Universidad FLET. La gloria de Dios reflejada en la cruz

Universidad FLET Facultad Latinoamericana de Estudios Teológicos La gloria de Dios reflejada en la cruz Alumno: Carlos Eduardo Márquez (ID 03057628)...
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Universidad FLET Facultad Latinoamericana de Estudios Teológicos

La gloria de Dios reflejada en la cruz

Alumno: Carlos Eduardo Márquez (ID 03057628) Materia: La doctrina del hombre y de Cristo TS-503 Maestría en estudios teológicos

ÍNDICE

Introducción

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1. Los atributos de Dios, el reflejo de su gloria

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2. Los atributos de Dios reflejados en la cruz del calvario

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2.1 La sabiduría de Dios reflejada en la cruz del calvario

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2.2 La gracia de Dios reflejada en la cruz del calvario

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2.3 El amor de Dios reflejado en la cruz del calvario

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2.4 La santidad de Dios reflejada en la cruz del calvario

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2.5 La justicia de Dios reflejada en la cruz del calvario

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2.6 La ira de Dios reflejada en la cruz del calvario

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Conclusiones

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Bibliografía

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INTRODUCCIÓN

La gloria de Dios… Hay momentos que inevitablemente evocan en la mente de un cristiano el esplendor de la gloria de Dios: El sol poniéndose en el horizonte y reflejando sus majestuosos rayos en las nubes. Un hermoso paisaje de la naturaleza en el otoño, con miles de diferentes tonos en las hojas de los árboles. El nacimiento de un bebé fruto del amor entre una pareja de esposos.

Dios y su gloria han sido revelados al ser humano desde la creación de la raza humana. Sin embargo, hubo un momento en la historia de la humanidad donde la gloria de Dios brilló en su máximo esplendor y este evento no se ha vuelto a repetir ni volverá a hacerlo. Este momento fue la cruz del calvario, o como Juan Calvino lo dijera: “La gloria de Dios brilla, por cierto, en todas las criaturas en lo alto y bajo, pero nunca en forma más brillante que en la cruz” 1

¿Cómo es que Dios muestra su gloria en la cruz? Normalmente la cruz trae recuerdos de dolor, sufrimiento, tortura y la muerte del inocente Hijo de Dios. Pero es también en la cruz donde Dios muestra muchos de sus atributos en su máximo esplendor y son estos atributos la mayor evidencia de la gloria de Dios.

Es entonces la intención de este ensayo mostrar los atributos del Padre que se reflejan en la cruz, con el único fin de que el lector pueda apreciar la gloria de Dios y conocerle mejor para adorarle como solamente él se lo merece.

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John Stott, La cruz de Cristo (Buenos Aires: Ediciones Certeza, 1986), p. 229

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1. LOS ATRIBUTOS DE DIOS, EL REFLEJO DE SU GLORIA

¿Puede haber acaso aventura más emocionante que el llegar a conocer la gloria del creador de todo lo que existe? Honestamente debemos responder que no lo hay, y debemos unirnos a la afirmación que hace más de un siglo hiciera Charles Spurgeon desde su iglesia en Inglaterra: “…el estudio apropiado para los elegidos de Dios es Dios mismo…la persona, la obra, los hechos y la existencia de ese gran Dios a quien llaman Padre”. 2

Sin embargo, al intentar conocer la gloria de Dios nos encontramos frente a un terrible problema que se expresa en la Biblia en las palabras mismas del Padre: “Nadie puede verme y seguir con vida” (Éxodo 33:20).

Su gloria es demasiado para el ojo humano, nuestra naturaleza corrupta hasta la última célula nos imposibilita el poder apreciar la gloria de Dios y permanecer en pie con vida. Sin embargo, a pesar de no poder llegar a conocer al Padre y el esplendor de su gloria, sí podemos llegar a conocer los atributos de este Dios invisible y al conocer estos atributos podremos llegar a conocer mejor al dueño de los mismos.

La Biblia enseña que Cristo “es el resplandor de la gloria de Dios y la fiel imagen de lo que él es” (Heb.1:3). Es de esperar entonces que se puede llegar a conocer ciertos aspectos del Padre al observar al Hijo y su obra.

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J.I Packer, El conocimiento del Dios santo (Miami: Editorial Vida, 1975), p.19

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2. LOS ATRIBUTOS DE DIOS REFLEJADOS EN LA CRUZ DEL CALVARIO

Veremos cómo la crucifixión nos lanza una resplandeciente luz a

los

atributos de Dios, los cuales son el reflejo de su gloria. Es en ella donde Dios dispuso que le conociéramos y le contempláramos más claramente. Dios desea que conozcamos más acerca de su sabiduría, más acerca de su gracia, más acerca de su amor, más acerca de su santidad, más acerca de su justicia, más acerca de su ira. No hay lugar en la tierra ni hay edad en la historia donde estos atributos puedan ser contemplados con mayor esplendor que en la cruz del calvario, en esos últimos momentos donde el salvador del mundo yacía desnudo, desfigurado, humillado, agonizando y colgado de un madero.

Estudiaremos a continuación la forma en que cada uno de los atributos mencionados anteriormente fueron expresados en la cruz y cómo cada uno de ellos reflejan la gloria de Dios.

2.1 La sabiduría de Dios reflejada en la cruz del calvario

Cristo es el único que vive una vida de perfecta obediencia a la ley de Dios y a pesar de ser tentado en todo, no cometió ningún pecado. Al final de sus días resulta que es asesinado, tratado como un pecador, colgado de una cruz. Todo esto según la cultura de la época y la misma ley de Dios era una de las peores muertes infringidas a un ser humano, “…está escrito: Maldito todo el que es colgado de un madero” (Efe. 3:13).

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¿Un salvador crucificado? ¿La única posibilidad de salvación es por medio de una persona que según la misma ley de Dios es un maldito? ¿La persona que es la única posibilidad de salvación de la raza humana no pudo salvarse ni siquiera a sí mismo? ¡Esto es definitivamente una locura! En efecto así es, lo que a la mente de cualquier judío o erudito de la época de Cristo o de la nuestra era una insensatez o una locura, resulta ser el más grande despliegue de sabiduría que la raza humana haya conocido, o como Jesie Penn Lewis mencionara: “todo lo que apareció como locura al razonamiento carnal se demostrará que es la mayor sabiduría de Dios…Un Mesías crucificado, tanto para los judíos como los griegos, poder de Dios y sabiduría de Dios”. 3

Cristo cumple con la ley tanto en sus demandas, como en el castigo por su incumplimiento. Mediante la fe somos unidos a Cristo, unidos tanto en su cumplimiento de la ley en sus demandas, como en el castigo por incumplirla. Por eso era necesario un Mesías crucificado, para no ser crucificados nosotros. Por eso era necesario un Mesías que fuera hecho maldito, para rescatarnos de la maldición por nuestro incumplimiento de la ley. Por eso era necesario un Mesías tratado como un pecador a pesar de haber vivido una vida perfecta, para no ser tratados nosotros como pecadores. Por eso Cristo grita agonizante “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?, para no ser nosotros quienes en un futuro lanzáramos tan horrible grito. ¡Que sabio es nuestro Dios! ideó un plan de salvación tan maravilloso, tan sublime, tan perfecto, tan contrario al razonamiento humano y lo hizo con el fin de humillar la sabiduría de los sabios y para que la fe no esté fundada en sabiduría humana, sino en el

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Jesie Penn Lewis, La cruz del calvario (Barcelona: Editorial CLIE, 1982), p. 26

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poder de Dios (1 Cor. 2:5) “¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! (Rom. 11:33) era la exclamación del apóstol Pablo y sin duda debe ser nuestra misma exclamación día con día al contemplar su sabiduría reflejada en la cruz.

2.2 La gracia de Dios reflejada en la cruz del calvario

“Su pueblo lo hizo ejecutar; pero estando en la cruz, desnudo, en la posición de ignominia definitiva, Jesús, con un esfuerzo supremo, exclamó: Padre, perdónalos…"4

¿Acaso no merecían los asesinos de Jesucristo el peor de todos los castigos que el ser humano pudiera llegar a imaginar? Cualquiera de nosotros podría pensar que definitivamente quién se atrevió a martillar esos clavos en la cruz no merece menos que la más horrible de las muertes. Sin embargo no sólo Cristo da muestras de una gracia inimaginable al pedir perdón para quienes lo asesinaron, sino que también el Padre está demostrando lo más alto de su gracia al ofrecerle perdón a pecadores que día tras día le ofenden y hasta el día de hoy viven sus vidas sin tomar en cuenta el sacrificio de Cristo.

Nosotros como seres humanos muchas veces podemos demostrar gracia hacia otros que no la merezcan y de hecho, muchas veces lo hacemos al perdonar a alguien que nos ha ofendido. Si consideráramos lo mencionado anteriormente podríamos llegar a la conclusión de que no tiene mucho mérito el

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Phillip Yancey, El Jesús que nunca conocí (Miami: Editorial Vida, 1955), p.196

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que Dios perdone a pecadores, sin embargo, cuando nos damos cuenta de que Dios perdona a pecadores a costa de infligir el castigo que ellos merecían sobre su propio Hijo, nos damos cuenta que ésta es la mayor muestra de gracia que el mundo haya visto jamás.

De hecho, en la cruz se le ofrece al ser humano una justicia que no es suya y que un día le será demandada. La Biblia declara que “todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó” (Rom. 3:23-24). El ser humano merece ser castigado y estar privado de la gloria de Dios a menos que pudiera demostrar que es cien por ciento justo. Es precisamente esto lo que Dios ofrece por gracia, nada menos que la justicia que un día le será demandada, esta justicia está disponible ahora que Cristo ha sido ofrecido, y está disponible para pecadores que lo único que merecen es castigo, juicio y separación eterna de Dios.

Al contemplar la gracia de Dios reflejada en la cruz, nuestra reacción debe ser la de sentirnos realmente agradecidos con Dios y privilegiados. No merecíamos perdón y lo hemos recibido y por si esto fuera poco, hemos sido vestidos con ropas de justicia, la justicia nada menos que de Cristo, una justicia que no merecemos y que un día nos será demandada. No todas las personas son perdonadas, no todas las personas son justificadas, es pues la responsabilidad de los que lo hemos sido, vivir una vida digna del don (regalo) que hemos recibido y debemos hacerlo cada uno de los días de nuestra vida.

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2.3 El amor de Dios reflejado en la cruz del calvario

“Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom. 5:8). Para Pablo, la mayor muestra del amor de Dios no fue el sanar enfermos, alimentar a las multitudes, resucitar muertos, o algún otro milagro de los que Cristo realizó en su ministerio terrenal. La mayor muestra de amor de Dios quedó clavada en una cruz. Esta muestra suprema de amor era Cristo muriendo por pecadores. Benjamin Warfield manifiesta que: en el sacrificio de Cristo “se manifiesta el amor sufriente de Dios"5

Es importante notar que como seres humanos compartimos con Dios la capacidad de amar, sin embargo, nuestra capacidad de amar está sujeta a nuestra naturaleza caída y corrupta, de ahí que nuestro amor sea un tipo de amor egoísta. Amamos lo que nos gusta, amamos lo que nos alegra, amamos aquello en lo que encontramos deleite. No estamos conformes con el hecho de amar lo que nos ofende, amar lo que nos causa repulsión, amar lo que nos causa dolor. Y es precisamente esta clase de amor lo que vemos reflejada en la cruz del calvario con la muerte de Cristo.

En la cruz vemos a Dios entregando a Cristo por amor a aquellos que le han ofendido, por amor a aquellos desagradables a los ojos de la santidad de Dios, por amor a aquellos que lo iban a menospreciar y rechazar por generaciones. El profeta Ezequiel nos da una narración del amor de Dios por los suyos

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Benjamin B. Warfield, La persona y la obra de Jesucristo (Barcelona: Editorial CLIE, 1993), p.340

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cuando dice: “yo estableceré mi alianza contigo, y sabrás que yo soy el Señor” (Eze. 16:62) una breve lectura del contexto de este verso bastaría para dejar en claro que su amor está lejos de ser un amor correspondido debidamente. De la misma forma, Cristo muriendo en la cruz no por santos sino por pecadores “es la suprema demostración del amor de Dios"6, un amor que dista de ser correspondido por nosotros como debiera serlo.

Dios ama a los suyos con un amor especial, un amor sacrificial. Esta verdad es la mayor fuente de verdadera alegría y paz que el ser humano puede llegar a tener en vida y recordarla debe ser una disciplina diaria. Ser amado por el creador del universo, ser amado por el soberano de los reyes de la tierra. Si el cariño o aprecio de una figura importante de nuestro país nos puede dar alegría, seguridad y paz; cuanto más el amor eterno de Dios el Padre sobre nosotros nos debe llenar de alegría, seguridad y paz. Este amor no es un mito o una utopía, es un amor real, su mayor manifestación está corroborada por la historia, Cristo murió a favor nuestro, cuando todavía éramos pecadores.

2.4 La santidad de Dios reflejada en la cruz del calvario

Probablemente pudiéramos decir que la santidad de Dios queda demostrada de la mejor manera en la ley que estableció en el Antiguo Testamento. Quizás también pudiéramos decir que la mejor evidencia de su santidad fueron sus mismas palabras “Yo soy el Señor su Dios, así que santifíquense y manténganse santos porque yo soy santo” (Lev. 11:44). Sin

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John Murray, La redención consumada y aplicada (Barcelona: Editorial CLIE, 1993), p.19

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embargo la mayor muestra de la santidad de Dios está demostrada no en palabras, ni en leyes, sino en un hecho histórico, en la cruz del calvario.

John Murray explica que: “es la santidad inviolable… lo que hace obligatoria la conclusión de que es inconcebible la salvación del pecado sin expiación ni propiciación”.7 Esta afirmación es precisamente el punto inicial de la necesidad de una salvación y de un salvador para el ser humano.

Dios es justo en un nivel y de una forma que la mente humana no pudiera jamás llegar a comprender, es precisamente por esta santidad de Dios por lo que el ser humano está privado de su gloria, pues el pecado que hemos cometido como seres humanos es intolerable para la santidad de Dios y genera inevitablemente su ira; esta ira es la reacción natural de la santidad de Dios hacia el pecado. Debemos concluir que, para que Dios sea santo, tiene que repudiar el pecado no importa lo ínfimo que éste pretenda ser y debe castigarlo. Precisamente esto es lo que hace: “La paga del pecado es muerte” (Rom. 6:23).

La Biblia enseña que Cristo toma sobre sí mismo el pecado de muchos, inevitablemente la reacción del Padre contra el pecado que Jesús voluntariamente toma es su indignación y su ira, esta ira es la reacción natural de su santidad.

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John Murray, La redención consumada y aplicada (Barcelona: Editorial CLIE, 1993), p.20

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Jesús expira su último aliento y muere. Esta es la mayor muestra de la santidad de Dios: Dios es tan santo que no puede dejar de indignarse contra el pecado aun y cuando sea su Hijo quien lo lleve sobre sus hombros. La santidad de Dios exige que Jesús quien ha tomado sobre sí el pecado, sea tratado como un pecador (2 Cor. 5:21) y es precisamente esto lo que vemos en la cruz.

Al ver la santidad de Dios en la cruz y la reacción de su santidad contra el pecado, debemos como cristianos reconocer y darle gloria a Dios por su misericordia mostrada hacia nosotros, pues la reacción de la santidad de Dios que nosotros merecíamos fue recibida por Jesús. Esto debe motivarnos también a vivir una vida de agradecimiento a Cristo y una constante búsqueda de llevar una vida santa, no para ganarnos la salvación, sino como muestra de nuestro agradecimiento por la muerte de Cristo, el puente entre la santidad de Dios y nuestro pecado.

2.5 La justicia de Dios reflejada en la cruz del calvario

¿Dios perdonando a pecadores que merecen castigo? ¿Dios perdonando a Jacob siendo éste un mentiroso, a David a pesar de ser un asesino, a Pedro a pesar de haberle negado tres veces? La justicia de Dios demanda que cualquier violación a su santa ley debe ser castigada como la ley lo demanda. Esto es lo justo y Dios es justo.

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El mentiroso debe morir, el asesino debe morir y así con cada violación de la ley del Antiguo Testamento. Seguramente esperaríamos ver que Dios sea el primero en cumplir con la ley que él mismo ha establecido. Sin embargo, vemos que Jacob es perdonado y se vuelve el patriarca de la nación de Israel, David sigue siendo rey y es considerado como alguien con un corazón conforme al de Dios. ¿Cómo solucionamos tal contradicción entre perdón y justicia?

La Biblia enseña que “Anteriormente, en su paciencia, Dios había pasado por alto los pecados; pero en el tiempo presente ha ofrecido a Jesucristo para manifestar su justicia. De este modo Dios es justo y a la vez el que justifica…” (Rom. 3:25-26). La justicia de Dios demandaba que Jacob muriera, que David muriera y que sus pecados no fueran olvidados, o menos perdonados, sino que castigados. En la cruz es precisamente (aunque no únicamente) el castigo del pecado de Jacob y del pecado de David el que es castigado. Jesús toma sobre sí mismo este pecado y recibe el justo castigo que la ley de Dios exige.

Nadie puede decir que Dios es injusto al no castigar el pecado de David, porque Dios precisamente (aunque no únicamente) castigó a su propio Hijo por el pecado de David. De esta forma Dios es justo, pues no viola su propia ley al perdonar a un pecador a expensas de su propia justicia, de hecho cumple con la ley a la perfección al castigar el pecado en Cristo.

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¿Qué es lo que vemos en la cruz entonces? Vemos lo que John Murray dice “Las inflexibles demandas de la justicia de Dios” 8 Jesús muere por los pecados de todos aquellos que Dios ha salvado o salvará. De hecho, para que Dios pudiera salvar a cualquier ser humano, es necesario que castigue su pecado y en la cruz Dios lo hace, castigando a su propio Hijo, tratándolo como pecador (2 Cor. 5:21) tal como el autor original del pecado merecería ser tratado según las demandas de la justicia de Dios.

Dios es justo y su justicia se ve en la cruz. Dios no hizo a un lado su justicia al perdonar nuestros pecados sin que nadie pagara los platos rotos, Cristo los pagó en su totalidad en la cruz. Ésta era la demanda de la justicia de Dios ante su decisión de salvar a pecadores. Al meditar en esta preciosa verdad se debe despertar amor, pasión y alabanza a la obra de Cristo en la cruz, quien es la demanda de la justicia de Dios cumplida a favor nuestro.

2.6 La ira de Dios reflejada en la cruz del calvario

Ya se explicó anteriormente que la ira de Dios es la reacción natural de su santidad hacia el pecado del ser humano. Dios para ser santo tiene que ser un Dios de ira ante el pecado (aunque no una ira irracional como el ser humano la expresa, sino una ira santa, justa y necesaria).

Es en la cruz el lugar donde vemos la mayor manifestación de la ira de Dios. Lo vemos desde el inicio de su calvario en el huerto, pues Jesús estaba

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John Murray, La redención consumada y aplicada (Barcelona: Editorial CLIE, 1993), p.21

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angustiado al saber que absorbería el peso de la ira santa de Dios por el pecado, lo vemos en su súplica al Padre para que pasara de él la copa de la ira que horas mas tarde vendría sobre sí, finalmente lo vemos en la cruz en su agonizante grito “¿Por qué me has abandonado? (Mat. 27:46). Dios priva de su gloria a Cristo, quien por toda la eternidad había sido uno mismo con el Padre “El Hijo se sentía abandonado por el Padre” 9 y finalmente muere. ¡El Hijo unigénito del Padre muere!

Toda la ira de Dios que viene desatándose desde el cielo contra toda la impiedad e injusticia de los seres humanos (Rom. 1:18) encontrará inevitablemente su destino. J. I. Packer acertadamente pregunta: “¿Existe por lo tanto algún medio de liberación de la ira que vendrá?... (Dios ofrece a Jesús) como un sacrificio que conjura la ira por medio de la expiación del pecado y la anulación de la culpa”10 Solamente hay dos resultados o destinos posibles de la ira de Dios: O se descargará sobre el pecador no arrepentido, o ya ha sido descargada sobre Cristo a favor del pecador arrepentido.

El hecho de que Jesús muriera colgado en una cruz, humillado hasta lo sumo, separado del Padre, tratado como un pecador, es la mayor manifestación de la ira de Dios. Dios en la cruz no mostró piedad o misericordia ni siquiera para su propio Hijo; su santidad y su justicia lo impedían. Todo el peso de la ira de Dios sobre el pecado de quienes serían perdonados fue descargado sobre este hombre desnudo, desfigurado y agonizante que era nada menos que Jesús, el Hijo de Dios. 9

Philip Yancey, El Jesús que nunca conocí (Miami: Editorial Vida, 1955), p.205 J. I. Packer, El conocimiento del Dios santo (Miami: Editorial Vida, 1975),p 201

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Esto nos debe llevar a nosotros como Hijos de Dios a descansar sobre la verdad de que la ira de Dios fue aplacada, descargada en su totalidad sobre Cristo en la cruz. Debemos hacer nuestras por la fe las palabras de Pablo “Ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús” (Rom. 8:1) y recordar que a pesar de que seguiremos cometiendo pecados en nuestra vida, la culpa que naturalmente acompaña al pecado no debe tener cabida en nosotros, pues la ira que nuestros pecados merecían ya fue descargada en su totalidad sobre Cristo al morir en la cruz.

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CONCLUSIONES

Hemos visto en el presente ensayo que Dios le ha dado a conocer al ser humano sus atributos, esencia de su ser. Sus atributos son visibles a lo largo de toda la Biblia, pero hay un lugar en específico donde estos atributos se han mostrado con mayor esplendor. Este lugar es la cruz del calvario. No se han presentado en este ensayo la totalidad de los atributos de Dios, sino solamente aquellos que muestran de una forma más clara la gloria de Dios y que son más notorios al ver la obra de la cruz.

Algunos de estos atributos estudiados son: La sabiduría de Dios, que se muestra al crear un plan de salvación perfecto y escondido para la sabiduría humana. La gracia de Dios, que es mostrada al perdonar pecadores merecedores de castigo y descargando el mismo sobre su propio Hijo. El amor de Dios, como la fuente del perdón y como un amor sacrificial y lejos de ser egoísta. La santidad de Dios, como la razón por la que el pecado nos separa de la deidad y la fuente de la ira de Dios como su reacción natural ante el pecado, ira que es descargada sobre Cristo en la cruz. La justicia de Dios, como la razón por la que Dios ofrece a Jesús, de modo que pueda demostrar que sigue siendo justo al perdonar pecadores sin violar su propia justicia. Finalmente la ira de Dios, que es descargada con toda su fuerza sobre Cristo por el pecado de quienes serán perdonados por el Padre.

Luego de haber analizado cada uno de los atributos mencionados, en cada sección se encuentra la principal aplicación de haber contemplado los mismos, con la esperanza que el lector no se lleve simplemente un conocimiento teórico, sino también la posibilidad de llevar a la vida diaria un fruto que se obtiene luego de haber contemplado la gloria de Dios en la cruz del calvario.

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BIBLIOGRAFÍA



La Cueva, Francisco. La Persona y la obra de Jesucristo. Terrassa Barcelona: Editorial CLIE, 1990.



Packer, J.I. El conocimiento del Dios santo. Miami Florida: Editorial Vida, 1975.



Philip, Yancey. El Jesús que nunca conocí. Miami Florida: Editorial Vida, 1955.



Stott, John. La cruz de Cristo. Buenos Aires: Ediciones Certeza, 1986.



Lewis, Jesie Penn. La cruz del calvario. Terrassa Barcelona: Editorial CLIE, 1982.



Warfield, Benjamin B. La persona y la obra de Jesucristo. Terrassa Barcelona: Editorial CLIE, 1993.

 Murray, John. La redención consumada y aplicada. Terrassa Barcelona: Editorial CLIE, 1993.

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