1.- FLORES DE MISERICORDIA Mes de Mayo de 2016 (Año Santo Jubilar) Por Javier Leoz 1. “NO TIENEN VINO”. Que sepamos presentar a Dios, donde quiera que nos encontremos, las necesidades y carencias de los demás. “Vivir para mí sin los demás, es querer todo para mí” (A.L.) La flor de la misericordia tiene un nombre: caridad. 2. “PROCLAMA MI ALMA LA GRANDEZA DEL SEÑOR”. No nos conformemos con valorar solamente lo que acontece, vemos o tocamos en el mundo. “Hay una belleza más allá de nosotros mismos que nos aguarda” (A.L.) La flor de la misericordia tiene un aroma: el interés por los demás. 3. “HACED LO QUE ÉL OS DIGA”. Las ideologías dominantes nos convierten en marionetas. Como María dejemos un margen para que, Dios, tenga parte activa en nuestro ser. “No es grande quien se aleja de Dios sino, mezquino, quien se deja seducir por el que es más pequeño que él” (A.L.). La flor de la misericordia tiene un movimiento: la libertad. 4. “HE AQUÍ LA ESCLAVA DEL SEÑOR”. Las montañas, en su deshielo, fluyen por los manantiales. También el Señor, a través de nosotros, puede ser agua fresca en mucho desierto de carne y hueso. Ofrécete, en este mes de mayo, para hacer algo en nombre de Dios y con Dios. “Vivir con Dios pero sin hacer nada por Él es como tener el fuego siempre apagado” (A.L.). La flor de la misericordia tiene una fuerza: el Señor. 5. “¿POR QUÉ NOS HAS TRATADO ASÍ?” No siempre, las cosas de Dios, responden a nuestras expectativas. Como María medita, reflexiona y saca conclusiones: al final Dios nos concede lo mejor para nosotros. “No esperes a que Dios te conceda lo que pidas sino, en lo que te da, alcanza a ver lo que necesitas” (A.L.). La flor de la misericordia tiene una espina: la ingratitud. 6. “¿CÓMO SERÁ ESTO?” Los interrogantes nos sacuden como, al principio de la Encarnación, lo hicieron con María. El mundo necesita respuestas y, como María, con palabras y obras, podemos ser luz y no oscuridad. “Exigir razones siempre a Dios es, en el fondo, no dar a torcer nuestro propio brazo” (A.L.). La flor de la misericordia tiene un freno: no siempre es comprendida. 7. “EL PODEROSO HA HECHO EN MÍ MARAVILLAS”. Asignatura pendiente del catolicismo de hoy es proclamar, a los cuatro vientos, que con Dios el mundo adquiere otro color y, sin Dios, la tierra se polariza en el enfrentamiento, guerras y tensiones. “La belleza del mundo, sin Dios, es un peligroso instrumento en manos del hombre” (A.L.). La flor de la misericordia tiene una belleza: el resplandor del cielo. 8. “SE PUSO EN CAMINO”. Cuando uno se encierra en sus propios problemas llega a creer que exclusivamente existe su problema. María, llena de Dios, se pone en camino hacia la casa de su primera Isabel. ¿Nos cuesta salir al encuentro de “las casas” de los demás? La flor de la misericordia tiene un jardín: la humanidad caída.

9. “MARÍA FUE BIENAVENTURADA PORQUE, ANTES DE DAR A LUZ, YA LA LLEVÓ EN SU SENO” (San Agustín). ¿Eres consciente que, desde el Bautismo, Dios habita en ti y además ha dejado siembra de eternidad en tus entrañas? ¿Cuidas esa semilla que puede convertirse en algo grande o, tal vez, dejas que los pájaros de la comodidad y la tibieza la malogren? La flor de la misericordia tiene un abono: la Palabra de Dios. 10. “MARÍA FUE GRANDE PORQUE, EN SU PEQUEÑEZ, ESCUCHÓ Y CUMPLIÓ LA PALABRA DE DIOS” (San Juan Pablo II). Eterno combate el de un cristiano del siglo XXI: o Dios o el mundo, o la visión de la sociedad o la Palabra de Dios para una sociedad mejor. Los que se quedan al borde del camino (al contrario de María Virgen) corren el riesgo de quedarse paralizados y sin más recorrido que su propia conciencia. La flor de la misericordia tiene un tallo: la perseverancia ante el cierzo. 11. “DIOS SE ENAMORÓ DE UNA INCOMPARABLE HERMOSURA” (San Alfonso María Ligorio). ¿Podemos decir que, DIOS, está contento de cada uno de nosotros? ¿De nuestras obras? ¿De nuestros silencios? ¿De nuestra fe de cierto “postureo” pero sin trascendencia? La flor de la misericordia tiene una transparencia: su bondad. 12. “SI TIENES ESCOLLOS LEVANTA LA MIRADA Y MIRA A LA ESTRELLA DE MARÍA” (San Bernardo). Uno de los riesgos del cristianismo de hoy es también lanzarnos exclusivamente en manos de lo racional y de la ciencia. En el Año de la Misericordia, María, se convierte en un oasis de dulzura, beldad y bálsamo en toda inquietud. ¡Pruébalo! La flor de la misericordia tiene un techo: el cielo. 13. “EN TI ESTUVO LA PLENITUD Y TODO BIEN” (San Francisco de Asís). A María, a veces, la adornamos tanto que disimulamos su auténtica belleza: fue sagrario del amor de Dios que se hacía carne. No disimulemos nuestra belleza cristiana que, entre otras cosas, es llevar el Bien (que es Cristo) y hacer el bien (interesarnos por los problemas de los demás). La flor de la misericordia tiene una riqueza: el amor. 14. “EL NUDO DE LA DESOBEDIENCIA DE EVA FUE DESATADO POR LA OBEDIENCIA DE LA VIRGEN MARÍA” (San Irineo). Muchos de los conflictos que nos sacuden, frecuentemente, pueden ser desatados por una sonrisa, una buena acción o un silencio oportuno. Reza a la “Virgen de los nudos” y, tal vez, conseguirás saber cómo salir de situaciones difíciles. La flor de la misericordia tiene una virtud: el silencio. 15. “A QUIEN DIOS QUIERE HACER MUY SANTO LO HACE DEVOTO DE LA VIRGEN” (San Luís María Griñón). Quien quiere contemplar el mar ha de acercarse a él y, quien desee una buena panorámica del mundo, ha de procurar subirse a un avión. María, en este Año de la Misericordia, es una buena altura para comprender lo qué nos exige ser cristianos: altura de miras (sobre todo con los hermanos). La flor de la misericordia tiene un horizonte: la eternidad. 16. “CUÁNTO AGRADA AL SEÑOR LO QUE SE HACE A SU MADRE” (Santa Teresa de Jesús). No es diosa, la Virgen María, pero está junto a Dios. No es redentora pero, en la cruz, está junto al Redentor. Tener devoción a María, hacer algo por y con María, es colaborar en el Año de la Misericordia con la obra de la redención: la humanidad necesita un poco de nuestro amor. La flor de la misericordia tiene un referente: María Virgen.

17. “NOS HA DEJADO DIOS A SU MADRE PARA QUE NOS ENSEÑE A MEDITAR EN EL CORAZÓN” (San Juan Pablo II). María no es un personaje para contemplar o simplemente venerar. Ella nos lleva a Dios. Como Madre de la Misericordia, antes y después, disfruta empujándonos hacia la fuente de la vida y del amor que es Cristo. Quedarnos en Ella sería como optar por un pequeño manantial sin llegar al mar que es Jesús. La flor de la misericordia tiene un esplendor: el bien de los demás. 18. “MARÍA ES COMO UN ARCO IRIS QUE MARCA LA RECONCILIACIÓN DE DIOS CON EL HOMBRE” (San Antonio de Padua). Inmersos en un mundo hostil y violento, María, contribuye a buscar más lo que nos une que lo que nos separa. Con razón, un autor, decía no hace mucho tiempo: “cuando falla la madre en un hogar todo corre el riesgo de venirse abajo”. Pidamos, con María, por la gran casa de Dios que es la Iglesia. La flor de la misericordia tiene un peligro: el cansancio. 19. “NO ACTUEMOS SEGÚN NUESTRAS IDEAS Y, NUESTRAS IDEAS, LAS PONGAMOS EN MANOS DE ELLA” (San Maximiliano Kolbe). Cuando nos dejamos llevar por nuestros propios criterios caemos en el relativismo o personalismo. El Año de la Misericordia, de mano de María, nos invita a ser creativos para que la realidad que nos preocupa sea más justa, más divina y menos fraccionada. La flor de la misericordia posee un encanto: sus raíces evangélicas. 20. “LA GRANDEZA DE MARÍA TIENE UN NOMBRE: SU HUMILDAD. LA HUMILDAD DE MARÍA UN ORIGEN: JESÚS” (Madre Teresa de Calcuta). “Dime con quién andas y te diré quién eres”. El refrán lo dice todo. Caminar con Jesús, sin decirlo, hace que se nos note. Amar a María, sin manifestarlo, se ha de sentir en nuestras actitudes, palabras y sentimientos. La flor de la misericordia es irreductible: siempre florece. 21. “LA VIRGEN NO QUIERE CONDECORACIONES NI HONRAS. LA VIRGEN QUIERE PRESTAR SERVICIOS” (San Alberto Hurtado). En el Año de la Misericordia, María, nos invita a fortalecer la viga de la caridad en nuestras parroquias, familias, formación, personalidad, ideas o iniciativas. ¿Sirve de algo honrarla si, luego, no repetimos lo que Ella hizo o dijo? La flor de la misericordia es omnipresente: nace en todas latitudes. 22. “MI ESPEJO HA DE SER ELLA, MARÍA, PORQUE SU REFLEJO Y ESPEJO ES JESÚS” (Santa Teresa de los Andes). Vivimos rodeados de espejos sociales. De vez en cuando es bueno sustituirlos por otros más celestes y más radicales: aquellos que nos dicen no el cómo somos sino el cómo hemos de ser. El Año de la Misericordia es un espejo de nuestra caridad cristiana. La flor de la misericordia es auténtica: no es artificial. 23. “SIEMPRE HE TENIDO FE EN MARÍA Y, CUANDO LA HE TENIDO, HE VISTO SURGIR COSAS SALUDABLES” (San Juan Bosco). Quien quiera cruzar un río es mejor hacerlo por un puente que por una cuerda. María, en muchas situaciones de nuestra vida, se convierte en ese punto de apoyo que une muchas orillas. La flor de la misericordia es fuerte: no se tambalea. 24. “SI HO TUVIERA A LA MADRE QUE ME DEFIENDE EN MUCHOS PELIGROS, YA ESTARÍA EN PODER DE SATANÁS” (Santo Cura de Ars). El Año de la Misericordia nos hace caer en la cuenta de una gran realidad: el mal existe junto con el bien. No olvides que, en tu corazón, existen dos fieras: el bien y el mal. ¿Cuál triunfa? Aquella a la cual tú

alimentes. Con María, el bien, está asegurado. Con el diablo, el mal, garantizado. La flor de la misericordia es agradecida: es don y es gracia. 25. “NO HAY CRIATURA ALGUNA COMO LA VIRGEN MARÍA QUE HAYA CONTRIBUIDO TANTO A LA RECONCILIACIÓN DE DIOS CON EL HOMBRE” (Santo Tomás de Aquino).Montes, cumbres, llanos y valles. Todo sembrado de ermitas y recuerdos a la Madre de Cristo. En el Año de la Misericordia ofrezcámonos para que, nuestros cuerpos, sean templos, ermitas y hasta catedrales que guarden y veneren un nombre: María Virgen. La flor de la misericordia es ofrenda: cuando se da, se reproduce. 26. “QUIEN TIENE LOS OJOS EN MARÍA QUE SEPA QUE LOS TIENE PUESTOS EN LA GRAN OBRA MAESTRA DE DIOS” (Pablo VI). En el Año de la Misericordia, María, es un ático desde el cual podemos contemplar lo más genuino y noble de nuestra vida cristiana. Amar como el mundo pretende es fácil pero, amar como Dios quiere, exige y nos exige observar un poco más a la Virgen María. La flor de la misericordia es perfección: contribuye a nuestra belleza interior. 27. “UN CRISTIANO SIN LA VIRGEN, ESTÁ HUÉRFANO” (Papa Francisco). Con Ella, con María, la fe se hace más fácil y hasta más inteligible. Sin Ella, sin la Virgen, la fe puede caer en un sin sentido, en un “todo vale” o –incluso- en un “sálvese quien pueda”. El Año de la Misericordia nos invita a recuperar de María una característica: estuvo ahí, siempre. ¿Lo estamos nosotros? La flor de la misericordia es esperanza: da frutos en el más allá. 28. “MARÍA NOS DA SALUD, ES NUESTRA SALUD” (Papa Francisco). Afectados por el egoísmo (en el corazón), los malos modos (palabras y gestos), odios (conciencia y pensamiento) la Virgen María nos sana y nos cura en esas heridas que sangran descortesía, tristeza o angustia. Con Ella, con la Virgen María, experimentamos una forma nueva de vivir: en armonía con los demás y en paz con Dios. La flor de la misericordia reconforta: cuando se cultiva, el corazón se oxigena. 29. “MARÍA NOS SOSTIENE EN EL COMBATE CON LAS FUERZAS DEL MAL” (Papa Francisco). Hemos caído en el dominio del “buenismo”. Todo está bien y nada está mal. Dios es bueno y, por lo tanto, podemos ser malos. La maldad, en el momento en que vivimos, está disfrazada por el relativismo que todo lo invade o nos confunde. La Virgen María nos invita a mirar no tanto lo limpio sino todo lo que nos queda por sacudirnos y distanciarnos de la mediocridad o tibieza. La flor de la misericordia es dulzura: rompe muchas amarguras. 30. “TODA LA EXISTENCIA DE MARÍA ES UN CANTO A LA VIDA, ES UN HIMNO A LA VIDA” (Papa Francisco). Nuestra Iglesia necesita un nuevo rostro (el contenido es el mejor que podemos tener). Con la Virgen estamos llamados a recuperar la alegría, la esperanza, el brillo de creer y el encanto de esperar. Donde haya un cristiano, a la fuerza, ha de surgir un icono de fiesta: Cristo nos acompaña. La flor de la misericordia es primavera en la tierra: rompe muchos inviernos personales. 31. “HE AHÍ A TU MADRE”. El Año de la Misericordia tiene un referente evangélico: “He ahí a tu Madre”. Con Ella sentimos que estamos llamados a ser “un poco madre” de tanto cristo roto, solitario, amargado, triste, sin rumbo, aislado o vacío que se encuentra a

nuestro alrededor. El Año de la Misericordia, con María, nos invita a colocarlos no sobre la cruz sino al pie de ella para que, los demás, descubran una mano amiga, una palabra oportuna y una mano tendida. La flor de la misericordia es Evangelio: nadie como Jesús la supo cuidar, plantar, mimar y ofrecer con tanta verdad. Y, para que no se marchitase, nos dejó a una gran jardinera que nos recuerda constantemente el vigor del amor de esa flor misericordiosa: ¡MARÍA VIRGEN!