N.0 28. — 20 NOVIEMBRE D E 1855.

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{Sale los días 10, 20 y 30 de cada mes.)

Periódico defensor

de los derechos.

Intereses y consideraciones de las respectivas

clases

facnltativas.

í aoMauil oraoo ^fiHaosl ñiqo-q .¿1 'ib k ^ s v y f q ¿o\ h ^ o i m h ú h coi B & a í & t n s ' i S i : t a ú & BAJO LA DIRECCION t

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REDACCIÓN

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Favorecidos con la digna cooperación de diferentes "profesores de las mencionadas

facultades

Precio de suscripción. E n Barcelona y demás puntos de España é islas adyacentes. 40 rs. alano. — Ultramar y e s trangero 60 r s . R e d a c c i ó n . — R a m b l a de S. J o s é n . 0 1 3 , cuarto 3 . ° , entrando por la de la Petxina, n.0 2 .

MATERIAS CONTENIDAS E N ESTE HUMERO. Razón y humanidad. Reseña de un pólipo vaginal, escindido y curado , por Mendoza. E l c ó lera y las clases facultativas. Necrología. VACAXTE§i L o ESTÁN. L a plaza de médico cirujano á e Fresno el viejo, provincia de Valladolid ; dotada con 7,300 rs. pagados por trimestres por el ayuntamiento, y 1 2 r s . por cada parto. L a s solicitudes hasta el 21 del corriente. — L a s dos plazas de médicos titulares de Fuente S a ú c o , provincia de Z a m o r a ; s u d o t a c i ó n 3,000 r s . pagados por trimestres de fondos municipales, por asistir á 425 p o bre cada uno y alternar en la asistencia del hospital, percibiendo cindario, que será de 500 á 550 vecinos,

por el resto del v e -

2 rs por visita y 10 por consulta. Una de las

plazas ha de recaer precisamente en médico-cirujano. L a s solicitudes hasta el 30 d e l — L a de wedtco-ctrMjano de la villa de S e d a ñ o , provincia de Burgos

y cuatro a n e -

jos p r ó x i m o s ; su d o t a c i ó n 100 fanegas de trigo, 100 de cebada y -(,800 reales

cobrados

por trimestres de fondos municipales. Las solicitudes en todo el p r é s e n l e mes. — X a de cirujano d e V i l l a n u e v a del Rebollar, provincia de F a l e n c i a ; su d o t a c i ó n 2*7 cargas y media de trigo por reparttmienlo del ayuntamiento, que cobrará el a g r a c i a do en agosto y setiembre. L a s solicitudes hasta

el 28 de noviembre.

— A QUIEN CORRESPONDA. Parece que en la facultad de medicina de esta univerdidad hay mas cátedras d e s e m p e ñ a d a s por sus títulos que por sus propietarios. No son tontos los .fl(

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BARCELONA : IMPRENTA DE RAMIREZ.

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que se pasean cobrando s u sueldo,

a u n que pasea a ñ o s enteros en Madrid, y no es

tonto el gobierno en permitirlo ; muy al contrario, cuando dá competentes licencias prueba que gobierna, y que sabe lo que hace. AUSENCIA. Debemos advertir á nuestros suscrilores que el S r . de Sáraano no ha r e gresado

a u n á esta,

por lo que á muchos no se les han podido r e m i t i r los n ú m e r o s

que tienen reclamados del Divino Valles.

TRATADO DE M A T E R I A FARMACEUTICA ó sea H i s t o r i a n a t u r a l de los medicamentos, escrita p o r el licenciado en farmacia Dox RAMOX VALLOVÉRA. Obra interesante h los discirulos, á los profesores de la propia facultad, como también a los de la facultad de medicina. Para que esta obra esté al alcance de todos y 'sin necesidad de grandes desembolsos, en obsequio á los señores suscritos, ha resuelto su autor la publicación por entregas al módico precio de un real vellón en Barcelona, y real y medio fuera de ella, franco de porte, precio que se aumentará concluida la lista de los primeros 240 suscritores. L a obra constará de uuas IOO entregas aprocsimadamente, repartiéndose doscada semana sin interrupción de i 6 páginas cada una, de letra y tamaño igualial prospecto. Se ha repartido ya la primera entrega. Se suscribe e n las farmacias^siguientes: Barcelona, en casa del propio autor calle Arenas de San Pedro.—Badajoz, D . José M a n u e l Rubiales.—Cádiz, D . J a c i n t o Alconchel.—Cuenca, J ) . A n t o n i o Senende Castro—FigneTas, D . A n t o n i o F e r r a n y Mensa.—Gevoaa, D . Pablo de C o r t a d a . — y h d ñ á ^ D . Genaro M o n t e r o , calle del caballero de Gracia n.0 23.—Mahcn, D . B o m i n g o Or^ra.—Málaga, D . J o a q u í n G a r d a B r i z y Galindo.—Otense, D . Gabriel F e r r e i r o , (librero).—Palma-de Mailojca., D . Pedro Purera.—Pamplona, D . Javier Blasco. —Beus, D . G i l Soriguera.—Santiago., D . Angel Colleja, (librero).—Sevilla , D . A g u s t í n M a r i a l?ar6m.—Tarragona, D . í o a q u i n M a r t i . — T e r u e l , í ) . í u a n Pedro L a Gasea.—Toledo, D . L u i s Pardo.—Valladolid, D . José Salvador R u i z . TRATADO DE L A S

ENFERMEDADES DEL ENCEFALO, M e n i a l é s v nerviosas , RESUMEN GENERAL DE TODAS L \ S OBRAS, MONOGRAFIAS, • MEXOEIAS ANTIGUAS Y MODERNAS, POR r N i SOCIEDAD DE MÉDICOS, BAJO LA DIRECCION DEL • D r FABRE; ' " "I Caballero de la Legión de Honor, autor del D i c c i o n a r i o de los D'icccionaríos de • M e d i c i n a 3 reázeloT en ] e k d é l a . Gaceta de los Hospitales á é Varis. Obra adoptada por la Universidad , las Facultades de Medicina, escuelas preparatorias , por los á e ISL Biblioteca del M é d i c o P r á c t i c o . Esta o b r a , como toda las de ia co'eecion de esteaulor, es un r i q u í s i m o repertorio e n que el práctico va recorriendo sucesivamente desde e l nacimiento de; cada doctrina , de cada tratamiento, de cada sistema y de cada idea hasta que llega á la s u m a de. c o nocimientos actuales, d e s p u é s de haber estudiado los pasajes de los libros mas notables, antiguos y modernos, de todos los paises del mundo, y de haber conocido por sus ideas especiales de cada m é d i c o c é l e b r e de cualquiera é p o c a y de cualquiera n a c i ó n que baya tratado de la materia. Este libro es, en fin, una biblioteca de cuanto se ha escrito hasta nuestros dias por los p r á c t i c o s mas afamados acerca de las enfermedades del encéfalo , mentales y nerviosas. . ^ . Consta dedos lomos, e n 4. e s p a ñ o l , de 325 p á g i n a s cada uno, y de hermosa e d i c i ó n . Precio en venta : 40 rs. en Madrid y 45 para provincias, francos de porte.

BABCELONA 20 DE NOT1EMBBE DE 1 8 5 5 .

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RAZON Y flUMANIDAD. S í í p OüOfH 9 1 1

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Sigatíios ía corriente de ideas del doctor Mata en ios artículos que nos han ocupado en los anteriores n ú m e r o s , y escuchémosle cuando dice: «Si la gran sorabra de Hipócrates se levantara (1) y escuchara los razonamientos de los contagionistas se avergonzaría por ellos, al verlos hablar de epidemias.» Sabe Dios , doctor Mata , por quién se avergonzária el padre de la medicina ; si por fos contagionistas ó por sus adversarios, ó por los qtíé han dicho que la voz contagio era sinónima de absurdo, confesarido después que hay enfermedades contagiosas y dando el. mismo valor á aquella palabra que el que otros mil le habían atribuído.=^=«Que se nos cite , dice Y Í , una sola enfermedad epidémica no contagiosa de común acuerdo, que no nos abra ancho campo para esos itinerarios y esos cuentos que se refieren de la peste, de la calentura amarilla, y de ese colera que saliendo de ctiándo en cuando de las entrañas del Ganges da uña vuelta desoladóra'por entrambos hemisferios. Tomad todos ios hechos dé esa íiaturaleza que se aducen como pruebas prácticas del contagio dé la peste, de! tifus icterodes o vómito negro y del cólera; mudad el nombre de la enfermedad ; llamadla gripe, ó simple catarro, y no tendréis mas qtíé modificar ios euadros sintomáticos y el número de víctimas; en lóídemas, én las formas de los argumentos de hecho, encontrareis una identidad maravillosa; jamás os faltarán barcos y carruages que os importen el mal.» Poco á poco, Sr. Mata> «que se cite, dice V . , una enfermedad epidémica que de común acuerdo rio sea contagiosa:» ¿en el diccionario de su imaginación ¿que son enfermedades epidémicas? Hasta aquí no había para V . ninguna enfermedad epidémica contagiosa; ahora solicita una que de común acuerdo no lo sea ; ésto supone que ya nos concedería lo que antes nos negaba; estoes, que hay alguna enfermedad épidémica contagiosa: pero en su (?)

Sr. Mata

, esto se cae de metafórico.

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— 622 — cionario , preguntamos, ¿ q u é son enfermedades epidémicas? Hemos ya espuesto lo que significa la voz epidémica ; y para nosotros no hay ninguna enfermedad quesea esencialmente epidémica. E l doctor Mata, querrá espresar sin duda , dando por interpretada su idea, las enfermedades que toman fácilmente el carácter epidémico; porque aun el mismo cólera, que tan epidémicamente ha reinado sobre los españoles, se hallaba en Madrid cuando se escribían los artículos qne nos ocupan, y de un modo que nadie decia que la corte sufriese el rigor de una epidemia. De modo que el doctor Mata nos solicita una enfermedad epidémica no contagiosa de común acuerdo y no hay, como hemos indicado, enfermedad alguna que esencialmente lo sea epidémica, ni tampoco absolutamente contagiable como diremos mas adelante: por lo qué pidíéndo á dicho señor, lo que el mismo solicita , su contestación mas lisonjera seria , absurdo. Pero prescindiendo de absurdos porque en este terreno no conocemos mas que errores, vamos á prescindir de la cuestión de palabras y tomando la idea de la espresion, contestar y rebatir también la proposion referida. Quiere una enfermedad capaz de tomar proporciones epidémicas; para nosotros, como llevamos dicho, todas son susceptibles de ello. Citemes no obstante las calenturas intermitentes: sabe el doctor Mata que en muchos puntos toman fácilmente este carácter: nadie ha dichoque fuesen contagiosas. Bicho señor como catalán no ignorará lo que pasa muchas veces en el castillo de Figueras; tendrá noticia de loque hace muy pocos años sufrieron las comarcas ve» ciñas del estanque de Sils de la provincia de Gerona: sus vecinos fueron diezmados por dichas calenturas; mas que diezmados quizas en muchos puntos, mutiladas todas las familias, varias desaparecieron del mapa social. ReinaJban, pues, las fiebres con todo el rigor epidémico; con toda su mortífera crueldad. Hablamos de cosas de nuestro país, de cosas que las sabe todo el mundo, y que es fácil indagarlas á quien las ignore. ¿Dónde está la identidad á los ojos del doctor Mata entre dicha epidemia y la del cólera que aflige aun hoy dia á nuestra España? ¿Dónde ha visto un escrito que diga que dichas ealenturas fuesen contagiosas? ¿Dónde ha leído que transportadas á otro punto por personas procedentes de aquel, propagasen nuevamente la enfermedad? ¿Dónde se ha hablado aquí de contagio, de cordones sanitarios, de lavanderas, de efectos trasportados, de buques, y donde los encontrará el referido doctor para esplicar y patentizar esa maravillosa identidad ? Confiésese vencido el doctor Mata ; diga que los que están por el contagio de algunas enfermedades no merecen los epítetos que les ha regalado, que no son sistemáticos, que no hablan por hablar, sino que cuentan lo que ven, lo que la esperieacía les

—. 023 — enseña, lo que vé todo el mundo, y por eso algunas veces hablan con el mundo todo , menos con los sistemáticos por la contraria, con los que empiezan por negarlo todo, y al fin por no decir nada; pues que á nada se reducen todas las teorías de los anti-contagionistas sobre esas aludidas epidemias. Ya recardaremos mas adelante que es lo que significa eso de salir ei cólera de cuando en cuando de las entrañas del Ganges para dar vueltas desoladoras por entre ambos hemisferios: ahora prosigamos, dejemos ya lo citado, vengamos á otra cláusula. l o i ^ L a esperiencia nos ha enseñado que luchar en este terreno, sigue el doctor Mata, que contestar áesas razones no científicas es eternizar las disputas sin provecho alguno ni para el arte ni para los pueblos.» Enhorabuena que asi se crea, á haberlo creído mejor, no se hubiesen escrito los a r t í culos que comentamos, á no ser por ganas de escribirlos y no por lo que se dijo de hacer un bien á la sociedad. Para nosotros, las polémicas dignamente sostenidas, siempre valen algo, aclaran hechos y se colocan en su verdadero terreno. «Es inútil decirles, sigue, á los contagíonistas que antes del siglo X V ningún médico vid nunca el contagio de las epidemias que hoy cree ver hasta el profesor mas adocenado, hasta el profano en medicina.» Sobre lo mucho que habría que replicarle aqui , doctor Mata ^ nos contentaremos en sacarle de tanta estrañeza, recordándole que antes de Harvéo los mas eminentes ingenios nunca pensaron que la sangre de nuestro cuerpo tuviese movimiento de circulación; y hoy dia los niños de seis años la comprenden y mas adelante con poquísimos conocimientos todo el mundo supondría absurdo el creerla fija en los puntos en que se halla. Antes de Torricelli nadie sospechaba el peso del aire y ahora nadie lo desconoce. ¿Comprende V . la causa de esto? Creemos qne sí; pues aplique V . el símil. «Es inútil manifestarles, continúa, que la historia de las epidemias siempre las hace coetáneas de las grandes calamidades naturales y sociales.» Esta sí, Sr. Mata que es una idea muy vulgar, que corresponde á aquellos que todo lo creen dimanado de castigos de Dios, sin intervención de causas naturales. A la verdad de su ilustración y particulares ideas nunca hubiésemos esperado tal proposición. ¿Dónde están estas calamidades coetáneas actualmente en toda Europa? El año pasado hubo atroz mortandad en nuestra ciudad á causa del cólera , hubo revolución, bien que casi sin ssngre; pero el cólera estaba antes que ella y de consiguiente no pudo ser resultado de la misma, como no podía, ni pudo serlo, ni lo es en otros rnil puntos, que de años no han conocido la guerra, ni el hambre, que se creen sus hermanas. aEs inútil advertirles , prosigue V . , que no á los cordones sanitarios y

— 624 — lazaretos, solo propios para causar trastornos enrel comercio y relaciones entre naciones y pueblos, es debida la disminución de los azotes tan funestos en los siglos antiguos, sino á las medidas de higiéne pública cada vez mas respetadas y perfeccionadas por los gobiernos.» Parece imposible que asi se escriba. La higiene habrá librado y librará y libra tal vez á nuestras generaciones de epidemias que fueron y que parecen fabulosas, pero ¿acaso la del cólera actual en Europa, la de la fiebre amarilla en otros puntos, y en nuestro pais otras veces, son tan benignas? Se pueden escribir páginas mas l ú gubres que las que presenta la historia de nuestros dias en esos de terror y de muerte? ¿Qué ha hecho en ella la higiene? Se ha estrellado: las poblaciones mas sanas, mas limpias y ventiladas, han sido á veces las mas terriblemente azotadas. La higiene pues es insuficiente, poco menos que nula, d nula del todo para contrarestar esta calamidad. Taremos mas adelante la utilidad de los cordones que de nada sirven á los ojos de nuestro adversario. «Es inútil citarles, sigue diciendo, un sinnúmero de hechos contrarios á los poquisímos que se buscan y violentan para probarnos la propagación de persona á persona y de pueblo á pueblo; porque os salen con la fuerza mayor del hecho positivo, que ciento negativos, quedándose muy satisfechos coneste juego de palabras.» I^o, no es, verdad qué sean poquísimos los hechos que se citan á favor del contagio de persona á persona, de pueblo á pueblo, son muchos, muchisímos, y cuando bien estudiados en todos los puntos casi siempre se encuentra el agente conductor del mal. Hablen los hechos estampados en la memoria que publicamos del doctor Turch de Plombiers, los de la memoria del cólera de Valencia publicada por el Sr. Poggio, hablen mil noticias seguras que cada profesor ha recogido en estos tristes dias de prueba, hablen en fin todos los pueblos de España y veráse que la enfermedad, después de haber penetrado en algún punto ó en diferentes de, la península , se bu ido irradiando y estendiéodose sucesivamente ganando terreno en todas direcciones, cual maléfico gérmen de parásita planta, que sobre otras se nutre de,su elaborada savia ó jugos. Todas las anomalías que se observan en este constante desarrollo, son esplicables y no se necesita un fondo de saber ó de ciencia para darles solución satisfactoria. No hay pues juego de palabras, hay u n sin fin de hechos que todos denotan lo mismo, que significan lo mismo y que no tienen dos interpretaciones. El rechazarlos es colocarse en el terreno del ridículo, es negar lo que dicen hombres que valen tanto como el que niega y que cuando son muchos valen mas por el número.. Los hechos cuando nur morosos no pueden negarse en buena ley, á lo mas y es ingenio de quien no quiera admitir las.consecuencias que se deducen de ellos, modificar su i m -

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portancia, presentarlos bajo otro punto de vista que no signifiquen lo que se les atribuye. Esto es legal, y no otra cosa, delante de la ciencia. Buscar la causa aparens pro vera aserta de los lógicos, en fin, filosofando, y no es filósofo el que se contenía con negar todo lo que se opone á sus convicciones. « £ s inútil, sigue escribiendo dicho señor; hacerles observar lo ilusorio, que son los lazaretos y los cordones sanitarios; puesto que siempre se i n frinjen las mas severas disposiciones; que salvan las vallas los animales, que los salvan los soldados, que las salvan los contrabandistas; que estos en todos tiempos con patente sucia y limpia introducen sus mercancías contumaces y no contumaces en todas partes, sin fumigaciones, sin agua avinagrada, sin ninguna de las ridiculas y molestas operaciones recomendadas para destruir e[ contagio y sin que se desarrollen epidemias.» ¿Con que nos confiesa V . de llano, Sr. Mata, que las disposiciones de los cordones sanitarios no se observan? Eso ya lo sabíamos, pero mucho nos ha gustado que V . nos lo dijera para que cuando^nos cite que el cólera ú otras enfermedades penetran en las poblaciones á pesar de los mismos cordones, no pueda "V. deducirnos de ello, que la enfermedad no puede haber sido importada á aquellas, y esto es muy importante por cuanto muchos, y V . también Sr. M a ta, se valen de este argumento para probarnos que la enfermedad se desarrolla en puntos donde no se ha importada. La causa de no observarse las condiciones que debieran seguir á todo cordón sanitario ya la sabemos; el gobierno no entiende en este asunto sino para decir que se corten todos los cordones, y coartar la libertad de los que la tienen de acordonarse. Que hasta ahora no se hayan observado, no prueba su ineficacia: los Aliados han estado'doce meses para tomar Sebastopol: después de m u chos esfuerzos lograron la suya: fué cuando vieron que debían entrar ó morirse fuera : cuando los no aliados comprendan la verdadera utilidad de dichos cordones y las mañas que sirven para burlar la voluntad común, tal vez no sean inútiles, particularmente si él gobierno gobierna en ello. Todo aquello de lo ridiculo podía V . omitirlo, Sr. Mata, nada hay ridículo cuando se busca salud y vida. Y lo que se hace para preservarse en estos casos deesas tristes plagas de la sociedad, no es tan estraño ni tan fuera de juicio, que merezca tal calificación, aunque muchas cosas por no practicarse bien no sirvan de nada: tal véz haya falta de ciencia; y la falta de ciencia no es un ridículo para la sociedad. « Es inútibargumentarles, continúa diciendo, que si los males pueden ser espontáneos en una persona que reúna las circunstancias abonadas para ello, no hay razón para negar que otro tanto puede suceder á muchas personas á

— 626 — la vez s¡ todas se encuentran en ¡guales circunstancias, siendo ridículo y contradictorioque para los unos haya una etiología y para otros otra.» Y q u e argumento Sr. Mata! Vaya que esta casi no merece contestación. Si asi discurre V . ¿porque admite enfermedades contagiosas? Aplique V . esa doctrina y todo queda concluido. Lo que hemos dicho del desarrollo de la fiebre amarilla en esta ciudad puede V . también aplicarlo aqui; en muchos años no habia hahido un solo caso de dicha dolencia: viene un buque de punto donde reinaba el mismo mal; sale acometido un marinero al llegar a nuestro puerto, y de él otros y otros hasta morir mas de once mil personas en muy poco tiempo: ¿Dirá V . que es admisible en este caso su raciocinio? Cuando vea V . queal rededor de una planta nacen otras pequeñas que vayan invadiendo terreno sucesivamente por nuevas fructificaciones ¿no podría decirse, según sus cálculos, que asi como salióla primera pueden haber nacido las demás? ¿ A que admitir, pues, para nada la fecundación, ni la reproducción de las especies? Yo en su lugar de V . estaría tentado de sostener que los hombres actuales no procedemos de un común padre ni cada uno del suyo respectivo, sino que diría, de donde salió el primero podremos haber salido todos. ¿Que ]e parecen estas consecuencias? ¿Esadmisible su argumento? ¿Y lo es cuando los contagionistas, no admiten contagio en todas ni en las mas de las enfermedades, sino en las que la observación les ha patentizado este carácter? ¡Quien sabe si con el tiempo las mas de las dolencias del género humano serán reputadas y esperimentadas consecuentes de gérmenes morbosos r e productibles y reproducidos! «Es inútil, sigue escribiendo dicho señor, hacerles reflexionar sobre lo tardíos que suelen ser los cordones y lazaretos; puesto que se ordenan cuando han sido frecuentísimas las relaciones entre los habitantes de un pais apestado y de los países sanos y que es un contrasentido vigilar siempre con furor las costas y abandonar las fronteras.» Esto nada aduce contra el carácter contagioso de las enfermedades que lo tengan, ni contra la utilidad ó necesidad de los cordones sanitarios para preservarse de ellas: sí solamente contra la administración del estado, en la que no tienen poca culpa en estos casos, los que á modo del Dr. Mata, claman tan vialentamente contra las referidas medidas y contra la opinión general de los pueblos que quieren acordonarse. Lo que si verdaderamente nos da á comprender el contenido de d i cha cláusula es que todo el estudio y consecuencias que el autor de los a r t í culos de E l I r i s habia hecho y sacado del cólera por su marcha progresiva al través de los cordones sanitarios no valen nada, porque los cordones no eran puestos á tiempo. | Oh confesiones terribles!

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ierameale borrado ; sus labios lenian un cuarto de pulgada de espesor; estaban duros y daban la sensación de cartílago. Sangría: las contracciones uterinas eran menos dolorosas, el cuello tenia el diámetro de una pulgada. A l dia siguiente. las cosas se hallaban á poca diferencia en el mismo estado. Uso de la pomada de belladona , la que quedándose en la vagina no pudo llevarse hasta el cuello ( 1 ) . Se la reemplazó con un cocimiento de dos dracmas de sus hojas. Se empapó una esponja en dicho cocimiento y se dirijióal cuello ; cada media hora se la cambiaba y al cabo de tres horas de emplear este medio; el cuello habla adquirido tres pulgadas y media de de diámetro. (Backer). Distocia. Partos largos y difíciles. Tres observaciones de buen éxito completo obtenido por medio déla belladona. En la primera fué una muger de treinta y dos años, que iba de parto cuarenta y cinco horas habia. Las fricciones con aquella sustancia hicieron cesar los dolores intolerables y las contracciones uterinas, loque permitió terminar el parto con el fórceps. En el segundo caso el trabajo del parto habia cuarenta y ocho horas que duraba; en el tercero habia treinta y cinco horas. La belladona permitió igualmente la introducción del fórceps , después de haber dilatado el orificio uterino. (Spat). Es inútil referir mayor número de hechos sobre esta materia. Por lo demás todo el mundo conoce las observaciones de Chausier: por lo que no las continuaremos. •

Fimosis y Parafímosis. •

El doctor Paul de Mignot publicó , en 1842, una memoria titulada: Nuevas observaciones , en favor de la belladona en el tratamiento del fimosis y del parafímosis accidentales. Hé aquí un resúmen de los principales hechos que ella contiene : Fimosis.—A consecuencia de escesos venéreos, volúmen considerable del prepucio ; su orificio estrechado apenas dejaba pasar la orina. La inflamación alcanzó á las partes vecinas, y pronto todo el pene quedó invadido. Calentura violenta con delirio. Aplicación local de diferentes preparaciones de belladona, poco á poco el círculo de contriccion se relaja, y vióse disminuir la estrechez del prepucio. La inílamacion, la hinchazón y el dolor cedieron á su vez. Otro hecho: ulceración profunda de la misma naturaleza arriba citada, situada en la base del glande. El prepucio rojo, inflamado , abotagado, acabó por formar adhesión completa. Calentura. Las preparaciones de belladona produjeron un alivio inmediato. A l cabo de quince dias pudo descubrirse completamente el glande. El doctor Cbablery cita también dos observaciones de fimosis, curadas por medio de una pomada mercurial en que entraba el estracto tantas veces citado. En uno de estos dos casos, efecto de una blenorrágia, la orina no podía fluir sino á golas. Se ha(1). E l doctor Dalmas hace disolver el estracto en agua caliente para inyectar en la v a jiña. Este medio le ha salido perfectamente bién en los dos casos en que lo ha empleado.

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bia propuesto la circuncisión. Se hicieron unturas frecuentes con la sobredicha pomada ; al dia siguiente habia nna mejoría notable, y al cabo de ocho dias, la deshinchadura era completa. Parafimsis.—M glande estaba considerablemente hinchado; luciente y de un rojo violado, el prepúcio formaba un rodete espeso, rodeado de arrugas en la parte superior, acompañado de una hinchazón considerable en la parte inferior. Los padecimientos eran considerables. Toda maniobra de reducción hubiera sido inoportuna ó dañosa. Tres unturas de pomada de belladona al dia y baños locales dé disolución y cocimiento de la misma dos veces al dia, durante un cuarto de hora. A l dia siguiente se habian calmado los accidentes, y tres dias después pudieron empezarse de nuevo las tentativas de reducción. El glande casi no estaba ya doloroso. Al dia siguiente, el círculo de constricción se hallaba suficientemente dilatado y el buen resultado no hizo aguardarse mucho tiempo, porque después délas primeras tentativas, fácilmente se deprimió ei glande y se empujó hacia atrás; el rodete prepucial se desplegó , y al cabo de cinco minutos de maniobrar, cubrió de nuevo enterameiite el glande. En un sugeto de catorce años, parafímosis habia tres dias. El glande estaba rojo, doloroso é hinchado. La estrangulación no parecía muy intensa. Pomada de belladona y al dia siguiente se verificó la reducción con la mayor facilidad. Parafímosis irreducible; tejidos considerablemente inflamados y edematosos. Unturas cada hora con la pomada de belladona. El dolor y los accidentes se calman, y á los dos dias se verifica la reducción con facilidad. Otra parafímosis. Pene estremadamente tumefacto, el rodete era violáceo lo mismo que el glande, y estaba tenso á causa de la acumulación de una serosidad abundante. Calentura violenta, delirio. Sangría , baño tibio prolongado por mucho tiempo. Unturas con la pomada de belladona. Durante los primeros dias, ningún cambio en el estado del pene , únicamente el mal estaba estacionario. Doce dias después de la invasión de los fenómenos morbosos, el círculo de constricción empezó á aflojarse , la tumefacción disminuyó y poco á poco todo entró de nuevo en orden sin haber hecho ninguna tentativa de reducción. Ya antes de estas observaciones de M. Mignot, el doctor Mazado habia publicado una observación de parafímosis curado con la pomada de belladona. No pudiendo l o grar reducirlo, á pesar de un tratamiento antiflogístico y numerosas unturas mercuriales , el doctor Mazado propuso el desbridamiento por medio del bisturí; pero rehusándolo el enfermo , hizo aplicar al glande y al prepúcio dos granos de eslracto de belladona cada tres horas. Pero después de la primera aplicación, el prepucio, menos ingurgitado, ejerció menos constricción , y el glande menos voluminoso , pálido y marchito , habría podido ser metido en el prepúcio; pero el enfermo, acordándose de los dolores que le habian causado las primeras tentativas de reducción, quiso aguardar. A l dia siguiente, habiéndose empleado mayor cantidad de estratco, la reducción fué muy fácil. El doctor Mazado hasta cree que continuando aquel, se habría verificado espontáneamente la reducción. El doctor Ghabrely, ya citado , trató también después dos enfermos semejantes con el mayor buen éxito por medio de la misma medicación.

-—SI — E Q cuanto á m í , aun no he empleado bastante esta sustancia contra la parafímo-. sis, ó á lómenos no lo he hecho de un modo bastante sencillo para poder citar algunos resultados positivos. Aun lo he hecho administrar mientras compongo este trabajo á un niño de cuatro, ó cinco años , acometido de un fímosis bastante grave. El mal se ha disipado poco á poco sin ninguna operación quirúrgica, bien que quisieron hacérsele punturas á las. que me opuse.

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. •' Cólicos nefríticos y Iteimtieos.

Un hombre de cincuenta años, sujeto á cólicos nefríticos , habia arrojado hasta trece cálculos en uno de dichos ataques que se repetían dos veces al año, en época fija. Su duración menor era de tres días, y la menor de nueve á diez, cualesquiera que fuesen los medios que se empleasen. Siempre terminaban con la espulsion de algunos cálculos. Contra uno de dichos ataques se emplearon la sangría y los baños. Sin embargo , los dolores del riñon no se calmaron; los vómitos y los demás síntomas persistieron con igual intensidad. Fricciones cada hora con la pomada de belladona en la región venal y á lo largo del uretero. Apenas se habían terminado tres fricciones cuando el dolor nefrítico comenzó á disminuir y á volverse bastante débil para permitir que el enfermo durmiese y pasase la noche tranquilamente. Al despertarse, la calma era perfecta. Por la tarde espolió siete cálculos. De este modo termino en algunas horas un ataque que acostumbraba durar muchos dias. Afinde prevenir el ataque siguiente , se empleóla pomada en cuestión, algunos dias antes de la época presumida en que el ataque nefrítico debía venir de nuevo. Un dolor pasajero de algunos momentos reemplazó al ataque, y al día siguiente fueron arrojados tres cálculos. (Dubla). Otro hecho. Dolores lancinantes en el riñon derecho, retracción del testículo del mismo lado, vómitos y postración general, síntomas que se repetían en cada ataque (este era cada cuarto de hora). Dos fricciones prolongadas, con la pomada de belladona, en el espacio de tres horas. Un baño tibio en el intervalo de las fricciones. Después de la tercera fricción los dolores se disiparon , lo mismo que los demás síntomas. A l dia siguiente el enfermo arrojó tres cálculos uno de los cuales tenia el volúmen de un guisante. (Idem). En un joven de catorce años, vómitos, calentura, ictericia, cólicos nefríticos. Resistiendo estos á todos los medios ordinarios y aumentando siempre de intensidad,, se hicieron fricciones en la región lumbar con la pomada de belladona, y al momento los dolores fueron menos fuertes y menos frecuentes. Hasta se dió interiormente elestracto de la mencionada planta. Arrojáronse ocho cálculos y todo quedó concluido. (Lolate). Fuertes cólicos nefríticos que iban á parar al testículo derecho. Treinta sanguijuelas á la región lumbar. Cataplasma calmante, El diá siguiente ? igual estado.

— 52 — Otras Ireinla sanguijuelas , pero á la ingle derecha, seguidas de una cataplasma calmante con adormidera lo mismo que la primera. No calmándose el dolor, se recurrió á la pomada de la heroica solanácea. Cuatro escrúpulos de estrado por una onza de manteca. Los cólicos nefríticos desaparecieron antes de concluir la pomada. Un dia, al salir del baño, el enfermo espelió, sin padecer mucho, un pequeño cálculo , del volumen y forma de un hueso de aceituna. (Chrestien). Ya, en 1830 , antes que los doctores Dubla , Lolate y Chrestien, el doctor Mojón de Génova habia publicado , en una carta á M. Civiale, la acción de la belladona empleada en fricciones al periné, para hacer espeler pequeños cálculos urinarios. Cita la observación de un alto personaje inglés, á quien habia hecho arrojar un cálculo voluminoso por medio de fricciones de belladona practicadas en el periné. Mientras estoy ocupado en este trabajo, prescribo la pomada de belladona contra un violento ataque de cólicos nefríticos con vómitos; desde muchos años este es el cuarto ataque, que, como los demás, partian del riñon izquierdo, y , lo mismo que los otros , fué precedido ó seguido de la espulsion de algunos pequeños cálculos ó arenas. Esta vez los cólicos sehacian sentir en el urétere. Asi es que hice practicar en el trayecto de este conducto una buena fricción con la pomada referida hecha con partes iguales de estracto y manteca. Algunas horas después los cólicos se hallaban enteramente disipados. Es cierto que la fricción fué seguida de un baño general. Las orinas, después que cesó el cólico permanecieron sanguinolentas durante algunas horas. No di importancia á este accidente leve y pasajero. En los cólicos hepáticos y iiefríticos, dice ei doctor Martin Lauzer, me ha procebado perfectamente, muchos años hace, el emplear, según la esperiencia del pro«fesor Rostan, las siguientes pildoras i estracto de belladona y de opio, de cada uno «dos y medio granos. Se da una pildora cada cuatro ó seis horas. Ordinariauiente «al cabo de unos diez minutos después de haber tomado el medicamento tiene lugar «la mejora Muchas veces he hecho cesar completamente los ataques dando una «pildora desde el principio ; he visto, con satisfacción , confirmada esta observación «por el doctor Pointe de Lyon, quien igualmente se ha hallado muy bien con el «opio v la belladona á la vez contra cólicos hepáticos.» §

vm.

lueosatlsaenela sioetairata de orina. Hace algunos años que se habla mucho de los buenos resultados de la belladona contra la incontinencia de orinado los niños y de los jóvenes. Hasta se pretende que es una preciosa adquisición para la terapéutica. Tanto mejor si es cierto. Y es preciso que esta nueva medicación tenga una importancia real y verdadera, pues muchos prácticos recomendables se dispulan ó pretenden la prioridad de su "uso, tales como MM. Bretonneau, Trousseau, Anglada, Morand, Blache, etc. Las primeras investigaciones y observaciones se hacen subir á 1 8 Í 1 . {Memories etobservaciones diniques de I f . Morand). El profesor Trousseau , por su parte , afirma que

— 38 — monsieur Brelonneau había referido á diferentes médicos la eficacia de la belladona contra la incontinencia nocturna de orina , muy antes de 1844. M . Morand, dice haberla empleado contra dicha enfermedad desde el año 1810. De este modo ¡ he aquí á lómenos doce años que se prenconiza la belladona contraía incontinencia nocturna de orina. Estoy muy contento de encontrar reunidos estos diferentes testimonios eminentes en fa-vor de mi remedio que vanamente habia yo empleado contra dicha enfermedad rebelde, hace ya treinta y tantos años. Solo puedo acordarme de un caso de buen éxito ó de curación completa ; y esta curación feliz se obtuvo con el estracto, empleado á dosis alta. Después y.conforme á este hecho, administré pero en vano el mismo estracto, contra la misma enfermedad lo que me hizo abandonarlo , para estos cases, hace mas de treinta años; y parece que hize mal. Estoy ahora, pues, practicando de nuevo mis primeros esperimentos , con la d i ferencia, tal vez esencial, de emplear> á imitación de MM. Bretoneau y Trousseau , el polvo de la raíz de belladona , ó bien de la hoja, si la cualidad de la raíz es dudosa, en vez del estrado acuoso. Esto es, pues , lo que empecé á hacer un año hace , habiendo ya tratado un joven de veintiún años, afectado de una incontinencia de orina que habia resistido á todos los medios mas racionales de la terapéutica. Le habia administrado el estracto ya citado á dosis alta, es decir, á cinco granos al dia. Finalmente , fastidiado de este nuevo mal éxito, empleé según el nuevo método , y con bastante poca confianza , el polvo de la raiz á dosis muy débil, un quinto de grano mañana y tarde, pero adviértase, muy dinamizado, como dicen los homeópatas, esto es triturado por mucho tiempo con el polvo de azúcar. Pues bien, con esta última medicación el joven se curó perfectamente. Desde entonces he medicado también absolutamente del mismo modo y á poca diferencia con el mismo buen éxito á un joven de diez y nueve años. Se hallaba atacado de esta triste enfermedad desde la edad de dos años. En vano habiá sido tratado por las celebridades médicas de Paris y Londres. Inútilmente le habia dado el polvo de la belladona ácuatro granos. Unicamente á la dosis de un quinto avo de grano de polvo de dicha raiz, administrada mañana y tarde, fué cuando se declaró claramente la mejoría; y al cabo de unos tres meses quedó perfectamente curado. He aquí ahora otras observaciones en apoyo de la eficacia del nuevo método contra la dicha incontinencia tanto nocturna como diurna. «He usado, dice M. Morand , el estracto de belladona contra la incontinencia de «orina en la colonia de Meitray. Diez y siete colonos jóvenes atacados de dicha enfermedad , le debieron su curación.» M . Morand dice haber empleado una vez la misma sustancia con ventaja contra la diabetes. Pienso no obstante que la belladona no siempre surtirá efecto contra esta última enfermedad que está muy lejos de depender de la misma causa que la incontinencia de orines. Creo que esta algunas veces reconoce por causa un esceso de contractilidad de la vegiga: y entonces es únicamente cuando cederá á la belladona. Una niña de siete años habia cuatro ó cinco que padecía de una incontinencia nocturna y á veces diurna de orina resullanle de una anasarca. Pildoras compuestas cada una de una quinta parle de grano de polvo y de una décima de grano también

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54 —

de estrado de belladona (no se dice si es el polvo de la raíz ó de las hojas) para lomar cada noche durante una semana al meterse en cama. Durante la segunda semana , dos pildoras por la noche, y durante la tercera una por la mañana al levantarse y dos por la noche. Durante las dos primeras semanas ninguna mejora, pero durante la tercera se manifestó una gran mejoría. Continuóse aun el uso de las pildoras por espacio de otras dos semanas, al cabo de las cuales fué completa la curación. (Aug. Cauvin). Una niña de cinco años cada noche se orinaba muchas veces en la cama, l a vergüenza , las amenazas, los castigos eran ineficaces. La voluntad de la niña nada podía. Se emplearon todas las precauciones posibles. A: las ocho de la noche , cuando la niña se acostaba se la hacia orinar; á las once su padre se iba á la cama, y antes tomaba la misma precaución ; la madre, á su vez, se levantaba á las cinco, y á las ocho de la mañana la niña dejaba la cama. A. pesar de esta vigilancia casino se pasaba una noche sin que la niña orinase una , dos y hasta tres veces entre sábanas. Cada noche se administró una pildora de un quinto de grano de polvo y un décimoavo de grano de estrado de belladona. Desde la primera semana, hubo cambio y se pasaron dos noches sin accidente. La segunda semana se dieron dos pildoras; la n i ña no se orinó ya en la cama. La tercera semana se suspendieron las pildoras ; no obstante todo se pasó bien. La cuarta semana solo lomó una pildora cada noche; la muchacha se orinó una vez en la cama. Durante los dias siguientes solo hubo un accidente y la mejoría no se ha desmentido. La niña puede ahora retener la orina durante las diez horas que permanece en su lecho.. (Trousseau). Un muchacho de once años se orina en la cama desde su tierna infancia, y retiene perfectamente la orina durante el día. Se mete en cama á las ocho , después de haber orinado, y una hora después ya está mojado, después ya no orina mas durante lo restante de la noche. Al cabo de una semana de tratamiento, quizás por la primera vez de su vida habia pasado la noche sin orinar una sola vez durante el sueño. Se confiaba curarlo radicalmente. (Idem). Según M . Trousseau, se obtienen nueve curaciones por diez, cuando se tiene cuidado sobre todo de emplear el polvo de belladona, cuya acción, dice, es mas enérgica y mas segura que la del estrado. Realmente, esto es muy cierto, si el polvo de hojas de belladona es reciente; pero como se emplea mucho menos que el estrado, resultará que aquel podrá muy bien ser casi inerte en razón de su vejez. Y como se administra á dosis tan mínima, se estará espuesto á hacer medicaciones completamente nulas y sin efecto apreciable. Lo que acabo de decir del polvo de las hojas de belladona se aplica aun mucho mas á la raiz que aun cuando sea mas activa que las primeras se la emplea aun mucho menos. Recurro esclusivamente al polvo de la raiz contra la incontinencia de orina y contra la coqueluche; pero es preciso que aquella sea reciente ó á lo menos no demasiado vieja. Por lo demás, sea lo que fuere, la preparación de belladona que se emplee, es preciso continuarla por mucho tiempo, aun después de la cesación de los accidentes nocturnos.

— 55 — Finalmente , si ios niños no pueden tomar las pildoras, déseles la belladona en polvo, mezclado con el de azúcar, del modo que yo lo hago en la coqueluche. § IX.

Tétanos

etc.

Cosa bien estraña ¡ en el espacio de cuarenta y dos años no he encontrado una medicación para un solo caso de tétanos general bien caracterizado fuera traumático, idiapático ó espontáneo, que me complaciera! Habia mucho tiempo que habia formado el designio de emplear la belladona contra dicha enfermedad á dosis elevada, unida al opio, igualmente á dosis alta también. Este tratamiento previsto de mucho tiempo, acaba de realizarse después de muchos años por medio de muchas observaciones importantes. Hé aquí algunas de las mas concluyentes. Miguel cita tres casos de tétanos espontáneo ó idiopático, curados con la belladona. Hé aquí el resumen de dichas tres observaciones de tétanos espontáneo. Un joven de cinco años es acometido de una constriecion espasmódica de los músculos de las mandíbulas, después de haberse espuesto durante muchos dias á un frió húmedo, y haberse entregado durante el mismo tiempo á un trabajo escesivo. Poco á poco aumenta dicho espasmo, se esliendo é invade los músculos del cuello, del pecho, de los lomos, del abdomen y de los brazos. El enfermo en su cama está tieso como una barra de hierro. Cuando se sienta ó mas bien cuando le sientan, la cabeza está ligeramente inclinada hacia atrás, siéndole imposible volverla á llevar mas hácia delante. Si se intenta separar las mandíbulas ,?se esperimenta una resistencia invencible; las paredes abdominales forman una especie de suelo que la mano apenas deprime. Sangría, baños y tisana diaforética con nitrato de potasa. Poco ó nada de mejoría bajo el influjo de este tratamiento perseverando siempre la rigidez tetánica, mas ó menos por espacio de siete dias consecutivos. A l cabo de este tiempo uso el estracto de belladona al interior, un grano*el primer día, dos el segundo. Delirio tranquilo toda la noche, vista turbada, pupilas muy dilatadas; sin embargo mejoría notable. Sueño hasta el dia siguiente. Después de dicho sueño las mandíbulas se separan fácilmente; el enfermo se levanta y quiere vestirse. Pide alimentos de que hasta entonces habia estado privado. Los dias siguientes la relajación aumenta, el enfermo anda y queda curado. Una mujer de mas de cincuenta años, después de una fatiga mayor de lo acostumbrado, se ve acometida de un envaramiento muy grande en los brazos y piernas; no puede continuar caminando; se echa en medio de la calle. Conducida á su casa, presenta un trismus muy ligero. Sus brazos se hallan estendidos á lo largo del cuerpo , duros, inflexibles; las piernas y muslos se hallan en el mismo estado de estension rígida. Sangría de 18 onzas á lo menos, sin resultado. Poción con dos granos de estracto de belladona. Durante todo el dia el estado de rigidez dolorosa permaneció el mismo; y asi al dia siguiente. Cuatro granos de estracto. Sueño menos agitado, resudor, orinas, antes suprimidas, abundantes y fáciles, movimientos espontáneos

— 56 — en los miembros que son menos dolorosos. Los mismos medios. A dia siguiente , la enferma se levanta, camina aunque con dificultad, se sirve de sus miembros. Al cabo de'algunos dias queda del todo curada. Una señorita, á consecuencia de disgustos fué acometida repentinamente de un trismus, que, durante dos dias, se usó á la introducción de alimentos sólidos en el estómago. Sanguijuelas á los muslos, baños , pildoras de valeriana, embrocaciones calmantes y aceitosas álos músculos de las mandíbulas, é introducción entre los dientes, de una cuña. A pesar de todos estos medios el trismus persiste. El dia siguiente, bajo la impresión de una mala noticia se aumenta; rigidez del cuello ; los movimientos de los miembros están libres. Estracto de belladona á la dosis de tres quintos de grano en una poción. Ningún resultado. Se dobla la dosis y apenas se había tomado la poción , cuando la enfermase alegra de una mejoría notable. Las mandíbulas empiezan á separarse mas; de cuando en cuando la rigidez del cuello desaparece y la cabeza conserva su rectitud y blandura normal. La misma poción. El trismus cesa casi completamente. Podría referirse aquí otro hecho que tiene la mayor analogía con el último. La belladona hizo desaparecer rápidamente un trismus estremadamente intenso, efecto de un violento ataque histérico. Yoy ahora á reunir algunos hechos de tétanos traumáticos curados por medio de la misma sustancia. Ya se sabe que este último casi siempre es mortal, á pesar de las sangrías, los baños y el opio á dosis alta. Un niño de doce años sufrió la amputación de dos dedos del pié. A l duodécimo dia, acostado junto á una puerta sintió la impresión del aire y desde entonces las curaciones se hicieron muy dolorosas; pronto se manifestaron síntomas tetánicos que se prolongaron durante una semana. E l cuerpo estaba como una barra inflexible. Aplicación sucesiva de muchas ventosas á la región superior de la columna vertebral v cada dia dos granos de belladona en polvo y doce granos de calomelanos. Al mismo tiempo se hacían fricciones en el tronco , y en la parte interna de los miembros con una mezcla de ungüento mercurial y de estracto de belladona. Al séptimo dia todos los accidentes tetánicos habían desaparecido. Un muchacho de once años presenta una herida contusa, al dia siguiente, r i g i dez de los músculos maseteros y temporales, á los dos dias el tétanos era general y perfectamente caracterizado. Tres aplicaciones de tres ventosas cada vez. Cada dia dos granos de polvo de belladona con doce granos de calomelanos; finalmente lo demás como en la observación precedente. Pasaron ocho dias sin mejora sensible; pero el enfermo vivía aun, y esto era un principio de buen éxito. Continuóse la belladona solamente y se suprimió el ungüento napolitano. El mal no se agravaba, pero aun se resistía. Dos fontículos en la región cervical del raquis, y á lo último del septenario la curación era completa. Un hombre de veinticuatro años, con numerosas y anchas quemaduras, se hallaba al vigésimo dia de su tratamiento, cuando la impresión de un frío húmedo hizo estallar un tétanos violento. Empleóse el mismo tratamiento que arriba, hasta cuatro granos de belladona que fué preciso reducir á dos granos, dosis que se continuó aun

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3 Es inútil, inútilmente nos dice luego el mismo escritor , comparar los males verdaderamente contagiosos, con los epidémicos tenidos por tales, puesto que sobre ser casi absolutos los primeros en su acción, sobre no encontrar apenas una persona refractaria á su virulencia , jamás desaparecen; jamás tienen invasiones, aumentos, estados y declinaciones; al paso que los segundos imprimiéndoles mas activos, de acción mas r á p i d a , mas ejecutiva, mas absoluta, por devastadores que sean siempre atacan á la minoría , desaparecen tan pronto como vienen y se marchan tal vez para no volver á lo menos por espacio de muchos siglos.» ¿Y asi escribe una persona de cuatro dedos de frenta médica ? Vamos señor Mata, que V . se distrajo al escribir estos artículos, ó el mismo miedo del cólera, para engañarse y animarse Y . á si mismo, le hacia escribir lo que en sana razón no podia. ¿Con que no hay personas casi refractarias á las enfermedades contagiosas, que según Y . nos ha confesado lo son las propagadas por humores? Lo ha escrito Y . asi con todos sus sentidos? ¿ N o hay personas refractarias ó que difícilmente les pega la sífilis, la viruela, la sarna, y otras enfermedades que no citamos, porque no sabemos si V . nos las admitiría como contagiosas? ¿ Y esas no desaparecen jamás de donde se encuentran ? En tal caso serian i n curables, ¿ Y quién ha dicho que no tuviesen invasiones? La sífilis no ha invadido la Europa ? ¿ No tiene aumento , estados y declinaciones? ¿ Q u i é n lo asegura ? Como que no son mortíferas las mas de estas , y como que se han de comunicar por contacto inmediato y en circunstancias muy especiales muchas veces ; por eso ni toman repentinamente esas gigantestas porporciones , ni desaparecen de repente; por lo que no es tan fácil observar sus estados aunque se observan bien y muy bien en muchas de ellas. Los males epidémicos ó los que fácilmente toman este carácter si son mas activos , mas rápidos y mas ejecutivos, es ó será causa del mas fácil modo de propagarse y de los órganos que ataquen ; no son mas absolutos; porque no hay enfermedad absolutamente contagiosa , ó mejor , capaz de impresionar notoria ó mortalmente á todos los individuos ; podrán sí ser mas ó menos activos, mas ó menos nocivos los entes que las ocasionan: pero esto no es fácil apreciarlo cuando ellos atacan entre sí diferentes aparatos del organismo. La sarna bajo este punto de vista , no puede compararse con la sífilis, ni las dos con la viruela , ni estas tres con la peste b u b ó nica, ni una ni otra con el cólera, etc. Sí desaparecen mas pronto, es consecuencia de propagarse con mas rapidéz , y si se marchan es prueba , de seguro , que viajan , que no son esporádicas, y a q u í , ¡ oh confesiones 1 repetimos, el doctor Mata se ha eitrellado nuevamente.

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628 —

^—..-^

«Es i n ú t i l , en fin, nos dice el mismo doctor, recordarles que todo lo que alegan á favor del contagio de las poquísimas epidemias tenidas|hoy por contagiosas, se ha alegado á favor del contagio de otras dolencias, que nmgun profesor instruido y puesto al nivel de la ciencia actual considera hoy propagadas por contacto, ni de humores virulentos, ni de emanaciones miasmáticas ; debiéndose estos triunfos de la razón sobre los delirios hipo-^ téticos al estudio profundo y concienzudo que se ha hecho de las causas de estos males.» ¿Cuales son , preguntamos aí doctor Mata , las enfermedades reputadas en otro tiempo por contagiosas y que ahora no se consideran tales? Tal vez no se nos podrá citar una sola, y sí al contrario varias que cada dia á f a vor del estudio de la observación, se incluyen en el número de las contagiosas. Entre ellas se cuenta ya el tifus y otras que podrá saber, tan bien como nosotros, todo un señor catedrático de medicina de la universidad central. ¿ Y de qué delirios hipotéticos se nos habla aquí ? Para nosotros no hay delirios en r a z ó n , pero menos hipotéticos, j Delirios hipotéticos! A fé D r . Mata que no sé lo que baria Y . al escribir todo esto. Y» sabe de sobras para no espresa,rse así. ¿Y de qué estudios profundos y concienzudos nos habla Y . que dice se han hecho de las causas de estos males ? Yerdaderamente , no tenemos noticia de ellos; esperamos nos ¡os dé á conocer para discurrir mejor sobre estás cosas. üog on oop'omoO í fiiogsge oí «Todas estas y otras-reflexiones en semejante sentido son rechazadas coirio pruebas fútiles, dice fuego V. Yerdaderamente así se desprende de nuestras reflexiones á sus argumentos: «como vanos recursos dialécticos opuestos á la luz de la evidencia » tiene Y . razón , nuestros lectores podrán juzgarlo; «cuando no se califiquen de medios hábiles para ocultar traidores servicios prestados á los ingleses que por razón de su comercio tienen intereses en sembrar doctrinas contrarias al sistema del contagio.» ¿Acaso circunscribe V . la cuestión de contagio á nuestra España ? ¿ En Francia , en Alemania , en Busia, etc., etc., én Inglaterra mismo los contagionistas no tienen los mismos argumentos que los españoles? No queremos manifestarle aun un contrasentido que encierra esta última cláusula. « R i s u m teneaiis.,...» dice Y* en seguida y con letra tal como a^juí transcribimos: es v«r4ad , nos dan risa SUS argumentos de Y . , y creemos- que alguno de nuestros-lectores que llegüe' á soñar eso de los traidores servicios: prestados á los ingleses, p^ra escribir á favor del contagio , ha vde desternillarse de risa. En fin, estamos cansados, así como tal vez ya nuestros lectores, de seguirle á Y . por un terreno tan arenoso o estéril para la ciencia ; no trans-

— 629 — cribiremos pues esos alardes de ciencia para estudiar á su modo estas cuestiones; prescindiremos de esos latigazos que dirige V . , pero que no alcanzan, al Consejo de Sanidad, ( l ) y nos iremos derechos al bulto, á ese terreno mas científico en que quiere V . estender su siguiente artículo, empezando el estudio de los miasmas. Allí convidamos pues á nuestros lectores , si no quieren esperar el p r ó ximo número en que Ies daremos razón de nuestros debates con nuestro adv e r s a r l o . = £ . Q. jsfaoJiJ3Í¿c ial» s o i o i a IOTIS na ofe ú i o m U f i é S m 61 s s - m ñ ^ a n o ^ n l o q b i t i a r * ^

,sj«3íosq

Heseiía de un pólipo sarconaatoso vojlnal ^ escindido eon feliz éesiío y euracloia pronta, pop A. Mendoza, en t.0 de abril de

en el Iiogpital clínico de Barcelona.

Son tan variadas las.circunstancias en que pueden nacer y desarrollarse las p r o d u c ciones accidentales, y tan complicadas á veces y a n ó m a l a s sus relaciones é i m p l a n t a c i ó n , que dificultan sumamente el d i a g n ó s t i c o , y obligan a operar dentro, s í , de! arte, pero fuera de s ú s preceptos reglados. E n el mes de marzo último vino á nuestro hospital clínico e n un estado casi de des e s p e r a c i ó n á implorar los recursos supremos de la ciencia, una joven sana y robusta, aunque en estremo contristada por un mal oculto al principio, y d e s p u é s tan manifiesto y deforme que no se le h a b í a n sabido disimular injeoiosamenle por e s t r a ñ o s é iniciados en la profesión sus consecuencias funestas; pues lejos de paliar ante su imajinacion lae s t r a ñ e z a del m a l , se le habia hecho adquirir para con la enferma el concepto de una enfermedad horrorosa y necesariamente mortal. Grande es el d a ñ o que á los pacientes y-á;la ciencia se inflijo con tales imprudencias é indiscreciones. Por tan falsas ó e c s a j e radas opiniones desorientados los enfermos acerca de la medicina operatoria , miran los recursos q u i r ú r j i c o s como uaos lances de d e s e s p e r a c i ó n , medios de azar entre una vida angustiosa y una muerte deseada, que se ofrece á la contristada imajiu.ac.íon dé lo s pacientes como u n t é r m i n o de sus pesares. Bajo la sostenida influencia de esta i n s e p a ra.ble perspectiva vino á librarsedesu mal la enferma,objeto de la presente o b s e r v a c i ó n . Ya ie asaltaba la i d e a d e u n a hemorrajia en el acto ó d e s p u é s d é l a o p e r a c i ó n , ya el t e mor de la vehemeiicia de dolores capaces de aniquilar s u ecsistencia ; ora se fijaba s u conturbado espíritu en el e s t r o p é o que á consecuencia de la o p e r a c i ó n d e b í a por natural ignorancia suponer inevitable ealos ó r g a n o s afectos, ora en la posibilidad del r e t o ñ o de una enfermedad cuyos U m i t e s , d i f í c i l m e n t e se alcanzaban; y hasta preocupaban á l a desgraciada las amargas .cuitas del ruboroso e s p e c t á c u l o de que se d e b í a figurar s e r objeto en las salas á donde van los estudiantes á tomar esperiencia. Esta última Consideración debió ser l a primera del profesor a l encargarse de la c u r a c i ó n de la paciente. (1)

Téanse las opiniones de esta corporación en el informe dado ai gobierno , citado en

nuestro epígrafe. • . . .

.

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— 630 — Ante todo d i s p ú s o s e aislar la enferma en u n aposento reservado, en que poder p r a c ticar

s u i n s p e c c i ó n con un cortísimo n ú m e r o de observadores escojidos, á quienes co-

mo en otros casos a n á l o g o s , ya se acostumbra distinguir p a r a ^ s t a clase de esploraciones,como Otras tantas e s c e p c i o n e s á favor del m é r i t o , d é l a a p l i c a c i ó n y composturaEste primer trato, y tal vez unos miramientos tan justos como inesperados, tranquilizaron mucho á la enferma. S u e c s á m e n todos los ó r g a n o s y funciones,

había de

ser eslenso, casi universal de

era menester entrar eu indagaciones

í n t i m a s , en r e v e -

laciones del tálamo, remontarse á la edad a n t e n u b i l , e s c u d r i ñ a r hábitos posibles y r e clamar todo linaje de antecedentes. L a casualidad habia

creado un falso punto de partida para el diagnóstico del mab

y la r e s o l u c i ó n tomada de no violar sino conquistar gradualmente la confianza d é l a paciente, p e r m i t i ó por algunas horas la subsistencia de un error acerca del asiento del tumor. F u é presentada la enferma con arreglo al juicio emitido por los facultativos de su país,

como afectada de una p r o l o n g a c i ó n del clítoris, calificación enteramente i n -

fundada, pero imposible de refular sin reconocer detenidamente las relaciones de los ó r g a n o s jenitales, separando ampliamente los grandes labios,

distendiendo las ninfas,

rejistrando el v e s t í b u l o hasta la comisura superior, aiendlendo á la primitiva falta p o sible ó á la desaparición morbosa consecutiva de! t u b é r c u l o á veces rudimentario del c l í l o r i s , absorbido por el tumor ó c o n s ü l u y e n d o

su n ú c l e o . E r a sobre todo preciso

alisbar el momento de e m i s i ó n de la orina , acto á veces impracticable con testigos, hasta para individuos del secso masculino. L a r e m o c i ó n de todos estos ostáculos no podía ser sino obra del tiempo. No h a b i é n d o l e por el pronto, me decidí á ocupar la a t e n c i ó n de los alumnos en el primer dia de la entrada de la enferma y d e s p u é s de u n superficial e c s á m e n reservado, a n u n c i é la probabilidad de un clitoris monstruoso tomando en cuenta la forma cilindroídea del tumor , dilatado gradualmente en una base ancha confundida con la pared anterior de la vajina/ observando el color sonrosado de la mayor parte de la superficie del

tumor, la preponderancia de la lonjitud

sobre las restantes dimensiones del mismo , su v é r t i c e obtuso,

como truncado y en-

grosado á manera de clava, con ciertas resquebrajaduras y callosidades que podian i n terpretarse como espansion

y alteración del remedo de cuerpo cavernoso propio del

clítoris. L a considerable estension de la basé del tumor hácia la comisura superior v u l v a r i a , la enorme a b s o r c i ó n de las ninfas por el desarrollo del tumor y la d e s a p a r i c i ó n casi completa del v e s t í b u l o , asiento del clítoris fueron circunstancias todas juntas s u ficientes

para hacer prevalecer m o m e n t á n e a m e n t e en nuestro á n i m o la idea p r e v e n -

tiva y enunciada por algunos de los interesados, acerca de una dejeneracion del c l í toris. Pero no considerando incontrastablemente fundado este d i a g n ó s t i c o , y

debiendo

en cualquier caso , pasar al examen detenido de todas las cavidades antes de calificar de operable el tumor, dejamos en duda su naturaleza y asiento verdaderos hasta el dia siguiente,

en que preparando las circunstancias y medios mas favorables á la

esploracion local y á la universal, pudiera pronunciarse un juicio definitivo,

y en

s u consecuencia pronosticar é instituir por completo el plan curativo. E r a conveniente prevenir á la enferma sobre la necesidad de retener la orina desde la

madrugada hasta la hora de las ocho en el momento de la i n s p e c c i ó n del tumor. Asi

nos prometiamos dos circunstancias á cual mas abonadas : p r i m e r a , la imperiosa ecsijencia de la escrecion para que fuera fácil efectuarla á la paciente á presencia de testigos, y en la p o s i c i ó n de jenuflecsion sobre la propia cama : segunda , la d u r a c i ó n ¿y

— 631 — abundancia de la e x c r e c i ó n , soltada como por resorle, d e b í a m u y pronto marcar el n u e » vo asiento del meato urinario y sus relaciones con el tumor. Con sorpresa vimos a l punto que c o r r e s p o n d í a este orificio á la parte superior lateral derecha de la base del tumor. Estaba el meato deformado , oculto, reducido en su s i t u a c i ó n perpendicular, á una especie de ojal de unos cinco m i l í m e t r o s de longitud, constando de un labio e s t e r n o n a d a mas semejante al repliegue valvular de una vena considerable observada en e s lado de vaciedad. E l opuesto labio habia desaparecido incorporado á la misma snperficie del tumor, contra la cual se apoyaba el labio eslerno en el momento de concluida la escrecion de orina, quedando del meato un vestigio apenas perceptible. D é l a a c l a r a c i ó n de estos primores datos s u r g i ó la idea muy natura! de apelar al cateterismo á fin de r e conocer los trastornos q u e á la uretra hubiese producido la o s t e n s i ó n del tumor* La p e n e t r a c i ó n en la uretra, dislocada sobre el plano anterior de la superficie del v e s t í b u l o como unos dos c e n t í m e t r o s , fué fácil mediante la d e p r e s i ó n de la superficie contigua al meato ; y venciendo una ligera resistencia ocasionada por la tercedura del conduelo a la derecha de la sínfisis, se llegó hasta el fondo de la vejiga. Esta esploracion d i ó á conocer la i n c l u s i ó n de la uretra en una parte de l a sustancia del tumor con una relación tan í n t i m a entre ambos, que imprimiendo algunos m o v i mientos de e l e v a c i ó n á la uretra por medio de la algalia, el tumor ascendía hasta d e p r i mirse algo su base contra el arco p ú b i c o . Empleada casi toda la algalia en la prolongac i ó n accidental de la uretra nos ocurrió al instante que esta d i s p o s i c i ó n prestaría u n eminente servicio en el acto de la eslirpacion del tumor. E n efecto, obligando el rodeo del conducto uretral á oprimir sus paredes contra las del instrumento m e t á l i c o , p r e s e n taba este un punto m u y c ó m o d o de asidero á un catéter que introducido e n la algalia hasta u n 5.° ó 4.° de s u longitud, formarla una especie de manubrio ó elevador. T e n t a tivas en este sentido acabaron de pouer en claro las relaciones de i m p l a n t a c i ó n del t u mor contra las paredes oseo-fibrosas de la vagina, particularmente hácia el lado derecho. Apreciado ya hasta el referido punto el carácter del tumor ecsaminado, s e g ú n las a l teraciones de tegido espresadas, pudo establecerse u n diagnóstico fundado, calificándole de un p ó l i p o fibroso, con tendencia á dejeneracion escirrosa. E l estado general de la enferma no era enteramente satisfactorio. Su n u t r i c i ó n no pasaba de regular; u n color quebrado del semblante , impropio en los moradores del c a m po, inspiraba cierto recelo acerca de los ó r g a n o s principales de la hematosis; pero reconocido muy detenidamente el toraz por la p e r c u s i ó n y a u s c u l t a c i ó n , nada anormal pudo apreciarse: la sonoridad en todos . los puntos estaba en relación con la densidad respectiva de los ó r g a n o s contenidos, el c o r a z ó n dejaba percibir sus r í t m i c o s latidos-dentro del ámbito

fisiológico,

y n i n g ú n ruido ageno á la i n s p i r a c i ó n y e s p i r a c i ó n m u y claras, podía

distinguirse. Con estos datos y los obtenidos de la esploracion local, confirmado y a el d i a g n ó s tico, arriba enunciado, la o p e r a c i ó n p o d í a practicarse sin c o n t r a i n d i c a c i ó n a l g u n a , y hasta sin demora, por hallarse la enferma distante de la é p o c a menstrual, y acostumbrada en pocos días al r é j i m e n del hospital. E l i.0 d é abril se p r o c e d i ó á la o p e r a c i ó n disponiendo ademas de la algalia y catéter y a mencionados, bisturíes, pinzas de Museux^ aguja corva con sedal, cloroformo, m i s tura a n l i s p a s m ó d i c a ,

varios medios h e m o s t á t i c o s , incluso el cauterio actual, y el s u -

ficiente n ú m e r o de ayudantes. L a enferma fué trasladada al lugar menos oscuro de que se pudo disponer en s u es-

tancía, y coloeoda en m ¡echo-angosto, horizontalmente con ia cabeza poco elevada , ia pelvis apoyada en una gruesa almohada, con los muslos doblados sobre el abdomen , m u y apartados y sostenidos por ayudantes, e m p e z ó á inhalarlos vapores c l o r o f ó r m i c o s . Desde las primeras inspiraciones e s p e r i m e n t ó una fuerte repugnancia al olor del cloroformo,queaprocsimado de nuevo á s u nariz, y a con aparato, ya sin é l , dio marjen á una invencible a v e r s i ó n , a v ó m i t o s pertinaces, y por.úllimo á conatos de c o n v u l s i ó n . F u é por tanto necesario renunciar á la anestesia. Luego de calmada la ansiedad provocada por la antipatía descubierta contra el cloroformo, se dló principio á l a o p e r a c i ó n . Debiendo ser en ella el cuidado preferente la c o n s e r v a c i ó n íntegra d é l a uretra, e n c a r g ó s e á uno de los ayudantes colocado á la derecha de la enferma como para una talla la esclusiva taréa de mantener firme el Catéter introducido en la algalia , é identificados ambos instrumentos, ejercer con ella una t r a c c i ó n sostenida contra la sínfisis del p ú b i s , m i e n tras otro ayudante colocado á la izquierda del encargado de sostener el muslo del mismo lado, tenia tenso el tumbrcojido ya con las pinzas de M u s é u x , implantadas en s u v é r t i c e . Los progresos de la d i s e c c i ó n á derecha é izquierda de la uretra, m a r c a b a n á este ú l t í m o a y u d a n t e las oscilaciones que debía imprimir aí p ó l i p o á uno y otro lado , p r i n c i palmente abajo 5 puesto que las circunstancias escepcionales Obligaban á contrariar los p r é c e p t o s comunes y á d a r l a prioridad á las incisiones superiores respecto de las i n ferioTes.; fj

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L a s irrigaciones repetidas sobre la r e g i ó n operada p e r m i t í a n de vez en cuando e c saminar los tegidos descobiertos y calcular.acerca de la mayor ó menor aprocsimacion á la arteria pudenda en su curso ascendente contra la rama i s q u i o - p ú b i c a -

accidente

a n a t ó m i c o que obligó á proceder con mas seguridad q u é celeridad. Descubierta enteramente la uretra por ia, m i a u c i o s a d i s e c c i ó n de la mucosa vaginal que á un tiempo r e vestía el conducto y el t u m ó r , tocando al t r a v é s de la túnica c s l é r i o r propia de la uretra el instrumento que la ocupaba, y padiendo seguir cao la vista su trayecto en unos tres c e n t í m e t r o s , se c o n s i d e r ó ya garantida la e j e c u c i ó n de la o p e r a c i ó n en este delicado tiempo. Con nuevos y mas profundos cortes, s e ñ a l a d a m e n t e á la circunferencia derecha de la base del tumor, empleando ya el bisturí, y á unas fuertes tigeras de puntas romas, se logró; por fin el completo desarraigo del pólipo adherido á las multiplicadas a p o n e u ro&is del p e r i n é , y al periostio de ia raaia huesosa vecina. S e - f a v o r e c i ó acto continuo la r e a c c i ó n general de la operada, y no se p r o c e d i ó á la cura hasta desvanecer el estado de nbalim ento y p o s t r a c i ó n en que dejó á la enferma el agudo sufrimiento d e q u e no pudo escusarse por su r e f r a c t a r i e d a d á la anestesia. T o dos les cortes y tracciones que e c s i g i ó la s i n g u l a r - i m p l a n t a c i ó n del tumor, fueron otros tantos v i v í s i m o s dolores,, fáciles, de calcular, atendido el secso y la esquisita sensibilidad de la r e g i ó n afecta. L a hemorragia fué moderada en el acto de la operaeion; y media hora d e s p u é s en que se practicó la correspondiente cura tampoco a p a r e c i ó n o t a b i é flujo s a n g u í n e o . Sili embargo, se procedió al taponamiento de la vagina d e s p u é s de evacuada la orina , y asegurada la situación de la algalia por m e d i ó del contentivo usual de los cordonetes de algodón de torcidas; cuidado interesante bajo dos conceptos: t .» era preciso ante todo atender á la reposición de la uretra en s u lugar, aunque cesando en la dislocación e s í i r pado el tumor desprovista de mucosa vaginal.y hasta del tegido areolar submucosoque la d i s e c c i ó n habia destruido. Esta pérdida debía subsanarse con tegido de nueva formac i ó n , y susceptible de oportuDaespansion, cuando lograda la c u r a c i ó n de la enferma,

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reslituida á la vida c o n y u g a l , pudiera llegarse á encontrar en una verdadera distocia por coartación vaginal , y tal vez aislada en s u pais , sin los ausilios osados y eficaces del arte. 2." Apesar del tiempo trascurrido en esp^ctacion de la hemorragia que no a p a r e c i ó , esta podia sobrevenir, como en efecto s u c e d i ó á las pocas horas, y q u i z á se conluvo faeilmenle apelando á unas irrigaciones estípticas, por efecto de ía presencia d é l a s torundas que ocupaban toda la cavidad vaginal, desempeaando á un tiempo el oficio de medio h e m o s t á t i c o y el de dilatante para la buena c o n f o r m a c i ó n de ía uretra en s u c i catrización ulterior. . Nada estraordinario acaeció en el mes de permanencia de la enferma en el hospital. Las escreciones se restablecieron con regularidad, el s u e ñ o no se i n t e r r u m p i ó sino por la necesidad de impedir en los cuatro primeros dias el a c ú m u l o de orina en la vejiga, destapando á horas determinadas el p a b e l l ó n de la algalia. La fiebre traumática se desenvolvió con benignidad; la s u p u r a c i ó n y eesudacion mucosa vaginales se mantuvieron en justos límites , y mejoraron considerablemente asi la n u t r i c i ó n como la c o l o r a c i ó n de la operada, tranquilizada por u n a c u r a c i ó n tan rápida y completa. E n el dia goza en s u pais de cabal salud, y se halla en cinta d e s p u é s de dos a ñ o s de u n i ó n estéril. • ; ; •= Barcelona 30 de octubre de 4854. -CÜ- sr sn, oíoTrq i a m¡p m n i m i í n - vcjosinfoj sí n s í e s ngJnoo ne ODIOSO «rt e¡ oi/p e n e q obom nu sb-Dj¿9ÜíOfiff: a s í . c G b í ü y q j h aoí sb ó .«euoxqjul:sí> iioiktijí Toq o a l o q .noio l'úqmuQ al) fitlil l o q /naa o«-s©i3Eq«9 l-s' • '"• u\ Q>. &07 GÍÍH'ÍÜÍI ih.-^^huttibi^ » 2 o n ^ t b -2 • .¿oiJo3ofl o u p ^ o i n ^ s j í s r f e o i t o u i o j é i í f j c ^ í m i T i / .

E l colera y la clases facultativas» L a plaga asoladora de nuestro territorio va cediendo : el frió indudablemente unido á que casi todos los pueblos han sufrido y a el rigor del m a l , es motivo sin duda de tan lisonjera d e s a p a r i c i ó n . Las ciases facullativas, las de !a ciencia de curar, en todas partea y e n todos pun.-? tos han hecho mas de lo que debian d e l á n l e de .los.hombres y delante,de su conciencia. Numerosas víctimas de su senoT doblando la cerviz al ngor de la dolencia c o m ú n , se han unido á la marcha f ú n e b r e para dar una prueba mas del valor que í e n i a n sus servicios. Se han publicado estensas listas de esos m á r í i r e s : d e s u filantropía ; no se han m e n cionado, sino rara vez, sus eminentes trabajos y valor que los acompasaron hasta el mismo sepulcro: era difícil. • . Pero hay mas, muchos, m u c h í s i m o s , que por fortuna han tenido la dicha de sobrevivir á sus fatigas se hallan en sus pueblos, concluido el t é m p o r a ! , . c o m o si nada hubiesen hecho. Los pueblos tan estoicos con ellos como siempre. E n algunos puntos se les ha Librado u n p e r p é t u o y mas ó - m e n o s lisongero testimonio de g r a ü t u d ; pero l a gratitud aunque cumpla al que la recibe, no satisface sus necesidades, ni le da u n solo bocado de pan en un dia de infortunio. Nosotros, pues, q u i s i é r a m o s mas, porque las actuales generaciones somos egoislas por necesidad : e s indudable que los esfuerzos de las clases médicas en todos puntos han sido grandes: que han espue&to gravemente su vida, y que salvo ligeras escepciones , sus fatigas y su esposicion no, les ha aprovechado _ de nada. Entre las clases m é d i c a s hay ademas la quirúrgica: esta no estaba obligada á v i s i tar c o l é r i c o s , y no obstante en todas partes, por la iey.de la necesidad, sabemos todos los servicios que acaba de prestar y las victimas que cuenta de su.seno. Es pues evidente que ha de haber en el Estado quien reconozca tanto favor, cuando no sea mas que por e g o í s m o t a m b i é n , para obligar mas y mejor á nuevos sacrificios, á servicios iguales e n otra época si desgraciadamente se necesitan. Los diputados de nuestras clases, pues , deben levantar la voz en el Congreso, y r e cordar al gobierno que las bromas (de algunos meses atrás,) de Zaragoza valieron f a jas, grados, cruces y distinciones en c r e c i d í s i m o n ú m e r o : no diremos si tanta r e m u n e ración era merecida ; pero c o m p á r e n s e los esfuerzos de Gurrea y sus soldados, hom-

— 6B4 — bres pagados de antemano hasta para esponer cien veces su vida , con los de la l i bre, y apremiada por c o n t r i b u c i ó n , clase médica; el n ú m e r o de combatientes, digamos de una y otra lucha , y d e d ú z c a s e si hay equidad, si hay justicia en ser pródigos con la u n a , abandonando á la otra al olvido; cuando ha hecho á favor de los actuales conocimientos todo lo que humanamente podía para la sociedad.—La necesidad del e g o í s m o , de que hemos hablado , tiene diferentes sentidos y en uno de ellos la motivan n u e s tros gobernantes, por un sin n ú m e r o de caminos. No será suficiente, pues, un solo voto de gracias; la clase facultativa es acreedora á algo mas. A que no se la trate á palo, peor que á los industriales, [