Picos de europa. El paraiso del milenio

Picos de europa El paraiso del milenio Fernando Alonso García. Doctor Ingeniero del ICAI, promoción 1963. Diplomado en IESE. Investigador y escritor. ...
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Picos de europa El paraiso del milenio Fernando Alonso García. Doctor Ingeniero del ICAI, promoción 1963. Diplomado en IESE. Investigador y escritor.

Entre las grandes posibilidades, que ofrecen los Picos de Europa, para su deleite y contemplación, la promoción del 63 eligió en 1999, para su ya tradicional viaje anual, una pequeña y espléndida zona enclavada fundamentalmente en la provincia de León. PREÁMBULO Probablemente casi todos los amantes de la naturaleza conocen que el Parque Nacional de los Picos de Europa, con sus 64.660 hectáreas, es el de mayor extensión de España, superando claramente las 50.720 hectáreas del Parque Nacional de Doñana. Pocos, o casi nadie, son conscientes que la superficie más grande de Picos se localiza en la región leonesa, 24.719 hectáreas, algo mayor que las 24.560 hectáreas, enclavadas en Asturias, y mucho más que las 15.381 hectáreas pertenecientes a Cantabria. Pese a estos elocuentes y llamativos datos, erróneamente en España se identifican los Picos de Europa fundamentalmente con Asturias y un poco con Cantabria, olvidándose claramente de León. Esta fue la razón y origen de este viaje para tratar de conocer mejor el binomio León-Picos de Europa, teniendo en cuenta su belleza incomparable y casi desconocida.

Como ya es habitual se realizó el fin de semana posterior a la festividad de San Isidro, siguiente al tradicional “puente” madrileño, época del año con muchas horas de sol, condiciones climáticas muy favorables y baja ocupación hotelera. Consideramos que se trata de un precioso viaje, muy aconsejaOviedo

ble para un colectivo como el nuestro, donde se pueden contemplar todavía paisajes inéditos manteniendo un equilibrio inigualable naturaleza-hombre-Dios. Aún es posible admirar el primitivo pastoreo; con sus majadas en las cumbres e invernales en los valles; la cultura del campo; el peso de la historia, en los Garganta del Cares

Cangas de Onís Cain de Arriba

Puente de río Dobra Pola de Lena Santa Cristina de Lena

Cain

Chorco del lobo Defiladero de los Beyos

Valle de Sajambre Puerto del Pontón

Posada de Piedrahita

Mirador del Tombo Vega de Llós

Puerto de Panderrueda

Posada de Valdeón Soto

Caldevilla Boca de Huérgano

Riaño Benavente

Guardo Carrión Palencia Valladolid Tordesillas Medina del Campo Madrid

Plano esquemático del itinerario

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monasterios, ermitas y en la sencillez de las gentes; pero, sobre todo esa espléndida belleza ofrecida por la naturaleza intacta y humanizada, incólume desde nuestros ancestros, que tenemos la obligación de conservar para nuestros hijos y nietos, tal como la hemos recibido de nuestros antepasados.

Itinerario Al disponer tan sólo de dos días y medio, desde la tarde del viernes hasta la noche del domingo, fijamos el recorrido MadridRiaño-Posada de Valdeón-CaínCangas de Onís-Oviedo-Madrid, reflejado en el planito esquemático adjunto, que puede servir como referencia para quien desee realizar idéntico viaje. La base de operaciones se estableció en el Centro de Turismo Rural Picos de Europa enclavado a unos cien metros de Posada de Valdeón, corazón del idílico Valle de Valdeón, en el centro de una pradera, orilla del río Cares, de belleza sublime, desde donde se contemplan los macizos central y occidental de los Picos de Europa.

Un poco de historia Si bien está muy extendida la errónea tradición, que asocia el nombre Picos de Europa con el primer punto observado por los emigrantes en su retorno a Europa, entre la gente estudiosa cada vez se considera más su origen mitológico. Aggenor, rey de Tiro, no aceptaba los amores de Zeus con su hija Europa, de belleza deslumbrante. Zeus rapta a Europa, se casa con ella y con la ayuda de Astur, rey de Creta, la transporta al lugar más

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bello y también más recóndito del mundo, donde nunca pudiera ser localizada, impregnando con su hermosura esas montañas, conocidas en la antigüedad como monte Vindio (vindos = blanco, por la nieve, en celta) y desde entonces Picos de Europa. ¿Fue Astur el origen del nombre astures, después Astorga, su capital, y por último Asturias? El texto más antiguo, conocido hasta la fecha, donde se mencionan los Picos de Europa está datado en 1572 correspondiendo al viaje realizado por Ambrosio de Morales, cronista de Carlos I y Felipe II, sacerdote y profesor de la universidad de Alcalá, cuyo manuscrito original, existente en la biblioteca del Monasterio de El Escorial, refiriéndose a la ubicación de Cangas de Onís, cita: “Este otro Cangas de Onís,… está al Oriente de Oviedo,… y no lejos de las Montañas llamadas de Europa,…” Tuvo que pasar más de un siglo, hasta la última década del siglo XVII, para que Cantelli y Rossi, como Montes de Europa, reflejaran el nombre en sus mapas, los años en que la Cordillera Cantábrica era más conocida como Montañas de Asturias. Tomás López, nuestro primer cartógrafo, en 1777 los incluye como Peñas de Europa.

Descripción Geográfica El Parque Nacional de lo Picos de Europa se encuentra en la actualidad totalmente abierto, pudiendo accederse fácilmente por automóvil a todas las zonas habitadas, aunque algunas de ellas, como Caín, requieran una cierta

destreza al volante. Únicamente es necesario recurrir a un reciente y muy discutible teleférico, origen de muchos disgustos y controversias, para poder alcanzar Bulnes, si uno no se encuentra con fuerzas para realizar el precioso camino desde Poncebos. Orográficamente los Picos de Europa son independientes y más recientes en su formación que la Cordillera Cantábrica, separados de ella por Panderrueda y Remoña, ya que Pandetrave pertenece a la Cordillera. Tienen forma aproximada de arco, abierto al noroeste, cuyos extremos distan del mar, por línea de aire, de 15 a 20 kilómetros, el extremo oriental, y 30 kilómetros, el occidental. Están formados por cuatro ríos principales de este a oeste: Deva,(diosa en celta), Duje, Cares y Sella, además del Dobra (derivado de diosa, deva, dovra), delimitando tres macizos importantes: Oriental, o de Andara; Central o de Urrieles; Occidental, o Cornión, incluyendo en este último el Precornión, entre el Dobra y el Sella. Se conoce otro río Cares, cerca de Micenas y Epidauro, nomo de Argólida, citado por Plutarco en sus “Vidas Paralelas”, también de aguas “limpias y esmeraldas”. Las alturas más descollantes son: Torre Cerredo, con sus 2648 metros; Llambrión, 2630 metros; Naranjo de Bulnes, más conocido por los lugareños como Picu Urriello, 2516 metros, aunque con más de 500 metros desde la base, todos ellos en el Macizo Central. Peña Santa, en el Cornión, con sus 2586 me-

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tros. Hay más de catorce picos con alturas superiores al Naranjo de Bulnes.

Recorrido Al limitar nuestro viaje, por disponibilidad de tiempo, a la zona leonesa hemos dejado para otras excursiones tantos y tantos rincones inolvidables y poco conocidos, como la subida a Tresviso, la incomparable Vega de Ario o el impresionante mirador de Ordiales, donde reposan los restos de Pedro Pidal, Marqués de Villaviciosa, enterrado por los montañeros astures, que cincelaron en la roca su célebre frase, tan claramente definidora de los Picos de Europa: “Nosotros, enamorados del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, en él desearíamos vivir, morir y reposar eternamente; pero, esto último, en Ordiales, en el reino encantado de los rebecos y las águilas, allí donde conocimos la felicidad de los Cielos y de la Tierra, allí donde pasamos horas de admiración, emoción, ensueño y transporte inolvidables, allí donde adoramos a Dios en sus obras como a Supremo Artífice, allí donde la Naturaleza se nos apareció verdaderamente como un templo”. Desde la primera vez, que tuve la dicha de deleitarme en Ordiales, hace pocos años, nunca podré olvidarlo. La tarde del viernes nos permitió admirar la Cordillera Cantábrica, en nuestro paso por Guardo, Boca de Huérgano y Riaño, hasta abandonar el autocar en el alto del puerto de Panderrueda, accediendo, desde allí, por una ligera cuesta, ya en el crepúsculo vespertino, hasta el mirador de

Piedrahita, donde la naturaleza vino en nuestra ayuda despejando la niebla, que hasta entonces ocultaba los Picos, llenándonos de emoción poder contemplar por vez primera tanta hermosura. Al frente, el Macizo Central, a nuestra izquierda, el Occidental, en todo su esplendor. Anocheciendo llegamos al Centro de Turismo Rural Picos de Europa, donde la encantadora Isabel, alma mater del mismo, nos deleitó con una espléndida cena, preparada con manjares de nuestra ya lejana infancia, que nuestra moderna civilización, casi nos había hecho olvidar: pollos y huevos de corral; pero, de aquellos que comíamos cuando éramos niños.

Valle de Valdeón Después de un reparador sueño, de un amanecer soberano y grandioso entre las monta-

ñas, con el cielo reluciente, y de un desayuno con mermelada de arándanos, recién cogidos del monte, y bizcochos de color indescriptible, que nos hizo interrogar a Isabel sobre el colorante utilizado, confirmándonos que era el propio y ya desconocido color de la propia naturaleza, en cuatro coches todo terreno comenzamos nuestro recorrido por el Valle de Valdeón, realizando la primera parada en el Mirador del Tombo. Sin duda comprendimos la razón del nombre, Valdeón, Valle de Eón, derivado de eón, en latín, a su vez de aión, en griego, significando tiempo indefinido, pues, es tal su belleza, que se pierde hasta el sentido del tiempo. Avanzando pocos metros de la misma ruta, en el corazón del Valle, la historia dejó su impronta en el Chorco del Lobo, datada su existencia desde 1610.

Los diecinueve asistentes al viaje de la promoción 63, con sus esposas, hasta un total de treinta y dos, en el Mirador del Tombo, bajo el monumento al rebeco.

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Las curiosas e interesantísimas ordenanzas de Valdeón del siglo XVII normalizaron el funcionamiento del Chorco, afectando a todos los vecinos del Valle. Debían acudir obligatoriamente a las batidas, cualquier día del año y a cualquier hora, normalmente bajo la nieve, ya que es invierno cuando el lobo busca su refugio y vida en los valles, bajo pena de multa, excepto cuando se está celebrando la Santa Misa. Los toques de corneta daban el primer aviso y localizaban la situación del lobo, en cada momento. Un pi, pi, pi,… acelerado confirmaba huellas de bajada del lobo; un piiii… seguido, no había huellas. Poco a poco se iba desplazando el lobo hacia el Chorco, donde los choceros finales, protegidos en pequeñas cabañas, actualmente bien conservadas, lo conducían hasta el embudo final, desde donde caía al pozo. Con forquetas al cuello y lomo se paralizaba, colocando posteriormente un bozal de hierro, para terminar amarrándolo con una soga. Todavía recuerdo la batida que pude contemplar en la década de los cincuenta, quizás la última realizada.

Garganta del Cares Los todo terreno nos situaron pocos minutos más tarde en Caín, donde comenzó nuestro recorrido por la garganta divina del Cares, a través de una senda construida en los años cuarenta para mantenimiento del canal de agua, con origen en su comienzo. Hasta entonces los cainejos, agilísimos por las montañas, conservando genéticamente en la actualidad esas asombrosas condiciones, tardaban un día completo en llegar hasta

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Vista parcial de la Garganta del Cares cercana al Puente de los Rebecos.

Cabrales. Hoy en día lo realizan en algo más de una hora. No resulta posible explicar con claridad, ni recoger en fotografías, tanta belleza, teniendo en cuenta la majestuosidad del paisaje. Tan sólo el ojo humano es capaz de asimilar y disfrutar plenamente en su contemplación. Mil metros de pared vertical, incluso desplomada, cauce de dos o tres metros de anchura,

con separación en las cumbres, medida en línea de aire, de no más de doscientos o doscientos cincuenta metros, y un recorrido de once kilómetros hasta Poncebos, dan una somera idea de su grandeza. La espectacularidad es mayor al comienzo de la garganta, en la zona leonesa, por lo que decidimos regresar a Caín, después de caminar unos dos kilómetros, para continuar nuestro recorrido.

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Caín de Arriba En el centro del pueblo comienza la subida, con una duración a nuestro paso montañero de cuarenta y cinco minutos, hasta Caín de Arriba, unos ciento cincuenta metros más alto que Caín de Abajo, hoy Caín. Cuentan los ancianos de la zona, que en Caín de Arriba hubo un “muerto que mató a cuatro”, precisamente al despeñarse los que trasladaban el cadáver, desde el barrio de arriba hasta el barrio de abajo. No parece muy creíble esta historia teniendo en cuenta la pendiente del camino, que si bien es grande, no resulta ni desproporcionada, ni peligrosa. Lo que si es cierto es que muchos vecinos de Caín morían despeñados, en los difíciles caminos, hasta comienzos de este siglo

En Caín de Arriba con Manuel, último vecino, Teresa y Luis Odriozola, Pili y Benjamín Galiana, Manoli y Manolo Bueno, J. A. R. Ferrero, J. A. González Coelho, J. A. Heras, F. Alonso, D. Meneses y E. Revilla.

Caín de Arriba ya no está habitado. El último vecino, mi amigo Manuel, se trasladó hace algunos años a Caín de

Abajo, ya entonces vivían aquí su mujer y sus hijas, al morir su hijo, único acompañante, como consecuencia de la tardía llega-

Vista parcial de Vega de Llós

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vestres”, perrochicos magníficos, ante el asombro de nuestros compañeros vascos y navarros, cogidos por los cainejos el atardecer anterior, en las altas e inaccesibles praderas de las montañas, comenzamos el regreso hasta la cabecera del Valle.

Vega de Llós

Preciosos caballos leoneses pastando en las praderas de Vega de Llós

Tras de un recorrido tortuoso y empinado en nuestros todo terreno pudimos alcanzar el solitario, desconocido y magnífico circo de Vega de Llós. Siguiendo las instrucciones de silencio absoluto, en estos sublimes parajes de praderas y montañas, empezamos a disfrutar con la contemplación de los preciosos caballos leoneses de montaña. Con tranquilidad y sosiego todo llegó a la sublimación al deleitarnos con la contemplación de los rebecos en la pradera, salvajes e incomparables.

Pradera de Vega de Llós, donde pueden distinguirse claramente catorce rebecos. Sus posturas reflejan la sorpresa ante nuestra presencia

da del médico, dada la lenta accesibilidad del pueblo. Manuel todavía sube hoy diariamente al amanecer a Caín de Arriba, para cuidar su ganado y pasar el día en su naturaleza encantada, regresando a Caín de Abajo, con el crepúsculo. Pudimos disfrutar largo rato con Manuel, que nos contó antiguas costumbres y tradiciones, sentados en la pradera, rodeados por las cinco casas desha-

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bitadas, aún enhiestas, plataforma incomparable, único lugar de los Picos, donde se contemplan simultáneamente Torre Cerredo y el Llambrión, los dos picos más altos del Macizo Central, y Peña Santa, el de mayor altura del Central, o Cornión. Después de la comida en Casa Cuevas, con un plato espléndido de “champiñones sil-

Los más decididos seguimos subiendo hasta los 2000 metros, conviene recordar que Caín no sobrepasa los 500 metros, para así tratar de tocar el cielo con las manos. Ante nuestra pequeña escalada los agilísimos rebecos todavía subían a mayor altura, resultando insuperables sus gráciles siluetas saltando entre las peñas, recortadas sobre el azul del cielo ¡Dios mío, cuanta belleza! Muy avanzado el día regresamos al Centro de Turismo Rural Picos de Europa, donde después de la magnífica y re-

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lloso enclave de Soto de Sajambre, desde donde arranca la senda para alcanzar las ensoñadoras praderas de Vegabaño, uno de los más bellos y desconocidos rincones españoles, localizado en el extremo norte de León, donde no se puede establecer parangón alguno con el deslumbrador contraste verdegris-azul, de la inmensa pradera-Peña Santa-cielo.

Pili y Benjamín Galiana, J. A. González Coelho y F. Alonso en los altos de Vega de Llós. Al fondo, Torre del Friero, 2445 metros.

paradora cena, iniciamos una larga tertulia en el salón, al fondo los Picos de Europa, tras los amplios ventanales.

Sajambre y el Dobra Un reparador descanso nocturno nos puso en condiciones de acometer la última etapa. Tras despedirnos y mostrar nuestro agradecimiento, por sus atenciones, al matrimonio de Isabel y Felix Ureña, excepcional montañero leonés, afincado definitivamente en su Valle de Valdeón, después de una dilatada vida profesional como aparejador, en varios países, antes de retirarse y decidir fundar un floreciente y acogedor negocio de hostelería, nuevamente en el autocar, una vez superado Panderrueda y coronado el Pontón, ante nuestra sorprendida mirada teníamos el Valle de Sajambre, máximo representante boscoso de los Picos de Europa, paraíso de los corzos, venados y rebecos.

Por allí transcurría, y todavía se puede recorrer con cierta comodidad, la Senda del Arcediano, costeada por esta dignidad de Villaviciosa, para poder comunicar las dos provincias hermanas de Asturias y León, antes de la existencia de la actual carretera por el Puerto del Pontón y el Desfiladero de los Beyos. El limitado tiempo disponible nos impidió el acceso al maravi-

Mediada la mañana, después de caminar algo más de diez minutos, una vez abandonado el autocar, en la confluencia del Dobra, todo su recorrido dentro de Picos, con el Sella, alcanzamos el puente medieval sobre el río Dobra, tan poco conocido y en estado virginal, que recuerda el más famoso, visitado y conocido de Cangas de Onís, aunque aquél ofrece la belleza de su solitaria y encantadora naturaleza. Después de dejar casi vacío de guisantes, estábamos en sus días dorados, “bollos preñaus” y del numeroso e incomparable queso asturiano, recuérdese que

A la izquierda, el puente medieval sobre el río Dobra. En primer plano Manoli y Manolo Bueno, Maísa Dantart, Paco Gª. Ochoa e Isidoro G. Martín.

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es la primera región española en variedad, el mercadillo dominical de Cangas de Onís, donde verdaderamente acuden los campesinos y ganaderos de los Picos de Europa a vender sus productos, celebramos en Los Arcos la última comida de nuestro viaje histórico-artísticopaisajístico-gastronómico. Entre los nueve platos no podían faltar, además de una incomparable fabada, fritos de “pixin”, centollo y merluza a la sidra, las dos grandes especialidades de la casa: la sorprendente tortilla de merluza y el incomparable arroz con leche, recubierto de azúcar quemado, una auténtica delicia. La larga sobremesa, despedida de los compañeros venidos directamente desde Cataluña,

Meneses; País Vasco, Teresa y Luis Odriozola, Zabala; Aragón, Manoli y Manolo Bueno, nos impidió realizar el pequeño rodeo necesario para ver la iglesia prerrománica de Santa Cristina de Lena, probablemente la mejor muestra del peculiar estilo, considerando el conjunto iglesia-paisaje, erigida por Ramiro I, en el siglo XI. Muy avanzado el día, sobre las diez de la noche, estábamos de regreso en la plaza de la Moncloa, final de este incomparable viaje, aunque todavía restaba bastante tiempo a María Elena y José Antonio de las Heras, para llegar a su residencia habitual de Alicante, desde donde se habían desplazado para compartir este fin de semana con todos nosotros.

EPÍLOGO Sería nuestro deseo haber sabido compendiar en estas líneas, escritas para poder servir de guía a posibles viajeros, lo que fue un espléndido y largo fin de semana, animando a nuestro colectivo a su disfrute, compensando claramente el esfuerzo necesario, que especialmente agradecemos a los desplazados desde Cáceres, Barcelona, País Vasco, Alicante y Zaragoza. Al final todos reconocemos, sin duda alguna, que realmente los Picos de Europa son el verdadero Paraíso del Milenio, como hemos titulado estos comentarios. a



(Fotográfias: Alonso, Dantart, Galiana, Magallón, M. Flórez y R. Ferrero)

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