RS21 Vol.14, No.2 (Octubre, 2012)

Atanasio olvidado ¿Importa la doctrina de la trinidad? Guillermo Green

El trío de hermanas cantaba bellísimo. Eran de una familia italiana, crecieron en Estados Unidos, y desde pequeñas fueron educadas en todo tipo de canto. Armonizaban en tres voces de manera increíble, y cantaron piezas desde Country hasta ópera. El locutor les preguntó si cantaban canciones navideñas cuando eran niñas (la época era Navidad), y dijeron que sí, en la iglesia en que crecieron. Les preguntó cuál iglesia, y respondieron que era la iglesia Católica “San Atanasio”. El locutor les preguntó, “¿Y quién era san Atanasio?” Ahí dijeron, “Eso nunca lo supimos. Íbamos por la música, nada más”. Probablemente la gran mayoría de Católicos y Protestantes hoy no conocen el nombre de uno de los héroes de la fe cristiana. Vivió desde aproximadamente 296 hasta 373 d.C., fue obispo de Alejandría (Egipto) durante 45 años. Sin embargo, fue exiliado 5 veces, y pasó un total de 17 años en exilio por causa de su defensa de la fe ortodoxa principalmente en contra de los arrianos. Defendió el carácter trinitario de Dios y la divinidad completa de Cristo. El lema atribuido a él es “unum contra mundum” (latín, “uno contra el mundo”), y representa su deseo de ser fiel a Dios aunque el mundo entero estuviera contra él. De hecho, varios emperadores estuvieron en contra

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de él, y en un momento hubo órdenes de que si llegaba a su iglesia lo mataran. Pero Atanasio prefirió exilio y peligro antes que callar la verdad bíblica, y gracias a su lucha incansable, la Iglesia llegó a afirmar para siempre la doctrina de la trinidad. 1.  La importancia doctrinal de afirmar la trinidad

Primero, Dios se revela como Dios trino. No es lícito adorar a otro Dios. Si inventamos otro dios que la Biblia no revela, cometemos idolatría, y blasfemamos contra el verdadero Dios. El Dios a quien debemos orar, y el Dios que bendice a su pueblo, es el Dios que se ha revelado como Dios trino: “ La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén” (2 Corintios 13:14). Segundo, Atanasio reconoció que sin un Dios trino, no habría salvación. Nuestra ofensa ha sido contra el eterno, infinito, y justo Dios Padre, tres veces santo, fuego consumidor. Nadie sino Dios mismo nos puede salvar de su ira. Pero, ¿quién podía pagar nuestra deuda ante Dios? Solamente un “hombre – divino” lo podría hacer, un postrer Adán, pero perfecto, y uno más que hombre, tenía que ser Dios mismo. Jesús debía ser tanto hombre completo para tomar nuestro lugar, como Dios pleno, para librarnos de la infinita ira de Dios y del castigo de la muerte. Atanasio entendió correctamente (contra Orígenes y algunos pentecostales modernos), que Jesús pagó nuestra deuda ante el Padre, y no ante Satanás. Ha habido a lo largo de la historia, aberraciones teológicas que afirman que Jesús nos libró del poder del diablo, y canceló lo que nosotros le

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debíamos a Satanás. Sin embargo, la Biblia no enseña en lo más mínimo que el pago ha sido a Satanás. El que castiga con muerte es Dios, no el diablo. El que creó el infierno es Dios, y el que arrojó al diablo al infierno es Dios. El diablo no es quien para cobrar nada. Dios mismo, en su Hijo, nos perdona y nos justifica para que no tengamos que pagar en persona el castigo que merecemos junto con el diablo. Tercero, el Dios trino, en la persona del Espíritu Santo, garantiza la aplicación de la salvación de Dios Padre y Dios Hijo, ya que su acción es como el viento – no se sabe de dónde viene ni a dónde va, pero se oye y se mira sus efectos ( Juan 3:8). El Espíritu Santo garantiza la presencia misma de Jesucristo, quien está a la diestra del Padre, pero presente por medio de su Espíritu ( Juan 14:16-19). Cuarto, todo cristiano debe revisar de cuando en cuando los símbolos antiguos e históricos de la fe cristiana sobre la trinidad. Mencionamos como ejemplos (entre otros): El Credo Apostólico, El Credo de Atanasio, el Credo de Nicea, La Confesión Belga, la Confesión de fe de Westminster. Siempre que la Iglesia se desvía de una teología robusta trinitaria, sufre inmediatamente en aspectos fundamentales de su doctrina y práctica. Puede ser que su concepto de la salvación se distorsione, y esto afecte inmediatamente su forma de evangelizar, y el mensaje que promuevan. Puede ser que su doctrina se desvíe, y esto afecte inmediatamente el mensaje que sus pastores predican desde el púlpito, lo cual afectaría todo aspecto de la fe y vida de la comunidad. No podemos minimizar la importancia de una teología robusta trinitaria.

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Reforma siglo 21 2.  Trinidad y ciencia

Estoy leyendo un libro fascinante por Vern Poythress, intitulado Redeeming Science: a God centered approach (Redimiendo las ciencias: un enfoque teocéntrico) [Wheaton: Crossway Books, 2006]. En este libro Poythress aplica la doctrina de la trinidad a la tarea científica, especialmente las ciencias “empíricas” o “físicas” (la física, la mecánica, y todas las ciencias que emplean observación). En su libro, Poythress lanza una crítica mortal contra la idea de “leyes naturales”, y culpa a los mismos cristianos por haber caído en la trampa de considerar las ciencias desde una perspectiva secular y materialista, y no trinitaria. Debo confesar que yo era medio culpable de esto. ¡Agradezco a Dios que este autor me ayudó a sacudirme de este pecado! Sin poder entrar en extensos detalles, Poythress rechaza el concepto de leyes naturales que “funcionan” solas. Toda ley implica un Legislador. Toda ley implica un Juez. Toda ley es “dada”, y esto quiere decir que es personal. Y de hecho, Poythress muestra bíblicamente cómo el Dios trino de la Biblia ha dado su Palabra para la creación, y las tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, están íntimamente involucradas en aplicar esta Palabra en cada movimiento del universo. Yo antes creía, como todos los seculares, los ateos y los materialistas, que la “ley de la gravedad”, por ejemplo, era alguna fuerza que operaba independientemente, era parte de la naturaleza, era una “ley impersonal”. Pero esto no tiene ni lógica ni fundamento bíblico. Cuando se examinan las leyes, uno llega a ver que tienen los atributos de Dios mismo. Por ejemplo, la ley de gravedad se aplica en Costa Rica y en Marte: es omnipresente. La ley de gravedad es necesaria para la vida

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y todo sistema imaginable: es sabia. La ley de gravedad no cambia: es eterna. La ley de gravedad es consistente y podemos contar con ella: es fiel. Y podríamos seguir, y decir lo mismo de todas las “leyes” físicas. Y cuando nos damos cuenta, hemos mencionado atributos divinos. Lo que encontramos en la naturaleza no son leyes impersonales, sino que nos encontramos con un Dios personal, quien envía su Palabra para cada y toda circunstancia. Esta Palabra es fiel, y podemos contar con ella porque Dios es un Dios fiel, y no es tramposo ni arbitrario. El mundo de las religiones animistas es un mundo caprichoso, en el cual cualquier cosa podría suceder. Pero el mundo que describe la Biblia está sostenido por un Dios fiel y bueno, que no juega caprichosamente con sus criaturas. Esta misma Palabra en algunas ocasiones hace flotar hachas, multiplicarse pan, y resucitar muertos. El hecho de que no podamos comprender “científicamente” estos hechos, no quiere decir que sean violaciones de la Palabra de Dios. En el plan universal de Dios, y en su infinita sabiduría, encajan perfectamente con las “leyes” científicas. Simplemente no alcanzamos poder entender todas las facetas de la Palabra de Dios para su mundo. Y sabemos que los milagros son eventos extraordinarios, son eventos especiales que Dios emplea en circunstancias que él determina para propósitos especiales. Nosotros, por otro lado, sabemos que podemos contar con la fidelidad de Dios en todo lo “ordinario”, de modo que si enviamos un hombre a la luna, confiamos que Dios no va a hacer que la luna de media vuelta a la tierra sólo para engañarnos. ¿Qué tiene esto que ver con la trinidad? ¡Mucho! La Biblia revela que es precisamente el Dios trino que creó el mundo (el

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Padre), sostiene todo por su Palabra (el Hijo), y permea todo aspecto de la creación (el Espíritu Santo). Un sólo Dios creó y ahora sostiene su mundo, pero cada persona de la trinidad tiene un aspecto de este trabajo. Cuando meditamos en el testimonio bíblico sobre Dios el Creador, Dios el Gobernador, y Dios el Sustentador, debe llevarnos a la adoración. En primer lugar y en último lugar nuestra respuesta ante el gobierno de Dios debe ser la adoración. Cuando el autobús frena y paramos de manera normal – puedo dar gracias a Dios y adorarle porque su Palabra fiel hizo que una vez más las fibras de los frenos apretaran los tambores del bus, impulsados por el sistema hidráulico o de aire, perfeccionado por años de desarrollo automotriz, colocados en la fábrica por empleados, y hoy llevándome a mi destino. Cada paso para inventar, fabricar, y utilizar es gobernado por Dios, pasos “ordinarios”, ¡pero conducidos en detalle por la poderosa Palabra de Dios! Esto debe llevarnos a la adoración. Cuando empezamos a ver el mundo con ojos de fe (y no como seculares, ateos y materialistas), en cada movimiento, cada color, cada sistema del mundo, vemos la mano cercana de nuestro Dios, y nos permite adorar. Estoy tan emocionado con mis nuevos lentes, que ahora el Salmo 19 tiene un significado aún más bello para mí: Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, Ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz,… (Salmo 19:1-4)

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3.  Trinidad y humildad

Creo que algo fundamental que nos enseña la doctrina de la trinidad es humildad. La Biblia está llena de testimonio de la obra del Dios trino, llena de pistas de la operación de cada persona, y sin embargo, entre más creemos comprender las relaciones de las personas de la trinidad, encontramos que tenemos que hacer ¡más calificaciones y más definiciones! Entre más sondeamos las operaciones del Dios trino, más nos encontramos con misterio. Entre más vemos su Palabra para la creación, operada por las tres personas de la trinidad, más complejas se tornan las interrelaciones de las ciencias, la filosofía y la teología. El hombre moderno se ha engañado, pensando que con los instrumentos suficientes, y con suficientes científicos brillantes, podemos llegar a entender exhaustivamente procesos físicos o biológicos. La verdad es que entre más se descubre, más crece lo desconocido. Y esto es de esperarse. Entre más el hombre finito se acerca a la presencia misma de Dios, es decir, su Palabra sosteniendo su mundo, más misterio encontraremos. El conocimiento que un Dios trino sostiene su mundo impone sobre nosotros la obligación de la humildad. Debemos olvidar aquella búsqueda arrogante por absoluto conocimiento. Debemos realizar nuestras investigaciones bajo un compromiso con el Dios revelado en la Biblia, con los propósitos que concuerdan con su ley. Por tanto, no es lícito cualquier actividad “científica”, si se hace para realizar, por ejemplo, abortos. No son lícitas actividades “científicas” para justificar lo que sabemos que son pecados. Los “experimentos científicos” de los Nazis en los campamentos de concentración eran experimentos

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blasfemos para apoyar un régimen ateo. El cristiano puede y debe involucrarse en la investigación científica. Pero debe recordar que está estudiando a Dios, está estudiando la mano de Dios misma gobernando su mundo. Y este Dios ha revelado para el hombre su voluntad en la Biblia. Todo científico debe ajustar su trabajo a la Palabra revelada. 4.  Trinidad y fe

A pesar de que el Dios trino y verdadero sea incomprensible en la profundidad de su carácter misterioso, sin embargo, es cognoscible verdaderamente, aunque no exhaustivamente. El Dios trino se revela en este mundo, y aún el impío conoce verdaderamente (aunque no “salvíficamente”) a Dios: “…porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:19-20).

Podemos dar un ejemplo de esto. Si yo conozco a una persona por primera vez, y compartimos brevemente algunas palabras, y esa persona me cuenta de dónde es, qué hace, cómo es su familia, etc., y luego partimos camino, yo puedo decir “conocí a don Juan”. Y es verdad que yo sé cosas verdaderas de él. No conozco muchas, pero lo poco que conozco es cierto. Mi conocimiento de don Juan es limitado pero es verdadero. Es el mismo caso con el Dios trino. Es imposible que el Dios infinito revele todo de su carácter. Pero lo que revela

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en la creación, y aún más en las Escrituras, es comprensible y es verdadero. Cuando Dios se revela como un Dios en tres personas, no hace falta que yo comprenda todos los aspectos de las relaciones inter-trinitarias para saber que hay “un Dios en tres personas”. La falta de comprensión exhaustiva no anula la veracidad del conocimiento. ¿Por qué estamos enfatizando esto? Porque vivimos en un mundo engañado por una falsa filosofía “científica” que da a entender que si no conocemos exhaustivamente, entonces no conocemos verdaderamente. Nuestra sociedad occidental moderna, engañada por un sentido de autonomía humana, cree que por medio de la investigación científica puede llegar a saber “la realidad”. Por supuesto, con los últimos avances en física subatómica, este sueño se aleja más con cada novedad. Pero persiste en la sociedad la idea de que si no conocemos algo exhaustivamente, entonces no podemos saber “la verdad”. Ahora bien, esta idea obviamente no es practicada por las personas. Todos los días vivimos nuestra vida dando por sentado que las cosas son ciertas, sin comprender al fondo su esencia. Muchos usan computadoras sin la menor idea de cómo funcionan, pero “conocen” su computadora suficientemente bien como para usarla. Encienden luces en la casa, y nadie cree que vaya a explotar una bomba al subir el apagador; esperan que se encienda la luz. “Conocen” apenas lo suficiente acerca de la electricidad como para usar las luces de la casa, por lo menos. ¿Por qué en la religión muchos creen que la existencia de “misterio” implica error? ¡Todos los días todos vivimos nuestra vida rodeados por muchos misterios! Y nos consolamos con que por lo menos “alguien” que inventó nuestra computadora

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o carro sí comprende cómo funciona. Y ¿por qué no podemos contentarnos con que Dios se conozca a sí mismo? ¿Por qué muchos sienten la necesidad de comprender a Dios totalmente como para creer en él? Esto se llama “idolatría”. En la idolatría exaltamos al hombre por encima de todo, y creamos nuestro propio dios bajo nuestro control. Sencillamente, muchas personas modernas rechazan el concepto de misterio con relación a Dios porque practican idolatría, y prefieren su propio dios manipulado por ellas. Hay otro ataque contra la fe bíblica que crece cada día, y probablemente llegará a ser “la religión” casi universal si Dios no refrena esta corriente. Hablamos del nuevo resurgimiento del paganismo, del cual el Dr. Peter Jones ha hablado mucho en sus escritos (ver sus libros: Verdad bíblica, Mentiras paganas; El imperio gnóstico contraataca; Llevando cautiva la menta pagana). El paganismo sí habla de “misterio”, y con sus diferentes versiones de esoterismo, engaña a muchos con una falsa “espiritualidad” que invita a la persona más allá de su existencia terrenal cotidiana. Algunas versiones del paganismo moderno son sofisticadas, con libros, filosofía y estudio, como el espiritismo de Brasil y los escritos de Alan Kardec y otros. Otras versiones son meramente populares, como la brujería sincretista que se practica en cada barrio. Pero todos rechazan al Dios trino y su revelación en las Escrituras, junto con la encarnación de la segunda persona de la trinidad en la persona de Jesucristo. Lo que vemos en el paganismo es simplemente otra alternativa de Satanás para engañar a las personas. Durante los siglos 19 y 20 en el occidente, el diablo promovió la idea de un mundo materialista, ateo, y la idea de una capacidad

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humana casi sin límite. Pero dos guerras mundiales y constantes problemas mundiales han golpeado este optimismo. Las personas están buscando otra alternativa, otra religión. Presto, el salonero sale de su lugar infernal listo con otro plato: el paganismo. Lo tenía guardado desde hace milenios, sólo faltaba sacudirle el polvo un poco, recalentarlo en el horno de microondas, y “no se preocupen, disfruten su comida”. No debemos dejarnos engañar con el uso pagano de “espiritualidad” y “misterio”. Es simplemente otro rechazo del Dios trino y su revelación a nosotros. El paganismo simplemente sustituyó personas muertas que canalizan información por científicos en batas blancas en sus laboratorios. Pero todo sigue siendo un esfuerzo por interpretar el mundo y la vida sin el Dios trino. En su fondo, todas las religiones falsas son una misma. Todas rechazan al Dios trino y las Escrituras. Por esto es necesario adoctrinar a nuestros hijos en la fe bíblica, trinitaria (recomiendo el Catecismo infantil). El niño cristiano que conoce al Dios trino verdadero no será tentado a sustituir el verdadero Dios por sustitutos pobres. Este niño sabrá que nuestro Dios va mucho más allá de nuestra comprensión, y gozará de un gran consuelo al saber que nuestro Dios es grande, infinito, poderoso. Pero también sabrá que aquél Dios infinito y grande ha revelado muchas cosas ciertas y comprensibles para nosotros, para que le conozcamos verdaderamente, y le amemos verdaderamente. Este niño entenderá muy bien lo que Dios mismo dijo: “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley” (Deuteronomio 29:29).

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Reforma siglo 21 5.  Conclusión

Hay una razón por qué toda falsa religión niega y rechaza la doctrina de la trinidad. Es porque esta doctrina combina la necesidad de la humildad humana (versus autonomía) con la certeza del conocimiento basado en la revelación fidedigna de Dios (versus el esoterismo, y el relativismo). El cristiano acepta humildemente la existencia de un Dios infinito, incomprensible, y se humilla ante él con fe y obediencia. Pero a la misma vez, sabe que su fe se fundamenta con absoluta certeza en la auto-revelación de Dios, y que todo lo que es revelado es absolutamente cierto. El cristiano puede colocar su vida presente y futura sobre esta certeza. Atanasio es héroe de la iglesia cristiana. Estaba dispuesto a perderlo todo por la causa de afirmar y defender la doctrina bíblica de la naturaleza trinitaria de Dios. Es una lástima que tan pocos conozcan este nombre. Hoy podemos rendir homenaje a Atanasio tomando su ejemplo de defensa férrea de una verdad fundamental de las Escrituras. Nuestro Dios trino es a la vez incomprensible en la totalidad de su naturaleza, pero conocido verdaderamente, aunque sea de forma limitada, por medio de las Escrituras. ¡Viva esta fe!