Carta del Anticristo al padre de un loco

Carta del Anticristo al padre de un loco. Hola, Juan: Lee atentamente lo siguiente y reenvíaselo a tu padre y a cada unx de los miembros de tu familia...
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Carta del Anticristo al padre de un loco. Hola, Juan: Lee atentamente lo siguiente y reenvíaselo a tu padre y a cada unx de los miembros de tu familia. Sr. padre de Juan (Me dirijo a usted de este modo porque usted no se ha presentado ante mí): Las drogas son elementos del Universo. No se puede comprender el Universo si se quita un elemento de él. Si el Universo no está completo, pierde el sentido. No se equivoque, yo no promociono el consumo de drogas. Simplemente las consumo para el incremento de mi conciencia, y comparto mi experiencia con todx aquelx que quiera escucharme, pues no acepto ninguna limitación a la libertad de pensamiento y expresión. Desde luego que las drogas son peligrosas, pueden causar la muerte y deterioros y lesiones graves pero, primero, somos mortales y vulnerables, todo es mortalmente peligroso. ¿Dejará de salir usted a la calle por evitar el peligro de que le caiga un tiesto en la cabeza? Y segundo, ahí está la habilidad y el poder de cada cual y de toda la sociedad de obtener el mayor incremento de la conciencia con el menor riesgo, hasta la muerte. Las drogas pueden clasificarse en tres grandes grupos: Estimulantes, depresores y psicodélicos. Mi postura personal ante las drogas es que los estimulantes y depresores conviene probarlos con intención, disfrutarlos por un tiempo y conocerlos bien, para luego dejarlos y consumirlos si a caso esporádicamente, en ocasiones especiales, pues no son drogas que resulten buenas compañeras en la vida. Son exigentes, deteriorantes, y no aportan apenas nada de valor. Otro caso muy distinto es el de los psicodélicos, también llamados enteógenos o alucinógenos. Estas drogas son tan simpáticas que no producen dependencia, no requieren ningún compromiso. Simplemente, si se quieren tomar, se toman, y si no, no se toman, independientemente de lo que se haya hecho antes, si se han consumido mucho, poco o nada. Los psicodélicos son drogas de poder. Lo que hacen es tan sencillo como cambiar la percepción. Entonces, el mundo es nuevo y la anterior idea del mundo resulta inoperativa. Esto es perder la razón, y es la muerte de la que habla el Libro Tibetano de los Muertos. A esta muerte le sigue el ejercicio de reconstruir la idea del mundo. Aquí es cuando la razón funciona como herramienta, cuando se ha perdido la razón. El ejercicio de averiguar una y otra vez cómo es el mundo es el camino del conocimiento. Los psicodélicos son estupendos compañeros de por vida, porque no exigen nada y enseñan mucho.

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En Holanda, el país más avanzado del mundo, se ha comprobado experimentalmente que la droga más temida, la de peor prensa, la considerada más deteriorante y asesina, la heroína, es un encanto cuando se dispone de ella sin restricciones, dosificada, con calidad e higiene. Las personas a las que se suministró heroína en estas condiciones, o ausencia de condiciones, desarrollaron una vida normal y satisfactoria, con actividad laboral cuando tuvieron oportunidad y con salud hasta la muerte en avanzada edad y, además, disfrutaron de la paz soñadora de la heroína, que era lo que a ellxs les satisfacía. Entonces, el deterioro que muestra usted en las fotografías no lo han producido las drogas, sino la marginación, el rechazo, la pobreza, la indigencia, la soledad que provoca la lucha que usted y personas como usted hacen contra las drogas, perjudicando lo más posible a quienes las consumen. Y esto lo hace usted compulsivamente para no darse cuenta de que su decisión personal de no tomar drogas no es libre e informada, sino que es un sometimiento vergonzoso a la caprichosa autoridad de unxs desconocidxs que juegan a ser dioses protegiendo a la humanidad de la realidad. Entonces, usted está deformando violentamente la realidad para sumar argumentos retorcidos en contra de las drogas que reafirmen su razón. Esto es en lo que consiste su vida, y esto es tiranía. Las drogas de las que venimos hablando, las deseadas, lo son porque, de un modo más directo o indirecto, producen un incremento de dopamina en el cerebro, neurotransmisor que genera la sensación de bienestar y comodidad. La droga que está usted inyectando forzada, violenta, autoritariamente a su hijo, los neurolépticos, produce el efecto contrario precisamente, es una antidroga, disminuye el nivel de dopamina en el cerebro, es decir, produce malestar. Esto no es una opinión mía, puede usted leerlo en el prospecto o en Internet. ¡Qué gracioso! Las drogas deseadas, las que producen bienestar, son prohibidas y perseguidas al punto de no permitir que nadie se sienta bien tomándolas, sino que se arrepienta de ello. Sin embargo, las drogas que producen malestar son administradas obligatoriamente con toda la violencia que sea necesaria y, para colmo, se les encuentran mil usos y aplicaciones. Los neurolépticos se administran a lxs locxs, viejxs, niñxs, inmigrantes, delincuentes... Yo he probado muchas drogas y, desgraciadamente, ésta también. Me la inyectaron con mi oposición verbal y con la amenaza de hacerlo con retención violenta cuando ingresé en hospital psiquiátrico. Yo necesitaba ayuda y protección, y me administraron tortura, al tiempo que humillación. No hay tortura peor que ésta. A medida que pasan los días se va perdiendo la sensación de comodidad, que es reemplazada por una inquietud asquerosa, insidiosa, que no permite estar sentadx, ni de pie, ni tumbadx, sino que se alterna desesperadamente entre estas opciones sin encontrar alivio. Cuando se lleva más de un mes en esta situación, se desea desesperadamente que termine el día para dormir, que es el único estado en el que se esquiva la inquietud, pero con el pensamiento aterrador de que al día siguiente se volverá a experimentar el mismo desesperante sufrimiento. Y esto se prolonga por meses después de suspender la toma de la droga.

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Esto es lo que usted le está inyectando a su hijo. Pero la cosa no acaba aquí. Usted se ha preocupado de buscar argumentos falsos y retorcidos a cerca de los efectos adversos a largo plazo de la metanfetamina, droga que su hijo no consume, pero no ha buscado información de los efectos a largo plazo de los neurolépticos, la droga que usted administra a quien no la quiere, y que es precisamente su hijo. Yo no tengo esta experiencia, me libré de ella por los pelos, emprendiendo el camino del conocimiento, pero he visto y examinado con atención el fenómeno en otras personas. Cuando su hijo lleve 7 años tomando neurolépticos, habrá olvidado lo que es sentirse cómodo, su vida será una maldición continua, sin entusiasmo ni esperanza, y su experiencia se reducirá a reafirmarse en que es necesario tomar la medicación y no tomar ninguna otra droga. No podrá pensar nada más porque se encontraría con la realidad de que su padre le está torturando y arruinando su vida. Esto no lo podrá pensar por lo descomunal e impensable del crimen, y sus pensamientos estarán embotados, reducidos a la miseria, sus sentimientos destrozados, es a lo que el Libro Tibetano de los Muertxs se refiere como renacer en mundos desgraciados, y sus recuerdos permanecerán oscuros y muy dolorosos, mientras mendiga un poco de comprensión a una sociedad hostil que no comprende, y que sólo da ánimos vacios, condicionados a que ela locx no descubra en qué consiste su locura. Pero todavía puede ser peor la cosa. Si su hijo se rebela contra usted, usted le enviará derechito al infierno. Lo entregará a torturadores profesionales que le causarán un sufrimiento espantoso, sin permitirle suicidarse. ¿Y todo este sufrimiento a cambio de qué? De nada. Pregunte usted directamente a ese psiquiatra con quien se ha aliado en contra de su hijo. Él mismo le dirá que no va a curarle, pues la psiquiatría no ha curado a un solo paciente en sus 200 ó 300 años de existencia, y esto lo saben todxs lxs psiquiatras. De lo que se ocupan lxs psiquiatras es de darles la razón a padres y familiares violadores de sus hijos para que la sociedad sigua adelante, y no se ponga en duda el principio de autoridad, que descansa en la familia. Es usted un criminal. Cuando un muchacho de 20 años se mete en un problema, se siente confuso y desorientado, su padre, lo que tiene que hacer es ofrecerle refugio y apoyo, y ayudarle a solucionar sus problemas del modo más ventajoso. Después del apoyo incondicional característico de los padres, se interesaría por conocer y analizar el error y ayudar a su hijo a aprender a no cometer en el futuro un error semejante. ¿Qué ha hecho usted en vez de esto? Invalidar el pensamiento de su hijo, torturarle, humillarle y, lo más grave, aumentar y complicar sus problemas ante la ley, convirtiendo un malentendido sin importancia y sin consecuencias en un tenebroso asunto de salud mental. Y esto lo ha hecho entregando a su hijo a una mafia de torturadorxs. Aquí tiene un enlace que muestra lo que ha sido y es la psiquiatría. Entérese de con quién está formando alianza en contra de su propio hijo. http://www.youtube.com/watch?v=_XKOkZhMuG0&feature=related Pero usted no puede ser tan torpe como para haber hecho esto sin una intención más profunda. Aquí se está cociendo un crimen más macabro, más inconfesable, más indescubrible. Su hijo no me ha contado su vida, pero me apuesto un risperdal a que

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usted rechazó expresa y brutalmente a su hijo Juan cuando éste contaba con unos 4 ó 5 años de edad. Esto explica la patología actual de su familia en la que la madre viola la correspondencia privada de su hijo, y su hermano se erige en guardia de él. Mire, señor, violar la correspondencia es un grave delito, y jamás un hermano puede ser guardia de su hermano. Un padre no puede permitir estas agresiones contra uno de sus hijos, pero estoy seguro de que usted nunca ha defendido a su hijo Juan. Desde que lo rechazó, lo ha considerado como subnormal, ha transmitido esta impresión, esta idea, al resto de la familia y, del mismo modo que perjudica a los consumidores de droga para reafirmar su errada razón y evitar su vergüenza, ahora está perjudicando deliberadamente a su hijo para tener razón en que era un subnormal y no descubrir su espantoso crimen: Negar a su propio hijo un espacio en el mundo. He tenido la oportunidad y el placer de conocer brevemente a su hijo. Soy un experto captador de la belleza o repugnancia de las personas, y yo no miento porque sé que voy a morir, y ante la muerte no salen adelante las mentiras. Su hijo Juan no es un subnormal, ni un depravado, ni un delincuente. Por el contrario, es una persona inteligente, sensible, creativo, cordial, atento y considerado, en fin, un encanto, lo que se dice una bella persona, y me alegro mucho de relacionarme con él, le tengo en gran estima. Entonces, si usted piensa que la Locura es una enfermedad que se cura con fármacos, tómese usted mismo estos fármacos, pues es usted el enfermo. Sr. mío, este asunto es muy serio. Aquí se está jugando la vida de su hijo como un miembro de pleno derecho de la sociedad, o como un idiota que experimenta un sufrimiento espantoso, tan espantoso como el crimen que está cometiendo su padre, el de convertir a su hijo en un idiota. Usted está invitado, como todo ser humano, a realizar el camino del conocimiento, que comienza por examinar la obra "Llegando al Paraíso", en www.llegandoalparaiso.com pero no creo que usted tenga la calidad como persona para iniciar semejante aventura. Más bien creo que no comprenderá a propósito, se confundirá deliberadamente, para seguir luchando por mantener sus absurdas y criminales ideas. Entonces, vamos a aparcar por el momento el propósito de llegar al Paraíso, y vamos a ocuparnos del problema particular de su hijo aquí y ahora. Le propongo que me permita actuar como curandero de su familia. Un curandero gratuito, desinteresado y de lujo, nada menos que el Anticristo. Un curandero que no tiene propósito en este asunto, y entonces procurará que todas las personas involucradas queden conformes con la solución, sin que nadie sea castigado ni perjudicado en ningún modo, porque el sufrimiento de cualquier persona no beneficia a nadie, y que esta solución dé lugar a relaciones respetuosas, cordiales, atentas y satisfactorias. Haga usted una de estas dos cosas: Opción 1- Reconozca a Juan como su hijo legítimo con todas las implicaciones. Preséntele como tal, como su hijo, ante todxs, y que en esta presentación vaya implícito el siguiente mensaje: "Éste es mi hijo, y si alguien le agrede, le defenderé hasta la muerte"

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En otras palabras, conceda a su hijo un espacio en el mundo, como corresponde a un padre cualesquiera que sean las circunstancias. Y tenga en cuenta una cosa muy importante. Usted, hasta ahora, ha despreciado a su hijo dejándole fuera del mundo. Llegados a este punto, su hijo no es una persona normal, sumisa y temerosa de la autoridad al punto de no percibir más allá de sus propias ilusiones absurdas. Su hijo es loco, brujo y consumidor de drogas. Pero no se equivoque, su hijo no alucina, sino que percibe distintas realidades que la torpeza de usted no le permite percibir. Los delirios de su hijo, esos pensamientos horrorosos e incompartibles acerca de su familia, son ciertos: son ustedes unxs criminales. Su hijo no tiene ningún tipo de alianza con el diablo ni nada semejante, sino que, dado que es loco, no tiene más remedio que convertirse en brujo para poder organizar y comprender el mundo y su situación particular en él. Y su hijo no es un vicioso, sino que consume drogas para obtener experiencia de la realidad de primera mano, porque a su hijo no le sirve aceptar las ideas sociales sin comprobarlas, tiene que averiguar todo por sí mismo. Voy a apelar ahora a sus sentimientos. Sólo una persona que ignora a propósito su futura muerte puede cometer los errores tan graves y macabros que está usted cometiendo. Usted morirá y, ante su muerte inminente, no podrá decirle a su hijo que le torturó por su bien. Esas palabras no le saldrán, se lo aseguro, pues ante la muerte no funciona el auto engaño. Mi padre murió hace ahora dos meses escasos. Yo soy un loco, es decir, mi padre me rechazó y me consideró muerto, sin razón en ningún asunto, invalidó mi pensamiento y mi comportamiento con desprecio impidiéndome acceder al mundo, dejándome fuera. No puede usted imaginar la desdicha, el sufrimiento, la angustia, la pena profunda y visceral que arrastra un hijo despreciado y rechazado por su padre. Cuando mi padre enfermó se dieron dos circunstancias. Primero, ante su debilidad y muerte inminente, cesó su hostilidad hacia mí y, segundo, yo estaba preparado, ya tenía bastante poder, y supe manejar la situación. Cuidé de mi padre en su agonía con todo el cariño y atención, y contando con su agradecimiento y reconocimiento. Se dio tan buen ambiente entre nosotros que pude decirle qué es la muerte y el quedó muy satisfecho, y murió como un valiente, después de haber sido un calzonazos toda su vida. A lo que vamos es a que mi padre, en su lecho de muerte, me reconoció como su hijo loco, brujo y consumidor de drogas, y no puede imaginarse usted la alegría y entusiasmo que esto genera en mí porque, después de toda la violencia que mi padre ejerció sobre mí, yo puedo guardar un grato recuerdo de él. Adelántese a su muerte y conceda desde ahora mismo un espacio en el mundo a su hijo tal como es, como loco, como brujo y como consumidor de drogas. Y esto aunque no le guste o no esté de acuerdo, no es eso lo que se está discutiendo, sino de que conceda una parte de razón a su hijo como lo hace con cualquier otra persona para poder relacionarse. Desista de causarle malestar con drogas o actitudes autoritarias. Apóyele en su pleito disculpándose en su nombre por su error y pidiendo su libre absolución sin ninguna merma de su libertad. Aprenda a hablar con él como habla con cualquier otra persona, sin invalidar sus opiniones o decisiones y, además, comande al resto de su familia para que modifiquen la idea que tienen de su hijo y hermano, y empiecen a

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tratarle como un miembro de pleno derecho de la familia y de la sociedad, mientras existan derechos. Opción 2- Si usted no es capaz de hacer lo anterior, entonces, retírese, deje de intervenir en la vida de su hijo y comande al resto de su familia para que haga lo mismo. ¡Deje a su hijo en paz!, pues si no cambia radicalmente su actitud va a causar a su hijo un sufrimiento espantoso como no puede imaginar. Juan tiene 20 años, y tiene trabajo, si usted no se lo ha hecho perder ya. Dele alojamiento mientras soluciona sus problemas y encuentra un sitio de su gusto para iniciar una nueva vida en soledad, mientras establece relaciones valiosas y mantiene la esperanza de que alguna vez, antes de la muerte o en el momento de ella, su familia deje de considerarle subnormal. Quiero que sienta la miseria y el fracaso que supondría esta opción pero, en este caso, su hijo podrá vivir la realidad de lo que es y ha sido su vida, pudiendo organizar sus recuerdos y sentimientos, y será capaz de establecer nuevas relaciones y tener una vida satisfactoria. En resumen. Aprenda a comportarse respecto de su hijo, o déjele en paz, pues su intervención actual está siendo nefasta. ---------------------------------------------/ Voy a publicar y divulgar esta carta, pues mi único propósito en la vida es llegar al Paraíso, y para ello parece que tendré que despertar a lxs muertxs, es decir, descubrir el fenómeno de la Locura y convertir a lxs locxs en brujxs. Desde luego, usted puede escribir una réplica o respuesta a esta carta, pero quede claro que yo no voy a tolerar su grosería y prepotencia. Si usted no sabe comportarse, sencillamente, no le responderé. Primero, si usted me escribe, me estará dando implícitamente permiso para publicar esa respuesta, aunque también podré no hacerlo, pero nuestra conversación será pública, pues yo sólo hablo en privado con personas a las que estimo, como su hijo Juan. Segundo, responderá usted directamente desde su email al mío, independientemente de que lo reenvíe a otras personas, y firmará con su nombre y, tercero y último, diríjase y refiérase a mí ante terceras personas usando mi nombre, para eso lo doy, y absténgase de hacerlo como "el psicópata". Psicópata significa que tiene una patología en la mente. Mi mente funciona estupendamente, yo no causo malestar a nadie, el psicópata es usted, que tortura y humilla a su propio hijo. Estaré encantado de recibir sus argumentos por los cuales transforma usted en su mente el daño y sufrimiento que causa a su hijo en bondad. ¿Qué creencias tiene usted que le permiten hacer esa magia y presentarse como el bueno de la película siendo un torturador? --------------------------------------------------/ Bueno, Juan, no se me ocurre qué más decirles a tus familiares salvo que lean también esto que te escribo a ti.

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Ésta es tu segunda confrontación. Espero que sea lo más sencilla posible y tus familiares accedan simplemente a llevar a cabo la primera opción que propongo, e iniciéis relaciones familiares sanas y cordiales. Para ello, no permitas que se hagan lxs locxs, exige con firmeza que entiendan lo que aquí digo, pidiéndoles que lo lean otra vez más detenidamente. Y exige una decisión: La opción 1 o la opción 2. Si eligiesen la opción 2, sentirás una gran pena, pues la familia es muy importante, pero mejor estar solo y sabiendo lo que ha pasado que acompañado de torturadorxs iracundxs sin poder comprender nada. Ten presente que el tiempo lo cura todo, y siempre tendrás la esperanza de que tus familiares cambien de actitud, y por fin los recuperes, aunque sólo sea para despediros ante la muerte. Lo que me preocupa es que hay muy poco tiempo para que tus familiares se enteren antes de esa nefasta reunión que han preparado para mañana. Dales este escrito ya mismo y niégate a aceptar a ese psiquiatra como interlocutor o mediador en el conflicto. Alega que ese señor, después de decirle que su medicación es tortura, sin explicar, argumentar ni convencer, te entregó a tu familia para que ellxs se ocuparan de torturarte. Esto es una sucia, cobarde, rastrera maniobra que no puedes asumir, y que le excluye completamente como parte en el asunto. Te deseo la mayor suerte para que la cosa sea sencilla y satisfactoria. A partir de aquí, hasta donde quieras llegar. Yo te apoyaré en todas las reivindicaciones de libertad que hagas. Presenta mis escritos allí donde lo creas conveniente, ante familiares, psiquiatras, periodistas, jueces... y recuerda que el camino del conocimiento desemboca en el Paraíso, si bien puedes conseguir una buena situación temporal que te permita investigar y prepararte para futuras confrontaciones. Entonces, sé prudente y procura la solución más sencilla. Recibe tú un fuerte abrazo de apoyo en estos momentos tan difíciles. Y reciban tus familiares un seco e insípido saludo. Jesús Estrada, a 10 de marzo del 2011.