NORMATIVIDAD Y SIGNIFICADO EN WITTGENSTEIN* 1

Revista Philosophica Vol. 32 [Semestre II / 2007] Valparaíso (27-38) 27 NORMATIVIDAD Y SIGNIFICADO EN WITTGENSTEIN* 1 Normativity and meaning in W...
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Revista Philosophica Vol. 32 [Semestre II / 2007] Valparaíso (27-38)

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NORMATIVIDAD Y SIGNIFICADO EN WITTGENSTEIN* 1

Normativity and meaning in

Wittgenstein

PABLO FUENTES O.

Facultad de Humanidades y Educación Universidad Andrés Bello pfuenles@unab. cl

Resumen El artículo ofrece una exposición elemental del problema de la normatividad tal corno este es abordado por Wittgenstein en sus Investigaciones Filosóficas, y hace explícitas las estrategias argumentativas que el autor despliega en contra de las concepciones interpretacionales del significado. Una de las conclusiones obtenidas es que la apelación wittgensteiniana a las prácticas, lejos de constituir una respuesta a la pregunta por un intermediario normativo entre un signo y su aplicación, es justamente lo que hace prescindible una explicación sustantiva del tipo. Palabras clave: Wittgenstein, significado, normatividad, reglas.

Abstract The paper offers an elementary exposition on the problem of normativity as it is examined by Wittgenstein in Philosophical Investigations, and m a k e s explicit the argumentative strategies that the author d e p o y s against the interpretational accounts of meaning. One of the conclusions obtained is that the wittgensteinian invocation of practice, far from constituting an answer to the quest for a normative intermediary between a sign and its application, is on the contrary what makes such a substantive explanation unnecessary. Key words: Wittgenstein, meaning, normativity, rules.

El parágrafo § 139 de las Investigaciones Filosóficas (PU) nos sitúa de lleno en el problema de la normatividad que enfrenta Wittgenstein en las llamadas"Consideraciones sobre seguir una regla" (CSR): "Cuando alguien

* El artículo es parte del proyecto FONDECYT Iniciación 11070004 del 2007. 1

Recibido en enero de 2008.

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me dice la palabra "cubo", por ejemplo, yo sé lo que significa. ¿Pero puede venirme a las mientes el empleo completo de la palabra, cuando la entiendo así?" La serie de preguntas que se formulan a partir de este punto se inserta dentro de la pregunta general por el significado, ejemplificada en este caso específico por el significado de la palabra "cubo". Las primeras páginas del Cuaderno Azul (BB) ofrecen un registro paralelo de la misma cuestión, pero explicitada en la ejecución de una orden: "Si le doy a alguien la orden «tráeme una flor roja de esa pradera», ¿cómo es que llega a saber qué tipo de flor traerme, si sólo le he dado una palabra?" Estas preguntas, reducidas a términos simples, inquieren por la posibilidad de que una comprensión inmediata de la palabra (este "captar de golpe") pueda llegar a determinar un uso regulado y extendido en el tiempo. Pues el conflicto parece ser el siguiente: si bien la comprensión parece determinar el empleo, no es menos cierto que el empleo mismo determina la comprensión. ¿Cómo se explica esto? 1

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Pues bien, dado que tratamos con preguntas filosóficas, es pertinente recordar lo que Wittgenstein entiende por tales. Y es que un delineamiento de sus propios lemas metafilosóficos en las mismas Investigaciones pone en evidencia que la metodología que Wittgenstein pretende imponer a su propio pensamiento conlleva la demanda inicial de abstenerse de dar respuestas positivas a preguntas filosóficas infundadas, haciendo patente la condición de absurdo de muchas de estas preguntas. Como se hará manifiesto en lo que viene, para cumplir estas imposiciones, Wittgenstein se vale de tres pasos estratégicos: (i)

atacar las p r e m i s a s q u e dieron origen a la formulación de estas p r e g u n t a s , e v i d e n c i a n d o el m a l e n t e n d i d o que surge de ellas.

(ii)

reducir al a b s u r d o las r e s p u e s t a s p u t a t i v a s a tales tipos de preguntas. (iii) ofrecer u n a alternativa de mira q u e disuelva el p r o b l e m a inicial.

Bajo este esquema general, la labor del presente artículo será ilustrar de manera precisa el modo en que esta metodología opera en CSR. Si la apreciación es correcta, la labor de Wittgenstein en estos parágrafos es poner de manifiesto que la visión del lenguaje que tiende a interponer un abismo entre una palabra y su aplicación opera como una falsa premisa, desde la cual se proyectan una serie familiar de preguntas, a las cuales hace frente una serie familiar de respuestas, ninguna de las cuales logra plantearse de

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W I T T G E N S T E I N , L., Investigaciones Filosóficas, t r a d u c c i ó n e s p a ñ o l a de A. G a r c í a S u á r e z y U. M o u l i n e s , B a r c e l o n a : Critica, 1988, § 139, p. 139. W I T T G E N S T E I N , L., The Blue and Brown Books, L o n d o n : Harper Torchbooks, 1965, p . 3 .

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modo consistente. Frente a este complejo filosófico, la labor aclaratoria de Wittgenstein tiene como prioridad atacar las premisas que hicieron posible el embrollo, demostrar la inconsistencia de las respuestas putativas a sus interrogantes, y finalmente, ofrecer una alternativa de mira que logre recuperar una visión clara sobre los fenómenos. Dado que esta labor disolutiva no actúa de forma unívoca, sobre un blanco preciso, sino de modo progresivo, sobre una serie familiar de figuras y modelos filosóficos, haré una revisión pautada de los argumentos centrales de CSR, asimilando gradualmente su impacto y modos operativos, para luego decidir si estos últimos se adecuan al esquema propuesto. Para iniciar esta revisión, haré un examen de los parágrafos § 139 y § 140 de PU (más otros interesantes paralelos en BB), que en su conjunto ilustran cómo este esquema opera específicamente sobre una de las figuras mencionadas: las imágenes como intermediarios normativos. Específicamente, estos pasajes sugieren un tipo de explicación (de las muchas) a la cuestión del significado. Y la explicación es la siguiente: lo que hace posible el uso regulado y correcto de la palabra "cubo" (o "flor roja") es la imagen o figura que nos viene a las mientes cuando entendemos la palabra. Cada vez que alguien nos hace frente con la palabra "cubo", por ejemplo, lo que hacemos es atenernos a la imagen que surge en nuestra mente, y a partir de ella proyectamos un uso preciso o aplicación. Pero he aquí la objeción de Wittgenstein: "Y ahora lo esencial es q u e v e a m o s q u e al oír la p a l a b r a p u e d e q u e n o s venga a las m i e n t e s lo m i s m o y a p e s a r de t o d o ser distinta su aplicación. ¿Y tiene e n t o n c e s el mismo significado las d o s v e c e s ? C r e o q u e lo n e g a r í a m o s " . 3

El pasaje es típicamente wittgensteiniano. Su fuerza radica en mostrar que la imagen no cumple el rol normativo por el que originalmente fue citada. Y es que la imagen puede tener una variedad de aplicaciones, y nada intrínseco hay en ella que determine que este uso preciso es el correcto. Para lo que llamamos el "uso correcto de la imagen" se requiere el mismo garante normativo que demandaba el "uso correcto de la palabra". Por esta razón, la pregunta "¿cómo una palabra determina un uso específico?" es relevada por esta otra: "¿cómo una imagen determina una proyección específica?" La interrogante es aplazada hacia otro ítem con el mismo déficit, abriendo espacio a la misma objeción: considerada intrínsecamente, no hay nada en esta supuesta pieza normativa que pueda determinar un uso específico. Llamaré a esta negativa a otorgarle a las imágenes un rol normativo "Negativa-W".

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WITTGENSTELN, L., Investigaciones Filosóficas, ed. cit., § 140, p. 141.

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Pues bien, frente a la Negativa-W, Wittgenstein ofrece una alternativa propia, que llamaré la "Alternativa-W". Si nos atenemos el esquema argumentativo más arriba esbozado, esta alternativa no debiese operar como relevo de las respuestas ofrecidas por el interlocutor a las preguntas planteadas en § 139, sino como reemplazo de las falsas premisas que dieron origen a dichas interrogantes. Sucintamente, esta alternativa consiste en lo siguiente: mostrar que no hay una brecha real entre una palabra y su aplicación. Que las palabras se aplican, en nuestras prácticas efectivas, sin intermediarios. El pasaje de BB no puede ser más categórico a este respecto: "vamos, miramos a nuestro alrededor, nos acercamos a una flor y la cogemos, sin compararla a nada" . 4

Dos precisiones son necesarias. Primero: muchos críticos de Wittgenstein han expresado sus reservas respecto de esta Alternativa-W, afirmando que con ello Wittgenstein no parece aportar nada sustancial a la solución de las interrogantes. La respuesta, se quisiera decir, deja todo como está. Mayor perplejidad -y aun hostilidad- genera el hecho de que el mismo Wittgenstein defienda esta aparente inanidad en su tratamiento de la cuestión, mediante sentencias que podemos calificar de metafilosóficas . La pregunta que se debe atender, por lo tanto, es la siguiente: ¿cómo puede esta alternativa wittgensteiniana constituir un aporte filosófico a los problemas en cuestión? La pregunta, al menos, parece tener cabida. Mal que mal, si se atiende a los casos examinados, la inquietud no es simplemente el que seamos capaces de comprender una orden, sino el cómo lo hacemos, mediante qué mecanismos. Y a este respecto la respuesta de Wittgenstein parece redundar en esto: bueno, lo hacemos. Esto puede generar el parecer de que la Alternativa-W, más que resolver el problema, simplemente lo constata. Con ello se tiene la impresión de volver al lugar en que estábamos, sin haber hecho avances que resuelvan de manera efectiva las interrogantes. ¿Cómo asimilar esta impresión? 5

La respuesta es la siguiente: no lograremos claridad sobre el modo en que la estrategia wittgensteiniana logra ser un aporte en la medida en que la Alternativa-W no sea situada en el lugar que le corresponde dentro de la estrategia argumentativa general. Para ello es importante distinguir dos niveles del problema, tal como se ha hecho más arriba: existe lo que son las respuestas putativas a la pregunta por el significado, y existe lo que son las premisas que hicieron posible dicha pregunta. Como se hará ver, la Nega4

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W I T T G E N S T E I N , L., The Blue and Brown Books, ed. c i t , p. 5. D o s pasajes ilustrativos de esto: " L a filosofía e x p o n e m e r a m e n t e t o d o y no e x p l i c a n i d e d u c e n a d a . —Puesto q u e t o d o y a c e a b i e r t a m e n t e , n o h a y n a d a que e x p l i c a r " ( W I T T G E N S T E I N , Investigaciones Filosóficas, ed. cit., § 126). "Si se quisiera p r o p o n e r tesis en filosofía, n u n c a se p o d r í a llegar a discutirlas porque t o d o s estarían de a c u e r d o c o n e l l a s " (Ibid., § 128. p. 131).

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tiva-W es un rechazo de lo primero (una refutación de las imágenes como garantes normativas); mientras que la Alternativa-W es un rechazo de lo segundo: un intento por hacernos ver que la supuesta brecha entre palabra y aplicación (que dio origen a la pregunta por un intermediario normativo) no existe. Lo concreto -lo que está a la vista- es simplemente esto: que procedemos así. El error de algunos intérpretes ha sido entender esta Alternativa-W como otra respuesta putativa a la pregunta por el significado, en reemplazo de las refutadas por reductio, y no como un punto de mira que disuelve las premisas, y con ello, las interrogantes a las que dieron origen. Dicho de otro modo: en la medida en que se entienda la Alternativa-W como respuesta a las preguntas que surgen de las premisas que justamente esta alternativa pretende disolver, no se logrará captar la fuerza argumentativa que ostenta. El esquema que se ha venido delineando pretende arrojar luz justamente sobre estos malentendidos. La segunda precisión: el argumento, tal como ha sido presentado, parece apuntar a dos cuestiones distintas. Por una parte, tenemos la refutación de las imágenes en cuanto estas no son necesarias para lo que llamamos "comprensión"; por otra, su refutación en cuanto estas no ostentan la suficiencia que se les atribuye como garantes normativas . El argumento por necesidad apela a que no es en absoluto esencial que un ítem comparezca ante mi mente para que yo comprenda una palabra. Lo que es decir: es perfectamente posible que la comprensión de un signo se manifieste sin la comparecencia de ningún tipo de imagen mental (y esto, por supuesto, no quiere decir que tal comparecencia no ocurra de hecho a veces). Nótese, además, que en el despliegue del argumento tal como se formula en BB, Wittgenstein no sólo está tratando de evidenciar el carácter meramente sintomático de las imágenes mentales, sino también el de las imágenes exteriores, como lo es una tablilla que contenga muestras de color y palabras correspondientes . Recordemos que el punto crucial de este curso de razonamientos es que, contrariamente a lo supuesto por el interlocutor, hay una manera de seguir la instrucción "tráeme una flor roja" en la que no comparamos nada, sino que simplemente actuamos: voy, miro una flor y la cojo. Es perfectamente posible que yo comprenda esta orden sin la comparecencia de ninguna imagen mental, del mismo modo como es posible que yo comprenda esta orden sin la ayuda de ninguna tablilla. En efecto, no es en absoluto esencial que una imagen -cualquiera sea su tipo- sirva de mecanismo normativo. El punto aquí es el siguiente: la imagen, cualquiera sea su género, sólo cons6

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La distinción la han desplegado con suficiente claridad McGinn (cf. M C G I N N , Colin, Wittgenstein on Meaning. an interprelation and evaluation, Oxford: Basil Blackwell, 1984, p. 5) y Blackbum (cf. B L A C K B U R N , Simon, Spreading the word, Oxford: Oxford University Press, 1984, p. 45). WITTGENSTEIN, L., The Blue and Brown Books, ed. cit., p. 3.

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tituye un síntoma de la comprensión y no algo constitutivo de ella. De este modo, al reemplazar la imagen mental por una imagen material (al pasar de lo privado-experiencial a lo observable-público), Wittgenstein logra sustraer el estatus preferencial de lo primero y nivelarlo con lo segundo, para así evidenciar el carácter meramente sintomático de estos supuestos ítems normativos. Ahora bien, al comparar estos pasajes de BB con su paralelo en PU, el lector podrá reparar en que, pese a la familiaridad de los argumentos, el punto es ligeramente distinto. Pues mientras en BB Wittgenstein está empeñado en refutar el carácter necesario de las imágenes (sea cual sea su género), el texto de PU se aboca a demostrar la patente insuficiencia de estos ítems para determinar el empleo correcto. El argumento, ya esbozado más arriba (Negativa-W), se reduce a lo siguiente: una imagen puede tener variadas aplicaciones y no hay razón para pensar que ella ostenta mayor fuerza normativa que la palabra inicial por la que fue citada. Pues nada intrínseco en la imagen dicta una aplicación precisa. Wittgenstein, para hacer ver este punto, examina la figura de los "métodos de proyección", que parece ser el último subterfugio del interlocutor para justificar la idea de que el empleo está normado por imágenes. " ¿ Y q u é p a s a si n o s v i e n e a las m i e n t e s no sólo la figura del c u b o , sino t a m b i é n e l m é t o d o d e p r o y e c c i ó n ? - ¿ C ó m o debo i m a g i n a r m e eso? - Q u i z á d e m o d o q u e v e o ante m í u n e s q u e m a del m o d o d e p r o y e c c i ó n . Una f i g u r a , p o n g a m o s p o r c a s o , q u e m u e s t r a d o s c u b o s c o n e c t a d o s entre s í p o r m e d i o de líneas de proyección. - ¿ P e r o me lleva esto sustancialmente m á s allá? ¿ N o p u e d o ahora i m a g i n a r m e t a m b i é n diferentes aplicaciones d e este e s q u e m a ? " 8

Como es manifiesto, el peso de la refutación recae con la misma fuerza: por más que se aplace la objeción de un ítem a otro, ésta se reformula con la misma lógica y rigor. Un método de proyección no es intrínsecamente mejor que su imagen, y ésta no es mejor que la palabra. La interrogante por lo que determina la aplicación correcta continúa en el aire, sin respuesta. De este modo, en las líneas inmediatamente siguientes, Wittgenstein evalúa la idea de que lo que viene a las mientes es, finalmente, la aplicación misma. Y he aquí que el curso argumentativo parece llegar a un tope. Wittgenstein reconoce que en efecto esto es así, pero inmediatamente advierte de la aplicación de una expresión como esa: venirme a las mientes una aplicación. Pues para reconocer el modo de aplicación que estamos inclinados a llamar "correcto", sólo contamos con dos criterios: la imagen (mental o física) y la aplicación que se hace de ella. Pero justamente la pregunta es por la posibilidad de que estos elementos entren en colisión. Hacia el final 8

W I T T G E N S T E I N , L., Investigaciones Filosóficas, ed. cit., § 141, p. 143.

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del parágrafo, Wittgenstein pone fin a la discusión con una sentencia que ilustra muy bien la piedra de tope a la que suelen llegar sus argumentos: una figura y aplicación determinada pueden entrar en colisión en la medida en que la figura nos sugiera un empleo diferente, "porque los hombres hacen en general esta aplicación de esta figura" . 9

Un ejemplo puede servir para aclarar el punto. Pensemos por un momento en una señal gráfica común y corriente: una flecha. Wittgenstein, de hecho, recurre no pocas veces a este tipo de ejemplo . En sí misma, la imagen "—>" no contiene nada intrínseco que asegure aplicarla de un modo determinado. Es equívoco pensar que ella posea mayor fuerza normativa para determinar una aplicación que, por ejemplo, el conjunto de signos lingüísticos "diríjase hacia su derecha". Según el argumento por necesidad, la idea de que para comprender estas palabras es esencial la comparecencia de tal tipo de imagen es una mera ilusión: puedo seguir la orden (como lo hago comúnmente) sin que una imagen o ítem de ningún tipo me venga a las mientes. Según el argumento por suficiencia, incluso si hay algo así como la comparecencia de una imagen, no hacemos más que confundir las cosas al atribuir a ésta, intrínsecamente, el rol normativo para la aplicación correcta. Pues esta misma imagen, ¿acaso no puede ser proyectada de modos diversos? De hecho, uno de sus métodos de proyección puede ser el dirigirse en sentido contrario al que usualmente estamos inclinados a hacerlo. Si contra esta suposición se nos dice que lo que realmente comparece ante nuestras mentes es la figura más el método de proyección correcto (por ejemplo, una tablilla que contenga frente a "—>"la figura de un hombre caminando hacia la derecha), la objeción vuelve a surgir: ¿acaso este mismo esquema, no puede ser interpretado de modo alternativo? ¿No puede ir el hombre caminando hacia atrás? ¿No puede acaso el hombre representar esa posición detenida en el espacio? 10

Ahora bien, si frente a esta regresión, se nos dice que lo que viene a las mientes es simplemente la aplicación, lo único que debemos decir es: por cierto, pero ten cuidado de extraer implicancias de esta expresión. El hecho concreto es que aplicamos estas palabras de tal y tal modo, que aplicamos estas imágenes de tal y tal modo, y que incluso contamos con métodos de proyección más o menos estandarizados que aplicamos de tal y tal modo. Los hombres hacemos en general esta aplicación de estas figuras. Pero intentar dar una explicación de ello mediante intermediarios mentales puros, es perder de vista esta superficie dura, remitiendo los fenómenos a un medio subyacente, a una atmósfera más extraña y peculiar". Y es justamente

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Ibid. Ibid., § 85, p. 105; § 86, p. 106;

The Blue and Brown Books, ed. cit., pp. 33-34. WITTGENSTEIN, L., Investigaciones Filosóficas, ed. cit., § 93 y § 94, p. 115.

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con el fin de exorcizarnos de esta inclinación intelectual que Wittgenstein procede a sacar la imagen fuera, a exteriorizarla. Más decisivo aún, el rol argumentativo de esta apelación a nuestras prácticas efectivas no logra comprenderse con claridad si no se atiende a su posición dentro de todo el marco de discusión. Y es que esta apelación a las prácticas no está formulada como una respuesta a la pregunta por lo que sea el significado (o, ¿a qué corresponde el significado?), sino como una alternativa de mira que reemplaza y disuelve justamente la urgencia de la pregunta. Si nos atenemos a los hechos mínimos que componen la comprensión de tales y tales expresiones, bajo tales y tales circunstancias, no nos veremos en la necesidad de postular eventos o episodios experienciales subyacentes o paralelos a su ocurrencia en nuestras vidas. Y esto es dirigir la crítica a la premisa más general de cómo tendemos a concebir los signos. La labor de Wittgenstein, en este sentido, es eminentemente disolutiva: si atendemos a instancias efectivas, comprobaremos que estos supuestos intermediarios no cumplen el rol normativo que le atribuimos (Negativa-W), y que donde nos urgía la presencia de tal intermediario, no hay más que constatar actividades, reacciones, usos (Alternativa-W). El hecho mínimo e irreductible sigue siendo este: aplicamos estos signos, en tales y tales circunstancias, de tal y tal modo. Los parágrafos § 198 y el § 201 de PU concentran la expresión más nítida de este marco minimalista de argumentación y constituyen sin duda alguna los parágrafos centrales de CSR. Personalmente estoy inclinado a pensar que estos dos parágrafos concentran la intuición más original y asombrosa del pensamiento wittgensteiniano. Una revisión cuidada de ellos, permitirá completar el esquema expositivo inicial y especificar el efecto de sus contenidos en el trazo general de CSR. Comienzo con el parágrafo § 198: «¿Pero cómo puede una regla enseñarme lo que tengo que hacer en este lugar? Cualquier cosa que haga es, según alguna interpretación, compatible con la regla.» —No, no es eso lo que debe decirse. Sino esto: Toda interpretación pende, juntamente con lo interpretado, en el aire; no puede servirle de apoyo. Las interpretaciones solas no determinan el significado. «Así pues, ¿cualquier cosa que yo haga es compatible con la regla?» —Permítaseme preguntar esto: ¿Qué tiene que ver la expresión de la regla -el indicador de caminos, por ejemplo- con mis acciones? ¿Qué clase de conexión existe ahí? -Bueno, quizás esta: he sido adiestrado para una determinada reacción a ese signo y ahora reacciono así. Pero con ello sólo has indicado una conexión causal, sólo has explicado cómo se produjo el que ahora nos guiemos por el indicador de caminos;

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no en qué consiste realmente ese seguir-el-signo. No; he indicado también que alguien se guía por un indicador de caminos solamente en la medida en que haya un uso estable, una costumbre" . 12

Como se puede advertir, los tres párrafos se valen de la misma estrategia: frente a la afirmación de un interlocutor, Wittgenstein pretende aclarar su punto en torno al problema de seguir una regla, haciendo ver el embrollo en el que su interlocutor se ve entrampado. Como esbozo general, es preciso señalar que los tres párrafos, en su conjunto, cumplen una labor negativa y otra positiva: el primero se atiene a acusar una cierta concepción a la que somos tentados; el segundo y el tercero a hacernos ver el remanente positivo al que debemos atenernos para disolver el malentendido. Vamos por parte. El primer párrafo comienza expresando la inquietud, a modo de pregunta, del interlocutor: ¿cómo puede una regla determinar un curso de acción en cada momento? Esta inquietud surge a partir de los argumentos expuestos en pasajes anteriores de CSR y que llevan a la conclusión aparente de que cualquier cosa que uno haga puede hacerse compatible con la regla. Y es que la expresión de una regla, como ha sugerido Wittgenstein, puede ser interpretada de diversas maneras: la imagen de cubo como un prisma triangular, la fórmula "+2" como "+2 hasta 1000, +4 hasta 2000, +6 hasta 3000...", y en general cualquier regla auxiliar para interpretar una regla original. Dados estos argumentos, la reflexión a la que el interlocutor se ve tentado es la de que una regla no parece en absoluto determinar un curso de acción. Con ello, toda la idea de normatividad pierde sentido, dejándonos con la paradoja de que una regla, finalmente, no determina un curso de acción. Pero he aquí que Wittgenstein advierte: nuestra conclusión no debe ser que las reglas sean incapaces de determinar un curso de acción; sino, más bien, que lo sean las interpretaciones que creemos les sirven de apoyo. Lo que se debe advertir no es que las reglas no determinan un curso de acción, sino que nuestra concepción de cómo lo hacen nos ha llevado a un malentendido. El mecanismo de interpretación asociado a la regla, y no la regla, es la pieza que gira en banda. Con ello, Wittgenstein nos insta a deshacernos de nuestra concepción de regla como asociado a un mecanismo interpretacional, pero no de nuestra convicción de que la regla cumple su rol normativo. Hechas estas precisiones, la pregunta que surge de modo natural es la siguiente: si no es un mecanismo interpretacional lo que da respaldo normativo a la regla, entonces, ¿qué es? El segundo párrafo ofrece una respuesta inicial a la interrogante. El pasaje comienza con la situación paradojal a la 12

Ibid., § 198, pp. 119-201.

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que se ve inclinado el interlocutor y que se traduce en el lema: una regla no puede determinar un uso correcto. El párrafo anterior sugería que es el mecanismo interpretacional que asociamos a la regla el que nos conduce a la paradoja: si se acepta esa premisa y se consideran los argumentos negativos desplegados en parágrafos anteriores, es inevitable llegar a la conclusión de que la interpretación no sirve de estándar normativo. Pero antes de saltar a la conclusión de que las reglas no son normativas, la invitación era a deshacernos de esta concepción interpretacional de la regla y a reemplazarla por otra alternativa. Y Wittgenstein, en este segundo párrafo, no hace más que esbozar una alternativa (la Alternativa-W), al afirmar que la conexión entre la expresión de una regla y la acción consecuente no es más que esta: hemos sido adiestrados a reaccionar así. Nuevamente, la estructura de su argumento culmina en una mínima apelación a nuestras prácticas efectivas: no un intermediario puro, sino el hecho natural de que en tales y tales circunstancias, frente a tales y tales signos, nos comportamos así. El tercer párrafo, pese a no usar comillas, acude al mismo recurso, al expresar la disconformidad del interlocutor frente a esta apelación minimalista que Wittgenstein ofrece como alternativa a la concepción interpretacional. La objeción puede ser desglosada del siguiente modo: al afirmar que lo que otorga normatividad a la regla es el hecho de que reaccionamos así, estamos dando sólo una conexión causal y no - s e quisiera decir- lo constitutivo de la regla. Mediante esta apelación no queda claro en qué consiste este seguir-el-signo. La respuesta de Wittgenstein no se deja esperar e insta a afinar la mirada desde este nuevo punto de mira: no se ha indicado sólo una conexión causal, sino que se ha puesto en evidencia el hecho de que seguir una regla es un uso estable, una costumbre. Con ello, Wittgenstein muestra que fenómenos como seguir una regla, más que un evento mental, deben ser entendidos como prácticas. Pero no prácticas recubiertas, que de alguna manera proceden de alguna esfera interna o privada, sino prácticas manifiestas, extendidas en el tiempo, e instituidas en usos uniformes y consensuados. Y es que al establecer la conexión entre regla y aplicación en la reacción consensuada, Wittgenstein está descartando el supuesto mecanismo privado como estándar normativo, haciendo ver que lo que llamamos "significado" sólo se establece temporalmente bajo una regularidad en los comportamientos, no en un evento privado-experiencial. El parágrafo § 201 está en estricta conexión con lo anterior y tiene una estructura bastante similar. Se compone también de tres párrafos: "Nuestra paradoja era esta: una regla no podía determinar ningún curso de acción porque todo curso de acción puede hacerse concordar con la regla. La respuesta era: Si todo puede hacerse concordar con la regla,

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entonces también puede hacerse discordar. De donde no habría ni concordancia ni desacuerdo. Que hay ahí un malentendido se muestra ya en que en este curso de pensamientos damos interpretación tras interpretación; como si cada una nos contentase al menos por un momento, hasta que pensamos en una interpretación que está aún detrás de ella. Con ello mostramos que hay una captación de una regla que no es una interpretación, sino que se manifiesta, de caso en caso de aplicación, en lo que llamamos "seguir una regla" y en lo que llamamos "contravenirla". De ahí que exista una inclinación a decir: toda acción de acuerdo con la regla es una interpretación. Pero solamente debe llamarse «interpretación» a esto: sustituir una expresión de la regla por otra" . 13

Se puede diagramar el conjunto de estos párrafos de modo similar a § 198. El párrafo inicial expresa la situación aparentemente paradojal a la que somos llevados en nuestro curso reflexivo; el segundo da cuenta del malentendido que ha generado tal paradoja, instándonos a removerlo; mientras el tercero especifica cuál es la pieza que nos hace caer en el malentendido. La estrategia, grosso modo, es la misma que la de § 198: mostrar que la aparente paradoja es producto de un malentendido, el cual debe ser removido si queremos obtener una visión clara sobre los fenómenos. Vamos por parte. El primer párrafo vuelve a plantear, casi con las mismas expresiones, la paradoja que inquietaba al interlocutor de § 198(i): una regla no puede determinar un curso de acción, puesto que todo curso de acción puede hacerse concordar con la regla. Esto lleva, aparentemente, a reconocer la inanidad de la regla, en el sentido de que ella no permite fijar un estándar efectivo de concordancia o desacuerdo. El segundo párrafo sale en auxilio de esta situación. En él se insta a remover la paradoja, advirtiendo que lo que la ha generado ha sido un inicial malentendido: en el curso de nuestra reflexión nos vimos tentados a buscar interpretación tras interpretación, hasta dar con aquella que no fuese susceptible de objeción. Pero lo que la línea argumentativa central de CSR ha logrado mostrar es que hay un modo de captar una regla que no es una interpretación, y que se manifiesta en lo que nosotros, la comunidad, llamamos "seguir una regla" o "contravenirla". De lo que se trata, pues, es de remover el malentendido (y con ello, la paradoja), reparando en el hecho de que debe haber, finalmente, un modo de seguir la regla que no está asociado a ningún mecanismo de interpretación, pero que se manifiesta en el hecho de que tales y tales signos, bajo tales y tales circunstancias, los aplicamos así. Y es a esto, justamente, a lo que llamamos "seguir esta regla". El tercer párrafo viene a reforzar lo anterior. Su labor consiste en pre-

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Ibid, § 201, p. 203.

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PABLO FUENTES O. / N O R M A T I V I D A D Y SIGNIFICADO EN WITTGENSTEIN

cisar cuál es la pieza que nos ha hecho caer bajo la ilusión del mecanismo. Y esto es lo que enuncia la frase: toda acción de acuerdo con la regla es una interpretación. Lo que es decir: todo signo gatilla en nuestra mente un mecanismo interpretativo que intrínsecamente es capaz de determinar un curso de acción. Ante la objeción de que a todo signo se le puede dar una variedad de interpretaciones, caemos en perplejidad, y miramos a nuestro alrededor en busca de otro ítem putativo que sí logre fijar el mecanismo interpretativo correcto que, a su vez, será objeto de la misma objeción, generando de este modo una regresión infinita. Nuestro intento por fijar el estándar normativo, simplemente, no es real: eso que llamamos interpretación no es más que sustituir una expresión de la regla por otra que, a su vez, puede ser interpretada mediante otra expresión, ninguna de las cuales logra determinar, por sí sola, una aplicación correcta. Para lo que llamamos aplicación hace falta un paso ciego. Para concluir. En su conjunto, los parágrafos § 198 y § 201 llevan a la conclusión establecida en la primera línea de § 202: "seguir una regla es una práctica". Más que un mecanismo intermediario, son nuestras prácticas efectivas las que instituyen el significado de los signos. La alternativa de mira constata el único y mínimo hecho normativo: que aplicamos estos signos así. Esta alternativa de mira, ya está dicho, puede resultar algo elusiva, y puede incluso dar la impresión de que con ella no logramos un avance efectivo en la solución de los problemas. Pero, como ya se ha advertido, esto depende en gran medida del lugar que asignemos a la alternativa de mira dentro del cuadro, partiendo por el hecho de que ésta no viene a ser una solución de las interrogantes, sino una disolución de ellas. Si no se tiene claridad sobre este punto, sin duda que la "respuesta" wittgensteiniana a las interrogantes puede parecer superflua o inefectiva: ante la pregunta "¿qué es lo que determina el uso de los signos?", Wittgenstein estaría respondiendo: "el uso de los signos". Y de alguna manera, esto es así; aunque es preciso advertir que la apelación al uso y las prácticas no es ni pretende ser una respuesta a la interrogante, sino la constatación del hecho irreductible y natural que viene a disolver el complejo filosófico que dio origen a la interrogante.