Estimados amigos de Breguet:

Estimados amigos de Breguet: 39 quai de l’Horloge. Esta es la dirección donde nuestro ilustre antepasado, abraham-Louis Breguet, abrió un taller de r...
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Estimados amigos de Breguet: 39 quai de l’Horloge. Esta es la dirección donde nuestro ilustre antepasado, abraham-Louis Breguet, abrió un taller de relojería en la isla de la Cité, en 1775. No sólo se trata del lugar donde nacieron los guardatiempos realizados para Napoleón, María antonieta, la Reina de Nápoles, el zar alejandro, el rey Jorge V y otros eminentes personajes, además fue donde se originaron excepcionales innovaciones técnicas, como el tourbillon, la curva terminal, el paracaídas antigolpes Breguet, las esferas guillochés, las agujas “pomme” o las cifras de Breguet, entre otros numerosos inventos que se han ganado para siempre un lugar en el altar del arte relojero. Hemos resuelto rendir homenaje a nuestra historia y a nuestro patrimonio utilizando esta prestigiosa dirección como título de nuestra publicación. Los lazos que mantenemos con este patrimonio de riqueza excepcional, constituyen en la actualidad una fuente inagotable de inspiración para Breguet. Sin embargo, la tradición y el patrimonio sólo tienen sentido si se consideran en su contexto histórico. Con la fuerza de su imaginación creativa, abraham-Louis Breguet, el mejor fabricante de relojes de todos los tiempos, fue un adelantado con respecto a los otros relojeros de su época y a los que le sucederían después. así pues, no sólo utilizamos los conocimientos ancestrales para plasmar en una creación moderna las invenciones y construcciones de Breguet, también mantenemos la pasión original por la investigación y la innovación. Esa es la verdadera herencia de abraham-Louis Breguet, una búsqueda

incesante de la superación de los límites de lo posible en la relojería. Con la publicación de Quai de l'Horloge, tenemos el placer de proponer una selección de artículos que evocan la vida y la época de nuestro célebre antepasado, incluidas sus numerosas realizaciones, en las que se ilustra, por otro lado, cómo Breguet afianza su posición de pionero y líder en el arte de la relojería. En cada edición habrá una sección dedicada a consideraciones tanto históricas como contemporáneas sobre cómo enfocamos nuestro pasado y nuestro futuro. En este primer número de Quai de l’Horloge figura un homenaje a mi difunto abuelo, Nicolas G. Hayek. Los medios de comunicación cubrieron ampliamente la excepcionalidad de su vida y obra. En cambio, su apego especial hacia Breguet y el talento con el que dirigió la empresa garantizándole el lugar que ocupa hoy en día no son tan conocidos. El impulso incontenible que le infundió a Breguet se refleja en los artículos dedicados a nuestras nuevas creaciones, el reloj Hora Mundi, el reloj Type XXii y el Réveil Musical, cada uno de los cuales representa adelantos importantes en materia de relojería. No deberíamos, sin embargo, pasar por alto nuestra larga historia. Espero que al lector le resulte interesante el artículo donde se perfila la figura de Caroline Murat, reina de Nápoles, una ferviente admiradora de Breguet, quien llevó en su muñeca el primer reloj de pulsera, y el resumen de la vida de María antonieta en su recinto particular del Petit Trianon.

atentamente,

Marc A. Hayek, Presidente y CEo Montres Breguet Sa

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Sumario

Sumario 1. Nicolas G. Hayek

“Una aventura excepcional”



2. Classique Hora Mundi

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3. El primer reloj de pulsera

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4. El nuevo límite – 10 Hertz

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5. Guilloché

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6. El Petit Trianon

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7. Réveil Musical

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8. La exposición Breguet en el Museo Nacional Suizo 4

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NiCoLaS G. HaYEK

Nicolas G. Hayek “Una aventura excepcional” Por Jeffrey S. Kingston

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NiCoLaS G. HaYEK

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os visionarios son una especie rara. Para entender por qué, basta considerar las cualidades necesarias para ser un visionario. En primer lugar, el ingenio creador, es decir, la capacidad de hacer que la causa de la humanidad avance hacia el progreso, pero no sólo unos cuantos escalones, sino propulsándola a nuevas dimensiones totalmente diferentes. Sin embargo, e independientemente del nivel de ambición o de creatividad de un genio, un visionario vive en un plano aún más elevado porque tiene una comprensión global, que un sujeto ordinario no tiene, sobre la manera de aplicar su ingenio para crear una empresa en un ámbito donde nadie se había aventurado antes, para enderezar un establecimiento, o todo un sector industrial en peligro. ◆◆◆

La humanidad, a lo largo de su historia, ha contado pocas veces con la presencia de un visionario. Breguet, por su parte, durante sus dos siglos de existencia, ha tenido la buena suerte de haber prosperado gracias a dos visionarios: su fundador, abraham-Louis Breguet, y su salvador, Nicolas G. Hayek.

como siempre el destino de la marca. Su presencia, sin embargo, no se debe a ninguna orden ni decreto de la dirección, sino sencillamente a la voluntad de los colaboradores de Breguet, quienes conmovidos por la vida de Nicolas G. Hayek Senior, decidieron poner su retrato en el lugar personal de trabajo, para recordarlo todas las mañanas al llegar.

Es obvio que ninguno de los empleados actuales de Breguet conoció personalmente a abraham-Louis Breguet. En cambio, casi todos habían trabajado con Nicolas G. Hayek. Si algún día usted tuviese el privilegio de visitar los talleres de la manufactura, sin duda se sorprendería, como todas las personas ajenas a la empresa, al ver que las fotografías de Nicolas G. Hayek, muchos años después de su muerte, siguen estando en los despachos, en los talleres, en los espacios y bancos de trabajo de los relojeros… como si aún estuviese presente en los locales administrativos y de producción de Breguet.

Los medios internacionales, la prensa de información general y los organismos profesionales se deshicieron en elogios para con Senior cuando falleció repentinamente. al mando de una sociedad de asesoramiento de empresas, Senior había recibido el mandato de los bancos suizos para liquidar los dos grupos relojeros SSiH y aSUaG, que atravesaban inextricables dificultades financieras, al igual que todo el sector de la relojería suiza. No obstante, en vez de optar por el desmantelamiento previsto, que en aquella época parecía ser la única solución evidente, Senior forjó un plan encaminado a reestructurar e integrar las compañías para permitir la continuidad de las actividades. al cabo de esa operación, Senior y un grupo de inversores compraron las sociedades que acababan de fusionar: así nació la SMH. Hoy conocida bajo el nombre de Swatch Group, la SMH

Llamado cariñosamente “Senior” (para distinguirlo de su hijo, Nick Hayek, Junior, y de su nieto, Marc a. Hayek), Nicolas G. Hayek da la impresión de seguir dirigiendo 8

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NiCoLaS G. HaYEK

POCAS CARRERAS PROFESIONALES HAN SIDO TAN BRILLANTES

Por muy conocidos que sean sus logros, muy pocos conocen los detalles de la devoción de Hayek por Breguet.

no sólo creó el legendario Swatch, sino que se convirtió en la sociedad “paraguas” de una larga serie de marcas relojeras emblemáticas, tales como Breguet, Blancpain, omega, Jaquet Droz, Longines y Glashütte original, por citar sólo algunos ejemplos. aunque dedicó su atención a todas ellas, Breguet ocupaba un lugar privilegiado en el corazón de Senior. a pesar de que los medios de comunicación describieron en detalle los esfuerzos que había desplegado para salvar a la SSiH y la aSUaG, que sirvieron de ejemplo para el conjunto de la industria relojera, y aunque se hicieron eco de su éxito material ulterior, por otro lado silenciaron la influencia que tuvo sobre la existencia de los colaboradores de Breguet y el modo en que los guió e inspiró para hacer renacer la marca. Por ende, si la prensa financiera describió en detalle los éxitos comerciales de Senior sin evocar el papel que desempeñó en la dirección de Breguet, ¿cómo encontrar rastros de esa epopeya? Sería sin duda inútil buscar la respuesta en los documentos impresos, pues el retrato de Senior va surgiendo poco a poco a medida que conversamos con los colaboradores de Breguet que trabajaron con él. Hay que olvidar todas las imágenes habituales del director de empresa distante, encerrado en su amplio despacho, celosamente protegido por sus feroces asistentes personales, quienes, como cancerberos, imponen un control estricto de puertas y llamadas telefónicas, dando acceso al santuario a muy pocos elegidos. Porque Senior participaba plenamente en los equipos de Breguet, en todos los sectores de la empresa. La génesis de la línea “Tradition” ofrece una excelente imagen del esmero con el que diseñaba un reloj Breguet, 10

hasta el último detalle, y de su método para inculcar en los equipos de trabajo el afán de superación. Hoy es un secreto a voces que los relojes de estilo clásico desataron un verdadero frenesí, hasta tal punto que el observador tiene a veces la impresión de que los equipos de investigación y de desarrollo recorren los archivos y los museos en una búsqueda febril de guardatiempos antiguos para inspirarse en ellos. Naturalmente, el equipo de la línea “Tradition” era consciente de que otros seguían sus pasos. Sin embargo, cuando Senior reunió a sus colaboradores, las instrucciones que dio fueron concisas y claras: “olvídense del pasado y eviten que Tradition se convierta en una copia”. Lo que se proponía, en efecto, era superar un desafío más importante con una creación que rememorase con certeza el espíritu del pasado, pero sin que revistiese la forma de una burda reproducción. Con el tiempo, el modelo en ciernes suscitó un entusiasmo creciente: un reloj moderno, inédito, dotado de un péndulo de titanio –nada más y nada menos– pero una pieza que mostraba la influencia de un patrimonio genético de hacía doscientos años. El momento crucial se produjo cuando Nicolas G. Hayek descubrió el estupendo movimiento Tradition. El equipo recuerda que Senior se frotaba las manos, disfrutando el placer de aquel momento y sin quitarle los ojos de encima al nuevo calibre: “¡Qué aventura tan excepcional, única en su género, la que estamos viviendo!”. Unos segundos más tarde, tuvo una visión muy clara: no era posible disimular detrás de una esfera convencional un mecanismo de semejante belleza y simplicidad. Entonces Senior pidió a su equipo que dotara el reloj de una esfera de pequeñas dimensiones para desvelar el corazón del movimiento. Una cosa es sentir un entusiasmo inquebrantable por el éxito de la empresa, y otra, completamente diferente, es conservar ese optimismo en medio de una crisis financiera internacional. Senior no sólo demostró su habilidad para conducir Breguet y las demás marcas de su grupo durante los días sombríos de pánico, sino que sirvió de ejemplo para toda la industria relojera al afirmar que su sentimiento de confianza en una próxima recuperación le impedía deshacerse de alguno de sus empleados. otros operadores del sector, que no tenían ese mismo optimismo ni esa fuerza moral, capitularon ante la tormenta e hicieron importantes recortes de personal, lo que en algunos casos afectó a la mitad de los relojeros. Senior, sin embargo, no se limitó a

◆ Nicolas G. Hayek y el reloj Marie-Antoinette.

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NICOLAS G. HAYEK

MARIE-ANTOINETTE, UN PROYECTO SIN IGUAL

inculcar al equipo de Breguet su actitud positiva y su espíritu visionario, también explicó con serenidad que la casa Breguet había nacido durante el período particularmente agitado de la Revolución Francesa. Abraham-Louis Breguet no sólo había conseguido mantener abiertas las puertas de su taller y de su comercio, incluso durante los pocos años en los que había huido de Francia para buscar refugio en Suiza, sino que ideó el tourbillon en medio de esa época atormentada. Da la casualidad de que su complicación más célebre ocupa aún hoy en día un lugar especial en la cúspide de la relojería. Ese mecanismo que se considera en toda la industria como la ilustración más ejemplar de este arte, fue diseñado durante un período en el que la sociedad experimentaba cambios sin precedentes y en el que a menudo la vida de un individuo pendía de un hilo. Para Senior, esa perspectiva histórica fue una lección que no perdió de vista en el momento de la crisis de 2008. Así pues, veló para que el mismo valor que había incitado a Abraham-Louis Breguet a inventar el tourbillon en esos tiempos particularmente convulsionados fuese compartido por todos, para poder emprender intrépidamente el camino de la innovación en medio de los altibajos que agitaban al mundo de las finanzas.

En el transcurso de la historia jamás había salido a la luz un proyecto tan ambicioso como el de recrear el reloj de María Antonieta. ¡Breguet dedicó cuatro años a la creación de un reloj que nunca será puesto en venta!

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Senior también comprendió rápidamente lo que significaba el tourbillon para Breguet. En efecto, Abraham-Louis Breguet no sólo inventó el tourbillon, sino que le puso el nombre con el que se conoce desde entonces a este dispositivo rotativo en jerga relojera, y ese nombre se parecía a una denominación de marca escogida por Breguet para definir su creación. Como Senior se dio cuenta de lo importante que era este patrimonio, decidió que los tourbillons serían siempre objeto de especial atención en las colecciones de Breguet. Por eso, incitó a su equipo de relojeros a que imaginaran nuevas variantes de los tourbillons existentes de Breguet y a que crearan construcciones aún más refinadas para el Tradition Tourbillon (caracterizado por una amplia

gama de innovaciones, como una caja de titanio, una espiral y un caracol asociado a una transmisión por cadenas) y para el Twin Tourbillon (provisto de dos tourbillons conectados mediante un diferencial que le hace girar junto con la aguja de las horas del reloj). El proyecto “Marie-Antoinette” es una ilustración de la forma en que el aguzado sentido de valoración de la historia de Breguet que tenía Senior lo llevó a emprender nuevos desafíos. El reloj “Marie-Antoinette” sigue siendo la empresa más ambiciosa de Abraham-Louis Breguet. En 1783, por encargo de un oficial de la guardia de la Reina, quien obviamente era uno de sus fervientes admiradores, AbrahamLouis Breguet se empeñó en diseñar el reloj más complicado que se hubiese visto nunca y que llevaría incorporadas “todas las complicaciones posibles”. Hicieron falta más de 44 años para realizar esta creación, que no sólo era la más complicada de su época, sino también una de las más complejas que jamás se había fabricado, incluso desde la perspectiva contemporánea. En concreto, el reloj N° 160, conocido universalmente como “Marie-Antoinette”, integraba: repetición de minutos, calendario perpetuo, ecuación del tiempo, indicador de la reserva de marcha, termómetro metálico, segundero central independiente, segundero pequeño permanente, escape de áncora, espiral de oro con curva terminal Breguet, doble paracaídas y carga automática. Mejor aún, haciendo gala de un increíble don de premonición, Breguet decidió dotar el reloj de una esfera de cristal de roca que permitía contemplar el mecanismo en su totalidad. Las esferas transparentes que desvelan la cara superior del movimiento son una idea de diseño que sólo alcanzó su verdadero auge en los últimos cinco años. ¡Breguet estaba doscientos años por delante de su época! Este guardatiempos inestimable pasó por varias manos antes de ser donado al Museo Mayer de arte islámico, de donde fue robado, considerándosele perdido para siempre. Su desaparición hizo que

◆ Nicolas G. Hayek y su nieto, Marc A. Hayek.

Senior sintiera el deseo de volver a fabricar esa obra maestra, con todas y cada una de sus excepcionales características. Todos los aspectos de fabricación del reloj Marie-Antoinette consolidaron la aspiración de Senior de vivir “una aventura excepcional”. El proyecto, particularmente ambicioso, adquirió dimensiones increíbles. La realización de cualquier reloj muy complicado supone un esfuerzo hercúleo y habilidades técnicas especiales. Fabricar un nuevo reloj Marie-Antoinette requería aún más que eso. El guardatiempos tenía que ser el reflejo absolutamente fiel del mítico modelo de antaño. Marc A. Hayek lo recuerda, y su nieto también. De hecho, esa era la idea fundamental que habría de guiar al equipo de Breguet. Senior consideraba que la marca Breguet estaba en condiciones de crear, mediante tecnologías modernas, relojes que Abraham-Louis Breguet nunca hubiese podido imaginar y que debía dedicarse a 13

NiCoLaS G. HaYEK

hacer progresar el arte relojero gracias al empleo de esas nuevas técnicas, si pretendía respetar el espíritu innovador de su fundador. Simultáneamente, la empresa tenía la obligación de demostrar que conocía todos los secretos de la relojería y que poseía los conocimientos técnicos necesarios para volver a fabricar la obra del genio que le dio su nombre. Ese silogismo guió a los colaboradores de Breguet en su búsqueda febril para reunir todos los gráficos y las descripciones disponibles del reloj Marie-antoinette, a fin de tener una idea precisa de sus más mínimas características. Cada componente debía fabricarse minuciosamente a mano. Cada función y cada complicación debían presentar un modo de funcionamiento idéntico al de la pieza original, y así, un equipo de relojeros se dedicó durante cuatro años a la realización de este reloj.

◆ Nicolas G. Hayek y su nieto, Marc A. Hayek.

Sin embargo, debemos procurar no olvidarnos del signo de exclamación utilizado por Senior, quien estimaba que Breguet, en su condición de líder del sector, tenía la obligación de hacer prosperar las empresas demasiado exigentes, demasiado audaces y demasiado ambiciosas para los demás operadores de la industria relojera porque, en el momento de lanzar el proyecto, todavía no había decidido si el reloj se pondría a la venta algún día. Hay que comprender que Senior dirigió la aventura más compleja y onerosa de la historia de la relojería, ¡sin tener en mente un objetivo comercial evidente! Más tarde, cuando la obra comenzaba a tomar forma, Senior tomó su decisión. Nunca, jamás, se pondría en venta ese reloj. Mientras los rumores comenzaban a difundirse, llovían ofertas para comprarle el reloj a Breguet, a cualquier precio. Esa situación consolidó la convicción de Senior. Este reloj era demasiado importante para conservarlo en una caja fuerte privada y que quedase sustraído de la atención pública. Lo que convenía era que Breguet siguiese siendo propietario del mítico Marie-antoinette, elemento esencial de la historia de la relojería, y que por tanto estuviese en condiciones de presentarlo en los museos y en las exposiciones especiales a fin de satisfacer la curiosidad de relojeros, coleccionistas de historias, historiadores y aficionados. Mas para Senior, la excepcional aventura del reloj Marie-antoinette no se detuvo con el diseño del propio guardatiempos. Una creación que no se pondría nunca a la venta, que no sería presentada ceremoniosamente a ningún

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posible comprador, merecía tener un estuche. Para una pieza tan remarcable, hasta los refinados estuches de presentación de la colección Breguet eran inapropiados. Las expectativas de Senior eran aún mayores, a tal punto que la mira establecida se transformó en el proyecto más ambicioso jamás realizado en cuanto a un estuche de reloj se refiere. El panorama que se vislumbraba tras los primeros pasos de esta empresa era más bien sombrío. Un viento violento e implacable soplaba sobre Francia, descargando su furia sobre Versalles, especialmente. Entre las víctimas figuraba un gran roble de 300 años, que se alzaba en el parque del Trianon. El diagnóstico de los expertos fue tajante: dados los estragos de la tempestad y la venerable edad del árbol, tenía pocas posibilidades de sobrevivir. Cuando la noticia de di-

cho veredicto inapelable se difundió en Suiza, se empezó a formular un plan. ¿Por qué no recurrir a los jardineros de Versalles y tratar de llegar a un acuerdo con ellos? En París, los enviados de Breguet querían comprar una parte del imponente roble caído. La respuesta del jardinero jefe, no muy habitual en el mundo de hoy, fue muy sucinta: la madera de ese roble no estaba en venta, y gentilmente se la ofreció para que la utilizara. En ese instante se produjo una fractura entre las sensibilidades suiza y francesa. El hecho de utilizarla gratuitamente hubiese constituido una grave violación de los principios que defendían los emisarios suizos. Breguet, por tanto, tenía que pagar “un determinado precio”. Sin embargo, la madera “no estaba en venta”. Se encontraban aparentemente en un callejón sin salida, pero la solución surgió en el momento en que Breguet propuso 15

NICOLAS G. HAYEK

HAYEK NO TRABAJABA: SE DIVERTÍA ENTRE OCHO Y CATORCE HORAS AL DÍA

Nicolas G. Hayek le imprimía optimismo, entusiasmo y confianza a todo lo que hacía, inspirando a todos los de su entorno para hacer lo mismo.

“hacer una donación para el proyecto de restauración de Versalles”. El equipo emprendió el regreso trayendo consigo una lista de proyectos; por ejemplo, el de la renovación de ciertas estatuas y el de la financiación del módico coste de esta operación, para lo que una contribución sería bienvenida. Cuando Senior examinó esa lista, fue un verdadero fracaso. Según dice el equipo hoy en día, sus ojos comenzaron a brillar y decidió hacer mucho más que eso. Si la restauración de una estatua de 10.000 euros no era suficientemente interesante o importante, la restauración de todo el palacio del Petit Trianon, eso sí que era una empresa que podía estar a la altura de Breguet. Mejor aún, Senior, fiel a sus raíces de ingeniería, decidió que Hayek Engineering pondría gratuitamente a disposición de los responsables, los servicios de un especialista que visitaría la obra cada mañana, durante tres años. Como contrapartida de este ambicioso proyecto, cuyo valor se cifraba en varios millones de euros, Breguet obtendría la madera del roble. El reloj Marie-Antoinette tendría así un estuche digno de su estirpe. El estuche para esta obra maestra que no se vendería jamás, se confeccionaría con la madera de un árbol que tenía un vínculo histórico con la destinataria original y reproduciría el motivo del parquet del Petit Trianon, el palacio privado de Maria Antonieta. Como postdata, porque Breguet nunca quiso poner este hecho en evidencia, cabe señalar que indudablemente se trata del estuche más caro que se haya visto jamás. 16

Por más notables que sean esos acontecimientos, también es digno de mencionar que el patrimonio de Senior también prosperaba a partir de actividades más modestas de Breguet. Senior daba particular importancia a la inspiración y la creatividad de su personal. En su opinión, los organigramas, las reglas para redactar los informes, las construcciones jerárquicas, no eran más que obstáculos para el logro de los objetivos que él se empeñaba en alcanzar. Promovió el diálogo en un ambiente relajado y creó espacios de creatividad para estimular las ideas novedosas. A esos efectos, procedía con sutileza pero también aplicaba directivas. La sutileza se refleja en la configuración de la manufactura en la localidad de L’Orient, en el Valle de Joux. En lugar de crear grupos de funciones similares aisladas de las demás, Senior tenía en cuenta las múltiples tareas que se realizaban dentro de la manufactura. ¿Y qué mejor forma de incitar a los constructores de movimientos y a los relojeros a entablar el diálogo, que juntando más sus puestos de trabajo? A falta de organigrama, Senior sabía que podía contar con sus empleados porque compartían una relación especial. Claro está que una relación estrecha como esa tenía un precio, pues él exigía de cada uno de ellos una total abnegación ante la marca. Era difícil imaginar una respuesta peor que “no tengo tiempo” cuando les pedía algo. Su reacción confirmaba invariablemente el principio según el cual, para garantizar la buena ejecución de una tarea, más vale encomendársela a una persona ocupada. Cuando un colaborador se quejaba de una sobrecarga de trabajo, le respondía sistemáticamente “no importa, lo haré yo mismo”. Tenía la firme convicción de que la clave del éxito dependía de la velocidad de ejecución. Sin embargo, la aplicación de dicho principio también podía resultar agradable. Mientras instaba al equipo Marie-Antoinette a que redoblara los esfuerzos, los relojeros le hicieron saber que estimaban que les llevaría tres años (y se tardaron cuatro) completar el proyecto. Senior, que ya casi cumplía sus ochenta años, les respondió: “Fíjense en mí. ¿Saben lo que tres años representan para mí? Para ustedes es poca cosa, ¡pero yo ya tengo casi 80 años!” Con frecuencia, había un yin y un yang en sus relaciones con su equipo. A veces daba libre curso al humor del momento. Con motivo de una larga conversación telefónica con un periodista, Senior se fue poniendo nervioso e

irritable hasta que de pronto interrumpió la conversación tirando el auricular por los aires. Dejó pasar unos minutos, aprovechando el efecto sorpresa, y luego declaró riendo ante los colaboradores presentes en la habitación: “Dios mío, disculpen. Casi me asusté de mí mismo”. Esta dualidad entre el yin y yang fue un rasgo constante en su vida. Un sábado aparecía un minuto para pedir un informe sobre la evolución de un mercado. Al sábado siguiente hacía enviar flores para dar las gracias por la calidad de la información facilitada. Un día presidía una reunión decisiva con los directores de Breguet con un matamoscas en la mano. El artefacto cumplía un doble papel: por un lado, lo usaba para acabar con la presencia ruidosa y molesta de estos insectos, y por otro, servía como martillo para machacar sus opiniones.

Lo más importante era lo feliz que era Senior en su trabajo. Es más, cada vez que le preguntaban sobre sus actividades, siempre respondía lo mismo: “Yo no trabajo…, me divierto de ocho a catorce horas al día”. Predicaba con el ejemplo, inspirando de ese modo a los que le rodeaban. La alegría de crear un estupendo nuevo reloj. El placer de fabricarlo. Y, por encima de todo, la confianza y el optimismo. Ese es probablemente el motivo por el que su espíritu sigue estando omnipresente en L’Abbaye (donde se encuentran las oficinas de Breguet) y en L’Orient (a cinco minutos en coche, donde está la manufactura). Su “aventura excepcional” continúa.

Nicolas George Hayek (* 19 de febrero de 1928 en Beirut, Líbano; † 28 de junio de 2010 en Bienne, Suiza)

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HoRa MUNDi

Classique

HORA MUNDI Por Jeffrey S. Kingston

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hora mundi

E

xiste un principio, universalmente aceptado, según el cual la precisión impregna cada elemento de la Alta Relojería. De hecho, para muchos de nosotros, en ella radica su esencia misma. En efecto, la precisión no sólo distingue las hazañas de los mejores relojes del mundo, sino representa una parte determinante del acabado y de la decoración de cada una de las piezas que compone un guardatiempos. Sin embargo, la precisión también se hace evidente en una tercera dimensión. Los dos siglos de evolución de la Alta Relojería han conducido a una notable precisión en el uso de la terminología utilizada para describir la construcción, las funciones y las características de un guardatiempos. De tal suerte que cuando un relojero habla de un reloj especificando que se trata de un calendario perpetuo, tanto sus colegas como los conocedores de relojería saben de inmediato de qué está hablando y todo lo que ello implica. Las reglas que presiden la elaboración de un auténtico calendario perpetuo no sólo están establecidas con precisión, sino también están minuciosamente codificadas. En este aspecto, el lenguaje no deja la menor duda. ◆◆◆

◆ Hora Mundi de oro rojo con esfera Américas. 20

Sin embargo, por más que el lenguaje haya acompañado el desarrollo de la relojería, cabe señalar que aún hoy persiste un ámbito en el que éste peca por su inexactitud: el de los relojes GMT o de doble huso horario. La imprecisión que prevalece en la terminología se explica de una manera muy simple: existen dos tipos distintos de relojes denominados GMT o bien dotados de un segundo huso horario y ambos están definidos por la misma terminología. La primera categoría está destinada a los trotamundos. En estos modelos, la complicación GMT, o doble huso horario, indica la hora de residencia en una esfera subsidiaria mientras que las grandes agujas de las horas y de los minutos centrales se ajustan con facilidad para visualizar la nueva hora local (tomando como hipótesis que el viajero se haya desplazado hacia otro huso horario). Esta disposición es perfectamente lógica si el propietario del reloj se encuentra en otro huso horario distinto de aquél en el que reside

habitualmente. En un trayecto de Nueva York a Londres, por ejemplo, el reloj conservará la hora de Nueva York en la esfera subsidiaria (que por lo general está asociada a la indicación de las 24 horas) e indicará de manera muy visible la nueva hora local, en este caso la de Londres. A todas luces, la función más importante de un reloj como éste consiste en indicar la hora de Londres mediante unas agujas principales para que la hora en vigor en el lugar de estancia se pueda leer rápidamente, incluso hasta de reojo. En este caso, la hora del lugar de residencia se indica sólo a modo de referencia, y es por ello mismo que esta información puede ser albergada en una esfera de reducidas dimensiones. Así pues el usuario la consultará cada vez que desee conocer la hora de Nueva York, su ciudad de residencia. No obstante existe otra variedad de reloj GMT, o con doble huso horario, que difiere totalmente del recientemente 21

hora mundi

descrito. Este tipo de reloj ofrece la posibilidad de seleccionar cualquier ciudad del mundo (considerando una vez más la hipótesis de que no es aquella en la que el usuario se encuentra en ese momento) e indicar su hora. Habida cuenta de que el propietario del reloj desea simplemente saber cuál es la hora en vigor en otro lugar, la visualización de la hora local (en el lugar donde se encuentra en ese momento) sigue siendo preponderante y está indicada por las grandes agujas centrales, mientras que la hora de la ciudad seleccionada se presenta de manera subsidiaria (mediante un pequeño contador, o si el reloj posee el sistema desarrollado por Louis Cottier en los años 1930, mediante un disco rotativo sincronizado con las ciudades cuyos nombres están inscritos en el bisel). Así, si el usuario se encuentra en Nueva York y desea saber qué hora es en Londres, el reloj ofrece un método simple para permitir que las agujas principales indiquen la hora en Nueva York, y de manera subsidiaria, la hora en Londres. Este segundo tipo de reloj con doble huso horario es ideal para consultar la hora antes de hacer una llamada telefónica de larga distancia, evitando así cometer la torpeza de llamar a un corresponsal a una hora inadecuada. No obstante, este tipo de reloj resulta menos práctico como reloj de viaje. En efecto, éste obliga al trotamundos a leer la hora de un nuevo huso horario sobre una esfera subsidiaria o a proceder a un ajuste completo de las indicaciones temporales para poder visualizar la hora local en la esfera principal. Lamentablemente, estos dos conceptos de relojes GMT o de doble huso horario son una inagotable fuente de confusión, y la nomenclatura relojera ha agravado aún más esta imprecisión pues ambos tipos se conocen como relojes GMT o de doble huso horario. El comprador no se puede fiar de la descripción para conocer qué tipo de función ofrece el reloj que desea adquirir. Ahora bien, para saber a ciencia cierta si un reloj está destinado a un viajero o a un corresponsal considerado, que teme despertar a su interlocutor en plena noche con una llamada telefónica intempestiva, el usuario no necesitará adquirir un diccionario técnico de relojería, ni redactar una descripción exhaustiva de por lo menos dos párrafos sobre las funciones que ofrece un guardatiempos denominado GMT o de doble huso horario. De hecho, ahora la solución se presenta en el nuevo Breguet Classique Hora Mundi 22

LA VENTANILLA SITUADA A LAS 6 REVELA QUE SE TRATA DE UN RELOJ CON UN SEGUNDO HUSO HORARIO.

Por su apariencia, el Hora Mundi parece ser un reloj que simplemente indica la hora debido a que sólo posee un juego de agujas. La ventanilla es la clave para saber que este reloj atesora una rica funcionalidad.

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hora mundi

SELECCIONE DOS DE LOS 24 HUSOS HORARIOS

Una vez seleccionados, basta con presionar un pulsador para que el reloj cambie la visualización de un huso al otro.

referencia 5717. Provista con una especie de “memoria” mecánica, esta creación relojera puede indicar la hora local con las agujas principales y la hora de residencia mediante una visualización más discreta. Sin duda los atributos perfectos para un reloj de viaje, el cual a pedido del usuario indica en la visualización principal la hora en una ciudad lejana pudiendo volver inmediatamente a la hora de residencia –incluyendo los signos relativos a la identidad de un reloj concebido para asegurar la buena gestión de las conversaciones telefónicas a larga distancia–. A primera vista, el Breguet Classique Hora Mundi referencia 5717 no presenta la apariencia habitual de un reloj GMT o de doble huso horario, simple y llanamente porque éste posee una sola aguja de las horas y una sola aguja de minutos, que describen sus rotaciones sobre una esfera que no presenta una visualización subsidiaria. Por consiguiente, su aspecto general corresponde desde todo punto de vista al de un reloj con un solo huso horario. El único juego de agujas está acoplado a una memoria mecánica situada bajo la esfera y tiene la capacidad de conservar en su memoria la hora en vigor en dos husos horarios. Basta con accionar la corona situada a la altura de las 8 horas para pasar de la vi24

sualización de la hora registrada en una de las memorias a aquella conservada por la otra. De hecho, este dispositivo permite una visualización más clara puesto que excluye la confusión que podría causar la presencia de dos visualizaciones separadas de la hora, y que hasta el día de hoy caracterizaban a los relojes GMT o de doble huso horario. Así es como ahora carece de sentido cuestionarse si la función del reloj fue concebida principalmente para facilitar el cambio rápido de la visualización principal o la de la indicación subsidiaria. El Breguet Classique Hora Mundi referencia 5717 permite ajustar simultáneamente la hora del lugar de residencia y el de cualquier otro lugar del mundo indicando una u otra en función de la voluntad del usuario. Cabe destacar que su funcionamiento se distingue por su extraordinaria simplicidad. Con respecto al ajuste del primer huso horario (considerado como aquél de la hora de residencia), el usuario selecciona la ciudad emblemática de su huso de residencia en una ventanilla a la altura de las 6 y luego ajusta la hora correcta con la corona principal situada a las 3h. Seguidamente, puede elegir cualquier otra ciudad en uno de los 24 husos horarios del globo terráqueo en la ventanilla y presionar la corona situada a la altura de las 8 horas para que el reloj indique la hora de la ciudad deseada. Cuando el usuario viaje a esta ciudad, la visualización seleccionada le permitirá consultar rápidamente la hora local. Para saber qué hora es en su país de residencia, bastará con presionar la corona para ordenar su visualización, aprovechando así la útil función ofrecida por los relojes más preciados por los trotamundos. No obstante, si no ha programado un viaje y desea simplemente saber qué hora es en otro lugar, bastará con girar la corona situada a la altura de las 8 horas y ajustarla sobre este huso horario lejano mientras la presiona, para volver a la visualización de la hora de residencia. En pocas palabras, el funcionamiento perfecto de un reloj previsto para controlar la hora de las llamadas

telefónicas a larga distancia. Nunca antes un reloj con doble huso horario había respondido de una manera tan completa a exigencias tan diversas. La memoria mecánica que lleva a cabo esta increíble proeza técnica le debe mucho a la construcción del cronógrafo. Uno de los componentes esenciales del cronógrafo es una pieza denominada “leva en forma de corazón”. Cuando un brazo, conocido en la jerga relojera como “martillo”, se ve presionado contra la leva, ésta siempre se dirigirá hacia la misma posición en virtud de su forma logarítmica y posicionará el “martillo” en el centro del corazón. En un cronógrafo, la leva en forma de corazón y el martillo se emplean para ordenar la vuelta a cero de las agujas. Sea cual fuere la orientación de la leva, ésta siempre volverá a la posición cero pre-programada, cada vez que sea golpeada por el martillo. El Breguet Classique Hora Mundi referencia 5717 recurre a dos levas en forma de corazón, cada una de ellas fijada a una rueda que es arrastrada por el rodaje del reloj. Cuando un huso horario se selecciona en la ventanilla situada a las 6 horas, la posición de una de las levas en forma de corazón se modifica. En el momento de cambiar el huso horario, un martillo golpea una de las levas provocando su rotación para centrar el martillo sobre la parte superior del corazón. Si la corona se presiona una vez más, el segundo extremo del martillo golpeará la otra leva poniéndola en movimiento hasta el momento en que el martillo se encuentre sobre la parte alta del corazón. Los accionamientos sucesivos provocan movimientos de vaivén entre las posiciones de los dos corazones, es decir, entre los dos husos horarios programados.

EL SECRETO DEL HORA MUNDI: UNA MEMORIA MECÁNICA

Abajo, los principales componentes de la memoria mecánica: levas en forma de corazón, martillo para pasar de un huso al otro y el diferencial conectado a la aguja de las horas.

Naturalmente, la situación es ligeramente más compleja de lo que esta sencilla descripción permite entrever debido a que ambas agujas deben ser arrastradas por el rodaje 25

hora mundi

del reloj y por cada una de las posiciones ordenadas por las levas. Esta exigencia requiere la presencia de un diferencial. Este dispositivo es capaz de aceptar y asociar dos informaciones distintas, una del rodaje del reloj y otra de las dos levas en forma de corazón. De hecho, el sistema de memoria mecánica empleado en el Breguet Classique Hora Mundi para indicar la hora de dos husos horarios constituye un avance significativo en la construcción de los relojes llamados GMT. Pero esto no es todo, aún queda mucho por descubrir respecto a su sorprendente funcionalidad. Estos relojes también ofrecen otras dos informaciones esenciales –la fecha y la indicación de las 24 horas (o día/noche)– las cuales precisan toda nuestra atención. A fin de resultar verdaderamente útil, un reloj con varios husos horarios debe presentar la visualización de la fecha local (pues es legítimo que su propietario desee conocer el día del mes en el lugar que visita) asociada a la información relativa a las horas del día y de la noche en el huso horario de residencia. Sin duda existe una gran diferencia entre hacer una llamada a las tres de la tarde o a las tres de la mañana. El Breguet Classique Hora Mundi ha superado exitosamente estos dos desafíos. Cuando el reloj pasa de una hora memorizada a la otra, la fecha y la indicación día/noche también cambian. Así, la fecha que aparece en la ventanilla permanecerá sincronizada con aquella para la cual fueron ajustadas las agujas y, de manera similar, la aguja de la indicación día/noche, que presenta un sol para las horas del día y una luna para las horas de la noche, también reflejará dicho ajuste. Los “connaisseurs” de relojes de viaje bien saben lo complicado que resulta conservar la relación entre la fecha y la hora local. El motivo es simple: durante el ajuste de una nueva hora, la fecha indicada puede ser la del día anterior. En pocas palabras, para que la fecha siempre sea correcta, su sistema de mando debe permitir cambios hacia delante y hacia atrás. La mayoría de sistemas de fecha sólo autorizan los cambios hacia delante y, por ello, los relojes provistos con ese tipo de sistema jamás podrán rivalizar con las funciones del Breguet Classique Hora Mundi. A la manufactura no le quedó otra alternativa que desarrollar una nueva construcción que permitiera efectuar los cambios hacia delante y hacia atrás. 26

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hora mundi

TRES VARIANTES DE ESFERA DISPONIBLES

La refinada y elaborada esfera del Hora Mundi está disponible con un mapa de Asia (fotografía de la izquierda), de Europa o de las Américas.

Estas funcionalidades, que tienden a satisfacer los deseos de los apasionados de relojes con doble huso horario, sea cual fuere su predilección a este respecto, presentan una cierta complejidad cuando son objeto de una descripción detallada. No obstante, resultan sorprendentemente simples una vez que se tiene el reloj en mano. En primer lugar, se debe ajustar la hora y la fecha del lugar de residencia. Basta con retirar la corona situada a la altura de las 8 horas y hacerla pivotar. La corona se puede girar en un sentido u otro hasta hacer aparecer la ciudad de residencia en la ventanilla. Tras determinar el primer huso horario, se efectúa seguidamente el ajuste de la hora y de la fecha para la hora de residencia de la misma manera que en cualquier otro reloj. La corona que ocupa la posición tradicional a las 3 horas, arma el muelle real mientras está totalmente presionada, asegura el ajuste de la fecha cuando está en la primera posición y el ajuste de la hora cuando está en la última. Tras haber ajustado la hora y la fecha, todas las informaciones se actualizan para ofrecer una indicación considerada por la 28

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hora mundi

mayoría de usuarios como “la hora de residencia”. Para conocer la hora en cualquiera de los 24 husos horarios, basta retirar la corona situada a las 8 horas y girarla hasta que la ciudad deseada aparezca en la ventanilla de las ciudades. La fecha y la indicación día/noche se modifican automáticamente a medida que las ciudades cambian en la ventanilla. Una vez seleccionada la ciudad deseada, resulta extremadamente simple ajustar la hora de la segunda ciudad seleccionada y su huso horario respectivo. Una presión sobre la corona a las 8 horas arma un muelle que efectúa el cambio entre las dos ciudades. Las tres indicaciones: hora, fecha y día/ noche quedan sincronizadas con los cambios efectuados. Más allá de esta función de segundo huso horario revolucionario, el Breguet Classique Hora Mundi ofrece un refinamiento estético alineado con la tradición de Breguet. La esfera está subdividida en cuatro partes, confeccionadas de oro, con una sola excepción –una amplia sección central ilustra una de las grandes regiones del mundo, una minutería externa y las dos mitades de la visualización día/noche, lucen nubes grabadas a mano y, como único elemento constituido por un material distinto del oro, un fondo de lapislázuli. La zona central es la más compleja de realizar. Está compuesta por un disco de oro previamente pulido, y dotado de una forma curvada. El corte de la ventana de la fecha precede a un nuevo pulido del disco. El láser se emplea para trazar el contorno de los continentes visualizados. La manufactura propone tres motivos: las Américas, Europa y Asia. Mientras las zonas que representan la tierra lucen un fino acabado arenado, los océanos están delicadamente guillochés a mano con un motivo de “olas”. Por último, para la aplicación de los colores se emplean múltiples capas de laca. También se requiere un minucioso trabajo manual para realizar las nubes de la visualización día/noche, sobre la cual también está grabado el número del reloj. El Breguet Classique Hora Mundi se presentará en sus versiones oro rojo y platino.

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EL PRiMER RELoJ DE PULSERa

BREGUET CREÓ PaRa UNa REiNa

El primer reloj de pulsera Por Emmanuel Breguet

◆ Caroline Murat, Reina reine de deNaples Nápoles por par Gérard Gérard François François Pascal Pascal Simon, Simon, baron barón (1770-1837) (1770-1837).

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El primer reloj de pulsera

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e todos los miembros de la familia Bonaparte, Caroline Murat (1782-1839) es con quien la casa Breguet estableció las relaciones comerciales más estrechas. Desde 1805, con 23 años, la hermana menor de Napoleón se hace cliente de la casa, manteniendo su asiduidad hasta 1814; se tiene noticia de que a lo largo de este periodo adquirió no menos de 34 relojes y péndulos. En 1800, Caroline contrae matrimonio con Joachim Murat, comandante de la guardia consular, ocupando el trono de Nápoles entre 1808 y 1815. Durante su ajetreado reinado, Caroline Murat impulsó las artes, participó muy activamente en la decoración de los palacios reales, se interesó por las excavaciones arqueológicas de Pompeya y Herculano e impulsó la industria manufacturera. No dudó un segundo en dar a conocer en Nápoles a pintores famosos, como Ingres, llevando hasta allí a los artistas parisinos de la moda, el teatro o de la relojería.

Resulta evidente que Carolina sentía gran atracción por la Alta Relojería y gran aprecio por las creaciones nacidas en los talleres del Quai de l´Horloge. Seguramente, este era un tema que le gustaba compartir, ya que en los archivos de la casa Breguet de la época napoleónica, figuran muchos nombres y títulos vinculados a su familia. Napoleón en persona adquirió tres piezas antes de su viaje a Egipto en 1798; las dos emperatrices, Josefina desde 1797, y después María Antonieta desde 1811; José Bonaparte, rey de Nápoles y luego de España; Luis, rey de Holanda; Luciano, príncipe de Canino; Jérôme, rey de Westfalia; Pauline y su esposo el príncipe Borghese; Elisa, gran duquesa de Toscana …, sin hablar de sus allegados, altos dignatarios, mariscales y generales… ¡Se podría hacer un estudio completo de las compras de los miembros de la familia imperial! Analizando las compras de unos y otros, aparece un tema curioso, una historia que se lleva a cabo entre 1810 y 1812, en la que están involucrados Caroline Murat y … un reloj de pulsera. 34

¿Un reloj de pulsera en esa época? Imposible, dirán algunos. Demasiado pronto, dirán otros. Efectivamente, el reloj de pulsera para dama aparece tímidamente hacia 1880 y un poco más tarde aparece la versión para caballeros. Hacia 1910, los ciclistas, jinetes, pioneros de la aviación y del automóvil van adquiriendo poco a poco los relojes de pulsera que las casas relojeras empiezan a exhibir en sus catálogos, en una o varias versiones. Sin embargo, están lejos de nuestra historia. Como ocurre con la mayoría de los inventos, existen antecedentes y hechos remotos que han sido olvidados o que sólo son conocidos por los especialistas. En cuanto al reloj de pulsera, dejemos de lado los testimonios que hacen referencia a los relojes que posteriormente se sujetarían a un brazalete tipo colgante o a los que luego se fijaron a uno o dos brazaletes. Vamos a ocuparnos únicamente de las piezas que desde su origen fueron concebidas como relojes de pulsera. Durante mucho tiempo, la casa Patek-Philippe de Ginebra se adjudicó la primicia en este campo, presentando como registro de mayor antigüedad “el pedido de 1868 de la princesa húngara Kocewicz, del primer auténtico reloj de pulsera.” Con Breguet y Carolina Murat, reina de Nápoles, nos trasladamos unos 60 años atrás. Miremos con detenimiento esta historia improbable y busquemos lo que aparece en los archivos disponibles. Vamos a París, al corazón de la Plaza Vendôme, al lugar donde se conservan celosamente los archivos históricos de la casa Breguet. Abramos primero el libro de pedidos especiales (denominados en ese entonces “comisiones”), en el que se encuentran los pedidos específicos de aquellos clientes que no habían quedado satisfechos con las bellas piezas presentadas espontáneamente por Breguet. Este apasionante libro está lleno de múltiples complicaciones y fantasías que Abraham-Louis Breguet accedía a realizar para sus clientes, generalmente personajes célebres y

◆ El Palacio Real, Nápoles, litografía coloreada.

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El primer reloj de pulsera

poderosos. En la página 29 está anotado que el 8 de junio de 1810, la reina de Nápoles solicitó dos piezas bastante particulares: un reloj de carroza con grandes complicaciones, por un valor de 100 luises, “además de un reloj de pulsera de repetición por el cual se cobraron 5000 francos”. Hagámosle seguimiento a este curioso pedido y abramos el registro de producción, un libro en el cual aparece la ficha de identidad de cada reloj, con el recuento completo de todas las operaciones que se llevaron a cabo para la fabricación de la pieza. Para empezar, el encargo de la reina de Nápoles lleva el registro de reloj N° 2639 de la producción Breguet, con la denominación –inédita– “repetición de forma ovalada para brazalete”. La pieza comenzó a ser manufacturada el 11 de agosto de 1810, es decir, dos meses después de que se hiciera el pedido, concluyéndose su fabricación el 21 de diciembre de 1812. Su elaboración duró casi dos años y medio. Sabemos que se trata de un reloj de repetición, es decir, con repetición de cuartos, lo que es bastante usual para un reloj Breguet, y descubrimos también un hecho excepcional, que el reloj es oblongo, es decir, ovalado. El registro de producción nos muestra, entre otras cosas, que este reloj posee un escape de áncora y que está dotado de un termómetro. El proceso de fabricación se dividió en 34 operaciones diferentes que involucraron a 17 personas, cuyos nombres aparecen inscritos en el registro. A principios de diciembre de 1811, todo parece indicar que el reloj está listo para la entrega y el 5 de diciembre se expide una factura por 4800 francos. Breguet había cotizado el pedido en 5000 francos y mantuvo su palabra, ¡incluso costó 200 francos menos de lo anunciado! Sin embargo, en la fecha indicada no se hace entrega del reloj. Éste no sale del taller hasta un año más tarde… Abraham-Louis Breguet tomó la decisión de posponer la entrega. Sólo se entrega un producto cuando está totalmente perfecto, es la norma de la casa. La primera modificación incluye el cambio del sistema de los minutos, que al parecer no era del todo satisfactorio o sufrió alguna rotura. Luego, muy posiblemente por solicitud expresa de la princesa, la esfera de oro guilloché es remplazada por una esfera de plata guilloché, especificando que los números deberán ser arábigos (por lo general, los números arábigos se usaban para las 36

Durante su reinado en Nápoles, Caroline Murat fomentó el arte bajo todas sus formas, asegurando la celebridad de numerosos artistas, tanto franceses como italianos.

◆ La habitación de Caroline Murat en el Palacio Real de Nápoles, por Elie-Honoré Montagny, 1811, acuarela. 37

EL PRiMER RELoJ DE PULSERa

esferas de esmalte, siendo muy raros en las de oro o plata). Finalmente, el 21 de diciembre de 1812, la pieza está lista para su entrega. Probablemente se envía el encargo a la reina Carolina a Nápoles, adonde había regresado para ocupar el trono en ausencia de su esposo, ya que Murat había sido llamado a combatir junto al emperador Napoleón en Rusia. Puesto que en los archivos no se encontró ningún croquis del diseño del reloj, fue necesario continuar la búsqueda para conocer más detalles sobre su aspecto exterior.

tenimiento, se limpió el reloj en todas sus partes y quedó ajustado a la hora”. Fue reparado nuevamente en 1855, siendo esta la última indicación que la casa Breguet tiene de este bello objeto.

Por suerte, encontramos una pista en un libro de reparaciones de 1849, en el que aparecen las reparaciones efectuadas a los relojes Breguet, lo que en los tiempos actuales llamamos servicio posventa. allí aparece que el 8 de marzo de 1849, la condesa Rasponi, “domiciliada en París, en el número 63 de la calle de anjou”, lleva a reparar el reloj N° 2639. La propietaria es nada más y nada menos que Louise Murat, nacida en 1805, cuarta y última hija de Joachim y Caroline Murat, quien se casó en 1825 con el conde Giulio Rasponi. En cuanto al reloj, aparece la siguiente descripción: “reloj de repetición muy plano N° 2639, esfera de plata, números arábigos, con termómetro y avance/retroceso fuera de la esfera; este reloj se ajusta a voluntad con un brazalete de pelo entrelazado con hebras de oro, llave simple de oro, otro brazalete igualmente guarnecido de oro, dentro de un estuche de piel rojo. Para reparar”. De paso cabe observar la detallada precisión de este texto que traiciona la admiración del anotador ante un objeto tan poco común.

Las descripciones de los archivos nos dan una idea bastante clara de la pieza y, pese a que faltan algunos detalles (dimensiones, disposición exacta de la funciones sobre la esfera, forma del brazalete y modo de fijación y de cierre), no podemos evitar maravillarnos ante esta obra de arte y semejante proeza.

El 27 de marzo de 1849, se le devolvió el reloj a la propietaria. La reparación, que tuvo un coste de 80 francos, se describe así: “Se pulieron nuevamente los pivotes, se volvió a colocar el termómetro, se repuso la repetición dentro de sus funciones, la esfera quedó como nueva, se le hizo man-

a día de hoy este reloj sigue desaparecido. No figura en ninguna colección pública o privada. ¿aún existe? ¿aparecerá nuevamente algún día? ¡La búsqueda ha empezado, aficionados presten mucha atención!

¡Que podemos decir! Hasta donde sabemos, sólo nos queda rendir homenaje a abraham-Louis Breguet, quien por encargo de la reina de Nápoles el 8 de junio de 1810, elaboró especialmente y con esa finalidad, el primer reloj de pulsera conocido en el mundo, una pieza de arquitectura totalmente inédita y de refinamiento inaudito, ya que se trata de un reloj de repetición con complicaciones, ovalado, excepcionalmente delicado y dotado de un brazalete de pelo entrelazado con hebras de oro. Y podemos también rendir homenaje a Caroline Murat, una auténtica amante de la relojería, cuyo aliento y empeño llevaron a Breguet a elaborar una pieza como ésta. La misma Caroline Murat que hubiera podido –aunque no lo sabemos a ciencia cierta– reinar en un país de relojeros, de haber aceptado el Principado de Neuchâtel que su hermano le ofreciera en 1806 y que ella rechazó por considerarlo un territorio muy pequeño. En fin, ¡la Historia es como es!

◆ Los archivos Breguet –véase aquí un registro de las fabricaciones– permiten apreciar detalladamente las distintas etapas de la fabricación del reloj N° 2639, denominado “Répétition de forme oblongue pour bracelet ”. 38

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El nuevo límite –

10 HERTZ Por Jeffrey S. Kingston

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l progreso, tenemos que admitirlo, avanza paso a paso. Incluso la ley de Moore –por Gordon Moore, el cofundador de Intel que predijo el fulgurante auge de los microprocesadores– no deroga este principio en el mundo de la electrónica, donde la duplicación es el estándar usual de la progresión. En cualquier otro ámbito es raro, e incluso improbable, asistir a saltos de esta envergadura. Sin embargo, tal fue la proeza realizada por Breguet con su nuevo cronógrafo Type XXII, que durante los dos siglos de existencia del escape de áncora suizo (que hoy equipa a casi todos los relojes helvéticos de calidad) la frecuencia casi no ha aumentado, o lo ha hecho de manera muy marginal.

Durante las últimas cinco décadas, la norma ha oscilado entre las 18.000 y 28.000 alternancias por hora, mientras que un número muy reducido de relojes alcanza las 36.000 alternancias por hora. Recientemente, una marca establecida en el Valle de Joux proclamó con orgullo que había logrado izar el récord anterior a 43.200 alternancias por hora (cabe señalar que este reloj está dotado con otro tipo de escape). He aquí precisamente un ejemplo de esta evolución por etapas que ha marcado el progreso de la relojería mecánica en el trascurso de los dos últimos siglos y que nos parece perfectamente natural. Ahora, imagine un nuevo aumento, no de unas 7.000 alternancias por hora como el que acabamos de mencionar, sino uno que multiplique la frecuencia hasta alcanzar las 72.000 alternancias por hora o 10 Hz. En efecto, ésta es la proeza que Breguet ha logrado con el cronógrafo Type XXII. Medite y saboree esta noticia durante un breve instante. El aumento es prácticamente cinco veces superior al último hito marcado en la industria relojera. Sin embargo, esta innovación no sólo se resume a una cuestión de números.

UN SALTO EN LA EVOLUCIÓN DE LA FRECUENCIA

El aumento de la frecuencia de los relojes siempre ha seguido un ritmo lento. Hasta hace poco, una progresión de 7000 alternancias por hora era considerada como algo revolucionario. El Type XXII ilustra un salto cinco veces más importante.

La elevación de la frecuencia aporta importantes mejoras en el funcionamiento del cronógrafo, como la total trasformación del desplazamiento del segundero, por ejemplo. Cuando la frecuencia aumentó, digamos de 18.000 a 21.000 alternancias por hora (antes de la revolución introducida por el Type XXII), sólo la mirada experta de un buen relojero podía percibir la diferencia en el avance de la trotadora del cronógrafo. Dicho aumento modifica la duración 42

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de los minúsculos saltos realizados por la trotadora, los que ya no se producen cada quinto de segundo, sino cada sexto de segundo. Indudablemente los pasos son más cortos, pero su apariencia no es substancialmente distinta. Sobra decir que cuando el número de alternancias pasa de golpe a la gigantesca diferencia de 72.000 alternancias por hora, el cambio es radical. En lugar de efectuar pequeños saltos de un quinto o de un sexto de segundo, la aguja se inmoviliza cada vigésima parte de segundo. De hecho, ni la mirada experta de un excelente relojero puede percibir esta progresión como una sucesión de pequeños saltos, ya que en este caso la aguja parece girar sobre la esfera deslizándose sutilmente sobre ella. La suavidad de este movimiento se acompaña con una mejor resolución y una mayor precisión. Como cada segundo está dividido en veinte pequeñas fracciones, los tiempos se pueden medir en esa misma unidad, por lo cual la medición del tiempo se efectúa con una precisión de una vigésima de segundo. Además de las ventajas que el usuario observa inmediatamente, el sistema presenta otras características igualmente importantes, aunque éstas permanezcan ocultas a las miradas. Esta elevada y revolucionaria frecuencia aporta mejoras notables en cuanto a estabilidad y precisión de marcha del reloj. Los relojeros evalúan la calidad de un sistema oscilante cuando miden a qué velocidad disminuyen las amplitudes de un volante (el número de grados en su oscilación hacia delante y hacia atrás) que ha recibido un arranque inicial y oscila libremente. A menor disminución de las amplitudes, mayor es la calidad de la construcción del volante, con muy buenas prestaciones de marcha también. Por otro lado, cuando la frecuencia del volante aumenta, el momento aumenta simultáneamente. Las leyes de física nos enseñan que un sistema oscilante dotado de una energía cinética elevada es menos sensible a los golpes y a las perturbaciones. Por ello, el aumento de la frecuencia aporta mejoras a las prestaciones técnicas del volante, en distintos aspectos esenciales. Para el usuario, dichos progresos confieren al reloj una marcha mucho más precisa. El uso de materiales y construcciones de vanguardia actual ha permitido un extraordinario progreso de las prestaciones técnicas del movimiento. El cronógrafo Type XXII está provisto de una espiral, de un áncora y de una rueda de escape de silicio. El uso del silicio en este modelo ilustra los frutos de la investigación 44

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relojera realizada en los laboratorios de Breguet en los últimos seis años. Los primeros relojes en adoptar componentes de silicio fueron el 5197 y el 5177, que fueron presentados en la edición 2006 del Salón de Basilea. Los dos relojes estaban dotados de escapes con frecuencias convencionales. El Type XXII encarna una nueva etapa, pues se beneficia de la ligereza del silicio para alcanzar su sorprendente frecuencia. Si bien es cierto que el uso del silicio posiciona a la manufactura en la vanguardia de la investigación contemporánea del sector de la relojería, Breguet continúa sus estudios expandiendo cada vez más su liderazgo en materia de desarrollo relojero. En los últimos dos siglos, los relojeros se han esforzado por minimizar los efectos de las variaciones de temperatura en el funcionamiento de los guardatiempos. La espiral, particularmente sensible a estas diferencias, desempeña un papel preponderante en este ámbito. Las aleaciones –como el Nivarox, que hasta el día de hoy se emplea en la mayoría de relojes– han aportado una excelente respuesta a la incesante investigación relojera para controlar los efectos de las variaciones de temperatura. La adopción de la espiral de silicio ha inducido a nuevos estudios sobre las temperaturas. Protegida por una patente, la solución presentada por Breguet se basa en una técnica de oxidación térmica desarrollada especialmente para el silicio.

BREGUET ES PIONERO EN EL USO DEL SILICIO

A la izquierda, la rueda de escape de filigrana de silicio del Type XXII.

Sin embargo, la evolución no sólo consiste en reemplazar los componentes que habitualmente estaban fabricados en Nivarox (como la espiral) y en acero (como el áncora y la rueda de escape) por piezas confeccionadas en otro material. Los perfiles de la rueda de escape y del áncora han sido sutilmente modificados para disminuir su masa (y, por consiguiente, su inercia). Un áncora convencional de acero posee un peso de 7,5 gramos, mientras que el áncora de silicio del Type XXII sólo pesa 2,6 gramos, es decir, un tercio de este valor. Más importante aún, este cambio reduce la inercia al 10 por ciento de la de un áncora de acero. La disminución de la masa de este componente central del reloj ha representado una etapa decisiva en el proceso para elevar la frecuencia del reloj a 72.000 alternancias por hora. El uso del silicio presenta una ventaja adicional. Las ruedas de escape habituales necesitan un lubricante para funcionar y prevenir el desgaste de las piezas. La resistencia a la fricción con que cuenta el silicio elimina la necesidad de 46

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LA FUNCIONALIDAD DEL TYPE XXII

El Type XXII ofrece la funcionalidad de un cronógrafo flyback con dos pulsadores y posee una complicación adicional: un segundo huso horario.

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lubricar las superficies externas de la rueda, un factor particularmente importante a tan elevada frecuencia. La construcción del volante encarna otro progreso determinante. Breguet demostró, una vez más, su espíritu pionero al patentar el uso del titanio para los volantes. La ligereza de este material, asociada al uso de tornillos de regulación de oro, no sólo es ideal para los mecanismos que funcionan a frecuencias habituales, sino también se adapta perfectamente al Type XXii, pues la minimización de la inercia es esencial para su frecuencia revolucionaria. Por un curioso azar, esta innovación que trastornó las reglas del juego en las construcciones cronográficas, vio la luz justo antes de la celebración de un importante aniversario. El cronógrafo original Type XX fue realizado en el trascurso de los años 50 a petición del ejército francés, que quería disponer de un instrumento destinado a los pilotos de las fuerzas aéreas y navales. El nombre Type XX (incluso si algunos de los primeros eran conocidos por el nombre “Type 20”) ilustra una sorprendente continuidad histórica pues el último avión producido por Louis Breguet, tataranieto de a.-L. Breguet, y uno de los pioneros de la aviación, había sido bautizado como Type XiX. Los relojes comprados por el ejército francés y entregados a los pilotos como parte de su dotación estándar, figuraron entre los primeros de la historia de la relojería que poseyeron una función flyback. igualmente conocida bajo el nombre de vuelta al vuelo, esta complicación resultaba ser particularmente útil para los pilotos que debían efectuar cálculos sucesivos de distancia y de tiempo durante el vuelo. Cuando un piloto franqueaba una posición (“fi x” en jerga aeronáutica) debía accionar el pulsador de arranque y parada, conservar el lapso de tiempo registrado y empezar una nueva medición para la próxima posición. Estas medidas consecutivas exigían la vuelta a cero y el arranque inmediato del cronógrafo. En un modelo tradicional con dos pulsadores, el usuario debe efectuar tres acciones: la primera para detener la carrera de la trotadora del cronógrafo, la segunda para su vuelta a cero y la tercera para que ésta vuelva a arrancar. La complicación flyback del Type XX disminuyó notablemente la labor del piloto porque la simple activación del pulsador de vuelta a cero bastaba para detener la medición, ordenar la vuelta a cero de la trotadora y hacerla arrancar nuevamente para dar comienzo a una nueva medición. ¡Tres movimientos en uno! Naturalmente, además de ofrecer una elevada y revolucionaria frecuencia, el Type XXii integra la familia del Type XX con la complicación flyback que forjó el éxito del Type XX original. Sobra decir que la estética del Type XXii permaneció fiel a su linaje. además de presentar un generoso diámetro de 44 mm, algo que facilita una óptima legibilidad, un bisel giratorio, una caja de acero inoxidable y una esfera negra de estilo militar dotada de dígitos arábigos blancos, cada elemento recuerda el diseño del primer cronógrafo Type XX.

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No obstante, la fidelidad estética al modelo original no excluye algunas modificaciones ineludibles, las que se inspiran en la mayor precisión garantizada por su movimiento de elevada frecuencia. En el Type XXii, el segundero del cronógrafo gira dos veces más rápido, es decir, que en lugar de efectuar una revolución por minuto, da una vuelta en treinta segundos. Por ello, los índices de los segundos están dos veces más alejados que los de la esfera de un cronógrafo habitual. Como el segundero del cronógrafo da dos vueltas por minuto, hacía falta una visualización especial para indicar si el valor medido se refería a los primeros o a los últimos treinta segundos de un minuto. De hecho, esta labor la realiza un indicador situado en la parte superior de la esfera. al igual que el Type XXi, su predecesor, el Type XXii está dotado de una gran aguja para el contador de minutos cuya lectura se lleva a cabo sobre una minutería exterior, cuya escala indica claramente la diferencia entre los primeros y los últimos treinta segundos registrados por la trotadora del cronógrafo. La esfera también posee un contador de doce horas situado a las 6 horas. La función GMT constituye una innovación en esta línea. La aguja principal de las horas avanza por saltos de una hora mediante la corona atornillada para indicar la hora local cada vez que el usuario viaja a través de los husos horarios, mientras que la hora de residencia se conserva en un contador de 24 horas situado a la altura de las 3. La ventanilla de la fecha situada a la altura de las seis, completa las indicaciones de la esfera. Tradicionalmente, todos los guardatiempos de la serie “Type XX” están dotados de fondos de caja macizos, como lo requiere un instrumento militar. El Type XXii sólo se aparta de este objetivo marginalmente. La elevada frecuencia de las oscilaciones de su volante y de su escape es tan cautivadora que hubiese sido una lástima disimularlas totalmente impidiendo su contemplación. Por ello, el fondo de la caja de acero inoxidable está dotado de una abertura en forma de ojo de buey que permite contemplar la extraordinaria proeza que ningún otro reloj es capaz de realizar. Y como la masa oscilante de la carga automática pasa de vez en cuando detrás del ojo de buey, ésta luce una decoración especial. indudablemente, podemos considerar que el Type XXii es un vínculo entre dos eras: la de su origen en los años 50, concebido como instrumento de dotación para el ejército francés, y la de su evolución contemporánea, que lo sitúa como pionero de la tecnología punta que ha dado vida al primer reloj de pulsera del mundo, cuya frecuencia alcanza los 10 Hertz.

LA TRADICIÓN CONTINÚA

El Type XXII se basa en la rica historia de los relojes para aviador de Breguet, la que se inició hace sesenta años con el Type XX original destinado a la aviación francesa.

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GUiLLoCHÉ

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Guilloché

C

erebro izquierdo. Cerebro derecho. ¿Razonable y funcional o artístico y emocional? ¿Con qué frecuencia la mente clasifica los objetos o los motivos en un compartimiento u otro? Sistemáticamente. Y es por eso que nadie, absolutamente nadie, escribe poesías en un break familiar ni imagina decoraciones florales durante un ejercicio de combate.

Sin embargo, si una excepción debe confirmar la regla, el guilloché sería el ejemplo perfecto. Si enunciamos el postulado de que una esfera de reloj es una tela sobre la cual pinta el relojero, ¿existe una expre-



No. 7337

Motivos presentados a la izquierda: grain d’orge (esfera principal); panier alterné (interior del aro de las horas); sol radiante

sión más refinada, elegante y radiante del arte relojero que

(segundero pequeño); liseré

un delicado guilloché? Unas rápidas investigaciones histó-

(borde de la vuelta de las

ricas bastan para afirmar que las inquietudes estéticas también animaron a Abraham-Louis Breguet, quien fue el

horas); panier (fases de la luna); filet (borde de los cartuchos).

primer relojero en recurrir a esta delicada técnica en la que hacía figurar motivos guillochés en las esferas de sus relojes. 54

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Guilloché

◆ N  o. 5707 Motivos ilustrados a la derecha: clou de Paris (esfera principal); pavé de Paris (contador a las 3); vieux panier (contador superior a las 9); flammé (contador inferior a las 9); grain d’orge (contador a las 6); liseré (borde del contorno de las horas); filet (borde de los cartuchos).

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Guilloché

Sin embargo, sería erróneo concluir nuestra encuesta de esta manera pues ella no haría justicia a las motivaciones que impulsaron a Breguet a elegir este proceso. En efecto, un minucioso estudio de su vida y de su obra demuestra que Breguet siempre estuvo convencido de la primacía de la función en cada aspecto de la producción de un reloj. Para Breguet, el guilloché era bello y funcional a la vez. El grabado ornamental es una técnica artística que ya se practicaba en la Grecia antigua. No obstante, resulta difícil determinar el momento preciso en que aparecieron

Página 58:

◆ N  o. 8828 Motivo ilustrado arriba a la izquierda: olas (esfera principal).

◆ N  o. 5827

los primeros instrumentos que permitieron realizarlo me-

Motivo ilustrado abajo a la izquierda:

cánicamente. Según ciertos autores, un ingeniero francés

flinqué alterné (esfera principal).

llamado Guillot desarrolló un torno para grabar motivos sobre el metal. En cambio, otras fuentes consideran que el guilloché fue inventado por el alemán Hans Schwanhardt.

Página 59:

◆ N  o. 5967

Motivo ilustrado arriba a la izquierda: art déco “cube”.

Sea cual fuere su origen, resulta evidente que Breguet descubrió el guilloché durante uno de sus viajes a Londres, donde este arte decorativo se empleaba especialmente para

◆ N  o. 5177 Motivo ilustrado arriba a la derecha: damier croisé (esfera principal).

ornamentar piezas de mobiliario. 58

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Guilloché

◆ N  o. 5157 Motivo ilustrado a la derecha: clou de Paris (esfera principal); liseré (borde del contorno de las horas); filet (borde de los cartuchos).

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Guilloché

Inspirado en sus observaciones londinenses, Breguet volvió a París y procedió a efectuar experimentos para aplicar esta técnica en sus esferas. No cabe la menor duda de que descubrió las importantes ventajas funcionales que aportaba este tipo de grabado. En primer lugar, la disposición de una decoración finamente guilloché bajo las agujas aumentaba considerablemente su visibilidad y, por ende, la legibilidad de las funciones indicadas por el reloj. En esta época, el estilo barroco ejercía una dominación indiscutible en cuanto a la forma de las agujas. Sin lugar a dudas, las grandes agujas barrocas ricamente elaboradas hubiesen re-

◆ N  o. 5347 Motivos ilustrados a la izquierda: panier circulaire (esfera principal);

saltado con cualquier tela de fondo. El guilloché permitió

liseré (borde del contorno de las

la confección de agujas más delicadas y más estéticas. La

horas).

presencia de una fina estructura contrastada por debajo

◆ N  o. 5317

favoreció la aparición de las agujas “pomme” de acero azu-

Motivos ilustrados arriba:

lado, las cuales se convirtieron en clásicas y hoy son universalmente conocidas en el lenguaje relojero como agujas Breguet.

clou de Paris (esfera principal); vague circulaire (esfera de la reserva de marcha); liseré (borde del contorno de las horas); filet (borde de los cartuchos).

Las primeras experiencias de Breguet se materializaron en un segundo objetivo práctico. Al modificar el diseño 62

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GUiLLoCHÉ

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0 B R E GUE T del grabado sobre la superficie de la esfera, Breguet se dio cuenta de que podía delimitar, poner en evidencia y determinar distintas zonas de la esfera, en cuyo interior podía disponer las distintas complicaciones y algunas indicaciones particulares. Casi desde el principio, la variación de los motivos representó una constante en el uso del guilloché por Breguet, pues cada una de sus esferas podía integrar múltiples diseños para distinguir los diversos espacios. 64

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GUiLLoCHÉ

Las mismas aspiraciones artísticas y funcionales que llevaron a Breguet a adoptar el guilloché en todos los relojes producidos en su taller del número 39 del Quai de l’Horloge, siguen animando a los relojeros de hoy. No obstante, dos aspectos han conocido una cierta evolución en el trascurso de los últimos doscientos años. En primer lugar, Breguet no doraba sus esferas guillochés. Confeccionadas en oro o plata –pues Breguet empleaba ambos metales– las 66

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GUiLLoCHÉ



No. 5497

Motivos ilustrados a la derecha: flinqué alterné (interior de la

piezas siempre lucían el color original del metal precioso. Hoy, en cambio, las esferas metálicas de los relojes Breguet

vuelta de las horas); drapé

se realizan en oro macizo, o en nácar para algunos modelos

moiré (esfera principal); filet

femeninos. En la actualidad los ejemplares de oro están

(borde de los cartuchos).

delicadamente plateados, lo que aumenta aún más la profundidad visual; una operación que no se efectuaba en la época de Breguet. En segundo lugar y a pesar de que, al igual que hace muchos años, se sigue empleando el mismo tipo de torno de guilloquear –totalmente móvil y pilotado a mano como en aquella época– muchos nuevos motivos han enriquecido el repertorio para ofrecer una diversidad estética hasta entonces desconocida. imagine que las fotografías que ilustran este artículo representan unos cuadros presentados en una retrospectiva artística. Cada vez que usted pase una página tendrá la posibilidad de descubrir los aspectos inéditos de la galería de guillochés de Breguet.

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EL PETiT TRiaNoN

EL PETiT

TRiaNoN Por la profesora Marie-Hélène Huet



El Pabellón francés

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El Petit Trianon

E

n Francia abundan los castillos que mantienen vivo el recuerdo de sus elegantes anfitrionas de antaño, y entre ellos, dos residencias reales sobresalen por su brillo particular: Chenonceau, cuya elegante estructura pasa por encima del río Cher, ineludiblemente ligado al destino de la exquisita Diane de Poitiers, favorita del rey Enrique II, y el Petit Trianon, marco de los más alegres veranos de la reina María Antonieta en vísperas de la Revolución francesa. ◆◆◆

El Petit Trianon fue edificado originalmente como un regalo de Luis XV a Madame de Pompadour, una plebeya que con su belleza e inteligencia conquistó el corazón del rey. Desde que se conocieron en 1745 hasta su muerte en 1764, esta dama jamás dejó de impulsar y promover las artes. El proyecto del Petit Trianon le fue encargado a Jacques-Ange Gabriel, uno de los arquitectos más reconocidos de la época, iniciando su construcción en 1763. Tristemente, Madame de Pompadour falleció antes de su terminación. Fue inaugurado en 1768 por Luis XV y Madame du Barry, una dama de carácter alegre y jovial, pero de gustos menos refinados, quien ocupó el lugar de Madame de Pompadour en el corazón del rey. Nada se alejaba más del majestuoso esplendor de Versalles que el Petit Trianon. Aunque se encontraba a sólo unos 72

pocos kilómetros del palacio real, este encantador palacete parecía encontrarse en un lugar de aislamiento mágico, en el corazón de un maravilloso parque de alamedas sinuosas, bosquecillos y pabellones de verano. En contraste con la rigurosa simetría de los jardines de Versalles, el parque del Petit Trianon sorprende a los visitantes con sus inesperados paisajes sobre los meandros del río o a orillas de un pequeño lago. El elegante “jardin à la française”, única parte que aún se conserva del jardín original, brinda un contrapunto perfecto al diseño de los “jardins a l´anglaise”, donde la naturaleza parece prosperar sin limitación alguna. De todas maneras, se sabe que este efecto carente de complicación es el resultado de un gran aporte artístico y de un plan detalladamente elaborado. Sin embargo, con la misma tranquilidad de los veranos que María

◆ La fachada oeste y los jardines a la francesa.

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El Petit Trianon

contaba con Richard Mique, el arquitecto oficial del rey, quien entendió perfectamente la necesidad de suavizar las líneas severas de la arquitectura neoclásica con el tono relajado de los jardines ingleses. Pequeños pabellones de verano se situaron en puntos clave de las ondulaciones del parque. El Belvedere, consagrado a la música, o el Templo del Amor, emplazado en una isla artificial en medio del lago, ponen de manifiesto ante los visitantes que esta abundante naturaleza, aparentemente silvestre, responde a un minucioso plan. Tomó varios años terminar el parque. Las refinadas estancias fueron colocadas estratégicamente para que desde cualquier ventana del Petit Trianon pudiera admirarse una armoniosa vista de los jardines.

◆ El teatro de María Antonieta.

Antonieta pasó en el Petit Trianon, lejos del pomposo ceremonial de la corte, brotan estos bellos jardines tan queridos por la reina y el palacete al que le infundió su particular sentido de la diversión y de imperturbable armonía. Louis XVI le regaló el Petit Trianon a María Antonieta en 1774, para su propia diversión y placer. Ningún otro regalo hubiera podido ser más apreciado por esta reina de 19 años, quien sufría con la rígida etiqueta de Versalles y sus inflexibles jornadas. La reina mandó llamar a los mejores arquitectos y artistas de la época para terminar la decoración interior y transformar el jardín. Convirtió el Petit Trianon en su territorio exclusivo y se dedicó a la adecuación de los apartamentos principales, encargó un mobiliario refinado y sacrificó el jardín botánico en aras de un maravilloso parque que incluía un río, un laguito y una gruta. Para su proyecto 74

EL PETIT TRIANON FUE UN REGALO

Ningún regalo hubiese sido más apreciado por la joven reina de 19 años que el Petit Trianon, dedicado íntegramente a su placer y

Si la única opción de María Antonieta era obedecer al arcaico protocolo de Versalles, en el Petit Trianon ella era la verdadera reina. Sólo se podía acceder mediante invitación personal. Reemplazó algunos de los cuadros de los vastos apartamentos de la planta baja por obras que le recordaban su infancia en Viena. En el vestíbulo hizo colocar dos imponentes tapices del pintor austríaco Johann Georg Weikert, al que le encargó la reproducción de dos cuadros que había pintado para una obra de teatro escrita y representada en Viena por los niños de la corte con motivo de la boda de su hermano mayor, el archiduque Joseph. En uno de ellos, titulado “El Triunfo del Amor”, aparece la joven María Antonieta vestida de novia, bailando graciosamente con un criado bajo la mirada de Cupido. El significado y simbolismo de la obra no escapan a la atención del visitante. El lugar pertenece a una joven reina y conmemora todos los placeres relacionados con la traviesa tiranía del dios del amor. La simetría neoclásica del exterior del palacio no da una idea exacta de la dimensión real ni de la complejidad del Petit Trianon. Cada una de las fachadas es diferente, cada ventana enmarca un nuevo paisaje, las plantas están interconectadas mediante un complejo conjunto de escaleras, algunas cuidadosamente disimuladas a la vista, y cada habitación parece guardar un secreto. El espléndido apartamento de la reina se encuentra en la planta principal, con recibidores y el misterioso Cabinet des glaces mouvantes (Salón de los Espejos Flotantes), en el que un sistema de poleas

diversiones.

◆ Retrato de María Antonieta por Jean-Baptiste Gautier-Dagoty, 1775.

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El Petit Trianon

entre los cuales figuraban el conde de Artois, hermano menor de Louis XVI, el conde de Vaudreuilet y la muy hermosa duquesa de Polignac– se entregaba a diversiones bastante alejadas de lo inocente. Indudablemente, algunos de estos rumores eran atizados por miembros de la Corte Real, resentidos por haber sido dejados de lado por una reina tan joven y de espíritu tan emancipado. María Antonieta acudía al Petit Trianon cada verano con el fin de gozar de algunos meses de libertad, y allí se convertía en ama y señora de su tiempo y sus placeres. Al parecer, hasta el mismo rey sólo lo frecuentaba con invitación previa y se dice que nunca pasó la noche en la habitación destinada para él. La joven reina organizaba juegos, excursiones y gozaba con el montaje de representaciones en el pequeño teatro de perfectas proporciones, también construido por Richard Mique, quien se había convertido en su arquitecto favorito. María Antonieta amaba la comedia y en alguna ocasión se escapó discretamente de Versalles en compañía del hermano del rey y de algunos de sus amigos para asistir a una representación en París.

◆ La gran escalera.

permite bajar y superponer a las ventanas, varios espejos escondidos entre los muros. Este dispositivo le permitía a María Antonieta disponer de una habitación totalmente privada, aislada herméticamente del mundo exterior. Este espacio personal, donde se sentía segura, era igualmente el sitio donde podía dar rienda suelta a sus fantasías, lejos de la censura que tanto le amargaba la vida en Versalles. Igualmente, cabe considerar el Salón de los Espejos Flotantes como una réplica mordaz e 76

irónica de la majestuosa Galería de los Espejos que Louis XIV había hecho construir en Versalles como reflejo de su brillante gloria. La habitación privada de María Antonieta conservará para siempre los secretos de esos días felices, los más alegres de su existencia como reina de Francia. ¿Quiénes eran entonces las personas invitadas a compartir la intimidad de su entorno, lejos de la curiosidad del resto del mundo exterior? Existen rumores evidentes de que el pequeño círculo de amigos que asistía al Petit Trianon –

Pese a ir disfrazada, la reina no pudo mantener por mucho tiempo su anonimato y los rumores más encendidos se esparcieron como reguero de pólvora para denunciar su imprudente escapada. El teatro del Petit Trianon le permitió satisfacer su pasión por el teatro de una manera más acorde a su rango. Podía ver obras sin temor al escándalo y ella misma participaba en algunas de las producciones. Al principio, sólo su pequeño círculo de amigos estaba allí para aplaudirla, pero, de manera progresiva, las invitaciones fueron aumentando hasta extenderse a otros miembros privilegiados de la aristocracia y a algunos oficiales del rey. El último papel desempeñado por María Antonieta fue el de Rosine, en el Barbero de Sevilla de Beaumarchais, en 1785. Después de la Revolución, el Petit Trianon sirvió de albergue por corto tiempo hasta que Napoleón se apropiara de él para regalárselo a su hermana favorita, la espléndida y ligeramente escandalosa Pauline Borghese. La volátil y aventurera existencia de Pauline le impidió permanecer mucho tiempo en este apacible retiro. Cuando falleció su primer marido, Charles Leclerc, se casó con el príncipe Camillo Borghese y se fue a vivir a Italia. Allí fue inmortalizada

◆  Consola fabricada en 1788 por Jean-Ferdinand Schwerdfeger para la habitación de María Antonieta.

LOS VISITANTES DEL PETIT TRIANON SÓLO ACUDÍAN MEDIANTE INVITACIÓN

Los veranos en el Petit Trianon eran sinónimo de libertad para la reina. Los miembros de la Corte sólo eran admitidos con invitación, incluyendo al rey, quien asistió una sola vez.

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El Petit Trianon

por Antonio Canova en la Venus Victrix, una espectacular estatua de mármol que la representa semidesnuda con una sábana sobre las piernas, obra que en la actualidad se encuentra en la galería Borghese de Roma. La duquesa de Angulema, hija de María Antonieta, pasó algunos días en el Petit Trianon durante la Monarquía de Julio. Después de eso, el palacete pasó a ser objeto de los esmerados cuidados de la emperatriz Eugenia. En 1867, la residencia de verano de María Antonieta fue finalmente transformada en museo. Aunque nunca fue abandonado, el Petit Trianon se mantuvo en un estado de pasiva conservación, siempre opacado por Versalles, hasta que la gran tormenta de 1999 hizo resurgir de nuevo el interés por la reina y su territorio privado.

◆ La habitación de María Antonieta.

CADA APARTAMENTO TENÍA UN COLOR Y MOTIVO ÚNICOS

Las habitaciones del Petit Trianon están impregnadas con los recuerdos de los momentos de diversión de la reina, ¿quién se hubiera atrevido a revisar su forma de hacerlo?

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Este nuevo capítulo comenzó con la desaparición de un viejo roble de trescientos años del parque de Versalles, bajo cuya sombra habría reposado María Antonieta. Debilitado por la intemperie, el árbol murió durante la canícula de 2003 y no hubo más remedio que abatirlo. La casa Breguet, cuyo fundador Abraham-Louis Breguet había tenido estrechos lazos con Luis XVI y con la reina María Antonieta, se interesó por la suerte del viejo árbol y comenzó a considerar la posibilidad de patrocinar la restauración del parque y de este castillo de cuento de hadas. En el Valle de Joux se llevó a cabo una reunión “dentro de un decorado invernal que hubiera podido figurar en una tarjeta postal”, tal como lo recordaba de manera divertida Nicolas Hayek. Al final del encuentro, Montres Breguet SA había hecho valer su intención de asumir la renovación total del Petit Trianon. ◆ La sala de música.

Hacía mucho frío y nevaba el día que tuvimos el privilegio de visitar el Petit Trianon en compañía de dos jóvenes historiadores y de una de las curadoras del palacio. Un desapacible viento del norte barría la inmensa explanada del castillo de Versalles y fue una suerte que nos llevaran en coche hasta la puerta de la propiedad privada de María Antonieta a través del inmenso parque. Pocos visitantes se habían medido al rigor invernal de ese día y el suave calor del palacio nos envolvió con un particular sentimiento de hospitalidad.

la familia real de Versalles, permite al visitante apreciar con claridad el gusto de María Antonieta y su amor por las artes. Al atravesar los recibidores, hoy en día abiertos al público, nos dirigimos al entresuelo y a la segunda planta en la que un complejo conjunto de apartamentos, corredores, escaleras disimuladas y paneles flotantes nos dieron la sensación de estar entrando en un espacio mágico.

La decisión de que el Petit Trianon se viera igual que en los días anteriores a la Revolución, que alejó para siempre a

Las ventanas estaban enmarcadas con magníficos revestimientos de brocados de vivos colores. Las tapicerías y pa-

peles de colgadura reproducen fielmente los motivos originales escogidos por la reina. Aquí, un encantador saloncito invita a sumergirse en una conversación íntima. Allá, una habitación delicadamente decorada evoca la mejor forma de hospitalidad. Una silla pequeña decorada con guirnaldas de rosas tiene un reposapiés a juego. La curadora levanta la tela que lo protege del polvo y podemos ver que cada punto es idéntico al original, sólo que los tintes del antiguo han palidecido con el paso de los años. Esta breve mirada a la tela original hace evidente el tiempo que ha transcurrido desde 79

El Petit Trianon

Al explorar sus partes ocultas aparecen aspectos desconocidos de la vida despreocupada que antaño transcurría en el Petit Trianon: en los apartamentos privados, por ejemplo, hay pequeñas piezas sin ventanas con sólo una mesa y una silla. Allí esperaban los sirvientes durante largas horas, listos para responder al más mínimo llamado. El comedor es igualmente famoso por un ingenioso dispositivo diseñado para subir y bajar mesas completamente servidas a través del suelo, como si la comida apareciera por arte de magia, servida por criados invisibles. Aunque nunca se llegó a instalar, este mecanismo puede ser considerado el símbolo de un palacio donde todo funcionaba de manera fantasmagórica, marcando el abismo que separaba las clases sociales y que pronto estallaría con la Revolución. Sin embargo, el Petit Trianon siempre conservará el recuerdo de los deliciosos tiempos que precedieron a la tormenta. “¿Quién se hubiera atrevido a indagar en las diversiones de una reina viva, joven y hermosa?”1 escribió Madame Campan, la primera mucama de la reina. En sus memorias relata una de esas veladas que contribuyeron a darle al Petit Trianon el renombre de cuento de hadas.

◆ El Templo del Amor en el jardín inglés del Petit Trianon.

entonces y el final trágico de los sueños felices que permanecen resguardados en el Petit Trianon. Igualmente, ilustra hasta qué punto los trabajos de restauración han recuperado con estos detalles exquisitos el frágil encanto del pasado. La decoración, tintes, variaciones y armonía de cada apartamento son ligeramente diferentes, dentro de la gama de gris claro y el verde pálido característico de esa época. Las frisas rompen las líneas severas de los muebles neoclásicos y las curvas suavizan los artesonados interiores, re80

dondeando las puertas de un armario esquinero, siguiendo la forma de sus cerraduras, evocando los muy bien guardados secretos de una existencia que pareciera vivir en el interior de un capullo. Nos sorprendió a todos la necesidad de hablar muy bajito, como si nuestra voz pudiera romper el encanto de un tiempo ya pasado. Puertas inesperadas se abren dentro de paneles de madera, corredores y escaleras disimuladas nos conducen a otra parte del edificio de forma aparentemente cúbica, siendo realmente un verdadero laberinto.

“Se celebró una fiesta de un género novedoso en el Petit Trianon. El arte con el cual no sólo se iluminó, sino se aclaró el jardín inglés, produjo un efecto encantador: cazuelas de barro, disimuladas con tablas pintadas de verde, iluminaban los macizos de arbustos y flores haciendo surgir los diferentes colores de la forma más variada y agradable; algunos centenares de gavillas encendidas mantenían en el foso, detrás del Templo del Amor, una gran claridad que lo convertía en el punto más brillante del jardín”.2 Música y danza, noches brillantes, juegos interminables, así eran los veranos perfectos que precedieron al año 1789: “Yo no mantengo ninguna corte”, declaró María Antonieta, “vivo como un individuo particular y Madame Campan será siempre la encargada de hacer cumplir mis órdenes para las fiestas que quiero dar”.3 Madame Campan, Mémoires sur la vie privée de Marie-Antoinette, capítulo IX. 2 Madame Campan, Id., capítulo VIII. 3 Madame Campan, Id., capítulo IX. 1

◆ Durante la ceremonia de inauguración del palacio restaurado, Nicolas G. Hayek presentó el reloj Marie-Antoinette de Breguet en una caja elaborada con la madera del roble caído que perteneció a la reina.

UNIDOS POR UNA TORMENTA

La muerte de un roble de 300 años, bajo cuya sombra retozara María Antonieta, desencadenó una serie de acontecimientos que llevaron a Breguet a financiar la restauración del Petit Trianon.

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EL PETiT TRiaNoN

UNa HiSToRia DE FaNTaSMaS El 10 de agosto de 1901, dos inglesas, Charlotte-ann Moberly y Eleanor Jourdain, visitaban Versalles. Se paseaban por el parque, buscando el Petit Trianon. Hacía calor, la atmósfera estaba pesada y las dos damas se perdieron después de haberse equivocado de camino. Mientras caminaban a través de senderos sin señalización y entre árboles que parecían extrañamente “planos y sin vida”, llegaron a la orilla de un bosque cercano al Templo del amor. Una de ellas vio una granja medio abandonada donde estaban atareados jardineros vestidos a la antigua usanza. La otra persona vio a un hombre de aspecto malintencionado cuyo rostro presentaba marcas de viruela. Después de haber atravesado un puente y haber encontrado otros personajes curiosamente vestidos, las dos damas llegaron finalmente al Petit Trianon, donde Charlotte-ann Moberly observó una escena que la inquietó. “Una dama estaba sentada, sosteniendo una hoja de papel como observándolo con el brazo extendido. Supuse que estaba dibujando y que para ello había llevado su propia silla plegable. Me dio la impresión de que estaba haciendo un estudio de los árboles que se encontraban a poca distancia de ella, sin que hubiera cualquier otro elemento susceptible de retener su atención. Ella se fijó en nosotras cuando pasamos cerca de ella y volteó la cabeza para mirarnos con mucho interés. Su cara no era joven y, aunque el estudio estaba bien hecho, no me gustó. Llevaba un curioso sombrero blanco que dejaba ver una gran cantidad de cabellos rubios sobre la frente. Su ligera ropa de verano le cubría los hombros como una pañoleta con un fino borde verde o dorado, lo que permitía darse cuenta de que estaba simplemente suelta, tirada sobre sus hombros…. La miré a la cara, pero un sentimiento indescriptible me hizo retirar la vista y huir de su presencia”.4

Charlotte-ann Moberly y Eleanor Jourdain vieron escenas distintas y sorprendentes cada una, pero no lo comentaron hasta algunos días después de la curiosa experiencia. Se sorprendieron mucho al darse cuenta de que donde la una había visto una mujer acompañada de una niña, la segunda no había visto nada y que el hombre poco agradable sólo se le había aparecido a una de ellas. Diez años después, Charlotte-ann Moberly y Eleanor Jourdain publicaron un recuento de su curiosa visita al Petit Trianon bajo el seudónimo de Elizabeth Morisonet de Frances Lamont. Trastornadas por el hecho de que no habían visto los mismos personajes, aunque ambas habían sentido una desagradable sensación de opresión, escribieron cada una un recuento independiente de su excursión en busca del territorio de María antonieta. An Adventure es el título del texto que narra su experiencia y cuenta todas las investigaciones a las cuales se dedicaron posteriormente, consultando especialmente los archivos franceses con la esperanza de identificar los extraños personajes con quienes se encontraron. Charlotte-ann Moberly y Eleanor Jourdain llegaron a la conclusión de que el hombre de cara sombría y apariencia siniestra era nada menos que el conde de Vaudreuil, uno de los amigos íntimos de María antonieta y asiduo visitante del Petit

Trianon. La mujer sentada que dibujaba con una ligera ropa verde, a la que sólo vio Charlotte-ann Moberly, se parecía sin duda al retrato de María antonieta pintado por Wertmuller, tal como lo describe Madame Campan. además, la lady inglesa estaba segura de no haber visto nunca esa pintura anteriormente ya que había sido enviada a la corte de Suecia. Sus conclusiones eran notablemente más complejas que las de las historias corrientes de fantasmas. “Nosotras nos preguntamos”, escribe Morison/Moberly, “si no habríamos entrado de manera inadvertida en un acto celebrado en memoria de la reina mientras estaba viva y si ese hecho podía explicar nuestra curiosa sensación de encierro y opresión. Qué más probable, pensamos, que durante esas horas pasadas en el hall de la asamblea Legislativa o en la Conciergerie, ella haya evocado otros meses de agosto pasados en el Trianon” 5. Resulta interesante notar que no pudieron encontrar en los mapas modernos algunas huellas de los paisajes que habían contemplado durante su caminata hacia el Petit Trianon. En cambio, reconocieron el kiosco y el puente en antiguos dibujos y en las descripciones contenidas en los proyectos elaborados para la restauración de los jardines. Es inútil precisar que su libro fue muy discutido por las sociedades de parasicología. Se hicieron varias ediciones y recibió atención renovada cuando se reveló, después de la muerte de Eleanor Jourdain, que las dos damas pertenecían a la crema y nata de la alta sociedad. Charlotte-ann Moberly había ocupado las funciones de directora del St Hugh’s College, en oxford, entre 1886 y 1905, era la hija de un rector que luego se convirtió en el obispo de Salisbury. Por su lado, Eleanor Jourdain, igualmente universitaria, era hija de un párroco y tomó el puesto de Charlotte-ann Moberly en el St Hugh’s Colle-

ge. ¿Una mitificación sabiamente organizada? ¿Una ilusión causada por el calor? An Adventure es un texto que se lee como un viaje maravilloso y ligeramente inquietante hacia el pasado. Cuando íbamos terminando la visita al Petit Trianon, ya se habían marchado los últimos visitantes. Mientras deambulábamos a través de las espléndidas piezas que componen el apartamento de la reina, se escuchó un ruido estridente que parecía salir de un brillante candelabro. Uno de nuestros guías se dirigió a los otros y les dijo: “El ruido ha regresado”. “Sí”, le respondió la curadora, “va y viene, nadie ha podido explicar su procedencia”. Por impulso me dirigí a la curadora para sugerirle: “¿Serán los fantasmas?” Sin esconder su asombro me contestó de inmediato: “¿Usted no es de los que cree en eso, cierto?” “No, claro que no”, le contesté rápidamente. Efectivamente, yo no creo que haya fantasmas rondando en el Petit Trianon. Sin embargo, al escuchar atentamente ese sonido escalofriante, ¿acaso no lograba yo escuchar susurros de voces suaves y el eco de una música lejana? El delicioso castillito, restaurado con amor hasta en sus más ínfimos detalles, lanza un embrujo a los visitantes y en ninguna otra parte el recuerdo de los placeres de antes de la Revolución se siente tan intensamente como en el interior de este recinto privado de María antonieta. Si visita el Petit Trianon afine bien el oído al pasar bajo la magnífica araña de cristal. Como un murmullo, podría percibir los últimos acordes de un minué, si es que no logra ver por un segundo a la joven reina saliéndose del “Triunfo del amor” de Weikert.

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An Adventure, London, MacMillan and Co, 1911, p. 8–9. An Adventure, id., p. 23.

◆ Johann Georg Weikert, El Triunfo del Amor.

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RÉVEiL MUSiCaL

Réveil Musical Por Jeffrey S. Kingston

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Réveil musical

V

ivimos en la era de la ubicuidad musical. Para explicarlo sin tantos rodeos, digamos que es prácticamente imposible escapar a su presencia. El tsunami de los sonidos nos invade por doquier –CDs, radios, iPods, teléfonos móviles, datos a raudales, descargas desde la web, efectos sonoros, etc. Así como nos imaginamos que el próximo cappuccino no está a más de 50 metros, con frecuencia nos sentimos sumergidos por la proximidad musical de nuestra era numérica.

LAS CAJAS DE MÚSICA

A pesar de su historia secular y de su frecuente integración en los relojes de

Hace unos siglos la situación era totalmente distinta. Los encuentros con la música eran absolutamente mágicos y más aún si la melodía salía de una caja capaz de tocar mecánicamente una composición sin disponer de un instrumento ni de un músico. Si nos remontamos en el tiempo hasta encontrar los primeros rastros de esta música sin músico, llegamos fácilmente al siglo IX de nuestra era, a Mesopotamia, donde los persas fabricaban un órgano accionado mediante un mecanismo hidráulico, que para componer sonidos recurría a un cilindro rotativo dotado de pequeñas clavijas. Este invento que estaba difícilmente destinado a encontrar un lugar de honor en los mantos de nobles chimeneas, y menos aún en el bolsillo de una chaqueta debido a la fuente de energía empleada, se distinguía por su tambor giratorio provisto de pequeñas espigas cuyo objetivo era “grabar” o “programar” la música. La asociación de estos dos elementos alcanzó un éxito que perduró a lo largo de los siglos posteriores, en cajas cada vez más perfeccionadas.

bolsillo, las cajas de música aún no habían conquistado el mundo de los relojes de pulsera.

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La primera asociación de un dispositivo como éste con un movimiento de relojería data de finales del siglo XVI. Esta construcción mecánica alcanzó entonces un éxito fulgurante convirtiéndose en muy poco tiempo en un símbolo de bienestar adquisitivo. Dos innovaciones helvéticas, creadas en un corto intervalo de tiempo, permitieron la fabricación de los primeros relojes musicales de bolsillo. El primero fue inventado por un relojero ginebrino en 1796, quien reemplazó las campanas –que hasta entonces eran responsables de la emisión del sonido– por un peine compuesto por distintas láminas y, posteriormente, por pequeños dientes que tocaban una nota específica cada uno. El segundo, creado poco después, se presentó bajo la forma de un disco giratorio dotado de puntas –puntillas- que sustituyó, tras mil años de buenos y leales servicios, al cilindro como elemento de programación estándar. 87

Réveil musical

El reloj musical de bolsillo alcanzó su mayor apogeo a principios del siglo XIX con la aparición de una serie de guardatiempos, algunos dotados con rodillos y otros con discos rotativos, que tocaban una melodía sobre los dientes de un peine. La principal dificultad que planteaba la construcción de estos guardatiempos residía en el método para determinar el lugar exacto de las “puntillas” sobre el rodillo o el disco. Esta operación debía ser efectuada de manera muy precisa. Finalmente, una especie de “máquina de escribir” vio la luz para ello. Un músico tocaba cada nota en el tono y el ritmo requerido sobre un cilindro o un disco rotativo que había sido implantado en la “máquina de escribir”. Seguidamente, el relojero disponía las “puntillas” en el lugar indicado por cada marca, de modo que la melodía podía ser tocada en el reloj de la misma forma que el músico la había interpretado en la “máquina de escribir”. Las exigencias técnicas vinculadas a esta delicada construcción aseguraban para los relojes musicales su posición en la cúspide de la pirámide de las complicaciones y, naturalmente, de los precios. De conformidad con su prestigio y su elevado coste, estos guardatiempos excepcionales estaban generalmente provistos de las cajas más refinadas y, con frecuencia, de una esfera exaltada por una suntuosa decoración manual, como una miniatura en esmalte. Además, hay indicios de que Mozart y Haydn escribieron composiciones para relojes musicales de sobremesa y de pared, conocidos como Flötenuhren en alemán. A pesar de que prácticamente todos los refinamientos que antaño se albergaban en los relojes de bolsillo, actualmente han conquistado los relojes de pulsera, esta constatación no se había aplicado aún a la complicación musical, que parecía haber caído en el olvido. Con la presentación del Réveil Musical, Breguet revive plenamente la gran tradición de este género raro y romántico al tiempo que realiza una primicia mundial por ser el primer mecanismo de sonería musical asociado a una función de alarma en un reloj de pulsera. Para los relojeros, la transposición de una complicación que se alberga en las generosas dimensiones de un reloj de bolsillo a los confinados límites de un reloj de pulsera siempre ha representado un gran desafío. El hecho de que nadie haya logrado proponer una sonería musical completa en un 88

reloj de pulsera antes que Breguet, ilustra elocuentemente la importancia de la labor efectuada para integrar esta complicación en un guardatiempos que se enlaza en la muñeca. Un atento estudio conduce a la conclusión de que casi todas las otras complicaciones clásicas de los relojes de bolsillo han podido ser adaptadas a las minúsculas dimensiones de un reloj de pulsera gracias a la reducción de sus componentes. Los calendarios perpetuos, tourbillons, cronógrafos (convencionales o de ratrapante), las repeticiones de minutos, la visualización de un segundo huso horario, la hora universal, todos estos refinamientos relojeros han conseguido penetrar en relojes de pulsera gracias a un meticuloso proceso de miniaturización, en el que se ha logrado conservar intacto su principio de construcción fundamental, tanto desde el punto de vista de la concepción como de su aplicación en los relojes de bolsillo. No obstante, esta afirmación es falsa cuando nos referimos a una sonería musical, pues esta proeza técnica ha exigido mucho más que la simple reducción de los componentes. Por supuesto, cuando Breguet decidió desarrollar el Réveil Musical tuvo que enfrentarse a todos los inconvenientes que presenta un reloj de bolsillo tradicional con sonería musical. Breguet tuvo que determinar un método para programar la melodía y otro para asegurar la emisión del sonido. En estos dos ámbitos podía recurrir a soluciones clásicas –un disco giratorio dotado de puntillas para tocar la melodía y un peine para hacer resonar cada nota. Como lo vimos anteriormente, estos dispositivos fueron creados alrededor de 1800. Sin embargo, estos elementos –por muy refractarios que sean al esfuerzo de miniaturización imprescindible para intentar darle cabida en un reloj de pulsera– sólo constituyen una ínfima parte de los problemas a los que Breguet se tuvo que enfrentar durante las primeras fases del desarrollo del Réveil Musical. La creación de un importante volumen sonoro, la restitución del ritmo y una reserva de energía suficiente encarnan gigantescos desafíos. Sin una solución global para cada uno de estos obstáculos, este reloj jamás hubiese visto la luz. Los relojeros que hace doscientos años montaban grandes barriletes y hojas de grandes dimensiones en un reloj de

EL HECHIZO DE LA CAJA DE MÚSICA EN LA MUÑECA

Breguet se enfrentó a muchos desafíos para crear una caja de música en el reducido espacio de un reloj de pulsera.

bolsillo con sonería musical para producir un volumen sonoro suficiente, sacaban provecho del gran espacio que tenían a su disposición. Asimismo, las vastas superficies que ofrecían estos guardatiempos facilitaban la propagación del sonido desde el interior de la caja. Como es lógico, un muelle real más pequeño, menos energía, hojas más cortas, dientes musicales más pequeños y superficies más pequeñas provocan inevitablemente una disminución de la intensidad sonora. Incluso, a pesar de que la miniaturización de los componentes podía ser vencida, la ampliación del nivel sonoro percibido por el propietario, es decir, el número de decibeles transmitidos desde el mecanismo hasta el exterior de la caja, exigía soluciones totalmente inéditas con respecto a los métodos empleados en el trascurso de la historia. Era imprescindible definir una construcción que pudiera mejorar la transmisión del sonido del movimiento hacia el exterior de la caja. A pesar de que esto era evidente, la respuesta que se imponía engendraba un nuevo problema. La “solución simple”, empleada anteriormente por otra marca en una repetición de minutos, consistía en practicar aberturas sobre el fondo de la caja de oro para facilitar la propagación del sonido. El lector iniciado en relojería detectará rápidamente que en este caso un problema acaba de 89

Réveil musical

reemplazar al otro. Los orificios efectuados en la caja favorecen sin lugar a dudas la emisión del sonido, pero también permiten la penetración de la humedad y del polvo, los peores enemigos de los mecanismos de precisión; por lo cual, la repetición de minutos de aquella marca era totalmente vulnerable hasta a la más mínima gota de agua. Breguet enfocó la cuestión bajo un punto de vista distinto. En lugar de abrir unos orificios para hacerlos herméticos después, se dedicó a buscar un material que estuviera en resonancia con la sonería y cuyas vibraciones intensificaran la emisión sonora. Los materiales empleados habitualmente para los fondos de las cajas, al igual que el cristal de zafiro o los metales preciosos, no vibran en su estado natural con las mismas frecuencias que aquellas producidas por la sonería. La solución elegida por Breguet se basa en una tecnología de vanguardia: una membrana de metal líquido. Las propiedades físicas de este componente son parecidas a las del cuero de un tambor, el cual suena con la misma gama de frecuencias que la melodía. Breguet realizó una importante investigación para definir la geometría de la membrana de metal líquido, de modo que ésta pudiera disponer de varios picos de resonancia en el registro de la melodía. Por consiguiente, el fondo de oro de la caja desempeña una nueva función: protege la membrana de metal líquido situada en el interior de la caja contra cualquier tipo de daño o golpes. ◆ El iduciamet laut Además, la ◆cavidad de aire situada entre la membrana de metal líquido y el fondo metálico se ha convertido en un eatumquas maximod ipsaectur adit omni ut que nobis ma objeto extremadamente curioso e indispensable, pues origisequam atureicaede sonido denominan verum, omnimetur na simaximus un fenómeno que nonsect los ingenieros “resonancia de Helmholz”. A pesar de su nombre poco ipis excepeliquid mil evendit inveris et vellibus et alicae atractivo, es parte de nuestra experiencia habitual ya que sus nobistr uptati tet, et porrumquae. Omnimodis isim propiedades se emplean en instrumentos musicales como el violín, en instalaciones de audio como los subwoofers e innonesciunt esti ut lab idebissit etus aliquam fugitem cluso en los filtros de aire de los motores a gasolina. Este doluptat offici nobitibus sit omnis velecum eos dolupta espacio de aire posee sus propias frecuencias de resonancia, las cuales Breguet también afinó al momento de hacer los tendipsame eatumquas aliquam fugitem doluptat offici orificios para hacerlos concordar con la gama musical. Sin nobitibus sit omnis velecumlaeos dolupta tendipsame embargo, manufactura no se contentó con disponer una simple membrana, aunque ésta permaneciera oculta a las miradas. En efecto, Breguet desarrolló un proceso jamás intentado hasta entonces para determinar la geometría apropiada para la membrana, la cual además decoró con un motivo guilloché. Los propietarios del Réveil Musical pueden 90

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RÉVEiL MUSiCaL

sentirse orgullosos de saber que los relojeros, que retirarán el fondo de la caja de su reloj para efectuar las operaciones de mantenimiento, se verán recompensados por esta hermosa visión del primer guilloché del mundo elaborado sobre una membrana de metal líquido, que desafortunadamente permanecerá oculta para los profanos. El segundo problema crucial al que Breguet tuvo que enfrentarse fue la regulación de la cadencia. En toda sonería, el mecanismo está alimentado por un barrilete, en el que inevitablemente la fuerza del muelle es más intensa cuando el barrilete está íntegramente armado, y más débil cuando el barrilete está casi desarmado. Si un barrilete está acoplado únicamente a la sonería, las consecuencias de la fuerza decreciente del muelle se advierten a medida que se desarma el barrilete, ya que ineludiblemente se percibe una disminución progresiva del ritmo de la melodía. El método habitual para combatir este fenómeno consiste en construir un regulador integrado al rodaje de mando de la sonería. Como su nombre lo indica, el regulador asegura la constancia del ritmo durante la percusión de la sonería. Sin embargo, un regulador comprende componentes rotativos, los cuales producen un sonido característico que altera la pureza melódica de la sonería. También en este caso, la “solución” conlleva un nuevo problema. Por segunda vez durante el desarrollo del Réveil Musical, Breguet se benefició de la tecnología e inventó – ¡disculpe la pequeñez!– un regulador silencioso, fundado en el uso de elementos que jamás habían sido empleados en la producción de relojes mecánicos de pulsera: “unos imanes”. En regla general, los imanes y, para ser más preciso, los campos magnéticos, son considerados como sustancias tóxicas para los relojes. Los materiales empleados para asegurar la medición exacta del tiempo son antimagnéticos. Si están sometidos a un campo magnético importante, ellos se magnetizan a sí mismos modificando considerablemente la meticulosa regulación de la marcha efectuada por el relojero durante el ensamblado del reloj. Para evitar este fastidioso contratiempo, la solución habitual consiste en proceder a la desmagnetización del guardatiempos para volver al statu quo ante. a pesar de que esta operación es muy fácil de realizar, más de un propietario de reloj ha mostrado una legítima inquietud al constatar que su noble creación relojera había perdido su 92

BREGUET PRESENTA EL PRIMER REGULADOR MAGNÉTICO DEL MUNDO

Arriba, la fuerza centrífuga desplaza los discos plateados del regulador hacia el exterior, colocándolos bajo los imanes que tienden a frenar el movimiento de rotación. Abajo, a una velocidad más reducida, los muelles empujan los discos hacia el interior para favorecer una aceleración de la rotación.

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legendaria precisión tras haber sido magnetizada sin que él hubiera llegado a percatarse de ello. Para construir un regulador magnético silencioso, Breguet debió afrontar dos dificultades: por un lado, determinar los principios de construcción del regulador y, por otro, garantizar que los materiales magnéticos no ejercieran una influencia nefasta en la marcha del reloj. El principio funcional del regulador logrado después de tantos esfuerzos es particularmente ingenioso y se aplica a una construcción que, por primera vez, fue integrada en un reloj de pulsera mecánico. En muchos aspectos, este dispositivo se parece a un generador eléctrico. Confeccionados en metal, sus brazos rotativos están rodeados de imanes fijados a la circunferencia del regulador. Al girar en este entorno magnético, los brazos metálicos producen un campo eléctrico que, en la medida de su formación, se opone al campo magnético de los imanes. A mayor rapidez de rotación, mayor es su resistencia, y al revés, a mayor lentitud de rotación, menor es la oposición. El resultado es un dispositivo que asegura una rotación constante, ya que tanto la aceleración como la disminución de la velocidad encuentran una resistencia opuesta de idéntica intensidad. Cabe señalar que no sólo se trata de un sistema silencioso totalmente innovador, sino que además, elimina un problema tradicional asociado a los conceptos clásicos del regulador. El método habitual para asegurar el ajuste de una sonería mecánica se basa en la fricción. Por lo general, los brazos rotativos en el interior de un tubo rozan con las paredes del cilindro para ajustar la velocidad de rotación. Debido a la fuerza centrífuga, cuanto mayor es la velocidad de rotación, con mayor fuerza presionarán los brazos las paredes, aumentando la fricción. Como es natural, para el rozamiento de las superficies es necesaria la lubricación. Además, en este tipo de construcción, el contacto entre estos dos componentes no sólo produce un zumbido, sino también el desgaste de las piezas, que aumenta progresivamente a medida que las propiedades del lubricante se degradan. Breguet logró eliminar simultáneamente el ruido y el desgaste evitando el contacto entre los componentes en rotación y la pared interna del cilindro. Además, este nuevo mecanismo presenta una ventaja suplementaria particularmente importante para los constructores de movimientos; 94

mientras que los reguladores habituales no permiten determinar con anticipación los coeficientes de fricción, los cuales además son propensos a alterarse con el paso del tiempo, las características del regulador magnético se pueden calcular con facilidad y presentan una notable longevidad. De hecho, esta perfecta solución exigió un estudio exhaustivo de las cuestiones planteadas por la presencia de imanes en el interior del movimiento. En este caso, los métodos convencionales se impusieron por sí mismos. Como numerosos relojes militares se volvieron “antimagnéticos” al colocar el movimiento en una caja de hierro, Breguet rodeó el regulador con una caja de hierro. De este modo, los campos magnéticos del regulador permanecen encerrados en el interior de la caja evitando influir en las otras partes del movimiento. Además, otras dos decisiones constructivas evitan que los imanes del regulador alteren la precisión de marcha del reloj. En primer lugar, el escape y la espiral son de silicio, un material no magnético. Y, en segundo lugar, para la arquitectura del movimiento se tomó en cuenta esta particularidad, alejando el regulador del volante y del escape del reloj. No obstante, faltaba resolver un problema: el abastecimiento de la considerable cantidad de energía necesaria para la emisión de la melodía durante un lapso de tiempo suficiente para cautivar el oído del oyente y, al mismo tiempo, ser empleado como verdadero despertador. Había que encontrar entonces la manera de inserir en el interior del movimiento dos barriletes dedicados únicamente a la sonería. Recuerde que también se necesita un barrilete suplementario para asegurar el funcionamiento del reloj, elevando así el número total de barriletes a tres. Para ser apreciada, una sonería musical no se debe limitar a sonar como una alarma en un momento indicado. Así como la función de alarma es decididamente importante (y comprende una complicación adicional relativa al desarrollo de un método para ajustar la hora del despertador), la posibilidad de hacer tintinear la melodía a la demanda también lo es. El Réveil Musical propone ambas funciones. Al accionar un pulsador situado sobre el flanco de la caja a la altura de las 8, el reloj tocará el tema musical durante veinte segundos. Sin embargo, este placer celestial viene acompa-

UNA MELODÍA EN LA MUÑECA

Las notas de una melodía no sólo deben emitirse en intervalos precisamente definidos, el mecanismo también debe disponer de una larga reserva de marcha.

ñado con un nuevo atractivo. Breguet ha situado los piquillos de “programación” sobre un disco fijado bajo la esfera guilloché. Cuando la sonería se activa, la esfera gira durante veinte segundos cumpliendo una rotación completa durante el engrane de la melodía. Si ella se encuentra en modo alarma o despertador, el reloj tocará la melodía musical durante un lapso de tiempo particularmente largo de 80 segundos, es decir, cuatro vueltas de esfera. Compare esta información con la duración de la sonería tradicional de una alarma mecánica, ¡que por lo general no supera los quince segundos! Los apasionados que se interesan por la técnica relojera se preguntarán, sin lugar a dudas, sobre la eventualidad de una interrupción de la alarma durante la sonería. Como los piquillos giran con la esfera, la música tocará hasta que la esfera termine su rotación, volviendo así a su posición habitual. Los constructores de Breguet también tomaron en consideración otra circunstancia importante en el momento de la concepción del movimiento: ¿qué sucede si 95

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la reserva de energía de la sonería no es suficiente para asegurar una vuelta completa? Como el lector podrá imaginar, la esfera permite la visualización de la indicación de la reserva de marcha, pero su propietario puede ignorar dicha información. Para evitar este inconveniente, los relojeros de la manufactura han concebido un sistema de bloqueo que evita que la esfera se inmovilice en una orientación que no corresponda a su posición habitual. Para seleccionar el modo alarma, basta con accionar un pulsador situado sobre el flanco de la caja a la altura de las 10 horas. Una nota aparece entonces en una ventanilla de la esfera para indicar la activación de la función. La hora del despertador se lee sobre la esfera mediante una gran aguja con una clave de sol en su extremidad. Una ingeniosa característica del Réveil du Tsar de Breguet que ha sido adaptada en el Réveil Musical. Por lo general, los relojes con despertador presentan un pequeño inconveniente. Como debe existir una conexión entre el mecanismo de la alarma y el indicador horario, el ajuste de las horas y de los minutos modifica habitualmente la hora ajustada por el despertador. En otras palabras, el ajuste de las horas provoca un desajuste de la hora del despertador previamente seleccionada, por lo cual se debe proceder a un nuevo ajuste. Breguet aportó una solución a este problema, que padecían de manera crónica los relojes con despertador, al introducir en el Réveil du Tsar un embrague en el dispositivo de ajuste de la alarma. Así, cuando la corona se retira para ajustar las indicaciones horarias, el embrague libera el mecanismo del despertador. Por consiguiente, esta acción no ejerce ningún efecto sobre la hora elegida para la alarma. Este dispositivo ha sido integrado en el Réveil Musical. ◆ Gioacchino Rossini.

La primera melodía empleada para el Réveil Musical es el aire de “La urraca ladrona” (“La Gazza Ladra”) de Rossini. Esta elección es sumamente pertinente para acompañar los inicios de esta complicación pues el compositor italiano poseía un reloj Breguet. El movimiento de base que anima a este guardatiempos es el calibre de manufactura Breguet 777, que comprende un escape de silicio, una espiral libre con curva terminal Breguet (igualmente de silicio) y tornillos de regulación de oro. Dispone de una reserva de marcha de 60 horas. El Réveil Musical será propuesto en oro amarillo y en oro blanco. 96

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La EXPoSiCiÓN BREGUET EN EL MUSEo NaCioNaL SUiZo ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ ◆ Por Jeffrey S. Kingston

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◆ El Castillo de Prangins, que alberga el Museo Nacional Suizo en la Suiza romanda. A la izquierda, el Museo Nacional suizo de Zúrich.

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a consulta a distintas fuentes históricas podría llevarnos a la conclusión de que abrahamLouis Breguet era francés. En efecto, el célebre relojero vivió en Francia desde 1762 hasta su muerte en 1823, con una interrupción de dos años. Fue ciudadano francés y durante muchos años practicó su arte en el número 39 del Quai de l’Horloge, en la ile de la Cité, en el corazón de París. Entre su clientela figuraban eminentes personalidades y miembros de la aristocracia, como Napoleón, María-antonieta, Luis XViii, Charles-Maurice de Talleyrand o el general CharlesVictor-Emmanuel Leclerc. Fue miembro de la Académie des Sciences. Su esposa era francesa. Su hijo y su nieto asumieron brillantemente su sucesión durante varias décadas, en Francia. Su tataranieto, Louis Breguet, fue uno de los pioneros franceses de la aviación. Sin embargo, a pesar de las apariencias, abraham-Louis Breguet era suizo. ◆ ◆ ◆

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Para confirmar el legado helvético de Breguet, el Museo Nacional Suizo rinde homenaje a su existencia, coronada por incomparables hazañas relojeras, con dos exposiciones especiales, una en el Castillo de Prangins, en la Suiza romanda y la otra en Zúrich, en la Suiza alemana. abraham-Louis Breguet nació en Neuchâtel, Suiza, donde transcurrieron los primeros años de su vida, muchos de ellos bajo la triste condición de huérfano. a pesar de que en 1762 viajó a París para aprender y ejercer el oficio de relojero, Breguet nunca dejó de mantener estrechos lazos de amistad con otros artesanos suizos establecidos en la capital francesa. El círculo de suizos en el que se relacionaba comprendía en particular a Ferdinand Berthoud, otro nativo de Neuchâtel, célebre por sus cronómetros de marina, a Jeanantoine Lépine, reputado constructor de péndulos que vio la luz en una localidad cercana a Ginebra, y a Jean-Pierre Droz, de La Chaux-de-Fonds, fabricante de medallas y de monedas. Pero las relaciones que Breguet mantenía con Suiza se extendían más allá de sus frecuentaciones parisinas. Breguet permaneció en contacto con el relojero de Neuchâ-

tel, abraham-Louis Perrelet, y adquiría los componentes de sus relojes a una amplia red de proveedores Suizos. Durante la agitada época que siguió a la Revolución francesa, y a pesar de haber sido un partidario de las ideas igualitarias (de manera un poco paradójica, pues la mayoría de su clientela profesaba un ideario opuesto), su acercamiento a las facciones moderadas era demasiado sospechoso ante el nuevo poder. Temiendo por su vida, resolvió fugarse con su familia para beneficiarse de la paz relativamente segura que ofrecía su país natal. así fue como durante dos años Breguet vivió en Suiza, unos meses en Ginebra y luego en las ciudades de Neuchâtel y Le Locle. a decir verdad, el paréntesis de dos años en Suiza no fue una pérdida de tiempo. En el trascurso de los dos meses y medio en los que vivió en Ginebra, a.-L. Breguet reforzó sus lazos comerciales con fabricantes de ruedas, espirales y otras piezas de relojería que ya empleaba en su taller parisino. De una manera más ambiciosa, intentó relanzar la antigua manufactura de movimientos fundada por Voltaire en

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Ferney, un pueblo francés que actualmente colinda con el aeropuerto de Ginebra, pero el negocio presentaba demasiados riesgos. En aquella época, Francia, deseosa de ejercer su control sobre Ginebra, sometía la ciudad a un terrible bloqueo económico, lo que generó un incremento desmesurado de los costes para la implantación de una sede de producción en la ciudad lacustre. Situada al otro lado de la frontera, Ferney presentaba menos obstáculos, aunque presentaba riesgos políticos para Breguet. El peso de las circunstancias resultó, sin duda, demasiado arriesgado, y el ambicioso relojero no tuvo otra alternativa que renunciar a su deseo de revivir el taller de Voltaire. No obstante, los meses que el relojero pasó en Ginebra no fueron en vano, pues su admisión en la Société des Arts de Ginebra representó para él un gran reconocimiento, cuyo equivalente en su ciudad de elección tardó muchos años en llegar tras su retorno a Francia. Sus estadías en Neuchâtel y Le Locle fueron más productivas. allí fundó un establecimiento dedicado a ensamblar mecanismos relojeros para responder a las necesidades

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de su comercio parisino. Éste también comprendía un laboratorio, al que Breguet le confió la misión de continuar sus experimentos para el desarrollo de sus movimientos. Si bien es cierto que por lo general los años de exilio se ven consumidos por la dolorosa necesidad de asegurarse la supervivencia en un entorno extranjero, totalmente distinto al habitual, lo que causa una profunda ruptura en la existencia de cualquier persona, relegando con frecuencia la inventiva, la creatividad y la inspiración a un segundo plano, sobra decir que éste no fue el caso de Breguet, pues los dos años que pasó en Suiza resultaron particularmente fecundos. además de sus proyectos de talleres en Ginebra y Neuchâtel, lanzó los fundamentos de un amplio abanico de innovaciones, lo que aprovechó en su retorno a Francia. El primero fue el invento del tourbillon. Si usted está de acuerdo, detengámonos en esta última constatación: uno de los avances más importantes de toda la historia de la relojería germinó en el espíritu de un refugiado. o mejor aún, el tourbillon no fue el único invento que él forjó durante su período helvético; Breguet también desarrolló el reloj de

tacto (un guardatiempos dotado de una sola aguja situada en el exterior de la caja, que permitía consultar la hora al percibir táctilmente su posición) así como el reloj de sobremesa simpático cuyo mecanismo de base estaba compuesto por un reloj de sobremesa y uno de bolsillo (al colocar el reloj de bolsillo sobre el péndulo de sobremesa, el reloj se ponía automáticamente en hora).

EXHIBICIONES SIN PRECEDENTES

Breguet es el único relojero que ha sido honrado por varios de los principales museos del mundo.

Durante sus años helvéticos, el alcance de su fértil imaginación no se limitó a la mecánica relojera. También consagró una gran parte de su interés al aspecto comercial de su empresa imaginando un método totalmente inédito para vender sus guardatiempos, según un principio de subscripción. Revolucionario desde el punto de vista comercial, su solución abría el camino a la producción en serie, tan practicada en nuestros días. En esta época, los relojes se fabricaban por lo general sobre medida y cada pieza era única. Los relojes de subscripción propuestos por Breguet respondían a exigencias de simplicidad y uniformidad, con esferas esmaltadas y una sola aguja para indicar las horas. al adoptar una construcción estándar, Breguet anticipó las formas de

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fabricación que se aplicarían en las siguientes décadas, hasta tal punto que resulta legítimo afirmar, con la perspectiva histórica que disponemos hoy en día, que fue el primero en lanzar la producción en serie. abraham-Louis Breguet no sólo logró proponer relojes estandarizados y más simples a un precio inferior, lo que los hacía accesibles a presupuestos más modestos y, por consiguiente, a otros segmentos de la pirámide social, también desarrolló paralelamente un nuevo modo de comercialización con el mismo objetivo democrático. Según este nuevo enfoque, el cliente pagaba una parte del precio de compra (por lo general un tercio) al momento de hacer el pedido, luego efectuaba pagos complementarios durante el período de fabricación y pagaba el saldo en el momento de entrega del reloj terminado. Este método contrastaba con las prácticas habituales de la época, según las cuales el pago del precio integral se efectuaba en el momento de hacer el pedido. Una visión global de la vida y obra de Breguet debe abarcar ineludiblemente las dimensiones suizas y francesas, simultáneamente, y la una no debe separarse ni aislarse de

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la otra. El proyecto de dar vida a una exposición destinada a rendir homenaje a su talento nació con esta perspectiva. Desde el principio, era evidente que sería presentada en Francia y en Suiza. Esta primera retrospectiva franco-suiza dedicada a Breguet se llevó a cabo de junio a septiembre de 2009 en el museo del Louvre. Por primera vez, la célebre institución parisina abrió una de sus salas principales, en este caso la Salle de la Chapelle, ubicada junto a la pirámide de la entrada, para dedicarla a un único relojero. En efecto, hasta la fecha, Breguet es el único relojero al que uno de los más prestigiosos museos del mundo le ha consagrado una de sus grandes exposiciones. años antes, en 2004, el Museo del Hermitage de San Petersburgo también rindió homenaje a abraham-Louis Breguet. El alcance de esta retrospectiva fue puesto de relieve durante su vernissage en el Louvre. Entre las personalidades presentes en esta ocasión figuraban el hoy desaparecido Nicolas G. Hayek, Henri Loyrette, presidente del Louvre, y

Ulrich Lehner, embajador de Suiza en París. La exposición en el Louvre no sólo atrajo a más de 110.000 visitantes durante dos meses y medio, además, el catálogo realizado para acompañar este evento generó uno de los mayores éxitos de venta en la librería del Louvre durante este período. El Museo Nacional Suizo presenta la parte helvética de la exposición en dos emplazamientos distintos – de junio a septiembre de 2011 en el Château de Prangins, en la Suiza romanda, y de octubre de 2011 a enero de 2012 en el Landesmuseum de Zúrich; posteriormente estas piezas excepcionales serán propuestas a otros museos para saciar la curiosidad de los apasionados de la relojería en todo el mundo.

por Breguet en el momento de su creación, en la fecha del pedido original, en las distintas etapas de su fabricación y en el momento de la entrega al cliente. La consulta de estos documentos transporta al visitante doscientos años atrás, al legendario taller ubicado en el número 39 del Quai de l’Horloge, ofreciéndole la posibilidad de asistir en diferido al nacimiento de una inestimable obra maestra.

a pesar de que el catálogo de piezas difiere ligeramente en función de la exposición, por primera vez se han reunido aproximadamente 120 relojes y péndulos para celebrar este acontecimiento, el cual no sólo se limita a exhibir un conjunto de guardatiempos. La mayoría de piezas importantes están acompañadas por minuciosas anotaciones efectuadas

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DE La EXPoSiCiÓN ◆◆◆◆◆◆◆◆◆◆◆◆◆◆◆◆◆◆◆

Vendido en agosto de 1814 al futuro rey Jorge IV de Inglaterra, en la actualidad pertenece a

Su Majestad la Reina Elizabeth

II y a Su Alteza Real el Príncipe Felipe de Inglaterra

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◆ No. 666/721 RELoJ DE SoBREMESa Y RELoJ SiMPÁTiCo: reloj de sobremesa con esfera de plata ribeteada con un hilo de oro, caja de caoba con cristal sobre los cuatro lados; reloj con esfera de esmalte y caja de oro. Vendido en agosto de 1814 al futuro rey Jorge iV de inglaterra, prestado para la exposición por Su Majestad la Reina Elizabeth ii y Su alteza Real el Príncipe Felipe de inglaterra.

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Adquirida por

Napoleón Bonaparte en 1798



No. 178 PENDULETa DE ViaJE CoN REPETiCiÓN DE CUaRToS Y CaLENDaRio: caja de bronce dorado con columnas dóricas, cristales sobre tres lados, esfera de plata con una gran ventanilla para las fases de la luna, falsa placa de metal dorado grabada con follajes con tres ventanillas para la fecha, mes y día de la semana. Movimiento de ocho días con escape de áncora en línea recta. Esta penduleta de viaje fue adquirida por Napoleón Bonaparte en 1798, un mes antes de iniciar la campaña de Egipto. Formaba parte de una compra de tres guardatiempos destinados a completar el equipo de guerra del general Bonaparte.

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Producido para

María Antonieta ◆

No. 1160 RELoJ CoN CaLENDaRio PERPETUo Y REPETiCiÓN DE MiNUToS “MaRiE-aNToiNETTE”: caja de oro, esfera de cristal de roca, agujas de oro y acero, calendario perpetuo completo, ecuación del tiempo, reserva de marcha, termómetro metálico, segundero central independiente y pequeña trotadora. Se trata de una fiel reproducción del reloj original “Marieantoinette”, realizado por Montres Breguet Sa, 2002–2008.

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Vendido a la emperatriz

Josefina Bonaparte en febrero de 1800 ◆

No. 611 PEQUEÑo RELoJ MEDaLLÓN a TaCTo: caja de oro esmaltado en azul, flecha engastada con diamantes, piezas de tacto con diamantes redondos, esfera de plata, escape de cilindro con rubíes. Vendido a la emperatriz Josefina Bonaparte en febrero de 1800. Posteriormente la emperatriz regaló el guardatiempos a su hija Hortense de Beauharnais, reina de Holanda. La pieza recibe entonces una H coronada con nuevos diamantes de mayor tamaño que los originales. Un reloj de tacto está dotado de una gran aguja exterior, cuya posición permite consultar la hora en la oscuridad.

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Vendido en noviembre de 1813 a la gran duquesa de Toscana,

Elisa Bonaparte ◆

No. 2603 RELoJ MEDaLLÓN CoN REPETiCiÓN DE CUaRToS: esfera de tipo regulador, caja de oro guilloché, cubeta de oro, esfera de plata con pequeñas esferas anulares auxiliares para las horas y los segundos, minutos alrededor del bisel, escape de cilindro con rubíes. Vendido en noviembre de 1813 a la gran duquesa de Toscana, Elisa Bonaparte, hermana de Napoleón.

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EDiToRiaL Montres Breguet Sa CH-1344 L’abbaye Suiza Tel.: +41 21 841 90 90 www.breguet.com RESPoNSaBLE DE PRoYECTo Géraldine Joz-Roland EDiToR JEFE Jeffrey Kingston aUToRES Jeffrey S. Kingston Profesora Marie-Hélène Huet Emmanuel Breguet SiNCERoS aGRaDECiMiENToS a: Christian Lattmann Nakis Karapatis alain Zaugg

PREiMPRESiÓN E iMPRESiÓN Courvoisier-attinger Sa FoTÓGRaFoS Montres Breguet Sa Collection Joël von allmen Lionel Deriaz Xavier Reboud Pixmédia Photo 2000 oTRaS iLUSTRaCioNES © RMN/Gérard Blot p 32/33 © RMN(Château de Versailles)/Gérard Blot p 75 © Château de Versailles/Jean-Marc Manaï p 78, p 82/83 © Swatch Group Collection p 8, p13, p14, p17 © Getty images p 35, p36/37 © Museo Nacional Suizo p100, p101, p109, p114/115 © The Royal Collection 2011 Her Majesty Queen Elisabeth ii p107 © Patrick Tourneboeuf p 70/71, p 74, p76, p77, p 79, p 80 © Ullstein Bild p 96

aDaPTaCiÓN ESPaÑoLa ada Bersier-Schwarz, Denens CoNCEPTo, DiSEÑo GRÁFiCo, DiSEÑo Y REaLiZaCiÓN a+, Basilea, Suiza Gregorio Caruso, Marie-anne Räber DiRECCiÓN aRTÍSTiCa Gregorio Caruso

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impreso en diciembre 2011