Ambrosio Valero piano Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) Sonata núm. 10 en do mayor, K 330 Allegro moderato Andante cantabile Allegretto

FRANZ SCHUBERT (1797-1828)

Sonata en la menor, op. 164 (núm. 4, C 537) Allegro ma non troppo Allegretto, quasi andantino Allegro vivace (Breve pausa)

FRYDERYCK CHOPIN (1810-1849) Balada núm. 1 en sol menor, op. 23 Balada núm. 2 en fa mayor, op. 38 Balada núm. 3 en la bemol mayor, op. 47 Balada núm. 4 en fa menor, op. 52

Las esencias del piano El pianista granadino Ambrosio Valero presenta esta noche un programa que conjuga la elegancia y claridad del Clasicismo con la narratividad y el lirismo propios del periodo romántico. El concierto se abre con una de las sonatas más conocidas del austriaco Wolfgang Amadeus Mozart (Salzburgo, 1756-Viena, 1791), compuesta en Viena en 1783 para satisfacer sus necesidades pedagógicas —en aquel entonces, Mozart ofrecía lecciones de piano al círculo aristocrático de aquella ciudad tras emanciparse del tutelaje tanto de su padre, Leopold Mozart (Augsburgo, 1719-Salzburgo, 1787), como del Príncipe-Arzobispo de Salzburgo, Hieronymus von Colloredo (Viena, 1732-1812)—. Así, la Sonata núm. 10 (K 330) en do mayor quizá revele el efecto y sentimiento liberador provocado por los acontecimientos descritos, mostrándose como una página llena de encanto y gracia que Alfred Einstein describe como «una obra maestra, en la que cada nota encaja perfectamente». El primer movimiento (Allegro moderato) es ligero pero vigoroso y encaja muy cabalmente en una forma sonata en la que dos temas principales, bastante homogéneos, alternan el legato y el stacatto sobre un bajo siempre expresivo y energético. En cambio, el movimiento central de la pieza (Andante cantabile) es un fino ejemplo del don del compositor para el lirismo: lo abre un tema casi coral con un diseño característico de notas repetidas que gira a una sección central, en un melancólico modo menor, antes de regresar al diseño inicial. El movimiento final (Allegretto) es una alegre danza, llena de humor e ingenio, cuyo discurso Mozart cierra de manera triunfal merced a una breve coda de acordes plenos. Heredero de esta tradición, el músico vienés Franz Schubert (Viena, 17971828) la continúa en la primera de las seis sonatas que compuso en 1817, año en el que asimismo escribió su Dúo Sonata para violín y piano D. 574, su sexta Sinfonía en do mayor, D. 589, y más de cincuenta Lieder, entre los que se encuentra su celebérrimo Die Forelle [La trucha], op. 32 D. 550. Publicada póstumamente, esta Sonata en la menor, op. 164 (núm. 4, C. 537) representa un gran salto respecto a las anteriores aportaciones del compositor al género, tanto por la riqueza de su pianismo como por el equilibrio logrado a la hora de enfrentar elementos fuertemente contrastantes. Así, el Allegro ma non troppo inicial, tormentoso y en ritmo ternario, desemboca en un movimiento central (Allegretto, quasi andantino) de gran lirismo, cuyo tema principal, dadas sus posibilidades expresivas, será reutilizado por el compositor en el Rondeau (Allegretto) de su penúltima sonata (núm. 20, D. 959). Una escala ascendente, gentilmente respondida, llama la atención al comienzo del Allegro vivace

final, un movimiento pródigo en ideas musicales que, reutilizando persistentemente este motivo escalístico, sólo se resuelve armónicamente en la bellísima coda en acordes que clausura la obra. Cierra el programa el conjunto conformado por las ballades [baladas] de Fryderyck F. Chopin (Żelazowa Wola, 1810-París, 1849), cuatro piezas inspiradas en una forma poético-narrativa de origen medieval cuya invención como género pianístico ha sido justamente acreditada al músico polaco. Rápidamente se convirtieron en uno de los modismos favoritos de todo el siglo XIX, animando a numerosos compositores a realizar aportaciones al género —Franz Liszt (Raiding, Austria, 1811-Bayreuth, 1886), Henri Vieuxtemps (Verviers, Bélgica, 1821-Argelia, 1881), Johannes Brahms (Hamburgo, 1833-Viena, 1897) o Gabriel Fauré (Pamiers, Francia, 1845-París, 1924), son sólo los casos más representativos—. Con todo, las cuatro baladas de Chopin —escritas en su periodo de madurez compositiva, entre 1835 y 1843— quizá constituyen los ejemplos más sofisticados e imperecederos por su capacidad no sólo para inspirar y recrear «una historia», «una situación» o «un sentimiento», sino para captar la esencia de la estética y del pianismo románticos, compartiendo entre sí un buen número de características. Para empezar, las cuatro toman como fundamento poemas de Adam Mickiewicz (Zaosie, Lituania, 1798-Estambul, 1855), un activista político y literato polaco, transterrado en París como Chopin: en efecto, según el relato del músico y crítico musical Robert Schumann (Zwickau, Alemania, 1810-Bonn, 1856), fueron concretamente los textos titulados Świtezianka [La ciudad perdida de Świtez], Undine [Ondina] y Trzech Budrysów [Los tres hermanos Budry] los que, respectivamente, las inspiraron. Similarmente, las cuatro baladas están escritas en alguna variante de metro ternario y se construyen sobre motivos poéticos, dramáticos y contrastantes que Chopin combina y desarrolla flexiblemente a lo largo de innovadores procesos modulatorios. Además, las cuatro se dedicaron a amigos y benefactores del compositor, pianistas en ciernes o consagrados que contribuyeron en muy buena medida al conocimiento, éxito y difusión de la música de Chopin en la Europa decimonónica —el Barón Nathaniel von de Stockhausen, entonces embajador de Hannover en Francia; el ya mencionado Robert Schumann, quien a su vez le había brindado su Kreisleriana, op. 16 (1838), y Pauline de Noailles y la Baronesa Charlotte de Rothschild, ambas discípulas del maestro polaco—. A la postre, las baladas se constituyen como una de las cimas pianísticas de todos los tiempos, cuatro auténticas perlas que suponen un magnífico y desafiante cierre al programa que esta noche se presenta.

© Consuelo Pérez Colodrero

AMBROSIO VALERO Nace en Granada, en el seno de una familia de músicos. Es iniciado en sus estudios musicales por su padre, a la temprana edad de cuatro años. Ha recibido consejos de maestros de la talla de Joaquín Achúcarro, Daniel Barenboim, Vladimir Ovchinnikov, Jean Phillippe Collard, Ramón Coll, Christopher Elton, Bruno Canino, Pascal Rogé, Jorge Luis Prats, Manuel Carra, Antonio Iglesias, Xenia Knorre, Daniel Blumenthal o Krystyna Makowska, entre otros. Además, fue becado como alumno del Curso Internacional Música de Compostela, dedicado íntegramente a la música española y es Experto Universitario en la especialidad de Piano por la Universidad Internacional de Andalucía con la calificación de Sobresaliente Cum Laude. Acaba el Grado Superior de Música, en la especialidad de Piano, en el Real Conservatorio Superior de Música «Victoria Eugenia» de Granada en la Cátedra de Antonio Sánchez Lucena, recibiendo la calificación de Matrícula de Honor. Su actividad como solista le ha llevado a tocar por todo el mundo. Además de su actividad en recitales, a nivel nacional e internacional, es invitado asiduo de orquestas, en calidad de solista, y es miembro fundador del Andalusian Contemporary Ensemble. Igualmente ha realizado grabaciones para Televisión Española, Radio Nacional de España y la Radio y Televisión Nacional de Bulgaria. Ambrosio Valero es poseedor de numerosos premios nacionales e internacionales como el Primer Premio en el Concurso de Solistas del Conservatorio Profesional de Música de Granada «Ángel Barrios» y en el Concurso de Solistas del Real Conservatorio Superior de Música de Granada «Victoria Eugenia». Posee el Premio Nacional Manuel de Falla, y el Concurso Nacional de Piano “Ciudad de Albacete”, en el que recibió todos los premios posibles, dedicados a la mejor interpretación de la música de Beethoven, mejor interpretación de la música de Chopin y mejor interpretación de Música Española, además del Primer Premio. También ha sido galardonado por el Instituto Cervantes y en diferentes competiciones como el Concurso Nacional de Piano “Marisa Montiel”, el Concurso Internacional de Piano “Ciudad de Campillos”, el Concurso Internacional de Piano “Delia Steimberg”, el Concurso Internacional de Piano de “Ibiza”, el Concurso Internacional de Piano “Rotary Rotaract”, el Concurso Internacional de Piano “Frechilla-Zuloaga” y ha obtenido Medalla, Premio Especial a la mejor interpretación de la obra de Mompou y Premio Especial al pianista español mejor clasificado en el Concurso Internacional de Piano “María Canals” de Barcelona.