Concurso de ensayo sobre las elecciones 2012

LOS GRANDES PROBLEMAS DEL PROCESO ELECTORAL 2012: MANIPULACIÓN MEDIÁTICA Y COMPRA DEL VOTO

AUTORES: MARIELA DÍAZ SANDOVAL1 ALBERTO ESPEJEL ESPINOZA2

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Socióloga por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, Maestra en Sociología Política por el Instituto de investigaciones Dr. José María Luis Mora y Doctora en Investigación en Ciencias Sociales, Mención en Sociología por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Sede México. Actualmente se desempeña como Coordinadora de Investigación en el Laboratorio para el Análisis de la Corrupción y la Transparencia a cargo de la Dra. Irma Sandoval Ballesteros. 2 Politólogo por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Maestro en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Sede México. Estudiante del Doctorado en Ciencia Política de la UNAM.

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LOS GRANDES PROBLEMAS DEL PROCESO ELECTORAL 2012: COMPRA DEL VOTO Y MANIPULACIÓN MEDIÁTICA

RESUMEN

El presente ensayo discutirá dos problemas que afectaron el desarrollo del proceso electoral mexicano en 2012: la manipulación de las encuestas de opinión pública en torno a las preferencias electorales, y la compra y coacción del voto. La resolución de dichas problemáticas resulta vital para el rumbo que tomará nuestra incipiente democracia. El no atender de raíz estos problemas, sin duda, acrecentará el problema de la desconfianza que padecen las instituciones políticas en México y, aún más grave, harán imposible avanzar en la construcción de un proyecto político democrático-participativo. Por ello, es necesario avanzar hacia una reforma electoral que sirva para dotar de mayores atribuciones al Instituto Federal Electoral (IFE) y al Tribunal Federal del Poder Judicial de la Federación (TFPJF) y con ello paliar los desperfectos de la anterior justa electoral. Además se requiere de una mayor participación por parte de la ciudadanía que reconozca que la inequidad y los delitos electorales en una contienda electoral son un lastre para la democracia en México. El cambio debe apuntar a que el proyecto político que guíe los destinos de México sea uno participativo y no uno autoritario y/o neoliberal.

INTRODUCCIÓN

Estamos a pocos días de que el TEPJF emita un veredicto sobre el Juicio de inconformidad por la nulidad de la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos que presentó el Movimiento Progresista, conformado por los partidos de la Revolución Democrática (PRD), del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano. Dichos institutos políticos solicitan la declaración de no validez de la elección llevada a cabo el 1ro de julio del 2012 “por violación a los principios constitucionales de elecciones auténticas y sufragio libre; y por la cancelación del registro de candidato al C. Enrique Peña Nieto por rebase de topes de gastos de campaña” (Movimiento Progresista, 2012). Su petición resalta dos aspectos de primer orden que aquí se tocarán, debido a que su pronta solución contribuiría positivamente al avance de nuestra democracia: el uso propagandístico de las encuestas, y 2

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la compra y coacción del voto. Adicionalmente, estas problemáticas están vinculadas al uso de recursos económicos de procedencia ilícita y al papel de los medios de comunicación en la contienda. Es de primer orden la resolución que otorgue el TEPJF, pues la actuación del IFE mostró claras omisiones. Dicho fallo contribuiría, en buena medida, a disminuir la confianza que sufren las instituciones electorales y, en general, la democracia procedimental en México. El presente trabajo se estructura de la siguiente forma. Primero se expondrá el tema de las encuestas, su influencia en el votante, así como su uso propagandístico. En segundo lugar, se discutirá la compra y coacción de votos, su influencia y su impacto negativo en la construcción de una democracia más robusta. Finalmente se presenta un corolario que señala algunos vacíos que deberán cubrirse en la próxima reforma electoral, resaltando que no basta con la creación de nuevas normas y atribuciones, sino que debemos ir más allá apuntando a la construcción de una ciudadanía participativa.

LOS GRANDES PROBLEMAS DE ESTA ELECCIÓN: LECCIONES PARA EL FUTURO

Como siempre, las elecciones presidenciales son un ejemplo para avanzar o, también, para retroceder. Las elecciones más competidas en México, calificadas como fraudulentas han generado reformas electorales importantes. La elección de 1988 condujo a la creación del Instituto Federal Electoral (IFE), aún sin autonomía pero se sentaron las bases de su funcionamiento. La elección de 2006 condujo a la reforma electoral de 2007-2008 la cual tuvo el gran acierto de arrebatarle el negocio y control de los spots de las campañas electorales a las televisoras. Así pues, es importante preguntarse cuáles son las lecciones que nos deja esta elección que bien podrían desembocar en una reforma electoral Tres sin duda: el uso de las encuestas con fines propagandísticos, el rebase de gastos de campaña y la compra y coacción del voto.

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ENCUESTAS COMO INSTRUMENTOS DE PROPAGANDA POLÍTICA

El primer tema a discusión es el del uso de las encuestas de opinión pública. A lo largo de 90 días los ciudadanos estuvieron expuestos a un bombardeo de diversas encuestas de opinión que coincidían en que había ya un claro ganador de la contienda electoral. Durante todo el proceso electoral, los ciudadanos que se informaban por lo canales y radiodifusoras de los grandes consorcios de comunicación como Televisa, Radio Fórmula, Grupo Imagen y Televisión Azteca pudieron constatar un hecho: el ganador indestructible era Enrique Peña Nieto. El retrato general de las encuestas daba como resultado un destino manifiesto por más de dos dígitos con respecto al segundo lugar de la contienda. Veamos qué tanto fallaron y cuál fue su posible efecto. Si se observa la evolución de las encuestas a lo largo de la campaña queda claro el retrato que proporcionaron día a día sobre el triunfo inevitable de Enrique Peña Nieto. La imagen fue la misma salvo algunas excepciones (Ipsos Bimsa, Observatorio Electoral Universitario, Berúmen, Demotécnia y Reforma). La siguiente gráfica muestra la evolución de las encuestas durante los noventa días de la campaña electoral. Se observa que la línea continua de Enrique Peña Nieto es consistente, pocas encuestas (puntos individuales) se separan de la línea. Lo mismo ocurre con los demás candidatos. Curiosamente fueron aquellas encuestadoras más cercanas al resultado las que durante el proceso electoral se separaron de la línea de las demás encuestadoras.3

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En la referencia citada se puede verificar que las encuestadoras más certeras serían Ipsos Bimsa, Grupo Reforma, Demotecnia y Berúmen y Asociados.

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Pero no fue sino hasta el día de la elección que quedó claro que las encuestas se equivocaron, y por mucho. GEA/ISA, Ulises Beltrán, Mitofsky, y Parametría, por citar algunos ejemplos, día y noche mostraron al votante que ya había un ganador absoluto por más o menos 10 puntos porcentuales. Sin embargo, el día de la elección fueron desmentidas dichas tendencias, pues el conteo rápido del IFE dio los siguientes resultados: Enrique Peña Nieto (EPN) 37.93-38.55%; Andrés Manuel López Obrador (AMLO) 30.90-31.86%; Josefina Vázquez Mota (JVM) 25.10-26.03% y Gabriel Quadri (GQ)2.27-2.57%. Los encuestadores han dado su versión sobre la subestimación de AMLO y la sobreestimación de Peña. Aducen a que un problema fue la ausencia de respuesta de los encuestados, dado el clima de desconfianza a la política; la simplificación de un fenómeno complejo, ya que la contienda final fue entre la continuidad (JVM) y el cambio (AMLO y EPN); y la atomización de las emociones sociales al subestimar la inconformidad que enarboló AMLO (Lara, 2012). Para dichos encuestadores los errores en las estimaciones fueron de tipo metodológico. Sus críticos apuntan a que en México hay encuestas poco serias, “cuchareadas” o compradas. Dichos y rumores al respecto sobran. Por ejemplo, María de las Heras 5

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(Demotecnia) renunció a Milenio porque le pedían firmar una encuesta realizada por Liebano Saenz (GCE), “cuyo profesionalismo y capacidad para realizar estudios demoscópicos he puesto en entredicho públicamente”, pues “tendía a otorgarle al PRI preferencias mayores que las que obtenía en las votaciones finales” (De las Heras, 2010; Gallegos, 2012). En esta elección, la directora de Demotecnia expresó “ahora sí, su show ya valió gorro”, refiriéndose a buena parte de las encuestadoras que sobreestimado la posición en las preferencias electorales de Enrique Peña Nieto. En 2011 en una entrevista radiofónica, el actual gobernador de Michoacán, Fausto Vallejo, planteó que la ausencia de un acuerdo con el Gabinete de Comunicación Estratégica (propiedad de Liebano Saenz) explicaba el hecho de que él apareciera en segundo lugar. Textualmente señaló:

Inicialmente me daba a mí ventaja, pero no llegamos a ningún acuerdo y obviamente pasó a otros momios a favor de la candidata (Luisa María Calderón)… Se acercaron conmigo, me enseñaron las encuestas que ellos traían: llevábamos 10 o 12 puntos arriba. No establecimos el contacto. Sé que establecieron contacto por otro lado, pero a los pocos días habían cambiado totalmente la encuesta que nos habían mostrado (Vallejo, 2011).

Incluso periodistas como Juan Pablo Becerra-Acosta, crítico recurrente de AMLO, ha aceptado que hay encuestas “cuchareadas”.4 En abril de 2012 mencionaba que quienes desconfían lo hacen debido a que las encuestas han fallado y mucho, poniendo como ejemplo las elecciones estatales de 2011. Finalizando su columna con una revelación sugerente:

Por otra parte, le pregunté a alguien que ha trabajado en estos asuntos que, si acaso “cucharean” las encuestas, ¿cómo lo hacen? “Simple”. Lo más “común y honesto” (así me dijo) es, por ejemplo, de esta manera: si Peña Nieto sale con 43% y el margen de error es de más-menos 4 puntos, lo suben a 47%. Si Josefina tuvo 24%,

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Término que se emplea para hacer referencia a aquellas encuestas que son manipuladas deliberadamente con el objetivo de obtener un resultado determinado.

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la bajan a 20%. Si AMLO tuvo 21%, lo bajan a 17%. ¿Resultado? En vez de que el príista tenga 19 puntos de ventaja con el segundo lugar, se presenta con 27. Y así… (Becerra, 2012).

Lo que habría que decir al respecto es ¿por qué modificarlas? Parece que es clara la respuesta: para usarlas como propaganda electoral. La propia candidata del PAN, JVM reconoció el 4 de julio de 2012 que “en esta elección algunas encuestas en algunos medios dieron resultados que sólo pueden interpretarse como instrumentos de propaganda electoral y no basta con un: me equivoqué, ustedes disculpen” (Vázquez, 2012). Quien fungiera como coordinador adjunto en la campaña de JVM, Rafael Giménez, señaló que las encuestas incidieron de forma negativa en la calidad del proceso electoral, ya que “se creó la idea de que la elección ya estaba decidida, que era inevitable que ganara Peña”, agregando que “cuando se preguntaba a la gente quién iba a ganar la elección, 60 % decía que Peña, cuando realmente sólo 38 % iba a votar por él. Eso daña la calidad de la participación, de la información” (Gallegos, 2012). Y esto no es todo, ya que la propia consejera electoral María Marván Laborde puso en duda la credibilidad de algunas encuestas al decir: “Las encuestas se han convertido en elemento de propaganda y difusión de datos que no corresponden a la realidad. Los estudios de opinión son usados para decir mentiras; se están utilizando de manera mañosa… Una encuesta seria no es propagandística” (La Jornada, 3 de junio de 2012). Ante las críticas, los encuestadores se defendieron y plantearon que ellos hacen diagnósticos y no predicciones. El papel propagandístico, agregan, se lo han dado los medios de comunicación. Abundis plantea que:

…no podemos dejar pasar que los medios hicieron de nuestras mediciones un espectáculo mediático. Tal vez el mejor ejemplo es GEA-ISA con Milenio Diario. Una vez que el espectáculo se acabó, el medio no asume responsabilidad y simplemente decide deslindarse del investigador, incluso ofreciendo disculpas (Abundis, 2012).

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El problema con ello es que parece que la intención de esto fue generar desanimo y desalentar la votación y la participación ciudadana. Boltvink plantea que “las encuestadoras que hicieron sentir a la población, mucho antes de las campañas, que EPN era el ganador invencible” (Boltvinik, 2012). Pero qué tanta influencia o penetración tienen los medios de comunicación. La influencia de la TV abierta en México es enorme. Boltvinik menciona cómo, según la Encuesta Nacional de Preferencias Electorales (ENPE) del Observatorio Universitario Electoral (OUE), una de las más certeras en el resultado final, refiere que el 82 por ciento mencionó que se informa de política en la tv; mientras que el 6.5 por ciento lo hace por radio y el 6.4 por ciento por medio de los periódicos. Es decir, buena parte de los mexicanos se informa sobre lo que ocurre en política a través de los medios de comunicación. Del 82 por ciento de quienes lo hacen a través de TV, solamente el 13.2 por ciento confían poco o nada en lo que ahí se dice, transmite o sugiere, mientras que un 45 por ciento dijo confiar mucho. En suma, un 71.2 por ciento tiene mucha o regular confianza a la TV. Pero, ¿hasta dónde influye la TV? Como sugiere Araceli Damián, investigadora del Colegio de México, citada por Boltvinik, “quienes se enteran en primer lugar por la tv habrían votado por EPN en mucha mayor medida que por AMLO... en cambio, entre quienes se enteran en primer lugar por radio o periódico habrían votado en mayor medida por AMLO que por EPN” (Boltvinik, 2012). Pero la influencia de la TV también la observó al cruzar las preguntas de por qué medio se entera y quién piensa que ganará la elección. El hallazgo fue que “la distancia entre los que pensaban que EPN ganaría la elección y los que pensaban que sería AMLO el ganador se duplica entre quienes se enteran por radio o periódico y entre quienes lo hacen por tv” (Boltvinik, 2012). El investigador concluye que la TV influye en la preferencia electoral, pero también en la creencia sobre quién será el ganador, y, sobre todo, en la buena o mala opinión sobre los candidatos. Definitivamente, la difusión de las encuestas en los medios tiene influencia en las preferencias de la gente. En términos académicos, este hecho es conocido como el efecto bandwagon que es definido como:

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…el apoyo adicional que recibe un candidato por la tendencia de la gente a ir con la masa, por el hecho de que a todos nos gusta ganar y que cuando alguien considera que otro ya tiene el triunfo conseguido se le une de inmediato, se va "a la cargada", "la estampida de búfalos", se diría en México, sin ninguna evaluación racional de los candidatos. Es decir, la percepción de que existe un fuerte apoyo para un partido o candidato genera más apoyo, y al revés, la percepción de que se carece de apoyo provoca aun menor apoyo… Asimismo, se interpreta como el deseo de la gente de no desperdiciar su voto en una causa perdida (INEP, 2000).

Damián recupera el trabajo de Robert K. Goidel y Todd G. Shields titulado The Vanishing Marginals, the Bandwagon, and the Mass Media (1994) donde al poner a prueba la teoría del efecto bandwagon en la toma de decisiones política, encontraron resultados interesante. Realizaron un experimento con 180 estudiantes de la Universidad de Kentucky, divididos en nueve grupos al azar, les consultaron cuestiones sobre el mismo conjunto de escenarios de elección. A casi el 70 por ciento le dieron información sobre el ganador esperado. Los llamados independientes resultaron influenciados fuertemente en favor de la persona que se espera ganaría. Encontrando que es dos veces más probable que los independientes voten por el candidato republicano cuando se espera que su partido gane, y que cuando se espera que ganen los demócratas, era más probable que los republicanos independientes y los republicanos débiles votaran por el candidato demócrata (Goidel y Shields, 1994: 808). En suma, quienes tienen una convicción partidista débil poseen una elevada proclividad a votar por el que se presenta en los medios como el probable ganador de la contienda. Similar a los resultados de Goidel y Shields, Uribe y Manzur (2007) encuentran que las encuestas influyen en las preferencias electorales. Su estudio inicia con la sugerente frase: “¿Votaría por alguien o algo que la mayoría de la gente señala no preferir? Probablemente lo pensaría más de una vez” (Uribe y Manzur, 2007: 97). Por lo cual plantean que en las campañas electorales recurrentemente “se dan a conocer resultados de encuestas favorables (no importando si éstas son metodológicamente sólidas), intentando crear en la opinión pública la percepción” que su candidato es el ganador (Uribe y Manzur, 2007: 97). Sus resultados apuntan que es claro el efecto bandwagon “(aumentando significativamente la 9

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preferencia por un asunto en la misma dirección de la encuesta) en el caso de aquellas personas que vieron un estudio de opinión cuyos resultados presentaban altas diferencias entre una y otra posición” (Uribe y Manzur, 2007. 102). Si bien los autores reconocen que no hay evidencias concluyentes al respecto, dan una larga lista de autores que han encontrado “una tendencia significativa de votar por el candidato que aparecía liderando las encuestas, comprobando el efecto bandwagon” (Uribe y Manzur, 2007: 98). Valdez y Huerta (2011) dividen lo anterior en el voto ganador y el voto de plástico. El voto ganador se genera cuando “los electores votan por aquellos candidatos que es probable que resulten ganadores (o que son proclamados como tales por los medios de comunicación y las encuestas sobre preferencias electorales), esperando estar en el lado ganador al final” (2011: 16). Esto es, el voto ganador es aquel que se obtiene por hecho de que algún candidato lleva la delantera en las preferencias electorales de los votantes, ya que el votante no quiere verse socialmente como perdedor. El voto de plástico es el que es se genera debido a que el ser humano “está expuesto a diferentes estímulos comunicacionales que influyen o moldean en uno u otro sentido su comportamiento. Es decir, este tipo de voto es moldeable, flexible y elástico, el cual depende principalmente de la “información” que proporcionan los medios de comunicación y que inciden en la formación de la opinión pública” (Zepeda y Huerta, 2011: 17). Y es así porque “los medios de comunicación hacen o destruyen candidaturas y ayudan de forma determinante en la construcción de la victoria electoral. Es decir, los grandes electores no son necesariamente los ciudadanos, sino los poderosos medios de comunicación. Ellos también juegan en la política y tienen intereses y apuestas en las campañas electorales” (Valdez y Huerta, 2011: 18). Retomando a Boltvinik, de acuerdo a Daniel Eskibel, un psicólogo político, en los procesos electorales “el efecto bandwagon opera sobre la parte menos informada del electorado y con menores definiciones partidarias e ideológicas. Por eso muchas campañas electorales buscan provocar dicho efecto” (The Communications Lab, 2009, citado por Boltvinik, 2012). Como plantea Boltvinik, en el caso mexicano esa parte menos informada a su vez se nutre de noticias sobre política a través de la TV. Así pues, Boltvinik sugiere que “es lógico pensar que este efecto se maximizará si las encuestas difundidas dan una diferencia muy amplia entre el primero y el segundo lugares” (Boltvinik, 2012).

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Como reconocen algunos comunicadores, el efecto de las encuestas es perceptible, aunque difícilmente comprobable:

¿Habrían financiado igual a las campañas de Peña, Vázquez Mota y López Obrador, si sus patrocinadores supieran que estaban a las distancias que en realidad quedaron? ¿Habrían votado más personas si creían que AMLO estaba a sólo seis puntos y no a 13? ¿Se habría generado un efecto de voto útil? No lo sabemos y desconozco si exista forma de demostrarlo pero claro que surgen dudas de cómo habría cambiado todo si la historia dominante de la elección hubiera sido otra (Campos, 2012)

Pero, ¿de quién es la culpa? En primera instancia de las encuestadoras al no tener rigor metodológico y al permitir que sus resultados superaran por mucho su margen de error. También son culpables por no entregar información completa al IFE, y también por haber incumplido uno, varios o todos los criterios generales de carácter científico que el IFE emitió durante el proceso electoral: el marco, el diseño, el tamaño y la selección de la muestra; el cuestionario utilizado; la especificación de la logística para el trabajo sobre la muestra; la descripción de la manera en que se procesó la información; la base de datos resultado de todo ese trabajo; y la acreditación de la experiencia probada de la empresa y su pertenencia al gremio científico de la demoscopia.5 Es estos rubros, fallaron y por mucho. En segundo lugar, los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad, pues ellos son los que dieron cabida a las encuestas. Además, las presentaron el horario estelar y las convirtieron en el centro de la cobertura electoral (Campos, 2012).6 Como afirma

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La evaluación de los criterios y datos que entregaron las encuestadoras está disponible en: http://www.ife.org.mx/documentos/proceso_2011-2012/EncuestasConteosRapidos/inicio.html . Sin embargo, como apunta INCIDE el IFE debe hacer público “cuáles son las agencias o casas encuestadoras que observan los estándares científicos que exige la disciplina de acuerdo con la información técnica que entregan al IFE. La presentación de estos informes en sesiones de Consejo General no es suficiente para que los ciudadanos tengan claridad sobre las encuestas que cumplen con la entrega de información y que observan estándares mínimos” (2012: 8 y 9). 6 Sería interesante contabilizar las apariciones que le dieron a las encuestas y medir su impacto, al respecto Rafael Giménez plantea que “llegamos a contar casi 70 repeticiones de la encuesta de Milenio-GEA/ISA en el canal de televisión”. Por su parte, Gabriel Sosa Plata menciona que “GEA/ISA, la encuestadora con mayor margen de error en sus pronósticos sobre la elección presidencial, fue paradójicamente la más mencionada en los medios electrónicos de comunicación durante el proceso electoral, con base en el monitoreo final de la UNAM y el IFE. En contraparte, las encuestas que tuvieron los resultados más cercanos a lo ocurrido el 1 de

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Gómez Tagle “el hecho de que durante cien días se repitiera un resultado que daba al candidato del PRI una ventaja enorme frente a los demás, en la televisión, en la radio y en la prensa, tanto en noticieros como en programas de opinión, no puede verse como un asunto inocente políticamente” (2012). Y es que como afirma Gómez Tagle, ¿cuántas veces se puede repetir el dato de una encuesta sin que esto constituya un asunto de propaganda?, o ¿por qué se privilegió a algunas casas encuestadoras mientras otras recibieron poca atención? Dichas preguntas tienen que ver con la difusión de los resultados, no con la metodología de las encuestas. Es significativo del papel de los medios en la democracia, en el caso mexicano no debemos obviar que las televisoras son empresas que persiguen intereses. Tan es así que cuando se dio la reforma electoral de 2007-2008, las televisoras satanizaron la reforma pues según ellas atentaba contra la “libertad de expresión”. Sin embargo en 2006, la libertad de expresión a la que hacen referencia los grandes medios de comunicación tenía un costo aproximado de 278,000 pesos por veinte segundos en televisión (Díaz y Espejel, 2012). Las empresas juegan en las elecciones y el proceso electoral 2012 no fue la excepción. Hoy en día las encuestadoras no están obligadas a rendir cuentas a nadie. Esto le resta seriedad a su carácter científico. Bien haría el IFE en dar a conocer u obligar a que muestren su metodología lo cual fue sin duda uno de los aspectos que levantó sospecha. Los medios tampoco están obligados a rendir cuentas y, sin duda, algo se debe hacer al respecto. Como resaltan Uribe y Manzur (2007), otros autores han sostenido que las encuestas no deben ser consideradas solamente como portavoces de la opinión mayoritaria, sino que también como potenciales conductores de la opinión de la mayoría. Dicho en otros

julio fueron las menos difundidas en los medios electrónicos en una proporción de 5 contra 100, es decir, 49 menciones a los resultados presentados por Demotecnia e Ipsos-Bimsa, contra más de mil 30 menciones al trabajo desarrollado por GEA-ISA. Consulta Mitofsky, con 310 menciones, y Parametría, con 215. Si se suman todas las menciones de las empresas encuestadoras que reiteradamente ‘diagnosticaron’ que Peña ganaría con dos dígitos de diferencia, la cantidad es importante: más de mil 800, esto es, al menos unas 20 menciones diarias en diferentes noticiarios del país, con variados rangos de coberturas, audiencias e influencia” (Sosa, 2012). Hoy día sabemos que EPN fue el aspirante presidencial que tuvo más tiempo de cobertura en noticiarios de radio y televisión durante la campaña electoral, con el 30.64% del tiempo total dedicado a los aspirantes presidenciales, de acuerdo con un informe que elaboró la UNAM para el Instituto Federal Electoral (IFE). En segundo lugar estuvo la candidata del Partido Acción Nacional (PAN), JVM, con el 26.52%. En tercer lugar, el candidato de la coalición Movimiento Progresista, AMLO, con el 26.36% y el candidato de Nueva Alianza, Gabriel Quadri, con el 16.48%, en último lugar (CNN, 30 de julio de 2012). Aunque la cobertura estatal muestra diferencias muy marcadas, habiendo entidades como “Baja California Sur y Nayarit donde la cobertura para EPN duplica la cobertura para AMLO y para JVM, respectivamente” (INCIDE; 2012: 9).

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términos, las encuestas no sólo muestran la visión de las personas, sino que las opiniones de las personas también pueden estar reflejando los resultados de dichos estudios. Por lo cual, “basado en esos principios, algunos países como los EE.UU. y Canadá han llegado incluso a regular la presentación de estudios de opinión antes y durante cualquier período eleccionario como medio de evitar su influjo sobre la opinión pública” (Uribe y Manzur, 2007: 98). Actualmente el IFE sólo tiene la facultad de exhortar a los involucrados en irregularidades a que las subsanen, pero no pueden hacer nada respecto a los resultados (La Jornada, 3 de junio de 2012).

COMPRA Y COACCIÓN DEL VOTO

El otro gran problema en esta elección es la compra y coacción del voto. Desde el inicio de la campaña se observó el dispendio y la gran cantidad de regalos cuyo objetivo fue comprar conciencias. Gracias al papel de las redes sociales y de los ciudadanos, se pudo documentar una gran cantidad de evidencias, las cuales dan cuenta de este gran problema para el avance de una democracia más participativa. El Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) menciona en su artículo 4 que el voto es “un derecho y una obligación… es universal, libre, secreto, directo, personal e intransferible… (por lo cual) quedan prohibidos los actos que generen presión o coacción a los electores” (SEGOB, 2012: art. 4). En otra palabras y para contextualizar su importancia, como refiere Aparicio “el voto individual libre, intransferible y secreto es la titularidad ciudadana básica de la democracia representativa moderna” (2002: 80). O como sugiere Díaz-Santana “el voto es el motor que impulsa el proceso de representación política, que se consolida mediante el derecho del ciudadano a expresar su preferencia partidista” (2002: 101). Académicamente se le conoce como vote buying, y está muy relacionada al clientelismo electoral (dar bienes y servicios a cambio de lealtad política), asimismo es una agenda de investigación de larga data que últimamente se ha concentrado en países africanos donde el Estado y la democracia son bastante débiles. Sin embargo, esto no significa que el vote buying no exista en otras democracias, prueba de ello es que hay bastantes estudios para América Latina, incluido México.

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Como señala Lehoucq, varios académicos han decidido investigar la compra de votos a través de las encuestas (véase Cornelius, 2002), es decir las “promesas explicitas de votar por X a cambio de Y” (2007. 4); en tanto que otros han decidido hacerlo a través de la etnografía (Véase Schedler, 2004). Ambos encontrando que cada vez es menor el peso de la compra de votos en lo proceso electorales, con base en la elección del año 2000 en México. Pese a estas evidencias concretas del caso mexicano, no podemos negar que la compra de votos siga siendo un problema para la democracia y que hoy pudiera haber tenido cierta influencia en los resultados electorales del 2012. Es, en suma, algo que queda por investigarse aún. No se puede concluir que la compra y coacción de votos dejó de influir en la política desde el 2000 con el cambio de régimen que se dio en ese momento. Por ejemplo, el propio Cornelius apunta que lo que sucedió en el 2000 fue la “debilidad terminal del aparato del PRI al momento de las elecciones federales de 2000… el votante mexicano en 2000 se sintió, en todo caso, repelido por la compra y coacción llevada a cabo por el PRI” (2002: 25).7 Si bien las prácticas del PRI siguen siendo familiares al partido8, no podemos suponer que han pasado doce años con el mismo aparato ineficiente, ni tampoco que estamos frente al mismo votante del 2000. El propio estudio de Cornelius refleja que entre el 5 y el 25 por ciento de los encuestados informaron que habían recibido “algún tipo de beneficio material individualizado” (2002: 7). Es decir, en dicha elección la influencia pudo estar entre los 3 y los 15 millones de votantes, pues el padrón entonces era de 58 millones de votantes, aunque dado el resultado desfavorable al PRI, se puede concluir que en dicha elección influyó poco, más no es posible argumentar que no tuviera algún impacto. Por otro lado, el propio Schedler concluye su estudio planteando la necesidad de seguir investigando cualitativa y cuantitativamente la compra del voto, pues la investigación cualitativa permitirá tener una “mejor comprensión de las complejidades del razonamiento moral de los ciudadanos, mientras que más investigación cuantitativa podría decirnos hasta 7

Al respecto Lehoucq plantea que tal vez esto se debió “a que los candados electorales permitieron a los electores aprovechar la generosidad del PRI y después votar de acuerdo con sus preferencias” (2007: 19). Es decir a la ausencia de vigilancia. Más adelante tocaremos el tema de los llamados halconcitos en 2012, niños que vigilaban la votación favorable al PRI según Alianza Cívica. 8 Cornelius deja en claro cómo la compra de votos fue una táctica muy utilizada por el PRI en los noventas, una práctica que no le es extraña “a medida que sus opciones para manipular los resultados de las elecciones se veían limitadas por las profundas reformas a la ley electoral y por la creciente fiscalización del proceso electoral por parte de observadores independientes” (2002: 13).

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qué punto podemos generalizar nuestro hallazgo fundamental: que los ciudadanos mexicanos ya han avanzado un buen trecho en su liberadora transición del clientelismo a la ciudadanía” (Schedler, 2004: 94). Por otro lado, para la misma elección Aparicio encuentra que aproximadamente uno de cada siete ciudadanos (13.3 por ciento del total) fueron alcanzados por algún actor político mediante acciones de manipulación del voto (2002: 79). Ante esto añade que “la intensidad de las acciones de compra y coacción del voto es considerable, sobre todo si se reflexiona sobre el hecho de que, en términos absolutos, se estaría hablando aproximadamente de un total estimado de 7.8 millones de personas en edad de votar que habrían estado sujetos al menos a alguna acción de compra o coacción del voto” (2002: 90). En cuanto al tipo de acciones de compra y coacción del voto, “aproximadamente a 4.2 millones de personas se les ofreció algún bien o servicio a cambio de su voto, 1.2 millones habrían sido presionados en la casilla al momento de ejercer su voto. Por su parte, 1.8 millones habrían tratado de ser persuadidas de votar por un partido político durante celebraciones religiosas” (2002: 93). Además agrega que el votante más vulnerable a la compra y coacción del voto es el que vive “en zonas rurales, en zonas urbanas electoralmente competidas y en regiones donde predominan elevados niveles de analfabetismo y de pobreza extrema” (2002: 79). Igualmente respecto a la elección del 2000, Díaz-Santana (2002) encuentra que aún cuando instituciones como el IFE o la Fiscalía Especializada para Atención de Delitos Electorales (FEPADE) han tenido aciertos, “la manipulación del voto es un fenómeno que sigue latente en los procesos electorales y se requieren ajustes constantes que permitan disminuir su frecuencia” (2002: 101). Por todo lo anterior, es necesario investigar al respecto qué sucedió en la presente coyuntura electoral. A simple vista las pruebas son groseras ante los ojos de la ciudadanía. Para avanzar en este objetivo, lo primero es tener conceptos concretos. Respecto a las definiciones de compra de votos, Cornelius lo define como “el intercambio de beneficios materiales y servicios por votos… reparto de dinero en efectivo, alimentos, textiles, bolsas de cemento, máquinas de coser, máquinas de lavar ropa, bicicletas, útiles escolares, desayunos y almuerzos en el día de las elecciones”; mientras que la coacción del voto refiere a “un conjunto de actividades que van desde la violación al voto secreto dentro de los lugares de votación, hasta la intimidación de los votantes fuera de los mismos, la 15

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confiscación de sus credenciales de elector, y/o el registro de los números de dichas credenciales durante el periodo anterior a las elecciones, el condicionar la distribución de algún servicio o beneficio gubernamental al voto por un partido o candidato específico, además de amenazas de violencia física” (2002. 14). Aparicio define las siguientes acciones de compra y coacción del voto: “Ofrecimiento de dinero a cambio del voto, ofrecimiento de dinero a cambio de credencial, amenazas de despido, amenazas en la casilla, amenaza de perder algún bien o servicio, condicionamiento de obras y servicios, ofrecimiento de bienes o servicios e inducción religiosa” (2002: 90). Valdez y Huerta (2011) clasifican un subtipo de voto cercano al vote buying como el voto de hambre “el cual se genera por las severas carencias económicas en las que viven muchos de los electores, cuya principal preocupación no es el tipo de gobierno que tienen o de político que es electo, sino que su objetivo principal es la sobrevivencia económica” (2011: 11). Los individuos propensos a este voto ven en las campañas la oportunidad de obtener un beneficio inmediato, tal como una despensa, material para construcción o, incluso, algún ingreso económico directo. También se le conoce como voto utilitario, pues refiere a que:

…la gente busca obtener una utilidad inmediata por su sufragio, incluyendo, la posibilidad de vender su voto al mejor postor y de esta forma, obtener una despensa, una torta, algunos refrescos o una borrachera puede ser motivo suficiente para que los votantes puedan otorgar su voto hacia un candidato o partido en particular… Durante las campañas, los candidatos y partidos contendientes no sólo retoman el problema de la pobreza y marginación como tema central de su proselitismo, sino que también reparten despensas alimenticias, materiales de construcción, aparatos electrodomésticos y diferentes objetos utilitarios como playeras, bolsos, pelotas y gorras entre los electores con el fin de conseguir su voto (Valdez y Huerta, 2011: 12).

Ahora bien, ¿qué fuentes de información existen en este momento? Básicamente tres, según Lehoucq (2007) menos objetivas que las encuestas y la etnografía, pero por suerte o desgracia son las únicas existentes: denuncias de fraude por parte de partidos políticos 16

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(Movimiento Progresista), informes de la sociedad civil organizada (Alianza Cívica; INCIDE) y memorias de los participantes o víctimas (denuncias del movimiento #YoSoy132 y Todos Contamos, etc.). Aquí tocaremos en alguna medida las tres. La elección presidencial de 2012 se desarrollo en un ambiente de suspicacias y acusaciones de parte de dos de los competidores ante el marcado como ganador por el IFE. Una y otra vez, Ricardo Monreal coordinador de campaña de AMLO y el coordinador de campaña de JVM, Gil Zuarth, denunciaron ante el IFE y medios de comunicación posibles irregularidades de compra y coacción y voto. El día de la jornada electoral, las redes sociales jugaron un papel muy importante manifestando varios casos en los cuales se llevaba a cabo la compra y coacción del voto, así como otras irregularidades. Las redes sociales se transformaron en un observador electoral. Por un lado, los jóvenes de movimiento #YoSoy132 también denunciaron diversas irregularidades. Algunos de los casos denunciados tienen que ver con varias fracciones del artículo 403 del Código Penal Federal cuya materia son los delitos electorales. Se ha denunciado desde el proselitismo o presión de Peña Nieto al subirse a un estrado cerca de su casilla para hablar de la contienda electoral, luego de haber emitido su voto (CPF, art. 403, fr. III); hasta casos de “carruseles” donde al mostrar una foto del voto emitido por el PRI se entregaba la paga acordada9 (CPF, art. 403, fr. VI); también compra de copias de credencial de elector10 (CPF, art. 403, fr. V); acarreo de votantes11 (CPF, art. 403, fr. IX); compra de votos (CPF, art. 403, fr. VII); entre muchas más.12 Sin desviarnos del tema, el dispendio fue evidente a los ojos de la ciudadanía. En este sentido, quizá haríamos bien en ver el lado cualitativo y no el cuantitativo a fin de valorar lo que sucedió en el proceso electoral. Sobran los testimonios en video de denuncias en las redes sociales sobre la compra y coacción del voto, de hecho a la fecha se ha hecho evidente una irregularidad que se ha llamado el Sorianagate, debido a las quejas sobre los monederos electrónicos que entregó el PRI por el voto, en los cuales no depositó lo 9

http://www.contamos.org.mx/reports/view/1737 http://www.contamos.org.mx/reports/view/1030 11 http://www.contamos.org.mx/reports/view/1031 12 Algunas podrán encontrase en http://homozapping.com.mx/2012/07/yosoy132-informa-de-irregularidadesen-el-proceso-electoral/ Otras en http://www.contamos.org.mx/reports 10

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acordado.13 Si bien se tratan de casos aislados documentados, eso no significa que este fenómeno no exista en varias partes de México ni que deba dejar de importar. Hasta el momento, el IFE y algunos analistas han puesto en la mesa la dificultad de comprobar qué tanto fue compra y coacción del voto y qué tanto no lo fue. Seguramente el TFPJF dará una respuesta similar. Si bien a la fecha el IFE no tiene instrumentos necesarios para esto, si constituyen violaciones al Código Penal Federal (artículo 403) y al COFIPE (artículo 4). Ante la insistencia de cómo medir, bien podría el IFE seguir el ejemplo de Alianza Cívica en el informe Resultados Preliminares de la Observación de la Calidad de la Jornada Electoral 2012 que presentó un par de días después de la elección, según el cual "en 21% de las casillas existen reportes violación al voto secreto". Además de esto, Alianza Cívica refiere temas que son muy preocupantes para el desarrollo democrático del país. Por ejemplo, que el dinero de las campañas puede ser determinante. Es preocupante que estemos cercanos a una situación donde gana quien tiene más recursos para comprar votos. Es decir, retomando a Polanyi (2012) la política y las relaciones sociales quedan subordinadas a la lógica del mercado. El tema no es menor. Otro aspecto que rescata Alianza Cívica es el desarrollo de la contienda, en donde el IFE sí mostró su profesionalismo, ya que el 96 por ciento de Presidentes de casilla, el 80 por ciento de Secretarios y el 75.29 por ciento de Escrutadores correspondieron al Encarte. Bastaría decir que si una ONG puede medir esto, el IFE podría hacer maravillas con el presupuesto que tiene asignado. El hecho es que Alianza Cívica dio un paso cuantitativo, no se quedó en las denuncias y testimonio que enunciamos arriba y lo que encontró fue que 2 de cada 10 personas fueron coaccionadas, lo que significa que no pudieron ejercer su derecho a votar en libertad. Alianza Cívica reconoció que la principal irregularidad fue la utilización de niños que acompañaron a votar los ciudadanos coaccionados en el Estado de México, Chihuahua, Sinaloa y Jalisco. Además había personas con listas de votantes que iban palomeando (diferentes a la lista nominal de electores); o bien había personas hablando en la fila o antes

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http://www.proceso.com.mx/?p=313165 http://pulsociudadano.com/2012/07/aristegui-revela-que-gobernadores-del-pri-compraron-a-soriana-2-mil200-millones-de-pesos-en-despensas/

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de que llegaran con los ciudadanos, haciendo alguna forma de presión (Alianza Cívica, 2012: 3). Además de otras anomalías que retrata la siguiente gráfica.

Otro dato relevante es que Alianza Cívica aclara que el 71 por ciento de esas 2 de cada 10 personas fueron presionadas a favor del Partido Revolucionario Institucional y del Partido Verde Ecologista de México, 17 por ciento a favor del Partido Acción Nacional, 9 por ciento a favor del Partido de la Revolución Democrática, y 3 por ciento a favor del Partido Nueva Alianza. Nadie estuvo exento, no obstante la diferencia entre un 71 por ciento y un 3 por ciento es abismal. El IFE caería en un error al hacer caso omiso de estos casos de compra y coacción del voto, así como de las irregularidades de la elección, es evidente que en esta “fiesta democrática” algunos asistentes no fueron por su propio pie. Por ende, la legislación al respecto deberá ser revisada y, en su caso, será imperativo dotar de los instrumentos necesarios para que se investiguen a fondo estos casos y se puedan cuantificar sus costos. El ex consejero electoral del DF y miembro de Alianza Cívica, Eduardo Huchim refiere que la equidad del proceso electoral fue quebrantada por un alto número de irregularidades y delitos electorales. Siendo el Estado de México, Jalisco, Coahuila, Puebla y Yucatán los estados en donde se presentaron las mayores irregularidades. Agregó que su preocupación por la nueva práctica que ha denominado “niños halcón” en la que el PRI utilizó menores 19

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de entre 8 y 10 años para corroborar que los ciudadanos votaron por quien se comprometieron. Sentenciando:

No me resulta grato decirlo, pero sí se cumplió lo que nos temíamos, una gran operación, quizá la mayor operación de compra y coacción del voto en la historia del país… Es verdaderamente grave, sobre todo en lo que corresponde a la compra y coacción que recordemos que no sólo es una irregularidad administrativa, sino que es un delito electoral que tendría que ser perseguido por la Fiscalía Especializada para a Atención de los Delitos Electorales, que ya sabemos que su ineficiencia es proverbial (Redacción, 2012).

Como sugiere Díaz-Santana (2002) “la manipulación del voto es un fenómeno que se manifiesta en todas las democracias con diversa intensidad… es un problema de la sociedad, de los partidos y de las instituciones electorales, y representa un obstáculo para el pleno ejercicio de la democracia electoral” (2002: 125). Existe una enorme distancia entre reconocer lo que sucedió y decir que la jornada fue “ejemplar, pacífica, excepcional, con absoluta normalidad y tranquilidad”. El IFE deja un sinsabor en lo dicho la noche del 1 de julio. Si acaso no se preservó la equidad esto es algo que el TEPJF está obligado a detallar adecuadamente y no sólo a decir “nadie ganará en la mesa lo que no pudo ganarse en las urnas” (Palabras del Magistrado Alejandro Luna ramos). Si como sugiere Alianza Cívica:

…las prácticas de compra y coacción del voto han aumentado en los últimos procesos electorales (2009 y 2012) y han permeado en la cultura política de muchos mexicanos. Todos los partidos utilizan en mayor o menor medida el regalo o la presión para violentas los derechos políticos y sociales de los ciudadanos. El resultado de la operación de compra y coacción del voto es difícil de cuantificar y el IFE, la Fepade y el Tribunal resultan autoridades insuficientes y en algunos casos ineficientes para tan grave problema (Alianza Cívica: 7),

Es evidente que tenemos que avanzar para solucionar este problema. Algunos de los problemas que refiere correctamente Alianza Cívica y que incentiva la compra y coacción 20

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del voto son: excesivo financiamiento público de los partidos políticos; desigualdad social, opacidad en el manejo de los gobiernos (federal, estatal y municipal); falta de rendición de cuentas de los funcionarios electos sobre su gestión; falta de campañas de educación cívica; ausencia de sanciones a quienes violan la normatividad electoral; y violación a los topes de campaña (Alianza Cívica, 2012: 7). Es hacía allá donde debemos avanzar académica e institucionalmente.

AHOGADO EL NIÑO A TAPAR EL POZO. LUEGO DE LA ELECCIÓN TENEMOS QUE REFORMAR

Los procesos electorales más ríspidos de los últimos 20 años han dado lugar a reformas electorales con importantes consecuencias, bajo la creencia de que en presencia de un problema, al reformar las instituciones tendremos un resultado satisfactorio. No negamos la valía de las reformas electorales, pero parece que es tiempo de ir hacia la sociedad en vez de quedarnos solamente en lo institucional. Hablando en términos de proyecto político lo que le urge a México es tener un proyecto participativo que empodere a la gente, no uno que los vea como clientes o como clientelas. Retomando los aportes de Dagnino, Olvera y Panfichi (2006), la compra y coacción del voto evidencian que los actores que la promueven comparten un proyecto político autoritario-neoliberal caracterizado por la no por la creación de ciudadanos, sino de clientes. La manipulación en las encuestas, así como la compra y coacción del voto tienen que ser reconocidos y, en lo posible, desterrados del juego político, ya que sólo así podremos avanzar hacia una democracia de calidad. Sin embargo, ambos problemas se encuentran vinculados a cuestiones más estructurales como la desigualdad económica, que ha implicado la concentración de la riqueza y de los recursos en pocas manos, así como la pauperización de las condiciones de vida de la mayor parte de la población. Sin duda, y nuevamente recuperando a Karl Polanyi, es necesario cambiar hacia un Nuevo Proyecto de Nación que enfatice la necesidad de dejar de ver a los seres humanos como simples mercancías.

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