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CARTA AL CIELO PADRE MARCELINO CABEZA

Carta al cielo Sevilla, 14-7-2010

Mi querido Marcelino:

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Tal día como hoy, 14 de julio, venías celebrando en la Tierra tu día, no propiamente el onomástico, sino la fecha más grande de la vida de uno, que es la de su nacimiento. No te faltaba en tal día mi felicitación. Y hoy tampoco te va a faltar, y más entrañable, más alfonsiana, más fraternal que nunca, y además sé que va a llegarte más rápida que todas aquellas de los tiempos de la máquina de escribir, porque además, los caminos del corazón hasta el cielo son tan rápidos como lo que tarde uno en pinchar en Enviar esta carta. Enhorabuena, mi querido cohermano, por tu día ya eterno en el cielo. Ahí, con San Alfonso y el coro de todos los redentoristas que han triunfado en la perseverancia en la Congregación, ya tienes el gozo que con tu vida mereciste. Y la Virgen del Perpetuo Socorro, la de tus misiones, la de tu Revista de México, te está sonriendo por lo muchísimo que por Ella hiciste para ser conocida y amada. Y yo, recordándote desde aquel día en que empezaste a ser mi amigo, cuando de chaveíllas los dos, me llevaste hasta la escuela de los pequeños al salón de la casa de Mocín con el maestro don Joaquín Vaca en Sueros, y después, los dos siempre juntos en el jovenado, en el noviciado, en el estudiantado, viviendo juntos efemérides de la Madre Congregación. Por todas esas vivencias, por tantos recuerdos, y sobre todo por tu triunfo definitivo, en este día de tu primer año en el cielo, que vivas eternamente feliz. Y desde ahí, reza por mí como sabéis hacerlo los del cielo. Un abrazo fraterno muy fuerte. Generoso Nota: Así de escueta fue la Carta al cielo que yo, convaleciente de una operación de quiste del tirogloso, le envié a Marcelino. Ahora, para continuarla añadiré toda una serie de Posdatas testimoniales, que “en orden desordenado”, como diría Fray Luis de León de los árboles de su quinta salmantina LA FLECHA, en donde “una fontana pura / hasta llegar corriendo se apresura”; así esta fontana de aguas claras testimoniales correrá a lo largo del jardín de mi Carta. Y la primera va a ser el soneto que en alejandrinos, al día siguiente de mi Carta al cielo le rimé.

MARCELINO

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España te dio el rumbo, y México la estrella, seguirla por su estela fue tu santa pasión. En su luz se incendiaban, con fuegos de centella, los latidos que ardían en tu gran corazón. El Perpetuo Socorro, nuestra Virgen, fue Ella a la que dedicaste toda aquella ambición de que la conocieran. Bien marcada tu huella en Revista y misiones queda por colofón. Escritor, misionero, que al pueblo mexicano supiste recordarle que de España le vino el tesoro más grande de su sentir cristiano. Conjugaste en tus verbos lo humano y lo divino, aprendido en la ciencia del saber alfonsiano. Esta es la cornucopia, que te orla, Marcelino Generoso, convaleciente de la operación. Sevilla, 15-6-2010

La primera gran Posdadata informativa y testimonial pergeñada por su superior provincial de México, Padre Arturo, como corona ofrendada por todos su cohermanos mexicanos sobre su féretro.

R. P. MARCELINO CABEZA MARTÍNEZ CSsR Provincia de México

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El P. Marcelino Cabeza Mártínez CSsR murió esta madrugada del 11 de junio del 2010, en su habitación, en nuestra comunidad redentorista del Coyol, Nuestra Señora de Junquito, en Veracruz, Veracruz. Su cuerpo será velado el día de hoy y mañana. El sábado 12 de junio celebraremos con presencia del Obispo Luis Felipe Gallardo SDB su solemne funeral a las 12:00 del medio día, en la iglesia de la Pastora, primera residencia de los redentoristas en México y comunidad especialmente entrañable para el P. Marcelino. Murió de un paro cardíaco mientras dormía, aproximadamente a las 5:00 a. m. Los cohermanos de la comunidad con la presencia de su médico personal de muchos años y entrañable amigo, el Dr. Isidoro Hoyos, así lo constataron apenas dos horas después.. Además del peso de los años, marcados por as correrías misioneras y el ministerio ordinario en las comunidades donde sirvió, el P. Marcelino padeció los últimos meses de su vida complicaciones de diabetes, hipertensión y arritmia. Este cuadro le ocasionaba molestias particularmente en su pierna y su pie izquierdo. El P Marcelino nació el 14 de julio en Quintana del Castillo, León, España. Este fue también el pueblo de su madre. Fue el segundo de siete hermanos: Ángel, Marcelino, Manuel, Vicente, Avelino (misionero redentorista en España, actualmente vicesuperior en el Santísimo Redentor de Madrid) Julio y Ana María. Fueron sus padres la Sra. Antolina Martínez Blanco y el Sr. Julián Cabeza Redondo. Como muchas familias de la Provincia de León, España, la familia del P. Marcelino fue terreno fértil de espiritualidad, de piedad religiosa y de rica semilla para la Vida consagrada, y, en especial para nuestra Congregación. Además de su hermano Avelino, también sacerdote redentorista, nuestra familia misionera en España fue bendecida con dos de sus tíos por línea paterna, el P. Constantino Cabeza y el Hno. Andrés Avelino Cabeza, y un primo también de su padre, el Hno. Leandro Cabeza. No fallaron las religiosas en el seno familiar, pues por la misma línea paterna Dios eligió a tres mujeres a la Vida consagrada. Teniendo uno o dos años de edad, los papás del P. Marcelino se trasladaron , a Sueros de Cepeda, a unos tres kilómetros de su pueblo natal.

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Fue aquí en donde pasó propiamente su infancia. A los once años, y siguiendo la costumbre normal de su época para quienes sentían el llamado de Dios a ser misioneros, ingresó en el seminario menor de Nuestra Señora del Espino el 24 de octubre de 1938. En el seminario, como era muy pequeño de estatura, sus compañeros le pusieron como apodo “zaqueo”, en alusión al personaje del evangelio que para ver a Jesús tuvo que subirse a un árbol. Hizo su primera profesión religiosa el 24 de agosto de 1945, en Nava del Rey. Fue ordenado sacerdote en Astorga, el 11 de febrero de 1951. Ese mismo año vino a México Fue profesor del Seminario Menor en San Luis de Potosí, de 1951 1959. En esta comunidad trabajó también como promotor de grupos de adolescentes, que se reunían bajo el patrocinio de San Clemente Mª Hofbauer. De 1968 a 1969 estudió en Madrid un curso en el Instituto de Pastoral de la Universidad de Salamanca. Muchos años de su vida los dedicó a predicar misiones, por todos los Estados de le República. De hecho fue director de las misiones de le Provincia. Promovió e impulsó en nuestra Provincia la “misión renovada” con las directrices del Concilio Vaticano II. Formó parte del equipo coordinador de las misiones intercongregacionales promovidas por la CIRM (Conferencia Intercongregacional de Religiosos de México). En 1999, en una carta oficial dirigida al P. Reynaldo Servin, entonces Provincial, pidió ser dispensado de la participación en las misiones. Escribió entonces en su carta: “siento que ya no puedo ir a misiones y hacerme cargo yo solo de un centro misional. Hay momentos que me siento cansado y con dificultad hasta para hablar”. Fue Director de la Revista Perpetuo Socorro durante los años 19591952 y 1970-1993. Además de San Luis Potosí, residió en las comunidades de México-Santísimo Redentor, Puebla, la Santísima de México, y Veracruz. Durante varios trienios desempeñó el servicio de Superior Local. Publicó algunos libros: “La inmaculada en la poesía española y mexicana” (1954), “La Familia, Iglesia doméstica” (1992), “Encuentro con Cristo” (1992) y “Treinta años de misiones en México” (1992). Los últimos años del P. Marcelino en Veracruz transcurrieron como un proceso declinante de limitación física y pastoral, causado sin duda por el paso de los años. Vivió este tiempo fuertemente vinculado a la comunidad de la Pastora, donde celebraba y confesaba cada día, y degustaba el café. Volvía al Coyol con su periódico El País, veía la televisión, se comunicaba con familiares y amigos a través del correo electrónico, buscaba noticias de interés eclesial, estaba siempre listo para la oración comunitaria y para las comidas. Esta fue su rutina diaria. El martes 8 de junio, por la mañana, se dirigió a la Pastora como de costumbre pero ya no pudo celebrar la Eucaristía a causa de las molestias en su pierna y pie izquierdo. Este día y el miércoles, con la ayuda de un medicamento que alivió su dolor, pudo

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realizar en casa todas sus demás actividades. El jueves 1º de junio no tuvo ánimo para realizar sus actividades de costumbre. Se sentía cansado. Pasando el tiempo entre la sala y la habitación le llegó la noche y se retiró a dormir. Fue así que mientras dormía para amanecer el viernes 11, Dios lo llamó junto a Él para descansar por siempre. Quiso descansar y quedarse en Veracruz y Dios se lo concedió. Le gustó mucho este lugar y lo amó de verdad. Su hermano Avelino, misionero redentorista que vive en Madrid, escribió un mail luego de ser enterado de la muerte de su hermano Marcelino.. En él dice: “sé que le vais a despedir como uno más de la familia, mexicano de corazón. Cuando una abuela le dijo en el pueblo de Sueros, hace 6 años, ¿por qué no se queda en España?, él, en esa tarde que era la misa del Corpus, le contestó: “ni modo”. Yo moriré en mi México lindo y querido. Yo para eso fui y allí espero morir”. El P. Marcelino fue un inquiet9 y delicado misionero, de corazón entusiasta, intrépido, optimista y alegre. Hombre de gran fe y de espíritu religioso. Identificado plenamente con la Congregación, en la que gastó prácticamente toda su vida. De diálogo ameno y vivaz, gozó de una memoria extraordinaria para recordar personas, acontecimientos, lugares y caminos. Gran promotor de la Virgen del Perpetuo Socorro por todo el país. Su interés circuló siempre en cuestiones relativas a la misión y a la evangelización. Fue un gran misionero de la palabra hablada y escrita. Con sentido de le Iglesia, supo tratar con un sinnúmero de sacerdotes, religiosos, párrocos y obispos, precisamente para hacer posible la realización de las misiones de nuestra Congregación en México. Con su estilo práctico pastoral y con la teología espiritual y misionera propia de su tiempo y de su personalidad, el P. Marcelino fue ciertamente un apasionado de la misión. En este sentido fue un auténtico y valioso redentorista, continuador de San Alfonso. Dios lo llamó a descansar en la gran solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, en la clausura del año sacerdotal. Él constituye, junto con la vida y el trabajo misionero de todos los redentoristas de México y del mundo, una ofrenda especial de nuestra Congregación a Cristo Redentor, cuyo corazón amoroso inspiró a nuestro Padre San Alfonso y al Cura de Ars María, nuestro Perpetuo Socorro, ahora lo ama de un modo nuevo y más pleno. La sonrisa y el ánimo del P. Marcelino son una bendición para nuestra Provincia y para todos los que le trataron. Él, misionero vencedor

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junto a San Alfonso y todos los Santos Redentoristas, goza ya de la promesa hecha a nuestros congregados fieles. Él intercede ahora por nosotros, religiosos y laicos continuadores del anuncio redentor en este país. Nuestro hermano Marcelino descanse en paz Vivat in aeternum. Arturo Martínez Soto, CSs.R Superior Provincial ¡Bellísima y lírica la semblanza que el Padre Provincial de México ha elaborado sobre el P. Marcelino!

NAVA DEL REY

Nava del Rey, en la provincia de Valladolid (España) fue para muchas generaciones de misioneros redentoristas alcándara para vuelos a los cielos de le vida religiosa por tener los Padres Redentoristas en esta ciudad la casa de noviciado. Y ahí, en aquel año de decisiones transcendentales, en fervores juveniles de ansias de sacerdocio y de entregas a Dios, bajo la dirección de competentes Maestros de noviciado, se preparaban para la profesión de los votos religiosos temporales los jóvenes aspirantes. Requisito era acompañar la petición de los votos escribir y entregar al Padre Maestro el Currículo Vital, en el que vertían, a modo de florecillas de aromas franciscanas, efluvios candorosos sí, pero al mismo tiempo demostradores de personalidad que les avalará la suplica de admisión. Marcelino, con aquella caligrafía rotunda y clara, símbolo de su carácter bien definido, escribió, como hicimos todos los demás del curso, su Currículum. Lo encabeza con las siglas tradicionales de J. M. J. A. T.

CURRICULUM VITAE

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I Nací el 14 de Julio de 1927 en Quintana del Castillo, pequeño pueblo a 5 kms al Norte de Sueros , en la Diócesis de Astorga, Provincia de León, poniéndome por nombre Marcelino por ser el santo del día en que nací, como suelen hacerlo mis padres. Permanecí allí dos meses, pues después la familia fue a vivir a Sueros. Fueron mis padres D. Julián Cabeza y Dª Antolina Martínez; buenos cristianos, distinguiéndose por su piedad y asistencia a todos los ejercicios de la Iglesia, y por la buena educación de sus hijos, corrigiéndolos y, a las veces, castigándolos, si dejaban de asistir a la catequesis o Rosario. Jamás oí en ellos la más mínima palabra fea, ni menos blasfemia, nunca podré ni sospecharlo. En casa se conservaba la piadosa costumbre de rezar todos los días el Santo Rosario a la Santísima Virgen. Grande era, como se ve, el esmero que ponían mis padres en educar cristianamente a sus hijos, dándoles primeramente buen ejemplo y mandándolos a la catequesis, y aún preparándolos en casa para recibir los Sacramentos de Confesión y Comunión. Estos padres me dió el Señor, jamás podré agradecerle bastante esta gracia.

II Las causas o motivos por que me sentí llamado a la Vocación Religiosa en la Congregación del Santísimo Redentor, fueron las siguientes: Primeramente debo advertir, que como salí de pocos años, no pude darme cuenta de a dónde iba; pues esto se iba aclarando cada vez más a medida que me acercaba al Noviciado. 1º Como quiera que tenía 3 tías monjas en Astorga, y hablaba muchas veces con ellas, creo que fueron las primeras que trataron en mostrarme las ventajas de la vida religiosa, y además, aunque pequeño, considerando cómo podían estar tan contentas, estando

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encerradas, deduje que había algo extraordinario en la Religión. Así trataron de animarme varios jovenistas que del pueblo había en “El Espino”; quienes, sobre todo, el año 36, al estallar la guerra, teniendo que venir a sus casas, me animaron aún más, pasando mucho tiempo con ellos. 2º Si la gracia de la Vocación es una gracia que nos consigue la Santísima Virgen, a Ella se lo atribuyo; pues, aunque alguna vez lo rezase mal, todos los días rezaba el Rosario, lo cual, junto con otras oraciones, debieron contribuir. Además, como tenía cierto como impulso o gusto en las cosas de la Iglesia, tanto que me puse de acólito, esto fue un paso más para ser sacerdote. 3º Pero si lo dicho anteriormente fueron los medios, la ocasión, en que se manifestó la Voluntad de Dios, que me quería Redentorista, fue la misión predicada en el pueblo por los RR. PP. Graciano G. Ronda y Jesús Sánchez (1) No dejé de asistir a ningún ejercicio, aunque pequeño, pues tenía 10 años (en el 37), sentí animarse en mí las ansias, no tan ardientes como ahora, de ser apóstol, de salvar almas a J. C. ¿Cuándo podría ir como ellos con el Cristo al pecho? Un día me presenté al R. P. Ronda. Hablamos un rato, y me animó más aún en poner por obra la inspiración de Dios y de la Santísima Virgen. A principios del año 38 ya me presenté en Astorga al R. P. Marín, que me dijo que podía entrara principios de curso, por septiembre. Aquel año se me hizo muy largo; en él rezaba más, y dejaba de ir con los chicos algunas veces. Y como mi buena madre creía que en convento se ayunaba mucho, me decía que tenía que acostumbrarme, así que bastantes días a pan y agua. Después de tanto esperar llegó el 23 de octubre de 1938. Desde las pri_________ (1) Misión que fue llevada y pagada por Doña Ángela González Domínguez, esposa del maestro de Brimeda D. Valentín Castrillo, y su hija Doña Ludivina Castrillo Gonzáles, maestra en aquella sazón de Sueros de Cepeda.

meras horas de la mañana me emocioné al despedir a mi abuelo, que estaba en la cama. Los ojos en lágrimas me despedí de los demás. Solo con mi padre, me dirigí a Astorga. Después de oír misa en la catedral, postrado de rodillas le pedí su última bendición. Despedí a las 3 tías monjas de Sancti Spiritus, y fuimos a San Francisco, donde me despedí de mi amado padre. Entonces ya podía decir: “Haced de mí lo que queráis; Vos me queréis Redentorista, gracias porque lo queréis; hacedme fiel hasta la muerte”.

EL ESPINO

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III Era el 24 de octubre de 1938; a las 5 de la tarde entrábamos en “El Espino”, en el soñado tantas veces. Al recordar esta fecha no puedo menos de recordar otro número. Aquel día entramos 15 y ahora somos 4, los otros han sido infieles a Dios. ¡Gracias, Dios mío, que sin merecerlo me habéis conservado! La Virgen me protegió desde los primeros momentos, pues lejos de causarme fastidio o cualquier otra cosa, la nueva vida parecía que la había vivido siempre. A medida que iba adelantando me iba dando cuenta de los sacrificios, que requería, pero animado cada vez más a vencer todas las dificultades con la ayuda de Dios y de la Santísima Virgen. Me animaba mucho el recordar aquellas palabras de San Agustín: “Lo que éstos y éstas, ¿por qué no yo?” Y el amor a la Vocación también crecía; ¡cómo temblaba y me examinaba cuando alguno salía! Las ansias de ser apóstol iban también creciendo en mí a medida que crecía en edad. Me consoló mucho al saber que ya de jovenista podía ser apóstol, salvando almas para Jesucristo, por medio de oraciones y sacrificios. Nunca dejaba de rezar algo a la Santísima Virgen para alcanzar la gracia de la Perseverancia. Así pasaron bajo la sombra de la Virgen amada y nunca olvidada, de la Virgen de “El Espino”. Cada vez tenía

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mayores ansias de ser Redentorista de cuerpo entero. Por fin llegó el último año de Jovenado. Todo el año fue una preparación para el Santo Noviciado. En la Consagración a la Virgen Inmaculada le consagré “el nuevo año de Noviciado que se acercaba”. El confesor, el M. R. P. Marín, el mismo a que me presenté en Astorga, me iba preparando para un año trascendental. El R. P. Director y los RR. PP. Profesores, todos me iban preparando con consejos y ánimos que me daban. Yo procuraba portarme mejor en todo para atraer las bendiciones de Dios Nuestro Señor y de la Santísima Virgen.

IV Ya estaba en el Santo Noviciado, era el 17 de Julio de 1944. Después de un mes de Postulantado, empezamos el retiro para la toma de hábito. En ellos me decidí a hacer un Santo Noviciado, ya que veía que era la Voluntad de Dios. Ardía en deseos de vestirme ya con la librea del Redentorista. Purificado con una confesión general, ya podía empezar el Santo Noviciado. Llegó el 23 de Agosto; de manos del M. R. P. Provincial, recibí el Santo Hábito. En aquellos momentos me dije muchas veces: “Jesús y María, no permitáis que me lo quite más, haced que con él muera”. Siendo el Noviciado para probar si el Novicio tiene vocación divina, si es llamado a la Religión, con este deseo de afirmarme más y más, empecé el Santo Noviciado. En lo que llevo de Noviciado me he afirmado más y más de que Dios me quiere Redentorista. En él veo que estamos en la vida nada más que para amarle y servirle; sabiendo que se ama a Dios haciendo su voluntad, esto es lo único que deseo. Veo que habrá dificultades, pero que con la ayuda de Dios y de la Santísima Virgen las venceré todas. En él me afirmo más de que Dios quiere que me santifique como Redentorista, imitando su vida. En él ruego y hago propósitos a Nuestro Señor para que me ayude a perseverar dignamente en la Congregación del Santísimo Redentor. ¡Dios quiera que sea fiel a la voluntad de Dios, que me quiere Redentorista, y que pueda profesar y vivir santamente en ello hasta la muerte! ¡Gracias, Jesús mío, porque Os habéis dignando sacarme de en medio de ese lodazal que es el mundo! ¡Haced que Os ame mucho cada vez más! ¡Santísima Virgen María, gracias, y alcanzadme la gracia de la Perseverancia digna en esta Congregación, para que pueda ir a veros en el cielo!

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H. Marcelino Cabeza Y traza una rúbrica rotunda, que a cualquier grafólogo indicaría ya una recia personalidad en este joven, que a sus 18 años demostraba ante sus superiores esperanzas, las cuales a lo largo de toda su vida religiosa iban a hacer ver que apuntaba ahí una figura prócer para todo lo que conllevara la vida religiosa, que iba a abrazar el día de su Profesión religiosa en Nava del Rey. El Padre Maestro del Noviciado apostillaría los informes que envió a los Superiores al finalizar el Noviciado el Hº Marcelino Cabeza: “- Está dotado de buen ingenio - Defectos: … algo precipitado. - Cualidades: Decidido, sociable, dócil, servicial, pacífico, bastante piadoso, con muy buena voluntad. - Conducta: Buena. Ha trabajado mucho para conseguir la vida sobrenatural. - Esperanzas para el porvenir: Hay esperanzas de que pueda ser un buen misionero, un religioso dócil y abnegado”. Y a fe, que no se equivocó el santo padre Rafael Cavero en su diagnóstico de supervisiones sobre Marcelino. Más tarde, y desde Veracruz, y ya con la cruz a cuestas de los ajes de sus dolencias, con motivo de una efemérides, la de las Bodas de oro de la Profesión de Avelino, unos años más de los de nuestro curso en Nava del Rey también, Marcelino nos enviará un mail conjunto a Avelino y a mí. Nos decía: Generoso, Avelino. Cuando faltan sólo unas horas para el día de las Bodas de Oro de Profesión, tuyas, Avelino, me apresuro a mandarte unas letras, como contestación a dos cartas hermosas y oportunas de Generoso. Cartas sentidas, que mucho agradezco. Encargo a Generoso que hable en mi nombre; con ello sé que no se notará mucho mi ausencia corporal, que no espiritual, porque ahí estoy desde temprano. A todos los jubilares y a los familiares y amigos, mis felicitaciones. Y vosotros, Avelino y Generoso, recibid un cariñoso abrazo y mi gratitud por todo el afecto que me habéis demostrado siempre. Marcelino.

ASTORGA

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Decir Astorga ante generaciones de redentoristas españoles, hispanoamericanos y portugueses, es evocar albas mañaneras de sacerdocio misionero redentorista. Desde finales del siglo XIX y todo el siglo XX, la mayor parte de los años de la carrera sacerdotal en el Estudiantado, y los finales en el jovenado de le Inmaculada, ahí se forjaron en el estudio y en la oración redentoristas para la vida apostólica misionera. En los cursos de Filosofía y Teología, y en la última etapa los menores en los cursos de Bachillerato, todos recordamos vivencias de aquellas en que nuestros sueños, con ámbitos tan amplios como los del cielo sobre la vega astorgana, daban a nuestras alas ansias de vuelos por el mundo entero. Y claro que han volado; volado y sembrado; sembrado y cosechado. Y todo ello avalado con el carisma que Nuestro Padre San Alfonso le imprimió a la Congregación desde sus principios. Ponerse a querer escribir la vida de esos seis años, sería posdata a esta CARTA AL CIELO que se nos haría interminable. Por eso, la de Marcelino, como la de otro cualquiera, quede aquí en sucintas anotaciones de fechas con alguna indicación sobre algunas. Nos las descubre, a ruego del que escribe, ese zahorí caritativo de le Provincia, padre Tirso Cepedal, en uno de tantos servicios de atención fraterna cuando semejantes servicios se le ruegan. Es así: Llega el hº Marcelino a Astorga recién profeso desde Nava del Rey, con sus compañeros el 25 de agost0 de 1945, a las 3 de la tarde. La crónica del estudiantado consigna algunas de sus intervenciones: - 21 octubre 1945. Velada del Domund. Su intervención se titula: Mensaje Azul. - 26 diciembre 1945, Velada sobre Navidad litúrgica. Su intervención, junto con el Hº Alegría, lleva por título: Navidad: Historia. La crónica apostilla: “Una nota interesante la pusieron los HH. Alegría y Cabeza en su composición dialogada”. - 7 junio 1946: Tesis pública de 1º de Filosofía: Tres sunt species supremae animae. El hace de tesista. (Sobre esta tesis añadiré después una nota por lo que a éste que escribe le tocó…)

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- 12 octubre 1947. Velada con ocasión del V Centenario del nacimiento de Cervantes. Su intervención lleva por título: FaustoHamlet – D. Quijote. - 15 septiembre 1948: Profesión perpetua. - 17 diciembre 1948: Tonsura. - 18 diciembre 1948: Dos primeras órdenes menores: ostiario y lector. - Septiembre 1949 a septiembre 1950: Actúa como Cronista del Estudiantado. - 21 diciembre 1949: segundas órdenes menores: exorcista y acólito. - 3 abril 1950: Luz eléctrica en el Estudiantado. En ese día se estrena la luz eléctrica en el Estudiantado. La instalación ha sido realizada a lo largo de muchos meses por un grupo de electricistas, bajo las órdenes de Marcelino Cabeza, electricista mayor. - 21 diciembre 1950: Subdiaconado - 23 diciembre 1950: Diaconado - 11 febrero 1951: Sacerdocio. - Durante la Cuaresma de este año se autoriza a ayunar a algunos más fuertes; él está entre ellos. - Pertenece a las Academias de Misiones y de Liturgia. - A finales de julio de 1951 se celebra una gran Semana Misional. Él interviene el 25 de julio de 1951, en la segunda Asamblea, con una ponencia de estudio. No se precisa el título. - En la Academia de Liturgia pertenece a la sección de Historia. - El 3 al 9 de agosto de 1951 va a despedirse de su familia ya que ha sido destinado a México - Sale para México en el mes de septiembre. Hasta aquí el P. Tirso Cepedal. Y sobre la antedicha tesis “Tres sunt species supremae animae. Uno de los acontecimientos que en el Escolasticado solían marcar regocijos de curiosidades, era la tesis pública de los estudiantes de primero de Filosofía (se les llamaban “los novicios”). El profesor de Filosofía escogía entre todos los de ese curso primero (éramos veintitantos) a los más “listejos” del curso: uno para hacer de tesista, y otros dos para hacer de objetantes. Marcelino fue el escogido para hacer de tesista y defender su tesis. Objetantes fuimos el hº Alves Oliveira, portugués, y el que esto escribe. Y allí era de ver y oír en aquella palestra aristotélica tomista a los tres debatiéndonos dialécticamente: el tesista con sus silogismos, en latín, por supuesto, y repitiendo silogismos que los objetantes argüíamos, con los nego subsuptum, distinguo maiorem, nego consequens et consequemtiam… Pero ahora voy a confesar un pecadillo cuasivenial: La dificultad del tesista era que tenía que repetir entero el silogismo con que le argüía el objetante, con las premisas mayor y menor y la conclusión. Yo “pecador

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me confieso” que a Marcelino le enseñé antes los silogismos que yo había preparado para que él no tuviera dificultad en repetirlos. Salió la cosa magistral. Al finalizar la sesión, los aplausos del profesorado y de todo el estudiantado de más de cien estudiantes rubricaron aquella sesión de… “los novicios”. Sacerdocio: Como consta en lo antedicho, el 11 de febrero del año 1951, después de seis días de ejercicios espirituales, recibíamos en nuestra iglesia de San Francisco de Astorga el Sacramento del Orden Sacerdotal. Nos la confería el Obispo de Astorga Mons. D. Jesús Mérida Pérez. Éramos dieciséis los ordenados del curso último de Teología Moral. Astorga había amanecido completamente nevada. Hasta la naturaleza se vistió aquella mañana de blanco emulando la albura de nuestras albas sacerdotales y de nuestras almas jóvenes. ¡Éramos sacerdotes! Como Marcelino y yo, él con su familia en Sueros, y la mía en Astorga, pudimos tener a nuestro lado en la larga liturgia de la Misa de Ordenación a más familiares de los nuestros, ellos, nuestros padres y hermanos, la mayor parte de éstos pequeñines todavía, nos acompañaron en la ceremonia. Al finalizar ésta se cumplía siempre con un rito, el inmediato a la Ordenación: los recién ordenados sacerdotes nos distribuíamos por junto a los diversos altares y capillas del templo. Venían los nuestros, y antes de los besos y de los abrazos y con las lágrimas de emoción, se ponían uno por uno de rodillas delante del neosacerdote, éste imponía sus manos consagradas sobre la cabeza del arrodillado y le daba la bendición.. ¡La primera bendición de sacerdote a nuestra mamá, a nuestro papá, a ellos que de niños nosotros, nos habían despedido con lágrimas y su bendición paternal cuando el 23 de octubre del año 1938 habíamos marchado desde el pueblo al Jovenado del Espino! Marcelino, por supuesto, le dio esta bendición primera a sus papás y a algunos de sus hermanos; los míos recibieron de mí, y en el presbiterio del altar mayor, mi bendición. Y al acabar de darles yo mi bendición a mis hermanitos, veo que sube al presbiterio Don Julián, el papá de Marcelino, se postra arrodillado y emocionado delante de mí, y me pide la bendición sacerdotal. Aquella bendición fue como el sello que refrendó esta más que amistad que ambas familias hemos tenido siempre, desde Sueros, sintiéndonos el uno y el otro algo así como miembros de ambas familias. Y esto nos ha resultado a los dos muy bonito (“lindo” diría más mexicanamente Marcelino). Despedida: Fue en los primeros días del mes de septiembre del 1951, al finalizar nuestra carrera sacerdotal. Acabábamos de recibir de nuestros superiores todos los del curso los destinos. Unos iban para profesores de nuestros jovenados. Yo y los padres Ricardo Colmenares y Pedro García de Albizu

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teníamos que irnos a Zaragoza junto a la Pilarica para hacer el segundo noviciado en unos meses de Pastoral, porque nos destinaban en lo que más habíamos soñado, a ser misioneros de vanguardia. Y tú eras destinado para irte a México. Aquella tarde de tu despedida nos fuimos al pueblo de Hospital de Órbigo en donde se le rendía un homenaje festivo al hijo del pueblo, el arzobispo Don Balbino Santos Olivera, Discursos, bailes regionales… Al despedirnos para irte tú a Veguellina de Órbigo a coger el tren para Madrid, nos dimos un apretado abrazo fraterno. ¡Marchabas destinado para México! ¡Tu México lindo y florido! ¡Y México será ya desde entonces el que te va a retener, como la piel retiene al músculo, toda tu vida sacerdotal misionera!

Y MÉXICO

En una de las primeras posdatas testimoniales de esta CARTA AL CIELO, la del Padre Provincial Padre Arturo Martínez Soto, ha quedado resumida y bien explicada toda la vida de Marcelino en México. No obstante, añadiremos algunas apostillas, testimoniales también, resaltando facetas de ésas que reseña el citado texto del Padre Provincial. El Padre Manuel García Blanco, en un bastante largo reporte, consigna muy bien facetas de Marcelino como Escritor y Director de la Editorial, de Misionero y de Superior. I – EDITORIAL LIBRERÍA GERARDO MAYELA Y REVISTA PERPETUO SOCORRO. El Padre Manuel García Blanco lo consigna así:

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Terminada su etapa de profesor en San Luis Potosí, Marcelino (José Marcelino Henríquez, oficialmente aquí), vino a esta residencia de la Santísima, México, D.F. el año 1959 para hacerse cargo de la EditorialLibrería Gerardo Mayela y de la revista Perpetuo Socorro, sucediendo al P. Isaac Madrid (José Rodríguez). Entregado en cuerpo y alma a este nuevo trabajo empezó a entrar en contacto a través de la revista y publicaciones con lo que había de ser después su mayor dedicación, las misiones. Por diversas dificultades que surgieron, y a las que él hizo frente con generosidad, de nuevo el 1 de febrero de 1970 asume la dirección de la Revista de la cual será administrador el P. Manuel García Blanco, quien ya la atendía. Y cuando hubo que adoptar decisiones de cambio para superaciones del modo de editar la Revista Perpetuo Socorro, Marcelino mostrará valentía y empuje. Vamos a verlo en sus propias palabras:

Ahora sí ¡Llegó el cambio La revista quiere renovarse. Lo viene intentando sobre todo desde 1998, en que llegó a sus Bodas de Oro de existencia.. Desde entonces se han hecho estudios, se han presentado proyectos, se han dado pasos. Hoy llega el anuncio: la Revista sigue, pero va a cambiar ya. Tiene dos defectos principales que hay que corregir, resulta demasiado cara y no ha logrado aumentar el número de sus lectores. Este mes de Junio es el último número de la Revista con las características que conocemos. A partir del próximo mes de Julio, la Revista seguirá, pero tendrá un nuevo estilo, un nuevo contenido, un nuevo equipo directivo. Se trata, pues, de un cambio anunciado, que lleva consigo también el relevo de personas que dirigen la Revista. Hoy es el momento, no de mirar atrás, sino de imaginar y construir un futuro mejor para la Revista y, en definitiva, para la propagación de la devoción a Nuestra Madre del Perpetuo Socorro. Esos son los deseos de quien tuvo el honor de dirigir la Revista “demasiados años”. Era urgente el cambio. Los Padres jóvenes de le Provincia Redentorista de México tienen ganas de dirigir la Revista. Esto es algo nuevo. Pues ya hace como 20 años que pronuncié estas palabras en un Capítulo nuestro: “La Revista no debe morir; estoy dispuesto a seguir como director si no hay

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nadie que la dirija”. Ahora, que hay quien la dirija, no puedo menos de alegrarme; se puede dar el relevo, aunque sea tarde. Ojalá que la nueva directiva triunfe; pido a Dios por medio de la Virgen del Perpetuo Socorro, que “Perpetuo Socorro” llegue a ser lo que muchos siempre hemos querido: la Revista que lleva la devoción a la Virgen del Perpetuo Socorro por México y por toda América. Me aplico estas palabras de alguien que pasó por unos momentos parecidos a los míos ahora: “Señor, quítame el orgullo de mi experiencia pasada y el sentimiento de sentirme indispensable. Pero ayúdame, Señor, a seguir siendo útil a los demás contribuyendo con mi alegría al entusiasmo de los que ahora tienen responsabilidades y aceptando mi salida de los campos de la actividad, como acepto con naturalidad la puesta del sol”. Una palabra a los que me ayudaron con la colaboración de sus artículos y con alabanzas inmerecidas… Para todos ellos, gracias; gracias en nombre de Ella. Y algo más: un mensaje: ¡Todo por Ella, por la Virgen del Perpetuo Socorro!. Así era de intrépido y contundente Marcelino escribiendo. Y cuando pasando por avatares diversos y sintiendo que dejaba tanto la Editorial como la Revista en buenas manos y con horizontes despejados para triunfos definitivos, escribiría el mismo Marcelino, con su nombre mexicano de J. Marcelino Henríquez A LOS CORRESPOSALES Y PROPAGANDISTAS DE LA REVISTA: Han transcurrido tres años desde que estoy al frente de la Revista, y sonó la hora del relevo. Siento dejarla porque había llegado a ser - ahora me convenzo de ello- una agradable afición, un sincero cariño y una constante preocupación. La Revista que recibí de manos de su fundador, el R. P. José Rodríguez, la entrego ahora al R. P. Laurentino Míguélez, casi condiscípulo, y profesor también largos años en nuestro Seminario de San Luis Potosí. Es una satisfacción para todos el saber que queda en buenas manos. En estos tres años la Revista ha dado un paso hacia delante. Su presentación mejoró. Los colaboradores trataron de hacerla más atrayente. Los abnegados corresponsales y propagandistas redoblaron sus esfuerzos y consiguieron que el número de lectores se duplicara; ante este éxito no puedo menos de agradecer esta labor callada y llena de sacrificios de los propagandistas de la Revista. La Revista triunfó, y se propagó más y más la devoción a nuestra Madre del Perpetuo Socorro, gracias al entusiasmo de las antiguas corresponsales y al dinamismo de otras nuevas. Pero mi última palabra no se refiere al pasado, que ciertamente recordaré siempre con cariño y agradecimiento. La Revista PERPETUO SOCORRO debe seguir mejorando y debe aumentar el número de

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suscritores cada año. Para ello no podemos dormirnos. El cambio de Director no es ningún motivo para dejar el campo de tan hermoso apostolado; trabajamos no por los hombres, sino por Ella, por que la Virgen del Perpetuo Socorro sea más conocida y más amada. Estamos apenas, creo yo, empezando a lograrlo. Si esta hermosa obra es el ideal de nuestra vida, sentiremos constantemente a nuestro lado la presencia de Ella, de la Virgen que socorre siempre. ¿Puede haber dicha mayor? Corresponsales y propagandistas de le Revista, debéis seguir trabajando con más entusiasmo si cabe. Sabed que en mí conserváis todos a un amigo, siempre agradecido. Vuestro antiguo Director tendrá en adelante vuestro mismo ideal: propagar la Revista por todas partes… TODO POR ELLA, POR LA VIRGEN DEL PERPETUO SOCORRO. Y en la Revista le despiden nostálgicamente: El Padre Marcelino Henríquez se va de le dirección de PERPETUO SOCORRO. Por mucho tiempo lo echarán de menos quienes lo visitaron y quienes recibieron sus cartas; los lectores de la revista pueden atestiguar el empeño que siempre puso en hacer obra agradable a todos. En nombre de todos, le diré: “Padre Marcelino no se ausente, vuélvase cada mes a las páginas de la revista que sigue siendo suya”. II – MISIONERO. El P. Marcelino, ante todo y principalmente fue Misionero Redentorista. Misionero, no por analogía de atribución, sino Misionero de vanguardia. El Padre Marcelino ya había hecho sus primeras escaramuzas en el campo de las misiones durante su estancia de profesor en el Seminario Menor San Luis Potosí, y en cuanto su trabajo se lo permitía. Liberado de la docencia primero, 1959, y de la Editorial-Revista después, 1962, se incorpora plenamente al equipo de misiones. Y cuando de vuelta a la casa de le Santísima, D. F. en 1981 como Superior, asume además de la Revista que ya llevaba, la dirección de las misiones a nivel provincial y de la CIRM (Conferencia de Institutos Religiosos de México), su entrega a las misiones, con la complicidad de los que integraban la comunidad, fue total. Sin descuidar su papel de Superior, vemos su enorme capacidad de trabajo cuando continuamente sale a preparar las diversas misiones como a

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participar directamente en ellas. Las crónicas de las casas están todas ellas punteadas por misiones dadas por el Padre Marcelino como misionero. A modo también de posdata testimonial, vaya esta muestra del Padre Juan Manuel del Río Lerga: En cuanto a lo que me pides (le había yo pedido algún testimonio de Marcelino como misionero): haría falta tiempo y memoria para aportar datos. A bote pronto, puedo decir (hasta ahí sí me alcanza la memoria) que fue mi superior en la Santísima de México, DF. Pues antes, estando yo en Guatemala, se dio la misión en Iztapalapa, un barrio de México, de unos 3 millones de habitantes. Pidieron refuerzos a Centroamérica, Colombia, Venezuela, Puerto Rico, etc. Tuve la suerte y honor de ser uno de los participantes en esa Misión. La coordinó Marcelino, aunque la dirigió un diocesano. Marcelino fue el alma mater de la misión. Y aunque no fue igual en todos los centros, del mío que era la parroquia - San Lucas - puedo decir que fue una gran misión. Del grupo de catequistas que dejé formado, cuando a los años y estando ya en México, pude visitar ese centro, fui a la familia que me acogió. Pues bien, mientras yo hablaba con el esposo, su esposa, sin que yo me diera cuenta, llamó por teléfono a las catequistas, y era un buen grupo, al rato se presentaron en la casa. Fue algo inenarrable. Qué contentas estaban. Algunas ya se habían casado, pero seguían de catequistas. Fue un fruto de la misión. Coordinador: Marcelino. Por cierto, al terminar esa etapa de misión de la ciudad de México (20 millones de habitantes, pero se fue dando por etapas) tuvimos un Congreso misionero, de solos redentoristas de todas las naciones que habíamos sido convocados. Fue uno de los encuentros misioneros cssr más preciosos e imborrables de mi vida. También estuvimos en la gran misión de Veracruz, porque Marcelino era el director de misiones. Un buen director. Efectivamente, fue otra gran misión. Como en general en México (qué hermoso país) lo eran todas. Tanto en ciudades como en ranchos. Y recuerdo como anécdota, los cafés que él y yo nos tomábamos en el “Café de la Parroquia”, muy famoso en Veracruz. Y así muchas más misiones, que ya no recuerdo, en ocho años que yo estuve en México. (Hace ya 20 años que falto de allí y todavía hay gentes que me siguen llamando por teléfono o mandando correos). Pero sí recuerdo muy bien que Marcelino era siempre muy cercano, campechano y amigable, muy buen amigo y compañero, y hasta tenía su prestancia personal cuando con elegancia fumaba en pipa. En lo personal le guardé siempre mucho cariño. Marcelino fue siempre un hombre de gran corazón y sensibilidad. Era un hombre querido, sin duda. Así el Padre Juan Manuel del Río. Y el Padre Antonio Lizarraga, nuestro condiscípulo, y gran misionero por España y por Hispanoamérica, corona ese elocuente panegírico del Padre Juan Manuel apostillando:

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Admiré siempre su trabajo al frente de le editorial de México, pero sobre todo en su faceta de misionero y director de misiones.´ III – SUPERIOR De un largo y detallado reporte del P. Manuel García Blanco, entresacamos este botón que muestra esa faceta del P. Marcelino como Superior de Comunidad, y más concretamente de la Comunidad de La Santísima., completando lo que fue su actividad como Escritor, como Misionero y como Superior. El P. Marcelino desarrolló su actividad como Superior en cinco de nuestras residencias en México: San Luis Potosí (Seminario Menor) - México,D.F. La Santísima – México,D.F. El Santísimo Redentor – Veracruz y Puebla. Fue Superior en la Santísima, D.F. en dos distintas etapas; en San Luis Potosí y en Puebla. Y como botón se muestra de cómo era el P. Marcelino de Superior, prosigue el P. Manuel: Su actuación en la Santísima de México. D.F. lo tengo registrado en la Crónica de la comunidad. Habría que recabar de las otras casas datos sobre su vida en ellas. Yo me limito a esta casa. A él le tocó en esta casa de la Stma., D.F. acompañar la restauración del templo llevada a cabo por el gobierno, ya que es uno de los principales monumentos coloniales del centro de la ciudad. Trabajó para que fuera un lugar de culto acogedor, cosa que al gobierno nada le importaba. Así bajó los altares laterales al nivel del piso, ya que por la excavación habían quedado a más de dos metros de altura; mandó colocar el comulgatorio de bronce y el nuevo altar; mandó instalar los confesonarios empotrados en la pared, así como el nuevo equipo de sonido. Todo ello el año 1992. Le gustaba que luciera el templo en las diversas solemnidades, y aprovechaba las diversas relaciones con el Sr. Cardenal y Arzobispo Primado de México Ernesto Corripio Ahumada y el Sr. Arzobispo Luis Mena Arroyo, vicario episcopal de esta IV Vicaría. Los invitaba para que oficiaran en las fiestas de la Santísima Trinidad y de la Virgen del Perpetuo Socorro. Su predicación, como era de esperar, al estilo misionero.

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Se notó su presencia también en la restauración de la casa. Así instaló baños en los diversos cuartos y abrió la nueva cochera por la calle Margil. Fue siempre buen compañero y cordial, a pesar de su aparente hosquedad. Sabía animar, como nadie, las diversas convivencias con anécdotas y ocurrencias. Sus prontos, fruto de un carácter recio, eran pasajeros. Siempre se le recordará por su dinamismo, su capacidad de trabajo, su entrega y amor a la Congregación y su espíritu de oración. Su memoria fuera de serie al recordar fechas y lugares de sus andanzas misioneras. Tuvo gran amistad con Don José Represas, empresario de origen asturiano, gerente comercial de Nestlé en México y diversas naciones de Latinoamérica y gran devoto y propagandista de la Virgen del Perpetuo Socorro, y amigo y bienhechor de le Congregación. Ahí queda pues ese retrato de Marcelino como Superior de comunidad

HORAS DE LA TARDE Horas de la tarde que es como decir, la “Hora de Vísperas”. Vísperas, y que en en el caso de Marcelino es como decir VÍSPERAS DE CIELO. Y esa Hora la rezó Marcelino durante los últimos años de su vida en la comunidad de Veracruz, viviendo como ejemplar religioso y participando activamente en los trabajos y ocupaciones pastorales que en la iglesia desempeña esa comunidad. Pero llevando a cuestas la cruz de dolores con los que fue poco a poco ascendiendo a la cumbre de su Calvario hasta emprender su vuelo al cielo. Para esta etapa tenemos una posdata testimonial del Hº Tito Cartagena abarcando los años 2002-2009. Nos lo narra muy mexicana y encantadoramente de este modo. El 14 de agosto de 2002 llegué al mediodía al Puerto, Veracruz. Fui recibido por el P. Marcelino con toda la sonrisa en sus labios, como siempre le caracterizaba, y de buen anfitrión, inmediatamente me puso al comedor para brindar con un delicioso vino tinto chileno. Después de un descanso de mi llegada, inmediatamente me delegó la economía, que en

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conjunto llevamos a cabo por tres años. En ese lapso Marcelino, con entusiasmo y esmero, se preocupó en buscar bienhechores para la construcción de la Iglesia de Nuestra Señora de Juquila, ubicada en la Unidad Habitacional el Coyol (que actualmente es la cabecera parroquial). En el trienio 2002-2005 siempre visitando la Curia del Obispado, donde charlaba con gusto con la Reverenda Madre Teresa Muro, responsable de la Catequesis de la Diócesis de Veracruz, y de la que él había sido su promotor vocacional en San Luis Potosí en 1953. Y que al mismo tiempo hacía amistad con el Padre Miguel Castillo, párroco de la catedral, y con el Padre Víctor Díaz, secretario canciller y párroco de San Pedro y San Pablo. Con este último llevó una estrecha amistad, y además durante toda su estancia en Veracruz llevaron a cabo la publicación “VOZ DE LA IGLESIA”, que se distribuía en el Decanato del centro de la Diócesis. Se notaba el amor y la pasión que le ponía Marcelino a esta publicación, cada mes revisaba con el Padre Víctor Díaz en la Curia, eso le motivaba el caminar 8 calles de ida y otras iguales de regreso. Y cada vez que sacaban 10.000 hojas acompañaba a Marcelino a distribuirlas a 8 parroquias, platicándome el contenido de tal, viendo en sus ojos toda su pasión. Siempre en las reuniones de decanato, a él le tocaba hablar sobre las actualidades que encontraba en la red de INTERNET, que hablan sobre la Iglesia. Él siempre muy actual y moderno en todos esos menesteres. Al finalizar el trienio 2002-2005 en julio de 2005, para ser más exacto, salió para España de vacaciones, pero al regresar en Octubre se le vio más cansado. Empezó a disminuir sus visitas a la Curia Diocesana a visitar a su amiga la Rev. Hna. Teresa Muro, y tratando el P. Carlos Espinosa y su servidor Hno Tito López el animarlo a seguir yendo, pues eso le servía de ejercicio para sus piernas, pues padecía de diabetes. Se le notaba ya su cansancio, y a encerrarse en casa leyendo el periódico EL PAÍS, y resolviendo siempre el CRUCIGRAMA PERFECTAMENTE. Sufría cuando no llegaba el PAIS al puerto. En el 2006 se cayó en 5 ocasiones al querer levantarse de la cama para ir al baño, y esperaba el primero de visiteo de las colonias para que lo ayudáramos a levantarse del piso. Pues tenía un nervio de la columna que le obstruía la fuerza de sus piernas. Casualmente su doctor de cabecera le dijo tajantemente antes de ver una segunda “que necesitaba una operación de columna”, el pobre Marcelino cayó en depresión imaginándose que si le hacían eso moriría. Gracias a Dios no hubo necesidad de operación. Necesitamos el Padre Carlos Espinosa y yo de 2 meses de animarlo y estarlo llevando a rehabilitación física para fortalecerle sus piernas y salió delante de su depresión. Nunca quiso usar de bastón para apoyarse.. Dejó Marcelino de realizar la VOZ DE LA IGLESIA, después de su recuperación, pero siguió con esmero su crucigrama, nunca lo perdonó. Le insistía siempre a caminar, pues eso le ayudaba a disminuir el dolor en su

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pierna izquierda, aunque siempre prefería los medicamentos para el dolor y estar sentado viendo su canal preferido TVE de su país amado. Siempre contándome sus aventuras de su niñez y de su trayecto en el seminario. Recuerdo con cariño cuando me contó que una vez fue a una fiesta a un pueblo vecino sin permiso de sus padres, y que al regresar su padre le pegó, no mucho, pues no tenía mucha fuerza en su mano por algún problema físico que tenía en ello, y su madre le decía “no le pegues en la cabeza que después le duele”. Cuando me lo contaba una y otra vez le brillaban sus ojos con cariño recordando a sus padres y esa travesura. Otra anécdota que tengo de él es un canto que me decía cantaban las jóvenes de su pueblo cuando los jóvenes se iban de servicio militar por tres meses al África: “Manolo mío, esos tres meses serán tres años, Manolo mío, vuélvete ya”. Esa la cantábamos muy seguido siempre alegre y recordando a su España querida. Lo recuerdo cuando se despidió de mí al irme de Veracruz con unos ojitos muy tristes, yo partía a mi nueva comunidad de Obregón, Sonora, en la que actualmente vivo. Padre Marcelino, acá te envío un abrazo y pide a Nuestro Dios que interceda por mí para que pueda encontrarme contigo cuando me toque que me llame el Señor. Muchísimas gracias, Hº Tito Cartagena, por tu preciosísimo testimonio. Lo bonito, lo lindo sería escuchártelo de viva voz con la musicalidad del habla mexicana. Pero tenemos que seguir con:

ANÉCDOTAS DE ANITA SOBRE MARCELINO Anita, aquella niña pequeñina, hermana de Marcelino, menudita, redondita, que correteaba por las calles de Sueros, y que cuando yo la veía así, parecía una amapola del campo que se movía llevando en el color de su carita la alegría infantil. Que, como hermana única y la menor, siempre fue la mimada de sus seis hermanos varones. Hoy, esposa de Manolo, en Barcelona, y ya abuelita. Hace ya más de 10 días nos dejó Marcelino, no me encuentro con ánimos para contar alguna de las muchas vivencias que tuve con él, pero quiero poner mi granito. El año que hice mi primera comunión, el cantó la misa.

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Llevaba yo, recuerdo perfecta-mente, un traje que me habían bordado nuestras tías las monjas; para mí fue un día especial que no olvidaré jamás. El mismo año se marchó para México, su destino para siempre, mis padres se llevaron un gran disgusto, pero como buenos cristianos aceptaron los designios que Dios les había preparado. Tuvieron que pasar 10 años para que volviéramos a estar juntos, yo, ya era una mujer, había pasado de 8 a 18 años. Fue una fiesta diaria mientras estuvo con nosotros, la casa parecía una fonda de pueblo: familias, vecinos, amigos, todo un festival. Las rancheras, los chistes, y su fácil verborrea nos hacían las tantas de la noche sin apenas darnos cuenta. Recuerdo su generosidad, sólo superada por Avelino, el buque insignia de la familia. Me llenó de regalos, estaba agobiada con tantas cosas, pero mi alegría fue inmensa cuando me anunció que me llevaría a Sevilla, no me lo podía creer, ¿estaba soñando?, pues no, era real como la vida misma. Estuvimos en Carmona para ver a mi tío Andrés (el Hº Andrés Avelino, coadjutor redentorista) y luego en Osuna, donde nos esperaba Ángel, Aurora y mis sobrinas. Entre aquellos regalos, uno fue mi ilusión: nada menos que unos pantalones tejanos que en aquella época no llevaba nadie.. Don Eliseo (el cura de Sueros), fue testigo de ello, y buenas broncas que me costó, pues D. Julián era de su misma hornada, pues chica de familiares curas y monjas no podía ir así vestida. Otro recuerdo muy especial fue estando ya en Barcelona, tenía yo entonces 22 años, vino en un crucero como capellán de familias pudientes, estuve con ellos en uno de los mejores hoteles de Barcelona, me presentaba a todos y me quería llevar con ellos a todas partes. Le querían mucho, era como un “Dios” para aquella gente creyente y bondadosa. En otras varias venidas a España, recuerdo las charlas interminables con mi suegro en la balconada de Castelldefels, en el apartamento de verano. Casi nunca quería quedarse a dormir, prefería el convento, decía que allí se relajaba y hacía sus oraciones con más recogimiento. Mucha ilusión para Marcelino y para mí, y con esto termino, “un recuerdo especial” el día de mi boda en Sueros, digo en Astorga. Teníamos más curas que invitados, pues la ceremonia fue en el convento de los Redentoristas. Nos juntamos todos excepto mi hermano Ángel y familia, que no pudieron asistir por enfermedad grave de D. Felipe, padre de mi cuñada Aurora.. Desde Barcelona, Marcelino, te recordaremos siempre Ana y Manolo.

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Pero Manolo añadirá en este mismo testimonio de Anita: Espero, Generoso, que tu prosa fácil y perfecta sintaxis pueda mejorar el testimonio que enviamos desde Barcelona. Naturalmente que sería mucho más amplio, pero consideramos que es un resumen de muchas de esas anécdotas. Una cosa: a Marcelino, a las cartas no le gustaba perder, bueno, a ningún juego. Recuerdo un año en La Bañeza, donde habíamos ido a los toros, y no pudimos entrar, nos quedamos fuera, y en un jardín que había por allí, estuvimos jugando con Aurora y con Ángel, nos dimos una de reír que ni te cuento, no quería perder, Aurora tampoco.

AHORA, DE AURORITA: Y continuando con testimonios de la familia de Marcelino, éste que sigue, de su sobrina Aurorita, una de las hijas de la anterior Aurora y Ángel, hermano éste el mayor de Marcelino, los que no querían perder a las cartas aquella tarde del fracaso de la corrida de los toros en La Bañeza. Tiene Aurorita toda la gracia y frescura de los que la conocemos desde que era una niña. La primera vez que ví a Marcelino me sorprendió su acento mejicano, ese acento que tanto gracia nos hacía y tanto nos gustaba a los niños. Yo no lo conocía aunque me habían hablado mucho de un tío que teníamos en Méjico. Habían pasado muchos años cuando apareció en España por primera vez, después de su partida en los albores de los años 50. Su humanidad y su simpatía nos cautivó a todos. Mis padres prepararon una habitación para recibir a tío Marcelino que resultó venir acompañado de tía Anita, una joven,´en ese momento y aún hoy, que llenó la casa de alegría, acostumbrados como estábamos a vivir lejos de la familia_ de Sevilla a León había un buen trecho- su presencia fue un soplo de alegría; su llegada nos resulto muy gratificante, no sólo a nosotros, enseguida se hizo con todo el pueblo, su capacidad de comunicación era admirable. Marcelino venía cargado de pequeños presentes que repartió entre todos. Decía que que se acordaba de su familia en España y de sus compañeros, pero que estaba muy contento de su trabajo en Méjico. Nos contó las misiones que realizaba allí, con todo lujo de detalles y, como era tan ameno ,tanto los niños como los mayores no perdamos puntada. La casa de los abuelos cuando venía Marcelino era una gran fiesta, nos juntábamos toda la famila, a veces venía tío Constantino. Constantino era un hombre muy afectuoso y que nosotras. mi hermana y yo, frecuentábamos cuando estaba él en Granada y con el que nos llegó a unir un profundo cariño.

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Nos juntábamos por la tarde con él y algunos mayores más( los que no iban a la partida) después de comer y jugábamos a las cartas. Muchas veladas pasamos jugando a las cartas y escuchando como los mayores, especialmente Marcelino y Constantino, nos contaban sus vivencias. Y los abuelos disfrutando de todo ese momento tan entrañable; claro que para tía Anita toda esta presencia de familia supusiese un ir y venir de ropa, comida, huerto... que no le dejaba apenas tiempo ni para respirar. Durante los años sucesivos Marcelino siguió viniendo con una periodicidad cada vez mayor. Poco a poco fuí empezando a conocerle y a darme cuenta que no sólo era un hombre alegre y simpático sino que era un hombre de una gran profundidad humana e intelectual, que se sentía satisfecho de su misión en tierras mejicanas , de que mantenía una fé inquebrantable, de que había publicado varios libros y de que dirigía un revista de una gran tirada. Muchas veces departimos sobre temas religiosos y no religiosos en esas tardes calidas del verano durante la sobremesa o después de una ligera siesta. Los últimos años, aunque le seguía gustando venir a España y ver a su familia, se le veía menos entusiasta y hasta un poco cansado, quizá la enfermedad? quizá la muerte de sus padre le había desarraigado de la tierra? quizá a causa del cansancio producido por la edad le costaba más trabajo visitar a sus hermanos cada uno en una ciudad? No lo sé. Lo que sí se puede confirmar es que él era feliz en Méjico y que allí había encontrado otra familia a la que le unía una gran amistad, 50 años de permanencia en el país habian dejado en él una profunda huella y gran amor hacía Méjico que tan bien lo había acogido y al que tantos años esfuerzo y salud le había dedicado. Así que, cuando le preguntaban cuándo se vendría para España, siempre contestaba -"ni modo"Descanse en paz Marcelino y aunque a su familia nos produzca un cierto resquemor el que no haya sido enterrado entre los nuestro, donde pudiéramos dedicarle el último adiós, donde tener un referente para visitarlo, comprendemos que está donde quería estar, con los suyos, con los que ha compartido su vida. Aurora no piensa olvidarte.

Y el de SINDO: SINDO es ahora un señor de Sueros, muy amigo de Marcelino y mío, de la quinta de Marcelino. Juntos fuimos los tres a la escuela en Sueros y juntos correteamos por el Mación, y juntos nos bañábamos en el río Tuerto. Y juntos, por supuesto, íbamos a Misa y a la catequesis. SINDO, al enterarse de le muerte de Marcelino, nos escribió: ADIOS… MARCELINO. Acabo de enterarme de que nos has dejado, después de larga enfermedad, para pasar de este mundo, que siempre defendiste en tu largo

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apostolado en tierras Mejicanas, y me he producido enorme emoción. Tú sabes que tengo motivos para ello: ¡Más de 80 años unidos por la amistad! Hemos crecido juntos, corriendo por nuestro amado pueblo de Sueros, hasta que un día, tu fe te llevó a ocupar tan alta dignidad de apóstol y evangelizador en el nuevo mundo, que has sabido ejercer con decoro. Porque Misionero, entiendo, es sentir que alguien te llama, salir a su encuentro con dignidad. ¿Qué más se puede pedir? Tú, lo has sido. Me consta y, sólo tú sabes por qué; aunque de esto han pasado cincuenta años: Aquellos consejos de amigo y padre espiritual, tanto a ella como a mí, a falta de relaciones diplomáticas en nuestros países respectivos… No lo olvido: “El matrimonio es algo muy serio… os conozco a los dos y me alegra vuestra decisión, de emprender una nueva vida, pero ya le he dicho a ella que no se precipite. Yo os bendigo y espero pronto uniros para siempre… Mis deseos, como los tuyos, es que conozcas esta familia cristiana y el país…” Esto me decías y, yo te reitero mis gracias; todo se “derrumbó” como sabes, con la muerte inesperada de mi querida MADRE, y mi necesidad de regresar a España inminente. Graciela también te lo agradecerá al encontraros ahora, los dos en la inmortalidad. Hoy se encendió la luz en tu camino, y un canto familiar se oyó de pronto vibrando en tu interior, porque MISIONERO es también cantar en plena libertad… ¡Adiós, una vez más! Te has ido deprisa sin que te viera el sol brillante de nuestra querida tierra tuya y mía; ese sol radiante que asoma por la cima de La Escrita, y sin ver nuestra hermosa y nueva ribera sobre este río Tuerto, donde aprendimos a nadar tú y yo… Es este también un recuerdo más ante tu imagen respetable en la existencia mía. Y como el poeta que en la morada de los muertos su dolor cantó, yo sabré poner sobre tu frente fría el laurel que tu vida conquistó fielmente y con amor. Si la muerte es sólo nacimiento, os deseo descanso a los dos en esa nueva vida. Gumersindo García.

COMPLETAS Hora de la Coronación El Padre David García López, CSsR, de la comunidad de los Redentoristas de Veracruz, México, corona así el túmulo de cuerpo insepulto del Marcelino: MUERTE Y FUNERAL DEL P. MARCELINO CABEZA.

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VIERNES 11 DE JUNIO Y SÁBADO 12 DE JUNIO DEL 2010

En nuestra comunidad Redentorista de aquí de Veracruz, después de haber estado como 9 meses bien de salud y sin dolor en el pie, el P. Marcelino se empezó a quejar de un dolor muy fuerte de su pie derecho; y el jueves, después de haber platicado con él, y tomado bien sus medicamentos, el viernes 11 de junio Dios lo llamó a su seno durante la madrugada, muriendo de un “infarto”. El Dr. Hoyos (amigo del Padre) vino a reconocer el hecho. Me había pedido a mí, ese día jueves, si les enviábamos un correo a Avelino y demás hermanos y familiares - pues siempre estaba actualizado en las noticias del Observatore Romano y en toda la participación con el clero o miembros de le Congregación. Y en sus pláticas pasadas con los padres del Decanato, siempre les llevaba noticias frescas y de interés. Siempre a tiempo y destiempo él predicaba y fue un gran Misionero Redentorista. También fue muy apreciado por el clero de Veracruz y por muchas personas y familias aún de fuera de Veracruz. Se le celebraron tres misas de cuerpo presente en la iglesia de la Pastora: la primera, el viernes 11 de junio a las 6 pm la presidí yo, P. David García CSsR, miembro de la comunidad de Veracruz. Hubo mucha concurrencia de fieles. Asistieron el P. José del Cristo del Buen Viaje y el P. Fidel Unanua (español), escolapio de la Universidad Colón y muy amigo del P. Marcelino, el cual habló muy bien del padre Marcelino y del desempeño importante en los diferentes puestos que ocupó como director de la revista Perpetuo Socorro (30 años), director de Misiones, sus libros e ideal misionero, y como fundador de la CIRM en México, e iniciador de la CIRM en Veracruz. La segunda misa se la presidió el neosacerdote P. Alejandro Arciniega CSsR, el sábado 12 de junio, a las 8 am. También hubo mucha concurrencia. La tercera misa, la principal, se celebró a las 12 del medio día, el mismo sábado 12 de junio. La presidió el Sr. Obispo Don Luis Felipe Gallardo, S.D.B, con la presencia del P. Provincial Arturo Martínez Soto y otros diez sacerdotes, algunos redentoristas y otros diocesanos. Fue una celebración muy emotiva y sentida por todos los asistentes. Después del rito de despedida en la Pastora, su cuerpo fue llevado a la funeraria del Ángel” para ser incinerado. El P. Arturo Martínez, los cohermanos de la comunidad PP. César Cerón (Superior local), David García y Alejandro Arciniega, y un grupo representativo de fieles hicimos un momento de oración junto al P. Marcelino antes de ingresar a la cámara de incineración. Pedimos por nuestra Provincia, por la familia del P.

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Marcelino, por la Congregación, por nuestra Iglesia, por los sacerdotes. Recibimos las cenizas del P. Marcelino a las 6 de la tarde. Luego nos regresamos a la Iglesia de la Pastora, donde fueron colocadas sus cenizas, después de la Eucaristía de las 6’30 pm. Durante los siguientes días se realizó el “novenario” de misas, según la costumbre que tenemos en México. El Domingo 20 de junio se terminó la novena con una solemne misa a las 6’30 pm. Que Dios le dé la eterna Gloria por sus fecundos casi 60 años de Sacerdote y servicio a Dios y a la Congregación. ¡Descanse en Paz!

Marcelino, hermano del alma, hermano: los que te hemos escrito esta CARTA AL CIELO, con la seguridad de que te haya llegado bien, mientras ya gozas de santa gloria en el coro de nuestro Padre San Alfonso y demás redentoristas, te decimos, hasta pronto. En nombre de todos ellos, con un abrazo fraterno muy fuerte, yo Generoso García Castrillo, CSsR. Datada en Sevilla, junto al Sagrario e Icono de Ntra. Madre del Perpetuo Socorro de la capilla de la Comunidad. 9 de Noviembre de 2010.