AUGUSTO POLO CAMPOS: NO SOY MUJERIEGO, SOY DEMASIADO GALANTE Entrevista por Fernando Alayo Orbegozo

AUGUSTO POLO CAMPOS: “NO SOY MUJERIEGO, SOY DEMASIADO GALANTE” Entrevista por Fernando Alayo Orbegozo No existe peruano que nunca haya sentido ese (ca...
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AUGUSTO POLO CAMPOS: “NO SOY MUJERIEGO, SOY DEMASIADO GALANTE” Entrevista por Fernando Alayo Orbegozo No existe peruano que nunca haya sentido ese (casi siempre pasajero) orgullo de haber nacido en “esta hermosa tierra del sol” que tanto mencionó en las letras de las canciones que lo inmortalizaron. Uno de los más grandes compositores de nuestro país, cuya vida personal no ha sido ajena a los escándalos protagonizados por sus relaciones amorosas con señoritas que usan lápiz labial en demasía. Debo confesar que la música criolla me empezó a gustar desde que escuché a mi madre cantar un día “Cuando llora mi guitarra”. Entre pregunta y pregunta, se lo confesé. –¿Qué significa la palabra “componer” para usted? –Nada, porque yo no me pongo de 4 a 5 de la tarde a componer, salvo que algo no suene bien y no le guste a los clientes, ya que a veces me llaman para hacer la música de los comerciales. No es que no les guste tampoco, sino que dicen “acá yo quisiera que fuera más alegre” o cosas por el estilo. Cuando yo hago un contrato de esos, a los 3 días entrego la canción cantado por una persona escogida por mí para que aprueben la letra; a los 6 días, les doy la versión primaria. Después ellos escogen al intérprete. –Pero, ¿qué piensa cuando dicen que es uno de los mayores referentes de la música peruana? –Bueno, para mí es muy fácil contestar, pero es muy difícil decirlo sin despertar la sonrisa despectiva de alguien. Yo creo que alguien o algo me dicta las canciones, pienso que hay un ser supremo que me las dicta. Porque no se puede dar que la canción que es himno a la guitarra (“Cuando llora mi guitarra”), no lo haya hecho un guitarrista o alguien

que ni siquiera toca una guitarra. Para mí, la guitarra solo me sirve para defenderme en una fiesta si me atacan. Si yo supongo, tal vez con mucha razón, que las canciones me las dictan, entonces ese ser supremo es lo más grande que me ha pasado. Si la ha hecho él, no creo que haya alguien más supremo que él. Incluso, yo cordialmente le prohíbo a la gente que me digan “señor”, prefiero que me digan “don Augusto” o “Polo”, porque me cae muy mal, es como una alergia. No es falsa modestia, simplemente yo sé ahora que alguien me dicta las canciones. –¿Cuál es la técnica que usa para componer? –Ninguna. Simplemente, se me ocurre la música. A veces, la busco. Una vez me llamó el Presidente del Perú para hacer un jingle, por el cual me pagaron muy bien. Era Juan Velasco Alvarado, que era mi amigo. Me dijo: “Van a jugar para clasificar al Mundial, Chile, Ecuador y Perú. Los dos países con los que hemos tenido guerra. (Risas) Tienes que hacer algo que los friegue, alguna canción que le devuelva la fe al pueblo”. Le respondí que no había problema, pero que debía pagarme lo que yo le pidiera. “Está bien, pero cántale a tu patria”, dijo. Le propuse que me pague sólo 10 mil dólares, porque yo no sé hacer cosas mal hechas. Había un general al costado que se acercó: “Señor Polo Campos, ¿tanto cobra usted por cantarle a su patria?”. “Y usted señor General, ¿cuánto cobra por no haber ido nunca a la guerra?”. Eso fue allá por el año 70. Luego de la salida de Morales Bermúdez, Perú juga con Chile nuevamente. Y un General que era mi tocayo, pero no recuerdo su apellido, me dijo que sólo yo podría hacer una canción como “Y se llama Perú” (la que hizo por encargo de Velasco). Me dio 15 días de plazo para terminar esta nueva canción. “No te pases, me das quince días. Yo todavía tengo 60 años, así que el último día haré tu canción”, le dije. “La vez pasada cobré 10 mil dólares, ahora te cobraré 15. Acuérdate del número 15. En 15 días, 15 mil dólares”. Cuando llegó el día 15, faltaban 15 minutos para mi reunión con el General. Así que fui a la OCI (Oficina Central de Información) que quedaba por el café Haití de Miraflores. Entré al café y pedí una factura para poder escribir. “Cuando despiertan mis ojos y veo…”. Dos minutos. “…que sigo viviendo contigo Perú”. Cuatro minutos. “En mi alma llevo tus colores…”. Ocho minutos, yo quería hacerlo en quince. “Unida la costa, unida la sierra, unida la selva, contigo Perú”. Once minutos. “Te daré la vida y cuando…”. Trece minutos y corrí. (Risas) Entré corriendo por la escalera de la

oficina y recuerdo que estaban unos pescadores adentro. La secretaria me dijo que estaba ocupado, pero igual me metí. Voltea el General y los pescadores aplaudían. “Mira tu reloj. He salido hace quince minutos. Acuérdate del número 15. Hice la canción aquí al frente, mira la factura del café Haití”. El General se asombró y le dijo a los pescadores que yo la había compuesto en 15 minutos. Si a ellos les gustaba, la canción quedaba. Empecé a cantar la letra que había escrito y, a mitad de la canción, la gente aplaudía de pie. Recuerdo haber visto llorar al General cuando cantaba “Te daré la vida y cuando yo muera…”. Luego me dijo que no iba a poder pagarme los 15 mil que habíamos acordado. “Si yo fuera millonario, te daría 100 mil, hermano. Pero 15 mil no te puedo dar. Te daré 20 mil”. Así ves que no tengo una técnica específica. En ese momento, corriendo, llamé a mi ángel de las letras y ahí mismo la hice. Son anécdotas que me han pasado que ahora la recuerdo contundentemente. Chabuca (Granda) me dijo una vez: “Lo único que me hubiera gustado hacer y nunca pude, es el vals ´Contigo Perú´”. –¿De dónde sale la inspiración de sus canciones? –Por ejemplo, con “Cuando llora mi guitarra” pasó algo muy raro. Esa canción la hice en unas diez cuadras, al salir de un club que quedaba por el Parque Universitario, donde se juntaron Los Panchos, Los Morochucos y todos los grandes guitarristas de acá a tocar maravillas. Al salir, en lugar de tomar el colectivo hasta el Rímac, me fui caminando por la avenida Abancay, que en esa época era pequeña. Caminé hasta el Rímac componiendo la canción y llegué a mi casa pensando y creyendo que la había hecho por todo lo que había visto y escuchado esa noche: a los guitarristas más grandes que se pusieron en contrapunto y cada uno tocaba maravillas. Creí que había sido por eso. En el año 1963 se estrenó la canción, siendo luego grabada por grandes cantantes del mundo como Julio Iglesias, Raphael, Manzanero y aún la siguen grabando grandes salseros como Andy Montañéz, entre otros. Hace cuestión de ocho años, hubo un Festival de la Primavera en Trujillo, donde fuimos jurados Mario Vargas Llosa, Alberto Andrade y yo. Cuando nuestra estadía en el hotel terminó, nos embarcaron en un avión a Lima y a los minutos de haber despegado, nos dijeron que el avión aterrizaría urgentemente en Chiclayo. En Chiclayo, nació mi madre. Cuando comenzó a aterrizar el avión en la tierra de mi madre, comencé a tener visiones. Mi madre era la única que tocaba guitarra en mi casa y, cuando

yo era pequeño, me cantaba en la cuna. ¿A qué otra guitarra le podía haber dedicado esa canción? Después de eso, estudié bien la letra y me di cuenta que en esa letra no hay pasión, besos o amor. “Comprendo que no vienes, porque no quiere Dios”. ¿Dónde más va a estar mi madre sino es con Dios? Me di cuenta que no hablaba de un amor pasional. Esa canción era para mi madre. Ella tocaba y cantaba lindo, por eso la debo haber escrito tan bonita esa letra. –¿La inspiración no forzada, entonces? –Así he hecho tantas cosas que se han vuelto populares como “Regresa”, “Cada domingo a las 12 después de la misa”, que esa sí fue sobre un gran amor, “Contigo Perú”, “Y se llama Perú”, “Esta es mi tierra”, “Hombre con H”, etc. Siempre hallo canciones que no recordaba haberlas compuesto y, ahora que estoy ensayando con Mayra (una de sus alumnas), le he dado canciones viejas preciosas que ni las he estrenado. En su nuevo repertorio, que va a ser internacional, ahí están todas. Sigo creando, sigo componiendo. –Y usted vive de la música, ¿cierto? –Todo lo que yo cobro por las regalías de mis canciones o las que compongo para comerciales va para mis hijos y mis obras de caridad, que son muchas. Siempre me preguntan por qué si he hecho tanto por este país, sigo viviendo en esta casa vieja y fea. Yo digo que esta es mi divina pobreza. Además, yo no sé vivir con aparatos eléctricos, con las justas sé contestar el celular. Tengo una máquina de escribir de 48 años de antigüedad con la que escribí mi libro y una vieja grabadora que me sirve para hacer mis cachuelos. Tengo para comprarme lo que quiero, aunque no soy rico. Ayudo a mucha gente que me acompaña en mi casa todos los días. Además doy clases a una artista y en un Taller de la Municipalidad de Miraflores. –¿Le molesta tener esa fama de mujeriego? –La mano izquierda no tiene que saber lo que hace la mano derecha. Suelen decir que despilfarro mi dinero, que lo gasto en mujeres. Tengo fama de mujeriego, pero mujeriego es el hombre que colecciona mujeres. Yo sólo soy demasiado galante. Adoro a las mujeres y las interrumpo para dedicarle un verso improvisadamente sobre el color de su

vestido, su sonrisa. Se quedan sorprendidas, porque saben quién soy. Como le digo a mi hija: “Si tú te vas a México y me cuentas que conociste a Armando Manzanero y te hizo un poema, jamás te voy a preguntar a dónde te llevó después”. Tuve la suerte de conocer a muchísimas mujeres y que todos piensan que me sirven de inspiración. No todas, realmente. Porque lo que me pasó a mí, podría haberte pasado a ti. Tú también podrías haberle dicho a una mujer “regresa aunque sea para despedirte”. Mi pena es igual a la tuya y a la de cualquiera. Yo soy un excelente captor y receptor, nada más. –¿Qué es lo último que ha estado haciendo? –Estoy haciendo una canción que me demora porque siento que la tengo que grabar yo mismo. No puedo dejar de llorar cuando la grabo, eso me retrasa. Es un mensaje importantísimo que salva vidas, ya que está dedicada a los donantes de órganos. Es una historia muy pequeña que es tan triste y tan cierta que yo cuando la digo no aguanto el llanto. Eso creo que va a valer, que me vean llorar así y la regale a los niños que necesitan órganos. Es injusto y no nos entra en la cabeza que una persona se muere porque preferimos la indiferencia. El título es “1-1=6” y en la letra se explica el porqué de ese título. Para mi es más fácil hablar en verso o en prosa. –Acaba de escribir un libro, además. –Acabo de terminar un libro, pero nunca he leído uno en mi vida. ¿Qué bruto, no? Me jalaron por no leer “El Quijote”. No quise leer y, desde que vi “Tiburón” y “Terremoto”, comencé a negarme a ver películas también. Antes de escribir mi libro de filosofía “Cerebridades”, nunca había leído un libro. En el prefacio, lo digo. ¿Por qué? Porque si alguien me dice que ha visto una frase buena, yo no la he leído antes. Cuando alguien me diga “eso ya lo he visto en el cine”, yo respondo que no veo películas; “eso ya lo he leído en un libro”, yo no leo libros. Esto que pasa conmigo es único, no conozco a otro compositor que haga estas cosas y que además terminen siendo éxitos. Si yo nunca he leído un libro, ahora entiendo que fue por el instinto de autenticidad. El libro tiene temas increíbles que no sé por qué están ahí, pero los que lo han leído, que son verdaderos intelectuales, se han quedado sorprendidos. De arranque, me dijeron que yo estaba loco, pero a medida que iban leyendo, me daban la razón.