XI Seminario de RedMuni: Repensando la Agenda Local 18 y 19 de octubre de 2012 Universidad Nacional Arturo Jauretche

XI Seminario de RedMuni: “Repensando la Agenda Local” 18 y 19 de octubre de 2012 Universidad Nacional Arturo Jauretche. Título de ponencia: "Conflict...
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XI Seminario de RedMuni: “Repensando la Agenda Local” 18 y 19 de octubre de 2012 Universidad Nacional Arturo Jauretche.

Título de ponencia: "Conflictos por uso de suelo entre urbanizaciones cerradas y producciones agropecuarias intensivas: el caso de Exaltación de la Cruz, provincia de Buenos Aires"

PANEL: VIII: Los nuevos dilemas de las urbanizaciones en municipios Incumbencias: reformas a ordenamiento territorial, urbanizaciones cerradas, nuevos barrios, provisión de servicios, plusvalía urbana, uso del suelo

Autora: Dra María Carolina Feito Pertenencia institucional: CONICET/UNLAM Email: [email protected]

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Introducción

Analizamos dimensiones sociales y espaciales de los nuevos dilemas de urbanizaciones en un municipio tradicionalmente rural, el partido Exaltación de la Cruz del conurbano bonaerense. Las nuevas formas de uso del suelo, basadas en aspectos residenciales, conllevan cierta mercantilización de los ámbitos rurales, en relación con cambios del modelo de desarrollo local, donde pierden protagonismo actividades industriales frente a servicios. Utilizando metodología cualitativa con realización de trabajo de campo etnográfico1, determinamos que el aumento de heterogeneidad del espacio rural se da mediante instalación de barrios cerrados en una zona con fuerte revalorización inmobiliaria, que compite con la tradicional actividad avícola. Estos productores intentan resistir embates del contexto macroeconómico que disminuye la rentabilidad de la producción, entrando en conflicto por uso del espacio rural con los nuevos vecinos que los acusan de supuesta contaminación ambiental. En tanto, el municipio intenta crear nuevas regulaciones e instancias de concertación para participación consensuada entre distintos actores, para promover la convivencia de distintas ruralidades en el partido.

La dicotomía “campo-ciudad” y el “neorruralismo” en áreas periurbanas

Los franceses llaman neo-ruralismo al movimiento ocurrido en su país hacia los años 70 del siglo pasado, que revierte el proceso que otorgara a la ciudad el papel de modelo de relaciones sociales. Los valores típicos del viejo mundo rural que se pensaban en vías de extinción, son revigorizados por gente de la ciudad, distinguiéndose esta corriente de la de personas que migran hacia el campo por falta de trabajo (Giuliani 1990). Este neoruralismo es producido por personas que dejan las profesiones urbanas y la residencia en la ciudad, para mudarse al campo y practicar actividades agropecuarias. Ese nuevo rural representa la etapa llamada pos-industrial y pos-fordista, pero también, para Mills (2000), pos-rural: un nuevo paradigma, superador de aquello que los clásicos veían más 1

El trabajo de campo se realizó entre mayo-julio y septiembre-diciembre de 2010 y en los mismos meses de 2011, mediante entrevistas a funcionarios municipales, técnicos de INTA y productores, así como observaciones participantes en reuniones de grupos del Programa Cambio Rural de INTA y recorridas por explotaciones avícolas y urbanizaciones cerradas.

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como enfrentamiento de clases (rural=feudalismo terrateniente; urbano=capitalismo burgués) que de espacios geográficos (Ratier, 2001). Lo rural en el discurso de las ciencias sociales se vincula a tres fenómenos relacionados (Llambí, 1994): baja densidad demográfica y patrón de población disperso; predominio de agricultura y actividades primarias o extractivas; patrones culturales o estilos de vida diferentes a los de grandes centros urbanos. La literatura europea sobre “nueva ruralidad” intenta responder qué es “lo rural” en sociedades que: tienen acelerado proceso de “contraurbanización” o “suburbanización” (consecuencia del mayor consumo de espacios rurales por industrias); transformaciones en la estructura ocupacional (por disminución de empleo en actividades primarias e incremento en secundarias y terciarias); cambios en patrones culturales y estilos de vida “rurales”, percibidos como “atrasados”, ante avance de valores modernos y urbanos. Para algunos autores, estos cambios hacen innecesaria la categoría “rural” en las ciencias sociales (Mardsen et al, 1990); para otros, la vigencia de la agricultura como actividad altamente consumidora de espacio y la consolidación de una “identidad rural” (refuerzo de vínculos con la tierra, su residencia y sus valores culturales tradicionales), justifica su vigencia (Whatmore, 1994), en la diversidad de transformaciones ocurridas en el agro latinoamericano consecuencia de adopción del nuevo modelo aperturista de desarrollo (Murmis, 1993; Kay, 1994). Trabajos más recientes analizan las representaciones de lo rural por parte de los actores sociales de diferentes orígenes e intereses, y las tensiones originadas por ello. Habria que preguntarse si estos fenómenos responden a nuevas realidades, o si habían sido dejados de lado en análisis previos (Ringuelet, 2002). Coincidimos con Ratier en afinar conceptualmente las categorías rural y ruralidad, superar antiguas dicotomías y relativizar para enriquecer su potencial analítico, ya que estas dos posturas cumplen una mera función descriptiva. Qué sentido tiene designar como nueva una ruralidad que resulta del proceso de globalización? Adherimos a su propuesta de utilizar nueva ruralidad para calificar el traslado de pobladores urbanos a áreas rurales, con su correlato ideológico de reivindicación de valores campesinos, así como sus actividades desarrolladas en esta nueva sede rural. (Ratier, 2001). La expresión “rural” proviene de la palabra latina “rus”, que refiere a grandes espacios abiertos. Lo rural en el discurso de las ciencias sociales se vincula a tres fenómenos relacionados (Llambí, 1994): baja densidad demográfica y patrón de población disperso; predominio de agricultura y actividades primarias o extractivas; patrones culturales o 3

estilos de vida diferentes a los de grandes centros urbanos. Dos tendencias intentan explicar los cambios acelerados en el agro (Jean, 1989): la que predica el fin de lo rural, y la que afirma que la categoría conserva todavía su especificidad. Así como el campo se urbaniza, la ciudad también se ruraliza (Ratier, 2001), apareciendo procesos y actores sociales diferentes en distintos escenarios: (1) poblaciones de origen u ocupación urbana, que resuelven vivir en el campo e influyen en la construcción de otra ruralidad, residentes rurales con trabajo urbano no agrícola; (2) poblaciones que viven y trabajan en el campo en ocupaciones no agrícolas (ejecutivos de empresas de informática u otras de alta tecnología instaladas fuera de las ciudades), residentes rurales con trabajo no agrícola en sede rural; (3) poblaciones de residencia y ocupación urbana que deciden mudarse al campo y trabajar en él en ocupaciones ligadas a la tierra, basándose en una filosofía revitalizadora de la Naturaleza, los neo-rurales propiamente dichos, o residentes rurales voluntarios con trabajo rural. Ratier distingue respecto de nuevos pobladores rurales, tres tipos de situaciones: contraurbanización (migración al campo de clases medias que valorizan lo rural como entorno residencial, pueden vivir en el campo y trabajar en la ciudad, o efectuar en el primero toda su actividad no agrícola -fábricas o empresas en el campo); neo-ruralidad propiamente dicha (mudanza de habitantes urbanos al campo donde emprenden actividades agrícolas innovadoras, se integra con la llamada rurbanización y con las nuevas culturas aldeanas- que actualizan de elementos campesinos en un contexto contemporáneo y suponen la confluencia de nuevos y viejos rurales en la construcción de principios comunes-); ruralización urbana (presencia de elementos culturales rurales en el medio urbano, llevados por migrantes). Desde los 90, en Argentina ya se aprecian ciertos desplazamientos de población hacia áreas suburbanas, los llamados countries o barrios cerrados de la periferia de Buenos Aires. Estos espacios son `vendidos´ por agentes inmobiliarios a los que buscan escapar de la ciudad, como mundos armoniosos, más cercanos a lo rural que a lo urbano, `naturales´, previsibles, en el opuesto de cierta visualización de la ciudad, como caótica, violenta, contaminada (Lacarrieu y Thuillier 2001). Lo suburbano se valoriza por su carácter semi-rural asociado a lo bucólico, de modo que se trastocan los valores entre el campo y la ciudad. Se rompe con la concepción tradicional europea de lo urbano como civilización y progreso frente al atraso del campo: lo urbano se identifica con lo malo, y el campo con lo bueno. La antigua dicotomía campo-ciudad “se diluye ahora en un continuo que integra y conduce por gradaciones -como una especie de “gran cadena del ser urbano” (Capel. 4

1994:138, citado en Barsky, 2005) o continuum urbano-rural, a los espacios circundantes. Las zonas periurbanas son particularmente interesantes para analizar tensiones entre diferentes modos de uso del suelo, ya que se caracterizan por su accesibilidad, precio elevado de la tierra, intensa competencia entre valores de producción, consumo y preservación y necesidad de establecimiento de formas de regulación del espacio rural, con especificación de los usos permitidos según las zonas; heterogeneidad y conflicto a escala local. Estas zonas se distinguen por la diversidad de actores sociales intervinientes, que pueden categorizarse ad hoc como locales, neolocales (instalados recientemente) o extralocales (capaces de influir en los ámbitos rurales en cuestión). La organización espacial de la metrópolis Gran Bs As a lo largo del siglo XX se consolida geográficamente en un punto central (ciudad capital), sucediéndose en sus alrededores series de suburbanizaciones sucesivas desarrolladas al compás de procesos socioeconómicos: los procesos de suburbanización acelerada en la metrópolis, la aparición de nuevas zonas hortícolas especializadas en otras zonas del país, la evolución del mercado, del sistema de comercialización, etc. En torno a la Ciudad de Buenos Aires se observan diferentes lógicas de ocupación del espacio ligadas a territorios rurales y producciones agrarias (Benencia y Quaranta, 2005), destacándose nuevos usos residenciales y recreativos, producciones intensivas de hortalizas, flores, aves y granja (Gutman et alt. 1987), y actividades extensivas y reflejando tanto retroceso de la frontera agraria frente a la expansión de la frontera urbana, como cambios en las actividades agropecuarias (Bozzano: 2000).

Caracterización territorial del partido

El partido analizado se inscribe particularmente en las dinámicas “neorrurales” mencionadas. Ubicado a 80 km de la Metrópoli, conectado por rutas 8 y 9, en tercer lugar del conurbano por importancia de urbanizaciones y extensión ocupada, con superficie total de 63.417 hectáreas, incrementó su población un 40% durante los 90. Se compone de las siguientes localidades: Capilla del Señor como cabecera de partido, Cardales, Villa Manuel Cruz, Pavón, Barrio el Remanzo, Diego Gaynor, Barrio los Pinos, Barrio Exaltación, siendo eje en expansión inmobiliaria, Parada Robles y Los Cardales. Tienen importancia las actividades de servicios (tanto desde lo económico como del empleo), existiendo pocas industrias de cierta relevancia y actividad agraria extensiva (soja, maíz, trigo, ganadería) e intensiva (avicultura y horticultura). 5

Históricamente la zona fue importante productora de lanares, con ganadería de crìa en algunas áreas específicas, para pasar a actividad de tambo. A partir de los 70 la industria tambera entró en crisis por el desplazamiento de producción hacia zonas de la provincia más aptas, sustituyéndose los tambos por ganadería vacuna, agricultura y avicultura. Gran parte de los productores tamberos se volcó hacia esta última, tanto a producción de huevos como fundamentalmente, al engorde de pollos (Craviotti et al, 2005). Existen 110 granjas avícolas que producen actualmente más de 23 millones de aves para consumo, distribuidas formando grupos (uno en zona relativamente urbanizada y otro ubicado más cercano al casco urbano de Capilla del Señor).

Los productores avícolas del partido: resistencia frente al avance urbanístico y las normativas municipales

Desde los 70, se establecieron en el partido o cercanías, empresas medianas y grandes que “integraron” a pequeños avicultores en las cadenas productivas típicas de este rubro. Durante los 80 y 90, desapareció una importante proporción de avicultores, retirándose las empresas internacionales y quedando sólo las nacionales. Luego de la crisis institucional argentina de 2001, las actividades agrarias orientadas a exportación en el partido, se reposicionaron acompañando la fuerte devaluación del peso. El ingreso de pollos de Brasil y la recesión jaquearon la avicultura local. A fines de los 90, quebraron dos empresas integradoras que compraban la mitad de los pollos del partido (San Sebastián y Tres Arroyos), dejando de pagar a los productores. Las granjas menos equipadas dejaron de producir o abandonaron la integración con las empresas, utilizando modalidades precarias de comercialización, para poder resistir en la actividad. Posteriormente, la gripe aviar en Asia posibilitó fuerte incremento de exportaciones avícolas argentinas, y la avicultura repuntó, ampliándose instalaciones de plantas de faena y de criaderos de pollos. Sin embargo, la construcción de galpones de cría en las granjas no acompañaba la fuerte demanda. Mientras se modificaban las condiciones de rentabilidad de las actividades agrarias, los emprendimientos residenciales tuvieron cierto impulso, con características muy selectivas: preferencia de la demanda por emprendimientos con buena accesibilidad y disponibilidad de servicios. La actividad de cría y engorde es llevada a cabo por numerosos granjeros que realizan

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su tarea para las grandes empresas, en fracciones pequeñas aptas para la explotación intensiva, con tecnología cada vez más sofisticada2. El sistema de integración vertical funciona así3: la empresa integradora envía un Supervisor de Crianza, quien realiza una inspección a la granja y confecciona un inventario para determinar el potencial de crianza de sus instalaciones (m2 cubiertos, cantidad de comederos, bebederos, sistema de riego, ventilación, calefacción, etc, para determinar la cantidad de pollos que podrá recibir para criar). Una vez programada la crianza, la empresa provee: cama (cáscara de arroz o girasol); pollitos bb; alimento balanceado; fármacos y vacunas; supervisión veterinaria; gas (a veces). El granjero provee: mano de obra para todo el proceso de crianza; instalaciones y sus gastos (luz, mantenimiento, etc.); gas (a veces). Al llegar a la edad determinada o cuando el integrador lo requiere, retira los pollos, bajo normas de retiro de alimento previamente establecidas. Al llegar el pollo a la planta pesado, se calculan los parámetros productivos básicos (peso, conversión, mortalidad), que son los índices básicos que definen el costo y el cálculo de tarifa. El granjero no tiene un contrato por tiempo determinado y cada crianza constituye una nueva relación. La característica distintiva de la avicultura respecto de otras actividades agrarias de la zona, es la arraigada tradición y ser encarada por agentes locales. Se desenvuelven con una lógica empresarial, excepto algunos pocos productores chicos que combinan trabajo familiar con contrataciones. La intensividad de la actividad requiere el involucramiento de los productores en las tareas, a pesar de no poseer autonomía, dado el tipo de vínculo establecido con las empresas faenadoras.

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En el partido existen 110 granjas avícolas que producen actualmente más de 23.000.000 de

aves para consumo.

Esto representa aproximadamente 66.000.000 Kg. de ave viva, esta

cantidad de kg. , a su vez, significa la conversión en carne aviar de 145.000.000 de alimento compuesto fundamentalmente por maíz, soja, afrechillo, vitaminas, etc., lo que genera una alta agregación de valor generada por la actividad de los criadores. La producción de carne aviar en el partido era de más de 200.000.000 de pesos anuales en el 2009, tratándose de una actividad productiva con alta capacidad multiplicadora: desde los productores de granos, los molinos que balancean y producen alimento, la planta de incubación, los planteles de procesadoras, los transportistas, las plantas de faena, los frigoríficos, las procesadoras de plumas y vísceras, exportadores, comercios, comercializadores, etc. 3

http://www.midiatecavipec.com/avicultura/avicultura010405.htm

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A mediados de los 90, el municipio opta por un perfil, en el que los countries y barrios privados se consideran "industrias sin chimenea", fomentando su desarrollo. El ordenamiento territorial sancionado zonifica vastas áreas como residenciales exclusivas, y considera incompatibles con este objetivo determinadas actividades agropecuarias intensivas (Craviotti, 2007ª). Una norma de 1997 especifica que los apiarios, criaderos de conejos, cerdos y aves, sólo podían establecerse en la zona agropecuaria siempre y cuando estuvieran a más de 1.000 metros de sectores ocupados o destinados a vivienda, restringiendo la actividad agropecuaria aún cuando no se iniciaran efectivamente las obras. Debido a que los establecimientos avícolas eran relativamente importantes en el partido y la mayoría se encontraba en lugares no permitidos por la nueva zonificación, se sancionaron diferentes ordenanzas municipales para reubicarlos. La falta de registro de traslados de establecimientos ubicados en zonas no permitidas, provocó acciones por parte del municipio para endurecer plazos de relocalización, lo cual desató un conflicto manifiesto entre avicultores y municipio. Los avicultores manifiestan que, frente a la situación generada por las regulaciones municipales, no se plantean abandonar su actividad productiva y vender sus parcelas a emprendimientos inmobiliarios, porque la actividad les llevó considerables inversiones y además, constituye para la mayoría de ellos su única actividad (la baja superficie que controlan limita sus posibilidades de diversificación productiva). La no incorporación de intereses de los productores avícolas para definir el perfil productivo del partido se relaciona con la falta de capacidad de asociación y la escasa visibilidad pública del sector. En tanto, instituciones nacionales como INTA, intervienen para solucionar problemáticas de estos productores. En octubre 2010 se formó el primer grupo de avicultores de la Zona Norte del Periurbano, del programa Cambio Rural conformado por productores avícolas del partido4. Se trabaja con el apoyo de la Sociedad Rural de Exaltación de la Cruz, Zárate y Campana, diagnosticando en reuniones regulares las problemáticas cotidianas y planificando en forma participativa el plan de trabajo, con los objetivos de: visibilizar la actividad avícola mediante la organización de la Fiesta del Pollo, y la construcción de una Mesa de Diálogo en la que participen organismos

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La autora participó en la conformación de este grupo, asesorando sobre metodologías participativas. Ver: Feito, MC (2011): “Programas nacionales de desarrollo rural: una experiencia de intervención para productores avícolas en el periurbano norte de Buenos Aires”. En Actas de VII Jornadas interdisciplinarias de estudios agrarios y agroindustriales, Facultad de Cs Económicas, UBA, Bs As, 1 al 4 de noviembre de 2011.

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provinciales y municipales, así como otros actores sociales relacionados con la actividad. El dinamismo selectivo de lo residencial y la reactivación de lo productivo orientado a exportación derivó en paradoja en el partido, que había apostado a promover el asentamiento y expansión de emprendimientos residenciales mediante nuevas reglamentaciones a partir de la competencia otorgada por las leyes provinciales al municipio para regular el uso del suelo.5 Los actores locales se manifiestan relativamente débiles frente a los recursos económicos y de redes sociales que poseen los actores extralocales (particularmente los inversores inmobiliarios).

Expansión de nuevas urbanizaciones en municipios rurales: tensiones y conflictos

Las tensiones entre algunas actividades productivas y las neorrurales se materializan en emprendimientos habitacionales para sectores de altos recursos, como también en barrios municipales para población de bajos recursos. La importancia de las fuerzas relacionadas con lo residencial e inmobiliario resultó en instrumentos regulatorios específicos sancionados por el municipio, en detrimento de las actividades agrarias tradicionales de fuerte arraigo en la zona. Sin embargo, tanto los actores como sus alianzas son difusos, porque no existen unívocamente efectos positivos o negativos relacionados con las diferentes actividades (Craviotti, 2007b). No está muy claro quiénes y cuántos respaldan las diferentes posiciones de los avicultores, quienes recién están comenzando a organizarse. La percepción de contaminación ambiental por parte de los habitantes de emprendimientos residenciales a la actividad avícola, se encuentra influida por aspectos tales como: la orientación productiva del establecimiento (si cría pollos o produce huevos); el origen y ocupación de los vecinos (de qué zonas provienen y en qué trabajan). Esto daría cuenta de las diferentes representaciones de la ruralidad: los recién llegados tienen una idea romántica del campo es visualizado como un ambiente relajador, prístino, no contaminado y bucólico, muy alejado del caos de la gran ciudad de la cual 5

El código territorial también afectó las actividades comerciales del partido. Las quejas de este sector motorizaron ajustes en la normativa, permitiendo la instalación de comercios minoristas en la zona residencial exclusiva. Por otra parte, parcelas que habían sido zonificadas como residenciales extraurbanas o “de reserva para ampliación urbana” pudieron destinarse a usos agropecuarios intensivos si no formaban parte de barrios ya construidos.

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provienen. Por ello, al encontrarse que en los patios de sus nuevas casas “de campo” hay moscas, malos olores, bichos, pretenden que esto desaparezca porque no concuerda con la realidad que tenían pensada y les quita el relax y el disfrute. Es decir que esa percepción positiva del campo se va transformando en negativa. En cambio, para los productores agropecuarios instalados hace años en el partido, lo rural representa una forma de vida, la posibilidad de recibir ingresos para alimentar a sus familias, su lugar en el mundo. Lejos de la visión de los citadinos que se vienen a instalar en el partido, para ellos, su mundo rural no está contaminado. Algunos de ellos plantean que, frente a la amenaza de cierre de sus establecimientos por las acusaciones de contaminación de los nuevos vecinos, lo ideal es transladar la actividad a otro lado, pero, ¿a dónde ir?

Reflexiones finales

Los cambios agroproductivos y la expansión residencial se combinan para recrear espacios rurales donde se incrementa la heterogeneidad, generándose nuevas configuraciones de actores y complejizándose su inserción social. Es necesario redefinir los vínculos problemáticos entre las “viejas” y las “nuevas” ruralidades, logrando compromisos entre las diferentes actividades y actores actuales presentes en los espacios rurales. Las dificultades para incorporar los intereses de los productores avícolas para definir el perfil productivo del partido se relacionan con la falta de capacidad de asociación y la escasa visibilidad pública del sector. La iniciativa del gobierno municipal, que privilegia un perfil de desarrollo materializado en normativa específica (ordenamiento de uso de suelo), es cuestionada por su origen unilateral, exento de una planificación participativa que hubiera podido reflejar una visión consensuada de la totalidad de actores involucrados. De tal modo que se requieren nuevas formas de regulación, normas y mecanismos de articulación público-privada, de tipo más inclusivo e incluyente (Craviotti, 2007ª; Barsky, 2005). La nueva ruralidad también se vincula al surgimiento de nuevas actividades, nuevos agentes sociales y nuevos entes regulatorios en espacios anteriormente dedicados casi exclusivamente a actividades agrícolas. Intereses socioeconómicos no agrícolas hacen valer reclamos sobre tierra rural, al tiempo que se genera un vacío en formulación de políticas rurales que consideren intereses de diferentes agentes públicos y privados. Esta nueva ruralidad socialmente diversa se caracteriza por espacios reestructurados en

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función de intereses turísticos y ambientales. Así, los ámbitos rurales son más polivalentes en términos de actores y usos del espacio (Marsden et al, 1992). En el caso analizado, la presencia de un segmento importante de productores que residen en sus explotaciones desde hace varias décadas, plantea la necesidad de desarrollar una política para los mismos en función de su papel en la ocupación y configuración de los espacios rurales, políticas que podrían estar ligadas tanto a aspectos productivos como sociales. Sería importante favorecer la permanencia de este tipo de productor y de explotación para otorgar al territorio un perfil con diversidad de usos frente al avance de los countries sobre la tierra en producción. Respecto a estos últimos, la dispar aplicación de la normativa vigente, dificulta la regulación sobre los usos del suelo y la gestión del territorio para favorecer situaciones como la anteriormente planteada, y el mantenimiento de ciertas formas y grados de ruralidad, que constituyen un capital cultural (Benencia y Quaranta, 2005). Aunque las regulaciones influyen en el proceso, son los procesos macroeconómicos los que configuran los usos del suelo. En este sentido, no necesariamente los promotores del uso residencial del suelo rural son exclusivamente de origen extralocal, pudiendo converger sus intereses con los de actores locales (Craviotti, 2007a). La opción del gobierno municipal por un perfil territorial residencial, avaló implícitamente la catalogación de actividades agropecuarias intensivas (como la avicultura), como incompatibles con los desarrollos residenciales, prohibiéndose explícitamente su emplazamiento cerca de urbanizaciones actuales o proyectadas. Sin embargo, el inicio de un proyecto de desarrollo local que involucre a todos los actores del partido, es un signo de los cambios que pueden sobrevenir en un futuro inmediato. Los productores deberían aprovechar la oportunidad de articulación de acciones INTAmunicipio, para lograr imponer sus necesidades y las soluciones a sus problemáticas actuales. A su vez, los municipios deben reconocer la necesidad de apoyar los capitales privados invertidos, fomentando la ocupación de mano de obra durante la ejecución de los mismos y una vez habitadas las viviendas, utilización de tecnologías e insumos nacionales, puesta en funcionamiento de las pequeñas y medianas empresas de la construcción. De esto se desprende la necesidad de convocatoria a todos los actores sociales involucrados (gobiernos locales, empresas privadas, población local y población migrante, productores agropecuarios, etc) para trabajar con los criterios de un desarrollo sustentable, en distintas tareas: evaluación permanente de las tendencias 11

urbanísticas imperantes en relación a este fenómeno migratorio; perfeccionamiento de la legislación, así como de las normas y los reglamentos referentes a emprendimientos urbanísticos; replanteo y profundización de los ítems que intervienen en el impacto ambiental de estos emprendimientos; promoción del intercambio de ideas e información con Entes Oficiales y Privados de incumbencia en el tema; formalización de grupos de trabajo con Universidades a fin de optimizar los recursos profesionales, técnicos y científicos; estudiar y prever las tendencias del mercado para orientar adecuadamente a los responsables de las inversiones; brindar información adecuada a compradores y vendedores de lotes y propiedades, a fin de evitar las crecientes y distorsivas políticas publicitarias que promocionan una mejora de la calidad de vida, sin considerar distintos niveles de conflictos que pueden producirse. Los habitantes de los barrios cerrados del partido analizado se encuadran en lo que Ratier (2001) denomina “residentes rurales con trabajo urbano no agrícola”, es decir, no serían “neorrurales” stricto sensu, pero influirían en la construcción de otra ruralidad, formando parte del fenómeno de contra-urbanización (Feito, 2010). Estos nuevos vecinos desarrollan su vida cotidiana en forma independiente a la población local, presentando hábitos de consumo y exigencias en los servicios, que difieren notablemente a las de los pobladores locales. Por otra parte, desde el punto de vista de estos últimos, se suelen crear resentimientos hacia los nuevos pobladores migrantes, debido a la escasa comunicación con los nuevos vecinos y a la ausencia de rédito económico de la instalación de estos emprendimientos urbanísticos en sus ámbitos locales. A nivel del municipio, el desarrollo local puede articular la reconstrucción y compensación de los daños con el debate acerca de la gestión ambiental y la toma de decisiones participativas. En este sentido, las ciencias sociales proveen modelos para resolver problemas con actores diversos, como es el caso de la planificación participativa, referida a la interacción entre sectores, que supone reglas por las cuales se establezca el intercambio entre este tipo de actores. Sin una articulación práctica de estas distintas formas de pensar, saberes y percepciones y de interrelación entre actores diversos, la complejidad es inabordable. Este tema debería estar colocado en la agenda pública como un asunto fundamental y permanente de las políticas públicas, superando el modelo tradicional de planificación y gestión, que lo incorpora sólo en los momentos en que ocurre algún problema ambiental determinado (Feito, 2009). El tratamiento interdisciplinario de este importante tema 12

puede convertirse en un freno idóneo y responsable a esta problemática y conflictiva situación, contribuyendo a mejorar la calidad de vida de los actores afectados. En Argentina, la consideración en la agenda del Desarrollo Local de lo rural-agrario es frágil, en parte por la marcada concentración de población en áreas urbanas y la baja instalación de la problemática de los sectores subordinados del agro (pequeños y medianos productores, trabajadores asalariados) en la escena pública, asociado a sus debilidades organizativas (Craviotti, 2008). Una estrategia de Desarrollo Local debe enfrentar tensiones entre el nivel local y niveles extralocales; entre cooperación y conflicto; entre eficacia y legitimidad. Es así que algunos de los ejes constitutivos del enfoque son: la revalorización de la identidad local; la articulación público-privada y la participación. El Desarrollo Local puede considerarse como “una compleja combinación de redes en las que se movilizan recursos, se configuran identidades y se consolidan (o redefinen) relaciones de poder” (Craviotti, 2008:57). Los especialistas en Ciencias Sociales podemos aportar sobre la consideración de intereses divergentes; las condiciones que permiten la instalación de ciertos temas en la agenda pública; el análisis de actores incluidos y excluidos de las redes que sustentan determinada estrategia de desarrollo. Reivindicamos la relevancia, pocas veces reconocida por los decisores políticos, de la investigación antropológica para el diseño e implementación de políticas de desarrollo local en ámbitos rurales (Feito, 2005).

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