Galicia entre la historia y la leyenda

Galicia entre la historia y la leyenda Isolina y Manuela Sánchez Regueira 1 Una de las regiones de España que cuenta con más mitos y leyendas es Gal...
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Galicia entre la historia y la leyenda Isolina y Manuela Sánchez Regueira

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Una de las regiones de España que cuenta con más mitos y leyendas es Galicia. Muchas de ellas han ido naciendo, al correr de la historia, en aldeítas escondidas en los montes verdes y en los campos de esta zona, la más occidental de España. Gran parte de estas leyendas, creemos que las más poéticas, porque el tiempo las ha ido enriqueciendo, y también las más alejadas de la realidad, porque la fantasía gallega, enormemente rica y profundamente seria, las ha ido aislando de la vida corriente, son las que nacen en tiempos antiguos de la historia de Galicia . La historia de esta región corre por senderos muy distintos a los de las demás regiones peninsulares. La podemos comparar, por ejemplo, con la de Andalucía, también antigua y también variada: las culturas que en la antigüedad se cruzan en el sur de España n o son las mismas que pasan y se quedan en Galicia. Tampoco lo son las que entran posteriormente: podríamos ver un ejemplo en la árabe; los árabes permanecen en Andalucía, en una mayor o m e n o r convivencia con los autóctonos, ocho siglos, mientras que a Galicia sólo llegan en incursiones rápidas. Otra muestra en nuestros tiempos es la de la Guerra Civil (1936-1939) que Galicia prácticamente n o sufrió, aunque sí, las consecuencias, como las demás regiones. Galicia, en los puntos más altos de la historia de España, puede decirse (quizás de un modo demasiado generalizado) que no estuvo presente. La historia gallega más conocida la tenemos a partir de los romanos, pero algo podemos saber también de las épocas prerromanas, especialmente a través de la arqueología. En el Cuaternario, por ejemplo, sabemos que ya las costas de Galicia estaban pobladas por hombres que vivían del marisco, siempre abundante en nuestros mares: en la desembocadura del río Miño se han hallado útiles de trabajo de esta época. La Edad del Bronce es importante en Galicia por los restos que en ella encon tramos, especialmente de la cultura dolménica: los monumentos religiosos funerarios que llamamos dólmenes, podemos verlos, entre otros lugares, en el Barbanza. Atribuyen también a esta época algunos historiadores las sepulturas de planta poligonal que se encuentran, por ejemplo, en San Julián de Cabaleiros, en Casota do Páramo, en el mismo Barbanza, etc. En estos enterramientos se han hallado cerámicas, hachas, puntas de flecha, etc. El pueblo que habitó Galicia, así como otras costas del Atlántico, en estos tiem pos de la cultura dolménica, precedentes a los celtas, fueron, muy probablemente, 2

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Este artículo recoge una ponencia tenida en el Congreso de la Asociación Europea de Profesores de Español en la Universidad de Santiago de Compostela (julio-agosto 1984); pero fue completada con bastantes nuevas aportaciones por Isolina S. R. Y aun así quedan recogidas sólo las leyendas de más tradición. Tan rica es Galicia en este campo, sobre el que pensamos volver. El origen de las Rías Bajas gallegas lo «explica» una antiquísima leyenda (tan antigua como la misma creación...) que cuenta que el Creador al acariciar Galicia, después de haberla formado, dejó plasmados sus cinco dedos en las cinco entradas del mar desde Vigo a Finisterre. 2

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los oestrymnios, cuyo n o m b r e desaparece c o n la venida de los celtas. Pero n o desaparece «el p u e b l o q u e lo llevó... Se considera h o y q u e este e l e m e n t o indígena d e nuestro país, el m á s antiguo q u e c o n o c e m o s , persistió bajo las invasiones y colonizaciones posteriores, y dejó su sello e n la raza y e n la cultura... e n estrecha fusión c o n las aportaciones célticas y c o n lo t o m a d o de otros pueblos» . La entrada de los celtas e n el n o r o e s t e peninsular rio tiene lugar hasta el siglo vil a. C , y su celtización se produce ya entre los siglos vi y v a. C. Traían «el uso del hierro y la cultura de Hallstatt». F o r m a b a n conjuntos d e c o m u n i d a d e s federadas y n o n ú c l e o s políticos h o m o g é n e o s . De esta época es la cultura castrense. Los castros eran cabanas de planta circular (se p u e d e n ver e n algunos puntos d e Galicia, e s p e c i a l m e n t e al sur, e n la Guardia). Son c o m o fortificaciones de varios recintos c o n fosos y otros sistemas de protección. C u a n d o ya están habitados c o n casas de piedra, f o r m a n d o poblados, se convierten e n «citanias», q u e se e n c u e n t r a n t a m b i é n e n el n o r t e de Portugal *. Este p u e b l o así f o r m a d o , q u e p o d r í a m o s llamar ya galaico, m a n t e n í a relaciones c o n los habitantes de las islas Británicas y c o n otros del o c c i d e n t e e u r o p e o . Pasando ya a t i e m p o s m á s c o n o c i d o s por testimonios escritos, se sabe q u e p o c o antes del n a c i m i e n t o de J.C., e n t i e m p o s del e m p e r a d o r Augusto, s o m e t e n los roman o s a los galaicos. La romanización de Galicia fue lenta: a u n d e s p u é s de dos siglos c o n s e r v a b a n los galaicos castros regidos por indígenas. Pero si fue lenta, llegó l u e g o a ser profunda también, m a n t e n i e n d o , sin e m b a r g o , los rasgos indelebles de las culturas anteriores. En la é p o c a de Diocleciano, Gallaecia c o m p r e n d í a el N o r t e de Portugal d o n d e estaba su capital q u e era Brácara, la bella Braga portuguesa d e hoy, llegando hasta Portum Cale e n la d e s e m b o c a d u r a del Duero, c o m p r e n d í a a d e m á s Galicia y parte de Asturias. Las murallas de L u g o s o n romanas; r o m a n a es Iria Flavia; r o m a n a , la c o l u m n a d e Hércules; r o m a n o es el c e m e n t e r i o hallado e n las e x c a v a c i o n e s bajo las n a v e s de la catedral d e Santiago, interesantísimas, n o sólo para la historia de Compostela, sino de Galicia y a u n de España. En el siglo v d e s p u é s d e Cristo la r e g i ó n Gallaecia fue invadida por los vándalos y, sobre t o d o , por los suevos: los vándalos se fueron hacia el sur, los suevos, a v e c e s tranquilos, a v e c e s belicosos contra los galaico-romanos, se fueron m e z c l a n d o c o n ellos p o c o a p o c o . T a m b i é n bajo la catedral se ha descubierto u n c e m e n t e r i o suevo. Los s u e v o s n o se m a r c h a r o n d e Gallaecia: aquí q u e d a r o n y aquí están h o y e n nuestras raíces gallegas, a u n q u e e n el siglo vi q u e d a incorporada Galicia al r e i n o g o d o , c o m o provincia. C o n s i d e r a m o s esta é p o c a sueva c o m o u n a d e las m á s creadoras d e la Galicia posterior . Las leyendas y tradiciones e n la tierra gallega s o n n u m e r o s í s i m a s y, a veces, ex3

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Historia de Galicia, Galaxia. Vigo, 1978, pág. 16. Del sustrato celta de nuestra lengua hablan abundantemente las historias de la lengua, y especial mente de los topónimos que quedan todavía abundantes en Galicia. A éstos nos gusta añadir el del Valle del Dubra, nombre de río que se halla también en los países de origen celta del centro de Europa: Dubora, que en alemán significa schwarzes Wasser, o sea, agua negra. Tiene también esta época su importancia en la lengua, especialmente en el vocabulario: muchas pa labras del gallego de origen germánico que no tiene el castellano, porque entonces serían claramente visigodas, pueden venir del suevo antiguo. Podemos ver brevemente algunos de estos vocablos: El labio (una parra de poca altura que forma por su espeso follaje un toldo en el verano, y también, como dicen algunos, un sitio poblado de árboles). El gallego tiene esta torma en masculino como la tiene el suevo («der Laub» •= follaje) frente a otras lenguas germánicas. Estrar (según el «Diccionario Enciclopédico galego-castelán» de E. Rodríguez González, Vigo 1980, signi3

VICENTE RISCO,

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traordinarias, increíbles. Es lástima q u e e s t é n d e s a p a r e c i e n d o hasta e n las aldeítas m á s recónditas. N o hay q u e considerarlas — y se lo h e m o s o í d o t a m b i é n a R. Pineir o — «un atraso, s o n tradiciones de u n a h o n d a raigambre». De algunas d e ellas se sabe q u e p r o c e d e n de t i e m p o s antiguos, p o r q u e tienen su paralelo e n otros pueblos e u r o p e o s : así sucede e n países d o n d e estuvieron también los celtas: Irlanda, Escocia, Hallein y sus alrededores, la Bretaña francesa... Por e j e m p l o , la c o s t u m b r e de levantar e n m e d i o de u n m o n t e o un prado u n crucero, n o es s ó l o gallega. El «cruceiro», a u n q u e se llenó de significado cristiano (el más corriente tiene la i m a g e n de Cristo Crucificado por u n lado y por el o t r o a la Virgen Dolorosa, y t a m b i é n los hay c o n la historia d e la R e d e n c i ó n adosada al fuste de la c o l u m n a , etc.), la idea de colocar una cruz d e piedra o u n d o l m e n , o, simplem e n t e , u n m o n o l i t o , e n u n cruce del c a m i n o es celta, y t a m b i é n los países e u r o p e o s de o r i g e n celta la h a n cristianizado. Castelao n o s da u n estudio a m p l i o de los cruceros d e la Bretaña francesa. N u e s t r o clima, lluvioso, n e b u l o s o , favorece el surgir d e estas leyendas y creencias e n lo extranatural. Se afirma q u e nuestra psicología propia de países verdes, favorece la creencia y la visión de los fantasmas de las leyendas. Se dice q u e el gallego, c o m o n i n g ú n otro español, sufre la morriña (esta palabra podría traducirse por nostalgia, a u n q u e n o es lo m i s m o ) c u a n d o está lejos de su tierra. Explican los e t n ó l o g o s q u e la m o r r i ñ a es t a m b i é n propia d e países verdes. C o n otros países verdes se ha relacionado Galicia e n la antigüedad, países c o n sentimientos s e m e j a n t e s . La morriña viene a ser para el gallego alejado de su tierra c o m o el recuerdo de u n paraíso perdido. Es c o m o la d r o g a d e la soledad: el p o e t a gallego Padín Lorenzo e n su libro Amores e dolores nos hace sentir esta droga, este calmante del pens a m i e n t o d o l o r o s o e n el destierro (pág. 92). 6

Cando m'atopo lexos da miña terra sinto bágoas nos olios de pensar n'ela, pero son bágoas que me levan as penas e damme calma.

Cando pensó ñas viñas, ñas carballeiras, nos ridentes paisaxes da nosa terra, non sinto penas, pero córreme as bágoas polas meixelas

fica: extender el estrume —esquilmo— para hacer la cama de los animales y esparcir hierbas y tojos en los caminos rurales). Al profesor Decurtins le oímos en una conferencia en la Universidad de Munich ha blar de un «strütschen» y «sdratscha», que explicaba en alemán con la frase «das gemähte Gras ausbreiten»: esparcir el heno cortado, formas éstas relacionadas, naturalmente, con el germánico «streuen» (es parcir), o sea, el mismo significado de «estar» en gallego, que es «extender, esparcir». Bre'tema («niebla, neblina, bruma, vapor acuoso...», como dice el Diccionario antes citado) puede tener relación con «bradam», cuyo significado nos da el Etymologisches Wörterbuch, Kluge: «Dampf, Dunst» (vapo neblina). Brida («da uveira»), que significa en español «sarmiento», la explica García de Diego, citando a Gamillscheg, con la palabra sueva «brintan» (romper); y Metzeltin («Einfuhrung in die Hispanistische Sprachwissenschaft», Niemeyer, Tübingen) da la palabra «britan», con el significado también de «romper». Y así podríamos relacionar estas palabras, que no tiene el castellano: rostrido (salsa hecha en aceite hirviendo) con «rostyan, rösten» (freír); arrumbar (arreglar, poner en orden las cosas) con «räumen» (ordenar); gaya (milano que arrebata los pollitos) con «Geier» (ave de rapiña), para la palabra gaita, ciertamente creada en Galicia, quisiéramos acercarla a la palabra que nos da el Etymologisches Wörterbuch, Wasserzieher «Geiss», que —según añade él— es «südd» (lengua germánica del sur) con el significado de cabra, y «ghaidos», cabrito, puesto que, como nos dice Caro Baroja, el fol está hecho de piel de cabrito. X. ROF CARBALLO dice {Mito e realidáde da terra mai, Vigo, 1 9 5 7 , pág. 4 0 ) también: «a morriña galega... é un sentimento d'os que habitan países verdes e húmidos...». «Cuando me hallo lejos de mi tierra/siento en los ojos lágrimas/si pienso en ella/, pero son lágri6

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C o m o dice J o r g e Víctor Sueiro («Romería interminable»): « S o m o s u n p u e b l o singular, curioso, m á g i c o , soñador..., a u n q u e , e s o sí, amodiño (suavemente, sin molestar). N o s p o s e e n a v e c e s u n o s m i e d o s telúricos, cósmicos... es c o m o u n a p e g o e n s o ñ a d o r y dramático a la tierra y a todos sus signos...». Eugenio M o n t e s , otro escritor gallego, o r e n s a n o , decía: «Le atribuimos o r i g e n celta a nuestra alma creyente, e v a n e s c e n t e , o r i g e n celta a cuanto de dulce y tierno tenemos...». Algunas de las m á s conocidas creencias, leyendas, p u e d e n ser: la Santa Compaña q u e es la primera y m á s temida, las meigas, fadas, lumias... la creencia e n la virtud de las piedras "abaladoiras". Y s o n costumbres antiguas gallegas: la panxoliña, la regueifa, la celebración de la «queimada», etc. En el tertulión de la cocina e n los pazos de Ulloa «se pagaba tributo m u y crecid o a la superstición: se refería al paso d e la c o m p a ñ a c o n su procesión de luces... se c o n t a b a n las tribulaciones d e la mocita... a q u i e n le había atacado el r a m o cativo». Y e n Destripador de antaño, pág. 22: «Volvieron las dos c o m a d r e s juntas para tener m e n o s m i e d o a los l o b o s o a los aparecidos». El escritor R a m ó n del Valle Inclán decía: «Yo creo e n la Santa C o m p a ñ a p o r q u e la h e visto...». Y se lo c r e e m o s , p o r q u e d o n R a m ó n era capaz de ver hasta la Compaña. R o f Carballo e n la obra antes citada Mito e realidade... escribe d e la C o m p a ñ a (traducimos): «La Santa C o m p a ñ a , la q u e nuestros c a m p e s i n o s t e m e n encontrar por las corredoiras (caminos de carro), c u a n d o ya falta la luz del día, n o es una fantasía de sus m e n t e s , sino a l g o q u e r e a l m e n t e existe, y a la q u e t o d o ser h u m a n o t e m e en lo m á s profundo. Esto q u e se t e m e n o es la muerte, ni siquiera el d e s a m p a r o afectiv o e n el q u e la m u e r t e deja, sino la impalpable, sutil tiranía q u e la m u e r t e ejerce sobre nosotros d e s o r g a n i z a n d o lo m á s profundo d e nuestra estructura anímica». La Santa C o m p a ñ a existe más b i e n e n el á m b i t o c a m p e s i n o , n o llega a las ciudades o cercanías de ellas, p o r q u e requiere las corredoiras profundas, retorcidas, los lúgubres sonidos de los árboles, las c a m p a n a s q u e toca el v i e n t o c u a n d o es muy fuerte, la negrura de la n o c h e sin luna... En la Bretaña francesa tiene u n a paralelo e n la «mesnie» u «hoste» (hueste t a m b i é n se la llama e n Galicia). Otro n o m b r e q u e se le da i g u a l m e n t e entre nosotros, e s p e c i a l m e n t e e n O r e n s e , es el d e estadea. El historiador Murguía dice q u e la C o m p a ñ a está formada por procesiones de ánimas, fantasmas, almas e n pena, q u e e n las s o m b r a s de la n o c h e e m p r e n d e n su infernal carrera, se muestran al q u e se aventura por los c a m i n o s y sendas extraviados, a la hora e n la q u e ellas salen de sus antros, a n u n c i a n d o la m u e r t e de aquél e n cuya casa entran. ¡Qué f o n d o paisajístico m á s propicio presenta Galicia para todos estos miedos: vientos, ruidos d e árboles cercanos, ríos q u e lloran...! La Santa C o m p a ñ a se presenta e n forma de lucecitas q u e representan las almas. 8

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mas/que me quitan las penas/y me dan calma/Cuando pienso en las viñas/y robledales/y en los tientes paisajes/de nuestra tierra/me resbalan lágrimas/por las mejillas/mas no siento penas». E. P A R D O B A Z Á N , La madre naturaleza, Ed. Alianza. Madrid, 1982 pág. 254. Alvaro Cunqueiro en su obra As crónicas do sochantre (pág. 9) escribe: «Bretaña é unha térra muy ape nedada... nela, amén da xente natural de sobremundo, andan... difuntos vespertinos, pantasmas, hostes cabaleiras, ánimas remitíndose de obrigai; as mais délas, xentes pasadas ás que alguhna peta non deixa so segó... A vella santiguase e reza un Painoso pola alma do finado señor Vizconde de Kloémel que acaba de pasar a cabalo... Os vivos de Bretaña coñecen si os áers que corren son difuntos ou non...». 10 Historia de Galicia (facsímil, Bilbao, 1979). En el tomo I al tratar de los celtas habla Murguía abundantemente del culto a los seres sobrenaturales de los antepasados, al agua, al fuego, a la naturaleza, etc. 8

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Su m o d o de proceder nos lo sigue explicando Murguía de esta manera: por la noc h e los difuntos se levantan d e sus tumbas y reunidos d e n t r o d e la iglesia salen juntos por la puerta principal tan p r o n t o s u e n a n las d o c e . U n a p e r s o n a viva les preced e e n su nocturna correría y lleva la cruz y el caldero del agua bendita (siempre m e z c l a n d o e l e m e n t o s cristianos). Esta p e r s o n a viva n o p u e d e volver la vista atrás.... cada fantasma lleva su luz e n las m a n o s , p e r o n o es por e s o visible. Sólo s o n señales d e q u e pasa u n vientecillo y olor a cera. Esa p e r s o n a viva q u e va c o n los difuntos tiene m a l color, enflaquece y n o se siente b i e n d e salud. N o d e b e decir nada d e lo q u e ve, ni m e n o s decir q u e a n d a c o n la Compaña... Si u n a n o c h e encuentra alguna p e r s o n a (en su p a s e o nocturno) p u e d e darle el caldero y la vela y e n t o n c e s es el o t r o el o b l i g a d o a ir e n la Santa C o m p a ñ a . El o b j e t o d e estos p a s e o s d e la Compañ a es anunciar la m u e r t e c o n u n a ñ o d e anticipación a aquel a q u i e n la hueste visita. A n t e s d e Murguía ya Claudio Cuveiro e n Almanaque de Galicia (Edic. Soto Freiré, L u g o 1 8 6 6 ) la describía de u n m o d o s e m e j a n t e , q u e q u i e r o recoger, p o r q u e quizá los d e m á s lo t o m e n d e él: «Hay u n a h o r a e n la n o c h e , la m á s triste y fatídica; e n ella los espíritus, fantasmas y visiones dejan sus ocultas m o r a d a s y v i e n e n a este m u n d o a expiar sus culpas, b a ñ a n d o d e terror las m e n t e s d e los h o m b r e s sencillos». En la n o c h e « e m p i e z a n a distinguirse e n lontananza multitud de luces q u e pausada y m a j e s t u o s a m e n t e , c a m i n a n sin r u m b o ni dirección fija... los q u e llevan estas luces s o n almas e n pena, q u e d e s p u é s de h a b e r e n t r a d o e n la iglesia d e d o n d e t o m a n la cruz y el e s c a m o e m p i e z a n a vagar por los contornos...». 11

V. Risco e n su trabajo «La p r o c e s i ó n d e las á n i m a s y las p r e m o n i c i o n e s d e la muerte» t a m b i é n estudia este f e n ó m e n o . Éste dice q u e la leyenda c o r r e s p o n d i e n t e a la Santa C o m p a ñ a está t a m b i é n «nos países célticos, e t a m é n n o s da língoa xermánica». El f a m o s o m é d i c o gallego N ó v o a Santos distinguía e n la Santa C o m p a ñ a tres niveles: — el psicodélico: alucinación (antes sugerida por el Viático d e n o c h e e n las corredoiras); — el psicológico: d e s d o b l a m i e n t o y t o m a d e conciencia frente a la propia vida; — el escatológico: visión real d e u n f e n ó m e n o ultrafisico. Otras visiones e n tierras d e Galicia y Asturias las t e n e m o s e n las meigas. Aunq u e el n o m b r e es latino, mágicas, p u e d e p e r t e n e c e r a u n a creencia m á s antigua: las m e i g a s d e b e n ser de o r i g e n celta. Las damas, a u n q u e s o n seres q u e están e n el mism o plano, n o se consideran malignas c o m o las meigas. La d a m a Gelda, gallega, es parecida a la d a m a Hollé, germánica, y a la d a m a Blanca q u e era celta. El historiador antes citado, Murguía , dice q u e las m e i g a s h a n p o d i d o ser consideradas c o m o druidesas (druida era el ministro d e la religión entre los celtas, dond e 'derv' era encina: adoración a la naturaleza, a los árboles, c o m o los antiguos germanos). Había m e i g a s d e carne y h u e s o , c o m o había brujas d e carne y h u e s o q u e tenían pacto c o n el diablo, a las q u e tanto perseguía la Inquisición. Había lugares habitados por las m e i g a s por d o n d e n o se debía pasar, p o r q u e podían clavar u n a tabla de puntas (rástrelo) e n la espalda. Los sitios preferidos por ellas eran las fuentes. T a m b i é n las fadas eran seres q u e ¡2

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Lo cita ROF C A R B A L L O en Mito e realidade..., pág. fiS. Historia de Galicia, 1.1, págs. 215 y 237: habla aquí de los druidas y del druidismo.

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habitaban las fuentes, los ríos y los bosques. Pondal les canta e n « Q u e i x u m e s dos pinos» . Otra creencia q u e tiene el p u e b l o gallego es la q u e se centra e n las virtudes de ciertas piedras: u n o de los paisajes costeros m á s bellos y bravios de Galicia es Muxía, cerca del c a b o de Finisterre y frente al m a r abierto q u e mira a occidente, c o n su playa y, sobre todo, c o n su bello acantilado. En éste hay piedras e n o r m e s q u e par e c e n trabajadas por una antiquísima m a n o : p u e d e n venir de d ó l m e n e s o t a m b i é n p u e d e n estar pulidas por la m a n o del mar. La piedra abaladoira d e este lugar para diferenciarla de las d e otros lugares se llama «a pedra da barca»: cerca hay u n santuario (el de la Virgen da Barca), y, naturalmente, la visita turística incluye las dos cosas. Y por e s t o la cantiga de los q u e van e n romería a la Virgen dé la Barca dice: « V e n o da V i r x e n da B a r c a / v e n o de abalar a p e d r a . / T a m é n v e n o d e vos v e r / Santo Cristo de Fisterra» . N o está lejos del c a b o d e Finisterre. Aquí u n pasado precristiano hace q u e a estas piedras se les d é u n a e s p e c i e de culto (según costumbre celta) c o n propiedades adivinatorias, medicinales, fertilizantes, etc. La piedra de abalar o piedra abaladoira de Muxía está allí para declarar si está pura o n o u n a p e r s o n a q u e se p o n g a e n c i m a d e ella. Si está pura la piedra d e b e balancearse. Al lado está la de los cadrises, p a s a n d o debajo de la cual se curan los r í ñ o n e s e n f e r m o s . C o m o a tantas creencias antiguas, t a m b i é n a ésta le ha d a d o el pueblo, m á s o m e n o s cristiano, u n significado: estas piedras constituirían las piezas d e una barca: vela, timón, quilla, q u e habría c o n d u c i d o a la Virgen a occidente. Hay testimonios escritos d e los siglos x v y x v i d e peregrinos e u r o p e o s q u e term i n a b a n su peregrinación a Santiago acercándose a abalar a pedra. A l g u n o s m o n t e s eran t a m b i é n sagrados. Cerca d e Santiago está el Pico Sacro, c o n s a g r a d o u n t i e m p o al Sol y a Júpiter, al q u e siguieron d a n d o culto los habitantes de los alrededores diciéndole: «Pico Sacro, Pico S a c r o / l í b r a m e d o mal qu'eu trayo». N o hay espacio para referir t a m b i é n las m u c h a s fiestas populares q u e se h a c e n c o n el fuego, alrededor del fuego, q u e , por otra parte, n o son, ni m u c h o m e n o s , exclusivamente gallegas (las h e m o s visto e n pueblecillos de los Alpes; la n o c h e del desenlace de «La d a m a del alba» e n Asturias, celebraba el p u e b l o los fuegos por San Juan), e n Galicia se celebran c o m p l e t á n d o l a s , por e j e m p l o , el día de San J u a n c o n otras costumbres tradicionales. J. Rodríguez López dice q u e el culto al f u e g o v i e n e de los celtas, a u n q u e tamb i é n los fenicios d e b í a n tenerlo. En algunas partes de Galicia se celebran las fiestas de los Mayos ", q u e vestidos de hojas verdes y flores cantan coplas al renacer d e la creación, propio d e los com i e n z o s de la primavera. T i e n e n su paralelo, por e j e m p l o , e n los Maibáumer de Alemania . De todas las costumbres típicamente gallegas, algunas s o n tan poéticas c o m o la p a n x o l i ñ a e n Santiago y alrededores, q u e salía e n Navidades c a n t a n d o por las puertas y r e c o g i e n d o donativos e n especie, e n dinero. T i e n e su paralelo e n u n a costumbre de los Alpes: los Sternsinger. Las dos, c r e e m o s , tienen t a m b i é n o r i g e n precristia13

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Una estrofa en la que enlaza a las clamas con los celtas: «Virgen dos celtas d'amigos astros/Dos nobres celtas fortes e bós./Quezáis habitas nos verdes castros,/Genio dos nosos grandes abós». 1 4

J.

T A B O A D A CHIVITE,

O culto das pedras no N.O. peninsular,

1965.

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«Vengo de la Virgen de la Barca/y balancear la piedra/y también vengo de verte/oh Cristo de Fi nisterre». 16 Supersticiones de Galicia, Lugo, 1979 , pág. 129. X. F I L G U E I R A V A L V E R D E : «A festa dos maios», Arq. S. Est. Gal. I. W. M A N N H A R D T , Wald und Feldkultus, vol. i, Berlín, 1904, pág. 160. 8

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n o , a u n q u e d e s p u é s se llenaron de sentido cristiano por la Navidad; p e r o habrá q u e llevarlos al c a m b i o d e estación, el cual se celebraba c o n fiestas especiales t a m b i é n antes del Cristianismo. Otras dos tradiciones s o n la regueifa y la q u e i m a d a . La regueifa es u n a fiesta cantada q u e todos los j ó v e n e s de u n a aldea h a c e n a u n a novia q u e acaba de casarse. La novia regala a la comitiva, o se lo reparte ella, u n gran p a n r e d o n d o . El v o c a b l o regueifa, q u e e n principio significa este p a n d e boda, pasa a d e n o m i n a r toda la fiesta, cuya parte m á s típica la constituyen los cantares q u e , e n dos coros, el m a s c u l i n o y el f e m e n i n o , o f r e c e n a la pareja, mientras se disputan la gran hogaza, regalo de la novia. Existe u n a palabra e n a l e m á n para este p a n r e d o n d o y grande q u e es laib, y los diccionarios etimológicos, particularmente el de Kluge, antes citado, d i c e n q u e e n las lenguas germánicas, e s p e c i a l m e n t e e n el S.O. d e A l e m a n i a , podía tener el vocab l o laib las formas: leib, hleib, geleif y hleif, q u e c o n la sílaba repetitiva re podría relacionarse c o n regueifa, t e n i e n d o a d e m á s el m i s m o significado: este p a n d e forma especial. D i r e m o s algo de la celebración de la q u e i m a d a , q u e para ser a u t é n t i c a m e n t e gallega d e b e irse q u e m a n d o c o n conjuros q u e alejan las m e i g a s , la m u e r t e , la enferm e d a d , el h a m b r e , el d e s a m o r e n las mocitas. Se cree g e n e r a l m e n t e q u e la q u e i m a d a tiene o r í g e n e s m u y antiguos, p o r q u e a l g o parecido se halla e n otros países d e o r i g e n celta o cercanos. Los g e r m a n o s antiguos y los arios se e m b o r r a c h a b a n t a m b i é n c o n bebidas a r d i e n d o y f u e r t e m e n t e alcohólicas. P e r o p r o p i a m e n t e acerca de la q u e i m a d a n o hay n a d a histórico escrito. Hay u n a leyenda de la torre de Hércules e n La Coruña q u e dice q u e l o p r i m e r o q u e iluminaba el faro era aguardiente. U n a lápida hallada e n Corneira (Orense) tiene u n a inscripción del t i e m p o de los r o m a n o s , q u e traducida al español dice, entre otras cosas: «Corcio el pescador de lampreas, sacó una especie de vino blanco m u y fuerte y lo vertió e n u n a olla q u e estaba cerca del f u e g o y éste pasó a la olla... q u i s o apagarlo c o n miel... siguió ard i e n d o , lo p r o b ó , ahora lo t o m a m o s todos y ya n u n c a m á s s e n t i m o s frío...». Hay d o c u m e n t o s de la q u e i m a d a e n Sevilla (el m o z á r a b e t a m b i é n tenía este dipt o n g o decreciente ei) del siglo x i v . El aguardiente parece n o ser anterior al siglo XVII, que es c u a n d o introducen los árabes el alambique. Existen e n el siglo x v i n u n o s c a c h a m t o s c o n tres pies (están e n los museos) para q u e i m a d a individual. Nuestros viejos se curaban el catarro c o n aguardiente q u e m a d a c o n azúcar y u n p o c o de limón. Es m u y digestiva y por e s o se t o m a g e n e r a l m e n t e d e s p u é s de las grandes comilonas. C o m o d e c í a m o s antes, la q u e i m a d a se t o m a a c o m p a ñ a d a de conjuros, de cantos gallegos, de poesías. Y, sobre todo, d e b e unir a u n g r u p o de personas: la q u e i m a d a n o es bebida individual, solitaria, es de c o m u n i d a d , de amistad. T e r m i n a m o s con las palabras del poeta gallego, m u e r t o hace p o c o , J o s é María Castroviejo, q u e escribe e n su libro Guía espiritual de una tierra: « R e i v i n d i q u e m o s los sueños... El s u e ñ o de la razón produce monstruos, el nuestro — h i j o del mar y los o r í g e n e s — produce ilusiones, encantos, á n g e l e s q u e trepan por los colores del es pectro, ansia de libertades h e r m o s a s , rocío, b o s q u e s bajo la luna... ciudades asulagadas q u e siguen s e ñ a l a n d o u n a esperanza de resurrección...».

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Y R o f Carballo (para volver a lo de antes): «Galicia ha p e r m a n e c i d o fiel a sus o r í g e n e s ancestrales: leal a la tierra, simbolizada por el m i t o d e la tierra madre. El gallego n u n c a q u i s o d o m i n a r ni v e n c e r la naturaleza, m á s b i e n se identificó c o n ella... y m á s b i e n sabe c o n seguridad q u e sus raíces m á s profundas se e n c u e n t r a n e n el gran vientre d e la tierra madre, es el gran mito». Y h e aquí el o r i g e n d e e s e sentimiento tan propio del gallego: la morriña.

En todo el primer capítulo de su libro Mito e realidade esta idea que —según él— fundamenta el modo de ser gallego. 1 9

da tena mai,

más veces aquí citado, abunda

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