3. PADRES E HIJOS: "CREAR UNA FAMILIA"

Las personas con las que he hablado consideran que en el pasado los que se casaban lo hacían "con una mano alante y otra atrás" y que "no hay más pelao que un recién casao". La ayuda que aportaban los padres se percibe como mínima. Consistía en el ajuar que se había ido preparando la novia desde niña y los muebles y útiles de cocina imprescindibles aportados por la familia de la novia. En el caso de los padres del novio, las "donas" que se le daban a la prometida, que era una cantidad de dinero que se utilizaba para comprar la cama y algún otro mueble de la alcoba. Además, era la familia del novio la que se ocupaba de lo que se comía el día de la boda, desde el chocolate que consumían las dos familias -cada una en su casa- la mañana del enlace, hasta el banquete para celebrarlo. Sin embargo, la idea que se expresa espontáneamente sobre este arreglo es que "la novia lo ponía todo". Se cree que en la actualidad los novios "necesitan más" para casarse que en otros tiempos, que los padres ayudan más que antes y que los gastos "se hacen a medias", entre las familias de ambos. Aunque siguen siendo las mujeres las que aportan toda la ropa de la casa y muchos de ]os útiles de cocina, que no entran en la cuenta de lo que se pone "a medias", los muebles y la casa normalmente. Yo misma estaba convencida de que antes se casaban sin nada, a juzgar por el resultado de la comparación de las casas de jóvenes matrimonios que había visitado con la descripción que me habían hecho de lo que se necesitaba para casarse en el pasado. No obstante, creo que el esfuerzo de la familia era mayor en unos tiempos en que la alimentación se llevaba una parte fundamental de los ingresos de una familia; mientras que actualmente según lo expresaba un comerciante, una familia se gasta más "en

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limpieza" (en productos de limpieza) de lo que se gastaban antes en comer. Hay una continua comparación entre pasado y presente, en términos del precio de las cosas, a favor del primero: "Un cordero no valía na" en otros tiempos; sin embargo muy pocas familias en el pueblo podían comprar uno12 y desde luego no los del grupo que me interesa. Hoy, el jornal de un par de días permitiría comprar un cordero "en vivo", mientras que antes, con un jornal medio de entre 3 y 5 ptas., se necesitaban bastantes más para pagar los 5 duros que dicen que costaba. En el pasado el problema para una familia era tener trabajo para asegurarse la comida (cosa que no siempre conseguían los que trabajaban a jornal), y tenían que endeudarse incluso para poder comer. Los ingresos de una familia se dedicaban en su mayor parte a la alimentación, por ello detraer las cantidades necesarias para el ajuar de la hija y los muebles que necesitasen, así como para conseguir el dinero necesario para lo que aportaba el novio, no debía ser nada fácil. Ahora, si se comparan los salarios actuales (en septiembre del 91 un trabajador fijo de una finca podía ganar entre 80 ó 90 mil pesetas13, y el jornal en ellas era de 5.00014) con los del pasado, en términos relativos debe ser más fácil conseguir las cantidades necesarias para montar una casa de lo que lo era antes, teniendo en cuenta, además,

'Z Utilizo este ejemplo para ilustrar la relación entre pasado y presente de los precios de las cosas; pero muchas familias no necesitaban comprar un cordero para poder comer su carne, por ejemplo los trabajadores fijos a los que se les permitía, como parte de su "ajuste", tener un número determinado de ovejas pastando con las del propietario. Incluso era posible que aún teniéndolas no hicieran uso de sus corderos y prefiriesen los del "amo". Un hombre, hijo de un pastor me decía: "Si queríamos comernos un cordero tenía yo que asfixiarlo y decirle a mi padre que se había muerto. Tenía que guardarme de él más que del amo." Otros pastores no serían tan cuidadosos con las propiedades del amo. " Cifras que me dio uno de esos trabajadores, aunque reconoció que algunos trabajaban por menos. Una de las personas mayores con las que he estado en contacto, sobrepasaba escasamente las 60 mil en las mismas fechas. 14 Estas cifras las doy a título indicativo, trabajadores y empresarios pueden hacer ajustes de distinto tipo, los trabajadores fijos pueden disponer de una huerta, de la cantidad de leche que necesiten u otros acuerdos que mejoran sus salarios; sin embargo, no todos los trabajadores fijos disfrutan de estas ventajas. Lo mismo ocurre, como veremos en el apartado "Ganarse el pan a traición", con las personas que trabajan a jornal. Los jornales que reciben no siempre reflejan los ingresos totales.

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que es más fácil en la actualidad, recurrir a créditos bancarios si es necesario. No obstante, si miramos lo que gasta la familia en términos del trabajo que aportan los hijos al total del trabajo que realiza un grupo doméstico y a sus ingresos totales, probablemente se recibía menos en el pasado que ahora. Antes, los niños prácticamente no iban a la escuela y trabajaban desde sus primeros años; mientras que en la actualidad, no sólo no trabajan, sino que son numerosos los jóvenes que una vez terminada la escuela marchan a Ciudad Real, a Puertollano, Almodóvar del Campo, Almadén o a Madrid15 a estudiar en escuelas de formación profesional o para hacer carreras de grado medio o superior. Muchos de ellos consiguen becas y ayudas del Estado para estudiar fuera del pueblo. Las familias, que ni siquiera con estas ayudas podrían permitirse hacer los gastos que supone que los hijos vivan fuera, aprovechan sus redes de relaciones de parentesco en esas ciudades, para que los hijos residan con ellos a un coste menor. No obstante, habitualmente tienen que aportar alguna cantidad de dinero, además de no recibir los ingresos que proporcionaría el hijo o la hija con los trabajos que pudiera realizar en el pueblo. Si permanecen en el pueblo una vez terminada la escuela, la madre suele ir guardando, si la familia puede permitírselo, una parte o el total del dinero que ganan los hijos y las hijas para los gastos que tendrán que hacer para montar la casa. Hay muchachas que trabajan fuera de casa únicamente para preparar su ajuar. En cualquier caso, la idea general es que hoy se necesita más que en el pasado, y se considera mayor la ayuda que proporcionan los padres. Para éstos, es un motivo de orgullo el haber casado a todos sus hijos16, por el esfuerzo que significa para una familia el hacerlo. La exhibición del ajuar en casa de la novia y del piso de los recién casados va mas dirigida a las personas, mujeres sobre todo, relacionadas con las respectivas madres que a los propios amigos de la pareja. Según me decía una recién casada, muchas de las cosas las había comprado por su madre, no porque ella las considerase nece-

13 Son los lugares que se citan con más frecuencia, aunque también van a otras ciudades. 16 Los padres presentan como un triunfo propio el que todos sus hijos se hayan casado, como si la posibilidad de contraer matrimonio dependiera de las aportaciones económicas de los padres. Sin embargo, refiriéndose a como realizó su propia boda, "sin nada", un informante se asombraba de que pudieran "salir adelante" en aquellas condiciones.

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sarias. Son los padres los que son observados y evaluados cuando se contempla el ajuar de la novia o se va "a ver la casa" de los recién casados. Una mujer de 25 años había estado bordando sus propios juegos de cama desde los 13 años, "como las antiguas", y consideraba excesivo lo que había ]levado de ajuar antes de transcurrido un año de la boda. Otra, que llevaba 5 años casada cuando la entrevisté, expresaba lo mismo, le parecía una tontería Ilevar demasiadas cosas porque, "si lo tienes todo", debes pensarlo mucho a la hora de comprar las cosas que te gustan pero que no necesitas, ya que "no tienes dónde poner tantos trastos". Ella preferiría gastarse el dinero en viajes, pero hay muy poca gente en el pueblo que lo haga. Es difícil, cuando no se tiene un trabajo fijo, como era el caso de su marido, encontrar el tiempo suficiente para viajar. Según me decía, ella no conocía nada más que Madrid, a 245 km. de Balalaita. La pérdida de autoridad que podría suponer el que no sean los padres los que enseñen a trabajar a los hijos, podría compensarse con la autoridad que podría proporcionarles el pagar sus estudios o el ayudarles económicamente cuando se casan, o en las ocasiones en las que, después de casados, tienen necesidad de ello. Los padres de una pareja, "a medias", les adelantaron una parte de lo que les costó construirse una casa, con eso y el trabajo de la joven que estuvo empleada en los telares durante sus primeros años de casada (mientras no tuvo hijos), consiguieron hacer frente a la deuda contraída con los albañiles por la construcción de su vivienda. Si en el pasado los padres les enseñaban a trabajar, hoy les ayudan para que sean otros los que les preparen, y les dan dinero, o se lo préstan, para que monten algún pequeño negocio autónomo que les permitan completar los ingresos que obtienen trabajando para otros". No creo que sean estas transformaciones las que puedan explicar el que los más viejos hablen de la pérdida de respeto de los hijos hacia los padres, sino que las formas de expresión del respeto, han cambiado. No fumar delante del padre o no contradecirle exponiendo libremente las propias opiniones, son formas de respeto del pasado que los jóvenes actuales no practican y a las que no les dan la importancia que le daban sus abuelos.

" Aunque podría támbién interpretarse de otra forma: les ayudan a independizarse económicamente, aunque en ocasiones, deban trabajar para otros.

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Cada generación rescata de su propio pasado aquellos referentes que les resultan más adecuados para explicar su presente y sus proyectos de futuro. En el caso de las relaciones entre padres e hijos, como en muchos otros aspectos de las relaciones sociales y familiares, la recuperación que se hace del pasado es interesada. Los más viejos querrían que sus nietos se comportaran con sus padres de la manera obediente que ellos recuerdan haberse portado con los suyos, al tiempo que se sienten satisfechos de que sus vidas presentes y sus perspectivas de futuro sean distintas a las propias. A los padres de la generación que fue adulta en los 50 y 60 y tienen a su vez hijos adultos, les gustaría que sus hijos actuasen con ellos como ellos lo hicieron con sus padres, al mismo tiempo que critican algunos de los comportamientos de éstos, como su rigidez y su rechazo en aceptar los "tiempos modernos" y las cosas que han cambiado en el mundo. Mientras que, por un lado, se "sacrifican" para que sus hijos tengan lo que ellos no tuvieron y se sienten orgullosos de haber ayudado a sus hijos varones, por ejemplo para que se compren un coche, se quejan del uso que hacen de él en los momentos de ocio, como irse "de bares" a los pueblos de alrededor. Si critican que los hijos gastan demasiado dinero en los bares, a la vez procuran que no les falte dinero y que no "sean menos que los amigos a la hora de gastar", aunque para ello tengan que hacer grandes esfuerzos económicos. La idea de "no ser menos" creo que está presente también cuando se considera lo que debe dársele a una hija cuando se casa. "Todo les parece poco", me decía una muchacha recién casada que, aunque consideraba excesivas muchas de las cosas que fue preparando su madre para ella: "Yo a nada le decía que no". Cubertería, cristalería, dos vajillas, una docena y media de juegos de cama, mantelerías tan difíciles de planchar que pocas veces se deciden a usar, muebles para habitaciones como el salón, que si tienen espacio suficiente para tener una "salita" o la cocina es suficientemente espaciosa, sólo utilizarán en ocasiones extraordinarias. Por hablar sólo de las cosas que requieren un gasto importante, que utilizarán poco y que les resultarán "pasadas de moda" en pocos años. Hijas e hijos agradecen el esfuerzo de los padres y, a su manera, no a la que quisieran padres y abuelos, les respetan. Los hijos -especialmente las hijas-, después de casados, siguen manteniendo un estrecho contacto con las madres visitándolas cada día. Son las madres las que, según algunas personas, mantienen a las jóvenes al

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corriente de lo que ocurre en el pueblo. Las abuelas cumplen un papel muy importante en el cuidado de los nietos, las jóvenes madres, trabajen o no -hay muy pocas mujeres que realicen trabajos remunerados en Balalaita-, dejan con frecuencia sus hijos en las casas de sus madres. No parece que las relaciones familiares de padres e hijos hayan perdido importancia desde el punto de vista del respeto, aunque se haya modificado la forma en que éste se manifiesta. Sin embargo el papel de la familia va perdiendo relevancia desde el punto de vista del trabajo en común, a pesar de que para los que permanecen en el pueblo es más importante que para los que salen a estudiar fuera. Cuando los jóvenes que se quedan en el pueblo empiezan a trabajar, la actividad del padre suele pesar en las oportunidades de trabajo de los hijos. El futuro, no obstante, parece que supondrá una mayor separación padres/hijos en el trabajo, teniendo en cuenta las tendencias que se perciben en la explotación de las fincas del pueblo.

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