Maldecido por Dios es el colgado

Devarim (Deuteronomio) 21:10-25:19 Haftara: Yeshayahu (Isaías) 54:1-10 Maldecido por Dios es el colgado. En esta semana leemos en la Torah sobre la r...
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Devarim (Deuteronomio) 21:10-25:19 Haftara: Yeshayahu (Isaías) 54:1-10

Maldecido por Dios es el colgado. En esta semana leemos en la Torah sobre la restricción de dejar más de un día, a alguien que ha sido condenado y ha sido colgado en un madero para servir de escarmiento público. El contexto y significado de este mandato, su uso en los escritos apostólicos, como también la polémica AntiYeshua que ha significado desde el primer siglo, hace que sea digno de ser estudiado de manera extensiva. Es nuestra intención hacerlo en esta ocasión. Antes de cualquier cosa debemos de ver el texto en sí mismo y conocer el trasfondo del mandato. Leemos en al Torah: “Si alguno hubiere cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y lo colgareis en un madero, no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado; y no contaminarás tu tierra que El Eterno tu Dios te da por heredad.” (Devarim [Deuteronomio] 21: 22-23). Este texto es perfectamente entendible en el contexto histórico de oriente medio de la época de Moshe. Era una costumbre conocida hacer, que cuando una persona cometía un crimen capital, fuera colgado en un madero. ¿Con qué objetivo? Esto era para que sirviera de escarmiento público a las demás personas y que se retrajeran de hacer lo que el condenado a muerte había hecho.

Por ejemplo, si alguien había asesinado a alguien y era condenado a muerte y luego colgado en un madero, se estaba enviando un mensaje poderoso: “Esta es la forma en que acabarán todos los homicidas, sino quieres acabar así, no lo hagas”. Podemos ver claramente un ejemplo de esto en el libro de Josué donde se nos dice: “Y al rey de Hai lo colgó de un madero hasta caer la noche; y cuando el sol se puso, mandó Josué que quitasen del madero su cuerpo, y lo echasen a la puerta de la ciudad; y levantaron sobre él un gran montón de piedras, que permanece hasta hoy.” (Yehoshua [Josué] 8:29). Es importante aclarar, que el condenado era colgado en el madero después de muerto y no antes ni durante su muerte. El hecho de colgarlo era algo que era adicional a su muerte y no tenía que ver con el proceso, el método o el medio de su ejecución. ¿En qué medida la Torah se aparta de las tradiciones de ese tiempo? Un cuerpo podía pasar colgado días enteros sin que fuera bajado. Por el hecho de que la tierra de Israel es una tierra santa, y que en el tabernáculo moraba la presencia manifiesta del Dios vivo y Todopoderoso, no era permitido dejar a un muerto mucho tiempo sin ser sepultado. En el sistema de impuro/puro del tabernáculo y luego del templo, el contacto literal o simbólico con muerte o salida de vida, conlleva impureza ceremonial. Como hemos explicado en los comentarios a Levítico, si alguien entraba en contacto simbólico o literal con muerte o abandono de vida (cadáver, flujo de sangre, flujo de semen, cuerpo de animal impuro muerto) este adquiría impureza ritual (no confundir con impureza moral o espiritual). Debido a esto, un cadáver expuesto a descomposición mucho tiempo, causaría que el tabernáculo del Eterno y el pueblo adquirieran impureza ritual. Si esto no era expiado del mobiliario del templo y la moral del pueblo no estaba bien, la presencia del Eterno acabaría por retirarse. Es debido a esto que la Torah prohibía que el cadáver pasara de la puesta de sol. Por su crimen de muerte, su culpabilidad, por servir de escarmiento, se dice que “Maldecido por Dios es el colgado”. ¿En qué sentido lo es? En el sentido de que El Eterno ha traído malos sucesos, mala fama, mal nombre sobre el condenado por lo horrible de su delito. En los días de Yeshua, los romanos habían llevado un paso más allá lo del madero y el escarmiento. Los romanos no colgaban a las personas después de muertos, sino que las clavaban a un madero y las dejaban morir. A este proceso bestial e inhumano se le conoce como “Crucifixión”. El sufrimiento y el mensaje de escarmiento era aún más crudo y claro, Roma utilizaba mucho esto para reprimir a grupos que buscaban levantarse contra el imperio en Sedición. Miles de galileos fueron crucificados en el siglo primero para dejar claro que aquel que se levantaba contra Roma, pagaría el más alto de los precios. El famoso caso de Espartaco cae en la misma categoría. La crucifixión era en palabras de Flavio Josefo: “la más miserable de todas las maneras de morir” (Guerras 7.5.4). Cicerón la llamaría “el castigo más cruel y repulsivo de todos”. La crucifixión era la

peor de las muertes concebidas incluso entre el mundo pagano, estaba reservada a lo peor de lo peor dentro del imperio romano. Si ser colgado después de muerto era considerado un sinónimo de escarnio y de maldición divina, ¡Cuánto más ser colgado y clavado al madero y morir ahí! Esto fue un motivo común de tropiezo entre el pueblo judío a la hora de aceptar a Yeshua como Mesías, y aún lo es. “¿El Mesías colgado en un madero? ¿Estás bromeando? La Torah dice que es maldecido por Dios el que es colgado en un madero. ¡Ciertamente el Mesías no debe de ser tan “maldecido” que digamos ya que será el Rey aprobado por Dios!”. Concebir que el Mesías sea un maldecido por Dios, es en el mejor de los casos, problemático desde una cosmovisión judía. Pablo lo sabía y por eso escribió: “Pero nosotros predicamos al Mesías crucificado, para los judíos ciertamente motivo de tropiezo, y para los gentiles locura” (1 Corintios 1:21). Vemos que a finales del siglo primero e inicios del segundo, aún existía esta objeción inmediata a la fe en Yeshua entre el pueblo judío. Por ejemplo, Trifo el judío (para algunos el Rabi Tarfón del Talmud) en su dialogo con Justino Mártir dice: “Pero en si el Mesías debería ser tan vergonzosamente crucificado, en eso es que tenemos duda. Porque quien sea que es crucificado es dicho en la ley que es maldecido, así que soy extremadamente incrédulo en este punto. Es bastante claro, por cierto, que las escrituras anuncian que el Mesías tenía que sufrir; pero desearíamos aprender si ustedes pueden probarnos si era por el sufrimiento maldecido en la ley” (Dialogo con trifo 89). Las palabras de Trifo revelan la cosmovisión convencional judía del primer siglo sobre la crucifixión de Yeshua. ¿Cómo es posible que El Eterno permitiera que el Mesías fuera sometido a la más vil de las muertes? ¿Puede el Ungido de Dios ser maldecido por Dios? Los escritos apostólicos nos proveen esta respuesta: El Eterno permitió esto para que el Mesías tomara la maldición de nuestros pecados sobre él, tal como está escrito: “El Mesías nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Yeshua El Mesías la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.” (Gálatas 3:13-14) La interpretación popular de este verso, explica que Pablo está diciendo que la Torah era una maldición, y que Yeshua vino a librarnos de esa maldición; por tanto, no tenemos más que preocuparnos por los mandamientos de la Torah, judíos y gentiles por igual. Sin embargo, este no parece ser el sentido, puesto que no se dice que hemos sido redimidos de observar mandamientos de la ley, sino que hemos sido redimidos de la maldición de la ley, esto es nuestra pena por desobedecer los justos y santos mandatos de Dios. En el contexto de la carta de Gálatas, algunos prosélitos (personas de origen gentil convertidas en judíos siendo adultos y creyentes en Yeshua) explicaban a los gentiles creyentes que debían de convertirse en judíos vía circuncisión y formar parte del pueblo físico del Eterno, esto es Israel, para tener asegurada una entrada en el mundo venidero. Su teología de salvación era: “debes ser

parte de Israel para ser salvo y tener una adherencia modesta a los mandamientos. Si no lo haces, no tienes parte en el mundo venidero, o en el mejor de los casos, no estás del lado de la certeza”. Eruditos como E.P Sanders han definido esta postura como “Nomismo de pacto”, esto es, la creencia en que para tener parte en el mundo venidero se tiene que estar “dentro” para ser aceptado por Dios. Debes de haber nacido judío, o convertirte legalmente por medio de la circuncisión y observar mandamientos en un nivel básico para tener parte en el mundo venidero. En una frase su teología era: “Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos.” (Hechos 15:1). Pablo responde a estas personas que imaginaban la judeidad como un pasaje directo al paraíso, de manera muy tajante: “Si dependemos de la Torah o de ser judío para ser salvos, tenemos un pequeño lio, la Torah tiene una maldición para todo aquel que no permanece en los mandamientos para hacerlos (Gálatas 3:10) . Más que un ticket de bienvenida, ser judío y guardar el pacto de la Torah es una gran responsabilidad”. Pablo explica como Hashem en su gran misericordia nos libro de la condenación de la Torah por nuestra desobediencia. El permitió que el Mesías, aquel de quien se dice en Isaías 53 que nunca “hizo maldad ni hubo engaño en su boca” (53:9), cargara no solamente nuestros pecados, sino la infamia, el vituperio, el juicio y la maldición de los mismos ¡Cuan Bueno es nuestro Dios y su misericordia por medio de Yeshua su Mesías! Ciertamente la noción de que el Mesías pueda ser “maldecido por Dios” es algo pasmoso. Sin embargo, debemos recordar que en la tradición judía se le asignan al Mesías nombres igualmente sorprendentes. Uno de ellos es “Jivra” que significa “Leproso”, asignándole repudio de parte del pueblo judío, sufrimientos que serían tan espeluznantes que se pensaría que está siendo castigado por Dios. De hecho Isaías profetiza que el Mesías sufriría de una manera que daría lugar a pensar que está siendo castigado por Dios porque es un malvado, tal como está escrito: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por llagado (Nagua), por herido de Dios y abatido.” (Isaías 53:4) El profeta Isaías también describe aflicciones que el Mesías sufriría pero no por que las merezca, sino porque está cargando “el pecado de todos nosotros” para que por su llaga seamos nosotros sanados (Isaías 53:5-6).Además de esto, fuentes judías reconocen que Zacarías 12:10 donde se menciona a “aquel a quien traspasaron” se refiere al Mesías sufriente, o al Mesías Ben Yosef. De manera que después de considerarlo, un Mesías que tiene una muerte escandalosa y violenta, llena de escarnio por su propio pueblo y cargando los pecados del mundo, no carece de precedentes en la literatura judía ni de base textual en las escrituras. Pablo se dio cuenta de todas estas cosas y por eso dijo: “El Mesías nos libro de la maldición de la Torah, hecho por nosotros maldición” (Gálatas 3:13). Si pudiéramos hablar con Trifo y presentar razones por las cuales la muerte del Mesías por crucifixión no contradice la escritura sino que es consistente con la misma, podríamos decir que

Isaías habla de una muerte violenta, con mucho dolor y que causa que el pueblo judío piense que el que está siendo castigado, está siendo ajusticiado o “llagado” por Dios. En segundo lugar, Zacarías 12:10 llama al Mesías sufriente “Traspasado” una descripción consistente con un crucificado. En tercer lugar, si el Mesías había de llevar la maldición y juicio de nuestros pecados, no hay otra muerte descrita en la Torah que conlleve maldición, excepto a ser colgado de un madero. El Eterno ha dado perdón de pecados, redención, salvación, liberación, santificación por medio del único hombre que nunca pecó, pero que fue entregado por amor de nosotros. El mismo dijo que: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:14-16). Judíos y gentiles por igual, podemos encontrar la certeza del perdón eterno de nuestros pecados, y la experiencia de la regeneración al venir al Eterno amparados en el sacrificio de su Ungido. Todos aquellos que un día lo hicimos, sabemos que tenemos vida nueva, y vida en abundancia. La maldición de Dios fue quitada por el Bendito de Dios y ahora llama a todas sus creaturas a venir a él, arrepentidos de corazón para recibir vida eterna. Si aún no lo has hecho ¿Qué estas esperando? Los brazos del Eterno y de su Ungido están dirigidos hacia todo aquel que se humilla y se arrepiente de sus pecados. El toca a la puerta y llama, quiere que todos oigamos su voz

‫שבת שלום‬ ¡Shabbat Shalom! Yitzjak