HACIA DONDE VA LA AGRICULTURA MUNDIAL?

¿HACIA DONDE VA LA AGRICULTURA MUNDIAL? Situación general Los agricultores no trabajan más, como se solía decir sobre los ecosistemas, sino sobre los ...
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¿HACIA DONDE VA LA AGRICULTURA MUNDIAL? Situación general Los agricultores no trabajan más, como se solía decir sobre los ecosistemas, sino sobre los agroecosistemas, o sea sobre sistemas creados y gestionados durante más o menos tiempo por sociedades humanas con el objetivo de producir los alimentos, fibras y materiales necesarios para su sobrevivencia y progreso. En general la expansión de la frontera agropecuaria se produce sobre terrenos con algún grado de explotación, sea ganadera o forestal, y las zonas de crecimiento sobre áreas vírgenes constituyen casos especiales y muy poco comunes. La mayor parte de la agricultura se verifica sobre terrenos ya cultivados anteriormente y la evolución de los mismos está condicionada por los cultivos seleccionados, el cambio tecnológico, la intensidad mecánica y química de los procesos productivos, las restricciones ambientales y sobre todo por los mecanismos y decisiones gestionales de los agricultores y las comunidades relacionadas. Entre estos procesos tecnológicos de los últimos años y en especial referencia a los cultivos de secano de nuestro país (región pampeana, NEA y NOA), merecen destacarse sobre todo el desarrollo de la agricultura en red, la mecanización indirecta por medio de procesos de desestructuración productiva, la intensificación en el uso de agroquímicos y sobre todo el uso de semillas genéticamente modificadas. En las agriculturas bajo riego, merecen destacarse también los procesos tecnológicos que han afectado los sistemas productivos, como por ejemplo la expansión de los sistemas de irrigación presurizada, como el goteo, la reconversión varietal en viñedos, olivares y en frutales, con enfoques en general de mejoramiento cuantitativo y cualitativo de la producción. Un agroecosistema es un ecosistema construido por los agricultores a favor de las culturas agrícolas y de las producciones animales (Veyret, 2007). Este agroecosistema incluye los suelos más o menos transformados, trabajados durante muchos años por generaciones de agricultores, otorgando a este concepto una dimensión histórica. Estos agroecosistemas tienen una localización y extensión geográfica y una historia más o menos extensa y compleja. Frecuentemente los agricultores son presentados como

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destructores de ecosistemas cuando en realidad son constructores de agroecosistemas y más aún hábiles gestores de agroecosistemas en constante evolución. La introducción del riego en agroecosistemas de secano, la ampliación y/o la modernización de los agroecosistemas irrigados como así también la construcción de acueductos ganaderos, constituyen cambios tecnológicos integrales, completamente transformadores de los agroecosistemas, de su capacidad productiva, de su ambiente, de sus relaciones técnicas y gestionales y sobre todo de las condiciones de vida de los agricultores directamente involucrados y de sus comunidades. En el transcurso de la evolución de los agroecosistemas, muchos de ellos han sido maltratados, sus suelos y su biodiversidad han sido empobrecidos o sus aguas contaminadas, por lo que muchos modelos productivos no son viables en el futuro debido a su agresividad ambiental. Pero también se verifica una evolución en la gestión de los mismos tratando de preservar e incrementar la biocapacidad de los ambientes productivos, la biodiversidad y mantener tanto cuantitativamente como cualitativamente las capacidades productivas de los agroecosistemas. Es decir que desde el proceso de la revolución verde (intensificación química, genética y mecánica y en muchos casos irrigación) a la actualidad, se reconoce la necesidad de una nueva revolución verde, doblemente verde, que mantenga e incremente la productividad física, pero también la calidad de los productos y del ambiente del agroecosistema. Las tierras cultivables (arable lands) Las tierras cultivables constituyen cada vez más un recurso escaso, determinante para el futuro de la humanidad y estratégico para quienes lo poseen y mucho más para quienes carecen de ella. Las tierras cultivables a nivel mundial representan aproximadamente 1540 millones de ha (el 10% de la tierra total). Este total se compone de 1400 millones de ha de tierras arables propiamente dichas donde se cultivan especialmente cultivos anuales (cereales, oleaginosas, forrajes, hortalizas) y 140 millones de ha de cultivos permanentes (permanent crops) tales como palma aceitera, cafetales, cacao, viñedos, frutales. En el período comprendido entre 1980 y 2005 se ha verificado un leve crecimiento de la superficie cultivable - +4,5% -, explicado especialmente por la 2

disminución de los desbosques y desmontes, los cuales han caído de 15 millones de ha anuales a 11 millones de ha anuales, debido a las políticas de preservación de los bosques tropicales y templados y al retroceso de las tierras agrícolas. Este retroceso de las tierras agrícolas ha sido del orden de los 9 millones de ha anuales y es debido a procesos de erosión eólica e hídrica de los suelos, especialmente en zonas semiáridas, a la salinización de tierras irrigadas y a la pérdida de materia orgánica y nutrientes no renovables. A estos motivos se le suma, además, el crecimiento urbano que se come literalmente millones de ha, muchas veces de tierras de excelente calidad productiva. En el mismo período la población mundial se ha expandido un 45%, haciendo evidente la gravedad del problema. Además debemos considerar que 3400 millones de ha constituyen tierras destinadas solo a pastoreos (pasture lands), las cuales muchas veces sufren procesos de sobrepastoreo o por el contrario son utilizadas en modo extremadamente extensivo. Según FAO, existen más de 2500 millones de ha suplementarias que podrían incorporarse a la agricultura de secano, pero lamentablemente se trata de tierras poco fértiles, muy sensibles a los riesgos de erosión debido a la fragilidad intrínseca de su constitución o a pendientes acentuadas. Se trata además de zonas poco accesibles, en general cubiertas por bosques tropicales, los cuales constituyen los “pulmones verdes del planeta”, y obviamente deben ser protegidos contra la deforestación. Las principales reservas de tierras agrícolas se sitúan en general en el mundo tropical y subtropical, en especial en América Latina (Brasil, Argentina, Paraguay, Bolivia, Colombia), en el Sudeste Asiático (Indonesia, Península Indochina, Papúa) y en el África negra (Congo, Angola, Sudán). En áreas templadas, existen zonas con posibilidades de expansión, algunas con historia importante y que pueden ser reincorporadas como las del Sur de la ex Unión Soviética (sur de Rusia, Ucrania, Kazakistán) y algunas zonas de Argentina y Uruguay. Es interesante ejemplificar algunas dinámicas particulares de algunos grandes países agrícolas en los últimos 30 años. Por ejemplo, la superficie cultivada en Estados Unidos ha caído en 5 millones de ha, en China en 12 millones, en India en 4,5 millones, en Australia en 3 millones, en Rusia en 3 millones y también se han verificado 3

caídas importantes en la Unión Europea. En cambio se han verificado importantes crecimientos en países de desarrollo intermedio como Brasil y Argentina y en países en vías de desarrollo tales como Bolivia, Paraguay, Nigeria, Sudán y Etiopía entre otros. La magnitud del fenómeno es particularmente importante en Brasil y Argentina con un incremento estimado en 8 millones y 4,5 millones de ha respectivamente; en Nigeria con 7,5 millones de ha, en Sudán con 4,5 millones y en Etiopía con 3,5 millones de ha. Esta situación general de leve crecimiento de la superficie cultivable y una fuerte expansión de la población mundial y de su demanda de alimentos y de mejores condiciones ambientales, debido al mejoramiento de la situación económica en numerosos países, especialmente China, India, Brasil, México , etc., han cambiado numerosos paradigmas a partir del nuevo siglo, en especial la revalorización de los recursos naturales, entre ellos tierra, agua y forestas, transformando a los mismos en recursos estratégicos. A partir del año 2000 se han multiplicado en el mundo, especialmente en África y Asia y en menor medida en América Latina, operaciones de compra de tierras por empresas estatales, paraestatales o multinacionales, en especial de países fuertemente importadores de cereales y alimentos en general con el fin de garantizar sus posibilidades de autoaprovisionamiento de alimentos (soberanía alimentaria, seguridad alimentaria – criterio cuantitativo-). Desde el punto de vista de los compradores, un primer grupo de países representados especialmente por los países petroleros del Golfo Pérsico se encuentran entre los más activos, especialmente Qatar, Kuwait, Emiratos Árabes y Arabia Saudita y también por Libia y Egipto, quienes han adquirido grandes superficies de tierras con agua en Sudán, Camboya y Filipinas para producir arroz y maíz. Todos estos países se encuentran en el Este y Sur del Mediterráneo, se caracterizan por profesar la religión musulmana y han priorizado sus adquisiciones en países musulmanes. Arabia Saudita controla más de 1,5 millones de ha agrícolas en Indonesia. Un segundo grupo, representado por China, Corea del Sur y Japón, situados en el Extremo Oriente de Asia sobre el Pacífico, controlan enormes superficies en otros países de Asia y en África. China controla más de 10 millones de ha en Asia y África. 4

También India ha sido muy activa adquiriendo tierras en sus vecinos asiáticos, como por ejemplo en Myanmar para producir lentejas para su mercado interno, en Pakistán y Camboya para producir arroz, etc. Estos países fuertemente importadores de alimentos a través de estas adquisiciones o alquileres de largo plazo de tierras agrícolas off shore, proceso también llamado land grabs o sustracciones territoriales, tratan en definitiva de afrontar un horizonte futuro de problemas de abastecimiento alimentario para sus poblaciones en mejores condiciones relativas. Es decir, asumen y anticipan el creciente rol geoestratégico de la producción de alimentos en el futuro. La amenaza que visualizan no sólo es la escasez relativa de alimentos sino también una creciente volatilidad de las producciones y los precios. Estos procesos de adquisiciones de tierras llevados a cabo por empresas estatales y paraestatales manifiestan el interés de la seguridad alimentaria de sus países, pero también participan de este proceso grandes multinacionales occidentales de alimentos, mostrándose muy activas de distintos modos en los países de la ex Unión Soviética, tales como Rusia, Ucrania, y en menor medida en América Latina. Estos grupos privados están visualizando interesantes oportunidades de negocios y de ganancias ligadas a la producción y comercialización de productos agrícolas y agroalimentarios. Entre las empresas occidentales más activas se encuentran Lankdom (UK) y Black Earth Co (Suecia) en Ucrania y en el sur de Rusia, donde controlan cientos de miles de ha; lo mismo puede decirse de Morgan Stanley (USA) y de Agrogeneration (Francia). También crecen los principales proveedores de insumos tales como Monsanto (USA), Bayer (Alemania), Syngenta (Suiza) y Limagrain (Francia) entre otras. Este fenómeno de land grubbing ha generado alerta en numerosos países que han perfeccionado o bien sancionado leyes y regulaciones relativas a la posesión de tierras por partes de extranjeros, como la recientemente sancionada en Argentina, que constituye un primer paso de protección de tierras, aguas y formaciones vegetales boscosas del ante la compra por parte de extranjeros (Ley Nacional 26.737). En el caso de tierras irrigadas, o no cultivadas que podrían ser irrigadas, el problema es idéntico y concentrado. Claramente 5

existe un debate no concluido sobre la conveniencia o no de participar de estos procesos que se verifican a escala global. Para algunos, estas inversiones extranjeras constituyen una especie de nuevo neocolonialismo y, obviamente, poseen una visión muy negativa del fenómeno, mientras que otros consideran este fenómeno como una oportunidad para modernizar la agricultura, generar empleo y actividad económica local y acceder a tecnologías modernas. En el caso argentino, posiblemente los extremos impliquen un maniqueísmo no aplicable, ya que Argentina posee un importante desarrollo tecnológico en agricultura y es un exportador de tecnologías, posee una gran actividad económica relacionada con la agricultura, la cual podría incrementarse sin necesidad de inversiones extranjeras, sólo mejorando los incentivos fiscales. No obstante, si el proceso de land grubbing continúa avanzando, nuestras exportaciones pueden ser sustituidas en algunos países o renegociadas en posición de mayor fuerza relativa por parte de nuestros importadores, por lo que debería mantenerse en observación el fenómeno y pensarse pragmáticamente. En el caso de que se desarrollasen alternativas como la creación de nuevas áreas bajo riego con destino exportación, como en cierto modo el comentado por la prensa entre China y Rio Negro, debería pensarse en no afectar exportaciones existentes, en la participación local, en la apertura de mercados y en el agregado de valor local como factores determinantes de una negociación La agricultura bajo riego y los modelos productivos Las tierras irrigadas cubren aproximadamente 275 millones de ha en el mundo, representando el 18% del total de las tierras cultivables (1,8% de la tierra total) y el 40% de la producción agrícola mundial. Claramente, los números evidencian la crucial importancia de la gestión del agua en general y para la irrigación en particular y especialmente para el futuro de la agricultura mundial. La agricultura bajo riego está presente en todos los continentes, siendo particularmente importante en Asia Oriental y Meridional, como así también en el Cercano Oriente, región en la cual la irrigación constituye una práctica cultural milenaria y base de las primeras civilizaciones. En India más de la tercera parte de las tierras cultivadas son irrigadas, mientras que en China éstas superan el 40% del total. China e India conjuntamente poseen más del 40% de las tierras irrigadas del planeta (50 millones de ha cada uno aproximadamente). Ambos países son 6

también los dos países más poblados del mundo (China 1.300 millones e India 1.200 millones de habitantes) y en los cuales la revolución verde ha tenido el mayor impacto y difusión. Estados Unidos con superficies regadas de algo más de 21 millones de ha es el tercer país en superficie irrigada, seguido por Brasil (11 millones de ha), Pakistán, Irán, Turquía, Rusia, España, Francia, Chile y Argentina (1,8 millones de ha) entre otros. La irrigación presenta múltiples ventajas, en especial permite por ejemplo incrementar (duplicar y hasta triplicar en muchos casos) los rendimientos por ha y estabilizar los volúmenes de producción disminuyendo los coeficientes de variación de los mismos en modo notable. En algunas regiones, además, consiente la posibilidad de realizar dos cosechas anuales, obviamente con la aplicación de itinerarios tecnológicos avanzados con variedades de ciclo corto. En muchos casos el impacto es determinante ya que su existencia como práctica cultural y la organización colectiva que determina, permite la creación de oasis cultivados como en Egipto o en Mendoza, donde ninguna agricultura sería posible sin ella. Sin duda la intensificación producida por los procesos de irrigación colectiva especialmente e irrigación individual en menor medida, producen cambios considerables en el agroecosistema y en los ambientes involucrados. Especialmente la gestión de las aguas para irrigación en zonas desérticas transforma radicalmente el ecosistema desértico en un agroecosistema con una biocapacidad productiva muy superior basada en la gestión del agua, pero en coberturas vegetales completamente distintas a las del desierto. La transformación es total dando lugar a un oasis productivo con una nueva fitogeografía totalmente artificial y que debe ser gestionada por el hombre con criterios completamente diversos a los de las áreas de secano o a las áreas con riego suplementario en parcelas aisladas. La irrigación determina una multifuncionalidad creciente del sector agropecuario y de su sistema de irrigación, que produce ya no sólo bienes transables agrícolas, sino también otros bienes, generalmente no transables, y de tipo público tales como protección hidrogeológica de los efectos de la erosión hídrica y eólica, fijación de carbono por la presencia de árboles, valores paisajísticos por el particular ordenamiento de canales, árboles, cultivos y nueva vegetación, hidroelectricidad concentrada y difusa, espejos de agua, revaluación fundiaria, etc.. Sin embargo, la irrigación en general implica la 7

intensificación del proceso productivo en superficies menores, por lo que en muchos casos se verifican externalidades negativas como contaminación de aguas por excesivo o mal uso de agroquímicos fertilizantes o pesticidas, efluentes de sistemas intensivos de producción animal mal tratados, etc.. Evidentemente el paradigma agrícola es fuertemente cambiado por la presencia de la irrigación colectiva o individual. En general la irrigación lleva a una mayor intensificación química, es decir tratar de aprovechar todas las posibilidades productivas de los cultivos utilizando las variedades adecuadas, con las cantidades de agua oportunas en tiempo y forma y además con los nutrientes del suelo presentes y agregados en modo de fertilizantes. El consumo elevado de fertilizantes constituye parte del proceso de intensificación determinado por la revolución verde y la irrigación. Nuevamente y en concordancia con datos expuestos anteriormente, China constituye el primer consumidor de fertilizantes con 51 millones de toneladas, seguido por India con 24,2 millones, Estados Unidos con 17,5 millones , Brasil con 11 millones, Indonesia con 4,2 millones, Pakistán con 3,3 millones, Francia 2,7 millones, Canadá y Polonia con 2,5 millones cada uno. Argentina con aproximadamente 1,7 millones de toneladas es un consumidor importante en términos absolutos pero no tanto en términos relativos. El consumo por ha es muy elevado en Asia Oriental especialmente en China con valores medios cercanos a 190 kg/ha. Los valores más bajos se encuentran en el África subsahariana con 5 kg/ha. La agricultura productivista surgida de la revolución verde ha permitido mejorar enormemente la oferta de productos alimentarios a la humanidad y ha mejorado notablemente la seguridad alimentaria global. Ha mejorado los rendimientos por ha, por animal y por unidad de mano de obra, pero se ha preocupado poco, no suficientemente, de sus externalidades negativas que provocan consecuencias ambientales indeseadas. El enfoque productivista, sea por excesos o por mala gestión, ha comportado daños ambientales en su proceso de consolidación, muchos de los cuales podrían haberse evitado. En los países con agriculturas avanzadas como la Unión Europea, Estados Unidos y la Argentina la agricultura productivista ha producido también una disminución importante del número de agricultores, aunque en muchos casos por fuerza de las reiteradas 8

y profundas crisis y las ausencias de políticas específicas (Argentina). La Unión Europea, con una activa política agrícola (PAC), ha perdido el 20% de sus agricultores entre 2000 y 2007. Sin embargo a nivel mundial y en especial en los países en vías de desarrollo, los agricultores han pasado de 900 millones en 1960 a 1350 millones en 2008, correspondiendo a una población agrícola-rural de 2600 millones de personas. Obviamente, China e India son los países con mayor aumento del número de agricultores, fenómeno también muy importante en el continente africano y en Asia en general. En cambio, en Brasil, Estados Unidos, Canadá, México, la UE y Argentina la disminución de los agricultores ha sido la constante. En los últimos años ha surgido un proceso de reflexión sobre las consecuencias negativas de la agricultura productivista y su impacto negativo sobre los recursos, especialmente el suelo. Las principales preocupaciones relacionadas con su deterioro tienen que ver con los procesos erosivos hídricos y eólicos, acentuados en los casos en los cuales los suelos permanecen sin cobertura; la compactación de los suelos que acentúa los procesos erosivos, disminuyen la absorción de agua y reduce la productividad y también la salinización, especialmente de los suelos bajo riego. La salinización provoca anualmente la pérdida de entre 0,5 y 1% de los suelos irrigados. La falta de adecuadas condiciones de drenaje son determinantes de este proceso. La sostenibilidad de una agricultura depende de componentes productivos, económicos, sociales, ambientales a los que debe agregarse sin duda un componente ético. Existen diversos modelos de agricultura en respuesta a la agricultura productivista. Uno de ellos es la agricultura biológica (organic farming) y constituye una ruptura muy fuerte con la agricultura productivista. Se basa en el seguimiento de normas de producción estrictas, en especial relacionadas al no uso de variedades genéticamente modificadas, fertilizantes y pesticidas químicos de origen sintético. Promueve la preservación del ambiente, el bienestar animal, las rotaciones culturales, la lucha preventiva contra los insectos y enfermedades que afectan plantas y animales. Los rendimientos en general son entre 30 y 40% menores a los de la agricultura convencional. En los últimos años su práctica ha crecido mucho, existiendo actualmente 37 millones de ha certificadas biológicas (0,7% de la superficie agropecuaria mundial), especialmente en Australia (12 millones de 9

ha), China (3,5 millones de ha), Argentina (3 millones), Estados Unidos, Canadá, Brasil y la Unión Europea (8 millones de ha). En relación al número de explotaciones certificadas, México e Italia son los que poseen mayor cantidad. Aproximadamente 1,2 millones de agricultores en el mundo practican la agricultura biológica. Además, algunos países han optado fuertemente por esta agricultura, representando la misma un porcentaje importante de la superficie agrícola total, como por ejemplo Austria (14%) y Suiza (11%). Evidentemente, la agricultura biológica es una opción estrechamente relacionada a producciones destinadas a países con ingresos elevados con poblaciones muy sensibles a la seguridad alimentaria en su visión cualitativa (safety foods) y a las problemáticas ambientales y en consecuencia dispuestos a pagar un premio de precio por la característica biológica de la oferta alimentaria. El otro modelo de respuesta a la agricultura productivista es la “agricultura campesina” (agriculture paysanne) la que también produce una ruptura muy fuerte con la agricultura productivista y prioriza las prácticas tradicionales, el autoabastecimiento de insumos y el autoconsumo, el uso limitado de las tecnologías químicas, la diversificación productiva, los circuitos cortos o locales de comercialización. Evidentemente, los modelos de ruptura fuerte con la agricultura productivista poseen un impacto territorial y económico limitado y existen alternativas más moderadas de ruptura o de ruptura parcial como los representados por la agricultura campesina modernizada, transformando el modelo campesino en un modelo familiar capitalizado, con uso de tecnologías químicas y mecánicas, y en los cuales la irrigación puede cumplir un rol determinante en el proceso transformador. Quizás, el modelo de ruptura más suave es el de la “agricultura razonada” (integrated farming), en el cual se trata de corregir los excesos de la agricultura productivista, como por ejemplo usando menos y más eficientemente los agroquímicos e internalizando algunas externalidades negativas, como por ejemplo la necesidad de conservar el suelo, como se verifica en la expansión de la siembra directa en cereales y oleaginosas, que permite conjuntamente con rotaciones adecuadas, no roturar el suelo y mantenerlo siempre con una cobertura vegetal. Sin duda este modelo se ve favorecido por la práctica de la irrigación, ya que la misma implica un salto cualitativo tanto en los procesos cognitivos agrícolas a nivel de unidad 10

económica, como a nivel colectivo en la gestión del agua. Particularmente importante es en el caso de la incorporación del riego complementario en la agricultura de secano en la región pampeana, en el NEA y en el NOA. Los mercados de cereales, oleaginosas y de productos animales. La seguridad alimentaria según la FAO reside en que “todos los seres humanos deben tener, en todo momento, acceso físico y económico a una nutrición suficiente, sana y nutritiva, que les permita satisfacer sus necesidades energéticas y sus preferencias alimentarias para desarrollar una vida sana y activa”. Definida de este modo la seguridad alimentaria comprende dimensiones cuantitativas, cualitativas y culturales. Tiene en cuenta los hábitos y las eventuales prohibiciones alimentarias propias de los diversos pueblos del planeta y se aplican a todos los seres humanos sin ningún tipo de restricción de sexo, edad, etnia, religión o nivel de ingresos y en todos los momentos del año. Si observamos los valores medios mundiales, el consumo alimentario diario medio actual en términos de energía alimentaria es de 2800 kcal, mientras en los años sesenta alcanzaba los 2500 kcal. Además, debe destacarse que los nutricionistas consideran suficientes para un adulto medio con una actividad media un consumo de 2500 kcal, por lo que las 2800 kcal medias actuales superan largamente este valor. No obstante esto, persiste y aumenta en el mundo el número de personas subalimentadas como así también, fenómeno reciente, el número de personas sobrealimentadas. En términos cuantitativos, prácticamente 2000 millones de personas sufren malnutrición, es decir déficits alimentarios de tipo cuanti o cualitativo (déficit de proteínas animales especialmente). El proceso de subnutrición es crónico y muy grave en el sur del Sahara, en África Central y Oriental. En valores absolutos y más allá de los enormes progresos de los últimos veinte años, en India y China se encuentra el mayor número de personas malnutridas. En 2003, en Asia había más de 500 millones de personas malnutridas (200 millones en India y 150 millones en China) mientras que en el África subsahariana se estimaban en 200 millones de personas. En Brasil, uno de los más grandes exportadores de alimentos del mundo se registran aproximadamente 10 millones de personas subalimentadas, número similar al que se verifica en Estados Unidos. En todo el mundo en la última década la tendencia ha sido positiva menos en el África 11

subsahariana y en el Cercano Oriente. Particularmente significativa ha sido la crisis de precios de los alimentos básicos (trigo, maíz y arroz) de la primavera boreal de 2008 que ha tenido consecuencias en el crecimiento puntual del hambre en el mundo y además ha tenido repercusiones políticas especialmente en el Norte de África y en el Cercano Oriente, países importadores netos de cereales básicos. Por otra parte, el mundo empieza a afrontar un problema prácticamente desconocido un siglo atrás, el de la sobrealimentación y la mala calidad de la alimentación. En 2005, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que 1600 millones de personas adultas tenían sobrepeso en el mundo, 400 millones de las cuales padecían de obesidad. Este fenómeno es muy importante en los países ricos, especialmente en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Alemania, aunque también es importante en China, México y Brasil. En los países ricos la obesidad afecta en mayor medida a los segmentos de población de menores ingresos mientras que en los países en desarrollo, afecta en mayor medida a los segmentos de población más habientes, especialmente a los new rich. Evidentemente, la producción y los mercados de cereales, oleaginosas y proteínas animales tienen un rol determinante en la evolución de la seguridad alimentaria mundial como así también en el desarrollo de oportunidades comerciales relacionadas con la alimentación. El crecimiento del comercio de productos agrícolas y agroalimentarios Los intercambios de productos agrícolas y agroalimentarios alcanzaron en 2009 un monto de 987.000 millones de dólares, siendo cada vez más importantes en el comercio los productos transformados y cada vez menor el peso de los productos agrícolas en bruto, más allá del importante aumento de precio de éstos en los últimos años. Por esto, las cadenas agroalimentarias se ven favorecidas en el comercio mundial en relación a los productos agropecuarios brutos. Los principales exportadores de productos agrícolas son los Estados Unidos y la Unión Europea, alcanzando entre ambos un tercio del comercio mundial. Siguen a estos países, Brasil y Argentina y luego Canadá, Australia, Tailandia, Indonesia y Malasia. 12

Entre los principales importadores, la Unión Europea es el más importante, seguido por Estados Unidos, China y Japón. En el balance export/import, el principal lugar lo tienen los países del Mercosur, especialmente Argentina y Brasil, que constituyen cada vez más el granero del mundo con saldos positivos de comercio agroalimentario de 75.000 millones de dólares, superando a Estados Unidos y Canadá que alcanzan juntos un saldo de 47.000 millones de dólares. La tercera zona en importancia exportadora de alimentos es Australia y Nueva Zelanda con un excedente de 31.000 millones de dólares y luego el grupo de Malasia e Indonesia con saldo positivo de 19.000 millones de dólares. Los conjuntos más deficitarios son la UE y el grupo chino (China, Hong Kong y Taiwan) con 28.000 y 36.000 millones de dólares de déficit de la balanza agroalimentaria respectivamente. Desde el punto de vista del agregado de valor es importante destacar que crece la participación de los productos agrícolas transformados que transitan por los mercados mundiales, representando en la actualidad más del 61% del total del comercio de productos agropecuarios y agroalimentarios. Las exportaciones de productos agrícolas y agroalimentarios de los países pobres, se caracteriza porque la mayor parte son bajo la forma de productos en bruto o muy escasamente transformados. En muchos países emergentes y también en muchos países desarrollados, más de un tercio de las exportaciones corresponden a productos en bruto, aunque con una tendencia a la reducción; es el caso de Brasil y de Estados Unidos y también de la Argentina. En el caso de la UE y también de China, la parte de las exportaciones de productos en bruto no transformados es de sólo el 10% del total e inversamente los productos fuertemente transformados y con elevado valor agregado constituyen más de las dos terceras partes de las exportaciones totales. Es importante destacar el rol determinante que juegan las industrias agroalimentarias y las cadenas agroalimentarias en esta parte del sistema agrícola y agroalimentario mundial. Desde el punto de vista de los productos agroalimentarios, la principal categoría comercializada en el mundo corresponde a las frutas y legumbres con 101.000 millones de dólares, seguido por las proteoleaginosas (soja, girasol, maní) con 72.000 13

millones, las carnes con 62.000 millones, los cereales con 47.000 millones, los vinos y espirituosas con 45.000 millones, los productos lecheros y huevos con 40.000 millones, azúcar y café con 11.000 millones cada uno, cacao con 9.000 millones, té con 3.300 millones y otros productos el resto. Desde el punto de vista de las empresas, las más importantes multinacionales de la alimentación son europeas y estadounidenses, siendo ellas Nestlé (Suiza, 80.000 millones de dólares de facturación anual), Cargill (Estados Unidos, 75.000 millones), Unilever (Holanda – Reino Unido, 51.000 millones), Coca Cola (Estados Unidos, 44.000 millones), Archer Daniels Midland (Estados Unidos, 37.000 millones), Pepsico (Estados Unidos, 35.000 millones), Bunge Foods (Estados Unidos, Argentina, Brasil, 26.000 millones), Tyson Foods (Estados Unidos, 26.000 millones), Sara Lee (Estados Unidos, 19.000 millones) y Danone (Francia, 18.000 millones). Déficits y excedentes de cereales en el mundo Los cereales constituyen las plantas más cultivadas en el mundo y representan la principal fuente de la alimentación directa e indirecta (a través de la producción animal) de la humanidad. En el mundo se verifica claramente la existencia de zonas fuertemente excedentarias de cereales y zonas fuertemente deficitarias de los mismos. Un habitante medio consume 330 kg de cereales por año; para mantener este nivel de consumo la producción mundial de cereales deberá pasar de 2000 a 3000 millones de toneladas entre el año 2000 y el 2050 al aumentar la población de 6000 millones a 9000 millones de habitantes. Las Américas y Europa son las áreas con grandes excedentes de cereales, lo que en relación a la situación de abastecimiento actual y futura, les confiere una importante ventaja económica y geopolítica. Asia y África son las regiones fuertemente deficitarias. La pujanza exportadora de granos cerealeros de América del Norte y del Sur, se refuerza con la exportación de granos oleaginosos, especialmente de soja. En África y Asia, los dos continentes deficitarios se destacan dos áreas fuertemente deficitarias: los países del área del Pacífico (Filipinas, Bangladesh, Corea del Sur, Japón, Malasia, Indonesia) y los países

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del Norte de África y del Cercano y Medio Oriente (Marruecos, Argelia, Libia, Túnez, Egipto, Irak, Irán, Arabia Saudita, Yemen, Siria). El 80% de la producción mundial de trigo es consumida directamente por el hombre y más del 75% de los países del mundo importan trigo, aún cuando algunos de ellos también exportan. Esto se debe a la existencia de diferentes tipos de trigo, desde los duros hasta los blandos, con diferentes características merceológicas y especialmente diferentes contenidos proteicos. Una particularidad del mercado mundial de trigo es que anualmente aproximadamente el 20% de la producción mundial de trigo transita por los mercados mundiales contra sólo el 13% de la de maíz y el 6% de la de arroz. Otra particularidad es que el 80% de la ayuda alimentaria mundial se realiza en forma de trigo, lo que le da una importancia geopolítica especial. El trigo tiene origen en las estepas semiáridas del Cercano Oriente donde crece en condiciones de escasez e irregularidad de lluvias. El trigo, no obstante su origen, se cultiva en diferentes regiones del mundo, desde las praderas canadienses y el cinturón del trigo norteamericano (wheat belt), pasando por la Unión Europea y el cinturón del Mar Negro (sur de Rusia, Ucrania y Kazakistán), pasando por China, India y Pakistán en Asia y por Turquía e Irán, siempre en el Hemisferio Norte. En el Sur del mundo se destacan solamente Argentina y Australia. El trigo se cultiva en muchos lugares en condiciones de lluvias irregulares y escasas como en el Norte de Africa y en Medio Oriente, determinando muy bajos rendimientos y muy variables y también en condiciones óptimas de suelos, agua y tecnología, como en la UE, determinando rendimientos muy elevados. Los rendimientos medios mundiales son de 3000 kg/ha oscilando entre los 1400 kg/ha de países del Norte de África a los 7500 kg/ha de Francia, en muchos casos usando irrigación. En los últimos años debe destacarse la recuperación de la histórica zona del Mar Negro, la cual lentamente recupera su rol central en la producción mundial de trigo, como en los tiempos anteriores a la Primera Guerra Mundial. La producción mundial de trigo alcanza los 683 millones de toneladas, liderado por la UE con 151 millones de toneladas, seguido por China con 112 millones., 15

India con 79 millones, Estados Unidos con 68 millones, Rusia con 64 millones, Canadá con 29 millones, Ucrania con 26 millones, Pakistán con 22 millones, Australia 21 millones y Argentina con 15 millones. Por sus condiciones tecnológicas y ambientales, la UE contribuye a generar estabilidad en el mercado mundial. Una característica de la exportación de trigo es la fuerte concentración en los 10 principales exportadores que controlan prácticamente el 90% del mercado mundial. Las exportaciones son lideradas por Estados Unidos con aproximadamente 30 millones de toneladas, seguido por Canadá, la UE y Rusia con 15 millones cada uno aproximadamente. En un tercer grupo de importancia aparecen Argentina, Australia, Ucrania y Kazakistán, con exportaciones en torno a los 5 millones de toneladas cada uno. En un cuarto grupo aparecen Turquía y China, esta última con grandes oscilaciones productivas y de participación en el mercado. Desde el punto de vista de la importación, numerosos países participan de este mercado, siendo los principales importadores mundiales la Unión Europea (5 millones de toneladas), Egipto (5 millones), India, Indonesia, Irán, Filipinas, Colombia, México, Brasil, Argelia, Japón, Corea del Sur, Marruecos, Bangladesh, Irak, Yemen, Israel y numerosos países más con importaciones entre 200.000 y 2 millones de toneladas. Es interesante destacar la importante demanda de importación de países latinoamericanos como Brasil, Colombia, México, Perú y Venezuela, con un solo país excedentario en América del Sur, Argentina. No obstante la gran importancia del arroz en la alimentación mundial, el comercio es de menor relevancia que el de trigo. A semejanza del mercado exportador de trigo, en el arroz existen pocos países que concentran la oferta exportadora, a saber: Tailandia (15 millones de toneladas), Vietnam, y Estados Unidos con alrededor de 5 millones cada uno y luego con 2 millones aproximadamente Pakistán, India y China. En un cuarto grupo de países con volúmenes menores están Uruguay, Brasil, Argentina, Guyana, Egipto, Camboya y Japón. Desde el punto de vista de las importaciones, África es fuertemente deficitaria, siendo los principales importadores africanos Sudáfrica, Nigeria, Senegal, Costa de Marfil, Mozambique y Ghana. La UE es deficitaria e importa 500.000 16

toneladas aproximadamente. En América, Estados Unidos, Canadá, México, Brasil y Cuba son los principales compradores. Estados Unidos tiene saldo positivo mientras que Brasil equilibrado. En Asia la situación es más compleja, siendo importantes compradores Filipinas, Japón, Bangladesh, Malasia y Singapur en la zona Pacífico y Arabia Saudita, Irak, Irán, Siria y Yemen en el Cercano y Medio Oriente. En el caso del maíz, la concentración de la oferta exportadora es particularmente acentuada ya que Estados Unidos lidera ampliamente el mercado mundial con aproximadamente 58 millones de toneladas exportadas, seguido por Argentina y Brasil con 12 millones aproximadamente cada uno y por la UE, Ucrania, Paraguay, India y Sudáfrica con volúmenes muy inferiores. Desde el punto de vista de la demanda de importaciones Japón, Corea del Sud, Taiwán, México, Malasia, la UE, Irán, Egipto y Colombia son los principales importadores. El mercado de la soja, primera proteoleaginosa mundial La soja tiene su origen en la región china de Manchuria y su grano, junto con sus productos derivados (harina y aceite), constituye uno de los principales productos agrícolas del comercio mundial y representa una parte consistente de los productos de exportación de Estados Unidos, Brasil y la Argentina. Este poroto rico en proteínas y aceite representa el 55% de la producción mundial de granos oleaginosos. Además, es la planta OGM (organismo genéticamente modificado) más cultivada en el mundo con más de 75 millones de ha (más de la mitad de las 148 millones de ha cultivadas con OGM en el mundo en 2010). Para muchos representa la gran agricultura capitalista y la dominación de las firmas de semillas, mientras que para otros representa la modernización de la agricultura con prácticas gestionales favorables para el ambiente. La producción mundial de soja ha pasado de 50 millones de toneladas en 1970 a más de 260 millones de toneladas en 2011. Este crecimiento se debe a una muy dinámica demanda de aceites vegetales para el consumo humano y de harina de soja para la formulación de alimentos balanceados para la alimentación animal. Estados Unidos es el primer productor mundial con alrededor de 80 millones de toneladas, seguido por Brasil (57 millones) y Argentina (47 millones). Luego aparecen China con 16 millones de toneladas e 17

India con 9,1 millones. Los intercambios de grano, harina y aceite de soja se han más que duplicado en el último decenio. En el mercado de granos de soja, Estados Unidos es el primer exportador con más de 40 millones de toneladas, seguido por Brasil con 30 millones y Argentina con 10 millones. En este mercado figura también Paraguay con 2 millones de toneladas. Los compradores principales son China con 40 millones de toneladas aproximadamente, la UE con volúmenes en torno a los 12 millones de toneladas seguidos por México, Japón, Corea del Sur, Turquía, Israel, Egipto, Indonesia, Malasia e Irán. En los mercados de productos transformados de la soja tales como harina y aceite Argentina y Brasil lideran los mercados mundiales dejando a Estados Unidos en una tercera posición. En aceite de soja, Argentina es el principal exportador mundial con más de 5 millones de toneladas, seguido por Brasil con 2,5 millones y Estados Unidos con valores cercanos al millón de toneladas. Se verifican además incipientes exportaciones de aceite de soja de Paraguay y de Bolivia. El principal mercado importador es China con aproximadamente 3,5 millones de toneladas, seguido por la UE, India, Corea del Sur, Egipto, Marruecos y Argelia con volúmenes bastante inferiores. En el mercado mundial de harina de soja, Argentina es el principal exportador mundial con más de 25 millones de toneladas, seguido por Brasil (10 millones aproximadamente), Estados Unidos (8 millones), India y Paraguay con envíos mucho menores. Desde el punto de vista de la demanda la Unión Europea es el principal comprador con más de 25 millones de toneladas, seguida Indonesia, Filipinas, Corea del Sur, Japón, Vietnam, México, Venezuela y Canadá. China es el gran ausente de este mercado. Es muy importante destacar el rol de la industria aceitera argentina, que constituye el primer exportador mundial de productos transformados de soja. Además Argentina con prácticamente toda su superficie de soja con OGM, lidera el segmento de soja transgénica. Estados Unidos cultiva el 95% de su superficie de soja con OGM; Brasil, Paraguay y Canadá un 65%. Es importante destacar que las grandes empresas argentinas de producción de soja expanden su modelo tecnológico en Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia, constituyendo verdaderos agroholdings productivos, destacándose por su alto nivel tecnológico agronómico y comercial.

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La producción de carne y de lácteos La producción de carnes en el mundo absorbe un tercio de la producción mundial de cereales y según FAO son responsables del 18% de la emisión de gas efecto invernadero. Es importante destacar que los rumiantes consumen en gran medida pasturas naturales en terrenos no aptos, en gran medida, para la agricultura, constituyendo un recurso importante para el desarrollo de esos espacios. Además, todas las producciones animales producen residuos orgánicos que, si son bien gestionados, constituyen un recurso sustituto y/o complementario de los fertilizantes químicos. La producción de carne bovina, además, es fuertemente cuestionada por su elevada demanda de agua (huella hídrica), aunque en estos casos debe distinguirse adecuadamente cuando compite por el recurso con otras actividades de cuando es la única alternativa para poner en valor territorios con escasas variantes productivas (costo de oportunidad), como por ejemplo la pampa semiárida, las llanuras de Texas, etc.. La producción de carne bovina está concentrada en los países ricos a los que se suman los países del Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay). Estados Unidos con 11 millones de toneladas de carne es el principal productor mundial, seguido por Brasil con 7,7 millones, la UE con aproximadamente 6.7 millones (Francia 1,6 millones), China con 6,8 millones, Argentina con 3 millones, India con 2,9 millones, Australia con 2 millones, Rusia con 1,9 millones, México con 1,6 millones y muchos otros países como Canadá, Uruguay, Paraguay, Sudáfrica, Pakistán, etc.. A nivel mundial coexisten modelos productivos muy distintos, los cuales están relacionados a diversas épocas de desarrollo de la producción. En Australia (segundo exportador mundial de carne bovina) y en Argentina predominan modelos de pastoreo extensivo con densidades medias de 1 bovino cada dos o tres ha. Este modelo también se encuentra en Brasil, con la diferencia que se realiza en clima subtropical o tropical, acompañando en parte la deforestación de vastas áreas, especialmente en la frontera del Amazonas. En Europa, con un clima templado a templado frío, los modelos son mucho más intensivos, aunque en la alimentación hay todavía una importante presencia de forrajes herbáceos. En Estados Unidos en cambio, el sistema predominante es el intensivo, bajo la 19

forma de feed lots, en los cuales los animales son alimentados especialmente con alimentos balanceados basados en maíz y harina de soja y estas organizaciones son gerenciadas por importantes empresas del agribusiness. En el caso de la producción de carne aviar, los tres primeros productores son los Estados Unidos con 15,5 millones de toneladas, China con 9,9 millones y Brasil con 8,7 millones, seguidos por la UE, México, India, Indonesia, Rusia, Tailandia, Sudáfrica, etc.. Brasil es el primer exportador mundial delante de Estados Unidos. Los principales productores de leche son la UE con 134 millones de toneladas, seguido por los Estados Unidos con 86 millones de toneladas, India con 45 millones, Rusia 33,5 millones, China 29 millones, Brasil con 29 millones, Nueva Zelanda con 17 millones, México 11 millones, Argentina 10 millones, Australia 9,7 millones y otros países entre los que se encuentran Canadá, Ucrania y Japón. Las explotaciones que producen leche son muy variadas desde aquéllas con pocas vacas como en la India a las gigantes con miles de vacas como en California. Los mercados de leche y derivados (quesos especialmente) sufren fluctuaciones de precios muy importantes y son fuertemente influenciados por la situación climática, especialmente la de Oceanía, gran productor y exportador. Australia y Nueva Zelanda con solo el 5% de la producción mundial de leche representan entre un tercio y la mitad de las exportaciones mundiales. El sector lácteo presenta una gran cantidad de empresas multinacionales y también cooperativas con gran importancia de las cadenas agroalimentarias y del agregado de valor, como en el caso de los quesos. La producción y el comercio de vinos La vid es una planta con gran capacidad de adaptación, que ha acompañado a los viajeros y conquistadores en sus travesías por el mundo y ha conquistado el mundo entero, en diversas latitudes y altitudes. Su principal producto, símbolo cultural, es el vino y su relación vid – vino ha condicionado el desarrollo de paisajes, territorios y sociedades. Conocido desde tiempos remotos, presente en la iconografía de las grandes religiones, la vid y el vino de sus orígenes en los alrededores del mar Caspio (Georgia – Irak – Irán) fue conquistando especialmente el paladar de los antiguos pobladores de la cuenca del 20

Mediterráneo y fue parte importante del comercio mundial de la época como lo muestran los yacimientos arqueológicos repletos de distintos tipos de ánforas para vinos. Pero su gran expansión y su consolidación como producto universal (para la época) está ligado a la expansión del Imperio Romano siguiendo las cohortes de César, donde luego de la victoria militar, el Imperio debía culturizar y absorber a los pueblos conquistados, siendo la vid el símbolo de este proceso. No sólo el símbolo del poder del centurión era un sarmiento, sino que todos los legionarios tenían la obligación de plantar vides en los campamentos militares y difundir la cultura del vino. De este modo la vid llegó a la Galia, conquistando definitivamente su territorio y creando las actuales famosas áreas vitivinícolas de Bordeaux (Burdigala para los romanos) y de Borgoña. También llegó a los bárbaros germanos (actual territorio de Alemania y Hungría) donde se difundió la cultura de la vid especialmente en la frontera norte y noreste del Imperio. La vid recorrió el territorio de la romana Hispania (España) y llegó a la Bretania (Inglaterra), donde en la frontera Norte, en el muro de Adriano, se han encontrado semillas de vid en yacimientos arqueológicos. El segundo gran ciclo expansivo de la vid estuvo también ligado a Roma, pero en este caso a la Iglesia Católica que la difundió junto con la colonización española en las Américas. Hoy la vid está presente en todos los continentes con su fuerte carga simbólica y cultural, como símbolo de la mundialización de la civilización del mediterráneo. La producción de vinos en el mundo actual sigue dominada por los países de la UE, especialmente por Italia, Francia y España, con valores anuales cercanos a los 55 millones de hl los dos primeros y poco menores España. Estados Unidos con 25 millones de hl, China con 16 millones y Argentina con 14,5 millones son los siguientes principales productores mundiales de vino. El comercio mundial está dominado también por los tres principales productores europeos. Italia y España son los principales exportadores en volumen, seguidos por Francia, mientras que este último es el principal exportador en valor, seguido por Italia y España. La complejidad del mundo productivo y comercial del vino está dada por la relativamente reciente incursión en los mercados mundiales de los llamados Países del Nuevo Mundo del Vino (Estados Unidos, Australia, Chile, Sudáfrica, Argentina y Nueva Zelanda) que en menos de tres décadas han revolucionado la producción y el comercio. La fuerte hegemonía de producción y exportaciones de la UE

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pierde lentamente cuota de mercado tanto en la exportación como en la producción. El consumo, por su parte, es muy importante en los países tradicionales como Francia, Italia y España, a los que se le debe sumar, por su gran importancia, Alemania. Desde este punto de vista debe destacarse el rol de los países del Nuevo Mundo del Vino desde la perspectiva del consumo donde el rol de Estados Unidos y el Reino Unido es fundamental. Estados Unidos y Francia disputan el liderazgo del mayor mercado en términos absolutos, mientras que Alemania es el principal importador en volumen de vinos del mundo, seguido de cerca por Estados Unidos y el Reino Unido. Estos dos últimos países disputan también el primer lugar como importadores de vino en valor. La tendencia es un aumento de las ha plantadas, de la producción y especialmente del consumo en los países del Nuevo Mundo, mientras que en el Viejo Mundo se verifica una disminución de la superficie, de la producción y del consumo. Argentina presenta una combinación de características, ya que se presenta un lento crecimiento de la superficie plantada desde hace ya varios años, alcanzando las 231.000 ha en 2011, pero en un contexto de producción de vinos relativamente estable (alrededor de 14,5 millones de hl) y consumo fuertemente en disminución tanto en el per cápita (de más de 50 l/cápita a principios de los noventa a 24,5 l/cápita actual, con una tendencia a estabilizarse en el último lustro) como particularmente en el valor absoluto. En 2011, el mercado interno argentino cayó por debajo de los 10 millones de hl. La diferencia está dada por la creciente participación de las exportaciones de Argentina en el mercado mundial, las que pasaron de una cuota de menos de 1% en los noventa a más del 3% mundial actualmente, con una tendencia estable en volumen y creciente en valor. Además, Argentina participa activamente como importante productor mundial de jugo concentrado de uvas, el cual es exportado a los mercados mundiales en un 85% del total producido. El mundo del vino continúa en constante transformación. Luego que Australia (2004), Estados Unidos (2009) y Sudáfrica (2010) superaron las ventas de vino francés en el mercado inglés, considerado junto con el americano, como el más dinámico y competitivo del mundo, las discusiones sobre las transformaciones se acentuaron. El mundo del vino ha entrado en una nueva dimensión: la de las marcas, los cepajes y los volúmenes industriales elaborados para la gran distribución (marcas blancas o private labels). La mundialización ha inducido a una creciente competencia entre los territorios del vino, que

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ya no sólo entre empresas, lo que se ha denominado competencia sistémica. La tecnología permite producir buenos vinos en todos lados, la supresión de las barreras aduaneras al comercio y la mejora de los costos de transporte están facilitando un creciente comercio. La metamorfosis de los mercados es sin precedentes, todos los días aparecen nuevos productores (países y regiones) de buenos productos, los consumidores jamás habían tenido una opción tan vasta de alternativas de compra. La competitividad de los países del Nuevo Mundo es creciente y la respuesta del Viejo Mundo no se ha hecho esperar, con grandes inversiones en promoción en terceros países. El modelo de sociedad del vino creado por las denominaciones de origen y la profusión de signos de calidad predominante en la Unión Europea (1310 denominaciones de origen y 571 indicaciones geográficas) y especialmente en Francia, está perdiendo espacios de mercado, especialmente aquéllos que no lograron una identificación fuerte en los consumidores. Los países del Nuevo Mundo también recurren al valor de sus nombres y de sus particularidades territoriales. A las famosas DOC europeas como Chianti, Borgoña, Rioja, se suma Napa Valley en Estados Unidos, las chilenas Casablanca, Maipo y Colchagua, la australiana Barrosa Valley. Indicaciones argentinas como Valle de Uco y Cafayate están cobrando notoriedad en los mercados internacionales, produciendo importantes premios de precios a pesar de no estar protegidas en Europa como denominaciones de origen o indicaciones geográficas. La búsqueda constante de procesos de diferenciación en el sistema vid – vino en el mundo ha llevado a la consolidación de los grandes nombres de los territorios del vino y también a una muy intensa integración con el territorio. En estos casos, se verifica también el desarrollo de productos enoturísticos en los bellos territorios del vino, algunos de los cuales brillan en el mundo del turismo y del vino. Por ejemplo Napa Valley recibe más de 20 millones de turistas anualmente, Rioja en España y sus catedrales del vino, conjuga arquitectura, innovación y tradición para posicionarse en el mundo del turismo y del vino, Chianti y Toscana son una comunión de vino y turismo y modestamente Argentina, especialmente Mendoza y en menor medida la salteña Cafayate, participan de este proceso valorizador de vinos y territorios. Los territorios del vino de Argentina reciben más de 1,2 millones de visitantes anuales, Mendoza en especial más de 800.000 visitantes. 23

Cafayate presenta una densidad de bodegas y de hoteles de alta gama ligados al vino, que muestran su potencial diferenciador y creador de valor. Además, el turismo de vino presenta un importante porcentaje de extranjeros, especialmente americanos y brasileños, que consolidan el proceso de diferenciación de marcas y territorios en sus mercados de origen. La respuesta europea a la pérdida de espacios en el mundo del vino es cada vez más fuerte y agresiva y comprende tanto aspectos tecnológicos productivos como comerciales. La reciente Reforma de la Política Agrícola Común, especialmente en la Organización Común de Mercado Vino muestra la preocupación para responder al desafío. Como prueba de esto pueden citarse las ingentes financiaciones para eliminar viñedos y la crónica sobreproducción, la eliminación de los subsidios para eliminar excedentes vía destilación, obligando a adaptarse al mercado, la creciente financiación de transformación y modernización de viñedos (cambio varietal, mejora de sistemas de conducción y uso de irrigación) y de bodegas (modernización de instalaciones, mejora de maquinarias y tanques de acero inoxidable), la promoción de mecanismos de integración favoreciendo al poderoso sistema cooperativo, la financiación de la comunicación en mercados extra UE para consorcios (vinos de La Mancha o Chianti) y bodegas privadas, etc.. El mercado internacional se hace cada vez más competitivo en precio en vinos a granel y en vinos básicos fraccionados (botellas, tetra y bag in box) y en diferenciación en los vinos premium, superpremium, ultrapremium e íconos. La competencia en precios empieza a afectar el segmento de vinos premium banalizándolo cada vez más. Los territorios de vino deben decidir el modelo que representan para afrontar la competencia sistémica, es decir si optan por los mercados de volumen (graneles y envasados básicos) deberán adoptar estrategias tecnológicas y comerciales que optimicen las ecuaciones de costo con sus implicancias para el empleo, el ambiente y el territorio. En cambio, los territorios que opten por la diferenciación deberán crear las condiciones tecnológicas, ambientales y sociales que logren captar a los consumidores y que aumenten la disponibilidad a pagar (premio de precio) por los atributos diferenciadores. Los 24

mecanismos de diferenciación son infinitos y dependen de las condiciones locales y de la creatividad. Vinos extremos en Patagonia y el desierto pampeano, vinos de altura en Salta y el Valle de Uco, vinos asociados al deporte de reyes (el polo) en Mendoza por Cheval des Andes y así miles de variantes e ideas. La variedad Malbec, de la cual Argentina posee el 85% de las ha implantadas en el mundo y su aceptación en el mercado americano como un vino de alta calidad y sobre todo de una relación calidad/precio muy favorable, representa un posicionamiento diferenciador muy bueno. La sinergia producto-paisaje-territorio constituye cada vez más un mecanismo competitivo no sólo para vinos, sino también para otros productos como aceite de oliva y frutales, los cuales por su característica de cultivos perennes, desarrollan una relación con el territorio y su comunidad de largo plazo y mutua interdependencia. Los sistemas de riego colectivo en estos cultivos, generalmente en oasis, determinan la organización del territorio y contribuyen a esta sinergia. La competencia sistémica es demandante de mejores sistemas de gestión de aguas y del territorio como modo de mejorar su capacidad competitiva e indirectamente su ambiente y sociedad. La evolución futura de la demanda de productos agrícolas y agroalimentarios Existen cuatro grandes factores mayores (drivers) que llevan a un aumento de la demanda mundial de productos agroalimentarios: (a) el mejoramiento económico de los pueblos de los países emergentes que genera un crecimiento del consumo de proteínas animales e indirectamente del consumo de cereales y proteoleaginosas; (b) la creciente urbanización de la población mundial; (c)el crecimiento demográfico y (d) la producción de biocarburantes. Además, algunas situaciones menores y particulares influyen en el crecimiento global de la demanda y en especial de algunos productos. (a) El mejoramiento económico de los países emergentes y la transición nutricional La transición nutricional corresponde al cambio de raciones alimentarias basadas en el consumo directo de cereales y harinas, productos ricos en fibras y azúcares complejos, por raciones con azúcares simples, y proteínas y grasas de origen animal. Una muestra de esta transición es el crecimiento de enfermedades crónicas relacionadas con la sobrealimentación tales como la obesidad y las cardiovasculares. Esta transición iniciada en

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los países desarrollados a principios del siglo XX, se expande en los países en desarrollo a partir de los 80 y se consolida en China, India, Brasil y México a partir de los noventa. Los rumiantes son alimentados en muchos países en base a forrajes verdes y son considerados ineficientes transformadores de calorías vegetales en calorías animales, en una proporción de 7 a 1. Por el contrario, porcinos y aves, en los modelos productivos intensivos, tienen relaciones de 2 a 1 y de 3,5 a 1 respectivamente, lo que se verifica en el mercado mundial en precios más bajos de sus carnes en relación a la bovina y en un impulso a su consumo. Este fenómeno ha expandido enormemente el consumo indirecto de cereales y derivados de la soja para la formulación de los alimentos balanceados. Actualmente más de la tercera parte de los cereales producidos en el mundo se destinan a la alimentación de los animales en modelos intensivos (aves, cerdos, bovinos de leche y de carne). Esta proporción es mayor en los países ricos (entre el 50 y el 60%), pero se encuentra en franco crecimiento en China y en otros importantes importadores de cereales como Egipto. Todavía comprende porcentajes modestos en India y en países de África subsahariana, en los cuales los productos vegetales siguen siendo consumidos directamente por los hombres. El consumo de carne está relacionado directamente a factores culturales; los europeos y los pueblos de origen europeo consumen cantidades de calorías de origen animal (carne, huevos y lácteos) muy superiores a por ejemplo los pueblos de Asia Meridional y Oriental que permanecen en una “civilización vegetal”. No obstante esto, estos consumos están fuertemente ligados a los ingresos por habitante y, como regla general, puede decirse que a medida que los ingresos por habitante aumentan, del mismo modo lo hace el consumo de productos de origen animal. En los últimos años, la mejora económica, aunque pequeña de muchos pueblos de países en desarrollo, particularmente, China, India, Brasil y México, densamente poblados, han determinado un importante crecimiento de la demanda de productos de origen animal. En esta progresión de incremento del consumo de productos de origen animal, se observa un proceso continuo de incremento del consumo de huevos y carne aviar, luego carne porcina y finalmente de carne bovina y lácteos elaborados. En la etapa más avanzada del modelo de consumo de las familias más habientes, se incorporan cada vez más productos elaborados de origen animal 26

(yogures, quesos, fiambres) y también de la industria alimentaria (vinos, pastas secas, salsas preparadas) y hortalizas y frutas procesadas (enlatados, jugos de frutas) y frescas. Estados Unidos, Canadá, Brasil y Chile en las Américas; Australia, Rusia y la UE, destinan más de la mitad de los cereales a la alimentación animal. China todavía destina porcentajes cercanos al 30%. Esta transición alimentaria especialmente en los grandes países emergentes de Asia (China, India, Pakistán, Indonesia, Malasia, Arabia Saudita, Irán), de América Latina (Brasil, México, Venezuela) y de África (Sudáfrica, Nigeria, Egipto) son la causa de la fuerte expansión de la demanda mundial de cereales, especialmente maíz y sorgo, y de proteoleaginosas, especialmente soja y sus derivados, en los últimos veinte años. Este proceso continuará en el futuro a diversas velocidades en los distintos países del mundo, pero la tendencia se mantendrá por muchos años, lo que constituye para Argentina especialmente, y para todos los países del Mercosur, ricos en tierras y aguas y con posibilidades tecnológicas importantes, en una gran oportunidad de crecimiento y participación en el mercado mundial de productos básicos y transformados. Brasil lo demuestra con su liderazgo en carnes bovinas procesadas y enfriadas y en carnes aviares y porcinas. (b) La creciente urbanización de la población mundial Las ciudades en 1800 contenían apenas el 10% de la población mundial; actualmente la población urbana alcanza más del 50% del mundo. La urbanización en los países desarrollados alcanza el 75% y actualmente se expande fuertemente en los países en desarrollo en el Sur del mundo, especialmente en Argentina, Brasil, Australia, Uruguay, Venezuela y Nueva Zelanda donde la población urbana supera ya el 80%. Además en un gran número de países en desarrollo, algunos muy densamente poblados (Malasia, Egipto, Irán, Turquía, Libia, Rusia, Nigeria, Sudáfrica) la población urbana está entre el 50 y el 80%. El éxodo rural produce transformaciones consistentes en los hábitos alimentarios de los migrantes. En algunos casos la transformación es menor, como en Costa 27

de Marfil, donde la mandioca constituye la base alimentaria de los habitantes rurales y urbanos, aunque estos últimos incorporan lentamente el consumo de pan de trigo. En otros casos, como en América Latina y el Caribe, este proceso produce fuertes transformaciones, ya que los regímenes alimentarios rurales en base a maíz, tubérculos y frutas cambian al urbanizarse aumentando notoriamente el consumo de arroz, pan de trigo, pastas alimentarias y carnes, especialmente de aves. En la mayor parte de los países en desarrollo se observa el fenómeno de concentración de la distribución, la llamada “revolución de los supermercados”, que produce una desconexión mayor entre los hábitos alimentarios rurales y los urbanos. Este fenómeno es muy fuerte en Brasil, México, China, en los países del sur y este del Mediterráneo, especialmente en las grandes aglomeraciones costeras, que se aprovisionan de productos alimentarios estandardizados especialmente en supermercados. Este proceso está fuertemente ligado al desarrollo de clases medias urbanas con ingresos medios más altos que las clases rurales. Además, los consumos alimentarios fuera del hogar crecen en todo el mundo, especialmente en las cadenas de restauración rápida (fast foods) internacionales como Mc Donald’s o Pizza Hut o locales como los que venden Kebab. Un componente esencial de la urbanización en curso es la ocupación de tierras productivas por parte de las ciudades (urban sprawl), que consume millones de ha agrícolas anualmente, muchas de ellas de óptima calidad, para la construcción de barrios, viviendas, autopistas y todo tipo de infraestructura urbana. En Estados Unidos se calcula una pérdida anual de 500.000 ha por este fenómeno y los cultivos más amenazados son las quintas frutales y de hortalizas suburbanas. En China se pierden 800.000 ha anuales por la creciente urbanización. En la UE este fenómeno es muy preocupante en el Litoral Mediterráneo español, especialmente en Valencia y Andalucía, donde se pierden huertas frutales y se cementifica crecientemente la costa. La urbanización creciente de la población mundial ha constituido y constituye actualmente un importante factor de transformación y de crecimiento de la demanda agroalimentaria, ya que se producen fuertes cambios culturales y además se pierden cada vez más tierras con vocación agrícola. Por lo tanto, las previsiones futuras 28

para este driver indican que en mayor o menor medida esta tendencia se mantendrá en general, pudiendo en algunos casos ser detrminante del proceso de expansión de la demanda alimentaria (China e India). (c) El crecimiento demográfico Tanto como la creciente urbanización y la transición alimentaria, el crecimiento demográfico a escala mundial, constituye un componente mayor del crecimiento de la demanda alimentaria global. La población mundial ha pasado de 3000 a 6000 millones desde 1960 a 2000 y se prevé que en 2050 alcance los 9000 millones de habitantes. Las poblaciones de Asia Meridional, particularmente India, y de Asia Oriental, especialmente China, se posicionan como los mayores polos de demanda de alimentos del mundo. En China, donde el proceso de transición alimentaria se ha difundido en casi toda la población, se acentúa el efecto del crecimiento demográfico. En India, donde la transición alimentaria recién está iniciando y encuentra fuertes límites culturales y religiosos, el factor demográfico juega un rol mayor y determinante de la demanda alimentaria. Una situación similar se verifica en los países de África y especialmente del sur del Sahara. En África del Norte y en el Cercano Oriente la tasa de fecundidad ha disminuido fuertemente en los últimos años, especialmente por las uniones más tardías y los métodos anticonceptivos. La población de estos países que en 1950 era de 110 millones ha pasado a 400 millones en el 2000 y se espera que llegue a 700 millones en el 2025. Estos países fuertemente impulsores de migraciones hacia la rica Europa se caracterizan por serias dificultades productivas por deterioro de suelos y aguas y por déficits crecientes de la balanza alimentaria. Además, esto se suma a una fuerte inestabilidad política. El planeta llegó a 1000 millones de habitantes en 1810, a 2000 en 1920, sólo 110 años para duplicarse y así ha seguido acelerándose el proceso hasta llegar a los 6000 millones del 2000. Para alimentar a este número creciente de bocas, los agricultores han expandido las tierras cultivadas especialmente en las Américas, en África y en Asia. Luego a partir de los años sesenta, la revolución verde permitió incrementar los rendimientos por ha en forma consistente. Para los 3000 millones de consumidores adicionales que se 29

esperan para el 2050 será necesario replantearse una nueva revolución verde, ya que las posibilidades de expansión de la frontera se limitan solo a algunas zonas de América Latina y África, como ya se ha desarrollado. Evidentemente el driver demográfico impulsará ulteriormente en los próximos años la demanda alimentaria y dependerá de las posibilidades tecnológicas afrontar este cambio. Este factor se combina con los anteriores para generar una gran expansión de la demanda. (d) Biocombustibles y agricultura El desarrollo de los biocarburantes está ligado especialmente a la necesidad de disminuir la dependencia de combustibles fósiles, reducir el efecto invernadero y sostener el desarrollo agrícola y rural. La casi totalidad de los biocombustibles actuales provienen de plantas cultivadas y son llamados biocombustibles de primera generación. Se espera el desarrollo de biocombustibles de segunda generación, los cuales se obtienen de plantas no alimentarias. La producción de biocombustibles ocupa actualmente aproximadamente 30 millones de ha en el mundo, menos del 2% de la superficie cultivada y permite cubrir el 1% del consumo de carburantes en el mundo. El bioetanol representa el 85% de los biocombustibles líquidos en el mundo. Se obtiene a partir de la fermentación de plantas como la caña de azúcar (Brasil y Argentina), la remolacha azucarera (Francia, España) o del maíz (Estados Unidos). Este etanol es utilizado en general en mezclas con porcentajes variables con los combustibles fósiles, desde el 5% al 15% en general. En Brasil se utiliza el etanol puro, en autos adaptados llamados flex los cuales pueden usar alcohol, mezclas o combustibles fósiles. El biodiesel representa el 15% restante de los biocombustibles líquidos y puede ser obtenido de una larga lista de plantas oleaginosas tales como la colza, la soja, la palma y la jatropha. Puede usarse puro o en mezclas en tractores o en gasoils combinados. La cadena norteamericana de bioetanol basada en el maíz es muy eficiente y cuenta con fuerte apoyo gubernamental. Posee una eficiencia energética de 1,4 – 1, es decir 30

que se produce 1,4 calorías en etanol por cada caloría incluída en el sistema productivo. Actualmente 110 millones de toneladas de maíz son destinadas en Estados Unidos anualmente a la producción de etanol. No obstante el fuerte crecimiento en los últimos años y el apoyo gubernamental, Estados Unidos importa grandes cantidades de bioetanol de Brasil. La producción brasileña de bioetanol se basa en la caña de azúcar y presenta una elevada eficiencia energética, del orden de 9 -1 en el mercado local. La industria brasileña utiliza toda la planta de la caña de azúcar en el proceso productivo y en muchos casos se genera electricidad con los residuos, generando un verdadero sistema integrado. En Brasil, el bioetanol provee el 15% del consumo total de energía y más del 25% del consumo de carburantes. Más de la mitad de la cosecha brasileña de caña se destina a etanol. El biodiesel es el principal biocombustible de la UE y también de la Argentina, donde se lo produce a partir de aceite de soja. La UE es el principal productor mundial, seguido por Argentina, Estados Unidos y Brasil. La UE es también el principal importador de biodiesel en especial desde la Argentina. La tendencia productiva es creciente en Argentina mientras que en Europa encuentra problemas técnicos y ambientales. La importancia de este driver es relativamente menor a la de los anteriores aunque impacta fuertemente en los grandes abastecedores mundiales de productos alimentarios como Estados Unidos, Brasil y Argentina. Pequeños movimientos de estos gigantes pueden generar serios problemas en el resto del mundo. Es por esto que este driver debe ser monitoreado con gran precisión ya que puede generar grandes problemas o bien ser una solución alternativa en momentos de sobreproducción ocasional. Alimentación, territorios y calidad Un producto agroalimentario moderno está constituido por tres componentes a saber: el alimento propiamente dicho, los servicios de todo tipo incorporados en el mismo y el know how tecnológico y comercial necesario para su producción y comercialización. 31

La elasticidad precio e ingreso del primer componente en las sociedades ricas y en las partes favorecidas de las sociedades en desarrollo es baja e implica que mayores ingresos o precios de los alimentos producen escasas variaciones en su demanda. En cambio la elasticidad ingreso de los otros dos componentes es muy alta y a medida que mejora en los países desarrollados y en desarrollo la demanda aumenta en forma consistente. Esta es la causa básica del incremento del comercio de los alimentos procesados en todo el mundo. En cambio, para el componente netamente alimentario, los aumentos de precios en el mundo en desarrollo producen graves problemas en los segmentos bajos, implicando pérdida de ingreso real y un círculo vicioso de pobreza y crisis, como lo demostraron los movimientos de protesta en el Norte de África luego de los aumentos de precios de la primavera del 2008. Los factores o servicios agregados pueden ser de distinto tipo. Un primer servicio está relacionado con el ahorro de tiempo en la preparación y/o conservación y es apreciado por facilitar la operación de los mismos en el mundo moderno. En cambio otros servicios están relacionados con aspectos cualitativos de los alimentos, tanto en lo que se refiere a sus características sanitarias (food safety), nutricionales (health foods) y organolépticas de tipo gustativo y relacionadas con la producción de placer. Además, los alimentos incluyen servicios relacionados a aspectos éticos (fair trade) o de satisfacción de requisitos de protección o mejoramiento ambiental (green foods). En muchos casos estos servicios están asociados a la defensa de principios de bienestar animal o la proveniencia local de los mismos (farmer markets). En muchos casos se tiene en cuenta el impacto de la producción de los mismos en el ambiente, por medio de la huella de carbono (carbon footprint) o de agua (virtual water o water footprint) o más simplemente por la distancia de la zona de producción a los centros de consumo (food milles). La relación que los productos agroalimentarios de calidad tienen con los territorios en los que son producidos es muy estrecha y permiten una cierta clasificación de los mismos. Por ejemplo, los alimentos comercializados por una gran multinacional alimentaria como Nestlé, aunque de calidad nutricional y sanitaria reconocida, no están ligados a un territorio particular y constituye un producto estándar mundial. La relación con los territorios de los alimentos aumenta a través de la presencia de signos de calidad que 32

reconocen esta condición como la “label rouge” o la dicción “de montaña” o bien las IGP (indicaciones geográficas protegidas) o las DOP (denominaciones de origen protegidas). Más aún, la UE ha reconocido las Especialidades Tradicionales Garantizadas, enfocadas en en la tradición del producto. Las IGP y las DOP actuales, reconocidas por la OMC (WTO) están basadas en los modelos de diferenciación de los terruños vitivinícolas, especialmente en la legislación francesa. Actualmente este modelo se ha extendido en el mundo a Estados Unidos, Chile y Australia para vinos, pero también para aceite de oliva y otros productos alimentarios que pueden poseer una tipicidad diferenciadora cualitativamente en un territorio productivo delimitado. No hay dimensiones ni fórmulas preestablecidas para el éxito, depende de la calidad del sistema productivo, de la habilidad de gestión del empresario y de la percepción de los consumidores. El acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC en español y TRIPS en inglés), en el marco de la OMC, establece la obligación de los países miembros a proteger las indicaciones geográficas propias para evitar que se induzca al público a error y para impedir la competencia desleal (artículo 22). En el caso de los vinos y bebidas espirituosas, el nivel de protección es más elevado, las indicaciones deben protegerse incluso en el caso de que el uso indebido no induzca al público a error (artículo 23). En la actualidad se encuentra bajo negociación la creación de un registro multilateral con todas las indicaciones geográficas existentes y la extensión del nivel más elevado de protección a todo tipo de productos. Las negociaciones iniciadas en la Ronda de Doha en 2011 continúan sin resultados exitosos. Los países se dividen en dos grupos, con posiciones contrapuestas. Por un lado se encuentra la Unión Europea, Bulgaria, Guinea, India, Jamaica, Kenya, Madagascar, Mauritius, Marruecos, Pakistán, Rumania, Sri Lanka, Suiza, Tailandia, Tunez y Turquía. En el otro lado se encuentra Argentina, Australia, Canadá, Chile, Colombia, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nueva Zelanda, Panamá, Paraguay, Filipinas, Tapei Chino y los Estados Unidos. El primer grupo defiende la creación del registro multilateral y apoya el aumento del nivel de protección en pos de una “mejor diferenciación de sus productos”. El segundo grupo considera que el actual nivel de protección es suficiente y acusa al primer grupo de querer “monopolizar los nombres”.

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Normalmente es la UE la que trata de defender nombres y tradiciones, pero muchas veces sucede lo contrario. El Malbec, Cot para los franceses, luego del éxito argentino en los mercado mundiales, está siendo sometido a un proceso de reapropiación por parte de la región de Cahors, donde se cultivaba el Cot y donde ahora todo es Malbec (mal pico o mal gusto para los franceses), al punto que toda la región y la ciudad de Cahors se redefinen como Cahors Malbec. Tanto para los vinos como para aceites, quesos, cortes de carne, etc. hay productos geográficos o con identidad local y productos mundializados u homogenizados. Pero ya esto no depende tanto de la oferta como de la percepción de los consumidores y su aceptación del proceso de diferenciación propuesto por la oferta. Evidentemente la sinergia producto – paisaje - territorio es determinante de la construcción del nombre, de la identidad del producto y de la aceptación de los consumidores. La demanda mundial de productos diferenciados, como por ejemplo los vinos geográficos o diferenciados, crece cada vez más, especialmente en países desarrollados y en las franjas habientes de países en desarrollo como China, donde los grandes vinos franceses, han encontrado su nuevo gran mercado.

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