ANTE UN MUNDO EN TRANSFORMACION

ANTE UN MUNDO EN TRANSFORMACION La religión y la verdad objetiva no cambian, a pesar del progreso y el dinamismo contemporáneos, no están a merced de ...
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ANTE UN MUNDO EN TRANSFORMACION La religión y la verdad objetiva no cambian, a pesar del progreso y el dinamismo contemporáneos, no están a merced de la nada.

"Podemos decir que en la mentalidad del hombre modernode "todos nosotros, existe la persuasión de que «todo cambiaLa "observación de la vida contemporánea nos da la impresión de "que todo está en vías de transformaciónesté en movimiento. "Ninguna de las cosas que afectcm a nuestra experiencia se de"muestra estable y segura: todo cambia, todo evoluciona, todo "decae y todo se renueva. Estamos dominados e invadidos por "este sentido de inestabilidad de las cosas; y si este sentimiento "nos infunde ai principio un cierto temor y algún sentimiento, muy "pronto se transforma en sentido de complacencia, porque vemos "que este fenómeno grande y generad de cambio adopta nombres "sugestivos: 'evolución, progreso, dinamismo, descubrimiento, con"quista, superación, desarrollo, renacimiento, novedad, etc. "La experiencia de este fenómeno general se hace cada día más "impresionante ante el incremento acelerado y maravilloso de las "ciencias, especialmente de las físico-matemáticos; se diría que el "hombre aprende ahora a conocer el mundo; y de la exploración "científica, de la búsqueda, como hoy se dice, se sacan tantos re"sidtados nuevos que el hombre de estudio, el científico, permanece "embriagado; y mientras por una parte continúa perfeccionando "sus inagotables investigaciones, por otra pasa inmediatamente a "la aplicación práctica, utilitaria, de los nuevos conocimientos; a "la ciencia sucede la técnica, y ésta se desarrolla, y mediante má"quinas e instrumentos novísimos y organizaciones poderosas se "convierte en industria; con todo lo que sigue en el campo econó"mico y social, en la vida del hombre moderno. Consideraciones "análogas podemos hacer sobre las ciencias relativas al hombre: "la medicina, la psicología, la sociología, la política. Ahora le llega "el tumo a la religión: ¿qué sucederá a la religión a causa de "esta transformación generalt Muchos dicen: Ha terminado; vos"otros lo sabéis. "Pero otros dicen: no; no sólo no ha terminado, sino que se "impone con tanta mayor razón cuanto más racional y urgente es "la necesidad de decir, sobre todo la primera y la última palabra; "el alfa y el omega se imponen; y adorar no solamente es exigen"cia siempre legítima, pero hoy, más todavía, obligatoria. La re"ligión, si no es profesada, es al menos discutida; y siempre a 69 3

ta oscura luz de acontecimientos violentos e irracionales, o de estados de ánimo angustiosos, en términos tan implorantes y desesperados que la hacen añorar, y bajo ciertas expresiones, incluso desearla, Vuek/e al pensamiento el vaticinio del projeta Jeremías: «Me han abandonado (dice el Señor) a mi, que soy fuente de agua viva; y se han cavado cisternas agrietadas, que no consiguen contener agua» (2, 13). "Y entonces se presenta de nuevo el problema religioso. Y es precisamente sobre este punto sobre el que hoy nosotros tratamos de atraer vuestra atención por un instante y acaso con palabras demasiado sencilla>s. Y el punto es éste. ¿No estará también sujeta la religión a algún cambio importante? Y de hecho, para circunscribir el discurso al campo que le concierne, ¿no está también nuestra religión en camino de transformación? "A este respecto Nos os dirigimos un primer ruego: ¡estad atentos! Prestad atención a la complejidad del problema. Se puede considerar la cuestión religiosa bajo el aspecto subjetivo; es decir, el propio del hombre, mental, psicológico, filosófico. Y todos sabemos a qué cambios, a qué arbitrariedades, a qué desvarios, a qué dudas, a qué negaciones, en una palabra, a qué metamorfosis la idea religiosa ha sido sometida en estos últimos tiempos. La discusión permanece siempre abierta; pero sostenemos qu-e nuestra razón ( c f r . p, e j . De Lubac, «Sur les cheméns de Dieu», Aubier 1955), nuestra experiencia ( c f r . A. Prossard, «Dieu existe», Payard 1969), nuestra fe ( c f r . Guardini, «Vom Leben des Gbubens», Grümewald 1939; trad. Vie de la Poi, Cerf, 1958) están hoy, más que nunca, en disposición, como en el pasado ( c f r . S. Th. «Summa contra Gentes») de testimoniarse luminosamente y de perseverar con nuevas ¡manifestaciones de pensamiento y de vida, afrontando el choque,-o las discusiones de las objeciones propios de la mentalidad, ya sea filosófica, literaria o práctica del día de hoy. "Bl hombre, este ser de las cien caras, puede configurarse en aspectos y en actitudes muy diversas, multiformes, respecto a la religión, pero permanece hombre, es decir, un ser sustcmcialmente como es, no sólo capaz, sino necesitado de Dios; por ello, cuanto más hombre es y más hombre se hace, tanto mayor se manifiesta en él la exigencia de Dios; y por ello, la religión, entendida como virtual relación con la divinidad, no cambia, cambiando las expresiones de la vida humana. "Pero es necesario 694

considerar

el aspecto objetivo

de la reli-

"gión, es decir, su verdad, su contenido,1 su realidad. La cual, para "nosotros creyentes, para nosotros católicos de fe unívoca, con"servada, expuesta, defendida por aquella institución providencial "que es el magisterio eclesiástico, siempre intentó repetir la pa"labra de Jesús: «Mi doctrina no es mía, sino de Aquel que me "ha enviado» (lo., 7, 16), y es aquello que es, y no cambio por "cambiar de tiempos y de costumbres; y debe ser aceptada en su "formulación genuina, originaria y autorizada, aunque sea difícil, "aunque no sea conforme a la psicología de quien la escucha, aun^ "que sea misteriosa ( c f r . S. Th., «Summa contra Gentes», 4, '"76). ¿Os recordáis cómo termina el Evangelio la discusión de "Cafarnaum sobre la Eucaristía? Los oyentes encontraban absur"da la palabra del Señor: «Este discurso es duro, y ¿quién lo "comprende?» (lo., 6, 60). Y Jesús, abandonado por la muche"dumbre de 'sus oyentes, se dirige a los discípulos, que también "estaban desconcertados e indecisos: También os queréis mar"char vosotros?» (Ib., 67). "Es algo grave, especialmente hoy, cuando el hombre no quie"re aceptar sino aquéllo que comprende. "Pero debemos vivir de fe, es decir, dando crédito a la pala"bra de Dios, naturalmente superior a nuestra inteligencia. Con "dos observaciones: la fe es oscura, pero no es ciega; es decir, "tiene títulos que la. justifican, exterior e interiormente. Ya lo "hemos dicho otras veces con San Agustín: «La fe tiene sus ojos» "(Ep. 120; P.L., 33, 456). Y todmña más: admite ser estudiada, "escudriñada, confrontada con el saber natural, aplicada; y, dire"mos, verificada, en la. experiencia de la vida; vivida, la fe se con"vierte en luz; amada, se convierte en fuerza; meditada, se conserte en espíritu. Y por ello puede, perfectamente, permane"ciendo íntegra y pura, compenetrarse con todas las honestas, "nuevas y grandes transformaciones de la vida moderna, y se revela por lo que es: principio de vida eterna." PAULO VI : alocución en la Audiencia del miércoles 28 de mayo (texto italiano en L'Osservatore Romano de 29 de mayo de 1969; texto en castellano, Ecclesia, núm. 1.443, sábado 7 de junio de 1969).

El pensamiento moderno y el conocimiento de Dio«.

"Nosotros no creemos que el desarrollo del pensamiento mo "derno, para que esté de acuerdo con sus exigencias intrínsecas, 695

"lleve necesariamente a la negación de Dios. Más aún, aunque "admitimos que el conocimiento de Dios requiere una ayuda que "solo Dios puede dar ( c f r . Salmo XXXVI, 10; Denz-Sch., "n. 2.732), nosotros no creemos que la certeza de la existen"cia de Dios sea inaccesible para el entendimiento humano (conAfróntese Rm. 1, 20; Denz-Sch., n. 3.004); es decir, no creemos "que la ciencia y la fe en Dios sean términos antitéticos, que "mutuamente se excluyan el uno al otro; no creemos que las "formas teóricas y prácticas de la moderna negación de Dios sean "beneficiosas para el progreso de la cultura y de la¡ felicidad hu"mana; no creemos que la liberación económica, social y civil del "hombre exija ta necesidad de desterrar la. religión como si fuera "una desviación para conseguir fijar las verdaderas dimensiones "humemos y construir la ciudad terrestre ( c f r . «Gaudium et Spes», "n. 21); y, finalmente, no creemos que el inefable, misterio"so, trascendental y desconocido Dios sea inaccesible y distante " PAULO V I : discurso a los participantes en el Symposium sobre Cultura de los no creyentes (27 de marzo de 1969; texto inglés en L'Osservatore Romano de 28; texto en castellano, Bcctesia, num. 1.435, sábado 12 de abril de 1969).

La actual embriaguez por el cambio y l a revolución.

"Nos hemos habituado a este gran fenómeno de transformar"ción que alborea a todo —cosas, instrumentos, personas, insti"tuciones—• y en manera tan rápida y universal, que todos tenesmos la impresión de ser arrastrados y .envueltos en una corriente "irresistible, como de un río que nos absorbe y nos lleva consigo. "Más aún, no puede negarse que la presente generación está "como embriagada por esta transformación, la llama progreso "y participa en ella, o mejor dicho, colabora con fuerza y entu"siasmo, y. a menudo, sin reserva alguna: el pasado queda olvi"dado; la tradición, interrumpida; las costumbres, abandonadas. "Incluso se notan signos de impaciencia e intolerancia, cuando "cierta estabilidad o cierta lentitud tienden a evitar, o frenar, en "algún sector, la transformación que se quiere sea general y que, "en todo caso, se estima necesaria, benéfica, liberadora. "Así, se habla siempre de revolución, así surge hoy, en cual"quier ámbito, la «contestaciónsin que muchas veces esté jus"tificado el motivo>, ni se vea la finalidad. Novedades, novedades. 696

"Todo se pone en duda, todo tiene que estar en crisis. Y como "hay tantas cosas que realmente tienen necesidad de corrección, "de reforma, de renovación, y como el hombre de hoy ha adqui"rido la conciencia, tanto de las deficiencias en que se desarrolla "su vida como de las posibilidades prodigiosas con que se pueden "producir medios y formas nuevas de existencia, ya no se siente "tranquilo con nada. Se pone frenético, el vértigo le entusiasma "y a veces le invade una locura que le hace volcar iodo (he aquí la contestación» global), en la ciega confianza de que un orden "nuevo (palabra vieja), un mundo nuevo, una palingénesis toda"vía no bien vislumbrada, deben fatalmente surgir." PAULO VI: discurso en la Audiencia General (15 enero 1969; texto italiano en L'Osservatore Romano de! 16; texto en castellano, Bcclesía, núm. 1.425, sábado 25 de enero de 1969).

Sentido crítico ante el mundo en transformación.

"Con frecuencia se escucha el fácil apelativo de «superados "dado a los ancianos; y por todas partes se difunde una inquie"tud permanente porque la palabra novedad se considera casi "palabra y orientación definitwa de nuestra vida. Queremos vivir "a la moda, se oye decir. Anhelamos las cosas del ficturo y nos "asociamos, incluso inconscientemente, al movimiento que arras"tra a nuestra sociedad a no pocas transformaciones. ¿Cómo "gobernarnos entonces ante las transformaciones en curso que "afectan a nuestras costumbres personales, sociales, domésticas, "culturales, etcf "Siempre hay, es verdad, un tipo de personas que permanece "impertérrita ante el vasto fenómeno y dicen: yo me quedo con "el pasado. ¡Qué bien se estaba entonces! Yo nunca cambiaré... "Esto es estancamiento, inmovilismo, deseo de no hacer nada, de "seguir siendo el de ayer más que de unirse a los de hoy. "Por otra parte, hay quienes aceleran las transformaciones, "dando paso a un programa radical. Dicen: quitémonos de en"cima todo lo de ayer, lo del amo pasado y hagámoslo todo com"piefámente nuevo. Postura contraria., que es como decir postura "de precariedad, propia de las cosas que se cambian inconside"radámente. "¿Qué hacer? La cosa es de particular importancia. Prime"rámente tenemos que hacer un análisis de las ideas, de las 697

"teorías que hemos recibido y se nos han encomendado. Por "ejemplo, en la generación pasada, en el siglo anterior al nuestro "ha habido jornias sociales y espirituales que han permanecido "impresas en nuestras almas, dando una configuración a nuestro "pueblo. Recordemos las diferentes corrientes anticlericales, mar"xistas, etc. ¿Estas formas son válidas o no? El solo enunciado "de la pregunta indica que debemos tener, además de un espíritu "vigilante un espíritu crítico. Saber escoger, saber juzgar, saber "ver dónde están —como se dice ahora—• los valores que merecen "ser conservados y dónde, en cambio, los seudovalores, las cosas "que se conservan exclusivamente por formalismo, por rutina, por "tradicionalismo y por pereza. ¡Cuánta pereza hay también en "nuestra sociedad! Está —lo hemos visto— en una evidente y "fermentante evolución; pues bien, mirad cómo se aferra a mu"chas de sus fórmulas que hoy ya son viejas y superadas, y que "no tienen validez para ser conservadas y desarrolladas hoy. "La necesidad de ponerse al día atañe también a teorías y "movimientos, que ayer parecían, dentro del ambiente propio, "intocables." PAULO V T : alocución a los fieles de Albano (3 de septiembre de 1967; texto italiano en L'Osservatore Romano del 6; texto en castellano, Ecclesia, núm;, 1.358, 23 de septiembre).

Las conquistas modernas pueden aplastar al hombre si no se las sostiene con el cemento del Cristianismo.

"«Estote fortes in fide» (manteneos firmes en la f e ) (1 "Petr., 5, 9); firmes en la adhesión interna, corroída actualmen"te por el indiferentismo religioso ambiental, minada por las de,Jmoledoras ideologías de toda creencia teológica positiva*, inti"midada por la arrogancia despreocupada contra todo sentido "sasgrado que renace ahora en tantas manifestaciones de la opi"nión pública, y sed firmes en la profesión exterior de vuestra "fe, profesión libre de toda intemperancia, gazmoña o irreverente "con las opiniones ajenas, pero sincera y sencilla, como la lógica "de la propia vida, y afanosa por afianzar la mcertidumbre ajena "con un testimonio amistoso y apostólico." PAULO VI: discurso a una peregrinación de Milán (texto italiano en L'Osservatore Romano del 18-19 de marzo; texto en castellano, Ecclesia, núm, 1.393, sábado 8 de junio).

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