloff y Teri, 1985), diferentes trabajos sugieren que es necesario utilizar un punto de corte mayor con el fin de mejorar la eficiencia de esta escala. Así, recientemente, Haringsma, Engels, Beekman y Spinhoven (2004) sugieren que el punto de corte óptimo de esta escala es 25. La consistencia interna de esta escala obtenida en un estudio similar al que aquí se propone, realizado con población cuidadora, evaluada a través del coeficiente alpha de Cronbach es de .90 (Losada, 2005).

Ansiedad

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Para evaluar el nivel de ansiedad de los cuidadores se empleará la escala de Tensión del Perfil de Estados de Ánimo (POMS; McNair, Loor y Droppleman, 1971) en versión estado, esto es, pidiéndoles a los sujetos respondieran cómo se sentían en el momento preciso de cumplimentar el instrumento. Se ha optado por esta escala dado que diferentes autores (por ej., Bradley y otros, 1998) encontraron indicios de que es una medida más pura de la ansiedad y menos vulnerable a la influencia de la depresión que otras como el STAI-E (Spielberger, Gorsuch y Lushene, 1970). Esta subescala del POMS consta de 9 ítems y el formato de respuesta es una escala Likert de 5 puntos (0= nada; 4= muchísimo).

Culpa Se evaluó a través del Cuestionario de Culpa para el Cuidado (CGQ; Losada, Márquez-González, Peñacoba y Romero-Moreno, 2010). Esta escala está formada por 22 ítems (ej. Me he sentido mal por haberme enfadado con la persona a la que estoy cuidando o me he sentido mal por no atender a mis otros familiares (marido, mujer, hijos…) como debería) que miden en qué medida el cuidador ha experimentado sentimientos de culpa (por comportarse de forma inadecuada con el familiar al que cuida, por dedicarse tiempo a sí mismo, por descuidar a otros familiares o por tener sentimientos negativos hacia otras personas) durante la semana previa. Presenta un rango de respuestas tipo Likert con 4 opciones (0 = “nunca”; 4= “siempre o la mayoría del tiempo”). Esta escala muestra excelentes propiedades psicométricas, al haberse encontrado que puntuaciones altas en culpa se asocian positivamente con carga, depresión y ansiedad y de forma inversa con apoyo social, activación y satisfacción conductual (Losada y otros, 2010). Asimismo, presenta una consistencia interna, medida a través del coeficiente alpha de Cronbach, de .88 (Losada y otros, 2010).

SALUD FÍSICA Salud física percibida del cuidador El estado de salud del cuidador se evaluó a través de las escalas del Cuestionario de Salud SF-36 (Alonso y otros, 1995), quizá el instrumento más utilizado para evaluar la calidad de vida relacionada con la salud para la evaluación de intervenciones relacionadas con la salud. Evalúan el grado en que la salud del individuo limita una

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serie de actividades Físicas (“función física”, compuesta de 10 ítems), el grado en el que los problemas de salud física interfieren con el funcionamiento ocupacional – realización de actividades cotidianas- del paciente (“rol físico”, compuesta de 4 ítems), el nivel de fatiga y energía del paciente (“vitalidad”, compuesta de 4 ítems) y las limitaciones en la vida sociofamiliar por problemas de salud (“función social”, compuesta por 2 ítems). Las propiedades psicométricas de estas escalas son excelentes, tal y como se señala en el trabajo de Vilagut y otros (2005), encontrándose índices de fiabilidad de .94 para la escala de función física, .96 para la escala de rol físico, .85 para la escala de vitalidad y .84 para la escala de función social.

Presión arterial y frecuencia cardíaca del cuidador La evaluación de la presión arterial y la frecuencia cardíaca se realizó a través del equipo OMRON M7, validado y recomendado por la Sociedad Europea de Hipertensión, y se llevó a cabo siguiendo las recomendaciones establecidas (ej., Coca y otros, 2007), teniendo en cuenta la experiencia previa en su evaluación por parte de Bob Knight (Kim y Knight, 2008), y el asesoramiento de profesionales de la medicina asesores del proyecto (Drs. Emiliano Rodríguez y Luis García, de la Universidad de Salamanca). Esta variable ha sido selecionada a partir de estudios previos en los que se ha encontrado que los efectos negativos del cuidado de personas con demencia se observan únicamente en indicadores objetivos de la salud física, entre los que se encuentra la presión arterial (ej., Kim y Knight, 2008). Uno de los autores de este último trabajo citado, Bob Knight, es colaborador del equipo solicitante, como se puede observar en las publicaciones realizadas por el equipo solicitante.

⇒ RELATIVAS AL FAMILIAR

Estado funcional El estado funcional de la persona cuidada se evaluó con el Índice de Barthel (Mahoney and Barthel, 1965), una escala de 10 ítems que evalúa la capacidad de la persona para realizar 10 actividades básicas de la vida diaria. Se obtiene una estimación cuantitativa del nivel de dependencia de la persona (mayores puntuacione son indicativas de un

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mejor estado funciona). Estudios previos realizados por el equipo de investigación han encontrado un índice alpha de Cronbach de .91 para esta escala (Pérez y otros, 2008).

Estado mental El estado mental o el grado de deterioro cognitivo se evaluó con la Escala Global de Deterioro (GDS; Reisberg y otros, 1982). Está formada por un ítem que evalúa el nivel de deterioro cognitivo de la demencia -basado en los distintos síntomas correspondientes a las diferentes fases de la demencia- con puntuaciones que oscilan entre 1 = ausencia de alteración cognitiva (ej. “ausencia de quejas subjetivas, ausencia de trastornos evidentes de la memoria”) y 7 = defecto cognitivo muy grave (ej. “incontinencia de orina o requiere asistencia en el aseo y en la alimentación”).

Frecuencia de comportamientos problemáticos Se evaluó a través de la subescala de frecuencia de comportamientos problemáticos del Listado de Problemas de Memoria y de Conducta Revisado (Revised Memory and Behavior Problems Checklist; RMPBC; Teri et al., 1992). Esta subescala consta de 24 ítems que varían entre 0 (nunca ocurre) and 4 (ocurre diariamente o más a menudo) que evalúan comportamientos problemáticos observables en personas con demencia (relacionados con la memoria, con depresión o con comportamientos problemáticos como la agresividad, la agitación, deambulación, etc.). Estudios previos demuestran que las propiedades psicométricas de esta escala son adecuadas (Losada y otros, 2005) y que se trata de un instrumento que permite discriminar cambios en comportamientos problemáticos de personas con demencia a lo largo del tiempo (McCarty y otros, 2000).

4- RESULTADOS

4.1. Análisis de normalidad y presencia de casos atípicos Los análisis de la distribución de las variables de interés sugieren que, en base a los datos de asimetría y curtosis, todas las variables se distribuyen dentro de la normalidad, excepto la variable función familiar, que presenta una asimetría negativa. Por esta razón, siguiendo las recomendaciones de Tabachnick y Fidell (1996) se

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transformó esta variable aplicando la función raíz cuadrada de la variable reflejada (recíproca). No se han detectado casos atípicos univariados (en ningún caso se ha observado un caso con puntuaciones estandarizadas superior a 3.29 (p ≤ .001) ni multivariados (distancia de Mahalanobis < .001).

4.2. Descriptivos y análisis de los correlatos contextuales y sociodemográficos de las variables de interés

La Tabla 4.1 recoge los descriptivos de las variables de interés del estudio. Tabla 4.1 Descriptivos de las variables centrales del estudio

Media

7.82

Frecuencia de emociones positivas 12.76

D.T.

2.40

4.58

Mínimo

0.00

0.00

0.00

Máximo

10.00

20.00

16.00

Función familiar

Ambivalencia 5.40 3.70

Un análisis de medidas repetidas revela que existen diferencias significativamente en la frecuencia con que se experimentan las 5 emociones positivas analizadas: ternura, cariño/afecto,

agradecimiento,

paz/calma

y

satisfacción

(F=8,18;p