El orden no escrito de las cosas ÉIder Boyd K. Packer 15 de Octubre de 1996 Introducción Hoy deseo hablarles como un maestro, y poder igualmente reflejar la influencia de un maestro a quien conocí hace más de cincuenta años. Como suele suceder, la influencia de un maestro nunca se centra en el tema enseñado. El Dr. Shaefer era un Profesor de matemáticas en la Universidad del Estado de Washington. Él no era alguien de apariencia impresionante. Aun cuando no recuerdo su nombre, nunca olvidaré la primera cosa que dijo el día que nos conocimos. Fue durante la Segunda Guerra Mundial. Nos encontrábamos en un entrenamiento para pilotos y habíamos sido enviados a la Universidad para que se nos explicara el curso meteorológico en una colisión aérea, estados del tiempo, navegación, física, aerodinámica y otros temas técnicos. Pensábamos que el tema de esta clase "Curso de Colisiones" no era muy alentador para pilotos estudiantes, Las palabras "Curso Intensivo" hubieran sido mejores. La presión era grande debido a que los que reprobaran el curso serían expulsados del programa de pilotaje. Me encontré en una situación de impotencia con los otros cadetes, muchos de los cuales habían asistido a la universidad; algunos de ellos ya tenían algún, entrenamiento avanzado, mientras que yo apenas habla terminado la preparatoria. El Dr. Schaefer tenía la asignación de enseñarnos desde matemáticas hasta el cálculo en unas cuantas semanas. Pensé que me encontraba sin salida, hasta esos primeros minutos en clase. Él empezó diciendo esto: "Alguno de ustedes ha tenido alguna educación universitaria, aún cursos avanzados de lo que ahora vamos a estudiar, mi propósito aquí será el de enseñar a principiantes, Le pediré a aquellos que ya conocen el tema, sean pacientes mientras enseño lo básico a aquellos de ustedes que no lo conocen". Animado entonces por lo que dijo y más por la manera en la que nos enseñó, fui capaz de acreditar el curso con cierta facilidad. De otra manera hubiera sido imposible. Cuando decidí ser un maestro, el ejemplo del Dr. Schaefer me inspiró a tratar de desempeñar al máximo mi habilidad de enseñar lo básico, las verdades más simples de la manera más comprensible. Aprendí entonces de lo difícil que es el simplificar las cosas.

Años después de la guerra, regresé a la Universidad del Estado de Washington y encontré; al Dr. Schaefer. Él por supuesto, no me recordaba. Yo fui uno de los cientos de cadetes en sus clases, Le agradecí por lo que me había enseñado. El cálculo y las matemáticas se habían desvanecido en mi memoria tiempo atrás, mas no su ejemplo como maestro. Así que, siguiendo ese ejemplo, hoy quiero decirles algo sobre la Iglesia. Las cosas de las cuales hablaré esta noche, no se encuentran explicadas en las escrituras, aún y cuando se apegan a los principios enseñados en las escrituras. ¿Qué es un Principio? Un principio es la verdad eterna, una ley, una regla que pueden adoptar para ayudarles a realizar elecciones. Generalmente los principios no se explican con detalle. Eso les proporciona la libertad de adaptarlos y de encontrar su camino con una verdad perdurable, un principio como un ancla. Las cosas que voy a explicarles no se encuentran explicados en manuales o folletos. Y aún si lo tuvieran, la mayoría de ustedes no tienen los manuales del Sacerdocio de Melquisedec o de la Sociedad de Socorro debido a que solo son dados a los líderes. Les hablaré acerca de lo que yo he llamado "El Orden No Escrito de las Cosas", Mi lección podría también llevar como título "Las Cosas Comunes de la Iglesia las Cuales Cada Miembro Debería Saber", Aún y cuando son cosas comunes, son sin lugar a dudas ¡Muy importantes! De alguna forma nosotros suponemos que todos los miembros ya conocen estas cosas simples o comunes. Si ustedes no las conocen, deben aprenderlas mediante la obediencia y la observación, ya que no están escritas en ningún lado y no son enseñadas en ninguna clase. Así que mientras vamos hablando de estas cosas, si ustedes son de las personas que ya conocen estas cosas, sean pacientes mientras enseño a aquellos que no las conocen. La base del Conocimiento y el Testimonio La base del conocimiento y del testimonio nunca cambia ¬el testimonio de que Dios el Padre vive, de que Jesús es el Cristo, de que el Espíritu Santo nos inspira de que la plenitud del evangelio y de que la misma Iglesia que existió en la antigüedad ha sido revelada a nosotros. Esas cosas se nos enseñan dondequiera y siempre en nuestras clases, en las escrituras, en los manuales- en cada cosa que hacemos. La doctrina fundamental de la Iglesia se encuentra igualmente en las escrituras. Además existe otra fuente de conocimiento con relación a lo que hace a la Iglesia funcionar: El aprendizaje proveniente de la experiencia y la observación, Si aprenden de estas cosas las cuales no están escritas, el orden no escrito de las cosas, tendrán mayores cualidades para llegar a ser un líder -porque ustedes serán líderes. Las posiciones más importantes de liderazgo se encuentran en el hogar- el padre, la madre, la esposa, el esposo, hermanos

mayores y hermanas. Y después en la Iglesia, las posiciones de liderazgo y las oportunidades de enseñanza estarán a su disposición como ninguna otra sobre la tierra. Mientras que de las cosas de las que hablo, las cuales no están escritas, serán fácilmente aprendidas. Solo permanezcan alertas al orden no escrito de las cosas y pongan especial interés en ellas, y encontrarán que su habilidad aumentará lo mismo que su amor por el Señor. Antes que les dé algunos ejemplos de este orden no escrito de las cosas, permítanme recordarles algo que el Señor ha dicho: "Mi casa es una casa de orden, dice el Señor Dios" (DyC 132:18; énfasis añadido). Y también dijo a su profeta: "Mirad que se hagan estas cosas con prudencia y orden; porque no se exige que un hombre corra más aprisa de lo que sus fuerzas le permiten. Y además conviene que sea diligente para que así gane el galardón; por tanto, todas las cosas deben hacerse en orden" (Mosíah 4:27; énfasis añadido). Pablo dijo a los Corintios que "todas las cosas" fueran hechas decentemente y en orden" (Véase 1 Corintios 14:40; énfasis añadido) de esto hablaremos en un momento más. Las cosas de las cuales voy a hablar no son tan rígidas de manera que si no se observan estrictamente la Iglesia se derrumbaría. Sin embargo ellas le dan una norma, un tono de dignidad y un orden y ayudan a mejorar nuestras reuniones y nuestro trabajo en las clases; ellas mejoran nuestras actividades. Si ustedes las conocen y las entienden, ellas mejoran grandemente su vida. Resolver problemas mediante la Inspiración. Nuestras reuniones deben ser conducidas de manera que los miembros sean renovados espiritualmente y permanezcan a tono con el Espíritu de tal forma que puedan enfrentar los desafíos de la vida. Debemos establecer condiciones bajo las cuales los miembros puedan resolver sus problemas mediante la inspiración. Existen ¬cosas muy sencillas las cuales ayudan a este propósito, y cosas que lo impiden. El profeta Alma enseñó que "por medio de cosas pequeñas y sencillas se realizan grandes cosas; y en muchos casos, los pequeños medios confunden a los sabios" (Alma 37:6). Como primer ejemplo de este orden no escrito de las cosas les doy un ejemplo tan simple como este: En una reunión la persona que preside debe sentarse en el estrado cerca de la persona que dirige. Es un poco difícil presidir una reunión sentado con la congregación. La persona que preside es responsable por la conducción de la reunión y tiene el derecho y la responsabilidad de recibir inspiración y la impresión para ajustar o corregir alguna cosa que deba acontecer en la reunión. Eso es algo correcto en cualquier tipo de reunión ya sea una reunión de organizaciones auxiliares la cuál sea presidida por hermanas o cualquier otro tipo de reunión.

Un Presidente de Estaca nuevo podrá preguntar "¿Debo sentarme en el estrado en cada reunión, o debo sentarme con mi familia?" Yo le contestaría. "Mientras que usted presida, deberá sentarse en el estrado". Un ejemplo más: Si ustedes observan a la Primera Presidencia, verán al Primer Consejero siempre sentado a la derecha del Presidente y al Segundo Consejero sentado a la izquierda. Esto es una demostración de que se hacen las cosas tal como Pablo lo dijo, "decentemente y en orden". Regularmente pero no siempre, si el oficial que preside es el que habla, lo hará al término de la reunión. Entonces alguna duda o corrección se podrá realizar. He tenido esa oportunidad en muchas ocasiones al final de las reuniones. Otro ejemplo es este: En la Iglesia no aspiramos a ningún llamamiento, tampoco pedimos relevos. Somos llamados a un llamamiento por inspiración. Aún si el llamamiento es realizado en una manera no usual, no se debe rehusar el llamamiento. El Quinto Articulo de Fe nos dice que, "el hombre debe ser llamado de Dios por profecía y la imposición de manos por aquellos que tienen la autoridad, a fin de que pueda predicar el evangelio y administrar sus ordenanzas". Si algunas circunstancias hacen difícil el continuar sirviendo, tienen la libertad para consultar con el líder quién les llamó. No nos llamamos a nosotros mismos ni nos relevamos a nosotros mismos. Algunas veces un líder o un maestro disfruta el hecho de ocupar una posición prominente de presidir, aún después de servir por mucho tiempo y no desean ser relevados. Eso es una señal de que es tiempo para un relevo. Debemos aceptar los llamamientos como el aceptar los relevos mediante la misma autoridad. Cuando el presidente J. Reuben Clarck fue llamado como segundo consejero en la Primera Presidencia después de haber servido por muchos años como primer consejero, él respondió en la Asamblea Solemne en donde se llevaba a cabo el sostenimiento de la nueva presidencia: "En el servicio del Señor, no es el dónde se sirve. Si no el cómo. En La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, uno toma el lugar al cuál se le llama, el cual uno no lo busca o rechaza" (CR, Abril 1951, p. 154). La Iglesia nos ha enseñado una gran lección en cuanto al orden no escrito de las cosas. Hace algunos años aprendí que nosotros no escogemos donde servir - solamente respondemos al llamado. Poco después de nuestro matrimonio, se me llamó como asistente al secretario de estaca. Mi obispo no deseaba relevarme como maestro de Doctrina del Evangelio. Él me dijo que yo tenía mucho más que dar como maestro que el trabajar en la oscura asignación como asistente del secretario de estaca. Sin embargo él sabía que bajo el

orden no escrito de las cosas, era el presidente de estaca quién presidía y que el llamamiento que se me había extendido tenia precedencia. No tengo palabras para explicarles todo lo que aprendí en ese llamamiento. Pude ver cómo trabaja una presidencia de estaca. Fui testigo de cómo la revelación funciona en el otorgamiento y relevo de llamamientos de oficiales de estaca y barrio. Al mirar a nuestro presidente dc estaca, aprendí mediante la observación y experiencia que muchas cosas no se encuentran escritas en manuales. Fue durante este llamamiento que conocí por primera vez a miembros de los Doce Apóstoles y a otros hermanos cuando ellos asistían a nuestras conferencias. Fue un tiempo de entrenamiento en el orden no escrito de las cosas. Una vez me encontraba en un avión con el Presidente Kimball, de quién supe, sirvió como secretario de estaca por 19 años. En el avión se encontraba un miembro de nuestra estaca quién me hizo este comentario, "Si yo hubiera sabido que nuestro secretario de estaca llegaría a ser presidente de la Iglesia, yo lo hubiera tratado mucho mejor”. En el tiempo cuando el Presidente Kimball servía como segundo consejero de la Presidencia de una estaca, el secretario de la estaca se cambió de domicilio. Entonces el hermano Kimball tomó la responsabilidad. Entonces el hermano Melvin J. Ballard visitó esa estaca para una conferencia y le dijo, "Usted no debería ser segundo consejero y secretario de estaca al mismo tiempo. Escoja que es lo que desea ser". El hermano Kimball no estaba acostumbrado a tener elecciones en los llamamientos. ÉI deseaba que el hermano Ballard le dijera en cual llamamiento serviría, pero el hermano Ballard le dijo, "No, escoja usted". Así es que el hermano Kimball dijo, "Yo tengo una máquina de escribir." [Pocas personas en ese tiempo poseían máquinas de escribir], y dijo, "Yo conozco el sistema, y creo que haría una mejor contribución si permaneciera como secretario." Y así fue. En aquellos días el secretario de estaca recibía un pequeño estipendio, una pequeña aportación, que le servía para comprar algunas cuantas provisiones. Una hermana quien le conocía bien le escribió un día una carta que decía, "Spencer- me sorprende de ti -que aceptes un llamamiento solo por el dinero." Y después decía, "Si tu no cambias tu actitud, dentro de dos meses, voy a apostatar de la Iglesia." ¡Realmente se encontraba ella un poco desorientada! Otro ejemplo más: En una ocasión el presidente Harold B. Lee presidía nuestra conferencia de estaca. En el espacio de una sesión y otra tuvimos una comida en casa del Presidente Zundell. Dunna y yo llegamos un poco tarde porque tuvimos que ir a nuestra casa para ver a nuestros hijos pequeños. Al llegar vimos al Élder Lee fuera de la casa, había salido por unas cosas a su coche e iba de regreso a la casa. Al verle nos sentimos motivados a estrechar su mano y hablar personalmente con él. ÉI en vez de eso nos indicó con una seña que deberíamos entrar a la casa, y entonces refiriéndose a la presidencia dc estaca quienes se encontraban reunidos en la casa dijo estas palabras, "Estos hermanos son grandes

hombres. Nunca fallen en aprender de hombres como estos." Aprendí algo del orden no escrito de las cosas por medio de Un Apóstol. Aprender al observar a líderes con experiencia Existe tanto por aprender solo al observar a líderes con experiencia de los barrios y de las estacas en las cuales ustedes viven. Existe tanto por aprender si escuchamos a los hermanos y hermanas mayores quienes han tenido una vida llena de experiencias en la escuela de lo no escrito. Otra ilustración más: Existe otro orden de cosas en lo que se refiere a pedir consejo o una bendición. Es algo que es muy simple - diríjanse a sus padres. Cuando ellos no se encuentren a nuestro alcance, si es una bendición lo que requieren, entonces diríjanse con sus maestros orientadores. Para un consejo, diríjanse con su obispo. Él entonces podrá enviarles con el líder directo que será el Presidente de Estaca. Pero sin dirigimos a las Autoridades Generales. No les escribimos a ellos en busca de consejo suponiendo que alguien en una posición prominente dará una bendición más inspirada. Si pudiéramos hacer que esto se enseñara en la Iglesia, gran poder descansaría sobre nosotros. El Presidente Joseph F. Smith enseñó que si hubiera algún enfermo en un hogar y se encontrasen presentes "apóstoles, o aún miembros de la Primera Presidencia de la Iglesia,... y el padre dc ese hogar se encuentra presente, será el derecho de él y su responsabilidad el presidir" (Doctrina del Evangelio 286). Existe una persona autorizada más arriba que el obispo, o el presidente de estaca, o una Autoridad General, o que cualquier otro en la línea de autoridad. Y es Nuestro Padre Celestial a quién podemos recurrir en oración. Si lo hacemos así, en la mayoría de los casos resolveremos nuestros propios problemas. Otro principio más: La revelación en la Iglesia es vertical. Generalmente está determinada en si misma a los limites administrativos o geográficos a los límites asignados del que es llamado. Por ejemplo, un obispo quien está tratando de resolver un problema, no podrá recibir revelación o consejo de un obispo de otro barrio o estaca para ayudar a alguien que le corresponda trabajar directamente en su oficina. Mi experiencia me ha ayudado a saber que la revelación viene de lo alto, no de los lados. Aún y cuanto más experimentado, o mayor o más espiritual alguien a un lado de uno parezca ser, será necesario dirigirse hacia arriba por los canales apropiados. Ser un buen seguidor Un principio más: Un atributo primordial de un buen líder es, el ser un buen seguidor. En una reunión que tuve con obispos, un nuevo y afligido obispo me preguntó una vez, "¿Cómo puedo hacer que la gente me siga? He llamado a nueve hermanas para ser

presidentas de la Primaria y ninguna ha aceptado." Teníamos un buen espíritu en la reunión lo cual hacia esto una ocasión especial para enseñar. Le pregunté que yo realmente dudaba que él había "llamado'_ a cualquiera de las nueve hermanas. Le dije que yo pensaba que él solo les había preguntado o invitado. Le dije que si él hubiera orado fervientemente o pedido consejo a sus consejeros tanto como a la que presidía la Primaria, la primer hermana hubiera descubierto en la entrevista alguna razón aconsejable para que esta hermana no fungiera en el cargo y se le disculpara por no poder hacerlo. Y quizá ese sería el caso para no más de una o dos hermanas. Si ya tantas hermanas habían rechazado el llamamiento, algo estaba fuera del orden. Del orden no escrito. Por motivo de que existía un buen espíritu en aquella reunión, le dije a él lo siguiente, "Obispo me doy cuenta de algo más en usted. ¿Usted no es un buen seguidor, cierto? ¿Acaso no es usted la persona que siempre cuestiona las cosas que el presidente de estaca pide a los obispos?" Los otros obispos en la reunión empezaron a reírse entre sí, y a mover sus cabezas afirmativamente - por supuesto así era este obispo. Él entonces se rió y dijo que él suponía que eso era lo correcto. Y le dije entonces "Tal vez la razón por la que sus miembros no siguen a su líder es porque usted no sigue al suyo. Un atributo esencial de un líder en la Iglesia es que es fiel y leal seguidor. Esto es el orden de las cosas - el orden no escrito de las cosas". Cuando yo era un joven, el Élder Spencer W. Kimball vino a nuestra conferencia y nos contó esta experiencia. Cuando él era Presidente de Estaca en Safford, Arizona, había una vacante en la oficina dcl superintendente de los hombres Jóvenes en la estaca, como se le llamaba en ese tiempo. Entonces salió él un día de su oficina, caminó unos cuantos pasos por la acera y tuvo una conversación con el dueño de un negocio. Él le preguntó, “Jack ¿Te gustaría ser superintendente de la Organización de los hombres Jóvenes de la Estaca?". Jack entonces contestó: Oh Spencer, no hablarás en serio. Y Spencer le dijo, "Claro que sí. Tú tienes buena relación con los jóvenes". El hermano Kimball trató de convencerlo pero el hombre se negó. Más tarde ese mismo día, después de recapacitar en su fracaso y recordando lo que Jacob ha dicho en el Libro de Mormón - "Y habiendo primeramente obtenido mi mandato del Señor" (Jacob 1: 17) - regresó con Jack, y esta vez llamándolo "hermano" y por su apellido le dijo, "Tenemos una vacante en la organización de estaca. Mis consejeros y yo lo hemos decidido; hemos orado al respecto por algún tiempo. El domingo pasado nos arrodillamos en oración y pedimos al Señor inspiración sobre quién debía ser llamado a esa posición. Recibimos la inspiración de que usted debería ser llamado. Como un siervo del Señor, he venido para traerle este llamamiento". Jack respondió, "Bueno, Spencer, si lo dices de esa manera, entonces..."

Y le dije "Pues sí, lo digo de esa manera". Ustedes ya saben cuál fue el resultado. Es de gran ayuda el seguir el orden de las cosas, aún el orden no escrito de las cosas. Paciencia en la manera en que se realizan las cosas en la Iglesia Tengo en mi escritorio una carta de un hermano que está muy molesto debido a que no se le hizo su llamamiento adecuadamente. Él aceptó el llamamiento y está dispuesto a servir, pero él dijo a su obispo que no se le consultó a su esposa primero y que por lo tanto no se manejó el asunto adecuadamente. Cuando le di respuesta a su carta, le dije que trataría de enseñarle algo del orden no escrito de las cosas en lo que concierne al ser un poco paciente en la manera en la que se realizan las cosas en la Iglesia. En la sección 1 de Doctrina Convenios, el Señor amonestó a cada hombre a que "hable en el nombre de Dios el Señor, el Salvador del mundo". (DyC 1:20). Le hice saber que algún día él llegaría a ser obispo, y que tendría una gran carga de responsabilidades del barrio aparte de la carga de asuntos personales, y le sugerí que valorara el llamamiento que se le había dado. Otro Punto más del orden: Los Obispos no deben dejar que los miembros dirijan las reuniones. No se debe permitir que las familias hagan arreglos de los discursantes en los funerales o despedidas dc misioneros. No es apropiado en el orden de las cosas que los miembros o las familias decidan quién hablará o por cuánto tiempo. Las sugerencias si son aceptables en el orden por supuesto, sin embargo los obispos no deben dejar la reunión a cargo de los familiares. Estamos preocupados por la corriente que se ha venido dando en nuestras reuniones. Los servicios funerales podrían y debería ser lo más espiritual posible. Este tipo de reuniones ha llegado a ser reuniones informales de familia frente a los miembros del barrio. A menudo el espíritu del Señor se aleja por las experiencias humorísticas o chistes. Cuando al contrario estas reuniones pueden dedicarse; a la enseñanza de las cosas del espíritu, aún conceptos sagrados. Cuando en una capilla, varios miembros de una familia hablan en un funeral, escuchamos más acerca del difunto que de la expiación misma, o la resurrección y las reconfortantes promesas reveladas en las escrituras. Es correcto que un miembro de la familia hable en un funeral, pero si es así sus comentarios deberán estar a tono con el espíritu de la reunión. He dicho a mi familia que el día que se lleve a cabo mi funeral, si alguno de ellos habla acerca de mí, me levantaré y le corregiré. El evangelio que debe ser predicado. No conozco ninguna otra reunión en la cual la congregación se encuentre en mejor estado o disposición para recibir revelación o inspiración de un predicador que la que se encuentra en un funeral. Este privilegio lo estamos haciendo a un lado debido a que no comprendemos el orden de

las cosas - el orden no escrito de las cosas - el cual se relaciona con la administración de la Iglesia y recepción dcl Espíritu. Nuestros obispos no deben olvidar nuestras reuniones. Y es tan cierto como en las despedidas de misioneros. Nos preocupa el tipo de reuniones que han llegado a ser para nuestros miembros. Se está perdiendo la profundidad de entrenamiento y enseñanza espiritual que de estas reuniones se puede obtener. Hemos fallado en recordar que esta es una reunión sacramental y que el obispo es quien la preside. Existen muchas cosas tales como el atuendo para el domingo. Vemos cada día más ropa informal, incluso desalineada en nuestras reuniones, aun reuniones sacramentales, que provocan una conducta informal y descuidada. Me molesta ver en los programas impresos de la reunión sacramental que Liz, Memo y Dave participarán. ¿No debiera ser Elizabeth, Guillermo y David? Me molesta aún que se pida sostener para el sumo consejo a Pepe, Paco o a Pancho. Yo les preguntaría ¿No tenemos los nombres completos en los registros de la Iglesia? Existe una formalidad y una dignidad, las cuáles estamos perdiendo ¬a un gran costo. Existe algo que el Apóstol Pablo llama en el proceder de las cosas "decente y en orden". Pues bien, existen tantas cosas del orden no escrito de las cosas de la cuáles quisiera yo hablar, pero sin embargo estas son cosas que deben ser aprendidas por ustedes mismos. Si solo pudiéramos ponerles en las circunstancias en donde pudieran empezar a observar y a obtener el conocimiento, entonces sabrían cómo funciona la Iglesia y porqué lo hace de esa manera. Entonces se darán cuenta que lo hace de acuerdo a los principios que se encuentran especificados en las escrituras. Si solamente pudieran "atesorar en sus mentes continuamente las palabras de vida", el Señor les bendecirá y les dará "en la hora precisa" lo que deben decir y hacer (D YC 34:85). Aprendan este gran modelo - de las enseñanzas que se obtienen con tan solo observar y participar. Poco después de que España fue abierta para la predicación del evangelio, me encontraba en Barcelona. Dos de los primeros misioneros enviados a España fueron enviados a Barcelona para abrir una área en la ciudad. Ellos solicitaron al Presidente Smith Griffin cuarenta sillas. En ese tiempo se encontraba en Paris y no sabía para qué los misioneros necesitaban cuarenta sillas, si aún no tenían miembros. ÉI pensó por un momento en el gasto, y pensó que debía apoyar a los misioneros. Así que aprobó la compra de las sillas. Cuando él llegó al salón de reuniones, en el piso superior de un edificio de oficinas, las cuarenta sillas se encontraban ocupadas. Había inclusive personas de pié. Los élderes habían asignado a un hombre, el primer converso, un hombre de mediana edad que trabajaba en un mercado de pescado para que dirigiera la reunión. Observábamos cómo le enseñaban lo que debía él hacer, algunas veces levantándose y susurrándole.

El hermano Byish nerviosamente continuó dirigiendo la reunión con la ayuda de ellos. Y entonces casi al finalizar la reunión, el Espíritu del Señor descendió sobre él y empezó a predicar con gran poder y por buen tiempo. Fue un testimonio inspirado y un momento inolvidable. Los dos jóvenes Élderes, ambos conversos de Sudamérica, habían aprendido algo del orden no escrito de las cosas. Ellos se encontraban colocando a la Iglesia en un lugar de orden adecuado en Barcelona. Ahora existen cuatro estacas en esa ciudad. Y así continúa el Señor usando a Santos comunes para llevar a efecto su obra. ¿No es extraño que príncipes y reyes y payasos que dan piruetas en arenas de aserrín, y personas comunes como tú y yo sean constructores de la eternidad? A cada quién se le da una bolsa con herramientas, una masa sin forma y un libro de reglas, y cada quién debe construir Antes que la vida acabe una piedra de tropiezo o un peldaño para escalar (R.L Sharpe "Stumbling-Block o Stepping Stone"). La Iglesia continuará adelante, y se moverá a medida que los simples: aprendan mediante la observación, la enseñanza y la experiencia. La mayoría de nosotros llegamos a obtener conocimiento por motivo del espíritu. Algún día, ustedes que ahora son jóvenes, guiarán la Iglesia. Si en el tiempo adecuado aprenden y estudian el orden no escrito de las cosas, el poder del Señor descansará sobre ustedes al fin y podrán llegar a ser siervos útiles. Les doy mi testimonio de que ésta es su Iglesia. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y que tal como el Señor lo ha dicho que "todo hombre hable en el nombre de Dios el Señor, el Salvador del Mundo" (DyC 1:20). Invoco estas bendiciones sobre ustedes y doy testimonio a ustedes en el nombre de Jesucristo, amén.