COMO ORGANIZAR LA INVESTIGACION EN LAS CIENCIAS SOCIALES ***

COMO ORGANIZAR LA INVESTIGACION EN LAS CIENCIAS SOCIALES*** JOSEPH BEN-DAVID Escribir sobre la organizaci´ on de la investigaci´on supone, como regla...
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COMO ORGANIZAR LA INVESTIGACION EN LAS CIENCIAS SOCIALES***

JOSEPH BEN-DAVID Escribir sobre la organizaci´ on de la investigaci´on supone, como regla, el conocimiento de lo que es la investigaci´ on y a lo que ´esta se refiere. Pero tal conocimiento no puede darse por sabido en las ciencias sociales, pues en este campo normalmente existe un vac´ıo, en ocasiones muy considerable, entre la descripci´on te´ orica de lo que se hace y lo que realmente se est´a haciendo, y existe adem´as la creencia muy extendida de que ninguna de las dos es muy satisfactoria.1 As´ı pues, no es posible hablar de la organizaci´on de la investigaci´ on en las ciencias sociales sin antes decir algo sobre la investigaci´on en s´ı. La raz´ on de que existan malos entendidos, en lo que se refiere a la investigaci´on en las ciencias sociales, es que los cient´ıficos sociales formaron su concepci´on de la ciencia natural, basados en las descripciones hechas por fil´ osofos de las ciencias o cient´ıficos inclinados hacia la filosof´ıa. Tales descripciones no son necesariamente inexactas, pero s´ı selectivas. Bas´ andonos en estas descripciones, es quiz´a justificable identificar a la ciencia con la f´ısica. Esta disciplina se acerca, m´ as que ninguna otra, a la producci´on de teor´ıas muy generales, y sin embargo, precisas y que pueden probarse. Por tanto, puede ser considerada como el ejemplo m´as claro de lo que el pensamiento cient´ıfico es, en principio, capaz de lograr.2 Consecuentemente, la ciencia social da m´ as reciente de las ciencias y la cual trata con fen´omenos de gran complejidad) trata de modelarse a s´ı misma a la manera de la m´ as vieja de las ciencias naturales, la f´ısica, que se enfrenta a fen´omenos de una m´ınima complejidad.3 Los peores efectos de este malentendido pueden percibirse en la llamada teor´ıa de la ciencia social, pues existe la suposici´on de que tal teor´ıa debe incluir un alto grado de generalidad, como probablemente lo tiene la teor´ıa de la f´ısica. Pero, como aspirar a tal generalidad est´a completamente fuera de tono con respecto a las indicaciones emp´ıricas de los cient´ıficos sociales, lo que en realidad sucede es que tales cient´ıficos presentan acercamientos emp´ıricos como si ´estos fueran teor´ıas generales: en sociolog´ıa abundan los ejemplos de este tipo. Debido a la complejidad de la vida social, es relativamente f´acil encontrar en este campo cosas que nadie haya examinado antes cient´ıficamente; o ver, desde un nuevo punto de vista, procesos muy bien conocidos. Uno puede considerar los procesos sociales que toman lugar en un grupo desde varios aspectos: ¿c´ omo se divide el trabajo?, ¿qu´e estrategias son empleadas por los participantes en el establecimiento de sus identidades?, ¿c´ omo se establecen las condiciones de equilibrio?, ¿c´omo se desarrollan los conflictos con otros grupos? Pero en lugar de tratar de relacionar estos diferentes puntos de vista entre s´ı, los soci´ ologos padecen la extendida tendencia a malinterpretar cada punto de vista como una nueva teor´ıa. Y como en la mayor´ıa de los casos, ni el viejo ni el nuevo acercamiento son teor´ıas cient´ıficas, sino en la mejor de las alternativas, exposiciones razonadas para el inter´es de los soci´ologos en varios aspectos de la vida social, las diferencias de opini´ on entre soci´ologos no se resuelven nunca.4 Como resultado, el dogmatismo y la activa pelea entre partidarios de acercamientos diferentes puede continuar as´ı, sin que el conocimiento sea * Art´ ıculo publicado originalmente en Daedalus, revista de la American Academy of Arts and Sciences. Boston, Mass., Vol. 102, N´ um. 2, Primavera de 1973, dedicado a The Search of Knowledge. Se publica previo permiso de la citada revista Trad. de Francisco Gonz´ alez Ortiz. ** Est´ an incluidas aqu´ı como ciencias sociales la antropolog´ıa, la sociolog´ıa, la ciencia pol´ıtica, la psicolog´ıa, de la personalidad y la social, y la historia. Los problemas de la econom´ıa y la psicolog´ıa experimental con diferentes de los que se encuentran en los campos arriba mencionados y s´ olo me referir´ e a ellos ocasionalmente. Agradezco al profesor Edward Shils sus valiosas sugerencias, y a la Fundaci´ on Ford el financiamiento de mi estad´ıa en la Universidad de Chicago, donde fue escrito este trabajo. 1 Arthur Stinchcombe, Constructing Social Theories (New York: Harcourt, Brace and World, 1968), p. vi. Tambi´ en Karl Pribram, “The Skinnerian Analysis of Behavior: Comment”, en Explanation in the Behavioral Sciences, editada por R. Borger y F. Cioffi (Cambridge University Press, 1970), pp. 375-380, y, en el mismo trabajo, N. S. Sutherland, “Is This Brain a Physical System?”, pp. 97-122, 133-138.

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jam´ as beneficiado. Cuando la metodolog´ıa de las ciencias naturales es introducida en las ciencias sociales, el problema que se suscita es distinto. Lo que hacen los cient´ıficos sociales no es, en la mayor´ıa de los casos, un experimento. Para dar un ejemplo cotidiano, un soci´ ologo puede estar interesado en las diferencias de estado de ´animo que existen entre maestros de varias escuelas. Las escuelas que tal soci´ologo puede investigar estar´an localizadas en un cierto lugar (ciudad, pa´ıs, etc.) y en un determinado tiempo. Sin embargo, como el estado de ´ animo est´ a probablemente determinado por una gran variedad de condiciones, es muy posible que en cada escuela tal estado sea determinado por un grupo diferente de condiciones. As´ı pues, el encontrar una explicaci´ on depender´ a de que el investigador tenga una buena idea inicial de todas las posibles condiciones que afectan el estado de ´ animo, y en su habilidad para construir una tipolog´ıa de trabajo de los varios procesos causales que afectan los estados de ´ animo dentro de esas escuelas espec´ıficas y sistemas escolares a los que tiene acceso. Por ejemplo, los salarios dos cuales son de una de las condiciones que afectan el estado de ´animo) son determinados por procesos econ´ omicos, pero el significado subjetivo de un cierto salario, el cual debe ser entendido como indicador del estado de ´animo, depende de procesos sociales y psicol´ogicos de referencia de grupo. Procesos que, a su vez, est´ an determinados, en buena parte, por ciertas caracter´ısticas de la escuela y el sistema escolar; por la naturaleza de la direcci´on de la escuela (v. gr. la manera en que el director desempe˜ na sus funciones), y por las caracter´ısticas de la comunidad dentro de la cual est´a situada la escuela. Mientras mejor entienda el soci´ ologo los mecanismos de estos procesos b´asicos, m´as lejos estar´ a de cometer errores. Pero en ning´ un caso puede ´el explicar toda la situaci´on s´olo con el conocimiento de procesos b´ asicos subyacentes y de las relaciones entre ´estos, sino que debe relacionar estos procesos con los sucesos particulares y las condiciones peculiares de la estructura social y de la cultura prevalente en un lugar y un tiempo particulares. Por tanto, es necesario que el soci´ologo empiece con un modelo explicativo en parte intuitivo y m´ as o menos emp´ıricamente basado, y verifique luego constantemente contra la evidencia emp´ırica y contra su conocimiento, cada vez mayor, de los procesos subyacentes y de las regularidades estructurales. El cient´ıfico social que investiga este tipo de problemas, deber´a proceder de una manera ecl´ectica y emplear cualquier teor´ıa que le sea u ´til, sin importar la disciplina de la que ´esta procede. El modelo adecuado para hacer este tipo de trabajo es la medicina cl´ınica y la ingenier´ıa. Cada una de ´estas emplea una variedad de disciplinas para cumplir con sus prop´ ositos.5 El investigador de la ciencia social debe considerarse a s´ı mismo como un reconstructor de las estructuras y los procesos sociales, y trabajar en el l´ımite entre la ciencia y la literatura, as´ı como el cl´ınico y el ingeniero se mueven entre los linderos de la ciencia y el arte. Pero debido a que los soci´ ologos est´ an tratando de seguir el modelo de las ciencias naturales b´asicas, tienden a encajar los problemas, por la fuerza, en marcos disciplinarios, y a tratar tales problemas, de acuerdo a la pertinencia que demuestren con alguna teor´ıa, como si el prop´osito de la investigaci´on fuera probar hip´ otesis. Los resultados de esto son casi siempre triviales desde el punto de vista de la teor´ıa, y demasiado abstractos para ser usados en la pr´ actica. Por supuesto, este tipo de investigaciones no es todo lo que hacen los cient´ıficos sociales. Como los ingenieros y los cient´ıficos cl´ınicos (a diferencia de los practicantes), tambi´en llevan a cabo investigaci´on b´asica. Pero esta investigaci´ on no se encuentra en la misma relaci´on con su trabajo cotidiano, tal como la f´ısica, digamos, se encuentra en cuanto a la pr´ actica de muchas ramas de la qu´ımica. Aunque algunos soci´ologos como George C. Homans y W. G. Runciman piensan que debe haber una teor´ıa psicol´ogica general de la cual puedan derivarse6 2 Naturalmente

existe tambi´ en una gran cantidad de escritos filos´ oficos y semifilos´ oficos en biolog´ıa. Sin embargo, casi nada de ello se ocupa de la l´ ogica de la indagaci´ on biol´ ogica como f´ ormula general para la investigaci´ on, sino m´ as bien con problemas substanciales de la biolog´ıa, que derivan de la dificultad de teorizar en este campo. 3 Talcott Parsons es quiz´ a el u ´nico soci´ ologo, y uno de los pocos cient´ıficos sociales, que siguieron a los te´ oricos de la biolog´ıa. Ver Talcott Parsons, The Structure of Social Action (New York: The Free Press, 1949). Incluso en psicolog´ıa, donde los t´ erminos y los m´ etodos fisiol´ ogicos han sido realmente utilizados, la concepci´ on de lo que debe ser la teor´ıa se derivaba, a menudo, de la f´ısica, y la relaci´ on entre el trabajo psicol´ ogico y la fisiolog´ıa era, con frecuencia, interpretada err´ oneamente. Ver Pribram, op. cit. 4 Joseph Ben-David, “Reflections on the State of Sociological Theory and the Sociological Community”, que aparecer´ a pr´ oximamente en Comparative Studies in Society and History. 5 Walter G. Runciman, Sociology in Its Place (Cambridge: Cambridge University Press), pp. 10-34. Los mejores ejemplos de un semejante acercamiento ecl´ ectico son los escritos de Max Weber.

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todas las explicaciones sociol´ ogicas (excepto, claro, aquellas que dependen de circunstancias hist´oricas), tal teor´ıa todav´ıa no ha emergido, y yo supongo que no lo har´a en un futuro pr´oximo. As´ı pues, la investigaci´ on b´ asica de la ciencia social es algo vago y variable. No hay una ciencia b´asica u ´nica, y la que es considerada como la m´ as importante de varias ciencias b´asicas en un campo dado, cambia muy a menudo. Hace veinte a˜ nos, todas las ramas de la psicolog´ıa, con la excepci´on parcial de la psicolog´ıa experimental animal, eran consideradas como ciencias b´asicas importantes para la sociolog´ıa. Hoy existe entre los soci´ ologos un inter´es mucho menor hacia la psicolog´ıa, y el que existe, se centra en la psicolog´ıa experimental animal. Durante las d´ecadas de los cuarenta y los cincuenta, algunos soci´ologos con entrenamiento en matem´ aticas presionaron por el desarrollo de m´etodos estad´ısticos especialmente dise˜ nados para la sociolog´ıa, y consideraban que la econometr´ıa era inapropiada para los soci´ologos. Hoy, la inclinaci´on casi se ha invertido por completo, y la tendencia actual es hacia considerar los m´etodos econom´etricos y la teor´ıa econ´ omica como b´ asicos para la sociolog´ıa.7 Pero el g´enero m´ as t´ıpico de investigaci´ on b´asica, especialmente en antropolog´ıa, sociolog´ıa y ciencia pol´ıtica, es una especie de investigaci´ on comparativa. Las teor´ıas de comportamiento electoral, o teor´ıas que gobiernan las pautas matrimoniales entre diferentes tipos de grupos de parentesco (hasta el grado que se puede hablar de ellos como teor´ıas), tienen que ser probadas por estudios comparativos. Tales estudios van desde aquellos (en demograf´ıa, por ejemplo) que conducen a teor´ıas de una gran generalidad, a aquellos (como los estudios comparativos del comportamiento electoral de los primeros votantes) que s´ olo difieren en alcance y ´enfasis, del tipo de estudios emprendidos por la medicina cl´ınica o la ingenier´ıa. Algunas de estas investigaciones (v. gr. demograf´ıa) pueden corresponder a un modelo muy avanzado de las ciencias naturales, pero normalmente se asemejan m´as al trabajo del ge´ologo o del genetista de la evoluci´ on que al del f´ısico, pues primero se recogen y se clasifican adecuadamente las observaciones provenientes de todas partes y de todos los periodos hist´ oricos, y luego se las acomoda en modelos de estructuras funcionales o evolucionistas. En este tipo de estudios, los cient´ıficos sociales tambi´en tendr´an que recurrir a una variedad de teor´ıas de campos, incluso m´ as “b´ asicos”.

II De acuerdo con mi an´ alisis, uno de los problemas principales de las ciencias sociales es esta falta de reconocimiento de que muchas de las cuestiones investigadas por los cient´ıficos sociales requieren un acercamiento ecl´ectico, como el de la medicina cl´ınica o la ingenier´ıa. En este sentido m´as bien parece haberse efectuado una regresi´ on desde que las investigaciones de problemas sociales se llevaron a cabo en los Estados Unidos durante la d´ecada de 1930. Proyectos como Tendencias Sociales Recientes, publicado en 1934, como resultado de la colaboraci´ on de economistas, polit´ ologos y soci´ologos sobresalientes; o el estudio sobre discriminaci´ on racial en los Estados Unidos dirigido por Gunnar Myrdal, un economista que trabajaba con soci´ologos, no han tenido ninguna secuela despu´es de la Segunda Guerra Mundial.8 Fue quiz´ a al empezar a estudiar al soldado norteamericano y a la personalidad autoritaria,9 cuando los cient´ıficos sociales se inclinaron a tratar de combinar informes pr´acticos con contribuciones te´oricas significativas para algunas de las disciplinas de las ciencias sociales. Pero con el tiempo, empezaron a considerar que la contribuci´ on a la disciplina era m´ as importante que las conclusiones pr´acticas,10 y esto condujo a un acercamiento indisciplinado. En lugar de preguntarse d´onde pod´ıa ser encontrado el conocimiento para resolver un problema pr´ actico, los investigadores desarmaron el problema en sus varios aspectos: sociol´ogicos, 6 Ibid., p. 14. Tambi´ en George C. Homans, “The Relevance of Psychology to the Explanation of Social Phenomena”, en Borger and Cioffi, op. cit., pp. 313-344. 7 Cambios similares ocurren en las ciencias b´ asicas a prop´ osito de la medicina cl´ınica; ver Lydia Aran y Joseph Ben-David, “Socialization and Carer Patterns as Determinants of Productivity of Medical Researchers”, Journal of Health and Social Behavior, Vol. IX (marzo de 1968), pp. 3-15. 8 El Comit´ e de Investigaciones Presidenciales sobre Tendencias Sociales, en Recent Social Trends (New York y London: McGraw-Hill, 1934). Tambi´ en Gunnar Myrdal, en An American Dilemma: The Negro Problem and Modern Democracy (New York: Harper and Row, 1962).

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econ´ omicos, etc., y se contentaron con manejar s´olo los aspectos que concern´ıan a su especialidad. Debido a la concepci´ on de que las ciencias sociales ten´ıan que asemejarse a las ciencias naturales b´asicas, los investigadores vieron en este desarrollo una mejor´ıa en cuanto al status y la calidad de las ciencias sociales. Recientemente se ha efectuado un cambio de actitud hacia la ciencia, y ahora se prefiere el modelo de ciencias aplicadas m´ as que el de ciencias b´asicas. Pero este cambio de actitud no ha sido acompa˜ nado por una reconceptualizaci´ on del problema general de la investigaci´on de las ciencias sociales. Antes de que puedan organizar su investigaci´ on, los cient´ıficos sociales deber´an aplicarse a decidir si el objeto de su investigaci´ on es, por una parte, establecer reglas o principios generalmente v´alidos, o por la otra, explicar sucesos particulares con la ayuda de principios generales. Si se trata de este u ´ltimo, como yo digo que sucede muy a menudo, entonces esta clase de investigaci´ on es en su estructura l´ogica un tipo de investigaci´on de ingenier´ıa cl´ınica, indepedientemente de que sus hallazgos sean aplicados pr´acticamente o no. Esto se debe a que, por lo general, la ciencia social ha sido empleada con el prop´osito de “esclarecer”; es decir, para interpretar situaciones y objetivos sociales, m´ as que para formular estrategias detalladas para la consecusi´on de esos objetivos. Todos los intentos que ha pretendido usar la investigaci´on social de una manera t´ecnicamente precisa para el dise˜ no de una acci´ on social pr´ actica, han sido casi siempre infructuosos y de corta duraci´on.11 Una raz´on por la cual hay poco inter´es en el modelo aqu´ı propuesto, es que ´este ha sido identificado con los fracasados intentos anteriores de resolver problemas pr´acticos. Naturalmente esa no es raz´on suficiente para rechazar el modelo que siguen la ingenier´ıa y la medicina cl´ınica, puesto que, como he se˜ nalado, la aptitud del modelo no depende del uso que se haga de la investigaci´on, sino de la naturaleza del problema que es investigado. En la medida en que el problema incluya la interpretaci´on de un acontecimiento particular m´as que la regla general subyacente a muchos acontecimientos, el modelo ingeniero-cl´ınico es apropiado, independientemente de que los resultados sean empleados para modificar lo social, o como mero factor de esclarecimiento. Con todo, parece pertinente explorar hasta qu´e grado consideran hoy los cient´ıficos sociales que su funci´ on es la de esclarecer. Eso que llamamos “esclarecer”, incluye varias clases de funciones, y la que m´as se acerca a lo que com´ unmente llamamos esclarecer, consiste en el comentario de sucesos actuales hechos por eruditos comprometidos en investigaciones b´ asicas y, en todo caso, no pr´acticas. Tal comentario es period´ıstico y no pretende ser nada m´ as, pero se beneficia del hecho de que el comentarista es primero, y sobre todo, un erudito que se confina a escribir sobre problemas relacionados con su erudici´on. Esta clase de trabajo es practicado con gran ´exito por gente como Raymond Aron, Milton Friedman y Paul Samuelson. Pero el esclarecimiento no es hoy una de las funciones m´as t´ıpicas de las ciencias sociales. Los cient´ıficos sociales son m´ as com´ unmente llamados a examinar programas espec´ıficos o a conducir investigaciones cuyos resultados ser´ an utilizados en programas espec´ıficos. Incluso investigaciones no hechas con un prop´ osito pr´ actico espec´ıfico son empleadas, a menudo, para prop´ositos espec´ıficos de acci´on. En estos t´erminos, las recomendaciones del Comit´e Robbins sirvieron de base para establecer la pol´ıtica oficial en lo que respecta a la educaci´ on superior en Inglaterra;12 y algunas pol´ıticas adoptadas por los Estados Unidos para combatir la discriminaci´ on, como el emplear ni˜ nos de escuela en el Programa Inicial, han estado directamente asociadas con la investigaci´on de la ciencia social.13 Igualmente las ideas de democracia participativa, propugnadas por la Nueva Izquierda, parecen estar ligadas a las pr´acticas de din´amica de grupo iniciadas por los estudiantes de Kurt Lewin. La reciente permisividad que las cortes, las leyes y el p´ ublico general, tienen hacia los delincuentes, se basa en la noci´on de que la delincuencia es el resultado de una patolog´ıa social, de manera que tratar con el individuo delincuente no es ir a las ra´ıces del problema. Este punto de vista se deriva de la investigaci´on sociol´ogica y psiqui´atrica sobre las ra´ıces del delito. Las 9 Samuel A. Stouffer et. al., The American Soldier (Princeton: Princeton University Press, 1949), y T. W. Adorno et. al., The Authoritarian Personality (New York: Harper, 1950). 10 Los cambios en la aplicaci´ on de la investigaci´ on social son discutidos por Morris Janowitz, “Professionalization of Sociology”, American Journal of Sociology (Chicago: University of Chicago Press, julio, 1972), pp. 105-135; y por Edward Shils, “The Calling of Sociology”, y por Talcott Parsons et al., en Theories of Society: Foundations of Modern Sociological Theory (New York: Free Press, 1965), pp. 1405-1448. 11 Report of the Advisory Committee for Assessment of University Based Research Institutes for Research on Poverty, Divisi´ on of Behavioral Sciences, National Research Council, Richard R. Nelson, Chairman, “A Case Study”, en Policy and Program Research in a University Setting (Washington, D. C.: National Academy of Sciences, 1971.)

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ut´ opicas ideas que se han anexado a estos resultados de investigaci´on, est´an normalmente m´as all´a de lo que los investigadores hubieran considerado como aut´enticas aplicaciones de sus ideas. Todo lo anterior evidencia el hecho de que, aunque los cient´ıficos sociales est´an raramente a cargo de programas de acci´ on, su trabajo se ha convertido en una parte integral de la terapia social y de los dise˜ nos de modificaci´ on social (social engineering designs). Pero debido a que el papel del cient´ıfico social en la utilizaci´ on de sus hallazgos no est´ a definido claramente, tal utilizaci´on es a menudo prematura, mal encaminada e incluso ut´ opica. No existe, o es muy poca, la retroalimentaci´on que sobre experiencias pr´acticas se da a la investigaci´ on, y por tanto los investigadores s´olo raramente tienen la oportunidad de lograr mejoramientos graduales. Muy com´ unmente, algunas de las ideas o resultados obtenidos por las ciencias sociales son tomados con mucho entusiasmo por los encargados de elaborar planes de acci´on, pero con poco entendimiento de estos resultados. La consecuencia es que tales conocimientos son utilizados de una manera que no se ajusta a los hallazgos reales. Las fallas que posteriormente emergen, son achacadas a la insuficiencia de la ciencia social. Adem´ as, muchos cient´ıficos sociales-dentro y fuera de la estructura acad´emica-est´an comprometidos con investigaciones vinculadas directamente a programas de acci´on, y ´estas constituyen su preocupaci´on principal, m´ as que el subproducto de sus doctas investigaciones. Como resultado, la correspondencia y la calidad de sus contribuciones pr´ acticas cesan de estar garantizados por la calidad de su trabajo como erudito y deber´ an ser juzgadas por un criterio intr´ınseco al prop´osito de su trabajo; prop´osito tan precisamente pr´actico, en muchos casos, como los efectuados en trabajos cl´ınicos o de ingenier´ıa. As´ı pues, la adopci´on por parte de las ciencias sociales, de un modelo como el empleado en la medicina cl´ınica y en la ingenier´ıa, es requerida no s´ olo porque es un modelo apropiado para la investigaci´on de las ciencias sociales en general, sino tambi´en porque en la pr´ actica, la investigaci´ on de las ciencias sociales se dedica frecuentemente a buscar metas orientadas hacia la acci´ on, tal como lo hacen la medicina cl´ınica y la ingenier´ıa. Tales circunstancias le dan una urgencia particular a este asunto; a menos que podamos crear las condiciones para controlar, probar y continuar efectivamente las situaciones en las que los descubrimientos de la investigaci´ on de las ciencias sociales sean aplicados a prop´ositos pr´acticos, la investigaci´on de las ciencias sociales ser´ a mal empleada o explotada -deliberadamente o con buena fe- por elaboradores de planes de acci´ on, periodistas, grupos pol´ıticos y todos aquellos que se interesan en las novedades sociales. Incluso los mismos cient´ıficos sociales podr´ıan corromperse y volverse empresarios de novedades sociales, o charlatanes y propagandistas de utop´ıas pol´ıticas. Consecuentemente, el asunto no es pensar si el modelo de medicina cl´ınica o ingenier´ıa debe ser adoptado o no, sino c´omo puede ser adoptado m´as efectivamente.

III Como lo he mencionado, uno de los primeros requerimientos de este tipo de investigaci´on es que deber´a estar abierto a diferentes teor´ıas y acercamientos disciplinarios. Pero contrariamente a la suposici´on general, este prop´ osito no puede ser ampliado efectivamente por la organizaci´on de equipos interdisciplinarios.14 Cuando un trabajo se basa en una visi´ on amplia m´as bien que estrecha de explicaciones posibles, es importante que la gente comprometida en ello tenga un trasfondo lo suficientemente amplio. Ya despu´es, si se considera u ´til, pueden comunicarse y cooperar con especialistas de otros campos y quiz´a llegar a compartir con ellos un inter´es intelectual vital en la soluci´ on de un problema dado. Hoy, sin embargo, las universidades no capacitan a tales tipos de cient´ıficos sociales. La soluci´on de este programa yace en la transformaci´on de los curricula 12 Reporte del Comit´ e sobre Educaci´ on Superior designado por el Primer Ministro, 1961-1963 y dirigido por Lord Robbins, en Higher Education (London: H. M Stationery Office, 1963). 13 Para lo concerniente a problemas de integraci´ on escolar, ver Equality of Educational Opportunity, por James S. Coleman, Ernest Q. Campbell y Carol J. Hobson, U.S. National Center for Educational Statistics (Washington, D. C.: Government Printing Office, 1966). El criterio que pone el ´ enfasis sobre la educaci´ on de la primera infancia se basa en un gran n´ umero de estudios que resaltan la importancia de la experiencia de la primera infancia en un desarrollo posterior; ver “Socialization”, “The Hand book of Social Psychology, por Edwar Zigler and Irving L. Child, editada por Gardner Lindzey y Elliot Aronson, segunda edici´ on, Vol. III (Reading, Mass.: Addison Wesley, 1969), pp. 450-589.

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y los m´etodos de entrenamiento de cient´ıficos sociales, una exposici´on de lo cual requerir´ıa un estudio por separado. Una cierta cantidad de este trabajo puede lograrse por medios organizativos. Primeramente los esfuerzos y los recursos deber´ıan redistribuirse para que los cient´ıficos sociales comprometidos en explicar una situaci´ on (pasada o presente; con un prop´ osito pr´ actico o puramente cognocitivo) o en proyectar un programa tendiente a resolver un problema social, puedan emplear cada vez m´as tiempo en diagnosis y dise˜ no, y cada vez menos en antecedentes o investigaci´ on preliminar. Actualmente emplean casi todo su tiempo en esto u ´ltimo. Por ejemplo, un sistema escolar local podr´ıa interesarse en reclutar un investigador para que estudiara el problema de la deserci´ on escolar. La selecci´on obvia de procedimiento ser´ıa ver cu´al de las causas conocidas de deserci´ on est´ a presente en la situaci´ on, y luego intentar los remedios que, en el pasado, hayan dado resultado en casos similares. Sin embargo, en ausencia de informaci´on en la que se pueda confiar, incluso sobre causas “conocidas”, para no hablar de remedios factibles, el investigador puede, o bien emprender una encuesta local basada en las variables que pueda encontrar en la literatura especializada, y de este modo tratar´ a de identificar las causas por medio de an´alisis multivariados, o bien dise˜ nar un programa experimental. Ninguno de estos procedimientos promete ser de gran utilidad pr´actica, puesto que lo que puede aprenderse de cualquier experimento o estudio efectuado en peque˜ na escala y una sola vez, es de un valor pr´ actico limitado. Tampoco es probable que tal investigaci´on arroje datos te´oricos significativos, puesto que los cambios son tan peque˜ nos que tales estudios cuasi-pr´acticos estar´an dise˜ nados con el fin de llenar una importante laguna del conocimiento. Generalmente s´olo confirmar´an lo que ya era m´as o menos sabido y har´ an recomendaciones que podr´ıan haber sido hechas antes. Todo esto contrasta agudamente con el trabajo de un cl´ınico que diagnostica una enfermedad o de un ingeniero que dise˜ na una m´ aquina. Ambos efect´ uan un trabajo que es mucho m´as preciso, m´as cuidadosamente sometido a pruebas y m´ as innovador que la mayor parte de la investigaci´on social aplicada; no obstante, para ello no es necesario emprender la investigaci´ on primaria o de trasfondo que debe realizar el cient´ıfico social. Si un m´edico cl´ınico o un ingeniero estuvieran obligados a examinar el estado apropiado de su arte por s´ı mismos, y se esperara que comprobaran hip´ otesis b´ asicas, su trabajo no ser´ıa nada pr´actico, m´as bien extraordinariamente caro y lento. Adem´ as, el n´ umero de doctores o ingenieros capaces y calificados para hacer este tipo de trabajo es extremadamente limitado. Pese a todo, esta clase de trabajo es precisamente lo que los cient´ıficos de las ciencias sociales aplicadas est´ an tratando de hacer. Un primer paso para remediar esta situaci´on ser´ıa el crear y mantener un sistema de informaci´on de almacenaje y recuperaci´ on de datos, que hiciera posible una gradual reducci´on de investigaci´on primaria y antecedentes. Adem´ as de bibliotecas de primer orden, tal sistema tendr´ıa que incluir archivos de investigaciones sociales anteriores, varias series de estad´ısticas sociales, y manuales que contuvieran una gu´ıa de los mencionados archivos y series estad´ısticas, m´as una compilaci´on fidedigna de los datos m´as frecuentemente empleados en diferentes campos de investigaci´on social. Los cient´ıficos sociales tienen que establecer archivos de informaci´on sobre investigaciones sociales. En la mayor´ıa de los otros campos existen revistas-compendio, y en la investigaci´on educativa hay dep´ositos de datos. Pero los datos valiosos usados en investigaciones anteriores son a menudo destruidos o dif´ıciles de obtener, porque no hay archivos que separen, mantengan y hagan circular estos materiales. En lo referente a estad´ısticas sociales, ´estas s´olo existen en donde sirven a las necesidades administrativas de los gobiernos o de otras agencias p´ ublicas o privadas. El investigador social encuentra que la utilidad de tales estad´ısticas es limitada debido a que las agencias que las mantienen hacen cambios frecuentes en las definiciones de categor´ıas y a que las determinaciones y pr´acticas administrativas no toman en cuenta las necesidades del investigador.15 Por fortuna hay ahora en Estados Unidos un principio importante hacia la correcci´ on de esta situaci´ on, que se basa en el establecimiento de “indicadores sociales”.16 14 Nelson,

op. cit. de la Comisi´ on Presidencial sobre Estad´ısticas Federales, Vol. 1 (Washington, D. C.: U.S. Government Printing Office, 1971), pp 102-116. 16 Eleanor B. Sheldon and Wilbert E. Moore, Indicators of Social Change: Concepts and Measurements (New York: Russell Sage Foundation, 1968). 15 Informe

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Aunque en cualquier proyecto general siempre habr´a indicadores que queden fuera, la informaci´on sobre ´estos podr´ıa gradualmente ser mejorada por medio de la existencia de archivos de datos. Pero ambas cosas, archivos y estad´ısticas sociales, tendr´ıan un uso limitado de no existir manuales basados en ellos e informaci´ on adicional. Es dif´ıcil imaginar a un m´edico que no cuenta con una colecci´on de manuales sobre medicina y otra sobre diferentes categor´ıas de enfermedades; o a un ingeniero trabajando en su campo sin gu´ıas similares. Tambi´en en humanidades ser´ıa poco el trabajo filos´ofico que se lograr´ıa, de no contar con diccionarios especializados, manuales y otros apoyos semejantes.17 S´olo la ciencia social se encuentra virtualmente sin manuales.18 Adem´ as de que el mantenimiento de archivos y estad´ısticas, y la edici´ on y puesta al d´ıa de manuales, son tareas dif´ıciles e ingratas y no son la clase de trabajo que entusiasma, existe entre los cient´ıficos sociales un prejuicio en contra de la colecci´on de datos a larga escala y que no est´ an destinados a un uso espec´ıfico inmediato, adem´as de la sospecha general de que los grandes proyectos cient´ıficos involucran un gran n´ umero de personal auxiliar, que casi siempre se desperdicia. El prejuicio contra la colecci´ on de datos para prop´ositos generales m´as que espec´ıficos, se basa en la experiencia anterior de enormes encuestas dise˜ nadas pobremente, que produjeron material que nadie us´ o. Tal objeci´ on est´ a perfectamente justificada, pero lo que yo sugiero nada tiene que ver con esto, y m´as bien lo que propongo es que se mantengan registros de los descubrimientos de investigaciones pasadas que hayan tenido ´exito, que se hagan circular, y que la colecci´on y publicaci´on de datos generalmente u ´tiles a los investigadores, sea establecida de manera continua. Las tentativas anteriores de colecci´on de muchos datos diferentes recolectados de una sola vez, han sido efectuadas sin ninguna direcci´on. Contrariamente, lo que yo sugiero es que dediquemos mucho m´ as recursos para crear un sistema por medio del cual los resultados de una investigaci´ on bien concebida, y la colecci´ on de datos, puedan ser continuamente retroalimentados a investigaciones posteriores. Mis propuestas nada tienen en com´ un con ciertos enormes y derrochadores proyectos de investigaci´ on que son intelectualmente est´eriles. No estoy apoyando una organizaci´on de la investigaci´ on a gran escala, sino una divisi´ on a gran escala del trabajo de investigaci´on. De hecho, la situaci´on actual fortalece el crecimiento de la gran ciencia, puesto que una creciente variedad de investigaci´on social emp´ırica s´ olo es posible si el investigador cuenta con un equipo u organizaci´on grande. Si cont´aramos con una mejor recuperaci´ on de datos, y sobre todo, con buenos manuales, una buena parte de esta investigaci´on podr´ıa ser efectuada por aquellos investigadores que trabajan solos -que son todav´ıa numerosos y significativos en las ciencias sociales-, pero que se encuentran t´ecnicamente en creciente desventaja en relaci´on a aquellos que trabajan dentro de organizaciones de investigaci´on. Mis sugerencias servir´ıan mucho para evitar la tan lamentada p´erdida de logros pasados y prevendr´ıan nuevos principios innecesarios en la ciencia social, pero no resolver´ıan totalmente el programa de discontinuidad en el empleo de la investigaci´ on social. Como indicaba m´as arriba, actualmente la ciencia social es usada de manera err´ atica, impredecible y, a veces, ileg´ıtima, y no existe ning´ un mecanismo de retroalimentaci´on para evaluar logros y fracasos en la aplicaci´ on de la investigaci´on de la ciencia social. Los manuales podr´ıan mejorar un poco la situaci´ on haciendo accesible una buena parte de las investigaciones pasadas, pero no pueden asegurar una utilizaci´ on m´ as responsable de la ciencia social o m´as evaluaci´on sistem´atica de su pr´actica. A este respecto los cambios s´ olo pueden provenir de los mismos cient´ıficos sociales. Es dif´ıcil esperar que quienes aprovechan las ciencias sociales, sin saber bien a bien lo que ´estas son, hagan algo m´as que explotarlas de acuerdo a su conveniencia. Es responsabilidad de los cient´ıficos sociales tomarse m´as seriamente como profesionales y demandar una participaci´ on, primero para conceptualizar el problema, y luego para proyectar la soluci´ on para la cual fue buscada su ayuda, y finalmente, formular programas basados en sus hallazgos. Sobre todo, deber´ an insistir en participar en la implantaci´on y evaluaci´on de su trabajo.19

17 Agradezco

al Profesor Eric Weil por recordarme este u ´ltimo punto. excepci´ on de los manuales estad´ısticos que contienen informaci´ on demogr´ afica, educativa y econ´ omica y que son publicados por los varios organismos de la ONU y la OECD. 19 Algo similar ha sido sugerido por Kathleen Archibald en “Alternative Orientations to Social Science Utilization”, Social Science Information, Vol. IX, No. 9 (abril de 1970), pp. 7-34. 18 Con

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Actualmente, con muy pocas excepciones, los cient´ıficos sociales no est´an inclinados a definir su papel pr´ actico de una manera tan consistentemente profesional, pues no est´an seguros de si sus contribuciones pueden ser espec´ıficas y lo suficientemente pr´ acticas para que ellos puedan adoptar tal papel. Si las herramientas de su oficio fueran enriquecidas de la forma que he recomendado, los cient´ıficos sociales estar´ıan m´as cerca de adquirir una mayor confianza profesional.

IV Otro prerrequisito para el desarrollo de una mayor confianza profesional entre los cient´ıficos sociales dedicados a la aplicaci´ on -y en realidad incluso para los que no se dedican a esto-, es el mejoramiento de las teor´ıas de las ciencias sociales. Las teor´ıas cient´ıficas que describen y explican regularidades en sucesos observados emp´ıricamente, son tan necesarios para el practicante profesional como las t´ecnicas y los apoyos t´ecnicos.20 Adem´ as las teor´ıas adecuadas pueden suministrar el armaz´on necesario para cribar y ordenar la informaci´ on en archivos o manuales, y para dise˜ nar series estad´ısticas que reflejen tendencias significativas y no triviales. En vista de esta necesidad de teor´ıas, la tendencia actual de demandar que toda la investigaci´on de las ciencias sociales sea “apropiada” a la soluci´on de algunos problemas b´asicos resulta contraproducente. Sin un gran mejoramiento en las ciencias sociales b´asicas, la investigaci´on de la ciencia social podr´a involucrarse en problemas pr´ acticos, pero s´ olo raramente producir´a resultados apropiados. Algunas partes de la investigaci´ on de la ciencia social b´asica est´an quiz´a apoyadas y organizadas apropiadamente, en especial aquellas que tienen m´etodos estad´ısticos y modelos matem´aticos (aunque estos campos no son adecuadamente empleados debido a que son ense˜ nados pobremente). Pero estos aspectos formales de la ciencia social pueden contribuir muy poco al campo general, al no contar con investigaciones comparativas sistem´ aticas. Esto se debe a que existen tan pocas posibilidades de experimentaci´on social, que la investigaci´ on comparativa es casi siempre la u ´nica manera de comprobar la validez de una generalizaci´on. Asimismo, este es el u ´nico modo de obtener la riqueza y variedad de observaciones que hacen del teorizar interesante y provechoso. En cuanto al apoyo y la organizaci´ on de estudios comparativos, existe en realidad un retroceso desde la d´ecada de los cincuenta. Tengo informes de primera mano de lo que ha sucedido en sociolog´ıa, y mi impresi´on es que el desarrollo obtenido es similar al que ha tomado lugar en otras ciencias sociales. Los estudios comparativos s´ olo pueden avanzar cuando investigadores con intereses genuinamente comunes pueden coordinar la investigaci´ on en pa´ıses diferentes. En la d´ecada de los cincuenta, cuando, por primera vez en su historia, las ciencias sociales se volvieron genuinamente internacionales, y la Asociaci´on Internacional de Sociolog´ıa, entre otros, empez´ oa trabajar seriamente, se form´ o un cierto n´ umero de grupos de personas que compart´ıan el inter´es en estudios comparativos. Su trabajo recibi´ o de la UNESCO y de otras fundaciones, un apoyo peque˜ no pero efectivo. Los fondos de la UNESCO eran reducidos, pero constantemente disponibles y eran asignados m´as bien de manera informal por la ISA (International Sociological Association), dirigida en ese entonces por un peque˜ no grupo de soci´ ologos, la mayor´ıa de los cuales eran reconocidos como miembros sobresalientes de la profesi´on y cuyo criterio para asignar fondos a un comit´e de investigaci´on, era que tal comit´e estuviera integrado por un grupo internacional del cual pudiera esperarse que produjera buenas investigaciones. Los Comit´es eran manejados de una manera informal y suministraban un lugar donde los integrantes pod´ıan reunirse regularmente para intercambiar ideas y discutir informalmente los proyectos organizados. Tales comit´es fueron generalmente productivos, especialmente en lo que se refiere a estudios de movilidad social, sociolog´ıa pol´ıtica y sociolog´ıa de la familia.21 20 Deber´ ıa

ser evidente que cuando digo teor´ıas, quiero significar un conjunto de hip´ otesis sobre sucesos observados, y no puntos de vista dogm´ aticos que frecuentemente pasan como teor´ıas en las ciencias sociales. 21 Ver Tendencias en los reportes de Current Sociology (Par´ ıs: UNESCO), como el de Dopeuz “Electoral Behavior”, 1954-1955; Bendix and Lipset, “Political Sociology”, 1956; R. Hill, “Sociology of Marriage and Family Behavior”, 1945-1958; Sprinivas, Daule, Skahani, Beteille, “Caste”, 1959; Miller, “Comparative Social Mobility”, 1960; and R. Hill, “Sociology of Family”, 1963-1964.

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Ultimamente, sin embargo, estos comit´es han cambiado su car´acter. La ISA se ha vuelto un cuerpo profesional representativo, y los comit´es han sido expandidos y democratizados, lo cual ha dado como resultado el que hayan dejado de ser grupos de trabajo de investigadores activos, y se hayan convertido en cuerpos que representan especialidades profesionales. Como consecuencia, ya no existe ninguna armaz´on que permita la coordinaci´ on informal de programas de investigaci´on como la que exist´ıa durante la d´ecada de los cincuenta y los primeros a˜ nos de la de los sesenta. La desaparici´on de esta armaz´on, combinada con la nueva tendencia a hacer presi´ on sobre los cient´ıficos sociales y sobre otros cient´ıficos para que efect´ uen investigaciones adecuadas a lo social, le ha restado fuerzas muy considerables a la investigaci´on comparativa. Como la pol´ıtica social pr´ actica se hace a nivel nacional, la presi´ on hacia estudios socialmente pertinentes implica, normalmente, una devaluaci´ on del trabajo comparativo. Como resultado de estas tendencias, se ha desarrollado un nuevo parroquialismo en la investigaci´ on social, y el apoyo para el tipo de investigaci´on social que muy probablemente mejorar´ıa la teor´ıa social, ha virtualmente desaparecido. Esta tendencia deber´ıa ser (y probablemente lo ser´ a) invertida por medio de apoyos relativamente modestos para la investigaci´on comparativa.

V El argumento de este escrito es que los cient´ıficos sociales le han hecho un dis-servicio a su propio trabajo al tratar de moldearlo de acuerdo al modelo de la ciencia natural b´asica. Pero no por eso debe pensarse que estoy de acuerdo con algunas tendencias actuales que niegan la pertinencia de la l´ogica cient´ıfica para las ciencias sociales, o algunas otras que dudan sobre la validez misma de la l´ogica cient´ıfica. Sin embargo, aunque la l´ ogica de la ciencia es generalmente v´alida, su aplicaci´on apropiada difiere seg´ un sea la naturaleza del problema que se investiga. Mis recomendaciones principales son que los cient´ıficos sociales deber´ıan organizar su trabajo de acuerdo a modelos que convengan a sus propios prop´ositos, en lugar de distorsionar su trabajo para que ´este est´e de acuerdo con los requerimientos de alg´ un modelo ideal (o idealizado). He demostrado que los modelos que convienen a la ciencia social son la medicina cl´ınica, la ingenier´ıa, la geolog´ıa y la gen´etica, m´as que el de la f´ısica. Emplear estos modelos para la organizaci´on de la investigaci´on implica que los cient´ıficos sociales trabajen mucho m´ as seriamente en la construcci´on de una infraestructura de ayudas t´ecnicas para su trabajo, en lugar de intentar empezar desde el principio en todos los casos. Para ello tendr´ıan que aprender a concentrarse en los aspectos m´ as estrechamente definidos de un problema confiando en los resultados obtenidos por otros para integrar as´ı una visi´ on m´ as completa. Lo que implica para el cient´ıfico social la asunci´on de su papel es que en aquellos casos donde ´el act´ ua realmente como un cl´ınico social o un ingeniero, tendr´a que afrontar esta actitud mucho m´as conscientemente de lo que, hasta la fecha, lo ha hecho. El incremento de empleos profesionales (de base o por contrato) para los cient´ıficos sociales, ha hecho dif´ıcil mantener la actitud de que el cient´ıfico social est´a comprometido s´ olo con la concepci´ on de ideas y no con el problema de llevarlas a la pr´actica. As´ı, esta falta de compromiso con las aplicaciones pr´ acticas de su investigaci´ on no s´olo expone al cient´ıfico social a ser juzgado por errores de otros, sino que tambi´en le impide beneficiarse de aprender de sus propios errores. Aqu´ı debo enfatizar otra vez que mi recomendaci´ on no tiene nada en com´ un con el clamor que pide una ciencia social pol´ıticamente comprometida. Lo que sugiero es que los cient´ıficos sociales deber´ıan involucrarse en el examen objetivo de sus ideas, como requisito de su propia moralidad profesional, y no que sometan su trabajo a las demandas de una moralidad externa, como la impuesta por una perspectiva pol´ıtica. Finalmente, mi parecer sobre la investigaci´on de las ciencias sociales implica que una buena parte de la distinci´ on entre la ciencia b´ asica y la ciencia aplicada a prop´ositos pr´acticos, no es adecuada en las ciencias sociales. La distancia entre ambos tipos de trabajo es mucho m´as peque˜ na en las ciencias sociales que en las naturales, de modo que cualquier intento por separarlas con rigor ser´ıa completamente artificial. Metodol´ ogicamente, el trabajo aplicado a la soluci´on de un problema actual y el aplicado a la soluci´ on de uno hist´ orico, tienen mucho en com´ un. Pero actualmente toda la ciencia social est´a tan necesitada de un mejor conocimiento te´ orico, que cualquier tendencia que descuide estudios b´asicos, incluso temporalmente, y que no se concentre en la soluci´ on de problemas pr´acticos, s´olo puede causarle a las ciencias sociales una 9

regresi´ on en la que florecer´ıan los prejuicios parroquiales (nacionales e ideol´ogicos). El u ´nico modo de evitar el parroquialismo y nuestra u ´nica esperanza de construir teor´ıas interesantes y substancialmente importantes, es fomentar el crecimiento de una adecuada investigaci´on comparativa.

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