El Laureliano Coloquio de Pastorela

El Laureliano Coloquio de Pastorela 1 2 El Laureliano Coloquio de Pastorela Juan Carlos Reyes G. recopilador GOBIERNO DEL ESTADO DE COLIMA SEC...
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El Laureliano Coloquio de Pastorela

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El Laureliano Coloquio de Pastorela

Juan Carlos Reyes G. recopilador

GOBIERNO DEL ESTADO DE COLIMA SECRETARÍA DE CULTURA UNIDAD DE CULTURAS POPULARES CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES

3 CONSEJO NACIONAL PARA LA CULTURA Y LA ARTES

Mario Anguiano Moreno Gobernador Constitucional del Estado de Colima Jesús Orozco Alfaro Secretario General de Gobierno Rubén Pérez Anguiano Secretario de Cultura Consuelo Sáizar Presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes Miriam Morales Sanhueza Directora General de Culturas Populares

D. R. © 2011 Gobierno del Estado de Colima / Secretaría de Cultura Calzada Galván Norte, esquina Ejército Nacional s/n Tel. (312) 31 3 06 08 / C.P. 28000 / Colima, Col. D. R. © 2011 Consejo Nacional para la Cultura y las Artes Dirección General de Culturas Populares Av. Paseo de la reforma 175, piso 12 Col. Cuauhtémoc / C.P. 06500 / México, Distrito Federal Impreso en México / Printed in Mexico Colima, Colima, México

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El coloquio, en tanto forma de teatro religioso, es una de las manifestaciones de cultura popular más antiguas y arraigadas no sólo en Colima sino en varios estados del país. Sus orígenes se remontan al teatro religioso de la Europa medieval; fue traído a América por los franciscanos quienes encontraron en éste el medio más adecuado para la evangelización, pues no sólo facilitaba la transmisión de la enseñanza religiosa, sino que permitía la inclusión de manifestaciones comunes de la cultura indígena: danzas, cantos, elementos simbólicos y rituales y la propia tradición teatral de los naturales, cuya capacidad para involucrarse en cada una de las esferas del proceso de escenificación, quedó desde el principio manifiesta. Tan es así que a los pocos años de haber sido consumada la conquista los coloquios eran representados en lengua náhuatl y en la escenificación participaban cientos de indígenas, dando lugar a lo que se llamó teatro de masas.

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Los primeros coloquios en México fueron escritos por franciscanos, entre quienes destaca Fray Andrés de Olmos. Pronto los mismos indígenas, Juan Bautista, Lorenzo y Agustín de la Fuente, entre otros, comenzaron a escribir coloquios bajo la tutela de los frailes y las representaciones de estas piezas se extendieron a diversos puntos del país. Paralelamente al texto religioso, como parte de la representación, se ejecutaban danzas, cantos y música, lo que constituía un gran atractivo para los indígenas, quienes, precisamente por la inclusión de estos elementos prehispánicos, los adoptaron como propios llegando a un sincretismo que no tardó en ser considerado peligroso. En 1546 Don Juan de Zumárraga prohibió la danza y la música en atrios, templos y capillas abiertas. A ésta seguirían otras restricciones que, sin embargo, no lograron desarraigar el gusto de los indígenas por dichas representaciones pues lejos de desaparecer, se fueron extendiendo a lo largo y ancho del país. El teatro religioso había pasado a formar parte de la cultura popular. Se convirtió en una manifestación que ha perdurado desde entonces, a través principalmente de la oralidad y de las transcripciones que manualmente han elaborado durante más de cuatro siglos ignorados amantes de la costumbre y la tradición. 6

Los coloquios se orientaban a diferentes temas, todos relacionados con la propagación de la fe católica, sin embargo, los que han prevalecido con mayor presencia hasta la actualidad son los de danza de conquista y los de pastorela.

Coloquios de pastorela Narran el recorrido o viaje de los pastores que avisados por un ángel se enteran del nacimiento del Niño Dios y van en su busca. Durante el trayecto son distraídos por diablos que con engaños, trampas o falsas promesas tratan de disuadirlos de llegar a su objetivo mientras los ángeles los conminan a seguir. La historia termina con el arribo de los pastores al portal y el ofrecimiento de regalos al Dios Niño. Alrededor de este esquema se entrelazan una serie de historias paralelas que se van resolviendo a la par del viaje y que constituyen la singularidad de cada coloquio. Hay varios personajes arquetípicos que aparecen en la mayoría de los textos con nombres diversos: el gracioso, el flojo, el sabio, el ermitaño, los pastores; otros simbólicos como la astucia, la avaricia o el engaño, representados por los diablos; y la bondad y la fe, por ángeles. El leit motiv de los coloquios de pastorela es el triunfo del bien sobre el mal, confrontación que propicia la forma idónea para la propagación de la fe. La anécdota principal y las paralelas 7

constituyen el elemento que contextualiza las acciones, que por lo general reflejan aspectos de la vida cotidiana del momento. Es probable que los coloquios en Colima se hayan comenzado a representar con la llegada de los franciscanos hacia 1554, en todo caso, es una tradición que abarca centurias y que, no obstante las variantes y modificaciones que necesariamente ha experimentado, gran parte de los elementos originales permanece, ya que guarda notables similitudes con las representaciones de este género que se realizan en otras regiones del país. Quizá lo más característico y atractivo de las pastorelas tradicionales sean los vestuarios que portan los 25 o 30 integrantes de la cuadrilla. Por lo general los diablos visten de rojo o de negro y ocultan el rostro tras una máscara. Hay siempre un diablo mayor, Luzbel, y otros menores: Asmodeo, Rabia, Noche, Astucia, etc. El ermitaño y el viejo también suelen llevar máscaras y vestimenta estrafalaria mientras que los arcángeles Gabriel y Miguel y los ángeles, visten túnica blanca, alas y una corona o diadema de metal. El atuendo más lucido lo llevan los pastores con vistosas varas adornadas con figuras de hoja de lata y listones de colores rosa y azul y los sombreros decorados con flores de los mismos tonos.

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Hay que destacar que las máscaras, varas, diademas y coronas que se usan en las pastorelas constituyen a su vez dos de las artesanías identitarias de Colima: la hojalatería y la elaboración de máscaras. Las pastorelas se escenifican en muchas comunidades del estado desde mediados de diciembre y hasta la fiesta de la Candelaria, en jardines, atrios y casas particulares. Destacan las cuadrillas de Quesería, San Joaquín, Zacualpan e Ixtlahuacán por su apego a las formas tradicionales y lo lucido de su vestuario. Los coloquios que comúnmente se representan son: El hijo pródigo, El Ranchero, El Carbonero, Los siete vicios, Gumaro, El Aureliano, entre otros. Especialmente importante para la conservación de las pastorelas es la fiesta del Señor de la Expiración que se celebra en Lo de Villa el primer martes después del seis de enero, pues a ésta acuden cuadrillas de pastores de todo el estado para participar en el recibimiento.

Coloquios de conquista En cuanto a las danzas de conquista, éstas tienen su antecedente en las danzas de moros y cristianos, lucha entre fieles (españoles) e infieles (moros) que los coloquios trasladan a la conquista de México en donde los indígenas toman el lugar de los moros, no para ser 9

expulsados sino “salvados”. La finalidad era más que catequizar, justificar la conquista a través de la aceptación, por parte de los indígenas, de la nueva religión. Así, la danza expresa los hechos que va narrando el coloquio, desde que los indígenas son avisados de la llegada de los españoles, sus guerras y “negociaciones”, hasta el triunfo final de los conquistadores, la sumisión de los naturales y la aceptación de la fe católica. Los personajes que aparecen en los coloquios de danza son, por una parte, los conquistadores: Cortés, Alvarado y Cristóbal de Olid, generalmente, y por otra, los indígenas, entre los que se encuentran invariablemente La Malinche, el Rey Tlaxcala, Moctezuma y Cuauhtémoc. Es interesante notar que en el caso de Colima aparece en varios textos Gonzalo de Sandoval como personaje principal, lo que demuestra la adaptación que se hizo de dichos coloquios a la historia local. La tradición de las danzas de conquista sigue vigente en la mayor parte del estado, sin embargo la inclusión del coloquio es cada vez más escasa. Las cuadrillas se concretan a conservar la música, la coreografía y el vestuario: los españoles portan cascos de metal y visten pantalón a la rodilla, camisa, capa y medias de color azul; los indígenas, nagüilla, 10

camisa, medias y capa de color rojo y en la cabeza, una diadema de metal adornada con plumas. Los diálogos, en la mayoría de los casos, se han omitido, y cuando esto sucede la danza recibe el nombre de “media conquista”. Las danzas de conquista son parte fundamental en las fiestas patronales de cada comunidad, por lo que se presentan, según el santo patrono, durante todo el año. En el novenario de la Virgen de Guadalupe es cuando participan prácticamente todas las cuadrillas del estado en sus propias localidades y un gran número acuden a la catedral de Colima. *** ¿Qué historia de herencia cultural, de oralidad y recuerdos hubo de pasar cada uno de los coloquios que aún se conservan? ¿Cuántas voces, plumas y cuadernos recorrieron los textos que actualmente poseen los pocos ensayadores de pastorelas y de danzas que en el Colima de hoy reúnen sus cuadrillas para preparar la representación? Imposible saberlo con certeza, pero cabe intuirlo, imaginarlo y no nos queda más que el asombro ante la permanencia de esta legendaria tradición, heredada y transmitida de generación en generación durante más de cuatrocientos años.

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No obstante, es palpable la disminución que experimenta esta valiosa expresión de la cultura popular, sobre todo el los últimos años. Una de las principales amenazas que enfrenta es la escasez de “libros”, “manuscritos” o “relatos”, como se denomina en el habla popular al texto escrito del coloquio, lo que dificulta que quienes se interesan en retomar el montaje de los mismos, puedan hacerlo. De ahí el interés de la Secretaría de Cultura en publicar la presente serie de coloquios de danza y de pastorela, con el objetivo de preservar los textos que conservan los ensayadores y hacerlos accesibles al público en general, a estudiosos e investigadores y, sobre todo, a las comunidades en las que está latente aún esta expresión de nuestra cultura. Los coloquios de la serie fueron recuperados y transcritos por Juan Carlos Reyes Garza entre 1981 y 1995, quien en la introducción de cada texto especifica la fuente de información y los criterios de transcripción. Marina Saravia Coordinadora de la Unidad de Culturas Populares

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El El Laureliano , El Laoreliano o El Aureliano, son los distintos nombres con que se conoce este coloquio, obra anónima de gran tradición entre las cuadrilla de pastorela de Colima. La versión que aquí se presenta está tomada de una copia manuscrita que en 1982 me proporcionó don Herminio Candelario Dolores, destacado artesano mascarero y director de cuadrillas de danza de la población de Suchitlán, Mpio. de Comala, Col. La copia, tomada de una versión anterior cuyo paradero ignoro, fue realizada por su padre, don Basilio Candelario Cruz, quien en vida también fuera un reconocido artesano, músico y director de cuadrillas. Lamentablemente al documento le faltaba al menos una hoja completa, la última, por lo cual el coloquio se trunca en la adoración de los pastores y con seguridad la parte faltante corresponde a la tradicional despedida. Existe una edición anterior de este coloquio (México, Universidad de Colima, 1985), basada en el mismo manuscrito; hoy totalmente agotada. En aquella primera edición publiqué el texto respetando íntegramente la ortografía, puntuación y sintaxis del original, así como la

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forma y extensión de sus versos. Esa manera de transcribir el documento, si bien puede resultar de valor para los estudiosos, resultó difícil de entender para los neófitos y ser fuente de confusiones mil entre quienes lo usaron -y siguen usando- para su montaje. Por ello, considerando que la Colección Coloquios tiene por propósito coadyuvar en la conservación del teatro popular tradicional, sirviendo como herramienta a sus promotores y actores, en esta oportunidad el texto se corrigió en su ortografía, puntuación y sintaxis, y se editó, con la eliminación, adición y sustitución de palabras necesarias para dar coherencia a la narración, unificación de personajes cuyas participaciones aparecían bajo más de un nombre (Cfr. 1985. p.e.: Ermitaño y Monje, Pánfilo y Fampilio), etc.; siempre respetando el sentido y, hasta donde supe hacerlo, el estilo del original. Asimismo, se conservaron los modismos regionales (p.e.: godorniz por codorniz, vigüelita por vihuelita, jullir por huir, taurero por taur, dejastes, fuistes, etc.); y en el caso de los diálogos de “los indios” la falta de concordancia en género (p.e.: el herencia) y número (p.e.: un paquetes). Un detalle a destacar es la utilización de palabras de origen náhuatl (p.e.: Tlansellate, quinamillao, motigualantic, sonteca -cabeza-, piquialo, piltonte -niño-, milaguac o miyauatl,

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mazorca o espiga de maíz), idioma que fue de uso común entre los nativos de Suchitlán hasta principios del siglo XX; quedando en la actualidad apenas unos cuantos nahuatlatos. En estas palabras se respetó la ortografía, y en el texto aparecen en cursivas. Juan Carlos Reyes G. Director de Investigaciones Históricas Secretaría de Cultura de Colima

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El Laureliano astorela Coloquio de P Pastorela Personajes: Ángel Miguel (arcángel) Ermitaño (monje) Luzbel Asmodeo Pecado Pastores: Bartolo Dandolio Delio Deridio Fabio Galasio (mayoral) Jila Locadio Lucina Medoño Pánfilo Silaprime Simplicio Indios: Laureliano Montalvio Tranquelio

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Letra Coro ¡Viva la aurora María! concebida sin pecado, Luzbel y su furia impía, hoy se ha de ver humillado. Luzbel ¿Qué será lo que me asombra? que no alcanzo a comprender, mas quién será esa mujer, que en ese canto se nombra. Quiero escucharlo otra vez. Coro ¡Viva la aurora María! concebida sin pecado, Luzbel y su furia impía, hoy se ha de ver humillado. Luzbel Cierto es que yo pretendí, sentarme en el trono augusto, pero no tuve ese gusto, porque jamas a él subí. Dios, según, es enojado, por pretensión tan audaz, del Cielo me hizo arrojar,

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y a gemir me ha destinado. Mas venid luciente Asmodeo, ese capitán tercero, venid tú y el Pecado, que con ansias los espero. Asmodeo y Pecado ¿Qué se ofrece gran señor? Aquí estamos a tu mandado. Luzbel Pues miren ya los anuncios, en ese cielo estrellado, que ha de bajar a este suelo, el verbo de Dios humanado. Si tú bien sabes como habité, allá en la celeste altura, y así por mi desventura, a los abismos bajé. En lo alto yo me nombré, esclarecida luz bella, perdí la silla y el dosel, donde yo fui secretario, ahora todo el cielo es mi contrario, y con más fuerza Miguel, quiero templar mi dolor, si ya perdí lo mejor, no hay que referir el caso. Asmodeo No te acobardes ni te confundas, que es todavía imaginaria. 20

Luzbel ¿Cómo no? Si diviso que están, como en punto céntrico, en expectación los siglos, esperando sean cumplidas, las palabras del Señor. Pecado Esas noticias que dan, del nuevo día refulgente, son parábolas pendientes, que tiene el hombre en su afán, Todos claman que serán, convertidos algún día, pero no con hidalguía, como lo piensa tu mente, en quien se anima la astucia, y por lo mismo jamás, será tal lid inminente, cuando tú la provocaras, poniendo tu espada al frente, todo esfuerzo quedaría perdido, sin caso que aliente, y reuniéndonos al caudillo, tus ordenes serán cumplidas, siguiéndolas con afán. Asmodeo De mi parte son las fuerzas, que obedientes se verán, combatiendo a esos ilusos, que te asombrarán claudicado. 21

Contra mí vengan, con incierta tenacidad, que ya volando conocerán, la extensa revolución que yo hago. En mí se encierra el encono, la rabia y el dardo del veneno, para destruir hasta el seno, los errores reprobados, y en términos de la vida, mi aliento siga reinando, contando de mil influencias. Luzbel Es verdad, no tiene duda, que allá en la oscura región, tengo vasallos que alientan, mi orgullo y fuerte valor. Salga esa turba de honor, rugiente, silbante y feroz, y negando esos nuevos dioses, mitiguen mi dolor. Galasio Ya que la noche ha tendido, su manto negro horroroso, el velar nos es forzoso, no sea el ganado perdido. Ya todos se han persuadido, en lo que se ha de ocupar, unos deben de arrimar, agua y leña al momento,

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mientras Jila a su contento, nos dispone qué cenar. Fabio Sí hermano, con mucho empeño, lo haremos con gran cuidado, para cuidar el ganado, es fuerza olvidar al sueño. Jila Velad Fabio como dueño, mientras que nuestros hermanos, todos juntos recobramos, la falta de tanto sueño. Simplicio Yo también con mucho empeño, mi campo voy a tender, porque ya no puedo ver, de tan cansado y de sueño. Galasio Descansen fieles hermanos, entrad todos en reposo. Laureliano Tata padre, ahora es tiempo, te lo quiero preguntar, ¿el herencia que me toca, cuándo me lo vas a dar?

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Montalvio ¡Anda perro majadero! tu herencia te lo he de dar, cuando te cases mero. Laureliano A mí no me haces talega, yo ahorita quiero mi parte, porque me voy a apartar, ya lo tengo noviecita, arreglado pa’ casar. Mi herencia me lo has de dar, porque mucho lo has gastado, lo has bebido y lo has jugado, y te ocupas en pasear. Montalvio ¡Anda pícaro malcriado! de palos te he de arrimar. Si lo he bebido o jugado, de eso no te has de apurar. Y si lo sigues porfiando, buen de palos te he de arrimar. Laureliano Pues si no me das mi herencia, me voy muy lejos a andar, ya yo pierdo la paciencia, ya no lo puedo aguantar. Dios me lo ha de acompañar, por donde ande en mi camino.

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Adiós padre, ya me voy, porque mucho sentimiento, en mi pecho siento yo. Montalvio Ya Laureliano se fue, de mi lado se ausentó, dime hermano ¿qué haré yo? ¿a dónde lo buscaré? Tal vez ya lejos se fue, acompáñame a buscarlo, quien quita lo encontraré, entretanto lloraré, mis penas y sentimientos. Tranquelio Deja hermano tus tormentos, deja tu suspiro y llanto, anda deja que se vaya, ¡ay volverá ese canalla! El pago Dios santo, por su culpa le dará, échalo todo en olvido, que muy pronto volverá. Montalvio ¡Oh! triste resignación, como podré yo olvidar, tantas penas y dolor. ¡Oh, suerte amarga! ¡Oh, cruel traición!

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Amargo llanto de mi dolor, entonad hermano mío, entonad una canción, dedicada especialmente, a mi triste situación. Tranquelio Sí hermano, sin dilación, la entonemos sin tardanza, te la voy a acompañar, quizás te sea de distracción. Montalvio y Tranquelio cantan Me dejaste en triste llanto, partiéndome de dolor, Laureliano, hijo traidor, siendo que tu eras mi encanto. ¡Ay qué pena y qué dolor! causa el hijo que es infiel, da copas de amarga hiel, y penas al corazón. Hoy mis ojos han vertido, de lágrimas un torrente, por un hijo que anda ausente, de mi compañía jullido. Montalvio Hijo ingrato te jullistes, me dejastes en triste llanto, pues no eras todo mi encanto, dime pues por qué te fuistes, conmigo qué te faltaba. 26

Laureliano En mi memoria acordado, todo lo llevo presente, mas mi pecho no siente, de qué me voy apurando. ¡Oh, malhaya! lo tuviera, un buen trago de licor y con él criara valor, y no temiera jamás, ni jamás lo pensaría, de volverme para atrás. ¡A más van los ánimos! a más que soy libre y soberano, haz ánimo y buen valor, que eres libre Laureliano. Ora sí, ya lo tengo gusto, ya lo estoy en libertad, yo beberé y jugaré, entre glorias y placeres, yo mi vida pasaré, y entre tanto cantaré, una canción muy alegre, que yo mismo improvisé. Laureliano canta Hoy de gusto y de contento, entonaré mil cantares, dando alivio a mis pesares, y a todo sentimiento. ¡Uy, uy, uy! Me encuentro libre, no tengo a quién respetar,

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yo beberé y jugaré, y siempre libre viviré. El que se halla en libertad, disfrutando de caricias, goza de todas delicias, y es feliz en realidad. Laureliano relata Adiós mi patria querida, Cerrito del Tlansellate, adiós Rancho del Nogal, tierra donde yo me crié. Adiós mi padre Montalvio, y también mi tío Tranquelio, ya Laureliano se fue. Ermitaño canta De mi triste habitación, donde mi vida he pasado, salí porque la atención, varias cosas me han llamado. Ermitaño relata Cielo que mostráis, tu luz fulgurante, para desterrar al instante, de la noche a su capuz, dando al mundo clara luz, con ese astro refulgente, que camina tan veloz, del oriente hacia el poniente, y a todos da muestra evidente, 28

que hay un supremo hacedor, el sumo omnipotente, a quien todito viviente, rinde homenaje y honor, ¡Oh, Rey de Cielo y Tierra! dulce imán de todo amor, ya da términos Señor, a las penas que me amagan, ya manda que a tu presencia, el alma de tu siervo vaya, no quiero más existencia, en esta vida mortal, la quiero en la celestial, alabando y ensalzando, a tu santa protección, con toda resignación. Con humildad y paciencia, me entregaré a la oración, implorando tu clemencia, y tu santa protección, piedad y socorro. Señor, pequé Señor, y herí ese sacro corazón, perdón te pido Señor, de mis yerros cometidos. Laureliano Lejos de mi tierra estoy, de mis parientes y amigos, sólo las aves son testigos, del lugar donde yo voy. Libre, muy libre lo soy, 29

viendo tantas hermosuras ¿Pero qué miran mis ojos? qué ¿es verdad o son figuras? ¡Ay de mí! Creo que es un muerto Qué ¿le llego o no le llego? Yo le llego, a ver si es cierto, ¡Apa, tejón solitario! responde pronto ¿quién eres? ¿o acaso lo eres contrario? Ermitaño Soy Ausencia, el solitario, que habito en este desierto. Laureliano ¡Ay de ti! Creo que eres muerto, como estas descolorido, pálido, seco, entumido, pobre de ti vejecito. Pero decidme ¿para dónde vas, por este monte solito? Ermitaño A Belén voy caminando, lugar santo y venturoso, donde nació el poderoso, ¡oh! sumo y deseado bien. Pero decidme tú a quien buscas, por este desierto, ¿o acaso andas perdido? 30

Laureliano No señor, ando jullido, la verdad te lo diré, que a mi padre lo largué, y me vine de aburrido, porque de recio y tupido, me arrima con el chirrión, me dice: Gran picarón, de palos te he de arrimar, y el cuero te he de bordar, a cuerazos que yo te dé. Desde que huérfano fui, muchos trabajos pasé, y por eso me jullí, porque ya no le aguanté. Es muy flatoso e impaciente, y cuando anda borracho, es buen porfiado, imprudente, que si le hablo entre la gente, de a viajes me manda el cuero, y por eso ya no quiero, vivir más en su gestión. Ermitaño Hijo de mí corazón, mucho siento y compadezco, tu amarga situación, pero hijo es mal primor, que a tu padre abandonéis, vuelve a él con brevedad, que él muy gustoso y contento, tus faltas perdonará. 31

Laureliano Si señor, es muy verdad, pero yo volver con él, se me hace imposible, ya muchos trabajos pasé. Y a más de esto me corrió, sin haber un para qué, ¿y así lo quieres usté, que yo me lo vuelva otra vez? Ermitaño Qué acción tan infame es, la de un hijo que ufano, abandona muy tirano, a su padre de una vez. Debías de adorar sus pies, y sufrirle con paciencia, los trabajos que pasares, porque es para ti un tesoro, de un valor inestimable, pues sabrás hijo querido, un consejo saludable, que causa gran desconsuelo, quien causa a sus padres duelo, y es maldito por el Cielo. Así lo dijo el Señor, que un hijo desobediente, será miserablemente, en el infierno acechado, para siempre condenado, y el hijo que ausente,

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de sus padres anduviera, mientras que a él no volviera, será miserablemente, de maldiciones vestido. Vuelve pues hijo querido, a tu padre sin temor. Laureliano ¡Oh! quien pudiera señor, hacer lo que tu me dices, pero no tengo valor, siento perder el aliento. Mejor me voy al momento, para el Cerro Colorado, donde están unos pastores, y el mayoral Galasio, a acomodarme de criado. Yo agradezco demasiado, los consejos que me das, y así quédate en paz, yo me voy a caminar. Adiós buen viejecito, hasta otra vez te veré, yo mi vida pasaré, de huérfano peregrino. Yo no dejo mi camino, ni me vuelvo para atrás, antes con animo más, mi transito seguiré, hasta hallar al mayoral, a quien qué hacer pediré,

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y con él me quedaré, de cuidanchi de borregas. Ya la majada diviso, bendito Dios que llegué, al paraje pastorero. Buenas noches caballeros, quinamillao pastorcitos. Pastores La paz de Dios sea contigo, y sus sacros auxilios. Galasio ¿A quién buscáis jovencito, o quién te condujo aquí? Laureliano Sólo he venido aquí, en busca de tu mercé, mis negocios te diré, sin ninguna dilación. Sólo sé que en la ocasión, tu lo buscas un basiero, y ese es mi oficio mero mero, y por eso lo he venido, a buscarlo a tu mercé, que yo me ofreceré, por vuestro criado legal. Galasio ¿En qué sabes trabajar?

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Laureliano En todo quehacer del campo, mándame y te serviré, no tengas que desconfiar. Galasio Pues desde hoy quehacer tendrás, fío en ti y en tu trabajo legal. Laureliano Con toda seguridad, puedes mandar a tu criado. Simplicio Ora sí que yo he quedado, muy curioso y muy lucido, ¿de dónde diablos ha venido, este talón reventado? Indio jiotoso y rallado, ¿de dónde diablos venistes, que llegastes apurado, haciéndote mosca muerta, y ofreciéndote de criado? Habla, con mil calabazas, y declárame tus mañas. Laureliano Yo soy de la Gran Bretaña, mero guapo copetón, de una rama del Borbón, directamente desciendo. Yo me llamo Laureliano, 35

de mi padre el consentido, que me lo chiquea a mi gusto, como al tórtolo en su nido. Y también lo soy presumido, para el guangazo o pedrada, que cuando voy a las paseadas, canto recio, bailo y grito, y les doy mis buenas peleadas. Nadie quiere retobar, cuando yo de gritos doy, porque de recio les doy, por el lomo y el quijadas, de a viajes les mando el cuero, por el nalgas y espinazo. También lo tengo otra cosa, que lo entiendo brujerías, lo sé volver nagual, tejón, zorra, zopilote, y también lo sé cantar, y volar de tecolote, muchas cositas lo sé, que es mi oficio mero mero. Simplicio Ora sí que quede muy fresco, con este indio trapacero, se me hace que te pateo, demontre de indio embustero. Chula plaga ha caído aquí, de hechiceros enduendados, a que te arrimo de palos, demontre de indio embustero. 36

Laureliano Anda no seas mitotero, deja de tanto porfiado, que si lo agarro mi guango, te lo has de ver apurado. Simplicio ¡Ándale indio revolcado! cuero de iguana en el sol, color de troncón quemado, cabeza de barredor. Yo también le entro a los mates, también me sobra el valor. ¡Ea pues! Entre en batalla, no te acortes viejo ruano, ni se te acabe el valor. Laureliano ¡Ora veras mitotero! Viejo lomo de tambor. ¡Toma! ¡Toma! Por porfiado. Corvas de yugo de arar. ¡Toma! ¡Toma! Por grosero. ¡Qué más quieres! ¡Quieres más! Viejo narices de puya. Simplicio ¡Ya verás zancas de grulla! cara de perro dañero, ojos de huevo estrellado, cara de rana aplastada, cabeza de arrastradero. 37

Pero díganme paisanos ¿por qué no iban a aplacar, el pleito del natural? Acá conmigo estuvo muy fuerte, a qué carambas, qué suerte, lástima de hombres grandotes, y de tan poco valor. Aseguro yo por cierto, que no había quien respondiera, o a mis gritos acudiera, a quitarme ese hechicero. Pastores Muy merecido lo tienes, quién te manda, por grosero. Simplicio Muchas gracias, agradezco, por el favor tan ranchero, que hacen en ayudarme, algún día irán para mi casa, para darles su dinero. Galasio Dejen ya de tantos cuentos, ya es hora de caminar, ya el sol comienza a apuntar, con su rostro macilento. Caminemos al momento, arriando nuestro ganado.

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Pastores Lo haremos con mucho agrado, entonando una canción. Caminata Pastores amados, compañeros finos, arríen sus ganados, por estos caminos. Vamos caminando, con mucho cuidado, iremos cantando, con nuestro ganado. Al pie de esta sierra, haremos majada, porque la nevada, nos da mucha guerra. Ya los corderitos, se cansan de andar, sientense toditos, para descansar. Simplicio ¡Ah qué cansado llegué! con tan fuerte caminada, seco de hambre y de sed. Que esto es más pior tarugada, ya los bofes iba a echar, con tan soberbia cansada, ya ando fuera de sentido, porque siento un fuerte ruido, en el centro de mi panza, 39

ya el aliento no me alcanza, ni sé si ando en el viento, porque entre mis tripas siento, tocar tristes agonías, y mis tripas a porfías, me gritan con tierno llanto, que las asista al momento, que no las olvide tanto. Las siento que se hacen nudo, se retuercen y se azotan, y de hambre todas se alborotan, y les pega parasismo. Ándale indita de mi alma, acude con los auxilios, que ya me estoy acabando. Lucina No temas, no te acobardes, que yo muy pronto lo haré, entre todos los pastores, ya la cena dispondré. Simplicio Mi esperanza en ti pondré, linda de mi corazón, que lo harás sin dilación, pues que ya no veo las horas, de atacar estas hartanas, que mucho perjuicio dan.

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Fabio Yo para la cena traigo, sabrosas piezas de pan. Delio Yo un sabroso panal, que en el campo lo corté. Deridio Yo para la cena traigo, patitas en escabeche. Pánfilo Yo un sabroso arroz de leche, que de antemano arreglé. Medoño Yo también te ofreceré, unas ricas quesadillas. Dandolio Yo unas pobres avecillas, que en campo las maté. Locadio Yo unas dulces uvas traigo, también se las regalaré. Laureliano Y yo un sabroso godorniz, que en el campo lo he agarrado,

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te lo regalo Jilita, para lo comas asado. Silaprime Ya la cena está arreglada, venid todos a cenar, háblenle a tata Bartolo, que no empiece a regañar. Laureliano ¡Que se quede sin cenar! ese viejo acalambrado. ¡Ay que se esté tirado! no hagan casos de enojar. Montalvio De tanto llorar mis ojos, traigo una soga en la garganta, que me sofoca el aliento, para respirar palabras. Laureliano hijo querido, ¿por qué te vas y me largas? ¿conmigo qué te faltaba? Tu estás robusto y tu padre, lo está más seco que un odre, ¡Ay, hijo! cuánta desgracia, muy digno de lamentarse, estos llantos y suspiros, estas congojas amargas, vengativo el cielo en ti, hará que sean castigadas.

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Tranquelio Pero dime hermano, ¿cómo quieres darle muelas, al que no tiene quijadas? Montalvio Pero dime ¿cómo callas, las palabras de mis labios? Fuiste hermano de mi esposa, te amo, te quiero, esto basta, para que los dos a un tiempo, lloremos por justa causa, pues quien no es gente, de racional se pasa. Y así hermano dejadme llorar, la ausencia de mi hijo. Tranquelio De tu suerte me compadezco. ¿Pero qué miran mis ojos? qué ¿es verdad o son figuras? ¡Ay de mí! Creo que es un muerto, que se arrima hacia nosotros. Ermitaño Salgo de mi triste choza, de alegría muy revestido, pues las sacras profecías, su cumplimiento han tenido. ¡Oh, Dios santo y bondadoso!

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que por tu amor obligado, bajaste a este mundo, a vestirte de humanado. ¡Oh, venturoso día! ¡Hora dichosa! que de aquella acción gloriosa, el verbo eterno a bajado. ¡Oh, gusto tan sin igual! ¡Oh, piedad de un Dios inmenso! que ha querido darle honor, y honra a la humanidad. ¡Oh Dios! Supremo hacedor, que por tu suma bondad, dejas tu trono fulgente, y bajas a la impiedad, tan sólo por el amor, que tienes al pecador, y a quitar la esclavitud, a que se mira sujeto, por su culpa y su maldad, y para que puesto en libertad, cante triunfante victoria, para que en tu eterna gloria, te goce en la eternidad. Ya el cansancio me fatiga, ya no puedo caminar, es preciso recobrar, la salud y el aliento. Al asilo de estar palmas, que dan sus sombras me siento.

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Montalvio Pues sin tardar un momento, no tenemos que hablar mucho, reconocer es preciso, a este barbón tecurucho. ¿Quién eres tú? ¿Eres contrario? Ermitaño Soy Ausencia, el solitario, que hace más de catorce años, habito en este desierto. Vengan a mí, no recelen, vengan, lleguen sin cuidado. Tranquelio Serás santo o serás beato, pero a mí no me la pegas, tienes las uñas tan largas, que arañarás peor que gato. Ermitaño No señores yo no trato, de hacer ninguna traición, y ademas es mal primor, que de mi honor desconfíen. Tranquelio Destino sólo del tiempo, ¿pues no oyes el rin rin, el razón de que andan ladrones?

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Ermitaño Me gustan tus expresiones, pero son equivocaciones, pues señores yo no soy, de la raza de ladrones. Montalvio Me alegro de los ratones, por los que no hayan cenado. Y al fin ¿a dónde vas, por este monte intrincado? Ermitaño A Belén portal deseado, si ustedes gustan señores, apresuremos el paso. Montalvio Ojalá y quién pudiera, pero lo traigo un cuidado, de un hijo extraviado, de mi compañía jullido. Ermitaño ¿Qué señas tiene el vestido, y el semblante del muchacho? Montalvio Su sombrero no está gacho, sino arriscado y chalán, calzón de gamuza trae, del color anaranjado, 46

sus guaraches muy chalanes, con algunas chulerías, muestra risueño y alegre, su cara todos los días, que apenas mira a las gentes, y empieza con sus sonrisas, es cantador muy alegre, bebe vino, juega y pierde, por las malas compañías, por eso, ¿lo viste usté? Ermitaño Lo vi, con él platiqué, sus trabajos me contó, que su padre lo corrió, sin haber un pa’qué. Dijo que huérfano estaba, y que mucho le pegaba, desde que murió su madre, me dijo de sí: mi padre, cómo es flatoso impaciente, pues de que agarra el chirrión, me pega como a judío, y por eso me extravío, por no estar más en su gestión. Montalvio ¡Qué maldad de picarón! ¡Vaya! Me la pagará, si lo hallo lo he de tratar, con más crueldad que Nerón. ¿Y en dónde estará, señor? 47

Ermitaño Supe se iba a acomodar, con el mayoral Galasio, en sus quehaceres de criado. Montalvio Pues a la lid, a la lid, de aquí los tres nos partamos, para ver si lo encontramos, siendo el cielo nuestro guía. Ermitaño Si el hallarlo tu pretendes, es fuerza que mudes habla, y vestido si se ofrece. Montalvio A de fuerza, qué, ¿me haces tan inocente? Galasio Yo no sé qué rumor oigo, parece que viene gente. Laureliano Simplicio por vida tuya, préstame tu caperuza, y tú tápate con ésta, y mi sombrero componte.

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Simplicio Se me hace que es manganilla, que me quieres achantar, por ti me han de ablandar, en mi lomo una soguilla. Laureliano Fija tu vista en la luna, pero no has de parpadear, soy tu amigo y no follón, no tengas qué desconfiar. Montalvio Con valor y ánimo llego, señores a la majada. Pastores El cielo os guarde zagales. Galasio Pasen, pasen maceguales, tomen asiento si gustan. Montalvio Eso se lo agradecemos. Galasio Qué ¿traen algo de vendimia, o qué es lo que andan haciendo?

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Montalvio Señores ¿no comprarán, algo de mercería que traemos? Traigo agujas de taladro, espejo muy superior, libro segundo y silabario, y un libro ramillete, que mucho le sirve de ayuda, para la hora de la muerte. Simplicio A qué carambas, qué suerte, que no traiga ni un centavo, para comprarles un silabario, pa’la hora de mi muerte. Montalvio Mal a mi hijo se parece, aquel que divisé. ¡Toma alhaja! ¡Ya te hallé! ¡Toma! ¡Toma por jullón! Simplicio ¡Epa! No arañe ni muerda, ni se cargue a lo forastero. Montalvio ¡Si te he de arrancar el cuero, a cuerazos que yo te dé!

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Simplicio ¿A mí de qué o por qué? ¿Pues qué cositas le debo? Montalvio No me tienes tan contento, pues ya tus hechos los sé. Galasio ¡Estese! Ya no le dé usté, porque es capaz que se muere. Montalvio ¡Con mi hijo haré lo que quiera! Tranquelio ¡Escucha Montalvio! espera, no te ciegues, no es tu hijo. Montalvio No te empeñes, no me ruegues, ¿no ves lo que me ha ofendido? Simplicio Dios mio. Qué recios azotes. Parecían rayos en seco. Laureliano Yo de risa me revuelco, de ver que te están azotando, si algo debías ya pagastes, como el parlero, a tras mano. 51

Simplicio ¡Y cómo que me dio este bárbaro! peor que a tambor de rancho. Montalvio ¡Válgame! Estoy conociendo, que este señor no lo es mi hijo. Motigualantic, qué tontera, perdóname pobre viejito, yo como llegué y te vi, con el vestido de mi hijo, de rabia me voy segando, y luego te voy echando, pero que recio y tupido. Simplicio ¿Pero qué no habías advertido, la cara vieja que traigo? ¿Pues cómo se llama tu hijo? Montalvio El mero nombre de mi hijo, es Laureliano de Hidalgo, es chaparro y delgado, su nariz apericado, su color medio abronceado. Galasio Yo se lo enseño pero, encargo le perdone el delito.

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Montalvio A perdonarle yo admito, enséñalo de una vez. Galasio Aquí lo tienes presente, postrado a vuestros pies. Laureliano ¡Encanto de mi vida! ¡Padre de mi corazón! Aquí me tienes presente, implorando tu perdón. Montalvio Hijo, tu amor y nobleza, es lo que espero de ti. Laureliano Todo lo hallaras en mí, cumpliendo como se debe esperar. Simplicio De los cascos a mi cabeza, mis nalgas y espinazo, también están adormecidas. Galasio Por el gusto que han tenido, el padre, el hijo y el tío, dando al placer nuevo brío, a Dios le canten un himno. 53

Cantan los indios Hoy las tristezas contento, las amarguras consuelo, hoy las penas y desvelos, se acabaron al momento. Hoy los tres juntos estamos, llenos de gusto y placer, himnos a Dios le cantemos, y admiremos su poder. Galasio Fabio, Delio y Deridio, vamos a la caminata. Pastores Todos en una voz grata, en coro te seguiremos. Simplicio Pues comiencen a cantar, una canción entonemos. Caminata Albricias, albricias, hermanos pastores, que el verbo divino, nació en resplandores. Fieles compañeros, vamos caminando, juntos alabando, al Rey de los cielos.

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Brillan las estrellas, los astros cimbrean, y en la nueva aldea, sus luces descuellan. Entre estos verdores, hemos de dormir, para resistir, del frío los rigores. Galasio Ya la tarde se presenta, compañeros es preciso, que descansemos un rato, para que al ganado, demos descanso, y no haya peligro. Tú Montalvio, y Tranquelio y Laureliano, reunidos los tres han de venir, sin tardanza a cuidar el ganado, todos con mucho cuidado, a toditos deben reunir, pues no vayan a sufrir, fuerte daño de algún lobo. Indios Con mucho gusto señor, cuente con nuestro cuidado. Luzbel Fúnebre lugar de penas, lago triste de mi llanto, profundísimo de fuego, 55

triste y cavernoso espanto. ¡Oh infierno! ¡Abismo! ¡Qué espanto! Horribles son tus estragos, qué azotes son tus galeras, tus presidios qué pesados, qué tormentos preparados, qué estanques tan abrasados, más que en Roma, ni los tebanos, ni los de Nerón, ni Atila el tirano irritado, bastan para ser comparados, con aquellos que Dios tiene, para el mero condenado. ¿Asmodeo en dónde estás? ¿Pecado? Venid a mi, ayudadme a sufrir, las penas de mi dolor. Asmodeo y Pecado responden Aquí estamos señor, venimos a tu mandado. Luzbel Pues miren ya los anuncios, en ese cielo estrellado, que ha de bajar a este mundo, el verbo de Dios humanado.

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Asmodeo A ti Luzbel Dios te mostró, el bien y el daño del pecado, los tormentos del abismo, de aquel instante negado, jamás del todo olvidado, y a la rebelión te mueves, con ánimo renovado. Le negaste la obediencia, al verbo de Dios humando, Miguel en breve te venció, y al infierno fuiste echado, para un tormento sin fin, para un penar sin descanso, y fui de tus seguidores, que el azote me ha tocado, pues ahora sólo me resta, en este mundo dilatado, correr las vías y caminos, y seducir a los incautos. Tu valor por siempre viva, en los centros subterráneos, y siendo terrible tu brazo, en esta fecha todo el orbe, todos con voces nuevas, juntos tu honor publiquemos. Pecado No temas señor, no temas, ni rindas tu noble espada, guerra por siempre sea dada, con la fuerza de tu cruel rigor. 57

Aquí nos tienes señor, para hacer vuestro mandado, yo combatiré a tu lado, en defensa de tu honor, yo te prometo señor, con valor y bizarría, que este brazo y esta espada, obrarán con gran porfía, levantando fuertes muros, la rebelión y la herejía, que el orbe y la tierra toda, con el tiempo ha de ser mía. Luzbel ¡Oh mis nobles compañeros! seguid mis pasos veloces, en correrías por los montes, sus caminos transitemos. Asmodeo y Pecado En cumplimiento de tu orden, fieles tus pasos seguimos. Laureliano Oye tata qué rumor, qué ruidos y qué alborotos. Montalvio De oírlo todo me acobardo, y me pega confusión.

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Laureliano Voy corriendo, voy volando, no hagan ruido, no hablen recio. Simplicio, mayoral Galasio, alerta que hay novedad. Galasio ¡Nos valga el cielo piadoso! Pero hombre ¿qué ha sucedido? Laureliano Un fuerte rumor que oímos, y también ruidos de espadas, que parece las quijadas, se me calleron de miedo. Simplicio Éste es un gran papanatas, unos de tantos de estos hombres, cobardes y maricones, que se asustan con las ratas. Galasio Anda Simplicio a ver qué es, informate bien del caso, y llega con mucha sospecha. Simplicio Esto estuvo de los diablos, y más peor que la tormenta, que recibí de cuartazos.

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Pero dime hombre ¿qué haces? qué ¿estás demente o soñando? cómo quieres que yo vaya, viéndome tan vejancón, ya nomás a que me maten, con golpes extraordinarios, o me vuelvan churumbela, a punta de culatazos. Laureliano Pero dime tata viejo, ¿aquí quién manda? ¿tío chipíllito o los burros? ahorita te lo vas a andar, o así me lo llevo arrastrando. ¿Acaso lo tienes miedo? Simplicio De la pregunta me admiro, ¿eres o te haces señor? Laureliano Échalo un trago de licor, para lo críes valor. Simplicio Ora sí ya estoy botado, ora sí le entro a los mates, no temo, no me acobardo, aunque me vistan de injurias. Yo soy Simplicio el mentado,

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que tengo mucha pujanza, que manejo con destreza, la espada, fusil y lanza, y además que no necesito, de estas armas para nada, con un alfiler que punza, tengo para darles muerte, como a las chinches y pulgas. Vamos, cuélele por delante, maricón cara de bruja. Mira nomás qué amujerado, llegue con mucho valor, aunque le den de garrotes, eres hombre, nomás pujas. ¡Ya estoy aquí embelequeros! ¡Armadores de borundas! Consuélense que vino un hombre y aquí estoy ¿qué les apura? Montalvio Cuándo me lo envié a llamar, viejo narices de burra, ¿qué acaso usted es el mayoral? Simplicio ¿Pues no mandaron decir, que en el Cerro Colorado, el ganado los tiranos, ya lo llevaban en punta? Lástima de hombres grandotes, si de tan poco se asustan,

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aprendan a mí que estoy viejo, tan flaco y lleno de arrugas, y todavía no me doy, ni me daré nunca nunca. Tranquelio ¿Pero a ti quien te pregunta, si eres brioso o maricón? Por cierto aquella ocasión, llorastes como un criatura, te trabastes, te entumistes, volabas como una pluma. ¿Cómo entonces no garbeastes? viejo narices de puya. Simplicio Ya lo que pasó voló, ya no se acuerden de bullas. Laureliano ¡Ja-ja! ¿A quién le bulles? Ya te dimos en el matadita. ¡Híjole! Que de vergüenza, se le pusieron en su cara, colorado sus arrugas. Simplicio Vayan y dejen de diabluras, si me voy les hago falta.

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Tranquelio Te habla hermano ¿qué dices? ¡Ja-ja! Es lo mismo si se muda, a mí lo mismo me ayuda. Gelasio ¡Alto! Arriba compañeros, dejen ya de averiguar, y todos con gusto iremos, una canción a entonar. Pastores Tus órdenes serán cumplidas, siguiéndolas con afán. Caminata Celebremos con dulzura, cantemos con alegría, porque el Rey de las alturas, ha nacido de María. Vamos pastores amados, cantemos con alegría, porque las aves anuncian, que viene alboreando el día. Noche apacible y serena, el cielo nos dio pastores, estos prados engreidores, y de alegría el alma llena. Ya parece que llegamos, a ese portal de Belén, para ver al sumo bien, cosa que tanto deseamos. 63

Diablos Buenas tardes caballeros, ¿cómo la pasan amigos? Indios Ya cayendo, ya levantando, como el fortuna lo ayuda. Luzbel Amigos ¿no es por adentro, un sujeto que buscamos? Montalvio Diga usted cómo se llama, el sujeto que usted busca. Luzbel Es un hombre muy flamante, de mala y de poca ropa, lo mismo que Sancho Panza. Simplicio ¡Ánimas de Fierabrás! Que no me vean, que no me oigan. Tranquelio ¡Te hablan viejo remendado! Simplicio Ustedes manden señores.

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Luzbel Conque usted es el que me quitó, el faldón de mi flamante frac. Simplicio ¡Ah! ¿Faldón dice, señor? Si yo no tengo más que... Asmodeo ¡Calla viejo atemperado! Simplicio ¡Oh Dios eterno y sagrado! ¡Compadécete de mí! O decidme si está escrito, el que yo he de morir ahorcado. Pecado Poco a poco, no hable usted, porque entonces lo matamos. Laureliano Señores que largo y fiero, que escándalo se ha formado, ya la garganta se anuda, de este infeliz pobre anciano. Luzbel ¿Quién eres tú que intercedes?

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Laureliano Saberlo no te interesa, mas antes callarte puedes, y soltarlo si no quieres, que te arrime mi chirrión. Asmodeo ¡Si te pones a la fuerza, polvo y ceniza serás! Laureliano ¡Si me dejo, sí lo harás, si no, te vas sin quijadas! Pecado ¡Con el filo de mi espada, yo tu vida cortaré! Laureliano ¡O yo emplastos le pondré, y baños con mi chirrión! Luzbel ¡Viva la fuerza y rigor! ¡Del infierno sus estragos! Laureliano ¡Que vivan las piedras y los palos, y el valor de Laureliano!

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Asmodeo ¡Cierra esa boca villano, o de mí serás devorado! Laureliano ¡No temo, no me acobardo, antes me sobra el valor! Pecado ¡Hoy con mi fuerza y rigor, ceniza te has de volver! Laureliano ¡No crean que me han de comer, ni me han de sorber a tragos, porque soy muy presumido, para el piedras y los palos! Luzbel Indio las paces contigo, mejor las vamos a hacer. Laureliano Como quieras tu mercé, no digas lo tengo miedo, si tú lo quieres lo quiero, pronto tu amigo seré. Asmodeo Y me quieres dar a conocer, quiénes son estos rayados.

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Laureliano Uno es mi padre Montalvio, el otro mero es mi tío, que por su nombre lo tiene, Sebastiano de Tranquelio. Pecado Y este viejo atemperado sin duda ha de ser tu amo, o qué cositas le llamas. Laureliano Mi prójimo y nada más, por ley divina y humana. Luzbel Amigos ¿quién de vosotros, gusta jugar un torito, en unos cuantos albures? Montalvio Pues yo de mi parte agradezco, porque no es eso mi oficio, animemos a Simplicio, a ver si pega el bastón. Don Simplicio ahora es cuando, lo debes rifar tu suerte. Simplicio En qué cositas, hombre, Montalvio.

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Luzbel En los albures opacos, en contra judía cerrada. Tranquelio Haz ánimo y buen valor, el que no arriesga no gana, apuéstale la fresada, y lo perdido perdido. Simplicio ¡Oh, qué santo san Camilo! ¡Qué lindos milagros haces! Pues voy a jugar un albur, y ahora es cuando nana charpancha. Luzbel Pues a usted le toca el alce, como al fin persona anciana. Simplicio ¡Ah! Pos lo haré de muy buena gana, y sin arrugar la frente. Luzbel Aquí tiene rey y sota. Simplicio Pos yo voy a la sota, aunque me quede en cueros, mi sombrero y mi maleta,

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pero quiero casar acá afuera, para no perder la puerta. Luzbel Si a usted le gusta el rey, puede cambiar su apuesta. Simplicio Pues también usted, si no son peones de molino, ni son ruedas de carreta. Luzbel Pues se va y vino viejo. Simplicio La sota es la que vino, viejo, me debe usted caballero. Luzbel ¡Mentiras! Usted fue al rey. Este viejo está demente, no sabe con las que pierde. En fin inditos, nos vamos. Simplicio ¡Ja-ja-ja-ja! Ora sí que quedé fresco. ¿Qué dicen indios malvados? Miren cómo me quedé.

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Laureliano O yo peor te la contaré, ora lo verás con Jila, diantre de viejo salvaje, trae tu mano viejo guaje, con ella te llevaré. Jila aquí te traigo un penitente, de esos que deja la muerte, sin sombrero en el sonteca, porque se metió a taurero, y dos, tres y a la puerta, perdió todo su vestido. Jila Pero Simplicio, ¿qué es eso? ¿no sabes? ¿no has advertido, que el oficio ajeno cuesta? Simplicio Pues sí Jila, me supongo, pero si no hubieran cabestrillos, nunca se usaran las mancuernas. Estos indios me enredaron, que unos albures jugara, con unos diantres de negros, que traían una baraja, y ellos se fueron contentos, y yo me quedé ardiendo ardiendo.

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Jila Pues Simplicio yo lo siento, pero ni llorar es bueno. Laureliano De lumbre que haga un capote, si no la helada lo tuesta. Simplicio Me pintas como acharancha, indio muelón tecolote. Ermitaño Bueno era darle una zuaca, hermano por buena gente. Simplicio Que se la den a su hermana, y a usté ojos de quelele. Ángel Gloria a Dios en las alturas, y paz al hombre en la tierra. Ermitaño La gloria de Dios publicaron, los celestes cortesanos, anunciando paz al hombre, en este mísero suelo.

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Luzbel ¿Qué embajada es la que traes, Miguel con tanta arrogancia? ¿Qué no temes a mi rigor, ni a los filos de mi espada? Dime Miguel qué pretendes, que mi talento no alcanza, a entender tu pensamiento. ¿Es envidia que te abrasa? Con tanta rivalidad, no esperes tener bonanza, mira Miguel ¿qué no entiendes, que soy de tu compañía? ¿Por qué conmigo has de andar, como el fiel de la balanza? ¿No me hizo el omnipotente, lo mismo que en ti, en ser y gracia? Y aunque mi suerte sea escasa, tú, gran privado en el cielo, y en mí cedió su confianza, que tú bien sabes cómo evité. Y dime pues ¿cuál es la causa, que publicas para el hombre, favores y nueva alianza? Miguel Porque tengo la confianza, que Dios con su gran poder, a favorecer se digna, y me manda a defender, al hombre, criatura humana, 73

que se humilla con placer, pero tú serpiente astuta, que te quisiste oponer, por tu soberbia impía, claro puedes conocer, que si te hubieses humillado, no estarías en eterno padecer. Luzbel ¿Y por qué ha de merecer, el hombre tal preeminencia, cuando obstinado ofende, a la sacra omnipotencia? Miguel La Divina Providencia, como sacra majestad, tu orgullo dominará, y tu torpe resistencia. Luzbel La fuerza de mi violencia, hasta este punto ha llegado, Miguel no seas tan porfiado, ¡retírate de mi presencia! ¡Salid tropas de mi mando! ¡Salid los siete campeones! que con valor han triunfado, con victorias en este mundo, ya lo tenéis humillado. Vuelve de nuevo en ceniza, a todo el género humano. 74

Asmodeo Aquí estoy señor a tu mandado, por tu obediencia me encuentro, en las rabias renegando, y logrando tu presidencia, de ese trono que has paseado, y no desmayo en mi empresa, hasta verte ensalzado. Y dime, ¿cuál es tu agravio? Luzbel Decírtelo es cosa rara, porque me ahoga el sentimiento, de ver bajar del firmamento, a un redentor humanado, como lo muestra ese infante. Pecado ¿Ese es todo tu cuidado? No te acobardes señor, que yo tengo suficiencia, para darle muerte cruel, al que de ti no obedezca. Luzbel Pues al arma de una vez, que muera quien me ha agobiado. Asmodeo ¡Viva todo tu poder!

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Pecado ¡Como valiente y guerrero! Asmodeo ¡Que viva el príncipe amado! Como el rey que es Lucifer. Miguel ¡Aquí del Dios soberano! ¡Aquí su amparo y poder! Luzbel ¡Vencistes Miguel vencistes! Sólo ese nombre tuvieras. Coro del rendimiento Cantado Victoria cantan los cielos, porque ha triunfado Miguel, tiene postrado a sus pies, tiene postrados a sus pies, tiene postrado a Lucifer. Luzbel ¡Oh! ¿Por qué aumentas Miguel, el tormento con tan duras penas? Miguel Porque eres muy arrogante, y jactancioso en querellas, creyendo que en ti está, el mando de todo, 76

y son buenas pruebas, porque no serán tus bríos, que me insultaban con garbo, reiterando tu desvío, mi situación y mi mando. Coro ¡Victoria! Luzbel Ya conozco que he perdido, del cielo y tierra el engaño, pero de favor te pido, que me dejes ir a un fango, donde no te cause agravio. Miguel Jamás de ti haré el retiro, porque Dios me ha despachado, a hacerte mi perseguido, hasta verte maniatado. Coro ¡Porque ha triunfado Miguel! Asmodeo Miguel no te hagas extraño, ¿qué no fuimos compañeros? Déjanos ir a los senos, del abismo a sepultarnos.

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Miguel Si ustedes no fueran causa, para haberse condenado, tal vez hubiera rebaja, en tan mirable estado Coro ¡Lo tiene postrado a sus pies! Pecado Dichoso arcángel no asombres, con tanto ardor nuestro enfado, déjanos ir al descanso, donde jamás nos volvamos. Coro ¡Lo tiene postrado a sus pies! ¡Tiene postrado a Lucifer! Miguel Pues ya que se han declarado, no turben al oleo santo, los voy a dejar a un lado, con un pendiente exaltado. Luzbel Pues ya que salimos con vida, de esta batalla terrible, vamos a ver lo que hacemos, por el mundo con gran muina, repartiendo los abrazos, honores haremos de vida. 78

Los tres diablos Por siempre sera perseguida, la humanidad por la culpa. ¡Que viva Luzbel! ¡Que viva! Ángel Pues ya Dios quitó el martirio, de esa raza pervertida, con su poder tan hermoso, que no se acabará en la vida, mas es presiso que sepan, los pastores que se inclinan, a adorar al Niño infante, que ya nació y se halla lindo, de su presencia en un portal, convidando a todo el orbe. Id pastores a adorar, y a ofrecerle vuestros dones. Galasio ¡Compañeros las albricias! Ya nació el Dios verdadero, vamos pronto a conocerle, y a ofrecerle corazones. Fabio Pero de gusto cantemos, nuevos cantos y dulces flores.

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Caminata Se ve iluminado, Belén prodigioso, y el cielo inundado, de un inefable gozo. Ya nació Jesús, niño chiquitito, ya se ve la luz, de su portalito. Miren qué hermosura, del recién nacido, humilde criatura, el Rey prometido. Del cielo bajastes, soberano Niño, y al mundo alegrastes, con grande cariño. Niño soberano, Niño prodigioso, vístenos de gozo, con tu linda mano. Pues que ya llegamos, con grande armonía, todos le adoremos, con grande alegría. Ermitaño Hermanos pues ya que llegamos, a este dichoso portal, iremos de dos en dos, al Niño Dios a adorar.

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Mayorales cantan Desde el cielo viene, el dulce Redentor, porque el sumo amor, que al orbe le tiene. Galasio ofrece Ya que logré tu presencia, señor con gusto cumplido, aquí te traigo un higo, de las frutas más decentes. Fabio ofrece Y yo también muy reverente, con el afecto más fino, las bellotas de un encino, mi amor te trae con afecto. Jila ofrece Precioso Niño chiquito, Dios de inmensa majestad, con toda mi voluntad, yo te traigo este borreguito. Lucina ofrece Precioso Niño chiquito, hermosura de tu cielo, con toda mi voluntad, yo te traigo este venadito.

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Despedida Adiós Niño lindo, adiós tierno lirio, vienen a ofrecerte, Delio y Deridio. Delio y Deridio cantan Vamos al portal, con gusto y amor, a ver a Jesús, que es el redentor. Delio ofrece Yo como ignoro pregunto, para no quedar corrido, Señor te traigo un olivo, y una hermosa flor de junco. Deridio ofrece Mi corazón tiene gusto, de haberte visto Señor, por eso con mucho gusto, unas uvas te traigo en fruto. Despedida Adiós mi delirio, adiós Niño hermoso, vienen a ofrecerte, Pánfilo y Medoño.

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Pánfilo y Medoño cantan Divina hermosura, de Jerusalem, preciosa criatura, nacida en Belén. Pánfilo ofrece Pánfilo muy reverente, no tuvo a mal el traerte, este par de tortolitas, te las traigo a regalar. Medoño ofrece Yo este par de campanitas, que te traigo con cariño, porque son muy exquisitas, recibelas Niño lindo. Despedida Adiós Niño lindo, de todo mi agrado, vienen a ofrecerte, Dandolio y Leocadio. Dandolio y Leocadio cantan Dulce redentor, Niño celestial, preciosa criatura, nacida en Belén.

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Dandolio ofrece Como eres Rey poderoso, a quien debemos el ser, aquí te traigo a ofrecer, este pavo real generoso. Leocadio ofrece Yo un jilguerito, del paraje de la cuesta, para que con su piquito, a todas horas te divierta. Despedida Adiós Niño lindo, preciosa criatura, que ahí vienen los indios, a ver tu hermosura. Indios cantan Pero mucho alegre lo vamos, de ver que lo es Noche Buena. Montalvio ofrece Alabado sea el grandeza, para un cielo sus resplandores, y llenos de nobleza, te lo vengo a regalar, el borrega y el venado, para que te lo caliente su lana, en lugar de buen fresada.

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Tranquelio Santo Niño precioso, lucerito el más precioso, que infunde tanto gozo, yo te ofrezco dadivoso, un mantillita y sombrerito, con esta un vigüelita, musiquiar diviértate, tocando en ella, y de tu manita bella, yo tu bendición espero. Laureliano Desde allá desde la monte, canto piquialo piltonte, un paquetes de milaguac, te lo traigo madre amada, y esta flor de alejandría, desde allá de la serranía, pues mira que te lo ruego, cuando te vayas al cielo, no nos dejes madre mia. Despedida Adiós tatita José, vamos a nuestro rebaño, vendrá tatita Ermitaño, a adoralo a tu mercé. Ermitaño canta De las montañas vengo, a ver a mi Jesús, 85

sólo por verte güerito, a que me des tu luz. Ermitaño ofrece ¡Oh Señor de los cielos! grande hermosura más que otra, hoy con rendimiento humilde, a tu presencia me postro. Perdoname nuestras culpas, y llevame a tu reino, para siempre para siempre, por los siglos sempiternos. Ermitaño Es preciso mayoral, que despertemos a Bartolo, para que venga a adorar. Pastores Lo haremos con mucho gusto, y crecida voluntad. ¡Despierta Bartolo! no seas mal agradecido, mira que por nuestro bien, el Salvador ha venido. Bartolo canta Pues si nació el redentor, veremos al tierno Niño, iré con mucho cariño, a rendirle adoración.

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Pastores Verás los luceros bellos, irás a la gloria a cantar, deja de dormir Bartolo, anda vamos a adorar. Bartolo canta Voy para el portal con mucha alegría, a ver a Jesús, hijo de María. Bartolo ofrece ¡Ah que hermosura tan bella! se ha bajado desde el cielo. Hoy te traigo este cordero, amado Niño Jesús. [Despedida...] Fin

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El Laureliano astorela Laureliano.. Coloquio de P Pastorela Recopilador: Juan Carlos Reyes G., se terminó de imprimir en junio de 2011 en la Editorial de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado con un tiraje de 1,000 ejemplares. Edición revisada por Marina Saravia.

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