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Ponencia para el: III Seminario del proyecto PAPIIT Empleo, género y migración: entre la austeridad y la incertidumbre “Migración femenina. Globalización de la maternidad y del cuidado” Del 12 al 14 abril de 2016 Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM

Feminización de la migración peruana y cuidado familiar transnacional: Perspectivas desde la vejez

Vincent Horn1

Introducción El propósito de este capitulo es vincular la feminización de la migración (Donato/Gabaccia 2015; Phizacklea 1983) con la circulación del cuidado transnacional (Baldasssar/Merla 2014), tomando como ejemplo la migración internacional peruana. En un primer paso se esbozará el desarrollo y la parcial feminización de la emigración peruana, cercanamente vinculada con el surgimiento de las cadenas globales del cuidado (Hochschild 2000; Romero/Preston/Giles 2014). Es así que muchas inmigrantes peruanas trabajan en el sector del servicio

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M.A., Colaborador Científico, Instituto de Educación, Universidad de Mainz.

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domestico y cuidado personal, a menudo invisibles pero imprescindibles para la reproducción social y económica de estas sociedades. Al mismo tiempo, hacen contribuciones significativas a la mejora de vida de sus familiares y localidades en Perú. Existe ya un amplio cuerpo de literatura sobre la maternidad transnacional, que hace hincapié en los retos y sacrificios de las madres inmigrantes y sus relaciones dolorosas con sus hijas e hijos en el país de origen (Hondagneu-Sotelo 2001; Pratt 2009; Salazar Parreñas 2001). Por otro lado, hay pocos estudios que enfocan el cuidado transnacional desde una perspectiva del siglo vital o de la vejez (Montes de Oca/Molina/Avalos 2009; Treas 2008). La presente investigación contribuye a estos estudios, arrojando luz sobre la participación de las inmigrantes peruanas mayores en el cuidado transnacional. En un segundo paso se relevará sus experiencias y prácticas transnacionales, analizando datos cualitativos y cuantitativos. El análisis se basa en un estudio de caso sobre una inmigrante peruana mayor, que trabaja como cuidadora personal en España. Para generalizar y profundizar, se ilustrará el estudio de caso con datos de la primera Encuesta sobre la Comunidad Peruana en el Exterior (EMPCE 2012). Se tratará de responder las siguientes preguntas: ¿Cómo refleja la inmigrante peruana mayor su participación en el cuidado transnacional y cómo valora su situación actual? ¿Hasta qué grado se dejan generalizar las pautas de su participación y los factores que las están estructurando?

Datos y métodos Este capítulo surge de un proyecto de investigación sobre el cuidado transnacional familiar desde al perspectiva de las personas mayores peruanas. Dicho proyecto se 2

llevó a cabo entre 2011 y 2016 en el marco de grupo de investigación Transnacional Social Support por la Universidad de Mainz. En 2012 se realizaron 26 entrevistas en España y Perú, para capturar las narrativas tanto de las personas inmigradas como de las personas que experimentaron la emigración de sus familiares. Para analizar las entrevistas se usó el análisis de contenido cualitativo que permite interpretar el material estudiado con la ayuda de diferentes categorías analíticas basadas en el marco teórico de la circulación del cuidado (Baldassar/Merla 2014). Más allá de los datos cualitativos, fueron analizados los datos de la EMPCE que se llevó a cabo en el 2012 en 50 países del mundo. Dicha encuesta fue realizada en base a una muestra representativa e incluye datos sobre más de 12 mil inmigrantes peruanas y peruanos en edad de votar (18 años y más). El valor de la EMPCE es sin duda lo que nos permite analizar la situación de inmigrantes peruanas y peruanos en diferentes lugares al mismo tiempo. Así, nos da una imagen comparativa de su situación demográfica, legal y socio-económica pero también de sus mayores preocupaciones y participación en ciertas actividades transnacionales como el envío de las remesas o las visitas familiares.

Emigración peruana La migración internacional peruana puede remontarse a la segunda década del siglo 20 (Altamirano 1999). Sin embargo, durante la primera mitad de este siglo se mantuvo numéricamente un fenómeno más bien marginal. De hecho, con la excepción de la contratación de los trabajadores del algodón peruano por la industria textil estadounidense, la mayor parte de los movimientos internacionales estaba reservada a las pequeñas élites del país (Takenaka/ Paerregaard/Berg, 2010). Si bien ya aumentó después de la Segunda Guerra Mundial, la migración internacional 3

peruana ganó fuerza durante la crisis económica, política y social prolongada del país en los años 1980 y 1990. Esta tendencia se aceleró después del cambio de milenio, cuando la emigración se convirtió en un fenómeno de masas. De menos de 30 mil peruanos que salieron del país 1995, el número aumentó a 75 mil 2002 y alcanzó un máximo de más de 230 mil en 2009 (INEI 2015). Aunque la emigración ha disminuido de manera constante en las secuelas de la crisis financiera de 2008, en el año 2012 todavía 190 mil peruanos salieron del país. Como consecuencia, se estima que en la actualidad casi tres millones de peruanos y peruanas residen en el extranjero, lo que corresponde a aproximadamente al diez por ciento de la población del país.

Tabla 1: Emigración internacional de peruanos 1994-2012 (miles de personas) 250

200

211,8

221,2

229 233,7 210 194,4 189,3

150

156,4 127,9

100 95,1 75,2

50 40,1

28,8

29

33,9

49,9 43,1 38,2 46,7

0 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012

(Fuente: INEI 2015: 27; elaboración propia)

El aumento de la emigración peruana fue cercanamente vinculado con la diversificación de los países de destino. Por lo tanto, "a diferencia de otros 4

migrantes de América Latina o del Caribe que tienden a concentrarse en uno o dos países y ciudades, los peruanos se encuentran dispersos en muchos lugares" (Perregaard 2008: 2, traducido por el autor). No obstante, la gran mayoría de los aproximadamente 3 miliones inmigrantes peruanos vive en cinco países diferentes: En EE.UU. (32 %), España (16.3 %), Italia (10.2 %), Argentina (13.3 %) y Chile (7.6 %) (Horn 2016b). Similar a muchos migrantes latinoamericanos, los EE.UU. han sido el destino preferido de los peruanos durante la mayor parte del siglo 20. Sin embargo, a mediados de la década de los 80 las políticas migratorias de los Estados Unidos se hicieron más estrictas y los controles fronterizos se volvieron más rigurosos (Takenaka et al. 2010). Al mismo tiempo, Japón, Italia y España facilitaron la entrada de inmigrantes peruanas y peruanos para satisfacer la necesidad de mano de obra en la industria manufacturera y la creciente demanda en el sector del trabajo doméstico (Escrivá 2003; Takenaka 2005; Tamagno 2003). Más recientemente, pero por razones similares, Argentina y Chile se han convertido en destinos populares especialmente para peruanos de la clase trabajadora. Sobre todo para las mujeres peruanas ha sido un importante factor de atracción la relativamente buena perspectiva de encontrar un trabajo como trabajadora doméstica o cuidadora personal en los diferentes países de destino. De hecho las mujeres peruanas dedicadas al sector de servicio doméstico y cuidado personal, encabezaron la migración peruana a varios países como los EE.UU. (Paerregaard 2008), Chile (Stefoni 2002), Italia (Skornia 2014) y España (Escrivá 2000; Escrivá/Skinner 2008). La siguiente tabla demuestra la relevancia de esta actividad en comparación con otros profesiones u ocupaciones. Tabla 2: Inmigrantes peruanas y peruanos según profesión u ocupación

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Servicios domésticos y cuidado personal

Trabajadores Jefes/as y Otros agropecuarios, empleados/as obreros y de oficina operantes

Mujeres

38.9 %

8.6 %

12 %

40.5 %

Hombres

12.7 %

31.2 %

9.4 %

46.7 %

Total

26.1 %

19.7 %

10.7 %

43.6 %

(Fuente: ECPE 2014; elaboración propia)

Según la EMPCE, casi un 40 porciento de las inmigrantes peruanas pertenece al grupo de las trabajadoras domésticas y cuidadoras personales. Cabe mencionar que también hay un porcentaje elevado de hombres trabajando en este sector. Un fenómeno que sólo en los últimos tiempos que apenas ha recibido atención académica (Kilkey 2010). Dicho brevemente, las cadenas globales de cuidado han contribuido al hecho de que las mujeres superan a los hombres en la mayoría de los principales países de destino. Tal como indica la proporción de género, son más numerosas las mujeres peruanas en EE.UU., Italia, Argentina y Chile (véase tabla 3). Sólo en España, la proporción de género es casi equilibrada, lo que en gran medida se puede atribuir a la fuerte demanda de trabajadores hombres en el sector de la construcción, así como a las normas pocas estrictas para la reagrupación familiar (Escrivá, 2003).

Tabla 3: Proporción de género en los principales países de destino País de residencia Estados Unidos

Proporción entre mujeres e hombres 1.04 6

España

0.99

Italia

1.62

Argentina

1.38

Chile

1.12

(Fuente: EMPCE 2014; elaboración propia)

A pesar de la significativa feminización de la emigración peruana a ciertos países, en términos generales las diferencias de género son más bien pequeñas. Así calcula el Instituto Nacional de Estadística en Perú (INEI 2015), que un 50.4 porciento de la población migrante peruana, es femenina. Por lo tanto, en términos cuantitativos se debería hablar de una parcial feminización de la migración peruana que varia según países y/o regiones. Evidentemente, la feminización de la migración no solamente se mide en términos cuantitativos, sino se manifiesta sobre todo en las diferentes actitudes, motivos y oportunidades de las mujeres inmigrantes como su más restringido acceso a trabajos mejor remunerados en el país de destino. Sin embargo, lo que más destaca es su participación en la circulación transnacional del cuidado que se despliega en cualquier análisis del nexo entre género y migración.

La circulación del cuidado familiar El concepto de la circulación del cuidado en familias transnacionales ha sido introducido por Baldassar y Merla y definido como “el intercambio reciproco, multidireccional y asimétrico del cuidado que fluctúa a lo largo del ciclo vital dentro de redes familiares transnacionales sujetas al contexto político, económico, cultural y 7

social en las sociedades de origen y acogida” (Baldassar/Merla 2014: 25, traducido por el autor). En su trabajo Baldassar y Merla se basan en la noción de las familias transnacionales propuesta por Bryceson y Vuorela (2002). Según estas autoras, las familias transnacionales se definen como “familias que la mayor parte del tiempo viven separadas, sin embargo, se mantienen unidas y crean algo que puede ser visto como un sentimiento de un bienestar colectivo, es decir ‘familyhood’, aún a través de fronteras nacionales” (Bryceson/Vuorela 2002: 3, traducido por el autor). Poniendo el cuidado como elemento constitutivo de las familias transnacionales la definición acentúa que, ni los lazos ni las responsabilidades familiares se disuelven con las largas distancias geográficas. En realidad hay creciente evidencia empírica de que las familias transnacionales se sostienen y son capaces de dirigir recursos a sus miembros más vulnerables. Sin embargo, debido a la todavía predominante norma de las familias como unidades próximas, tanto sociólogos como actores públicos ponen en duda la funcionalidad de las familias transnacionales. Si bien la investigación en este campo no niega los retos, conflictos y tensiones que tienen que enfrentar, reclama la aceptación social de un creciente número de familias pluri-locales. Por lo cuál no enfoca los supuestos déficits sino destaca la “agency” y la creatividad de esas familias de eludir las restricciones de sus situaciones y, crear y mantener formas de “togetherness” o copresencia a distancia. Es clave para este concepto el entendimiento del cuidado transnacional como un fenómeno multidimensional, multigeneracional, y multidireccional. Con multidireccionalidad Baldassar y Merla (2014) se refieren al intercambio multidireccional de recursos, poniendo en relieve que no son solamente los inmigrantes los que dan, sino también los que reciben cuidado por parte de sus 8

familiares de sus países de origen (Nedelcu 2009; Treas 2008). Con el término de multigeneracionalidad subrayan de que se trata de un proceso que abarca a miembros familiares de múltiples generaciones, tanto con y sin necesidades de cuidado. Es decir que pretenden capturar a todos los actores involucrados en la vida familiar y la participación completa de estos actores en las actividades del cuidado. Finalmente, basándose en Finch y Mason (1993) Baldassar y sus colaboradoras argumentan que como cuidado no solamente se entiende aquellas actividades realizadas en situaciones de presencia física (cuidado personal) sino también el apoyo emocional/moral, práctico y financiero y el alojamiento (Baldassar/Baldock/Wilding 2007; Ryan 2011). En vista de esta conceptualización parece fructífera una definición del cuidado que considera las múltiples dimensiones e interdependencias del cuidado transnacional familiar. Son Kofman y Raghuram (2009: 3) que proponen una definición acertada, según la cuál, el cuidado se refiere al “trabajo de cuidar las necesidades físicas, psicológicas, emocionales y de desarrollo de una o más personas”. Razonan además, que dicho trabajo abarca una amplia gama de experiencias humanas y relaciones de obligación, confianza, lealtad y compromiso dedicadas al bienestar de los y las demás. Encontramos varios elementos de esa definición en las dinámicas subyacentes a la circulación del cuidado. Así según Baldassar y sus colaboradoras (2007), la circulación del cuidado es mediada por una compleja interacción de tres factores dialécticamente entrelazados: la capacidad, las expectativas culturales y los compromisos familiares negociados con el tiempo. De esta manera tanto normas y valores de reciprocidad como las historias familiares y relaciones de parentesco son factores intrínsecos de la motivación de participar en el cuidado transnacional. En el caso de los miembros 9

familiares emigrados, es clave la consideración de su diferente posición en la economía moral familiar (Carling 2008). Así que las y los inmigrantes no solamente se sienten responsables y extrañan a sus seres queridos, sino que tienen que hacer frente a los sentimientos de culpa creada por su emigración (Baldassar 2015). Como demuestran estudios recientes, las fuerzas emocionales son claves para que los miembros de las familias transnacionales se dediquen a perpetuar relaciones familiares y construyan un sentido de presencia compartida a pesar de su ausencia física (Baldassar 2008; Svasek 2008). No obstante, ni la capacidad del migrante ni las características relacionales y estructurales de las familias transnacionales son estáticas sino que cambian durante del proceso de migración, el ciclo vital familiar etc. Enfocando esas complejas dinámicas y estructuras la literatura en este campo se caracteriza más por variaciones que pautas generalizables o incluso resultados predichos (Bonizzoni/Boccagni 2014). Sin embargo, existen factores que aparentemente estructuran las actividades transnacionales más tangibles como el envío de las remesas o las visitas familiares. Por lo tanto, el siguiente estudio de caso analiza las dinámicas singulares en el contexto más amplio de los determinantes de la participación en el cuidado transnacional.

Madre, inmigrante y cuidadora personal En el caso de Blanca2 se juntan dos características de la inmigración peruana: es trabajadora en el sector del cuidado y madre transnacional. Blanca, que llegó a España a mediados de los años 90 y con sus recién cumplidos 70 años,

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Todos los nombres en este capitulo son anonimizados.

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experimenta aquello a lo que se refiere con el término de envejecimiento transnacional (Horn/Schweppe 2016). Es decir, necesita organizar, estructurar y llevar a cabo su vida en la vejez en contextos sociales, culturales y legales no limitados a un solo estado-nación. Actualmente, Blanca vive en el mismo edificio que dos de sus hijas en Barcelona. A pesar de repetidas invitaciones para vivir con ellas prefiere compartir piso con otra gente para no interferir en sus vidas. Para entender mejor su participación en el cuidado transnacional a lo largo del tiempo, es importante reconstruir parte de su biografía individual y familiar. Blanca, descendiente de inmigrantes japoneses en Perú se casó dos veces en su vida. Con el primer marido tuvo dos hijas y con el segundo un hijo y una hija. Pronto los padres de sus hijas desaparecieron, y la dejaron con la doble carga de madre y ganadora del pan. Fue en los años 80 cuando la situación se puso peor, debido a la política económica y financiera del nuevo presidente Alan García que aumentó la pobreza en el país. Gracias a convenios bilaterales entre Perú y Japón a comienzos de 1990, se abrieron nuevas oportunidades laborales para Blanca. Buscando mano de obra barata, Japón abrió su mercado laboral a los llamados “Nikkei” -nombre designado a los emigrantes de origen japonés y sus descendientes. Fue la primera vez que Blanca emigró para trabajar en el extranjero y enviar dinero a sus hijas en el Perú. Durante cuatro años trabajó en una fábrica y entabló amistad con otras peruanas inmigrantes. Todavía mantiene contacto con ellas y viaja cada dos años para visitar a sus amigas. Regresando a Perú la situación económica, política y social en el país seguía difícil. Blanca no veía como mantener a su familia y ofrecer una buena educación a sus hijas. No podía imaginarse volver a vender ropa en la calle o dulces en las oficinas. A Japón ya no podía regresar, porque quería ir con su hija menor que no era elegible 11

para un visado en este país. Decía: “¿A dónde me voy, a dónde me voy?”. Una amiga fue la que le recomendó ir a España, que según ella “era más fácil”. Y cierto, aunque España había vuelto a pedir visados a los peruanos en 1992 fue relativamente fácil entrar con un visado de turista y quedarse en el país. Fue en ese tiempo que España empezó a vivir un largo auge económico, impulsado por un boom en la construcción que iba acompañado por la rápida expansión de los servicios sociales y un aumento significativo en el empleo femenino. Como consecuencia se creó una brecha de cuidado y una creciente demanda por trabajadoras domésticas y del cuidado personal. Para muchas mujeres inmigrantes, esa brecha les ofreció el primer trabajo pagado y con suerte también un contrato de trabajo que les permitió regularizar su situación migratoria. Mientras que para algunas sirvió como un trampolín para entrar en el primer mercado laboral, para otras se convirtió en una realidad a largo plazo. Además, para mujeres inmigrantes ya más mayores es muchas veces la única posibilidad para ganar dinero como también demuestran los datos de la EMPCE (2012). Es así que una de cada dos inmigrantes peruanas mayores de 50 años que actualmente está trabajando en España, se encuentra en el sector de servicios domésticos y cuidado personal. También Blanca y su hija encontraron trabajo en este sector, aunque un poco después de su llegada a Barcelona. Blanca relata sus experiencias: Muy difícil, difícil, difícil, difícil, sí, hemos trabajado con mi hija pero ¡duro!, sin salida, dormíamos en la misma casa sin salidas o salíamos a dar unas vueltas una, dos, tres horas y teníamos que regresar sábado, domingo festivos y mi hija por un lado, igual yo también. Cuatro años trabajé así, durmiendo en la misma casa, después de cinco ya trabajé solamente de día, alquilamos un piso, primero teníamos así 12

habitaciones de un sitio, otro sitio...Acá he venido a hacer cosas que jamás hubiera hecho en mi país que me daba asco y todo, pero no había otra cosa qué hacer, era muy difícil, hasta ahorita estoy trabajando yo.

El envío de remesas: “Mientras que trabaje” Una vez que Blanca empezó a ganar dinero, inició el envío de dinero mensual a sus tres hijos en Perú, de los cuáles dos le siguieron a España unos años después. No fue antes de cumplir los 66 años que Blanca dejó de transferir 70 Dólares mensuales a la única hija que había decidido no emigrar. Tal como se ha ensenado por otra parte (Horn 2016a), no son pocos los y las inmigrantes peruanos mayores en España que envían remesas a sus familiares en Perú cada . Aunque el porcentaje disminuye con la edad, uno de cada cinco todavía aporta cantidades significativas a los hogares en su país de origen cada mes. Esa prolongación de apoyo financiero intergeneracional es una de las características de la transformación de las relaciones familiares en los contextos transnacionales. Pare el envío de remesas son claves la capacidad y el deseo del inmigrante de participar en esa actividad transnacional (Carling/Hölscher 2013). El hecho de recibir ingresos del trabajo, es un predictor fuerte para enviar dinero a familiares en Perú (Horn 2016a). Obviamente ganar dinero tiene un efecto positivo en la economía del hogar del inmigrante. Pero no solamente aumenta la capacidad sino también la obligación de compartir con los familiares en el país de origen. De hecho, la existencia de vínculos transnacionales cercanos operacionalizados por visitas frecuentes y el deseo de retornar, demuestra efectos significativos. Por otro lado, no se encuentra diferencias significativas entre hombres y mujeres.

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Sin embargo, existen diferencias grandes en el monto de remesas enviado mensualmente entre hombres y mujeres (Horn 2016a). Para analizar esta relación, se agrupó ambos sexos en tres grupos grandes de ingresos y se cruzaron con el último monto de dinero transferido. Resulta que casi la mitad de las mujeres peruanas mayores, con mayores ingresos había enviado una cantidad de dinero de 400 Dólares o más en comparación con un sólo 17 porciento de los hombres en esta categoría. En todas las categorías de ingresos, son más frecuentes los envíos de cantidades menores de dinero entre los hombres. Aunque quedaría profundizar las razones de esas diferencias, los resultados sugieren una participación transnacional más simbólica en el caso de los hombres y una más esencial en el caso de las mujeres. Queda para constatar entonces que el deseo y la obligación de enviar remesas se difunde hasta grupos de mayor edad. Si entendemos las remesas como una inversión en las relaciones familiares transnacionales (Carling/Hölscher 2013) podría ser otro motivo el posible regreso al país de origen y la expectativa de recibir cuidado cuando sea necesario. Aunque a menudo, el regreso se convierte en un mito en los imaginarios de las y los inmigrantes, es real en el sentido de que influye en sus pensamientos y actividades sociales. También a Blanca le gustaría regresar, sobre todo por el vínculo especial que tiene con su hija en Perú. No obstante, en los últimos años su relación se vio afectada por diferentes conflictos, que a cierto modo reflejan las diferentes posiciones de madre e hija en la economía moral igual que la asimetría de información entre ambos lados. Blanca con el tiempo juntó dinero para comprar un terreno en Perú y construyó una vivienda donde dejó vivir a su hija y su familia. Tiempo después, Blanca necesitaba dinero para pagar sus deudas y pidió a su hija que vendiera su casa en su nombre. 14

Le costó mucho la decisión dejar a su hija sin casa. Para encontrara un nuevo lugar donde vivir la dio gran parte del dinero de la venta. Pero su hija y su familia tuvieron otros planes y gastaron el dinero en un largo viaje a Argentina y de regreso, reclamaron una vivienda gratuita en un edifico en propiedad de los padres del marido. Fue en este momento que Blanca empezó a cuestionar la necesidad de su apoyo transnacional financiero y poner en duda la rectitud de este arreglo familiar. Pero no fue hasta su siguiente viaje que tomó la decisión de no seguir transfiriendo dinero mensualmente a Perú. Viendo el estilo de vida de su hija y su familia en un Perú económicamente próspero, de repente le parecía injusto. Aunque “antes le dije mientras yo trabaje te voy a mandar 70 Dólares mensuales ya no le mando porque los dos [la hija y su marido] trabajan, están bien, tienen pa’ irse con la hija que todo quiere, taxi, que los sitios caros, todo y ella le compra y yo acá matándome en mi trabajo.” Aparentemente el viaje a Perú liberó a Blanca de una obligación tan profundamente interiorizada e intrínsecamente vinculada con la culpa de haber emigrado. Pero no solamente son claves las visitas familiares para enterarse de lo que está pasando y cambiando en el país de origen.

Los viajes: entre emoción y desilusión Teóricamente las visitas familiares en el país de origen pueden ser entendidas como funciones sociales para mantener, reforzar y solidificar los vínculos transnacionales (Duval 2004). Es durante las visitas que las familias transnacionales pueden compartir eventos claves como el nacimiento, la boda o el entierro (Mason 2004). Contribuyen que las y los inmigrantes desarrollen identidades transnacionales y se sienten como parte de sus comunidades anteriores (Baldassar 2001; Plaza 2008). Además son imprescindibles para intercambiar cuidados personales. Las 15

motivaciones y dinámicas sociales se parecen a las de otras actividades transnacionales con la gran excepción que las visitas siempre requieren un desplazamiento o se el cruce de fronteras. Por esa razón, las visitas familiares son particularmente influidas por los regímenes de migración y movilidad. A pesar de los altos costes de viaje, sobre todo para pasajes intercontinentales y las dificultades de regularizar su estatus migratorio, son frecuentes las visitas familiares de las y los inmigrantes peruanos. Según los datos de la EMPCE (2012) un 40 porciento viaja por lo menos cada dos años mientras que el resto viaja en ocasiones o nunca. Interesantemente aumenta la propensión de viajar con mayor frecuencia con cada año de edad (Horn 2016b). Además se encuentra que las mujeres peruanas inmigrantes son un 16 porciento más probables de viajar por lo menos cada dos años que los hombres. Este hallazgo sugiere que las visitas familiares como parte del trabajo del parentesco, son sobre todo asumidas por las mujeres. No obstante, el mayor efecto a las visitas familiares tiene la situación migratoria. Son los inmigrantes peruanos que obtuvieron la ciudadanía del país de destino, los que más participan en viajar seguidos por los que cuentan con residencia permanente, visados temporales y los sin estado regular. Un dato para ilustrar este efecto: Un 90 porciento de los y las peruanos en EE.UU. que no lograron regularizar su situación migratoria jamás han visitado a sus familiares en Perú (Horn 2015). Son en primer lugar inmigrantes peruanos de mayor edad que han conseguido la ciudadanía y con ella mejor acceso al mercado laboral y beneficios sociales. Aparte de disponer sobre relativamente mejor recursos para viajar, existen también otros factores que suelen salir a la superficie en la vejez como, por ejemplo, la nostalgia. Evidentemente para entender el significado y la función de las visitas familiares, hay que estudiar con más profundidad las dinámicas, expectativas y roles sociales en 16

cada sistema familiar. Inmigrantes mayores, como Blanca, por ejemplo que durante mucho tiempo o incluso todavía ayudan a sus familiares económicamente pueden tener la expectativa o por lo menos la esperanza de recibir algo a cambio durante sus visitas. Este algo puede ser tiempo, atención o reconocimiento. Cosas que pueden ser difíciles después de largos periodos de ausencia que pueden hacer olvidar las preferencias individuales, costumbres, idiosincrasias etc. Podemos ver esa dificultad en el caso de Blanca que describe su último viaje al Perú de la siguiente manera: Uy, yo me voy emocionada de acá con mis… digo voy a ver a mi hija, o sea, quiero a mis nietos, mi yerno, todo, pero mi hija es no sé, como te digo cuando yo llego allá así todo al momento, al día siguiente, pero después ya cada uno hace su vida, tiene sus cosa que hacer... cuando me he venido ya...no ha tenido tiempo ella de estar ahí, o sea de conversar así como estamos conversando tampoco, más hemos hablado por teléfono de acá a allá que estando yo un mes allá, que yo me arrepentí, dije qué voy a hacer ahora tres semanas acá? Esta cita indica los retos de la interacción social próxima cuando la comunicación a larga distancia se ha convertido en la forma ordinaria y rutinaria de mantener las relaciones familiares. Blanca que fue a pasar tiempo con su familia se encontró cocinando y limpiando esperando a que los demás volvieran del trabajo o de la escuela. Cuando regresó a España estaba cansada y decepcionada por la alienación con su hija que además puso en duda la posibilidad de regresar a vivir con ella cuando ya no podía trabajar más cuidando a personas ancianas en España. Después de una operación y un tiempo en el hospital, Blanca que hasta ahora no ha pedido apoyo a sus hijas se siente crecientemente vulnerable y sentimental. Por

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primera vez piensa en sus propias necesidades después de haber priorizado las de sus hijas durante muchas décadas. Porque ahora yo me doy cuenta, antes no, yo decía “van a necesitar esto, otro entonces para sus estudios, su cuaderno, su ropa” que necesito para esto, otro, como su papá no daba nada entonces pues yo trataba de trabajar, me fui a Japón también y mandaba todito esto, yo me quedaba sin dinero, me faltaba pero yo mandaba, mis hijos, mis hijos, mis hijos... porque yo nunca he pensado en tener ni cuarenta ni cincuenta ni sesenta, nada... Esa cita subraya el rol de Blanca como madre ganadora del pan que dedicó su vida a la mejora del nivel de vida de su familia. Emigró cuando esto significó seguir adelante y no pensó en acumular capital para la vejez. Aunque recibe una pequeña pensión no-contributaria en España, no le alcanzaría para vivir independiente ni la podría llevar a Perú para aumentar su poder adquisitivo. Con sus hijas en España en el paro o con trabajos mal pagados no le queda mucha opción que seguir trabajando. Pero más que la parte económica le preocupa su vínculo emocional y la falta de cariño por parte de sus hijas. Busca explicaciones y las encuentra en la distancia y el tiempo pero sobre todo, en su casi ausencia durante su juventud. Es la distancia y el tiempo que ha pasado y como cuando han estado jovencitos yo he trabajado mucho de noche, hasta casi la una de la mañana y ellos saben porque siempre me lo dicen, me levantaba a las cinco de la mañana a hacer mis dulces para vender… quizás no, es así, no les di el cariño que debería ser, pero si hubiera estado con ellas así ¿no? más compenetradas, no sé qué hubiera sido mejor. Es importante esa cita porque demuestra la importancia del contexto pre-migratorio y de la historia familiar para las relaciones intergeneracionales en contextos transnacionales (Zentgraf/Chincilla 2012). No fue únicamente la emigración que 18

convirtió a Blanca en una madre físicamente ausente. Prácticamente ya la fue cuando trabajaba largas horas fuera de casa. Imposible decir si Blanca realmente tenía la oportunidad de elegir entre trabajar más o pasar más tiempo con su familia. Parece aquí prudente el término de las elecciones limitadas o constraint choices (Hochschild 1989). En resumen el caso de Blanca demuestra algunas de las complejas dinámicas sociales de la circulación del cuidado como la relación dialéctica entre la capacidad, la obligación y los compromisos negociados a través del tiempo. Llama la atención la asimetría y unidireccionalidad del cuidado que se extiende por su narración. Por un lado se explica por su identidad como ganadora del pan, fuerte e independiente que no articula sus necesidades y menos reclama el apoyo de los demás. Por otro lado, se explica por la distancia emocional entre madre e hijas supuestamente basada en la dominancia del cuidado financiero y material. Ya, cerca del fin de su vida laboral para Blanca es difícil anticipar su situación futura. Es decir que ella, la madre transnacional y cuidadora de ancianas, no sabe quién ni como se organizará su cuidado en la vejez.

Conclusión Para concluir, la parcial feminización de flujos migratorios peruanos se explica a través de la institucionalización de un nuevo régimen de cuidado caracterizado por la división global del trabajo entre mujeres autóctonas en primer lugar y mujeres de países del sur global (Bettio/Simonazzi/Villa 2006; Parreñas 2001). Es en este contexto macro que muchas mujeres peruanas salieron de su país para mejorar su vida y sobre todo la de sus familiares que tuvieron que dejar atrás. Como consecuencia, muchas de ellas están triplemente socializadas: Primero cuidan a los 19

niños y ancianos en el país de residencia facilitando la (re-)producción de esas sociedades. Segundo contribuyen con sus ingresos al bienestar de sus familiares transnacionales y en ocasiones al desarrollo local. Tercero empeñan roles importantes como cuidadoras a distancia en términos emocionales, sociales y culturales pero también como cuidadoras personales durante sus visitas en Perú. Desde el enfoque de la circulación del cuidado, se señaló que las peruanas inmigrantes participan activamente en diversas prácticas transnacionales, expresando su gran deseo pero también la capacidad de estar presentes en las vidas de sus familiares viviendo a distancia. Hasta edades mayores envían remesas y a menudo viajan largas distancias para cuidar de sus hijas y nietas. Evidentemente, no cada viaje esta causado por necesidades del cuidado. Sin embargo, los viajes pueden ser una fuente importante de cohesión familiar que refuerce las actividades de apoyo a lo largo del tiempo. No obstante, tal como demostró el caso de Blanca, la movilidad transnacional también puede ser fuente de conflictos, por ejemplo, cuando miembros familiares se encuentran en fases prolongados de cuidar o cuando expectativas de reciprocidad quedan sin cumplir. Esas percibidas violaciones de normas de interacción, obligan a los miembros familiares a equilibrar tensiones internas y gestionar sus emociones para sostener relaciones cercanas y arreglos del cuidado transnacional y local. Con este trasfondo podemos preguntar: ¿Es el cuidado transnacional intercambiado en un ambiente de solidaridad o prevalecen los conflictos y ambivalencias? ¿Es la movilidad transnacional una manera de mantener compromisos de acuerdo con los sistemas tradicionales de la reciprocidad intergeneracional o más bien una manera de aprovechar de las familiares mayores y sobre todo mujeres como flexibles recursos de cuidado? Relacionado con esto: ¿Cómo manejan sus sentimientos de 20

culpa creados por su emigración y cómo los pueden superar? ¿Cómo participan en la toma de decisiones y negocian sus tareas y tiempo durante estos periodos de copresencia física?

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