CRÍTICA DE LIBROS

Bilbao se volvió hacia la filosofía, la tradición

puso de manifiesto los problemas y limitaciones

común que ha proporcionado el acervo concep-

de ese discurso y de quienes lo encarnan, para

tual a las ciencias sociales surgidas en el siglo

bien o para mal. Producto de ese trabajo, dos li-

XIX.

De la mano del filósofo Juan Blanco trabajó

bros me parecen especialmente relevantes,

durante años con estos autores. Pero no sólo

Obreros y Ciudadanos y El accidente de traba-

los que aparecen en el libro. Fundamentalmen-

jo, entre lo negativo y lo irreformable.

te se trata del pensamiento griego, y en particular de Aristóteles, un pensamiento en el que el

Pues bien, Individuo y orden social, escrito y

hombre «sociable por naturaleza» sirve de es-

reescrito a lo largo de muchos años, es un in-

pejo en el que se proyecta como diferencia el

tento de arrojar alguna luz sobre problemas

hombre asocial.

que la investigación empírica plantea y que no puede resolver circunscrita en sus propios pa-

Por otro lado, he de decir que, supongo que al

rámetros.

igual que le ha de suceder a cualquiera que se enfrente con este libro, hay partes que a mí me

Esther PASCUAL LÓPEZ

parecen más acabadas o sugerentes que otras. En concreto, estoy pensando en el tratamiento de Weber, un abordaje que Andrés Bilbao realizó en permanente diálogo con su amigo Roberto González León, quien escribió un maravilloso texto sobre la ascesis en la obra de Max Weber. Y también es necesario decir algo al margen de

Cas Wouters Informalization: Manners & Emotions since 1890 (Sage Publications, 2007)

este libro póstumo, sobre todo para quienes Individuo y orden social suponga el primer acercamiento a la obra de Andrés Bilbao. Dicha

Hágase la prueba. Preguntemos a cualquiera

obra, dispersa en artículos y libros escritos a lo

de los que nos rodean por su forma de com-

largo de muchos años, no es fundamentalmen-

portarse; el porqué del saludo, la compostura

te la de alguien especialista en la teoría socioló-

en la mesa, la vestimenta adecuada o las re-

gica, como este libro induciría a pensar. Andrés

glas de conversación. Las respuestas darán

fue un investigador de lo social, y en particular

cabida a distintos argumentos: se hablará de lo

de cuestiones de sociología económica, que in-

que es o no natural, higiénico y funcional; de lo

tentó siempre apresar y codificar lo que apare-

que es puro sentido común o de lo que es

ce bajo los conceptos de mercado de trabajo,

como es al amparar los siglos tal o cual cos-

clase obrera, economía sumergida, yacimientos

tumbre. Sin embargo, la inmediatez de estos

de empleo, etc. Confrontándose con las explica-

motivos apenas servirá para percibir dimensio-

ciones de las teorías económicas, la «gramáti-

nes menos visibles: el condicionamiento social

ca en la que escribe la sociedad moderna»

del comportamiento, su papel en la pugna por 255

CRÍTICA DE LIBROS

el prestigio y la distinción o los habituales jui-

comentarios y se recrea en el análisis porme-

cios de valor que suscita. Tampoco se referirán

norizado del beso social, la familiaridad en el

a su profundidad última, aquella que en nuestra

lenguaje, el uso de los nombres propios, la ex-

cultura contrapone la conducta civilizada —que

presión de la intimidad, las referencias a las

capacita al individuo para la vida social— al

necesidades corporales o la utilización de los

bárbaro desgobierno de la persona. Nuestra

pronombres personales en el tratamiento. Todo

prueba inicial se queda corta y, para remediarlo,

esto sin dejar de lado las comparaciones que

Cas Wouters echa mano de la sociología.

para cada cuestión realiza entre Estados Uni-

A riesgo de equivocarme, sospecho que el au-

dos, Holanda, Alemania y Reino Unido. Así

tor no sea muy conocido por estos pagos. No

pues, quien quiera detalles no se verá defrau-

obstante, es miembro destacado de esa «fami-

dado. Mas no reside ahí el valor de la obra, o

lia figuracional» que le fue creciendo a Norbert

no sólo ahí. Interesa, ante todo, manejar el de-

Elias con El proceso de la civilización. No ha

talle; tomar los innumerables ejemplos que

optado por la síntesis, sino por la ampliación y

ofrece el autor para integrarlos en un esquema

corrección de las aportaciones de su maestro

explicativo que, a la par que general, resulte

persiguiendo un concepto al que ha dedicado

ambicioso. En definitiva, poner algo de nuevo

gran parte de su vida. Informalización se llama.

en la teoría del proceso de la civilización.

Centrarse en este concepto es centrarse en el plan del libro.

Las alarmas saltaron en los sesenta: todo un abanico de conductas y emociones antes cen-

La noción de informalización alude a una ges-

suradas o dudosas se abrían hueco en lo coti-

tión reflexiva e individualizada de la conducta y

diano frente a restricciones sociales, legales y

las emociones; una modalidad de autocontrol

morales. Nuevos peinados y vestidos, nuevos

que atiende a escenarios y audiencias y no

ritmos, un nuevo lenguaje, nuevas expresiones

preconiza la represión impulsiva, sino la admi-

del sexo… Y con las novedades llegaban las

nistración selectiva del comportamiento y los

críticas a las convenciones sociales por rígi-

afectos. De acuerdo con Wouters, la tendencia

das, artificiales, hipócritas y carentes de since-

informalizadora es dominante a lo largo del si-

ridad. Enfrente se alzaban voces denunciando

glo

Para demostrarlo recurre al material

el intolerable clima de laxitud y permisividad

empírico que proporcionan manuales de urba-

sociales. Aquellas alarmas, con todo, no sona-

nidad y buenas maneras estadounidenses, ale-

ban únicamente para los valedores de la moral.

manes, holandeses y británicos. Partiendo de

También lo hacían para el proceso de la civili-

estas publicaciones, recorre los cambios que

zación y sus estudiosos. Sucedía que si tal pro-

experimentan las prescripciones sobre el com-

ceso caminaba en sentido de un autocontrol

portamiento desde 1890 hasta hoy; cambios

creciente, lo cierto es que la desinhibición con-

que apuntan al afianzamiento de la informaliza-

ductual y afectiva del momento no parecía con-

ción. Aquí, Wouters recuerda más que nunca a

firmar el inevitable avance de lo autocontrola-

Elias. Extrae de los manuales continuos ejem-

do. ¿Y si el proceso se hubiese detenido?

plos, desciende al nivel de lo mínimo en sus

¿Acaso había cambiado de dirección? Ni de-

256

XX .

CRÍTICA DE LIBROS

tección ni cambio apunta Wouters. Momentos

der en sentido democratizador; c) el crecimien-

similares se habían vivido durante la Belle

to de las redes de interdependencia a raíz de

Époque o los felices años veinte. Ocurría que

la urbanización, industrialización y terciari-

el autocontrol adoptaba una pose distinta para

zación, y d) la provisión material junto a la se-

presentarse como «descontrol autocontrola-

guridad institucional procuradas por el Estado

do». Más y más alternativas de conducta y ex-

de Bienestar, son las grandes variables estruc-

presión emocional irrumpían en escena sin

turales que corren parejas a la informalización

que ello implicase abandonarse crudamente a

del comportamiento individual. Más individuos

los impulsos. La informalización es precisa-

en condiciones de dependencia recíproca se

mente eso, administración individual y escogi-

ven obligados a ajustar su conducta en interac-

da de comportamientos y afectos. La gestión

ciones y entornos diversos, aumentando así la

reflexiva de la acción arrincona los dictados de

exigencia de flexibilidad. No hemos dejado de

la conciencia autoritaria como medio para go-

autocontrolarnos; antes bien, esos controles se

bernar la conducta; el inflexible Super-Ego en-

han sofisticado individualmente.

trega el bastón de mando a un Ego moldeable y maleable. Lo que Elias describe desde el Re-

Asumiendo la injusticia que para el desarrollo

es, esencialmen-

argumental del autor supone la brevedad de

te, un proceso de formalización en el cual la

esta reseña, queda consignado hasta aquí el

actuación del individuo queda paulatinamente

contenido fundamental del libro. Se nos mues-

sometida a constricciones que mudan desde la

tra cómo se ha perfilado la personalidad con-

coacción física a la vergüenza social. No des-

temporánea ofertando una respuesta sociológi-

carta Wouters que en tan largo recorrido se ha-

ca a por qué somos hoy como somos. Otros

yan producido repuntes informalizadores y, si

muchos analistas se han ocupado de ello osci-

ha sido así, desde luego que sucumbieron ante

lando entre una suerte de añoranza pesimista

el peso de lo formalizador. Desde esta pers-

(Sennett, Lasch), el descreimiento escéptico

pectiva, el proceso de la civilización es progre-

(Lipovetsky) y la reivindicación comunitaria

siva formalización. Pero el autor viene a decir

frente al desvarío individualista (Bellah). Wou-

nacimiento hasta el siglo

XIX

es civilización informalizada,

ters no ocupa ninguna de estas posiciones; ni

esto es, debilitamiento del autocontrol tradicio-

la nostalgia, ni el escepticismo, ni la indigna-

nal y ascenso del autocontrol reflexivo. Su aná-

ción afectan a su análisis; no hay compromiso,

lisis de los manuales lo confirma y, dando un

sino distanciamiento. Su voluntad de asepsia lo

paso adelante, conecta la informalización con

aleja tanto del agorero que ve en las conductas

cambios en la estructura de las sociedades.

actuales síntomas inconfundibles de declive

Además de atender a lo «micro», hay que ocu-

moral como del ingenuo que lo fía todo al irre-

parse de lo «macro». Wouters entiende que:

sistible progreso de la libertad. Lo que hay son

a) la integración de grupos periféricos (clases

límites sociales, los propios de sociedades

bajas, mujeres, jóvenes, minorías étnicas, ho-

complejas, e individuos en situación de depen-

mosexuales, lesbianas…); b) la reducción de la

dencia mutua. Y un proceso de informalización

distancia social y los nuevos balances de po-

detectable en sus líneas maestras y compati-

que el siglo

XX

257

CRÍTICA DE LIBROS

ble con ciertas variantes nacionales. Sobre

de Bienestar y su relación con la conducta indi-

esas variantes nacionales, el autor nos surte

vidual—, nada añade a lo esencial. Este asunto

de abundantes claves. Los habitus —en senti-

de las generalizaciones se aviene con un tipo

do eliasiano— de comportamiento y emociona-

de crítica que suele materializarse en un cargo

lidad en cada uno de los países analizados

recurrente contra el autor: ausencia de concre-

ilustran la naturaleza cambiante y dinámica de

ción o simplificación de procesos sociales com-

lo que otros insisten en ver como caracteres

plejos. De hecho, tal cargo ya figura en alguna

nacionales sustancialmente invariables. El

de las primeras reseñas que ha merecido el li-

autor es minucioso y exhaustivo en la descrip-

bro, no siendo extraño que provengan del cam-

ción y seguimiento de su evolución. Funciona

po de la historia, anegada hoy por monografías,

aquí con la lógica de la precisión, examinando

estudios de caso y sobreatención por lo particu-

con lupa manuales y manuales, cotejando edi-

lar (véase, por ejemplo, Peter N. Stearns, «In-

ciones, al uso, si se quiere, del historiador que

formalization and Contemporary Manners: The

bucea en las fuentes a la caza del pormenor.

Wouters Studies», Theory & Society, 36, 2007:

Reuniendo evidencias y acumulando casos, la

373-379). Si el objetivo de Wouters era, y lo es,

generalización final que se realiza en base a

trazar un recorrido por las principales transfor-

las pruebas resulta consistente: sí, efectiva-

maciones habidas en el comportamiento desde

mente, la informalización es un hecho.

finales del siglo

XIX

hasta la actualidad, puede

darse por cumplido. Y si se conectan esas Es, por contra, la conexión con las tendencias

transformaciones con los cambios de las gran-

«macro» la que podría plantear mayores pro-

des estructuras es viable hacerlo manejando

blemas. O la propia ilustración de esas tenden-

conceptos que, sin remedio, generalizan, aun-

cias. Es evidente que la sociología se siente có-

que posean la virtud de sintetizar para solventar

moda con las generalizaciones. Wouters da

un problema: lidiar con una realidad social que,

prueba de ello al referirse, en el marco de las

si se quiere, puede ser tan fragmentaria, única

sociedades occidentales, al incremento de la in-

y atomizada como el analista desee. En cual-

terdependencia, la reducción de las desigualda-

quier caso, es adentrarse en terreno pantanoso

des grupales o los crecientes niveles de inte-

y no es éste el momento ni el lugar para hacer-

gración social. Este tipo de asertos son habitua-

lo. Más útil resulta calibrar las implicaciones

les entre los sociólogos y forman parte del

teóricas de la obra. Aunque Elias ya había

acervo de la disciplina. Sin los mismos no ima-

hablado de informalización en The Germans

ginamos a Durkheim explicando el paso de la

(1996), es Wouters quien desarrolla el concepto

solidaridad mecánica a la solidaridad orgánica;

sumándolo al de descivilización como nociones

a Weber construyendo su tipo ideal de burocra-

prioritarias dentro de las actuales investigacio-

cia, o a Tönnies confrontando «comunidad» y

nes de inspiración figuracional. El autor ha perfi-

«asociación». En realidad, Wouters da por bue-

lado el contorno y el contenido del autocontrol

nas las variables estructurales que en su día

informalizado. Por un lado, esto brinda la posibi-

definió Elias para el proceso de la civilización y,

lidad de que podamos contemplar el proceso ci-

salvo alguna novedad —la cobertura del Estado

vilizatorio como alternancia o coexistencia de

258

CRÍTICA DE LIBROS

dinámicas formalizadoras e informalizadoras; al

logía histórica que es también un referente

cabo, un enriquecimiento de la matriz eliasiana.

más que notable a la hora de acercarse al es-

Por otro, habrá que desarrollar algunas cuestio-

tudio de las maneras y las emociones. Volvien-

nes que quedan pendientes.

do al principio, la pregunta que se formulaba tiene con este libro una mejor respuesta. Como

¿A todo proceso informalizador le antecede

puede verse, ni autocontrol ni descontrol extre-

otro de signo formalizador? El autor sostiene

mos. La informalización atiende a otras razo-

que así debe ser si queremos seguir hablando

nes y Wouters ha dado razonablemente con

de civilización. En el supuesto de no haber una

muchas de ellas.

situación previa de formalización, lo informalizado devendría en consagración de «la ley del

Fernando AMPUDIA DE HARO

más fuerte» como principio regulador de la conducta en sociedad. Y esto entronca con la siguiente cuestión: ¿qué papel juega la violencia en relación a la informalización? No hay que olvidar que las grandes enmiendas a la teoría del proceso civilizatorio provienen de contemplar las manifestaciones de violencia que marcan el siglo pasado, léase guerras mundiales, genocidios, exterminios y asesinatos en masa. Por tanto, la violencia es central, tanto para el elia-

Juan José Castillo El trabajo fluido en la sociedad de la información: organización y división del trabajo en las fábricas de software

siano como para los detractores de Elias. Wouters no la toca y sería interesante profundizar

(Buenos Aires, Miño y Dávila Editores, 2007)

en su expresión informalizada y las ocasiones y espacios en los que ésta se hace presente. Y una última puntualización: ¿alcanza la infor-

Las ciencias sociales, y en particular la sociolo-

malización a todos los ámbitos de la conducta o

gía, han prestado un especial interés, desde

algunos de ellos escapan a su influjo? Si, como

hace ya varias décadas, al advenimiento de la

Elias afirmó, los argumentos higiénicos se em-

denominada sociedad de la información o del

plean como legitimación normal de las coaccio-

saber, en la que, según numerosos expertos y

nes sobre el comportamiento, a la vez que los

gurús, los empleados de sectores vinculados

estándares de limpieza y aseo se espesan ga-

con la producción y la circulación de informa-

nando rigidez, no parece que hoy — y ésta es

ción se convertirían en el arquetipo de las nue-

una afirmación más intuitiva que meditada— se

vas clases creativas (por utilizar la popular ex-

aprecie una «informalización higiénica» que tor-

presión de Richard Florida), con las nuevas

ne flexibles aquellos estándares.

tecnologías como soporte esencial. Estos trabajadores del conocimiento serían, según es-

En suma, Wouters abre otros frentes y sugiere

tos discursos, los más productivos y los que

nuevas vías. Un destacable ejercicio de socio-

más valor aportarían a la actividad empresarial

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