Second Kiss Natalie Palmer 2 Purple Rose

Second Kiss Natalie Palmer 2 Purple Rose Second Kiss Natalie Palmer Agradecimientos Moderadora: dark heaven Traductores: kathesweet Ale Grig...
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Second Kiss

Natalie Palmer

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Purple Rose

Second Kiss

Natalie Palmer

Agradecimientos Moderadora: dark heaven

Traductores: kathesweet

Ale Grigori

Little Rose

ZAMI

Susanauribe

Dham-Love

PokeR

Paaau

kernel

LizC

CyeLy DiviNNa dark heaven

3

Correctores: Andy Parth

PokeR

Carmenlu

Susanauribe

Maia6

Silvery

majo2340

Recopilación y Revisión: Andy Parth

Silvery

Diseño: CyeLy DiviNNa

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Second Kiss

Natalie Palmer

Contenido Sinopsis

Pág 5

Capítulo 13

Pág 90

Capítulo 1

Pág 6

Capítulo 14

Pág 100

Capítulo 2

Pág 10

Capítulo 15

Pág 109

Capítulo 3

Pág 16

Capítulo 16

Pág 113

Capítulo 4

Pág 22

Capítulo 17

Pág 120

Capítulo 5

Pág 25

Capítulo 18

Pág 125

Capítulo 6

Pág 33

Capítulo 19

Pág 131

Capítulo 7

Pág 36

Capítulo 20

Pág 139

Capítulo 8

Pág 41

Capítulo 21

Pág 146

Capítulo 9

Pág 57

Capítulo 22

Pág 154

Capítulo 10

Pág 61

Capítulo 23

Pág 158

Capítulo 11

Pág 72

Capítulo 24

Pág 162

Capítulo 12

Pág 79

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Pág 167

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Sinopsis G

emma Mitchell es una chica normal que de alguna manera se mete en circunstancias anormalmente embarazosas. Y mientras piensa que es la mayor perdedora de la escuela a causa de ellas, hay algunas personas en su vida que están en desacuerdo. Una de esas personas es su mejor amigo, Jess Tyler, quien es lo opuesto a ella en todos los sentidos. Él es popular, guapo, atlético, inteligente y el no puedo tener suficiente de Gemma. Pero mientras que Gemma se enfrenta con problemas como la combinación de casillero equivocado y el baile de San Valentín, Jess está viviendo en un mundo de problemas graves que son extraños a Gemma, hasta que descubre que él se aferrara a ella para salvar su vida.

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Capítulo 1 Traducido por Dark Heaven Corregido por Silvery

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erré los ojos e hice una mueca de dolor mientras una luz brillante resplandeció a través de mi cara. Estaba rodeada por una multitud de chicos que estaban señalándome, susurrando, y tomándome fotografías. Miré hacia abajo para encontrar en mis manos una vieja y polvorienta cámara. Era del tipo pasado de moda Polaroid, donde la imagen aparece automáticamente deslizándose a través de una ranura. Levanté la cámara hasta mis ojos, y ahí de pie en el centro del objetivo estaba Trace Weston. Mi estómago se agitó cuando sus ojos se encontraron con los míos. No podía creer que incluso en mis sueños Trace Weston me hiciera sentir mariposas. Sus perfectos ojos azules ligeramente juntos. Estaban llenos de duda e intriga. Flexioné mi dedo y sentí un chasquido. La cámara brilló, y Trace se dobló y se cubrió el rostro con ambas manos. La multitud que me rodea se quedó sin aliento. Me quedé con la espalda recta, escaneando a mi público. Caras conocidas, y algunas que eran nuevas, haciendo muecas de vergüenza. —¿Por qué lo hiciste, Gemma? —La voz detrás de mí era baja, recogida, y femenina. Traté de darme la vuelta y ver a quién pertenecía la voz no familiar, pero no me pude mover. La cámara en mis manos gimió cuando el papel fotográfico salió fuera de la funda. Sacudí con la mano la imagen en el aire, esperando a que Trace apareciera. Sin embargo, cuando los colores entraron en foco no era una foto de Trace. La persona que poco a poco apareció en mis manos era una persona que significaba mucho más para mí que un pequeño tonto flechazo. Él era alguien que me conocía mejor de lo que yo misma me conocía. Y alguien a quien amo por dentro y fuera. El chico de la foto era Jess. ¡Crack! Me desperté cuando un objeto punzante golpeó contra el cristal de la ventana de mi dormitorio. Me froté los ojos y parpadeé en la oscuridad hacia mi reloj. Era casi medianoche. Salí de la cama y agarré la chaqueta que colgaba en la puerta del armario. Encendí la luz del techo y luego la apagué igual de rápido. Esa era la señal de que estaba despierta y en camino. En el momento en que bajé la escalera y fui a la puerta de atrás, Jess estaba sentado en las escaleras de mi porche con la cabeza descansando en las manos. —¿Tu padre? —dije después de cerrar la puerta. Jess se dio la vuelta para mirarme. —¿Estabas dormida? Me senté a su lado en el escalón. —No importa. Estaba soñando algo extraño esta noche.

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Jess se pasó la mano por sus agotados ojos. —Mi padre perdió su trabajo. Me encogí. Jess era una réplica un poco más baja, más apuesto, y mucho más delgado de su padre. Sin embargo, sus personalidades no podrían ser más diferentes. Aunque Jess nunca pensaba en sí mismo, su padre no pensaba en nadie más que en sí mismo. Y así como de suave y amable era Jess cuando hablaba, su padre era muy fuerte, rudo, y francamente malo. Jess había comenzado a venir a mi ventana por la noche cuando su padre comenzó a beber. Y ahora, seis años más tarde, Jess estaba sentado en su lugar habitual en mi porche de atrás, tratando de escapar de él. —Otra vez no —me quejé mientras pensaba en las veces que su padre había perdido su trabajo. Siempre bebía más después de ser despedido. Jess no había dicho mucho desde que me uní a él en la escalera, pero esto no era inusual. En las noches como hoy era yo la que tenía que hacer todo lo de hablar. Jess no quiere reconocer lo que estaba pasando en su casa. Pero él no se atrevía a hablar de cualquier cosa de menor importancia tampoco. Sonrió mientras divagaba sobre mi día, diciéndole cosas que eran insignificantes como para charlar en nuestra caminata a casa desde la escuela, pero cosas que ahora, en la noche, parecían de risa. En algún lugar en medio de toda mi charla entré en la casa y nos traje un poco de chocolate caliente. Era la primera quincena del mes de febrero, y el jardín de hierba de delante de nuestro porche estaba aún cubierto de nieve gris. Jess sostuvo la taza amarilla llena de chocolate caliente en su cara, dejando que el vapor corriera alrededor de sus mejillas. —Así que ¿cuál era tu sueño? Tomé un sorbo de mi chocolate caliente mientras trataba de recordar el sueño. Las imágenes de la cámara Polaroid y Trace Weston saltaron en mi cerebro. Negué con la cabeza a los recuerdos. —Era sobre Trace. Hice algo estúpido en el quinto período hoy, y parece que no puedo sacarlo de mi cabeza. —Empujé con los dedos los trozos de chocolate en polvo sin mezclar en mi taza—. Me sorprende que me olvidara de decirte sobre esto antes. Jess bajo su taza y se inclinó de nuevo en sus manos. —Me alegro que lo guardaras. Necesito una buena risa esta noche. —Bueno, llevé mi cámara a la escuela hoy porque la necesitaba para mi clase de fotografía. Tuvimos una prueba en la clase anterior, y terminé temprano. Así que saqué mi cámara para asegurarme de que estaba funcionando. Jess hinchó el labio inferior. —Hasta ahora no es demasiado estúpido. —Espera —gemí—. Trace Weston se sienta en la fila de al lado y un puesto adelante en esa clase. —Ah, Trace. —Jess asintió con exageración—. ¿Y qué pasó?

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—Bueno, mi cámara no se encendió, así que me puse nerviosa porque tenía que tenerlo todo listo para mi clase de fotografía. Así que estoy presionando todos los botones de la cámara, tratando de averiguar lo que está mal. —Moví mis manos y dedos haciendo la mímica como si tuviera la cámara en mis manos en ese momento—. Lo siguiente que sé, es que la cámara está encendida y ¡estoy accidentalmente sacando una foto! ¡El flash se disparó y todo! —¿Y? —Jess se‖ encogió‖ de‖ hombros‖ como‖ preguntando‖ “¿Cu{l‖ es‖ el‖ problema?” —La cámara estaba en mi regazo, pero cuando destelló señaló directamente a Trace. Toda la clase lo vio. ¡Estaban todos haciendo bromas acerca de cómo le estaba acechando y sacando secretamente fotos! Jess me miraba con ojos llenos de humor mientras le recreaba toda la escena. Tan horrible como parecía todo en el quinto período, era algo de lo que podía reírme ahora. Porque incluso los momentos más humillantes parecían graciosos de alguna manera cuando se los decía a Jess. Jess estaba tratando de ocultar una sonrisa. —Bueno, hay una cosa buena de todo esto. Lo miré con una ceja levantada. —¿Sí? ¿Qué es? —Tienes una foto del chico que te gusta. Ahora puedes ponerlo en tu diario y verla todas las noches. —Sus ojos estaban llenos de humor mientras tomaba otro sorbo de su taza—. ¿No es lo que a las chicas les gusta hacer? Dejé caer la cabeza en mis manos. —Pasé a través de mis fotografías después de la clase para ver si por lo menos había tomado una buena foto de él. Todo lo que tengo para mostrar es una imagen borrosa de la rodilla de Trace Weston. Jess se obligó a ponerse de pie, luego se dio la vuelta para ayudarme a mí también. —Estoy seguro de que puedes venderla en eBay. Probablemente hay miles de chicas que darían su paga semanal por una imagen de la rodilla de Trace Weston. —Jess se rió suavemente de su broma, y me di cuenta de que era más feliz ahora que cuando había llegado—. Gracias por bajar —dijo en voz baja—. Siempre me siento mejor después de que hemos hablado. —Me alegro de que mis experiencias humillantes te levanten el ánimo —le dije en broma. Luego bajé la cabeza y le pregunté—: ¿Vas a estar bien? Pero por supuesto a Jess nunca le gustaba atraer la atención hacia él, así que respondió: —La pregunta es, ¿vas a estar bien? —Comenzó a caminar lejos del porche, dejándome sola con mis brazos abrazándome la cintura. Sus palabras fueron desvaneciéndose a medida que bromeaba—. Si quieres acechar a alguien realmente debes aprender a no hacerlo en medio de un aula llena. —Él se

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despidió sacudiendo una mano sobre su cabeza mientras desaparecía en el lateral de mi casa. Y luego se fue, y sentí frío, por primera vez desde que salí.

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Capítulo 2 Traducido por kathesweet Corregido por Silvery

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ess llegó temprano la mañana siguiente a recogerme para la escuela. Me había estado acompañando a la escuela desde que empecé en el jardín de infancia. Mi hermana, Bridget, era tres años mayor que yo, pero siempre iba a escuelas charter1, así que la mejor amiga de mi mamá, Caris, del otro lado de la calle, ofreció que su hijo me acompañara a la escuela. Hemos estado caminando a la escuela y de regreso juntos desde entonces. Jess realmente ya no necesitaba acompañarme pues yo tenía catorce y probablemente le daría una paliza a alguien antes de que lo hiciera él. Pero durante los años se convirtió en mi mejor amigo. Me sentía orgullosa de caminar a la escuela con Jess. Era alto y seguro, y parecía más mayor de sus quince años. Algunas veces las personas me preguntaban si era mi novio. Por supuesto que no lo era. Jess no tenía citas en la secundaria. Yo tampoco, pero eso era porque estaba aterrorizada de hablarle a los chicos (excepto a Jess, por supuesto). Jess no tenía citas porque era una de sus reglas. —Regla número tres. —Había anunciado Jess en un paseo a casa de la escuela el año pasado. Él estaba tratando de descifrar su escrito que había garabateado en un pedazo de papel rayado arrugado durante el séptimo periodo. Las primeras dos reglas que había hecho para sí mismo eran: no beber de las fuentes de la escuela, que era completamente comprensible, y nunca echarse un pedo en público, por lo que yo estaba particularmente agradecida. Pero su tercera regla era cualquier cosa menos aceptable. —No salir en citas. —Había leído en voz alta con su barbilla en alto y su voz llena de dignidad. —¿Jamás? —gemí. Jess levantó sus ojos hacia las nubes. —No, no jamás. Empezaré a salir cuando esté en tercer año en la preparatoria. —Hizo el apéndice a su lista con un lápiz que había extraído detrás de su oreja. —Genial —refunfuñé—. Vas a ser un completo perdedor durante los próximos dos años. Jess se encogió de hombros. —No me importa. 1 Escuelas charter: escuelas públicas independientes que gozan de cierta flexibilidad para

definir el currículum del profesorado y están exentas de algunas regulaciones a cambio de obtener resultados determinados por las autoridades educativas.

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Y realmente no le importaba. Jess y yo hablábamos muchísimo. Teníamos casi un kilómetro de caminata a la escuela todos los días para hablar de lo que quisiéramos. Cuando estaba acompañándome por primera vez, mi primera pregunta fue por qué sus padres le dieron un nombre de niña. Conocía a una chica llamada Jessica, cuya mamá la llamaba Jess para acortarlo. Jess había dicho que su nombre era Kevin Jessop Tyler. Era un nombre que había sido transmitido de generación en generación hace tropecientas generaciones. Pero ya que el nombre de su papá era Kevin, él iba por Jessop. Sin embargo, nunca nadie lo llamaba Jessop, sólo Jess. Mi nombre es Gemmalynn Judith Mitchell. Como a Jess, nadie me llamaba por ni nombre completo, excepto los profesores en el primer día de clases, o mi abuela, que insistía en llamarme Gemmalynn Judith cada vez que me veía, junto con apretar lo que quedaba de la piel en mis mejillas entre sus dedos fríos y correosos. Pero para todos los demás y para mí misma, yo era Gemma. Había nacido en un pequeño pueblo ubicado en el centro del Bosque Nacional Nantahala en el oeste‖de‖Carolina‖del‖Norte.‖Nuestro‖pueblo‖se‖llama‖Franklin,‖o‖“La‖Capital‖de‖ la‖ Gema‖ del‖ Mundo”.‖ Estoy‖ segura‖ que‖ hace‖ cientos‖ de‖ años‖ era‖ algo‖ genial.‖ Pero estos días las personas simplemente piden sus gemas en Internet. Realmente no les importa de dónde vienen. Pero, como conclusión obvia, así es como obtuve mi nombre, Gemma. Jess y yo estuvimos discutiendo conceptos básicos, como nombres, y sabores favoritos de Pizza, y desde ese momento estuve tres semanas en el jardín de infancia. Así que nos contábamos otras historias y momentos embarazosos, planes para cuando creciéramos y lugares que queríamos visitar algún día. Y ahora, cerca de diez años después, él todavía estaba sosteniendo la puerta para mí mientras ambos hacíamos nuestro camino dentro de la escuela. El Día de San Valentín estaba a sólo una semana, y mientras caminábamos a través de los pasillos fuimos bombardeados con globos rosados y corazones de papel recortados que colgaban del techo y las paredes. Jess era un año mayor que yo en la escuela, así que me dijo que tuviera un buen día mientras se dirigía al pasillo de noveno grado, dejándome para que me defendiera sola a través de los siete tortuosos periodos. Incluso a través del lío rosado que eventualmente encontré en mi casillero, que en realidad no era mi casillero en absoluto. Desde que tenía ocho mi familia había estado pasando unas vacaciones anuales en Cape Cod. Cada año nuestro tiempo compartido caía en la misma semana que el registro de la escuela. Por culpa de mi registro tardío siempre obtenía la peor selección para la ubicación de mi casillero. Este año estaba asignada al pasillo de séptimo grado. Yo estaba en octavo grado y no me agarrarían ni muerta pasando tiempo con un montón de estudiantes de séptimo, así que afortunadamente, mi amiga Nina Riley me dejaba compartir el suyo. Nina era un genio. El noventa y nueve punto nueve por ciento de las conversaciones que

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tenía con personas era sobre química y, sin embargo, era de alguna manera agraciada e innegablemente hermosa al mismo tiempo. Les gustaba a todos los chicos, pero la mayoría de ellos estaban demasiado asustados de acercársele. Clarissa tenía el casillero al lado del nuestro. También era linda, pero intentaba muy arduamente verse mayor de lo que era. No se preocupaba mucho por la escuela, pero nunca fallaba un día para evitar estar en cualquiera de los chismes. —¡Tengo mi primer grano! —exclamó Clarissa mientras giraba la llave de su casillero. Para aquellos de nosotros (yo) que estaban esperando impacientemente porque algún signo de maduración golpeara sus cuerpos frágiles e infantiles, me sentí cualquier cosa menos mal por ella. Clarissa había empezado‖ sus‖ “ciclos‖ femeninos”,‖ como‖ mi‖ mam{‖ desagradablemente‖ los‖ llamaba, el año pasado. Fue una de las primeras chicas en nuestro grado en “empezar”.‖Yo‖era‖una‖de‖las‖últimas‖chicas‖en‖nuestro‖grado‖en‖“no‖empezar”.‖ Ni siquiera necesitaba sostén. Algunas veces me preguntaba si algo estaba mal conmigo. Aún cuando no necesitaba un sostén, mi mamá me compró un pequeño‖sostén‖blanco‖“entrenador”‖en‖Kmart‖hace‖un‖par‖de‖meses.‖El‖primer‖ día que lo llevé me había sentido como si estuviera caminando todo el día con vendaje sobre mi pecho. Había sentido como si el mundo entero supiera que estaba vistiendo esta nueva pieza de ropa interior con arcos rosas y blancos, y todos sabían que estaba fingiéndolo. Clarissa abrió su casillero y se miró en el mini espejo que estaba colgando del interior de la puerta de su casillero. Nina caminó hacia los casilleros justo a tiempo. —¡No lo explotes, Clarissa! Leí en un libro una vez que el pus se extiende y hace que te salgan más. —Nina y Clarissa instantáneamente se habían convertido en mejores amigas el primer día de escuela. Lo atribuía al hecho de que ambas podían pasar como estudiantes de décimo grado; Nina por su inteligencia y Clarissa por la forma de su cuerpo. Recuperé mi libro de historia que había lanzado en la parte superior del estante el día anterior. Miré secretamente hacia Clarissa, que estaba viendo su cara desde cuatro ángulos diferentes, y me pregunté cómo se sentiría tener una necesidad verdadera por un espejo en mi casillero. No había mucho que pudiera alterar con mi cola de caballo marrón y aburrida, y mi cutis sin maquillaje. Clarissa parpadeó sus ojos en el espejo mientras yo suspiraba y caminaba hacia mi primera clase. Estaba a unos metros por el pasillo cuando Clarissa repentinamente se dio cuenta que existía un mundo más allá de su cara. —¡Oye, Gemma! ¿Vas al baile de San Valentín el viernes? —Por supuesto que iba al baile. Era durante las horas de la escuela, y necesitabas una nota de tus padres para ser excusado. Le dije esto de manera casual antes de que me respondiera con una voz molestamente coqueta—. ¿Vas a invitar a Trace Weston al baile? —Había sido un gran error decirle a Clarissa sobre mi enamoramiento. Me había agarrado con la guardia baja un día entre el cuarto y

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el quinto periodo. Me había preguntado tan descaradamente quién me gustaba, que no sabía qué hacer excepto decirle la verdad. Lo había lamentado desde entonces. Fruncí el ceño hacia Clarissa. —¡No! Nunca le pediría ir al baile. ¡Solo porque medio me gusta —No del todo preciso— no significa que quiera ir al baile con él! —Era verdad. Claro, pensaba que Trace era el chico más perfecto que camina sobre la superficie del planeta. Y cierto, sentía mariposas locas en mi estómago cada vez que estaba a unos seis metros de mí. Pero el pensamiento de hablarle, o incluso peor, pedirle ir al baile me enfermaba del estómago. Nina y Clarissa siguieron cerca detrás de mí. —¡Gemma! —gritaron sobre el pasillo atestado—. ¡Tienes que pedirle ir al baile! ¡Sólo tienes que hacerlo! Las ignoré y caminé más rápido a través del laberinto de estudiantes alineando el pasillo. —¡Gemma! —continuaron. No podía separar quién estaba diciendo qué, sonaban tan parecidas—. ¿Qué tienes que perder? ¡Es el Día de San Valentín! — Seguí caminando mientras medio les grité, medio les susurré sobre mi hombro que ¡tenía todo que perder! ¡Especialmente mi dignidad! Luego Clarissa dijo lo inesperado: —Si se lo pides a Trace Weston —proporcionó una pausa dramática—, luego yo se lo pediré a Jess Tyler. —Mis pies se detuvieron en seco. No quería ser tan dramática, ¡pero su propuesta era enorme! E inesperada. ¿Clarissa pidiéndole a Jess ir al baile? ¿Hablaba en serio? Clarissa y Nina me alcanzaron y se pusieron tan cerca a mis lados que las tres formamos un bloqueo en medio del pasillo. —¿Lo juras? —Clarissa levantó una esquina de su boca en una misteriosa sonrisa y asintió con su cabeza una vez. Sacudimos manos y el trato estuvo hecho. Acordamos reunirnos al almuerzo, como si no comiéramos el almuerzo juntas todos los días, para discutir nuestros planes de baile. El primero, segundo, tercero y cuarto periodo se arrastraron mientras anticipaba la discusión del baile de San Valentín. Me encontré soñando despierta en la clase de historia más sobre Jess y Clarissa que sobre Trace y yo. Sabía que era mi misión en vida conseguir que Jess y Clarissa acabaran junto desde que Jess me dijo el primer día de escuela de ese año que él creía que ella era linda. Sin embargo, estaría enojado conmigo cuando lo sacara a colación, insistiendo que lo había dicho para ser amable, pero que no había pensando en ella desde entonces. Yo estaba convencida de lo contrario. Tenía un sentido perfecto en mi mente. Jess era mayor, y Clarissa se veía mayor. Le había preguntado a Clarissa una vez si le gustaba Jess. Ella se había reído durante cinco minutos antes de exclamar que él era un estudiante de noveno grado y ella no salía con ellos.

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—Además —había dicho la primera (y última) noche que Clarissa y Nina fueron a mi casa por una fiesta de pijamas—, me gusta Joseph Horton porque viste una chaqueta de cuero. —A Clarissa le gustaba alguien por algo tan estúpido. Pero ahora había aceptado pedirle a Jess ir al baile. Iba a ser el baile que seguramente haría de Jess el chico más feliz del mundo. Alcancé la larga mesa amarrillo-dorada del almuerzo y me puse a horcajadas sobre el incómodo banco. Dejé mi bandeja de plástico marrón que estaba balanceando mi plato tambaleante de espagueti y salsa de carne, palitos de pan, y leche con chocolate. No podía entender a esas chicas que insistían en sólo espolvorear queso sobre fideos sin salsa como si fueran demasiado geniales para comer la salsa de carne de la cafetería. Debería haberles recordado que ya estaban cometiendo suicidio social por pedir comida de la cafetería en primer lugar. Clarissa y Nina estaban en la mesa cuando llegué, Nina con su propio plato de espagueti y Clarissa con su manzana. ¿Quién la haría pensar que para el almuerzo sólo se tenía que comer una manzana? Eso me hacía reconsiderar nuestros planes de baile. No estaba segura que quisiera que Jess bailara con una chica con hábitos alimenticios tan ridículos. Giré mi primer bocado de fideos alrededor de mi tenedor mientras Clarissa me bombardeaba con sus pensamientos interiores. —De acuerdo —empezó—, ¡este va a ser el mejor baile de todos! No sólo vas a ir al baile con Trace, ¡sino que Nina y yo hemos decidido que vamos a averiguar si le gustas! —Mi boca estaba llena de fideos y salsa de carne, haciéndome imposible responder. Sacudí mi cabeza a unos cien kilómetros por hora con mis ojos muy abiertos hasta que tuve la oportunidad de tragar. —¡Absolutamente no! —grité mientras los pedazos de fideos salían de mi boca. Clarissa parecía satisfecha de que yo estuviera tan perturbada con la idea. —¿Quieres que le pida a Jess ir al baile o no? —amenazó. —¡No! —grité—. ¿Quién come sólo una manzana para el almuerzo de todas maneras? Clarissa obviamente estaba aturdida por mi facilidad para liberarla de su contrato. Ondeó la manzana en frente de mi cara en defensa. —¡Tuve un desayuno enorme! ¡No estoy hambrienta! Suspiré y miré alrededor de la cafetería buscando otro grupo de chicas a las que pudiera intentar convertirlas en mis amigas. Todas se veían tan asentadas en sus‖“grupos”.‖Sin‖espacio‖para‖una‖estudiante‖“nerd” 2 de octavo que ni siquiera necesitaba un sostén. Clarissa fácilmente podría haberse mezclado con otro grupo. Tenía todas las características de los chicos geniales, la manzana para el

2 Nerd: Es una expresión para referirse a una persona intelectual y poco popular.

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almuerzo, y por supuesto los granos. Nina probablemente también podría haberse diversificado. Simplemente estaba demasiado cómoda con nosotras. —¡No tienes que hacer nada! —Fue la voz de Nina esta vez, y estuve sorprendida que estuviera así de involucrada en la planeación. Estaba demasiado aturdida para hablar, así que Nina continuó—. Vamos a hacer todo el trabajo, hablaremos con él, le diremos que te gusta, y si a él también le gustas debería pedirte ir al baile. —¡El último baile! —dejó escapar Clarissa. Levantó sus cejas y tomó un gran mordisco de su manzana. Tenía que pensar en eso. Todos sabían que el último baile era el baile más importante. Podías bailar cada canción lenta, pero el chico con quien bailaras el último baile, era tu verdadero amor de todos los amores verdaderos. Era como el primer beso. El primer beso y el último baile básicamente determinaban tu suerte para el amor por el resto de tu vida. Si alguno de ellos era terrible, podrías contar con un futuro miserable en el romance. No estaba segura de si estaba lista para tener esa oportunidad. Pero si iba a ser humillada, racionalicé en mi cerebro, también podría obtener algo relevante de ello. Clarissa miró mis expresiones faciales mientras mordisqueaba el centro de su manzana. —Realmente no tienes nada que perder. —Masticó ruidosamente mientras hablaba—. Él ya sabe que te gusta. Nina se inclinó más cerca a mí. —Todos sabemos lo de la foto que tomaste de él ayer en el quinto periodo. Me preguntaba cuántas veces iba a tener que recordar eso. Pero tenían razón; probablemente ya sabía que me gustaba. ¿Qué tenía que perder? Antes de que lo supiera, el acuerdo estaba de vuelta en su lugar, sólo que ahora las apuestas eran mucho más altas. Tiré mi plato vacío y mi cartón de leche con chocolate a la basura y me pregunté cómo había dejado que la sesión de planeación fuera tan horrible. Apenas discutimos sobre Clarissa pidiéndole a Jess ir al baile. Supongo que era más simple para ella siendo tan madura y todo eso. Caminé al quinto periodo aturdida, casi olvidando que estaba a punto de ver a Trace. Entré en el aula de alfombra marrón justo cuando la campana sanaba a través del pasillo. Trace ya estaba en su escritorio, pero estaba demasiado humillada para hacer contacto visual con él. Miré a la parte posterior de su cabeza dos veces durante la clase, pero pensé en él, y el trato y el baile (el último baile) todo durante la clase de matemáticas. Tenía aproximadamente tres días y medio más de normalidad. Después del viernes nunca sería capaz de mirarlo de nuevo.

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Capítulo 3 Traducido por Susanauribe. Corregido por PokerF•

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a campana final sonó a las dos y cincuenta, y caminé hacia el frente de la escuela donde Jess estaba recostado contra la pared de ladrillo exterior, esperándome. Él estaba usando la misma camisa de basquetbol de manga tres cuartos que usaba cada jueves. —Es mi camisa de jueves. —Era siempre su respuesta cuando lo fastidiaba por usarla tan a menudo. El sol estaba brillando en su desordenado cabello café claro, y lucía más joven de lo usual. Tal vez era por el yo-yo rojo que tenía atado a su dedo. Lo alzó mientras yo me acercaba. —Lo gané en geometría por estar a tiempo en clase todos los días este semestre. Le mostré la lengua. —Bien, bien. Quería decirle a Jess sobre el baile de San Valentín. Nada parecía ser real hasta que se lo hubiera dicho a Jess. Pero no le había dicho sobre Trace, entonces tendría que decirle sobre Clarissa, y eso arruinaría todo. —Hoy estás muy callada —dijo Jess mientras hacía girar el yo-yo alrededor de su dedo—. ¿Estás bien? Me di cuenta que habíamos caminado en silencio por casi cinco minutos. Sólo no podía pensar en algo más que decir con un asunto tan grande presionándose contra mis globos oculares. Me rendí, como siempre lo hacía con Jess. —No, no estoy bien. —Jess dejó de girar su yo-yo y me miró atentamente mientras caminábamos. Miré hacia adelante, pero podía ver su preocupación—. ¡Es este estúpido baile de San Valentín! Jess se relajó y comenzó a girar su yo-yo de nuevo, pero a través de sus ojos era obvio que estaba sorprendido. Lancé una mirada en su dirección. —¡No es gracioso, Jess! ¡Clarissa y Nina van a arruinar mi vida! La voz de Jess era calmada como la de mi papá. —¿Cómo pueden arruinar tu vida por un baile de San Valentín? —¡Van a decirle a Trace que me gusta y preguntarle si yo le gusto también! ¡Luego van a pedir que baile conmigo, el último baile! —Guau —Jess alzó sus cejas, pero permaneció sin emoción—. Suena romántico. —No es romántico —Hice‖énfasis‖en‖el‖sonido‖“ico”‖para‖efecto—. ¡Humillante! —¿No sabe él ya que te gusta? Dejé de caminar y miré con el ceño fruncido amargamente a Jess.

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—Quiero decir, tomaste una foto de él en mitad de clase —dice él con toda tranquilidad. Estaba furiosa al punto de echar chispas. —¡Jess! ¡No quise tomar una foto de él! ¡Él sólo cree que quería tomársela a él! —Claro, y él cree que tú le gustas. —¡Pero no me gusta! —Sí, te gusta. —¡Pero él no sabe eso, y si Clarissa y Nina le dicen, entonces él sabrá! —¿Entonces por qué dejarás que lo hagan? Oh no, esta era la parte que estaba temiendo. —No puedo decírtelo. —¿Por qué no puedes decírmelo? —No, ¡shhh! —Sostuve mi dedo índice en su boca, y podía sentir sus labios curvándose en una sonrisa debajo de mi dedo—. No puedo decírtelo —dije entre mis dientes apretados—, así que no preguntes. Comenzamos a caminar de nuevo y Jess trató de entender lo que le estaba diciendo. —De acuerdo, por alguna razón de la que no puedo saber, ¿estás dejando‖que‖Clarissa‖y‖Nina…‖esas‖fueron‖las‖palabras‖que‖usaste…‖arruinen‖tu‖ vida? Suspiré profundamente y miré al largo y estrecho camino delante de nosotros. Árboles gigantes más altos que rascacielos alineados en la carretera, tan lejos como el ojo podía ver. Había dos caminos entre nuestra calle y la escuela. En las mañanas siempre tomábamos el más rápido y más aburrido a través de las calles en forma de S de nuestro vecindario. Pero en el camino a casa desde la escuela, tomábamos el aventurero. Era técnicamente un atajo, pero Jess y yo no nos apresurábamos en la ruta aventurera. Nuestra secundaria estaba en medio de la ciudad, pero Jess y yo vivíamos al lado de Emery Lake. La tierra entre el lago y centro de la ciudad estaba escondida por acres de bosque sin fin. Exuberante y verdes agujas que dejaban un rocío de brillo siempre presente entre sus ramas cubiertas, cubriendo las colinas como ropa mojada. Había un impresionante contraste de troncos rojos y piñones cafés que se filtraban en mi sangre. El parque era nuestra zona de juegos. Después de pasar por un camino de cinco kilómetros y medio a través de los bosques, Jess y yo cruzaríamos por un área con césped marrón que una vez fue un campo de béisbol comunitario. El campo ahora estaba crecido con maleza y había regadas ramas de pino, pero las viejas graderías todavía seguían de pie, algunas de ellas arruinadas y consideradas riesgo para adultos. Jess y yo pasábamos la mayoría del tiempo de sol en la tarde colgando de las graderías de fútbol o tratando de golpearlas con rocas. Hoy, de todos modos, era un día serio conteniendo un dilema severo, y caminé plácidamente por el campo. —No lo sé —finalmente respondí—, tal vez hay sólo una parte de mí que quiere que Trace conozca la verdad. Tal vez es momento de tomar la oportunidad y

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ver qué sucederá. —Me siento liberada con mi valentía recién descubierta, y el sol parece brillar en mí más fuerte que antes. —¿Ver qué sucederá? —Jess da una sonrisita—. ¿Qué puede suceder, Gem? Tienes catorce. Odiaba cuando Jess me decía mi edad. Podía sentir la sangre apresurándose a mi rostro mientras tiraba mis puños a mis costados. —¡Oh! ¡Y tú eres tan viejo y maduro! —No, no creo que sea viejo y maduro, por lo cual es la razón que no estoy el que volviéndome loco sobre mi vida amorosa. Eso sólo me hizo molestar más. —¡No estoy volviéndome loca, Jess! —Pero sabía que no era verdad, lo cual me molestaba aún más—. Y por mi vida amorosa ¡debería tener el derecho a hacer lo que quiero! ¡Ya no soy una niña pequeña, Jess! ¡Soy una adolescente! —Tomé un respiro profundo—. Incluso uso sostén. —Esa palabra, esa asquerosa palabra pútrida, escapó de mi boca, demasiado fuerte, como una bala de un arma presuntamente sin cargar. Los ojos de Jess se abrieron, y todo su rostro se volvió de un tono rosa. Él inmediatamente alejó sus ojos de mí y siguió el moviendo del yo-yo con profunda concentración. No podía creer que acababa de decir la palabra sostén frente a Jess. Había alrededor de cinco palabras en mi vocabulario que absolutamente no diría frente a él, y sostén estaba en la parte superior de ella. El grueso silencio entre Jess y yo era nauseabundo, y me avergoncé al pensar cuán terrible este día se había vuelto. Resoplé suavemente mientras pateaba una lata vacía de Coca Cola hacia la valla. Jess rígidamente miró hacia la lata y luego a mi pie. Él ni siquiera podía verme a los ojos. Giré mi mirada hacia él sin mover mi cabeza. Mi rostro estaba moldeado en un profundo ceño fruncido en orden para mostrar aparentemente mi desprecio hacia él y toda la situación. Lentamente hicimos contacto visual y sin ninguna advertencia en absoluto, los ojos de Jess comenzaron a arrugarse mientras su rostro se iluminaba. —¿Qué es tan divertido? —Todavía estaba frunciendo el ceño mientras Jess comenzaba a reírse suavemente—. Este día es tan estúpido —dije dando un suave pisón con mi pie. No nos dijimos otra palabra mientras caminábamos por los metros finales del gran campo. En el otro final estaba una valla con alambre de púas que separaba el campo de nuestro vecindario. Un pequeño hueco estaba hecho en la valla, probablemente hace algunos años por algunos chicos adolescentes rebeldes, y por el tiempo el hueco había crecido lo suficientemente grande para pasar arrastrándose. Jess levanta la valla suelta para que me pase por ella. Hago mi camino cuidadosamente (aunque lo que hecho tantas veces que probablemente lo podría hacer con los ojos cerrados) y esperé para que Jess lanzara nuestras mochilas antes de que él pasara. El otro lado de la abertura lleva a un nuevo jardín de juegos. Gigantes paredes de bloques de concreto están en ruinas

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donde una pequeña bodega había iniciado una vez que el dueño estuvo en bancarrota, dejando un laberinto de bloques de ceniza para que Jess y yo juguemos en ellos. Lo llamamos nuestra jungla de concreto. La mayoría de las paredes son lo suficientemente bajas para que nosotros veamos, aunque tengo que ponerme de puntillas. Pero las paredes son suficientemente altas para que podamos treparlas y ver encima de los árboles y techos de las casas que las rodean. El loto en sí era del tamaño de una cancha de tenis, pero parecía mucho más grande con el laberinto de paredes de bloque. Jess y yo éramos casi las únicas personas que alguna vez fueron allí, aunque de vez en cuando encontrábamos el filtro de cigarrillo viejo o una lata de soda vacía, indicando que alguien más había traspasado a allí mientras estábamos en la escuela o durmiendo. Tiré mi mochila y la de Jess en una pila de bloques y me dirigí a la primera pared alta. Sentí la vacilación de Jess detrás de mí. Últimamente él había estado teniendo estas ideas extrañas de que él era muy viejo para escalar los bloques. Usualmente le decía que se pusiera serio y que viniera. Pero hoy no lo presioné. Saqué una barra de granola de mantequilla de maní de mi bolsillo que había agarrado en mi camino de salida de la casa esa mañana. Me dejé caer en bloques y balanceé mis piernas contra la pared mientras masticaba mi bocadillo. Esta pared en particular era probablemente unos buenos seis metros por encima del suelo, pero los bloques eran gruesos, no estaba asustada de las alturas. Le había dado un par de mordiscos a mi barra de granola cuando Jess trepó los bloques y se sentó junto a mí, moviendo sus piernas a mi ritmo, todavía jugando con su yo-yo. —¿Quieres saber un secreto? —dijo Jess, mirando su yo-yo subiendo y bajando. —Por supuesto que quiero saber un secreto —respondí sin dudar, ¿quién no quiere saber un secreto? —¿Recuerdas el último miércoles cuando no podía caminar a casa contigo porque fui a casa con un chico de mi clase para trabajar en un proyecto grupal? —Sí —murmuré, era una cosa miserable para él. —Bueno, estábamos en la habitación del chico trabajando en el proyecto, había casi cuatro chicos, y él mostró algunas imágenes en su laptop. —Jess no tenía que decir qué clase de imágenes eran. Podía notarlo por su postura y la manera cómo se mordió el labio que no eran fotos del espacio exterior o de atletas famosos. Nunca en verdad había visto pornografía, pero una vez había escuchado una broma sobre eso en una repetición de Friends, y mi mamá me había hecho cambiar el canal. —¿Las miraste? —Sabía que no tenía derecho a preguntar, pero Jess y yo nos hacíamos preguntas que no teníamos derecho a preguntar todo el tiempo. Jess todavía estaba mirando su yo-yo, el cual ahora estaba sostenido en sus manos en puño.

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—No, pero los otros chicos lo hicieron. No sabía qué hacer, así que seguí coloreando en mapas para nuestro proyecto. Fue el peor sentimiento. —Jess pasó sus dedos por su cabello—. Lo odié. —¿Se rieron de ti? —Seguí moviendo mis piernas para actuar tan natural como fuera posible. —Sí, de cierto modo, pero estaban más que todo avergonzados creo. Después de que terminó, cuando la mamá de uno nos recogió para llevarnos a casa, fue tan extraño. —Estudié el rostro de Jess por unos segundos y luego miré hacia adelante hacia el bosque de árboles—. Te estoy diciendo esto —Jess continuó—, porque no quiero que creas que estás sola en toda esta extraña cosa de crecer. Y lo siento porque dije que no podía pasar nada con ese chico Trace. Probablemente sí le gustas, y espero que puedas bailar con él. —El último baile —gruñí. —Sí, el último baile. —Jess débilmente alzó una esquina de su boca—. Y mira cuán maduros somos, sentados aquí en esta pared teniendo una conversación de adultos. Se siente bien. Seguía callada. Odiaba la idea de crecer. Odiaba los sostenes, y odiaba los bailes, y odiaba las conversaciones de adultos. —¿Quieres un mordisco de mi barra de granola? —le pregunté a Jess, tratando de cambiar el tema. Él agarró la barra de granola de mi mano y tomó un mordisco del final. —El último baile —Jess repitió mientras masticaba—. No bailaría el último baile con una chica aunque alguien me pagara. Dirigí mi mirada hacia el rostro de Jess y furiosamente arranqué la barra de granola de su mano. —¿Por qué no? Jess se encogió de hombros. —Porque, el último baile siempre ha sido algo tan grande como si se supone que terminarás casándote con esa persona o algo así. —¿Pero y si alguien te pide que bailes el último baile? Jess me miró sorprendido. —¿Por qué estás tan engreída sobre eso? Aprieto la barra de granola fuertemente en mi mano y la siento cambiar de forma. —¡No puedes sólo decidir que no vas a bailar, Jess! ¡Si alguien te lo pregunta, no puedes decir que no! —¿Cuál es el problema? —Él estaba mirando su yo-yo mientras hablaba. Tomé el último mordisco de mi barra de granola y hablé con la boca llena. —Sólo que no quiero ser socialmente incómoda. Hay personas que me ven contigo todos los días, y eso sería malo para mi reputación. Jess movió su boca.

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—Créeme, Gem, creo que tomar fotos de chicos en clase haría mucho más que dañar tu reputación que el que yo no baile el último baile. —Jess se rió y lanzó su yo-yo hacia un espacio en una pila de basura—. Soy terrible en esas cosas. Vamos. —Él se alejó de la pared de cemento—. Te llevaré a casa.

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Capítulo 4 Traducido por Kernel Corregido por PokerF•

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iez minutos después, abrí la puerta de mi casa y tomé un profundo suspiro. Sabía que estaba envejeciendo, cuando empezaba a suspirar. Arrojé mi mochila en el suelo y me dirigí a la cocina. Mi mamá estaba en el mismo lugar donde la dejé esa misma mañana. Tenía el mismo delantal puesto —diferentes prendas por debajo de él— y la misma sonrisa feliz de mamá para decir hola, que había usado cuando dije adiós ocho horas antes. Me alegré de que mi madre estuviera en casa porque tenía que contarle acerca de la escuela. Tenía que decirle sobre todo lo extraño que había sucedido desde que me fui por la mañana, y necesitaba que me dijera que todo se arreglaría. Me aseguré de hacer un montón de ruido mientras me dejaba caer en el taburete detrás de ella. Ella había obviamente entendido la indirecta. —¿Qué te pasa, Gemma? —Hoy fue de lo peor —resoplé. Mi madre seguía revolviendo la salsa o sopa o lo que fuera, pero ella me miraba con el ceño fruncido, y sabía que tenía su atención. Le hablé de Nina y Clarissa y su estupidez, y le dije el otro lado acerca de Clarissa invitando a Jess al baile. Mamá golpeó la cuchara grande de madera en el borde de la olla y la puso sobre el mostrador. Examinó el contenido de la olla, pero me habló: —Yo creo que hay que olvidarse de Trace y bailar con Jess tú misma. —Se acercó a la nevera y sacó una lechuga. Protesté cuando lo dijo y puse mi cabeza sobre el mesón delante de mí. Tenía una reacción similar cada vez que mi mamá hablaba conmigo de Jess de una manera romántica. La puerta del garaje se abrió y oí pasos suaves de mi padre en el pasillo lateral. Entró en la cocina cuando mi mamá estaba mitad de la frase—. Creo que va a hacer un gran esposo algún día. Papá levantó las cejas. —¿Esposo? —Hola, papá —le dije, asegurándome de que mi voz todavía sonara exasperada. Mamá habló en un tono más alto cuando ella dijo: —Hola, cariño. —Y lo besó en los labios. Los miré con atención, tratando de averiguar cómo lo hicieron sin chocar las narices. —¿Qué es toda esta charla sobre maridos? —Papá siguió mientras se sacaba su chaqueta y tiraba sus zapatos.

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Mamá contestó: —Oh, Gemma va a pedirle a un chico que bailen este viernes en el baile de San Valentín, y está nerviosa al respecto. ¿Es eso lo que ella entendió de esto? He estado vertiendo mi corazón a esta mujer durante los últimos veinte minutos, y ¿así es como ella lo reformula? —¡Mamá! —exclamé—. ¡No es cualquier chico! ¡Y no es cualquier baile! ¡Es el último baile! Mamá sacó una bandeja llena de patatas horneadas de la estufa. —Oh, está bien —dijo, sólo había estado prestando atención a la mitad—. ¿No he dicho eso? La puerta del garaje se abrió de nuevo, pero esta vez era Bridget. Acababa de obtener su licencia de conducir, e hizo una gran escena cuando entró a través de la puerta del garaje, recordándonos que ahora era una conductora con licencia. Estaba a duras penas en el interior cuando mi padre preguntó: —¿Está el vehículo aún en una sola pieza? —Ja, ja —contestó sarcásticamente mientras tiraba su bolso sobre la mesa de la cocina. Giro el aro de las llaves del coche alrededor de su dedo índice un par de veces antes de colocarlas con cuidado en el llavero—. Papá, te sorprenderías de la buena de conductora que soy. Creo que estoy lista para conducir con mis amigos a Atlanta para las vacaciones de primavera. —Ella le dio una sonrisa esperanzada en espera de su respuesta. Padre resopló por la nariz. —Bridget, no te hagas ilusiones porque la primera vez que manejes a Atlanta será en tu propio coche, con tu propio seguro y cuando tengas veinticinco. — Bridget se quejó, y papá se rió entre dientes de las propagandas y correos innecesarios que estaba revisando a toda prisa. —¡Oh, Bridge! —Mamá prácticamente silbo en cuanto me pasó cuatro manteles individuales—. No te lleves esas llaves demasiado pronto. Necesito que lleves a Gemma a su clase de piano tan pronto como hayamos terminado de comer. — La‖indulgencia‖recién‖descubierta‖de‖mam{‖de‖amarrar‖la‖tarea‖diaria‖de‖“lleva‖ a‖Gemma‖a‖todas‖partes”‖a‖‖Bridget‖era‖mi‖ nueva‖ desgracia.‖Hundí‖ mi‖cabeza‖ en mis brazos sobre el mostrador y ahogué un grito en mis manos. —¡Odio que Bridge conduzca! Me enfermé la última vez que monté en el coche con ella y tuve que bajar la ventana. —Bridget pasó a mi lado y unto su mano por la frente de mi cara. Me aparté de ella y fruncí el ceño mientras ella robaba un pepino de la ensalada. Mamá estaba obviamente muy cautivada con su cocina para dejarse llevar por mis súplicas, así que me dirigí a mi papá—. ¡Papá! ¡Tienes que escucharme! ¡Las clases de piano ya son bastante malas sin el hecho de sentir náuseas mientras llegas hasta ahí! Bridget me sacó la lengua. —Solo mantén la ventanilla abajo, Gemma. El aire fresco te hará bien. —De mi padre, el optimista.

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Me acerqué a la ventana de la cocina y abrí las cortinas. —¡Parece que va a nevar! —dije exasperada—. ¡Voy a pillar una pulmonía! Papá seguía mirando el correo. ¿Cómo se las arregla para prestar atención a nuestras conversaciones y leer su correo, al mismo tiempo que estaba en el más allá? Eventualmente miraba a mamá, quien estaba rallando el queso en la ensalada. —¿Cómo logramos concebir a una reina del drama? ¿Una reina del drama? Tal vez estaba exagerando un poco. Es decir, la forma de conducir de Bridget no era tan mala. Simplemente no podía estar calmada sobre el baile de San Valentín. Tal vez era sólo un baile estúpido. Y tal vez estaba siendo dramática. Pero en ese momento simplemente no podía imaginar una vida peor.

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Capítulo 5 Traducido por Kernel Corregido por PokerF•

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iré mi vestido mientras estaba de pie torpemente afuera de las puertas del gimnasio de mi escuela. El vuelo inferior cerca de mis rodillas estaba arrugado por estar sentada todo el día de clases, y no estaba segura si mis zapatos rojos planos combinaban con el color rojo en mi falda. Parecía un poco apagada. Clarissa y Nina habían insistido que irían al baño para mirarse en el espejo antes de entrar en el baile. El ruido que venía del baño de las chicas era muy fuerte, y podía oler la laca de pelo por todo el camino en el pasillo. No iba a entrar ahí. Así que me quedé sola, mirando nerviosamente a través de las puertas abiertas que guiaban a la gran sala llena de risas adolescentes y música estridente. El gimnasio, que era del tamaño de una cancha de baloncesto, estaba despojado de todo su atletismo. Las luces principales estaban apagadas, y la única iluminación provenía de una bola de disco color rosa, azul y verde en la parte delantera de la habitación cerca de la mesa del disk jockey 3. Papel crepé y globos —el mismo estilo que había estado en los pasillos durante toda la semana— colgados del techo y las puertas. De hecho, parecía que el comité de actividades de noveno grado había despojado los pasillos de todos sus adornos y se apresuraron a llevarlo todo hacia el gimnasio. Traté de suspirar, pero estaba demasiado nerviosa para tomar una respiración completa. Estaba empezando a sentir náuseas cuando Clarissa y Nina aparecieron a mi lado. —¿Lista? —Clarissa preguntó con voz chispeante. Este era el tipo de cosas que ella había estado esperando por todo el año. Que tuvo el efecto contrario en mí. No podía dejar de pensar en Trace y el último baile. No lo había visto, y me alegré. Tal vez él no estaba aquí. Tal vez había conseguido el permiso para marcharse temprano. Un destello de alivio y decepción se extendió por mí. Clarissa y Nina, cada una tomó una de mis manos mientras caminamos cuidadosamente a través de las puertas dobles abiertas. Estoy segura de que nos veíamos totalmente inseguras y estúpidas. Pero así estábamos exactamente. La habitación era enorme, pero parecía aún más grande repleta de 300 estudiantes de séptimo, octavo y noveno grado. La mayoría de los estudiantes de noveno se apiñaban frente a la bola de disco. Vi unos niños que reconocí como alumnos de

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Disk jockey: También conocido como DJ, es un artista o músico que crea, selecciona y/o

reproduce música grabada

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octavo de pie en el medio hablando, y era obvio que los de séptimo grado eran los niños pequeños alineados contra las paredes circundantes. Estaba a punto de ir a tomar un lugar junto a ellos cuando Clarissa empezó a dirigir nuestro trío a la parte delantera de la habitación. Anclé mis pies al piso de madera. —¿Adónde nos llevas? —le pregunté entre dientes, mis ojos llenos de horror. Clarissa me miró con disgusto. —No hay forma en que nos quedemos aquí con todos los patéticos estudiantes de octavo grado. —¡Pero somos patéticos estudiantes de octavo grado! —refuté. —¡Gemma! —Clarissa pisó su pie—. ¡No puedes esperar bailar el último baile con alguien si no sales y muestras lo que puede hacer! —¡Pero no puedo hacer nada! ¡No sé cómo bailar o menearme o incluso balancearme de un lado a otro sin parecer una idiota! Clarissa puso los ojos en blanco y miró a Nina. —Esto seriamente debería haber surgido antes de hoy. —Ella me mira de nuevo—. Sólo haz lo que hago y te irá bien. —Entonces me tiró con más fuerza de lo que esperaba, y me di un traspié hacia delante, remolcando a la tranquila Nina detrás de mí. Clarissa nos llevó directamente pasando el octavo grado disperso y aplastado al grupo de estudiantes de noveno grado en la parte delantera de la habitación. Nos encontramos con una persona diferente con cada paso que dábamos. Podía sentir sus ojos a todo volumen en mi cráneo, y sabía que se estaban preguntando por qué un grupo de estudiantes de octavo grado (y ni siquiera estudiantes de octavo populares) estaban invadiendo su espacio personal. —¿Quién invitó a las Beanie Babies4? —una voz masculina fuerte retumbó entre la multitud. Sabía que él se estaba refiriendo a nosotras, y lo mismo hacían todos los demás que nos miraban en silencio. Tenía mucho miedo de mirar hacia la voz que sonaba demasiado vieja para pertenecer a un estudiante de secundaria. Dejé de respirar por completo. Quería dar la vuelta y salir corriendo por la puerta de atrás y no mirar detrás de mí hasta que estuviera a salvo fuera de los límites de la escuela. Pero entonces escuché una voz familiar—. Déjalas en paz, Conrad. —Me di la vuelta, y tan cerca de mí podía oír la respiración que era de Jess. Estaba tan feliz de verlo que casi no me pude contener. Pero tenía que mantener la calma. Gritando y dándole un gran abrazo como quería no ayudaría a cualquiera de nuestras reputaciones. Por suerte, a Jess no le importaba mucho. Puso su mano en mi hombro y apretó suavemente. —Hola. Conrad dejó escapar un fuerte y burlón:

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El bebé Beanie: es un animal de peluche, hecho por Ty WarnerInc. Cada juguete tiene

un interior "forro desechable" y está lleno de bolitas de plástico (o "granos") y no convencionales de relleno (ver PVC y PE), dando una sensación de flexibilidad.

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—¡Ja! ¿Saliendo con una de octavo grado, cierto, Tyler? —Mostró sus dientes blancos a la multitud formándose alrededor de nosotros, entonces miró de nuevo a Jess—. Habría pensado que alguien como tú establece sus estándares un poco más alto que eso. Jess mantuvo su mano en mi hombro mientras se volvía hacia Conrad. No estaba nervioso en lo más mínimo. —No dejaré que te moleste, Conrad. Estoy seguro de que será una chica la que rompa contigo. —Se encogió de hombros—. Y entonces tendrás un cúmulo de cosas de las que preocuparte. —Y con eso Jess apartó la mirada, como si Conrad no fuera más que un ratón indefenso. Conrad nos miraba con escepticismo cada vez mayor antes de aburrirse y dar marcha atrás a la multitud. Miré a Jess, desconcertada. Nunca lo había visto así. Quiero decir que fanfarroneaba de mí todo el tiempo. Pero sólo estábamos bromeando. Yo no sabía que hablaba de esa manera a los grandes, corpulentos chicos llamados Conrad. Miré a los estudiantes de noveno grado de pie a nuestro alrededor. No pude dejar de notar la manera en que todas las chicas lo miraban con sus ojos coqueteando, obligándolo a que las mirara. Volví a mirar a Jess, que no era consciente de que lo añoraban. Estaba a punto de hablar cuando Clarissa soltó mi mano y meneó su camino entre Jess y yo, tocando su mano suelta de mi hombro. —¡Oye, Jess! —Clarissa habló con una voz extrañamente alta—. Gracias por rescatarnos. Has hecho que ese tipo se viera como un idiota. La cara de Jess volteó hacia abajo, y casi parecía preocupado. Volvió a mirar hacia la dirección en la que Conrad pasó. —Conrad no es tan malo. —Bueno, yo no creo que sea un chico malo tampoco. —Clarissa cambió sus caderas de modo que ella estaba más cerca de Jess. Yo observaba cuidadosamente como Clarissa coqueteaba descaradamente. Él parecía confundido. Cuando una canción lenta comenzó a través de los altavoces, Clarissa se acercó y giró su dedo índice en el pelo de Jess. —¿Quieres bailar? Mi mandíbula cayó al suelo. ¿Qué estaba haciendo? ¿Y cómo era que ella lo está haciendo? Tengo que decir que la única persona en la pista de baile que parecía más desorientado que yo era Jess. Estaba claro que no se lo veía venir. —Ah, bueno —aclaró la garganta y tropezó con unas pocas palabras más—, seguro. Mis pies se sentían como si estuvieran pegados al suelo, en cuanto Jess y Clarissa se alejaron del grupo apretado para poder bailar. Jess me miró e hizo una mueca antes de que se desvaneciera en el área más oscura del gimnasio. Yo seguía mirando como Clarissa le echó los brazos demasiado fuertemente alrededor del cuello de Jess, y él torpemente puso sus manos en la cintura.

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Odiaba verlos juntos. Odiaba cuando ella dejó caer la cabeza hacia atrás riéndose de lo que él decía, y odiaba verlo agarrar con más fuerza la cintura, cuando estuvo a punto de tropezar con su zapato. No podía entender por qué estaba tan enojada con ellos. Yo era la que quería que ellos bailaran. ¡Yo fui la que le dio importancia a eso! Y ahora que estaba tomando todo lo que tenía para no abalanzarme sobre ellos y liberar las manos del uno del otro como un árbitro en un combate de boxeo. La canción había terminado antes de darme cuenta de que había estado en la misma posición, mirando mirándolos durante toda la canción. Rápidamente cambié la mirada a la bola de discoteca, ya que hicieron su camino de regreso hacia Nina y yo. Un momento después, Nina se inclinó por detrás de mí y me susurró en una agitada voz cantarina: —Trace entrando. —El sonido de su nombre me hizo entrar en pánico, y me cortó la respiración en la parte inferior de la garganta. Quería retroceder de nuevo al principio de la semana y decir Clarissa, ¡Clarissa, estúpida!, que no quería bailar con Trace, y no podía preguntarle si yo le gustaba. ¡Ese estúpido acuerdo! Y pensar que lo único que iba a salir de esto era Clarissa pidiéndole a Jess que bailaran, ¡la escena que acaba de hacer que me dieran ganas de vomitar! Cuando Clarissa y Nina se apartaron para decidir cómo acercarse a Trace, robé una mirada de él de pie contra la pared del fondo. Llevaba una camisa oscura azul puesta con una corbata plateada y pantalón negro. Parecía como si hubiera salido directamente de una revista GQ5. Pero aparte de su traje, se veía exactamente igual. Él no tenía necesidad de hacer un esfuerzo especial para el baile, pensé, él siempre se veía de ensueño. Jess debe haberme visto mirándolo. —Ahí está el Príncipe Azul. Me preguntaba cuándo íbamos a tener este espectáculo en el camino. —Me alegra que estés disfrutando ver mi dignidad yéndose por el inodoro. —Sólo dile a Clarissa y Nina que no deseas que lo hagan. Son tus amigas. Van a respetar eso. Negué con la cabeza. —Es demasiado tarde. Hicimos un trato, y Clarissa ya ha hecho su parte del trato. —¿Cuál era su parte del trato? —Ambos miramos a Clarissa, que parecía como si no tuviera alguna preocupación en el mundo—. Tengo la sensación de que su parte del trato era un poco más fácil que la tuya. Siento el sudor acumulándose debajo de mis axilas. —Fue muy fácil para ella. Ella caminó y te pidió que bailaran, como si no fuera gran cosa. 5

GQ: Llamada originalmente Gentlemen's Quarterly, es una revista mensual para hombres que

se enfoca en la moda, el estilo y la cultura masculina, con artículos sobre comida, cine, salud, sexo, música, viajes, deportes, tecnología y literatura.

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Los ojos de Jess se agrandaron. —¿Cómo, le dijiste a Clarissa que harías todo esto si ella me pedía que bailáramos? No pude hacer otra cosa más que asentir. —Vaya, si yo hubiera sabido que lo estaba pidiendo por obligación, habría dicho que no. Tiene tanta laca para el cabello que te juro que se adhería a las paredes de mis pulmones. —Jess dejó escapar una tos falsa. —Lo siento mucho —comencé—. Fue una apuesta estúpida y no me debería haber metido en ella. La tos falsa Jess se convirtió en un ataque de risa ahogada. —¿No estás enojado? —¿Enojado? —dejó de reír—. ¿Cómo podría yo estar enojado? Estás básicamente hiperventilando aquí, porque Clarissa y Nina van a decirle a Trace que te gusta, todo porque has pensado que me estaban ayudando bailar con una chica que pensaba que me gustaba. ¿Cómo podría estar enojado contigo por eso? —Jess quitó una pestaña de mi mejilla—. No merezco una amiga tan buena como tú. La cercanía de Jess alivió mis nervios, y sentí que mi respiración disminuía a un ritmo incluso más lento. Casi olvidaba la terrible situación que estaba ocurriendo a mí alrededor cuando Jess miró por encima de mi cabeza y dijo: —Uh-oh. Me volví para hacer frente a lo que estaba viendo. ¡A través de la multitud vi Clarissa y Nina, de pie delante de Trace Weston! ¡No! Le grité en mi cabeza, pero ninguna palabra salió de mi boca. Quería gritar, pero ya era demasiado tarde. El daño estaba hecho, y no había nada que pudiera hacer. Pero no tenía que verlo. Sin mirar hacia atrás a Jess, salté del apretado grupo de estudiantes de noveno grado y me dirigí hacia las puertas dobles que llevaban al pasillo. Sin detenerme, me dirigí directamente al baño, que estaba lleno todavía con vertiginosas jóvenes y sus rociadores para el cuerpo asquerosamente fuertes. No miré a nadie mientras me dirigía hacia el cubículo más alejado, entré y cerré la puerta detrás de mí con seguro. ¿Cómo podía estar pasándome esto? ¿Cómo lo dejé llegar hasta aquí? Quería llorar, pero no me lo permití. No llevaba maquillaje, así que no tenía que preocuparme de que el rubor se corriera —un problema que había oído de otras chicas cuando lloraban— pero no podía soportar ver a nadie en mi primer Baile del Día de San Valentín con los ojos rojos hinchados. Cuando había pasado suficiente tiempo estaba segura de que la conversación ilusoria entre Clarissa, Nina y Trace había terminado, abrí la puerta chirriante de color rosa. Ahora estaba sola en el baño. Supuse que eso significaba que el baile estaba por terminar. Nadie quería estar en el cuarto de baño para el último baile, por si acaso a alguien les pedía que bailaran.

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Me ordené a mí misma a salir del baño e ir al pasillo, un paso a la vez. Poco a poco volví a entrar en el gimnasio. Se sentía más pequeño esta vez. Clarissa y Nina estaban en medio de los de noveno grado otra vez, hablando entre ellas. Jess estaba por la pared del fondo, bebiendo ponche con un par de otros chicos de noveno grado. No busqué a Trace. No sería capaz de soportar el contacto visual con él ahora. Tan pronto como Clarissa y Nina me vieron, corrieron hacia mí, se veían raras corriendo con sus zapatos de tacón. —¡Gemma! ¡Se lo pedimos! —Nina hizo una bola con los puños como una líder de porristas. —¿Qué dijiste? ¿Qué dijo él? —Me preparé para sus respuestas. Clarissa habló esta vez: —¡Sólo le dijimos que te gusta! —Ella se encogió de hombros como si no fuera un gran problema en absoluto—. No parecía sorprendido. Y luego le dijimos que si también le gustabas, debería pedirte que bailaran la última pieza. Me sentí tan expuesta. —¡Él sonrió! —Nina añadió, y sus palabras cambiaron totalmente la situación. Miré fijamente a los ojos de Nina, luego de Clarissa. —¿Él sonrió? ¿En serio? ¿Una sonrisa agradable o una sonrisa de disgusto? Clarissa miró a Nina interrogante. —Mmm, difícil de decir. —No —Nina no estuvo de acuerdo—, fue sin duda una sonrisa de agrado. —No le des ilusiones —dijo Clarissa, como si yo no estuviera allí de pie. En ese momento la música se detuvo y la voz de nuestro director sonó por los altavoces: —La siguiente canción va a ser la última, así que vamos a ver a todo el mundo en la pista de baile. Y sean cuidadosos en su camino a casa. Una canción romántica comenzó en cuanto todos a mí alrededor empezaron a romper en parejas. Nina y Clarissa fueron invitadas a bailar antes de que la introducción terminara, dejándome sola en espera de Trace para encontrarme en la multitud. Podía sentir mi cara empezando calentarse, en cuanto el cantante comenzó el primer verso. Me pregunté cuánto duraba la canción, y me pregunté cuánto tiempo debería esperar a Trace. Había casi renunciado, cuando sentí una mano cálida sobre mi hombro. Dejé de respirar mientras poco a poco me di la vuelta. Era Jess. —Hola —sonrió como disculpándose—. Sé que no soy la persona que querías ver‖en‖este‖momento,‖pero… Antes de que pudiera terminar, puse mis brazos alrededor de su cuello. —¡No podría estar más feliz de verte! —Apreté con tanta fuerza. Tal vez lo sostenía aferrándome con todas mis fuerzas. Sabía que si lo dejaba ir caería en la experiencia más humillante de mi vida. Jess hizo una mueca cuando, finalmente, solté su cuello. —No Trace, ¿eh?

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Negué con la cabeza. —Bueno,‖sé‖que‖dije‖que‖no‖bailaría‖el‖último‖baile,‖pero‖me‖preguntaba… —¡Me encantaría! —Rápidamente me acerqué a Jess, pero él se alejó tan rápido en cuanto me moví—. ¿Qué pasa? Sentí una punzada de vergüenza recorrer todo mi cuerpo. Tal vez no me estaba pidiendo que bailáramos después de todo. —No podemos bailar aquí. Miré a mi alrededor. Estábamos en la parte posterior derecha del gimnasio por la mesa del ponche. Las únicas personas que nos rodeaban eran los maestros y un par de estudiantes de séptimo grado incómodos y que nadie había invitado a bailar. —Bueno, ¿entonces adónde deberíamos ir? —Tenía miedo de su respuesta. Si yo conocía Jess, tanto como creía que lo hacía, querría que nos saliéramos al campo de fútbol lejos del resto de la multitud. Así que me sorprendí cuando señaló a la parte delantera de la sala donde los estudiantes de noveno grado se encontraban—. ¿Allá adelante? ¡No hay lugar! —Claro que sí. Además, tenemos que dejar que este chico Trace sepa lo que se está perdiendo. Jess tomó mi mano y me condujo hacia el frente del gimnasio. Sostener su mano me hizo sentir a salvo de la decepción que rodeaba mi cabeza. Jess se detuvo tan pronto estuvimos lo suficientemente cerca de la gente pareciendo "involucrados", pero lo suficientemente lejos para respirar. Puso mi mano sobre mi cuerpo luego di un giro con su brazo. Cuando terminé la vuelta, estaba segura en sus brazos. —¿Estás bromeando? —Miré su rostro y me sorprendí al verlo tan cerca. Parecía genuinamente confundido. —¿Qué? —¿De‖ dónde‖ sacas‖ esos‖ movimientos?‖ Sr.‖ “No‖ bailaría‖ el‖ ultimo‖ baile‖ aunque‖ me‖pagaran”. ¡Siempre has hecho que sonara como si no supieras bailar! Jess puso los ojos en blanco. —Tengo dos hermanas. ¿Qué esperabas? Miré fijamente a Jess, que solía parecer mucho más alto. No me di cuenta que yo había crecido mucho durante los últimos dos años. La última vez que estuve tan cerca de Jess fue cuando me alzaba hacia arriba en nuestro viejo fuerte en el árbol en el bosque detrás de mi casa. Eso fue al menos hace dos veranos. En ese entonces mi nivel de los ojos estaba a punto de su pecho. Ahora mi frente llegó justo al punto de la barbilla. Y él había crecido un par de centímetros. Estar tan cerca de él, no podía adaptarme a su olor. Jess no era el tipo de chico que se ahogaba en colonia, pero en lugar de eso olía a jabón fresco de la ducha de la mañana, mezclada con el aroma del desodorante electrizante de los hombres. Mientras sonaba la canción, Jess y yo dejamos de hablar, y pronto estábamos bailando tan cerca que mi mejilla acarició el costado de su cuello suave. Siempre pensé que conocía a Jess bien. Sabía exactamente donde aparecían las líneas de

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expresión en su rostro cuando hacia una broma divertida. Sabía que lo enojaba, frustraba o molestaba. Sabía cuando necesitaba un corte de pelo, y cuando él no había estudiado lo suficiente para un examen. Pero en todos los años que habíamos pasado juntos, nunca había estado tan cerca de él. Nunca había sentido la suavidad de su piel contra mi cara. —¿Puedo interrumpir? Conocía la penetrante voz femenina muy bien. Me alejé a unos cuantos centímetros del firme agarre de Jess para ver a Clarissa de pie a nuestro lado con las manos entrelazadas detrás de la espalda. Tanto Jess como yo la miramos con la boca abierta. Jess se le adelantó. —En este instante no es un buen momento —comenzó. Pero antes de que pudiera decir algo más, le interrumpí. —Está bien, Jess. —Yo seguía mirando a Clarissa, preguntándome cómo podía quitarme a Jess ahora, cuando Trace había decidido, obviamente, no invitarme a bailar. Pero no quería que ninguno de los dos sintiera lástima por mí. Quería demostrar que estaba bien por mi cuenta. Liberé mi agarre del cuello de Jess, y sentí que hizo lo mismo. El aire a mí alrededor se sentía frío sin el calor de Jess que me rodeara. Jess me miraba con los ojos inciertos en cuanto me alejé y Clarissa se insertó en mi lugar entre sus brazos. Dejé el gimnasio oscuro, a pesar de que estaba en contra de las reglas, caminé por el pasillo hasta mi casillero y saqué la bolsa que había preparado con los pantalones vaqueros y una sudadera. Mi primer último baile había sido horrible. No le gustaba a Trace. Y ahora, Jess estaba bailando con Clarissa, por segunda vez, cerca e íntimo. Me dirigí a un cuarto de baño distante donde ya no podía oír la música del baile. Cambié mi vestido y los zapatos que no combinaban y me puse ropa cómoda. La ropa que no apestaba a rechazo.

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Capítulo 6 Traducido por Ale Grigori Corregido por Maia8

V

einte minutos después Jess y yo estábamos caminando por el viejo campo de fútbol que nos dirigía a casa. Hasta ahora era como si el baile nunca hubiera existido. Jess estaba jugando con un globo de helio cuando me encontré con él, y había estado aspirando el aire y hablando como una ardilla, desde entonces. Una vez que usó todo el helio, guardó el desinflado globo en su bolsillo trasero y se aclaró la garganta. —Entonces Clarissa nos interrumpió cuando estábamos bailando.6 Levanté una ceja por su sutil forma de traer el tema a colación. —Sí, lo sé. Estaba allí. Jess miró sus zapatos mientras caminaba. —No tienes que dejar que alguien te interrumpa cuando te lo piden, sabes. No es una regla. —Bueno aparentemente tampoco es una regla sacar a alguien a bailar porque los amigos te piden que lo hagas. —Pateé una vieja envoltura de un dulce que estaba flotando sobre la hierba. —Trace no sabe lo que se está perdiendo. Sabía que Jess sólo estaba siendo amable. Trace sabía exactamente lo que se estaba perdiendo. Él se estaba perdiendo una idiota de octavo grado quien lo persiguió durante la clase de Algebra. Pero se sentía mejor estar de acuerdo con Jess, así que inflé mi pecho y dije: —¡Sí! Trace Weston no me merece. He terminado con él. Jess aplaudió una vez, pero luego ambas manos cayeron a sus lados. Caminamos en silencio por un momento, pensando en el hecho que yo había sido rechazada hoy, sin lugar a dudas. Entrecerré los ojos y miré hacia el sol que finalmente se había asomado entre las nubes. —¿Puedo hacerte una pregunta? Jess se encogió de hombros una vez. —Claro.

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Del original en inglés: Cut in: se refiere a que mientras se baila, otra persona llegué a la pareja

para bailar con ella.

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—¿Eres popular? —No había sido capaz de alejar la imagen de las chicas en el baile, como ellas lo miraban y se colgaban sobre él en cada movimiento. Incluso los hombres estaban impresionados. —¿De qué estás hablando? —La voz de Jess se elevó de repente, como si estuviera avergonzado. Sabía exactamente de qué estaba hablando. —¿Eres-popular? —Gemma, necesitas olvidar la palabra popular. No significa nada. Ni siquiera existe. —Lo sabía. —Crucé mis brazos toscamente alrededor de mi pecho y le fruncí el ceño al suelo en frente de mí—. Eres popular. Tú sólo estás tratando de negarlo. —¿A qué viene esto? —A la manera en la que hablaste con ese chico Conrad en el baile y de la manera en que todas las chicas, incluidas las bonitas, se derretían por ti. ¡Es tan obvio! ¡No puedo creer que no lo haya visto antes! Sus manos golpearon contra los lados de sus piernas con exasperación. —La popularidad no significa nada. —Significa que eres más genial que los demás. —¿Quién lo dice? —Lo dice la otra gente genial. —Me defendí. —¿Qué los hace tan geniales? —La mejor ropa, verse bien, montones de dinero. —Podía haber continuado. —Mírame Gemma. ¿Visto buena ropa? —Miré la desabotonada camisa azul que había tenido en el baile. Su corbata marrón que ahora estaba alrededor de su cabeza como un pañuelo. Antes de que pudiera contestar, Jess continuó—. La razón por la que la mayoría de gente me conoce y me habla es porque hablo con ellos. No se trata de buena ropa o dinero o como se ven. —Nadie quiere que yo les hable. Todo el mundo piensa que son muy geniales. Jess suspiró. —Nadie en primer ciclo de secundaria piensa que son geniales. —Hum. —Enrollé un poco de pelo entre mis dedos—. No importa de todos modos. No necesito nada de ellos. Jess me miró. —Suena como si tuvieras todo resuelto. Nos acercábamos al hueco en la valla, por lo que Jess tomó mi mochila mientras yo entraba torpemente a través del hueco. Cuando él lo atravesó, se detuvo justo en frente de mí y me miró con ojos serios. —Hemos tenido algún tipo de conversaciones serias últimamente, ¿no? —Sus ojos trazaron las líneas de mi cara mientras hablaba. Asentí, pero era físicamente incapaz de hacer algo más. La manera en que él me miraba tan cerca, colocaba el resto del mundo fuera de foco, me dejó sin aliento y no podía encontrar mi voz para hablar.

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Jess vacilantemente levantó su mano hacia mi cara y apartó un mechón de pelo que se había acomodado en mi mejilla. Mi corazón estaba latiendo en mi garganta mientras memorizaba la sensación de su piel contra la mía. Sus ojos se trabaron en los míos mientras colocaba el pelo detrás de mi oreja. Pero a medida que bajaba su mano, sus ojos brillaron con un nuevo pensamiento y él dio un paso hacia mí mientras decía: —Fue un poco triste cuando Clarissa interrumpió así. Me recompuse y volví a seguirlo. —¿Triste? ¿Por qué? Él inclino la cabeza hacia un lado. —Clarissa y esa laca para el cabello. —Se obligó a toser—. Me pregunto si eso puede causarle daño a mis pulmones. —Además, probablemente estabas triste porque no estuvieras bailando conmigo más, ¿no? —Me moría por saber, pero le coloqué a mis palabras un toque de humor en caso de que la respuesta no fuera la que yo quería escuchar. Jess frunció los labios y asintió con un toque recíproco de sarcasmo. —Muy triste. —Apuesto que eran mis zapatos rojos mal combinados lo que hacía que me extrañaras tanto. Los chicos realmente van por ese tipo de cosas. —Recurrí a bromear porque estaba nerviosa (no, aterrorizada) de que en realidad no estuviera triste porque nuestro baile hubiera sido interrumpido, en absoluto. Jess, dejó caer su cabeza hacia atrás. —Sí. —Estuvo de acuerdo con sus labios levantados en una media sonrisa—. La ropa mal combinada es irresistible. —Nos acercamos a nuestras casas. Tenía la esperanza de que Jess me siguiera al jardín, pero empezó a dirigirse a su camino. —No te deberías sentir tan mal —hablé fuerte mientras Jess continuaba ampliando la brecha entre nosotros—. Te di la mitad de un baile. Jess se dio la vuelta y siguió caminando hacia atrás mientras casi me gritó a través de la calle. —Sí, y quizás uno de estos días te pida bailar por una razón, además de sentir lástima por ti. Sabía que él estaba bromeando o más bien esperaba que lo estuviera, pero sus palabras dolieron y mis hombros cayeron con decepción. Jess sonrió ante mi respuesta y agitó el brazo en mi dirección mientras subía a la acera y cruzaba el césped. —Sólo estoy bromeando, Gem. Él se volvió hacia su casa para mirar los escalones del porche, y mientras lo hacía dijo algo que no pude entender. Porque lo que él dijo no estaba destinado a ser escuchado. Dijo algo que casi sonó como —lo que por un segundo pensé escuchar, pero él no pudo haber dicho— pero me pareció oír las palabras: —Te invité a bailar porque te amo.

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Capítulo 7 Traducción SOS por PokerF• Corregido por Carmenlu

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ntes de lo que pensé era junio, y la energía a lo largo de la escuela estaba surgiendo. Los profesores estaban recibiendo las últimas tareas. Los estudiantes estaban limpiando sus casilleros y los conos naranjas estaban espontáneamente puestos alrededor del patio esperando el gran proyecto de verano de expandir el estacionamiento de la facultad. Usualmente vivía por esos últimos días de clase. Amaba como los pasillos siempre olían a líquido de limpieza debido a los estudiantes que estaban limpiando escritorios y sillas. Amaba las cajas dispersas en todos los salones siendo llenadas con libros usados y calculadoras de alquiler. Incluso amaba cuando la cafetería se quedaba sin comida porque las cocineras no querían comprar comida solo para no dejar sobras después de los últimos días de escuela. Pero este año esas cosas me hicieron sentir una punzada de tristeza. Este año no solo era el final del año escolar; era el final de Jess y yo caminando juntos de regreso a casa. Ya había sentido esta angustia antes, cuando él había ido a la secundaria 7 sin mí, tres años atrás. Eso fue cuando tenía once, el hecho de que Jess y yo no fuéramos caminando juntos no se me ocurrió hasta que estaba lista para ir a la escuela el primer día del sexto grado. Estaba comiendo mi desayuno cuando miré el reloj y me di cuenta que Jess estaba retrasado —algo que nunca ocurría— tragué mi cereal y me apuré a ponerme mis zapatos mientras casualmente le mencioné a mis padres que iba a la casa de Jess para asegurarme de que todo estuviera bien. Recuerdo a mamá y a papá viéndose el uno al otro con‖ consternación.‖ Pap{‖ se‖ veía‖ distraído‖ cuando‖ me‖ dijo:‖ “Jess‖ no‖ te‖ va‖ acompañar‖ a‖ la‖ escuela‖ este‖ año”.‖ Lo‖ dijo‖ con‖ mucha‖ indiferencia,‖ como‖ si‖ pensara que no era un gran problema. Ahora, creo que supo que tan grande era el problema; no sabía como más llamarlo. Mis padres me había observando con ojos apenados, mientras me arrodillaba en el piso, con lágrimas bajando por mi rostro. Mamá llamó a la enfermera y le dijo que iba a llegar tarde esa mañana. Creo que se sintió culpable por no advertirme sobre eso antes. Los siguientes nueve meses del sexto grado habían sido un tiempo de soledad para mí, y no estaba emocionada de volver a vivir aquellos años otra vez.

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Secundaria: en el texto aparece como, Junior High: Que sería el primer ciclo de la secundaria

(sexto grado a noveno)

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Pero cuando la campana final sonó en mi último día como estudiante de octavo grado, yo estaba tan emocionada de salir de la oscuridad, de la sombría escuela y en la luz del sol que casi me olvidé de la tragedia a la que me estaba enfrentando. Abucheos y gritos a través de los pasillos mientras chicos emocionados corrían fuera de los salones y a través del aire cálido. Las vacaciones de verano habían empezado. Pero recordé la tristeza cuando vi a Jess, recostado contra la pared de ladrillos de la escuela con una carpeta de manila gorda en la mano. —¿Qué es eso? —le pregunté cuando estuve cerca de él. Jess bajó la mirada hacia la carpeta. —Son solo algunos resultados de pruebas y proyectos especiales que he hecho durante los últimos tres años. Supongo que los guardan para nosotros y nos los devuelven cuando terminamos la secundaria. —No me lo recuerdes —dije. —¿Cuál es el problema Gem? Se supone que estés feliz en un día como este. Eres libre de la escuela por tres meses. Me encogí de hombros y tranquilamente me dirigí hacia la calle arbolada principal mientras caminaba a mi lado. El sol caía sobre nuestras cabezas. Era el día más caluroso del año hasta ahora, y el olor a pino caliente hacía que se sintiera aún mas como verano. No podía soportar pensar que esta sería la última vez que Jess y yo regresaríamos juntos a casa desde la escuela. Sería la última vez que correríamos a través del campo de futbol y tiraríamos rocas en los arcos. Sería la última vez que nos arrastraríamos a través de la valla para entrar a la selva de cemento. Entramos silenciosamente al campo de futbol cuando Jess me dio la vuelta y me dijo: —En serio, ¿cuál es el problema? Lo miré con los ojos entrecerrados. —¿No lo sabes? —Me puso furiosa saber que era la única que se daba cuenta de cuán horrible nuestra separación iba a ser—. El próximo año vas a la escuela secundaria8, y yo seguiré aquí en esta estúpida escuela, y tendré que caminar hasta aquí sola. Esta es la última vez que vamos a caminar juntos hasta la escuela, probablemente por siempre. El próximo año estarás conduciendo tu propio auto hacia la escuela y probablemente tendrás una novia. Jess agachó su cabeza y sacó su labio inferior, pero sus ojos estaban sonrientes. —Traté de no aprobar mis clases, de esa manera podía quedarme. Pero soy demasiado inteligente. —No pensé que eso fuera divertido. Cuando no reí, Jess me golpeó suavemente en mi hombro—. Oye no es como si nos fuéramos a dejar de ver. Vivo justo cruzando la calle. Estaré en tu cara todo el tiempo. Estaba honestamente sorprendida de oír eso. 8

Escuela secundaria: el texto aparece como, High school: Segundo ciclo (Decimo, Once, y en

algunos casos 12)

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—¿En serio? —Estarás harta de verme —prometió Jess. Luego de eso Jess saltó hacia un poste cerca del arco, colgándose de él como un mono, cuando saltó de nuevo hacia el pasto. —Vamos a ver nuestro viejo fuerte —gritó. Y luego estaba a unos buenos treinta metros de mí—. ¡No lo visitamos como desde siempre, me pregunto si aún está ahí! Las últimas palabras se perdieron mientras empezaba a correr hacia el lado más alejado del campo. Me aferré con fuerza a las tiras de mi mochila —y a su promesa— y corrí hacia él. *** El receso de verano se sintió más corto que tres meses. Me estaba volviendo lo suficientemente‖vieja‖para‖entender‖que‖el‖receso‖de‖“tres‖meses”‖del‖que‖todo‖ el mundo hablaba no era en realidad de tres meses. Para cuando salimos de la escuela estábamos en la mitad de junio, y empezábamos de nuevo en la parte final de agosto. ¡Eso era apenas un poco más de dos meses! Entendí entonces que era otra forma en la que los adultos trataban de engañar a los niños. Miré el móvil que mis padres me habían dado como regalo de cumpleaños adelantado y vi que ya eran las 8:57 de la noche. Era la última noche del verano. La escuela empezaba al día siguiente, y Jess y yo habíamos salido por un último cono de nieve. Nos estábamos acercando a nuestras casas mientras me contaba su horario de clases. Debió haberme visto mirar mi móvil porque preguntó: —¿A qué horas debes estar en casa esta noche? Miré a mi casa y respondí. —Nueve. A veces mamá me esperaba viendo por la ventana principal. Pero las ventanas estaban vacías, así que tal vez podría quedarme algunos minutos más. Relajó sus hombros y puso sus manos es sus bolsillos. —Aún vamos a seguirnos viendo, Gem. Todos los días. Bajé la mirada hacia el andén y me encogí de hombros. —Supongo. Estaba aterrada de que la escuela secundaria lo cambiara. De que estuviese ocupado con tarea, deportes y que dejara de venir a mi casa cada noche. De que encontrara nuevos amigos —o una novia— y se olvidara completamente de mí. Jess sopló una frambuesa a través de sus labios y rizó mi cabello. —No te pongas dramática conmigo, Gemmalynn Judith. —Cuando me ponía dramática, él me llamaba por mi nombre completo, del cual estaba convencido que‖sería‖mi‖nombre‖“artístico”‖algún‖día—. Te vas a aburrir de mí. Te prometo que lo harás. Mordí la parte interior de mi mejilla y asentí en concordancia, esperando con toda mi existencia que él realmente estuviera a mi lado por mucho tiempo.

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Eran seguramente las nueve pasadas. Tenía que irme, pero partir significaba que era el final del verano. Lágrimas empezaron a formarse los bordes de mis ojos. Traté de detenerme, pero entre más me esforzaba más salían. Pronto las lágrimas estaban chorreando por mis ojos tan rápido que pude oír charcos formándose en el cemento debajo de mí. Jess, claramente sorprendido con la reacción, me abrazó. Entre sollozos dije en su pecho: —Odio esto. Jess respiraba suavemente en mi cabello y me apretó un poco más fuerte. —Vas a estar bien. Yo soy el que debería estar llorando. Seré un estúpido novato en la secundaria con todos eso chicos mayores conduciendo sus lujosos autos. Me permití soltarme del torso de Jess. Estaba usando su camisa azul de los Cubs, la única que había usado durante el verano. Olía a suciedad, pino y al lago. Olía como el verano. Olfateé y me alejé mientras limpiaba mis ojos. —Sin mencionar que tu mejor amiga es aún una tonta niña de noveno grado. Jess se inclinó un poco y quitó los mechones de pelo mojados de mis mejillas. —Bien, es algo de lo cual estoy algo orgulloso. —¡Gemma! —La voz me sobresaltó mientras me giraba hacia mi casa para ver a mi madre parada en la entrada, regando una de sus plantas. Ella estaba mirando de cerca las hojas de la planta, pero la manera en que dijo mi nombre significaba problemas. Miré de nuevo a Jess e hice una mueca a través de mis pestañas—. Esa es mi señal. Mamá continuó hablando, su voz era sorda mientras cavaba más profundo en la matera para remover una maleza. —Gracias por traer a Gemma a casa Jessie. —No hay problema, señora Mitchell. Finalmente alzó la mirada de la planta. —Empiezas la secundaria mañana, ¿cierto? —Puso la regadera en el portón—. Gemma, puedes ir entrando mientras Jess y yo terminamos nuestra conversación. Sonreí a Jess y arrastré mis pies a través del jardín. Jess pateó una hoja sobre el césped. —Sí, solo espero no caer en la broma del ascensor. Mamá rió con fuerza por el chiste de Jess. Puso sus nudillos en sus caderas y miró al cielo como si estuviese recordando. —¿Aún venden pases para el ascensor en estos días? Jess miró hacia el cielo. —Supongo que se lo diré mañana. —Buena suerte, y dile a tu madre que la llamaré mañana. —Lo haré, señora M. Buenas noches. —La voz de Jess se esfumó mientras mamá me seguía a través de la entrada. —En serio me agrada ese chico —dijo mientras cerraba la puerta tras nosotras— . No me importaría que algún día él fuera mi yerno.

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Un año antes le habría mostrado la lengua a mamá y a sus consejos sobre Jess y yo en una relación amorosa. Pero las cosas eran diferentes ahora. Jess tenía dieciséis. Yo tenía casi quince. Jess, ya no era solo el chico que estaba pasando la calle. Él era alguien especial, alguien que me hacía sentir cosas que quería seguir sintiendo. Me paseé con tristeza en nuestro cuarto del frente, dejando las luces apagadas, y me senté en frente de la ventana. Miré a Jess caminando hacia la entrada de su casa con sus manos en los bolsillos de nuevo, y su cabeza mirando sus zapatos. Pensé en el abrazo que acabábamos de compartir. Que confortable había sido tener sus brazos alrededor mío y ser presionada contra su cálido y firme pecho. Pensé sobre lo que Jess había dicho, que estaría tan cerca, tan a menudo que enfermaría de verlo. Cerré mis ojos por un momento y recé porque fuera cierto. Pero mientras Jess abría su puerta y se escapaba de mi vista, no lo podía soportar pero sentí que esta noche era el final de algo.

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Capítulo 8 Traducido por ZAMI y Dark heaven Corregido por Carmenlu

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a alarma sonó a las seis treinta de la mañana. Presioné el botón de mi despertador y me hundí en la almohada. Pero no volví a dormir como generalmente lo hacía. La dura realidad de Jess empezando la secundaria sin mí, me atravesaba dolorosamente. Decidí que estaba demasiado enferma como para ir a la escuela. Tal vez mamá llamaría a la enfermera de la escuela para avisar que llegaría tarde. Me quedé acostada en la cama sin moverme hasta que la alarma volvió a sonar. Una canción country9 del viejo oeste, que no había oído en mi vida, comenzó a reproducirse lo que solo ralentizó mi progreso de salir de la cama, escuché a mi mamá dando vueltas por el pasillo, y supe que tan pronto como se diera cuenta de que seguía en la cama, vendría a tocar mi puerta. —Gem. —Como lo esperaba golpeó la puerta con los nudillos, gemí—. ¿Estás bien? —Asomó la cabeza a mi cuarto. —No creo poder ir a la escuela hoy —murmuré tomando ventaja de mi carrasposa voz matutina—. Estoy muy enferma. Mamá dio un elegante paso a través de la puerta y se sentó en el borde de mi cama. Colocó la parte de atrás de su mano en mi frente. —Hmmm. —Frunció el ceño mientras examinada detenidamente mi rostro en la tenue luz que entraba por la ventana—. Oh, sí. Ya sé cuál es el problema. —¿Lo sabes? —pregunté perpleja—. ¿Realmente tengo fiebre? —Sí. Al parecer padeces de falta-Jess-itis. —Tironeó mis orejas—. Es muy común en esta época del año. Encontrado principalmente en niñas llamadas Gemma que tienen que caminar solas a la escuela. Le sonreí sarcásticamente y quité el cobertor de mi cabeza. Mis palabras eran apagadas mientras hablaba. —Estoy enferma de verdad mamá. Necesito que llames a la enfermera y le digas que no podré ir a la escuela este año. Mi mamá dejó escapar una cansada risa mientras se paraba, y me quitaba la cálida manta de encima. —Vamos niña. Yo te llevo a la escuela. Ella me dejó enfrente de la escuela y me arrastré hacia las puertas principales. Cuando entré a la escuela, aún había un par de estudiantes deambulando

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Country: es un estilo musical surgido en los años 20 en las regiones rurales del Sur de Estados

Unidos y las Marítimas de Canadá.

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revisando su horario de clases. Busqué en mi mochila mi horario de clases. Pero no lo podía encontrar. El pánico se extendió por todo mi cuerpo, y silenciosamente recé para despertar de esta pesadilla. Estaba tan preocupada de que Jess me dejara que no me había tomado el tiempo para memorizarlo. Me quité la mochila del hombro y busqué en su interior con la esperanza de que me hubiera equivocado. Siendo el primer día de escuela, mi mochila estaba básicamente vacía a excepción de una carpeta con papel blanco, una calculadora y una par de lápices. No me tomó mucho tiempo darme cuenta de que mi horario se había quedado en el escritorio de mi cuarto a medio kilómetro de distancia. Corrí de regreso a la puerta principal y miré a través de la ventana, en busca del coche de mamá. Hacía mucho que se había ido. Apreté mis ojos, e intenté que las palabras que había leído una semana atrás cuando recibí mi horario volvieran a mí. Mi mente estaba en blanco. Estaba desesperada. Caminé lo mejor que pude por el pasillo hasta que encontré una clase con rostros familiares. Entré naturalmente por la puerta, que ya estaba abierta, y me senté en un asiento vacío en la última fila. Por suerte la profesora aún estaba hablando con un par de estudiantes al frente de la clase, así que no había notado mi entrada. Busqué a Nina o a Clarisa entre el resto de la clase. Ninguna de las dos estaba aquí. Sin embargo había una persona que si lo estaba, y él era la persona a la que menos quería ver. Trace Weston estaba sentado en la segunda fila, pero no había volteado el rostro cuando entré al salón. —Buenos días clase, y bienvenidos a su primer día del noveno grado. —La profesora era una mujer joven con largo cabello y mejillas sonrojadas. Era delgada y hermosa y cuando sonreía sus carnosos labios se extendían por todo su rostro—. Tengo recuerdos muy buenos de mi noveno grado —continuó mientras nos miraba a cada uno directamente a los ojos—. Y espero que ustedes y yo hagamos todo lo posible para que sea igual de maravilloso para ustedes. Se presentó a sí misma como la Señorita Campbell y comenzó a pasar lista. Aguanté el aliento cuando comenzó con las K. Por favor di mi nombre, por favor di mi nombre. —¿Michael Karen? —Aquí —¿Brian Jennings? —Aquí. —¿Samanta Mullen? —Aquí. ¿Mullen? Alfabéticamente Mullen venía después de Mitchell. Mi estómago se hundió. Esta clase era incorrecta. Campbell terminó con la lista y preguntó si alguno no había sido nombrado. Opté por no levantar mi mano. El anuncio y el almuerzo vendrían dentro de poco y entonces levantaría la mano por pizza con pepperoni. Campbell nos invitó a reunirnos en un gran círculo así podría ver mejor nuestros rostros. Sacó una gran pelota de playa roja, amarilla y blanca,

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que ya había inflado y se la lanzó a unos de los chicos que estaban enfrentados a ella. —Quien sostenga la pelota será la única persona que podrá hablar —explicó la Srta. Campbell—. Cuando les toque sostener la pelota dígannos su nombre y dos cosas sobre ustedes que sean verdad y dos que no. Cuando lo hagan, deberán dejar la pelota en el centro del círculo y silenciosamente votaremos cuáles eran verdad y cuáles eran mentira. Me di cuenta de que la Señorita Campbell, había sido trasferida de una escuela primaria. Esta actividad se asemejaba a algo que yo había hecho en cuarto grado. Pero creo que toda la clase estaba de acuerdo en que esta era mucho mejor que la alternativa de trabajar, así que participamos felizmente. Cuando la pelota finalmente llegó a mis manos la apreté nerviosamente mientras hablaba. —Cuando tenía siete, casi fui mordida por una serpiente. Segundo: me tuvieron que‖sacar‖las‖amígdalas‖dos‖días‖antes‖de‖navidad.‖Y‖en‖tercer‖lugar… —¡Oh, espera! —La Señorita Campbell me interrumpió. Por más simpática que fuera, me pareció grosero que hablara cuando no tenía la pelota de playa. Me detuve a mitad de la oración y la miré—. No nos has dicho tu nombre. Estoy intentando aprenderme los nombres de cada uno así que necesito escucharlos tantas veces como sea posible. —Creí que se suponía que no debía hablar cuando no tenía la pelota —dije en un tono de obviedad. Toda la clase se rió cuando la gentil expresión de la Sra. Campbell se transformó en una de sorpresa y luego de irritación. —Soy la profesora, las reglas no se aplican a mí. —Su mandíbula se tensó y sus labios fruncidos blanquearon. —Eso no suena muy justo —continué, no porque fuera una persona agresiva, sino porque esperaba que si se enojaba lo suficiente, se olvidaría de revisar mi nombre en la hoja de asistencia. No funcionó. —Deme su nombre jovencita. —Su voz era baja, y hablaba lentamente. Estaba a punto de revelar mi secreto, cuando la persona más malvada en el mundo entero, Jake Jonathan habló, antes de que yo pudiera hacerlo. —Su nombre es Gemmalynn Judith Mitchell. —Era increíble que una persona tan distante, tan horrible, tan burlona, pudiera conocer algo tan personal de mí como mi nombre completo—. Y está enamorada de Trace Weston. ¡No podía creer lo que oía! Toda la clase explotó en una risa mientras yo esperaba despertar de una vez de este horroroso sueño. Le di un rápido vistazo a Trace que miraba hacia su regazo. Miré a la Sra. Campbell por alguna retribución, pero incuso ella tenía sus labios ligeramente curvados. Miré a Jake, quien se doblaba de la risa y grité la única oración de defensa que se me ocurrió.

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—¡No se supone que hables! ¡No tienes la pelota! —Silencio todos —finalmente ordenó la Sra. Campbell quince segundos demasiado tarde. Mientras la risa moría, la Sra. Campbell me volvió a mirar. Ella debe haber sentido algún atisbo de lástima porque me habló en un tono más suave y gentil. —¿Estaba tu nombre en la lista? No recuerdo…‖—Recogió la carpeta que tenía sobre el regazo y después trazo con el dedo un pedazo de de papel, que asumí debía ser la lista. Todo lo que podía hacer era esperar a que la Sra. Campbell se diera cuenta de que en realidad yo no era de su clase. Siguió pasando el dedo por la sección M una y otra vez hasta que yo estuve segura que la tinta se había corrido. —No veo tu nombre aquí Gemmalynn. —Me encogí ante mi nombre completo y tragué saliva. —Yo pensaba que pertenecía a esta clase, pero supongo que no. —Cálmate, Cálmate. No importa pensé, esto no podía ponerse peor. —¿Por qué no levantaste la mano cuando pregunté si me faltaba alguno? —Uh,‖ bueno…‖ —Yo no tenía una respuesta para ella. Mis labios seguían moviéndose frenéticamente de arriba abajo. —Ya veo. —La Sra. Campbell levantó las cejas. Me miró como si yo fuera una persona desamparada intentando colarse en una boda para robar comida. Luego otro indicio de piedad azotó su rostro. —A lo mejor la lista está mal. Démosle un vistazo a tu horario de clases. Ugh. No el horario de clases. Quería congelar el tiempo y rogarle a la Sra. Campbell que por favor se callara. ¿No podíamos discutir esto después de clases en vez de aquí, enfrente de todos? —Me la podrías dar para mirarlo. —Pidió. El resto de la clase comenzaba a ponerse ansiosa. —Urn, está en mi casillero. —Mentí. Para justificarme diré que esa era la mentira que la Sra. Campbell tan groseramente había interrumpido—. Lo veré después. Es probable que sólo lo haya leído mal. —Un par más de niños rieron hasta que la Sra. Campbell los mandó a callar. Obviamente ya no creía que fuera algo gracioso. —Deberías llevar el horario contigo, pero supongo que solo tendrás que mirarlo más detenidamente y me avisas mañana. Se aclaró la garganta otra vez y le pidió a los demás chicos que por favor fueran más considerados con los demás, lo cual yo encontré irónico. —Ok, continuemos con el juego. Gemma, pásale el balón a la siguiente persona. La miré sorprendida. Ella ni siquiera me iba a dejar terminar mi turno. Quería pararme y reclamar. ¡Tenía todo el derecho de seguir jugando! Pero luego ya no estaba tan segura de que fuera así. Tímidamente le entregué el balón a la persona a mi izquierda sin decir una palabra.

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La campana sonó 10 minutos más tarde, y en silencio recogí mi mochila. Cuando estaba dejando la clase escuche una familiar voz masculina riéndose. —¡Hey Gemma, aquí hay una mentira: Gemma no es una perdedora! —Por supuesto ese solo podía ser Jake. Él y otro par de muchachos siguieron siseando malas palabras a través de sus dientes, pero no me di la vuelta. Salí del salón de clase con las burlas escociendo mis orejas. Caminé por el pasillo hacia mi casillero hasta que me di cuenta de que me dirigía a mi antiguo casillero en el pasillo del octavo grado. El número del casillero de este año estaba impreso en tinta al final mi horario, el cual seguía en mi escritorio en casa. No sabía a dónde ir. Y no podría soportar la vergüenza de ir a otra clase equivocada. Caminé sin rumbo por el pasillo del noveno grado buscando a Clarissa y Nina, pero no las podía ver por ninguna parte. Cuatro minutos después la alarma del segundo periodo sonó y me quedé sola. Consideré ir hasta la secundaria en busca de Jess, él sabría qué hacer, pero mi día ya había sido lo suficientemente humillante sin correr por un pasillo lleno de estudiantes de secundaria buscando a Jess. Llegué a la conclusión que la única opción que me quedaba era sentarme contra la pared junto a los apestosos basureros por el resto del día, o al menos hasta el almuerzo. El sol estaba caliente mientras caía directamente sobre mi cabeza, y las lágrimas que había llorado eventualmente dejaron una fina película blanca en mis mejillas. Me limpié los ojos y los entrecerré ante la luz del sol, para mirar mi reloj. Eran las once treinta. Había estado sentada contra la pared por casi dos horas y media. El almuerzo empezaría dentro de cinco minutos. Me levanté de pavimento. Mis músculos estaban adoloridos de tanto tiempo sentada en una posición. Me sacudí los pantalones mientras pequeñas piedritas que se habían clavado en ellos caían al suelo. Estaba muerta de hambre y prácticamente podía saborear el pepperoni en mi boca. Caminé hacia la puerta y agarré el picaporte. Me di cuenta para mi detrimento, que estaba cerrada. Claro que lo estaba. Todas las puertas excepto la principal que estaba enfrente de la oficina del director estaban bloqueadas desde el exterior. Suspiré e hice la cabeza hacia atrás frunciendo el ceño al cielo. ¿Podía este día ser peor? Me deslicé y me senté contra la pared de ladrillo. El pavimento seguía fresco donde yo había impedido que le diera el sol durante toda la mañana. Doble las rodillas contra mi pecho y coloqué la cabeza entre ellas y mi cuerpo e intenté imaginar cómo sería si estuviera comiendo pizza con pepperoni. Escuché la última campana y a cientos de niños corriendo a sus autos y a los autobuses. Cuando el sonido se detuvo me sentí lo suficientemente segura como para escalar la reja detrás del contenedor y caminar lentamente hacia el frente de la escuela. Miré mis alrededores cuidadosamente, asegurándome de que no hubiera padres o profesores que me pudieran ver saliendo de la esquina de la escuela. Cuando vi que estaba despejado, caminé casualmente por delante de la escuela, bajando por la carretera principal que viene desde el centro del

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pueblo, sobre el sendero arbolado, a través del viejo campo de fútbol, atravesando el hoyo en el vallado, pasando las paredes de cemento, y llegando a la calle de mi casa. Estaba a unos 40 metros de mi puerta cuando noté a Jess sentado en los escalones delanteros. Sentí la familiar sal construyéndose detrás de mis ojos, pero alejé las lágrimas. —Hey Jess. —Hablé como si hubiera esperado que estuviera ahí. De pronto levantó la vista del libro que tenía en el regazo —Hey, ahí está la nueva chica de noveno grado. Te ves más vieja —bromeó—. ¿Cómo estuvo tu primer día? Cuando llegué a mi jardín, dejé caer la mochila aún prácticamente vacía en el césped y me derretí en suelo junto a esta. Me acosté con los brazos y las piernas extendidas como si fuera a hacer un ángel de nieve, cerré los ojos y gemí al cielo. Jess hizo una mueca. —Así de bueno, ¿eh? Las palabras salieron de mi boca, pero apenas moví los labios. —No quieres saber. —Está bien. —Jess se encogió de hombros—. ¿Quieres escuchar sobre mi día? Asentí torpemente mientras hundía más la cabeza en el pasto. —Sólo tengo cinco clases en vez de siete. Sin embargo son más largas. Pero creo que me caerá bien la maestra de química. Rodé sobre un lado para verlo mejor mientras hablaba. Envidiaba su actitud sobre la escuela. Esto no era un castigo para Jess, era una oportunidad. —Tengo dos clases optativas y tres que son obligatorias. —Se detuvo y me vio tirada en el suelo—. Hombre, debe haber pasado algo realmente malo como para que me dejes hablar tanto. —No me creerías si te cuento —murmuré contra mi brazo con el que sostenía mi cabeza. Jess se paró del porche y se arrastró hasta donde yo estaba tirada en el pasto. —¿Qué sucedió? Me acosté sobre mi espalda y cerré los ojos. —Piensa en el peor primer día de escuela que puedas imaginar. Jess apoyó su rostro en una de sus manos. —Podría estar aquí todo el día. —Es en serio Jess. ¿No has tenido una de esas pesadillas en las que te presentas a clases en ropa interior el primer día de clases, y no conoces a nadie, no sabes adonde tienes que ir y todos se ríen de ti? —¿Fuiste a la escuela en ropa interior? —Quita la parte de la ropa interior y ahí tienes mi primer día del noveno grado. Jess se sentó en el césped junto a mí. —Desde el principio.

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—Llegué tarde a la escuela, porque intenté convencer a mi mamá de que me dejara quedarme en casa. —Odio cuando eso pasa. —Bromeaba de nuevo. Siempre me daba cuenta por el sonido de su voz. —Luego cuando llegué me di cuenta de que me había olvidado el horario de clases. Jess rió y se cubrió los ojos con las manos. —Eso sí que apesta. —Así que me metí en una de las clases. —¿Adivinaste? Asentí y continué. —Pero la profesora no dijo mi nombre cuando pasó lista. —Era la clase equivocada —declaró como si acabara de descubrir otra pista del rompecabezas. Asentí de nuevo. —Así que la profesora nos hizo formar un círculo, y jugar un juego con una pelota, y solo se podía hablar cuando tenías el balón en tus manos. —¿Te quedaste en la clase de todas maneras? —¡Jess! —Le espeté por interrumpirme y le di una mirada que lo hizo cerrar la boca. Continué—. Cuando fue mi turno con la pelota, la profesora me preguntó el nombre. —Ella no debería haber hablado. No tenía el balón. —Jess apuntó el aire con su dedo como si fuera un abogado en un juicio. Estaba tan contenta de que Jess pensara de la misma forma que yo. —Eso es lo que yo dije. —¿Dijiste eso? —Me mordí el labio interior y lentamente asentí—. Oh no. —Jess cerró los ojos y esperó a que yo continuara. —Así que Jake Jonatan le dijo mi nombre. Y mientras que lo hacía también le dijo a ella y al resto de la clase que me gustaba Trace Weston. —¿De todas las clases en la escuela escogiste justo una con Jake Jonatan? —¡Y con Trace Weston! Creí que los ojos de Jess se saldrían de sus cuencas. —¿Trace estaba en esa clase también? Miré al cielo. No había necesidad de responder. Jess me alentó a continuar. —Entonces, ¿qué sucedió? —La maestra se dio cuenta de que yo no debía estar en esa clase. Y simplemente siguió con eso enfrente de todos. Fue humillante. Jess se quejó. Sonaba como si genuinamente le doliera en el interior. —Eso es duro. Gem. Espero que las cosas hayan mejorado luego de eso. —¡Ha! —Espeté con sarcasmo—. No exactamente. Todo mi horario estaba en mi cuarto. —Apunté a mi casa—. Incluido el número de mi casillero el cual estaba escrito en el estúpido pedazo de papel. No podía hacer nada.

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Jess estrechó los ojos. —Así que, ¿qué hiciste? —Me quedé sentada junto a los basureros hasta que todo el mundo se fue a casa. Jess inclinó la cabeza hacia adelante. —¿Todo el día? —Sí—dije—. ¿Qué otra cosa podía hacer? —Gema, podrías simplemente haber ido a la oficina. Ellos tienen copias de los horarios de todos. ¡Solo te habría impreso uno nuevo! La respuesta obvia de Jess lastimaba mis oídos. Me sentía tan estúpida, avergonzada y molesta. Las lágrimas brotaron de mis ojos con fuerza. Ya no me quedaba voluntad para detenerlas. —Bueno eso es solo genial —lloriqueé mientras golpeaba el pasto en frente de mí. La expresión de Jess cambió de inmediato de sorpresa a disculpa. Me rodeó con los brazos y me presionó contra su pecho. —Lo siento, Gemma. No debería haber dicho algo como eso. Probablemente yo no lo hubiera sabido tampoco. El único motivo por el que lo sé es porque en séptimo grado mi maestra tiró su café sobre mi horario y me envió a la oficina a conseguir uno nuevo. No hay ninguna razón por la que deberías saber eso. Me limpié los ojos y me volví a enderezar. —Así‖ que…‖ —Sorbí mi nariz y me la limpié—. De todas maneras ese fue mi primer día en el noveno grado. —Aún estaba intentando limpiar mi rostro cuando la puerta principal de mi casa se abrió de par en par. —Gemmalynn Judith —dijo mi mamá con severidad. Había enojo real en sus ojos—. ¿Me puedes explicar por qué tu director me llamó para informarme que no habías ido a la escuela hoy? Mi mamá era realmente la persona linda para conocer, pero no querías conocer su lado malo. Tenía esta aura a su alrededor que demandaba respeto. Jess se levantó del césped y agarró el libro que había dejado sobre la escalera del porche. —Uh, mejor voy a casa a hacer algo de tarea. Jess lo sabía igual que cualquiera, y sin importar lo bien que le cayera a mi mama, no tenía el menor interés en estar cerca cuando se enojaba. Le rogué con mis ojos que se quedara. Sabía que la reprimenda sería menos severa si él estaba. Me miró disculpándose con los ojos. —Te veo después Gem. —Entonces con la cabeza volteada de una manera que mi‖mam{‖no‖pudiera‖ verlo,‖formuló‖las‖palabras‖“Buena‖suerte”‖con‖la‖boca‖y‖ cruzó la calle. —¡Gemma! —La nítida y cortante voz de mi mamá se deslizó por el silencio—. Estoy esperando una explicación. —Cómo podía una mujer tan pequeña ser tan terrorífica es algo que aún intento develar. La miré, con el rostro un bañado en lágrimas.

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—¡Y no creas que un montón de llanto te va a liberar del problema señorita! Intenté hablar pero mi garganta se atoró mientras más lágrimas salían de mis ojos. El enojo de mi mama rápidamente se trasformó en preocupación. —¿Estás bien, Gemma? ¿Pasó algo? —Bajó de a dos escalones la escalera del porche y se arrodilló a mi lado. Oh, no. Ahora estaba preocupada de que algo realmente malo hubiera pasado. Y luego estaría más enojada aun cuando se diera cuenta de que estaba bien físicamente —a pesar de que no podía decir lo mismo de mi estado emocional y mental. Tomé aire profundamente y negué con la cabeza. —No, estoy bien. Es solo que tuve un día muy, muy malo. Se cruzó de brazos e inclinó la cabeza hacia mí. —Estoy impaciente por escuchar tu versión de la historia. Le conté todo comenzando desde el momento en el que me di cuenta de que no tenía mi horario de clases y terminó conmigo pasando el resto del día junto al basurero. Su primera respuesta fue. —¿Por qué no fuiste a la oficina? —Pero cuando comencé a llorar de nuevo, retrocedió ligeramente—. ¿No sabías que podías conseguir una copia ahí? Enterré la cabeza entre mis manos y la sacudí. Frotó la parte de atrás de mi cabeza y me tiró más cerca con su mano. —Eso sí que suena como un día duro. —Incluso rió un poco cuando logró comprender exactamente lo que le había dicho. Mamá se levantó del césped. —Está bien. —Me tomó de la mano y me puso sobre mis pies—. No estoy enojada contigo, Gem. Pero me decepciona que hayas decidido sentarte fuera de la escuela todo el día en vez avisarme a mí o a cualquier otro adulto que tenías un problema. Así que para ayudarte a recordar eso en el futuro, vas a quitar la maleza de mi jardín luego de la escuela por el resto de la semana. ¿Lo entendiste? —¿Quitar la maleza? —Eso era peor que quedarme sentada junto a los contenedores de basura. El día siguiente mi mamá también me llevó a la escuela así podríamos explicarle al director lo que había pasado. Entonces fui a mis clases asignadas y le expliqué a todos y cada uno de mis maestros lo que me había sucedido. Lo único peor que mi primer día en el noveno grado fue tener que repetirlo ocho veces. Apenas logré ver a Clarisa o a Nina en todo el día. Clarisa no estaba en ninguna de mis clases, pero la vi desde la distancia parada en su casillero. Y a pesar de que me tocó Historia Mundial con Nina, ella se sentó del otro lado del salón con un par de chicas que había conocido en el verano durante el campamento de baile. De clase en clase me la pasé en la fila del fondo, debido a que los escritorios más cercanos habían sido tomados por los demás estudiante el día anterior, silenciosamente dibujando garabatos en el papel blanco de mi carpeta y ocasionalmente tomando notas cuando el profesor

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específicamente nos decía que debíamos escribir algo. Pasé por la fila del almuerzo sola y me senté al final de una de las largas mesas de la cafetería, hasta que fui informada por un grupo de muchachos que estaba sentada en sus sillas. Me comí el resto de mi almuerzo en la biblioteca hasta que me dijeron que no podía llevar comida a la biblioteca. Y lo peor de todo, gracias a que mi familia había estado en Cape Cod durante el registro regular, mi casillero estaba ahora‖en‖la‖“zona‖de‖inscripción‖tardía”.‖¡En‖el‖pasillo‖del‖octavo‖grado!‖¿Qué‖ estaba pasando? Yo creía que estar en noveno grado te hacía automáticamente genial. Estaba en el último año de toda la escuela. Pero entonces, ¿por qué me sentía como si fuera una tonta de séptimo otra vez? En el séptimo período durante mi clase de geografía me di cuenta de que no había hablado en todo el día con nadie que no fuera el director y algunos de mis maestros, para explicar mi ausencia del día anterior. Me senté en mi silla al fondo, solo en parte escuchando al Sr. Haggard recitar un poema sobre los continentes, cuando me di cuenta de otra cosa. Clarisa, Nina y Jess eran los únicos amigos que tenía. No tenía a nadie más con quien hablar. Si ellos no estuvieran alrededor, ¡no tendría a nadie para charlar! Seguro, tendría alguna charla ocasional aquí o allá con alguna chica que conociera desde primaria. Pero los únicos amigos verdaderos, las personas que notaban cuando yo no estaba, eran Clarisa, Nina y Jess. Y dudaba que alguna de las dos primeras haya realmente notado que me había ido ayer. Lo extraño es que no me angustiaba en absoluto por Nina y Clarisa. Su amistad solo había hecho más difícil mi vida. Pero lo que más me asombró fue que yo fuera así de mayor y solo tuviera un par de amigos. Yo no era tan fea como para que las personas no pudieran mirarme. Era divertida y tenía sentido del humor. O al menos Jess lo pensaba. Así que, ¿por qué se me hacía imposible hacer otros amigos? Esa noche antes de irme a la cama, saqué un viejo cuaderno de notas y comencé a hacer un lista de las personas de mi escuela que potencialmente podían convertirse en mis amigos. Para cuando conseguí cuatro nombres, yo los había tachado a todos por varias razones. Demasiado raros, mal aliento, voz chillona. Uno con demasiados piercings en su cuerpo. Tal vez estaba destinada a pasar mi noveno grado sola. Acababa de llegar a esta conclusión cuando escuché el familiar sonido de pequeñas rocas golpeando mi ventana. Me acerqué a la ventana y levanté la vieja estructura de madera. Miré hacia abajo, y a dos metros por debajo estaba el mullido cabello castaño de Jess rebotando mientras buscaba piedras más pequeñas para lanzar a mi ventana. Hablé con voz normal. —¡Hey! La cara de Jess apareció repentinamente debajo de su alborotado cabello, mientras miraba por el costado de la casa hacia mi ventana. Su expresión pensativa se rompió en una sonrisa de alivio.

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—Hey —él habló en voz más baja, a pesar de que le había dicho un millón de veces que nadie podía escucharnos—. Estás despierta. Incliné la cabeza hacia un lado. —Como si una cosa tan pequeña, como yo durmiendo, realmente te detuviese. Jess me hizo señas para que bajara. Negué con la cabeza. —Es demasiado temprano. Mi padre no se ha ido a la cama todavía. Está abajo viendo televisión. —Bajé la voz al mismo volumen que el de Jess—. Las cosas se pusieron amargas más temprano esta noche, ¿no? La parte superior de la cabeza de Jess apareció de nuevo mientras bajó la cara y miró al suelo. Me senté mirándolo, sin entender la profundidad de lo que él vivía día a día, pero sabiendo el dolor que sentía. Y por alguna razón, él siempre elegía mi ventana para escaparse. —Quédate ahí —le dije—. Enseguida bajo. La cabeza de Jess se disparó hacia arriba otra vez, y vi en sus ojos que él rogaba que lo que decía fuera verdad. Siempre me tiró un poco ver vulnerabilidad de él cuando estaba debajo de mi ventana, un lado de él que escondía de todos, incluso de mí, durante las horas diurnas. —Pero, ¿qué pasa con tu papá? —Voy a decirle que me necesitas. —No hay manera de que te deje salir. —Jess nunca lo diría, pero sabía que los dos estábamos pensando que a diferencia de su padre, a mi padre le importaba que volviera con vida. No le dije a Jess que papá lo entendería. Creo que a Jess le gustaba creer que nadie sabía cómo era su padre. Pero mi mamá y la madre de Jess eran buenas amigas. Estaba segura de que mis padres sabían tanto —si no más— que yo sobre su situación. Me senté en el brazo de nuestro sofá, todavía en pijama, pero con una sudadera con capucha en la parte superior, justo al lado de Papá. Podía sentir el calor de su hombro mientras me apoyaba en él. Se quedó mirando la televisión y se echó a reír junto con el público en el plató mientras David Letterman anunciaba su número siete de los diez James Bond gadgets rechazados. Sin dejar de reír, mi padre me dio unas palmaditas en la rodilla. —¿Qué pasa, Gemma? —Luego mirando su reloj, dijo—: ¿No deberías estar en la cama? —¿Papá? —dije antes de que él pudiera detenerse en la hora—. Sé que tengo que ir a la cama, y voy a ir pronto. Y te voy asegurar de que a pesar de que tengo que quedarme un poco más tarde esta noche, me voy a despertar a tiempo mañana por la mañana y estar en un estado de ánimo realmente bueno en el desayuno, y a estar muy alerta durante la clase. —Le había pedido permiso a papá para quedarme hasta tarde suficientes veces como para saber todas las excusas por las que él pensaba que no debería. Empezó a hablar, pero

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yo seguía antes de que tuviera una oportunidad—. Y a pesar de que puede tomar alguna fuerte determinación para hacer esas cosas con menos horas de sueño, sé que valdrá la pena, creo que vas a estar de acuerdo, ya que es por una buena causa. Papá abrió la boca y después la cerró, acompañada de una sonrisa. —¿Y qué, si mi hija Fiscal General, me permite‖preguntar,‖es‖esta‖“buena‖causa”‖ que te está manteniendo mas allá de tu hora de dormir? —Es Jess. Papá se inclinó hacia adelante y se dio vuelta para mirar alrededor del cuarto. —¿Está aquí? —Está afuera. —¿Por qué está afuera? Mi cara se cayó. Mientras que el resto de mi discurso hasta ese momento era un poco ensayado, exagerado, e incluso manipulativo, la expresión de mi cara ahora no era más que sincera. Papá se sentó en el sofá con un, "Oh". Él devolvió la mirada a la televisión, pero no se reía más. Ni siquiera parecía estar prestando atención a lo que pasaba en la pantalla. Se pasó la mano por ambos lados del rostro y frunció el ceño. —Bueno, tu mamá se fue a la cama temprano, con un dolor de cabeza, por lo que tienes que ser silenciosa, pero ¿por qué no invitas a Jess dentro de la casa? Vi a mi padre con cuidado. Parecía absorto en sus pensamientos. Nunca se me permitió tener amigos pasadas las ocho durante los días de semana. Esta era una gran excepción. —Sí, eso es una buena idea. Gracias, papá. Él asintió, y me levanté con cuidado del sofá antes de que pudiera cambiar de opinión. Abrí la puerta de atrás y puse una mano alrededor de mi boca. —Adelante, Jess. Mi papá dijo que está bien. Jess se dio vuelta para mirarme a la cara. Él estaba obviamente sorprendido por la invitación. Jess no entraba en mi casa muy a menudo. Él venía más cuando éramos pequeños e imitábamos escenas de Star Wars en mi sótano. Pero en los últimos años sólo hablábamos afuera. Jess miró mi casa como si fuera un enorme barco del cual estaba aterrorizado de abordar. Él dio un paso atrás. —Estoy bien aquí. Fruncí el ceño ante las dudas de Jess. —¿Qué te pasa? Hace frío aquí afuera. —Solo era septiembre, pero olía como si fuera a llover. Y la brisa trajo un escalofrío a mi piel. Jess parpadeó un par de veces. —¿Sólo ven aquí, por favor? Dejé salir un suspiro exagerado y salí al frío. Nos sentamos en nuestro lugar habitual en los escalones, mientras que Jess tiraba una vieja pelota de baloncesto alrededor de sus manos.

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No habíamos dicho ni una palabra el uno al otro antes de que Jess abrazara la pelota contra su pecho y anunciara —Mis padres se están divorciando. Me quedé sorprendida por sus palabras, especialmente por la forma carente de emoción en la que las dijo. Jess raramente me decía algo sobre sus padres, de todos modos, y esto era grande. No estaba muy segura de cómo reaccionar. Las primeras palabras que vinieron a mi mente eran lo siento, pero no estaba segura de si eso era lo apropiado para decir en este momento. Antes de que pudiera hacer nada, Jess continuó. —No es tan sorprendente, mi mamá lo ha estado amenazando desde hace mucho tiempo. Jess se inclinó y dribló el balón entre los pies. Yo todavía estaba completamente pérdida para las palabras. Jess se encogió de hombros. —De todos modos, él se muda este sábado, y voy a estar con él durante el fin de semana. —¿Qué tu qué? —grité más fuerte de lo que podía a las diez de la noche. —Shhh. —Jess movió la mano en el aire—. No es gran cosa. Él solo está alquilando un departamento en el oeste de Chester. Estaré de vuelta la tarde del domingo. —¿Por qué te irías a quedarte con él? Él es una mala persona. —Realmente sólo es malo cuando ha estado bebiendo, y dudo que vaya a salir a cualquier bar o tienda de bebidas alcohólicas si solo estamos él y yo en el departamento. —¿Por qué vas? ¿Por qué estás tomando su lado? Jess dio vuelta la cabeza para mirarme. Había un fuego en sus ojos que nunca había visto antes. —No voy a ponerme de su lado, Gemma. —Cada palabra las separó y exageró—. Yo-nunca-voy-a-ponerme-de-su-lado. Retrocedí a su fiereza, pero aún no podía entender por qué iba a pasar el fin de semana con un hombre que había hecho la vida de su familia tan miserable. —¿Por qué vas, entonces? —Porque él me lo pidió. Y mi mamá piensa que es una buena idea para que no sea difícil pasar tiempo con él. De lo contrario, tiene miedo de que él nos lleve a los tribunales. Ella imagina que va a crecer apático acerca de estar con nosotros con el tiempo. Muy pronto estará fuera de nuestras vidas para siempre. Recordé haber visto una película sobre esto. En la película, a pesar de que los niños odiaban a su padre, el tribunal les ordenó derechos de visita dos veces al mes, y que tenían que ir con él. —¡Pero tu padre es un alcohólico! —Esa era la primera vez que lo había dicho en voz alta a Jess, a pesar de que siempre supuse que él sabía que yo sabía—. ¿Cómo puede merecer derechos de visita si él es un alcohólico?

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—Simplemente no queremos hacer una gran cosa de esto. No queremos ningún problema. —¡Pero él es malo! —Sí, él lo es. —Esa era la primera vez que Jess lo admitía—. Pero él nunca realmente nos golpeó, ni nada parecido, así que realmente no tiene peso para la mayor parte en los tribunales. Una carga fue levantada de mis hombros. Me había preocupado tanto siempre que él le causara daños físicos a Jess, a su madre y hermanas. Dejé caer los hombros en derrota. Nunca conocí a nadie cuyos padres estuvieran divorciados. Siempre fue solo algo que se hablan en las películas y las revistas, pero no en la vida real. Lo que era una realidad extraña. Mi estómago se apretaba cuando pensaba en esa palabra, divorcio. Finalmente lo miré a los ojos y pregunté. —¿Estás bien? —No era como que Jess iba a pensar en sí mismo en un momento como este. Pero me fui por las ramas, con la esperanza de que se pudiera abrir. Jess se aclaró la garganta. —Estoy preocupado por mi mamá. Creo que es duro para ella saber que nosotros, los chicos no tenemos un padre alrededor. —Era tan como él dirigir la atención de sí mismo y ponérsela a su madre. Hizo girar la pelota de baloncesto entre las manos—. Pero en lo que a mí respecta, nunca hemos tenido un gran padre de todos modos. Miré al suelo y asentí. Traté de imaginarme lo que sería no tener a mi papá. Ese era un pensamiento horrible. Pero como Jess había dicho, incluso cuando su padre estaba en casa, no era un gran padre. Jess y yo vivíamos en dos mundos diferentes. Jess suspiró y luego arrojó la pelota a la plataforma de cemento en la esquina de mi patio trasero, donde estaba la vieja canasta de baloncesto de diez años. Vi la pelota rodar alrededor y finalmente descansar al lado de la valla. Ninguno de los dos habló durante un rato, así que vacilante cambié de tema. —Hoy decidí que necesito un nuevo grupo de amigos en la escuela. Jess apoyó su cabeza en su puño y me miró por el rabillo del ojo. Por primera vez en esa noche parecía divertido. —¿De verdad? ¿Qué te llevó a esa conclusión? Crucé los brazos y me incliné hacia Jess por un poco de calor. —No sé. Nunca veo a Clarissa o a Nina. Pero estaba harta de ellas de todos modos. Sólo estamos madurando a una velocidad diferente. No tenemos mucho en común. Jess se rió en voz alta. —¿Qué es tan gracioso? Él negó.

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—Sólo me encanta la forma en que eres tan agudamente consciente de tu nivel de maduración. —Se limpió la nariz, sus ojos aún entrecerrados con humor—. Es tan lindo. Le di un golpe en el brazo con mi puño, luego envolví mi brazo en el suyo mientras me apretaba tan cerca de él como podía. —Entonces —continuó él—, ¿has encontrado algún prospecto? ¿Hay alguna persona que está madurando al mismo ritmo que tú? Dejé escapar un suspiro de desaliento. —No en realidad. Puede que esté pegada a Clarissa y a Nina hasta que me gradúe de la secundaria. Jess sacudió la cabeza. —No es posible. Incluso cuando tienes amigos que deseas mantener, es difícil mantenerse cerca a través de los años. Hay tantos nuevos chicos que vienen de otras escuelas. Hay tantos diferentes horarios de clases y actividades de las que ser parte. Que, naturalmente, te alejas de tus mejores amigos y empiezas a salir con los chicos con los que estás más cerca. Miré a Jess. Su rostro estaba tan cerca del mío. —¿Y tú y yo? —le susurré—. ¿Vamos a separarnos? Jess se encontró con mis interrogantes ojos, y podía sentir su aliento fresco en mis labios. —No. Nunca nos separaremos. Me necesitas demasiado. —Entonces su rostro cambió a la sonrisa que siempre me ha gustado más. La sonrisa que sentía que era mía y nunca, nunca quisiera perderla. Jess miró hacia abajo a mis temblorosas manos. —Mejor me voy. Estás congelada. Solté mi férreo agarre sobre su brazo, y ambos nos pusimos de pie. Jess bostezó mientras bajaba de mi porche y miraba hacia atrás a mi casa con una expresión pensativa. —¿Quieres saber por qué no quise entrar en tu casa esta noche? Me quedé en silencio junto a él, esperando a que continuara. Volvió a mirar hacia abajo con sus ojos cansados, tristes. —Tenía miedo de que si entraba, nunca quisiera irme. Le devolví la mirada triste y deseé que hubiese algo más que pudiera hacer para ayudarlo. No podía imaginar cómo debe haberse sentido para que él no querer ir a su casa. Jess comenzó a cruzar la hierba hacia el costado de mi casa, pero antes de irse se dio la vuelta una vez más. —Gem, tal vez podrías tratar de ser sólo una normal estudiante de noveno grado mañana, ¿no? Sin grandes catástrofes. Él se rió entre dientes ligeramente en el aire de la noche. Me paseaba con cansancio hacia mi puerta de atrás. —¿Cuándo te vas a dar cuenta de que no soy normal, Jess?

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Él empezó a irse otra vez, y mientras lo hacía, dijo: —Me retracto. —Él todavía estaba riendo en voz baja, pero allí había una seriedad en su tono—. No cambies nada.

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Capítulo 9 Traducido por Dham-Love Corregido por Carmenlu

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l siguiente día en la escuela fue sin incidentes, como lo fue el siguiente día, y el siguiente día. Nina me saludó desde su nuevo grupo de amigas durante la primera semana de clases en la escuela, pero eventualmente el saludo se convirtió en un asentimiento, y luego eventualmente desapareció. El deterioro de nuestra amistad sin embargo era de ambas partes. Hice el mismo esfuerzo que ella para que la amistad continuara. Usualmente cruzaba camino con Clarissa cerca de dos veces por semana. Ella era compañera de casillero con una chica que utilizaba esmalte de uñas negro y pantalones anchos. Eventualmente Clarissa empezó a lucir justo como ella y las otras chicas con las que andaba. Para la mitad de octubre podíamos pasar la una al lado de la otra en el corredor sin siquiera darnos cuenta. Pasar todo un día en la escuela apenas pensando que ya nadie era un gran lío. De hecho, pasaba más seguido de lo usual. Durante los primeros meses de escuela evitaba ir a mi casillero tanto como fuera posible. Decidí que la única cosa que podía hacerlo más imposible para mí que hacer amigos era ser vista paseando en el corredor de octavo grado. Desafortunadamente, tenía un proyecto masivo de ciencia en el tercer periodo, y a menos que quisiera cargarlo conmigo a todas las clases, iba a tener que hacer el viaje de perdición hacia mi casillero. Mantuve la cabeza hacia el suelo todo el tiempo que estuve en el pasillo de octavo grado. Me imaginé que tal vez así nadie me notaría y sería como si nunca hubiera estado allí. Nunca había estado antes en mi casillero, así que todavía tenía que mirar el diminuto pedazo de papel que me dieron con el número del casillero y la combinación. Miré desde la esquina del ojo hacia los casilleros hasta que llegué al que me había sido asignado. Con mi cabeza todavía baja, me apresuré al casillero y precipitadamente giré la cerradura hasta mi combinación anotada. Todavía estaba mirando al suelo y a punto de abrir la puerta cuando un par de zapatos familiares aparecieron a no más de unos centímetros de distancia. Los zapatos eran zapatillas blancas Nike con líneas grises y el logo de Nike verde al lado. Conocía esos zapatos. Pertenecían a Trace Weston. ¿Qué demonios estaba haciendo Trace Weston en el corredor de octavo grado? ¡Era uno de los chicos más populares en la escuela! Lentamente lo miré sólo debajo de mis cejas, y me aseguré que fuera Trace. Estaba de pie en el casillero abierto a sólo dos del mío, descargando su maleta.

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No es como si fuera la primera vez que lo veía en todo el año. Teníamos alemán en el segundo periodo, juntos. Pero por supuesto nunca le había dicho nada, no con la manera en que me había rechazado en el baile de San Valentín el año pasado. Y estaba segura que él pensaba que era una completa perdedora y no quería nada que ver conmigo. Lentamente metí mi proyecto en el casillero, esperando más con ansia que con deseo que me dijera algo. Pero nunca lo hizo. Cerró su maleta, la lanzó sobre su hombro, cerró el casillero, y se alejó. Me ponía ansiosa por los fines de semana. Eran algo que anhelar, incluso cuando todo el resto en mi vida era poco interesante. Las cuatro semanas antes de Navidad pasaron lentamente. Como si entre más quisiera que la Navidad llegara, más retrasara su llegada. Tan pronto como la navidad llegó, ya casi se había acabado, y también la mágica mañana de Navidad llegó tan rápido, dejando a Bridget escabulléndose por las escaleras en el amanecer –incluso antes que mis padres estuvieran despiertos– para mirar sus regalos. Nunca me escabulliría temprano. Quería prolongar ese momento final de ver todos los regalos mágicamente puestos, tanto como pudiera. Bridget nunca veía nada de todas maneras. Mis papás eran lo suficientemente inteligentes para no sacar los regalos más especiales, y sin envoltura hasta que no se hubieran despertado, espantaban a Bridget a su cuarto, ponían las medias y el árbol, y hacían los toques finales. Sólo allí nos permitían bajar las escaleras para iniciar oficialmente la Navidad. Cuando el momento llegaba finalmente, me sostenía firmemente a la barandilla y cerraba los ojos, no quería ver nada hasta que no estuviera parada en el medio de la magia y pudiera respirarla toda. Bridget corría frente a mí y chillaba ante sus regalos. Cuando yo tenía siete años y ella corrió en frente de mí, gritando emocionada. —Gemma, ¡te dieron una bicicleta! —lloré por veinte minutos por haber arruinado la sorpresa. Nunca cometió ese error de nuevo. Cuando finalmente sentía la tierra debajo de mis pies, me destapé los ojos para ver la más hermosa habitación en todo el mundo. Era difícil creer que era la misma sala vieja que veía todos los días cuando bajaba las escaleras. Mamá había encendido velas sobre la chimenea, y la chimenea por sí sola ardía perfectamente brillante. Papá había‖ puesto‖ música‖ de‖ navidad,‖ y‖ “El‖ tamborilero”‖ sonaba‖ en‖ el‖ sistema‖ estéreo‖ que‖ mam{‖ le‖ había‖ regalado‖ la‖ pasada Navidad. Podía oler los palitos de canela en la estufa de la cocina, y la alfombra incluso se sentía más suave que nunca como si se esponjara debajo de mis pies. El árbol brillaba, y las nuevas luces que mamá había puesto sólo hacía dos semanas lo hacían volver a la vida. Para agregar perfección a la habitación, la ventana detrás del árbol de Navidad estaba ligeramente llena de nieve mientras acolchonados copos de nieve cubrían la tierra afuera, dejando una hermosa sábana blanca. Cuando todos los regalos estaban destapados y la mágica habitación se había convertido de repente en una zona de guerra de lazos y papel de envoltura, nos

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movíamos lentamente a la cocina, donde mi papá nos hacia omelets mientras mamá nos servía chocolate caliente con un poco de crema batida encima. Cuando el desayuno había terminado y la casa estaba tranquila, sabía que sólo tenía una hora más o menos antes que mis abuelos y todo el mundo en nuestra familia apareciera. Papá estaba sentado en el mostrador de la cocina con mamá mientras trataban de descifrar la nueva computadora que él le había dado. Y Bridget estaba en la sala quitándole todas las etiquetas a su nueva ropa. Esta era mi oportunidad de darle a Jess su regalo. Silenciosamente fui hacia el armario, agarré mi abrigo, sombrero, y mitones, y salí de la casa sin ser vista. Corrí ligeramente por nuestro patio cubierto de nieve hacia la casa de Jess, con un paquete café en mi mano izquierda. La nieve caía fuertemente ahora, y era imposible ver más allá de medio metro delante de mí. Había una chocante diferente entre el frío y vigoroso aire de la mañana y la apasionante calidez que había sentido. Miré el suelo frente a mí mientras pasaba por la fría humedad, asegurándome de no tropezar en la cuneta que me dirigía a la calle y la siguiente cuneta que me conducía al patio de Jess. Mientras me las arreglaba para pasar por la nieve al frente de la casa de Jess, una brillante y aguda luz roja capturó mi atención. Dejé de caminar mientras miraba en dirección a la luz. Una fuerte ráfaga de viento sopló, y un millón de diminutos copos de nieve flotaron en un mini ciclón por la nieve, aclarando mi vista de la luz roja por un instante. En ese momento, vi un carro de policía blanco y negro con las luces rojas dando vuelta silenciosamente como si alguien hubiera oprimido el botón de mute. El carro de policía estaba parqueado en la calle de Jess. El motor estaba encendido, pero no parecía como si hubiera alguien en el carro. Me quedé allí congelada, poniendo la vista que tenía ante mí cuando escuché el tirón de una puerta al cerrar al frente de mí. Por la violenta nieve pude hacer una imagen de un gran oficial de policía parado justo al lado, mirando algo en su mano. No parecía haberme notado de pie a unos cuantos metros de él. Todavía lo estaba mirando a través de la nieve cuando levantó su mirada hacia mí. —¿Te puedo ayudar? Su voz era siniestra y la expresión de su rostro era seria. Mi estómago se encogió de dolor. —¿Estoy buscando a Jess, está aquí? El oficial de policía tomó un profundo respiro y bajó sus manos a los lados. —¿Está usted relacionada con la familia que vive aquí, señorita? Me moví hacia mi casa sin perder contacto visual con el oficial. —No, vivo al otro lado de la calle, tengo un regalo para Jess. —Apreté el paquete y me pregunté si el hombre con quien estaba hablando siquiera sabía quién era Jess. Guardé el paquete en mi abrigo. —Bueno, el chico no está aquí —dijo y miró de nuevo a su portapapeles, que ahora descansaba en su gran estómago.

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—¿Dónde está? —Mi voz sonaba fuerte. Sentí que el policía hubiera preferido que me hubiera caído. No me miró. —Lo siento, señorita, pero no puedo dar ningún detalle. No a menos que sea familia. Mi corazón estaba acelerado, y una presión no invitada empezó a pulsar contra mi cuello. —¿Está herido? —Mi voz se ahogó en las palabras. El oficial bajó sus manos y el objeto que había estado examinado una y otra vez y luego miró alrededor de sí mismo como si se estuviera asegurando que estábamos solos. Salió del porche hacia mí a través de la nieve que caía y luego se detuvo cuando estuvo a unos centímetros de mí. Habló esta vez en un tono mucho más bajo. —Tu amigo está bien, pero su mamá está herida. Ambos están en el Centro Médico Mountain Lakes. —Se paró un poco más derecho y verificó su alrededor una vez más. Me miró con una mirada penetrante, pero amable. Asentí y me giré hacia mi casa. Corrí tan rápido como pude sobre las mismas huellas que había hecho apenas hace un momento. Esta vez, sin embargo, sólo hice la mitad de huellas mientras me apresuraba hacia mi puerta frontal.

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Capítulo 10

C

Traducción SOS por Little Rose, Susanauribe y Paaau Corregido por Susanauribe

uarenta minutos después mamá y yo caminamos a través de las puertas batientes hacia el vestíbulo principal del Centro Médico Mountain Lakes. Los caminos estaban llenos, por lo que tuvimos que conducir más despacio de lo habitual. Fue el viaje en auto más largo de mi vida. Me detuve en el escritorio y le pregunté a la recepcionista dónde podría encontrar a Caris Tyler. La recepcionista era vieja, tal vez en sus cincuenta, se veía cansada y no muy alegre de estar trabajando en la mañana de Navidad. Me miró sarcásticamente como si una niña de quince años con sombrero, bufanda y guantes no tuviera nada que hacer hablándole. Mamá comprendió la situación y se acercó al escritorio. —Sí, estamos buscando a nuestra amiga Caris Tyler. La trajeron esta mañana, creemos. La recepcionista no le mostró más amabilidad a mamá de la que me había mostrado a mí. —¿Por qué la trajeron? —No estamos seguras —respondió mamá. Se mantuvo cordial y tranquila a pesar de la mala actitud de la recepcionista. —¿Va a tener un bebé? ¿La operarán? ¿Las amígdalas? ¿La vesícula biliar? ¿Una histerectomía? Este es un hospital grande, y estamos bastante ocupados. —No, no la trajeron para operarse. No estamos seguras de qué pasó, pero la policía estaba en su casa esta mañana, por lo que debe haber sido alguna emergencia. —Sabía que mamá se estaba impacientando, pero se obligó a mantener un tono calmado—. ¿No hay alguna manera de que nos dijera dónde está un paciente si sólo sabemos su nombre? La recepcionista se aclaró la garganta y con actitud desafiante se volteó hacia la computadora frente a ella. Era simplemente nuestra suerte la que nos mandaba a una persona grosera en la mañana de navidad. Puedo jurar que la mujer miró la pantalla por cinco minutos antes de responder. Finalmente volvió a aclararse la garganta, y sin levantar la mirada de la pantalla dijo: —Tyler, Caris. —Lo pronunció mal. Pronunció la primer parte como si fuera un auto que conduces—. Al parecer está en la UCI en el tercer piso. No tenía idea de lo que era la UCI, pero sentí que mamá se tensó a mi lado. Su voz sonaba temblorosa pero demandante cuando preguntó: —¿Dónde está el ascensor más cercano? La recepcionista, que ahora mostraba un atisbo de sensibilidad, señaló el pasillo a nuestra izquierda. Mamá le agradeció rápidamente con los dientes apretados

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y me tomó de la mano fuertemente mientras me guiaba hacia donde la mujer había señalado. Cuando las puertas del ascensor se abrieron en el tercer piso, vi el gran letrero blanco que decía UCI. No me tomó mucho ver lo que estaba escrito debajo: Unidad de Cuidados Intensivos. ¿Cuidados Intensivos? ¿Por qué estaba aquí la mamá de Jess? La enfermera de esta unidad fue mucho más amable que la del vestíbulo. Nos guió hasta el cuarto de Caris, y mi respiración se perdió en mi estómago mientras nos acercábamos. Mamá me miró con ojos abatidos. —Gemma, ¿por qué no esperas aquí afuera? Miraré para asegurarme que todo va bien, y entonces vendré por ti, ¿vale? Estaba aliviada. No me sentía preparada para ver lo que estaba detrás de esa puerta. La enfermera había escuchado nuestra conversación y me invitó a sentarme en una silla junto al escritorio mientras esperaba. No había muchas sillas en la sala de espera de la UCI. Supuse que eso era porque no había muchas visitas permitidas en esta área. Los pasillos estaban vacíos excepto por una enfermera que iba de puerta en puerta. Supuse que estaba revisando los monitores y cambiando catéteres, pero no podía ver ya que cerraba cada puerta por la que pasaba. La enfermera en el escritorio me ofreció jugo de naranja, pero yo estaba demasiado enferma para beber algo. Pensé en Jess. Me preguntaba si él estaría detrás de esa puerta en la que había entrado mamá. Estuve sentada por lo menos diez minutos antes de que ella volviera al pasillo. La miré ansiosa, esperando que me dijera que podía entrar al cuarto. Mi curiosidad y preocupación estaban sobrepasando mis nervios para este momento, y quería con tantas ganas ver a Jess y saber que Caris iba a estar bien. Mamá se veía pálida mientras se acercaba. Se detuvo a mi lado y puso su mano en mi rodilla. Miraba intensamente los brazos de la silla en la que yo estaba sentada, y sabía que era porque no sabía qué decir. —¿Mamá? —Rompí el silencio y mi voz se quebró—. ¿Caris está bien? Mamá apretó los labios mientras las lágrimas caían de sus ojos. Sacudió la cabeza una vez, y entonces habló. —No está muy bien cariño. Está gravemente herida. —¿Pero va a estar mejor? Mamá sólo siguió mirando los brazos de la silla. —¿Mamá? ¿Va a estar bien? —Eso esperan. Eso es todo lo que pueden decir ahora mismo. No está consciente. —¿Qué le pasó? Mamá me miró a los ojos por primera vez desde que salió del cuarto, y vi la rabia destellando en ellos. Susurró la respuesta. —El papá de Jess apareció en su casa a las cuatro de la mañana intoxicado. Intentó llevarse a las niñas. —Hizo una pausa y volvió a bajar la vista—. Sabía

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que habían tenido un par de problemas por la custodia últimamente por las festividades y esas cosas. Pero ni siquiera Caris creyó que iba a llegar tan lejos con eso. Pero Kevin no tiene límites cuando hay alcohol de por medio. —Yo sabía sobre eso más de lo que ella se imaginaba. —¿Dónde están Viv y Maggie? ¿Están bien? —Sí, lo están. Están en casa de su abuela. Vivian y Maggie eran las hermanitas de Jess. Sólo tenían siete y diez años, y eran demasiado jóvenes para tener que pasar por algo así en la mañana de navidad. Pero bueno, cualquiera es demasiado joven para vivir esto en la mañana de navidad, o en cualquier mañana de hecho. Pensé en Vivian y Maggie en la casa de la mamá de Caris. Ella era demasiado vieja para caminar, y ni hablemos de darles a estas niñas la feliz navidad que se merecen. —¿Está Jess aquí? Ella asintió. —No tengo que entrar ahí. Probablemente quiera estar a solas con su mamá. —Preguntó si estabas aquí. —Apretó mi mano—. Te quiere ahí con él. Te necesita ahora más que nunca. —Se puso de pie y se secó los ojos—. Me quedaré aquí afuera. La enfermera no quiere que haya demasiada gente reunida en la habitación. Me levanté de la silla y me acerqué rápidamente a la puerta. Sabiendo que Jess estaba ahí, queriendo que estuviera con él, me hizo mucho más fácil la tarea de entrar a la habitación. Pero una vez que lo hice, otra realidad me golpeó. Vi a Jess sentado junto a una cama en el cuarto, inclinado sobre un cuerpo destruido y herido que era Caris Tyler. Jess me miró cuando me acerqué. Sonrió, pero su mueca se transformó en dolor y preocupación cuando volvió a ver a su madre. Rodeé la cama para estar junto a Jess. Mientras me acercaba, vi que él tampoco había salido invicto de la pelea con su padre. Tenía sangre seca bajo la nariz y en el labio superior. La piel alrededor de sus ojos y mejillas estaba roja y casi púrpura. Todavía estaba usando su pijama, un pantalón azul marino y una camiseta gris que estaban cubiertos de gotas de sangre. Posiblemente algunas eran propias, y supuse que muchas eran de su madre también, y esperaba que hubiera algo de su papá allí. No tenía idea de que decirle. No había palabras que pudieran salir de mi boca que no sonaran infantiles, insensibles y patéticas. Me senté en la silla a su lado y me incliné tan cerca que podía sentir el calor que salía de su espalda mientras se inclinaba sobre su madre, sosteniendo su mano y acariciándole el brazo suavemente. No tenía palabras, por lo que simplemente puse mi mano en su brazo. Era la única forma en que se me ocurría decirle que estaba allí para él. Puso su mano llena de cicatrices sobre la mía. La apretó con tanta fuerza que creí que ambas manos se unirían como con pegamento. Su respiración se hizo pesada y entonces, por primera vez en mi vida, vi a Jess llorando.

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Cuando la enfermera entró al cuarto, él se enderezó y se secó las lágrimas con su manga. Era la misma enfermera que vi yendo de puerta en puerta, y ahora que la veía de cerca notaba que era joven y atractiva. Sin decir una palabra se acercó a los monitores que estaban junto a Caris. Se veía realmente joven. Tenía que estar en la secundaria. Me imaginé que no sería una enfermera, sino una voluntaria de navidad. La atrapé mirando a Jess cuando él no prestaba atención. Por el rabillo del ojo la vi mirando otra vez a nuestras manos y después de vuelta a los monitores. Reacomodó algunos tubos y escribió algo en una ficha. Le preguntó tranquilamente a Jess si necesitaba algo y después se deslizó fuera del cuarto tan elegantemente como había entrado. Cuando las puertas se cerraron, Jess habló por primera vez desde que llegué. —No deberías estar en un hospital en la mañana de navidad. Deberías estar en casa, con tu familia, desayunando los omelets de tu papá. —Ya hemos hecho todo eso —dije silenciosamente—. Ya no es la mañana de navidad; son casi las dos de la tarde. —Suspiré. En un día normal de Navidad a las dos de la tarde, yo estaría cantando en nuestro comedor, comiendo jamón, patatas con queso y la ensalada especial de navidad de mamá. Estaría rodeada de mis doce primos y hablando sobre las mejores colinas para deslizarnos después de la cena. Pero esta Navidad, estaba en el mundo de Jess. Supuse que ésta era también su primera navidad en el hospital, pero la sensación del día no era nueva para él. Y ahora yo estaba en primera fila, viendo todo de cerca. La mano de Jess todavía estaba descansando en la mía, y silenciosamente examiné la sangre seca en sus nudillos. No estaba segura de si quería saber, pero igual pregunté: —¿Mamá dijo que tu padre llegó a mitad de la noche borracho? —dije con un tono inquisitivo, esperando que él continuaría el resto de la historia. Pero él se sentó callado, mirando al rostro de su madre. —Lo siento —murmuré incómodamente—. No tienes que decírmelo si no quieres. Él no quitó los ojos de su madre. —No he hablado sobre eso desde que sucedió. Viv tuvo que decirle a la policía todo porque yo no pude. —Su voz se quebró, y pensé que él iba a llorar de nuevo, pero no lo hizo—. Fue horrible, Gem. Estoy asustado de que el pensamiento de eso me atormente el resto de mi vida. Quiero decir, sé que él siempre ha tenido problemas, pero él es mi papá, ¿sabes? Y entrar y ver a tu papá haciéndole cosas tan terribles a tu mamá, a alguien que fue‖su‖esposa‖por‖dieciocho‖años… Dieciocho años. Eso es más de lo que yo he estado viva. Se me ocurrió entonces que mientras había visto al padre de Jess un par de veces, Jess lo había visto cada mañana cuando él se despertaba y cada noche cuando iba a dormir. Había cenado en la misma mesa que él por los últimos seis años de su vida. Kevin no bebía todo el tiempo, entonces probablemente había veces cuando era un padre

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semi-normal. Él era el que sostenía la cámara el día de navidad. Él que se quedó despierto hasta medianoche la noche antes para unir la casa de muñecas de Viv y Maggie así sería perfecto cuando la vieran la mañana siguiente. Él fue el papá de Jess y el esposo de Caris por dieciocho años. Los amó una vez —tal vez todavía lo hacía— y Jess lo amó, tal vez todavía lo hacía. No pude comenzar a imaginar por lo que Jess había pasado en esas horas tempranas de la mañana cuando yo estaba metida segura en mi cálida casa; mis padres dormidos en su cama, a dos puertas bajando por el pasillo. Jess respiró profundamente y dejó salir un largo resoplido de aire. Todavía agarrando mi mano en la suya, él la retiró de su brazo y la sostuvo en su regazo mientras se recostaba en su silla, cayendo como un adolescente cansado en del primer período de geometría. Él cerró sus ojos por probablemente la primera vez desde las cuatro de la mañana de ese día. —Escuché algo en mitad de la noche, algo como un sonido de rasguño. Pensé que debía ir a revisar, pero estaba tan cansado. El gato del vecino viene y rasguña mucho nuestra puerta trasera; sólo supuse que eso era el sonido, y volví a dormir. —Él pasó la mano que no estaba sosteniendo la mía por su cabello. Lucía tan cansado—. No tenía idea de cuánto tiempo había pasado antes despertarme por los gritos de Maggie. Corrí por el pasillo hacia su habitación y vi a mi papá sosteniendo apretadamente a Viv alrededor de sus hombros mientras cubría su boca. Maggie estaba sentada en la cama llorando y suplicándole que la soltara. Nunca la había visto tan asustada. Nunca ha visto a ninguno de nosotros tan asustados. —Los ojos de Jess ahora estaban abiertos, y él estaba mirando a la nada. Fue como si toda la experiencia estuviera siendo proyectada en el techo blanco y Jess estuviera mostrándomelo mientras la miraba delante de él—. No tenía idea de que hacer. Quería atacarlo, pero él es mi papá. Corrí hacia él y aparté a Viv de sus manos apretadas. Fue más fácil de lo que pensé, y él medio tropezó hacia un lado mientras la alejaba de él. Él estaba obviamente borracho, pero no tanto que no supiera lo que estaba haciendo. Me gritó. Me dijo que fuera a mi habitación, como si yo todavía tuviera diez años y sólo hubiera venido a casa con una mal boletín de notas, obviamente no me fui a mi habitación; así que en cambio le rogué que se fuera, no sabía qué más hacer, así que me quedé de pie cobardemente frente a mi padre borracho y le rogué que nos dejara en paz. Ahí fue cuando mamá entró. Ella me dijo que llevara a Viv y Mags a mi habitación y cerrara la puerta. Dijo que ella lidiaría con esto. No quería ir. No quería dejarla, pero ella quería que yo protegiera a las chicas. Así que hice lo que ella dijo. Las llevé a mi habitación, y las metí en mi cama. Me arrodillé en el suelo junto a la puerta de mi habitación y los escuché hablar. Mi mamá trató de permanecer calmada, pero mi padre estaba gritando mientras ella lo guiaba hacia abajo y hacia la puerta trasera. Su conversación se volvió débil mientras se alejaban, así que me levanté para revisar a las chicas. Estaban sosteniéndose la una a la otra debajo de mi

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cubrecama, y ambas estaban llorando. Ahí fue cuando escuché sonidos extraños viniendo de abajo. Dejé a las chicas en mi habitación y corrí hacia abajo tan rápido como pude. Encontré a mi papá de pie sobre mi mamá, que estaba hecha una bola en el suelo. Corrí hacia él justo cuando él golpeó una de nuestras sólidas sillas de roble del comedor en la espalda de ella. Alzó la silla para hacerlo de nuevo, pero intervine. No sé cuantas veces la golpeó antes de que yo llegara a allí. Jess ya no estaba llorando. Sus ojos no tenían emoción, su rostro frío como una piedra. Lucía entumecido. Minutos pasaron antes de que alguno de nosotros dijera algo. El silencio en la habitación hacía que la condición de Cari pareciera mucho peor. Estoy segura de que había mucha más historia de lo que Jess tenía energía para contarme, pero él terminó con: —El resto es un borrón. La siguiente cosa que supe fue que, estabas sentada a mi lado, y yo estaba llorando como un bebé. Sostuve mi mano libre alrededor de mis costillas. Me sentí fría en la habitación de hospital con sus paredes blancas y cama de metal. Pensé sobre mi sala cálida y pintoresca con el fuego crepitando, y las luces del árbol de navidad brillando. Cuanto deseaba que Jess y yo estuviéramos sentados juntos allí, mirando todos nuestros regalos en vez de a su madre herida y con moretones. Odié el alcohol. Odié las personas crueles. Odié al padre de Jess. La puerta de la habitación de Caris se abrió lentamente, y Mamá miró dentro. —¿Cómo está ella? —susurró mientras flotaba en la habitación tan ligeramente como una pluma. Jess fue él que respondió: —Ningún cambio que pueda notar. Espero que se despierte pronto. Ella estará triste si se despierta y la navidad ha terminado. Mamá suspiró tristemente. —Ella estará feliz de ver que tú y las chicas están bien. No importará que día sea. Jess asintió. Mamá se volteó hacia mí. —¿Gemma? —El sonido de ella diciendo mi nombre fue extraño para mí. Estaba completamente en otro mundo en esta fría habitación blanca en este particular día del año, y el sonido de mi nombre me devolvió a la realidad. Ella continuó—: Acabo de hablar con tu papá. Toda la familia acaba de aparecer en casa. Siento como si necesito correr a casa y verlos por un rato. ¿Quieres venir conmigo? —¿Y dejar a Jess? —La idea fue barbárica para mí. Jess rápidamente intervino. —Deberías irte, Gemma. Giré mi cabeza. —¿Qué? ¿Por qué?

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Jess habló lentamente. —Es Navidad. No tienes que pasar todo el día en este hospital deprimente. Ve a casa, ve a ver a tu familia. Come pastel y abre regalos. Ríete. Diviértete. —Sus ojos se movieron tristemente hacia el espacio encima de mi cabeza. Deseé que supiera en que estaba pensando él. Protesté. —Navidad vendrá el próximo año. Y puedo ver a mi familia otro día. No viven lejos. —Gemma —interrumpió mamá—, Jess tal vez quiere un tiempo a solas. Un tiempo para descansar. Jess me miró. —Un poco de descanso sería bueno. —Él apretó mis dedos suavemente y yo recordé que estábamos agarrados de la mano frente a mamá. Me incliné más cerca a él, mi rostro mostraba una expresión de dolor. —¿Quieres que me vaya? Sus ojos estaban tristes. Él en verdad lucía tan cansado. —Nunca quiero que te vayas, Gem. Pero probablemente debería tomar una siesta. La enfermera dijo que me traería un catre así podía quedarme aquí con mamá. La voz de mamá quebró el silencio entre nosotros. —Te traeré a primera hora mañana, cariño. Su voz era irritante. Sabía que ella quería decirlo bien, pero no quería dejar a Jess, y estaba enojándome con él por echarme. Me paré rápidamente de la silla y agarré mi abrigo, el cual conscientemente había puesto en el borde de la cama de Caris hace media hora. Estaba enojada y herida. Herida de que Jess no quisiera que me quedara y enojada conmigo por ser tan absorbente en un momento como este. Mi papá solía decirme que llevaba mis emociones en mi manga. Por años pensé que él quería decir que mi estado de ánimo determinaba la camisa que usaba ese día. Si estaba feliz usaba amarillo, triste usaba gris. Pero lo que él quería decir era que yo era terriblemente falsa al esconder mis emociones. Y si había dos personas en el mundo que me conocieran lo suficiente para ver a través de mí, eran mamá y Jess. Usualmente Jess me habría molestado por ser tan energética en mi disgusto por la vida. Pero él no dijo nada. No lo culpé, sin embargo. Mi problema de actitud era difícilmente un problema comparado con el resto de cosas con las que él estaba tratando. Tomé una respiración profunda y tragué la bola de orgullo que se estaba creando en mi garganta. —¿Está bien si vuelvo mañana por la mañana? Jess asintió con la cabeza y su rostro se relajó. —Mejor vuelve mañana. Más tarde esa noche, me acurruqué en el sofá frente a la chimenea mientras mis primos intercambiaban regalos.

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Pero mi atención no estaba en mis primos y tampoco en el regalo que mi prima Becky —quien había escogido mi nombre para el intercambio de regalos— había puesto sobre mi regazo. Estaba mirando a Papá, quien estaba sentado en el sofá reclinable en la parte trasera de la sala. Tenía una copa con ponche de huevo en una mano, y movía la otra mientras le explicaba a mi tío Jack los pormenores del hardware. Papá trabajaba en una oficina de contabilidad, pero su verdadero amor eran las herramientas y cualquier cosa que tuviera que ver con en ellas. El tío Jack —el artista de la familia— parecía interesado, pero amablemente permitió que Papá hablara sobre su pasatiempo favorito. Miré las esquinas de los ojos de papá. Estaba fascinada por ellas. Cuando sonreía, una docena de pequeñas líneas se formaban en las esquinas. Pero la parte fascinante era que incluso cuando él no estaba sonriendo —como cuando se concentraba en su explicación de los diferentes tipos de llaves inglesas— las líneas seguían ahí. Me di cuenta de que Papá sonreía tanto que tenía líneas permanentes grabadas en su piel. Mamá interrumpió mis pensamientos. —Gemma, cariño, ¿no abrirás el regalo de Becky? —Me estaba mirando con ojos tristes, sabiendo que yo no estaba disfrutando esta noche de Navidad con la familia como lo hacía normalmente. Asentí con la cabeza y delicadamente desenvolví el papel del regalo. Dentro había una pequeña caja llena con rollos de Life Savers10. En cualquier otro año le habría agradecido a Becky por el regalo, preguntándome secretamente si era un regalo de último minuto cuando había recordado que no me habían comprado nada. Pero esta noche era exactamente lo que necesita. Miré alrededor del cuarto hacia Bridget y mis primos, completamente absortos en la apertura de sus regalos. Escuché decir a mamá algo acerca de Caris. Pensé en Jess y en su mamá en el hospital. Parecía que estuviesen en un mundo diferente. Era como si me hubiese quedado dormida después del desayuno y todo el asunto fuera solamente un mal sueño. Sentí una punzada de culpa por estar tan cómoda, cálida y rodeada de tanta gente que me amaba cuando Jess estaba solo, en una camilla, esperando a que su mamá despertara. ¿Por qué tenía un Papá tan bueno cuando Jess tenía uno tan terrible? ¿Por qué estaba su madre en el hospital cuando la mía estaba a sesenta centímetros de mí llenando las copas de todos con ponches de huevo y cidra de manzana? Mi vida parecía tan simple comparada con la de Jess. En la iglesia ellos siempre decían que la vida era una prueba. Si fuera verdad, ¿por qué la prueba de Jess era más difícil que la mía cuando los dos estábamos tratando de ir al cielo?

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Life Savers: Marca norteamericana de pastillas de menta con forma de anillo y caramelos con

sabor a fruta. Los caramelos son conocidos por su distinto envase en rollos de papel aluminio.

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Golpeé en la puerta de los Cart a las ocho de la mañana. Una enfermera desconocida abrió un poco la puerta. Era severa. —No permitimos visitas en la UCI —susurró y luego miró detrás de mí—. ¿Estás sola? Antes de que pudiera explicar que mi madre estaba estacionando el auto, escuché la voz de Jess dentro del cuanto. —Está bien, ella es de la familia. La enfermera me dejó entrar al cuarto con vacilación. Jess estaba de pie junto a la cama de Caris; sus brazos estaban cruzados fuertemente, sus ojos estrechos. Me quedé de pie a su lado y susurré: —Hola. —Sonaba como algo estúpido para decir en este lugar. Jess inhaló profundamente y asintió con la cabeza. No lo culpaba por no decirme‖hola.‖Parecía‖tan‖inapropiado‖como‖decir‖“buenos‖días”.‖Caminé‖hacia‖ él pero me detuve cuando él saltó. —¡Enfermera! —habló directamente—. Los números en su monitor están por todos lados. ¿Eso es malo? La enfermera, quien había estado junto a la puerta escribiendo algo en un portapapeles, corrió hacia el monitor tan pronto como él habló. —Todo está bien. En realidad es un buen signo. Significa que ella ha comenzado a respirar por sí misma. Quizás se despierte pronto, y será mejor si hay tan pocas personas como sea posible cuando lo haga. —Me miró a mí cuando habló. Jess estaba mirando a su madre tan intensamente que yo no estaba segura de que hubiese escuchado lo que la enfermera había dicho. —Esperaré en el pasillo —dije. Jess me miró por un momento, luego volvió su cabeza para mirar el monitor, en donde su atención permaneció hasta que salí del cuarto. Cuatro largas horas —y un terrible almuerzo en la cafetería del hospital— después, a mamá y a mí se nos permitió entrar en el nuevo cuarto de Cari en el segundo piso del hospital. Caris estaba despierta y sentada en su cama, pero parecía un cadáver con los ojos abiertos. Se veía mayor y más joven al mismo tiempo. Mayor porque su cabello estaba apelmazado en la parte de atrás de su cabeza y grandes círculos aparecieron bajo sus ojos en donde las vendas no cubrían; más joven porque parecía tan pequeña y frágil: tan vulnerable. Caris había nacido en Irlanda, lo que explicaba el tono rojizo del cabello castaño de Jess, pero había vivido en Franklin la mayor parte de su vida. Durante la mayor parte había tenido el habitual acento americano, pero por alguna razón hoy había un indicio de irlandés en su voz. —Hola, damas. —Su voz estaba ronca, y apenas podía comprender lo que decía. Casi levantó un dedo para saludarnos pero luego pareció cambiar de parecer en el último minuto—. Gracias por venir. Mamá puso su mano en el vendaje en la mano de Caris.

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—¿Cómo te sientes? —Ella tenía una forma de hacer que la pregunta más común sonara realmente sincera. —Bendecida. La respuesta de Caris fue corta, pero me desconcertó. ¿Bendecida? ¿Ella? Acaba de pasar el día de Navidad inconsciente y conectada a una cama de hospital porque su ex esposo la golpeó con una silla del comedor, ¿y se sentía bendecida? Ella continuó lentamente: —No puedo decir que no esté decepcionada por haberme perdido la Navidad, pero confío en que bebiste algo de ponche de huevo por mí. —Caris estaba particularmente vivaz considerando su condición, y me pregunté cuántos calmantes estaban siendo bombeados en sus venas ahora mismo. Intercambié una mirada con Jess, quien estaba sentado en un sofá contra la pared, que me dijo que pensaba lo mismo. Dejé a mamá y a Caris continuar su conversación mientras lentamente hacía mi camino hacia el sofá. Me senté cuidadosamente junto a Jess. Estaba preocupada de que si me acercaba mucho él se rompería por la mitad. Sus primeras palabras me sorprendieron. —Disculpa por lo de esta mañana. —Moví mi cabeza para mirarlo. ¿Por qué debía preocuparse?—. No tuve oportunidad de decirte mucho. —No creí que fuera necesario recordarle que no me había dicho nada—. Aunque realmente aprecio que vinieras. Incluso aunque estuvieras en el pasillo, significó mucho para mí. Asentí con la cabeza pero no dije nada. Pensé que él apreciaría el silencio. Nos sentamos silenciosamente en el sofá por otros veinte minutos mientras nuestras mamás hablaban. Eventualmente escuché a Caris preguntarle a mamá: —¿Puedes llevar a Jess a casa por mí? Necesita dormir algo antes de que termine en la cama junto a mí. —Por supuesto —respondió mamá—, pero estará solo en tu casa. ¿Por qué no lo llevamos a nuestra casa o a la casa de tu madre con las chicas? Caris negó con la cabeza. —Mamá no puede atender a otro. Llamó hace un minuto y dijo que las chicas eran más de lo que ella podía manejar. Acaba de tener una cirugía de cadera, sabes. Le dije que Jess sería una ayuda más que una dificultad pero…‖—Miró a Jess tristemente y optó por no terminar su oración—. Tendría que dormir en el sofá ahí de todas formas. Le hará bien dormir en una bonita y cómoda cama. Jess interrumpió la conversación. —Mamá, déjame quedarme contigo. Esta camilla está bien para mí. —Se acercó hacia adelante y palmeó el borde de una camilla que se veía lo bastante grande para que un niño pequeño entrara en ella. Caris negó con la cabeza.

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—No, no lo es, Jess. Necesitas dormir y una buena comida. Además, el doctor dijo que estoy estable. Puedes volver mañana y verme. —Pero‖mam{… —Ninguna otra palabra, Jess. Quizás esté maltratada y golpeada, pero aún soy tu madre, y quiero que te vayas con Suz y Gemma. Sonaba como si estuviera hablando a través de una pajita, pero aun así Jess se alejó del sofá. Luego ella añadió: —Qué tal si tú y Gemma van hacia el auto. Hay algo que necesito hablar con Suzanne. Jess y yo salimos lentamente del cuarto de hospital como dos niños que acaban de ser castigados. Pero mientras la puerta se cerraba detrás de mí, pude oír a Caris comenzar a llorar.

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Capítulo 11 Traducido por LizC Corregido por Susanauribe

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staba poniendo los platos en la mesa cuando Jess tímidamente entró en la cocina. Su cabello estaba húmedo, y llevaba un conjunto de suéteres de mi padre. Me quedé sorprendida de lo bien que le quedaban. Mi madre levantó la vista de donde rebanaba el queso. —Jess, ¿estás seguro de que no hay una llave de tu casa escondida bajo una maceta o una roca en alguna parte? —No, mi mamá nunca esconde llaves fuera. Siempre está en casa. Estábamos conduciendo hasta nuestra calle cuando a Jess se le ocurrió que no tenía la llave de su casa. Se había ido tan rápido para alcanzar a la ambulancia que ni siquiera había pensado en ello. Y, por supuesto, la policía tampoco. —Bueno, la ropa de Rob simplemente va a tener que funcionar hasta que encontremos otra solución. Eran las tres de la tarde, un momento complicado para el almuerzo o la cena. Pero mamá y yo habíamos comido sólo la pizza rancia que pedimos en el hospital y no tenía ni idea de cuando había sido la última vez que Jess había comido, así que estábamos prácticamente muriendo de hambre. Papá y Bridget, que ya habían comido, se sentaron a la mesa con nosotros para escuchar acerca de la condición de Caris. Sólo le tomó unos cinco minutos a Jess explicar todo lo relacionado con su mamá, y entonces la conversación, para alivio de Jess volvió a ligeros temas como los regalos de Navidad y los planes de Fin de Año. Era extraño tener a Jess para cenar. De todas las veces que vino a nuestra casa, nunca había venido a cenar o incluso a pasar el rato con el resto de mi familia mucho antes. Era extraño mezclar los dos universos —el universo de la familia y el universo de Jess— pero fue extrañamente cómodo al mismo tiempo. Jess y Papá charlaron la mayor parte del tiempo sobre béisbol, mientras que mamá y Bridget planificaban el día de compras después de Navidad. Después de que los platos estuvieran listos, mamá me dijo que moviera un poco de ropa y cosas que necesitaría en los próximos días a la habitación de Bridget para que Jess tuviera la mía. Yo sabía que él se sentía incómodo con el arreglo, pero me encantó la idea de que él se quedara con nosotros por un tiempo. Jess se sentó a la mesa de mi habitación mientras yo arrojaba pilas de ropas para tres días en una pila en mi cama. Él estaba especialmente callado esta noche, pero yo tenía un montón de cosas que decirle para llenar el silencio. —¿Conoces a Mike Hodgins? —No esperé a que respondiera—. Es un estudiante de último año, y está enamorado en grande de Bridget.

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Jess asintió con la cabeza mientras abría uno de los cajones de mi escritorio. —Bueno, la noche antes de Nochebuena, sonó el timbre y era Mike Hodgins y sus dos mejores amigos, Hal Butters y un sujeto Ian. —Me reí del recuerdo—. No te lo creerías, ¡pero estaban todos vestidos como duendes! ¡Hal e Ian en trajes de terciopelo verde y Mike como Papá Noel! Jess me miró por un momento y luego continuó excavando a través de la parafernalia que estaba escondida en los cajones. —¡Así que cantaron villancicos en frente de mis padres y yo y todos! ¡Luego le entregaron un montón de regalos y se fueron! —¿Sólo se fueron? —preguntó Jess al llegar a la parte posterior del cajón de en medio. —¡Sí! Pero entonces Bridget los siguió afuera y habló con ellos por un tiempo en la entrada. —¿A Bridget le gusta Mike? —Creo que sí. —Me encogí de hombros mientras sostenía dos camisas entre las cuales estaba tratando de decidir—. Pero fue muy divertido, en serio. Te habrías reído tanto. —¿Qué es esto? —Jess se irguió en la silla mientras recuperaba una bolsa de papel marrón en la parte posterior del cajón. Di un grito ahogado mientras daba un paso hacia él. —¡No puedo creer que me olvidé! —Agarré la bolsa de él—. ¡Éste es tu regalo de Navidad! —Entonces, ¿por qué me lo quitas? —Jess levantó las manos vacías delante de mí. —Debido a que he trabajado duro en él, y quiero ser capaz de dártelo. —Saqué el regalo envuelto de la bolsa marrón y con delicadeza lo puse en sus manos—. Feliz Navidad. —¿Qué? ¿Nada de elfos? ¿Nada de cantos y baile? —criticó Jess sin piedad mientras arrancaba el papel de regalo y lo dejaba caer en el suelo al lado de su silla. Arrancó la tapa de la caja con mucho esfuerzo, pero se detuvo al instante cuando vio lo que había dentro. Sus cejas se apretaron juntas, y él inclinó la cabeza como si tratara de averiguar lo que era. —Gracias —dijo tan entusiasta como pudo. Dejé escapar una bocanada de aire frustrado y tomé el regalo de la caja. —Es un álbum de recortes. ¿Ves? —Abrí la tapa y empecé a mostrarle las páginas interiores—. Es sólo un montón de fotos, entradas de cine, fichas de arcade, y cosas que he guardado en los últimos años. ¿Ves ésta? —Señalé a la mitad una página en la que había un recibo viejo arrugado grabado junto a una foto de Jess y yo brazo a brazo—. Este es un recibo de aquella doctora espeluznante que nos encontramos en la ciudad un par de veranos atrás.

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Jess abrió la boca mientras trataba recordar de lo que estaba hablando. —¡Oh sí! —Él dejó escapar una risa ronca—. Compré una botella de pólvora antigua de ella, porque dijo que me daría músculos más grandes con sólo rozarla en mi piel. Asentí, contenta de que él recordara. —Sí, me quedé con el recibo. Jess siguió hojeando el libro, obviamente sorprendido con todos los recuerdos que traía a su mente. —¡Nuestra tira cómica! —anunció cuando llegó a una de las últimas páginas. Era una historieta de cinco recuadros que habíamos hecho juntos un día de lluvia un verano, cuando teníamos diez años. Era una tontería realmente, y para nada graciosa, pero traía recuerdos de ese día. Habíamos estado en el lago cuando comenzó a llover. Para el momento en que corrimos a mi casa ya estábamos empapados, así que hicimos una sopa caliente y sándwiches de queso a la plancha y nos sentamos a jugar monopolio durante horas. Cuando no podíamos jugar monopolio un segundo más, nos inventamos esta tira cómica, que en ese momento estábamos seguros de que iba a hacernos famosos algún día. —Espera un minuto —dijo Jess, dando golpecitos con el dedo en contra de su labio superior—. Este no es el cómic original. Ni siquiera estaba en papel. ¿No estaba escrito...? —Se detuvo y miró alrededor de mi habitación como si estuviera tratando de captar la memoria. —¿En la pared de mi armario? —completé su pensamiento. Estaba radiante, recordando ahora que lo había dicho. —¿Todavía está ahí? —Sí, sólo lo copié hace una semana. Sus ojos se abrieron con curiosidad. —¿Puedo verlo? Lo llevé hasta mi pequeño, y en forma de caja, armario. Empujé algunos de mis viejos vestidos para la iglesia a un lado y me arrastré entre ellos hasta que estuvo contra la pared. —Es difícil de ver en la oscuridad —expliqué cuando me di vuelta y me senté contra la pared, justo al lado del dibujo—. Tuve que usar una linterna cuando lo copié. Jess se arrastró en medio de mis vestidos, hasta que se agachó justo a mi lado mirando a la escritura. —¡Es tan pequeño! —Lo sé. Querías asegurarte de que nadie más lo viera. Creo que hiciste un buen trabajo. Jess frotó los dedos a lo largo de las pequeñas letras. Después de un momento, suspiró y se dio la vuelta hasta que estuvo sentado a mi lado contra la pared. Se inclinó hacia mí, mientras me preguntaba: —¿Cuándo la vida se hizo tan complicada?

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Podía sentir su cuerpo moverse cuando tomó otra respiración profunda y luego la dejó escapar de nuevo. La calidez de su hombro penetraba el mío, y me encontré instintivamente coqueteando con su calor. Pensé en las complicaciones de mi vida. No había muchas. Claro, no tenía muchos amigos. Pero tenía un mejor amigo del cual estaba realmente agradecida. Tenía una gran familia. Una casa bonita. Toda la comida que quería comer. ¿Qué más puede necesitar una chica? Sabía que Jess estaba mirando la vida desde una perspectiva completamente diferente. No lo entendía del todo, pero sabía que su mundo era de un color diferente al mío. No respondí a la pregunta retórica de Jess, y él tampoco. Nos sentamos en silencio durante un rato, hasta que la puerta de mi habitación se abrió y la voz de mi padre rompió el silencio. —¿Gemma? ¿Jess? Sobresaltada, me senté derecha y grité de vuelta a él desde el armario: — ¡Estamos aquí! —Mi voz sonaba tan fuerte en contra de las cuatro pequeñas paredes. Papá estuvo en el armario al momento siguiente, mientras Jess y yo nos escurríamos de nuestro lugar entre los vestidos. —¿Qué están haciendo ustedes dos… —Hizo una pausa y miró a su alrededor como si estuviera tratando de averiguar dónde estaba—, en tu armario? —La última parte de la pregunta salió con más fuerza y un toque de ira. Jess y yo nos tambaleamos a nuestros pies. El armario no era lo suficientemente grande para que los tres estuviéramos de pie sin respirar en la cara del otro. Papá se retiró lentamente y permaneció fuera de la puerta con los brazos cruzados, esperando una respuesta a su pregunta. Sólo podía imaginar lo que papá estaba pensando: Jess y yo en el armario, solos. Puse los ojos en blanco a su acusación evidente a medida que avanzaba hacia él y salía del armario. —Papá —le dije mientras domaba mi cabello rizado—, sólo estábamos viendo algo que dibujamos en la pared hace mucho tiempo. Papá se miró aliviado hasta que su rostro cambió a un tono diferente de color rojo. —¿Dibujaste en la pared? Uups. Jess se removió a mi lado. Papá era por lo general muy tranquilo y paciente, pero cuando se enojaba, sabías que estabas en problemas. —Papá —dije con una risa nerviosa—, es tan pequeño que apenas se puede ver. —Busqué las palabras adecuadas para sacarnos de esta situación—. Además, es mucho mejor que lo que originalmente pensaste que estábamos haciendo, ¿verdad? Papá resopló y refunfuñó algo en voz baja. Se volvió para mirar a la pila de ropa sobre mi cama, y luego se agachó y las agarró todas de un solo golpe. — Ven conmigo, Gemma —dijo entre dientes mientras caminaba hacia la puerta y en el pasillo. Luego vino el castigo—. No vas a colocar ni un solo pie en esa habitación, mientras que Jess se quede en esta casa.

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Jess acabó quedándose en nuestra casa por el resto de las vacaciones. Mamá o papá lo llevaría al hospital todos los días alrededor del mediodía, y ahí es donde se quedaría hasta que lo recogían a tiempo para cenar en la noche. Nos enteramos por la policía que el padre de Jess fue detenido el día de Navidad. Fue puesto en libertad pocos días después pero estaba retenido bajo estricta supervisión hasta su cita en la corte, la cual sería en enero. La noche antes de empezar las clases otra vez, Caris fue dada de alta del hospital. Ella todavía se veía demacrada cuando mis padres, Jess, y yo la recogimos. Caminaba con cojera, y uno de sus ojos estaba hinchado, todavía cerrado. Cuando quiso girar la cabeza, ella tuvo que girar toda la parte superior del cuerpo porque su cuello estaba tan inflamado. Pero sorprendentemente, parecía feliz. Jess parecía feliz de tenerla en casa también, y yo estaba feliz de que Jess no tuviese que ir al hospital todos los días; aunque una punzada extraña de tristeza se introdujo en mi estómago mientras miraba a Jess llevar a su mamá fuera de nuestro auto y hasta los escalones del porche de su casa. Me había acostumbrado tanto a tenerlo en la habitación de al lado que todo a lo largo de la calle parecía kilómetros de distancia. Esa noche, mientras estaba en mi habitación cortando fotos de revistas para un proyecto escolar que tenía para la próxima semana, escuché un viejo y conocido golpeteo en mi ventana. Apagué mi luz, como siempre, y corrí escalera abajo con el corazón golpeando violentamente a cada paso. Estaba casi jadeando para el momento en que salí de mi puerta de atrás. —Hola, extraño —dije mientras me sentaba junto a Jess en los escalones. Él pareció aliviado de verme. —Lo sé. Parece que ha sido una eternidad desde la última vez que te vi. —Él se frotó las manos entre sí—. Me acostumbré a estar alrededor de ti todo el tiempo. —¿Cómo está tu mamá? —dije que mientras abrazaba mis costillas para mantener el calor. Era una noche especialmente fría, y nuestro aliento pululaba alrededor de nuestras cabezas a medida que hablábamos. —Está cansada. —Los ojos de Jess parecían distante, y me di cuenta que no había venido a hablar de su madre. Jess se movió para rebuscar en su bolsillo. —Tengo algo para ti. Me incliné hacia delante para ver lo que estaba sacando de su bolsillo. —¿Qué es esto? —pregunté, tratando de descifrar el objeto que estaba oculto en la bolsa en su mano. Me entregó la bolsa. —Feliz Navidad. Lo sostuve en mi mano y le di la vuelta para así poder verlo desde todos los ángulos. —Ha estado en mi habitación todo el tiempo —explicó Jess—, pero no podía entrar en mi casa así que... —Sus palabras se apagaron cuando llevé la bolsa hasta mi oreja y la sacudí con el fin de tener una mejor idea de lo que era. Lo que sea que era hizo un pequeño sonido de traqueteo cuando lo sacudí.

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—Jess, no tenías que hacerlo —le dije en un tono exagerado y obviamente bromista—. ¡Siempre he querido un contenedor de Tic Tac para Navidad! Jess me miraba atentamente mientras interpretaba mi pequeño juego. Me encantó el hecho de tener un regalo secreto en la mano de Jess, y yo no quería que esta sensación se fuera. —El año que viene simplemente te voy a conseguir una bolsa de papel marrón —dijo después de yo hiciera algunas otras conjeturas falsas—. Estás disfrutando más con esto que con el verdadero regalo. Cuando no pude llegar a otra conjetura más, rebusqué dentro de la bolsa y saqué un pequeño recipiente negro que era más grande que una caja de cerillas. Levanté la tapa para encontrar una pulsera de plata brillante con una piedra preciosa única de color rojo colgando del extremo. Cuidadosamente lo saqué de la caja y lo dejé colgando de mis dedos con delicadeza mientras examinaba cada centímetro de ella. —Es un rubí —dijo en voz baja—. El chico de la tienda dijo que es la joya más poderosa del mundo. —Se quedó callado por un momento antes de añadir—: Al igual que tú. Con cuidado giré el rubí de impecable corte redondo entre el pulgar y el dedo índice. —Es perfecto —susurré, y luego lo miré por primera vez desde que abrí el regalo—. Gracias. La expresión de Jess era seria. —De nada. Respiré el aire frío y me incliné hacia adelante para reposar mi cabeza entre las palmas de mis manos. —No quiero volver a la escuela mañana. —Miré hacia la nieve recién caída que cubría mi patio trasero—. No quiero volver a estar sola todo el día. Jess frotó suavemente su mano sobre mi cabeza. —Tengo un buen presentimiento acera de este semestre —dijo con una voz baja—. Las cosas van a empezar a cambiar, para mejor. —Sopló en su mano libre—. Ya era hora de un cambio, creo yo. Me senté con la espalda recta y miré a Jess con una expresión preocupada. —No quiero que las cosas cambien entre nosotros. Él me miró y tomó suavemente la pulsera fuera de mis manos. Destrabó el extremo y en silencio la envolvió alrededor de mi muñeca. —No te conseguí la joya más poderosa del mundo sólo porque creo que eres poderosa —dijo con una sonrisa burlona. Yo lo observaba de cerca, esperando a que terminara. —Te conseguí la joya más poderosa del mundo debido a nosotros. —Tomó mi mano en la suya y giró el rubí pequeño entre sus dedos—. Nada puede interponerse entre nosotros. No importa lo que pase. —Luego, como si se tratara más de una súplica que una declaración, me miró con ojos suplicantes—. ¿De acuerdo?

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Nunca había visto a Jess de esta manera antes. Tan abierto. Tan honesto. Me sentí un poco más fuerte en ese momento, sabiendo que él me necesitaba en su vida tanto como yo lo necesitaba en la mía. Y por primera vez sentí un brillo de esperanza de que quizás estaríamos en realidad ahí el uno para el otro, siempre, y sin importar qué. Los fieros ojos de Jess se suavizaron cuando asentí con la cabeza, y él me devolvió mi muñeca. —Es tarde —dijo con un suspiro—. Debería irme. —Se impulsó para arriba del escalón por sí mismo y me ayudó a ponerme de pie. Mis piernas se sentían congeladas, y era difícil enderezarlas de nuevo—. Qué te diviertas mañana. — Hizo una pausa y casi sin pensarlo caminé hacia él, mi cabeza se reunió con su pecho una vez más. Él envolvió sus brazos con firmeza a mí alrededor y presionó su mejilla contra la parte superior de mi cabeza. Nos abrazamos durante unos minutos más, a sabiendas de que tan pronto como nos dejáramos ir tendríamos que partir por caminos separados. Que él tenía que volver a la escuela secundaria y yo tendría volver al estúpido noveno grado. Cuando finalmente nos apartamos, Jess deslizó su mano por mi cabello a medida que éste caía sobre mi hombro. Luego miró detrás de mí, a mi casa. —Sabía que una vez que entrara, no iba a querer irme. —Dejó caer su mano a su lado. Incliné la cabeza hacia un lado. —No sé, después de una semana y media de compartir mi cuarto de baño y ser masacrado en el monopolio, estoy segura de que debes estar un poco cansado de mí. Esperaba que él hiciera una mueca y devolviera mi observación burlona. Pero sus ojos permanecieron siendo serios, y sus dedos se detuvieron en las puntas de mi cabello cuando susurró: —Yo nunca podría cansarme de ti, Gemma. No es posible.

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Capítulo 12 Traducido por Dark Heaven y ZAMI Corregido por Susanauribe

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l primer día de regreso en la escuela fue tan monótono como el resto. En realidad me acordé de mi horario para el semestre, probablemente porque sólo realmente dos clases cambiaron, lo que sólo hizo que mi día fuera mucho más aburrido. Anhelaba una amiga con la que pudiera ir andando a clase y pasar el rato después de la escuela. Quería ir a mi casillero y encontrar una nota que había escrito en lápiz rosa mientras estaba aburrida en clase de biología. Los repetitivos días pasaron rápidamente, y antes de darme cuenta habían pasado dos meses del semestre. En el segundo período de este semestre todavía tenía alemán. La campana de la tarde había sonado ya, y estaba medio caminando, medio corriendo por el pasillo hacia mi clase. Estaba sola en los pasillos a excepción de otra niña delante de mí, que también estaba caminando hacia mi aula del segundo periodo, aunque ella parecía no tener prisa en absoluto. Ella era notablemente más baja que yo, con el pelo negro azabache peinado hacia atrás en una coleta. Reconocí la parte de atrás de su cabeza como Drew Markoviak. Drew era la chica de la escuela que comenzaba toda la última moda. Si Drew llevaba un suéter de tejido de punto largo color marrón a la escuela, muy pronto las salas estaban llenas de chicas con alguna clase de imitación de un suéter de tejido de punto largo y marrón. Ella era la chica que pertenecía a la portada de todas las revistas para adolescentes. Era esa clase de chica marimacha con el cuerpo perfecto, cubierta de barro por el juego mixto de rugby, y rodeada de deliciosos chicos guapos que parecía que podían comérsela de postre. Innecesario decir que Drew era muy popular. Pero no popular del tipo de porrista rubia saltarina. Era impecablemente fresca, pero sin un enemigo en el mundo. Se acercó a la puerta justo antes de que yo llegara. Me fui deteniendo mientras me acercaba, y traté de ocultar mi respiración pesada. Me daba un poco de vergüenza saber que estaba tratando darme prisa para llegar a clase cuando ella parecía tan casual llegando tarde. Abrió la puerta y me echó un vistazo mientras me acercaba. —Hey, Gemma. ¿Ella sabía mi nombre? Estaba tan sorprendida que casi me olvidé de decir algo. —Um, hey, Drew. Ella asintió hacia mí luego se deslizó suavemente en el aula. La maestra, la Frau Hart, ni siquiera se dio vuelta cuando caminó por la habitación y se sentó en su escritorio. Probablemente no la escuchó, como Drew fue tan silenciosa y

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elegante cuando se deslizó sin esfuerzo en su asiento. Exactamente lo contrario que ocurrió cuando entré. La puerta se cerró detrás de mí, y Frau Hart, así como toda la clase se dio vuelta y me miró. Una persona que me estaba mirando con especial interés era Trace Weston. Él estaba sosteniendo su lápiz hacia sus labios y sonriéndome mientras ruidosamente y con dificultad caminaba por el segundo pasillo hacia mi escritorio, me sentaba y sacaba mis libros. Sólo mantuve el contacto visual con él durante un nanosegundo, pero podía sentir que me observaba mientras me instalaba en la silla. Frau Hart dejó de escribir en la pizarra lo suficiente como para fruncir el ceño y decirme: —La tardanza no es tolerada en mi clase. —Quería creer que ella estaba hablando con las dos, Drew y yo, pero de alguna manera sabía que no era el caso. Frau Hart nos dio veinte minutos al final de la clase para trabajar en nuestra tarea. Yo estaba cerrando los ojos, tratando de memorizar un poema alemán cuando sentí un golpecito en el hombro. Abrí los ojos y vi a Drew sentada en el asiento vacío a mí lado. No la había escuchado sentarse siquiera. —No te preocupes por Frau Pedo —susurró, con la nariz arrugada. Miré por encima del hombro a Frau Hart, quien estaba ocupada clasificando trabajos en su escritorio. Había escuchado a algunos chicos llamarla Frau Pedo cuando ella estaba fuera del alcance del oído, pero no sabía donde había empezado, hasta ahora. —¿De qué estás hablando? —dije nerviosamente mientras enderezaba los papeles en mi escritorio. —Estás bromeando, ¿verdad? —¿Qué? —Pensé que te iba a estallar un vaso sanguíneo cuando te fastidiaba por llegar tarde. Estaba un poco perturbada porque ella creía que la señora Hart se refería sólo a mí. Entonces pensé en mi casi ruptura de vasos sanguíneos y me pregunté si Trace también lo había visto. Me encogí de hombros. —Estoy bien. —En serio, ¿qué es lo peor que puede pasar? —Uh. —Levanté las cejas—. Ella me puede dar una mala nota. Ella puede retenerme después, en detención. Ella puede llamar a mi mamá. La dama es casi dueña de mi vida. —Así que ella baja tus notas. Entonces, ¿qué? La respuesta parecía obvia. —Obtengo una mala nota. —Uh huh. ¿Y luego qué? No entendía el juego de preguntas. ¿A dónde iba con esto? —Y luego esa mala nota se queda en mi boleta de calificaciones para siempre. —¿Para siempre?

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—Por los próximos tres años hasta que quiera entrar en la universidad en alguna parte. —¿Y crees que un descenso de nota en la clase de alemán de noveno grado va a detenerte de entrar en la universidad a la que quieras entrar? —No sé, tal vez. —Déjame decirte la respuesta correcta. No. Por lo tanto cálmate. Con eso ella se levantó de la silla con una sonrisa irónica y se dirigió a su escritorio y hacia las tres chicas que parecían sorprendidas de que ella hablara con alguien más que con ellas. Después de eso Drew comenzó a reconocerme en los pasillos. Ella asentía en mi camino o levantaba la mano en un medio saludo. A veces se verbaliza un saludo. Me sorprendió todo el tiempo, pero por lo general decía hola en respuesta. Nosotras no hablábamos mucho en clase, pero apenas me di cuenta. Estaba muy ocupada tratando de entender el alemán. Estaba tan atrasada, que ni siquiera había empezado mi proyecto de mitad de semestre, que debía presentarse en dos semanas. —¿Ya tienes un grupo para el proyecto de mitad del semestre? —Había estado tan concentrada en la lista de vocabulario que estaba memorizando que no había visto a Drew sentarse en la misma silla que la primera vez. Debería haber tenido un grupo para ese momento, pero no lo hacía. —No. ¿Tú? —Pregunta estúpida. Por supuesto que tenía, tenía un grupo permanente de seguidoras. ¿Entonces por qué preguntaba? —Sí, pero necesitamos a otra persona. Estamos haciendo una película sobre unos chicos alemanes que viven en el este de Alemania en la época posterior a la Segunda Guerra Mundial. Sólo somos cuatro. Necesitamos a una quinta persona. —¿Estás haciendo una película? Pensé que sólo teníamos que escribir una historia juntos. —El objetivo era, como grupo, escribir sobre un acontecimiento importante en la historia alemana. Y por supuesto tenía que estar escrito en alemán. —Vamos a tener que escribir el guión de todos modos, sólo estamos yendo más allá, a Frau Pedo le va a encantar. Frau Pedo, quiero decir Frau Hart, se movió en su silla, y podría haber jurado que escuchó como Drew la había llamado. No estaba segura de qué hacer. No solía ser arriesgada a la hora de hacer una tarea. No era muy aventurera tomando riesgo en absoluto. Pero estaba más preocupada por no tener un grupo para el proyecto en una fecha tan tardía. —Claro, lo haré con ustedes. —Las palabras me asustaron mientras salieron de mi boca. Drew parecía complacida. —Impresionante. Nos reuniremos en mi casa hoy después de la escuela. —Ella me dio un pedazo de papel con su dirección y luego se levantó de la silla—. Entonces nos vemos alrededor de las cuatro.

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—Cuatro. —Asentí mientras miraba las instrucciones que ella me había dibujado con cuidado en una gruesa pieza de papel de nota amarillo. Incluso su letra era cuidadosa y decisiva. Podría haber sido una estrafalaria fuente de Microsoft Word. —¡Oh! —Drew dijo en el último minuto—. Si tienes alguna ropa vieja de los ochenta, tráela. Necesitamos todos los trajes que podamos conseguir. Mamá me dejó en casa de Drew a las cuatro en punto. Me sentí estúpida por estar tan exactamente a tiempo. Cuando ella abrió la puerta, Drew miró el montón de ropa en mis manos. —Eso va a funcionar. —Torció los labios en una sonrisa. Me di cuenta de que estaba satisfecha con la mirada de incertidumbre en mi cara—. Vamos; todas las demás ya están aquí. Su casa era enorme y desalentadora. El techo en toda la casa era por lo menos de diez metros de altura con ventanas que llegaban a lo más alto. Drew me llevó al salón principal el cual se parecía a un salón de un elegante hotel de estación de esquí, y así como ella había dicho, las seguidoras ya estaban allí. Conocía a las tres de ellas por su nombre, y eso era todo. Stella, la morena alta, estaba sentada en el suelo jugando con el estéreo. Stephanie, la pequeña con gafas, estaba sentada con las piernas cruzadas en un gran sillón jugando con su goma de mascar, y Carmen, que siempre parecía ser la seguidora más dominante de Drew, estaba cubriendo en el sofá como si ella viviera allí, hojeando una revista de celebridades. Drew entró en la habitación delante de mí y agitó la mano hacia atrás en mi dirección. —Chicas, ustedes conocen a Gemma. —No les preguntó, les dijo. Todas me reconocieron mientras entré, y sentí que mis nervios se asentaban un poco. No parecían las chicas malas de todas las películas de la escuela secundaria como pensé que serían. Ellas simplemente parecían ser personas normales. Drew me miró de arriba abajo. —¿Vas a ponerte tu traje? Lo sostuve con disgusto. —¿Esto es para que yo me lo ponga? —Había agarrado a toda prisa el viejo vestido de la fiesta de graduación de mamá de la caja de disfraces en el sótano. Era como de un millón de diferentes tonos rosa con todo tipo de diseños de volados y lentejuelas en él. Drew se puso las manos en las caderas. —¿Quién creías que se lo iba a poner? Respiré hondo y dejé que los volados rosas cayeran sobre mi cabeza y hombros. Apenas me entraba. Mamá debió haber sido pequeña en la escuela secundaria. Para el momento que tuve la cremallera arriba, el resto de las chicas estaban terminando con sus trajes. Stella, Stephanie, y Carmen todas parecían porristas de los ochenta idénticas. Drew tenía una onda con una peluca estilo Tina Turner, una camiseta cortada y pantalones cortos raídos. Y yo estaba de pie con torpeza en el viejo vestido de la fiesta de graduación de mi mamá. Drew, que

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estaba obviamente a cargo de toda la operación, se puso detrás de una cámara de vídeo que estaba puesta en un trípode. —Está bien —dijo más alto de lo que necesitaba mientras miraba fijamente los botones de la videocámara—, toma uno de Die Frühstück-Verein auf Deutschland. —Su acento alemán era desordenado, pero pude unir las piezas de las palabras que había dicho de listas de vocabulario antiguas. El nombre de la película era el club del desayuno en Alemania. Me reí en voz alta tan pronto como lo noté. Drew me miró de detrás de la cámara. —¿Qué es tan gracioso? —Las otras chicas me miraron en silencio. Yo incómodamente escondí mi pelo detrás de las orejas. —¿Qué tiene que ver el club del desayuno con la post-Segunda Guerra Mundial en Alemania? Drew me miró con una expresión de sincera confusión. —La Segunda Guerra Mundial terminó en los años cuarenta, Gemma. —¿Bien? —Esperé una explicación. —El Club del Desayuno en los años ochenta, que es después de los años cuarenta. Di un grito ahogado de risa una vez más. Pero nadie se reía. Antes de que tuviera la oportunidad de objetar antes de que tuviese la oportunidad de explicarles que todos íbamos a fracasar en el proyecto de mitad del semestre si hiciéramos una versión casera alemana de El Club del Desayuno, Drew le dio la señal a Stella para que iniciara la música, la cual era una versión moderna de "99 Luft Balons " de Nena. La música sonaba fuerte, y yo no tenía idea de lo que se suponía que tenía que hacer. Nadie me había dado un guión. Me quedé con torpeza en el centro de la habitación mientras que Drew y las otras tres chicas bailaban delante de la cámara de vídeo. —¡Vamos! — susurró Drew. Ella sonreía ampliamente mientras movía la cabeza en círculos—. ¡Baila! Empecé a imitar sus movimientos de baile de los ochenta. Seguí a Carmen mientras hacia el caballo, y entonces empecé a girar la cabeza en círculos, como Drew, mi pelo largo daba latigazos alrededor de mi cabeza y contra de mis párpados cerrados. Bailamos la mitad de la canción hasta que Drew le dio a Stella la señal para bajar el volumen haciendo que la canción se convirtiera en música de fondo. Drew luego le hizo un gesto con la mano a Stephanie, quien rápidamente tomó un cartel del sofá con la leyenda Verzögerung y lo sostuvo delante de la cámara. No reconocí la palabra —¿Qué significa eso? —le susurré a Stella, que estaba de pie cerca de mí. —¿Detención? Le di una mirada de confusión. —De eso trata El Club del Desayuno. Sobre cinco chicos en detención —susurró tan alto que estaba casi segura de que se oiría en la videocámara. Pero decidí que no era algo malo, ya que cualquiera que estuviera viendo esta película

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estaría tan confundido como yo lo estaba. Por fin comenzaba a aclararse el por qué Drew dijo que necesitaba a otra persona en el grupo. En la película original había cinco chicos en detención, y yo era la quinta. La videocámara nunca dejó de grabar. Drew dijo que era más artístico cambiar de escena con la cámara aún grabando. Le creí. El resto de la película consistió en nosotras intentado hablar como si fuéramos estudiantes molestas en detención. Claro que tenía que ser en alemán, así que las oraciones eran simples y cortas, y consistían en las pocas palabras que recordábamos. Un par de veces Drew comenzó alguna pelea con alguien, la cual eventualmente pasaba a convertirse en un puñetazo falso justo enfrente de la cámara. La película terminó 10 minutos después con nosotras decidiendo ser amigas y chocando los cinco. Stella reprodujo la canción de fondo y bailamos hasta que Drew corrió detrás de la cámara y gritó corte. Entre la tarde que pase en casa de Drew y el día para el que la presentación del proyecto estaba programado sostuve sólo un par conversaciones con Dew y su pandilla, aunque sí hablamos un poquito más que en nuestro video. El proyecto de mitad de semestre, estaba programado para el primer martes de marzo. Frau Hart llamó a cada grupo al frente de la clase para que leyeran sus historias a los demás. Era tedioso tener que escuchar las historias de los otros grupos. Por un lado, porque eran extremadamente largas, aburridas ¡y estaban llenas de palabras que ninguno de nosotros conocía! Y lo otro era, que estaba agonizando de la humillación que sentiría cuando no tuviéramos ninguna historia para leer sino un video completamente no sistematizado sobre una película de los 80. —Drew. —Frau Hart miró por sobre sus gafas y revisó el cuarto hasta que ubicó a nuestro pequeño grupo—. Tu grupo es el siguiente. Frau Hart fue puro negocio. Yo estaba aterrorizada de la reacción tendría ante nuestra película. Me limpié las sudorosas manos en mi pantalón y me paré para caminar hacia el frente de la clase. Antes de que tuviera la oportunidad de moverme, Drew me dio un codazo y me señaló que me sentara. —Frau Hart —Drew habló con confianza, y no entendí como podía ella no estar asustada de la maestra—, no será necesario que todo mi grupo me acompañe. No tenemos una historia para leer. —Sostenía un pequeño disco en su mano izquierda—. Nos tomamos el esfuerzo de actuar nuestra historia y grabarla en un dvd. Lo traje para mostrárselo a todos. ¿Nos tomamos el esfuerzo? De la manera en que lo había presentado hasta a mí me había convencido de que habíamos hecho algo especial Tal vez conseguiríamos una buena nota después de todos. Pero Frau Hart todavía no había visto la película. De seguro en cuanto viera que no tenía nada que ver con historia alemana, nos reprobaría.

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Frau Hart se apresuró a pararse y girar el televisor y el reproductor de dvd hacia el frente del cuarto. Yo estaba sorprendida, hasta ahora no había mencionado nada sobre que no habíamos seguido la asignación. Drew se agachó ligeramente frente al equipo y deslizó el disco en el reproductor —Frau Hart, ¿le molestaría apagar las luces? Mi mandíbula casi cayó al piso cuando Frau Hart se inclinó hacia un costado para presionar el interruptor y apagarlas, y luego se enderezó para ver la película. La clase entera observó la pantalla negra, sentí nauseas al pensar en la primera escena cuando Drew comenzó a grabar en su casa, yo había estado parada, sin saberlo en el centro del cuarto cuando la música comenzó. Mi cara de incomodidad y confusión iba a ser lo primero que todos verían. ¡Me vería como una completa idiota! Pero me equivoqué de nuevo. La primera cosa que apareció en la pantalla negra fueron palabras. Las primeras enlistaban nuestros nombres. Me sorprendí al encontrar al mío primero en la lista. Entonces apareció el título de la película en alemán con el nombre en inglés debajo. Mientras el título aún estaba en pantalla, la canción de apertura comenzó. Cuando la película en sí finalmente empezó, estábamos todas bailando. ¡Mi expresión incómoda había sido completamente saltada! Toda la clase observó a las cinco chicas con ojos muy abiertos y emocionados. Incluso Frau Hart tenía una expresión divertida en el rostro. El resto del filme fue algo completamente diferente a la película en la que yo había participado ese día en la casa de Drew. Había distintos cortes y cambios de escenas. Había primeros planos de todas nosotras cuando hablábamos. De hecho, se veía como una buena película. Y al parecer el resto también lo creía. Eché un vistazo a Trace, probablemente por costumbre, quien estaba inclinado hacia delante sobre sus codos, mirando atentamente la película. Vi sus ojos moviéndose por la pantalla. Sus expresiones eran distintas cada vez que hablábamos. Cuando la película finalmente terminó, todos aplaudieron. Frau Hart reía con gozo e incluso aplaudió un par de veces mientras se levantaba para volver a prender las luces. —Wundervoll Wundervoll —exclamó Frau Hart mientras giraba el televisor de regreso a su lugar detrás del escritorio—. Fur deine grogen Anstrengungen danke, lo que en inglés significa: Maravilloso. Por su gran esfuerzo, gracias. No lo podía creer. Drew se había salido con la suya. ¡Todas nos habíamos salido con la nuestra! ¡Nuestro proyecto fue un éxito!

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Miré a Drew, quien estaba recostada sobre su silla con una sonrisa como si creyera que nada de esto fuera la gran cosa en absoluto. El siguiente grupo fue llamado, y asumí que el final de nuestro proyecto significaba el final de mi amistad con Drew, Stella, Stephanie y Carmen. Yo no encajaba con esas chicas de ninguna manera. Ellas tenían una magia que yo no poseía. Así que me sorprendí cuando al salir de clases escuche a Drew gritar mi nombre: —Gemma espera. Me detuve en mi lugar y me volteé mientras que el resto de mi clase de alemán pasaba zumbando junto a mí. Sentí que algunos me miraban diferente, y entonces vi a Trace. Él se dirigía a mí, mirándome directamente a los ojos. Dejé de respirar. Cuando estuvo a diez centímetros de mí dio un paso al costado y me susurró: —Buen baile. ¿Hablaba en serio o se burlaba de mí? No lo podría decir. Pero el olor de su colonia revoloteó por mi cabello y mi nariz, haciendo que los mismos sentimientos que había tenido por él, el ultimo año bailaran dentro de mi estómago otra vez. Antes de tener la oportunidad de analizar lo que acaba de pasar, sentí que tiraban de mi codo, miré para encontrar a Drew junto a mí. —¿Lo conoces? —¿Qué? ¿A quién? —Miré a mi alrededor como si no supiera de que me estaba hablando. —Trace Weston. ¿Eres amiga de él? Resoplé. —¿Trace Weston y yo amigos? Uh no. —Hm. —No se veía completamente convencida, y luego sin perder más tiempo preguntó—. ¿Dónde está tu casillero? Su pregunta me dejó perpleja. ¿Acaso sabía que mi casillero estaba junto al de Trace? No estaba segura de si estaba lista para revelar ese pequeño tesoro escondido. —Uhm, está... —Señalé hacia el pasillo del octavo grado. Se vio disgustada. —¿Estás en el pasillo de octavo grado? —Mi familia estaba fuera de la ciudad durante el registro, así que... Pareció adivinar el resto de la historia. —Dejarás tus libros en mi casillero o en el de Carmen de ahora en adelante. Era más una demanda que una sugerencia. Comenzó a caminar por el pasillo y la seguí. —¿Dónde están las demás chicas? —No hacía falta que dijera sus nombres, ella sabía de quienes hablaba. Se encogió de hombros. —No lo sé. Son chicas grandes. Pueden pasar el tercer período por sí solas.

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No había acabado de hablar cuando las tres chicas en cuestión aparecieron por detrás de nosotras. —¿A dónde te habías ido? —preguntó Stephanie mirando a Drew, quien apenas le prestó atención, Stephanie parecía herida. —Nosotras siempre te esperamos —dijo Stella en voz baja, como si quisiera que por accidente escucháramos lo que tenía para decirnos. Drew no respondió a ninguna de sus quejas. Creo que estaba un poco molesta, pero tres segundos después comenzó a aplaudir salvajemente. —¡Chicas miren a Kit Walker! —Señaló hacia donde él estaba parado y luego se volteó hacia nosotras susurrando lo suficientemente alto como para que la oyéramos—. Creo que se olvidó de sus pantalones esta mañana. Kit Walker era un deportista en todos los aspectos. Era el capitán del equipo de basquetbol de noveno grado e incluso se vestía para el equipo universitario junior de la escuela secundaria. Era uno de los chicos más populares de la escuela. Tan popular de hecho, que podía ir, hasta su casillero en bóxer para agarrar lo pantaloncillos de gimnasia que accidentalmente había olvidado ahí, sin meterse en ningún problema —Hey Kit —le gritó Drew con su contagiosa y despreocupada risa—. ¡Olvidaste ponerte tus pantalones hoy! Kit ni siquiera quitó la vista de su casillero. Aún seguía rebuscando algo por su casillero cuando gritó. —Drew, ¿no te lo había dicho? Los pantalones están tan sobreestimados. —Nos miró justo cuando nos acercábamos a él. Le dio la mano a Drew con una gran sonrisa en el rostro y le dijo que extrañaba verla más seguido. Palmeó a Carmen en la espalda, como si fuera sólo otra chica cercana a él, e incluso me miró a los ojos por un momento. —Hablando en serio Kit. ¿Dónde están tus pantalones? —Él ladeó la cabeza hacia atrás. —Realmente no lo sé. Creí que estaban aquí. —Miró hacia abajo a sus bóxers a cuadros y se encogió de hombros—. Supongo que tendré que usar sólo esto para la clase de gimnasia. Y luego se escabulló hacia el gimnasio dejando a Drew en un ataque de risa mientras continuaba caminando por el pasillo. La seguí hasta su casillero, el cual descubrí que compartía con Stella, Stephanie, y con Carmen también. El casillero, estaba forrado con fotografías de revistas de celebridades y modelos masculinos, y olía como la combinación de spray para el‖cabello‖y‖perfume… —Así que, ¿quién te gusta Gemma? —preguntó Drew tan casualmente, que hubieras creído que preguntaba que había traído para el almuerzo. —¿Quién me gusta? —dije vacilante. El rostro de Jess revoloteó por mi mente, y el de Trace vino un momento después. Pero yo había cometido el error de

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revelarles mis enamoramientos a Clarisa y a Nina, y había sido un desastre. No iba a comenzar a contarle sobre eso a una chica que apenas conocía. —¿Tienes novio? —instó. Mis hombros cayeron con una pizca de vergüenza. —No. —Estaba segura de que todas ella habían sido besadas al menos una vez antes. —¿Quién te gusta entonces? Mi corazón se aceleró cuando el nombre de Jess bailó por la punta de mi lengua. —Nadie —mentí mientras colocada mi libro más pequeño en mi casillero. —Bueno, te debe gustar alguien. ¿Qué hay de Trace Weston? Mi estomagó se agitó cuando mencionó su nombre. Pero resoplé sobre mi labio inferior y dije: —No. Drew me miró con ojos escépticos. Entonces llevó su atención hacia abajo. —¿Qué hay del brazalete? Lo usas todos los días. —Ladeó la cabeza—. ¿Dónde lo conseguiste? Miré el brazalete que Jess me había dado y me pregunté cómo conseguiría escapar del interrogatorio de Drew. —Fue‖ un‖ regalo…‖ —Acaricié el rubí colgante con mis dedos—, de un buen amigo. —La mire y cambié de tema—. ¿Qué hay de ti? ¿Quién te gusta? Drew sonrió con ojos emocionados. —¡Trace! —susurró—. Temía que a ti te gustara, así que no quería que las cosas se pusieran incómodas pero estoy muy contenta de que no te guste. Mi aliento se atascó en alguna parte entre mi esternón y mis amígdalas. —Sí claro, es todo tuyo. Lo cual era casi verdad, pero cuando ella dijo que le gustaba Trace una llama de celos se disparó a través de mi pecho. Drew cerró su casillero y comenzó a caminar por el pasillo. Igualé mi paso al de ella, mientras las otras tres chicas nos seguían por detrás de nosotras. Me sentía rara, como la co-líder de una manada de lobos. Podía ver a la gente mirándonos, y me enderecé un poco mientras pasábamos por el pasillo de casilleros. —Me siento muy nerviosa a su alrededor —dijo Drew. Estaba tan desorientada por el hecho de que realmente estaba caminado por el pasillo con Drew y sus amigas que apenas me di cuenta de que me hablaba a mí. —¿Nerviosa? —repetí estúpidamente—. ¿Alrededor de quién? —Trace —dijo dándome una mirada de obvio. —Oh. —¿Qué debería decirle? —Drew me miraba con ojos esperanzados, y no podía creer que realmente me estuviera pidiendo un consejo. Yo continuaba esperando que alguien saltara fuera de un casillero con una videoc{mara‖y‖que‖toda‖la‖escuela‖gritara‖al‖unísono‖“Atrapada”.

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—Uh —comencé mientras esquivaba a los estudiantes que se encimaban a nosotras—. Supongo que solo deberías saludarlo. —Hola —repitió Drew un par de veces, con diferentes voces cada vez—. Bueno, ésta es mi siguiente clase. Apenas tuve tiempo para registrar lo que había dicho, antes de que desapareciera dentro de la clase. Antes de saberlo, las otras chicas también desaparecieron y me quedé sola en el lado opuesto de la escuela, preguntándome como había terminado en este lugar.

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Capítulo 13 Traducido por Ale Grigori Corregido por majo2340

—N

o tengo idea de por qué quiere ser mi amiga…‖—Estaba metiendo pretzels11 en mi boca, después de la escuela, mientras Jess estaba sentado, descansando en nuestro sofá en la sala. Él había entrado un montón de veces desde la semana y media que pasó en nuestra casa durante Navidad—. Quiero decir, ya tiene un millón de amigos. ¿Por qué necesita otro? —Tal vez haya escuchado de tus habilidades fotográficas y esté esperando que le des algunos consejos. Fruncí el ceño y le tiré un cojín del sofá en su cabeza. —Todavía no se te permite que te burles de mí sobre eso. Aún es demasiado reciente. Las heridas no han sanado completamente. Jess tiró su cabeza hacia atrás. Sus ojos estaban apretados y se ahogó con su respiración por un segundo. —¡Fue hace un año! —Aún es demasiado reciente —repetí con una mirada de superioridad en mi rostro—. Te diré cuando haya‖sanado.‖Hablando‖de‖Trace…‖—Miré a Jess desde debajo de mis párpados—. A Drew le gusta. La risa de Jess murió, y se enfocó en mi cara. —Eso no debería ser un gran problema. Lo último que escuché, era que él no te merecía. Miré mis dedos, los cuales halaban una cuerda floja en mi sudadera. —Supongo —murmuré. Después de unos pocos segundos de silencio miré de nuevo a Jess que, en silencio, me observaba con una expresión inquisitiva. —¿Todavía te gusta? —preguntó Jess, y no podría decir si él estaba celoso o sólo confundido…‖o‖ambas. Cuidadosamente pensé en una respuesta a su pregunta. Sí, tenía que admitirlo aunque sea para mí misma, que me ponía nerviosa cada vez que Trace estaba presente. Y que, sí, todavía me ponía ligeramente desorientada cuando él y yo nos mirábamos. Pero también estaba empezando a sentir algo por Jess. No podía explicármelo a mí misma, así que: ¿Cómo se suponía que se lo iba a explicar a Jess?

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Pretzels: galleta o bocadillo horneado, en forma de lazo.

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—¿Sabes que quiero hacer alguna vez? —dijo Jess antes de que pudiera responder. Sabía que estaba desviando el tema de conversación a propósito. Sacudí mi cabeza. —No, ¿qué? —Quiero ir a las Cataratas del Niágara. No me esperaba eso. —¿Cataratas del Niágara? —Giré mi cara. De todos los lugares que soñaba visitar, ¿escogió las cataratas del Niágara? Él ignoro mi reacción. —¿Alguna vez has estado en las Cataratas del Niágara? —repitió el nombre con reverencia, como si fuera un lugar sagrado. Fruncí el ceño. —Sabes que nunca he estado allí, Jess. —Él conocía cada lugar en donde había estado. Y sabía que mi historial de vacaciones se limitó a Cape Cod12 y un viaje a Florida para el funeral de mi genial tía Lucy. —He querido ir a las Cataratas del Niágara desde que vi la película original de Superman. ¿Ya sabes, la que fue con Christopher Reeves 13? —¿Superman? —Sí, recuerdas. Él chico se cae desde la orilla de las Cataratas del Niágara y Superman lo salva. —Eso no fue en las Cataratas del Niágara —repliqué. —Por supuesto que sí. ¿Dónde más podría ser? —¿Por qué Superman iría a las Cataratas del Niágara? —Él va allí con Lois Lane. —Estoy absolutamente segura de que estás equivocado. —De cualquier forma, iré a allí algún día. —Comenzó a girar una almohada en sus manos—. Amo el agua. No respondí. Estaba demasiada ocupada tratando de voltear la tapa de la batería del control remoto del televisor. Jess se levantó abruptamente. —¿Por qué no vamos al lago con más frecuencia? Jess y yo vivíamos a las orillas del lago Emery. Era solo un pequeño lago para pescar, y durante los meses de verano era nuestro hogar lejos de casa. Pero durante el invierno era húmedo y frío y en su mayoría estaba congelado. —Porque el lago es aburrido y asqueroso en invierno —contesté mientras levantaba la tapa de la batería con mi uña. —¡Vamos a ir ahora! —Jess se enderezó y me miró buscando una respuesta alentadora.

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Cape Cod: península en el extremo oriental del estado de Massachusetts.

13

Christopher Reeves: Actor y director de cine, quien interpreto a Superman en la década de

los 80´s.

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—¿Qué vamos a hacer en el lago? —me quejé—. Hace frío. —Vamos en bicicleta hacia allá y echaremos un vistazo. Me encogí de hombros, lo cual Jess tomó como un consentimiento. Voló a sus pies y agarró mi mano de un solo tirón mientras se dirigía a la puerta principal. Soplé mis manos mientras caminábamos en zigzag dentro y fuera de los árboles que separaban la carretera del lago. Había sido un día inusualmente cálido para mediados de marzo, pero aun así era demasiado frío para andar en bicicleta sin guantes. Habíamos aparcado nuestras bicicletas por la orilla de la carretera y ahora estábamos haciéndonos camino a pie a través del barro y las hojas muertas que había entre nosotros y el lago. —Mi padre quiere la custodia parcial. —Pateó un montón de trozos de madera mohosa mientras hablaba. Su anuncio vino de la nada, y aunque estaba sorprendida de escucharlo, esto de alguna manera explicaba su repentina necesidad de ir, en bicicleta, al lago a mediados de marzo. Empujé una rama seca fuera de nuestro camino. —Eso no puede pasar, ¿verdad? ¿No después de lo que él hizo? Jess se encogió de hombros y sacudió la cabeza. —No estoy seguro. —Mientras hablaba, los dos levantamos la cabeza hacia las voces que venían desde la costa, sólo veinte metros delante de nosotros. —Oh, no. —Estaba decepcionada—. Hay otra gente aquí. —Bien —respondió Jess—. Me alegro de que otras personas estén disfrutando de este lugar. Lo miré disgustada, y luego miré a mis vaqueros azules cubiertos de barro. Escuché las voces con más fuerza. Quité una rama, y luego otra hasta que vi a cuatro chicas sentadas en la arena a la orilla de la laguna. A pesar de que sólo podía ver la parte superior de sus cabezas, supe inmediatamente quienes eran: Drew, Carmen, Stella y Stephanie. Quería dar la vuelta y salir disparada antes de que ellas pudieran verme, pero una rama sonó debajo de mis tenis y ellas se dieron la vuelta inmediatamente. —¿Gemma? —Drew habló primero. Estaba obviamente sorprendida, pero pensé que sentía cierta molestia en su voz. ¿Ella pensaba que las había seguido? Quizás en mi cabeza. Antes de que pudiera responder, Jess salió de los árboles detrás de mí. Las cuatro chicas lo miraron con expresión sorprendida. Estaba segura de que ellas se preguntaban qué estaba haciendo un chico como él con una chica como yo. —¿Quién es tu amigo? —Drew asintió hacia Jess. La misma protección que había sentido sobre mi secreto de no-amistad con Trace, ese día más temprano, se apodero de mí una vez más, ahora, sólo que diez veces más fuerte. —Uh —balbuceé. Tuve la tentación de darle un nombre falso como Bruce o A.J. con el fin de mantenerlo a salvo de sus conversaciones futuras.

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—Pensé que habías dicho que no tenías novio. —Escepticismo goteaba de las palabras de Stephanie mientras hablaba. La ignoré. —Éste es Jess Tyler. Los ojos de Drew se abrieron mientras pasaba de mí y miraba directamente hacia Jess y levantaba una ceja. —Hola, Jess Tyler, es un placer conocerte. He escuchado mucho sobre ti. Era absolutamente imposible encontrar algo malo en su saludo a Jess. A diferencia de la forma descarada de Clarissa de coquetear, el de Drew era sutil y fresco. Lo odiaba. Tenía que preguntar, sin embargo, donde había escuchado acerca de Jess. Yo, nunca le había hablado a ella de él. Jess se pasó detrás de mí. —¿Ustedes chicas van a la escuela con Gem? —¿Gem? —Drew se enderezó y me miró con una sonrisa taimada—. Me gusta. Miré hacia el suelo y murmuré. —No me llames Gem. Jess me dio una palmadita en la espalda. —Ella cree que suena demasiado a Jim. Jess amaba llamarme Gem, a pesar de que le había suplicado que no lo hiciera por años. Sin embargo, ya no me molestaba más cuando lo dijo. Era como un pequeño apodo que tenía para mí. Pero todavía me encogía cada vez que alguien más lo decía. Y por alguna razón me estaba volviendo el doble de loca al escucharlo de Drew. —Pienso que es lindo —dijo Drew mientras le sonreía a Jess. Me volví a Jess y a regañadientes le dije sus nombres. Hablé en un tono firme, pero mis ojos le imploraban que no dijera el hecho de que había estado hablando de ellas toda la tarde. Jess leyó mi seña e indiferentemente caminó hacia la orilla de la laguna. —Es un placer conocerlas a todas. —Tomó un par de piedras y las arrojó al estanque. Las cuatro chicas tenían sus ojos pegados en la parte posterior de su cabeza. Podía haber pintado un cuadro de ellas en el período de tiempo que gastaron mirándolo. Miré hacia la espalda de Jess para ver que era tan increíble que las cuatro lo podían mirar con la baba prácticamente goteando por sus barbillas. Bueno, sabía que Jess era alto y bien parecido. Pero había un montón de chicos bien parecidos en Franklin. ¿Por qué Jess estaba recibiendo tanta atención de algunas de las chicas más populares en la ciudad? Él tenía una gorra de Filadelfia que llevaba hacia atrás sobre su cabeza, su cabello castaño se curvaba suavemente al final y alrededor de sus orejas. Llevaba una sudadera con capucha azul con las mangas arremangadas hacia arriba alrededor de sus antebrazos para que no se ensuciara mientras él recogía piedras. Vestía un par de vaqueros viejos Lucky Brand14, que, ahora que lo miraba colgaban 14

Lucky Brand: Marca de Jeans.

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perfectamente sobre sus caderas. Y para finalizar tenía unos viejos tenis que ahora estaban empapados de barro y hojas muertas. —Puedes hacer saltar las piedras —Drew habló bajo y sin alterar su voz mientras se impulsaba desde el suelo y se sacudía la arena que estaba pegada en sus vaqueros. Caminó hacia Jess, quien estaba lanzando su tercera piedra al estanque. Esta saltó sobre el agua cuatro veces y luego desapareció bajo la superficie negra. Jess miró hacia el sol. —No en realidad. Creo que la última fue un record para mí. Drew dio un paso tan cerca de él que estaban casi tocándose. Ella se veía tan pequeña al lado de él. Recogió una piedra semi-plana y la tiró sin esfuerzo a través del agua cristalina. Esta saltó al menos seis veces antes de desaparecer. Jess parecía sinceramente sorprendido. —Impresionante. —Él asintió mientras miraba el estanque, mirando a ver si su piedra seguía saltando—. ¿Dónde aprendiste a hacer eso? Me sentí enojada de que las otras chicas y yo estábamos silenciosamente mirando su interacción. Era como si Drew y Jess fueran los protagonistas de una película, y nosotras estuviéramos mirando y esperando que se enamoraran y vivieran felices para siempre. En silencio me acerqué a donde las otras chicas estaban sentadas y me dejé caer en el suelo junto a Stella. —¿Vienen aquí a menudo? —Estaba intentado tan difícil como podía soportar no estar molesta por la conversación de piedras saltantes que había a diez metros de mí. Ninguna de las tres chicas me miró. Mantuvieron su mirada hacia Drew y Jess. Stella finalmente se encogió de hombros. —Últimamente. No hay mucho más que hacer por aquí. Stephanie intervino después. —Yo no puedo esperar para graduarme y poder salir de esta patética ciudad. Miré hacia el lago y hacia la línea de costa. A pesar de que la belleza del lago se había perdido en los últimos cinco meses de nieve y hielo, para mí, todavía tenía un millón de recuerdos de los veranos pasados con Jess. Directamente a través del lago donde Jess me enseñó a pescar. Ese verano atrapé un pez tan grande que nos tomó a los dos atraparlo. Abajo en la orilla por un camino desde donde nosotros estábamos sentados, estaba la vieja cuerda en la que nos columpiábamos unos años antes. Y más allá de la cuerda estaba el muelle. Una de nuestras cosas favoritas para hacer era ir allí abajo las noches de verano con los otros niños que podíamos convencer para que fueran con nosotros y jugáramos al escondite e irnos a buscar en todos los antiguos barcos de pesca. Nada hacía latir mi corazón tan rápido que esconderme completamente sola en la proa de un viejo bote de pesca en la noche sobre el lago silencioso, esperando

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que alguien me encontrara. Amaba este lago, incluso en marzo, y amaba esta ciudad. Y a diferencia de Stephanie, no quería dejarla. Mi atención regresó a Drew y Jess. No podía escuchar lo que estaban diciendo pero ambos reían y aparentemente estaban teniendo un buen tiempo, juntos. Drew extendió la mano y tocó el codo de Jess. Parecía como si ella estuviera diciéndole que mantenerse cerca a sus costillas hacía saltar las piedras mejor. Pero algo desagradable, duro y frío creció en mi estómago mientras miraba su agarre sobre su codo y luego en el antebrazo. Y luego, como si no pudiera ser peor, él le sonrió. No era sólo una sonrisa de cortesía. Era la sonrisa de Jess. La sonrisa de Jess que me pertenecía. Sin darme tiempo para considerar las consecuencias, me levanté de la suciedad, me quité mis zapatillas Nike, enterré mis dedos en la arena, y luego salí corriendo hacia el agua. Corrí tan rápido como pude y terminé como una bala de cañón dentro del líquido helado. Estaba tan sorprendida con lo que acababa de hacer que mi cerebro no registró la temperatura del agua. Todo lo que podía sentir era el barro fangoso bajo mis pies mientras mi cabeza se hundía bajo el agua. De repente, sentí un millón de pequeños golpes de hielo perforar cada centímetro de mi cuerpo. Mi cabeza latía mientras el agua se arremolinaba a su alrededor, golpeando en mis ojos y el oído interno. El estanque era tan poco profundo que mi cabeza se balanceaba de nuevo hacia afuera, por un par de segundos, pero incluso aunque mi boca estuviera fuera del agua otra vez, no podía respirar. Abrí mis ojos, pero apenas podía distinguir las figuras paradas en la orilla frente a mí. Parpadeé para alejar el agua de mis pestañas y finalmente fui capaz de exclamar un aliento. Escuché la voz de Jess. —¡Gemma! ¿Estás loca? —Su voz era tensa mientras él daba un paso por la línea de agua para acercarse a mí. Todas las chicas estaban tranquilas, aunque a medida de que seguía parpadeando podía decir que estaba mirando con una excitación salvaje, especialmente Drew. Jess se veía aterrorizado mientras comenzaba a hacerse camino hacia mí a través del agua que le llegaba a las rodillas. Intenté ponerme de pie ya que el agua debía de ser de un metro de profundidad donde yo estaba, pero el barro era demasiado fangoso, y no podía tener equilibrio. Intenté nadar hacia Jess, pero mis brazos y piernas estaban muy fríos. Apenas los podía sentir unidos a mi cuerpo. Las chicas en la playa comenzaron a gritar de terror cuando se dieron cuenta que me estaba yendo más lejos a la deriva. Antes de que supiera lo que estaba sucediendo, Jess estaba a mi lado, el agua estaba a la altura de su pecho. —Aquí, toma mi mano. —La extendió, e intenté alcanzarla, pero mi brazo se sentía como si pesara cien kilos. —No creo que pueda —dije rápidamente. Estaba empezando a entrar en pánico. Mi cuerpo nunca se había sentido tan inmóvil como ahora. Todo lo que podía hacer era echar mi cabeza hacia atrás para mantener la cara fuera del

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agua, pero mis pies se hundían en el lodo, y era cada vez más y más difícil mantenerme por encima de las olas. Jess se movió rápidamente hacia mí hasta que el agua estuvo a la altura de su mandíbula. —Agarra mi mano, Gemma. —Llegó tan lejos como pudo pero el agua me estaba empujando lejos de la costa, y sus dedos estaban a quince centímetros de mi cuerpo flotando. —Me estoy congelando,‖ Jess.‖ No‖ puedo‖ mover‖ mi…‖ —Ni siquiera pude terminar la frase. Un mechón de mi cabello cayó en mi mejilla. Se sentía rígida y fría como un ciclo de hielo. —¡Gemma! —El pánico gritaba desde los ojos de Jess mientras se precipitaba hacia mí. Estaba completamente enterrado en el líquido helado. Y en cuestión de segundos sentí que envolvía sus brazos firmemente alrededor de mi cintura. Su agarre se sentía como espinas contra mi cuerpo mientras él me arrastraba hasta la orilla que estaba sólo tres metros delante de nosotros. Me sentí tan indefensa. No podía mover ninguna parte de mi cuerpo y sin embargo cada parte del mismo estaba temblando incontrolablemente. Jess me arrastró hasta la arena seca, y Drew le entregó su camiseta, que se había quitado rápidamente antes de saltar al agua. Él la envolvió alrededor de mis hombros, pero sólo apretó mi ropa helada más cerca de mi piel. Drew le entregó la chaqueta después. —¿Esto ayuda? —Su expresión era ansiosa y sincera. Jess estaba respirando con dificultad. Él debió haberse congelado. —Sí, pero no con toda esa ropa mojada en ella. Voy a ir al camino y hacerle señas a alguien para que nos ayude. Necesitas quitarle su ropa mojada y cubrirla con la chaqueta seca. La siguiente cosa que supe era que Jess se había ido y las cuatro chicas estaban cernidas sobre mí, quitándome cuidadosamente mi sudadera y vaqueros mojados. Estaba avergonzada pero aliviada de tener las pesadas ropas, que bien podían ser capas de hielo, fuera de mi cuerpo. Una de las chicas cubrió mis hombros con la chaqueta de Jess y cerró la cremallera, mientras la otra chica hizo una especie de falda para mí con la chaqueta de Drew. Sentí otra chaqueta seca alrededor de mi cabeza y otras dos envueltas en mis pies y piernas. Me sentía como una momia, pero era cien veces mejor. Escuché la voz de Jess antes de darme cuenta de que había vuelto. —Buen trabajo. Ya se ve mejor. —Me sentía cansada, y aunque no congelada, todavía tenía frío. Soñaba con estar en casa delante de la chimenea bebiendo chocolate caliente. Una vez más sentí el agarre de Jess, esta vez debajo de mi espalda y mis rodillas, me llevaba lejos del lago a través de los árboles. Jess me subió al asiento trasero de un coche. Reconocí al hombre y a la mujer en el asiento delantero como los Bartons, una vieja pareja que vivía en nuestra calle. Escuché que Jess y las cuatro chicas decían algo afuera, y luego Jess se deslizó

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en el asiento trasero junto a mí y me abrazó mientras el auto se abría paso por el camino. Frotó mi mano con tanta fuerza que pensé que la chaqueta podía encenderse. La vergüenza me abrumó al pensar en mí misma saltando al lago congelado por propia voluntad. Toda esta catástrofe habría sido una situación completamente diferente, casi romántica, si me hubiera arrojado al estanque por una inesperada ráfaga de viento. Pero el hecho de haber saltado me hacía sentir como una idiota. Quizás me estaba acordando de que estuvo mal. Probablemente había estaba en estado de shock y había pensado incorrectamente. ¡Tal vez no había saltado después de todo! Cuando mis labios se sintieron lo suficientemente descongelados como para moverse, dije en un susurro débil: —¿Qué pasó? Jess miró hacia la parte superior de mi cabeza que estaba acurrucada en su pecho. —Saltaste al agua —contestó cruelmente. Había saltado al agua, y Jess estaba molesto por ello, como por derecho debería estar. —¿Por qué? Me sentía muy cansada y débil. Quiero decir para la cuestión de ser retórica. No esperaba que Jess supiera la respuesta, pero suspiró y dijo: —Podría hacer una suposición. Encontré la fuerza para sentarme y mirarlo por su suposición. Pero su cabeza se alejó de mí mientras miraba por la ventana. —¿Puedo hacerte otra pregunta? —Estaba empezando a sentirme caliente, otra vez, pero me quedé cerca de Jess en parte para ofrecerle mi calor, y sobre todo porque me encantaba estar cerca de él. Miró hacia mí de nuevo y asintió con su cabeza. —¿Realmente no crees que tu papá sea capaz de obtener la custodia parcial? Jess miró por la ventana, y sentí su respiración más pesada debajo de mí. —No sé. —Y luego dijo la última cosa que pensé oírle decir—. Lo siento por él. Estaba tan sorprendida con su respuesta que no tenía nada que decir. Todo lo que podía hacer era recostarme sobre su pecho y sostenerlo. Y esperar que nunca lo tuviera que dejar ir. No hablamos una palabra más antes de que los Bartons parquearan en mi casa. Murmuré un gracias y un adiós mientras Jess gentilmente me arrastraba fuera del asiento trasero, pero el adiós fue innecesario porque ellos nos siguieron ansiosamente por la entrada e incluso a través de la puerta principal. El Señor Barton había llamado a mis padres desde su celular, así que ellos nos estaban esperando con el fuego encendido y una manta eléctrica sobre el sofá. Jess le explicó la situación de mi ropa a mamá, quien me llevó por la escaleras hasta el baño para quitarme el resto de mi ropa interior, mojada.

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—¿Dónde está Jess? —Mi piel se había descongelado considerablemente y hablar se había hecho mucho más fácil cuando mi madre me llevó escaleras abajo veinte minutos después, en un conjunto seco de pijama. Papá estaba sentado en el sofá en frente del que habían preparado para mí, leyendo el periódico. Tan pronto como escuchó mi voz, se puso de pie y me llevó de las escaleras al sofá, donde me ayudó a recostarme. Físicamente, probablemente no necesitaba toda esta ayuda, pero emocionalmente, estaba agotada, así que la acepté con facilidad. Una vez estaba acostada en el sofá, papá envolvió la manta eléctrica sobre mí, mientras mamá me puso una bolsa de arroz caliente en la cabeza. La calidez de la manta, el fuego y la bolsa de arroz envuelta en mí. Esto era exactamente lo que había soñado cuando estaba en empapada en hielo. El olor del arroz llenó mi nariz, cerré mis ojos y escuché el estallido del fuego. —¿A dónde fue Jess? —repetí. Nadie había respondido mi pregunta. —Él fue a casa —dijo papá. Eso tenía sentido. No sé por qué se hubiera quedado. —¿Es verdad que hiciste una bala de cañón en el lago Emery? —preguntó papá. Me miró con los ojos entrecerrados, con la esperanza de que hubiera escuchado mal, esa en realidad era una explicación mucho mejor. Crucé los brazos sobre mi cara, lo cual papá sabía que era un indicador de sí, era verdad, y sí, me sentía realmente una tonta por hacerlo. —¿Qué demonios, Gemma? —dijo mamá cuándo se sentó a mis pies y me frotó las piernas—. Podías haber salido gravemente herida. Jess pudo haber salido herido. Tienes suerte de que las cosas hayan salido tan bien como lo hicieron. Abrí mis ojos brevemente e hice la expresión más dolorosa que pude reunir. —No tenía idea de lo que estaba pensando. ¡Sólo sucedió! —¿Qué hacías en el lago en esta época del año, de todos modos? —preguntó papá. Le dije toda la historia desde el amor de Jess por las Cataratas del Niágara hasta Drew tocando el codo de Jess. —Drew se estaba lanzando sobre él. ¡Era asqueroso! Papá no parecía convencido. —¿Así que saltaste al lago congelado? —No, no fue por eso. Mamá se rió en voz baja. La miré extrañada. —¿Piensas que salté porque ella estaba coqueteando con Jess? —Creo que te molestaste porque Jess no te estaba dando el ciento por ciento de su atención. Y creo que pensaste que él podía comenzar a prestarte atención si hacías algo descabellado. Empujé la manta hasta mi mandíbula y me hundí debajo de ella. La última cosa que quería, era ser una de esas chicas que hacen cosas patéticas para llamar la atención. Pero eso era exactamente lo que había hecho.

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—Lo irónico del asunto —añadió papá sin levantar la vista de su periódico—, es que eres la última chica en la tierra que necesita hacer un esfuerzo adicional para obtener la atención de Jess Tyler.

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Capítulo 14 Traducido por dark heaven Corregido por majo2340

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o puedo creer que nunca me dijiste que eras amiga de Jess Tyler. —Drew y yo habíamos decidido ser socias en una tarea de la clase de alemán el día siguiente, muy a pesar de las otras tres chicas, que ni siquiera trataron de ocultar su desagrado por mi presencia en su grupo. Por desgracia, mi episodio en el lago no me había dado más que una congestión nasal, así que no tenía excusa para faltar a la escuela. A diferencia de Jess, que apenas podía levantarse de la cama por la mañana. No estaba muy molesta por ir a la escuela, sin embargo. Ahora que realmente tenía compañeras de lockers y alguien con quien caminar por los pasillos de la escuela no era tan malo. Saqué un lápiz de color rojo de la caja de colores mientras contestaba. —No sabía que supieses quién era. No creí que te importaría. —Por supuesto que sé quién es. —Drew se mordió el labio mientras garabateaba en el papel delante de nosotras—. Todo el mundo sabe quién es Jess Tyler. Sólo nunca lo había conocido antes. —¿Cómo sabes quién es? —Estaba esperando que demostrara aún más mi punto de que Jess era, de hecho, popular. Drew se encogió de hombros. —Las chicas hablan. Y mi hermano va a la escuela con él, por lo que he escuchado cosas. Él sólo tiene uno de esos nombres. Asentí, aunque no estaba del todo segura de lo que quería decir con eso. —Gemma —Drew preguntó mientras dejaba caer su lápiz de color en la caja—. ¿Quién te dio la pulsera? Miré mi pulsera. Que estaba en mi mano derecha, por lo que colgaba mientras escribía en la hoja con el lápiz de color. —Te lo dije, fue un regalo de Navidad —le contesté. —Cierto, de un amigo —dijo con aire de suficiencia—. ¿Jess te la dio? —Sí. —Me encogí de hombros como si no fuera gran cosa. Se detuvo al instante y me miró directamente a la cara. —¿Qué pasa con ustedes dos? ¿Son una pareja o algo así? La estaba matando no saber, y había una parte de mí que deseaba poder destrozar‖ sus‖ esperanzas‖ por‖ completo‖ y‖ decirle:‖ “¡Sí!‖ Somos‖ una‖ pareja,‖ realmente,‖ ¡así‖ que‖ mantente‖ lejos!”‖ Pero‖ no‖ lo‖ éramos,‖ así que no podía. Entonces dije: —No. Sólo somos amigos.

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Ella hizo una pausa por un minuto, sólo me miraba garabatear antes de escoger un nuevo lápiz de color de la caja. Volvió a hacia sus propios garabatos y luego dijo: —No te entiendo, Gemma Mitchell. *** —Entonces según Drew, tienes uno de esos nombres. Jess estornudó y se limpió la nariz con un pañuelo. Estaba acostado en la cama todavía, pero estaba lo suficientemente bien como para tener visitantes por la tarde…‖—O al menos para verme. —¿Qué se supone que significa eso? —Eso significa que todo el mundo habla de ti, todo el mundo te conoce, y que a todo el mundo le gustas. Jess resopló de nuevo y soltó una sonora carcajada. —¿Qué, Drew conoce a dos personas que saben quién soy, y de repente tengo un nombre conocido? —Eres popular. Y no lo puedes negar. Jess no me hizo caso y dirigió la conversación de otra manera. —¿Cómo está la situación con Drew y Trace? ¿Le diste ya algún consejo asesino de cómo hacer que Trace la note? —Jess se relajó en la almohada y luego añadió—: ¿Cómo te metes en estas situaciones? —No creo que tenga que preocuparme más por Trace. —Empujé la goma de mi suela, y se quebró por fin—. Creo que ella tiene un nuevo enamoramiento. — Miré a Jess, que todavía se veía pálido y húmedo—. Tú. —Esperé la respuesta de Jess, nerviosa de que a él lo hiciera feliz saber que a Drew le gustaba. Jess arrugó la cara. —Perfecto. ¿Hay algún baile pronto? Puedes hablar con ella pidiéndole que me invite un vals. Le lancé una almohada en la cara a Jess. —Pensé que te estaba haciendo un favor. Jess se rió detrás de la almohada, y luego su risa se convirtió en una serie de tos ronca. —Siento mucho que estés enfermo —le dije con aire de culpabilidad—. Soy la que debería estar enferma. —Me alegro de que no estés en el fondo del lago —dijo con tono serio cuando recuperó el aliento. —Sí, eso fue muy tonto de mí parte. —Sólo prométeme una cosa. —Jess dio unas palmaditas en la rodilla mientras cerraba los ojos y se agarraba la cabeza con la otra mano. Su toque envió un millón de mariposas revoloteando por mi columna vertebral. Lo miraba esperando a que la única cosa que silenciosamente estaba prometiendo.

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—La próxima vez que quieras mi atención, no trates de matarte. Me gusta tenerte alrededor. *** —¿Cuándo es tu cumpleaños, Gem? Acababa de dejar caer mi libro de biología arriba del libro de Literatura Inglesa de Drew cuando me lo preguntó. Todavía no estaba acostumbrada a escuchar el nombre que había adoptado para llamarme desde el incidente del lago. —Siete de septiembre —respondí. —Hmmm. Eso no es bueno. —Drew apoyó la espalda contra la pared al lado de su casillero, mientras que yo hurgaba en mi bolsa, tratando de encontrar mi libro de geografía. Carmen todavía compartía el locker con nosotras, pero Stella y Stephanie no venían por acá. Habían decidido ir a huelga de ser amigas de Drew hasta que ella las apreciara más. Drew apenas pareció darse cuenta de su ausencia. Carmen se presentó en el locker unos segundos más tarde. Ella se había tranquilizado a mi alrededor desde que las otras dos chicas ya no estaban presentes. Supongo que pensó que era más fácil compartir a Drew con otra chica en vez de dos. —Carmen, ¿cuándo es tu cumpleaños? Carmen se enderezó y miró a los ojos de Drew. Era evidente que estaba herida. —Tres de noviembre —dijo ella en voz baja, pero desafiante. Tuve la sensación de que Drew no había hecho nada para su cumpleaños. Drew no parecía nerviosa por eso—. Eso no funcionará. Encontré el libro y me alejé de la taquilla para que Carmen pudiera hacer lo que necesitara. —Tenemos que hacer una fiesta. —Drew aún estaba apoyada en la pared. Tenía los brazos cruzados, y estaba mirando a la pared de ladrillos frente a nosotras en blanco. Metí mi libro en mi mochila y cerré la cremallera. —Gemma, tus padres van a estar fuera de la ciudad todo el fin de semana. Seríamos estúpidas si no tomamos esta oportunidad de tener una fiesta. Mi estómago se dio vuelta dentro de mí. Nunca debería haber mencionado que mis padres se iban a Florida para una convención del trabajo de mi papá. Drew dió unas palmadas. —¿Sabes lo que es incluso mejor que una fiesta de cumpleaños? —Ella había rebotado de la pared y ahora nos miraba con entusiasmo a Carmen y a mí. Carmen me levantó una ceja, mientras esperábamos la respuesta—. ¡Una fiesta de cumpleaños falsa! —Un cumpleaños falso. —Más que decirlo, lo pronuncié con los labios. —¡Sí! Va a ser un experimento. Cada una de nosotras va a decir a una persona que es el cumpleaños de Gemma, y que vamos a tener una fiesta en su casa esta noche. ¡Veremos cuantas personas aparecen! La idea de Drew corrió por mi cabeza. Mis padres nunca antes nos habían dejado solas en la casa a Bridget y a mi durante la noche, y sabía que iban a ser

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estrictos con las reglas. Pensé que probablemente podrían dejarme invitar a un par de amigas, pero no una fiesta entera. Pero, de nuevo, nadie sabía quién era yo de todos modos. ¿Quién realmente iría a una fiesta de cumpleaños de alguien a quien no conocía? —No creo que vaya a ir nadie, pero supongo que puedes invitar a una persona. —La miré a los ojos fuertemente y mantuve un dedo delante de su cara—. Una sola persona. Drew sonrió radiantemente. —Cada una de nosotras va a invitar a una persona, y creo que tu persona va a ser Jess. Esto me agravió, pero hice como si no me importara. —No, Jess no está en lo de las fiestas. Especialmente en las falsas. Drew enarcó las cejas con sorpresa. —¿Jess Tyler? ¿No está en las fiestas? No lo compro. —Es cierto. —Tiré de mi mochila al hombro y saqué un chicle de mi bolsillo. Drew entrecerró los ojos. —Conoces con quien sale, ¿verdad? —Sí, yo. —Abrí el chicle y me lo metí en la boca. Tenía que masticar con la boca abierta para que entrara todo. —Quiero decir en la escuela y los fines de semana. —Drew me observaba con atención. —¿De qué estás hablando? —Él es un fiestero. —Carmen intervino mirándome con expresión satisfecha luego a Drew, quien confirmó con los ojos. —¿Qué quieres decir? ¿Cómo con chicas y alcohol? Drew asintió con una ceja levantada. —No creo que conozcas a Jess Tyler tanto como crees. Estaba segura de que estaban equivocadas. Jess y yo nos contábamos todo. Además, había estado en la escuela el tiempo suficiente para saber que los rumores se iniciaban y volaban. —Te equivocas —le dije—. Él no es así. Drew y Carmen se miraron con escepticismo. —No es sólo un rumor estúpido, Gemma. No había manera de que pudiese ser verdad. ¿Cierto? Quiero decir, Jess estaba siempre conmigo. Bueno, no siempre. Mordí más fuertemente el chicle. Mi mandíbula estaba empezando a doler. Drew arqueó las cejas y suspiró, levantó su mochila del piso. Sonó el timbre. Se me hizo tarde para clase. Pero siempre llegaba tarde a clase estos días. —Invita a Trace Weston, entonces. —Drew había cambiado el tema de conversación mientras nos dirigíamos a nuestras clases. Ni siquiera podía recordar de lo que habíamos estado hablando antes. —¿Lo invito a qué?

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—¡A tu fiesta de cumpleaños! Me acordé del falso cumpleaños mientras ella se deslizaba en el salón de clases del quinto período. Y de repente me quedé de pie de nuevo sola en el pasillo, cuestionando todo lo que sabía. Drew y Carmen se sentaron silenciosamente en el sofá de cuero en mi sala de estar. Carmen estaba revoloteando nerviosamente por el Libro Guinnes de los Récords Mundiales que estaba puesto en nuestra mesa de café, mientras que Drew hacía girar su chiche masticado en el dedo, mirando el libro de vez en cuando por encima del hombro de Carmen. Mis padres habían dejado una lista de tareas en la cocina, que escaneé brevemente antes de llevar a las chicas tazas de ponches de frutas que les había ofrecido unos minutos antes. —Te lo digo, nadie va a venir —dije mientras les entregaba sus bebidas. A pesar de que Carmen siempre estaba alrededor, constantemente me sentía como si estuviera hablando sólo con Drew. —¿Y qué si no? Vamos a jugar Pictionary sin ellos. —Drew parecía estar realmente bien con la idea. No lo podía entender—. ¿A quién invitaste de todos modos? —preguntó a último momento, mientras que masticaba su chicle endurecido. —Uh —Me atraganté tomando un gran trago de ponche, pero fui salvada por el timbre de la puerta. Mi estómago hizo una voltereta en el aire mientras me puse de pie—. ¡Alguien está aquí! —susurré. Drew estaba radiante. —¡Increíble! Por alguna razón ella también susurró. —¿A quién invitaste? —Le di a Drew una mirada de pánico. Bridget estaba arriba en su habitación leyendo. ¿Qué haría? Al segundo de dejar venir a más de una persona a nuestra casa estaba violando las reglas de mis padres. Ellos habían especialmente dicho que no podía tener más de dos amigas. ¡Realmente no había pensado en que alguien más se presentaría! —Le dije a Stella —susurró Carmen mientras retorcía vaso de ponche en la mano. —Le dije a mi hermano —Drew murmuró inocentemente. —¿Tu hermano? —le grité, aún con mi voz susurrante—. ¿No está en la escuela secundaria? Drew se rió. —Sí. Mi mano temblaba cuando posé mi taza de ponche en la mesa de café. Me levanté del sofá y me alisé los jeans y mi nuevo jersey morado con cuello en V. Caminé con impaciencia hacia la puerta principal. Contuve la respiración mientras giré el pomo y tiré. En el momento en que abrí la puerta, me sentí como si estuviera en medio de un mal sueño. Ni siquiera reconocía el porche o los siete tipos altos de pie sobre él, esperando a entrar en mi casa. No, uno de

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ellos parecía un poco familiar. Los dos hombres de pie cerca de mí parecían tan confundidos como yo. —Uh… —El más grande empezó—: ¿Está Drew Markoviak aquí? Me di cuenta de que mi boca estaba completamente abierta por la sorpresa. He encontrado la fuerza para asentir de una vez dando un paso atrás para que pudieran entrar en mi casa. —¡Hey, chicos! —Drew actuaba tan tranquila—. ¡Adelante! —Me miró vacilante, mientras sostenía la parte frontal de la puerta con horror escrita en mi cara—. Chicos, esta es Gemma. —Me señaló desde el otro lado de la habitación—. Es su cumpleaños hoy. —Mentira—. Ella cumple dieciséis años. —Gran mentira. Finalmente gané el sentido mental para empezar a cerrar la puerta cuando otro grupo de personas vinieron a nuestra entrada. Miré en la oscuridad y conté al menos diez personas —chicos y chicas en esta ocasión— que se dirigían hacia la puerta principal. Todos ellos desfilaron ante mí en mi casa. Una chica me entregó una botella sin abrir de una loción de diseño con un lazo atado a su alrededor. Me tomó un segundo darme cuenta de que era un regalo de cumpleaños. Lo puse en una mesa junto a la puerta y entré en la habitación en la que todo el mundo se estaba reuniendo. Alguien había prendido la radio que estaba por encima de nuestro televisor, y un par de chicas había encontrado el ponche en la cocina y traían vasos del mismo a todos en la sala. Un cuerpo en movimiento atrapó mi visión en la esquina de mi ojo, y miré hacia arriba hacia las escalera donde estaba de pie Bridget en estado de shock total. —¡Gemma! —Hizo la mímica con la boca mientras me hacía señales con la mano hacia ella. Rápidamente me escabullí dentro y fuera de la gente en la sala y de aquellos que todavía estaban apareciendo, al menos otros tres grupos se habían presentado, hasta que llegué a la escalera. —¿Estás loca? —me gritó a través de la música que estaba a todo volumen en la sala de estar—. ¡Mamá y Papá van a matarte! —¡No tenía ni idea! ¡No creí que tanta gente fuera a venir! ¡Por favor no llames a mamá y a papá! ¡Por favor! Bridget miró por encima de mi cabeza a los veinte o treinta chicos llenando nuestra sala de estar y cocina. —Está bien, pero si se dan cuenta, ambas vamos a meternos en problemas, y luego vas a hacer mis tareas por el resto del año. Bridget quería ser abogada algún día, y ya era una experta en hacer ofertas. —¿Todas tus tareas? Bridget me lanzó una mirada amenazante. —¡Muy bien! —susurré y volví abajo. Estaba de pie en el escalón inferior, explorando a la multitud cuando el mismo gran chico que había preguntado acerca de Drew Markoviak gritó sobre el ruido de la casa con una fuerte voz.

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—¡Escuchen, todo el mundo! —Un par de personas hicieron callar los sonidos y pronto la habitación estaba en silencio. El gran chico continuó—: ¡Bueno, escuchen! ¡Hoy es el cumpleaños de Gemma, y está cumpliendo el gran uno seis! Treinta‖cabezas‖miraron‖a‖su‖alrededor‖tratando‖de‖encontrar‖a‖esta‖“Gemma”,‖ del que el gran chico estaba hablando. Sabía que ninguno de ellos sabía quién era yo. —Y me han dicho que Gemma ha estado esperando por su decimosexto cumpleaños para tener su primer beso. —Continuó mientras la sala se llenó de risa silenciosas—. Entonces, tengo la esperanza de que la cumpleañera pudiese aceptar mi solicitud para ser su primer beso. —Todos en la sala irrumpieron en gritos y aplausos. Algunos compañeros estaban aullando y silbando y palmeando al hombre en la espalda. Vi el rostro de Drew en la multitud. Ella me miraba por el rabillo del ojo mientras sostenía una taza de ponche en sus labios, sonriendo. Alguien por el equipo de música gritó: —¿Quién es Gemma? Y alguien en la puerta gritó: —Creo que esta es su casa. Alguien en la cocina gritó: —Creo que ella se fue. Una vez más escuché algunos sonidos para hacerlos callar, principalmente venían del gran chico que hablaba. —¡Por favor! ¡Por favor, cállense! Gemma es la bella chica de dieciséis años en las escaleras. Esta es su casa, y es su cumpleaños. Muestra algo de respeto. —No podía decir si se estaba burlando de mí. No parecía del todo sincero. Pero, continuó—: Ahora, por favor cállense. Necesito una respuesta de la cumpleañera. —La habitación estaba muerta de tranquila de nuevo. Todos en la sala me miraban con ojos ansiosos. Había leído en un montón de libros de la descripción de rodillas débiles de alguien cuando se sentían nerviosos, pero nunca había entendido bien la realidad de la sensación hasta ese momento. —Uh. —Mi voz estaba temblando, y el sudor se acumulaba en mis axilas. Metí un poco de pelo detrás de la oreja—. Ni siquiera te conozco. —¡Oh, perdón! —El gran chico dejó su propia taza de ponche en la mesa de café y caminó a través de la gente hasta que llegó a la parte inferior de las escaleras. Estaba un escalón por encima de él, pero él seguía siendo tan alto como yo. Estiró una gran mano hacia mí, y con una gran sonrisa de dientes blancos se presentó a sí mismo—. Soy Greg Markoviak. ¿Markoviak? ¿Este era el hermano de Drew? Siempre había imaginado a la familia de Drew pequeños. Él tenía el pelo negro al igual que Drew, pero aparte de eso no se parecían. Él tenía una tez bronceada oscura y ojos grises plateados. Sus dientes blancos nacarados, perfectamente rectos ocupaban la mitad de su rostro. Él tenía una nariz profunda que sólo alguien tan bien parecido como él.

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Miré por la habitación a Drew y encontré que me miraba con ojos curiosos. Otro gran atractivo chico de la secundaria tenía un brazo alrededor de sus hombros. Me di cuenta de que la habitación estaba muy tranquila, y todo el mundo estaba esperando mi respuesta. Ligeramente agarré la mano extendida de Greg en la mía. —Es un placer conocerte. —Te diré que. —Supuse que Greg me estaba hablando a mí, pero se dio la vuelta para que todos en la habitación —en la casa para el caso— pudiese escuchar lo que decía—. Te voy a hacer un trato, Gemma. Tengo un cuarto de dólar aquí en mi bolsillo. —Greg comenzó a excavar a través de todos los bolsillos de sus pantalones. Después de un par de torpes segundos, un chico que estaba apoyado en el marco de la puerta que conduce a la cocina se adelantó y le ofreció a Greg un cuarto—. Gracias, Tim —dijo Greg mientras tomaba el cuarto—. Gemma. —Se volvió hacia mí—. Este es el trato. —Levantó el cuarto arriba de su cabeza para que todos pudieran verlo—. Te apuesto este cuarto que puedo darte un beso sin tocarte. —Hubo una risa en algún lugar cerca de la televisión. Greg silenció la risa y continuó—: No, en serio, creo que es posible. Creo que puedo besar a Gemma aquí sin siquiera tocarla. —Greg se dio la vuelta para que enfrentarme de nuevo—. Así que el acuerdo es, Gemma, que sí puedo besarte sin tocarte, entonces me quedó con este cuarto. Pero si no puedo, entonces voy a darte el cuarto. —Mi cabeza giraba por la confusión, la vergüenza y el miedo. En primer lugar, no podía entender de lo que estaba hablando: ¿Besarme sin tocarme? ¿Era eso posible? No sabía mucho acerca de los besos, pero pensaba que la esencia principal era la parte de tocar. Y en segundo lugar, ¿qué pasa si me besas? ¿En frente de todas estas personas? Había estado esperando a mi primer beso toda mi vida. Me había imaginado que iba ser mucho más romántico que esto. Y preferiblemente con alguien que había conocido ¡hace más de diez segundos! Miré a todas las salidas de la sala. La puerta de entrada, así como la de la sala a la cocina estaban bloqueadas por ojos muy abiertos de espectadores. La única manera era subir las escaleras. Luego alcance a ver a Drew desde el rabillo del ojo. Todos sus amigos estaban ahí. ¡Y el tipo parado frente a mí era su hermano! No podía abandonar ahora. Por lo menos treinta pares de ojos me estaban mirando en silencio, esperando a que yo respondiera. Tragué saliva. —Bien. —No podía creer que la palabra hubiese salido de mi boca. Pero lo había dicho, y antes de que pudiera cambiar de opinión Greg gritó: —¡Así que es un trato! —Estiró la mano hacia mí una vez más para finalizar el acuerdo. Me agarró la mano levemente y asintió. —Trato. La sala estaba en silencio a nuestro alrededor. Parecía como si nadie se atrevía a respirar, incluida yo misma. La sonrisa con dientes de Greg se desvaneció

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mientras su expresión se volvió más seria. Su mirada iba de mis ojos a mi boca, y podía sentir como se me acercaba. De hecho, sentía como todos en la sala se acercaron un poco más en ese momento. Los pensamientos de duda e incertidumbre llenaron mi mente. ¿Qué estaba pasando? ¿Iba el a darme un beso? ¿Qué si él no? ¿Y qué si lo hacía? Siempre soñé con que mi primer beso sería con alguien que realmente me gustara, alguien como Jess. Y en un lugar romántico, como debajo de una cascada al atardecer. No en mi sala de estar, con un tipo que acaba de conocer, y delante de un montón de extraños. Greg estaba cada vez más cerca, y podía sentir su aliento en mi mejilla. Mi estómago se volcó dentro de sí mismo, y sentí una ola abrumadora de náuseas. ¿Y si él me besaba? ¡No tenía idea de cómo besar! ¿Qué pasa si meto la pata? ¿Ni siquiera sabía cómo mover los labios? ¿Qué pasa si nos topamos con nuestras narices? ¡Su nariz era tan grande! ¿Cómo iba a esquivarla con el fin de llegar a su boca? ¿Y si llegaba ahí, que es lo que se supone que debo hacer? ¿Debo fruncir los labios? ¿Debo tener mis labios entreabiertos, como lo hacen en las películas? ¿Y si usa la lengua? ¿Y si él sabe asqueroso? ¿Qué si soy yo la que sabe asqueroso? Los labios de Greg estaban a sólo milímetros de los míos. Mi rostro se tensó mientras cerré los ojos y fruncí los labios en un pliegue apretado e incómodo. En el último segundo antes de los labios de Greg tocaran los míos, las bisagras de la puerta de entrada hicieron un sonido alto y chillón que llamó la atención de todos en la sala, sobre todo de Greg. Miré hacia arriba y sobre la gran cabeza de Greg para ver que en la puerta con una expresión de horror peor que la mía, estaba Jess.

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Capítulo 15

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ess estaba jadeando y sin aliento. Tenía la cara roja, y era evidente que había venido corriendo aquí desde su casa. Me miró en estado de shock total y luego cerró la puerta detrás de él. —¿Qué está pasando aquí, Gemma? Me quedé en atónito silencio. No podría haber dicho una palabra, incluso si tenía algo que decir, que no lo

hacía. Jess‖continuó… —¿Por qué está esta gente aquí? —Hizo un gesto con la mano alrededor de la habitación, nunca dejándome de mirar. —Amigo, Jess —dijo Greg. Él todavía estaba tomando mi mano entre las suyas—. Es sólo una fiesta. No hay ninguna razón para estar tan molesto al respecto. La mirada de Jess se dio vuelta hacia Greg, con los ojos llenos de ira. —¿Sólo una fiesta, Greg? Y estoy seguro de que el líquido rojo en la taza sólo es ponche de frutas. Greg soltó mi mano y miró a la taza que llevaba. —Es ponche de frutas, Jess —hablé por primera vez desde que Jess entró en escena—. ¿Qué otra cosa podría ser? Greg me miró con ojos grandes como los de un cachorro que acaba de tener un accidente en la alfombra. Jess hizo caso omiso de mi pregunta, pero su atención se dirigió a mí ahora. —¿Realmente ibas a darle un beso? Moví los labios, buscando la mejor explicación, pero estaba demasiado avergonzada para decirle la verdad. Jess volvió la cabeza hacia atrás a Greg. —¿Sabes cuántos años tiene? —Jess se acercó a Greg. Yo estaba sorprendida de que tuvieran la misma altura. —Ella tiene dieciséis. Hoy es su cumpleaños. —La voz de Greg sonaba extraña, cuando no estaba gritando por encima de una ruidosa multitud. —Ella va a la escuela con tu hermana menor. ¿De verdad crees que ella tiene dieciséis? Jess estaba enojado, y todos en la sala sentían su furia. No había un rostro en la multitud que no estuviese escuchando atentamente lo que decía. Greg se quedó atónito. Por primera vez esa noche, no tenía nada que decir.

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—¡Tiene quince! —Jess lo escupió de su boca como si me estuviera llamando una prostituta o una adúltera. Greg me vio rápidamente luego a su vaso. Jess esperó una respuesta, pero cuando no se la dio, se dirigió al resto de la multitud—: ¡Todo el mundo, fuera! —No había mucho más que podría sorprenderme después de los acontecimientos que había tenido lugar esta noche. Pero me asombré con la reacción de todos a la orden de Jess. Todo el mundo en la habitación se dispersó hacia la puerta sin apenas una palabra. La casa estaba vacía en cuestión de segundos. No me había movido de mi lugar en el escalón, y Jess estaba de pie en el mismo lugar también. Drew se había movido hacia la puerta, pero se quedó de pie justo por adentro, agarrando su abrigo. Bridget había salido de su habitación de arriba y nos miraba a todos desde encima de la barandilla. Los techos abovedados en la sala le permitieron tener una vista de pájaro de todo lo que estaba pasando. Deseaba tanto estar en su lugar en vez de acá abajo. La ira que llenaba la expresión de Jess se suavizó un poco. —¿Estás bien, Gem? Asentí lentamente, mordiéndome el labio inferior, en un esfuerzo por no llorar. —¿Qué pasó? ¿Por qué estaba toda esa gente acá? ¿Si quiera conoces a alguno de ellos? El supuesto de Jess —no importa cuán cierto era— de que yo no conocía a cualquier de los chicos "populares" se clavó en el centro de mi pecho. Estaba tan enfadada con él por irrumpir, y me hacerme parecer una tonta frente a toda esa gente. Bajé el escalón, más allá de Jess, y entré en la cocina, donde empecé con rabia a vaciar los platos limpios de nuestros lavavajillas. Jess me siguió hasta la cocina. —Gem, no sé lo que está pasando, pero realmente te pusiste en una situación peligrosa acá. Golpeé las ollas y cacerolas ruidosamente mientras insertaba las ollas limpias en el armario. —Había alcohol en los vasos, Gemma. ¡Alcohol! Cada persona acá era menor de edad. ¡Y tú eres más que una menor! Mi pecho se volvió pesado con furia mientras casi tiro todos los Tupperware limpios en el asador. Jess había caminado alrededor de la barra y estaba de pie justo al lado del lavavajillas, así que tuve que esquivarlo cada vez que me daba vuelta para guardar algo. Por un momento me pregunté acerca de Drew y Bridget, pero pensé que si todavía estaban por ahí, tenían la inteligencia para permanecer fuera de la pelea. —¡Y la imagen tuya y de Greg casi-besándose! —Jess se tomó la cabeza como si tuviera un terrible dolor de cabeza—. ¡Nunca voy a ser capaz de conseguir que esa imagen salga de mi mente! En serio, Gemma, ¿realmente ibas a darle un beso?

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Estaba vaciando la bandeja de utensilios ahora, ni siquiera le presté atención a asegurarme de que cada utensilio fuera en su correcta ranura. No podía mirar a Jess a los ojos. Nunca había sentido tanta rabia y resentimiento hacia él —ni a nadie para el caso— en toda mi vida. —¿Cómo llegaron todas esas personas hasta acá de todos modos? ¿Realmente los invitaste? —¡Eso es todo! —grité mientras golpeaba una jarra de plástico en la mesa delante de mí—: ¡No tienes absolutamente ningún derecho para decir esas cosas! Jess pareció sorprendido, pero no me importó. —¿Dices que no debo pasar el rato con esa gente? ¡Que no debería haber alcohol en mis fiestas! Pero dime esto, Jess, ¿cómo alguien como Greg Markoviak, que es obviamente un fiestero, sabe quién eres? —Cerré con un golpe la puerta del lavavajillas vacío y me crucé de brazos sobre el pecho. El tono de Jess era cauto y lento. —¿De qué estás hablando? Mi tono era lo contrario, hiperactivo y rápido. —Drew dijo que eres un fiestero. Que te juntas con gente que beber y hace todo tipo de cosas malas. —Relajé mis brazos y respiré hondo—. No le creí al principio, pero ahora ¡no sé qué pensar! —Pude sentir la crueldad de mi voz. Nunca había soñado con hablar de esta manera con Jess. Nunca había soñado sentir tanta animosidad hacia él. —¿Le crees a Drew? —Sus palabras eran suaves y uniformes. —Sí. —¿La misma Drew quien invitó a su hermano y a todos sus amigos borrachos acá para tomar ventaja de ti? Me sentí a la defensiva, por Drew o por mí misma, no estaba segura. —Eso no es cierto. —¿O lo era? —¿La misma Drew que les dijo a todos que era tu decimosexto cumpleaños? Me quedé en atónito silencio. —Sí, puedo ver cómo podrías confiar en Drew. Se ha probado a sí misma como una amiga realmente leal. —Sus palabras estaban empapadas de sarcasmo. —¿Por qué mentiría acerca de ti siendo un fiestero? —¿Cómo voy a estar en las fiestas de los fines de semana, cuando siempre estoy acá, contigo? —Jess de repente parecía cansado. Él se pasó los dedos por el pelo, pero él seguía mirándome a los ojos—. Si no puedes confiar en la persona de la que has sido amiga la mayoría de tu vida, ¿qué te hace de repente estar tan interesada de confiar en una chica que conoces hace un mes? No tenía una respuesta para él. Me paré delante de él, sujetando el mango del lavavajillas, sintiéndome insegura acerca de todo. Mi casa nunca había sonado tan tranquila. Era un silencio vergonzoso. —Debería irme. —Su voz sonaba seria, pero no enojada.

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—¿Por qué no me dijiste que sabías quién era ella? —le pregunté con enojo como un último intento para ganar la discusión. —¿Quién? —Se encogió de agotamiento. —Sabía que Greg era el hermano de Drew, por lo que debes haber sabido cuando te estaba hablando de ella el último par de meses, quien era ella. ¿Por qué no me avisaste? ¿Por qué no me dijiste que los Markoviaks son problemas? Jess tristemente se encogió de hombros luego cayó en la derrota. —No sé. Supongo que quería dejarte resolver las cosas por ti misma. Dejé que mis dos brazos se levantaran en el aire y golpearan contra mis costados. —¡Bueno, esa sería la primera vez! Jess sacudió la cabeza y se dio vuelta para salir de la cocina. Él casi había desaparecido detrás de la pared que llevaba a la puerta de entrada cuando se dio vuelta y me miró. —Yo siempre estoy acá, Gemma. —Los ojos de Jess estaban pegados a los míos—. Contigo. Tragué saliva mientras sentía la sal de las lágrimas llenando las grietas detrás de mis ojos. Lo vi salir de mi vista. Lo escuché cerrar la puerta al salir. Entonces me permití que las lágrimas fluyeran por mis mejillas.

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Capítulo 16 Traducido por kathesweet Corregido por Carmenlu

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is padres llegaron a casa de su viaje a finales de la tarde del día siguiente. Ambos olían como un aeropuerto cuando entraron felizmente del garaje a la cocina, donde Bridget y yo estábamos haciendo la cena. Pensé que sería una buena idea comportarnos bien con ellos tanto como fuera posible en caso de que uno de los vecinos mencionara el número de autos extraños afuera de nuestra casa anoche. Bridget era una farsante magnífica. Mintió perfectamente cuando mis padres le preguntaron cómo fue todo mientras estuvieron fuera. —Bien. —Bostezó—. No pasó mucho. Fue más bien aburrido, en realidad. Mis padres cayeron fácilmente. Después de todo, ¿por qué deberían tener alguna razón para dudar? Ninguna de sus hijas había hecho nada más que quedarse fuera después del toque de queda desde que fuimos lo suficientemente mayores para tener un toque de queda. Básicamente éramos las niñas más fáciles que un padre podría pedir, la mayoría del tiempo. Durante toda la cena mis padres parlotearon sobre su viaje. Papá tuvo una reunión de trabajo la primera mañana, después de eso tuvo vacaciones con mi mamá, pagadas por su compañía. Los ojos de mamá estaban tan grandes como pelotas de béisbol cuando sacó regalo tras regalo para Bridget y para mí que habían comprado en el hotel y los museos a los que habían ido. Entre más felices y tolerantes estaban mis padres, más culpable y asustada me sentía. Bridget no parecía amedrentada por el hecho de que les habíamos mentido descaradamente a nuestros padres. Yo, por otra parte, sentía como si la tierra completa estuviera girando fuera de su eje por esto. Permanecí fuerte tanto como pude, convenciéndome que era mucho mejor para todos en mi familia si mis padres simplemente nunca se enteraban de ello. Podría ser una de esas historias graciosas que finamente confesaba unos quince años en el futuro cuando estuviera casada y con tres niños. Todos podríamos reírnos de ello entonces. Pero hice un trabajo terrible convenciéndome. Casi vomité cada vez que estuve alrededor de mis padres por el resto de la noche, especialmente si uno de ellos me miraba a los ojos. Eran casi las diez, y mis padres estaban en su habitación alistándose para ir a la cama. Mi papá tenía un cepillo de dientes atascado medio camino en su garganta, él era un gran defensor de cepillarse hasta que tus entrañas sangraran, y mi mamá estaba sentada en la cama en su pijama, pasando las páginas de una vieja revista Home Journal. En cualquier noche

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normal‖ en‖ este‖ momento,‖ yo‖ entraría‖ en‖ su‖ habitación‖ gritando‖ un‖ “buenas noches‖y‖los‖quiero”‖pero‖esta‖noche‖no‖era‖una‖noche‖normal.‖Nada‖de‖mi‖vida‖ era normal desde que esta mentira estaba arremolinándose alrededor de mi cabeza. Entré cautelosamente en su habitación. —¡Hola! Mamá levantó su mirada de la revista. —Hola, cariño. —Volvió a bajar sus ojos y se lamió un dedo para cambiar la página. —Entonces suena como que tuvieron un buen viaje —dije por millonésima vez esa noche. No habíamos estado haciendo nada más que hablar sobre su viaje toda la noche. Mamá levantó su mirada hacia mí con ojos cansados pero cariñosos. Podía escuchar a mi papá escupiendo la pasta dental en el fregadero de su baño principal. —Sí, lo hicimos. ¿Y todo estuvo bien aquí? —No estaba segura de si se quería hacerlo sonar como una pregunta, pero sentí como si necesitara darle una respuesta. Sentí mis palmas empezar a sudar, y empecé a balancearme hacia atrás y hacia adelante en mis pies. —En realidad necesito hablarles sobre algo. La atención de papá fue cautivada, y él entró en la habitación, el agua todavía cayendo de su barbilla. —¿Sobre qué? —Mamá cerró su revista y la dejó en la mesa de noche. Tenía su atención completa, y de repente estuve muy asustada. —¿Recuerdan cómo me dijeron que podía traer a dos amigos anoche? Ambos me observaron cuidadosamente, sin decir una palabra. —Bueno, por cerca de media hora aquí estuvieron como treinta personas. Los ojos de ambos sobresalieron de sus parpados. —¿Treinta personas? ¿Aquí? —Mi mamá parpadeó hacia mí como si estuviera teniendo un momento difícil para ver. Hice una mueca y asentí con mi cabeza. —Drew pensó que sería divertido hacer una fiesta de cumpleaños falsa para mí. —¿Un cumpleaños falso? —preguntó mamá. En realidad sonaba calmada. —¿Quién es Drew? —preguntó papá. —Es la nueva amiga de Gemma en la escuela —le contestó mamá, pero ella aún estaba mirándome. —Sí, ella quería tener una fiesta de cumpleaños, pero ninguno cumple años en marzo, así que quiso ver cuántas personas podrían venir aquí si les decíamos que era mi cumpleaños. Ambos pusieron sus ojos en blanco.

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—Lo sé, lo sé —continué—. En retrospectiva parece totalmente obvio que un montón de personas aparecerían porque Drew es muy popular. ¡Pero en ese momento simplemente no podía creer que nadie iría a una fiesta de cumpleaños por mí! Nadie me conoce. ¡Me siento tan invisible cuando estoy en la escuela! — De acuerdo, admito que a este punto estaba intentando desesperadamente hacer que mis padres sintieran pena por mí para aligerar el castigo, pero eso realmente no estaba muy alejado de la verdad. —Entonces le dijiste a Drew que estaba bien invitar a todos sus amigos aquí mientras estábamos fuera. —Mi mamá no estaba sonriendo, pero su cara todavía era del mismo tono beige normal, así que lo tomé como una buena señal. —¡No! Ella dijo que cada una sólo debería invitar a una persona, ella, Carmen y yo, y veríamos qué sucedía con eso. ¡La persona que Carmen invitó ni siquiera apareció! —¿A quién invitaste? —intervino papá. Ahora estaba usando hilo dental con sus dientes. Era algo tan de papá quedar atrapado en un detalle tan casual e innecesario. —A nadie. —Y esa era la verdad. No tenía a nadie a quien invitar. Mamá estaba enderezándose en la cama, sus brazos doblados sobre su pecho, y sus labios fruncidos. —Y déjame adivinar, Drew le dijo al chico más popular de la escuela, ¿y él y sus amigos aparecieron? Ella estaba volviéndose buena en esto. Asentí. —¿Por qué sólo estuvieron aquí por media hora? —Apenas podía entender a papá, ya que estaba hablando otra vez con sus dedos y un pedazo de hilo dental en su boca. Mi cabeza estaba inclinada tan bajo que estaba hablándole directo a mi pecho. —Jess vino y los sacó a todos. Papá se rascó la parte superior de su cabeza y lanzó su hilo dental en la cesta de basura. Mamá estaba quieta excepto por una ceja que se levantó lo suficientemente alto como para alcanzar la línea de su cabello. —Estoy decepcionada de ti, Gemma. Esa fue la frase que había estado temiendo todo el día, y mi mamá lo dijo mejor. Estaba decepcionada de mí. No era una gran sorpresa, pero sonaba terrible dicho en voz alta. Quería que me gritara. Quería que me dijera que estaba castigada por un año. Pero simplemente se quedó mirando el aire entre nosotras, pareciendo más vieja de lo que la había visto parecer antes. —Gracias por decirnos la verdad. Tu padre y yo hablaremos sobre lo que creemos será la mejor consecuencia para tus acciones, y te la diremos mañana.

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—Ella no suavizó su seriedad ni por un momento. Estaba perfecta siendo firme. Me asustaba como el infierno. Murmuré un buenas noches y cerré su puerta detrás de mí. Mi corazón estaba latiendo increíblemente rápido mientras caminaba por el pasillo a mi habitación. —Hola, perdedora. —Escuché la voz de Bridget mientras pasaba su habitación. Sabía que estaba hablándome. Me detuve y miré alrededor de su puerta medio abierta mientras ella refunfuñaba—. Entra. —Empujé la puerta y caminé a la esquina del pie de su cama. Estaba sentada en la cama al igual que mi mamá, leyendo un enorme libro. Su habitación estaba cubierta con propaganda de Yale. Colgando de sus paredes había afiches, pancartas, un viejo suéter de vintage, las obras. Ella había querido ir a Yale a estudiar leyes desde que había nacido. Definitivamente era la inteligente de las dos hermanas. —¿Qué? —murmuré de la manera defensiva en que la hermana pequeña reacciona ante su hermana mayor que acaba de llamarla una perdedora. —Ya que vas a estar haciendo mis tareas durante el próximo año, pensé que podría empezar ahora llevando mi ropa sucia al cuarto de lavado. Asegúrate de separar la oscura de la blanca. La miré en asombro. —¿Me escuchaste allí? —Esta casa no es tan grande, Gemma. —Estaba mirando a su libro otra vez. Ella y mamá eran muy parecidas, excepto porque mamá era más cuidadosa, cariñosa y amable. —Ellos no se molestarán contigo —me quejé—. Yo soy en la que no pueden confiar. Ella bufó. —Oh, créeme, estoy en problemas. Grandes problemas. ¿Crees que van a dejar pasar el hecho de que hubo treinta chicos en la casa mientras yo estaba en mi habitación pensando en mis propios asuntos? —Bufó de nuevo—. De ninguna manera. Probablemente estoy más hundida que tú. No es que me importe. Estaré fuera de esta casa y viviendo en los dormitorios en cinco meses, pero hicimos un trato y vas a hacer mis tareas por un año. Fruncí el ceño. —Acabas de decir que ni siquiera estarás aquí por un año. —Sí, pero todas mis cosas que dejo aquí necesitarán limpieza. Y vendré a casa ahora y luego con ropa sucia que debería darte mucho por hacer. —Enterró su nariz de nuevo en el libro. Jadeé y dejé su habitación. Cuando llegué a mi habitación, ésta estaba oscura. No quería encender las luces. Me paré en la oscuridad por un minuto, contemplando todo el fin de semana y cómo las cosas habían cambiado tan dramáticamente en veinticuatro horas. Mis padres no podían confiar en mí. Mi hermana era mi nueva patrona. Jess, mi mejor amigo, me odiaba y probablemente nunca más me hablaría de nuevo. Y Drew, mi

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única amiga en la escuela, que probablemente tampoco me hablaría de nuevo después de anoche, estaba resultando no ser tan buena amiga después de todo. La vida había sido mucho más simple hace unos meses. Silenciosamente deseé ser capaz de volver atrás en el tiempo. Todavía estaba parada sin moverme entre mi puerta cerrada y mi cama cuando escuché un pequeño sonido en mi ventana. Salí de mi habitación tan rápidamente que olvidé encender la luz como seña. Había estado muriendo en mi interior durante las últimas veinticuatro horas que no nos habíamos hablado. Cerré la puerta trasera cuidadosamente y caminé de puntillas sobre el césped frío hasta que vi a Jess mirando hacia mi ventana con un montón de pequeñas rocas en su mano. —Hola —hablé cautelosamente. De repente no estaba segura si había venido a hacer las paces conmigo o reprenderme un poco más. Jess estaba sorprendido, pero pareció feliz de verme. Dejó caer las rocas en el macizo y caminó hacia mí. —No pensé que fueras a bajar. Levanté mi mirada a la ventana luego volví a mirarlo. —Lo siento por lo de anoche —dije—.‖Estaba‖enojada‖por‖la‖estúpida‖fiesta‖y… Jess caminó hacia mí y puso la parte superior de su dedo índice sobre mis labios. —No vine aquí por una disculpa —susurró. Estaba parado tan cerca a mí que podía sentir su aliento fresco y mentolado sobre mis mejillas. —¿Por qué viniste entonces? —pregunté cuando bajó su dedo de mi boca. No parpadeó ni una vez mientras me miraba con sus ojos azul cristal, buscando por lo que quería decir. Cuando finalmente habló, sus palabras eran distintas y exageradas. —Odio verte con otros chicos. Cuando me choqué contigo y Greg, a punto de besarse…‖ —Sacudió su cabeza ante el recuerdo—. Me puse furioso. Sobre reaccioné. Lo siento. Estaba sorprendida de la confesión de celos de Jess. Era una confesión que había querido que hiciera por tanto tiempo, y ahora que lo había hecho, no estaba muy segura de qué significaba. ¿Significaba eso que quería besarse? ¿O simplemente era una explicación para sus acciones y nada más? Todavía estaba parado tan cerca a mí, y no quitó sus ojos de los míos ni por un momento. Levantó su mano una vez más y muy gentilmente frotó la parte posterior de sus dedos a lo largo de la línea de la mandíbula de mi cara. Cuando sus dedos alcanzaron mi barbilla, lentamente dejó caer su mano y se alejó de mí con un suspiro. —Solo para que conste, ¿por qué tú y Greg iba a besarse en frente de una habitación llena de gente?

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Casi me di un latigazo por la nueva dirección de Jess en la conversación. ¿Podía haber jurado hace cinco minutos que iba a besarme, y ahora estaba preguntando por Greg? Me tomó un segundo juntar mis pensamientos. —No lo sé. No creo que él realmente fuera a besarme. Jess pareció confundido. —De verdad se veía como que iba a besarte desde el lugar donde yo estaba. Pasé mis dedos sobre mi cabello, y un millón de pequeñas hebras cayeron alrededor de mi cara. —No, sólo era un juego. Él me apostó un cuarto de dólar a que podía besarme sin tocarme. Jess miró al cielo y puso sus ojos en blanco. —¿Qué? —pregunté inocentemente. —El beso del cuarto. —Jess frotó ambas manos sobre su cara. —¿El beso del cuarto? —repetí—. ¿Hay un nombre para eso? —El chico le apuesta a la chica un cuarto de dólar a que puede besarla sin tocarla, lo que obviamente es imposible, luego la besa y cuando el beso termina, le da a la chica el cuarto de dólar ya que él perdió la apuesta. Así las chicas obtienen el dinero, y el chico obtiene el beso. Es estúpido. Alejé mi mirada de Jess hacia el revestimiento amarillo pálido de nuestra casa mientras la información se registraba en mi cerebro. —Fue un truco —dije mientras los eventos de la noche anterior se desplegaban en mi mente. Empecé a respirar más pesadamente mientras la ira llenaba mis pulmones y luego mis mejillas—. ¡Iba a aprovecharse de mí en frente de todas esas personas! —Empecé a jadear, y podía sentir mi cara poniéndose caliente. —No estés tan enojada, Gemma. Greg no es un chico malo, simplemente le gusta la atención. —¿Cómo lo conoces, de todas maneras? Jess vaciló. —Pasamos tiempo con el mismo grupo. Mi boca cayó abierta. —¿Entonces Drew tenía razón? —No es como si somos buenos amigos; simplemente pasa que somos amigos de las mismas personas. —¿Él es de segundo año como tú? —No, es de último año. —¿De último año? —Casi me sentí halagada de pensar que un estudiante de último año en secundaria casi me besó. Pero luego recordé el truco, y una ola de náuseas pasó sobre mí—. Es dos años mayor que tú. No conozco a nadie dos años mayor que yo. —Tendrás la oportunidad cuando estés en secundaria. —¿Entonces todas esas personas que estuvieron aquí anoche, las conoces a todas también?

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Jess tomó una respiración profunda. —No es como si fueran asesinos. No sabían que iba a ir a una fiesta de cumpleaños falsa. —¡Pero el alcohol en el ponche! ¡Sabías que estaba allí sin siquiera probarlo! — Todo se juntaba en mi cabeza ahora—. ¿Vas a muchas fiestas con alcohol? —Me conoces, Gemma. Sabes que estoy en casa con mi mamá y hermanas la mayoría de las noches de los fines de semana. Y cuando no estoy con ellas, estoy contigo. No salgo ni voy a fiestas con esta gente. Pero soy amigo de muchos de ellos en la escuela. Muchos están en mi equipo de béisbol, y algunos están en mis clases. No todos beben, pero algunos lo hacen. No puedo decirles cómo vivir sus vidas. Simplemente me quedo alejado de ese lado de ellos. Pero sé que algunos lo hacen, especialmente Greg. Así que cuando vi el ponche en su mano, simplemente lo supe. Es un chico agradable, simplemente tiene sus prioridades un poco confusas. Mis brazos estaban doblados apretadamente sobre mi pecho ahora, y gruñí tan pronto como Jess terminó su discurso. —¿Agradable? No creo que un chico agradable engañaría a una chica para que lo besara. —Podrías haber dicho no, Gem. Tienes parte de la culpa, tanto como te gustaría ser la víctima en esta situación. Pensé en eso por un minuto. Por mucho que me molestara lo que quería decir con que quería ser la víctima, sabía que era cierto. Continuó: —Y probablemente fui un poco duro con las cosas que dije de Drew. Ella está viviendo a la sombra de su hermano, y tiene sentido que sienta que necesita hacer cosas que son tan elaboradas y tan notables como lo es él. Y además, podrías haberle dicho que no a ella también. Relajé mis hombros y levanté mi mirada al cielo oscuro. —Podría haber dicho que no a muchas cosas. —Pero no lo hiciste, así que dije no por ti. Y así era como siempre había sido conmigo y con Jess. Él era el inteligente, siempre listo para darme un consejo cuando yo hacía algo estúpido. Y yo era la ingenua, siempre lista para ser salvada. Y tenía que preguntarme si eso era todo lo que seríamos. ¿Por qué no me había besado? ¿Por qué siempre estaba tomando decisiones tan estúpidas? ¿Por qué Jess querría estar con alguien como yo? Luego se me ocurrió que quizás la cercanía de Jess, sus toques suaves, y sus largas miradas no tenían absolutamente nada que ver con él queriendo una relación. Quizás esa era sólo su manera de cuidar de mí.

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Capítulo 17 Traducido por CyeLy DiviNNa Corregido por Carmenlu

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o esperaba las burlas y el desprecio el lunes cuando volví a la escuela. Pero cuando todo pareció normal, me acordé de que, además de Drew y Carmen, todos en mi casa el viernes por la noche estaban en la secundaria. Eso me hizo sentir mayor de lo que era. No estaba segura de cómo estaban las cosas entre Drew y yo. Yo no estaba segura de si estaba enojada conmigo por la forma en que resultó la fiesta. Ni siquiera estaba segura si estaba enojada con ella por la forma en que todo salió. Quería estar enojada con ella, pero al igual que Jess había dicho, no todo era culpa de ella. —¡Hey! —Traté de sonar lo más casual posible, mientras me acercaba a Drew y Carmen en nuestro casillero antes del primer período. Drew estaba vaciando el contenido de su mochila en el casillero, mientras que Carmen se aplicaba cuidadosamente el brillo de labios en un espejo portátil que llevaba en la mano. Ambas parecían sorprendidas de verme. —Hey —dijeron ambas a la vez, a pesar de que la emoción detrás de su saludo era deficiente. Me incliné sobre la cabeza de Drew para agarrar mi libro de geometría y les pregunté cómo estuvo su fin de semana. Ninguna de ellas me contestó, pero me miraban a los ojos con cuidado. Me apoyé contra la pared al lado de nuestro casillero y fingí no darme cuenta. —Llegó el calor este fin de semana. No puedo esperar para el verano. —Genial, traje a colación el tiempo. ¿Podría ser más torpe? Pero tenía que decir algo. Drew miró a Carmen y luego a mí. —No creo que sea una buena idea que compartas nuestro casillero. —¿En serio? —Me quedé mirando a Drew con la cara toda arrugada alrededor de mis ojos. Ella debe haber estado bromeando. Pensé que podría estar un poco preocupada acerca de la noche del viernes, ¿pero al final de toda nuestra amistad? ¡Toda la estúpida fiesta de cumpleaños fue su idea! —Las cosas estaban tan extrañas la otra noche. —Drew contestó sin mirarme. A continuación, Carmen agregó: —Me dejó un mal sabor en la boca. —Esa fue una de las primeras frases que Carmen me había dicho en realidad directamente a mí. —Tienes que estar bromeando. —Miré a Drew—. Tú eres la que tuvo la fiesta de cumpleaños falsa. Tú eres la que invitó a la mitad de la escuela secundaria. ¡Y tú eres la que le pidió a tu hermano darme un beso! —Yo estaba gritando

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ahora y poco a poco tomando conciencia de los estudiantes pasando, que giraban la cabeza hacia la conmoción. —Podrías haber dicho que no, Gem —Drew murmuró en la pila de libros que tenía en la mano contra su pecho. —¿Por qué todos siguen diciendo eso? ¡Había un montón de personas alrededor! ¡La mayoría de los cuales eran chicos muy guapos de la escuela secundaria! ¡Así que cedí a la presión de grupo! ¡Tengo quince años! ¡Es mi trabajo ceder a la presión de grupo! Drew miró por la sala como si estuviera aburrida de la conversación. —Lo siento, Gem. Eso fue demasiado... raro. Fulminé con la mirada al lado de su cabeza. Ella no pudo haber sido capaz de verlo, pero yo sabía que lo podía sentir. —¿Por qué incluso se hicieron mis amigas? ¿Era porque entonces podrían humillarme? ¿Solo me vieron como un blanco fácil de menospreciar para aumentar su autoestima? —Y en ese momento yo lo sabía. Yo sabía por qué habían empezado a hablar de mí. Yo sabía por qué me habían hecho su nueva mejor amiga. No podía creer que yo no había pensado en eso antes—. Me han usado para conseguir a Trace Weston, ¿no? —Drew cambiaba el peso en sus pies, incómoda y Carmen estaba a su lado como un guardaespaldas—. Eso es todo, ¿no? Pensaron que yo era amiga de él, y pensaban que podían llegar a él a través de mí. Bueno, tengo noticias para ustedes. ¡No sólo no consiguieron a Trace sino que me acaban de perder! Drew y Carmen dieron un paso fuera de mi camino mientras me apresuraba a sacar del armario lo que me pertenecía y dos libros de texto y una vieja barra de granola. Cerré el casillero y marché por el pasillo, mientras que Drew y Carmen me miraban con una mirada de shock pegada a la cara. Cuando iba a diez metros por el pasillo, me di la vuelta por última vez. —¡Y no me llamen Gem! Caminé, no, corrí a mi primer periodo en el salón de clases, pero no pude entrar, sino que pasé cerca de la puerta y me dirigí hacia el baño de chicas. Las lágrimas corrían por mi cara en este punto, así que agaché mi cabeza mientras evadía dentro y fuera de las cientos de jóvenes en frente de los espejos del baño. Me metí en el único puesto disponible, el cubículo puesto en la parte más oscura del cuarto. Me senté en el asiento del inodoro, incluso aunque mis pantalones estuvieran puestos y lloré en mi mochila. ¿Cómo pudo pasarme esto a mí? Esto era cien veces peor de lo que había imaginado. ¡Pensé que Drew y yo éramos amigas! ¡Pero ella estaba resultando ser la más terrible persona centrada en sí misma y desconsiderada que conocía! La campana sonó para el primer periodo y el baño quedó en silencio. Pronto yo estaba sola, lo que sólo hizo más fácil el llorar. Lloré por el rechazo. Pero sobre todo, lloré por mi estupidez. ¿Por qué había siempre querido ser amiga de Drew? Ella me usó desde el principio. ¿Cómo podía permitir que ella tuviera una gran fiesta en mi casa cuando mis

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padres estaban fuera de la ciudad? ¿Era tan débil? ¡Y pensar que estuve a punto de volverme contra Jess gracias a ella! ¿No tener ningún amigo en la escuela es tan malo que tuve que ir y hacer amigos con la versión siglo XXI de Cruela Devil? Escuché otra campana sonar, lo que significaba que el primer período había terminado. Me limpié los ojos y tiré de mí lo suficiente como para ser capaz de salir por fin del bloqueo. Lo hice para el segundo período y luego en el tercero y en el resto hasta que sonó la campana final. Y, finalmente, llegué a casa. Di un paso a través de nuestra puerta y dejé caer torpemente mi mochila en los escalones. La casa estaba llena con los usuales aromas de mi mamá cocinando y yo seguí los olores hasta que llegué a la cocina, donde caí pesadamente en el taburete de la barra y esperé a que mamá me preguntara qué me pasaba. Ella movía algo en una olla en la estufa, y hablar le tomó más tiempo de lo que esperaba. —Estoy preocupada por ti. —Las palabras en sí tenían sentido desde que era básicamente la peor semana de mi vida, pero el tono de su voz me creo un nudo del tamaño de Rhode Island en el estómago. Ella estaba molesta. Levanté la cabeza del mostrador y vi la espalda de ella, inmóvil, mirando fijamente la olla en frente de ella. —¿Qué quieres decir? —Yo necesitaba una explicación. Me estaba volviendo loca sin saber lo que la tenía tan enojada que en vez de gritarme, ella me estaba dando algo parecido a la ley del hielo. No habíamos hablado mucho desde mi confesión la noche anterior. Ella parecía bastante normal en el desayuno, aunque mencionó que íbamos a hablar de las "consecuencias de mis acciones", esta noche después de cenar. Pero incluso entonces no parecía enfadada. No así. Se dio la vuelta lentamente mientras descansaba la cuchara en un plato junto a la estufa. Ella me miró con ojos fríos y duros mientras alzó las manos. Ella señaló con el dedo índice de su mano izquierda el dedo índice de su derecha. —Primero, una fiesta en nuestra casa cuando tu padre y yo no estamos en la ciudad y cuando había dicho específicamente que sólo podías tener dos amigos más. —Hizo una pausa y señaló con el dedo medio—. Segundo, te escapaste de casa para ir a hablar con Jess después de que ya estabas en problemas. —Ella señaló con su dedo con anillo lo que venía—. Entonces, para colmo recibo una llamada de tu Director, por segunda vez este año, ¡diciéndome que hoy te saltaste el primer periodo! —Sus ojos eran enormes, y yo podría haber jurado que vi a sus vasos sanguíneos hacer pop en su frente—. ¿Hay algo que no sepa? Yo abrí mi boca, pero las palabras no salieron. Así que mamá continuó: —¿De verdad crees que no tengo otra cosa en mi vida por qué preocuparme? ¿Crees que las cosas son tan condenadamente fáciles que necesitas ir a la escuela y fiestas, para que así tenga algo que hacer?

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Pude sentir las lágrimas presionando su camino hacia los ojos de nuevo, y yo sabía que no podía mantenerlas dentro, así que me puse a llorar por enésima vez ese día. —¡Yo no tenía la intención de saltarme el primer periodo! —¡Oh, no tenías intención de saltarte el primer periodo! —Mamá hizo botar su cadera mientras continuaba con su sarcástica dramatización—. Bueno, siempre y cuando no tuvieras intención de saltarte el primer periodo, ¡entonces supongo que está bien! —De pronto recordó que lo que había en la olla estaba empezando a hervir. Ella agarró la cuchara y empezó a agitar frenéticamente. —Es verdad, mamá, yo no tenía la intención de faltar a clase. —Las lágrimas daban un paseo por mis mejillas más rápido—. ¡Fue un día terrible! —Hundí mi cabeza en mis brazos. —Oh, déjame adivinar. ¿Has olvidado tu horario de clases y fuiste a sentarte en el contenedor de basura todo el día? ¡Oh, espera, eso ya pasó! Yo no sabía que mamá podía ser tan sarcástica. Ella odiaba que Bridget y yo fuéramos sarcásticas. Ella siempre dijo que era el humor del diablo. Levanté la cabeza y la miré con asombro. No podía creer que había llevado en realidad a mi mamá a su punto de quiebre. Yo había ido demasiado lejos. —Mam{,‖yo…‖ —¡No! Yo no quiero oírlo ahora. ¡Sólo ve a tu habitación! La esperé para que volviera a ser la mamá que yo conocía. Yo esperaba que ella pusiera sus brazos alrededor de mí y me dijera que todo iba a salir bien. Pero no lo hizo, así que finalmente me escabullí del taburete de la barra como una lombriz de tierra y me arrastré por las escaleras hasta mi habitación. Cerré la puerta detrás de mí y me fui directamente al closet. Cerré la puerta del armario detrás de mí y me arrastré en la oscuridad a través de los vestidos de iglesia hasta que llegué a los míos en el muro de Jess. Me hice un ovillo mis piernas hasta el pecho tan fuerte como pude, y luego lloré hasta quedarme dormida. Me desperté tiempo después con el sonido de voces. —¿Qué quieres decir con que ella no está aquí? —Era mamá, y ella gritaba todavía. Entonces oí la calmada voz de mi padre. —¿Estás segura de que vino aquí? —Sí. ¡Yo le dije que viniera aquí hace una hora! —Su voz se convirtió en baja y amarga—. ¡Así que ayúdame si ella se coló de nuevo! ¡Yo he tenido hasta aquí de esa chica! —Me podía imaginar a mamá, sosteniendo su mano hasta su frente, mientras lo decía. Estaba a punto de revelarme a mí misma a mis padres hasta que me di cuenta de que mamá estaba llorando. Papá hizo su voz baja, suave, y yo estaba segura de que tenía sus brazos alrededor de ella. Sus palabras fueron rotas y vinieron de forma intermitente entre los sollozos. Y aún si fueran amortiguadas por la camisa de franela que cubría el pecho de mi

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padre, oí las palabras claramente cuando dijo—: Oh, Rob, ¿cómo... la voy a sacar‖a‖flote…‖sin‖ti?

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Capítulo 18 Traducido por LizC Corregido por PokeR

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erré los ojos otra vez y me acurruqué más cerca de la pared del armario. Supongo que estaba tratando de llegar lo más lejos de todo como pudiera. Mis pensamientos rodaban a través de mi cerebro como una máquina de bingo mientras consideraba el posible significado de las palabras de mi madre. ¿Por qué tenía que criarme sin mi padre? El divorcio fue la primera posibilidad que se me vino a la mente. Antes de que los padres de Jess se divorciaran, era algo que parecía ocurrir sólo en lugares lejanos como Los Ángeles o Nueva York. No en mi mundo. Pero desde que la realidad de Caris y Kevin Tyler se estableció, me había dado cuenta de que había mucho más padres divorciados de lo que nunca me había imaginado. Los padres de Drew estaban divorciados. Lo sabía porque Drew lo mencionó una vez que ella iba a visitar a su padre en Atlanta durante el verano. Y sospechaba que los padres de Carmen estaban divorciados porque cada vez que hablaba de su casa, ella lo llamaba‖“la‖casa‖de‖mi mam{.”‖La idea de que mis padres no sigan casados creó un bulto del tamaño de una bola de billar en mi garganta. Quería llorar, pero no tenía más lágrimas para llorar. Entonces me di cuenta que había otras posibilidades más allá del divorcio. Tal vez él se iba a un viaje largo. Tal vez había recibido una oferta de trabajo en Alemania o Francia o algún país lejano y sólo seríamos capaces de verlo en días festivos y en las vacaciones de verano. Eso sería triste, pero sería una opción mucho mejor que el divorcio. La segunda opción me hacía sentir más ligera, y finalmente encontré la fuerza para levantarme de la alfombra y salir del armario oscuro en mi habitación. El sol se había puesto y sólo un poco de luz azul se mostraba a través de mis ventanas. ¿Cuánto tiempo había estado allí dentro? Abrí la puerta de la habitación y salí al pasillo iluminado. Parpadeé ante la nitidez de la luz y me froté los ojos hinchados. Podía oír a mis padres y a Bridget en la cocina, utensilios golpeando platos, y el hielo chocando contra los vasos de agua. Se habían adelantado y estaban comiendo la cena sin mí. Entré en la cocina sintiéndome como una extraña en mi propia familia. Me detuve en la puerta y vi que Bridget se repartía una segunda porción de lasaña, mi comida favorita. Papá fue el único que me miró. ―Hola,‖ Gemma, ¿dónde‖ has‖ estado?‖ ―Tenía‖ las‖ comisuras‖ de‖ su‖ boca‖ hacia‖ arriba, pero su cara no se veía feliz. Me di cuenta de que estaba tratando de mantenerse en igualdad de condiciones entre mi mamá y yo, pero no iba a ser

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capaz de permanecer así por mucho tiempo. Siempre sucumbía al lado de la batalla de mamá. No porque siempre estuviera de acuerdo, sino porque era un marido leal. ―Me‖quedé‖dormida‖en‖mi‖armario‖―murmuré.‖Fueron‖las‖primeras‖palabras‖ que había hablado desde que fui condenada a mi habitación por mamá. Las palabras salieron con un gruñido en mi garganta. Bridget resopló mientras tomaba un bocado de judías verdes. Mamá bajó el tenedor y se limpió la boca con una servilleta. ―Deberías‖ comer,‖ Gemma‖ ―dijo‖ mam{‖ en‖ voz‖ baja,‖ sin‖ mirarme―,‖ mientras‖ todavía está caliente. Una parte de mí no tenía hambre, pero parte de mí se moría de hambre. Creo que la parte de mí que estaba muriendo de hambre también era la parte de mí que dolía por la normalidad con mi familia. Me encantaba la lasaña, y deseaba ser capaz de disfrutar de ella mientras reía con mis padres sobre mi día en la escuela o escuchar a Bridget hablar de una cita a la que tenía que ir ese fin de semana a pesar de que ella realmente no quería. Me deslicé en mi silla de siempre en la mesa mientras Bridget continuó diciéndoles a mis padres una historia acerca de su clase de biología que había interrumpido al parecer. ―Así‖que‖Sandra‖se‖levanta‖hacia‖el‖Sr.‖Kroff‖y‖le‖pregunta‖por‖qué‖tiene‖una‖B‖ menor‖ en‖ sus‖ notas‖ cuando‖ ha‖ recibido‖ A‖ en‖ todas‖ sus‖ pruebas.‖ ―Miré‖ a‖ Bridget fijamente, incluso apenas la estaba escuchando, se me ocurrió que su mundo en realidad no había cambiado mucho. Para ella ésta era sólo una cena en familia como cualquier otra noche. Ella no estaba en grandes problemas como yo. Y ella no escuchó a mamá diciendo algo a papá que no debía ser escuchado―.‖Entonces‖el‖Sr.‖Kroff‖le‖dice,‖en‖frente‖de‖toda‖la clase, que llegó tarde nueve veces este semestre, ¡y él toma dos por ciento de la nota cada vez que llegan tarde! ¿Pueden creer eso? ¡Dos por ciento! ¡Eso realmente suma! ―Bridget‖miró‖a‖su‖alrededor‖de‖la‖mesa‖con‖los‖ojos‖muy‖abiertos,‖aunque‖el‖ resto de‖ nosotros‖ est{bamos‖ mirando‖ a‖ nuestros‖ tenedores,‖ sin‖ emociones―.‖ Sandra fue la única en la clase de obtener una calificación mejor que la mía. Así que‖ya‖saben‖lo‖que‖eso‖significa.‖―Bridget‖dio‖otro‖bocado‖de‖judías‖verdes‖y‖ luego‖continuó―:‖Soy‖la‖primera de mi clase. Ante eso papá pareció enviar de vuelta al presente desde donde sea que sus pensamientos le habían llevado. ―¡Vaya,‖Bridge!‖¡Eso‖est{‖muy‖bien!‖¡Felicidades! Sabía que no había oído ni una palabra de la historia antes de eso, pero Bridget estaba radiante de alegría. Bridget tomó otro bocado de su comida, y hubo un largo período de silencio mientras masticaba. Mamá apenas levantó la vista de su plato, y papá sólo levantó la vista para alcanzar la sal y la pimienta. Comí en silencio, aunque la lasaña no sabía casi tan bien como solía hacerlo. La tensión

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entre mis padres y yo era densa, y el silencio estaba haciendo que todo supiera peor con cada bocado. No pude soportarlo más. Miré a mamá, quien estaba mirando a sus judías verdes mientras las empujaba en el plato. ―¿Por‖qué‖vas‖a‖tener‖que‖criarme‖sin‖pap{?‖―No‖tenía‖la‖intención‖de‖gritar. La cabeza de mamá se disparó en alto y me miró en shock a través de la mesa. Papá me miró con igual asombro, hasta que volvió hacia mamá y le puso la mano en el brazo. Bridget rompió el silencio: ―¿De‖qué‖est{s‖hablando,‖Gemma?‖―Sus‖ojos‖se‖llenaron‖de‖p{nico‖al‖ver‖las‖ expresiones‖de‖todos.‖Volvió‖a‖mirar‖a‖pap{―.‖¿De‖qué‖est{‖hablando? Papá tomó una respiración profunda y miró inquisitivamente a mamá, pero ella no apartó sus ojos de encima de mí. ―Chicas,‖ tal‖ vez‖ las‖ dos‖ deben‖ ir‖ arriba‖ y‖ hacer‖ su‖ tarea.‖ Tu‖ madre‖ y‖ yo‖ limpiaremos aquí abajo. ―¿Qué‖ est{‖ pasando?‖ ―presionó‖ Bridget.‖ Yo‖ permanecí‖ en‖ silencio.‖ Ya‖ había‖ hecho lo suficiente. Papá volvió a hablar cuando se hizo obvio que mamá no iba a hacerlo. ―Deja‖que‖tu‖mam{‖y‖ yo‖tengamos‖un‖momento‖aquí‖abajo,‖Bridget.‖Subiré‖a‖ hablar con ustedes dos en un minuto. Bridget tiró la servilleta sobre su plato y empujó la silla hacia atrás de ella. Ésta chirrió a medida que se deslizó por el suelo de linóleo. Se dirigió a las escaleras tan ruidosamente como pudo, y yo la seguí con timidez. Entré en mi habitación; el sol estaba muy por debajo de la superficie de la tierra, y lo único que entraba por las ventanas ahora era el débil resplandor de las luces de la calle. No tenía el coraje de encender las luces. Doblé el edredón de mi cama, así como las sábanas de abajo. Con mis zapatos en pie, me deslicé por debajo de ellas de manera segura, tirando de ellas por encima de mi cabeza. No vi la luz encenderse unos momentos más tarde, pero sentí una cálida mano rozar sobre mi espalda, eso fue seguido por el tono frío de la voz de papá. ―Gemma,‖cariño.‖―Su‖ voz‖sonaba‖triste―.‖¿Podrías‖ venir‖abajo?‖Tu‖madre‖ y‖ yo necesitamos hablar contigo y tu hermana sobre algo. Desplegué las sábanas, dejando al descubierto mi cara que estaba cubierta con mi cabello enmarañado. ―Antes‖de‖ir‖allí‖abajo‖―le‖pedí―,‖por‖favor,‖sólo‖prométeme‖una‖cosa. Los ojos de papá se veían más grandes de lo que había visto jamás. Él no dijo nada; ni siquiera asintió, pero yo continué. ―No‖nos‖dejes.‖―La‖familiar‖punzada‖de‖sal‖se‖acumuló‖detr{s‖de‖mis‖ojos―.‖ Lamento todo lo que he hecho. Sólo dime que no nos dejarás. Papá no dijo nada. En su lugar, se acercó a mi mano y me guió fuera de mi habitación y abajo por las escaleras hasta el salón, donde mamá y Bridget ya estaban sentadas, esperando. El silencio en la habitación era casi tangible, como

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si estuviera esperando el momento oportuno para abalanzarse sobre mí y hacer que respirar sea imposible. Cuando‖ estuvimos‖ todos‖ sentados‖ ―mam{‖ y‖ pap{‖ en‖ un‖ sof{,‖ Bridget‖ y‖ yo‖ frente‖a‖ellos‖en‖el‖otro―‖pap{‖empezó‖a‖hablar. ―Niñas,‖hay‖algo‖que‖mam{‖y‖yo‖tenemos‖que‖decirles. ―¡Espera!‖―le supliqué. No podía dejar que papá nos dijera cualquier terrible noticia que tuviera que decirnos mientras que hubiera tal tensión entre mamá y yo. El aire tenía que despejarse o de lo contrario la noticia nueva me tragaría entera―.‖ Lamento‖ todo‖ lo‖ que‖ ha‖ pasado‖ los‖ últimos‖ dos‖ días.‖ Siento‖ lo‖ de‖ la‖ fiesta, y siento haberme escabullido. Siento haberme saltado clases, y siento que me‖ quedara‖ dormida‖ en‖ el‖ armario.‖ ―Apenas‖ tomé‖ aliento.‖ Seguí‖ divagando‖ mis disculpas de manera que nadie me pudo interrumpir antes de que terminara―.‖No‖falté‖a‖clase‖a‖propósito‖hoy.‖Drew‖me‖dijo‖que no quería ser mi amiga después de lo ocurrido la noche del viernes, y estaba llorando tan fuerte que tuve que ir al baño a limpiarme. Sé que es una mala excusa, pero no soy de las que faltan a clase a propósito. No estoy siendo rebelde a propósito ni nada‖ de‖ eso.‖ Sólo‖ estoy‖ cometiendo‖ algunos‖ errores‖ muy‖ tontos.‖ ―Estaba‖ viendo‖a‖mam{,‖quien‖me‖miraba‖con‖ un‖tipo‖de‖ojos‖húmedos―.‖Sigo‖siendo‖ yo. Sigo siendo Gemma. Lo siento. Mamá se inclinó hacia delante y alcanzó mi rodilla. ―Lo‖ sé,‖ cariño.‖ Sabía‖ eso‖ todo el tiempo. Es sólo que no he sido yo misma últimamente. Yo también lo siento. Y con eso, el aire estaba despejado. Era capaz de tomar una bocanada de aire sólido y profundo por primera vez desde que mis padres regresaron de su viaje. La tensión entre mamá y yo, entre mi padre y yo, incluso entre Bridget y yo, fue borrada en ese instante, dejando espacio para un nuevo dilema que estaba elevándose a la superficie. ―Niñas‖―pap{‖ continuó‖justo‖donde‖ lo‖había‖dejado―,‖estoy‖enfermo.‖―Sus‖ palabras vinieron como un camión directamente a mi frente, y sentí el golpe del latigazo cervical. Todos hemos estado enfermos con la gripe o un resfriado; Bridget incluso ha tenido neumonía cuando tenía doce años, pero esto era diferente. La forma en que mis padres nos miraban mientras papá estaba hablando me hizo darme cuenta de que esto no era una enfermedad que se podría curar con Tylenol o Amoxicilina. Dudaba de que papá incluso se estuviera refiriéndose a una enfermedad que requiere cirugía antes de que se pusiera bien. En algún lugar profundo dentro de mí sabía que esto era diferente. Esto era mucho peor. Bridget fue la primera en reaccionar. ―¿Qué‖ quieres‖ decir‖ con‖ que‖ est{s‖ enfermo?‖ ¿Enfermo‖ de‖ qué?‖ ―Sonaba‖ a‖ la‖ defensiva, pero no sabía por qué. Mamá fue la que respondió.

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―Tu‖padre‖tiene‖algo‖que‖se‖ llama‖c{ncer‖ de‖pulmón‖ de‖células‖pequeñas.‖Se‖ trata de una enfermedad agresiva, pero los médicos están haciendo todo lo posible para ayudarle. Cáncer. La palabra significa lo mismo para mí como un tsunami o pirañas. Nunca había visto algo como ellos; ni siquiera estaba muy segura de lo que eran, pero sabía que eran malos. Y sabía que en muchos casos, eran mortales. Apenas podía moverme y mucho menos responder a lo que acababa de oír. Bridget, por su parte, estaba enojada. ―¿Tienes‖ c{ncer?‖ ¿Cu{nto‖ tiempo‖ hace‖ que‖ sabes‖ acerca‖ de‖ esto?‖ ―Estaba‖ de‖ pie del sofá y con la cara roja, gritando en voz alta a mis padres, sobre todo a papá. ―Toma‖asiento,‖Bridget.‖Vamos‖a‖hablar‖de‖esto‖con‖calma.‖―La‖voz‖de‖pap{‖ era plana, como si hubiera esperado esa reacción de ella. Bridget vacilante se sentó‖ en‖ el‖ sof{,‖ agarr{ndose‖ con‖ fuerza‖ a‖ un‖ cojín.‖ Pap{‖ continuó―:‖ Fui‖ a‖ hacerme un examen de pecho hace unos dos meses. Estaba teniendo problemas para respirar, y pensé que podría ser el asma. Mamá tomó la explicación a partir de ahí; no era extraño para ellos rebotar entre sí de este modo. ―El‖doctor‖encontró‖un‖bulto‖en‖el‖pecho‖de‖su‖padre.‖Corrió‖algunas‖pruebas‖ y encontraron un tumor maligno. No sabía lo que significaba eso tampoco, pero la fuerza con la que Bridget clavó sus uñas en el cojín que sostenía me dijo que era malo. Papá continuó desde ahí: ―El‖ Doctor‖ Howe,‖ nuestro‖ oncólogo,‖ sugirió‖ que‖ fuéramos‖ a‖ un‖ hospital‖ especial en Jacksonville que hace un montón de trabajo con pacientes con cáncer. Pensó que tal vez tendrían mejores ideas de cómo hacer que mejore. Tenían buenas noticias para nosotros. —Bridget se enderezó. ―¡Nos‖dijeron‖que‖fueron‖a‖Jacksonville‖por‖trabajo! ―Sé‖que‖hicimos‖eso,‖Bridge.‖―Pap{‖miró‖sus‖manos―.‖Queríamos‖averiguar todo lo que podíamos sobre esto antes de decirte a ti y a Gemma. Queríamos ser capaces de darles tanta información como sea posible. ―¡Entonces‖deja‖de‖mentirnos,‖y‖danos‖la‖información! Me volví a Bridgett y grité: ―¡Él‖lo‖haría‖si‖dejaras‖de‖interrumpirlo!‖―Ella‖se‖apartó‖de‖mí‖y‖se‖fundió‖en‖ el cojín. Me sorprendió que lo dejara ir tan fácilmente. ―El‖ tumor‖ no‖ se‖ ha‖ comenzado‖ a‖ difundir‖ aún,‖ y‖ los‖ médicos‖ en‖ la‖ Clínica‖ Mayo creen que la radiación y la quimioterapia podría hacer mucho bien en mi situación. Bridget estaba de vuelta en guardia y lista para pelear. ―Entonces,‖¿cu{nto‖tiempo‖tienes‖de‖vida? ―¡Bridget!‖ ―Mam{‖ jadeó.‖ Sentí‖ n{useas‖ y‖ quería‖ meterme‖ en‖ el‖ regazo‖ de‖ mamá y abrigarme en la seguridad de sus brazos.

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―¿Qué?‖ ―Los‖ ojos‖ de‖ Bridget‖ se‖ veían como puñales cuando se volvió a mam{―.‖ ¡Tenemos‖ derecho‖ a‖ saber‖ cu{nto‖ tiempo‖ va‖ a‖ estar‖ alrededor!‖ ¡Me‖ merezco saber si él va a estar vivo cuando me case o cuando me gradúe de la secundaria! Mamá empezó a sollozar. Grandes y húmedas lágrimas de cocodrilo corrían por sus mejillas y alrededor de la línea de su mandíbula. Ella no las limpió; sólo las dejó caer mientras miraba fijamente a la cara de su hija mayor. ―Bridget,‖ sé‖ que‖ esto‖ es‖ duro‖ para‖ ti‖ ―comenzó‖ pap{,‖ pero‖ de‖ nuevo‖ se‖ vio‖ interrumpido por el temperamento furioso de Bridget. ―¡No,‖ no‖ lo‖ sabes!‖ ¡No‖ sabes‖ lo‖ duro‖ que‖ es‖ esto!‖ ¡No‖ eres‖ el‖ que‖ acaba‖ de‖ descubrir que su padre se está muriendo y lo sabe por dos meses y nunca te lo dijo! ¡No eres el que acaba de enterarse que vas a ser la que críe a su hermana pequeña, porque su mamá va a estar en un estado de depresión cuando te hayas ido! ¡No eres el que fue sentenciado a una vida de vivir en casa para que puedas unir los pedazos de su jodida familia! ¡No sabes lo que es esto! ¡No sabes lo que es! ―Bridget‖ pasó‖ por‖ encima‖ de‖ mí‖ en‖ un‖ mar‖ de‖ l{grimas‖ y‖ corrió por las escaleras antes de que ninguno de nosotros supiera lo que pasó. Mamá seguía mirando el espacio vacío en el sofá, donde Bridget había estado sentada. Papá hablaba en voz baja palabras tranquilizadoras en su oído y frotaba su espalda. Luego me miró. ―Gemma,‖ ¿cómo‖ est{s‖ con‖ todo‖ esto?‖ Sé‖ que‖ te‖ bombardeamos‖ con‖ mucha‖ información. ¿Tienes alguna pregunta? ¿Tenía alguna pregunta? Sólo un millón. ¿Iba a morirse? Y si es así, ¿cuándo? Y cuando muriera, ¿cómo sería la vida? ¿Y a dónde iría? ¿Se habrá ido para siempre, o simplemente flotaría en las nubes esperando por el resto de nosotros? Pero negué con la cabeza. ―No.

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Capítulo 19 Traducido por Dark heaven Corregido por PokeR

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olía jugar en el patio trasero de Jess todos los días. Fue el hogar de muchos de nuestros fuertes en los árboles y coliseos imaginarios para nuestros sin fin de combates de lucha y partidos de fútbol. Pero ha pasado un tiempo desde que jugamos ahí. La última vez había sido el verano pasado en el patio de su casa para el Cuatro de Julio, cuando Caris invitó a nuestra familia a una barbacoa. Pero incluso cuando se hizo de noche en ese día, el patio estaba lleno de voces, risas y luces. Esta noche, estaba oscuro y silencioso, y sólo vagamente familiar. No escapé para llegar ahí. No eran ni las ocho cuando mis padres en silencio subieron las escaleras — supongo que para hablar con Bridget— así que les dije que tenía que salir por un minuto. Ellos sólo asintieron y siguieron por las escaleras. Sabían tan bien como yo a dónde iba. Busqué en la oscuridad por algunas piedras pequeñas para lanzar a la ventana de Jess. Miré hacia arriba en la parte posterior de la grande y vieja casa, que la madre de Jess había heredado de su abuela. Había por lo menos una docena de ventanas, pero las tenía memorizadas. Sabía exactamente cuál era el dormitorio de Jess. Me di cuenta por primera vez lo difícil que era encontrar una roca del tamaño correcto. Eran o demasiado pequeñas y no volaría hasta el nivel del segundo piso de la casa, o demasiado grandes y me arriesgaba a romper la ventana. Por fin pude encontrar una, e hizo un pequeño chasquido al golpear la ventana. Sonaba tan diferente desde este ángulo de lo que hacía todas las veces que había escuchado la piedra contra el cristal de mi habitación. El panel de la ventana se sacudió, y pude ver una figura oscura a través del cristal. Pronto, la ventana estaba abierta, y la hermana de Jess de doce, Vivian, miró hacia mí desde arriba, una mirada de consternación grabada en su cara. —¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó, molesta. Me llevaba bien con las hermanas de Jess, pero desde hace un tiempo sabía que no les gustaba que Jess pasara tanto tiempo conmigo. Supongo que me veían como competencia. Para ser honestos, no las culpaba. Si tuviera un hermano como Jess, no me gustaría compartirlo tampoco. No le hice caso a su pregunta. —¿Está Jess en casa? Vivian frunció el ceño luego metió la cabeza adentro y gritó el nombre de Jess. Pronto la cabeza de Jess apareció mirando por la ventana en la que Vivian había estado una vez. Miró directamente a mí.

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—¿Qué estás haciendo ahí abajo? —¡Así es como siempre me haces salir y hablar! —le grité, mi cuello se extendía hasta más no poder. Jess inclinó la cabeza hacia atrás dentro de la ventana y miró el reloj en su muñeca. —Gemma, son apenas las ocho. Podrías haber sólo pasado por la puerta principal. —¿Podrías simplemente venir aquí? —insté. Mi voz se quebró, y la expresión de Jess cambió de la diversión a la preocupación. En un instante, la ventana estaba vacía. Me paseé por el patio hacia la puerta de atrás. Caris había mencionado a mi mamá una vez que su esposo, Kevin, había prometido poner algún día un jacuzzi en el patio. Pero entre yo y la puerta de atrás había una losa de cemento desnudo. Esa fue una de las promesas de las muchas que nunca se cumplieron. Jess salió por la puerta corrediza de vidrio y de inmediato se dirigió hacia mí hasta que estuvo lo suficientemente cerca para envolverme con un brazo los hombros. —¿Qué te pasa? ¿Está todo bien? Él me había preguntado esto muchas veces antes, cuando mis problemas habían sido tan triviales. Me hubiera gustado llegar a él con una preocupación acerca de un chico al que no le gustaba o un problema con una amiga. Pero esto era mucho peor. Tan irreparable. —¿Podemos ir a dar un paseo? Caminamos en silencio hasta que llegamos a la selva de cemento en la parte de arriba de nuestra calle. Era más difícil escalar los bloques en la oscuridad, pero lo había hecho tantas veces que ya lo hacía de forma natural. Nos sentamos colgando los pies de la más alta pila de bloques. Desde esta pila se podía ver por encima de los tejados y los altos árboles de pino y tener una vista del Lago Emery ya que brillaba bajo la luz de la luna. Había pasado casi un año desde que Jess y yo nos habíamos sentado juntos. Aunque nunca antes se había sentado tan cerca, con su brazo agarrándome alrededor con tanta fuerza. La voz de Jess rompió el silencio. —¿Se trata de Drew? ¿Drew? Me tomó un segundo darme cuenta de que estaba hablando. Se me ocurrió que la chica a la cual le pertenece ese nombre había destrozado mi mundo sólo diez horas antes. Pero ahora eso parecía tan insignificante. —No, se trata de mi padre. —Me atraganté mientras hablaba. —¿Tu papá? —Jess me apretó. Los costados de nuestros cuerpos estaban perfectamente alineados, y su calidez me envió un escalofrío por la espalda—. ¿Qué pasa con él? —Creo que se va a morir —lo dije como si nada, porque no sabía de qué otra manera decirlo.

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—¿Está herido? ¿Qué pasa con él? Estaba tratando de evitar la palabra. Parecía tan abarcadora. Pero salió de mi boca como una oruga moribunda. —Cáncer. Jess miró lejos de mí y hacia el sin fin de árboles. Podía escuchar su respiración hasta que finalmente respondió: —¿Qué tipo? Negué con la cabeza. —No sé, algún tipo de cáncer de pulmón, creo. —Cáncer de pulmón —dijo en voz baja como si estuviera hablando consigo mismo—. Mi abuelo tuvo cáncer de pulmón. —¿Tenía cáncer de pulmón? —pregunté con esperanza—. ¿Se recuperó? Jess me miró con dolor en los ojos. —No, él, eh... —Oh. —Miré mis manos. Él no tenía que terminar la frase. Su abuelo había muerto. Jess me acercó aún más. —Pero él era viejo. Tu papá es mucho más joven —susurró las palabras en mi pelo—. Tu padre va a luchar contra esto. No me cabe duda de lo que Jess estaba diciendo. Mi padre era duro, y tenía una fuerte voluntad de vivir. Lucharía esto. Pero, ¿ganaría? Jess saco su brazo de alrededor de mis hombros y se apoyó hacia atrás en sus manos. Sentí frío sin él en mi contra. —¿Cómo te enteraste? —me preguntó. —Me quedé dormida en mi armario esta tarde, y mis padres no sabían que estaba ahí. —¿Los escuchaste hablar? —Mi mamá le preguntó a mi papá cómo me iba a criar sin él. Así que les pregunté al respecto, y nos dijo que él tenía cáncer. Jess hizo una mueca de dolor. —Lo siento. —Después, una mirada de confusión cruzó su rostro—. ¿Por qué estaban hablando de eso en tu cuarto? —Me vinieron a buscar para la cena. —Pero tú estabas durmiendo en el armario. —Aja. —¿Por qué estabas durmiendo en el armario, de nuevo? —Mi mamá se enojó mucho conmigo por faltar a clases y por salir a hurtadillas contigo ayer en la noche, así que ella me envió a mi habitación, y yo sólo quería estar a solas en un lugar oscuro, así que me fui al armario. —¿Faltaste a clase de nuevo? —No a propósito. Estaba llorando y no quería ir a la primera clase con las lágrimas corriendo por mi rostro.

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—¿Por qué estabas llorando? Me quedé sorprendida de lo tan atrás que Jess estaba de las idas y venidas de mi vida. —Porque Drew me echó de su casillero y me dijo que no quería ser mi amiga por la forma en que resultó la fiesta de cumpleaños falsa. —¿En serio? —Jess parecía preocupado. Asentí mientras miraba fijamente hacía el frente. —Guau. Esa chica se pone mejor cada día —refunfuñó. —Eso ya no importa. —Permanecí inmóvil, mirando fijamente a la oscuridad en frente de mí. Nada parecía tener importancia. Amigos, chicos, escuela... todos parecían tan insignificantes, tan inútiles—. ¿Qué voy a hacer si se muere? Jess respondió tranquilamente. —No lo sé. —¿Qué hiciste? —¿Qué quieres decir? Mi padre no murió. —No, pero él ya no está realmente en tu familia. —Sí, pero eso es algo bueno. Hubo tantos años de él corrompiendo todo el sentimiento de nuestro hogar que una vez que se fue estuvimos contentos. —Me pregunto si será así para nosotras. Me pregunto si él se va a poner cada vez más enfermo, y finalmente llegará el punto en que queramos que se muera. Jess no tenía una respuesta. Por primera vez en nuestra amistad, Jess no tenía algún consejo para mi situación. Él nunca había tenido un padre diagnosticado con cáncer. No sabía cómo se sentía, y él no estaba dispuesto a fingir. Ofrecí un tema nuevo. —¿Qué está pasando con tu padre y el tema de la custodia? —El abogado de mi papá cree que debería tener el verano y cada día de fiesta. Pero esperamos que solo yo deba ir, para que las chicas no tengan que dejar a mamá. Tiré de mi cabeza. —¿El abogado de tu padre sabe que él es un idiota abusivo? Jess sacudió la cabeza. —Supongo que porque era la primera vez que mostró un comportamiento de abuso físico, lo están dejando fuera muy fácilmente. Tuvo sesenta días en la cárcel, y él está bastante fuera del gancho. —¿Y ahora qué? —Estaba empezando a enojarme, y mis palabras estaban a la defensiva—. ¿Simplemente te irás todo el verano con tu padre? —Tal vez, no sé. —Jess no levantó la vista de sus manos. Estaba frustrada por la respuesta apática de Jess. —Al menos, ¿dónde vive? —Se mudó de nuevo a donde creció. Creo que está compartiendo un apartamento con mi tío.

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—¿Dónde creció? ¿Está muy lejos? —No me podía imaginar un verano sin Jess. Siempre pasábamos todos los segundos juntos, en la laguna, la cabaña de cono de nieve... no importaba, siempre estábamos juntos. No podía soportar hacer frente a las vacaciones escolares sin él. Jess levantó la vista hacia el lago y se pasó la mano por el pelo. Su expresión era aún dura y carente de emoción mientras él respondió. —California. Cuando los días y las semanas pasaron, mi papá no parecía muy diferente. Supongo que esperaba que empezase a perder su cabello como las personas con cáncer en las películas. Pensé que empezaría a verse débil y viejo y heredar la espalda encorvada o algo así. Pero él parecía completamente normal. Estaba cansado. A menudo cuando volvía a casa de la escuela en la tarde él ya estaba en casa acostado en el sofá cubierto con una manta. Pero en su mayor parte no era más que el papá de siempre. Pensé que el hecho de que nada había cambiado me traería comodidad, pero era exactamente lo contrario. Sólo me confundía más, y la confusión no es cómoda. Ni lo es el rechazo. No había hablado con Drew por más de un mes. Me senté en el lado opuesto de ella en el aula sala de alemán e hice todo lo que podía para evitar su casillero, mientras caminaba de una clase a otra, significa que pasaba mucho más tiempo en mi propio armario asignado en el temido pasillo de octavo grado. Tenía que pasar por ahí antes de regresar a casa, y al pasar por todos los NoFamiliares rostros de octavo grado, un tornado de mariposas revoloteaba en mi estómago cuando vi que Trace Weston estaba a su casillero. A pesar de que había estado utilizando mi propio casillero durante un tiempo, había visto a Trace sólo un par de veces. Me acerqué a mi casillero y comencé a girar la combinación en la cerradura. Podía oler el dulce aroma de la colonia de Trace, él era probablemente el único chico de secundaria que podría usar colonia y salirse con la suya. Terminé la combinación y levanté la manija del casillero. ¡Maldición! Todavía estaba cerrada. Odiaba cuando ponía la combinación mal. Los casilleros eran tan temperamentales, y por supuesto lucharía con él, la única vez en toda la semana que Trace estaba en su casillero. Empecé de nuevo desde el principio, girando el cerrojo un par de veces para asegurarme de que se abrió. Di vuelta al mando de treinta y siete, luego uno y nueve, luego de nuevo una última vez a diecisiete. Tomé una respiración profunda. Por favor, abre. Por favor, abre. Por favor, abre. Levanté el mango. ¡Sigue bloqueada! Sacudí la manija con un gruñido de frustración. Por el rabillo del ojo, pude ver que Trace puso su último libro en la mochila y la cerró. Él se iba a ir, ¡y yo iba a quedar ahí como una idiota que no podía abrir su propio casillero!

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Trace cerró su casillero sin problemas. Apenas hizo un sonido mientras se hacía el clic en su lugar. Se demoró por un momento antes de aclararse la garganta. —Uh... —Estaba en frente mío cuando el sonido salió de su boca. ¿Estaba él realmente hablándome? ¿Estaba Trace Weston realmente hablándome?—. Gemma, creo que estás intentando abrir el casillero equivocado. —¿Qué? —Lo miré con la mirada más absolutamente avergonzada de confusión, y luego me di vuelta al cerrojo del casillero que sostenía entre mis dedos. Él estaba en lo cierto. Estaba a un casillero antes. En mi nervioso y excitado estado, ¡realmente había ido a un casillero equivocado! ¡Y fallé al abrirlo! ¡Dos veces! La humillación invadió mi cuerpo mientras dejé caer la cabeza contra el casillero que no era mío. —Ha sido un largo día —murmuré más para mí misma, sobre todo para no pensar en que a Trace en realidad ni siquiera le importaba. Me sorprendió encontrarlo todavía de pie junto a mí cuando finalmente levanté la cabeza otra vez. —Todos los armarios se ven exactamente iguales. —Estaba sonriendo y apoyado casualmente contra su casillero mientras hablaba—. Yo fui al casillero equivocado alrededor de cinco veces durante mi primer par de semanas aquí. No podía creer lo que estaba sucediendo. Aparte de aquella vez cuando se había burlado de mí acerca del vídeo de alemán, nunca nos habíamos dicho una palabra el uno al otro, nunca. —Sí, pensarías que deberían pintarlos de diferentes colores o algo así. —Le contesté tímidamente. Me quedé esperando a que él decidiera que yo era aburrida o molesta y que caminara por el pasillo. —O escribir nuestros nombres en ellos por lo menos. —Se rió de su broma, y me pareció que estaba más guapo de lo que nunca se había estado antes. —Necesitaría el mío en grandes letras intermitentes —añadí. —Tal vez un letrero de neón. O una grabadora de voz audible reproduciendo tu nombre. —Se llevó las manos alrededor de la boca y fingió hablar a través de un altavoz—: ¡Gemma Mitchell, su casillero está aquí! ¡No, estás en el casillero equivocado, Gemma! ¡Este es tu casillero, el púrpura brillante con el letrero de neón! No sabía lo que me sorprendió más, el hecho de que era tan divertido, o que sabía mi nombre completo. ¿No era este el mismo chico que me rechazó en el baile de San Valentín el año pasado? ¿El mismo que me había dicho dos palabras durante todo un año de alemán juntos? ¿Por qué de repente estaba decidiendo reconocer mi existencia? —Me gustó la película de la clase de alemán hace un tiempo. —Oh, gracias —Me sonrojé—. Fue Drew la que lo hizo tan grande.

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—No sé. Tienes algunos movimientos de baile muy buenos… —Chasqueó los dedos y fingió bailar en un estilo retro—. Y ese vestido era impresionante. Debe haberte costado una fortuna. —¡Era de mi mamá! —grité—. ¡Lo juro! ¡No compré esa cosa tan fea! —Me sentí realmente a gusto a su alrededor. No podía creer lo natural que se sintió reír y bromear con Trace Weston. Abrí el casillero que era mío y saqué lo que necesitaba, mientras que Trace me preguntó cuánto tiempo había vivido en Franklin. —Siempre. —Me puse mi mochila sobre mis hombros, y empezamos a caminar por el pasillo—. Nací aquí ¿Y tú? —Como si yo no lo supiera. —Nos mudamos aquí hace un año y medio desde Michigan. Mi padre fue trasladado por trabajo. —Estábamos caminando por el pasillo principal en ese momento hacia la puerta principal de la escuela. Sentí las miradas curiosas en nosotros mientras caminábamos. Trace continuó—, pensamos que íbamos a regresar a Michigan este verano. Teníamos todo empacado y listo. Pero el día antes de empezar las clases, mi padre recibió una llamada que hizo que nos quedáramos aquí por otro año. —Por lo tanto, pasillo del octavo grado. —Le di una mirada llena de diversión por la esquina de mi ojo. —Sí, supongo. —Él inclinó la cabeza hacia un lado—. ¿Cuál es tu excusa? —Oh, lo pedí —bromeé—, me llevo mejor con gente que es más baja que yo. Me hace sentir mejor conmigo misma. Trace parecía confundido, así que rápidamente le dije la verdad. —No, mi familia siempre está en Cape Cod durante el registro así que cada año me toca el casillero que nadie más quiere. —¿Qué pasa con el séptimo grado? ¿Dónde te pusieron entonces? —En la primaria —bromeé. Los ojos de Trace brillaron con mi broma—. Fue muy raro estar allí compartiendo un cubículo con un alumno de sexto grado. Trace negó mientras abría la puerta de la escuela y me hizo un gesto con la mano para que pasara delante de él. Tan pronto como salimos, Trace entornó los ojos hacia la línea de autobuses. — Mi bus está aquí. —Él casi parecía decepcionado. Luego volvió a mirarme—. Fue un placer hablar contigo, sin embargo. No te había visto en tu casillero durante tanto tiempo que pensé que habían cambiado el tuyo o algo así. Se había dado cuenta de que yo no estaba ahí. —Pero me ves todos los días en clase de alemán. ¿Por qué nunca hablas conmigo? Trace levantó las manos en defensa. —¿Por qué tú nunca hablas conmigo? Um, ¿hola? ¿Te suenan las palabras último baile? Pero estaba demasiado avergonzada para decirlo en voz alta. Así que dije: —Creo que pensé que eras demasiado popular para hablar contigo. Él gruñó. —No soy popular. Soy el nuevo chico tonto con el que nadie habla.

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—Pero todo el mundo habla de ti. Todo el mundo piensa que eres tan lindo y las‖ chicas‖ bailarinas‖ te‖ llaman‖ “Tray”‖ como‖ si‖ fueras un perro ganador de competencias o algo así. Trace tomó de su cuaderno de notas. —El chico del que todos hablan pero con el que nadie habla. —Luego se encogió de hombros—. Prefiero ser el chico del quien nadie habla, pero el que habla con pocas personas. Él se movió de un pie a otro, esperando mi respuesta, pero algo más había llamado mi atención. Eran Drew y Carmen. Estaban sentadas en el césped. Ellas nos estaban mirando con tanta atención que aparentemente no tenían planes de desviar su mirada, incluso después de que hice contacto visual con ellas. —¿Qué estás mirando? —Trace preguntó mientras se dio la vuelta para seguir mis ojos. Sólo entonces Drew y Carmen giraron la cabeza lejos de nosotros. Trace me miró con una expresión de preocupación—. ¿Qué esta pasando contigo y Drew? Pensé que eran buenas amigas. —Sí, eran es la palabra —le contesté secamente. —¿Qué pasó? —No sé. Yo... —Oh, no. ¡Mi bus se va! —Trace me interrumpió a mitad de frase—. Lo siento. Tengo muchas ganas de hablar más contigo. —Miró hacia el bus y de vuelta a mí—. ¿Quieres salir este fin de semana o algo así? El mismo tornado de mariposas que me habían invadido el estómago en los casilleros estaba de vuelta. ¿Salir? ¿Con Trace Weston? Estaba emocionada y absolutamente aterrorizada al mismo tiempo. —Uh —tartamudeé—, seguro. Sí. Eso sería divertido. Trace me miró a la cara como si estuviera tratando de averiguar lo que eso significaba. Pero él tenía demasiada prisa como para analizarlo. —Está bien —respondió—. Tomaré tú número de móvil mañana, y después te envío un mensaje o algo así. Asentí nerviosamente. El mundo daba vueltas alrededor de mi cabeza. —Mejor me voy. Asentí estúpidamente otra vez, y él corrió a tomar su autobús. ¿Qué acababa de pasar? Nunca salido con un chico antes. No un chico que no fuera Jess. ¿Y mi primera vez iba a ser con Trace Weston? Tenía que hacer algo. Tenía que decirle a alguien. Agarré las correas de mi mochila y salí corriendo hacia casa.

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Capítulo 20 Traducido por Susanauribe Corregido por PokeR

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n verdad no estaba tan sorprendida cuando Drew fue al asiento junto a mí en la clase de alemán al día siguiente. Eran los últimos veinte minutos de clase, y se supone que debíamos estar trabajando silenciosamente en nuestra tarea asignada. Pero Drew no creía que la regla se le aplicara a ella. —Hola —dijo en un tono bajo. No la miré. Sólo observé profundamente mi tarea. —Hola —repitió ella. Podía ver la por la esquina de mi ojo que ella me estaba mirando con esos oscuros y penetrantes ojos. Finalmente decidí que tenía que decir algo. Pero yo todavía estaba molesta y herida, y quería castigarla. —¿Qué? —murmuré, todavía mirando al papel frente a mí. —¿En serio vamos a quedarnos molestas por siempre? La miré en sorpresa. —¡Tú eres la que no quería ser amiga mía! —Lo sé. —Ella dejó caer su cabeza por un momento—. En verdad me siento mal por eso. —¿Estás bromeando, Drew? —No podía creer que yo estaba diciendo esto, pero estaba tan molesta con ella, no pude retenerlo. —¿Qué? —Sus ojos estaban abiertos y confundidos. —¡Eres tan obvia! ¡Me viste hablando con Trace ayer, y ahora quieres volver a ser amiga conmigo! —No es eso. Tenía que darle crédito; ella no era una buena actriz, o estaba realmente herida por mi acusación. —¿Entonces por qué? ¿Por qué de repente estás tan entusiasta en ser amigas? Drew sacó la goma de mascar en su boca mientras reunía sus palabras. —Cometí un error. Lo siento. Esperé que ella dijera más. Eso no era suficiente para mí, para dejar todo y volver a ser su amiga de nuevo. Ella soltó su goma de mascar y se inclinó hacia adelante con sus codos en sus rodillas. —Mira, me sentí tan estúpida después de la fiesta. Me sentí estúpida por haberte metido en problemas. Me sentí estúpida porque mi hermano y sus amigos trajeron alcohol. Me sentí estúpida porque Jess lo descubrió, y estoy segura‖de‖que‖ahora‖él‖me‖odia.‖Y‖no‖lo‖sé,‖sólo…

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—Pensaste que te sentirías mejor si me botabas. Ella se sentó de nuevo con una expresión triste. —No funcionó. —¡Chicas! —La voz de Frau Fart perforó por nuestra conversación—. Si ya no tienen tarea que hacer en este momento, ciertamente puedo asignarles más. Drew ni siquiera miró a Frau Fart, pero agachó su cabeza hacia mí y dijo: —¿Amigas? No tuve mucho tiempo para pensarlo, entonces dije lo que salió con naturalidad. —Seguro, supongo. —Dirigí una rápida mirada a Frau Fart antes de voltearme de nuevo a mi tarea. Drew se puso de pie para regresar a su escritorio pero luego se volteó hacia mí en el último segundo. —¿Qué vas a hacer este fin de semana? —susurró. Pensé sobre Trace. ¿Ella ya sabía que iba a hacer este fin de semana? Cuando no respondí, ella continuó: —¿Vendrías a mi casa el viernes? Estoy invitando unas pocas personas para jugar y cosas así. —No estoy segura. Le dije a Trace que iba a salir con él este fin de semana. Estudié cuidadosamente su reacción. Sus cejas se alzaron, y ella lucía genuinamente sorprendida. —¿Est{s‖saliendo‖con‖Trace?‖¿Est{n‖ustedes‖como…‖saliendo‖juntos? Estaba sorprendida por su expresión afligida. Ella era tan vulnerable con respecto a Trace. —No, somos sólo amigos. —No tenía idea porque dije la siguiente parte—: ¿Quieres que lo invite a tu casa? Drew lució escéptica y esperanzada al mismo tiempo. —No tienes que hacer eso.‖No‖es‖por‖eso‖que… La corté de nuevo. —Está bien, en serio. Puedo invitarlo. —Estaba asustada de estar sola con Trace ese fin de semana. La idea de tener a otras personas a mí alrededor hizo que toda la situación pareciera cien veces menos desalentadora. Ella se encogió de hombros. —Si quieres. ¿Eso quiere decir que vendrás? —Sí, iré. —¡Chicas! —Frau Fart gritó más fuerte esta vez. Incluso Drew estuvo asombrada por eso mientras se ponía de pie y susurraba. —Llega a mi casa a las ocho. Luego regresó de vuelta a su asiento. En mi camino fuera de clases, Trace vino detrás de mí y tiró de las agarraderas de mi mochila. —Parecía que tú y Drew estuvieran teniendo una casi conversación —dijo él con ese familiar brillo en sus ojos. No podía creer que estuviéramos hablando de nuevo. De algún modo me había convencido a mí

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misma que él olvidaría todo respecto a mí, y volvería a fantasear sobre él cruzando la habitación por el resto de mi vida. —Sí —respondí—, fue bastante extraño en verdad. —¿Qué dijo ella? Se sentía extraño decirle a Trace sobre mi interacción con Drew antes de decirle a Jess. Se sentía extraño decirle a cualquier algo antes de decirle a Jess sobre eso. —Medio se disculpó, supongo, por todo lo que sucedió. Me invitó a su casa el viernes en la noche para jugar con algunas personas. Dijo que podías ir si querías. Trace mordió su labio inferior mientras pensaba la oferta. Luego con un asentimiento de cabeza, dijo: —Suena genial. ¿Quieres que te recoja? Su oferta me emocionó y petrificó al mismo tiempo. Ser recogida por Trace Weston se sintió como un sueño, pero la realidad de eso era demasiado. Salir con él sería lo suficientemente angustioso sin tener que tratar con una escena de los escalones hacia la puerta. —No gracias, te encontraré en la casa de Drew. —Un sentimiento de enfermedad se desarrolló en mi estómago mientras veía sus ojos iluminarse a la mención de Drew. A él le gustaba ella. Lo sabía. Y ahora le estaba proporcionando la oportunidad perfecta para que ellos estuvieran juntos este viernes en la noche. *** —¡Odio esto! —exclamé mientras dejaba caer mis libros en el césped frente a mi casa después de la escuela. Jess había estado tendido en el césped con sus manos dobladas detrás de su cabeza cuando me acerqué. —¿Qué sucedió? —Drew se disculpó conmigo hoy. Jess se sentó con sorpresa. —¿En serio? Eso es enorme. ¿Entonces qué dijiste? —Las acepté, supongo. —Mis palabras carecían de entusiasmo—. Luego me invitó a su casa este viernes para jugar. —¿Vas a ir? —Él comenzó a jugar con un poco de hierba, tratando de hacer un soplo. Pero el césped estaba tan mojado, y se seguía deslizando por sus dedos. —Sí —protesté suavemente—. Soy tan estúpida. Jess miró hacia arriba para una explicación. —Le dije que llevaría a Trace. —¿Por qué eso es estúpido? —Porque a ella le gusta él, y creo que al él también. Y van a estar encima el uno del otro, y yo voy a estar sola luciendo como una perdedora. —¿Por qué crees que a Trace le gusta Drew? Protegí mis ojos del sol cálido. —Tienes que poner el césped entre tus pulgares. —Me estiré hacia la mano que sostenía el pedazo de césped y lo tomé por él—. Así. —Sostuve el césped fuerte

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entre mis labios y pulgares y soplé. Un fuerte chirrido se escapó de detrás del césped. Jess lucía sinceramente impresionado. —¿Dónde aprendiste a hacer eso? —Cuando subimos al Cape, mi mamá siempre tenía un día de spa a donde va y tiene masajes, un baño de lodo y todos los trabajos. Así que mi papá nos llevaba a Bridget y a mí al mismo parque que está cerca al spa. Es absolutamente un parque terrible para niños. Sólo hay un par de travesaños y una caja de arena con hierbas. —Paré para reírme por la ironía—. Pero de acuerdo con mi padre, el parque tenía condiciones perfectas para hacer soplos. Él lo llamaba césped de soplos. Jess trató de soplar el césped una vez más. —¿Cuánto tiempo se iba tu mamá? —Toda la tarde. Pero nos divertíamos. Le he dicho todo a mi papá yo. Siempre esperaba ese día en verdad. Especialmente los últimos años desde que Bridget ha sido lo suficientemente grande para ir con mi mamá. He tenido a mi papá todo para mí sola. —Ahí fue cuando tuve el pensamiento que hizo que toda la situación de Drew/Trace insignificante. —¿Qué sucede? —preguntó Jess, todavía tratando de enderezar sus pulgares alrededor de la hoja de hierba. —Nunca iremos a Cape Cod de nuevo. Jess se sentó perfectamente quieto mientras presenciaba mi reconocimiento. —Nunca vamos a tener otro viaje familiar. Mi papá está muy débil para ir al mercado, no hablemos de otro estado. —Odié que esto hubiera sucedido, pero los miedos comenzaron a formarse en la esquina de mis ojos. Jess se movió hacia adelante y acarició una hebra de mi cabello que había encima de mis hombros. Continué, ahogándome en mis palabras: —El año pasado cuando estábamos haciendo soplos, me dijo que el próximo año sería lo suficientemente grande para ir a tener un día de spa con las chicas. Cuando le dije que prefería estar con en el parque, él estaba tan feliz… — Lágrimas comenzaron a salir de mis ojos—. Él estaba tan feliz, Jess. Escuché a Jess tomar un respiro profundo. Supe que él no sabía que decir. Yo tampoco. Era sólo de la manera que era. Mi vida había sido perfecta una vez, y ahora estaba en ruinas. *** —Entonces Jess, ¿con quién saldrá tu madre esta noche? —preguntó mamá esa noche en la cena. Las hermanas de Jess estaban en casa de su abuela otra vez, y su mamá había ido a su primera cita desde el divorcio. Así que mamá había insistido que Jess comiera con nosotros. Para tenerlo una vez más aquí, para que comiera con mi familia, era como navidad de nuevo.

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—Es en verdad una historia medio divertida —Jess respondió, pero él no estaba sonriendo—, las conferencias padre/profesor fueron la semana pasada en mi escuela‖y… Bridget saltó dentro. —¿Tu mamá va a salir con uno de tus profesores? —Ella tiró su cabeza hacia atrás con un sorprendida risa, y la golpeé en el brazo. Jess se movió en su silla. —No, nada de eso. Pero él es el papá de uno de mis amigos en la escuela. Fue sólo extraño tenerlo en mi puerta todo vestido, sosteniendo flores, tú sabes. —Él miró al vidrio en sus lentes. Mamá se estiró y tocó el brazo de Jess. —Sería probablemente un poco extraño ver a cualquier otro hombre que no fuera tu papá en tu puerta buscando a tu mamá, pero creo que esto será muy bueno para ella. Miré a mamá recoger cuidadosamente un poco de comida en su tenedor. Pensé en ella teniendo citas si papá moría. El pensamiento causó un dolor verdadero a punto de explotar en mi pecho, exactamente donde estaba mi corazón. Miré a Jess. Deberías ser diferente para él; su padre era tan terrible. Seguramente él estaría agradecido por ver a su madre teniendo citas con otros hombres. Mamá habló de nuevo: —La verdad es que apuesto que esto es incluso más difícil para Caris estar yendo a citas ahora, de lo que es para ti. Quiero decir, imagina salir en tu primera cita después de todos estos años de estar casada. —La voz de mamá se rompió, y alzó la servilleta a su boca. Un silencio inquietante cayó sobre la mesa mientras Papá envolvía sus brazos alrededor de los hombros de ella. Era absolutamente imposible para mí quitar los ojos de mis padres. Miré cuidadosamente mientras papá acariciaba el cabello de mamá, y ella enterró su frente en su barbilla. Eran como dos piezas de un rompecabezas; encajaban perfectamente. ¿Cómo alguna vez mamá sería capaz de estar con otro hombre? Sentí el latido de mi corazón haciéndose más rápido, y se volvió más difícil respirar. Eventualmente mi mamá levantó su cabeza y preguntó con una sonrisa forzada: —Gemma, ¿viste a Trace hoy? Me sentí avergonzada de que toda mi familia incluyendo a Jess supiera todo sobre mi enamoramiento de Trace. ¿Era yo un libro tan abierto? Agaché mi cabeza mientras respondía: —Sí, pero creo a él le gusta Drew, así que no importa en verdad. Todos en la mesa continuaron comiendo en silencio. Mamá fue la única que respondió. —Lo siento, cariño. —Está bien. Nunca esperé que yo le gustara a él de todos modos. Está fuera de mi alcance. —Oh, eso es mierda —Bridget escupió.

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Todos la miramos sin palabras, esperando una explicación. —Mírate en el espejo, Gemma. Me importa cuán inexperta e insegura seas. Tienes este pequeño cuerpo perfecto y ese brillante cabello café que de alguna forma hace mechones perfectamente alrededor de tu rostro con la menor briza que pasa junto a ti. —Ella metió su cabello corto detrás de sus orejas y apuñaló un trozo de carne con su tenedor—. Si lo notaras, puedes apostar tus pantalones que los chicos en tu escuela lo notarían. Todos nos sentamos en total conmoción viendo a Bridget, tratando de descubrir si era un cumplido o un insulto. Jess fue el primero en hablar. —¿Ves, Gemma? Bridget es la crítica más fuerte aquí. Si puedes impresionarla, lo has hecho. Bridget se encogió y se puso inquieta en su asiento. —Nunca dije que estuviera impresionada. —Jess —Mamá dijo mientras dirigía la conversación—, tu mamá me dijo que vas a ir a California en el verano. ¿Cuándo te irás? Giré mi cabeza hacia Jess. —¿Qué? ¿Te vas? —Luego hice una pausa mientras entiendo la realidad de un largo verano sin Jess. Mi pecho se siente pesado y mis ojos comienzan a arder mientras miro a Jess enojada—. ¿Y no me lo dijiste? Jess miró al resto de mi familia incómodamente mirándome a mí mientras él limpiaba su boca con una servilleta y tragó la comida en su boca. —Gemma —él susurró—, hablemos esto después. Me volteé hacia mi mamá. —¿Hace cuanto sabes? La boca de mi mamá estaba abierta. —Lo siento, solamente asumí que Jess te había dicho. —¿Hace cuanto? —pregunté de nuevo. Mamá miró a Jess con ojos llenos de disculpas mientras buscaba la cosa adecuada para decir. Luego Bridget entró en la conversación. —Bueno, lo hemos sabido por al menos una semana y no me podría importar menos,‖ entonces…‖ —Ella se encogió de hombros apáticamente y continuó comiendo. No pude decir una palabra. No pude mirar a mi familia, la que había sabido todo este tiempo que Jess se iría y no había pensando en decirme una palabra al respecto. Y definitivamente no podía mirar a Jess, que no había tenido la decencia de decirme él mismo. Me puse de pie de la mesa y sin decir una palabra caminé hacia la puerta principal y hacia la noche oscura. Continué bajando los escalones de la entrada y cruzando hacia el césped del frente hasta que las luces de mi casa ya no alumbraban el aire a mí alrededor.

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Escuché el azote de mi puerta principal, y pronto rápidas pisadas viniendo detrás de mí. —¡Gemma! —Era Jess y tan enojada como estaba con él, aun así, no pude evitar querer voltearme hacia sus brazos. Pero no lo hice. Mi orgullo no me dejaría. Así que seguí caminando, mis brazos rígidos y enojados en mis costados. Pronto Jess me alcanzó y agarró gentilmente mi brazo—. Gemma, escúchame. Me detuve y lo miré en la oscuridad. Quería herirlo tan fuerte como él lo había hecho. Él recuperó su aliento y continuó: —Quería decírtelo… —¿Entonces por qué no lo hiciste? —espeté. —Porque sabía que te molestarías. Estabas pasando por tanto entre tu papá y tú y‖esta‖cosa‖de‖Trace… Me reí enojadamente. —¿Trace? ¿No me lo dijiste por Trace? —Sólo has estado realmente preocupada últimamente‖y… —¡No te atrevas a culparme en esto! ¡No estaba preocupada por Trace! — Levanté ambos brazos en exasperación—. ¡Jess, significas todo para mí! ¿A quién le importa Trace? ¡Él no importa! ¡Lo que importa es que vas a estar a 4828 kilómetros de distancia! —Es sólo por tres meses, Gemma. No es la gran cosa. ¿Sabes cuando eres un niño pequeño y te caes de los travesaños o del trampolín, y luego del golpe inicial no puedes respirar por un segundo; literalmente no puedes tomar tu aliento porque fue completamente sacado de ti? Bueno, eso es lo que me sucedió exactamente, en ese momento, cuando Jess dijo que estar lejos de mí tres meses no era la gran cosa. Me alejé de él lentamente, mi cuerpo doliendo al darme cuenta que él significaba mucho más para mí de lo que yo alguna vez iba a significar para él. Mi mandíbula se tensó mientras me volteé hacia la carretera oscura. —Tienes razón —susurré con una voz cortante—. No es la gran cosa. —Dejé que mi brazo de deslizara fuera del agarre de Jess y caminé lejos. Esta vez él no me siguió.

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Capítulo 21 Traducido por Dham-Love Corregido por Susanauribe

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se viernes en la noche mi mama me dejó al frente de la casa de Drew a las ocho y quince. Cuando golpeé en la puerta una mujer que se presentó a sí misma como la mamá de Drew y me dejó entrar. Era exactamente lo contrario a lo que me imaginaba que sería la mama de Drew. Era pequeña como Drew, pero tenía el cabello rubio decolorado y la piel bronceada. Lucía exactamente como las porristas en cada película que había visto. Me dirigió a la puerta que llevaba al sótano. Tan pronto como empecé a descender la escalera entapetada, pude escuchar sonidos de risa y música viniendo de la habitación a la que me dirigía. Mi aliento se volvió poco profundo mientras daba mi paso final hacia el sótano. Directamente frente a mí había una pantalla plana de TV y un gran sofá seccional de cuero. Drew estaba sentada con las piernas cruzadas al final del sofá. Kit Walker estaba al lado de ella, y al lado de él estaban Carmen y Stella. Luego estaba Trace, y a su izquierda estaba Stephanie. Al lado de Stephanie estaba un chico llamado J.R. con el que nunca había hablado antes, pero lo conocía de la escuela. Y al lado de J.R. estaba su primo, Danny, a quien conocía igual de bien. No pude evitar notar que había cuatro chicas y cuatro chicos. Me pregunte si Drew esperaba secretamente que no hubiera venido. —¡Gemma! —Drew gritó y me saludó desde el sofá—. ¡Ven siéntate! Hay un puesto al lado de J.R. Mientras caminaba hacia mi asiento designado, hice contacto visual con Trace, levanté mi barbilla hacia él ante lo cual él levantó unos cuantos de sus dedos como en una especie de saludo. Lucía excepcionalmente bien en su camisa azul media noche y sus pantalones de color caqui. Su cabello estaba haciendo esta cosa llena de gel y chiflada en la punta, y lucía más bronceado de lo usual en su rostro y cuello. Se veía tan apuesto y ocurrente como Jess. Pero también era nuevo y emocionante. —Vamos a jugar un juego. —Fue el primo de J.R., Danny, quien lo dijo, pero todos estábamos aliviados de que lo hubiera hecho. —Vamos a jugar Pictionary —sugirió Stella. —No, soy una dibujante terrible —se quejó Carmen. —Tengo un juego —dijo Drew con ojos maliciosos. Todos la miraron y esperaron por el nombre de su juego. —Se llama, Rugby Besador. Mi hermano lo juega con sus amigos todo el tiempo. J.R. aplaudió. —Voto por el juego de Drew.

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—¿Qué es Rugby Besador? —preguntó Stephanie. Drew señaló la parte trasera del sótano, donde no había muebles. —Todos necesitan sentarse en el suelo. Vamos hacia allí; habrá más espacio. Uno por uno, todos empezaron a levantarse del sofá y abrirse paso al otro lado del sótano como nos dijeron. Mientras me abría camino, sentí unas cálidas manos en mis hombros. Me giré para ver a Trace parado tan cerca de mí que pude haber contado sus pestañas. —Hola —dijo suavemente. Podía sentir mi rostro tornarse en una brillante sombra de rojo. Las mismas mariposas que siempre revoloteaban en mi estómago cuando Trace estaba cerca, se acababan de poner salvajes. —¡Hola! —Me forcé a sonar tan despabilada e inafectada por él como fuera posible. —Estaba preocupado de qué no fueras a venir. Me mordí mi labio inferior. —Mi hermana me dijo que tenía que llegar un poco tarde o si no quedaría como una idiota. Lo leyó en algún libro. Trace entrecerró sus ojos hacía mí. —Estoy bastante seguro de que hubieras lucido tan bien como hace quince minutos, o como lo haces ahora, pero de cualquier manera, me alegra verte. La habitación giró a mí alrededor mientras digería lo que acababa de decir. ¿Me acababa de decir que lucía bien? ¿Y que estaba feliz de verme? Obviamente amaba escuchar eso, pero no podía evitar pensar en Jess. Había algo tan diferente en la manera como me sentía cuando Jess se paraba así de cerca de mí. A Trace le faltaba la influencia protectora que me hacía invencible como cuando estoy con Jess. Y cuando Jess estaba parado así de cerca de mí, no había manera alguna de que pensara en Trace. Cuando Jess se paraba así de cerca de mí, el resto del mundo se desenfocaba. Sacudí mi cabeza ante el pensamiento de Jess y me recordé a mí misma que no importaba. No era la gran cosa, Gemma. ¿Te acuerdas? Cuando todos estábamos situados en un círculo. Drew pasó dos recipientes alrededor anunciando que las chicas deberían tomar uno de los pedazos doblados de papel del recipiente blanco y los chicos del recipiente negro. Todos hicimos lo que nos fue dicho. Desdoblé mi pedazo de papel para ver el número nueve escrito con la letra de Drew. Me recliné hacia Trace, que estaba sentado entre Drew y yo, y me mostro que su papel tenía la letra Q. —¿De qué se trata esto? —preguntó mientras me mostraba su letra. Me encogí de hombros, y ambos miramos a Drew esperando una explicación. —De acuerdo, ¿todos tienen un número o una letra? —le preguntó al grupo. Todos asintieron—. Así es como funciona —continuó Drew, sosteniendo los dos recipientes, uno negro y otro blanco como los otros—. Cada uno de estos tiene los mismos números y letras que ustedes escogieron. Así que para la primera

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ronda yo escogeré una letra y un número de cada recipiente. La persona con la letra perseguirá a la persona con el número alrededor del círculo y así. —Como pato-pato-ganso —gritó Kit. —Sí, algo así —replicó Drew—. Sólo, que cuando atrapas a la persona que estás persiguiendo tienes que taclearlo y besarlo. —Antes de que se sienten en su lugar —concluyó J.R. Drew asintió. —Si te besan, eres el perseguidor la siguiente ronda, y escogeremos del recipiente a alguien para que persigas. Si el perseguidor no atrapa a su objetivo, tiene que intentarlo otra vez con alguien nuevo. ¿Lo entienden? Todos asintieron, y las chicas en el círculo enderezaron sus blusas y revisaron su cabello. Drew escogió un pedazo de papel del recipiente negro, el de los chicos, primero. —R —dijo mientras miraba en el círculo para encontrar al chico que le pertenecía esa letra. J.R. se levantó. —Ese soy yo —dijo mientras se frotaba las manos—. De acuerdo, Drew, ¡dime a quien voy a besar! —Todos sabía que J.R venía de una familia rica. Su papá fue presidente de alguna compañía gigante como la crema dental Crest o algo así. Estaba vestido en ropa de diseñador de la cabeza a los pies, pero además de eso era graciosamente apuesto. Tenía una pequeña y afilada cara con cabello negro rizado que se curvaba alrededor de sus oídos. Pero salía con los chicos agradables en la escuela, y podía decir por la mirada en los rostros de las chicas que no les importaría que su número saliera. Drew sacó el siguiente pedazo de papel. —Número nueve. Jadeé cuando escuché mi número. Miré a Trace, quien me dijo que me levantara. —Tal vez deberías empezar con alguien más —le dije a Drew—. Ni siquiera sé que hacer. Drew parecía complacida. —Si fuera tú empezaría a correr. Desde la esquina de mis ojos, vi a J.R. acercándose por el círculo hacia mí. Estaba absolutamente segura de que estaba decepcionado que fuera mi número y no uno de las chicas populares y bonitas que todavía estaban sentadas en el círculo. Pero se acercó hacia mí de todas maneras, así que hice lo que tuve que hacer. Me levanté y corrí. Cuando aceleré mi paso, al igual lo hizo J.R. Estaba a dos personas de lograrlo de vuelta a mi asiento en la alfombra cuando sentí a J.R. agarrar mi brazo. Grité con miedo, emoción, y ansiedad mientras me lanzaba al suelo. Me cubrí el rostro con una risa nerviosa mientras J.R. me besaba en la parte trasera de mi cabeza.

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—¡Ahí esta! —dijo él, zafándose de mí. Camino de nuevo a su lugar y se sentó—. La besé. Me tambaleé para levantarme, sintiéndome un poco ridícula, y miré a todos los ojos que me miraban. —¡No la besó en los labios! —gritó Kit. —Creo que besó su cabello —dijo Stella. —¡Drew nunca dijo que tenía que besarla en los labios! —peleó de vuelta J.R.—. Ella sólo dijo que tenía que besarla, y lo hice. Me sentía tan estúpida. J.R. obviamente no quería besarme, y todos lo sabían. Quería subir por las escaleras y correr a casa. Pero no lo hice; sólo me quede allí y esperé otra letra para ser llamada. —J.R. tiene razón —dijo Drew mientras sacaba un pedazo de papel del recipiente negro—. Sólo tienes que besarlos no importa en donde. —Desdobló el papel y leyó la letra—. P. Tenía que admitirlo, estaba decepcionada de que la letra de Trace no fuera Q pero estaba incluso más decepcionada cuando vi a Danny levantarse con sus dientes amarillos y su barbilla toda cubierta. Porque Danny era el primo de J.R., estaba invitado a este tipo de fiestas sólo por relación de sangre, estaba en sus pies y corriendo antes que me diera cuenta lo que estaba pasando. Finalmente me golpeó que se suponía que tenía que perseguirlo, y comencé a correr alrededor del círculo. Ni siquiera me acerqué antes que se deslizara de nuevo a su lugar en el suelo. Drew respiró exageradamente. Obviamente estaba enojada. —Sabes, Gemma, tendrás que seguir corriendo alrededor del círculo hasta que beses a alguien. La miré con ojos serios. —Tal vez deberíamos dejar que alguien más tenga su turno. Drew inclinó la cabeza a un lado. —Gemma, no es como si esto cuente como tu primer beso o algo así. Te he dicho que puedes besarlos donde sea. No tiene que ser en los labios. Me levanté con sorpresa con el hecho de que Drew le había anunciado a todos en la habitación que nunca había sido besada. Podía sentir a Trace mirándome, pero no lo quería mirar de vuelta. No podía soportar mirarlo a los ojos. Sólo asentí lentamente hacia Drew mientras ella leía la siguiente letra. —E. —Kit se levantó y empezó a galopar alrededor del círculo como si fuera un caballo. Todos empezaron a ulular y a gritar a favor de Kit. Así que hice lo que tenía que hacer. Empecé a perseguirlo y corrí rápido. Corrí tan rápido como pude así finalmente me podía sentar y salir de este horrible apuro. Kit estaba a duras penas a mitad de camino alrededor del círculo antes de que lo atrapara, lo agarré de su mano, y le di un beso en su nudillo. —¡Ahí está! —dije sin aliento—. Lo tengo. —Y me senté de nuevo en mi lugar al lado de Trace.

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Drew no parecía impresionada, pero se encogió de hombros y sacó un número del recipiente blanco. El juego continuó, chicas persiguiendo chicos, chicos persiguiendo chicas. La mayoría de los besos eran dados en alguna parte de la cabeza, o la mejilla o incluso la nariz. Nadie había ido directo a los labios todavía, aunque juraba que Kit había tratado de besar a Drew en los labios, pero ella giró su cabeza antes de que él tuviera oportunidad. Mientras el tiempo seguía corriendo, la carrera era más atlética, el grito del resto de nosotros era más fuerte, y todos sabían el número de todos tan bien que sabíamos que número o letra desear cuando era nuestro turno de ser perseguidores o perseguidos. Trace había sido perseguido, tacleado, y besado en la oreja por Stella, que era mucho más agresiva de lo que pude haber imaginado, dejando a Trace ahí esperando por el número de la chica que se suponía debía perseguir. Drew sacó el pedazo de papel del recipiente blanco. Tal vez era sólo mi imaginación, pero juro que vi el número cinco de Stephanie a través del papel mientras ella lo desdoblaba. Pero el número que Drew dijo no era cinco. El número que dijo fue siete. Su propio número. Lanzó el recipiente al suelo e hizo un sonido mientras salía corriendo alrededor del círculo. Trace salió persiguiéndola. Un deprimente sentimiento creció en mi estómago mientras pensaba sobre verlo besándola. Quería cerrar mis ojos. Pero no podía. Sólo vi la horrorosa escena frente a mí. Pero mientras miraba me di cuenta que no era tan horrorosa después de todo, Trace estaba a penas moviéndose. Su carrera era más como un perro herido, y no hizo intento alguno por atraparla incluso cuando ella disminuyó su paso para dejarlo atraparla. En menos de nada terminaron su recorrido por el círculo y Drew estuvo de vuelta en su puesto original. Todo lo que podía hacer era sentarse. Lo había vencido. Estaba victoriosa. ¿O no lo estaba? La miré de cerca. Estaba respirando pesadamente y sonriendo ligeramente mientras recogía el recipiente y los papeles que se habían caído. —Sabía que no podías atraparme —dijo, sacudiendo su mano hacia Trace. Pero hubo un extraño silencio de la multitud. Un silencio que me hizo darme cuenta que todos sabían la verdad. Todos sabían que Trace no lo había dado todo. Drew rápidamente sacó otro número del recipiente blanco. Miró el papel desdoblado por un largo momento antes de leerlo en voz alta. —Gemma. —Me miró sin emoción alguna directo a los ojos—. Eres tú. Número nueve. Actué tan normal como pude mientras me levantaba de mi puesto y empezaba a correr alrededor del círculo. Estaba poniendo menos atención al juego en mano y más atención a Drew cuando me vi repentinamente tacleada al suelo por la inmensa fuerza detrás de mí. Lo fui, por supuesto. Trace, y me oprimió sin piedad debajo suyo. Se cernió sobre mí con el rostro rojo y una amplia sonrisa y luego empezó a inclinarse sobre mí en cámara lenta. Contuve mi aliento, esperando que me besara y preguntándome dónde iba a hacerlo. ¿Mi

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mejilla? ¿Mi frente? Pero mientras se inclinaba más cerca, iba directo hacia mis labios. Sus ojos estaban centrados en ellos como si yo fuera el alce y él el cazador. Mi aliento se contuvo en mi garganta mientras me lamía rápidamente los labios. No había otro ruido en la habitación aparte de la respiración de Trace. Y al siguiente momento, sucedió. Los labios de Trace hicieron contacto con los míos. Cerré mis ojos, y mi mente se volvió en blanco. No tenía ni idea que hacer sólo me quedé allí y lo dejé besarme. Los labios de Trace presionaban firmemente contra los míos por un segundo o dos antes de que se levantara lentamente y se sentara sobre sus talones. El grupo explotó en gritos mientras Trace me ayudaba a levantarme del suelo. —Espero que haya estado bien —Trace susurró mientras me arreglaba mi cabello. Me arreglé la camisa y me froté el cabello mientras asentía educadamente hacia él. —Seguro, es un juego. Así es como lo juegas, supongo. —Pero la verdad era que me sentía enojada, disgustada y violada. Él sabía que nunca me habían besado, y aun así lo había hecho frente a todo el grupo por un estúpido juego. Mi primer beso había muerto. Y me sentía vacía. Y mis labios sabían como la goma de mascar de Trace. —¿Quién sigue? —J.R. preguntó cuando toda la charla había parado. —Nadie —dijo Drew mientras se levantaba—. Este juego se está volviendo estúpido. —Caminó hacia el sofá y se sentó sola. Miré al reloj en la pared. Eran casi las once. —Probablemente deba irme y esperar a que llegue mamá —dije a todo el que escuchara. Pero todos aparte de Trace se estaban riendo ante la imitación de J.R. de Stella huyendo de Danny. —Esperaré contigo. —Trace miró a los ojos con una expresión seria que me hizo retroceder. —Está bien —me quejé—. Estoy segura que estará aquí en cualquier minuto. Trace parecía como si fuera a protestar pero decidió no hacerlo después de examinar mi expresión. —Entonces te veré el lunes. —Claro, el lunes —dije, luego me giré hacia el sofá para decirle adiós a Drew. Pero no estaba allí. Cuando alcancé la cima de las escaleras, la casa estaba completamente oscura. Parecía mucho más pequeña esta noche de lo que lo había sido hace tres meses haciendo la película para la clase de alemán. Miré por la ventana frontal, pero el carro de mamá no estaba en ningún lugar visible. —No hay nadie afuera. Salté ante la voz que salía de la sala a mi izquierda. Entrecerré mis ojos hacia la oscuridad hasta que vi la oscura sombra de Drew sentada sobre el piano. Respiré más fácilmente. —Drew, no te vi allí. Pensé que la escuche reír, pero no dijo nada en respuesta.

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—Te busqué abajo para despedirme. ¿Por qué estás aquí sola? —Mis ojos finalmente estaban ajustándose a la oscuridad, y podía ver más claramente mientras caminaba hacia la sala. —Sabes que me gusta. Lo sabes. Busqué algo que decir, algo que me hiciera inocente en la situación, pero no se me ocurrí nada. —Drew,‖yo… —Te pregunté al principio si te gustaba. —Lo sé —dije tranquilamente. —¿Entonces no te gustaba? ¿Sólo empezó a gustarte después que te dije que me gustaba? —Drew sonaba más herida que enojada. —No lo sé. —Me sentía como un niño mientras buscaba la respuesta—. Me ha gustado desde hace mucho tiempo. Pero sólo hace poco he empezado a salir contigo. He cometido el terrible error antes de decirles a mis amigos quien me gusta para que lo usen en mi contra. —Suena familiar —Drew habló suavemente, pero sus palabras se clavaron en mi pecho como una daga. No tenía idea de cómo responder así que me quedé de pie en la completa oscuridad. Drew llenó el silencio. —¿Quieres saber que es irónico? En realidad me gusta más Jess que Trace. Pero cuando vi la manera en que te iluminabas cada vez que mencionaban a Jess, decidí alejarme de él. Justo en ese entonces las luces del carro de mamá alumbraron por las ventanas frontales. Me quedé allí sin moverme por un momento mientras miraba la oscura figura de Drew en la oscuridad. Luego me giré hacia la puerta y me fui, sin decir una palabra. Una hora más tarde me estaba mirando en el espejo del baño con la crema dental en las comisuras de mi boca. Mi piel lucía limpia, y la máscara que cuidadosamente me había aplicado en las pestañas temprano en la noche se había ido haciéndome lucir tres años más joven de lo que quería lucir. ¿Cómo había terminado en este lugar? Jess no se interesaba en mí en la manera en que yo quería. Trace se acababa de llevar mi primer beso. Y Drew, la única chica que en realidad me gustaba para salir, me odiaba porque hipotéticamente la había apuñalado en la espalda. Me giré hacia el agua del grifo y escupí sobre el fregadero. Miré mientras mi saliva llena de crema dental giraba alrededor y eventualmente se deslizaba por el drenaje. Pensé sobre Trace y la manera en que sus agrietados labios habían estado presionados contra los míos mientras todos miraban. Pensé sobre Drew acurrucada cerca a su piano en la oscuridad mientras me hacía preguntas que no tenía que responder. Pensé sobre Jess y lo fácil que había soltado su agarre en mi brazo mientras me apartaba de él esa

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noche en la calle. Y no podía evitar sentir que mi vida en el momento se sentía un montón como ese escupitajo que giraba por el fregadero.

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Capítulo 22

—E

Traducido por Dark Heaven Corregido por Susanauribe

h, esto es un poco raro. —Yo estaba en mi casillero el lunes siguiente por la mañana antes de la escuela cuando de repente sentí el aliento de Trace en la parte trasera de mi cuello—. Pero estás en el casillero equivocado. Aspiré un profundo suspiro y me di vuelta hacia él. Se veía tan perfecto, especialmente para las siete cuarenta de la mañana. Tenía chicle fresco en su boca y sus labios estaban entreabiertos con una pequeña sonrisa, mientras hablaba. Sin embargo, de alguna manera mi estómago no revoloteó, ni un poco, mientras él me miraba con diversión en los ojos. —Tu casillero está en realidad en la escuela primaria a pocas cuadras del camino. Me mordí el labio como un esfuerzo para sonreír ante la broma, pero tenía demasiadas cosas en mi mente como para encontrarla realmente divertida. —Trace —dije antes de que pudiera cambiar de opinión—, no me sacaste a bailar el año pasado en el baile de San Valentín. Los labios de Trace cayeron mientras asimilaba lo que estaba diciendo. Seguí con una risa nerviosa. —Probablemente ni siquiera te acuerdes de esto, pero mis amigas, Clarissa y Nina te preguntaron... —Me acuerdo. —Trace envolvió sus brazos alrededor de su pecho y entrecerró los ojos mientras hablaba—, por supuesto que me acuerdo de eso. —Entonces, ¿por qué me estás prestando toda esta atención a mí cuando es obvio que no te gusto? —¿Quién dijo que no me gustabas? Tiré mis manos en el aire. —¡No me sacaste a bailar, Trace! ¡Si te gustara me hubieras pedido bailar! —Estaba pensando en pedirte un baile. —Se acercó a mí con un sentido de urgencia en su voz—. Me tomó un minuto encontrarte, ¿de acuerdo? Sin embargo, en el momento en que te encontré, ya estabas bailando con Jess Tyler. Tragué saliva al recordar ese día. Supuse que no le había dado mucho tiempo a Trace antes de saltar prácticamente en los brazos de Jess. —Podrías habernos cortado —le dije rotundamente. —¿Y llevarte lejos de Jess Tyler? —Trace negó—. Los vi juntos ese día. Había algo ahí. —Tal vez lo hubo —le dije con tristeza—, pero ya no.

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No podía creer que ya estaba a finales de mayo. Quedaban solamente unos pocos días de mi carrera secundaria. Pronto iba a estar en décimo grado. Pronto iba a ser una estudiante de preparatoria. La idea de eso era surrealista. Era lo que había estado esperando durante todo el año y sin embargo no me pude entusiasmar con eso. Jess se estaba yendo —en algún momento— no había hablado con él desde esa noche en frente de mi casa, lo que significaba que no tenía ni idea de cuándo se iba a California por el verano. También significaba que él no sabía nada sobre el beso de Trace, o de mi pelea con Drew, o cualquier cosa de lo que me había sucedido en las últimas semanas. Se sentía extraño y solitario. Lo odiaba. No es que Jess no hubiese intentado ponerse en contacto conmigo. Había llamado a un par de veces e incluso lanzado piedras a mi ventana una noche. Pero no le hice caso. ¿Por qué habría de importarme él cuando, obviamente, a él no le importaba yo? No le estaba hablando a Drew tampoco. O tal vez ella no me estaba hablando a mí. Ya no estaba segura. Me di cuenta en la clase de alemán que ella siempre se sentaba sola en la parte de atrás. Carmen, Stella y Stephanie se sentaban en el lado opuesto de la habitación, y Trace generalmente encontraba un asiento en algún lugar a mi alrededor. Me gustaba hablar con Trace, y era genial tener a alguien con quien caminar por los pasillos, pero a pesar de lo que todos en nuestra clase estaban pensando, sólo éramos amigos. Era casi mediodía del último día de clases. Los pasillos estaban casi vacíos porque todo el mundo se lanzó a ir a firmar los anuarios en el campo de fútbol. Se me hacía tarde, sin embargo, sobre todo porque todavía no había limpiado mi casillero y en parte porque no sabía a quién posiblemente le pediría que me firme el anuario. Estaba caminando por los pasillos con las manos llenas de viejos cuadernos y unas cuantas latas que acababa de rescatar de mi casillero. Estaba paseando lentamente ante los casilleros, empapándome en mi último día como una estudiante secundaria cuando me di cuenta de una sombra familiar en el final del pasillo. Era Drew, y ella estaba en su casillero. Estaba de cuclillas en el suelo, metiendo la última de sus cosas en su mochila cuando se dio vuelta hacia el sonido de mis pasos resonando en el pasillo. —Hola —dije mientras me acercaba a ella. Me detuve junto a su casillero y esperé a ver cómo iba a responder. Se puso de pie lentamente y me miró a los ojos. —Hola. —¿Puedo hacerte una pregunta? Drew ladeó un poco su mejilla mientras lo consideraba. Eventualmente, ella asintió. —¿Por qué te hiciste mi amiga? Drew se cruzó de brazos. —¿La verdad?

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—Eso estaría bien. Ella me observó atentamente, como si tratará de determinar si podría manejar lo que me iba a decir. Se quedó inmóvil, apenas moviendo los labios cuando dijo. —Te veías solitaria. Planté mi cabeza hacia adelante en estado de shock. —¿Solitaria? Drew se encogió de hombros. —Pensé que podrías necesitar una amiga. Nada de lo que podría haber dicho me habría sorprendido más que eso. Siempre había visto a Drew como a una persona egoísta, siempre tenía que haber algo para ella. Por primera vez, me sentí como si estuviera viendo a la verdadera Drew. Y estaba respondiendo a un montón de preguntas. Explicó por qué había sido tan insistente en lo de compartir su casillero a pesar de que había apenas espacio suficiente para mi cuaderno. Explicaba por qué quería hacer una fiesta con tanta gente en mi casa. Puede que incluso explicará por qué dejó de ser mi amiga cuando la fiesta fue un fracaso. Miré a Drew mientras ella agarraba su pesada mochila y cerró su casillero por última vez. Estaba triste porque había dejado tanto tiempo ir sin saber la verdad acerca de ella. Drew comenzó a caminar por el pasillo y se detuvo para ver si la iba a seguir. Cuando me puse con calma a su lado preguntó: —¿Qué haces este verano? El pensamiento del verano hizo que mi corazón doliera. —No mucho. ¿Tú? —Me voy a estar en casa de mi padre en Atlanta. —Oh, sí. —Ella me había dicho, en marzo, cuando éramos amigas que hablábamos a diario. —Probablemente vas a pasar el rato con Jess, ¿verdad? Lancé un profundo suspiro, —No. Él se va a California. —¿California? ¿Por qué? —Por la misma razón que tú, para estar con su papá. —No sabía que sus padres se divorciaron. Siempre parecía como si tuviera una vida perfecta. —No creo que nadie tenga una vida perfecta —le respondí. Abrí la puerta que daba al exterior, y tanto nosotras salimos a la luz del sol—. ¿Vas a la firma del anuario? Drew entrecerró los ojos a la luz. —No creo que haya ningún punto. No puedo pensar en una persona que desee firmar mi anuario. —Sé lo que quieres decir. Drew me miró y con una pizca de vacilación me preguntó:

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—¿Quieres venir a mi casa? Estaba sorprendida por su invitación, pero por alguna razón no del todo sorprendida. —Lo haría, pero le prometí a mi mamá que estaría en casa esta tarde para ayudarla con algunas cosas. Drew frunció los labios y miró hacia el suelo bajo nuestros pies. —Bueno, ¿supongo que te veré el año que viene? —Tal vez podamos ser parejas de casillero. Drew se mordió el labio y asintió. —Eso sería bueno. —Ella me lanzó una media sonrisa antes de dar vuelta hacia el camino que conducía a su casa. Yo la miraba mientras se alejaba, y mientras lo hacía pensaba en que hace unos pocos meses desde que nos habíamos convertido en amigas. Habíamos pasado por mucho, y pensé que si lo habíamos hecho hasta ahora, tal vez nuestra amistad era más fuerte de lo que pensaba. Me di vuelta a la inversa y me dirigí hacia el camino directo a mi casa y a la de Jess. A pesar de que él no había estado ahí para caminar conmigo por todo un año, en mi mente, siempre pertenecía a los dos. Hice mi camino a través de nuestro viejo campo de fútbol, a través de nuestro agujero en la valla, y alrededor de nuestra jungla de concreto. Ahora me pareció mucho más pequeño de lo que solía. Me senté un rato en nuestra pared de bloque y miré hacia los árboles y a nuestro lago. Y así es como hice mis últimos pasos a casa por última vez en mi último día en la secundaria, me sentía un poco más vieja, un poco más madura, y un poco más cómoda con el sostén.

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Capítulo 23 Traducido por Dark Heaven Corregido por Susanauribe

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i corazón estaba latiendo fuertemente mientras me aproximaba a mi casa, porque en el porche delantero sentado en su habitual lugar en las escaleras estaba Jess. Había pasado una semana desde que él había hecho algún intento de hablar conmigo, y ahí estaba él otra vez como si el tiempo no hubiese pasado. Tenía como unos diez segundos de caminata antes de que lo alcanzara para decidir qué es lo que iba a hacer con esta situación. Lo extrañaba terriblemente. La parte más grande de mí quería correr a él, dejarlo que me rodeara con sus brazos, y decirle todo acerca de mi día. Pero una parte más pequeña de mí, la parte más orgullosa, quería hacer lo opuesto. La parte orgullosa ganó. —¿Qué estás haciendo acá? —le pregunté cruelmente cuando estaba a un par de centímetros de él. Jess se puso de pie y metió ambas manos en los bolsillos de su jean. —Sólo quería decirte adiós —respondió. Sus ojos se volvieron hacia abajo en las esquinas, y me pareció que estaba un poco pálido. —¿Cuándo te vas? —Me moría de ganas de saber, pero protegí mis emociones hablando con voz tan plana como me fue posible. —Esta noche. Su respuesta picó mis oídos y las puntas de mis dedos de los pies. Pero me encogí de hombros y lo pasé subiendo las escaleras. —Que tengas un buen verano. —Gemma. —La voz de Jess era firme mientras él me llamaba. Me di la vuelta cuando llegué a la parte superior del porche. —¿Qué? —¿Por qué estás tan enojada conmigo? No me has hablado en las últimas semanas. ¿Es todo esto realmente, porque no te dije que iba a California? Era una pregunta válida. Una que ya había pensado muchas veces desde aquella noche en la calle. Me dolía que él no me lo hubiera dicho, pero no, no fue por eso por lo que me enojé. Estaba enojada con él por no preocuparse. Estaba enfadada con él por no me quererme de la misma manera que yo lo quería. Pero no le dije eso. En lugar de eso, dije: —Realmente no importa. Difícilmente he pensado en eso. Jess levantó la cabeza y dio un paso hacia atrás, hacia el césped. —En realidad, eso es bueno. Tenía miedo de que estuvieras enojada.

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—He tenido mucho que hacer así que... —Hice un gesto con la mano mientras la mentira se alejó flotando con la brisa. Jess asintió e hinchó el labio inferior. —¿Cómo van las cosas de todos modos, con Drew y Trace y todo eso? Fingí una sonrisa. —Trace me besó en la fiesta. —Me apoyé en la barandilla del porche—. Fue sólo un juego, pero nadie más consiguió un beso en los labios. Jess flexionó su mandíbula y miró hacia abajo a la hierba. —Suena como si las cosas estuvieran funcionando bien para ti entonces. No, no es en absoluto realmente. Ni siquiera me gustó el beso. Me gustaría que nunca hubiera ocurrido. Me gustaría que la persona que me diera un beso fueras tú. —Sí, supongo. Jess miró a la casa detrás de mí, entonces al suelo otra vez, y luego a un árbol cercano. No podía mirarme a los ojos. Me odiaba por dejar que Trace me besara. Él siempre decía que yo era demasiado inmadura para ese tipo de cosas. Y ahora no podía soportar mirarme. —Bueno, me tengo que ir —dijo Jess mientras retrocedía más hacia la acera—. Tengo que empacar todavía. Me volví hacia mi casa y abrí la puerta principal. Hablé con el pomo de la puerta mientras dije: —Que tengas un buen viaje. Entré por la puerta y la cerré detrás de mí, pero justo antes de que cerrara escuché su voz suave decir: —Adiós, Gemma. El chico de la pizza vino esa noche a las seis en punto. Mamá estaba fuera para cenar con mi tía que estaba en el pueblo desde Albuquerque, y Bridge estaba en una cita, así que papá ordenó pizza y la comimos juntos en el sillón mientras veíamos una vieja película de vaqueros que me hacía sentir como una niña de nuevo. Estaba aburrida con la película pero amaba pasar tiempo con papá, sólo los dos. En la pantalla frente a mí, algunos vaqueros estaban cabalgando a través del desierto a caballo buscando Nativos, pero mis pensamientos estaban con Jess y la horrible forma en que había dejado las cosas terminar. —¿En qué estas pensando? —preguntó papá. Hice un gesto a la televisión con una sonrisa. —Vaqueros e indios, obviamente. Papá apuntó con el control remoto a la televisión y apretó pausa. —Vamos ¿qué estás pensando? Fruncí el ceño ante el pedazo de pelo que se retorcía entre mis dedos. —Jess. —¿Cuándo se va a California? —Esta noche en algún momento. —Miré por la ventana hacia su casa. Estaba empezando a oscurecer—. Él ya podría haberse ido. —¿Le dijiste adiós?

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—Supongo. —Me hundí en el sofá—. Las cosas entre Jess y yo sólo están... —Me detuve a pensar en la palabra correcta—, confusas. Papá dejó descansar la cabeza sobre el respaldo del sofá. Él se veía mejor en estos días, pero aún estaba cansado. —¿Qué es tan confuso al respecto? Ustedes dos son los mejores amigos. Les encanta estar juntos. ¿Qué más necesitas saber? Miré a mi padre desde la esquina de mi ojo. Nunca le había admitido a nadie que yo tenía sentimientos por Jess. Pero había algo en la forma en que estábamos ahí sentados juntos, comiendo pizza y viendo una película de vaqueros que me hizo querer abrirme a él. —A veces pienso que quiero algo más que amistad con él. —¿Pero? —Papá preguntó con las cejas levantadas. Él no se sorprendió con mi confesión. —Pero él no siente lo mismo por mí. —¿Cómo lo sabes? —Sólo lo sé —dije con más dureza de la que yo quería. Cada vez que me hablaba de Jess o pensaba en Jess me sentía rechazada. Estaba empezando a odiar el sonido de su nombre—. ¿Papá? —Tenía la esperanza de cambiar el tema, aunque mi siguiente pregunta no fue nada fácil de hacer—. ¿Te vas a morir? Papá dio vuelta la cabeza hacia mí otra vez y tomó una profunda bocanada de aire. —Los médicos nos están dando todas las razones para tener esperanza. — Él sacudió su mano sobre mi pelo, que cayó contra mi espalda—. Dicho esto, es posible que muera antes de lo que me gustaría. Me quedé mirando fijamente a la película detenida frente a mí mientras me abrazaba las rodillas cerca del pecho. Mi estómago empezó a apretar, y me sentí como si quisiera vomitar. —Nunca vamos a ir hasta Cape de nuevo, ¿verdad? Él bajó la barbilla hacia el pecho. —Probablemente no. Asentí como si no fuera gran cosa. No quería ponerlo más triste de lo que ya estaba. —Sé que es duro, pero —vaciló—, es algo así como el problema que estás teniendo con Jess. Ahora mismo parece desestabilizador, como si fuera el fin del mundo. Pero desde mi punto de vista, sé que no lo es. Sé que es sólo al principio de tu historia. Las experiencias que estás teniendo con Jess y todos tus amigos son sólo lecciones de la vida de las cosas más grandes que vendrán más adelante. Y creo que es lo mismo con mi enfermedad. En este momento la idea de‖morir‖es… —Hizo una pausa por un momento—, bueno, para ser honesto, es francamente aterradora. Pero voy a tener fe en que no tenemos el cuadro completo. Y tengo fe en que hay alguien por ahí que hace, y él sabe que esto es sólo el principio. Él sabe que las experiencias que estoy teniendo acá en la tierra son sólo para prepararme para cosas más grandes que vendrán más adelante.

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—¿Quieres decir, como la vida después de la muerte? —Sí, como la vida después de la muerte. —Mis padres nos habían criado a Bridget y a mí para creer en Dios y el cielo, pero ahora que era una realidad que nos estaba mirando a la cara, toda la idea se convirtió en algo más que una lección de la escuela dominical. Era real, y por primera vez en mi vida tuve que realmente decidir en lo que creía. Me mordí el labio—. ¿Cómo crees que es el cielo? —Oh, no lo sé. —Papá suspiró y cruzó las manos detrás de su cabeza—. Creo que es un lugar donde no hay facturas, ni impuestos, ni ninguna deuda. —Él se rió entre dientes—. Me pregunto por qué tengo tanto miedo de ir ahí. —Tal vez es sólo el no saber —le ofrecí. —Estoy seguro de que tienes razón. —Me sacudió el pelo otra vez con la mano—. ¿Sabes lo que realmente pienso, sin embargo? —¿Qué? —Creo que el cielo es como nuestros viajes por la carretera al Cape Cod. Las ventanas están abiertas, los Beatles a todo volumen desde el equipo de música, y tú, mamá, Bridge y yo estamos cantando al tope de nuestros pulmones con el viento soplando a través de nuestros cabellos. —Papá yacía con la cabeza hacia atrás en el cojín del sofá y dejó que una amplia sonrisa se dibujara en sus mejillas. —Y —agregué—, existen campos interminables de soplos de hierba. —No podía dejar de pensar en Jess en ese momento, y en sus patéticos intentos de hacer un sonido a través de una brizna de hierba. Había pensado que se veía tan lindo ese día, con el sol brillando en su cabello. Sus labios fruncidos contra sus pulgares. Lo extrañaba tanto que mi corazón literalmente, dolía. Papá miró al techo pensativo y luego dijo: —Sabes, Gemma, esto contigo y Jess... va a funcionar. Jess se preocupa por ti, y volverá en unos meses. No hay necesidad de apresurar las cosas. —Los ojos de papá comenzaron a cerrarse lentamente a medida que las manos relajadas sobre el regazo. Estaba cansado, y tenía que dejarlo descansar. Recogí los platos llenos de la masa de pizza sin comer y los dejé caer en la cocina antes de arrancar escaleras arriba a mi habitación. Me sorprendí cuando la voz de papá llenó la casa en silencio una vez más. —Dicho esto. —Hizo una pausa, y me volví sobre los pasos a esperar a que él continuara—, la vida es corta, y si no haces saber a Jess cómo te sientes acerca de él, el momento podría pasar.

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Capítulo 24 Traducido por dark heaven Corregido por Andy Parth

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e tiré sobre la cama y miré al techo mientras las últimas palabras de mi papá presionaban contra mi cerebro. ¿Qué le dejara saber cómo me sentía? Pensé que era el trabajo del chico hacer eso. ¿Qué le diría a él? ¿Realmente sólo caminaría hacia él y le diría que me gusta más que sólo como amigo? ¿Y qué diría él si lo hiciera? ¿Qué si él se reía de mí? ¿Qué si me decía que volviera a la realidad? Tal vez sólo debería olvidarme de hablar e ir directamente al beso. ¿Pero que si soy mala en eso? ¿Qué si me alejaba y con disgusto se limpiaba la boca? ¿Qué si eso hiciera las cosas tan raras y horribles entre nosotros que nunca podríamos ser amigos de nuevo? Pateé mis zapatos a un lado de la cama y empujé el edredón arriba de mis rodillas. ¿A quién estaba engañando? No iba a ir ahí y decirle como me sentía. Y definitivamente no iba a caminar derecho a él y besarlo. Ni siquiera sabía si estaba en su casa. Por lo que sabía ya se había ido y no volvería a verlo por los siguientes tres meses. Acaricié el brazalete que me había dado entre mis dedos. ¿Pero si él estaba tan disgustado conmigo porque siempre se paraba tan cerca? ¿Y porque él siempre parecía perderse en mis ojos? Pensé en Jess cuando llegara de California, todo bronceado con cabello aclarado, caminando al lado de un océano en algún lugar. ¿Qué si conocía a alguien ahí? Alguna chica de playa con un gran pecho y perfectos dientes blancos. ¿Qué si se enamorara de ella y nunca la olvidaba? ¿Qué si ella se volvía la chica en la que siempre pensara? ¿Qué si papá tenía razón? ¿Qué si ésta es mi última oportunidad de decirle cómo me siento? Me senté y me retorcí sobre mí misma hasta que mis pies estuvieron colgando a un lado de la cama. Miré hacia mis zapatos luego los empujé levemente con la punta de mi dedo gordo. ¿Qué si yo estaba cambiando mi vida por siempre por sentarme acá en la cama, haciendo nada? —¡Ya vuelvo, papá! —grité mientras saltaba el último escalón de la escalera y miré a mi papá rápidamente en mi camino. Estaba viendo la película de vaqueros‖ de‖ nuevo,‖ y‖ levantó‖ el‖ brazo‖ y‖ gritó:‖ “¡Buena‖ suerte!”‖ mientras‖ yo‖ volaba a la puerta. Miré fijamente a la gran, oscura casa de Jess, mientras de puntillas iba al patio trasero. La ventana de su cuarto estaba encendida, y una chispa de emoción llenó mi pecho. Agarré un puñado de rocas pequeñas y lancé una a su ventana. Fallé. Tiré otra que golpeó contra el cristal. Las cortinas detrás de la ventana se

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movieron, y pronto la hermana de Jess, Vivian, apareció a través del vidrio abierto. —Tú otra vez —dijo con aire de suficiencia—. ¿No sabes que podrías romper la ventana? —¿Puedes ir a buscar a Jess? —le dije con urgencia en mi voz. Ella apretó los labios. —No está aquí. Él y mi mamá se fueron para el aeropuerto hace diez minutos. Sus palabras cayeron sobre mí como una carga de ladrillos. Apenas lo había perdido. Di un paso sin remedio hacia atrás y me volví a la oscuridad. —Él te dejó una carta, sin embargo. —Me volví atrás con esta nueva pieza de información. Vivian desapareció en la habitación y luego volvió con un trozo doblado de papel rayado en su mano izquierda—: Me pidió que te la diera. Acá. —Dejó caer el papel por la ventana, y este revoloteó a mis pies. Lo agarré y murmuré: —Gracias. —Dejé la casa de Jess y caminé por la calle a la jungla de cemento. Me detuve en nuestro muro y desdoblé la carta de Jess. El sol había estado abajo por un tiempo, pero todavía había suficiente luz en el cielo gris brumoso para poder leer las palabras en el papel delante de mí.

Gem, Hay tantas cosas que quiero decirte que nunca he tenido las agallas para decir en voz alta. En primer lugar, siento no haberte dicho antes que me iba por el verano. Cuando me enteré de que tenía que irme… fue la peor noticia que podría pensar. No quería ir a California. No quería tener que vivir con mi papá durante todo el verano. Y no quería dejar mi casa. Supongo que pensé que cuanto más tiempo pasara sin que lo dijera en voz alta, sin ver tu reacción, menos me iba a doler. Pero estaba equivocado. Porque no es decirlo en voz alta lo que duele. Ni siquiera es tu reacción lo que más me duele. Lo cosa que duele más, que me hace difícil dormir por la noche, es no estar contigo. En segundo lugar, cuando me dijiste por primera vez que Trace te besó estaba tan enojado. No porque tuviste tu primer beso, porque eres hermosa y te mereces tener tu primer beso con un chico que te gusta. Pero porque la pura verdad del asunto es… que tenía la esperanza de que iba a ser yo tu primer beso. Y aún más honestamente, siempre tuve la esperanza de que también sería tu último beso. Ahí, lo dije (o escribí, en realidad), pero está ahí y ahora que has leído hasta este punto en la carta me preocupa que estés disgustada por lo que dije y no quieras volver a hablar conmigo otra vez. Sin embargo, esto está escrito en lapicero, así que no se puede borrar ahora. Y, por último, las últimas tres semanas que no pude verte o hablar contigo han sido las más largas semanas de mi vida. Así que si esta carta te asusta de alguna manera, vamos a olvidarnos de ella. Nosotros podemos ser sólo amigos. Puedo manejar el rechazo, puedo

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mantener mis verdaderos sentimientos para mí, pero no puedo soportar no tenerte en mi vida. Tu Mejor Amigo (y secretamente más), Jess. Tomé una respiración profunda y traté de recuperarme de esta ráfaga de confesiones. Apreté la carta entre mis dedos y la escaneé, una vez más con los ojos brillantes. ¿Realmente él había escrito estas palabras? ¿Era verdad secretamente quería ser algo más que mi mejor amigo? Levanté la carta a mi nariz y respiré su aroma. Incluso el papel olía a Jess. Me dolía el corazón por tenerlo en la pared junto a mí, con su brazo a mi alrededor, sus ojos mirándome con cuidado. Pero él se había ido, y no había nada que pudiera hacer, sino pasar el largo, caluroso verano, sola, esperando a que él volviera a casa. Doblé la carta de vuelta y suavemente la deslicé en el bolsillo de mi pantalón. La noche era húmeda, y mi ropa y pelo se pegaban a mi piel caliente mientras hice mi camino fuera de la pared de cemento. Levanté la vista hacia el cielo oscuro. El espesor de las nubes grises bloqueaba la vista de las estrellas. Iba a llover. Traté de imaginar a Jess en mi mente. ¿Qué estaba haciendo? ¿En qué estaba pensando? No tenía manera de conseguir un asimiento de él. Sin manera de decirle que el beso con Trace no significaba nada. Que al único que alguna vez realmente quise era él. Salí a la calle y el pensamiento de ese día —hace mucho tiempo— cuando me pareció escuchar a Jess decirme que me amaba. ¿Escuché correctamente? ¿Había estado sintiéndose de esta manera por tanto tiempo? Sentí una gota de agua en la nariz. Mientras la limpiaba, un trueno se estrelló contra el cielo. El olor de una tormenta de verano llenaba el aire, y comenzó con un millón de pequeñas gotas de lluvia golpeando el suelo a mí alrededor. Agarré mi rubí en la mano, el rubí que era supuestamente la gema de mayor alcance en el mundo, como yo, que había dicho él, al igual que nosotros. ¿Éramos realmente tan fuertes? ¿Eran estos sentimientos que teníamos el uno por el otro lo suficientemente poderosos para pasar por el verano? Metí la mano en mi bolsillo y acaricié la carta de Jess con mis dedos. ¿Se sentiría todavía de la misma manera, cuando regresara? ¿Alguna vez voy a sentir sus labios contra los míos? La lluvia caía duro ahora. Me protegí la cabeza con ambos brazos mientras corrí el resto del camino a mi casa y a través del césped delantero. Estaba casi en la seguridad de mi porche cuando escuché una voz a través de la lluvia. —¿Gemma? —Conocía esa voz perfectamente, pero aun así dudaba. No podía ser él. Se había ido para el aeropuerto. Estaba a mitad de camino ahora probablemente. ¿Cómo podía estar aquí, en frente de mi casa, diciendo mi nombre? Me volví hacia la voz, y aunque mis ojos estaban nublados por los charcos de agua que se acumulaban alrededor de mis mejillas, lo vi de pie ahí, a menos de

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diez metros de mí. Estaba empapado y sosteniendo un puñado de pequeñas rocas. Y su rostro estaba lleno de vulnerabilidad. Yo estaba empapada ahora, pero no me di cuenta. No me di cuenta del trueno o del viento azotando mi pelo mojado en contra de mi cuello. Lo único que podía ver, lo único que importaba, era Jess en sus gastados pantalones de mezclilla y su empapada camiseta. —Pensé que te habías ido —le grité a través de los rugidos de la tormenta. Señalé a su casa detrás de mí—. Fui a la ventana... Pero no había tiempo para finalizar. Porque mientras estaba hablando y señalando y explicando, Jess venía hacia mí, un paso a la vez, sus ojos fijos en los míos. Todo sucedió muy rápido, y sin embargo capturé cada momento. Sus cálidas manos, mientras ahuecaba mis frías y húmedas mejillas. La curva de su antebrazo izquierdo mientras yo lo agarraba con una mano mientras ponía la otra en su empapado pecho. El delicioso olor de su aliento, mientras se movía sin dudarlo. Y el cremoso sabor de sus labios, mientras que encontraron su lugar perfecto entre las grietas de los míos. El trueno se estrelló alrededor de nosotros. Los relámpagos llenaban el cielo oscurecido. Agua rodaba por nuestras mejillas y fuera de nuestras narices y entre los labios mientras saboreábamos ese momento final que teníamos juntos. Cuando llegó el momento de separarnos, no porque quisiéramos sino porque era absolutamente necesario, Jess abrió los ojos con sus manos todavía en mi cara y dijo suavemente: —Viv‖ llamó‖ y‖ me‖ dijo‖ que‖ te‖ acercaste…‖ —Cerró los ojos y apretó su frente contra la mía—. Me hizo tener esperanzas. Envolví mis brazos alrededor de su torso y tiró de él hacia mí. Sabía que iba a tener que salir pronto si él quería alcanzar su vuelo. Por difícil que fue dejarlo ir antes del beso, ahora era de un millón de veces más difícil. Pero mientras que estábamos ahí bajo de la lluvia, sosteniéndonos el uno al otro sin ninguna intención de dejarnos ir, tuve que pensar en las palabras de papá en esa misma tarde. Tan devastador como iba a ser tener que liberar mi agarre de Jess y dejarlo irse por los próximos tres meses, sabía que no era el final. Sabía que este era sólo el comienzo de nuestra historia. Algunas horas después de que Jess y yo nos habíamos dado el uno al otro cien besos finales de despedida, subí a mi suave, caliente cama con pijamas secos y mi mojado cabello recogido en una coleta. Tenía ganas de escuchar el golpeteo de una roca en mi ventana. Pero sabía que no llegaría. Quería sentir los labios de Jess contra los míos sólo una vez más. Pero tenía que estar agradecida de que los había sentido así en absoluto. Me tapé con mi edredón hasta la barbilla y miré por la ventana al cielo claro ahora. La tormenta de verano había terminado, y desde donde estaba acostada pude ver un millar de diminutas y brillantes estrellas. Después de todo lo que había pasado —las cosas grandes y

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pequeñas, de lo bueno y lo malo— finalmente, me quedé dormida en la memoria silenciosa y perfecta de no mi primer, sino de mi segundo beso.

Fin

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Natalie Palmer Nacida y crecida en Salt Lake City, Utah (con una corta estadía en Pennsylvania, cuando era niña). Fui bendecida con dos padres increíbles, dos hermanas y un hermano. Graduada de la Universidad de Utah, donde conoció al que más tarde sería su esposo James. Dos años después se mudaron a West Des Moine, Iowa, donde asistió a la escuela de medicina, actualmente está terminando su cuarto año de la escuela de medicina en Westlake, Ohio, (un suburbio de Cleveland). Miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días (o mormones) y está muy feliz de serlo. En‖sus‖palabras:‖“Yo realmente no sé donde estaría sin mi fe y aunque tengo un montón de características que no necesariamente tienen que ver con la iglesia debe saber que todo lo que soy y todo lo que hacemos en la vida es para y debido a sus enseñanzas.” Es esposa, madre, escritora y mormona y mientras su marido se encarga de cuidar a sus hijos, ella conjura historias y personajes y giros de los acontecimientos misteriosos.

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