MIRA QUE TE MANDO QUE SEAS VALIENTE JOSUE 1:6

Iglesia centro cristiano misionero PASTOR:NARLEY DELGADO

La obra de Dios no se puede detener cuando el hombre muere o en muchos casos cuando el hombre no desea seguir adelante con la obra encomendada, si nosotros no queremos trabajar en su obra o si dejaremos de existir, Dios siempre levanta hombres y mujeres dispuestos a llevar a cabo sus propósitos. DIOS ES DIOS Y NO DEPENDE DE LOS HOMBRES Sin importar cuan prominente haya sido la persona, como en este caso lo fue Moises para el pueblo de Israel que por cuarenta años los llevo por el desierto talvez pensarían que el plan de Dios se había debilitado, pero Dios siempre está preparando lideres, el nunca se queda sin instrumentos preparados para su obra como lo vemos atraves de todas las escrituras. Pero surge otra pregunta: “¿Cómo prepara Dios a los que le sirven?” O, como en el caso que nos ocupa, “¿de dónde y de qué escuela de preparación venía Josué, que obviamente había sido designado por Dios para emprender una tarea tan importante?” (1:2b)

,Uno de los obstaculos mas comunes en el liderazgo es la falta de compromiso y la falta de esfuerzo por sacar adelante la obra que se nos ha encomendado y entender que tenemos que estar dispuestos para cuando la ocasión lo amerite por eso comenzamos con esta frase tan celebre que Dios le menciona a Josue: “MIRA QUE TE MANDO QUE SEAS VALIENTE” Como lo observamos no es una observación sino un imperativo, o sea entre otras cosas es nada menos que un mandato de DIOS. No nos esta pidiendo sino que simple mente nos ordena que seamos valientes. Como vemos en los primeros capitulos de Josué, El Señor le dice: “Mi siervo Moises ha muerto” Realmente era un gran problema que se presentaba delante del Pueblo de Dios, el hombre que por muchos años llevo las Cargas de un pueblo, el lider que en muchas ocasiones no solamente Estaba delante de su pueblo sino que fue el único que le hablo al Señor cara A cara(Exodo 33:11), ya no existía.

DIOS SÓLO USA PERSONAS PREPARADAS Y ÉL SE DEDICA A PREPARARLAS. El problema existente en el liderazgo de hoy es que queremos ser usados por Dios sin una previa preparación no solamente atraves de seminarios sino cuando pasamos por los caminos de la vida el nos esta formando en nuestro carácter, cuando pasamos por diversas situaciones y enfrentamos diferentes pruebas, cuando tambien nos ponemos en sus manos para ser capacitados en su palabra estamos siendo preparados para ejercer con efectividad su obra. Sin el pleno reconocimiento de que la obra es de Dios y no del hombre, nadie puede servir a Dios, por muy talentoso o listo que sea. Por fuerza, Josué tenía que aprender ese lección. Es más, esa sección contiene la primera referencia a Josué por nombre y la primera referencia directa a algo escrito que después llegaría a formar parte del Antiguo Testamento. Jehová instruyó a Moisés de la siguiente manera: “Escribe esto para memoria en un libro, y dí a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo” (Éxodo 17:14). Lo anterior indica que ese escrito ayudaría a Josué a no olvidar esa lección, probablemente porque Dios conoce la tendencia tornadiza del corazón humano. El líder debía recordar que ninguna victoria estaba garantizada, a menos que contara con la autoridad y poder de Dios y siempre siguiera su plan.

• DIOS NOS ENSEÑA A ESPERAR EN EL • Algo que no podemos olvidar es que no es cuando nosotros queremos sino cuando Dios decide que estamos listos, no somos formados en un micro-ondas sino que estamos siendo formados en sus manos (Moises espero cuarenta años para ingresar a la tierra prometida y sin embargo Dios determino que no entraria por causa de su pueblo) • En Éxodo 24 encontramos a Josué en otra de las aulas de Dios. Moisés subió a la cumbre del monte Sinaí para encontrarse con Jehová mientras algunos ancianos del pueblo regresaban con la congregación. Aunque Josué no acompañó a Moisés a la cumbre, tampoco regresó con los demás ancianos (véase Éxodo 32:15–17). Parece que durante los cuarenta días en que Moisés disfrutó de la presencia de Jehová, Josué se quedó a solas al pie de la montaña. • En el lugar donde se quedó no había nada de gloria ni de compañerismo con Dios; permaneció en una vigilia solitaria. Su única tarea durante ese tiempo fue ¡aguardar! Pero, ¿qué? No hay indicaciones de que Dios le hubiera comunicado exactamente qué podía esperar. Parece que tampoco le dijo cuánto tiempo tendría que quedarse en ese lugar. Josué no tenía información en cuanto al porvenir, sencillamente tenía que esperar. • ¡Qué difícil! Puede ser que algunas culturas acepten demoras parecidas con toda ecuanimidad, pero no la mía. Y en lo personal, no me gusta esperar, o pararme en una fila kilométrica que lleva horas de dilación, y menos, no tener la más remota idea de cuándo se va a mover. • ¡Ah, pero un momento! conforme al plan de Dios, en el caso de Josué había una razón para que esperara, y también su espera tuvo un fin. Lo que Josué tenía que hacer al pie de aquella montaña era esperar que el plan de Dios se cumpliese, sin preguntar, sin vacilar. En el momento propicio y de acuerdo a la sabiduría divina, podría marcharse

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ELECCION SOBERANA Hay algunos elementos sobresalientes en la encomienda dada a Josué. En primer lugar, en ninguna de las referencias de Números, Deuteronomio, o Josué, hallamos a Dios haciendo una invitación, expresando un anhelo, pidiendo un consejo o solicitando la colaboración de Josué. Tampoco pidió al pueblo que sugiriera el nombre de una persona popular o capaz de ocupar el puesto. No hubo boletas de elección ni votación. Dios no buscó a un voluntario, sino que la selección del que guiaría al pueblo quedó en manos del soberano, infinitamente sabio, Dios de Israel. Es interesante la reacción de Josué, o, más bien, la forma en que no reaccionó. No se observa renuencia o desgano en él; jamás sugirió que otro lo haría mejor. Todavía vivían los dos hijos del gran Moisés (Gersón y Eliezer), uno de los cuales, según ciertos criterios, hubiera merecido ser tomado en cuenta, pero no se hace referencia a ellos. Si Josué hubiera podido elegir al líder religioso, tal vez habría sugerido a Finees, el sacerdote, pero no lo hizo. También estaba Caleb, su antiguo colega, el que lo acompañó a espiar la tierra prometida y que al igual que Josué, animó al pueblo a conquistarla; pero tampoco surgió el nombre de ese gran héroe de la fe. Josué no trató de evadir la responsabilidad tan formidable que estaba recibiendo, sino que la aceptó.





La continuidad, un elemento adicional A pesar de la muerte del gran líder, el plan de Dios no cambió en lo más mínimo. Esa particularidad se nota en Josué 1:3–4 donde dice: “Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie. Desde el desierto y el Líbano hasta el gran río Éufrates, toda la tierra de los heteos hasta el gran mar donde se pone el sol, será vuestro territorio”. Es decir, el pacto con Abraham seguía vigente; Israel seguía siendo el pueblo escogido, la tierra prometida todavía era parte de la promesa. El sabio plan de Dios incluyó a Moisés, pero no dependía exclusivamente de él. Él había sido el libertador y forjador de la gran proeza del éxodo y el líder divinamente nombrado durante la peregrinación para que entregara el puesto de conquistador a otro protagonista.

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La presencia divina En Josué 1:5 se introduce otro elemento: “…como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé”. Una cosa es recibir una tarea difícil, pero otra muy diferente es aceptar semejante responsabilidad junto con la promesa que asegura el éxito de la empresa. La presencia divina actuando sobre Moisés hizo que ese siervo fuera guía, animador, proveedor, y aun juez, del pueblo. Es evidente que la frase “como estuve con Moisés” impactó poderosamente a Josué, porque había sido testigo del efecto que la presencia y poder de Jehová ejerció en todo el trayecto de Egipto hasta la ribera oriental del Jordán. Según la promesa de Jehová; él nunca abandonaría a Josué. Es difícil pasar por alto la importancia de esa promesa. Debemos recordar que por haber sido uno de los espías, Josué sabía perfectamente bien lo que le esperaba: gigantes (Números 13:31–33), ciudades como Jericó que eran fortalezas formidables, idolatría horrenda, así como la religión degradante de los pueblos listados por Moisés en Deuteronomio 7:1–5. Pero por sobre todas las cosas, ¡qué consuelo debe haber sentido al saber que tenía la garantía de la presencia de Dios! Los gigantes no se hicieron más pequeños, ni las murallas más bajas, ni la idolatría menos malvada. Sin embargo, teniendo garantizada la presencia de Dios, Josué podía enfrentar las dificultades con confianza.

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“¡Esfuérzate!” En cuanto a la primera pregunta, la cultura actual se hubiera enfocado únicamente en lo físico. Con su obsesión por el ejercicio y el atletismo, hubiera sugerido a Josué que levantara pesas, o que corriera varios kilómetros al día, o bien, que tomara vitaminas para aumentar su fortaleza. Pero es improbable que Dios tuviera en mente esas ideas. Él no escogió a Josué por su musculatura, ni hay indicaciones en toda la Biblia de que un siervo de Dios tuviera que ser físicamente fuerte. La etimología de la palabra que Dios escogió subraya lo físico; la traducción “esfuérzate” que aparece en Josué 1:6, 7, 9 es muy buena. Debemos notar que la raíz de la palabra hebrea significa fuerza en los brazos y en las manos para colgarse de, o apoyarse en. Naturalmente, surge la pregunta: ¿en qué tenía que aferrarse a algo fuerte, duradero y totalmente confiable, es decir, a lo que Dios había dicho. Sólo así podría ser competente. ¡PENSEMOS!Moisés fue un gran hombre y líder, un verdadero héroe. Las mismas Escrituras lo colman de encomios. Sin embargo, el impacto de la palabra “esfuérzate” no sugiere que Josué tenía que ser el imitador de Moisés. Por supuesto que no es malo seguir el ejemplo de un hombre piadoso, noble y capaz, un modelo por el cual dirigir la vida. Sin embargo, el peligro de conformarse totalmente al ejemplo de un héroe es no reconocer que puede tener “los pies de barro”. En caso de que Josué imitara el ejemplo de Moisés, existía la posibilidad de que cometiera los mismos errores que él, como golpear la roca en vez de obedecer a DIOS.

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“¡Sé valiente!” Este segundo término empleado en los tres versículos (1:6, 7, 9) también ha sido traducido correctamente, pero la palabra de la que se deriva el vocablo hebreo es muy interesante. Por lo que se ha podido determinar, en la antigüedad esa palabra se refería a la fuerza de las piernas. Ésta, junto con la palabra que usaron los que tradujeron el libro de Josué al griego (la Septuaginta) y que también usó el apóstol Pablo en 1 Corintios 16:13 cuando dijo: “portaos varonilmente”, apuntan a una expresión moderna. Cuando uno experimenta un gran miedo, generalmente se manifiesta porque tiemblan las piernas, o a veces las rodillas. Aquí en Josué, Dios está demandando un comportamiento sin titubeos, sin miedo; tenía que comportarse en forma varonil. No debe causar gran sorpresa que Dios haya usado a una persona espiritualmente falible. El hombre común y corriente, incluso el que ha sido salvo por la gracia de Dios, también es un instrumento incompleto, no muy apto para servir a Dios. Sin embargo, a través de la Biblia podemos observar que al Señor le ha placido usar instrumentos humanos, frágiles, débiles, de barro, pero dispuestos a creer en él como Rahab. ¡Qué milagro que Dios use a personas como nosotros! Podríamos decir como el apóstol Pablo: “Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio” (1 Timoteo 1:12). Y en otra parte dijo: “A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio”

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Tomando las decisiones difíciles Todo líder enfrenta tiempos difíciles, y es allí cuando los líderes se distinguen a sí mismos y muestran quiénes son en realidad. Guiar a otros puede ser muy difícil y requerir de mucho valor. Por supuesto, no es así todo el tiempo. Aproximadamente 95% de las decisiones que toma un presidente de la junta ejecutiva de una gran empresa podrían ser tomadas por un egresado de bachillerato razonablemente inteligente. Lo que a menudo se requiere es sentido común. Pero a los presidentes de junta ejecutiva no les pagan por esas decisiones, ¡sino por 5% restantes! Esas son las difíciles. Todo cambio, todo desafío y toda crisis requiere de decisiones difíciles, y la manera en la cual estas se manejan es lo que distingue a los líderes buenos del resto. ¿Cómo saber que uno está enfrentando una decisión difícil y necesita estar en su mejor forma de líder? Lo sabrá cuando la decisión venga acompañada de estas tres cosas:

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1. La decisión difícil demanda riesgo Una vez leí que cuando la Unión Soviética invadió a Latvia y se la anexó en 1940, el vicecónsul de Estados Unidos en Riga estaba preocupado de que los suministros de la Cruz Roja estadounidense ubicados en esa ciudad fueran saqueados. Para protegerse de ello, solicitó autorización al Departamento de Estado en Washington, D.C. para colocar una bandera estadounidense sobre la bandera de la Cruz Roja para disuadir a cualquiera de robarse los suministros. «No existe precedente de acción semejante», fue la respuesta por cable de la oficina del Secretario de Estado. Cuando el vicecónsul recibió el mensaje, él personalmente subió al poste y clavó la bandera estadounidense allí. Luego le envió un cable al Departamento de Estado que decía: «En la fecha de hoy he establecido el precedente». Los líderes tienen que estar dispuestos a hacer lo que otros no; tienen que arriesgarse por sí mismos. Larry Osborne observó: «Lo más notable de los líderes eficientes es lo poco que tienen en común. Lo que para uno es objeto de fe ciega, otro advierte en contra de ello; pero una característica sobresale: Los líderes eficientes están dispuestos a arriesgarse». Si usted no está dispuesto a hacerlo, entonces en realidad no le compete ser líder. No puede ir a lo seguro y esperar que al mismo tiempo su gente avance. El progreso siempre requiere de riesgo.

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2. Una decisión difícil trae consigo una batalla interior El psicoterapeuta Sheldon Koop afirma: «Todas las batallas significativas se libran dentro de uno mismo». Cuando pienso en las épocas difíciles que he enfrentado como líder, reconozco que todas empezaron dentro de mí, no con los demás. Si el camino fuera despejado y sin problemas, no sería entonces una decisión difícil, ¡y cualquiera podría tomarla! Además, toda resolución complicada que tome será cuestionada, será criticada, traerá consigo ciertas consecuencias. Por eso es que es una decisión difícil. Con frecuencia esa batalla interna sucede lejos de la atención del liderazgo, y los observadores superficiales ni siquiera se enteran de que está sucediendo. El pastor, autor y académico Chuck Swindoll escribe: «El valor no está limitado al campo de batalla, ni a las 500 millas de Indianápolis, ni a capturar a un ladrón que ha entrado en su casa. Las verdaderas pruebas del valor son mucho más calladas. Son la prueba interior, como el permanecer fiel cuando nadie le está viendo, como soportar el dolor cuando la sala está vacía, como quedar solo cuando a uno le han malentendido». Hacer lo correcto no siempre es fácil, pero siempre es necesario si el líder desea tener integridad y ser eficiente. Debido a que la mayoría de las decisiones difíciles también pueden resultar en una batalla exterior, el líder debe primero ganar la batalla interior. Si usted se siente inestable internamente sobre algún asunto, no tendrá la seguridad que necesita para la lucha externa. Por eso dedico tiempo a asegurarme de estar convencido sobre un curso de acción particular antes de tratar de convencer a otros del mismo. Una vez que me siento convencido de un curso de acción, tengo el valor de mantenerme firme en la decisión hasta el final, sin importar lo difícil de ella o de sus consecuencias.

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3. Una decisión difícil le distinguirá como líder Cada cierto tiempo escucho a líderes quejarse de los tiempos difíciles que están enfrentando en sus organizaciones. Me hace querer decirles: «Gracias a Dios por los tiempos difíciles. ¡usted no haría falta!» Son la razón por la cual usted está allí, para que sea el líder. Si todo estuviera yendo bien, El antiguo alcalde de la ciudad de Nueva York, Rudy Giuliani, dice: «Cuando la persona correcta es líder, todo lo hace mejor aun en los tiempos difíciles». Pienso que eso es cierto. Cuando una organización tiene impulso, casi cualquiera puede guiarla. Todo lo que hay que hacer es averiguar la dirección en la que va la gente ¡y ponerse delante de ellas! Cuando no hay impulso, un buen líder da la dirección y estimula el avance. Pero cuando una organización no sólo lo ha perdido, sino que avanza en la dirección equivocada, ¡ese es el momento en el cual los líderes realmente se ganan su salario! Sólo los mejores líderes son capaces de guiar eficientemente en tal tipo de situaciones. Es durante los tiempos difíciles que toman las decisiones más difíciles y realmente se distinguen como líderes. ¡El fin! Jehová servido 24:29–33 La jornada ya había terminado y a los 110 años edad murió Josué. A Dios sea la gloria: “Y sirvió Israel a Jehová todo el tiempo de Josué…” (Josué 24:31). No está por demás esa expresión que menciona los tiempos de Josué. Gracias damos a Dios por el hombre que él escogió; que estuvo tan dispuesto a confiar en él, tan abnegado en su servicio y tan celoso por su causa. Josué fue un siervo de Dios de proporciones gigantescas.

Pastor narley delgado