BARTOLOME DE LAS CASAS

HISTORIA DE LAS INDIAS

••• Edición, prólogo, notas y -cronologia ANDRÉ SAINT-Lu

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AYACUCHO

CAPITULO 4 {De las predicaciones de los frailes sobre el buen tratamiento de los

indios.} Llegado el domingo y la hora de predicar, subió en el púlpito el susodicho padre fray Antón Monresinos,y tomó por tema y fundamento de su sermón, que ya llevaba escrito y firmado de los demás: Ego vox clamantis in deserto. Hecha su inrroducción y dicho algo de lo que tocaba a la materia del tiempo del Adviento, comenzó a encarecer la esterilidad del desierto de las conciencias de los españoles desra isla y la ceguedad en que vivían; con cuánto peligro andaban de su condenación, no advirtiendo los pecados gravísimos en que con tanta insensibilidad estaban continuamente zabullidos y en ellos morían. Luego torna sobre su tema, diciendo así: «Para os lo dar a conocerme he subido aquí, yo que soy voz de Cristo en el desierto desta isla, y por tanto, conviene que con atención, no cualquiera, sino con todo vuestro corazón y con todos vuestros sentidos, la oigáis; la cual os será la más nueva que nunca oisteis, la más áspera y dura y más espantable y peligrosa que jamás no pensasteis oír. » Esta voz encareció por buen rato con palabras muy pungitivas y terribles, que les hacía estremecer las carnes y que les parecía que ya estaban en el divino juicio. La voz, pues en gran manera, en universal encarecida, dec1aróles cuál era o qué contenía en sí aquella voz: «Esta voz, dijo él, es que todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir, los matáis, por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quien los 13

doctrine, y conozcan a su Dios y criador, sean bautizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos?» «¿Estos, no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos? Tened por cierto que en el estado que estáis no os podéis más salvar que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe de Jesucristo. » Finalmente, de tal manera explicó la voz que antes había muy encarecido, que los dejó atónitos, a muchos como fuera de sentido, a otros más empedernidos y algunos algo compungidos, pero a ninguno, a lo que yo después entendí, convertido. Concluido su sermón, bájase del púlpito con la cabeza no muy baja, porque no era hombre que quisiese mostrar temor, así como no lo tenía, ni se daba mucho por desagradar los oyentes, haciendo y diciendo 10 que, según Dios, convenir le parecía; con su compañero vase a su casa pajiza, donde, por ventura no tenían qué comer, sino caldo de berzas sin aceite, como algunas veces les acaecía. El salido, queda la iglesia llena de murmurio, que, según yo creo, apenas dejaron acabar la misa. Puédese bien juzgar que no se leyó lección de Menosprecio de! mundo a las mesas de todos aquel día. En acabando de comer, que no debiera ser muy gustosa la comida, júntase toda la ciudad en casa del Almirante, segundo en esta dignidad y real oficio, D. Diego Colón, hijo del primero que descubrió estas Indias, en especial los oficiales del rey, tesorero y contador, factor y veedor, y acuerdan de ir a reprender y asombrar al predicador y a los demás, si no lo castigaban como a hombre escandoloso, sembrador de doctrina nueva, nunca oída; condenando a todos, y que había dicho contra el rey y su señorío que tenía en estas Indias, afirmando que no podían tener los indios, dándoselos el rey, y éstas eran cosas gravísimas e irremisibles. Llaman a la portería, abre el portero, dícenle que llame al vicario, y a aquel fraile que había predicado tan grandes desvaríos; sale solo el vicario, venerable padre, fray Pedro de Córdoba; dícenle con más imperio que humildad que haga llamar al que había predicado. Responde, como era prudentísimo, que no había necesidad: que si su señoría y mercedes mandaban algo, que él era prelado de aquellos religiosos y él respondería. Porfían mucho con él que lo hiciese llamar; él, con gran prudencia y autoridad, con palabras muy modestas y graves, como era su costumbre hablar, se excusaba y evadía. Finalmente, porque lo había dotado la divina Providencia, entre otras virtudes naturales y adquisitas, era de persona tan venerable y tan religiosa, que mostraba con su presencia ser de toda reverencia digno; viendo el Almirante y los demás que por razones y palabras de mucha autoridad el padre vicario no se persuadía, comenzaron a blandear humillándose, y ruéganle que lo mande llamar, porque, él presente, les quieren hablar y preguntarles cómo y en qué se fundaban para determinarse a 14

predicar una cosa tan nueva y tan perjudicial, en deservicio del Rey y daño de todos los vecinos de aquella ciudad y de toda esta isla. Viendo el santo varón que llevaban otro camino e iban templando el brío con que habían venido, mandó llamar al dicho padre fray Antón Montesinos, el cual maldito el miedo con que vino. Sentados todos, propone primero el Almirante por sí y por rodas su querella, diciendo que cómo aquel padre había sido osado a predicar cosas en tan gran deservicio del rey y daño de toda aquella tierra, afirmando que no podían tener los indios, dándoselos el rey, que era señor de todas estas Indias, en especial habiendo ganado los españoles aquellas islas con muchos trabajos y sojuzgado los infieles que las tenían; y porque aquel sermón había sido tan escandaloso y en tan gran deservicio del rey y perjudicial a todos los vecinos desra isla, que determinasen que aquel padre se desdijese de todo lo que había dicho; donde no, que ellos enrendían poner el remedio que conviniese.

El padre vicario respondió que lo que había predicado aquel padre había sido de parecer, voluntad y consentimiento suyo y de todos, después de muy bien mirado y conferido entre ellos, y con mucho consejo y madura deliberación se habían determinado que se predicase como verdad evangélica y cosa necesaria a la salvación de rodas los españoles y los indios desta isla, que veían perecer cada día, sin tener dellos más cuidado que si fueran bestias del campo; a lo cual eran obligados de precepto divino por la profesión que habían hecho en el bautismo, primero de cristianos y después de ser frailes predicadores de la verdad; en lo cual no entendían deservir al rey, que acá los había enviado a predicar lo que sintiesen que debían predicar necesario a las ánimas, sino servirle con roda fidelidad, y que tenían por cierro que, desque Su Alteza fuese bien informado de lo que acá pasaba y lo que sobre ello habían ellos predicado, se tendría por bien servido y les daría las gracias. Poco aprovechó la habla y razones della, que el santo varón dio en justificación del sermón, para satisfacerlos y aplacarlos del alteración que habían recibido en oír que no podían tener los indios, como los tenían tiranizados, porque no era camino aquello para que su codicia se hartase; porque, quitados los indios, de todos sus deseos y suspiros quedaban defraudados; y así, cada uno de los que allí estaban, mayormente los principales, decía, enderezado al propósito, lo que se le antojaba. Convenían todos en que aquel padre se desdijese el domingo siguiente de lo que había predicado, y llegaron a tanta ceguedad, que les dijeron, si no lo hacían, que aparejasen sus pajuelas parase ir a embarcar e ir a España. Respondió el padre vicario: «Por cierro, señores, en eso podremos tener harto de poco trabajo. » y así era, cierto, porque sus alhajas no eran sino los hábitos de jerga muy basta que tenían vestidos, y unas mantas de la misma jerga con que se cubrían de noche; las camas eran unas varas puestas sobre unas horquetas que llaman cadalechos, y sobre ellas unos manojos de paja; y lo que rocaba al recaudo de la misa y algunos librillos, que pudiera quizá caber todo en dos arcas. 15

Viendo en cuán poco tenían los siervos de Dios todas las especies que les ponían delante de amenazas, tornaron a blandear, como rogándoles que tornasen a mirar en ello, y que bien mirado, en otro sermón lo que se había dicho se moderase 100 para satisfacer al pueblo, que había sido y estaba en grande manera escandalizado. Finalmente, insistiendo mucho en que para el primer sermón lo predicado se moderase y satisfaciese al pueblo, concedieron los padres, por despedirse ya dellos y dar fin a sus frívolas imporrunidades, que fueseasí en buena hora, que el mismo padre fray Antón Montesinos tornaría el domingo siguiente a predicar y tornaría a la materia y diría, sobre lo que había predicado, lo que mejor le pareciese y, en cuanto pudiese, trabajaría de los satisfacer, y todo lo dicho declarárselo. Esto así concertado, fuéronse alegres con esta esperanza.

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En C.O.l.E.: «se enmendase».

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Memorias de conquista Selección y prólogo de Antonio Rubial e Iván Escamilla

AL~RA

las sierras y tierras ásperas, y los poblamos en llanos o los aseguramos, y los desbaratan y cautivan los soldados, diciendo que aquellas poblaciones son cuevas de ladrones. Y lo pagamos los frailes, cuando nos cogen, que nos tienen por burladores. Y, por obra tal, me amenazaron a mí de muerte y, después de las amenazas, los persuadí a vamares y uachichiles, fuesen a ver al señor virrey, que le haría m[erce]des, y llevé cuarenta dellos a México, con Andrés López en admiración grande de toda la tierra. Resta ahora, para conclusión desto, resumir en breve modo que se debería tener la pacificación destos chichimecas, que matarlos o cautivarlos, sin quedar ninguno (de lo cual se duda), no es conforme a ley de justlícíla, si no es que fuesen de otra Ley,

como moros. Y los medios que para este efecto se podrían poner, es poblarlos en tierra llana, doctrinarlos en la ley de Dios, darles quien les enseñe a cultivarla tierray [los]oficiosmecánicos,como en Epenxemu y Sichu, y otras partes, y hacer, para esto, dos o tres poblaciones grandes donde [las autoridades] compelan [a]vivir a los menos culpados, en sus mismas tierras, y que sirvan de frontera para la Florida y acompañen, como suelen, a los soldados en la guerra; que, mexicanos ni tarascos, sirven casi de nada en esta guerra [...]

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La labor de los franciscanos FRAY PEDRO DE GANTE

Fray Pedro de Gante (1509-1572) fue uno de los primeros franciscanos que llegaron a Nueva España,en donde vivió casi cincuenta años. Desde su llegada a Texcoco en 1521, comenzó a aprender el náhuatl, lengua que llegó a dominar de manera notable y que conoció incluso mejor que el castellano. Nacido en Flandes, al norte de Europa, este religioso de noble linaje venía empapado con la amplia cultura religiosa de avanzada que se había desarrollado en esa región. Fray Pedro era el ejemplo más claro del ideal franciscano de pobreza que había nacido en Asís en el siglo XIII y que ponía como eje de la predicación cristiana el buen ejemplo y la imitación de Jesús.La imagen de fray Pedro de Gante ha quedado para la posteridad como uno de los grandes héroes culturales de América pues fue fundador de colegios de primeras letras, maestro de latín, de música y de artes y oficios, predicador y constructor de capillas e iglesias. También fue autor de textos para la enseñanza religiosa por medio de jeroglíficos y de un catecismo en náhuatl. Al igual que sucedió con Hernán Cortés, este hombre de acción no nos legó una historia o crónica propiamente dicha, pero escribió numerosas cartas dando información sobre susactividades y las de sus hermanos de hábito. Dos de esas cartas son las que mostramos a continuación. En ellas se puede vislumbrar, detrás de un sencillo lenguaje, no sólo la labor de los frailes, sino también las ideas que traían, su obsesión por encontrar en el mundo indígena vicios y actos considerados por el mundo Occidental como pecados detestables y por tachar todo lo que no era cristiano con el apelativo de demoniaco. También se puede observar el concepto paternalista que los frailes tenían de los indios, humildes y sumisos, buenos cristianos, pero infantiles y de condición servil, incapaces para realizar cualquier acto si no se les obligaba.

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Primera carta

Muy amados Padres, Hermanos y Hermanas: Mucho había deseado escribiros desde esta tierra en que ahora vivimos; pero tiempo y memoria me faltan. Grande estorbo fue también haber olvidado del todo mi lengua nativa: y tanto, que no acierto a escribiros en ella como deseaba. Sime valiera de la lengua de estos naturales no me entenderíais. Mas he aprendido algo de la castellana, en la cual, como pudiere, os diré esto poco. Sabed, pues, por principio, que esta tierra en que estamos, aventaja a todas las demás del mundo, porque no es fría ni caliente en demasía, y en cualquier tiempo se siembra y se cosecha, por ser tierra de regadío. Medio año, desde principios de Octubre hasta Mayo, no llueve, lo cual aquí es regla inflalible; bien que en otras partes acontezca lo contrario. Los nacidos en esta tierra son de bonísima complexión y natural, aptos para todo, y más para recibir nuestra santa fe. Pero tienen de malo el ser de condición servil, porque nada hacen sino forzados, y cosa ninguna por amor y buen trato; aunque en esto no parecen seguir su propia naturaleza, sino la costumbre, porque nunca aprendieron a obrar por amor a la virtud, sino por temor y miedo. Todos sus sacrificios,que eran a matar a sus propios hijos,o mutilarlos,los hacían por gran temor, 165

no por amor a sus dioses. Los demonios de esta tierra tenidos por dioses eran tantos y tan diversos, que ni los indios mismos podían contarlos. Creían que para cada cosa había dios, y que uno regía ésta, otro aquélla. A uno llaman dios del fuego; a otro del aire; a aquél de la tierra: a uno llaman culebra, a otro mujer de la culebra; a éste siete culebras, a aquél cinco conejos, y así a una infinidad, según su oficio, pero por la mayor parte tienen nombres de culebras y serpientes. Unos había para los hombres, otros para las mujeres; unos para los niños, otros para todos en común. A ciertos de ellos sacrificaban corazones de hombres; a otros, sangre humana; a cuales, sus propios hijos; a algunos, codornices; pájaros a otros; o bien a varios incienso, papel, la bebida que aquí usan, y otras muchas cosas a este tenor, conforme a diversos ritos y ceremonias que los demonios mismos pedían, y según eran los dioses; porque los había negros, amarillos y pintados de otros colores. Y tenían entendido que de no ofrecerles lo que pedían, serían muertos por ellos y consumidos en cuerpo y alma. Creyendo tal, sacrificaban a sus dioses, que no eran sino demonios, no por amor sino por miedo, y querían aventajarse unos a otros en ofrecer dones y sacrificios, para librarse con eso de la muerte. Servía a estos ídolos un gran número de religiosos o sacerdotes que eran tenidos por santos, y se alimentaban solamente de carne de niños cuya sangre bebían. Algunos de estos sacerdotes no tenían mujeres, sino en lugar de ellas muchachos de que abusaban; pecado tan común en estas regiones, que mozos y viejos le cometían, y hasta niños de seis años a veces se hallaban infestados de él. Mas ahora, gracias a Dios, han comenzado muchos

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a seguir otro camino y convirtiéndose al cristianismo, piden con gran ansia el bautismo confesando sus pecados. En esta provincia de México hemos bautizado yo y otro fraile mi compañero, más de doscientos mil, y aun tantos, que yo mismo no sé el número. Con frecuencia nos acontece bautizar en un día catorce mil personas; a veces diez, a veces ocho mil. Cada provincia, pueblo y parroquia tienen su iglesia o capilla, con imágenes de pincel, cruces y estandartes, que atestiguan gran amor y devoción a Dios Nuestro Señor. Todas las iglesias son grandes: unas de doscientos pies de largo, otras de trescientos. Guardaban éstos en aquestas regiones el rito de Salomón. Los hombres tomaban muchas mujeres, en especial los principales, quienes tenían cuatrocientas, a cien, a cincuenta y a diez. Asívivían estos hombres miserablemente engañados. Rogad, pues, hermanos carísimos, por el infeliz estado de estos naturales. Digamos ahora algo de nosotros mismos y de nuestro estado: de cómo con tan grandes trabajos nuestros y peligros de tierra y mar llegamos por fin a puerto, que fui muchas veces tentado de volverme a Flandes. Pero el Señor me guió y libró: bendito sea por todos los siglos. Amén. Deseo que sepáis, hermanos muy queridos, que salí de Gante, ciudad de Flandes, con dos frailes mis compañeros, el uno de ellos Fr.Juan de Tecto, guardián de Gante, y el otro, Fr. Juan de Ahora; y yo, Fr.Pedro de Mura,nacido en la ciudad de Iguen, de la provincia de Budarda, fui el tercero de estos compañeros. Juntos, pues salimos de Gante en el mes de Abril de 1522, en la octava misma de Pas167

cua, y llegamos a España el 22 de julio. Allí nos embarcamos de nuevo por última vez el 1º de Mayo

de 1523,y aportamos a Villenque[VillaRica]el 13 de Agosto, de donde vinimos a México, quiero decir donde entonces estaba México, que ahora está en poder de cristianos. De allí pasé a otra provincia llamada Techcucu, en la cual moré tres años y medio. Miscompañeros se fueron con el gobernador a otra tierra, donde murieron, habiendo padecido inmensos trabajos, por amor de Dios. Quedé yo solo, y permanecí en estas regiones con algunos frailes venidos de España. Estamos repartidos en nueve conventos, viviendo en las casas de los naturales, separados unos de otros siete millas o diez, y aun cincuenta. Asítrabajamos en la conversión de estos infieles, cada uno según sus fuerzas y espíritu. Mi oficio es predicar y enseñar día y noche. En el día enseño a leer, escribir y cantar; en la noche, doctrina cristiana y sermones. Por ser la tierra grandísima, poblada de infinita gente, y los frailes que predican pocos para enseñar a tanta multitud, nosotros los frailes, recogimos en nuestras casas a los hijos de los señores y principales para instruirlos en la fe católica, y aquellos después enseñan a sus padres. Saben estos muchachos leer, escribir,cantar, predicar y celebrar el oficiodivino a uso de la Iglesia. De ellos tengo a mi cargo en esta ciudad de México al pie de quinientos o más, porque es cabeza de la tierra. He escogido unos cincuenta de los más avisados, y cada semana les enseño a uno por uno lo que toca decir o predicar la dominica siguiente, lo cual no me es corto trabajo, atento día y noche a este negocio, para componerles y concordarles sus sermones. Los domingos salen estos muchachos a

predicar por la ciudad y toda la comarca, a cuatro, a ocho, a diez, a veinte o treinta millas, anunciando la fe católica, y preparando con su doctrina a la gente para recibir el bautismo. Nosotros con ellos vamos a la redonda destruyendo ídolos y templos por una parte, mientras ellos hacen lo mismo en otra, y levantamos iglesias al Dios verdadero. Así y en tal ocupación empleamos nuestro tiempo, pasando toda manera de trabajos de día y de noche, para llevar finalmente a este pueblo infiel a la fe de Jesucristo. Yo,por la misericordiade Dios y para honra y gloria suya, en esta provincia de México donde moro, que es otra Roma, con mi industria y el favor divino, he construido más de cien casas consagradas al Señor, entre iglesias y capillas, algunas de las cuales son templos tan magníficos como propios para el culto divino,no menores de trescientos pies y otras de doscientos. Cadavez que salgo a predicar tengo sobrado que hacer en destruir ídolos y alzar templos al Dios verdadero. Pues así estas cosas, os ruego, padres y hermanos muy amados, que os dignéis todos orar por mí al Señor,para que oyendo vuestras oraciones, me alumbre y conozca yo lo que debo hacer y lo haga, y persevere siempre en su servicioy voluntad hasta el fin. Desearía muy ardientemente que alguno de vosotros tomara sobre sí, por amor de Dios, el trabajo de traducir esta carta en lengua flamenca o alemana, y la enviara a mis parientes para que a lo menos sepan de mí algo cierto y favorable, como que vivo y estoy bueno. De lo cual sea a Dios gloria y alabanza. No tengo por ahora más que escribir, aunque mucho pudiera contar de esta tierra, si no fuera

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porque del todo he descuidado mi lengua nativa. Por tanto, no añado más que esto: que tengo gran necesidad de un libro que se llama la Biblia, y si me lo mandaseis me haríais gran caridad. Caye ixquichi

ma moteneoa in totch in totlatucauh in]esu Cbristo; que se traduce así: por lo demás no tengo ya que decir, sea loado nuestro Dios y sea bendito Hijo Jesucristo. Fue escrita esta carta el 27 de Junio de 1529en el convento de San Francisco de México. Segunda carta México, 31 de Octubre de 1532. Sacra Cathólica Cesarea Majestad: Mucho quisiera que Vuestra Majestad fuera informado de lo que aquí diré por letra de mi prelado y no atreverme yo a decirlo, y suplicar a Vuestra Majestadcondescienda a nuestra petición, que aunque piadosa no soy digno pedirla; empero sepa Vuestra Majestadque de su licencia y mandado soy compelido, y aun reprendido porque antes no lo he dicho y le he avisado, para que Vuestra Majestad fuese antes sabidor: pues es cosa tan cumplidera al servicio de Dios y de Vuestra Majestad. Parecióle a mi prelado que a mí me convenía escribir ésta, como a persona que más he usado del oficio de Marta en este propósito, y por eso me atrevo a decir a Vuestra Majestad, considerando también que Vuestra Majestad,ajeno de aceptación de personas, no mirará la letra ni la insuficiencia del que la envía, sino la sustancia de lo que en ella a Vuestra Majestad se suplica, y con humildad se le pide. Sabrá Vuestra Majestad, que yo soy un fraile lego, compañero de fray Juan de Tecto, guardián que era de Gante 170

cuando Vuestra Majestad, a él y otro sacerdote y a mí nos envió a estas partes nueve años ha, como Vuestra Majestad ya tendrá noticia. Los dichos fray Juan de Tecto y el otro sacerdote fueron con el marqués del Valledon Hernando Cortés a Cabo de Honduras, y a la vuelta fallecieron con tormenta y trabajos del camino. En este tiempo, después que en esta tierra entramos, obrándolo el Señor he trabajado medianamente, como siervo sin provecho, en la conversión y doctrina de los naturales: mi oficio ha sido y es enseñarles la doctrina cristiana generalmente y dársela a entender en su lengua: esto a los principios en Tetzcuco y Tlaxcala; de a seis años a esta parte en México y los pueblos comarcanos y otros pueblos más lejos, visitando y trabajando de destruir los ídolos e idolatrías. Allende desto y otros trabajos de diversas maneras tocantes a la conversión, que es largo de contar, he tenido y tengo a cargo de enseñar a los niños y muchachos a leer y escribir y predicar y cantar: en todo esto, como yo no soy sacerdote, he tenido más tiempo y oportunidad. A esta causa, y por haber razonable habilidad en la gente para ellos, hase aprovechado razonablemente; y sin mentir puedo decir harto bien, que hay buenos escribanosy predicadores o pláticos, con harto fervor, y cantores que podrían cantar en la capilla de Vuestra Majestad,tan bien, que si no se ve quizá no se creerá. Para enseñar y doctrinar estos muchachos, hase hecho dentro del sitio o corrales de nuestra casa, una escuela y capilla donde continuamente cada día se enseñan quinientos y seiscientos muchachos. Junto a nuestro monasterio se ha hecho una enfermería para los enfermos naturales donde, allende de los que en casa se ense171

ñan, vienen otros a ser curados, que es mucho refrigerio para los pobres y necesitados, y ayuda para la conversión; porque conocen la caridad que entre los cristianos se usa, y así son convidados a la fe y querernos bien, y conversar con nosotros. Para todo esto siempre procuro buscar la limosna que puedo, y trabajosamente se puede haber, porque los naturales son pobres todos los más. Los españoles, aunque, hacen toda caridad, tienen otras necesidades propias que cumplir a que son más obligados. Vuestra Majestad, si manda porque del todo sea suya la obra, nos puede hacer limosna con que a nosotros nos quite de trabajo y se satisfaga a todas las necesidades de sus nuevos súbditos y vasallos, y sea aumento grande para nuestra santa fe, y Dios Nuestro Señor de ello muy servido y arras de gloria para Vuestra Majestad; y si Vuestra Majestad manda sean dos o tres mil fanegas de maíz cada un año, los mil para la escuela y las otras para la enfermería y enfermos, esto o lo que Vuestra Majestad, mandare, es justo y muy bueno, y gran crédito y ejemplo para los naturales, que Vuestrá Majestad los ama y tiene

por hijos; y así lo van cada día más conociendo por la rectitud que ven, que ahora más que otras veces se guarda en las cosas de justicia, y que son más favorecidos de parte y mandado de Vuestra Majestad;que es gente que sabe distinguir lo bueno de lo no tal,y así desean de ser más sujetos solamente de Vuestra Majestad,que repartidos entre españoles [. ..]

De la ciudad de México, desta Nueva España, vigilia de Todos Santos, año del Señor de 1532años.

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Espectáculos teatrales en la evangelización en Tlaxcala FRAY TORIBIO DE BENAVENTE, MOTOLINÍA

El franciscano fray Toribio de Benavente (1490-1569) llegó a Nueva Españaen 1524 en el grupo de los doce frailes que encabezaba fray Martín de Valencia. Motolinía (nombre de origen indígena adoptado por el religioso por sus connotaciones de pobreza) fue uno de los pocos franciscanos de este primer grupo que dominó el náhuatl y que escribió las hazañas de sus hermanos de hábito. FrayToribio desarrolló una gran actividad misionera en la zona de Tlaxcala y participó en la fundación de la ciudad de Puebla en 1531. Fue guardián en varios conventos, provincial e iniciador de la expansión franciscana en Guatemala. No tenemos la obra original escrita por este autor (que fue publicada hasta el siglo XIX) pero conocemos varias copias manuscritas de susescritos que, además, fueron muy utilizados por todos los cronistas posteriores. La Historia de los indios de la Nueva España se inicia con una descripción ensombrecida de la cultura prehispánica, considerada como demoniaca, que contrasta con la segunda parte en la que se dedica a exaltar los logros de la conquista espiritual de los indios realizada por los franciscanos. La obra de este autor es más optimista que la de Las Casas, y aunque en ella habla de las plagas de la conquista y critica los excesos cometidos por los españoles, no considera la encomienda como algo tan negativo, siempre que se eviten los abusos.América es para él una tierra de promisión; sus habitantes, humildes y sumisos, son los seres idóneos para convertir en realidad la utopía de una sociedad cristiana perfecta, como la de la Iglesia original; con ellos se forjaría el reino de paz que precedería al Apocalipsis y con esta Iglesia indiana la cristiandad secompensaría de las pérdidas sufridas con la herejía luterana. Paraesta antología hemos escogido una descripción de las fiestas religiosas y del teatro evangelizador que fueron los dos medios más importantes utilizados por los religiosos para llevar a cabo la conversión de los naturales. Gracias a estos métodos que tenían un gran atractivo visual, a los indios se les

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RAFAEL GAMBRA

LA CRISTIANIZACIÓN

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Selección de testimonios y textos

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© 1992, Rafael Gambra © 1992, Fundación MAPFRE América © 1992, Editorial MAPFRE, S. A. Paseo de Recoletos, 25 - 28004 Madrid ISBN: 84-7100-351-1 (rústica) ISBN: 84-7100-352-X (cartoné) Depósito legal: M. 12754-1992 Impreso en los talleres de Mateu Cromo Artes Gráficas, S. A. Carretera de Pinto a Fuenlabrada, sin, Km. 20,800 (Madrid) Impreso en España-Printed in Spain

§) EDITORIAL

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La cristianización de América

Testimonio del misionero

derrame sobre todos estos reinos su terrible furor, y lo revoque o lo retarde. Con esta suplic~ción que al cabo y remate de mi vida presento ante V. ~., y c?n las dichas conclusiones en dos tratadillos que a S. M.., ofrecí los días pasados, creo haber cumplido con el ministerio que DIOSme. puso de pr?curar el remedio de tantos y tan inmenso número de agravios ante. el Juicio divinal; aunque por lo poco que han aprovec~ado por mIS muchas negligencias, temo que Dios me ha de castigar

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FRAY TORIBIO

DE BENAVENTE (MOTOLINIA)

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El sueño defray Martín Aunqu.e los españoles conquistaron esta tierra por armas, en la cual conquisra DIOS mostró muchas maravillas en ser ganada de tan poco~ una tan gran tierra, teniendo los naturales muchas armas, así ofensivas como defensIvas, de las de Castilla; y aunque los españoles quemaron algunos templos del demonio y quebrantaron algunos ídolos, fue muy poca ~osa e,n comparación de los que quedaron. Y por esto ha mostrado DIOSmas su potencia en haber conservado esta tierra con tan poca gente, como fueron los españoles; porque muchas veces que los naturales han tenido tiempo para tornar a cobrar su tierra con

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b aceta. l

Memorial

al Consejo de Indias de 1563. Colección de documentos

de Carcía Icaz-

7 FraY,Toribio de Bena.vente (1490-1569) adoptó el nombre de Motolinía (el pobre en lengua nahuatl) que le dieron los indios a su llegada a Méjico por su aspecto de extrema pobreza. Su o~ra H:storza de los Indios de la Nueva España es pieza fundamental para ~onocer la evangelizacíon de Méjico y, por analogía, la de toda la América hispana Fo~mo parte del grupo, de padres fra~ciscanos que llegaron a Nueva España -los doc~ aposto~es-,. y desarro!lo una extraordmana labor misionera recorriendo inmensas distan~Ias bautIzando a