LUNES

Año 52 | No. 40

DIARIO DE LA JUVENTUD CUBANA

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EDICIÓN ÚNICA | 03:00 A.M. | 20 CTS

Foto: Estudios Revolución

FIDEL sigue siendo VIDA SANTIAGO DE CUBA.— Amanece. Santa Ifigenia, ese sagrado sitio de la Patria tiene huellas profundas; desde este domingo será también espacio de tributo al eterno Comandante en Jefe de la Revolución Cubana. Muy cerca del Maestro sobresale la imponente piedra de granito gris, en cuyo interior descansarán las cenizas de Fidel, custodiadas por los nichos de los mártires del 26 de Julio y el panteón de los caídos por el internacionalismo. A pocos metros del incólume monolito se ha inscrito en bronce el concepto de Revolución expresado por Fidel, el 1ro. de mayo del 2000. El General de Ejército Raúl Castro Ruz, junto a los miembros del Buró Político del Comité Central del Partido, al Comandante de la Revolución Guillermo García Frías, familiares, compañeros de lucha, invitados, amigos… han venido a rendir tributo póstumo al eterno líder. Silencio. El armón que transporta las cenizas de Fidel ha llegado a Santa Ifigenia. Bajo la inmensa bandera que ondea a media asta se detiene el cortejo fúnebre que ha recorrido más de mil kilómetros desde

que el pasado 30 de noviembre saliera de La Habana. En el Mausoleo a Martí, Raúl y los dirigentes del Partido antes mencionados depositan flores blancas. El primer homenaje del día es al Héroe Nacional, al inspirador de las ideas de Fidel, al autor intelectual del Moncada. Luego inicia la solemne ceremonia de inhumación. Dalia, su esposa, trae la pequeña urna que guarda las cenizas del Comandante en Jefe. Frente al nicho, fiel, como siempre, aguarda Raúl, quien deposita la urna en el corazón de la roca, como acariciando al amado hermano de sangre y de luchas. La lápida de mármol verde que cierra el nicho lleva grabado con letras de bronce el nombre: FIDEL. El saludo militar del General de Ejército estremece; es su último adiós al líder indiscutible de la Revolución Cubana. El corneta toca atención y las notas de nuestro glorioso Himno Nacional rasgan el silencio acompañadas por 21 salvas de artillería en honor del máximo líder de la Revolución Cubana. Toca silencio el corneta. Entonces Fidel pareciera estar de vuelta a la vida, irrumpe en su voz pausada,

firme, inquebrantable, el concepto de Revolución con el que otra vez vuelve a inspirarnos en la Patria. Pasos marciales invaden la quietud que ha quedado. Comienza la ceremonia de cambio de guardia al Héroe Nacional en la que se incorpora la primera guardia de honor, que a partir de ese momento custodiará para siempre a nuestro invicto Comandante en Jefe. El Presidente Cubano deposita luego una rosa blanca ante la póstuma morada del líder; después lo hacen los miembros del Buró Político y el Comandante de la Revolución Guillermo García Frías. A continuación su familia coloca también rosas blancas. Le siguen los invitados a la ceremonia, entre ellos presidentes, líderes y amigos llegados desde todos los confines del planeta para compartir también este momento de dolor en nuestra Patria. Silencio; siempre silencio. Una tristeza extraña circunda, no es un dolor simple, es un dolor profundo, infinito, sin tamaño. Santa Ifigenia duele, pero desde este solemne sitio de reposo Fidel sigue siendo luz, amanecer, semilla, ejemplo… vida. (Yaima Puig Meneses)

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Raúl, junto a los miembros del Buró Político del Partido Comunista de Cuba y el Comandante de la Revolución Guillermo García Frías, rindió honores al Héroe Nacional de Cuba, José Martí. Tributo sentido a Mariana Grajales.

por YAIMA PUIG MENESES fotos ESTUDIOS REVOLUCIÓN

SANTIAGO DE CUBA.— Al concluir la ceremonia de inhumación de las cenizas del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, acompañado por integrantes de la máxima dirección del país, recorrió áreas del cementerio de Santa Ifigenia para rendir merecido tributo a héroes y mártires de la Patria. Flores blancas depositaron ante los nichos de los jóvenes de la Generación del Centenario que lucharon en el Moncada, en el panteón de los caídos por el internacionalismo cubano y a los combatientes de la clandestinidad. El homenaje ante las tumbas de mujeres gloriosas de nuestra Patria: Mariana Grajales, Madre de los Maceo y de todas las cubanas y cubanos, como la llamó en la noche de este sábado el propio Presidente Raúl; María Cabrales, esposa del Mayor General Antonio Maceo; y Dominga Moncada, madre del insigne patriota Guillermón Moncada. Rosas colocaron también a Federico Capdevila, defensor de los siete estudiantes de Medicina injustamente asesinados, y a Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria. Finalmente, el respeto a los hermanos Frank y Josué País García, inolvidables jóvenes que en su corta vida tanto hicieron por la liberación de Cuba.

Homenaje a los mártires de la Patria

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DIARIO DE LA JUVENTUD CUBANA Fundado por Fidel el 21 de octubre de 1965

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Cita con héroes Santiago de Cuba, y con ella la Isla toda, se estremeció esta mañana. Fidel fue al encuentro del Apóstol, de los patriotas de la independencia, de sus hermanos de lucha, de la Historia por ENRIQUE MILANÉS LEÓN [email protected] fotos RAÚL ABREU

SANTIAGO DE CUBA.— De alguna forma, había expectativas fuera y dentro de Santa Ifigenia. Dentro, resguardan el camposanto nada menos que el Héroe Nacional, el Padre de la Patria, la Madre de todos los cubanos que se empinan y se alzan, Guillermón, José Maceo, Haydée, Melba, Frank, 32 generales de las guerras de independencia y una lista dignamente interminable. Fuera, una hilera de santiagueros, apostados en el camino, querían dar otro adiós al Comandante, es discutible que el último. De la Plaza de la Revolución al cementerio, la avenida Patria multiplicó en dos sendas la densidad de su nombre: cada persona era apenas un centímetro de los cuatro kilómetros. Así que, desde plena madrugada del domingo, una multitud callada miraba hacia el este. El cortejo llegaría desde donde asciende el Sol. Cercanas las siete, llegó y nos mandó a evocar. Durante el rápido paso de la Caravana, que cerraba allí una Isla de emociones, cada cual pensó en sus propias «comandancias» personales con Fidel: una cura en hospital, un título de academia, un hijo que crece fuerte, una sonrisa, una sonrisa que es siempre el mejor resumen… La gente hablaba: este hombre no se puede dejar de recordar. «Es mucho lo que hizo el compay…», argumentó alguien a mi lado. Y empezó el chorro de anécdotas que un treintañero resumió a su modo: «Es un montón de cosas y un montón de gente que ha mejorado,así que (para sentirlo visible) ya inventaremos algo». Pasó el cortejo. La familia enorme dejó que la más cercana le rindiera su íntimo honor. Afuera,la gente compartió el Himno, se estremeció con las salvas y se imaginó cuánto amor imperaba adentro.

Los santiagueros acompañaron el cortejo fúnebre en su tránsito hacia el cementerio Santa Ifigenia.

Dolida como está, Cuba tiene un gran alivio: Fidel vivirá esta muerte muy cerca de José Martí. En las noches, podrá visitar en el mausoleo vecino los 28 campamentos del Héroe de Dos Ríos y discutir con él sus conceptos de Revolución. En las mañanas frescas, podrán hermanarse más subiendo juntos las cercanas lomas de la Maestra. Podrán abrazar al pueblo con los brazos más poderosos que Cuba ha parido. Dada por terminada la ceremonia,nadie atinaba a partir. Las mujeres parecían fundidas a las banderas, a los rostros del barbudo y a sus frases. Quietos. Escribiendo silentes reflexiones. Todos estaban pegados a la avenida. O pegados a la Patria.

Mucho hizo Fidel por los niños cubanos, que crecerán cobijados por su obra y su ejemplo.

Por Fidel, los brazos jóvenes se vistieron de rebeldía.

El Comandante se instaló hace mucho en el corazón de su pueblo; ante su partida el pacto de fidelidad se renueva.

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El Comandante está intacto en el corazón del país. Foto: AP

Fidel, el mayor desafío por JOSÉ ALEJANDRO RODRÍGUEZ [email protected]

TRAS depositar las ígneas cenizas de Fidel en Santa Ifigenia, luego de tantos días de dolor y certidumbres, Cuba enjuga sus lágrimas y se incorpora animada por el «levántate y anda», el ejemplo victorioso del líder. Entonces mira hacia adelante, sin dejar de tantear el terreno bajo sus pies y observar lo que le circunda. La primera certeza de estos días luctuosos es que el Comandante está intacto en el corazón del país. El desgarramiento de su desaparición física destapó, como magma volcánico,el fidelismo de este pueblo; por encima de las angustias e insatisfacciones cotidianas que puedan asaltarnos, de los acechos y manipulaciones

que siguen urdiendo los enemigos contra la Revolución, y de los problemas internos de esta. Lo esencial es que siga germinando la semilla depositada por Fidel hasta en los que están por venir, con los abonos y aparejos que le vinieron a él de Martí y tantos conquistadores de la virtud patria a lo largo de siglos. A fin de cuentas, tendremos que seguir soportando que los perros ladren como señal de que cabalgamos, lo haya dicho o no Alonso Quijano a su fiel Sancho Panza. La segunda evidencia es que las revoluciones, si son verdaderas y no terminan represadas en sus propias aguas, tienen que obrar constantemente el milagro de superarse a sí mismas, de sobrevivir a sus propios artífices y

La desaparición física del líder destapó, como magma volcánico, el fidelismo de este pueblo. Foto: Omara García/ACN

seguir seduciendo. Perpetuarse en la historia por el cambio constante, como él nos pedía. Fidel nos desbrozó el camino hasta aquí. Nos dejó los cimientos, y resolvió en vida la interrogante de la sucesión, que tanta curiosidad y especulación desataba en el mundo. Él mismo apostó a la garantía de nuestro proceso más allá del papel de la personalidad en la historia y el liderazgo, cuando predicó que «hemos hecho una Revolución más grande que nosotros mismos». Y en los homenajes de estos días, sintomáticamente la frase más recurrente y coreada fue: «Yo soy Fidel». El líder invicto nos dejó un tesoro de sabiduría y clarividencia, de principios cardinales, que no pueden aplicarse como receta mecánicamente, si no con el

A partir de ahora el Guerrillero rebelde nos acompañará como bitácora en el camino de la Revolución. Foto: Tomada de Cubahora

sentido dialéctico propio de los verdaderos marxistas, lejanos al dogma. Y también nos legó preguntas de cómo construir el socialismo hoy, que deben responderse con mucha responsabilidad, con esa insatisfacción suya, consustancial al revolucionario íntegro, que no desmaya en acomodamientos ni hartazgos de logros y alabanzas. A partir de ahora, él nos acompañará como una estrella polar, como una bitácora en el camino siempre inquietante de la Revolución. Él nos estará midiendo, desde la eternidad. ¿Cómo lo hubiera hecho Fidel, cómo lo hubiera resuelto?, nos preguntaremos ante cada dilema, recordando que él siempre le puso el pecho al peligro e hizo de la política un acto humano y entrañable, sin fórmulas tecnocráticas ni

protocolos tras los cristales nevados. Y lesa traición le haríamos si nos ciñéramos a recordarlo como pieza de museo, repitiendo pomposamente consignas, hibernándolas desgajadas de la realidad, ensanchando el abismo entre palabras y hechos. Esa gravitación de Fidel será el mayor desafío moral y político que encarará Cuba, en una era camaleónica, en la cual el gran poder imperial se camufla ora de sutil, ora de burdo, ora de zanahoria, ora de garrotazo. Una era con tantas incertidumbres y engañifas, que requiere blindarse y concentrarse en relanzar nuestro socialismo. Nos harán mucha falta sus ojos, viajeros incesantes entre el presente y el futuro. Ni las cenizas del guerrero ilustrado descansarán en paz.

Lo esencial es que siga germinando la semilla depositada por Fidel hasta en los que están por venir. Foto: Tomada de Cubadebate

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La eternidad retadora FRENTE AL ESPEJO YOELVIS LÁZARO MORENO

FRENTE AL ESPEJO YOERKY SÁNCHEZ CUELLAR

Hay hombres que no mueren, porque su legado permanece en el fervor de cada patriota, en la estirpe retadora del último soldado. Foto: Fernando Medina/Cubahora por OSVIEL CASTRO MEDEL [email protected]

ES casi seguro que ninguno de los que existimos ahora vivamos un suceso más trascendental que este de noviembre y diciembre de 2016. ¿Quién pudiera negarlo? No se trata de que hayamos presenciado la partida física de Fidel, sino de que hemos visto su viaje a la eternidad. Haber coexistido con él en uno de los tiempos más sublimes de la nación y haber sido parte del plebiscito popular a favor de este proyecto social —como calificara la periodista Marta Rojas al multitudinario homenaje—, están entre los mayores privilegios de las diversas generaciones de cubanos que han habitado este país desde 1959 —o antes— hasta el presente. Ahora, al ver el cofre con sus fuegos —que no sus cenizas—, que atrajo muchedumbres llenas de emociones en pueblos y ciudades, desde La Habana hasta su amado Santiago, deberíamos subrayar que el Fidel victorioso que entró a la capital el 8 de enero es y no es el mismo de este momento. Es el mismo porque su filosofía de lucha, la manera de vivir y de pensar, el compromiso con el pueblo, la ética, la valentía que no pueden negar ni sus enemigos, siguieron idénticos hasta el final de sus días. Y no es el mismo porque Fidel, después de casi 58 años de Revolución, ha alcanzado una estatura cósmica; ha rebasado la contemporaneidad, como diría Ignacio Ramonet. En 1959 era el líder indiscutible de una generación que había arriesgado la vida

incontables veces y hasta dado su sangre por vindicar a Martí y cambiar algo llamado erróneamente «República»; era un héroe victorioso que entraba a La Habana con 32 años y cuatro meses de edad para advertirle a la nación que, pese al triunfo, lo más difícil estaba por escribirse todavía. En 2016 Fidel, a sus nueve décadas, ha visto cumplir muchos de sus sueños, los de Martí, aunque como él mismo reconoció varias veces, queda un mundo por hacer en numerosos frentes de la vida nacional. El profesor de la Universidad de La Reunión y autor de nueve libros sobre Cuba, el francés Salim Lamrani, ha dicho en una entrevista reciente que «además de haber conquistado la independencia nacional tan esperada y haber realizado de este modo el sueño de José Martí, Fidel Castro elaboró un sistema social considerado por todas las grandes instituciones internacionales como ejemplo para los países del Tercer Mundo. Al universalizar el acceso a la educación, a la salud, a la cultura, al deporte y a la recreación, al ubicar al ser humano en el centro del proyecto emancipador, el líder de la Revolución Cubana demostró que era posible edificar una sociedad más justa a pesar de los recursos limitados y del estado de sitio económico que impone Estados Unidos desde hace más de medio siglo». Ese legado no puede negarse hoy, a 60 años del Granma y del histórico rencuentro con Raúl en Cinco Palmas (18 de diciembre de 1956). Claro que existen buitres, algunos empotrados en pedestales de odio, esos negadores de una impronta que rebasa ideologías.

Por su parte, Armando Hart Dávalos, uno de los integrantes de la gloriosa generación que pretendió «tomar el cielo por asalto», escribió hace poco: «Ese hombre que concibió, encabezó y ha defendido inteligentemente y sin vacilación alguna, la obra gigantesca de la Revolución Cubana, estaba llamado a ser —en el convulso universo de hoy— un elevadísimo y poco común ejemplo de ética, cultura, seguridad, experiencia y firmeza de principios: todo ello en una sola pieza». Ahora Fidel, retornando al Oriente de tantas luchas, deja un pueblo mucho más preparado,instruido,patriota y comprometido,pero también con numerosos desafíos. A uno de estos se refirió hace poco en entrevista por la televisión el intelectual y exdiplomático Ricardo Alarcón de Quesada: el de mantener vivo el proyecto social encabezado por el líder de la Revolución. «La obra revolucionaria de Fidel continuará viva, pero solo perdurará si cada uno de las cubanas y cubanos somos capaces de hacerlo eterno en nuestros corazones». Y recalcaba que el ejemplo de su lucha y perseverancia «no se satisfacía con lo mal hecho o no se contentaba con hacer las cosas a medias, porque ponía alma, corazón y vida para llevar adelante la obra de la Revolución». De esa peculiar manera de hacer tendrán que beber todos los sucesores de la dirigencia política cubana para seguir encaminando el pueblo a la victoria. Otro de los retos que nos deja el Fidel que viaja a lo infinito es el de mantener la unidad, algo que logró el Héroe de la Sierra Maestra con su prédica constante, sus explicaciones sabias, sus argumentos e ideas.

Por cierto, no resulta ocioso remarcar que en aras de esa unidad Fidel habló muchas veces de la inclusión, más allá de los factores revolucionarios. En 1961,al resumir los tres encuentros históricos con los intelectuales cubanos, dijo claramente que «la Revolución debe tratar de ganar para sus ideas a la mayor parte del pueblo». Y luego enfatizaba que «nunca debe renunciar a contar con la mayoría del pueblo, a contar no solo con los revolucionarios, sino con todos los ciudadanos honestos, que aunque no sean revolucionarios —es decir, que no tengan una actitud revolucionaria ante la vida—, estén con ella. La Revolución solo debe renunciar a aquellos que sean incorregiblemente reaccionarios, que sean incorregiblemente contrarrevolucionarios». Ahora Fidel, viajando hacia la eternidad, que no es una categoría abstracta sino un estado, una etapa superior de la vida creadora y a la cual llegan pocos, nos está diciendo que no nos olvidemos de «cambiar todo lo que deba ser cambiado» y tampoco de cuanto entraña el concepto de Revolución. Nos está diciendo que no dejemos de lado el precepto de la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes. Que no extraviemos que las obras no las hace un hombre solo, sino las masas... el pueblo. Que siempre llevemos en la cabecera de la nación el ansia de conquistar el bienestar, algo a lo se refirió muchas veces, como en 1984, en su Santiago de batallas, el mismo que lo recibió para siempre: «Este pueblo bien merece todo un destino mejor, bien merece alcanzar la felicidad».

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ESPECIAL

por ATILIO A. BORÓN [email protected]

LA desaparición física de Fidel hace que el corazón y el cerebro pugnen por controlar el caos de sensaciones y de ideas que desata su tránsito hacia la inmortalidad. Recuerdos que se arremolinan y se superponen, entremezclando imágenes, palabras, gestos (¡qué gestualidad la de Fidel, por favor!), entonaciones, ironías, pero sobre todo ideas, muchas ideas. Fue un martiano a carta cabal. Creía firmemente aquello que decía el Apóstol: Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras. Sin duda que Fidel era un gran estratega militar, comprobado no solo en la Sierra Maestra, sino en su cuidadosa planificación de la gran batalla de Cuito Cuanavale, librada en Angola entre diciembre de 1987 y marzo de 1988, y que precipitó el derrumbe del régimen racista sudafricano y la frustración de los planes de Estados Unidos en África meridional. Pero además era un consumado político, un hombre con una fenomenal capacidad para leer la coyuntura, tanto interna como internacional, cosa que le permitió convertir a su querida Cuba —a nuestra Cuba en realidad— en una protagonista de primer orden en algunos de los grandes conflictos internacionales que agitaron la segunda mitad del siglo XX. Ningún otro país de la región logró algo siquiera parecido a lo que consiguiera Fidel. Cuba brindó un apoyo decisivo para la consolidación de la revolución en Argelia, derrotando al colonialismo francés en su último bastión; Cuba estuvo junto a Vietnam desde el primer momento, y su cooperación resultó ser de enorme valor para ese pueblo

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Desde La Habana sometido al genocidio norteamericano; Cuba estuvo siempre junto a los palestinos y jamás dudó acerca de cuál era el lado correcto en el conflicto árabe-israelí; Cuba fue decisiva, según Nelson Mandela, para redefinir el mapa sociopolítico del sur del continente africano y acabar con el apartheid. Países como Brasil, México, Argentina, con economías, territorios y poblaciones más grandes, jamás lograron ejercer tal gravitación en los asuntos mundiales. Pero Cuba tenía a Fidel… Martiano y también bolivariano: para Fidel la unidad de América Latina y, más aún, la de los pueblos y naciones del por entonces llamado Tercer Mundo, era esencial. Por eso crea la Tricontinental en enero de 1966, para apoyar y coordinar las luchas de liberación nacional en África, Asia y América Latina y el Caribe. Sabía, como pocos, que la unidad era imprescindible para contener y derrotar al imperialismo norteamericano. Que en su dispersión nuestros pueblos eran víctimas indefensas del despotismo de Estados Unidos, y que era urgente e imprescindible retomar las iniciativas propuestas por Simón Bolívar en el Congreso Anfictiónico de 1826, ya anticipadas en su célebre Carta de Jamaica de 1815. En línea con esas ideas Fidel fue el gran estratega del proceso de creciente integración supranacional que comienza a germinar en Nuestra América desde finales del siglo pasado, cuando encontró en la figura de Hugo Chávez Frías el mariscal de campo que necesitaba para materializar sus ideas. La

colaboración entre estos dos gigantes de Nuestra América abrió las puertas a un inédito proceso de cambios y transformaciones que dio por tierra con el más importante proyecto económico y geopolítico que el imperio había elaborado para el hemisferio: el ALCA. Estratega militar, político, pero también intelectual. Raro caso de un jefe de Estado siempre dispuesto a escuchar y a debatir, y que jamás incurrió en la soberbia que tan a menudo obnubila el entendimiento de los líderes. Tuve la inmensa fortuna de asistir a un intenso, pero respetuoso intercambio de ideas entre Fidel y Noam Chomsky acerca de la crisis de los misiles de octubre de 1962 o de la Operación Mangosta, y en ningún momento el anfitrión prestó oídos sordos a lo que decía el visitante norteamericano. Una imagen imborrable es la de Fidel participando en numerosos eventos escenificados en Cuba —sean los encuentros sobre la Globalización organizados por la ANEC; los de la Oficina de Estudios Martianos o la Asamblea de Clacso en octubre de 2003— y sentado en la primera fila de la platea, munido de un cuadernito y su lapicero, escuchando durante horas a los conferencistas y tomando cuidadosa nota de sus intervenciones. A veces pedía la palabra y asombraba al auditorio con una síntesis magistral de lo dicho en las cuatro horas previas, o sacando conclusiones sorprendentes que nadie había imaginado. Por eso le decía a su pueblo «no crean, lean», fiel reflejo del respeto que sentía por la labor intelectual.

Al igual que Chávez, Fidel era un hombre cultísimo y un lector insaciable. Su pasión por la información exacta y minuciosa era inagotable. Recuerdo que en una de las reuniones preparatorias de la Asamblea de Clacso del 2003 nos dijo: «recuerden que Dios no existe, pero está en los detalles» y nada, por insignificante que pareciera, debía ser librado al azar. En la Cumbre de la Tierra de Río (1992) advirtió ante el escepticismo o la sonrisa socarrona de sus mediocres colegas (Menem, Fujimori, Bush padre, Felipe González, etcétera) que la humanidad era «una especie en peligro» y que lo que hoy llamamos cambio climático constituía una amenaza mortal. Como un águila que vuela alto y ve lejos advirtió 20 años antes que los demás la gravedad de un problema que hoy está en la boca de cualquiera. Fidel ha muerto, pero su legado —como el del Che y el de Chávez— vivirá para siempre. Su exhortación a la unidad, a la solidaridad, al internacionalismo antimperialista; su reivindicación del socialismo, de Martí, su creativa apropiación del marxismo y de la tradición leninista; su advertencia de que la osadía de los pueblos que quieren crear un mundo nuevo inevitablemente será castigada por la derecha con un atroz escarmiento y que para evitar tan fatídico desenlace es imprescindible concretar sin demora las tareas fundamentales de la revolución, todo esto, en suma, constituye un acervo esencial para el futuro de las luchas emancipatorias de nuestros pueblos.

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por YUSUAM PALACIOS ORTEGA [email protected]

EL alma de la patria se teje, cual artista cuya creación se eleva y toca hondo las fibras de la sensibilidad, de enlaces continuos e invisibles; esos que, provistos de una mística única, hacen nacer, en la propia creación del arte, la dignidad que rige el proceso de gestación, parto y formación de la obra. Las revoluciones devienen obras de sus protagonistas; son procesos movidos por elementos catalizadores de la realidad económica, política, social y cultural de un grupo humano que enciende la llama de la esperanza, la que emana del trabajo consciente y por ende creador que transforma, revoluciona, cambia las cosas (con la intención muy clara de colocarlas o intentar hacerlo donde deben estar; dígase con sentido del momento histórico, objetividad y coherencia en el acto en sí que significa el cambio, si es revolucionario). La patria cubana ha visto tejer su alma bajo el dolor infinito del yugo colonizador en varios momentos de su historia; ha sido desgarrador el tejido heroico del que se ha construido la nación o la porción de humanidad en que hemos nacido y vemos más de cerca; ha sido épico por la gran epopeya que se escribirá y de la que mucho hemos de hablar; ha sido revolucionario en esencia. Y dos nombres se inscriben en el parto heroico, dos artífices de la creación, dos padres de la obra hermosa y digna que es la Revolución Cubana: José Martí y Fidel Castro. Qué privilegio para un pueblo

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Artífices de una obra hermosa tener dos hijos de tan sublime presencia, ambos símbolos de la patria cubana por la grandeza, altura ética trascendental y condición humana. El padre y el hijo, el maestro y el mejor de sus discípulos, garantes de la continuidad histórica, cual generaciones que empalman sus ideas, las hacen un solo haz, y con su luz mantienen viva la llama espiritual de la nación. ¿Y qué une a estos dos hombres que no se conocieron físicamente ni vivieron en el mismo tiempo? Uno pensaba en el otro cuando se despide de su hijo el 1ro. de abril de 1895 y en memorable carta le pide: sé justo; el otro, aun sin nacer, era elegido para realizar la justicia a la que había sido llamado. Se sentó Fidel a Martí en su hombro izquierdo, bebió de su fuente inspiradora. Y como mismo el Apóstol convidó a distintas generaciones a luchar por la independencia de Cuba en los Pinos Nuevos, el Comandante de la verdad y las ideas no lo dejó morir en su centenario y siguió sus lecciones para asaltar el cielo de la libertad; convirtióse así Martí en el autor intelectual de la épica del 26 de julio. «Traigo en el corazón las doctrinas del Maestro...», diría en el juicio del Moncada quien ya se había convertido en martiano, de pensamiento, acción y sentimiento, en los días luminosos de la universidad, quien logró interpretar en sus honduras y aplicar luego con su praxis revolucionaria, el pensamiento liberador de Martí.

por ARACELYS BEDEVIA [email protected]

DIEZ días han pasado desde que el más grande de todos se fue hacia la luz. Y el dolor sigue intacto. Ese dolor compartido que nos hizo salir a las calles y acompañarlo hasta Santa Ifigenia, dando muestras al mundo de una gratitud y espiritualidad conmovedoras. Miro los rostros de niños, niñas, jóvenes, ancianos, y encuentro en ellos con más claridad que nunca la respuesta a por qué Fidel decía que lo primero que teníamos que salvar era la cultura y que salvando la cultura salvábamos la Revolución; por qué insistió tantas veces en que leyéramos, llevó la enseñanza (mediante la Campaña de Alfabetización) hasta el último rincón del país, lanzó a las calles millares de libros a precios asequibles, empezando por El Quijote (tras la creación de la imprenta revolucionaria), y masificó la cultura.

El sentido del momento histórico de ambos los hace hombres de su tiempo, a la altura de su tiempo; por eso trascienden, por sus obras extraordinarias, humanas, por el carácter entero que mostraban, porque entendieron su tiempo, y sobre esa base condujeron la Revolución. El conocimiento de su pueblo, de las especificidades del país, de su historia, los distingue. El pensar por sí es una de sus principales cualidades como revolucionarios: Martí abogaba por el ejercicio del criterio, pensar por sí deviene en rasgo medular de la dignidad humana, del culto a ella de manera plena; Fidel ha hecho del ejercicio del pensar un culto —como pedía el enlace entre ambos, Julio Antonio Mella—, ha sido siempre un ser pensante y no conducido. En Martí y Fidel encontramos una condición humana impresionante,el humanismo que los define, los eleva y he ahí la elección que comparten: la de estar al lado de los pobres de la tierra, militar por la justicia social, amar la humanidad y luchar por su salvación. La idea de que un mundo mejor es posible encarnada en Fidel tiene su esencia en uno de los pilares del pensamiento martiano: el equilibrio del mundo. Sigue siéndolo hoy: vacilante y dudoso ese equilibrio bajo un orden insostenible en el mundo incapaz de dar solución a los ingentes problemas de la humanidad. Pero ambos, Martí y Fidel, son estandartes de una fe que emana del amor: la del mejoramiento humano y la utilidad de la virtud.

Amar a Cuba es desvelo en los dos; la patria, entendieron, necesita sacrificios. Una mirada a sus vidas nos lo muestra: el presidio que padecieron, el tiempo fuera de la patria, las incomprensiones sufridas, limitaciones personales, contradicciones con su propio tiempo; dos vidas terrenales fecundas, llenas de heroicidad. Son Martí y Fidel ejemplos, sin sombra de duda alguna. Basta recorrer un solo episodio de sus vidas y seremos testigos de la aseveración. ¿Cómo no ser ejemplos si son artífices de la verdad?, ¿cómo no serlo cuando se elige el lado del deber y no aquel en que se vive mejor? Son verdaderos hombres, los más grandes hijos de Cuba. Los une el espíritu de lucha por la Patria Grande, por la América nuestra, por las dolorosas tierras que ansían su segunda y definitiva independencia, que abogan por la unidad y la integración. El latinoamericanismo martiano y fidelista tiene un rasgo que lo distingue: es antimperialista. La lucha de Fidel contra el imperialismo nunca cesó; siempre le proporcionó duros golpes de ideas, de un pensamiento descolonizador y propio que aprendió de Martí. Forjó el Comandante en Jefe su antimperialismo en el mismo momento en que se hizo martiano y marxista; como el Maestro, entendió al monopolio como un gigante implacable que destruía a los pueblos. Para los dos el ideal de justicia no se alcanza bajo criterios

superficiales que solo buscan la exaltación por lo material o el egoísmo personal, sino en la fragua del ser, en sus valores y principios, en la convicción de tener mucho adentro y necesitar en consecuencia poco afuera. He ahí el alto valor a la cultura que le imprimen: «sin cultura no hay libertad posible», sentencia orientadora en la formación del hombre nuevo, del ser humano ética, cultural y espiritualmente superior. Nuestro Héroe Nacional lo expresó en su concepto: «ser culto es el único modo de ser libres»; la unidad de pensamiento entre Martí y Fidel deviene en sustancia natural que salva, redime, nos llena de fuerzas para avivar los sueños. Y son esas mismas fuerzas las que han de continuar motivándonos a salir al camino redentor de la gran batalla de la humanidad, a luchar por nuestros sueños y esperanzas, a ser jóvenes a la altura del tiempo histórico, con conciencia revolucionaria, movidos por el entusiasmo necesario ante el drama terrible que significa enfrentar, recordando a Fidel, poderosas fuerzas dominantes; portando las banderas de la dignidad y el patriotismo con nuestras armas que son las ideas. Dos nombres se inscriben en el parto heroico de la historia patria, dos paradigmas, dos ejemplos de extraordinario valor, sensibilidad y amor. Con ellos contamos los jóvenes; leerlos, hurgar en las raíces de su pensamiento, no dejarlos morir; es causa inspiradora de nuestra lucha.

Visionario de todos los tiempos Que hoy estemos unidos en un solo abrazo y seamos un pueblo solidario y comprometido con los destinos de la patria, que defiende su identidad por encima de todo, su historia, y es capaz de construir una cultura alternativa al capitalismo, se lo debemos a Fidel: visionario de todos los tiempos. A ese Fidel que apoyó a Alicia y Fernando Alonso en la creación del Ballet Nacional de Cuba, impulsó el nacimiento del Instituto del Arte e Industria Cinematográficos, la Unión Nacional de Artistas de Cuba, el Sistema de Enseñanza Artística, y todo cuanto se ha logrado en materia cultural. A ese Fidel que hizo suyas las palabras de Martí «trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras» y en un encuentro con los intelectuales,

hace 55 años, estableció las bases de lo que luego sería la política cultural de este país, una política que todavía hoy tiene vigencia y sirve de brújula a la Revolución. A ese Fidel que se preocupó siempre por apuntalar la conciencia patriótica, antimperialista y antineocolonial de nuestro pueblo, y creó las Ferias del Libro, formó maestros y potenció el desarrollo de la ciencia. Al Fidel que defendía la concepción de una cultura general integral como un derecho de cada ser humano y la necesidad de recibir una formación ética y humanista. Si hoy el mundo entero dice «¡Qué clase de pueblo!», se lo debemos también a él, porque los valores no nacen de la nada, sino de la solidez de un proceso

social y político que cree en el mejoramiento humano, respeta el legado de sus héroes y defiende, por encima de todo, su cultura como «escudo y espada de la nación». Si su partida marca el inicio de una nueva etapa en la que todos somos Fidel, es porque él es la inspiración: «el estado de gracia irresistible y deslumbrante, que solo niegan quienes no han tenido la gloria de vivirlo», como escribió su amigo Gabriel García Márquez; porque él nos dio calidad de vida y fomentó los valores espirituales que hoy sostienen a esta nación. Que siga entonces el enemigo soñando con «una nueva Cuba». Somos un pueblo culto, gracias a Fidel, y un pueblo culto, por duros que sean los tiempos, no se deja confundir.

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ESPECIAL

LUNES

05 DE DICIEMBRE DE 2016

juventud rebelde

Una huella sempiterna Días en que los cubanos no hemos estado solos, en que nuestras tristezas y compromisos se han multiplicado en quienes se han unido al «¡Hasta Siempre, Comandante!» en los cinco continentes

Caricatura del día, El Telégrafo, Ecuador. por MARINA MENÉNDEZ QUINTERO y NYLIAM VÁZQUEZ GARCÍA [email protected]

LA última semana, más allá de raza, sexo, e incluso, de posiciones políticas, ha unido a muchos a lo largo de todo el planeta en torno al respeto y tributo al Líder de los cubanos. Cada quien en los rincones más distantes de la geografía mundial, ha hecho lo mismo su pueblo, lo ha honrado desde las más diversas iniciativas, desde los más profundos gestos de amor. Una multitud de personas reunidas este domingo en la capital de Francia ratificó la decisión de continuar la lucha bajo la guía de las ideas de Fidel Castro. Concentrados en la Plaza José Martí, de París, franceses, cubanos y latinoamericanos defendieron que pese a la partida física de Fidel, su legado seguirá presente acompañando las batallas de la nación caribeña y de muchos pueblos del mundo, dijo PL. Decenas de hombres y mujeres tomaron la palabra para rendir su propio tributo al Comandante, entre ellos Didier Philippe, presidente de la Asociación de solidaridad Francia-Cuba, organizadora de la movilización. Desde el fallecimiento del Comandante el 25 de noviembre, numerosos homenajes han tenido lugar en Francia, como muestra de la huella dejada por el líder en miles de habitantes de esta nación europea, agregó la agencia, que también reportó el multitudinario acto que tuvo lugar en Madrid. El movimiento español de solidaridad con Cuba protagonizó una masiva concentración para despedir al líder revolucionario. Ni las bajas temperaturas ni la lluvia pertinaz que caía sobre esa capital impidieron que miles de personas se reunieran para rendir tributo al legendario estadista en la Plaza de Callao, situada en el mismo corazón de la Gran Vía de Madrid. En un manifiesto, las agrupaciones de solidaridad destacaron que las cenizas del Comandante, que desde el domingo descansan en el cementerio de Santa Ifigenia, de Santiago de Cuba, «son semillas de las que brotarán con fuerza nuevas luchas y nuevas gestas libertadoras». Por otra parte, en diversos lugares del mundo, dirigentes sociales y populares expresaban también su pesar por el deceso de Fidel y su solidaridad con Cuba. «Fidel es hoy referente para toda la

La Juventud del PSUV aragüeña rinde homenaje al gigante Fidel desde su campamento en Ocumare de la Costa. Foto: JPSUV

juventud. Muchos jóvenes nos formamos viendo la imagen y la gallardía de Fidel», afirmó en Quito Eduardo Vázquez, secretario del Frente de Masas de la Juventud Comunista de Ecuador. Vázquez estuvo entre las más de mil personas que visitaron la Embajada de Cuba en Quito para rendir homenaje al líder de la Revolución Cubana. «Es el referente de nuestra América y Ecuador para todos los tiempos. Nos enseñó que para vencer al gigante no hace falta tener el mismo tamaño, sino tener dignidad, valentía y principios ideológicos inclaudicables», aseguró a Prensa Latina. La víspera, con música, danza y poesía a sala llena, ecuatorianos y cubanos realizaron una Cantata a Fidel, homenaje a quien a juicio de millones sigue hoy más vivo que nunca. El Teatro Prometeo, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, fue sede para rendir tributo a Fidel Castro desde el arte comprometido con las causas justas y los procesos sociales. Trovadores, grupos musicales, niños declamadores y cuerpos de baile formaron parte de un espectáculo atípico, dedicado a conmemorar la inmortalidad del líder cubano.

beliceño se sumaron a la hornada de jóvenes, ancianos y pueblo en general que desde el pasado 28 de noviembre desfilaron por el edificio que ocupa la Embajada de Cuba en Belice para expresar su pesar por la desaparición física del compañero Fidel. El viceprimer ministro, Patrick Faber, y el canciller, Wilfred Elrington, quienes estuvieron en el multitudinario acto de masas en la Plaza de la Revolución José Martí de La Habana el pasado martes 29 de noviembre, visitaron la embajada para extender su tributo al Comandante en Jefe. Según Faber, quien llegó acompañado de sus dos pequeños hijos, su deber es «trasladar a las nuevas generaciones de

beliceños la necesidad de rendir homenaje al estadista que fue el compañero Fidel». Por su parte, el canciller Elrington, expresó en la sede diplomática la admiración que siente hacia el Comandante en Jefe por el amor que ha entregado a sus compatriotas y a los pobres de África y del resto del mundo. Desde Malasia se informó que el canciller de ese país, Dato Sri Anifah Aman, acudió a la Embajada de Cuba para firmar el libro de Condolencias. En nombre del Gobierno, Anifah trasladó al pueblo, Gobierno de Cuba y familiares las condolencias, y destacó la labor realizada por el compañero Fidel para estrechar los vínculos entre Cuba y Malasia. Sentenció que su legado nunca será olvidado en ese país. En tanto, en Chipre, Demetris Syllouris, presidente de la Cámara de Representantes de esa nación, rubricaba también en la mañana del domingo sus expresiones de pesar en la residencia del embajador de Cuba. Algunas personas dejan su huella en el mundo para siempre, afirmó Syllouris en su mensaje. «Fidel Castro, siguió expresando el parlamentario chipriota, será recordado como una figura emblemática del siglo XX, un gigante político que luchó incansablemente por sus ideales, tanto en Cuba como en todo el mundo, y un símbolo de rechazo de toda forma de intervención e imposición externas». «En nombre de todos los miembros de la Cámara de Representantes y en mi propio nombre —escribió Syllouris—, expreso nuestras más sinceras condolencias al pueblo amistoso y a la dirección política de Cuba por la pérdida de su gran Comandante». También, en Botswana, la doctora Stergomena Lawrence Tax, secretaria ejecutiva de la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC) acudió a la Embajada de Cuba. En su dedicatoria, la alta funcionaria de SADC escribió: «Nuestras más sentidas condolencias. Siempre recordaremos a nuestro líder,

FIRMAN LIBRO DE CONDOLENCIAS

Fidel Castro representa la Revolución latinoamericana, fue un hombre que perseveró y alcanzó sus objetivos en base a mantener sus principios y valores, declaró a Prensa Latina el ministro de Economía de Bolivia, Luis Arce. El titular acudió este fin de semana a la Embajada de Cuba en La Paz para firmar el Libro de Condolencias. Asimismo altos dirigentes del Gobierno

Jóvenes comunistas de Turquía homenajearon a Fidel y reiteraron su apoyo a la Revolución Cubana. Foto: EmbaCuba-Turquia

juventud rebelde

Han sido múltiples los actos de recordación de los amigos solidarios en España. Foto: Tomada de Twitter

Su Excelencia Fidel Castro, por su inmensa contribución a la región de la SADC y a todo el mundo en general y por su solidaridad. Fue gracias a su esfuerzo que el pueblo de Cuba ha disfrutado de una vida digna. Que sus restos descansen en una paz eterna». El sitio digital CubaMinrex dio cuenta del testimonio de pesar ofrecido por el canciller de la República de Mali, Abdoulaye Diop, quien tomó parte en Cuba de las honras fúnebres, y firmó el Libro de Condolencias abierto en la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba. «Fidel Castro era un hombre excepcional y un ejemplo a seguir, al que rindo eterna gratitud», expresó. Igualmente, en Zambia, dejó constancia de su pesar el presidente de la Asamblea Nacional de familia, doctor Patrick Matibini, en la sede de la delegación diplomática de Cuba. A la Misión Permanente de Cuba en Ginebra fue a expresar sus condolencias el Doctor Jerome Pugin, jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos de los Hospitales Universitarios de Ginebra (HUG), responsable del equipo médico que atendió y salvó la vida al médico cubano Félix Báez Sarría, quien contrajo ébola durante el cumplimiento de una misión internacionalista en Sierra Leona, como parte del Contingente Henry Reeve. Mientras, se reportaba desde esa propia ciudad que el profesor Jean Ziegler, miembro del Comité Asesor del Consejo de Derechos Humanos, visitó la sede diplomática cubana para estampar su rúbrica en las notas de pesar. En el emotivo diálogo que sostuvo Jean Ziegler con la embajadora Anayansi Rodríguez y otros funcionarios diplomáticos de la Misión, el prestigioso académico suizo recordó los profundos lazos de hermandad que lo unen a la Revolución Cubana y a Fidel, cimentados en largos años de actividad solidaria a favor de la Isla. DE UN HÉROE VIETNAMITA AL AMIGO CUBANO

Familiares del estratega militar vietnamita, general Vo Nguyen Giap, también rindieron tributo a Fidel, a quien calificaron

de «símbolo de la voluntad indoblegable ante el Imperio». Según PL, a la Embajada cubana en Vietnam llegaron los hijos, nietos y bisnietos del legendario general vietnamita, quien es siempre recordado por su papel en las victorias de esta nación sobre Francia y Estados Unidos en las guerras por su independencia y reunificación, entre otros méritos. «Adiós al compañero Fidel Castro, gran líder de la Revolución Cubana, símbolo de la voluntad indoblegable ante el Imperio, por la defensa de la justicia, libertad y dignidad humanas», se lee en el mensaje escrito en el Libro de Condolencias, minutos después de que depositaron también una ofrenda floral en nombre del general. «Nuestra familia mantendrá por siempre el recuerdo de Fidel con nuestro padre, el general Vo Nguyen Giap, junto a todo nuestro pueblo en los momentos más difíciles de nuestra guerra», expresaron. Desde Angola un gesto de amistad y homenaje llegó con el nombre de Fidel a la principal carretera rápida de ese país. Con 66 kilómetros de largo y seis carrileras, la vía expresa Cabolombo-VianaCacuaco Comandante en Jefe de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz es la más importante circunvalación de Luanda y permite la unión con las otras regiones del país. El ministro de Estado y jefe de la Casa de Seguridad, Manuel Hélder Vieira Dias Jr. expresó su respeto y admiración por el líder cubano durante la ceremonia, a la que asistieron varios ministros, otros funcionarios, además de angoleños que estudiaron en la Isla, colaboradores cubanos y residentes de aquel país, reportó PL. Mientras, un parque de Oleiros, en la región española de Galicia, también llevará el nombre del Comandante, informó el ayuntamiento de ese municipio. El parque de As Galeras, con una superficie de más de 100 000 metros cuadrados y en proceso de ampliación, pasará a denominarse a partir de ahora Parque Fidel Castro. Jóvenes de la Brigada de Amistad Gino Doné y la Asociación de Amistad

LUNES

ESPECIAL

05 DE DICIEMBRE DE 2016

Italia-Cuba, colgaron en la cúpula de la Mole Antonelliana, símbolo arquitectónico de la ciudad de Turín, un gran cartel vertical con la frase «¡Hasta siempre, Fidel!». El presidente de la Agencia para el intercambio cultural y económico entre Cuba e Italia (Aicec), Michele Curto, declaró a PL que los jóvenes quisieron con esa «acción de solidaridad conmemorar la triste pérdida del Comandante Fidel Castro». En otro conmovedor gesto de afecto y admiración por Fidel Castro, su vida y obra, una marcha de cientos de personas llegó el sábado hasta la embajada de Cuba en Roma. Movilizados por el Partido Comunista, los manifestantes se agruparon en la plaza Albania, sobre el céntrico Viale Aventino, desde donde recorrieron unos 200 metros hasta la sede de la representación diplomática de la Isla, precedidos por una tela roja a todo lo ancho de la calle con la frase «¡Hasta siempre, Comandante!». Los movilizados, en su mayoría jóvenes, portaron banderas cubanas y del Movimiento 26 de Julio y dos gigantografías con los rostros del líder histórico de la Revolución y del Guerrillero Heroico, Comandante Ernesto Che Guevara. La Unión de la Juventud Democrática (UJD) de El Líbano encendió 90 velas en homenaje póstumo a Fidel Castro y consideró que todos los jóvenes progresistas del mundo sienten como suya la pérdida del líder revolucionario cubano. La dirección de la UJD realizó vigilias en distintas regiones del país donde desde el primer momento encendieron la misma cantidad de cirios. Junto con el encendido de velas, los jóvenes convocaron a sus miembros para proyectar un documental sobre el quehacer revolucionario del expresidente cubano, y su fraterna y solidaria relación con el mundo árabe, particularmente con el pueblo palestino. Alí Mteirek, presidente de la organización juvenil, comentó que a pesar de la gran distancia geográfica que separa a Cuba y El Líbano, muchos de su generación se criaron «queriendo y amando el ejemplo que representa Fidel (...) y sus ideas han llegado a nosotros por miles de vías». En Serbia, cerca de un centenar y medio de personas de todas las edades y profesiones acudieron a rendir homenaje a Fidel Castro en la Embajada de Cuba en ese país. La jornada se caracterizó por la presencia de varios niños acompañando a sus padres, un veterano de 94 años de la Segunda Guerra Mundial y grupos solidarios con Cuba que quisieron dejar sus impresiones sobre la impronta del Comandante en Jefe allí y en el mundo. El ex presidente de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas y excanciller de Nicaragua, Miguel D’Escoto, aseguró que el líder revolucionario Fidel Castro resucitará en la lucha por construir un mundo mejor.

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«En Fidel tenemos al más grande latinoamericano y caribeño de todos los tiempos», declaró a PL, tras firmar en la Embajada de Cuba en Managua el Libro de Condolencias en homenaje a Fidel. Fue «un gran privilegio haber vivido en su mismo tiempo, pero también una tremenda responsabilidad, porque tenemos la obligación de seguir su ejemplo», indicó. Consternados y afligidos, pero con la convicción de seguir adelante con las ideas inculcadas durante sus estudios, el grupo de graduados argentinos de Cuba dio aquí gracias eternas al líder Fidel Castro. En Argentina, llegados desde diversas partes del país, médicos egresados de la Escuela Latinoamericana de Medicina y de centros de deportes de la Isla, entre otros, firmaron el Libro de Condolencias en honor al Comandante en Jefe de los cubanos. Rostros jóvenes que muestran con orgullo su título de profesionales graduados bajo las enseñanzas de las universidades de esa nación caribeña, apuntaron que no bastarán las palabras para agradecer a Fidel y a su pueblo. En nombre de los graduados en Cuba, la doctora Laura Fainland leyó un texto en el que subrayó que el proyecto transformador, revolucionario y profundamente humanista que Fidel supo conducir, estuvo a lo largo de todos estos años acompañando las causas más justas para la construcción de un mundo mejor. Por otra parte, artistas, productores, críticos y especialistas del ámbito artístico del Caribe coinciden en resaltar el legado de Fidel en el fomento de las diversas manifestaciones de la cultura. A su vez, ilustran cómo instituciones y eventos creados en Cuba bajo su liderazgo, incentivo y apoyo, como la Casa de las Américas, el Ballet Nacional de Cuba, el Centro Wilfredo Lam, la Bienal de Artes Plásticas de La Habana, el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, entre otros, contribuyeron también al desarrollo y a exponer la obra de creadores caribeños y latinoamericanos. El diario Guardian, de Trinidad y Tobago, recoge en un largo artículo este fin de semana opiniones de relevantes figuras y especialistas de la cultura trinitaria y de la región. Un emotivo acto en homenaje a Fidel tuvo lugar hoy en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, convocado por el Movimiento Mexicano de Solidaridad con Cuba (MMSC). La poeta mexicana María Guerra habló de su experiencia de más de 30 años de estar cerca de Cuba, de sus mujeres, así como de cuando aún era una adolescente y conoció del triunfo de la Revolución en la isla caribeña y de Fidel. Han sido millones los gestos de amor, los hechos que han demostrado durante toda la semana la huella sempiterna de nuestro Fidel en toda la geografía planetaria.

Hoy en la Mesa Redonda

Hasta Siempre Comandante (5) EL impacto mundial que ha tenido el conmocionado tributo del pueblo cubano al Comandante en Jefe de su Revolución y la profunda huella que deja Fidel entre nosotros serán analizados en la Mesa Redonda de este lunes, que transmitirán Cubavisión, Cubavisión Internacional, Radio Habana Cuba y el canal del programa en YouTube, desde las siete de la noche. El Canal Educativo retransmitirá esta Mesa Redonda al final de su emisión del día.

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ESPECIAL

por IGNACIO RAMONET

FIDEL ha muerto, pero es inmortal. Pocos hombres conocieron la gloria de entrar vivos en la leyenda y en la historia. Fidel es uno de ellos. Perteneció a esa generación de insurgentes míticos —Nelson Mandela, Patricio Lumumba, Amílcar Cabral, Che Guevara, Camilo Torres, Turcios Lima, Ahmed Ben Barka— que, persiguiendo un ideal de justicia, se lanzaron, en los años 1950, a la acción política con la ambición y la esperanza de cambiar un mundo de desigualdades y de discriminaciones, marcado por el comienzo de la guerra fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos. En aquella época, en más de la mitad del planeta, en Vietnam, en Argelia, en Guinea-Bissau, los pueblos oprimidos se sublevaban. La humanidad aún estaba entonces, en gran parte, sometida a la infamia de la colonización. Casi toda África y buena porción de Asia se encontraban todavía dominadas,avasalladas por los viejos imperios occidentales. Mientras las naciones de América Latina, independientes en teoría desde hacía siglo y medio, seguían explotadas por privilegiadas minorías, sometidas a la discriminación social y étnica, y a menudo marcadas por dictaduras cruentas, amparadas por Washington. Fidel soportó la embestida de nada menos que diez presidentes estadounidenses (Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush padre, Clinton y Bush hijo). Tuvo relaciones con los principales líderes que marcaron el mundo después de la Segunda Guerra Mundial (Nehru, Nasser, Tito, Jrushov, Olof Palme, Ben Bella, Boumedienne, Arafat, Indira Gandhi, Salvador Allende, Brezhnev, Gorbachov, François Mitterrand, Juan Pablo II, el rey Juan Carlos, etc.). Y conoció a algunos de los principales intelectuales y artistas de su tiempo (Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Arthur Miller, Pablo Neruda, Jorge Amado, Rafael Alberti, Guayasamín, Cartier-Bresson, José Saramago, Gabriel García Márquez, Eduardo Galeano, Noam Chomsky, etc.). Bajo su dirección, su pequeño país (100 000 km2, 11 millones de habitantes) pudo conducir una política de gran potencia a escala mundial, echando hasta un pulso con Estados Unidos, cuyos dirigentes no consiguieron derribarlo ni eliminarlo, ni siquiera modificar el rumbo de la Revolución Cubana. Y finalmente, en diciembre de 2014, tuvieron que admitir el fracaso de sus políticas anticubanas, su derrota diplomática e iniciar un proceso de normalización que implicaba el respeto del sistema político cubano. En octubre de 1962, la Tercera Guerra Mundial estuvo a punto de estallar a causa de la actitud del Gobierno de Estados Unidos que protestaba contra la instalación de misiles nucleares soviéticos en Cuba, cuya función era, sobre todo, impedir otro desembarco militar como el de Playa Girón (bahía de Cochinos) u otro directamente realizado por las fuerzas armadas estadounidenses para derrocar a la Revolución Cubana. Desde hace más de 50 años, Washington (a pesar del restablecimiento de relaciones diplomáticas) le impone a Cuba un devastador embargo comercial —reforzado en los años 1990 por las leyes Helms-Burton y Torricelli— que obstaculiza su desarrollo económico normal, con consecuencias trágicas para sus habitantes. Washington sigue conduciendo además una guerra ideológica y mediática permanente contra La Habana

LUNES

05 DE DICIEMBRE DE 2016

juventud rebelde

El Fidel que conocí

Fidel y Ramonet durante un encuentro el 13 de diciembre de 2013. Foto: Tomada de Cubadebate

a través de las potentes Radio «Martí» y TV «Martí», instaladas en La Florida para inundar a Cuba de propaganda, como en los peores tiempos de la guerra fría. Por otra parte, varias organizaciones terroristas —Alpha 66 y Omega 7— hostiles al régimen cubano, tienen su sede en La Florida, donde poseen campos de entrenamiento, y desde donde enviaron regularmente, con la complicidad pasiva de las autoridades estadounidenses, comandos armados para cometer atentados. Cuba es uno de los países que más víctimas ha tenido (unos 3 500 muertos) y que más ha sufrido del terrorismo en los últimos 60 años. Ante tanto y tan permanente ataque,las autoridades cubanas han preconizado, en el ámbito interior, la unión a ultranza. Y han aplicado a su manera el viejo lema de San Ignacio de Loyola: «En una fortaleza asediada, toda disidencia es traición». Pero nunca hubo, hasta la muerte de Fidel, ningún culto de la personalidad. Ni retrato oficial, ni estatua, ni sello, ni moneda, ni calle, ni edificio, ni monumento con el nombre o la figura de Fidel, ni de ninguno de los líderes vivos de la Revolución. Cuba, pequeño país apegado a su soberanía, obtuvo bajo la dirección de Fidel Castro, a pesar del hostigamiento exterior permanente, resultados excepcionales en materia de desarrollo humano: abolición del racismo, emancipación de la mujer, erradicación del analfabetismo, reducción drástica de la mortalidad infantil, elevación del nivel cultural general… En cuestión de educación, de salud, de investigación médica y de deporte, Cuba ha obtenido niveles que la sitúan en el grupo de naciones más eficientes. Su diplomacia sigue siendo una de las más activas del mundo. La Habana, en los años 1960 y 1970, apoyó el combate de las guerrillas en muchos países de América Central (El Salvador, Guatemala, Nicaragua) y del Sur (Colombia, Venezuela, Bolivia, Argentina). Las fuerzas armadas cubanas han participado en campañas militares de gran envergadura, en particular en las guerras de Etiopía y de Angola. Su intervención en este último país se tradujo por la derrota de las divisiones de élite de la República de África del Sur, lo cual aceleró de manera indiscutible la caída del régimen racista del apartheid.

La Revolución Cubana, de la cual Fidel Castro era el inspirador, el teórico y el líder, sigue siendo hoy, gracias a sus éxitos y a pesar de sus carencias, una referencia importante para millones de desheredados del planeta. Aquí o allá, en América Latina y en otras partes del mundo, mujeres y hombres protestan, luchan y a veces mueren para intentar establecer regímenes inspirados por el modelo cubano. La caída del muro de Berlín en 1989, la desaparición de la Unión Soviética en 1991 y el fracaso histórico del socialismo de Estado no modificaron el sueño de Fidel Castro de instaurar en Cuba una sociedad de nuevo tipo, más justa, más sana, mejor educada, sin privatizaciones ni discriminaciones de ningún tipo, y con una cultura global total. Hasta la víspera de su fallecimiento a los 90 años, seguía movilizado en defensa de la ecología y del medio ambiente, y contra la globalización neoliberal; seguía en la trinchera, en primera línea, conduciendo la batalla por las ideas en las que creía y a las cuales nada ni nadie le hizo renunciar. En el panteón mundial consagrado a aquellos que con más empeño lucharon por la justica social y que más solidaridad derrocharon en favor de los oprimidos de la Tierra, Fidel Castro —le guste o no a sus detractores— tiene un lugar reservado. Lo conocí en 1975 y conversé con él en múltiples ocasiones, pero, durante mucho tiempo, en circunstancias siempre muy profesionales y muy precisas, con ocasión de reportajes en la isla o la participación en algún congreso o algún evento. Cuando decidimos hacer el libro Fidel Castro. Biografía a dos voces (o Cien horas con Fidel), me invitó a acompañarlo durante días en diversos recorridos. Tanto por Cuba (Santiago, Holguín, La Habana) como por el extranjero (Ecuador). En coche, en avión, caminando, almorzando o cenando, conversamos largo. Sin grabadora. De todos los temas posibles, de las noticias del día, de sus experiencias pasadas y de sus preocupaciones presentes. Que yo reconstruía luego, de memoria, en mis cuadernos. Luego, durante tres años, nos vimos muy frecuentemente, al menos varios días, una vez por trimestre. Descubrí así un Fidel íntimo. Casi tímido. Muy educado. Escuchando con

atención a cada interlocutor. Siempre atento a los demás, y en particular a sus colaboradores. Nunca le oí una palabra más alta que la otra. Nunca una orden. Con modales y gestos de una cortesía de antaño. Todo un caballero. Con un alto sentido del pundonor. Que vive, por lo que pude apreciar, de manera espartana. Mobiliario austero, comida sana y frugal. Modo de vida de monje-soldado. Su jornada de trabajo se solía terminar a las seis o las siete de la madrugada, cuando despuntaba el día. Más de una vez interrumpió nuestra conversación a las dos o las tres de la madrugada porque aún debía participar en unas «reuniones importantes»… Dormía solo cuatro horas, más, de vez en cuando, una o dos horas en cualquier momento del día. Pero era también un gran madrugador. E incansable. Viajes, desplazamientos, reuniones se encadenaban sin tregua. A un ritmo insólito. Sus asistentes —todos jóvenes y brillantes, de unos 30 años— estaban, al final del día, exhaustos. Se dormían de pie. Agotados. Incapaces de seguir el ritmo de ese infatigable gigante. Fidel reclamaba notas, informes, cables, noticias, estadísticas, resúmenes de emisiones de televisión o de radio, llamadas telefónicas... No paraba de pensar, de cavilar. Siempre alerta, siempre en acción, siempre a la cabeza de un pequeño Estado mayor —el que constituían sus asistentes y ayudantes— librando una batalla nueva. Siempre con ideas. Pensando lo impensable. Imaginando lo inimaginable. Con un atrevimiento mental espectacular. Una vez definido un proyecto, ningún obstáculo lo detenía. Su realización iba de sí. «La intendencia seguirá» decía Napoleón. Fidel igual. Su entusiasmo arrastraba la adhesión. Levantaba las voluntades. Como un fenómeno casi de magia, se veían las ideas materializarse, hacerse hechos palpables, cosas, acontecimientos. Su capacidad retórica, tantas veces descrita, era prodigiosa. Fenomenal. No hablo de sus discursos públicos, bien conocidos, sino de una simple conversación de sobremesa. Fidel era un torrente de palabras. Una avalancha. Que acompañaba la prodigiosa gestualidad de sus finas manos. Le gustaba la precisión, la exactitud, la puntualidad. Con él, nada de aproximaciones. Una memoria portentosa, de una precisión insólita. Apabullante. Tan rica que hasta parecía a veces impedirle pensar de manera sintética. Su pensamiento era arborescente. Todo se encadenaba. Todo tenía que ver con todo. Digresiones constantes. Paréntesis permanentes. El desarrollo de un tema le conducía, por asociación, por recuerdo de tal detalle, de tal situación o de tal personaje, a evocar un tema paralelo, y otro, y otro, y otro. Alejándose así del tema central, a tal punto que el interlocutor temía, un instante, que hubiera perdido el hilo. Pero desandaba luego lo andado y volvía a retomar, con sorprendente soltura, la idea principal. En ningún momento a lo largo de más de cien horas de conversaciones Fidel puso un límite cualquiera a las cuestiones a abordar. Como intelectual que era, de calibre considerable, no le temía al debate. Al contrario. Lo requería, lo estimulaba. Siempre dispuesto a litigar con quien fuera. Con mucho respeto hacia el otro, con mucho cuidado. Y era un discutidor y polemista temible, con argumentos a espuertas, a quien solo repugnaban la mala fe y el odio.

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Una foto que ya pasó a la historia bilateral: Fidel recibió el 15 de noviembre al actual presidente Tran Dai Quang. Foto: Alex Castro

LUNES

ESPECIAL

05 DE DICIEMBRE DE 2015

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En 1973, Fidel abrazó al primer ministro Pham Van Dong y a otros combatientes. Foto: vnanet.vn

Vietnam y el primer abrazo Reciprocando los tempranos afectos de Fidel y Cuba por el pueblo vietnamita, la delegación oficial de ese país arribó antes que ninguna otra, desafiando kilómetros por NYLIAM VÁZQUEZ GARCÍA

NO es casualidad. Vietnam llegó primero y ese hecho concreto no está ligado a cercanía geográfica —todo lo contrario— ni a coyuntura política alguna del siglo XXI. La verdad más profunda de ese gesto, que no sería titular en ningún medio, desnuda con la sencillez de un acto que no busca aplausos, está en las profundas raíces de un sentimiento mutuo entre dos naciones que han estado juntas en las más disímiles circunstancias a lo largo de décadas. Para el «hasta siempre a Fidel Castro», el hombre que dijo que por Vietnam los cubanos estaríamos dispuestos a dar hasta nuestra propia sangre, los vietnamitas acortaron todas las distancias y fueron los primeros en decir: ¡aquí estamos, hermano! Vuelven las esencias de la historia a darnos lecciones de sobrevivencias. Ningún otro líder aterrizó en plena selva para decirle a ese pueblo, que luchaba con

escasísimos recursos, que una pequeña isla al otro lado del mundo los admiraba y apoyaba. Nadie fue más coherente que Fidel en los pequeños y grandes actos que han bordado cuidadosamente los lazos que unen nuestras fronteras. Las manos del Comandante sobre las del Presidente vietnamita, una semana antes del inicio de su viaje definitivo, quizás podría asumirse como otra de esas señales que los hombres usan para levantarse y andar. Muy seguramente, tampoco fue casualidad que nos quede la paz de su rostro compartiendo diez días antes con Tran Dai Quang, amigo entrañable, como recuerdo abrazable cuando cubanos y vietnamitas tomemos conciencia de los días siguientes al 25 de noviembre de 2016. Vietnam llegó primero al tributo y allí rostros de dolor hondo, tan similares a los nuestros, siguen tejiendo historia. Decenas de graduados en esta Isla y miembros de la Asociación de Amistad Vietnam-Cuba se congregaron en nuestra

Un sincero gesto asiático de respeto hacia Fidel. Foto: Embajada de Cuba en Vietnam

Embajada en Hanoi. La imagen del abrazo del embajador cubano a uno de esos amigos pareciera contenernos a todos. Las letras de Lien Hoang Thi, graduada de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana en 2004, no más se enteró de la noticia, podrían ser las de decenas de miles de jóvenes vietnamitas formados en Cuba. «Mis condolencias por el fallecimiento del Comandante. Siento mucho por el pueblo y toda la gente que lo quiere. ¡Adelante. Un abrazo muy fuerte!», le escribió a su hermana cubana. Y lloraron juntas y se estrecharon en la distancia y encarnaron de nuevo la historia de dos países. Nguyen Thi Kim Ngan, presidenta de la Asamblea Nacional vietnamita, encabezó la delegación oficial que llegó a Cuba el lunes 28. En la tierra de los anamitas, el domingo 4 de diciembre, el mismo día en que se plantaron en Santiago de Cuba las cenizas del gigante, fue día de Duelo Nacional.

Como Lien y su amiga cubana, cada quien, de un lado y otro, vive los días de recogimiento, de respeto a una vida que nos llena de razones. Sin importar sexo, razas, latitudes… germinan los cultos para hablarle, se ponen flores, se encienden velas, se enjugan lágrimas incontenibles. Muy seguramente, no pocos altares familiares vietnamitas tendrán su tributo para ese padre multiplicado. No es casualidad que esta vez Vietnam llegara primero. Una vez, en 1973, Fidel fue el primer jefe de Estado extranjero en cruzar el inseguro Paralelo 17 y esta Isla pequeña la primera nación en plantar en la zona liberada de Vietnam del Sur una embajada. De algún modo, ese abrazo temprano, cual primero en la mañana, es ritual de los hermanos de sangre: estar en la hora justa, venir contra todo pronóstico, contra toda distancia, antes que nadie, apoyar y decir en un susurro: ¡Aquí estamos, hermano! ¡Gracias!

El embajador cubano Herminio López recibió a nombre de nuestro pueblo las condolencias de los vietnamitas. Foto: Embajada de Cuba en Vietnam

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ESPECIAL

LUNES

05 DE DICIEMBRE DE 2016

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Científico de bata verde olivo por YUNET LÓPEZ RICARDO [email protected]

LOS ojos del Doctor en Ciencias Emilio Castillo Corría empezaron a doler desde el pasado 25 de noviembre. Llanto y demasiadas horas frente a la televisión, pero con sus 73 años de mirar no pueden enmudecer ahora, y hasta ellos hablan de todas las veces que vieron de cerca al Comandante Fidel. «Lo tuve junto a mí en varias ocasiones; pero la primera fue en 1971, durante mi graduación como ingeniero agrónomo pecuario, la única de esa especialidad que él presidió, pues luego se dividieron las materias. «Aquel día nos convidó a trabajar para que nuestras investigaciones no fueran solo papel, sino que llegaran al campo y mejoraran el proceso productivo de la ganadería. «El Comandante veía más allá de la distancia que le permitía la vista. Cómo era posible que un abogado, Presidente del país, tuviera tiempo para estudiar y dominar la agricultura como nosotros, que dedicamos cada hora a ello», reflexiona. Cuando a mitad de los años 40 Emilio correteaba descalzo los caminos polvorientos del barrio La Sal, en Manzanillo, y la pobreza vivía como una más en su casa de piso de tierra con siete hermanos, era una idea loca imaginar que podría convertirse en el profesional que es hoy. «Pero llegó Fidel. Y yo, el niño que llevaba el almuerzo a los macheteros para ganar algún dinerito, se hizo doctor. La mayoría de los cubanos que hemos obtenido títulos universitarios se lo debemos a la Revolución, a los sueños de Fidel para con nosotros», refiere. Y el 12 de octubre de 1988, cuando el Comandante visitó el Instituto de Ciencia Animal (ICA), volvió Emilio a encontrarse con él. «Llegó en la mañana; yo era uno de los siete especialistas que lo recibimos y a todos nos dio la mano. «Comenzamos a explicarle y no dejó de preguntar; quería saberlo todo con detalles. Por esa fecha el ICA había obtenido un pienso concentrado proveniente de la caña para alimentar el ganado. Ese era uno de sus empeños con la ciencia, que lográramos eso, y así la totalidad de los cereales serían destinados a la alimentación humana. Él siempre tenía en la mente al pueblo. «Yo pensé que Fidel iba allí a documentarse, a saber cómo iban nuestros estudios, pero nada más alejado de la realidad. Él fue a debatir y analizar como si fuera doctor en ciencias agropecuarias. «Yo le hablé mucho, pues Fidel te lleva a que no te sientas nervioso, a que te sientas como conversando con un amigo de la infancia. ¡Con qué sencillez lograba eso!», confiesa. Cuando lo tuvo delante, Emilio observó cada rasgo del rostro del líder, se lo grabó para siempre, y escuchándolo hablar aquellas horas rememoró sus días como alfabetizador en la Sierra Maestra, a solo cuatro horas de la Comandancia de La Plata. «Estuve en esas lomas y me preguntaba cómo era posible que un hombre con su inteligencia hubiese estado en ese monte jugándose la vida por los pobres; y entre esos pobres, estaba yo». Hoy, a casi 58 años de Revolución, el Doctor Castillo asegura que la ciencia

Ante un microscopio, en conversaciones eternas con los expertos, preocupado por el desarrollo de proyectos o el resultado de análisis, Fidel fue un especialista más, y apostó siempre porque el futuro de Cuba fuera de hombres de ciencia

Fidel inaugura el Censa el 1ro. de septiembre de 1980 junto a quien fuera su directora durante diez años, la científica Rosa Elena Simeón. Foto: Cortesía del Censa

cubana le debe todo a Fidel, «y no solo en la agronomía; todas las instituciones científicas del país tienen su huella, ya sean en la esfera de la salud, la meteorología, el suelo...». Cuando concluyeron los debates en aquella jornada de 1988 en el ICA, con su virtud de atender todos los detalles, «el Comandante le pidió al fotógrafo que nos entregara un juego de las fotos tomadas ese día a cada uno de los participantes», cuenta. Mirando de cerca otra vez al barbudo que «no se cansa», viendo cómo cruzaba los dedos, enfatizaba en el propósito de velar por el bienestar de los obreros o no darles tregua a las investigaciones, Emilio fue hasta su pueblito pobre, recordó su vida de niño hijo de analfabetos, y ante las palabras vivas de Fidel pensó: «¿Dónde estuviera yo sin este hombre?».

plasmó en un papel de su puño y letra: “El futuro de nuestra Patria tiene que ser necesariamente de hombres de ciencia”. Desde entonces, narra José Antonio, esa frase presidió la entrada al Centro. «Fidel es el padre de la ciencia revolucionaria cubana. Al triunfo había muy pocas instituciones dedicadas a los saberes veterinarios; eran, sobre todo, privadas. Fue con el triunfo del 59 cuando nacieron en Cuba instituciones científicas dedicadas a esa especialidad, porque él siempre comprendió la importancia de la salud animal y se preocupó por desarrollarla a la par de la medicina humana», asevera. Entre más de 200 jóvenes que se iban a graduar como doctores en el curso 1968-1969 del Instituto de Ciencias Básicas y Preclínicas Victoria de Girón, fueron seleccionados 80 para realizar investigaciones en el campo animal.

Entre ellos estaba Rosa, y esa selección era la semilla de lo que el 1ro. de septiembre de 1980 inaugurara el Comandante como Censa. El Fidel de Rosa Elena, el hombre desvelado por los andares de la ciencia en la Isla, al tanto de cada paso de los estudios, quien desde los microscopios miraba como el más experimentado investigador, es del que habla José Antonio, quien, como muchos jóvenes que tampoco lo vieron de frente, asegura que no necesitó estrecharle la mano a Fidel para conocerlo. «Él era un hombre con un pensamiento avanzado, y uno de sus tantos propósitos con la ciencia en la Isla fue elevar la productividad lechera con nuestro ganado tropical. Surgió entonces el siboney de Cuba, una mezcla de dos razas, la cebú cubana y la Holstein europea», dice. Y en esos estudios andaban los científicos cuando en una finca de la Isla de la Juventud un animal surgido de ese cruce llamó la atención de todos. La vaca oscura de manchas claras comía más de lo normal y con cubos desbordados de leche asombraba a los ordeñadores varias veces al día. «Entonces comenzamos a seguir el récord productivo de Ubre Blanca, un ícono de nuestra ganadería que en solo un ordeño dio 41,2 litros. Junto a nosotros, Fidel estaba al tanto de todo». No obstante, luego de romper los récords y a sus casi 17 años, Ubre Blanca padeció de una tumoración en la piel. «Estuvo ingresada en la clínica del Censa y, ante su gravedad, Rosa tuvo la previsión de conservarla. Pero,¿cómo le decía a Fidel que había que sacrificar a aquel animal? «Le pidió un despacho y le expuso sus intenciones. Él indagó hasta el más mínimo dato, y después de una intensa batalla de preguntas y respuestas, aceptó, pero con la condición de explicarle al pueblo todos los pormenores de ese proceder», asegura el Doctor. De Ubre Blanca se obtuvieron embriones, material genético... y el sacrificio se filmó con voz en off del locutor Manolo Ortega. Hoy, a la entrada de la institución están las fotos históricas de las visitas del Comandante, sus desvelos por el quehacer científico del país y los árboles altos, los mismos árboles altos que hoy presienten sus botas de guerrillero después de tantas noches que lo vieron entrar.

EL PUEBLO TIENE QUE SABERLO TODO

Allá, donde los carteles de la carretera anuncian el arribo del viajero a Mayabeque, antigua provincia de La Habana, los árboles altos del Centro de Sanidad Agropecuaria (Censa) no olvidan todas las veces que vieron entrar al Comandante. «Solía llegar casi siempre de noche, y entre los años 80 y 82 venía y venía», afirma el Doctor José Antonio Buergo Rodríguez, quien por esos días era un veinteañero estudiante que aún no arribaba al Censa, pero a través de la destacada Doctora en Ciencias Rosa Elena Simeón le llegaron muchas de las anécdotas de Fidel allí. Por eso José Antonio puede hablar, incluso, de mucho antes, cuando estaba recién nacida la Revolución y Rosa, quien a su juicio fue la mejor intérprete del pensamiento científico de Fidel, le recordó al Comandante una frase suya pronunciada en un discurso de 1960. «Él la escuchó y, a petición de ella, la

Fidel junto a Ubre Blanca, un ícono de la ganadería cubana. Foto: Archivo de JR

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ESPECIAL

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Fidel tiene mucho que decir EN el continuo batallar de la Revolución Cubana, una admiración mutua unió a dos intelectuales: el Gigante de verde olivo que comandaba la Isla y uno de sus extraordinarios periodistas: Guillermo Cabrera Álvarez. Es célebre en el gremio de la prensa la anécdota de cuando Fidel llamó a Guillermo «El Genio», y este le respondió que solo aceptaba ese calificativo si él reconocía ser Aladino o la lámpara maravillosa. Recordamos hoy varios textos de Guillermo, relacionados con su entrañable guía, publicados en este diario. por GUILLERMO CABRERA ÁLVAREZ EL COLEGA

...Acaba de concluir el Congreso de Periodistas latino caribeños, y al escribir, sigo con él en la cabeza. Al reportar sobre el primer día, la sensitiva Agnerys tituló su nota Una batalla de la verdad contra la mentira, y con ocho palabras trasladó la esencia de lo dicho por Fidel. El segundo pensamiento de Fidel hospedado en mi memoria (estudiaba entonces escultura) está vinculado a esa frase: «Nos casaron con la mentira y nos obligaron a vivir con ella, y ahora nos parece que se hunde el mundo cuando oímos la verdad, como si no valiera la pena que el mundo se hundiera, antes que vivir en la mentira». Era 1959 y tenía 14 años. Ahora está aquí como un colega más entre tanto periodista latino caribeño. Dialogamos sobre este oficio de dar voz al pensamiento colectivo. Los periodistas tenemos que hablar, escribir y filmar en nombre de quienes no pueden hacerlo. Nos corresponde ser la voz de los mudos, el oído del sordo, la mirada del ciego, porque como dice Silvio nuestra canción es de todos, aun de aquel que no pueda escucharla. En un instante, este Gigante, capaz de atender al mosquito y a la nube, se detiene para criticarme que he engordado, y solo me salva la chilena Ximena Ortúzar, quien trata de recordarle que ella, como estudiante de Periodismo, estuvo en la universidad chilena cuando su visita en la década del 70. Un diálogo brevemente intenso. Ella: «Gracias por existir, Comandante», y se aleja vibrante. Un argentino: «Nos inyecta vida». Otro: «¿No te parece que habla mucho?». Digo: «¿No le parece que dice mucho?». Fidel tiene mucho que decir. El tiempo es finito, las ideas infinitas. Sus reflexiones hacen

Nos ataca el ciclón Flora: Fidel desafía crecidas. Foto: Archivo de la Casa Editora Verde Olivo

falta en este mundo donde la riqueza material se acompaña con pobreza moral. El mercado es el Todopoderoso creador de millones de pobres. Las megafusiones parecen poderosas, pero son trágicamente frágiles. Sencillo: «Quien mucho abarca poco aprieta». (...). El experimentado Ernesto Vera precisa: «La verdad está dispersa y la mentira organizada». El colega de uniforme verde olivo, allá por la década del 50, en la soledad de la prisión, escribió a la heroína del Moncada, Melba, estas palabras que dejo como Regalo de jueves: «No se puede abandonar ni un minuto la propaganda, porque es el alma de toda lucha. La nuestra debe tener un estilo propio y ajustarse a las circunstancias». (18/10/01). NACEN

Echo mano al trovador Noel Nicola: «Hay un almanaque lleno de días 26», y considero que el 4 de abril es uno de esos 26 del calendario. Las fechas históricas son oleajes de pueblos que arriban a las playas de la humanidad. Habrá quien piense: el destino trae sus designios; sí, sé que cada generación lleva en sí misma sus relevos generosos. Hoy —imagine—, es 13 de agosto de 1956: A Fidel le sorprende su 30 cumpleaños

mientras prepara el Granma; ¿alcanzarás los 31?; ha jurado: «si salgo, llego; si llego, entro; y si entro, triunfo». El mismo día, en Chicago, Estados Unidos, Irma Sehwerert da a luz a René González. No sabe que será piloto de aviación, ni su misión: salir, entrar, combatir... ganar. A Antonio Guerrero los azares le llevan a nacer, en octubre de 1958, en Miami, Florida. Por entonces se teje la leyenda invasora allá en Las Villas, y Camilo, en el campamento rebelde, escribe con su letra de artista el informe a Fidel. ¿Cómo podrá imaginar este exinmigrante, devuelto porque entonces ser cubano no era privilegio alguno, que por allá está naciéndole a la Patria otro combatiente de su columna, que tendrá que invadir el territorio de su infancia para salvaguardar a su pueblo de la muerte? Ramón Labañino y Fernando González dieron su primer grito de amor en un año difícil, el de 1963. Finalizada la Crisis de los misiles, las bandas mercenarias se envalentonaron. Es un año de luto: el campesino Oliverio Morin es asesinado en Casilda; un niño en la finca Las Dolores, en San Antonio de las Vegas; y dos más en Bolondrón. En Santa Clara aviones piratas arrojan explosivos: el maestro Fabric Aguilar muere. Atacan por mar: lanchas piratas hostigan,

secuestran pesqueros. Cientos de provocaciones en la frontera con la Base Naval de Estados Unidos en Guantánamo. Recibe balas el carguero soviético Bakú, la planta de sulfometales en Santa Lucía, Pinar del Río, y destruyen un aserrío en Cayo Güin, Oriente. Atacan por aire: sobre la refinería Ñico López una bomba de cien libras que no estalla; con ráfagas de ametralladora a Cayo Francés; depósitos de petróleo en Casilda; y el Central Brasil, Camagüey, con cinco bombas que explotan en las cercanías. Duro año para el enemigo: capturan en Oriente un grupo de agentes de la CIA; aniquilan en Las Villas a la banda de San Gil, y cinco más en Matanzas; condenan a los asesinos de Conrado Benítez. Fidel informa sobre los daños a la economía y la detención de un grupo mercenario. Días después comparecen en televisión y reconocen la dirección de la CIA en todos los hechos. Nos ataca el ciclón Flora: Fidel desafía crecidas. «Coño, chico, ¿con qué moral vamos a dirigir a este pueblo, si no estamos donde este pueblo sufre?», confía a uno de sus oficiales que trata de esconderle los anfibios para protegerle la vida. Y sigue, porque los de su estirpe no abandonan a los suyos. Ese año tremendo fue la cuna de Fernando y Ramón. Nacían nuevos luchadores contra el terrorismo y los huracanes de todo tipo. La cuna de Gerardo Hernández es 1965. No conoce la carta de despedida del Che, en el acto de constitución del primer Comité Central, le llegará, telúrica en la lactancia. Los misterios del renuevo harán de él un guevarista, capaz de marchar a otras tierras para salvaguardar la vida de su pueblo. (04/04/02)

bigote del hombre sonríe con muestras de la malicia característica de los empresarios astutos. —Lo único lamentable —digo— es que su biotipo no corresponde con el de una venezolana. Pedimos. Me niego a contarles el menú porque me da apetito. Solo diré que las salsas fueron admirables. Un camarero pregunta en voz que podemos escuchar todos. —Los señores son de Cuba ¿verdad? —Cubanos de Cuba, sí señor, ¿y usted? —Vine en 1952. Mi esposa, hijos y nietos son venezolanos. Nacido y criado en Tapaste, Emilio Berges no ha perdido el acento de la tierra. Pregunto si no va desde hace mucho. —Fui en 1959. El pasaje es muy caro. Ahora mi señora y yo reunimos para ir en diciembre. —No deje de visitarnos. (...). Los platos fueron estelares salvo una discusión sobre si era lengua o no una de las carnes. El comensal, con conocimientos de anatomía por ser cirujano, avasalló al cocinero que trajo el trozo original. Nunca vi gastar tanta lengua en discutir de lengua. (...) Ya al momento de retirarnos, volvió el cantinero. —Quería despedirme de ustedes —distinguí la emoción en sus palabras. (...) —Vaya a Cuba, compadre, no lo va a lamentar. —Le voy a decir algo. Conservo con mucho cuidado, con mucho celo, la grabación del discurso de Fidel aquí en Venezuela en enero de 1959. Esa es una reliquia, le digo más: se la he puesto a todos mis hijos y la han oído todos mis nietos. Eso lo cuido como oro. Y otros fueron mis ojos hacia aquel hombre de 72 años, que todavía trabaja. Primero fue un paisano, ahora un hermano. Hará pronto 50 años que marchó de Cuba y conserva, entero, ese amor sin pasaporte por la tierra natal. (11/10/01).

UN CUBANO

Al sentarme en el restaurante Dama Antoñona, en la ciudad de Caracas, situado a pocas cuadras de donde Martí impartiera clases en 1881, me sorprendió la carta menú. La foto de la portada mostraba una mujer de labios delgados y ángulos pronunciados. La imagen traía el aire de la década del diez (1910). Noté sus ojos pequeños y la expresión europea. ¿Mis amigos venezolanos se habrían confundido al invitarme a un sitio típico? —¿Fue acaso la dueña de este lugar, ella es Antoñona? —pregunté al capitán del salón en cuanto se acercó. —No, es solo una foto. La tomamos de una revista alemana para evitar que algún familiar nos demandara por uso de esta imagen. El cuidadoso

UNA OCURRENCIA

El Comandante es muy ocurrente. Muchas anécdotas lo prueban. Escojo una. Tras el derrumbe del campo socialista, el enemigo guapetón creía fácil borrar a la Revolución del mapa. Fidel advirtió que una agresión a Cuba repetiría la hazaña de Numancia, la ciudad ibérica que resistió el ataque romano allá por el año 146 a.n.e. y prefirió inmolarse antes que rendirse. Durante una conferencia de prensa, un periodista español preguntó cómo era posible que él convocase al pueblo al holocausto. Fidel, en voz baja, comentó: «Si tus antepasados hubiesen pensado como tú, ahora me estarías preguntando en francés». (22/06/06)

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ESPECIAL

por LOURDES M. BENÍTEZ CEREIJO [email protected]

CÁMARA de video al hombro y con el corazón vigilante anduvo el cineasta Roberto Chile durante más de dos décadas junto al Comandante en Jefe Fidel Castro, registrando para la posteridad momentos no solo del quehacer del líder revolucionario, sino también de la historia de un país. Innumerables fueron los momentos en los que Chile quiso fotografiar a Fidel, pero no podía. Se puede ser egoísta como artista, pero como revolucionario no, dice. Y su deber era filmarlo, no retratarlo. «Hubo un tiempo en el cual no fue tan imprescindible que grabase. Por decisión propia le di a uno de mis compañeros más cercanos la videocámara y tomé cientos, miles de fotos. «El 28 de septiembre de 2010, cuando Fidel usó la gorra con una estrella solitaria en la frente, logré algunas imágenes que me emocionaron y supe que debía hacer un ensayo fotográfico; entregar una ofrenda más de admiración». Fue de esa manera que nació la muestra Fidel es Fidel y Chile logró saldar una deuda personal y artística, «para detener en el tiempo el símbolo épico de un hombre ícono de los que luchan toda la vida». Pero Roberto Chile, quien amablemente accedió a recibir a JR en su casa, retrocedió en el tiempo y nos llevó con su palabra pausada hasta aquel día en que vio por primera vez a Fidel. «Corrían los años 80 y preparábamos una serie de filmaciones sobre los expedicionarios del Granma. El doctor José Millar Barruecos, entonces secretario del Consejo de Estado, una persona a quien admiro, aprecio y agradezco mucho, nos informó que tendríamos una visita inesperada. Se abrió una puerta, entró un escolta y luego pasó Fidel. Te confieso: la cámara no tomaba foco, no había manera que lograra enfocar, hasta que por fin entré en situación y pude filmar. Pasó mucho tiempo para que volviera a verlo. Pero aquel día fue una suerte de anuncio de lo que vendría después». —¿Cómo llegó la oportunidad de trabajar como su camarógrafo personal? —Por idea de Celia Sánchez se iba a crear un equipo de filmación que siguiera las actividades del Comandante en Jefe. Alguien pensó en mí para formar parte de ese colectivo. Un grupo de compañeros que esporádicamente registrábamos su quehacer empezó a trabajar en el Consejo de Estado. Luego, las grabaciones se tornaron más frecuentes. Entonces, por iniciativa de él se decidió buscar a un camarógrafo que fuera a la cayería norte de Ciego de Ávila a filmar las obras de los pedraplenes, para tener constancia histórica de las labores. Yo estaba con los matules listos y los equipos dispuestos para salir esa madrugada a cumplir la misión. «Esa noche vino Fidel, se acercó, se detuvo delante de mí y con esa intuición suya preguntó: “¿Ya tenemos al camarógrafo que parte mañana para los cayos?”. Le respondieron que estaba todo listo y poniéndome la mano en el hombro dijo: “A Chile no me lo manden, que Chile anda conmigo”. A partir de ese instante me mezclé con él. Te voy a ser sincero: no me dijo Chile, sino “a él no lo manden”. Entonces no conocía ni mi nombre. Buscaron a otro que me supliera y me di cuenta de que la cosa iba en serio, que mi destino sería seguirlo a todas partes».

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Mi destino fue seguirlo a todas partes Roberto Chile trabajó muy cerca de Fidel, registrando momentos no solo de la vida del líder, sino también de la historia de un país —¿Qué sintió cuando tomó conciencia de eso? —Una enorme responsabilidad, pero también que había logrado algo muy añorado: trabajar cerca de Fidel. —Más de dos décadas de trabajo junto al Comandante… ¿Puede decirse que se convirtió en su amigo? —Por supuesto, aunque uno tiene amigos y amigos. Algunos se tutean y se visitan en casa. Hay otros que se respetan más por su grandeza y magnitud. Fidel en definitiva era mi amigo en el sentido de que era alguien a quien yo apoyaba, con quien conversé porque preguntaba y quería saberlo todo, con quien compartí momentos importantes de nuestra vida, recorriendo Cuba y gran parte del mundo durante muchos años. —¿En alguna ocasión le cuestionó su trabajo o se lo halagó? —En algunos casos pidió algo y nosotros le dijimos que podía ser de otra manera y aceptó. A veces nos llamó directamente, sin intermediarios, para decirnos lo que pensaba. Porque no era hombre de dar órdenes a un jefe de departamento para que ese nos llamara. Él se comunicaba con sus compañeros, no esperaba por los conductos reglamentarios. Eso te daba la oportunidad de decirle, de opinar. Realmente, como bien ha dicho Eusebio Leal, tenía la capacidad de escuchar. Pero no escuchaba tonterías, sino argumentos, ideas, sueños, maneras de afrontar una obra. «Siempre estuvo muy lejano de la banalidad. Podía haber un momento de un chiste, un cuento, una anécdota; pero nunca lo vi hablando de cosas que no fueran importantes para la existencia de los cubanos, esencialmente. Siempre que se detenía y participaba en una conversación era tratando de arreglar el mundo. Era un hombre así…». —¿Sencillo? —Es muy difícil ser sencillo con tanta grandeza. No se creía lo que él es. Con tanta grandeza jamás pasas inadvertido, jamás llegas a un lugar donde nadie se sorprenda, jamás dices algo que no sea escuchado. Siempre causaba conmoción, dondequiera que llegaba armaba una revolución. La gente siempre quería estar cerca de él, tocarlo, hablarle, que él escuchara alguna anécdota, y no por adularlo, sino por admirarlo. Su personalidad era tan inmensa que absorbía el espacio, y sin quererlo. —Si tuviera que escoger el mejor y el momento más malo vivido junto a Fidel...

De la exposición Fidel es Fidel.

Foto: Kaloian

—El más emotivo, desde el punto de vista patriótico, fue un discurso que dio en el Consejo de Estado, en un momento malo que atravesaba el país y dijo: «Mientras quede un solo cubano que esté de acuerdo conmigo, con la Revolución, yo no lo abandonaré, continuaré en la lucha». Ese día supe que jamás estaría solo, porque él era capaz de darlo todo por una persona. «El más duro fue cuando me tocó grabar el momento en que firmó la Proclama del Comandante en Jefe al pueblo de Cuba. Cualquiera pudo pensar que era el final. Nos llamó y nos pidió que dejáramos constancia fílmica por si hiciera falta, pensando que si él moría, los enemigos pudieran argumentar que aquello era una falacia. Tras firmar el documento, nos dijo mirándonos a la cara que no nos desanimáramos, que debíamos luchar y defender la Revolución hasta la última gota de sangre. Yo le respondí: ¡Viva Fidel! Él se emocionó mucho y los que estábamos allí también... estuvimos ahí, acompañándolo y compartiendo ese minuto. Por suerte pasó todo y vivió diez años más». —Una vez le escuché decir «si volviera a nacer pediría hacerlo en Cuba y en los tiempos de Fidel», ¿por qué? —Porque Fidel es un ejemplo de vida, como ser humano. Más allá de las ideas que otros no puedan compartir, tiene el amor de millones, el reconocimiento de los pueblos, y así lo demuestran los homenajes por el cumpleaños 90 y los tributos póstumos que desde cualquier lugar del mundo le hacen quienes creen en él. Lo dice la máxima martiana: «Amor con amor se paga», y él está recibiendo el amor que dio.

«Fidel deja gran preocupación por el ser humano, vocación por la justicia, ejemplo de lucha por el bienestar de la Patria y del mundo. Nos deja su tenacidad, su valentía, su inteligencia, su perseverancia, el ejemplo de ser uno de los hombres más extraordinarios de todos los tiempos». —Gran parte del pueblo cubano tiene de Fidel una representación que se ha conformado gracias también a esas imágenes que usted inmortalizó en fotos y videos. Pero para alguien que lo «tocaba» con el lente, ¿cuál es la impresión personal? —He estado tan cerca de Fidel como lo estuvo el pueblo. No puedo decir que haya estado más próximo. El Fidel que conocieron los cubanos es el mismo que yo transmití. No me inventaba un Fidel, no había otro diferente a aquel que le daba la mano a un niño, que ponía la mano encima de la cabeza de una anciana o en el hombro de un trabajador, que le tocaba el pecho a un enfermo, que se le empañaban los ojos al ver a alguien que lo había perdido todo durante un ciclón, que felicitaba a un contingente por la obra bien cumplida, el que estaba con el país en momentos de festejo y de peligro, que era capaz de jugarse la vida por un ideal, el que no daba marcha atrás aun cuando todos lo habían hecho (hablo de la caída del campo socialista). El Fidel que hemos mostrado no solo yo, sino todos los que lo hemos filmado, es el Fidel de todos, el de siempre, el del pueblo cubano, el del mundo. —«Mi don es perpetuar con mis ojos lo que ve mi corazón», ha dicho usted. ¿Qué imagen quedará en su corazón tras la partida física de Fidel? —La imagen de mi corazón… (Baja la mirada). Estuve en la Plaza de la Revolución durante estos días y no me llevo como último recuerdo una fotografía, flores, silencio, bandera a media asta, filas de personas tristes, despedidas… Me llevo una plaza llena, con un Fidel vestido de verde olivo, con su charretera de Comandante en Jefe, defendiendo las ideas como él sabía hacerlo en cada uno de sus discursos. Me llevo el pueblo victorioso, enérgico y viril, gritando enardecido: ¡Viva Cuba libre! ¡Hasta la victoria siempre! «El Fidel que quiero conmigo, es el mismo que, cuando me paraba delante de esa fotografía de Alberto Korda en el Memorial José Martí, me susurraba al oído: Chile, ¡al combate!».

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Porque Fidel es el pueblo

Borroto siente mucho respeto por Fidel. texto y foto LUIS RAÚL VÁZQUEZ MUÑOZ [email protected]

CIEGO DE ÁVILA.— Desde el balcón del apartamento de Yorbis Borroto Jaureguí se ve el terreno del estadio José Ramón Cepero. Al saludarlo es imposible dejar de mirar ese espacio, muy ligado a su vida como pelotero. Solo que ahora, en una zona próxima a la instalación, miles de avileños se concentran para rendir homenaje a Fidel. La conversación ocurre mientras se escuchan en la Plaza de la Revolución Mayor General Máximo Gómez las melodías que acompañan el tributo. Yorbis las escucha un momento y reconoce que lloró al conocer la noticia y confiesa también el tributo callado que hizo.

«Yo sí lo conocí —cuenta el también miembro del Comité Nacional de la UJC—. Tuve la suerte de estar cerca de él, de oírlo, de sentir esa impresión grande que surgía cuando lo escuchabas hablar en persona». —¿Pudieras hablar de esos momentos? ¿Cuándo fue el primero? —La primera vez fue en la Ciudad Deportiva, cuando se recibió al equipo que participó en el Primer Clásico Mundial de Béisbol. La otra fue en el 9no. Congreso de la UJC. Fue una emoción muy grande escuchar su voz. No es que uno lo tenga como un ser sobrenatural, es el significado de su historia, de lo que hizo, su visión. Él se adelantó en muchas cosas: la alerta sobre el calentamiento global y el cambio climático, la crisis mundial. Todo eso lo predijo y esa sabiduría, ese afán de estudio, impresiona. —¿Alguna vez pudiste estrechar su mano? —No, lo que sí sentí fue el peso de su mirada. Fidel te miraba de frente y uno tenía que apartarla. No por miedo, sino por respeto. Sin embargo, ¿sabes una cosa?, Fidel era capaz de borrar esa distancia que imponía el respeto a su

persona y su historia. Se las arreglaba para que sintieras confianza, pudieras hablar con él; jaraneaba, rompía los protocolos y es ahí donde se percibía su grandeza, que está en sus sentimientos, en su humanismo, en su sensibilidad por las personas. Fidel era capaz de ponerse hombro con hombro con una persona común. —¿Tú guardas alguna anécdota especial con Fidel? —Bueno, en 2009 nosotros ganamos la medalla de plata en el Campeonato del Mundo. Perdimos el oro frente a un equipo norteamericano, que jugó muy bien. Luchamos, pero al final no triunfamos y eso nos tenía mal. Y Fidel habló con nosotros por teléfono. Mira, yo me erizo todavía. No hubo regaño ni cuestionamientos. La voz que se escuchaba por el altavoz del teléfono tenía una carga de cariño y amistad muy grande. «Dijo que él había visto el juego completo y que si habían ocurrido errores en las jugadas fue por la pasión de luchar y vencer, que era lo más importante. También dijo algo que a mí me caló muy hondo: que si nosotros hubiéramos quedado en el último lugar, aun así él nos estaría apoyando porque lo más importante ya lo habíamos hecho y era fajarse, pelear y no rendirse. Eso me marcó».

Laboratorio Antidoping, obra superior

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—En tu opinión, ¿por qué a Fidel se le quiere tanto? —¡Porque Fidel es el pueblo! Esa es la razón. Él se metía en las calles, se preocupaba por las personas, luchaba por ellas, las escuchaba. No tenía miedo a conversar con la gente más humilde y con cualquiera que tuviera una inquietud. Él no daba a entender aquello de que era el Presidente, sino que formaba parte de ese pueblo. La obra de Fidel es un ejercicio constante de cariño y de ética. —¿Qué rasgos de su persona tomas como ejemplo? —Lo corajudo y lo dispuesto que era. Él es una constante inspiración. En mi computadora tengo una cantidad tremenda de frases de él, las leo, las interiorizo y me sorprende la vigencia que tiene su pensamiento. Hay cosas que como atleta las tengo muy presentes. El apego a los principios y la fe en que las cosas van a salir bien por muy difícil que esté la situación, los tengo muy en cuenta cuando estoy en el terreno. «Mira, voy a contar algo. Yo tuve la oportunidad de saludar a Chávez. Fue en los Juegos del ALBA y el Presidente venezolano pasó a saludarnos. En la fila, yo quedé al lado de Pedro Luis Lazo, que es inmenso y me hacía parecer más chiquito. Chávez me miró y preguntó: “¿Y este chiquilín que nos mandó Fidel?”. «Yo respondí: “Presidente, Fidel nos manda aquí no por el tamaño de la estatura sino por el tamaño del corazón”. Chávez abrió los brazos y exclamó: “Por eso yo soy amigo de Fidel”. Esas son las enseñanzas que el Comandante nos deja y las que no podemos olvidar».

Con la verdad por delante por JOSÉ LUIS LÓPEZ SADO [email protected]

texto y foto JULIETA GARCÍA [email protected]

LA partida de Fidel no dejó de sorprenderme. Tan solo hace unos días salió en la televisión junto al Presidente de Vietnam y se veía bien, comentó a JR Rodny Montes de Oca, director del Laboratorio Antidoping de La Habana, quien a sus 38 años es el más joven entre los 34 directivos de instituciones de este tipo que han sido acreditadas en el mundo. Él nos comenta que tres veces en su vida vio de cerca a Fidel y siempre pudo estrechar su mano. «Las dos primeras fueron en 1995 y 1996 en sus visitas a la Lenin (Preuniversitario de Ciencias Exactas Vladimir Ilich Lenin), donde estudiaba. Luego en 1998, lo vi junto a Chávez en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, entonces ya era alumno de la carrera de Farmacia y también pude darles la mano a ambos». «El Comandante impresionaba y mucho. Era un gigante, no solo por su estatura, sino por la fuerza que emanaba de él. Es indiscutible que dejó un legado inmenso para la humanidad, y los trabajadores del Laboratorio tenemos ahora un compromiso mayor, que es perpetuar la obra que él creó. En septiembre de 1999 cuando planteó

ESPECIAL

El doctor Montes de Oca no quiere defraudar el compromiso contraído con el Comandante.

públicamente la creación de un moderno laboratorio antidoping dijo: “Algún día los indios con levita demostraremos lo que somos y lo que podemos hacer”. Y en aquel momento, algunos dudaron de que pudiera materializar ese sueño, incluso internacionalmente. Pero él cumplió su palabra y el 13 de septiembre de 2001 se inauguró nuestro laboratorio». Un año después del estreno, recién graduado de licenciado en Farmacia, Rodny comenzó a trabajar en el moderno Laboratorio Antidoping. Entre sus más gratos recuerdos está el momento en que recibieron en el año 2003 la primera certificación como Laboratorio acreditado por la Agencia Mundial Antidopaje y la Comisión Médica del Comité Olímpico Internacional, cuya placa enviaron al líder

de la Revolución, un regalo por ser el promotor de tamaña obra. Con el tiempo, Rodny se convirtió en la mano derecha de Mario Granda, director fundador, a quien sustituyó en el cargo en 2011. El joven director recuerda que Granda insistía en que la continuidad del Laboratorio es imperecedera, es una obra del Comandante. Eran esas sus palabras cada vez que las cosas se ponían difíciles, porque escaseaban los reactivos o se rompía un equipo. Bajo ese concepto, trabajamos todos los días por mantenerla viva. Antes fue «Mayito», hoy soy yo, y en el futuro otro estará en mi lugar y dirigirá con el mismo sentido de pertenencia y responsabilidad de no defraudar un compromiso con Fidel.

PARA Erick Hernández, especialista en las pruebas de dominio del balón, «Fidel fue un hombre que irradiaba confianza y comprometimiento. Siempre ponía la verdad por delante y eso brindaba mucha seguridad. «Recuerdo que lo tuve casi 20 minutos frente a mí, en la Ciudad Deportiva, en la clausura de los 3ros. Juegos Deportivos del ALBA, el 17 de junio de 2005. Ese fue el momento más importante de mi carrera, no solo porque dominé el balón delante de él, sino también porque tuve la oportunidad de saludarle y hablarle. «Después de esa breve conversación que tuvimos en la Ciudad Deportiva, con la algarabía existente dada su presencia, confirmé lo conciso que era para hacer entender algún tema y su virtud de saber escuchar y prestar atención a los demás. «Pero además, mostró sus conocimientos sobre mi actividad. Y yo tuve el honor de obsequiarle el balón que utilicé en esa ocasión. «Él (Fidel) nunca se cansó. Siempre estuvo presente. Yo quiero seguir con ese ejemplo, quiero imitarlo en ese don de la perseverancia. Por eso, cada día me entrego más a mis entrenamientos», comentó Erick.

LUNES

05 DE DICIEMBRE DE 2016

El perfil de Fidel Para hablar de Fidel hay que cederle la palabra al mar, pedir su testimonio a las montañas. El Turquino canta y cuenta su biografía, los árboles lo recuerdan, saben su edad y repiten su nombre. La edad de Fidel es la edad de los framboyanes en flor, la enhiesta edad de su barba verde olivo. Todos lo sabemos, los héroes no tienen edad, tienen historia, hacen la historia, son la historia. No le arredra a Fidel la cuadratura del Pentágono ni las bravatas al rojo de cara pálida en la hora oscura de la Casa Blanca. Quien lo dude puede ver en alerta al héroe y un millón de cubanos cara al Norte en el malecón de La Habana. Él es América Negra, América Hispana, América Andina: el perfil de Fidel es el perfil de América Latina. Autor: Arturo Corcuera