LOS IMPUESTOS EN LA ACTIVIDAD AGROPECUARIA VENEZOLANA.

Verdades que no caducan. RESUMEN enezuela no es un país con una agricultura desarrollada, ni en vías de desarrollo, además la política de subsidios al agro fue eliminada hace tres décadas , las tasas financieras preferenciales fueron aumentadas hasta el 85% de la tasa activa comercial en algún momento, hoy día permanecen al 13% anual pero sin liquidez aparente ni control bancario sobre las inversiones realizadas con los recursos de los créditos otorgados. Venezuela no tiene casi riquezas fabricadas, solo hereda del subsuelo y la naturaleza el 90% de su ingreso. En consecuencia el productor agropecuario venezolano debe hacer un esfuerzo adicional para permanecer en la actividad y sobrevivir la aplicación de erradas políticas agrícolas. El desarrollo tecnológico en el campo ha sido mínimo en los últimos 30 años, y la agricultura actual no es adaptada a nuestro trópico, mas si lo es a los excedentes de producción de maquinaria agrícola de los países desarrollados del hemisferio. Por lo tanto no existe una seguridad alimentaria real; y el pueblo continúa dependiendo de las importaciones para su cesta básica. Suficiente razón para afirmar que la actividad no debe ser pechada por el Estado en escenarios acéfalos de subsidios. Sin embargo, tiene 21 frentes tributarios que la afectan, de los cuales al menos 13 de ellos implican pagos indirectos y regresivos. Según datos del SENIAT en 2005: El 80% de la caja fiscal agrícola es aportada por el 5% de los productores contribuyentes, y el 20% restante por el 95% de aquellos.

V

ANTECEDENTES El Decreto 2.269 de Julio de 1988 estableció la dispensa total o parcial del sector agropecuario ante el ISLR por un lapso no mayor de 5 años, se trataba de una exoneración que debía ser requerida ante la Administración Tributaria. El Decreto 1817 de Agosto de 1991, deroga el anterior y consagra la exención del pago del impuesto sobre las rentas agrícolas, y la Ley de Impuesto sobre la Renta de 1991 estableció que para gozar de este beneficio, deberían presentar los recaudos necesarios e indispensables con los cuales verificar que el contribuyente se encontraba dentro de los supuestos establecidos por la Ley. En Mayo de 1994 fue modificada la Ley de impuesto sobre la Renta, eliminándose de la misma el beneficio tributario de la exención para las rentas agrícolas, y más tarde en Diciembre de 1995 según Decreto se publicó la Gaceta Oficial que anula la disposición de la reforma anterior a la Ley de Impuesto sobre la Renta y crea una nueva exención para la actividad agrícola primaria, e inexplicablemente entra en vigencia con fecha de un año y medio atrás. Luego en 1999, la exención al agro queda eliminada definitivamente con la nueva ley de ISLR que sumerge al país en el régimen mundial de imposición a la renta y se

crea el decreto de exoneración 838 el 31 de Mayo de 2000, para todos aquellos productores que deseen inscribirse, condicionada esta exoneración a la reinversión total en el fundo del impuesto dejado de pagar en el ejercicio siguiente. Reinversión que a través del MAT se debió controlar, recibiendo las declaraciones juradas de reinversión del impuesto no pagado por los productores. El decreto 838 del año 2000, ha sido renovado 2 veces (en el 2003 y en el 2004) y se encontraba vigente hasta el 31-12-2006. En 2007 surge un nuevo decreto de exoneración vigente hasta el 31-12-2008. Se publica otro en 2009 que aplica hasta 2010 y posteriormente otro decreto igual que aplica por los ejercicios 2011 y 2012. En 2013 por primera vez se repite el decreto con aplicación para 3 años con vencimiento en 2015 y en 2016 nace un nuevo instrumento legal, como siempre, con la misma redacción que aplica hasta el 2018. Permanecen favorecidos del pago todos aquellos productores que lo solicitaron y les fue otorgado, pero con innumerables sinsabores respecto del cumplimiento de los deberes formales que estos decretos implican. Es decir en el ámbito del ISLR, el agro venezolano ha sido excluido por vía ejecutiva siempre. Solo basta solicitar el beneficio y cumplir sus requisitos. Pero de los impuestos más gravosos, los indirectos, Venezuela no se ha salvado. Al Estado, en su afán de recaudación se le ha ocurrido que en Venezuela debe pecharse la actividad ya diezmada por falta de políticas apropiadas, recordando en sus cálculos que es el único país que no gravaba la renta de la actividad agrícola en Latinoamérica a la par de México, y que a este último le ha costado la incursión al NAFTA; olvidando que todos esos países son agrícolas y siempre lo han sido, y exonerar la actividad agrícola en esos países es perder la parte más grande de la torta tributaria. En estos países la actividad agrícola es muy rentable, pues de eso viven, y no gravarla sería como dejar de recaudar impuestos por actividad petrolera en Venezuela, absurdo. Venezuela no es un país agrícola y esta actividad debe ser protegida, subsidiada selectivamente si no esta beneficiada fiscalmente. Si se beneficia fiscalmente con una exoneración, no debe haber complicaciones ni deberes formales engorrosos que condicionen su existencia. Tampoco debería existir gravamen con impuestos indirectos. Los que han diezmado la capacidad de articular la gestión agraria para producir alimentos en Venezuela son: el aporte al Instituto Venezolano de Seguros Sociales (IVSS), el Impuesto al valor agregado (IVA), el Instituto nacional de cooperación educativa socialista (INCES), la ley de vivienda y hábitat (LVyH), la Ley orgánica de ciencia tecnología (LOCTI), el fondo nacional antidrogas (FONA), la ley del deporte y la educación física (LODAFEF), el impuesto municipal sobre actividades económicas (ISAE) y el impuesto a las transacciones financieras (antiguamente impuesto al debito bancario) – IGTF. No porque sea injusto aportar a estas instituciones, sino porque dichos aportes e impuestos no llegan a donde deben llegar. Solo abultan las arcas del régimen sin control ni seguimiento. Es cierto que hay exoneración permanentemente disponible del Impuesto sobre la renta (ISLR) pero resulta que en muchos casos no la necesitamos, a fin de cuentas, este

impuesto se paga sólo si hay renta, en cambio los demás se pagan tengamos renta o no, pues son gravámenes indirectos y regresivos al consumo, al gasto, al ingreso bruto, etc, que en su gran mayoría no terminan mejorando los centros de salud pública, ni la construcción de viviendas, ni canchas deportivas, ni la investigación o el desarrollo tecnológico, ni las organizaciones antidrogas. Son pagos y aportes que terminan en el oscurantismo.

PORQUE EL SACRIFICIO FISCAL AGRICOLA NO DEBE SER RECAUDADO A COSTAS DE LOS GRANDES PRODUCTORES DE LA ACTIVIDAD AGROPECUARIA EN VENEZUELA.  Venezuela no es un país agrícola: - No tiene una infraestructura adecuada para la producción ni mercadeo. - La actividad no es basada en cultivos del trópico húmedo, sino en cultivos de otros climas que implican la inversión en maquinaria importada de muy costoso mantenimiento. - No hay desarrollo científico, la investigación agrícola es casi nula. La que hay, queda engavetada en nuestras universidades en su gran mayoría. - La mano de obra no es especializada, y en un gran porcentaje extranjera (difícil consecución).  Los subsidios agrícolas fueron eliminados en su totalidad. Además los insumos escasean o no existen.  No hay barreras arancelarias para permitir un buen margen de comercialización de los productos terminados venezolanos. El Estado importa sin restricciones y a mansalva los petrodólares que engrosan trasnacionales y comisionistas terminan quebrando al pequeño productor, quien tiene regulaciones de precio para vender sus productos.  Las tasas de interés bancarias “preferenciales” triplican la tasa de rentabilidad de una unidad de producción, modelo, si se toman los valores actuales reales del patrimonio involucrado en la producción de la renta.  El 5% promedio de los activos productivos de la explotación agrícola y el 7% de los activos vivos de la explotación ganadera se pierden, mueren o se deterioran por completo en el clímax de su vida útil.  La inflación galopa de 3 a 4 dígitos sin freno, como la más alta del mundo dejando varios escalones abajo a la de países en guerra. Se pronostica 1.700% para 2017. Por estas razones el productor agropecuario se ve en la imperiosa necesidad de arriesgar todos sus recursos para la consecución de sus objetivos, - que dicho sea de paso son objetivos en beneficio del bienestar agroalimentario del país -, incurriendo en costos elevados para lograr sus productos finales. Y es el gran productor, ese productor que ayuda en el aporte del 80% de lo que sería la recaudación agrícola, el que realiza el esfuerzo. Porque el pequeño y mediano productor solo cumplen con sus metas de sobrevivencia.

De manera que Venezuela come, (lo que no importa), de productores que son llamados grandes por el volumen de su producción, no grandes porque su renta lo sea. Los grandes productores,- como los califican-, y a quienes se pretende inclinar el peso de la balanza fiscal dentro de la escala de productores, ciertamente producen ingresos que les cuesta un 50 o 60% realizarlos pero esa “ganancia”, que mucho se piensa va a engrosar las cuentas personales de los productores, y de la que se pretende extraer hasta el 34% para el impuesto sobre la renta, en su gran mayoría va destinada a la re-inversión. (Si bien la producción es lechera, agrícola, de engorde o cría, se registran márgenes de rentabilidad que oscilan entre (menos) - 2.8% y 16.7% siendo la media de 5.6%1. Si analizamos sólo las de las tierras fértiles, donde se mantiene más de un animal por hectárea, entonces los indicadores por res en el fundo son aún menores). Esta re-inversión es obligatoria si se quiere permanecer en el negocio, y generalmente obedece, dependiendo de la vocación del productor, a la necesidad de hacerlo por no conocer otra labor, o a la virtuosa satisfacción de producir alimentos en un medio tan poco conveniente para ello, como es el trópico venezolano. En Venezuela la actividad no debe ser gravada porque no es un país agrícola y como no lo es, no tiene la infraestructura que facilite la producción y la seguridad alimentaria del venezolano promedio. Esto quiere decir que no debería existir IVA, ISAE, IVSS, LOCTI, FONA, LODAFEF, INCES, LVyH, IGTF ni impuestos patrimoniales de ninguna índole, mientras el Estado no ponga en marcha un sistema de subsidios selectivos que justifique el pago de impuestos. La verdadera igualdad tributaria existirá si el cobro de impuestos se compensa con subsidios en sectores de importancia capital como el alimentario. Opino que ese 5% de los productores que aportaría el 80% del ingreso por tributación agrícola debe más bien ser objeto de beneficios, de políticas que regresen a subsidios, tasas activas bancarias por el orden del 50% del promedio de sus rentabilidades (en el caso 3,5% o menos) y disfrutar realmente de una siembra petrolera en infraestructura vial, puertos, aeropuertos, beneficencia social, salud y educación accesible, seguridad en las fronteras, vigilancia y alternativas de mercadeo a todo el universo de productores rurales. Los recursos invertidos en las investigaciones y estudios sobre quien aportará más o menos ingresos al fisco, debería invertirse en ciencia y tecnología en las universidades e institutos para planificar la tropicalización y “venezolanización” de nuestra agricultura y ganadería que en 50 años solo ha producido un tipo de ganado y ha mantenido la producción de leche por vaca en 4 litros y sigue sembrando maíz amarillo; mientras que otros países tropicales han producido hasta 4 razas locales han incrementado su producción de leche por vaca de 3,5 litros a 19 litros diarios por vaca en el mismo plazo y obtienen sus bases energéticas a partir de los tubérculos, las raíces, las musáceas, estableciendo fuertes barreras arancelarias a sus competidores de climas templados y excedentes de países desarrollados. 1

Fuente: Datos contables de 65 productores del Sur del Lago y Llanos Centrales. Agroinformática, C.A. 2008-2015.

Todos los países agrícolas, gravan su actividad, pero Venezuela no es agrícola y lo que se obtendría por gravar su agricultura no representa ni el 3% de los ingresos totales de tributación no petrolera, pero sí promovería el abandono de los sacrificios de los grandes productores y el miedo e incertidumbre de los pequeños y medianos. Agréguese a todo esto la inseguridad de producir alimentos en la frontera donde están el 56% de los productores del país indefensos ante la inestable seguridad fronteriza. Hoy día, año 2016, el productor agropecuario venezolano está sujeto a cumplir con 21 frentes tributarios distintos (ver www.agroinformatica.net) , la fiscalidad y la presión fiscal sobre el ganadero y el agricultor cambiaron exponencialmente en los últimos 8 años. Aún no existen subsidios, ni siquiera subsidios selectivos y además existen regulaciones de precios en algunos productos de consumo básico a puerta de corral (point of sale). Será esta política un factor determinante en el desarrollo agro económico del país??....... o será una estupidez más del hombre revolucionario moderno??....... Es muy probable que estas afirmaciones no pierdan vigencia aun dentro de 10 años, si los ciudadanos venezolanos no actuamos con consciencia y convicción.

Gerardo Mendoza D. +58 414 3762050 Tw: @agrotributos [email protected]